Antología Lírica Griega PDF
Antología Lírica Griega PDF
Antología Lírica Griega PDF
'
El Libro de Bolsillo r - - - -- - - - ,
Alianza Editorial
Madrid
®
Primero edición en •El Libro de llolsillo•: 1980
Sexta reimpresión en . EJ Libro ue
Bolsillo•: 1998
mentos a veces muy breves, (estos exiguos de fam_?SOS poemas, Para la sclt."Cción de los fragmentos de la poesla arcaica el
que nos han llegado como briznas sueltas, ptezas de traductor moderno no encuentra grandes facilidades. Es tan ml·
la tesela de un mosaico perdido desde muchos s1glos au:ás. Asl nlmo lo que nos queda de esa gran época creadora que uno
doy casi todos Jos fragmentos de los P?ews arcaicos, al menos puede fácilmente recogerlo casi todo. La trndlción de copistas
aqueUos que suponen una frase sugcst1va o un par de versos, y filólogos antiguos u Jos que debemos Jn conservación de lo
de Arquiloco, Safo, Alceo o Sltnónides. Tin otros poetas, como que conocemos hoy de la literatura antigua, se hn mostrado, a
en el caso de Tcognis o de Pfndaro, doy una muestra, esco· partir de la época postalejaodrina, muy desdeñosa de esos viejos
giendo algunos de los poemas que me purecen más signi6cmivos poetas. Sus poemas eran diflciles, muy lejanos -por su &es·
de su obra. Por lo reducido del espacio de esta antologla. he cura, su sencillez, su cinismo, su obscenidad incluso- a la con·
dejado de incluir e? ella de grandes míg1cos cepción literaria de los lectores de los primeros siglos cristianos,
atenienses y también be prescmd1do de Ar1stófanes, aunque y a Jos del periodo bizantino. Los monjes doctos o los copistas
los cantos' corales del teatro ateniense sean, en cierto de oficio encargados de la transmisión de los textos antiguos no
más clara mues1ra de la lírica coral clñsica, junto con los epm1· tenían interés en conservar esos lamentos Hricos l'an poco edu·
dos de Pú1doro tnn extraño a nuestra sensibilidad en algunos cativos, tan escnndalosos y tan ininteligibles para ellos. Pintón,
respe.ctos. Ese personal que mo ,guiado es, lo sé Aristóteles, los etc., tuvieron unn atención secular de
muy bien, muy discut1ble. No ofrece uon vcs1on del desa· la que carecieron Jos viejos líricos, los primeros poetas líricos
de Jn poesía lírica griega, pues ¿cómo olvtdar que nlgu· del Occidente. La desidia, la censura y el olvido dejaron redu·
nos pasajes homéricos, como el encuentro de H éctor y Andró· cidn la lírica griega n unas pavesas, a chispas y reflejos perdidos
maca en el Canto VI de la Wada, merecen figurar, con todo en el almacén de la tradición clásica.
derecho, en cualquier muestra de In poeslo helénica de tema Bajo el epígrafe general de «lírica• reunimos varios géne-
amoroso o sentimental? ¿Cómo imaginar que se conoce la poesía ros poéticos que los griegos distingulan con precisión, diversos
lirica griega, prescindiendo de la de época h.elenísrka, cuy? .re- tanto por su origen como por su métrica y por su representa·
finamiento y preciosismo supone la coronación de la ción social. La clcgln, el yambo, la mélica, los poemas mon6·
llrlca precedente? No voy a defender esta breve selecc1on con: dicos, los corales, ltts odns y los epigramas, nltemnn en las pó·
trn quien q uieta reprocharle algo como eso. Pero tet1ín n m1 he.terogéneas y de esta breve La
disposición un espado limitado y he decidido optar por lo mds lirtca gnega cubría, como senalamos, géneros muy vanos. El
arcaico, y por los fragmentos más rrunc?s, pero más sugerentes adjetivo tyriká indica sólo que tales poemas pódíaJJ tabtarsc al
en su misma sencillez de leve resto rumoso. H e pensado ndc· son de la tyra. Pero luego cada poeta compon!a según las nor·
más que al lector interesado en ln de autores uno mas de un género muy bien definido formalmente, en unas
obra más extensa, por ejemplo en Eurlptdes o en Teocnto, Je convenciones formales que tienen un sentido histórico y una sig·
es rnás conveniente leer traducciones mns completas y no con- nilicación social muy determinada. Probablemente la poesia más
cercana a lo que eo un sentido actual llamarlnmos «Lírica» es
tentarse con unos cortos pasajes. En d caso de 'Píndaro, autor
el melos cólico, es decir, la poesía personal de Safo, Alceo y
de especial dificultad, lo he incluido aqnl es imposible 1\nacreoote, mientras que resulta, al pronto, chocante cooside·
presentar una nntologia de la poesía helén.ica donde figure rar líricos los eplnicios piodáricos, destinados A un COI'O festivo
quié11 es su máximo exponente en el ca.mpo de la llr1ca que conmemora religiosnmente una victoria «deportiva». De to-
doria. (Por otro parte, creo que no existe .e o castellano nm· dos modos, no es éste el momento de señalar los tipos de
guna traducción completa de su obra poética que tenga una metros y los contextos históricos de unos u otros poemas. Vo-
mediana calidad.) luntariamente hemos prescindido de todo aparato erudito, de
Prólogo
12 Carlos Garcla Gual
ejemplos griegos. Poetas que muchas veces, como sucede con
las notas explicativas y de referencias arqueológicas. (Tan sólo Anacreonte, IX?r ejemplo, son más conocidos por su influencia
hemos compuesto unas lfne¡¡s muy contadas de introducción o que por las bnznns de su obra auténtica; que se nos aparecen,
poeta, que pueden omitirse en uno rápida lectura.) Ni si· tal Safo o E mpédoclcs, como figuras casi miticas, quedan rcprc·
quwra hc;mos anotado variantes de cierto interés. Tan sólo he· sentados en cstu nntologla con fidelidad.
mos dej.ado los puntos suspensivos que morcan lagu nas tun que, aún a través del.pálido reflejo de la versión ele tan
repetidas y tan incontables, en lo tronsmisión de estos p¿cmi· y menudos restos, puede percibir el la claridad
llas maltrechos. Nuestra enumeración de los poemas y fragmcn· de ese mu ndo literario, que es el alba de la poética
tos de _coda no úene, y es obvio comentado, ninguna Es una poesia ingenua y sencilla, con unos motivos
preteustón filológ•cn. Es sólo un modo tosco de facilitar la pre- se reiteran: la muerte, el mar, las lanzas, los
paréntesis se da el número del poema en la d!oses vanopmtos, los caballos, las muchachas de gráciles to-
ediaón de E. D1ehl, Anthologia Lyric(l Graeca, edición antigua billos y pintados, el elogio de la juventud, la fugaci·
y superada en varios respectos, pero que resulta la más cómoda dad del uempo, lo8 colores brillantes, los Bores y la luna de
para citar en todos los casos, sin variar las referencias a mós el rc:cla_mo. de la gloria, el fulgor del oro y del sol, la nos·
ediciones. tal¡¡•a, la mv!tactón al goce, el amor penetrante, el vino que da
Las :bellezns de la f:orma métl'ica, el •·itmo y la sonoridad de aleg:ía y ?lv1do, etc. Podemos admirar la grncia de las estatuas
csto.s poemas antiguos desaparecen en cualquier versión moder· arcatcas directamente, In de esas korai y kouroi de ojos almcn·
na. No nos hemos empeñado en sustituir con algún recurso fo· drados y sonrisa perenne, que son muestras del arte contem·
nético o rltmico de nuestro idioma lu cadencia ni la forma mé- poráneo a esta literatura que conocemos a través de la media-
tric_a de los versos griegos. Tun sólo, y de modo casual y accc· ción de idioma. Y el asombro y In admiración aún es posi·
sorto, en algunas elegías hemos prdcrido un cierto orden de ble suscttarlos al acercarnos a esos viejos maestros.
acentos que recuerda la entonación dact!licn del verso griego; hay en la poesía que nos llega, nudgré tout, con
pero no nos hemos esmerado en este artilugio. Confiamos, en u.n 1mpacto tmpar. Tal vez la sensación de la queja contra el
cambio, que si hemos sido fieles al sentido de las frases y de u_empo, de la de la pasión, de lo irrepetible del indi-
los poemas, en la medida de nuestro saber. vldi)O, se pronunCIO nquf con tonos más audaces y sinceros, y
La selección refleja, me parece, ln riqueza de motivos de las palabras poéticas guard_an un aromtt que perdura y un color
la lb·ica urcaic:l y clásica, una poesla que no tiene aún el ama· q_ue las estatuas han perdido y que las prosns transmiten mi·
n_eramiento ni el rebuscado refinamiento de la poesía hclcnls- ugado.
tlcá, y s{, en cambio, una espontaneidad y un frescor inigua· No ol':'idcmos que los griegos consideraban la poesía como
lables. La Urica es, corno toda la poesia griega, un pro- algo muy unportante pa_ra la comprensión del mundo y la vida.
ducto muy u¡ustndo a unas normas formales muy fijas, y cstó Se tomaban muy en serlo a sus poetas. Ellos eran los primeros
muy_ por unas pautas tradicionales prefijadas; es, del pueblo, en una sociedad sin dogmas religiosos
en cterta med1dn (aunque menos que la épica) u nn poesía formu· m con libros sagrados ni tradiciones rlgidas. La poe-
lar , muy inllu ida por la dicción homérica y por un lenguaje )i. s(a servJa de cauce para expresar doctrinas e ideas nuevas y
te•·ario lln IHI\10 art:ificial. Pero, por encima de todos estos ros· para conservar los y y se cantaba en las lies'tas
gos por enci ma de los esquemas prefijados, y. en los banquetes pnvndos. Los pnmcros filósofos fueron tnm·
encuna de lo ttptco de algunos motivos y escenas y ephetos b1én poetas. Lue¡¡o los filósofos más abstractos y profesionales
e es ele una esn•pcndu originalidad, que refleja In tra!aron de descartar a viejos competidores en la tarea cdu-
personnl•dad de cada uno de estos primeros poetas de Occidcn· caova. El filósofo platÓnico quería vetar a los poetas y echarlos
te. Ya los latinos, como los europeos posteriores, imitaron a sus
14 Carlos Garda Gua! Prólogo
aumentad en vuestro pecho el coraje guerrero, Y se hinque en el suelo, mordiendo con los dien tes el labio
y no sintáis temor de hacer frente al enemigo! cubriéndose los muslos, las piernas, e.l pecho y los hombros '
Y a vuestros mayores, que ya no conservan ligeras rodillas, con el vientre anchuroso del escudo redondo.
a los viejos, no les abandonéis atrás al retiraros. Y en la derecha mano agite su lanza tremenda,
Vergonzoso es, desde luego, que cuiga en vanguardia y mueva su fiero penacho en lo alto del casco.
y quede unte los jóvenes tumbado un hombre ya madvro, Adiéstrese en combates cumpliendo feroces ])p?.·añas,
que tiene ya blanca la cabeza y canosa la barba, y no se quede, pues tiene su escudo, remoto a las flechas.
y queda exhalando su ánimo audaz en el polvo, Id todos al cue!'PO a cuerpo, con la lan?.a larga
con el sexo cubierto de sangre en sus manos o la espada her1d y acabad con el fiero enemigo.
- bochornoso espectáculo es ése y exige venganza- Poniendo pie junto a pie, apretando escudo contra escudo
y su cuerpo d esnudo. En cambio, todo es bello en un joven, penacho junto n penacho y casco contra casco, '
mientras lo flor Bamante de amable juventud posee. acercad pecho a pecho y luchad contra el contrario
Es admirado por los hombres y suscita amor en las mujeres manejando el puño de In espada o la larga lan?.a. '
mientras está vivo, y hermoso es si cue en la vanguardia. Y vosotros, tropas ligeras, uno acá y otro aiM,
As! que todo el mundo se afiance en sus pies agazapados de trÁs de un escudo, tirad gruesas ¡)iedrns
y se hinque en el suelo mordiendo con los dientes e l labio. Y asaetadlos con vuestras pulidas jabalinas,
permaneciendo cerca de los que portan armadura completa.
4 (ID)
Vamos, ya que sois del linaje de Herodes invencible, 5 (90)
tened valor, que aún Zeus no desvió de vosotros su rostro. No quisiera recordar ni evocar con elogios a nadie
No os espante ni asuste el tropel de enemigos, por su excelencin en correr o en la pelen de 1>uiíos
mas que cada soldado sostenga contra ellos su escudo, ni aun9ue tuviera la altura y la fuerza de un Cfclope,
y, sin tener en aprecio la vida, las Keres oscuras y venc1era en carreras al tracio Bóreas
de la Muerte acepte tan gratas como de sol. ni si fuera la figuru bello que Tit·¿no,
Sabéis cuán mortiferas son las hazafías del lúgubre Ares, y superara en J"iquezns 11 Midas y a Ciniras,
bien conocéis la furia del cruento combate, y más regio fuera que Pélope, hijo de Tántalo,
y fuisteis por turnos los perseguidores y los perseguidos, y una lengua más dulce que Adrasto tuviera
muchachos, hasta hartaros de acosos y huidas. y una fama cabal, mas careciera de ánimo de lucha.
Los que se at reven, en fila cerrada, a luchnr Que no hay hombre de valer en el c11mpo de guerra
cuerpo a cuerpo y a avanzar en vanguardia, más que el que osa presenciar In matanza sangrienta
en menor número mueren y salvan u quienes les siguen. y se lanza enfrentarse de cerca al feroz enemigo.
Los que tiemblan se quedan sin nada de honra. Esa es In VIrtud, esa entre los hombres la móxirna gloria,
Nad ie acabarla de relatar uno a uno los daños y el hermoso premio al alcance de nn joven guerrero.
que a un hombre le asaltan, si sufre la Infamia. Un bien co mún a la ciudad y al pueblo entero es
Pues es ngrndnble herir por detrás de un lnm:nzo el hombre que, er11uldo en vangu ardia, se afirma
al enemigo que escapa en la fiera refriega; sin descanso, y olvida del todo la fuga infmnante
y es despreciable el cadáver que yace en el polvo, exponiendo su vida y su ánimo audaz y sufrido; '
atravesado en la espalda por punta de lanza trasera. y enardece con sus palabras al que combate a su lado.
Así que todo el mundo se afiance en sus pies, Este es el bombre que resulta valioso en la guerra.
24 Poe.!a llrica griega (vn-rv a. C.)
Yllllb6grofos y elegíacos arcaicos
Y pronto las feroces fal:lllges de los enemigos rechaza, IIIWl. Conoció la guerra corno un menester penoso, oo como e! lugar
y con su esfuerzo detiene el oleaje que trae la batalla. ck: !as hazaílas heroicas. Cumta en un04 versos que hicieron Íll{l)()$0 tu
Pero a quien en vanguardia caldo In vida perdiera, cinismo cómo escapó ck: un combate tros arrojar el escudo. Es significa-
tras dar gloria al país, a sus gentes y a su padre, tiva su desenvoltura al confesar tan bochornoso acto. (El escudo es, en la
traspasado cien veces de frente, a tmvés de su pecho t4ctica hopUrico, el arma que protege el flanco del compañero inmediato,
el emblema del coraje del guerrero, que nunca debe: perderse. cVolvcd
y del escudo de forma de ombligo y su coraza, con el escudo o sobre el cscudo», se dccfn Cll Esparta.) Al poeta, pr¡¡g·
a éste lo lloran lo mismo los viejos que los jóvenes m't.ico, le interes.oba salvaguardar su vida, no el código del honor ni el
y con hiriente nostalgia lo añora su pueblo en conjunto. renombre.
Y su tumba y sus hijos son entre los hombres famosos, En umores fue desdichado. Un tal Licnmbes le negó, faltando n ao·
tedores promesas, lo muno de su hijo Neohuln, que Arqullooo amaba. Se
y los hijos de sus hijos y toda su estirpe futura. vengó insulhtndo t1 la ftiiDiUn con tnl ferocldnd <¡ue, según la leyenda, el
Jamás su noble fama se extinguió ni su padre y sus hijas se ahorcaron pura esc.npur ul c•curnio. Con buenas ru·
sino que aunque esté bajo tiena, se hace inmonal 1.oncs personales, el poeta pondera como gmn virtud l" ecuanimidüd, d
el que ha destacado en saber resistir y en pelear tnlnntc sereno nme Jos embates del azar. J3astardo y mercen11rio, con su
sentir acerbo y desarraigado, ArquJJooo irrumpe en In poesía con perso-
por su tierra y sus hijos, a quien el cruel Ares matara. nalidad inconfundible, al macgcn de Jos convencionalismos nrístocráticos.
