10 El Decalogo
10 El Decalogo
10 El Decalogo
Capítulo
El Decálogo
Los Diez Mandamientos
1
Yo soy Jehová, tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No
tendrás Dioses ajenos delante de mí.
Seis días trabajarás, y harás toda tu obra, más el séptimo día es reposo para Jehová tu
Dios, no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu
bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en
ellos hay, y reposó en el séptimo día, por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo
santificó.
4. Honrarás a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que
Jehová, tu Dios te da.
5. No matarás.
6. No fornicarás.
7. No hurtarás.
Es necesario comprender que el código de ética más perfecto que ha sido escrito a
través de la historia de la humanidad es el de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios .
Ningún escritor humanista, profeta, ha tenido la potestad de derogar estas leyes mucho
menos podría hacerlo esa legión de demonios que llevamos dentro para hacernos infringir la
Ley.
La Letra Viva es aquella que se siente y se entiende con el corazón. Las enseñanzas
más valiosas se captan a través de inspiración y ésta tiene su basamento en el corazón. La
Letra Viva es poder ver el lado oscuro de lo que está escrito, a través de las claves que
permiten descubrir y comprender la verdadera Sabiduría.
Él respondiendo, les dijo: "Porque a vosotros es dado saber los misterios del Reino de los
Cielos, más a ellos no les es dado"...
..."Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden".
..."Para que no vean con los ojos y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan y se conviertan y
yo los sane".... (S. Mateo 13:10-a).
El primer aspecto que encontramos para que el hombre infrinja la ley es el hecho de
no saber quién es Dios ni dónde está, esto como es lógico, a quienes desconocen los
principios veraces del conocimiento de Dios, les queda más difícil cumplir dicho
mandamiento.
Dios está en cada criatura viviente , en cada ser humano, en cada animalito, por
pequeñito que sea, está en cada planta y en general, en todo lo que tenga vida, ahí está Dios.
Entonces el hombre para amar a Dios sobre todas las cosas necesita amar al prójimo, a todos
los seres de la tierra sin excepción, sean enemigos, amigos o desconocidos.
Dios es amor, el amor está latente en todo lo creado, visible como invisible, orgánico
como inorgánico.
Sintetizando: Amar a Dios sobre todas las cosas significa: sentir y descubrir en
nosotros ese principio creador, (Buddhata o Esencia Divina), apreciarle e intensificarle,
inclinarnos a Él en adoración y respeto, hacerle vibrar rítmicamente, verle en todo y en
todos. Se debe comenzar por amar en nosotros mismos ese principio vital y después le
veremos en los demás.
No juréis ni por la verdad ni por la mentira. Jurar es tomar a Dios como testigo. No
hay un temor al delito de mentir, poniendo a Dios por testigo. No hay una responsabilidad
consciente hacia el Verbo...
"Mas yo os digo: No juréis en ninguna manera, ni por el cielo, porque es el trono de Dios, ni por la
tierra porque es el estrado de sus pies, ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey, ni por tu cabeza
jurarás, porque no puedes hacer un cabello blanco o negro. Más sea vuestro hablar: Si, si, no, no, porque lo
que es más de esto, de mal procede". (S. Mateo 5. 34/37).
Tercer Mandamiento: Santificar las Fiestas.
El hombre debe santificar la fiesta todos los días de su vida, porque la santificación
es una obligación de toda persona responsable consigo misma ante Dios, pero la fiesta no se
santifica durmiendo y riñendo en casa con la esposa o con el esposo, se santifica en oración ,
en meditación y en purificación continua, permanentemente al lado de nuestro Dios Interno,
siempre dispuestos a servir a Dios, a amarlo y obedecerlo trabajando en la Gran Obra del
Padre, bien sea en el taller, en la oficina, en el trabajo, en el campo, en todas partes y a toda
hora debemos santificar la fiesta, porque la fiesta no debe ser del cuerpo sino del Alma.
Esto demuestra que las fiestas a que las Sagradas Escrituras se refieren que debemos
guardar y celebrar son las fiestas del Alma, son los momentos de advenimiento del Ser hacia
nosotros donde con una mente limpia y con un corazón lleno de amor, nos prosternamos
humildemente para estacionarnos orando y hablando con nuestro propio Dios.
Honrar es respetar, servir, apreciar. Pero es necesario distinguir a cuál padre y cuál
madre se refiere este mandamiento. Están los padres físicos y los que están en secreto, en
nuestro interior.
Padre sólo hay uno, el Padre Interno, el Padre que está en los cielos.
