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Al Aspirante A Mason

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Digna Leal y Centenaria Respetable Logia Simbolica

Precursora No. 2
Oriente de Mexicali, Baja California

Jurisdiccionada a la Muy Respetable Gran Logia de Estado de


Baja California de Antiguos Libres y Aceptados Masones.

AL ASPIRANTE A MASON
¿Cuáles son las finalidades de la masonería?
Cuando por primera vez oímos decir a una persona “fulano es
masón” la pregunta que surge inmediatamente en nosotros es:
¿Qué cosa significa ser un masón? ¿Es una religión, o una secta,
o un club filosófico, o un partido político, o qué?

Daremos contestación a las siguientes preguntas ...

Masón significa constructor, o sea el que fabrica a cal y canto


un edificio, pero, aunque antiguamente éste título se les
aplicaba a los miembros de las asociaciones de constructores
que dieron a Europa sus mejores edificios de la edad media
y el renacimiento, actualmente lo hemos de entender en su
acepción figurada, diciendo que el masón es el constructor del
templo simbólico de la ciencia y de la virtud. Que construye su
propia personalidad.

En otras palabras, un masón es un individuo que trabaja en


perfeccionarse y en evolucionar, tanto en sus conocimientos
como en su comportamiento moral, y para ello sigue los
caminos que le indica la antigua asociación que se nombra
Masonería.

Correlativamente la institución Francmasónica tiene como


finalidad principal la de construirse en guía de quienes buscan y
anhelan éste perfeccionamiento, para lo cual se va desgranando
una a una sus sabias enseñanzas, en dosis graduadas y de
acuerdo con el adelanto de cada uno de sus miembros a través
del estudio razonado y crítico de la filosofía moral, se obtiene un
mejor conocimiento de las virtudes y del modo de platicarlas.

Pero entonces ¿Cabe decir que la Masonería es una escuela?


Desde luego que no, si entendemos por escuela un lugar donde
se imparten clases sobre materias específicas, basándose en
libros de texto, y se capacita a los alumnos para realizar un
trabajo que les permita ganarse un sustento. La Masonería es
algo más que eso, en primer lugar, su filosofía educativa es
totalmente distinta a la de cualquier escuela, pues en vez de
exigir el aprendizaje de tales o cuales postulados y principios,
estimula la exposición libre, la discusión ilustrada y el desarrollo
y la imaginación y del pensamiento original como medios para
conseguir que cada quien llegue por su estudio independiente y
meditación profunda, a sus propias conclusiones lógicas y a la
afirmación de sus convicciones, por tanto, usa ampliamente el
signo y la alegoría; pero no ofrece de ellos ninguna explicación
fija o dogmática, sino que deja en libertad al iniciado para que
ejercite sus propias facultades deductivas e inductivas para
descifrarlos y aprender por sí mismo las provechosas lecciones
que encierran.

¿Y qué utilidad se tiene de esto?

La historia nos enseña que de la Masonería han salido en todos


los tiempos, hombres de gran visión, acrisolado altruismo
e inagotable energía, que han dado a la humanidad sus más
grandes impulsos de progreso. Para descubrir éstos nuevos
caminos necesitaron nutrirse de la duda filosófica y no de la
certeza dogmática, precisaron examinar lo que no es típico
en vez de conformarse con lo usual y corriente. Tuvieron que
desechar los cartabones, los textos consagrados y los manuales
establecidos, decidiéndose a recorrer las sendas supuestamente
prohibidas para el pensamiento y el descubrimiento de las nuevas
soluciones a los problemas irresueltos. Para esto, dispusieron
de una maravillosa facultad: la imaginación creadora.

Quizá la Masonería ha sido a través de los tiempos, la única


institución que se ha percatado de la importantísima función
que tiene la imaginación creadora en la evolución de la
humanidad y ha descubierto y aplicado un método sencillo y
eficaz para desarrollarlo. Por eso ha sido y seguirá siendo el
semillero de nuevas ideas, el portaestandarte de las vanguardias
y la escuela en la que se modelan los hombres marginales que
viven y piensan entre el hoy el mañana ... Los constructores de
la humanidad.

