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Integración en Psicoterapia 2015:
Pasado, Presente y Futuro
Luis Botella1 Joana Maestra1 Guillem Feixas2 Sergi Corbella1 Berta Vall1
1Facultat de Psicologia, Ciències de l'Educació i l'Esport Blanquerna. Universitat Ramon Llull.
2Facultat de Psicologia. Universitat de Barcelona.
Este trabajo se centra en una revisión del estado de la cuestión en integración en psicote-
rapia en el momento en que se elabora: 2015. Se revisan los factores influyentes en la for-
mación del movimiento integrador: la proliferación de enfoques psicoterapéuticos, la
inadecuación de una forma única de psicoterapia para todos los casos, la ausencia de efica-
cia diferencial entre las psicoterapias, el reconocimiento de la existencia de factores comu-
nes a las distintas psicoterapias, el énfasis en las características del paciente y de la relación
terapéutica como principales ingredientes del cambio y los factores socio-políticos y eco-
nómicos. Se revisan también las principales aproximaciones a la integración: el eclecticis-
mo técnico, la integración teórica, los factores comunes (y especialmente la alianza tera-
péutica y los procesos discursivos narrativos). Finalmente se revisan las conexiones entre
integración e investigación en psicoterapia.
Palabras clave: integración en psicoterapia, eclecticismo técnico, integración teórica, facto-
res comunes, alianza terapéutica, procesos discursivos narrativos.
La psicoterapia se ha desarrollado desde De hecho esta había sido la visión que se
sus inicios históricos articulada como una serie transmitía de nuestro ámbito hasta hace bien
de propuestas conceptuales que abarcan desde poco, y en algunos contexto aún lo es: cada en-
lo más filosófico y epistemológico (el núcleo foque es fundamentalmente diferente de los de-
metateórico de cada orientación) a lo más con- más (y como corolario frecuente aunque no
creto y aplicado (sus propuestas de estrategias siempre explícito) y en el que yo me posiciono es
y técnicas), pasando por las diferentes teorías mejor que todos los demás y de hecho el único
formales y teorías clínicas. verdadero—o científico, o eficaz, o con funda-
Así, por ejemplo y tal como se detalla en mento empírico, o profundo, o coherente...
la Tabla 1, la terapia de conducta se concibe al Sin embargo, y como abordaremos con
menos inicialmente como un sistema basado en detalle más adelante, esta visión fragmentada y
una metateoría positivista y empirista, una teo- competitiva de las orientaciones terapéuticas
ría formal (con el tiempo más bien tres) basada choca, al menos desde los años 80, con serias
en lo determinante de los procesos asociativos evidencias empíricas que la echan por tierra.
en cuanto a la configuración de la conducta, una Ante la acumulación de anomalías de la visión
teoría clínica (de nuevo, tres) basada en el “des- de las teorías de la psicoterapia como compar-
aprendizaje” y “reaprendizaje” de las conductas timentos estancos empieza a emerger desde ha-
objeto de la intervención y decenas de estrate- ce décadas un interés creciente por la explora-
gias y técnicas coherentes con su teoría formal ción de la integración en psicoterapia 1 , por
al menos en principio. En la Tabla 1 se incluye aproximarse a los modelos que uno no conoce
un resumen sintético de las otras cuatro apro- tanto y aprender de ellos como si realmente va-
ximaciones teóricas clásicas de la psicoterapia liesen la pena en lugar de ignorarlos, menos-
contemporánea: el psicoanálisis, las terapias preciarlos o considerarlos competidores.
cognitivas, las humanistas y las sistémicas.
Esta visión de las diferentes orientacio-
nes psicoterapéuticas, que sin duda resulta útil
para distinguir unas de otras y a la vez tener
una visión de conjunto, fomenta sin embargo
inadvertidamente una concepción fragmentada
de todas ellas. Al estar centrada en lo que las di-
ferencia más que en lo que las une, da la sensa-
ción de que son todas y cada una de ellas uni-
dades autocontenidas con poco o ningún con- 1 La integración en psicoterapia ha sido definida como un
esfuerzo por “(a) integrar diferentes modelos y técnicas y
tacto mutuo ni factor en común. (b) entender mejor y hacer avanzar la psicoterapia median-
te la consideración de las perspectivas de diferentes enfo-
ques” (Castonguay & Goldfried, 1994, p. 160).
1
2 INTEGRACIÓN EN PSICOTERAPIA 2015
BOTELLA, MAESTRA, FEIXAS, CORBELLA Y VALL 3
En el panorama internacional, cada vez nión y, aunque parcialmente en lo cierto,
son más (y en algún caso mayoría) los terapeu- estaban todos equivocados.
tas que se definen como integradores o eclécti- Enfocada desde esta parábola, la explo-
cos—véase Caspar (2008) para una descripción ración de la integración en psicoterapia consis-
del panorama en Alemania y Suiza; Kazantzis y tiría en “quitarse la venda” e interesarse por el
Deane (1998) en referencia a Nueva Zelanda; elefante entero. Esta pretensión tiene mucho de
Muller (2008) para Argentina; Norcross, Kar- discutible desde una epistemología constructi-
piak y Santoro (2005) en los Estados Unidos y vista: por ejemplo, ¿cómo se puede percibir la
Yin, Huang y Fu (2009) en China. En España en realidad al margen de cualquier construcción
concreto, en una encuesta realizada entre psi- personal (de cualquier “venda”)?, ¿dónde está el
quiatras y psicólogos que trabajaban en el sec- elefante que “tocamos” cuando no se trata de una
tor público en un área de Madrid en 1990 un realidad física externa a nosotros sino de una
76% de ellos declaraba que fundamentaban su construcción social? Sin embargo, explorar las
práctica en más de una orientación teórica y el posibilidades, promesas y posibles limitaciones
93% aseguraba utilizar o prescribir técnicas ba- de la integración en psicoterapia es un objetivo
sadas en diferentes concepciones teóricas en válido y relevante en sí mismo al menos por una
función de indicaciones terapéuticas (Desviat et cosa: porque puede contribuir a desarrollar
al., 1990). Si bien el estudio se limitaba a profe- nuevas formas de ayuda que permitan a mu-
sionales de Madrid y de la asistencia pública y chos más pacientes beneficiarse de los recursos
tiene ya más de 25 años, no deja de reflejar la que las psicoterapias ponen a su disposición.
situación de la época y, a todas luces, la combi- Entre otros elementos, el mencionado en
nación de enfoques y técnicas ha venido a ser el párrafo anterior es sin duda uno de los que
desde entonces más la regla que la excepción. llevó históricamente al surgimiento del movi-
Una de las metáforas más utilizadas para miento integrador en psicoterapia. En las pági-
explicar tanto el interés por la exploración de la nas que siguen nos centraremos brevemente y
integración como la propia coexistencia de mo- sin pretensiones de hacer historia de la explo-
delos diferentes y en ocasiones opuestos es la ración de la integración en los antecedentes y fa-
conocida historia de los ciegos y el elefante. Se cilitadores del movimiento integrador en psicote-
trata de una parábola de origen hindú utilizada, rapia así como los factores influyentes en su
curiosamente, para demostrar la imposibilidad desarrollo, sus principales enfoques, el estado ac-
de acceder a la verdad absoluta. En el caso de la tual de la investigación sobre factores comunes y
exploración de la integración en psicoterapia su las limitaciones de la integración en psicoterapia.
intención es diferente, se suele usar para ilus-
trar las limitaciones de cada orientación en su Factores Influyentes en la Formación del
visión particular y la necesidad de trascender- Movimiento Integrador
las. La parábola dice más o menos así:
Seis sabios, inclinados al estudio, quisieron Los primeros ejemplos aislados de pro-
saber qué era un elefante. Como eran cie- puestas eclécticas y/o integradoras se dan ya
gos, decidieron hacerlo mediante el tacto. desde los años treinta y cuarenta; por ejemplo,
El primero en llegar junto al elefante, cho- la equivalencia de resultados a las que nos refe-
có contra su ancho y duro lomo y dijo: “Ya riremos más adelante con detalle y que ha reci-
veo, es como una pared”. El segundo, pal- bido el nombre de “Veredicto del Pájaro Dodo2“
pando el colmillo, gritó: “Esto es tan agu- fue anticipada (cincuenta años antes de poder
do, redondo y liso que el elefante es como ser demostrada) por Saul Rosenzweig en 1936.
una lanza”. El tercero tocó la trompa re- A su vez, una de las primeras aproximaciones a
torcida y gritó: “¡Dios me libre! El elefante los factores comunes, que también describire-
es como una serpiente”. El cuarto extendió mos con más detalle, fue formulada en 1946 por
su mano hasta la rodilla, palpó en torno y Alexander y French, que equipararon todas las
dijo: “Está claro, el elefante, es como un psicoterapias a la provisión de una experiencia
árbol»”. El quinto, que casualmente tocó emocional correctiva. De hecho, el propio
una oreja, exclamó: “Aún el más ciego de French (1933) ya había publicado un artículo
los hombres se daría cuenta de que el ele- sobre las similitudes entre el psicoanálisis y el
fante es como un abanico”. El sexto, quien trabajo experimental de Pavlov. También es
tocó la oscilante cola acotó: “El elefante es
muy parecido a una soga”. Y así, los sabios
discutían largo y tendido, cada uno excesi- 2 En referencia al personaje de Alicia en el País de las Mara-
vamente terco y violento en su propia opi- villas de Lewis Carroll que organiza una carrera absurda
con reglas imposibles y al acabar declara, como era de pre-
ver, que “todos han ganado y todos merecen premio”.