Madre sólo hay una, la Madre Bendita Devi Kundalini, la Madre de Fuego, la Madre
Celestial.
Debemos honrar a quienes en este mundo ocupan esos lugares en forma material, los
que nos prestaron sus cuerpos para nosotros tomar una nueva existencia, al padre y a la
madre físico de este mundo, ellos también merecen el respeto y la honra de sus hijos.
Ya dijimos que en todo cuerpo viviente está Dios como manifestación de vida, luego
quitarle la vida a un ser viviente sea animal o humano, es despojar a Dios de su templo,
porque el hombre es el templo de Dios y donde hay vida, ahí está Dios manifestado en
aliento.
..."Y manifiestas son las obras de la carne: que son, adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia"...
(Gálatas 5:19). (Consultar además Hebreos 13.4; Mateo 5.27/32; Levítico 15).
El cumplimiento del sexto mandamiento del decálogo del Señor Jehová, es la mejor
fórmula para el control de la concepción, la fórmula infalible y precisa, entregada al hombre
por el mismo Dios.
Las calumnias van directamente contra este mandamiento, igual que sus compañeros,
la maldad, el odio, el rencor, la soberbia, y la venganza, delitos que ofenden al Padre, que es
la Verdad.
Aquí caemos todos. Sólo escapa aquel que haya desintegrado sus defectos
totalmente, aniquilando el Yo psicológico.
Para esto necesitamos comprender muy a fondo el puesto que ocupa la mujer dentro
de la especie, no confundirla con un instrumento de placer como lo hace el hombre común
de la calle.
Todo aquel que traiciona a su cónyuge sea hombre o mujer, que adultera o desea a
quien no le corresponde, está en camino hacia el abismo, porque escrito está que ningún
adúltero verá la cara de Dios ni menos aún entrará en el Reino de los Cielos. Es necesario
comprender las consecuencias del adulterio. El sexo femenino es receptivo y cuando un
hombre deposita allí su semilla creadora, queda ligado su destino a esa mujer y por lógica
consecuencia, ligado también a su destino kármico y al de todos los hombres que también
hayan depositado su semilla a ese mismo sexo femenino.
La sabiduría cósmica enseña que cada cual tiene lo que se merece y lo que por Ley
debe tener.
Por este motivo es un error desear o codiciar lo que no nos hemos ganado, lo que no
es nuestro y que no nos corresponde de acuerdo con la Ley.
Debemos cumplir la Ley, cumplir los Mandamientos y aceptar los designios trazados
por nosotros mismos en existencias anteriores de conformidad con nuestros propios actos.
Origen de los mandamientos
Por supuesto, y como todos sabemos, los mandamientos son de origen Divino. Es
un código de ética y moral, que todavía no ha podido ser igualado, aunque hayan pasado
miles de años y se aplique en lugares muy distantes de su lugar de origen. Esto nos muestra
que Dios es la verdad y la verdad no tiene tiempo ni lugar.
Si hacemos un análisis del Decálogo, veremos que tiene dos aspectos bien definidos:
El primer aspecto nos transmite las leyes que tenemos que respetar para con la
Divinidad.
El segundo aspecto nos transmite las leyes que tenemos que respetar para con los
hombres, para podernos desenvolver y convivir en armonía con nuestros semejantes.
De esta manera veremos que los cuatro primeros mandamientos, nos indican las
leyes que debemos respetar para relacionarnos en armonía con la Divinidad . Y los seis
restantes para relacionarnos entre los humanos.
"Cada uno de estos Sephirotes son partes autónomas de Nuestro Ser, y desde la dimensión que les
corresponde, influyen en nosotros y en nuestra conciencia.
Debemos conocer sus características y saber manejarlas para la mejor conducción de nuestra obra" .
V. M. Lakhsmi en Luz en las Tinieblas.
Si analizamos este mensaje, inmediatamente nos damos cuenta de que para llevarlo a
cabo, ante todo, como una condición básica y lógica, debemos respetar sus principios,
particularidades y su mandato.
Para ello se nos entrega la relación de cada uno de los diez mandamientos con los
respectivos Sephirotes del Árbol Kabalístico.
Bibliografía
Luz en las Tinieblas. Cap. 7, pág. 81. Cap. 10, pág. 132 y 140. Cap. 1, pág. 19: El
Árbol Sephirótico.-
Muerte en la Cruz: Cap. 18, pág. 61. Cap. 19, pág. 67.-
La Verdad Desnuda.