Pero no solamente a ésto se limita la Masonería; no se conforma


con ver que cada miembro se cultive y se perfeccione a sí mismo,
sino que trata de desarrollar en todos y en cada uno de ellos
el firme sentimiento de fraternidad y abnegación, encausando
cuidadosamente todos sus esfuerzos hacia los nobles fines de
justicia social, equidad, libertad, auténtica libertad, democracia,
progreso material y espiritual de toda la humanidad.

Dejaría la Masonería de ser universal en todas sus finalidades


si se mostrara partidista en algún “ismo” o enemiga de alguna
religión. En su seno se admiten a hombres de todas las religiones
y se respetan las creencias de cada uno y su forma personal de
rendir culto a Dios. Por lo mismo están proscritas las discusiones
sobre los méritos relativos de tal o cual culto, como no está
para reconocer que todos ellos representan modalidades del
sentimiento de veneración del hombre hacia esa entidad
suprema a quien cada persona llama con distinto nombre.

La Masonería resume a todas esas denominaciones a un común


denominador que se le llama Gran Arquitecto del Universo, sin
establecer ningún culto especial para adorarle pues considera
que todos son buenos cuando nacen de los anhelos puros del
hombre.

En concomitancia con éstos principios de libertad de conciencia


de culto la Masonería no pueden permanecer al margen de
cualquier violación de éstos postulados, como cuando los
ministros de alguna religión (Sea ésta católica, mahometana,
budista, etc.) detentan los poderes públicos y la soberanía de los
pueblos. Cuando las religiones convertidas por los hombres en
tiranías esclavizadoras de las conciencias y prostituidas por la
ambición del poder temporal pretenden sojuzgar a los hombres,
la Masonería se yergue como campeona de la legítima libertad
de creer o no creer, atendiendo únicamente a los dictados de
la íntima conciencia y de la razón. De allí que, aunque algunas
veces y en algunos países la Masonería haya adoptado posturas
anti-clericales, no por ello es irreligiosa.

En resumen, la Masonería no es una religión ni disputa los


principios de ninguna religión sino por lo contrario, las respeta
a todas.

La Masonería es más que un club filosófico o una escuela


de moral. Es una libre asociación de hombres de todas las
condiciones económicas y de todos los grados de cultura,
a quienes los une el deseo de alcanzar un desarrollo y una
evolución más altos en su personalidad interna, un dominio
más perfecto de sí mismo, una afirmación de sus convicciones,
una agudización más sutil de sus facultades intelectuales y un
acendrado espíritu de abnegado servicio a sus semejantes.

Dentro de la Masonería éstos hombres encuentran un ambiente


de libertad, de respeto mutuo, orden, seriedad, estudio y
fraternidad. La Masonería contiene una filosofía educativa
propia, basada en el estudio imaginativo y profundo de símbolos
y alegorías, que persiguen como finalidad el desarrollo del
conocimiento particular, original, lógico y constructivo, con
el resultado de que cada masón palpa pronto los frutos de
éste perfeccionamiento personal al notar que se ensancha
extraordinariamente su manera de ver la vida, se despiertan
aptitudes dormidas, surgen perspectivas de mejoramiento y
entran plenamente en el camino que nos transforma en guías y
benefactores de la sociedad.
Historia de la Masoneria

Dejando a un lado muchos y muy antiguos antecedentes


históricos de la Masonería, oscuros e inconexos, señalaremos
aquí que la Francmasonería surgió de las corporaciones de
obreros de la construcción en la Edad Media. Los canteros
alemanes y los constructores ingleses de esos tiempos no
constituían únicamente asociaciones de oficios (“guildas”), sino
verdaderas hermandades en donde se enseñaba y ejercitaba
una teoría secreta de sus respectivas artes y oficios. Muchos
autores han probado que los francmasones no han inventado
su liturgia y sus símbolos, y que tampoco los han copiado
de otras sociedades secretas arcaicas, sino que les han sido
transmitidos por sucesión directa de las sociedades gremiales
de que proceden.