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te a estudiar cuáles son las “mejores prácticas” la teoría que los ha originado. Se caracteriza,
de cada modelo teórico para poder hipotética- por tanto, por un fuerte énfasis en lo técnico en
mente combinarlos. detrimento de la teoría, despojando a las técni-
Por otro lado, el hecho de que un pro- cas de los supuestos teóricos que las han gene-
blema pueda tratarse de formas tan distintas rado. Según Norcross (2005), se trata de un en-
según qué psicoterapeuta lo atienda no aporta foque predominante en la práctica clínica ac-
ningún prestigio a nuestra profesión desde el tual.
punto de vista de un lego que no entienda la ba- Históricamente, entre las propuestas
se profunda del porqué se da esa equivalencia. eclécticas se encuentran algunos de las prime-
Si la diversidad existente en cuanto a en- ros trabajos sobre integración en psicoterapia.
foques y técnicas ya fomenta una imagen de Por ejemplo, la conocida “letanía de Paul” (Paul,
fragmentación entre los profesionales de la psi- 1967) centrada en la necesidad de investigar
coterapia, resulta aún más incomprensible para qué tratamiento es el más eficaz para qué pa-
el resto de la comunidad--incluyendo a los res- ciente y en qué condiciones.
ponsables de decisiones políticas en centros de El primer autor en formular esta posición
salud y de investigación y a la opinión pública fue Lazarus (1967; véase 2005, para una revi-
en general. La imagen de una profesión donde sión), sin embargo, a partir de los años setenta
impera la lucha de escuelas, las descalificaciones han sido varios los enfoques que han seguido
mutuas, y en la que sus practicantes no son ca- esta filosofía. Lazarus (véase el debate expuesto
paces ni tan sólo de dialogar, nos resta credibi- en Lazarus y Messer, 1991) defiende este tipo
lidad ante nuestros clientes y ante la sociedad de eclecticismo, entre otras cosas, porque ve en
en general. la integración teórica un esfuerzo inútil. Según
El espíritu integrador pretende sustituir él, entre dos enfoques cualesquiera se pueden
este clima de enfrentamiento por la coopera- encontrar similitudes, pero a costa de ignorar
ción entre escuelas y el esfuerzo común por ha- sus diferencias que a menudo son fundamenta-
cer madurar nuestro ámbito de conocimiento y les. Lazarus considera que se ha hecho un énfa-
práctica no necesariamente hacia una psicote- sis desorbitado en las teorías, lo que ha condu-
rapia unificada, pero sí hacia una coordinación cido a una proliferación caótica de enfoques, co-
más consensuada de los recursos disponibles y sa que la integración teórica aún empeora más,
de la experiencia acumulada durante décadas por lo que se necesitan “menos teorías y más
por los practicantes de las distintas orientacio- hechos”. Su propuesta enfatiza las técnicas co-
nes. mo expresión de lo que los terapeutas “real-
Desde un punto de vista asociativo y so- mente” hacen con sus clientes. Integrar técnicas
cial, la existencia de la Society for the Explorati- permite enriquecer la práctica empleando sin
on of Psychotherapy Integration (SEPI) y su filial ningún recelo los hallazgos de orientaciones
española Sociedad Española para la Integración teóricamente incompatibles. Para este autor
de la Psicoterapia (SEIP) constituye un fórum existe un nivel de observación básico en el que
periódico—mediante sus congresos anuales, enfoques muy distintos, después de haberlos
revista científica y plataformas de debate y par- despojado de su carga teórica, nos revelan fe-
ticipación en Internet—de fomento de esta nómenos a considerar5. Es a este nivel de ob-
cooperación y diálogo. servaciones de hechos clínicos donde se pueden
Hasta aquí nos hemos ocupado de los fac- integrar los recursos técnicos disponibles.
tores que han influido en la tendencia hacia el La estrategia ecléctica consiste en selec-
eclecticismo y la integración en los últimos cionar la técnica que se cree que funcionará me-
años. A continuación describiremos cada uno de jor con un cliente o paciente concreto. La cues-
los principales enfoques a los que ha dado lugar tión clave es saber cuáles son los criterios con
el movimiento integrador; es decir, el eclecti- los que decidir cuál es la técnica oportuna con
cismo técnico, la integración teórica, el estudio un cliente determinado. La postura del eclecti-
de los factores comunes, la integración asimila-
tiva y la integración metateórica).
5 El comentario crítico de Messer a la postura de Lazarus
Principales Enfoques del (véase Lazarus & Messer, 1991) rechaza la propuesta de La-
zarus por considerar que se basa en el realismo ingenuo y
Movimiento Integrador que pasa por alto la imposibilidad de la observación para
producir “hechos objetivos” por sí misma. Messer utiliza el
El Eclecticismo Técnico argumento de que la realidad es una creación del observa-
dor para sugerir a Lazarus que lo que éste denomina “caos”
se podría redefinir como “diversidad creativa” y dar la bien-
Esta tendencia del movimiento integra- venida a la fertilidad que conlleva, en lugar de intentar re-
dor se centra en la selección de técnicas y pro- ducirlo o anularlo mediante una llamada al antiintelectua-
cedimientos terapéuticos con independencia de lismo implícito en la renuncia a teorizar a favor de los “da-
tos objetivos”.
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cismo intuitivo, prevalente hasta los años seten- Tratamientos tal como lo proponen Beutler y
ta, consistía en seleccionar técnicas de forma Clarkin (1990) se divide en siete fases secuen-
idiosincrásica, a juicio del terapeuta, de su in- ciales:
tuición o experiencia anterior, o quizás en fun- 1. Evaluación del paciente, su contexto
ción del último libro leído o taller de fin de se- cultural, diagnóstico, metas del trata-
mana al que ha asistido. No existe en esta forma miento, estrategias de afrontamiento y
de eclecticismo ninguna base o lógica concep- entorno (estresores y recursos ambien-
tual transmisible sino que la decisión de qué tales).
técnica emplear radica en la atracción subjetiva, 2. Evaluación de los posibles contextos,
la vivencia o la creatividad del terapeuta. modalidades y formatos de tratamien-
A pesar de que se han propuesto varias to, así como de la frecuencia y duración
formas de eclecticismo intuitivo, prácticamente de este.
ninguna de ellas ha generado suficiente investi- 3. Evaluación de la compatibilidad y “en-
gación empírica como para ser validada—cosa caje” entre terapeuta y paciente.
comprensible por su énfasis en lo práctico y ca- 4. Métodos de inducción de rol para fo-
suístico. mentar y mantener la alianza terapéu-
En el eclecticismo técnico sistemático se tica.
seleccionan las técnicas de acuerdo con una ló- 5. Selección de metas focales de cambio
gica sistemática o esquema básico que indica (tratamiento orientado al conflicto o al
cuáles emplear en función del tipo de clientes. síntoma).
Se trata de una integración de técnicas, pero 6. Selección del nivel de intervención y de
guiada por unos esquemas conceptuales de ca- las metas terapéuticas a medio plazo.
rácter general acerca de la naturaleza del cam- 7. Conducción de la terapia.
bio y de cómo producirlo terapéuticamente. La La aplicación de estos criterios supone,
elección de una técnica se hace en función del por ejemplo, proponer las terapias directivas
tipo de cliente, y la clasificación, tanto de técni- como las más indicadas para clientes con bajo
cas como de clientes, requiere una cierta elabo- potencial de resistencia. Una aproximación a es-
ración teórica. El resultado es un esquema con- ta propuesta combinatoria de enfoques tera-
ceptual que indica el tratamiento a elegir según péuticos con tipos de cliente se presenta en la
el caso. Tabla 3.
Uno de los ejemplos más destacados de A diferencia del eclecticismo intuitivo, en
este tipo de eclecticismo es el trabajo de Beutler este caso sí ha habido un enorme esfuerzo de
y colaboradores (por ejemplo, Beutler, 1983; investigación asociado a esta propuesta. Con-
Beutler y Clarkin, 1990). Su propuesta se basa cretamente los dos principios de prescripción
en tres ingredientes extraídos de la revisión de del enfoque de Beutler resumidos en la Tabla 3
las investigaciones disponibles sobre las varia- se reconocen hoy en día como empíricamente
bles influyentes en el éxito terapéutico. El pri- validados (Norcross, 2011).
mer ingrediente supone una sistematización de
los modelos existentes en términos de estilos La Integración Teórica
terapéuticos o dimensiones bipolares de inter-
vención: directiva/no-directiva, centrada en el En este enfoque se integran dos o más
síntoma/centrada en el conflicto, etc. El segun- psicoterapias con la esperanza de que el resul-
do implica una selección de variables del clien- tado de esta fusión resulte mejor que cada una
te, por ejemplo, severidad del síntoma, estilo de de las que se partió. Como su nombre indica, el
afrontamiento, potencial de resistencia o reac- énfasis se sitúa en la integración de los concep-
tancia (véase Beutler, 1992). El tercer compo- tos teóricos de las psicoterapias, aunque tam-
nente de este modelo propone un empareja- bién las técnicas quedan integradas en virtud de
miento de estilos terapéuticos con variables del esta síntesis teórica.
