Erik Bullot - How To Make Films With Words
Erik Bullot - How To Make Films With Words
Erik Bullot - How To Make Films With Words
with words
Érik Bullot es cineasta-investigador y docente. Sus películas, exposiciones y
conferencias desarrollan la perspectiva de un lenguaje transfronterizo en relación
a la cinematografía. En diálogo con el cine letrista de los años cinquenta del s.XX,
Bullot expande la tradición de “un cine que cambia de cuerpo sin parar”.
Núria Gómez Gabriel– Para empezar me gustaría que nos contaras cuál es tu
juego de palabras preferido…
EB– Me parece que el cine se debate en una situación crítica con el medio
digital. La democratización de las prácticas, el uso del ordenador, la difusión de
las películas con Internet han cambiado totalmente nuestra relación al film. ¿Por
qué seguimos llamando cine a algo que no tiene relación con su aparato técnico?
Quizás se puede disociar el cine de su tecnología y ver como el medio cambia de
cuerpo y pensar el cine con otros medios. Así se puede imaginar, por ejemplo, una
serie de dibujos o grabados como una película. Éste es el caso de las tres películas
papel expuestas en la muestra de Sant Pol de Mar. Son películas sin proyección
física, o en todo caso requieren una proyección mental por parte del espectador. Es
un montage visual y poético. Nos referimos a una traducción del cine y un cruce de
fronteras entre medios porque el cine cambia de cuerpo sin parar. No es el fin sino
la metamorfosis.
NGG– Como has anunciado en algunas ocasiones, el cine letrista de mitad del
siglo pasado acuñó el término Syncinéma para a sustituir la idea tradicional
de sesión en favor de una acción que puede ser definida como hecho
artístico o acto social, basándose en la alteración de la pantalla y de la sala,
mediante la producción de movimientos en el tiempo y el espacio, unidos a la
participación del público y otros elementos extrínsecos a la propia película.
¿Cómo se relaciona tu trabajo con este planteamiento?
EB– El término syncinéma fue propuesto por el artista Maurice Lemaître con la
publicación de su libro, Le film est déjà commencé?, publicado en 1952. La obra
de los letristas es muy importante ahora porque han desarrollado muchas hipótesis
sobre el fin del cine y su superación. Después del cine. Por ejemplo, el cine
como enunciado performativo, como evento, como performance, pero también la
participación del público en el caso del syncinéma. El “arte supertemporal” según
Isou invita al espectador a colaborar en la creación de la película con soportes
vírgenes sin límite de tiempo. Me parece muy importante la relación entre el tema
básico de los letristas, es decir la letra y la escritura, y el porvenir del cine. Si me
interesan los juegos de palabras como los anagramas o la criptografía, es también
porqué el cine fue pensado desde su invención y su arqueología como una utopía
lingüística. Con el gesto y la pantomima, las mímicas y las expresiones del cuerpo,
el cine tenía el proyecto de ser un idioma universal, un poco como el esperanto.
Pero se pueden también observar relaciones paralelas entre la historia del cine y
el descubrimiento de los jeroglíficos, el braille o el código morse. Eisenstein publicó
algunos ensayos sobre las relaciones entre los ideogramas japoneses y el montaje:
salakino.org
los planos son como palabras, editar supone establecer conexiones entre dos
imágenes para crear un tercer sentido. Los letristas evidenciaron la relación entre el
cine y la escritura.
Propongo un juego de palabras entre el castellano y el francés. El prefijo syn de
syncinéma significa el conjunto, la totalidad. Pero si lo pronunciamos en castellano
oímos “sin cinema”. Es decir sin el cine. Explorar el cine sin cine es lo que más me
interesa, es decir, el cine sin su aparato, desarollando posibilidades de cambio. Éste
fue el objetivo de las películas papel expuestas en la muestra.
EB– El juego entre el sonido y el sentido se hace evidente en Tongue Twisters por
la posibilidad que ofrece de desplazarse en la oralidad de veinte idiomas de los
que nos es imposible conocerlos todos. Además, un trabalenguas no tiene sentido,
generalmente es una frase más o menos absurda. Entonces hay dos niveles
de incomprensión en la película: los idiomas desconocidos por el espectador,
y las frases sin ningún sentido. El espectador tiene que aceptar esta situación
de incomprensión. Es una experiencia muy dinámica porque moviliza el oído, la
intuición, el placer, el cansancio, y a veces el aburrimiento. Entonces una vez
que sabes que no puedes entenderlo todo, tienes dos posibilidades: rechazar la
situación, cerrar los ojos y tapar los oídos o, al contrario, aceptar el juego para
descubrir nuevos caminos perceptivos y poéticos (escoger el sonido más que el
sentido, observar las expresiones faciales, perderse en un laberinto de signos).