Mas si escapa a la Ker de una muerte doliente, Los antiguos le atribuyeron la invención del yambo, verso poco noble,
y victorioso consigue que su lanza el flamante triunfo, no apto para la épica, si para los coloquios drumliticos, poro los burlos
todos le honr:lll, los jóvenes como los viejos, a un tiempo, y la dúra vulg11r. En yambos y clc¡¡lu dejó tcnimonio de su yo dolim-
y habrá vivido con mucha ventura antes de irse al Hades. tc y de su palabt11. mordaz.
Al envejecer destaca entre sus conciudadanos y nadie
se atreve a faltarle en su honra y su derecho. 1 (1 D )
Todos a un tiempo, los jóvenes y los de su edad, Soy yo, a la vez, servidor del divino En.ialio
y aun los más viejos, le ceden su asiento en los b:lllcos. y conocedor del amable don de las Musas.
Que ahora intente todo hombre la cumbre de esa virtud
con su cora je alcanzar, y que nadie flojee en la gue t•ra. :z (2 D)
En Jo tengo mi pan negro, en lu Junza
6 (18 D) mi vino de lsmaro, y bebo apoyado en mi lanza.
¡Adelante hijos de los ciudadanos de Esparta,
la ciudad de los bravos guerreros! 3 (6 0 )
Con la i?.quierda embrazad vuestro escudo Algún Sayo alardea con mi escudo, arma sin tocha,
y la lanza con audacia b!:llldid, que tras un matorral abandoné, a pesar mio.
sin preocuparos de salvar vuestra vida; Puse a salvo mi vida. ¿Qué me importa el tal escudo?
que ésa no es cosrumbre de Esparta. ¡Váyase al diantre! Ahora adquiriré otro no peor.
4 (3 D)
AIIQUÍI, OCO DE PAROS
No se van ya o tensar muchos arcos ni frecuentes
(PI. alrededor de 6)0 a. C.) hondas, cuando o contienda Ares convoque en el llano.
De espndns será muy quejumbrosa In tarea.
Hijo de un noble pario y de unn esclnvn, hubo de emigt11.r de su Que en ese género de lucha son expenos ellos,
rocoso ialo noto! poro ganorae la vida, como soldado de fortuna, con su
los dueños de Eubea, afamados por sus lanzas.
26 Poesla llrica griega (vn-rv 1. C.) Yambógra(os y elegiacos arcaicos 27
5 (5O) 13 (19 0 )
Anda, con el copón recorre los bancos de remeros Uoro las desgracias de los Tasios, no los de los Magnesios.
de la rauda nave, y destapa las jarras panzudas.
14 (20 0 )
Y escancia el vino rojo hasta el fondo de heces.
Pues no podremos soportar sobrios esta guardia. No me importan los montones de oro de Crises.
Jam!ts me dominó la ambición y no anhelo
6 (11 O) el .poder de los dioses. No codicio una gran tiranía.
Ocultemos los penosos presentes del soberano Posid6n. LeJos está tal cosa, desde luego, de mis ojos.
7 (7 0) 15 (67a D)
Tus fúnebres quejas, Pericles1 ning(m ciudadano Corazón, corazón, de irremediables penas agitado,
ni tampoco la dudad, fiestas. ¡álzate! Rechaza a los enemigos oponiéndoles
Tales eran aquellos que las olas del mar bravío el pecho, y en las emboscadas t·raidoras sostente
sepultaron. Hinchados por las penas tenemos con firmeza. Y ni, al vencer, demasiado te ufanes
los pulmones. Pero los dioses, amigo mio, ni, vencido, te desplomes a sollozar en casa. '
establecieron como droga para males sin remedio En las alcgrias alégrate y en los pesares gime
la firme resignación. Ya uno, ya otro los liene. sin excesos. Advierte el vaivén del destino humano.
Hoy nos tocó a nosotros, y una sangrienta herida
lloramos. Luego alcanzará a otros. Conque al punto 16 (58 O)
resignaos y dejad ese llanto de mujeres. A los dioses atribúyelo todo. Muchas veces levantan
de las desdichas a hombres echados sobre el oscuro suelo·
8 (80) y muchas veces derriban y tumban punza arriba '
Todo al hombre, Pericles, se lo dan el Azar y el Destino. a quienes caminan erguidos. Luego huy muchos daños
y uno yerra falto de sustento y en desvHt·lo de mente.
9 (90)
Nad ie que de chismorreos del vnlgo se preocupe, 17 (68 0)
Es!mida, podrá gozar de muchos moment·os felices. El ánimo de los hombres, Glauco, hijo de Leptines
10 ( lO 0 ) se ajustn al día que Zeus a los mortales depara, '
y piensan según les conviene en sus circnnst·ancias.
Porque ni llorando remediaré nada, ni nada
empeoraré dándome a placeres y festejos. 18 (64 0 )
11 (13 0 ) Ningún ciudadano es venerable ni ilustre
Glauco, un mercenario es amigo sólo cuando lucha. cuando ha muerto. El favor de quien vive preferimos
los vivientes. La peor parre siempre toca al muerto.
12 ( 18 0 )
19 (74 0 ) El eclipse
Esta (isla de Tasos) como un espinazo de asno
se encrespa, coronada de un bosque salvaje. Ningún suceso hay ya inesperndo, ni increíble
... Que no es un lugar hermoso ni atractivo ni mm·nviUoso, cuando Zeus, Padre de los Ol!mpicos
ni mnable cual el que surcan las aguas del Sir!s. de un mediodra hizo noche, ocultando la luz '
28 Poeslo Urica griega (vu-1v 11 . C.) Yambó¡¡rafoc y clc:glacos arcaicos 29
23 (55 0 ) 30 (71 0 )
¡Que no se cierna sobre csw isla In roca de Tántalo! Ojalá que pudiera tocar la mano de Neobuln ...
31 (72 0 )
23 (56 0)
Y caer, presto a la acción, sobre el odre
Glauco, mira. Ya el mar profundo en olas se encrespa y aplicar el vien tre al vienue y mis muslos a sus muslos.
y un alto nubarrón se eleva en los Giros,
indicio de tormenta. Nos ataca, de 1mprov1so, el terror. 32 (29 0 )
No he celebrado, padre Zeus, el fesún de mis bodas.
24 (78 0 )
Bebiste vino abundante y sin mezcla. 33 (88 0)
y no aportaste siquiera tu parte, Padre Licambes, ¿qué es lo que tramaste?
ni viniste invitado, como amigo, ¿Quién perturbó tu entendimiento?
sino que tu vientre extravió a !ll mente. estabas en tus cabales. Pero ahora eres
y te nrrnstró a la desvergüenzn. en la ciudad gran motivo de bu rla.
JO Poesfa Urica grlep (vn -tv a. C .) Yamb6grafoe y elegiaco• arcaicoe }1
34 (89 0) 44 (84 O)
Cicrtu fábula huy que asl cuenta: Zeus entre los dioses es adivino que nunca miente,
que una vez la zorro y el águila trabaron amistad ya que él mismo determina el final.
como vecinos.
45 (120 O)
l5 (94 O)
¡Ténela! ¡Salve, gran vencedor, Heracles Soberano!
¡Oh Zeus, Padre Zcus, tuyo es e:! poder en los cielos, ¡Ténela! ¡Gran vencedor, tú y Yolao, dos bravos guerreros!
y tú observas los hechos de los hombres,
¡Ténela! ¡Salve, gran vencedor, Heracles Soberano!
criminales o justos, y a ti incluso te atañe
la desmesura y la justicia entre las fieras !
SI;MÓNIDES DE AMOIIGOS
36 (IOl O )
(FI. alrededor de 6)0 a. C.)
Muchos trucos conoce la zorra, pero el erizo uno decisivo.
Si bien el frimer fraamento de Semónide:s comenta un famoso verso
37 (66 O) de Homero (/ ., VI, 146), •el poeta de Qufos• -como en d final del
Sé sólo unn cosa importante: responder 1llmno a A polo--, el senrido de sus poemas está mucho más en la linea
con daños terribles o quien daños me hizo. de In poesla hesiódiea. E l aspecto sentcndoso y el tono pesimista de
sus elcglns van acompafindos de un cierto afán didáctico, que entronca
con In vivencia personal del poeta, testigo resignado de uno época dura.
l8 ( ll l O, 114 O) Tanto en su consejo de cosechar el placer en los limitados márgenes de
Yn no tienes en flor tu suave pieL Que ahora lo existencia humano , como en su visión de In triste suerte común de los
se marchita, y lo arrasa el surco de In triste vejez. effrueros mortales, se expt·esn una {'Onciencia del tiempo y del dolor iocvi·
table muy carncterfstlcn de su momenw.
Su famoso poema yámbico, el de las muieres (fr. 7), que tO<:a
39 (27 O) un temo de posibles nntccedentes trndldonales y un tanto tópico (se halla
No deberlos unturtc con perfumes, vieja como eres. también en FO<:Uides, poeta algo posterior), recuerda, de un Indo, la fdbu-
la, en cuanto también aquf se establece unn relación entre caracteres hu·
40 (88 Ad) manos y conductas de nlgunns t:species nnlmnles, y, de otro, la concepción
¡Gordo, l'nmera, prostituto abominable! de H eslodo sobre lns vcntnjns y desventajas de las mujeres. También esto
visión se halla lejos de In mds cortesana y cnbnJicrcsca de la épica he-
roica , donde la bdlezo femeni nn y In gracia >«:ñorial eran las virtudes m4s
41 (75 0)
nocables de U11R csposn. Desde eNte enfoque mcls proletario, referido a un
Escucha, HefesLo soberano, mi ruego, y mi aliado mundo de penuria, de trabajo ('Onstante y de hombre y mist:ria, las mu-
sé propicio, y dome los favores q ue tú otorgas. jeres resultan considerados mucho mds duramente. S6lo la Wja de la
abeja, laboriosa y collado, vale paro una vida común feliz. Como la besíó-
42 (76 0) dica Pondoro, lo mujer resulta un ser ambiguo, dañino y seductor, pero
loe riesgos y toras femeninos son mucho m;b abundantes que sus dudosoo
Siendo yo mismo el gula del peán beneficios.
al son de la Rauta de Lesbos ...
4l (77 O) 1 (290)
Cómo marcar el inicio del bello como del divino Dioniso, Esto es lo más bello que dijo el hombre de Qwos:
el ditirambo, sé yo, cuando el vino fulmina mis entrañas. «Cual la generación de las hojas, asf es la de los hombres.•
J2 Poesla llrica griega (vn-Iv a. C.l Yamb6¡¡núos y elegiacos an:aicos }J
De lns lnbores sólo sabe una: comer. Cada dln se lavo la suciedad hasta dos veces,
Ni siquicrn cuando Dlos envla un mal invierno, e incluso tres, y se unta de perfumes.
por m1ls que tirite de fdo, acerca su bam¡ueta al fuego. Siempre lleva su cabell o bien peinado,
Otra vino del mar. Esta presc::nta dos aspectos. y cardado y adornado con nores.
Un d!a r!c y está radiante de gozo. Un bello espectáculo es una mujer asi
Cualquiera de fuera que la vea en su hogar la elogia: para los demás, para su marido una desgracia,
«No hay otra mujer más agradable que ésta como no sea algún tirano o un personaje
ni más hermosa en 10da la rierra.» de los que regocijan su ánimo con tales seres.
Al otro dfa está insoportable y no deja q ue la vean Otra viene de la mona. Esta es, sin duda,
ni que se acerque nadie; sino que está enloquecida la mayor cnlamidad que Zeus dio a los homb¡·es.
e inabordable entonces, como una perrn con cachorros. Es felsimn ele ca1·a. Semejante mujer va por el pueblo
Es áspera con todos y motivo de disgusto como objeto de risa para todo la gente.
resulta tanto a enemigos como a íntimos. Corta de cuello, apenas puede moverlo,
Como el mar que muchas veces sereno va sin trasero, brazos y piernas secos como palos.
y sin peligro se presenta, alegria grande a los marinos, ¡Infeliz quienquiera que tal fealdad abrace!
en épocn de verano, y muchns veces enloquece Todos los trucos y las trampas sabe
revolvi éndose en olas de sordo retumbar. como un mono y no le preocupa el ridículo.
A éste es a lo que más se parece tal mujer No quiere hacer bien a ninguno, sino que lo que mira
en su carácter: al mar que es de índole inestable. y de lo que codo el día ddibcm es justo esto:
Otra procede del asno apaleado y gris, c6mo causar a cualquiera el mayor mal posible.
que a duras penas por la fuerza y tras Jos gritos A orra la sacaron de la abeja. ¡Aforruoado quien la tiene!
se resigna a todo y trabaja con esfuer.lo Puc.-s es la única a la que no alcanza el reproche,
en lo que sea. Mientras tanto come en el establo y en sus manos florece y aumenra la hacienda.
toda lo noche y todo el dln, y come ante el hogar. Querida envejece junto 11 su nmaote esposo
Sin embargo, cuando se trnta del acto sexual, y cr!a uno fumilin hermoso y renombrada.
accpw sin más a cualquiera que venga. Y se hace muy ilustre entre todas las mujeres,
Y otra es de la comadreja, un linaje triste y ruin. y en torno suyo se derrama una gracia divina.
Pues ésta no posee nada hermoso ni atractivo, Y .oo le gusta sentarse enrre otras mujeres
nada que cause placer o amor despierte. cuando se cuelltan historias de amorfos.
Está que desvaría por la unión de Afrodita, Tales son las mejores y más prudentes
pero ni hnmbre que la posee le da náuseas. mujeres que Zeus a Jos hombres dtpnra.
Con sus hurtos causa muchos daños a sus vecinos, Y las demás, todas ellas existen por un rruco
y a menudo devom ofrendas destinadas al culto. de Zcus, y as( permanecen junto a los hombres.
A otra lo engendró una yegua linda de melena. Pues éste es el mayor mal que Zeus creó:
Esta evita los trabajos serviles y la fatiga , las mujeres. Incluso si parecen ser de algún provecho,
y no quiere tocar el monero ni el cedazo resultan, para el marido sobre todo, UJl daño.
levanta ni la basura saca fuern de su casa, Pues no pasa tranquilo nunca un día entero
ni siquiera se sienta junto al hogar para evitnr todo nquel que con mujer convive,
el ho\lln. Por necesidad se busca un buen mnriclo. y no ''" 11 rechazar rápidamente de su cnsu al hambre,
POC31a llric::a griega (vu-tv o. C.) Yambógrafos y clesfacos arcaico.
J7
odioso compañero del hogar, dios de mal temple. De agobian su mente tristes presentimientos
Cuando piensa un hombre gozar de mejor ánimo y no dtsfruta ya al contemplar los rayos del sol
en su hogar, por gracia de los dioses o fortuna humana, o::.n.tonces od.ioso a Jos niños, y desprec:inble u'las mujeres.
encuentra ella un reproche y se arma pnru la bata.Ua. i lan hornble unplantóla divinidad la vejez!
Pues donde hay mujer no puede recibirse con agrado
ni siquiern o un huésped r.,¡uc acude a la cosn. 2 (2 O)
La que parece, c:n efecto, que es la más sensata,
esa resulla ser la que más ofende a su marido, cual las hojas quecrfa la estación florída
y mientras anda él de pasmarote, sus vecinos de apenas se difunde a los rayos del sol,
se ríen a su cosra, viendo cuánro se equivoca. a por breve tiempo gozamos de flores
Cada uno hará elogios recordando a su propia stn conocer por los dioses ni el mal
mujer, y censuras cuando evoque n In de otro. m el btcn. Pero al Indo se presentan las Kcres oscuras
iY no advertimos que es igual nuestro destino! lu una con el embo?,o de la funesta vejez, '
Porque éste es el mayo1· mal que Zeus creó, la otra con el de la muerrc. Un inst:tnte dum el fruto
y nos Jo echó en torno como una argolla irrompible, de ln juventud, mientrns se cspal'ce sobre la tierra el sol.
desde la época aquella en que Hades acogiera Mas apenas ha pasado esa sazón de la vida,
a los que por causa de una mujer se hicieron guerra. entonces resulta mejor estar muerto que vivo.
entonces asaltan el ánimo. Unas veces el hogar
se arruma y los duros acosos de In miseria.
MIMNERMO OC COLOFÓN Otro, en camb1o, carece de hijos, y con ese 1tnsin extrema
(FI. alrededor de 6JO a. C.) emprende bajo tierm su camino hacia el Hades.
A Otro le apresa uno angustiosa enfermedad. Ninguno
Parece que Mimncrmo compuso un largo poemo de tono épico sobre entre los hombres hay n quien Zeus no le dé muchos males.