cliente. El modelo de Selección Sistemática de
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Ya desde las primeras propuestas en los aparecieron en los 70, y muchas más a partir de
años treinta y cuarenta, los intentos de integra- los 80. A continuación comentamos un ejemplo
ción teórica se han centrado en gran medida en de las que integran dos teorías.
la combinación de los enfoques psicoanalítico y En la actualidad el enfoque que mejor re-
conductual. Como ya hemos comentado resu- presenta este planteamiento, quizás en parte
midamente, en la década de los cincuenta, en el por ser heredero de los clásicos esfuerzos cita-
contexto del acercamiento de algunos psicólo- dos más arriba por integrar el psicoanálisis con
gos académicos de Yale al psicoanálisis, se da la el conductismo, es la terapia psicodinámica cí-
primera aportación realmente significativa en clica de Wachtel (por ejemplo, 1977, 1992,
esta línea por parte de Dollard y Miller (1950). véase una revisión actual en 2014). Discípulo de
Estos autores presentan un ambicioso intento Dollard y Miller, Wachtel se formó como psi-
de sintetizar ambas teorías en cuanto a su con- coanalista y posteriormente tuvo la oportuni-
cepción de la neurosis y de la psicoterapia con dad de observar el trabajo de algunos de los te-
la meta de articular una teoría unificada. En su rapeutas de conducta más reconocidos. Consi-
elaborada propuesta, Dollard y Miller no sólo dera que la perspectiva psicodinámica y su én-
explican el principio del placer en términos de fasis en el insight como mecanismo de cambio
refuerzo y la represión en términos de inhibi- es insuficiente en la mayoría de casos, y que hay
ción de respuesta, sino que formulan una com- que prestar atención a los componentes actua-
pleja teoría acerca de la dinámica del conflicto y les que favorecen las fantasías y conflictos in-
la ansiedad en la neurosis. A su vez, proponen conscientes. En contraste con la visión psicodi-
formas de tratamiento integradas, que se avan- námica clásica respecto al papel causal de los
zaron a muchas de las propuestas posteriores conflictos infantiles, la de Wachtel es cíclica, en
más conocidas. el sentido de que los problemas y los síntomas
A pesar del enorme valor conceptual y son el resultado de círculos viciosos que se
terapéutico de esta primera gran propuesta in- mantienen en la situación actual. Si bien reco-
tegradora, el zeitgeist o clima de la época no noce que la experiencia temprana favorece de-
permitió que se le diera una buena acogida. Al terminada predisposición (y, por tanto, aumen-
inicio de los años cincuenta no soplaban vientos ta la posibilidad de aparición de determinadas
favorables a la integración (como sí lo harían conductas), se centra en los aspectos actuales
poco después) sino que, muy al contrario, la lu- del círculo vicioso.
cha de escuelas llegaba a su punto más álgido. Esta concepción integrada de los pro-
Hubo que esperar hasta los años setenta para blemas neuróticos conlleva notables implica-
un clima más propicio. En esa década el modelo ciones para la práctica de la psicoterapia. Desde
conductual tenía ya establecida firmemente su esta visión cíclica del problema resulta lógico
identidad y su relevancia dentro del campo te- pensar que hay que intervenir primero en los
rapéutico, y además empezaba a desarrollar factores actuales que lo mantienen para produ-
una apertura hacia los procesos cognitivo- cir el cambio y promover después la compren-
simbólicos (por ejemplo, Bandura, 1969). Por sión de la persona acerca de su conflicto y de su
otro lado aparecieron algunos formatos de te- participación en las condiciones actuales para
rapia psicoanalítica que enfatizaban la fijación su mantenimiento. Pero el mérito de la pro-
de metas, el trabajo sobre un foco terapéutico, puesta terapéutica de Wachtel no radica sólo en
así como sobre los acontecimientos y procesos el hecho de combinar técnicas de acción con
presentes. Además, los enfoques humanistas, técnicas de insight, sino en el hecho de postular
sistémicos y los propiamente cognitivos, que los procedimientos conductuales como fuente
entraron en la escena terapéutica en la segunda de nuevos insights a la vez que éstos pueden
mitad de este siglo, también propiciaron pro- generar nuevas conductas.
puestas integradoras. Fueron varias las que
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También la propuesta de Héctor Fernán- permite diferenciar distintos tipos de abordaje
dez-Alvarez (1992) ilustra este tipo de integra- psicoterapéutico. Dependiendo, pues, de la de-
ción, no sólo por su originalidad sino por su co- manda y del tipo de problema Fernández-
nocimiento de algunos de los intentos más des- Alvarez aporta elementos para proponer una
tacados en este ámbito (Greenberg y Safran, tratamiento breve, intermedio o sin limite de
1987; Guidano y Liotti, 1985; Horowitz, 1991; tiempo, así como para seleccionar determinado
Mahoney, 1991). Fernández-Alvarez (1992) tipo de técnicas.
toma como punto de referencia la psicología Otras formas de integración teórica no
cognitiva atendiendo a su doble vertiente, la pretenden combinar teorías pre-existentes sino
que considera los procesos humanos como pro- trascenderlas al formular marcos de referencia
cesamiento de la información, y la constructi- elaborados a partir de conceptos más supra-
vista (o cognitivo-social) que concibe al ser hu- odenados. Por ejemplo, entre las mencionadas
mano como agente (pro)activo en la construc- por Castonguay et al. (2015) se encuentran:
ción del significado.
El planteamiento teórico de este autor • El modelo transteórico de las etapas de
articula las aportaciones constructivistas de cambio de Prochaska y DiClemente
Feixas y Villegas (1993), Guidano (1991) y (1984, 2005) basado en el desarrollo
Mahoney (1991) con el saber psicodinámico de la psicoterapia a través de cinco
sobre el inconsciente y con el procesamiento etapas de cambio: pre-contemplación,
emocional (Greenberg y Safran, 1987), a la vez contemplación, preparación, acción y
que contempla algunos aspectos interacciona- mantenimiento.
les. De esta forma, describe la experiencia en su • El modelo de Stiles (2011) que también
carácter constructivo, es decir, como proceso en presenta el cambio terapéutico a través
el que se elaboran una serie de estructuras de de diferentes fases de construcción de
significado. Particular interés merece la des- experiencias problemáticas que van
cripción de la evolución de estas estructuras de desde la negación hasta la asimilación
significado a través del tiempo, y las influencias de estas.
circunstanciales en esta evolución. Así, vemos • El modelo de tratamiento de la depre-
cómo el niño se inserta dentro de un guión pa- sión de Hayes et al. (2005) basado en
terno, y que sólo posteriormente se halla en- una combinación de conceptos de teo-
frascado en la tarea de construir su propio rías dinámicas y del caos.
guión personal, idea muy conectada al pensa- • El de Constantino y Westra (2012) ba-
miento de Adler y al de los existencialistas. Este sado en conceptos psicodinámicos,
guión personal constituye una trama en la que cognitivos y de psicología básica.
se forjan las estructuras de significado, y en
función de la cual se van organizando jerárqui- Los Factores Comunes
camente. Además de por la diferenciación je-
rárquica, las estructuras de significado se dis- La búsqueda de factores comunes supo-
tinguen por su rigidez o flexibilidad, y por su ne la identificación de aquellos ingredientes que
grado de desarrollo hacia la complejidad, aspec- comparten la mayoría de las Psicoterapias. En
tos todos ellos ya contemplados por Kelly. contraste con las otras formas de integración,
La cuestión del desarrollo es central en que trabajan en la combinación de las diferen-
la obra de Fernández-Alvarez, y, en consecuen- cias, el enfoque de los factores comunes se cen-
cia, presenta un esquema evolutivo de los nive- tra en las similitudes que aparecen entre distin-
les de complejidad del self de gran interés. Este tos modelos. Estas similitudes pueden ser tanto
esquema constituye una descripción de las fa- clínicas como teóricas. Los defensores de este
ses del ciclo vital en términos de la evolución de enfoque de integración sostienen que las apa-
las estructuras de significado. A su vez, el autor rentes diferencias entre los constructos teóricos
destaca el potencial teórico de este esquema o las técnicas de las distintas psicoterapias en-
para conceptualizar los problemas clínicos. sombrecen sus similitudes esenciales. La finali-
En la parte más práctica de su aporta- dad implícita de este enfoque es la identifica-
ción, Fernández-Alvarez (1992) describe distin- ción de los factores que operan en el cambio
tas modalidades de cambio, también desde una psicológico en las distintas terapias, lo que nos
óptica evolucionista. Todo ello le permite aden- permitiría construir una conceptualización más
trarse en la comprensión de la vivencia de su- amplia de la psicoterapia, más allá de posicio-
frimiento que tiene el paciente y en los meca- namientos dogmáticos y con mayor eficacia
nismos que le llevan a solicitar una psicotera- aplicada.