Me gustaría producir este sentimiento en la exposición: hay muchas enigmas,
pero también claves. Puedes observar por ejemplo como circulan las imágenes
en la muestra, cuales son las relaciones y la citas entre las diferentes piezas. La
exposición es una anagrama.
EB– Sí, todo el trabajo sobre cine con otros medios –la performatividad del cine,
los juegos de palabras, el uso de varios idiomas, etc.– tiene una relación directa con
la situación histórica y sociológica del cine. Se puede observar un desplazamiento
del cine experimental hacia el museo de arte. La sale de cine, con los horarios fijos
y el publico, ha perdido su papel central.
imaginaria o provocar una situación de diálogo son varios medios para resistir a la
desaparición del público. También crear enigmas es un intento de construir trampas
que atrapen el espectador.
Para mi, estar presente en la sala de proyección, discutir con los espectadores,
presentar el sueño de una película con una conferencia intensifica la relación con el
público. El cine se convierte en algo vivo. En estos momentos, tengo el sentimiento
de estar vivo. La película es un proceso que supone diálogos y interacción. Los
proyectos cambian, evolucionan. Por ejemplo, la película papel, “Reading Machine”
fue primero una conferencia. Me acuerdo del debate con el público sobre la
posibilidad, o no, de hacer una película con este proyecto. Finalmente, hice una
película papel.
EB– Sí, el montaje quizás es una clave. Hace tres años fui a Estambul y asistí a
la ocupación del parque Gezi. Al principio, algunos activistas querían proteger el
parque de la destrucción de los arboles, y al final fue un movimiento de insurrección
de la juventud turca contra el régimen, el orden social y la represión. Fue para mi un
momento muy fuerte y emocionante. La gente, los activistas, la juventud ocuparon
el jardín durante dos semanas, y también las redes sociales. Había un ambiente
muy intenso. ¿Es la ocupación del parque Gezi una película performativa? Me
parece que la duración del evento, el marco del parque, el uso de los documentos y
de las imágenes, la circulación de la palabra y la irrupción de la historia recordaban
al montaje cinematográfico como herramienta dialéctica. Tres años después, la
situación en Turquía sigue siendo trágica. La ocupación del parque fue un sueño.
En este sentido, es el límite de la performatividad. Después de la fuerte esperanza
proyectada en un cambio político, se pudo ver al contrario una represión muy fuerte,
y una clausura del espacio social para la juventud. Es uno de los temas centrales
de la performatividad segundo Austin: ¿Cuáles son las condiciones de felicidad
de un performativo? Eso me cuestiona mucho. El cine performativo no responde
unicamente a un proyecto artístico sinó también a las dificuldades económicas para
hacer una película. No hay que olvidar el contexto de la promesa.
EB– De momento, mis conferencias son bastante clásicas. Pero me gusta cruzar
salakino.org
EB– Fue cuando estaba trabajando en este proyecto cuando empecé a ser
invitado a realizar algunas lecturas y conferencias sobre mi trabajo. Entonces,
basé mis charlas en contar el proyecto de película sobre la ventriloquia que
estaba realizando. Poco a poco, abandoné la idea de hacer una película y seguí
dictando conferencias. Estaba claro que el tema me había transformado. Me había
convertido en el ventrílocuo de mi proprio trabajo lo cual me hizo pensar en la
relación que se establece entre una situación de “work in progress” y la ventriloquia.
El “work in progress” supone idas y vueltas entre la producción artística y la
reflexión. Durante este proceso, el trabajo artístico y el artista comunican como el
ventrílocuo y su muñeca. No se sabe exactamente quien habla. En este sentido, es
una situación de incorporación. El cine ha cambiado de cuerpo, y el cineasta y el
público habitan un nuevo cuerpo común.
EB– Siempre inacabado, o sin fin, como decía Val del Omar.
Esta conversación ha sido realizada durante los meses de septiembre y octubre de 2016.