In fundoción de Esmi(nn y las luchas e11 la zonn costero de Asia Menor,
tht1h1do la Llsmil'llcida, del yue uos quedan c> iguos restos . .Pero lo que 3 (4l>)
b.izo a nuestro poctn muy apreciado Incluso de los alejandrinos íucron
sus poemas erólit'OS, recogidos en su libro No111tO, dedicado a una cone· A Titono le dio Zeus como gracia un mal eterno:
saoa de tal nomhre. Calimaco calificó a Mimncrmo de «dulce•, por esn la vejez, que es mucho peor que la espantosa muerte.
sensibilidad para el amor delicado y por ese apasiolll!do decir
que es novedad en este elegiaco. junto a ese tono erótico destaca en él
el sentido cnsí trdgico del tiempo fugaz, del plocer que se esfuma pronto, 4 (S l>)
de lo vida condenada a la pronta ruina fls•ca. El hedonismo y el pc:si·
mismo confluyen en esta poe$la melaocólico. Pero dura un tiempo muy breve como un sueño
la preciado. Luego, y deforme, '
1 ( 1 0) la ve¡ez sobre nuestro cabeza está pendiente
¿Qué vida, qué placer hay al mm:gen de In áurea Afrodita? odiosa al par que infame, que desfigura al
Morirme quisiel'a cuando ya no me importen y. envolviéndole, daño sus ojos y su mente.
el furtivo amorro y sus dulces presentes y el lecho,
las seductoras flores que da la juventud 5 (6 0 )
a hombres y mujeres. Pues más tarde ncudc penosa Ojalá que, sin enfermedades ni penas angustiosas,
la vejez, que a un tiempo feo y débil deja al hombre. a los sesenta aiios me alcance la muerte fatal.
38 Poesía llrica srícga (VU•lV •• C.) Yambógrafos y elegiacos arcaicos 39
los médicos, que ignoran el .fin de su acción: Porque no saben dominar el hartazgo ni orden poner
muchas veces de una pequeña molestia dedvn un gran dolor a sus acruales uiunfos en una fiesta de paz.
y nadie puede curarlo aplicando las drogas calmantes, .. . Se hacen ricos cediendo a manejos injustos.
en tanto que a otro, agitado por terribles dolencias, . .. Ni de los tesoros sagrados ni de los bienes públicos
lo sanan ul punto con sólo imponede las monos. se abs tienen en sus h\Jrtos, cada uno po•· un lado al pillaje,
La Moira es, en efecto, q uien da a los humnnos el bien y el mnl , ni siquiera respetan los augustos cimientos de Dike
y son inevitables los <.Iones de los dioses inmonales. quien, silenciosa, conoce lo presente y el pasado, '
En todas las acciones hay riesgo y nadie sabe y al cabo del tiempo en cualquier forma viene a vengarse.
en qué va a concluir un asunto recién comenzado. Entonces alcanza a toda la ciudad esn herida inevitable,
Así que uno que pretende obrar bien no ha previsto y pronto la arrastra a una pésima esclavitud,
que se lanza o un duro y enorme desastre, que despierta la lucha civil y la guerra dormida,
y a otro, que obró mal, le concede un dios para todo lo que arruina de muchos la amable juvemud.
la suerte del éxito, que contrarresta su propia torpeza. Porque no tarda en agostarse una espléndida ciudad
De .la riqueza no huy término alguno .fijado a los hombres; formada de enemigos, en bandas que sólo los malos aprecian.
pues ahorn ent re nosotros quien más bienes tiene Mienu·as esos males van rodando en el pueblo, hay muchos
el doble se afana. ¿Quién puede saciados a toJ os? de los pobres que em igran a tierra extranjera,
Las ganancias, de cierto, las dan a los hombres los dioses, vendidos y encadenados con cruclés argollas y lazos.
y de ellas procede el desastre, que Zeus de cuando en cuando ... Así la pública desgracia invade el hogar de cada uno,
envía como castigo, y ya uno, ya otro lo recibe. y las puertas del atrio no logran entonces frenarla,
sino que salta cl muro del patio y encucntm siempre
2 (2 D) Salamlna incluso a quien se esconde huyendo en el cuarto más remoto.
Yo mismo como heraldo he venido de nuestra querida Salamina, Mi corazón me impulsa a enseñarles n los atenienses esto:
ofreciendo mi canto, el arte de mis versos, en vez de un discurso. que muchísimas desdichas procura a la ciudad el mal gobierno,
... iQue•·rfa ser yo entonces Folegandrio o bien Sicinita y que el bueno lo deja todo en buen orden y equilibrio,
en lugar de ateniense, cambia ndo de patria! y a menudo npresu u los injustos con cepos y grillos;
Porqut: en seguida este dicho se va a propagnr por la gente: alisa asperezas, detiene el exceso, y borra el abuso,
«Ese es uno del Atica, de los que abandonaron Salamina.• y agosta los brotes de un progresivo desastre,
.. . Vayamos a $alamina, a luchar por la isla querida endereza sentencias torcidas, suaviza los netos soberbios,
y a apartar de: nosotros una infamia terrible. y hace que cesen los ánimos de discordia civil,
y calma la ira de la funesta disputa, y con Buen Gobierno
l (l D) Eunomla todos los asuntos humanos son rec tos y ecuánimes.
No va a perecer jamás nuestra ciudad por designio
de Zeus ni a instnncias de los dioses felices. 4 (4D)
T an magnHicn es Palas Atenea nuestra protectora, Lo advierto, y en mi ánimo se asientan las penas,
hija del mñs fuerte, q ue extiende sus manos sobre ella. al vc1: que la ticl'l·n mós vieja de Jonia decl ina ...
Pero sus propios ciudadanos, con actos de locura, 1
. .. n la codicia de plata y al excesivo orgu llo.
quieren destruir esta gran ciudad por buscar sus provechos, 1
Pero vosotros sosegad vues tro audaz corazón en el pecho,
y la injusta codicia de los del pueblo, a los que aguardan , vosotros que llegasteis al hanazgo de bienes sin cuento,
numerosos dolores que su ru por sus grandes abusos. y someted la ambición a medidas. Porque ni nosotros
1
44 lírica griega (vn-rv a. C.¡ Yambó¡¡mfos y elegiacos arcaicos 45
vamos a ceder ni os va a salir todo favorable. A quien en exceso se eXJ\Ita no es fácil contenerlo
... Pues muchos malos son ricos y hay buenos muy pobres; después, sino que es preciso pensar en todo esto ya ahora.
pero nosotros no vamos a cambiarles la riqueza
por nuestra virtud, porque ésta está firme siempre, 9 ( 11 0 )
y los dineros ahora uno y luego otro los tiene. Por los vientos se revuelve el mor. Pero si nadie
lo mueve, es lo más justo y sereno de todo.
5 (5 D)
10 (13 O)
Al pueblo le di toda la parte que le era debida,
sin priva de de honor ni cxagerur en su estima. Dichoso el que tiene hi.jos caballos solípedos,
Y de los que tenían el pode•· y destncoban por ricos, y pei'I'OS de caza y un huésped en pnfs ex t.rnnjero.
mmbién de éstos me cu idé que no sufrieran afrenta.
11 (14 0)
Me alcé ena1:bolando rni escudo en u·e u nos y otros
y no les dejé vencer a ninguno injustamente. En verdnd que por igual son ricos quien tiene mucho oro,
... Como mejor sigue el pueblo a sus jefes es cuando plata y campos de tierra que siembrn de trigo,
no va ni demasiado suelto ni se siente forzado. y caballos y mulos, y quien sólo se ocupa de esto:
Pues el hartazgo engendra el abuso, cuando una gran prosperidad de dar gozo a su vientre, su costado y sus pies,
acompaña a hombres cuya mente no está equilibrada. y disfrutar, si lo ocasión se lo ofrece, de una mujer
. . . En asuntos tan grandes es diffcil contentarles a todos. o un muchacho en sazón. A su tiempo todo es grato .
Ese es el colmo de ventura para el hombre. Pues nadie
6 (80) con todas sus muchas riquezas se vu hacia el Hades,
ni, ofreciendo rescate, se escapa a la muerte ni a duras
Y si habéis sufrido desastres por vuestra rui ndad, dolencias ni a la maldita vejez cuundo ella acude.
no achaquéis a los dioses las culpas de éstos.
Porque a esos seiiores los al:r.astcis vosotros al darles 12 (15 0)
sus guardas y por eso lograsteis infame No hoy ningún hombre feliz, sino qliC misernblcs
Y es que cada uno de vosotros comina con pasos de zorro, son todos los morrales que el sol desde lo alto contempla.
pero en todos reunidos reside un esplritu huero.
P ues atendéis a la lengua y palabras de un hombre artero, 13 (17 O)
y no reparáis en su acción, como si nada pasara. Del tOdo invisible a los humanos es el designio de los dioses.
7 (9 0) 14 (20 O)
Señalará a la gente mi locura un breve plazo de tiempo, Ahora me son gratas las obras de la nacida en Chipre
la señalará cuando se presente en público la verdad. y las de Dioniso y las Musas, que dnn a los hombres sus goce$.
15 (21 0)
8 (l O0)
Mucho mienten los nedos.
De la nube viene la furia de In nieve y el granizo,
y el trueno del claro re lámpago once; 16 (22 0) A Mlmnermo
por sus s•·andes hombres pet·ece la ciudad, y el pueblo Pero, si nún ahora me atiendes, suprime ese ve1·so,
e n su necedad se redujo a esclavo de un monarca. y no te enfades porque yo medité mejor que tú.
46 Poesfa lfdca griega (vu-1v a. C.) Yamb6grafos y oleg(acoo nrcoicos 47
Coni.(IIC córnbialo, poew gemil, y así canta: y otro injustamente, y a otros exiliados
«Que a los ochenta años me alcance mi destino mortal.» por urgente pobreza que: ya no hablabao
.. . Y no me llegue una muerte no llorada sino que a mis amigos la lengua del Atica, de: tanto andar errantes.
quiero dejar, cuando muera, dolor y Y a otros que a4uÍ mismo infame esclavitud
... Envejezco aprendiendo siempre muchas cosas. ya sufrían, temerosos siempre de sus amos,
los hice libres. Eso con mi au10ridad,
17 (21 0 ) A Poco
combinando la fuerza y la justicia,
«No ha sido Solón hombre sensato ni astuto; lo realicé, y llevé a cabo lo que promeú.
pues dándole un dios la fortuna no In aprovechó. Leyes a un tiempo paro el rico y el pobre,
Tras envolver a lo preso no supo, asombrado, la gran red encajando a cada uno unn recta sen tencia,
recoger, falto de ánimo y errando en su tino.
Pues yo, con tal de mandar y adquirir una inmensa riqueza escribí. Si otro, en mi lugar, tiene la vara,
y ser en Atenas tirano un solo d1a, habría accedido un tipo malévolo y codicioso de bienes,
a ser desollado después y a dejar mi familia hecha trizas.» no hubiera contenido al pueblo. Si yo decido
.._. Si rc;:spcté u mi patria, y de In tiranía y la amarga un día lo que a los unos les gustaba entonces,
VIolencia me abstuve, sin manchar ni afrentar mi linaje, y al otro lo que planeaban sus contrarios,
no me avergüenzo de ello. Pues pienso de ese modo vencer esta ciudad hnbrla quedado viudo de muchos hombres.
a todos los humanos ... Frente o eso, sacando vigor de todos lados
... Los que vinieron en pos de saqueos tenían una gran espe- me revolví como un lobo acosado por perros.
[ rnnza
y se creían que ibnn u hallar todos ellos enorme fortuna
y que yo, tras hablar sunvemente, mostraría una cruel ambición. JENÓ17 ANES DE CO L OI'ÓN
En se ilusionaron entonces, y ahora se irritan contrn mí, (Fl. alrededor de 525 a. C.)
y me m1run todos de soslnyo como n un enemigo, sin motivo
p1·eciso, p11es lo que dije cumplf con ayuda de los dioses. Jenó(oncs, que emigró de In jonin Colofón ol sur de ltalia, 11 Eleo, al
tiempo que Jos ¡x:rsns Jbnn nominundo todo el Asia es un extraño
Y no actué de otro modo en vano, ni ln ti ranía me atrae personnjc, un poel!l que rccitn de dudad en ciudnd sus rapsodias y tal
para hacer cuolquier coso con violencia. ni 4ue en la tierra vez cnntos de l lu111cro, y un filósofo con unas ideas teológicas rcvolu·
fértil de la po t rin igual lote tenflan los malos que los buenos. cionnl'ios. Los ontl¡¡uos yn le pusiei'Oil en relación con Parménides, que pO·
drfa hobet• sido su discfpulu, en Elcn. Asf d Ser de ParUlénidcs reto·
18 (24 D) mnrfo Jos otributos del Dios Uniro de Jcuófones. Ln poesfn de Jenófancs
no tiene, sin embnrgo, In solemne seriedad ttl el rigor lógico de los hc-
Y yo ¿por qué me retiré antes de conseguir xámclros de Parménides. Como uno de esos admirables en
aquello u lo que habla convocado al pueblo? su nudncin mentnl, Jcnófnncs critica el anll'O¡>omorfismo de los dioses tra·
De eso podrín nrestiguor en el juicio dc:l tiempo dicionales, predico un nuevo y ónko dios, mucho más absrrac1o, y, a la
vez, expone su ideo del vnlor del poeto como intelectunl al servicio de
la madre suprema de los dioses olimpicos la ciudad. En el muy conocido {rogmcntu segundo contrasm la ¡¡lorin
muy bien, In negra Tierra, a la que entonces discernida n los vencedores en los ccrt,menes con la de Jos
yo le arranqué los mojones hincados por doquier. poetas y filósofos educadores de los ciudadanos. «Mejor que In fuer.Ga de
Antes era esclava, y ahora es libre. hombres y caballos es nuestra sabidurfOJt, dice el poeta y pensador, esre
Y reconduje a Atenas, que por patria les dieron convecino de Pit4soros y contemporáneo de Henlcliro. que critica las ide<ls
morales de Homero y llcsfodo, y se burla - frogm. 4- de las creencias
los dioses, a muchos ya vendidos, uno justa pilagóricas en la metc:mpsicosis.
48 Pocs!a !frica griega (vu-rv a. C.) Yambógrafos y elegiacos arcaicos 49
cuando ya conoce el carácter que tiene cada uno. tanto si el ánimo se goza en lo recto, o bien
Entre los locos muy loco me hago, y entre los justos al exceso se da, cwnplicndo los hombres injustas acciones?
soy el más justo de todos los seres humAnos. Nad_a dejado el prescrito a los hombres,
n1 stqLHera un carmno a seguu que agmdarn o los dioses.
(341·354) No unos fortuna sin mengua, y
Cúmpleme, Zeus <icl Olimpo, mi ruego esencial y permite que de ucc1ones mal1gnas apartan su mente, reciben a cambio
que a cambio de tantas desdichas disfrute yo algún bien. pobreza, que es madre de ahogo -pur más que practican lo
Morirme quisiera si no puedo u na pausa n mis penas [justo-,
hallar, y devolver no consigo daños por daños. y ésta arrastra el ánimo humano al error, y corrompe
Tal es, pues, mi si no. Pero no se nos muestra el castigo en el pecho el pensar bajo el yugo de su ruda violencia,
de esos tipos que mis bienes detentan por fuer¿a, y a. soportar le a su pesar, numerosos ultrajes,
saqueándolos. Y yo ntravesé como un perro el torrente, cediendo n la m1sena, que es maestra en muchas desdichas
y el río turbulento me ha despojado de todo. mentiras y fraudes y muy lastimosas discordias, '
¡Ojalá pudie1·a bebcrmc In sangre de y velara por esto 1ocluso pura aquel que se niega. Ya nada cncuentm mal.
un dios favorable, que cumpla o mi gusto tal cosa! Porque engendra pobreza esa amarga y dura impotencia.
Ah mezquina pobreza, ¿por qué estás conm igo y no vas (425 ·439)
a visitar a ouo? No me ames contra mi voluntad.
Conque vete y frecuenta otra casa y no participes De todas los cosas la mejor es no haher nacido
siempre a mi Indo de tan angustioso vivir. ni ver como humano los rayos fugaces del sol
y una vez nacido cruzar cuanto ames las del Hades
(.363· .370) y yacer bajo uno espesa capa de tierra tumbado. '
Adula bien a tu enemigo. Y cuando esté a tu alcance, Engendrar y criar n un hombre es más fácil que darle
dale su castigo, sin Jane para eso pretexto ninguno. un án1mo noble. Pues nadie aún ha ingeniado tal cosa:
un sensato de tlll necio y uo noble de un mnlanddn.