Se pretende que la Masonería es tan antigua que ya existía y


se practicaba en las pirámides de Egipto, en los templos de la
India, en las cavernas de los esenios, en las criptas de los mayas,
en la Academia de Pitágoras y en muchas otras sociedades
iniciáticas de muy remota antigüedad. Las semejanzas, reales o
imaginadas, con los ritos y ceremonias que se llevaban a cabo
en esos remotos tiempos, demuestran que la Francmasonería
llena una íntima necesidad del espíritu humano, cual es la de
buscar la superación personal y encauzar las potencialidades
individuales hacia el bien común. No es pues, la lógica de las
técnicas y métodos que son más eficaces para lograr la evolución
interna en el hombre, a pesar de todas las modificaciones
ambientales que ha logrado la civilización.

La Masonería en su forma actual tomo cuerpo en Inglaterra


a finales del siglo XVII. Con autoridad existían en Alemania,
Francia e Italia las cofradías de constructores, o “masones”, en
donde se enseñaban no solamente las artes y las ciencias que
debía dominar un maestro constructor, sino que se impartían
principios de moral y buena conducta que garantizaran la
armonía dentro de las corporaciones. Los lustros de duración de
las monumentales obras que ejecutaban los “masones” (entre
las cuales se cuentan las más preciadas joyas del estilo gótico)
favorecían que se estableciesen relaciones muy estrechas
entre los numerosos artistas y obreros, los cuales formaban
verdaderos “equipos” bajo la dirección de sus grandes maestros
arquitectónicos, que eran solicitados para ejecutar obras en
ciudades distantes y en diferentes países.

Natural es que, en sus viajes, buscasen la ayuda de otros


miembros de su misma profesión, también agremiados en
cofradías, y que asistiesen a las reuniones de sus “logias”. De
esta necesidad de viajar y ser reconocidos y atendidos, como
de las precauciones que cada agrupación debía tomar para no
admitir entre sus miembros a un operario que fuese a romper
la armonía por su mala conducta o a explotar en su beneficio
personal los conocimientos técnicos que se impartían en las
logias, surgieron los signos secretos de reconocimiento, la
jerarquización en tres grados, con obligaciones y prerrogativas
distintas, y el sigilo y discreción para realizar las reuniones de
masones.

El nombre de “francmasón” se daba a los constructores que


tenían libertad para contratar sus servicios con cualquier
persona y en cualquier país, a diferencia de los que estaban
al servicio exclusivo de algún noble, prelado eclesiástico o
monarca. Estos últimos no precisaban, desde luego, de signos de
reconocimiento ni de todas las demás cosas que caracterizaban
a las logias de francmasones.

Por la necesidad de viajar y de conocer diversos países y


costumbres, los francmasones tuvieron contacto con distintas
maneras de pensar y diferentes organizaciones políticas, lo cual
les confirió un punto de vista excepcionalmente amplio hacia
los problemas religiosos, filosóficos, económicos, sociales y
políticos de su época. Hubieron de admitir, con igualdad de
derechos, a hombres de distintas nacionalidades, credos y
razas, y estos sentó las bases a los principios humanistas de la
naciente Orden.

En los siglos X, XII y XIV se emprendieron en Escocia e Inglaterra


grandes obras y, para su realización, se importaron constructores
alemanes, quienes llevaron consigo los usos y costumbres de
las logias alemanas.

A su influjo nacieron las logias escocesas e inglesas.

Hacia principios del siglo XVIII, la construcción había decaído


grandemente y, en consecuencia, languidecían las logias de
los masones operativos; entonces, en 1717 se constituyó en
Londres una Gran Logia, bajo el patrocinio de un grupo de
hombres de gran ilustración que veían con pena la decadencia
de las logias de constructores. Fue entonces cuando nació,
propiamente, la Francmasonería de nuestros tiempos, la cual
ha conservado cuidadosamente el espíritu de las antiguas
cofradías, sus principios constitucionales y los usos y costumbres
tradicionales, apartándose de la construcción material.

Admitió en sus filas a hombres de todos los oficios y condición


social, a la vez que daba una interpretación elevada y filosófica
a sus símbolos; así, la Francmasonería adquirió un carácter más
amplio, susceptible de extenderse por todo el mundo.

