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Jean Epstein El Cine Del Diablo

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El pecado contra la razón

El film contra el libro

Hasta el final del cine mudo, el carácter esencial del progreso fue
el enriquecimiento de los filmes en elementos fotogénicos, cuyo
descubrimiento y multiplicación no se hicieron en rodas partes de
la 1nisma manera y en el mismo grado.
En el viejo mundo, europeo, la búsqueda de lo fotogénico fue
sobre codo consciente, querida, pacienten1ente estudiada, lenta, sutil.
En Francia, en Alemania, en los países escandinavos, se trataba de la
obra de una elite para una elite, de una concepción de intelectuales,
de artistas desganados, de snobs, de aristócratas de la sensibilidad Y
del pensamien ro.
Por el contrario, en e] nuevo inundo, an1ericano, los realizadores,
iban insrintivan1ente hacia la fotogenia, la tomaban allí donde Y tal
como la encontraban, en estado natural, y se dejaban llevar por ella,
· preocuparse demasiado de d·1ng1r
stn . • la 01· siquiera
· · de saber a dónde
los llevaba. El empirismo dominaba y una sobreabu nd ªºte ~xpLe-
._ . . b . . se una ceona. a
nencia, que avanzaba al azar, desdeña a con 5 t1tuff
29

J
El cine det diablo

. mensa riqueza de esas imágenes dinámicas, no más preciosarn


10 . . . ente
elaboradas pero como surgidas espontáneamente de la naturalez
su democrática simplicidad de significación dieron rápidamente :, Y
fácil victoria a los filmes americanos, según el juicio de la mayo~:
del público mundial. . , .
Se conocen, entre otras, las causas ps1colog1cas -que no son
menores- de estos desarrollos desiguales del cinematógrafo, de un
lado y del otro del Océano: de un parte, la relativa primitividad
de la mentalidad americana, por decir mejor su juventud, que
deja una gran libertad a la intuición y donde el sentimiento no es
considerado tan inferior y subordinado a la razón; de otra parte,
la madurez y la senilidad europeas, más saturadas de cultura, más
cargadas de uadición, sometidas humildemente a la jurisprudencia
de la deducción razonable.
No es que toda cultura instale de manera obligatoria en el espíritu
la supremacía de la evolución razonante. Así, por ejemplo, las culturas
pictórica o musical, en los más grandes pintores y en los más grandes
músicos, tienen por dominante el desarrollo de una sensibilidad
poco sometida a la regla lógica. Pero son casos particulares, que
resultan de condiciones orgánicas excepcionales, caracterizadas por
la importancia que allí adquiere la actividad muy especializada de
un solo sentido. Son culturas casi exclusivamente vistas y oídas, es
decir relativamente concretas puesto que sobre todo escogen y reúnen
datos sensoriales brutos.
Eso no impide que la cultura más expandida en nue 5rra
civilización es por mucho una cultura hablada, escrita, impresa y,
por eso, relativamente abstracta puesto que se sirve de signos muy
, _ ara
generales -las letras y las palabras, las cifras y los numeros P
d e5.ignar 1n · uectamente las cosas a través de las ideas de 1ªs cosas.
. . dº , .Es
esa cultura la que ha racionalizado de manera profunda el espinlru
'mbo os
por la necesidad en la que se encontraba de ordenar los 51 , • as,
que .Utl·1·iza ba, segun , 1
reglas universales, gramatica es Ym
aternanc -
diese
es decir l'ogicas,· d e manera
. de constituir un lenguaJe· que pu
, digº·
ser com d'd
pren 1 o por todos aquellos que se somenan , a ese co
30
p El pecad o Co
ntra la razón. El film contra el libro.

________ l más analítica y abstracta


- ·--- . . 11 da es esa cu tura,
's desan° ª
c uanto ma d 1b
lengua. . plo emplean una docena e pa a ras
es su . les por eJem ' 'd 1
S1. los esquuna• ificar ' l .
a nieve
según que sea derreti a, en po vo,
iferentes para s1gn uestra entidad: la nieve a secas, es porque
d . o conocen n , d
helada, etc., sin l ¿· intelectual en el que senan capaces e
do e esta 10
no han a1canza l ·unto de los caracteres permanentes
. damente e conJ
concebir separa 'b s variables de un objeto. Pero, cuanto
d o de los atn uto , .
y ca a u~ . l deviene un vocabulario, mas exige una
más anahuco y _gen~ra en una frase más numerosa y dividida.
cción lógica ngurosa fl
constru . . ramatical y sintáctico, todavía bastante otante
El agenc1am1ento g d 1 . fi'
lado se codifica más cuan o a escritura Jª
en tan to so1o es h ab ' . u1 .
terialmente la expresión oral. Finalmente, la imprenta que v ganza
ma
al extremo codos los grafismos, que contn uye 1nme~same_n e
'b . t al