Mantente en tt1 juicio, mas deja dulzura en tu lengua; S1 un dios ! t los Asclepíauas lo hubiera otorgado,
el corazón de los ruines descubre muy p1·on to su vileza. el curar la ma ldad y e l tOftuoso carácter humano
es? ha?rlan. sacado ganancias cuantiosas y mÓitiples.
No puedo descubrir el carÁcter que tienen las gentes del pueblo; S1 mte.ligencJa de un hombre forjuse e implantarse
no consigo agradarles haciendo el bien ni el mal. pudiera, ¡amás de un .buen padre un mnl hijo saldría,
Muchos me hacen reproches, de igual modo malos y buenos. al atender a razones VIrtuosas. Mas por uprendizaje
Pero ningún ignorante de ésos sale capaz de imitarme. nunca harás de un villano un hombre de bien.
(373-392) (S2l· 524)
Querido Zcus, asombrado me tienes. Pues tú a todos No en vano, oh Pluto, te homan Jos hombres tontis iJno.
gobiernas con gloria y enorme poder personal. Con cuánta holgura encubres, ah dios, lo lllaJdad.
Bien conoces lo mente y el ánimo de uno y oti'O hombre,
tuyo es el dominio supremo de todas las cosas, oh rey . (700-718)
¿Cómo, entonces, oh Crónida, decide tu mente otorgar Para_la masa de gente tan sólo un modo hay de excelencia:
un mismo destino a los hombres malvados y al justo, ser r1co. No ve en lo demás provecho ninguno,
58 Poesla llrica griega (vn·IV a. C.) Y a01b6grnfos y eleglncos arcaicos 59
ni en que tuvieras ln cordura del _Propio. Radmntul!e, de evitar el rencor de ninguno, sea hombre u inmortal,
ni más trucos supier!IS que el Eólida Sfsilo, ejerce el abuso, Sttciado de bienes, al tiempo
quien hasta del Hades volvió con sus muchos ardides, que los justos perecen ahogados por dura miseria?
tras haber convencido a Perséfonu con seductoras palabras,
a ella que da a los morw lcs olvido daftando su mente. (865 . 872)
Ningún otro aún eso habrla uamado entre aquellos A muchos tipos inútiles dios les da In riqueza,
a quienes la negra nube cubrió de la muerte, un bien, que mejores no hace ni n ellos ni n los suyos.
y penetraron en la sombrfa región de lo.s En cambio, la fam a de nobleza jamás morirá.
tras cruzar por las puer tas oscuras, que t01p1den Porque un buen guerrero mantiene a su país y a su pueblo.
a las almas de los muertos regresar aunque quieran. Que sobre mí se desplome el enorme gran cielo de bronce
Pero incluso de a LH regresó el héroe Sísifo luego desde Jo alto - horror de los hombres nacidos del suelo- ,
hasta la luz de nuestro sol con sus muchos sabe1·es. si no sirvo de ayuda yo a quienes son mis amigos,
Ni siqt1iera en forjar embustes muy b ien v,e roslm.il:s, y no he de ser un pesar y gran ruina de mis enemigos.
con lengua tnn diestra como aquella de Ncstor dtvmo,
y en ser más ligero de pies que lns raudas Arplas, (877 . 878)
y los hijos de Bóreas, que corren cual rayos. Goza de tu juventud, corazón mío. P ron to serlin otros
Asf que todos debieran a esta 1dea: .. los hombres y, ya muerto, yo seré negra tierra.
que In riqueza en todo constgue un poder deciSivO.
(879 · 884)
(731 . 752)
Bebe este vino que a mf en los vulles del Tuigeto
Pud re Zeus, ojaló que o Jos dioses gmtu les fuera .
me producen las viñas que el viejo Teotimo, tan grato
que los malos gozaran del exceso y en complacieran
su ánimo, y cometiera sus crimenes qu1en
a los dioses, plantó en las faldas del monte,
impla tuviera, sin cuita de cuanto snbcn los dtoses, trayendo agua fresca del Platanistunte al viñedo.
Bebiéndolo nhuyenturás tus amargas tristezas,
pero que pagat·o él mismo sus daños_, y luego ..
y, armado ele coraza de vino, estarás más ligero.
no fueran las locuras del padre la ruma de sus h1¡os;
y los hijos de un padre injusto que y cumplen
lo justo, oh Crónida, y, temerosos de ;ra, (97l · 988)
desde el pl'incipio respetun las leyes CIVIles, Ningún hombre en cuanto Jo deja cubierto la tierra,
no vengan a sufrir por algún desafuero paterno. . y desciende hasta el Erebo, a IIIS mansiones de Perséfooe,
¡Ojalá esto fuera a los dioses grato! Qu: ahora, en cambto, se deleita escuchando los sones de lira o de flauta,
escnpn el culpable, y es otro después qmcn paga la ni acogiendo los dones amables de Dioniso.
¿Y b ien , munorca de los inmortales, es ¡usto: Advin iendo el hecho, alegroré mi corazón mientras tenga
que un hombre que vive de acciones trucuas, ágiles mis rodillas y la cabezo mantenga bien firme.
que delito ninguno acomete m da yerverso,
y que persiste en ser justo, no obtenga ¡usucta? Ojalá tenga amigo no sólo de lengua, si no en hechos;
¿Qué otro mortal, observando su ejemplo, va luego que venga en mi nyucla a lu vez con su b razo y cUnero;
a respetru· a los dioses, y qué ánimo puede albergar, y no halague entre copas mi espíritu con s6lo palabras;
cuando un üpo injusto e impío, que no se preocupa sino que lo demuestie, si puede, haciéndome el bien.
60 Poesla llrica griega (vu-xv a. C.) Yambógrafos y elegiacos arcnkos 6!
... A los fiestas tengamos dispuesto nosotros el ánimo, Feliz quien ln tiene en el ánimo. ¡Cuán superior es
mientras aún pueden los goces amables sentir el placer, a la dcsmcsum dafi.inu y al pérfido hartazgo!
pues pasa rauda como una visión In vivaz juventud; -Que no tienen ahora los hombres peor mal que el hanazgo--.
ni siquiero es más rápido el ímpetu de esos corceles Pues a partir de eso se engendra, oh Cirno, cualquier mal.
que al galope conducen o un héroe a un duro trabajo
de lanzas, cruzando gozosos la fértil llanura. (119 1 ·1194)
No anhelo quedar recostado en un túmulo regio
( 1063 . 1070) una vez haya muerto; quisiera gozar cualquier bien mientras
Siendo joven se puede dormir junto a alguien coetáneo (vivo.
la noche entera, colmando el deseo de amorosos abrazos; Tapices y zartas ofr<.-cen igual cobertor a un cadáver.
se puede en el banquete cantar al compás del flautista. La madera le resulta a la vez algo duro y mullido.
Ninguna cosa es más placentera que esto para hombres
y mujeres. ¿Y qué me importan a mí el honor y el dinero?
El placer que acompaña un ánimo alegre a todo supera.
las mulos al pie de los corros ligeros. M ontóse . Y con benévolo ánimo apareccos,
el tropel de mujeres y muchachas de suaves tobillos. y Póllux,
Aparte las hijas de ... que la vasta tierru y la mar entera
Los jóvenes ante los carros unctcron caballos, recorréis en vuestros veloces corceles,
los mozos solteros ... y sin esfuerzo salváis a los humanos
de la cruel muerte:,
... avanza hacia Troya. cuando saltáis sobre lo nito del navlo
Y la flau:tl de dulce tonada mezclaba a In cltara y surgís entre las jarcias fulgurantes
y alt·epicar de los crótalos sus sones. Lus jóvenes trayendo una luz en la noche terrible
cantnbun su pura canción, y alcanzaba al étel' al ne!II'O bajel.
su eco infinito, y ris(ts ...
Habla a lo largo de todo el camino ...
Y jarros y copas ... , l (7l 0 )
mirra, canela e incienso mezclaban su aroma. Bebe y emborráchate, Melnnipo, cotunigo. ¿Qué piensas?
Todas las mujeres mayores gritaban «¡Elclcul ¿Que vas a vadear de nuevo el vorticoso Aqucronte,
Y todos los hombres con grandes gritos de gozo una vez ya cruzado, y de nuevo del sol la luz clara
a Peá n, al Arquero, al dios tle In . . vas a ver? Vantos, no te empeñes en tamañas po•-fías.
y enton11ban un himno a Andrómaca y 11 Hcctor divmos. En efecto, tnmbién Sfsifo, rey de los eolios, que a todos
superaba en ingenio, se jactó de escapar n In muerte.
DE MlTILENE Y, desde luego, el muy artero, burlando su sino mortal,
(Fl. alrededor de 600 a. C.) dos veces cruzó el vorticoso Aqueronte. Terrible
y abrumador castigo le impuso el Crónida más tarde
1 (1190) bajo la negra tierra. Conque, vamos, no te ilusiones.
De: nuevo esta ola, como la de ames, avanzo Mientras jóvenes seamos, más que nunca, ohom importa
cont•·n nosotros, y nos dará mucho trabajo gozar de todo uqucllo que un dios pueda ofrecernos.
resistirln cuando aborde nuestra nave.
4 (74 0 ) Helena y Tefis
::: Aprestemos la defensa lo antes posible Es fama, Helena, que la amargo ruina
y corramos al amparo de un puerto seguro. a Príamo y a sus hijos les sobrevino
Que a ninguno de nosotros la duda por tu culpa y Zeus arrasó con fuego
le ucose. Claro csd que es enorme el empeno. la santa T royo.
Recordad las fatigas que antaño sopol'tamos. Cuán distinto ero aquella donceUa gentil
Y que ahora todo hombre demuestre su valla. que e l Eácida tomó del hogn•· de Nereo,
Conque no nvergoncemos por falta de. invitando a su boda a todos los dioses,
a nuestros nobles padres que yacen baJO uerra. al conducirla
a casa de Qui rón. La joven esposa
2 (78 O) Los Oi05curoa soltó su cinto virginal. Y unió el amor
Dejando la isla de Pélopc, acudid, a Peleo y In mejot de las Nereidas.
pode1·osos hijos de Zeus y de Leda. Y ella, al afio
76 Poelfa llrica griega (vn-rv a. C .) La llrlca monódica 77
19 (90 O) 25 (500)
Zeus hace llover, baja del cielo ... Has venido dcl confín de la tierra,
una enorme tormenta y están helados trayendo recubierta de oro
los cursos de las aguas ... In empuñadura de marfil de tu espada,
Desprecia la tormenta, aviva el fuego, y cumpliste una gran hazaña peleando
sazona, sin escatimado, cl vino con los babilonios, y los libraste de agobios,
dulce como miel, y luego reclina al matar a un guerrero tremendo
tus sienes sobre un blando cojín. a quien sólo un palmo faltaba
parn medí r cinco codos reales.
20 (96 D)
Tlebamos. ¿A qué aguardttr las candelas? Hay tul dedo de dla. 26 (S4 D)
Descuelga y trae las grandes copas pintodus, en segujda. Destello la enorme mansión con el bronce;
Porque el vino lo dio a los humanos el hijo de Sémele y Zeus y está todo el techo muy bien adornado
para olvido de penas. Escancia mezclando uno y dos cazos, con refulgentes cascos, y de ellos
y llena vasos basta el borde, y que una copa empuje cuelgan los albos penachos de crines
n la otra ... de caballo, que engalanan el arnés
de un guerrero. De ganchos que ocultan
21 (94 D ) que están enganchadas las grebas brillantes
Báñate las costillas en vino, que ya vuelve la estrella, de bronce, defensas del más duro dardo,
y es penosa la época, y todo está sediento y con ardor, los coseletes de lino reciente
y suena el son de la cigarra en el follaje; con sus alas y cóncavos escudos cubren el suelo.
derrama su fuerte y continua condón en el verano ardiente ... Junto a ellos están las espadas de Cálcide,
Florece el cardo. Ahora son mucho más pesadas las mujeres y muchos cintos y casacas de guerra.
y débiles los hombres, porque Sirio ubrnsa su cabeza y seca Yn no es posible olvidarnos de eso,
sus rodi llas. una v<.'Z que a la acción nos hemos lnnzndo.
22 ( 134 D) 27 (10 1 D)
Si v11s a decir lo que quieres, también vas n oír Pues cuentan que una vez Aristodamo
lo que no quieres. dijo en Esparta una frase indiscutible:
•El dinero es el hombre; ningún pobre
2J (llS D) resulta hombre valioso ni apreciado.»
¿Qué pájaros son éstos de un pals del confin del Océano,
que vienen como gansos de largo cuello y amplias alas? 28 (92 D )
31 (99 D) 3 (2 D)
Ruego que alguno invite al precioso Men6n, Oh Soberano, compafiero de juegos
si quiere que yo tenga mi gozo en el banquete. de Eros seductor y de las Ninfas
de párpados azules y de la purpúrea
32 (65 D) Afrodita, tú que recorres
¡Abre, que vengo de ronda, abre, te lo pido, te lo pido! las devadas cumbres de los montes.
A ri te imploro, y tú benévolo
ll (63 D) acúdcnos a escuchar
¡Coronada de violetas, sonrisa de: miel, santa Safo! nuestro ruego agraciado.
Sé tú de Clcobulo un buen
consejero, y que acepte,
ANACRliONTE DE TEOS oh Dioniso, ml amor.
(Fl. de 530 a. C.)
4 (5 D)
1 ( 1 D) Echándome de nuevo su pelota de púrpura
A ti te suplico, cazadora de ciervos, Eros de cabellera dorada
hija n tbie de 7.eus, Seiioru de las fieras me invita o compartir el juego
monteses, Attemis sobemna. con la muchacha de sandnlins de colores.
Tú que tlhoro sin duda, sobre las aguas Pero ella, que es de In bien trazada Lcsbos,
turbulentas del Leteo, velas desde arriba mi cahellcra, por ser blanca, desprecia,
por la ciudad de intrépidos guerreros, y mira, embobada, hacia alguna otra.
alegre, yo que no pastoreas
un rebaño de ciudadanos salvajes. 5 (l D)
2 (43 D) A Clcobulo yo amo,
por Cleobulo enloquezco,
Venga ya, tróenos, muchacho, de Cleobulo ando prendado.
la copa, que de un trago
la apuro. Echale die1: cazos,
de agua, y cinco de vino, 6 <•D>
para que sin excesos otra vez Oh nu'io con mirar de doncella,
celebre la fiesta de Baco. re persigo, y tú no me escuchas,
ignorando que de mi alma
tú conduces las riendas.
84 Pocslo Urica (vu -tv o. C.) La !!rica monódica 85
7 (80) ll (44 D)
Yo ni la cornucopia Canosas ya tengo las sienes
de Amaltea querría y blanquecina la cabe-..:a,
ni cientO cincuenta años pasó ya la juventud graciosa,
ser rey en T artesos. y tengo los dientes viejos;
del dulce vivir el tiempo
8 (69 D) que me queda ya no es mucho.
Al morcé pellizcando un poco una ligera tona, Por eso sollozo a menudo,
y apuré una jarra de vino. Ahorn suavemente toco estoy temeroso del Tártaro.
la seductora lira festejando 11 mi querida nifitL Pues es es pan toso el abismo
del Hades, y ama rgo el camino
9 (17 D) de bajada ... Seguro además
Saltando de nuevo desde la roen de Léucndc, que el que ha descendido no vuelve.
en el blanco oleaje me sumerjo, ebrio de amor.
14 ( 14 D)
10 (52 D) Trae agua, trae vino, muchacho, y trácnos coronas
de Borcs, ve y tráelo, que ahora contra Eros boxeo.
Remonto ahora mi vuelo hacia el Olimpo con alas ligeras
para quejarme de Eros. Pues no quiere el niño compartir su 15 (33 D)
(juventud conmigo.
. .. Guirnaldas tejidas con Bores de loto
se enroscaron al pecho.
11 (34 P)
Eros, que al ver que mj barba encanece, 16 (34 D)
entre brisas de sus alas de r·eflejos de oro Son las tabas de E ros
me pasa de largo volando. del irios y rencillas.