Al ser electo George Payne para el cargo de Gran Maestro,


emprendió la meritoria tarea de reunir todos los preceptos
existentes y formar una elección de 39 ordenanzas generales,
que fueron revisadas por el Dr. James Anderson, teólogo e
historiador, y sirvieron de base a la Constitución publicada en
1723, que es el primer fundamento legal de la Masonería.

Prosperó, a partir de ese momento, la Orden, contando entre


sus iniciados a distinguidos miembros de la nobleza y de la
familia real de Inglaterra. Entre 1729 y 1772 surgieron ciertas
desavenencias internas que dieron origen a su separación en
dos ritos: el Rito Escocés Antiguo y Aceptado y el Rito de York,
o del Real Arco.

De Inglaterra, la nueva Francmasonería se extendió rápidamente


a otros países. En Francia apareció entre 1721 y 1732 y alcanzó
un auge inusitado. Se formaron nuevos ritos y se crearon
grados filosóficos, siendo ésta, al principio, una innovación
mal recibida en los demás países, ya que infringía los Antiguos
Límites, que únicamente establecían los tres primeros grados.

La Masonería francesa ha contado entre sus miembros


a distinguidas personalidades como Voltaire, Rousseau,
Condorcet, Víctor Hugo, Gambetta, Herriot, Danton, Marat,
Alejandro Dumas, Napoleón Bonaparte, Emilio Sola y muchos
mas. En las logias masónicas se gestó la Revolución Francesa
y de los principios masónicos se sirvieron los revolucionarios
como bandera en la lucha contra la tiranía.

Entre los masones distinguidos contamos a Federico el Grande


de Prusia, Francisco I de Austria, Goethe, Mozart, Beethoven,
Wagner, Benjamín Franklin, George Washington, el Conde
de Lafayette, Thomas Jefferson, Abraham Lincoln, Americo
Vespucio, Leonardo Da Vinci, el Gral. Prim. Francisco Javier
Mina, Emilio Castelar, Simón Bolívar, José Martí, Bernardo
O’Higgins, José de San Martín, Antonio José de Sucre, José
María Morelos y Pavón, Ignacio Allende, Vicente Guerrero,
Guadalupe Victoria, Agustín de Iturbide, Valentín Gómez Farías,
Nicolás Bravo, Benito Juárez, Melchor Ocampo, Sebastián
Lerdo de Tejada, Porfirio Díaz, Ignacio M. Altamirano, Juan de
Dios Peza, Amado Nervo, Ignacio Ramírez, Alfredo Chavero,
Alejandro Von Humbolt, Francisco I. Madero, José María Pino
Suárez y muchos otros más.
¿Cómo está organizada internamente?

La Francmasonería no es una sociedad simple, sino una


agrupación de sociedades que aceptan como base fundamental
un conjunto de antiguas leyes, escritas y no escritas, que se
denominan “Antiguos Límites”, “Antiguos cargos”, “Marcas”
o “Landmarks”. Este cuerpo de ordenamientos se deriva
directamente de los que regían el funcionamiento de las
asociaciones de masones operativos de la Edad Media y es el
resultado de una larguísima experiencia. Los antiguos límites han
logrado que la Francmasonería sea siempre una e indivisible, a
pesar de la variedad de cuerpos que la constituyen, y que no
se modifiquen y prostituya su carácter esencial a través de los
tiempos.

Por encima de cualquier institución o reglamente están siempre


los antiguos límites; éstos definen las normas básicas de
funcionamiento de la institución, los requisitos, los derechos
y obligaciones de los miembros y funcionarios y la postura
filosófica, social y política de la masonería universal. A pesar
de su importancia, no son dogmáticos sino convencionales
y admiten que exista una variedad casi infinita en la manera
y orden con que pueden impartirse las enseñanzas, en el
estilo de la decoración de los “Templos”, en las liturgias y en
muchos otros aspectos. A ello se debe la diversidad de los ritos
masónicos que son aceptados como regulares.

Se llama rito, en masonería al conjunto de reglas o preceptos


de conformidad con los cuales se practican las ceremonias y se
comunica la institución de los grados.