perfeccionamiento y a la complicación de la len?ua, al mismo tiempo


que asegura su estabilidad, confirma a los escritores y a los lectores,
es decir a todo el mundo, en el hábito de pensar racionalmente y de
expresarse lógicamente.
Sin duda, desde cierto punto de vista, el libro mereció la
suspicacia, en la cual todavía no han cesado completamente de
tenerlo los ortodoxos, pues sirvió de vehículo a todas las herejías
y, sobre todo, aportó, sin elegir entre el bueno y el malo, una
sobreabundancia de alimento al espíritu, con el cual este se espabiló,
se fortificó, se enorgulleció hasta creer que estaban permitidas
todas las audacias, todas las temeridades. Pero, ante todo, todo
t~xt~ impreso era, por su propia estructura y cualquiera fuese su
:gmfi~ci~n segunda, el propagador de la lógica del lenguaje, madre
e la silogistica, abuela del racionalismo cartesiano y kantiano. Así,
en sus emp , l
resas mas revo ucionarias, el libro solo puede actuar
l
ord a vía en el ~on d el'asica;
por ° . esta, o b ligado,
. aun cuando ataque e
1
en razonabl . l
el lib fi e, ª segun os caminos de ese mismo orden. Aunque
siern ro a rme co m batu . la razon , o sustraerse de ella, le hace fal ta
pre razonar L
el pen . · as pa1ab ras, las frases lo exigen, las que ordenan
sam1ento ,
segun sus piezas exactan1ente engranadas. De ese
31
r I eme lJt'f
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- -- -- --
. .. esencialn1ente deductivo solo puede surg··
rnecan1sn10 Jr u0 te'
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·educciones. 1 do
carga do (le · . . ..
r:i¡ c 1 1 no está exento de esta lógica rac1ona.l Ja cual , 1
i.:.i 11 n d . qurJ.á
....,,,~ el rnodo 1ne11tal ominan te pero parece hace.1 nr,
consthu 1 - . . _ _ . r O Ya
..." su actividad rnás consciente. El film. no ptld . que
caractet tLU . ., . _ .. _ • . . • • o 'lllPtdit
. .
d•eJ arse \l'
y,
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un poco.
en el molde
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razón y recibió . d
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"'i··ti'culación.· un n1odelo de gramática y de smtaxis '\
· , 0 u turaJ
.scadainente análogas a las del lenguaje hablado y escrito. A , Y
ga . . .. l SI, d
ión técnico procede por secuencias que Juegan e rol de apartad
gu d , d' . . . . , oso
de frases, en los cuales se po ~tan 1st_1ngu1r imagenes-verbos {planos
de acción)' imágenes-sustantivos, SUJetos o complementos directos
indirectos, circunstanciales (siendo unos y otros planos estáticos):
imágenes-adjetivos (planos de detalle), etc. Pero, no se puede llevar
muy lejos este paralelo; uno rápidamente siente la inexactitud, el
artificio. Para que la comparación sea válida, es preciso volver a la
lengua de los esquimales.
Como las palabras de estos, las imágenes del film dicen de buena
gana muchas cosas a la vez. La mayor parte del tiempo, el plano de
acción muestra simultáneamente el sujeto, lo que este último hace v
el resultado de dicha actividad; el plano-sustantivo describe, de una
sola vez, el objeto y múltiples cualidades de este. A pesar de la divísíón
más desarrollada de un guión técnico, a pesar de roda la variedad
imaginable de una serie de tomas, la expresión cinematográfica no
consigue estandarizarse, abstraer sus elementos. En la pantalla, corno
en el discurso de las tribus primitivas, jamás se trata de la caza a sec~-
sino, en una única imagen, de la caza-del-alce o de la caza-de-l.1-foc.1
o de la caza-de-la-ballena, etc.
l · a-en
Ya que se conserva siempre precisa y ricamente concreta, J 1_11.ld,z:, ·
· 'fi . .,
cmematogra ca se presta 1nal a la esquen1attzac10n que pe
nn1on.1IJ
. .,
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elasi cac1on ngurosa, necesaria para una arquitecrura o~tc, , . ,k"
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co mp 1·icada. e·1ertan1ente, la itnagen es un sunbo