pia. En este terreno práctico, el análisis de la En efecto, la finalidad principal de este
demanda constituye un elemento esencial, que enfoque es identificar los factores, o combina-
16 INTEGRACIÓN EN PSICOTERAPIA 2015
ción de ingredientes, que resulten de mejor Pocos años antes, los estudios de Fiedler
pronóstico para el fomento del cambio terapéu- (por ejemplo, 1950) habían tenido una gran in-
tico. Una vez hallados estos componentes, po- fluencia reforzante para el argumento de los
drían servir como punto de partida para la ela- factores comunes. Fiedler pidió a terapeutas de
boración teórica. El resultado final, con todo, no distintas orientaciones y niveles de experiencia
sería una teoría unificada, sino un marco con- que describieran los componentes que conside-
ceptual supraordenado que permitiese dar sen- raban ideales para una relación terapéutica. Re-
tido a diferentes forma de práctica que, aun así, sultó que los terapeutas expertos de distintas
comparten procesos comunes subyacentes. orientaciones coincidieron más entre sí que con
Como destacan Castonguay et al. los principiantes de su propia escuela. En otro
(2015) durante mucho tiempo, hubo investiga- estudio en el que se utilizaron puntuaciones de
dores (especialmente los asociados con la tradi- sesiones terapéuticas Fiedler encontró resulta-
ción conductual) que se referían a los factores dos similares. La relación terapéutica estableci-
comunes como variables “no específicas”. En es- da por expertos de una orientación se asemeja-
te sentido, los definían como factores auxiliares ba más a la de los expertos de otras orientacio-
a técnicas generadas por las teorías y cuya na- nes que a la de los principiantes de la propia.
turaleza e impacto no se entendía bien. Sin em- Aunque las psicoterapias estudiadas fueron só-
bargo, hoy en día, los factores comunes no sólo lo la psicoanalítica, la adleriana y la no-
han sido reconocidos como procesos terapéuti- directiva, y a pesar de que no se tuviera en
cos legítimos sino que son, con mucho, las va- cuenta la eficacia, estos estudios contribuyeron
riables que han recibido la mayor atención em- a fomentar el desarrollo del enfoque de los fac-
pírica en la investigación del proceso de la psi- tores comunes.
coterapia. El trabajo de Bruce Wampold (por Carl Rogers contribuyó también, aunque
ejemplo, Laska, Gurman y Wampold, 2014; de forma indirecta, al argumento de los factores
Wampold e Imel, 2015) merece una mención comunes al defender que la psicoterapia era
especial tanto por como destaca la importancia efectiva no tanto por el empleo de técnicas sino
de los factores comunes en la explicación del por el tipo particular de relación humana que se
cambio terapéutico a través de orientaciones establece con el cliente. Su trabajo con las ca-
como por la cantidad de apoyo empírico que le racterísticas empáticas, la calidez y la conside-
proporciona. ración positiva incondicional de la relación ha
Sin duda, los hallazgos recientes de la in- tenido amplias repercusiones en la investiga-
vestigación de resultados han contribuido a jus- ción y conceptualización posterior. Hoy en día,
tificar y fomentar este enfoque. Nos referimos respecto a las condiciones facilitadoras rogeria-
concretamente a la conclusión (comentada con nas, la investigación indica una relación com-
anterioridad) de que no se ha podido demostrar pleja con los resultados de la terapia—como
eficacia diferencial entre las psicoterapias y a la discutiremos más adelante. Si bien parecen fo-
apreciación de que los factores comunes expli- mentar el seguimiento del tratamiento terapéu-
can el doble de varianza (30%) que las técnicas tico, no queda suficientemente demostrado que
terapéuticas (véase Figura 1). De hecho, el en- contribuyan unilateralmente a la mejora del
foque de los factores comunes inició su desarro- cliente. La evaluación de tales condiciones faci-
llo bastante antes de la eclosión de la investiga- litadoras se complica por el hecho de que de-
ción en psicoterapia. Al igual que en la integra- penden de la percepción del cliente y de que pa-
ción teórica, encontramos propuestas de facto- recen ser fenómenos más complejos de lo que
res comunes ya en los años treinta, tal como ya tradicionalmente se ha considerado.
se ha comentado, a las que siguieron algunas A partir de la década de los sesenta apa-
aportaciones muy notables. Pero no es sino has- recen varias obras que proponen la psicotera-
ta los años setenta y ochenta cuando aparecen pia como un proceso de influencia social y de
contribuciones más sistemáticas y numerosas, a persuasión genérica, en contraste con las creen-
la par de un creciente interés por parte de psi- cias más establecidas de la época que enfatiza-
coterapeutas e investigadores. ban los efectos técnicos específicos. El enfoque
Además de los trabajos pioneros ya co- de los factores comunes ha recibido mucha
mentados de Rosenzweig en 1936, Alexander y atención en las últimas dos décadas, pero el
French en 1946 y Dollard y Miller en 1950, ha- trabajo de Frank (1961) permanece como pun-
bría que recordar que George Kelly ya señaló en to de referencia fundamental hasta nuestros
1969 que las intervenciones terapéuticas efica- días. Otras aportaciones han venido a comple-
ces coincidían en (a) dar cuenta de lo que el mentar su trabajo, y entre ellas merece una
cliente considera crucial en su visión del pro- mención especial la obra editada por Goldfried
blema y (b) sugerir alternativas de acción facti- (1982) que recogía, además de su propia apor-
bles. tación, las de los autores más relevantes del
BOTELLA, MAESTRA, FEIXAS, CORBELLA Y VALL 17
momento. En particular, la propuesta de De hecho, la profusión de factores comu-
Goldfried sugería que donde resultaba más nes es significativa: la documentada revisión de
prometedora la búsqueda de ingredientes co- Kleinke (1994) hace ya más de 20 años que re-
munes era a un nivel intermedio entre la teoría cogía nueve propuestas de factores comunes,
y la práctica: el de las estrategias utilizadas por con casi una cuarentena de tales factores, que
terapeutas de distintas orientaciones. hemos sintetizado en la Tabla 4.
Tabla 4
Propuestas de factores comunes (adaptado de Kleinke, 1994)
Autor/es de la propuesta Factores comunes propuestos
1. Relación de confianza emocionalmente significativa con una figura de ayuda
2. Marco de curación
Jerome Frank
3. Fundamento racional, esquema conceptual o mito
4. Ritual
5. Relación cliente-terapeuta
6. Confianza del cliente en el terapeuta y expresión de sentimientos
7. Aprendizaje cognitivo
8. Condicionamiento operante
Judd Marmor 9. Experiencia emocional correctiva
10. Modelado
11. Sugestión y persuasión
12. Ensayo y práctica de competencias
13. Atmósfera de apoyo
14. Relación terapéutica segura
15. Descondicionamiento de la ansiedad generada por otras figuras
Nicholas Hobbs 16. Transferencia
17. Internalización del locus de control
18. Desarrollo de un sentido aceptable de la vida
19. Experiencia correctiva
Marvin Goldfried
20. Feedback
21. Relación terapéutica segura
22. Expectativas de éxito del cliente
23. Estrategias de incremento de la sensación de control
John Paul Brady
24. Desarrollo de conductas adaptativas
25. Puesta en práctica de tales conductas
26. Autocontrol
27. Experiencia afectiva
Toksoz Karasu 28. Dominio cognitivo
29. Regulación conductual
30. Creación de un contexto interpersonal
Hans Strupp
31. Aprendizaje terapéutico
32. Factores del terapeuta
William Stiles, David Shapiro
33. Conductas de participación activa del cliente
y Robert Elliot
34. Alianza terapéutica
35. Características del cliente
36. Cualidades de los terapeutas
Lisa Greencavage y John Nor-
37. Procesos de cambio
cross
38. Estructura del tratamiento
39. Relación terapéutica
La Alianza Terapéutica como Factor Común6 La noción de alianza terapéutica (o alian-
za de trabajo) tiene su origen en la obra de
De entre todos los factores comunes pro- Freud desde el psicoanálisis, si bien la defini-
puestos, la alianza terapéutica merece un co- ción del término como tal se debe a Greenson
mentario más detallado por el gran interés que (1965). Tal como la definió este último autor,
despierta (véase Corbella y Botella, 2003). consiste en la capacidad y motivación del clien-
Prueba de este interés es que en una revisión te a trabajar en la resolución de su problema,
reciente mencionada por Castonguay et al. fomentada por el terapeuta y la interacción en-
(2015), Horvath, Del Re, Flückiger y Symonds tre ambos. Bordin (1976) amplió la definición
(2011) identificaron más de 200 estudios empí- de Greenson y sugirió tres componentes de la
ricos sobre la alianza terapéutica (y eso sólo pa- alianza de trabajo: (a) acuerdo respecto a las
ra terapia individual con adultos). metas, (b) acuerdo respecto a las tareas, y (c)
desarrollo de un vínculo emocional entre tera-
peuta y cliente. Más allá del marco psicoanalíti-
6 Dado que en este apartado se revisa una gran cantidad de co, la alianza de trabajo se ha reconocido como
evidencia empírica, hemos considerado útil incluir un re- factor importante en todas las modalidades te-
sumen sintético de toda ella en la Tabla 5.