12 (54 D) 17 (45 D)
El que antes unos trapos anudados llevaba por tabardo De nuevo Eros me golpeó como un herrero con un enotme
y unas de madera en las orejas hacha, y me puso a lavar en un tempestuoso torrente.
y un cuero pelado de buey para tapar sus costillas,
mugriento forro de un mal escudo, y que trataba 18 (88 D)
con mozas de mercado y prostitutas, el pfcaro Artemón, Potrilla tracia, ¿por qué me miras
llevando una vida de bribón, de reojo, y sin piedad me huyt."S,
él, que puso muchas veces en el cepo su cuello, y en la rueda, y piensas que no sé nada sabio?
y a quien muchas veces le azotaron el lomo con el látigo, Ten por seguro que a ti muy bien
tras de raparle el cabello y la barba, yo podría echarte el freno,
ahora monta en carroza con pendientes de oro, y con las riendas en la mano
el hi jo de Kika, y lleva una sombrillita de marfil. dar vuelta a las lindes del estadio.
rivalizando así con las mujeres. Pero ahora paces en los prados
86 Poesla llrica griega (VU•IV a. C.) El canto coral
ALCMÁN OE ESPARTA
Corro a escuchar la voz de las doncellas
(Fl. alrededor de 630 a. C.) que al aire puro dan el himno de su hermoso cantar.
1 ( 1 D) Partenlo . . . dispersará d dulce sueño de mis párpados,
... Que ni nguno de los bu manos vuele hasta el cielo, y el deseo me empuía a acudir al certamen
ni pretenda desposar a Afrodita, In diosa soberana, donde voy a agitar en seguida mi rubia melena.
o a otra inmortal o a una hija del dios marino Porco. .. . y con la pasión que afloja los miembros
Las Gracias de amorosos párpados In monsi6n de Zeus ... me dirige miradas más lángu idas que el su'eño y la muerte.
Sin ninguna falsfa es dulce ell n.
Inolvidables castigos sufriet·on por tramar sus maldades. Pero Astymeloisa nada me contesta
H ay tllln venganza de los dioses. sino que, sujetando la guirnalda , '
Y feliz aquel que sereno y sin llanto como una estrella que el cielo fulgurante
trenza has ta el fin su dfa. cw zn volando,
Pero yo canto la luz de Agido. o corno un ra llo de oro o una ala suave . .. .
La veo como un sol, como ése cruza con ligeros pies.
que Agido invoca que brílle
para nosotros. Pero ni elogiarla ... quisiera ver si, de algún modo,
ni hacerle reproche.s me permite al acercarse me tomará de la suave mano,
la famosa directora del coro, en nada. Y yo ol momento me haría suplicante de ella.
Porque ciJa me parece que se distingue
as! como si uno colocara entre un rebaño l (l l D )
un caballo robusto, ganador de trofeos, No era un hombre rústico
de cascos resonantes por los sueños aludos. ni torpe - ni siqu iera entre sabios- .
¿Acnso no la ves? Es un corcel del Véneto. ni un tesalio de origen,
Pero In cnbdlern de mi pri ma Hagcs!com ni u n pnstor de E rfsiquc:
florece en destellos como el oro sin mácula. mus proced!n de la encumb•·ado Sordis.
Y es de plata su rostro .
¿A qué decirlo más claramente? 4 (94 D)
Hagesfcora está ahi.
Pero Agido, la segunda en belleza, tras ella, Mnchachas de palabras de miel y voces claras,
corre como un corcel escita junto n uno lidio. ya no pueden alzarme mis rodillas. ¡Ojnlá yo
Porque con nosotras, que a la Aurora un alción macho fuera para volar con otros
le llevamos el arado ritual, con bravo corazón sobre la Aor de las olns,
compiten las Pléyades que surgen un ave sagrada, del color cambiante del mor!
cual la estrella de Sirio en la noche divina.
5 (67 0 )
2 (l P) Ven, Musa, Callope, hijo de Zeus,
inici a un poema de amor; pon pasión
Musas del Olimpo, colmadme mi alma en el himno y gracia e n la d anza.
con el anhelo de una nueva canción.
92 Poesla Urica ariega (vu-IV a. C.) lll CAnto coral 93
6 (92 D) BSTESfCORO DE tllMllRA
Estos versos y música Alemán compuso (Fl. alrededor de 590 a. C.)
captando el cantar de parleras perdices. 1 (5 D ) (De la Gerionclda)
Tomando como vasito la copa que medía unos tres azumbres
7 (93 0) (licraclcs), bebía sosteniéndola, que se la ofreció,
Yo sé las tonadas de todas las aves. tras de haber hecho la mezcla, Folo.
2 (4 D)
8 (1000)
Más o menos enfrente de la famO$U Erltla,
Pues avanza, en lugar del hierro, junto a los manantiales inagotables, de ralees de plata,
el bello sonnr de la el tara. del rlo Ta1·tesos, en la gruta de una peña.
:S (6 0 )
9 (37 D)
Helios, el hijo de Hiperión, en la copa de oro
Muchas veces, en las cimas de los montes, se metió para llegar, tras cruzar el Océano,
donde a los dioses complace la fiesta fulgente, a los abismos de la tenebrosa noche sagrada,
llevando un cántaro de oro, gran jarro, junto a su madre y su esposa legítima y sus amados hijos.
como los que llevan los pastores, Pero él, el hijo de Zeus, se dirigió
lo llenaste con tus manos de leche leonina hacia el bosque umbroso de laureles.
y cuajaste un queso grande y fresco para Hermes.
4 ( lO 0 ) (De la H elena)
10 (36 D) Al rey le arrojaban, a su carro, muy muchos membrillos,
y muchos rami lletes de mu:to,
Afrodita no está, y el loco de Eros juega como un nifio y coronas de rosas y guirnaldas cuajados de violetas.
posándose en las puntas en flor, las «110 me toques», del juncal.
5 ( 11 D) (De lo PuUnodl.a de Helena)
11 (101 0 ) No es cierta la leyenda,
no fuis te en las naves de buenos bnncos.
Eros de nuevo por decisión de Cipris, ni llegaste a los palacios de Troya.
inundándome el corazón, dulce me alegra.
6 (12 0 ) (De t. Orestca)
12 (58 D) Musa, desecha tú las guerras, y conmigo
celebra las bodas y banquetes de dioses
Duermen de los montes cumbres y valles, y héroes y las fiestas de los felices ...
picachos y barrancas,
cuantas razas de bestias In oscura tierra crla, 7 ( 14 D)
las fieras montaraces y el enjambre de abejas, Estos cantos del pueblo a lns Gracias de bellas melenas
y los monstruos en el fondo del agitndo mar. hoy qne ent·onar, inventando una tonada frigia
Y las bandadás de aves de largas alns duermen. de aires delicados, cuando llega la primavera.
94 Pocsla Urica griega (Vli· IV a.· C.¡ El canto cona.!
8 (ll D) ni a otros hijos de Prlamo,
Cuando en dempo de primavera alborota la golondrina.·· ni el sin nombre de la toma
de Troya, la de las altas puertas.
9 ( 17 O) Tflmpoco voy a can1·ar
.. . Porque Tindáreo, en ocasión, . el muy soberbio coraje de los héroes,
al sucrificar a todos los dioses tan sólo olv1dóse a los que cóncavas naves de muchos clavos condujeron
a Cipris, la de dulces rcgnlo_s; y irritándose, cual desd icha de Troya, nobles héroes.
a las hijas de Tindárco lus h1zo mu¡eres de dos A ellos el poderoso Agamenón los mandaba,
y tres bodas, y traidoras a sus esposos. el descendiente de PHstenes, caudillo de guerreros,
hijo de un noble padre, de At reo.
10 (Z2 0 )
y por eso mucho ama Apolo los juegos y canciones, . Ta mbién esto las Musas muy doctas del H elicón
en tanto que Iludes obtuvo como lote los plantos y gem1dos. podr!an abordarlo con holgura de palabra;
pero un hombre monal no es ágil
11 (2l 0 ) corno para relatar uno a uno los hechos
Es de Jo más 1o rpe e inútil llorar pur los 1nuertos. desde q ue Menelao con las naves de Aulide
zarpó a través del mar Egco y llegó
12 (16 O ) (De la Rádina) desde Argos a Troya, criadora de caballos,
Vamos Musa de aguda voz, comienza tu canto y los hombres de escudos de bronce, los hijos de los Aqueos,
con lira amorosa a los jóvenes samios. de entre los que el mejor con In Junza
destacuba Aquiles, •·nudo de pies,
y el gran hijo de Tela món, el valeroso Ayante . ..
ÍBICO DE REGIO
(FI. alrededor de 540 a. C.) ... y Zcuxipo (? ),al que habla dado n luz Hilidc,
la de ceñ idor de oro, y al que p•·onto con T roilo
1 (l D) los troyanos y dánuos parangonar querlan,
. .. Ellos luego la vasta, muy ilustre, la próspera como al o ro n-es veces ya purificado
ciudadela del dnrdánida Prlamo :masaron; con el bronce, por su seducto•·a belleza.
cuando partieron de A rgos, Si a ellos les tocó In belleza pura siempre,
de ucuerdo con los designios del gran Zcus. también tú, Polfcrotcs, tendrás una gloria imperecedera,
Por la hermosa figura de la rubia Helena, . como también será, por mi cantar, la gloria mia.
sostuvieron una contienda muy cantada en h1 mnos,
por medio de una guerrn que causó mucho ll.anto , . 2 (6 0)
y bosta la muy atribulada Pérgarno ascendió lu Rum o, En primavera los membrillos,
por obra de Cipris de cabellos de oro. regados por las aguas corrientes
de los arroyos, alll en el jardin
Pero no es ahora mi deseo el celebt·nr a París, intacto de las V (l'genes florecen,
ttaidor a su huésped, ni a Cnsandra, y rebro1a n y crecen los racimos
la de gráciles tobillos, bajo los tallos umbrosos de los pámpanos.
Poesía lírica griega (vu -lv a. C.) El canto coral 97
96
9 (9, 10 D)
Mas conmigo el amor no reposa en ninguna estación.
Sino que, como el t racio Bóreas, Sobre sus rrunns mns ulrus se posan
encendido por el rayo, precipitándose multicolores p!ltos de val'iopinto cuello
desde In casa de Cipris, con abrasadores delirios, y rojos ftúsnnes y ulcioncs de urnplias alas.
oscuro e impertérrito asedia
con fuer1.a y desde el fondo
mi corazón. ANÓNIMO
Epitafio {de Cleobulo de Lindos] para la tumba de Midas.
3 (7 0) (En tilla estela, al píe de una Strena de bronce)
Ews, de nuevo, bajo sus párpados azuloscuro,
me examina con ojos de lánguido mirar, Doncella de bronce soy, y yazgo sobre el sepulcro de Midas.
y con toda clase de hechizos Mientras el ngua mane y los árboles altos re11erdezcan,
n las inmensas redes de Cipris me lanza. destelle el sol naciente y la espléndida luna,
En verdad que tiemblo al verlo cerca, mientras discurran los ríos y resuene el rumor de la mar,
como un caballo de carreras, permaneciendo nqul mismo, en este muy llorado sepulcro,
ganador de trofeos antafio, anunciaré a los viandnn1es que nquf enterrado está Midas.
que, pesaroso, bajo el carro veloz
se ve uncir para otro certamen.
4 (8 0 ) SIMÓNJDBS CllOS
y a las ondas del mar, contrapuso el poder de una estela? · Este recinto sagrado el buen renombre en Grecia
Todo está, en verdad, sometido a los dioses. adquirió por tales guerreros. También lo atestigua Leónidas,
Pero u na piedra la quiebran hasta manos mortales. rey de Esparta, que ha dejado aqul de su valor
De un tipo insensato fue tal ocurrencia. un gran monumento y una gloria inmortn l.
2 (9 D ) 8 (36 P)
De los humanos pequc:fio es el poder, ... El humo es vano y el oro no se mancha,
e inútiles los propósitos y cuitas. pero es en todo la verdad vencedom.
En In breve vida hay pena tras pena. Mus a pocos les dio un dios In virtud
Y In muerte ineluctable siempre espera. hastn el fin. Que no es fácil ser digno.
Porque igual porción de ella reciben Porque a uno, a su pesar, le domina
los valerosos y quien es cobarde. la codicia invencible o el aguijón
poderoso de la taimada Afrodita,
3 (6 O) y las rivalidades muy impulsivas.
Siendo humano, jamás digas qué va a pasar mañana, Quien no pueda durante toda la vida
ni, 11! ver a alguien dichoso, por cuánto tiempo lo será. por un impecable sendero,
Porque ni el moverse de la mosca de finas alas bastará que sen, en lo posible, bueno.
es tan rápido.
9 (4 0)
4 (8 0 ) Llegnr a ser de verdad un hombre bueno
Porque todo llega a la misma devomdot:a Caribdis, equilibt·ado de manos, pies, y csp(ritu '
las grandes excelencias y la riqueza. forjado sin tara, es arduo empefio. '
17 (92 P) 6 (83D) ,
Ilustre heraldo Tumba ésta es del ilustre Megistias, que amaño los Medos
de la perfwnada primavera, mataron, después de vadear el torrente Esperqueo.
oscuta golondrina. De un adivino que, aunque sabía su muerte cercana,
no quiso entonces dejar a los jefes de Esparta.
18 (93 Pl
El parecer incluso a la verdad doblega.
PÍNDAl\0 01>
(J22-448 11. C.J
EPIGRAMAS ATRIBUIDOS A SIMÓNIDES
Al'istófnnes de Bi.zoncio compiló los poos!ns do Pfndom conservadas
1 (92 D) (En TcrmópUas) en In Biblioteca de Alejnoddn en diecisiete libros. Himno.r o los dioses,
Pcane.r, Dilirambos, Cantos de procesí6n, ContrJs de danzo,
Extranjew, anuncia a los Lacedemonios que aqtÚ Bncomio.r, 'frenos y Epinicios formobnn el conjunto de 1<1 vistoSA obro
yacemos, obedeciendo las órdenes que nos dieron. de este gran autor. Ln trndición hil conservado hnsLu nosotros tan ..Sio
los cuatro libros en que los alejandrinos cnmlogaron los Epinicios, orde-
nados seg(m el lugar de la victoria atlética que celebraban en odas ollm·
2 (118 D) (En Platea) picas, pflic11s, lstmic11s y nemeas. Una serie no dcsprccinble de frngmen·
Si es el bien morir la más alta muestra de virtud, tos nos permiten dnr un vistnzo a otro tipo de poemas, pero Píndnro es,
a nosotros entre todos nos la otorgó el destino. pnrn nosotms, po•· la •·nzón expuesta, el auwr de esos cantos triu nfales.
caractcrlsticos de In colrura griega de una época.
Porque, empefiándonos en defender la libertad de Grecia, En esos cantos pueden dJstinguirse eres elementos: la temática mftlca,
hemos caído, logrando nsf un perenne prestigio. que el pO(:M evoca de un modo libre y n través de alusiones e imágenes
brillantes (sin relatar detenidamente cl miro que los oyenres ya cono-
3 (121 D) (En Platea) cen), el motivo ocasional de la victorio otlérica (que es tMJbién objeto
de rápidas alusiones sin 8<-udir a descripdoncs concretas) y In conclusión
Dejando una fama inmortal aquí éstos en pro de su patria ética, es decir, In lección que el triunfo, premio a la virtud, ofJ·ece, pnro
se vieron envueltos en la negra nube de la muerte. gloria de In fnmilin nristocráticn que ha encargado el himno. Mito, sen·
No están muertos, aunque mul'ieran, pues su valor rendas morales (consejos) y datos ocnsionnles Componen el esquema b&·
sic<> del entramado muy .libre, sobre el que se edifica el himno triunfal.
del dominio de Hades los alza y corona de glol'ia. Hemos elegido en nuestra versión In 0/fmpica 1 y la Pltica 1, por ser
las odas más fnmosns, In Pltica JV, uno de los más amplias, con un toma
4 (122 D) (En Tegea) mhico muy extenw, el de los ArgonautAS, y In .Pitica VIII, senci lla
Gradas al valor de estos hombres al cielo no llegó y sentenciosa, uno de los últimos poemas de Píndru·o. Y luego ullndimos
un. encomio: el dedicado al joven Teóxeno, con acentos un r.nmo per·
el hwno de la vasta Tegea presa de.l incendio. !l<males.
Hablan decidido legar a sus hijos una dudad floreciente
en Ubertad, y morir ellos en las primeras filas. Otfmpica r
A Hierótl de Siracusa, vencedor en las carreras de caballos
5 (123 D) (En Tegeo) (con S'U con·el Ferenico, m 476)
Recordemos a hombres de recto valor, cuya tumba aquí está.
.Ellos murieron salvando a Tegea, la de buenos rebaños, Lo mejor es. de un lado, el uguu y, de otro, el oro, como ar·
guerreros en pro de su ciudad, para no permitir la ruino [diente fuego,
de Grecia, cuando iba a perecer su libertad tan preciada. que destaca en la noche por enc.ima de la magnífica riquc-m.