, lo, pero, un s1rnbl. uc
rr , . d l . . ,. . rnientra5rJzón
iuy proximo ·e a realidad sensible a la que repre~ent,l,
q
1
la palabra constituye un símbolo indirecto, elaborado por J ,er
. coninv
y, por ello, n1uy alejado del objeto. Por ral n1otivo, plta
32

Á
1111
El pecado contra la razón. El film contra el libro.

al lector, la palabra debe volver a pasar por el relevo de esta razón


ue la ha constituido y que debe descifrar y combinar lógicamente
dicho signo antes de que pueda desencadenar la representación de la
realidad lejana a la cual corresponde, antes de que dicha evocación esté
en condiciones, a su vez, de poner en marcha el sentimiento. Por el
contrario, la imagen animada fonna ella misma una representaci6n ya
a medias confeccionada, que se dirige a la emotividad del espectador
casi sin tener necesidad de utilizar el intermediario del razonamiento.
La frase sigue siendo un criptograma incapaz de suscitar un estado
sentimental en tanto esa fórmula no haya sido traducida en claros
datos sensibles mediante operaciones intelectuales, que interpretan y
reúnen, según el orden lógico, términos abstractos, para deducir de
ellos una síntesis más concreta. En cambio, la extrema simplicidad
con la cual debe contentarse en ser agenciada una secuencia de film,
cuyos elementos son todos, por lo demás, figuras particulares, solo
necesita de un esfuerzo mínimo de desciframiento y de reajuste, para
que los signos de la pantalla adquieran su pleno efecto de emoción.
En literatura, aun los escritores que, de Rimbaud a los surrealistas,
parecieron o pretendieron liberarse de la coacción razonable, de hecho
solamente llegaron a complicar y a disimular la estructura lógica
de la expresión, de suerte que es preciso poner en marcha toda una
matemática gramatical, todo un álgebra sintáctico, para resolver los
problemas de una poesía que, para ser comprendida y sentida, exige no
solamente una sensibilidad sutil sino también una habilidad técnica
como la de un virtuoso de las palabras cruzadas. En las antípodas de
todas estas ambigüedades, el film, por su incapacidad de abstraer, por
la pobreza de su construcción lógica, por su impotencia en formular
d~ducciones, se encuentra dispensada de tener que apelar a laboriosas
digestiones intelectuales. De este modo el film y el libro se oponen.
El texto solo habla al sentimiento a través del filtro de la razón. Las
• I

imagenes de la pantalla no hacen más que deslizarse sobre el espíritu


de geometría para alcanzar muy pronto el espíritu de sutileza.
. La razón se encuentra entonces en posición de ejercer un a
influencia mucho 1nás marcada, un control 1nucho n1ás eficaz sobre
33
~E•;:t JlC:ld::cl~~=l=ab=.lº:.:~.......--......,___..........-.....--------~-ht.w;;¡¡,a.rt....._-
1as sug""~tioncs provenientes de la lcctun1 qlle sobre ías que apo
~ ~ I . d rta e1
espectáculo dne111atográfico. C ua qu1~ra s~ 1a i n:itnica sehthnental,
de fa que puoo.t esrJr cargado u~ texto, u~.:l parte de esca energía se
dis.ip~, en el curso de las operaciones l6g1cas que los signos deb
r en
dos en conv1.cc1'6 n en el lector. El uso
sufrir antes de ser uansrorn1a
de la lógic..t no funciona sin el de la crítica, si es que fuera posible
concebir una de esas facultades como separada de la otra. Incluso
cuando tiende a propagar lo irrazonado o lo irrazonable, el libro sigue
siendo una vía supervisada por la razón, una vía sobre la cual la idea
precede y gobierna el sentimiento, en una palabra, una vía clásica.
De otra parte, las representaciones aportadas por el film, debido a
que solo están sometidas a una selección lógica y crítica mucho más
sumaria, pierden poco de su fuerza conmovedora y llegan a tocar de
manera brutal la sensibilidad del espectador. Las disposiciones legales
reconocen de manera implícita en el cinematógrafo esta potencia
superior de contagio mental en todas partes donde mantienen una
censura de los filmes, mientras que el texto impreso ha sido liberado
-en principio al menos- de la tutela de los poderes públicos. La pri-
mera apreciación razonable de la imagen cinematográfica es tan fugaz
que la verdadera idea, a la cual puede dar nacimiento esta imagen,
solo se produce después de que el sentimiento ya ha sido puesto en
marcha y bajo la influencia de este. Incluso si esparce convicciones
que podrán ser posteriormente confirmadas por el razonamiento1el
film sigue siendo, por sí mismo, una vía poco racional, una vía sobre
la cual la propagación del sentimiento prevalece en velocidad sobre
la formación de la idea, en suma, una vía romántica.
. ~~eñ~ará la invención del cinematógrafo, en la historia de la
c1vih~6n, una fecha Wl importante: como la del descubrimiento
de ~ imprenta? Vemos, en te,& ftid, que la Influencia del film Y la
del libro se ejercen en aenttdós lfton ~tes. Del alma, la lcct~ra
~lla la, cualidade, ~ OblnO elevadu, lo cual qu1crt
decir tmi reeienteltíeJtt.olq- . 111~• 11bsuaer, de clasificar,
de deducir. El - ~ 9~~ pone primeramente
en Jqego ~ nw: Ílffll\tii JI" U6 fundamentales• que
34
c.,µecaao contra la razón . El film cont ra el hbro.
.