Pasan de 100 los ritos que han sido fundados en diversos


tiempos, dentro de la masonería y que se han considerado como
“Reconocidos”. Muchos de ellos tuvieron una vida efímera,
pero otros han subsistido hasta nuestros tiempos. El pertenecer
a un rito determinado, sin embargo, no es obstáculo para que
los masones se traten entre sí como miembros de una misma y
gran familia y se visiten mutuamente.

De todos los ritos, son considerados como los principales el


Rito Escocés Antiguo y Aceptado y el Rito Inglés de York o Rito
del Real Arco. Sin embargo, en algunos países han existido ritos
nacionales que han demostrado gran efectividad, como el Rito
Moderno Francés, del que surgió la Revolución Francesa; El Rito
del Celeste Imperio que se practica en Turquía, El Rito Sueco,
El Tien- Foe-Whe, de la China; El Benemérito Rito Nacional
Mexicano, de gloriosa memoria en nuestro país, y muchos más.

En México, la gran mayoría de los masones están afiliados


al Rito Escocés Antiguo y Aceptado, aunque también existen
logias yorkinas, principalmente para personas de habla inglesa,
así como otros cuerpos que pertenecen al Rito Nacional
Mexicano, al Rito Primitivo de la Masonería Universal, al del
derecho humano, al de adopción y a otros más.

Los masones se congregan en pequeños grupos formados con


algunas decenas de miembros que se denominan “Logias” y
se reúnen una vez por semana en un local adecuado el que
recibe el nombre de “Taller”, dando a entender con ello que se
congregan para trabajar.

El valor e importancia de los trabajos que se celebran en las


logias no depende del estilo o fastuosidad de su decoración.
Muchas de ellas procuran limitar al mínimo éstos adornos para
que no se distraiga la atención y se desvíe del trabajo principal,
que es de orden intelectual. Se puede trabajar masónicamente
a campo raso y bajo la bóveda celeste, o en una choza de
paja, sin que nadie pueda alegar que se desmeritan en algo las
bellas ceremonias, y que se van revelando las enseñanzas y los
secretos de la masonería.

En cada población de regular importancia existe, por lo menos,


una logia masónica que imparte los tres grados del simbolismo
o masonería azul: Aprendiz, Compañero y Maestro. Cada una
de éstas logias está incorporada a una gran logia, cuyos límites
de jurisdicción corresponden generalmente a los del estado
en que se encuentra. Los funcionarios de éstas grandes logias
son electos democráticamente entre los maestros de todas las
logias simbólicas de la jurisdicción y toca a ellos gobernar en
los asuntos que incumben a la agrupación.

Finalmente existe dentro de cada país un organismo o


confederación de grandes logias y, en el plano internacional
otros organismos que preparan y realizan congresos
regionales y mundiales para el estudio y resolución de los
problemas generales de la orden; solamente pueden formular
recomendaciones a las grandes logias.

Es la masonería azul, o sea las logias simbólicas, la que constituye


el grueso el pueblo masón, y aunque existen otros cuerpos
superiores que imparten los grados capitulares, filosóficos y
administrativo, hasta el último grado del rito escocés antiguo
y aceptado, que es el 33, existe una independencia completa
entre la masonería azul y otros niveles de la masonería, por lo
cual los grados que otorga no tienen preponderancia alguna en
las logias simbólicas, en donde no se reconoce otra categoría
superior a la del maestro.

Igual independencia existe con la relación a otros organismos


colaterales, como son las diversas órdenes de caballería
(Templario, Cruz de Constantino, Shriners, Etc.), Ordenes
juveniles (Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad, De
Molay, Etc.) y femeninas (Arco Iris, Estrella de Oriente, Etc.) Estos
organismos no son parte de la orden masónica, aunque algunos
de ellos fijen como requisito para ser admitido la posesión de
ciertos grados masónicos; Pero le son complementarios en
aspectos sociales, benéficos, educativos y de acción externa.