18 INTEGRACIÓN EN PSICOTERAPIA 2015
rapéuticas; de hecho, hoy en día parece ser el facilitadoras y éstas correlacionaban con la con-
mejor predictor de cambio terapéutico identifi- fianza del paciente en su terapeuta.
cado en la investigación en psicoterapia. Como reacción a la importancia atribuida
La conceptualización del término alianza por Rogers al papel del terapeuta para mante-
terapéutica fue desarrollándose a lo largo del ner una buena relación y alianza con el pacien-
siglo XX. El propio Freud, en su trabajo de 1912 te, se realizaron estudios sobre la opinión de los
The Dynamics of Transference, planteó la impor- clientes respecto a las características del tera-
tancia de que el analista mantuviera un interés peuta (LaCrosse, 1980; Strong, 1968). Las in-
y una actitud comprensiva hacia el paciente pa- vestigaciones realizadas sobre variables de in-
ra permitir que la parte más saludable de este fluencia social, como la visión por parte del
estableciera una relación positiva con el analis- cliente de su terapeuta como experto, creíble
ta. Desde entonces, el concepto de alianza tera- (de confianza) y convincente, empezaron a ob-
péutica ha sido incorporado como factor común tener resultados que indicaban o sugerían la
por la mayoría de las escuelas psicoterapéuti- probabilidad de que existiese una relación entre
cas, pero distanciándose de la lectura transfe- estas variables y la mejoría del paciente (La-
rencial proporcionada por el contexto psicoana- Crosse, 1980). Sin embargo, estudios posterio-
lítico. res han encontrado poca relación entre las va-
Como es sobradamente conocido, el mo- riables de la influencia social y los resultados de
vimiento humanista prestó desde su inicio una la psicoterapia (Greenberg & Adler, 1989; Hor-
especial atención al papel de la alianza terapéu- vath, 1981, citados en Horvath y Luborsky,
tica en el proceso psicoterapéutico. Como ya se 1993).
ha comentado, ser empático, congruente y acep- Desde la modificación de conducta clási-
tar incondicionalmente al cliente eran las tres ca se planteaba la terapia como un proceso en el
características fundamentales que debía tener que el paciente aprende o modifica ciertas con-
el terapeuta según Rogers (1951, 1957) para ductas o hábitos, por lo que se postulaba que la
establecer una relación terapéutica efectiva con calidad técnica de las intervenciones del tera-
el cliente. Si bien hay diferencias entre estas peuta era el elemento esencial. Como hemos
tres características y la noción de alianza tera- comentado, los factores comunes se reducían a
péutica7, los resultados de algunas investigacio- ingredientes inespecíficos, por lo que no mere-
nes han mostrado una correlación entre la em- cían excesivo interés.
patía del terapeuta percibida por el paciente y Sin embargo, la llamada “revolución cog-
algunos aspectos de la alianza (Horvath, 1981; nitiva” significó la revitalización del interés por
Jones, 1988; Moseley, 1983, citados en Horvath la relación terapéutica. De hecho, las terapias
y Luborsky, 1993) así como una fuerte asocia- cognitivas (y más concretamente las perspecti-
ción entre las condiciones ofrecidas por el tera- vas constructivistas) han llegado a considerar la
peuta (Therapist-Offered Conditions) y los com- alianza terapéutica como un aspecto central del
ponentes de la alianza. proceso terapéutico (Arnkoff, 1995; Goldfried &
Duan y Kivlighan (2002) encontraron Davidson, 1994; Newman, 1998; Safran, 1998).
que la empatía intelectual, definida como el El hallazgo ya comentado de que la pro-
acierto del terapeuta en percibir las emociones porción explicada por la relación terapéutica
del cliente y la emoción empática o semejanza llega al 30% mientras que la explicada por las
entre las emociones del terapeuta y del pacien- técnicas empleadas es como máximo de un 15%
te, contribuían de forma significativa a que el (Lambert, 1992) junto con otros estudios como
cliente evaluara la sesión como profunda. Por el de Gaston, Marmar, Thompson y Gallagher
otro lado, por ejemplo, Peschken y Johnson (1991) o el de Barber, Crits-Cristoph y
(1997) contrastaron uno de los postulados ro- Luborsky (1992, citado en Horvath y Luborsky,
gerianos que afirmaba que la confianza del te- 1993) que encontraron que la alianza terapéu-
rapeuta hacia sus clientes reforzaba la empatía, tica explicaba entre un 36% y un 57% de la va-
la congruencia y la aceptación incondicional, así riancia del resultado final de la terapia guiaron
como que la demostración de estas “actitudes la atención hacia la investigación sobre la alian-
facilitadoras” hacía que los clientes confiasen za terapéutica.
más en su terapeuta. Los resultados demostra- La aportación de Bordin (1976, 1994)
ron que, efectivamente, la confianza de los tera- con su definición de alianza basada en el trabajo
peutas en sus clientes correlacionaba positiva- de Greenson (1965, 1967) ayudó a establecer
mente con las puntuaciones de las condiciones una conceptualización que aclaró hasta cierto
punto las dudas sobre el papel de la transferen-
cia y posibilitó la definición de la alianza de
7 Cosa que ha hecho que algunos estudios de revisión no in-
cluyan las condiciones rogerianas como parte de la alianza modo que las principales escuelas terapéuticas
terapéutica sino como factores comunes separados (Cas- se sintiesen cómodas con un concepto común a
tonguay & Beutler, 2006; Norcross 2002, 2011).
BOTELLA, MAESTRA, FEIXAS, CORBELLA Y VALL 19
todas, tal como ya hemos visto--aunque la di- parece posible la complementariedad de ambos.
versidad de matices en la conceptualización de La alianza tipo 1 de Luborsky podría ser enten-
la alianza según cada perspectiva teórica conti- dida como la sensación de comodidad que ex-
núa siendo debatida. Por ejemplo, Orlinsky y perimentan los pacientes al sentirse acogidos y
Howard (1986) consideran que el vínculo tera- se puede relacionar con el componente de acep-
péutico está formado por tres componentes en- tación o vínculo positivo de Bordin. El acuerdo
tre los cuales está la alianza terapéutica, mien- en las tareas y en los objetivos por parte del te-
tras que según Bordin (1994), la alianza tera- rapeuta y del paciente acaba por constituir lo
péutica está constituida por tres componentes, que Luborsky describió como alianza de tipo 2.
uno de las cuales es el vínculo terapéutico. Sin Distintas aportaciones dan apoyo a la conside-
embargo podemos afirmar que la alianza tera- ración de la negociación entre terapeuta y pa-
péutica es el componente de la relación tera- ciente sobre las tareas y los objetivos como
péutica cuya importancia recibe más consenso punto importante para el establecimiento de la
en cuanto a la formación de la relación terapéu- alianza y para el proceso de cambio (Pizer,
tica. 1992; Safran & Muran, 2000), distanciándose de
En ese sentido, probablemente dos de los concepciones tradicionales que asumían la
autores más influyentes en la concepción actual alianza como responsabilidad del terapeuta que
de la alianza terapéutica sean Bordin y tenía que conseguir que el paciente se identifi-
Luborsky. El primero, como ya se ha comentado case con él y adoptase sus ideas sobre los obje-
(Bordin, 1976), definió la alianza como el encaje tivos y tareas a trabajar en la terapia.
y colaboración entre el cliente y el terapeuta e De este modo se considera que la alianza
identificó tres componentes que la configuran: terapéutica es una construcción conjunta entre
(a) acuerdo en las tareas, (b) vínculo positivo y paciente y terapeuta, de forma que las expecta-
(c) acuerdo en los objetivos. Las tareas se refie- tivas, opiniones y construcciones que ambos
ren a las acciones y pensamientos que forman van desarrollando respecto al trabajo que están
parte del trabajo en el proceso terapéutico, de realizando, la relación establecida y la visión del
modo que la percepción de estas acciones o ta- otro resultan relevantes para el establecimiento
reas como relevantes para la mejoría es una de la alianza terapéutica, así como la alianza
parte importante del establecimiento de la modula la relación.
alianza. También el acuerdo entre terapeuta y
paciente respecto a cuáles son los objetivos a Investigación sobre Alianza Terapéutica y Resul-
alcanzar con la psicoterapia, así como compartir tados de la Psicoterapia
mutuamente confianza y aceptación son ele-
mentos esenciales para una buena alianza. A Los estudios dedicados a buscar la rela-
pesar de la importancia atribuida a la alianza ción existente entre la alianza terapéutica y la
terapéutica, Bordin (1976) afirmó que una eficacia de la psicoterapia conforman un cuerpo
alianza positiva no es curativa por sí misma, creciente de publicaciones (por ejemplo, Bache-
sino que es un ingrediente que hace posible la lor, 1991; Barber, Connolly, Crits-Christoph,
aceptación y el seguimiento del trabajo terapéu- Gladis, & Siqueland, 2000; Horvath & Symonds,
tico (citado en Horvath y Luborsky, 1993). 1991; Horvath, 2001, junio; Stiles, Agnew-
Luborsky (1976) desarrolló una concep- Davies, Ardí, Barkham, & Shapiro, 1998; Weera-
tualización de la alianza más cercana a la visión sekera, Linder, Greenberg, & Watson, 2001). La
psicodinámica original sugiriendo que es una relación terapéutica, y especialmente la alianza,
entidad dinámica que evoluciona con los cam- ha demostrado ser un factor importante en di-
bios de las demandas de las diferentes fases de ferentes orientaciones teóricas como la psico-
la terapia (Horvath y Luborsky, 1993). El mis- dinámica, cognitiva, interpersonal, ecléctica,
mo autor describió dos tipos de alianza en fun- experiencial y conductual (Gaston, Marmar,
ción de la fase o etapa de la terapia de la que se Thompson, & Gallagher, 1988; Gaston, Piper,
trate. La alianza de tipo 1 se da sobre todo en el Debbane, & Bienvenu, 1994; Horvath, 1994;
inicio de la terapia y se caracteriza por la sensa- Krupnick et al., 1996; Raue, Goldfried, &
ción que experimenta el paciente “sobre el apo- Barkham, 1997; Watson & Greenberg, 1994) y
yo y la ayuda que proporciona el terapeuta co- en diferentes formatos de terapia tales como las
mo contenedor” (Luborsky, 1976, p. 94). La terapias individuales, las terapias de grupo y las
alianza de tipo 2 se da en fases posteriores del terapias familiares (Bourgeois, Saburin, &
proceso terapéutico y consiste en la sensación Wright, 1990; Marziali, Munroe-Blum, & McCle-
de trabajo conjunto hacia la superación de los ary, 1999; Pinsof, 1994; Sturm & Dawson,
impedimentos y el malestar del paciente. 1999).