104 Poes!a l!tica griega (vn-IV a. C.) El t-anto coral 105
Y él se Je apareció muy de cerca ante sus pies. conflo en alabarte en otra glorin mds dulce,
Pélopc le habló: «Si en algo los caros dones encontrando el camino reparador de los elogios,
de Cipris, oh Posidóo, tu agradecimiento logran, a ti junto con tu carro,
detén la lanza broncínea de Enómao, condúceme en carro velo- volviendo ni destacado monte Cronio. Pues para mí
ti Elide, y empújame a la victoria. [dsimo alimenta la musa con su poder el más vigoroso dardo.
Porque él, tras de matar o pretendientes, Unos son grandes en unas cosas, otros en otras.
pospone el matrimonio de su hija. Pero la más alta cima es corona de los reyes.
No atrae a un hombre sin coraje el gran peligro. No orees más lejos.
Entre quienes tienen un fatal morir, ¿por qué rumiaJ: Ojalá puedas escalar en esta vidn In altura,
sentado en In tiniebla sin objeto hnsta una oscura vejez? y a m{ me sea dado frecuentar u los tantas veces vencedores,
Pero para mí está dispuesta siendo insigne por rui sabiduría
esa aventura. Dame tú un buen éxito.» po•· doqu ier entre los griegos.
As! le dijo. Y no se cmpefíó en palabras inútiles.
El dios, que lo estimaba, le dio un carro de oro
y unos corceles incansables con olas. Pltica 1
Y venció a Eoómao y desposó a la doncella. Para Iiier6n de Etna, vencedor en la carrera de carros
Engendró seis hijos, caudillos guerreros, destacados en virtudes.
Y ahora con espléndidos sacrificios Aure.1 lira, de Apolo y de las Musas de violáceas trenzas
sangrientos es honrado, presea justamente compartida, o ti te atiende
tendido junto al curso de Alfeo, el paso de danza que da inicio a lo fiesta,
en una tumba bien cuidada junto a un altar y obedecen los cantores tus avisos
muy frecuentado por visitantes extranjeros. cuando de los preludios que arrastran al coro
Y la gloria de Pélope desde lejos fulgura formas, vibrante, los primeros acordes.
en las carreras de las O limpínclus, Incluso el rayo, lancero de irrestufiublc fuego,
donde ri valizn lo velocidad de Jos pies tú upugas. Y duerme sobre el cetro
y los audaces primores de In fuer:r.a ffsicn . de Zeus el águila, relajando
Y el que vence consigue paru el resto a ambos costados su ala rauda,
de su vida una muy dulce gracias a los Juegos. In reina ele los aves, cuando
Ln repetida felicidad de cndn elfo sobre su curva cabeza oscura niebla,
resulta lo más alto para cualquier morta l. suave cerrojo de sus párpados,
A mi me es preciso coronar a Hierón tú· has derramado, y dormitando ella
con hípica tonada y canto eolio. mece el lustroso plumaje de su lomo,
Y estoy convencido de que ningún otro huésped, por tus efluvios dominada. Y hasta el violento
al menos de los de ahora, a la vez sabio en vinud<.-s Ares deja a un Indo la hiriente punta de su pica,
y más poderoso en su dominio, y suaviza su corazón en el ensueño.
se engalanará (como él) coo los gloriosos loores de mis himnos. Tus saetas, s!, hechizan el ánimo tnmbién
La divinidad, que permanece velando ¡>or tus afanes, de los dioses, por la magia del hijo de Lcto
se cuida de ese anhelo, Hie•·ón. y de lns Musas de talle profundo.
Y si no te abandona de repente Y todos aquellos seres que nbomina
108 llrica griega {vll-IV •- C.¡ El canro coral 109
Zeus, se esU'emecen al oír lo voz sobre estos éxitos de ahora induce a creer
de las Piérides, en la tierra que en el futuro será ciudad famosa por las coronas hípicas
o en el mar indomeñable. y renombrada en las fiestas de bellas canciones.
Incluso el que yace en el espantoso Tártaro, Tú, soberano de Licia y de Delos,
el enemigo de los dioses, Febo, que amas la fuente Castalia en el Pnm aso,
T ifón, el de cien cabezas, a quien untafio ojalri qu ieras guardar estos votos en tu mente
una famosa cavernn d e Cilicio crió. y u esa región de buenos guenews.
Pero ahora, sobre él, los acantilados de Cumas, De los dioses, pues, proceden todos los medios
batidos por el mru:, y Slcilia le oprimen de la excelencia humana; por ellos los hombres
el velludo pecho; y lo aprisiona son sabios y de bra1.os vigorosos y hábiles de lengua.
un pilar del cielo, el níveo Etna, Y al proponerme yo ensalzar a ese hombre
que todo el año agudo hielo nutre. confío no hacer como e l que el dardo de broncínea punta,
De sus abismos emergen rugientes eras blandirlo en In mano, arroja fuera del campo de tiro,
manantiales de fuego inaccesible. si no supcrnr n mis rivales lnn7.ándolo muy lejos.
Sus ríos derramnn una corriente P orque ojultl el tiempo siempre nsf In d icha
y humean te durante los días. y dote de ri quezas le ofrezca en recto pago,
Y en las tinieblas de la noche la llama roja y proporcione el olvido a sus fatigas
rodando arrastra las rocas con retumbo Cierto que podrfu recordar en qué batallas, en los guerras,
hasta la honda cavidad del mar. firme se irguió con intrépido ánimo,
Aquella bestia es quien arroja en nito cuando encontraron (sus hermanos con él) en manos de los dio-
los más terribles torrentes de Hefesto. un honor cual ningún otro de los griegos cosecha, [ses
Un pwdigio asombroso resulto contemplnrlo, magnifica corona a su riqueza. Ahora, por cierto,
y asombro es oído, cuando uno Jo presencia. sig1.1iendo la pautn de Filoctetes,
Tal monstruo está preso entre las cumbres se ha puesto en cmnpnñn. En la necesidad induso
de oscuras frondas del E tna y su llanurn. quien es muy nrrogunte le halaga pan• hncel'le st• am igo.
Y el lecho en que se tumba le desgal'l'n Cuentan que o sacarle de Lcmuos (donde escnbn)
y todo el lomo le lacera. torturado por su acudieron
¡Ah, si pudiera, Zeus, pudiera agradarte! unos héroes scmidioses 11 por el arquero hijo de Peante.
A ti que dominas esa montaña, frontal El destruyó la ciudud de Príamo, él puso fin
de una tierra de bellas cosechas, cuyo nombre n los esfuel'7.os de los Dánaos;
su ilustre fundador dio a la ciudad vecina aunque avanzaba con un cuerpo enfermi7-0,
y cubrió de gloria. Que en el estadio pllico sin embargo era el elemento de la Moirn.
lo voceó e l heu ldo que proclama Que así la divinidad endcrezadora sostengo
!u hermosa victoria de H ierón con su carro. a Hier6n codo el tiempo venidero, dtindole el (ruto que unsfu.
Les resulta u los posnjcros d e un bn•·co Musa, ahora concédemc cantar en la mo•·ndo
un primer gozo que, al zarpar, les llegue de Dlnómenc:s c:l triunfo de esa cuudrigu.
favorab le a su viaje el viento. Pues uno piensa Pues no es un gozo ajeno la victoria de su padre.
que es probable que también al final consiga ¡Vamos, encontremos lueRO uo himno grato al rey de Etna!
un regreso mejor. Y el clilculo Para él esa ciudad en In libertad de divino cimiento
110 Poesfn !frica griega (VII-IV a. C.) El canto coral 111
fundó Hierón según las leyes trazadas con doria plomada. Que si algo vulgar se te escapa,
Quieren los de Pamfilo va a ser considerado enorme, por provenir de ti.
y, en general, de los Heraclidas De numerosos asuntos eres juez.
que habitan al pie de las crestas del Taigeto, Muchos son los testigos fieles de tus actos, buenos y malos.
pe¡·sisd•· siempre en los preceptOs de Egirnio, :Persistiendo en tu espléndido talante,
como Dorios. Y conquistaron Amidas, venturosos, si deseas gozar siemp1·e de amable reputación,
partiendo del Pidno, y son de los Tindáridas no te canses de gastar en exceso.
de blancos co•·celes vecinos afamados, Suelta, como un piloto,
y ha florecido la gloria de sus lanzas. toda la vela al viento. No te dejes, amigo,
Zeus cumplidor, que así siempre distinga engañar por las ganancias atractivas.
la suerte de los ciudadanos y sus reyes junto al agua del Amenas Sólo el póstumo resplandor de la gloria
el verídico relato de las gentes. revela la vida de los hombres que f.ueron,
Y con tu ayuda ese caudillo, a través de cronistas y poetas. No se extingue
delegando en su hijo, honrando al pueblo la prudente excelencia de Creso.
lo ditija hacia una paz armónica. Pero al que en un toro de bronce quemaba (a sus vkdmas),
Asiente, te suplico, Crónida, a Fálads, de despiadada mente,
a que, domado, se contenga en su hogar odiosa fama le envuelve en todas partes.
el Fenicio y el alborotar de los Tirrenos, Y tampoco las lims lo acogen bajo techo
que ya ha visto su violencia desastre de sus naves ante Cumas. como amable compañía para los cantos de muchachos.
Tales pérdidas sufrieron derrotados por el rey de Siracusa, El gozar de éxitos es el primero de los premios.
que desde sus naves de raudo curso Buena reputación el segundo acierto.
anojó en alta mar a sus jóvenes guerreros, Y el hombre que lo tU10 ') lo Ot'ro se ¡n·opone y conquista,
librando a Grecia de una pesada esclavitud. éste se ha ceñido la más alta corona.
Invoco junto a Salamina el favor de los atenienses, en u·ibtl!O,
y en Esparta evoco la baealla ante el Cite•:ón,
en donde fracasa•·on los Medos de arcos curvos. Pítica IV
Mas en la ribera de claras aguas del Ilímera A Arce.rilao tf..e Cirene, vencedor en la carrero de corros
celebrará mi himno a los hijos de Dinómenes,
que por su excelencia lo hnn me•·ecido, Hoy debes detenerte en cnsa de un amigo,
tr:IS la der•·ota de los enemigos. del rey de Ci rene, la de buenos cabaUos,
Si hablas lo preciso, concertando en breve parn que, junto a Arcesilao que da su festejo,
los términos de mucho, menor será el reproche de las gentes. tú, Musa, acrecientes el airoso tropel de los himnos
Pues el continuo exceso embota que se deben a los hijos de Leto y a Delfos.
las esperanzas repentinas. Allí una vez la sacerdotisa que se sienta
Y apesadumbra el ánimo en secreto de la gente entre las áureas águilas de Zcus, estando Apolo presente,
el oír en demasía de los triunfos ajenos. predijo que Batto, colonizador de la fértil Libia,
Pero, no obstante, ya que mejor es la envidia que el lamento, iba a abandonar su isla sagtada (de Teta)
no desistas deJ bien. Rige con justo dmón y a fundar una ciudad afamada por sus carros
a tu pueblo, y forja en el yunque de la verdad tu lengua. en lo alto de una blanca colina.
U2 Poesfo llrico griego (viHv e . C.) El canto corll 113
Y darlo cumplimiento 11 la profecía de Medea, recibió la divina peUa de tierra.
en la decimosép tima generación, aquella que antafio Sé que ésta cayó del barco al mar
a Tero valicinó la inspirada hija de Eetes, y se sumergió en lu ondn salada
la reina de los Colcos, con su lengua divina. un anochecer, arrnstradu por el húmedo oleaje.
Que asl les dijo u los scmidioses de la tripulación ¡Cuán a menudo había encargado
del bravo guerrero Jasón: a los servidores que nos libran de fatigas
«¡Escuchad, hijos de dioses y de magnánimos mortales! que se cuidaran de ella! Pero sus mentes lo olvidaron.
Alirmo, pues, que de esta tierra zarandeada por el mar, Así que en esta isla se ha derramado
un día la hija de Epafo (Libia) hará brotar la indestructible semilla de la vasta Libia
una raíz de ciudades, gloriosa entre los hombres, antes del tiempo de sazón. Pues si en su patria
que florecerá junto a los terrenos de Zeus Ammón. la hubiera arrojado, junto a la subterránea boca del Hades,
Trocando los delfines de alas cortas al regresar a la sacro ciudad de Ténnro Eufemo,
por yeguas fugaces, el rey hijo de Posidón, señor de los caballos,
y los remos por riendas, a quien la bija de Tido, Europa, dio a luz antaño
{sus habitantes) guiarán carros veloces como el viento. en las riberas del río Ce6so,
Aquella profec1a ha de cumplirse: su estirpe, en la cuarta generación de descendientes,
que de grandes ciudades será metrópolis Tera. habl'fa conquistado con ayuda de los Dánaos
Según esto, una vez en la desembocadura del lago Tritónide, aquel vasto continente. Fue en aquel tiempo cuando
Eufemo, que habla bnj:1do de la proa (del navío), aceptó emigraron de la gran Lacedemonia
la tierra que como presente de hospitalidad le ofreda y del golfo de Argos y de Micenas.
un hombre divino en :1pariencia, al tiempo que, presagio propi- El caso es que aho•·a encontrará una descendencia escogida
el Ct·ónida, Zeus Padre, daba el•:etumbo de un trueno. [cio, en los lechos ele mujeres de orra es tirpe,
Sucedió mientras colgaban al costado de la nave y sus hijos, con el aprecio de los dioses,
el ancla ele mancllbu la brondnea, freno de la rápida Argo. vendnin a esta isla y engcndrorón ni homb1·e
Durante doce dlus antes habíamos transportado que ha de se r scilor de esas llanuras de negras nubes.
desde el Océnno sobre los lomos de la tierra A él se lo recordará luego febo,
el marino nl·mn7.Ón del navío, atendiendo a mis consejos.
Entonces, soli tnrio viandnnte, sobrevino el dios,
en SLImur áurea morada, con SUS orácu los;
cuando é descienda nJ templo p{tico, mucho tiempo después,
revistiéndose In npuriencio nugusta de un hombre venerable. le dirá que conduzco en sus navfos a m uchos
Comenzó con palabras de amistad, cual los benefactores hacia la fértil región del Nilo, sa ntuario del Crónida.»
dirigen pnra invitar ul banquete a los extranjeros que Tiegan. Asl fueron las frases proféticas de Mcdcu.
No obstante, el motivo del deseado regreso nos impedía Se pasmaron, inmóviles y en silencio, los héroes
uguardnr. Dijo que era Eur!pilo, semldioses que hublun escuchado su densa predicción.
hijo del inmorta l Sostenedor de la tierra, ¡Oh feliz hijo de Polimnesto!, u ti con ese relato
del Estremecedor de In tierra. Pero advirtió nuestra prisa. te endcre7.Ó el destino el oráculo de la abeja délfica,
En sc¡¡uida tomando un puñado de barro con su mano diestra con una respuesta no provocada, surgida de eUa misma.
trutó de ofrecernos aquel ocasional don de hospitalidad. Ella n grandes voces te saludó por tres veces
Y no la rehusó Eufemo, sino que, saltando a la ribera, y te proclamó predestinado rey de Cirene,
encajando su mano en la mano del dios, el héroe cuando tú la consuhabas qué remedio habría
S
11 4 Pocs!a !!rica g,riega (Vlt-IV a. C.) 81 canto coral lt 5
de Jos dioses para tu habla tartamuda. Y también o T icio lo mató una rauda snetn de Arremís,
Y cuán mucho desptlés, en verdad, precisamente ahora, surgida de su invencible carcaj,
como en la sa1.ón de In primavera de variopintas flores, paro que desee todo cl mundo aspirar
8orece entre sus hijos el octavo vástago, Arcesilao. al contacto de aquellos amores que enea en lo posible.»
A él Apelo y Delfos le han o torgado, Los unos con los otros respondlanse
por medio de los Anfictiones, la gJorín del triunfo y tales cosas murmuraban. Y sobre su carro sól ido
en la carre ra de carros. Yo lo transmitiré a las Musas tirado por mulas, atropell uda mcnre, presentóse,
a él y al vellocino todo de oro del carnero. presuroso e inquie to, Pelias. Se quedó al p un to pasmado,
Pues en pos de aquél navegaron los Minias, ni divisar el muy famoso cnlzndo (del exu·anjero)
y de uhí nacieJ:on sus honras de ori gen divino. que llevaba una sola sandalia en e] pie derecho.
PllCS ¿qué comienzo tu vo la exped ición naval? Disimulando en su ánimo el tcn·OI', le dú·igió la pa labra :
¿Qué acerado riesgo los ligó c?n clayos? «¿ Qué pnfs, oh extranjero, nombras como tu patr ia?