En resumen, es la Logia Simbólica la unidad orgánica de la


Institución Masónica. Estas logias se encuentran congregadas
en Grandes Logias y pertenecen a algún Rito reconocido,
subsistiendo por encima de estas divisiones de carácter
administrativo la absoluta unidad de todos los masones del
mundo entero, que se reconocen fraternalmente, se ayudan
y trabajan de común acuerdo hacia las metas de progreso y
bienestar de la humanidad, que constituyen el deber cotidiano
que todo masón se ha impuesto voluntariamente.

¿Interviene en la política?
Con mucha frecuencia se formula la pregunta de que si la
Masonería desarrolla actividades de índole política. Esto es lo
primero que se le ocurre a quien lee en las páginas de la historia
la larga lista de estadistas, reformadores, revolucionarios y
patriotas que fueron masones.

Quienes piensen que la Masonería es una organización política


están equivocados, como suele equivocarse quien examina
superficialmente las cosas y no penetra las apariencias para
aquilatar su verdadero significado.

Es cierto que en las logias masónicas se han formado hombres


como Voltaire, Washington, Bolívar, Juárez y Madero; pero
de ella también han surgido grandes sabios y artistas, como
Franklin, Newton, Mozart, Beethoven, Wagner, Chavero, Edison,
Kant, Spinoza, Rutherford, H.G. Wells, Einstein, Oppenheimer,
Dewey y tantos más que nunca se ocuparon de la política,
como fuese desde el plano filosófico y humanista.

Pese a los esfuerzos de quienes en cierta época han pretendido


desentenderse del carácter real de la institución y han hecho
esfuerzos para transformarla en bandera política, la Masonería
ha conservado, hasta ahora, su verdadera naturaleza y es taller
de donde se forja la personalidad y evolucionan las facultades
más nobles del hombre. Es un laboratorio en donde se ejercita
el análisis y la síntesis de todas las ideas y en donde se funden
en el crisol del trabajo mancomunado y de la lucha constante,
los más diversos metales, para obtener la amalgama y la
aclaración con que se forjan los hombres capaces de dedicar
sus vidas al progreso de la humanidad, sin distingo de raza,
credo o nacionalidad.

La Masonería ha enseñado a luchar a éstos hombres primero


consigo mismos, para limar asperezas y fortificar sus almas. Les
ha enseñado el camino de la convivencia fraterna, el respeto
mutuo, la dignidad y el heroísmo. Ha inflamado sus corazones
con el amor a sus semejantes y de santa indignación contra la
injusticia y la tiranía que degradan al hombre y encadenan su
pensamiento. Por eso es que en su seno se han gestado tantas
iniciativas trascendentales para el adelanto de la humanidad y
de ella han surgido de tiempo en tiempo, grupos fuertes y de
gran cohesión que han logrado imprimir a sus naciones, y al
mundo, los más importantes impulsos evolutivos.

La Masonería es esto y mucho más, pero lo que no es, ni ha


sido jamás, un partido político, ni una organización militante
al servicio de tal o cual encumbrada personalidad, ni los
exponentes de tal o cual “ismo” (Ni siquiera del Liberalismo,
como doctrina política), ni una mafia de “Carbonari”, aunque
sus detractores así le hayan descrito con demasiada frecuencia.

Jamás podría ser cualquiera de estas cosas sin perder


inmediatamente su sentido humanista y universal, quedando
a merced de las contingencias temporales y a la mezquindad
de las lides personalistas. La Masonería está por encima de la
política y, sobre todo, de la politiquería.

Pero así como nadie construye una casa para que permanezca
deshabitada, ni se fabrica un barco si nunca se ha de navegar,
ni se prepara un banquete si nadie ha de comerlo, ni ejercita
un atleta sus músculos si no ha de emplearlos, así también,
carecería de sentido alguno la actividad masónica (personal e
interna) del desarrollo de las facultades superiores del hombre,
si no desembocara en forma natural y lógica en los múltiples
cauces de la actividad social desempeñada por cada uno de sus
miembros, dentro de la esfera de influencia personal y como
resultado de su iniciativa propia.