A pesar de las diferencias existentes en- En la mayoría de estudios se encuentra
tre los planteamientos de Bordin y Luborsky, una relación significativa entre la alianza y el
20 INTEGRACIÓN EN PSICOTERAPIA 2015
22 INTEGRACIÓN EN PSICOTERAPIA 2015
variables diagnosticas del paciente no predicen del terapeuta (Tracey & Hays, 1989). La com-
la calidad de la alianza terapéutica. plementariedad entre ambos va facilitando o di-
La defensividad, la desgana, la hostilidad ficultando el proceso de establecimiento de la
y la dominancia del cliente se han relacionado alianza terapéutica. Kiesler y Watkins (1989) y
con su dificultad para crear una buena relación Reandeau y Wampold (1991) encontraron que
de trabajo terapéutico (Gaston et al., 1988; la complementariedad entre terapeuta y pa-
Kiesler & Watkins, 1989; Muran, Segal, Samstag, ciente estaba relacionada significativamente
& Crawford, 1994; Strupp & Hadley, 1979). No con la alianza. Del mismo modo que la alianza
todos los sentimientos negativos expresados se relaciona con los resultados de la psicotera-
durante la sesión tienen que interpretarse como pia, la compatibilidad entre terapeuta y pacien-
un indicador de mala relación sino que las res- te también muestra una relación positiva signi-
puestas afectivas negativas iniciales pueden ir ficativa con los resultados conseguidos por el
dando paso a sentimientos positivos (Orlinsky paciente al finalizar el tratamiento (Svartberg &
et al., 1994). El perfeccionismo del paciente se Stiles, 1992; Tracey, 1987).
ha relacionado negativamente con los resulta- Luborsky (1994) halló que las similitu-
dos de la terapia (Blatt, Quintlan, Pilkonis, & des entre terapeuta y paciente en ciertas carac-
Shea, 1995). Blatt et al. (1998) evaluó la mejoría terísticas demográficas como la edad y el sexo
durante el curso clínico de la terapia de pacien- podían favorecer la alianza. Por otro lado, tam-
tes con distintos niveles de perfeccionismo. En bién se ha encontrado que la congruencia entre
la primera fase del proceso terapéutico todos las expectativas y la perspectiva de terapeuta y
los pacientes obtuvieron mejorías, pero en una paciente influye en la formación de la alianza
segunda parte, los pacientes con bajos niveles terapéutica (Al-Darmaki & Kivlighan, 1993; Gel-
de perfeccionismo continuaron mostrando una so & Carter, 1985). Así mismo, Lupini (2001)
mejoría significativa mientras que los que te- encontró que la similitud entre los valores de
nían niveles medios y altos de perfeccionismo terapeuta y paciente influye significativamente
no mostraron dicha mejoría. La autocrítica está en la alianza terapéutica.
vinculada con el perfeccionismo y ha sido aso- Autores como Shonfeld-Ringel (2001),
ciada con esquemas relacionales negativos y Kung (2001) y Wong (2001) han estudiado la
con estilos evitativos (Mongrain, 1998; Zuroff & influencia de las diferencias entre los factores
Fitzpatrick, 1995). Blatt, Zuroff, Quinlan y Pil- culturales del terapeuta y del paciente sobre el
konis (1996) anticiparon que el nivel de perfec- establecimiento de la alianza terapéutica. Estos
cionismo del paciente podría estar relacionado autores ponen de manifiesto la importancia del
negativamente con la percepción de la calidad origen étnico y los factores culturales asociados
de la relación terapéutica. Estudios posteriores a este (tanto del terapeuta como del paciente)
dieron apoyo a dicha afirmación (Zuroff et al., en el proceso terapéutico.
2000). Kiesler y Watkins (1989) también en- Con todo lo comentado hasta el momento
contraron una relación negativa entre la rigidez resulta evidente la importancia del constructo
del cliente y la alianza terapéutica. de la alianza terapéutica en el desarrollo del
Si el funcionamiento interpersonal del proceso terapéutico y en los resultados finales
paciente influye en la puntuación de la alianza del tratamiento. A pesar de las diferencias exis-
terapéutica parece evidente la importancia del tentes en las visiones de la alianza entre las dis-
estilo del terapeuta y sus intervenciones para tintas orientaciones teóricas, la alianza terapéu-
entender cómo va desarrollándose la relación tica ha recibido atención y reconocimiento co-
entre el terapeuta y el paciente y cómo se va es- mo factor común esencial en la psicoterapia por
tableciendo la alianza entre ambos. parte de la gran mayoría de las escuelas tera-
La relación estadísticamente significativa péuticas. La conceptualización de Bordin ha
encontrada repetidamente entre la compatibili- proporcionado un marco general de referencia
dad terapeuta/paciente y la alianza terapéutica para la explicación de la alianza terapéutica y
lleva a plantearse la similitud entre ambos con- sus componentes. Entre la diversidad de ins-
ceptos. Por ejemplo, trabajos como el de Quin- trumentos de evaluación de la alianza terapéu-
tana y Meara (1990) y el de Henry, Schacht y tica encontramos factores comunes en las prin-
Strupp (1990) concluyeron que a partir de las cipales escalas o componentes de la alianza de
primeras sesiones se establece (o no) una com- los distintos instrumentos. La aportación de
plementariedad entre terapeuta y paciente. Bordin ha sido ampliamente aceptada por auto-
Existen diferentes niveles de complementarie- res de distintas orientaciones teóricas y ha ser-
dad entre los distintos psicoterapeutas (Kiesler vido de base para la construcción de diferentes
& Goldston, 1988) y esta complementariedad instrumentos de evaluación de la alianza.
depende tanto de variables del paciente (Kies- La importancia atribuida a la alianza te-
ler & Watkins, 1989) como de características rapéutica pone de manifiesto la relevancia de la
BOTELLA, MAESTRA, FEIXAS, CORBELLA Y VALL 23
dimensión relacional entre terapeuta y pacien-
te. La relación, y más concretamente el enten-
dimiento, el encaje o la compatibilidad entre
ambos facilita o dificulta directamente la alian-
za terapéutica. Por lo tanto, las variables del te-
rapeuta y del paciente adquieren especial pro-
tagonismo en el establecimiento de la alianza
terapéutica y el desarrollo del proceso terapéu-
tico.
El estudio metaanalítico de Hovarth y
Symonds (1991) a partir de 24 investigaciones,
permite concluir que la alianza terapéutica está
significativamente relacionada con el resultado
de la psicoterapia. El más reciente de Flückiger,
Del Re, Wampold, Symonds y Horvath (2012)
sigue demostrando que la correlación entre la
alianza y el resultado es elevada a través de di-
ferentes tipos de terapia, incluyendo la cogniti-
vo-conductual y que sigue siendo así incluso
cuando se controlan moderadores como el di-
seño del estudio y la adscripción teórica de los
investigadores. Los factores del cliente que
afectan en mayor medida al establecimiento de
la alianza de trabajo son los vinculados a la cali-
dad de sus relaciones interpersonales. Así, los
clientes con relaciones personales más conflic-
tivas tienden a presentar dificultades en el es-
tablecimiento de una buena alianza.
24 INTEGRACIÓN EN PSICOTERAPIA 2015
Tabla 5
Resumen de la investigación sobre alianza terapéutica como factor común
Correlación entre empatía del terapeuta percibida
por el paciente y aspectos de la alianza.
Horvath (1981); Jones (1988);
Condiciones rogerianas y alianza
tribuyen a que el cliente evalúe la sesión como pro- Duan & Kivlighan (2002)
funda.
La confianza de los terapeutas en sus clientes co-
rrelaciona positivamente con las puntuaciones de
Peschken y Johnson (1997)
las condiciones facilitadoras y éstas correlaciona-
ban con la confianza del paciente en su terapeuta.
La empatía y la calidez del terapeuta son dos de las
cualidades que la mayoría de investigadores coin-
Bachelor & Horvath (1999)
ciden en considerar relevantes (pero no suficien-
tes) para establecer una buena alianza terapéutica.
Barber, Connolly, Crits-Christoph, Gladis, & Si-
queland (2000); Luborsky, Crits-Christoph,
Alexander, Morgolis & Cohen (1983);
En la mayoría de estudios se encuentra una rela- Luborsky, McLellan, Woody, O`Brien & Auer-
Contribución de la alianza al resultado
ción significativa entre la alianza y el resultado fi- bach (1985); Luborsky (1994); Horvath & Sy-
nal de la psicoterapia. monds (1991); Marmar, Horowitz, Weiss, &
Marziali (1986); Klee, Abeles, & Muller (1990);
Safran & Wallner (1991); Weerasekera et al.
(2001)
La alianza terapéutica explica entre un 36% y un
57% de la variancia del resultado final de la tera- Barber, Crits-Cristoph, & Luborsky (1992)
pia.