calificamos de primitivas: las ~e emocio~arse y las de inducir. El libro


aparece com~ un agente de_ intelectualtzación, mientras que el film
tiende a reavivar una mentalidad más instintiva. Esto parece justificar
la opinión de aquellos que acusan al cinematógrafo de ser una escuela
de embrutecin1iento. Pero los excesos del intelectualismo conducen
a otra forma, raciocinante, de estupidez, de la cual la escolástica en
su apogeo puede servir de ejemplo y donde la proliferación de las
abstracciones y de los razonamientos ahoga a la razón misma, la
aleja de la realidad al punto de ya no permitir el nacimiento de una
proposición útil, es decir de verdad alguna. Si el libro ha recibido su
antídoto con el cine, se puede concluir que dicho remedio se había
vuelto necesario.
Reconozcamos que el cinematógrafo es efectivamente una escuela
de irracionalismo, de romanticismo y que manifiesta de este modo,
nuevamente, caracteres demoníacos. Estos, por otra parte, proceden
directamente del demonismo primordial de la fotogenia del movi-
miento. En la vida del alma, la razón, por medio de sus reglas fijas,
busca imponer cierto orden, cierta medida, una relativa estabilidad al
flujo y al reflujo perpetuos que agitan el ámbito afectivo, a las fuertes
mareas y a las furiosas tempestades que estremecen sin cesar el mundo
de los instintos. Si bien no hay que pretenderla inmutable, la razón,
no obstante, constituye claramente el factor mental menos móvil. Así,
la ley de fotogenia dejaba ya prever que toda interpretación racional
del mundo se prestaría menos a la representación cinematográfica
que cualquier concepción intuitiva, sentimental.
Rival de la lectura, el espectáculo cinematogra'fico no es
seguramente incapaz d e superar la en 1n • fl uencia.
· Se dirige a, una .
, ' d' ersa que un publico
audiencia que puede ser mas numerosa, mas iv . .
. 1 d ni a los iletrados, pues
de lectores, pues no excluye a 1os semi- etra os, . .
. 1 de ciertos dialectos, pues
no se limita a los usuarios de ciertas enguas O ue 00
h los sordos; puesto q
comprende incluso a los mudos Y ª st ª ª ntidos; puesto
. . e a sus contrase
tiene necesidad de traductores Y no tem d la debilidad o
. . . nte respeta a e O l
que, finalmente, esta audiencia se ste , y debido a que ª
· mensa mayona. '
en la pereza intelectual d e su in 35
"' El cinc del dl<1blo

t'nsefüuiza que aporrn el fi lm va derecho al corazón, ya que no deja


apenas tiernpo ni ocasión a la crítica para censurarla previamente, esta
r.xpt'rirnda deviene de in111ediato pasión, es decir potencial que solo
exige ser trabajado, descargarse en actos a imitación de aquellos en
vista de los cuales nació. Así el cinen1atógrafo parece poder devenir
)

si ya no lo es, el instrun1ento de una propaganda m.ás eficaz que la


de la cosa in1presa.

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