Por ello es que, aun no siendo la Masonería una organización


política y, ocupándose como lo hace principalmente, de la
evolución personal de cada hombre, resultaría absurdo que
forjase guerreros del progreso y conductores de la humanidad y
les prohibiese toda actividad política, ya que, en la realización de
logros concretos, está la justificación histórica de la asociación.

De lo cual resulta que, individualmente, los masones si


intervienen activamente en la política de sus países, cuando la
ignorancia, el fanatismo o la ambición tratan de sojuzgar a los
pueblos.

Con respecto a las batallas que libran los masones en el mundo,


la Institución Masónica se mantiene tan independiente como lo
puede ser una Universidad con relación al trabajo profesional
de sus egresados, existe sin embargo, una diferencia importante:
mientras la Universidad se limita a preparar a sus estudiantes
y una vez que le han entregado su título pierde casi todo
contacto con él y con el buen o mal trabajo que desarrolle,
en cambio la Masonería sigue abrigando con sus alas a sus
miembros, dándoles ocasión de que nunca cesen de estudiar
y perfeccionarse, velando por que se consoliden los lazos de
fraternidad y comprensión mutua y juzgando severamente la
actuación de cada uno de ellos cuando violan los principios
morales proclamados por el ideario de la Orden.
¿Cuáles son las obligaciones y los derechos de
un Masón?
Toda Sociedad tiene derecho de exigir de sus miembros el
cumplimiento de ciertas obligaciones y, a la vez, les hace
partícipe de los beneficios que ofrece. La Masonería no es
una excepción, por lo que es justo y necesario que antes de
contraer obligaciones como Masón, se sepa cuáles son estas y
cuáles lo derechos que se adquieren.

La primera de las obligaciones consiste en guardar un silencio


absoluto de los asuntos tratados en las reuniones o “tenidas”,
como se les designa masónicamente. La Masonería no es pro-
piamente una sociedad secreta, pero sí es discreta.

En los varios siglos de actuación que lleva recorridos ha podi-


do probar que solo con reserva, sigilo y discreción se puede
estar a salvo de los ataques que nacen de la indiscreción, del
fanatismo y de la envidia.

A los que comentan que “¡Algo de malo habrá en ello, puesto


que se esconden para hacerlo!”, les contestaremos que nunca
las nuevas ideas han encontrado el camino sembrado de com-
prensión, buena voluntad y aliento.

Por el contrario, recordemos a Sócrates acusado de pervertir


a la juventud, a Galileo torturado por blasfemo, a Spinoza
excomulgado por ateo y a tantos otros que han seguido igual
o peor suerte. Y si hay quien diga que esos tiempos ya pasa-
ron y que en los tiempos actuales hay libertad de expresión
y respeto hacia las ideas nuevas, les diremos que están en su
derecho de creerlo así; pero que la Masonería está estructura-
da de modo tal que pueda seguir funcionando, aunque impere
un régimen de opresión política y económica y de coartación
de la libertad.

Por tanto, no necesita justificar su exigencia de que sus miem-


bros guarden cuidadosamente sus secretos, puesto que ello es
parte de su naturaleza, y la sabiduría de este preceder ha sido
constatada en tiempos buenos y malos.

La segunda de las obligaciones de un buen masón es la de


trabajar intensamente en pro de su propia perfección interna.
Deberá corregir sus propios defectos, combatir las pasiones
y prodigarse en el servicio para los demás. En esto consiste
el trabajo masónico, que es, como se dijo antes, un trabajo
personal de evolución y labrado de la personalidad.

No es buen masón quien solamente se dedica a reunir


abundantes conocimientos sobre filosofía, historia, ciencia,
liturgia, psicología, sociología, etc., si esta ilustración no va
acompañada de un auténtico espíritu fraternal que le impulse a
correr en auxilio de todo hombre que necesite de sus servicios.
Tampoco podrá calificarse de masónica la labor de quien está
animado de grandes deseos de hacer el bien, pero que carezca
de la ilustración y capacidad suficientes para reconocer la
forma más eficaz y provechosa de hacerlo.

El verdadero masón armoniza sus conocimientos con un


comportamiento altruista y virtuoso, y pone en juego ambas
cualidades en trabajo infatigable, para que sus buenos deseos
se transformen en realidades palpables.