El 66% de estudios muestran una correlación sig-
nificativa entre el vínculo terapéutico/cohesión y Orlinky, Grawe, & Parks (1994)
los resultados de los tratamientos.
La correlación entre la alianza y el resultado es ele-
vada a través de diferentes tipos de terapia, inclu-
yendo la cognitivo-conductual, y sigue siendo así Flückiger, Del Re, Wampold, Symonds, & Hor-
incluso cuando se controlan moderadores como el vath (2012)
diseño del estudio y la adscripción teórica de los
investigadores.
Importancia de la alianza en diferentes enfoques
ha demostrado ser un factor importante en dife- Bourgeois, Saburin, & Wright (1990); Marziali,
rentes formatos de terapia tales como las terapias Munroe-Blum & McCleary (1999); Pinsof
individuales, las terapias de grupo y las terapias (1994); Sturm & Dawson (1999)
familiares.
La alianza terapéutica en terapia familiar se ha
Lambert, Shapiro, & Bergin (1986); Quinn,
asociado con los resultados obtenidos con el tra- Dotson, & Jordan (1997)
tamiento.
En las terapias de grupo también se ha demostrado
la relación entre la puntuación de la alianza tera-
péutica y las evaluaciones de seguimiento durante Marziali, Munroe-Blum, & McCleary (1999)
los meses de psicoterapia o el resultado al finalizar
la terapia.
El factor de colaboración y confianza es el que pre-
za.
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La puntuación de la alianza evaluada por el cliente, Golden & Robins (1990); Gurman & Razin
de la alianza
Evaluación
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cta
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la
la
Complementariedad y compatibilidad
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la-
26 INTEGRACIÓN EN PSICOTERAPIA 2015
28 INTEGRACIÓN EN PSICOTERAPIA 2015
marcadamente específica en su grado de deta- ción anterior se deduce claramente que, si tiene
lle, pero privada de cualquier contenido o signi- sentido, cualquier tratamiento que cumpla lo
ficado emocional profundo (debido al alto nivel anterior debería ser eficaz (a pesar de que sus
de objetivación). Al mismo tiempo, las metas bases conceptuales y/o aplicadas sean diver-
narrativas aparecen bastante coherentes y cla- gentes de otro igual de eficaz).
ras--como indica el alto nivel de inteligibili- Un ejemplo de lo antedicho sería la histo-
dad/claridad. También hay una notable varie- ria que explicaba George Kelly (1964/1969) en
dad de personajes. Estas dos últimas caracterís- el contexto de las condiciones de libertad y falta
ticas podrían dar una impresión equivocada: la de supervisión de que gozaba en su práctica
de un mundo interpersonal muy rico y un pro- psicoterapéutica en el Medio Oeste americano
yecto existencial muy claro. Sin embargo en es- en los años 30. Esas condiciones le permitieron
te caso esto no es así debido a que el alto nivel dar un paso poco ortodoxo en el desarrollo de
de objetivación priva a la narrativa de cualquier su práctica clínica: empezó a ofrecer a sus clien-
sentido profundo de significado emocional. Por tes interpretaciones ficticias no basadas en la
lo tanto, las narrativas de este grupo son bas- teoría psicoanalítica predominante en ese mo-
tante objetivas y claras, pero también bastante mento (por ejemplo, que un trastorno gástrico
individuales, rígidas, y demasiado coherentes se debía a que el estómago se estaba rebelando
para ser existencialmente relevantes. contra todo tipo de nutrición—parental, educa-
En el caso de pacientes cuya demanda es- tiva y alimentaria). Para su sorpresa, esas inter-
tá relacionada con la ansiedad, parecen caracte- pretaciones ficticias funcionaban igual de bien,
rizarse por una mayor proporción de altas pun- y algunas incluso mejor, que las ortodoxas. Esta
tuaciones en (a) subjetivación cognitiva, (b) me- experiencia llevó a Kelly a una conclusión rele-
taforización y (c) inteligibilidad/estabilidad. Es- vante en su formulación teórica posterior; lo
ta combinación da una imagen de una forma de que contribuye al éxito de la terapia es la facili-
experimentar el mundo muy detallada en la di- tación de un marco de significado que dé a los
mensión de pensamiento y reflexión, bastante clientes un nuevo enfoque ante la vida.
explorada metaanalíticamente y estable. Sin embargo, esto no supone que toda la
terapia se reduzca a los aspectos relacionales
Controversias Actuales sobre Factores Comunes del proceso; ya hemos especificado que la alian-
za terapéutica (y por extensión la relación tera-
La tradición centrada en la terapia co- péutica) es sólo uno de los posibles factores
mo aplicación de técnicas específicas con efec- comunes—si bien la investigación demuestra
tos específicos para patologías específicas sigue que sumamente relevante.
llevando a una polémica poco fructífera con la La revisión de los principales resultados
investigación sobre factores comunes. En esen- de investigación en psicoterapia, de hecho, con-
cia, se trata de equiparar cualquier factor co- cuerda mucho más con una visión de factores
mún a un ingrediente inespecífico equivalente a comunes que de ingredientes específicos. La di-
un placebo e indigno de un tratamiento científi- ficultad para demostrar eficacia diferencial, la
camente fundado y basado en la evidencia. potencia de los factores de la relación, las dife-
Sin embargo, hay potentes argumentos rencias entre terapeutas atribuibles a variables
en contra de una visión tan reduccionista y tec- personales y no de orientación teórica… todo
nocrática de la psicoterapia. Wampold (2001) ello y muchísimas evidencias más cuya revisión
por ejemplo, parte de una visión de la psicote- excedería las limitaciones de este trabajo enca-
rapia diferente a la antedicha, que la equipara a jan con lo que sería esperable desde una visión
una combinación de (a) un vínculo emocional basada en factores comunes.
entre terapeuta y paciente, (b) un entorno de ¿De dónde proviene pues la resistencia
curación en el que la terapia se lleva a cabo, (c) a los argumentos a favor de los factores comu-
un terapeuta que ofrece una explicación psico- nes y de una visión de la psicoterapia como re-
lógica y culturalmente integrada para el males- lación de colaboración y de reconstrucción de
tar del paciente, (d) una explicación que es procesos de atribución de significado más que
adaptativa (es decir, aporta opciones viables y como tratamiento médico específico? Entre
creíbles para la superación de las dificultades otras cosas de algunos malentendidos que re-
específicas) y aceptada por el paciente y (e) un sumen Laska y Wampold (2014).
conjunto de procedimientos o rituales en los que En primer lugar se acusa a la perspectiva
el paciente y el terapeuta se implican activa- de factores comunes de ser anticientífica e in-
mente y que llevan al paciente a poner en prác- demostrable, pero vista la enorme cantidad de
tica algo que es positivo, útil o adaptativo. evidencia empírica que concuerda con ella ese
Mientras la visión basada en la especifi- argumento es difícilmente sostenible. Por otra
cidad se centra en las diferencias, de la defini- parte se ataca la idea de una posible terapia de
BOTELLA, MAESTRA, FEIXAS, CORBELLA Y VALL 29
factores comunes sin estructura conceptual al- peuta técnicamente ecléctico y otro integrador
guna, cosa que es evidente que nadie defien- asimilativo podrían ser vistos combinando en
de—en la propia definición de Wampold (2001) una misma sesión, por ejemplo, visualización y
resumida en el primer párrafo de este apartado resolución de problemas. La clave es que, pre-
ya se contempla el hecho de que una terapia efi- guntados sobre el porqué de tal elección, el
caz debe incluir una explicación convincente y ecléctico diría que porque le ha parecido lo más
adaptativa—el marco de significado que dé a los conveniente en términos exclusivamente de su
clientes un nuevo enfoque ante la vida al que se experiencia e intuición clínica, mientras que el
refería Kelly (1964/1969). La superioridad de integrador podría dar una explicación teórica
todas las terapias respecto a los tratamientos de por qué y cómo ha combinado ambos proce-
placebo sin estructura conceptual demuestra dimientos.
precisamente este punto.
En último término, la principal fuente de La Integración Metateórica
tales críticas parece ser la actitud, ya comenta-
da con anterioridad, de convencimiento dogmá- Si bien el principal problema de los
tico de que la teoría y la terapia de preferencia eclecticismos técnicos es la posible falta de
es la mejor y la única posible. No sólo no hay coherencia entre las técnicas empleadas o las fi-
ninguna otra mejor, sino que no es ni siquiera losofías subyacentes a las mismas, el problema
admisible que haya alguna otra igual de válida. de la integración teórica es la dificultad de unir
teorías que parten de visiones del ser humano y
La Integración Asimilativa de sus problemas a veces radicalmente diferen-
tes.