IIabín un presagio de que Pell as 1ba a mom ¿Y cuá l de las hijas de la tierra te snc6 de su blanco vientre?
a manos de alguno de los nobles Eólidas Sin ensuciarte con odioslsimns mentiras,
o por sus inflexibles añagazas. declaro tu linaje.»
Le llegó un vaticinio que heló su A él, con firmeza, pero con palubrus amables,
proferido desde el centro del «ombligo• (délfico) así le respondió [Jasón): «P roclo mo haber recibido
de la madre tierra de bellos órboles. mi educación de Quirón. Pues vengo de su cueva,
Que por todos medíos se mantuviera en total defensa de junto a Cariclo y Filira; alli me criaron
contra el hombre de u na sola sandalia, los castas hijas del Centauro.
cuando de su escarpado reducto él acudiera Al haber cumplido veinte años,
a la clara tierra de la ilustre Yolcos, sin haber cometido ninguna acción ni d icho palabra indigna,
tanto sí era extranjero o del pnls. Y , a su tlempo, he venido aquf, a mi patria,
llegó, con sus dos lanzas, un reclamando la nntigun dignidad de mi podre,
Unn doble veste le cubrla: la tuntcn t!ptcn al'l'ebatnda por otro 1·ey contra lo esrahlecido,
de los Muguetes se ccilla u sus ad mirables la d ignidad que antaño o torgaru Zcus
y se abrigaba con una piel de pantera contra frías. u Eolo, caudillo del pueblo, pa1·a él y sus hijos.
Los espléndidos bucles de su cabellera no hab1an stdo co rtados, Me he e nterado, pues, de que Pelí ns, contra la ley,
s ino que cubrían, como una llamarada, sus espaldas. obedeciendo a su pérfida inteligencia,
Al momento avanzó en linea recto y se detuvo, la ha arrebatado violentamen te a mis pudres,
mostrando su intrépida decisión, primeros y legitimes reyes del pals.
en medio del ágora repleta de gente. Ellos, temiendo la b rutalidad del feroz déspota,
No le conocían. Pero, al mirarle temerosos, apenas yo vi la luz primera,
todo el mundo se dijo algo as{: dispusieron en la mansión un sombrlo lu to
«Este no es, desde luego, Apelo; como si hubiera muerto, y, entre el plañir de Jas mujeres,
ni tumpoco el esposo de Afrodita, el del carro de bronce. en secre to me enviaron, en pnñnles d e pú rpura,
Y cuent.fl n que en la espléndida Nnxos muriemn ya confiando mi escapada a la noche, n Q uirón,
los hijos de Ifimedea, O to y tú , el Crónida, y a él me ent regaron pnra que me criara.
nndnz soberano E6altcs. Conque por esHts palabrns sabé is lo esencial.
116 Poesla llrica griega (VJHV a. C.) El canto coral 117
Respetables conciudadanos, indicadmc sin vacilar Descendientes de aquellos en tercero generación
la morada de mis antepasados de albos corceles. vemos ahora nosotros el fulgor dorado del sol.
Porque vengo como hijo de Esón, natural del país, Los Moiras se apartan de quienes
y no a una tierra extraña y ajena. por una enemistad llegan a ocultar
El divino Centauro al Uamarmc me daba el nombre de Jasón.• el respeto mutuo por su común origen fami.Har.
As! habló. Mientras él avanzaba No es decente que nosotros dos
le reconocieron los ojos de su padre. con espadas de penetrante bronce ni con dardos
Entonces brotaron las lágrimas de entre sus viejos párpados, nos repartamos la. gran clignidod de nuestros antepasados.
y u que se regad jó en toda su alma, al ver Ahora bwn, yo a u cedo los rebaños de ovejas
a su hijo que destacaba corno el más bello de los hombres. y las de I'OJIZOS bueyes y todos Jos campos,
Y sus dos hermanos acudieron tnmblén ambos que tu has arrebatado a mis padtes y nutren tu fortuna.
al rumor de su llegada. Peres de cerca, Y no me apesadumbra que eso aumente demasiado tu hacienda.
dejando anás la fuente Hipcreidn, Per·o, en cuanto al cetro monárquico y al trono
y Amitón desde Mesenin. Sin tardanza . en el que antaño se asentaba Salmoneo
llegaron Admeto y Melampo, para saludar a su pnmo. a administr·ar sus sentencias a su pueblo de caballeros
Acogiéndolos con el debido honor de un banquete, eso, sin originar un muruo enojo, '
Jasón les dirigió dulces palabras cédcnoslo, para que no surja de ello
y les presentó los adecuados regalos de hospitalidad, un nuevo desastre.»
para extender toda la alegria de In fiesta Asf elijo entonces, y con calma le respondió Pelias:
durante cinco noches seguidas y cinco dfas, «As! me comportaré. Que ya me envuelve
recolectando el sacro primor del vivir placentero. el manto de la vejez por mi edad. En cambio
Pero al sexto, presentando con seriedad toda su historia, tu juvenrud en flor ha poco que al:>:a su ola.
un principio, el héroe pidió lo cooperación Tú puedes aplacar la ira de Jos dioses subterráneos.
de sus parientes, y el los se clispusieron a seguide. Pues Fdxo que traigamos de regreso
A1 momento se levantó de su asiento junto con ellos. su espll'llu, yendo hasta lu mansión de Eetes
Y se presentaron en el pa lacio de Pelins. Y que traigamos también 1n piel de vellón' denso del camero
Decididos se plantaron en su interior. Y al o!rlos, sobre el que una vez él se snlvó del ruta mar '
les al paso él en persona, y de los sacrilegos embates de su madrastra.
el hijo de Tiro, la de seductores bucles. Jasón, Un prodigioso suefio me vino a hablarme de esto.
desgranando con suave tono un discurso conciliador, Ya he consultado el oráculo de la fuente Castalia
echó las bases de sus sagaces palabras: sobre si .debfa emprender alguna empresa. Y me incita
«Hijo de Posidón Rocoso, A lo antes posible la expedición en una nave.
es el esplritu de los hombres demasiado pronto Realiza de buen grado esa prueba. Y te juro
a preferir una tramposa ganancia a la justicia, que te dejaré gobernar solo y ser rey.
pero con ello se encaminan a un amargo mañana. Haya entre nosotros un fuerte juramento
Sin embargo, tú y yo debemos depone r nuestros rencores sea nuestro testigo Zeus, nuestro común.»
ante lo justo, y tejer un porvenir dichoso. Tras de haber concluido este pacto se separaron.
Te hablaré como a quien sabe el tema. Una misma Luc¡¡o, en seguida, el propio J nsón envió
fue la mHdre de Crcteo y del intrépido Salmonco. heruldos a proclamar por doquier la expedición naval.
118 Pocslo llrica griego (vu-tv o. C.) El canto coral 119
Rápidamente acudieron tres hijos de Zeus, De las nubes le respondió la voz favorable
incansables en la batalla: cl nacido de Alcmenn, del trueno. Y fulgurantes surgieron rasgándolas
de oscuros párpados, y los de Leda; los resplandores del relámpago.
y dos guerreros de alta melena, !vos suspiruron confiados en los signos
de la estirpe del Estremecedor de la tierra, de la dtvtrudad. Y el augur dio la voz
respetados por su coraje, desde Pilos y la cumbre del Ténaro. de que se aplicaran a Jos remos
Su gloria quedó consagrado: la de Eufemo y la tuya, suscitándoles dulces esperanzas:
poderoso PericHmeno. Y comen?.ó el bogm· infatigable de:: sus raudos bra?.os.
De la estirpe de Apolo vino el talledor de la lira, Con los soplos del Noto impulsados
el padre de los cantos, el muy alabado Orfeo. Uegaron. a la desembocadura del Mar Inhospitalario.
Hermes, el de In varita de oro, enviaba Allf_ded1cnron un santo recinto a Posidón Marino.
a dos hijos a tan ardua empresa: Teman a mano un tropel rojizo de toros tracios
a Equlón y a Erito, desbordantes de juventud. y base recién consu·uidn de un altar de piedras.
Presurosos acudieron Jos que moran .rr a al profundo peligro
en torno a las faldas del Pangeo; h1c1eron suplicas al Señor de las naves
pues turnbién muy de grado, con ánimo jovial, que los sacara salvos del movimiento imparable
los enviaba su padre, Bóreos, el rey de los vientos, de las Rocas entrechocantes. Porque enm dos vivas
a Zetes y a Calais, que tenlan ambos que rodaban más vertiginosas que las ráfagas ' '
a su espalda unas alas purpúreas que vibraban. de los vientos de hondo ulular. Pero desde entonces
Y en los semidioses prendln Hera el navegar de los semidioses les puso un fin.
el dulce anhelo, que de l'Odo persuade, Llegaron luego ante el Fasis.
hacia la nave Argo, para que ninguno se quedara Allí en( rentaron su violencia a la de los Colcos
junto a su madre rezagado, gastando una vida sin riesgos, de negra faz, en la morada del propio Ectes.
sino que, incluso a costa de la muerte, Per? !:a Sob.erana de las flechas más rápidas,
hallm·an al lado de sus otros enmaradas la d1osa en Chipre, desde el Olimpo,
el más hermoso botín de su excelencia. atando sm escape por sus cuatro miembros
Cuando en Yoleos se congregó la flor de los navegantes, una al aguzanieves (en un rito mágico)
les pnsó revista u todos d6ndoles In bienvenida Jnsón. 1ntrodu¡o por vez pnmera el pájaro del delirio
Y, a sus órdenes, consuh ó los augul'ios y enseñó conjuros y fórmulas de hechizo
por medio de las aves y las suerres sagradas al prudente hijo de Esón (a Jasón),
el adivino Mopso, y, confiado, hizo embarcar a la tropa. a fin de .que despojar? a Medea del pudor ante sus padres,
Y , una vez que sobre el espolón de prou y In pas•ón por Grec1a la atormentara en sus entrañas
hubieron suspendido las nnclus, abrasada de amor bnjo el látigo de Persuasión. '
tomando en las manos una copa de oro Y pronto le indicó los recursos
su jefe, erguido en la proa, invoc6 al Padre de los Celestes, a las pruebas propuestas por su padre.
a Zeus que tiene por lan?.a el rayo, y a los embates de las olas Y con un ncei te mezcló las drogas
que nccleran la mnrcha, y u los vientos y las noches , que remediaban los más fieros dolores
y los senderos de la mar y los d!as de bonanza y se lo dio para que se lo untot·n.
'' la Moira del regreso. Y acordaron unirse uno con otro en común
120 Pocs!a lírica griega (VlHV a, C.J mcanto coral 121
y dulce matrimonio. el corto sendero. ¡Para muchos otros
Así que, luego, Ectcs hizo arrastrar soy un guía de sabidur!a!
al centro del campo un arado de acero y unos toros, a sus urgucias, mató (]asó o)
que de sus belfos bermejos exhalaban llamaradas a In de o¡os glaucos y variopinto lomo,
de fuego abt·asador, y al caminar oh Arccsdno, y rnptó con su consentimiento a Medea
desgarraban el terreno con sus poros bronc!ncas; lo matadora de Pellns. '
él solo los condujo bajo el yugo y los avanzar. Se por los del y en el Mar Rojo.
Los impulsaba trnznndo rectos largos surcos, Y se con la tnbu de las Lemnlas homicidas.
y hendía el lomo de la tierra de labor en una braza Alll tamb1en demostraron el vigor de sus miembros
de hondura. Y dijo as!: «Si este trabajo en un certamen arlético, con un vestido por premio,
logra cumplirme vuestro rey, ése que Y se acostaron con ellas. Y entonces, en tierras ajenas,
está al mando de la nave, puede llevarse se unplantó una mofiana o una noche la chispa divina
el coberror indestructible, del rayo de vuestra prosperidad. Pues aJlf
el fulgurante vellocino de copos de oro.» quedó plantada la estirpe de E uferno pa1·a siempre.
Cuando aquél habló as!, dcspojóse ) asón de su tú.nica Luego adoptando el género de vida de los hombres
azafranada, y luego, confiando en la divi nidad, de .Lacedemonia, colonizaron, con el 1·iempo,
se aplicó al cmpcfio. No le turbaba el fuego la Isla que antaño llamaron Hermosísima (Tera).
gracias a los hechizos de la maga extranjera. Desde alli os ofreció el hijo de Lera
Empuñando el antdo, atando las cervices bovinos parúr, con los beneplácitos de los dioses
a los aparejos del yugo, e hincando en sus amplios costados a la llanura de Libia, para regir la clivina '
el hiriente aguijón, el fornido héroe ciudad de Cirene de rrono dorado
cumplió hasta el fin In rarea propuesra. con la inteligencia y el buen consejo que habéis enconrrado.
Aulló, a pesar de lo inex presable de su angustin, I?terpreta ahora con la sagacidad de Edipo.
Eer.es, asombrudo de su potencio. SI uno, p ues, con un hacha de corre afilado
Entonces sus cama radas tcndfan sus manos amigos desmocha lns rnmas de unu gran encinn
hacia el fuerte caudi llo, y le coronaban y destroza su nd111irable belleza '
con guirnaldas de hierba y le vitoreobnn con alegres palabras. con su fruro perdido ella d; cesri111onio de s(,
En seguida el prodigioso hijo de Helios (Eeres) cuando acab.a tal vez en fuego un invierno,
les dijo dónde hablo dejado la destelleante piel bien cuando sosuene, con otras señoriales columnas,
la cuchilla de Frixo (después del sacrificio). un techo, y cumple su trisre trabajo
Confiaba en que Jasóo oo podr!a realizar entre muros ajenos, dejando desierto su terreno naral.
aquel tremendo esfuer7.o aún restante. Tú eres el médico más acertado
Pues eswba guardado en una selva, y Peán te ofrece su luz. '
y lo retenlan las feroc(simas fauces de un d1·agón, T ienes que cuidnr la llaga de una he rida
que en lo ancho y lo largo sobrepasaba imponiéndole tu suave mano. '
a una nave de cincuenta remeros, Porque es fáci l a¡¡itar unu ciudad
que han construido 11 golpes de hierro. incluso para los menos dotados.
Largo me es avanzar por el camino ancho. Pero que de nuevo se recobre sobre su lugar
Porque la hora apremia. Y conozco también eso ya es muy dificil, de no ser q ue de repente
122 Poesfn lfric:a griegt (vn-tv a. C.) El canto roral 123
la divinidad se haga su piloto ollado de sus gobernantes. Pitica VIII
Los favores de los dioses se tejen para ti. A Aristómcnes de lf.gina, vencedor en la palestra
e n disponer rodo tu afán
en favor de la Cirene. ¡Oh benévola Tranq.u ilidad, hija de la Justicia,
Y, acordándote de esta sentencia, de las de Hornero, engrandecedora máxima de las ciudades
préstalc atención: dccln que un buen mensajero tú que de los consejos y las guerras '
da el máximo relieve a cualquier enca•·go. guardas las llaves definitivas,
También lo Musa se engrandece con la perfecta proclama. acoge el trofeo de la victoria pltica de Aristómenes!
Y a hn conocido Cirenc, Pues tú sabes realizar la placide-¿ y disfrutarla,
y el glorioslsimo pal acio de Bateo, o la, Ve?f, en el punto exact_o y oportuno.
el espíritu justo de Damófjlo. Y tu, stemprc que alguno Implanta
Porque él es un joven entre los adolescentes, en su corazón el acerbo rencor
y en los consejos cumple como un viejo implacable sales al encuentro tus enemigos
que tuviera cien años de vida. y con vigor arrojas su insolencia al abismo.
Despoja de bello rostro a lo calumnia, No Jo comprendi6 Porfiri6n ni rebelarse
y ha aprendido a odiar al insolente, por .encima de sino. La ganancia más grata
no disputa en contm de los hucnos, es SI, uno ?bttenc de los de quien la da de grado.
ni da largas a ning(m empeño. Pues entre los humanos La v10lt:nctn Incluso al muy Jnctnncioso ubatc en el curso
el momento oportuno tiene breve punto de ocasión. del tiempo. El cilicio Tifón no la evitó
Bien lo sabe. Como servidor lo busca, ni tampoco el rey de los Gigantes. vencidos por el rayo
no como desertor. Pero dicen q ue eso es lo más penoso: y por la.s de Apolo, quien, con ánimo propicio,
<:onocer el bien y estar por fuerla ha acogtdo al hJ¡o de Xeoarces, que vuelve de Ciua
apartado de él. En efecto, también él, coronado con follaje del Parnaso y con dorio
como Atlante, ahora bajo el ciclo combate Cayó no lejos de las Gracias
lejos de su tierra pa tria y de sus propiedades. estn isla, como justa ciudad,
Pero el imperecedero Zeus liberó a los Titanes. de los Eácidos por sus ilustres virtudes.