La tercera obligación es la de cumplir con los estatutos de la


Orden, las Constituciones de la Gran Logia a la que pertenezca
y los reglamentos particulares de su logia. Aunque no sería
posible dar a conocer con esta obra este cuerpo de disposiciones
legales, bastará explicar que su objetivo único es el de fijar las
normas de gobierno y funcionamiento interno de logias, y que
todo masón que estas órdenes tienen como mira el bien común
y jamás pueden contravenir los principios de honor y virtud
que proclama la orden.

Entre las obligaciones que se desprenden de los reglamentos


particulares de las logias están incluidos los de asistir
puntualmente a las “tenidas” semanales, estar al corriente en
el pago de las cuotas personales, o “capitas”, y conducirse
siempre con decoro y orden.

Pasemos a lo que ofrece a cambio la Masonería.

En primer lugar, ofrece su conjunto de enseñanzas


sistematizadas, las cuales va impartiendo a cada quien según
los méritos alcanzados por el esfuerzo personal.

Otorga a todos sus miembros el derecho de recibir ayuda y amor


fraternal en cualquier lugar del mundo en que se encuentren. El
masón tiene amigos en todas partes, siempre dispuestos a correr
en su auxilio en el momento en que los llame. Sin importar
las diferencias de rito que practique ni la jurisdicción a la que
pertenezca, cada masón se considera hermanado con todos los
demás masones en el mundo.

En la mayoría de las organizaciones masónicas existen, además,


otras ventajas de orden mutualista, como, por ejemplo: seguro
de vida, bolsa de trabajo, fondo asistencial, etc. Debemos hacer
notar, sin embargo, que no es en estos servicios asistenciales
donde radican los beneficios de la Masonería, sino en la
oportunidad que brinda a sus miembros para estudiarse a sí
mismos y ponerse a prueba dentro de los trabajos de la logia,
alcanzando el mejoramiento constante, gracias a las sabias
normas y disciplina de la Orden.

Finalmente, la Masonería brinda a quienes evolucionan


dentro de ella, la oportunidad de ampliar su campo de acción
en el mundo externo y desarrollar una actividad de mayores
alcances y trascendencia. Esto se logra como resultado de la
cohesión que se establece entre los masones y que después
trasciende a los diversos campos de acción en que se encuentra
profesionalmente.
No es esto el producto de un plan de acción premeditado por
la Institución Masónica y que aconseje colocar a fulano aquí
y a zutano allá, como piezas de ajedrez en que se juegue una
trascendental partida política; es más bien la polarización
espontánea de todos los hombres en quienes se ha sublimado
el amor a la libertad, a la justicia social y al progreso, cuando
con ocasión de un acontecimiento que viola los derechos del
hombre y obstaculiza la marcha ascendente de la humanidad,
convergen al unísono, impelidos por sus ideales de Libertad,
Igualdad y Fraternidad.

Para coordinar la actividad externa social, educativa, benéfica


y política de los masones, existen asociaciones civiles en cuyo
seno se reúnen los masones de todos los ritos, jurisdicciones
y obediencias, para aunar sus esfuerzos y luchar hacia las
nobles metas que en los talleres masónicos se enseñan. Estas
asociaciones representan para la Masonería lo que el brazo es
para el cerebro; un órgano ejecutivo para la realización de los
ideales masónicos.

Fuera de éstas obligaciones y derechos, no hay otros. Cada


masón lo es por su libre y espontánea voluntad y tiene derecho
a retirarse como caballero de la Masonería cuando lo desee, sin
que por ello sufra persecuciones, amenazas o ataques.

Solo se pide, bajo su palabra de honor, que no revele los


secretos de la institución y, si no lo cumple, el único que se
perjudica es él mismo y no la Masonería, ya que el verdadero
y más preciado secreto masónico es inviolable por naturaleza.
Digna Leal y Centenaria Respetable Logia Simbolica

Precursora No. 2
Oriente de Mexicali, Baja California

Jurisdiccionada a la Muy Respetable Gran Logia de Estado de


Baja California de Antiguos Libres y Aceptados Masones.

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