Otra forma de integración, de hecho bas- La integración metateórica plantea la po-
tante frecuente en algunas orientaciones, con- sibilidad de articular diferentes teorías psicote-
siste en adaptar técnicas de diversas proceden- rapéuticas bajo un marco común. Se trata de
cias a la orientación de preferencia. Uno de los una modalidad integradora que se representa
ejemplos más claros de este tipo de integración claramente en la Integración Teóricamente
es la tendencia de las terapias cognitivas actua- Progresiva (ITP) de Neimeyer y Feixas (1990;
les a asimilar técnicas procedentes de prácti- Feixas & Neimeyer, 1991; Neimeyer, 1992). Es-
camente cualquier orientación y darles una lec- ta propuesta integradora propone limitar la sín-
tura cognitiva de forma que su uso resulte con- tesis teórica y técnica a aquellos enfoques que
ceptualmente coherente. sean epistemológicamente compatibles. De esta
Por ejemplo, Davis, McKay y Eshelman forma se restringe el intercambio y síntesis
(1985) incluían como técnicas cognitivas para conceptual a los sistemas que tienen axiomas fi-
el autocontrol emocional y el tratamiento del losóficos compatibles. Este intento de incorpo-
estrés algunas de tan variada procedencia como rar sólo los conceptos y las heurísticas que son
la meditación, la autohipnosis, el biofeedbak, la congruentes con su propio núcleo de presupo-
nutrición, el ejercicio físico, la visualización o la siciones responde a una de las más extendidas
intención paradójica. En los últimos años hemos objeciones hechas contra la práctica integrado-
asistido igualmente a un crecimiento importan- ra: la no explicitación de las bases epistemoló-
te de los enfoques cognitivos que integran téc- gicas sobre las cuales se deben integrar varias
nicas de toma de conciencia (mindfulness), co- teorías o terapias (Messer, 1986).
mo por ejemplo la Mindfulness Based Cognitive Los proponentes de la ITP sostienen que
Therapy, y que se basan en una perspectiva di- la epistemología constructivista puede ser un
ferente a la clásica cognitiva en cuanto al enfo- marco metateórico idóneo para realizar esta in-
que de los problemas emocionales. En este caso tegración por varios motivos. En primer lugar,
se trata no de combatir los pensamientos irra- se puede observar desde hace décadas una ten-
cionales a base de otros más racionales y co- dencia constructivista en el seno de distintos
rrectos, sino de dejarlos pasar con plena con- modelos (especialmente el cognitivo y el sisté-
ciencia pero sin juzgar, de forma que su poten- mico aunque también en otros). Por otro lado,
cial ansiógeno o depresógeno se desvanezca. su alto grado de abstracción y flexibilidad hizo
Los ejemplos de este tipo de terapias cognitivas que ya Mahoney (1988) anticipase que: "El len-
que integran asimilativamente técnicas de con- guaje y la estructura ofrecidos por la metateoría
ciencia plena han dado lugar al término de Te- constructivista pueden ser especialmente ade-
rapias Cognitivas de Tercera Ola. cuados para facilitar los esfuerzos hacia una
La integración asimilativa se puede con- convergencia transteórica" (pág. 307). Final-
fundir con eclecticismo técnico si no se tiene en mente, el carácter multidisciplinar de la episte-
cuenta que, en el caso del eclecticismo, carece mología constructivista, basada en aportaciones
de una teoría firme de base. Es decir, un tera- de lingüistas, filósofos, biólogos, físicos, ciber-
30 INTEGRACIÓN EN PSICOTERAPIA 2015
néticos y filósofos de la ciencia, además de psi- tratamientos—en Botella y Feixas (1998), por
cólogos, sitúa al constructivismo en una buena ejemplo, se proponía tal tipo de selección sis-
posición para realizar esta integración metateó- temática de técnicas terapéuticas en función de
rica. Los cambios de la psicología hacia una me- las ocho estrategias de cambio en el sistema de
tateoría constructivista en los últimos 40 años constructos del cliente propuestos por Kelly.
ofrecen condiciones favorables para el desarro- También en esta línea, en algunos de los
llo de un modelo más abarcador del cambio psi- trabajos de nuestro grupo (Botella, 2007) se ha
coterapéutico, que mantenga su coherencia filo- propuesto el uso de Mapas Cognitivos Borrosos
sófica y técnica. (MCBs) del proceso de formación y resolución
de problemas humanos como la posible base
Integración e Investigación en Psicoterapia para una integración conceptualmente coheren-
te de técnicas seleccionadas eclécticamente. La
Tal y como sintetizan acertadamente propia naturaleza matematizable de los MCBs
Castonguay et al. (2015), la conexión entre in- permite investigar los efectos y el proceso deri-
vestigació e integración en psicoterapia es a la vados del uso de dichas técnicas.
vez intrínseca y relevante. En el caso de la integración teórica, los
Intrínseca porque, tal y como hemos visto programas de tratamiento e intervenciones te-
a lo largo de esta exposición, la mayoría de ar- rapéuticas derivadas de modelos integradores
gumentos a favor de la integración provienen pueden ser investigados en cuanto a eficacia y
de las evidencias empíricas sobre la eficacia y el proceso de la misma manera que los clásicos, y
proceso de la psicoterapia. No redundaremos atendiendo a la llamada al pluralismo metodo-
en ello más aún dado que ha sido suficiente- lógico que caracteriza en los últimos años a la
mente abordado en los apartados anteriores. investigación en psicoterapia. Por ejemplo, en
Relevante porque el riesgo que corre la los trabajos de nuestro grupo hemos investiga-
integración en psicoterapia no parece afectar do la eficacia diferencial de un formato de tera-
tanto a su propia supervivencia (dada la com- pia constructivista relacional integradora para
plejidad del sufrimiento humano y su alivio, pa- la depresión postparto comparándolo con uno
rece poco probable que una sola teoría llegue a de terapia cognitiva de Beck en un ensayo clíni-
explicarlo por completo) sino a su madurez y co aleatorizado (véase Pinheiro et al., 2013).
aceptación social, académica y científica. Por lo que respecta a los factores comu-
Efectivamente, a menos que se funda- nes, y dado que se trata de una línea de integra-
menten empíricamente las propuestas integra- ción en psicoterapia que se basa ya en múltiples
doras y se articulen en programas objeto de in- datos procedentes de la investigación empírica,
vestigación y verificación, será complicado in- sería especialmente interesante seguir investi-
cluirlas en programas de formación y práctica, gando sobre cuáles son y cuál es su relación con
que siempre lo tendrán más fácil si se decantan el resultado y proceso psicoterapéutico. En los
por Tratamientos Empíricamente Validados y, trabajos de nuestro grupo, por ejemplo, hemos
sobre todo, manualizados y replicables como investigado repetidamente el papel de la alianza
puede ser, paradigmáticamente, la terapia cog- terapéutica en el resultado y proceso de la tera-
nitivo-conductual. pia (véase, por ejemplo, Botella y Corbella,
Relacionando lo anterior con los princi- 2011; Botella et al., 2008; Soares et al., 2010;
pales enfoques del movimiento integrador Soares et al., 2013) así como el de los procesos
mencionados antes, es posible que para cada narrativos como factor común a diferentes for-
uno de ellos se pueda establecer un orden de mas de tratamiento (véase, por ejemplo, Botella,
prioridades ligeramente diferente (aunque 1997; Botella y Feixas, 1990, 1992; Botella y
compatible) en cuanto a qué cabría esperar de Herrero, 2000 ; Botella et al., 2004; Vall & Bote-
las contribuciones de la investigación a la inte- lla, 2015).
gración. En cuanto a la integración asimilativa, la
Así, por ejemplo, en el caso del eclecti- investigación puede ayudar a esclarecer cuáles
cismo técnico, resulta sugerente pensar cómo se son los efectos distintivos, ventajas e inconve-
podría investigar la adecuación de diferentes nientes, de incorporar técnicas procedentes de
técnicas y procedimientos terapéuticos a dife- diversos marcos conceptuales al propio de pre-
rentes estilos de cliente con diferentes viven- ferencia.
cias de sus problemas y recursos. Sería posible Por último, la investigación sobre inte-
que a medio y largo plazo tal programa de in- gración metateórica puede hacer avanzar el
vestigación permitiese disponer de criterios de campo de la integración en psicoterapia dotán-
selección sistemática de técnicas, o de relacio- dolo de mayor claridad y coherencia conceptual
nes terapéuticas, que permitiesen complemen- y epistemológica—por ejemplo, en Botella
tar y enriquecer los de selección sistemática de (1999) se planteaban algunos aspectos relevan-
BOTELLA, MAESTRA, FEIXAS, CORBELLA Y VALL 31
tes para la integración metateórica de las tera- escuelas que caracterizaron a las primeras dé-
pias sistémicas y constructivistas. cadas de nuestra disciplina.
Igualmente resulta muy encomiable el
En conclusión… esfuerzo deliberado y consiente por basar sus
propuestas y desarrollos en la investigación, co-
La integración en psicoterapia sigue sa que ha fomentado enormemente el avance de
siendo en 2015 un ámbito que despierta inte- conceptos tales como, por ejemplo, Alianza Te-
rés, investigación, innovación y controversias rapéutica o Factores Comunes.
fructíferas. Con todo, y como en muchos otros ámbi-
El contexto original sin duda ha cambia- tos de nuestra disciplina, se trata de un territo-
do, y las circunstancias que dieron lugar a su rio que está aún en fase de exploración, con una
surgimiento son ahora diferentes: algunas ya no complejidad enorme y que ofrece múltiples po-
tienen tanto sentido y a la vez han aparecido sibilidades. Esperamos que este trabajo haya
otras nuevas. contribuido a clarificar el panorama y a animar
Los logros del movimiento integrador futuras exploraciones.
son cuantiosos y destacables, y entre ellos se
cuenta el haber dado lugar a una actitud de diá-
logo y exploración de las comunalidades que
trasciende los enfrentamientos y lucha entre
32 INTEGRACIÓN EN PSICOTERAPIA 2015
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