En el curso del tiempo, al calmarse el viento, ltene una fama perfecta desde antiguo.
hay cambio en las velas. Así que él suplica, Por muchos es celebrada en cantos como nodri?.a
habiendo apurado su funesta dolencia, de atletas vencedores en los Jucgos
ver de nuevo su hogar, y, celebrando y de excelentlsimos héroes victoriosos en promos combates.
junto a In fuente de Apolo sus banquetes, Y en otras cosos se distingue por sus hombres.
entregar u menudo su C01'n?.Ón a la joven alegria, Pero no tengo tiempo para desarrollar
y, sosteniendo en sus manos la lira torncnda, todo un amplio discurso
entre los sabios conciudadanos gozar de la serenidad, al son de mi lira y con suntuoso lenguaje.
sin dar a ninguno de ellos motivo de a!licción Que no venga el hartazgo a irritarnos. Pero mi actual cmpcfío
y sin sufri•· él molcstius de ningún compatriota. vaya en tu favor, oh joven, y que la más reciente de tus
Y ahl podrá contarte, Arccsilao, cobre alas movida por m1 ingenio.
qué manantial de poemas inmor tales ha hallado Porque siguiendo sus en los juegos de lucha, no desmere-
en Tebas, donde fue hace poco mi huésped. de tus tfos maternos, n1 de Teogneto en Olimpia, [ ces
124 Poesía Urlca griega (vtl-IV a. C.) El cinto coro!
ni de In victoria en arduo combate de Clitómaco en el Istmo. corona su vidn con los instrumentos de la recta decisión.
Ennheciendo In estirpe de los Meidylidas, cumples el dicho Pero Jos éxitos no dependen ele Jos hombres; la divinidad los da,
que una vez expresó lnpidarinmente el hijo de Oicleo, al ver lanzando unas veces a uno a lo alto, y aplastando a otro.
n sus hijos resistiendo con la lanza en Tebas, la de siete por- Avanza con mesura. Tienes el premio ganado en Mégara,
cuando desde Argos Uegaron [ tones, y cl del valle de Moratón, y en el cerrnmen local de Hera
en el segundo asalto los Eplgonos. tres victorias, Adstómencs, conquistaste con m empeño.
Asl dijo de los que combadan: Sobre cuatro adversarios arremetiste
cPor naturaleza el noble talante se transmite desde lo alto, planeando su daño.
de padres a hijos. Contemplo claramente P ara ellos no se dec.idió de igual modo (que para ti)
el dragón jaspeado sobre el escudo negro de Alcmeón, en Delfos un regreso jubiloso,
el primero en ovonzor sobre las puertos de Cadmo. ni al llegar de vuelta junto n su madre una suave sonrisa
Y él, que se habla derrumbado por el primer dolor, suscitó el regocijo. Por las callejuelas,
ahora resiste ante el anuncio a escondidas de sus enemigos
de un más favorable augurio, se deslizan temerosos, dcsgnrrados por su fracaso.
el héroe Adrasto. Pero en su casa Pero quien ha obtenido algún reciente triunfo
la adversidad avanza. Y solo del ejército de los Dánaos, muy airoso se eleva
tras de haber recogido Jos huesos de su hijo muerro, impulsado por su gran esperanza
por design io de Jos dioses regresará con su tropa salva sobre los alados poderes de su hombría,
a las anchurosas ca lles de Abante.» Tal fue y tiene una meta superior a Ja riqueza.
lo que exclamó Anfiorno. Snk1dándole también yo En breve espacio crece In dicha de los mortales. E igual
ciño a Alcmeón de coronas y las riego con mi himno, de pronto ene por tierra, zorn nrleada por un designio ineluctable.
porque, como vecino mio y guard ián de mis riquezas, ¡Seres de un d!a! ¿Qué es uno? ¿Qué no es? El hombre es
me salió al paso cuando yo iba al tan cantado «ombligo de la el sueño de una sombrn. Mas cuundo le llega
[tierra,. un rayo de lu:.: enviudo por Zeus, un resplandoJ· brillante
y me amparó con las congénitas habilidades de las profecías. le dlstingue entre los gontes y su existencia es gozosa.
Y tú, Certero llechador, que diriges ¡Querida madre Egi no, en su lihre cmso
el hospitalario, muy glorioso templo protege a estu ciudad, en grada de Zcus y el poderoso Eaco,
en los valles de Dclfos, y con Peleo y el noble Telamón y con Aquiles!
le has concedido alJ{ In mayor de las alegdas,
y ante su patria le has empujado hasta el trofeo
seductor del pcntatlo, en medio de vuestras fiestas. Encomio de Tcóxeno de T éncdos
Oh Soberano, te ruego que con ánimo benévolo
atiendas a todo aquello que compongo En su justo momento debiste los frutos de amor cosechar
en cualquier tonada. oh cora7.6n, en el tiempo de tu juventud. '
Sobre el cortejo de cantores de dulce melodfa Mas quien, mirando los rayos que dcsteUan en los ojos
se halla presente la Justicia. Y la mirada de los dioses, de Teóxeno, no siente el oleaje del deseo amoroso
carente de envidio, invoco, Xennrces, sobre westros éxitos. en su alma, tiene forjado de bronce o de hierro
Pues si alguien ha conseguido fortuna sin un enorme esfuerzo, su negro coraz6n, en la Uama de una frfgida fragua,
a muchos les parece un sabio que entre insensatos desamparado de Afrodita, la de vivaces párpados.
126 Poeslá lfrica griega (VII·IV a. C.J [l1 como coral 127
O ncnso se tortlHR de modo brutttl en afán de riquezas de Dinómcncs alH coronns obtuviero.
o tras el femenino impudor acarrea su alma Y el gentío, admirado, domó:
con trabajo servil toda su ruta. Pero yo, «¡Ah, tres veces bienaventurado el hombre
como devorado por esa pasión, como la cera que, tr:ts haber recibido de Zeus el dominio
de lns santas abejas, me de rrito, cuando veo del máximo poderío entre los griegos,
ltt frescura de In adolescencia en los miembros de los muchachos. sabe no encubrir el torreón de su riqueza
As! ahora habitan en Ténedos la Persuasión y la Gracia, bajo la tiniebla de oscuro monto!»
que acompañan al hijo de Agesilao. Rebosan los templos de [estivos sacrificios
de bueyes, rebosan de hospitalidad los calles.
Brilla con sus centelleos e l oro
6AQUiLIDI!S DE C.EOS
de los trípodes de borde labrado que se yerguen
(505450 a. C.) delante del templo, donde el magnifico recinto
Gracias a dos rollos de llalliro descubiertos a 6nes del pasado de Febo junto a las aguas que brotan de Castalia
en una tumbo hoy parte de: los Epmtctos .Y los gobiernan los Dellios. A lo divinidad, al dios,
Ditirombos de Bnqulltdes, sobnno de y nval, algo m_ós ¡oven , dé uno glorio. Pues es la mejor de las dichas.
de Plndaro como nulor de himnos de vtctorla por encargo. Ptndaro se Es osl que, antaño, al soberano
compora a si mismo con un óguiln. Baqullides, al frnal del poema que de Lidio, domadora de caballos,
aqul he traducido, alude o su propia persono como «poeta de dulce
leu¡¡ua, el de Ceo... El t-omrasle e!llre ambos ?estaca la cuando aquella fa tal decisión
riol'idnd de Pfndnro y d cuidado y buen ofie1o de Bnq.ufltdcs, poeta d<;ll· Zeus llevó n término y fue Sardes
cado, muy buen nnrrnclor, elcgnnte y stn ei tmpulso del, getuo. cap tu roda por el ejército de los Persas,
Estn clortdod de su composicl6n, y s\1 esttlo fácil a Hter6o a a Creso le so lvó In vid u
¡>referirle como col\lor de sus vtctortns olímptcns al
a oda que hemos escogido parn p resentar nqu!,
Píndoro. En
evoca una cu- Ape lo el del arma de ow.
rios• versión sobre el únol ele Creso, el rey .de Ltdio, cuyo trágico des· Aquél, llegando u ton desesperodo d io,
tino n los escritores griegoA lnr¡.:o u empo el relato no pensaba ngu11rdar ya mós para una esclavitud
de Hcr6<.loto 1, 84·92) y enlozo el ejemplo hist6rlco·tnlllC? con conse¡os fecundo en llnn tos, sino que una pira
{umilinrcs n Í·licrón, el tirano dt Sirocusn, enfermo y bcbgcrnntc, como
Filoctetes, pot· entonces. ante el patio de mut·os de bronce se hi7.o alzar,
y a ella con su esposa mu y fiel
y con sus hijas de hermosas trenzas, que lloraban
Epinicio JI/ ínconsolnblcmcnte, se subfa. Y sus manos
(En honor de Hier611 de Siracuya, vencedor 1111 las carreras de levantó al alto ciclo y dijo a voces:
cuadrigas 1!11 tos ]Ut!fl.OS 01/mpicos, en 468 a. C.) «Divinidad de il'1'esistible p<>der,
¿dónde está la gratitud de los dioses?
A la Soberana de Sicilin de 6ptimns cosechas, ¿D6 nde el sobcrn no hijo de Leto?
a Deméter, y a su hija, a Corn, de violetas coronada, Se derrumba el palacio de Alin1es,
celebra Cl!o de dulces dones, y o los raudos el que antes rebosaba de incontables
de Ilicrón que en Olimpio corrieron. riquezas, ahora es sólo escombros.
Porque se lanzaron con la soberbia Victoria . Está devastuda la muy noble ciudud,
y lo Glorio en los márgenes del _de nmphos ':1 se cubre de rojo de sangre el Pactolo
remolinos, y han hecho que el ht¡o feltz de áureas corrientes; y de modo ultrajante
128 Poeslo llrico griega ( VII·I V a. C.) mcanto coral 129
sacan n las mujeres de sus sólidos hogares. Para d sensato voceo cosas razonables.
Lo que antes odiaba me es grnto. Morir es dulclsimo.• Alto es el éter impecable. El agua del mar
Asl habló, y dio a un esclavo lidio la orden no se corrompe. Alegría es el oro.
de prender fuego a la leñosa construcción. Y al hombre no le es lícito, una vez que le llega
Gem!an las muchachas y hacia su madre alzaban la canosa recobrar de nuevo la flor
sus brazos. Pues para los mortales resulta de su juventud. Pero el brillo de la virtud
la previsible la más odiosa de las muertes. de los humanos no se marchita a la par del cuerpo
Pero una vez que saltó del fuego tremendo sino que lo alimenta la Musa. Hierón, tú '
la fulgmante furia, Zeus mostraste a los mortales las más hermosas
colocó encima una nube de negros repliegues flores de lo dicha. A quien gran éx.i to tuvo
e iba ¡¡pagando la n1bia llama. no le proporciona prestigio el silencio.
Nada es inc•·efble de lo que cumple Y al tiempo que con la verdad te celebre
el designio de los dioses. Emonces Apolo, también cantará todo el mundo la gracia '
el nacido en DeJos, llevándose al anciano del poeta de lengua de miel, el ruiseñor de Ceos.
al pnfs de los Hiperbóreos allf Jo afincó,
en compañía de sus hijas de gráciles tobillos,
por su piedad, porque mayores regalos que nadie
hobln enviado a la muy santa Delfos.
Al menos de cuantos mortales en Grecia habitan,
ninguno, muy alabado Hierón, pretenderá
decir que más oro que tú n Loxias ha enviado.
Elogiar puede aquel
que no se sustenta de envidia
u un hombre piadoso, amante de los cuballos, combativo
guerrero que el cetro de Zeus Hospitalario posee
y no olvida a las Musas de violáceas trenzas .
.. . en otro tiempo ...
. . . al eflmero (¿goce?) ...
.. . atiendes. Breve es la vida.
La alada esperanza desboca el pensar
de los eflmeros. El soberano Apolo
... le dijo al hijo de Feres:
«Siendo mortal, puedes albergar dos
opiniones: que sólo mañana
vas a ver la luz del sol,
y que durante cincuenta años
conseguirás una vida de profunda riqueza.
As! que alegrn tu ániroo con pfns acciones.
Pues eso es la más excelsa de los ganancias.,.
Composiciones de la lil'ica popular
ANÓNIMO. CANTOS POPULARES
1 (16 0)
Que son nueve las Musas afirman algunos, ¡cuán torpes!
Además está Safo de Lcsbos, que es la décimn.
2 (14 0)
Las Gracias, buscando ocupar un santuario que en ruinas
no cayera, hallámnlo en el alma de Aristófancs.
l (ll D)
Todo lo arras1ra la vida. Alterar sabe el largo tiempo
el nombre y la forma, y el ser y el destino.
4 (60)
Llantos para Hécuba y las mujeres de Ilión
tejieron las Moiras en su existir de ant¡tflo.
Y para ti, D ión, apenas lograbas el epinicio de tus nobles actos ,
los dioses desparramaron rus amplias esperan?.as.
Ahora yaces en tu espaciosa patria, honrado por tus conciuda-
tú que mi cora1.ón hiciste enloquecer de amor, Dión. [danos.
140 Poes(a llrlca gflega (vn-rv a. C.) Poemu sudtos de pensadores dd s. IV 141
ARISTÓTELES DE ESTAGIRO 2
(384-322 a. C.)
Dale al cocinero diez minas, al médico una dracma.
al adulador cinco talentos, al consejero humo,
A la Virtud (En honor de Hermias) a la prostituta un talento, al filósofo tres óbolos.
Virtud que múltiples esfuerzos procuras al género humano,
la más hermosa conquista de una vida, J
en pos de tu belleza, oh virgen, Tengo cuanto aprendf y medité y en santas lecciones
es en Grecia un destino envidiable morll' me dieron las Musas. Las muchas otras riquezas tragólas el
y soportar feroces, inacabables pesares. [humo.
Tal t s el fruto que ofreces al espíritu,
un don inmortal, más precioso que el oro 4
y que Jos l'adres y que el aura suave del suefio.
Por ti el divino Heracles y los hijos de Leda La pasión de amor la barre el hambt·e; si no, el tiempo;
a mucho se arriesgaron proclamando en sus hechos y si no puedes servirte de estos remedios, la soga.
tu poder de atracción. •
Por sus anhelos hacia ti Aquiles y Ayante 5
bajaron a las mot·adas de Hades. No tengo por patria una torre ni un solo techado,
Por perseguir tu belleza el vástago del benéfico Atarneo sino que por toda la tierra está mi ciudad y un hogar
se vio despojado de Jos rayos del sol. dispuesto a servirme sin más de morada.
Por eso, pues, será motivo de cantos por sus hechos,
y las Musas lo elevarán a inmortal,
las hijas de Mnémosine (la Memoria), FILEMÓN (361-263 a. C.)
que ensalzan el respeto a Zeus Hospitalario
y honran la recompensa de la firme amistad. 1
De mí, en efecto, es dueño otro hombre,
CRA TES DE TEBAS pero de ésos, de ti, y otros mil, la ley;
(Fl. alrededor de 326 a. C.) de otros, un tirano; de los tiranos, el miedo.
Unos son esclavos de los reyes; el rey, de los dioses;
1 el dios, del Destino. Todos en bloque, si Jo adviertes,
son, por naturaleza, menos que éstos y más que aquéllos,
La ciudad de Pera está en medio de un vaho vinoso, y así son por turnos siempre esclavos los unos de los otros.
hermosa y opulenta, t·odeada de mugre, sin dominio niuguno,
hacia ella no navega ningún tipo necio ni parásito, 2
ni el glotón que se deleita con nalgas de puta.
Pero produce tomillo y ajos, e higos y panes, Si en verdad los que han muerto
cosas qt•e no mueven a guerras a unos con otros, su sentir conservaran, amigos, como algunos afirman,
y en ella no visten armas por dinero ni honores. yo me ahorcaría para poder ver a Eurfpides.
143
rndict
El canto coral 87
Alemán de Esparta .. . .. . •.. .. . .. . .. . . .. .. . 90
Estes!coro de Himera .. . . .. .. . .. . .. . .. . .. . 93
Ibico de Regio .. . .. . . .. .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . 94
Anónimo: Etipafio pa.ra la Tumba de Midas .. . 97
Simónicles de Ceos . .. .. . . .. .. . . .. .. ...... . 97
Pfnclaro de Tebas .. . . . • . .. . .. .. . .. . .. . .. . .. . 103
Baquflides de Ceos . .. .. . .. . . .. 126
Composiciones de la lirica popular ... 133
Prólogo ...... 7