Conclusion Trabajo

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TRABAJO

CONCLUSIÓN:

Cuando te hagas mayor, puede que no tengas un empleo.

Se está de acuerdo en que el aprendizaje automático cambiará casi todos los tipos de trabajo. Sin
embargo, hay opiniones contradictorias acerca de la naturaleza del cambio y de su inminencia,
algunos creen que apenas dentro de una o dos décadas miles de millones de personas se volverán
innecesarias desde el punto de vista económico. Otros creen que, incluso a largo plazo, la
automatización seguirá generando nuevos empleos y mayor prosperidad para todos.

Los temores de que la automatización genere un desempleo masivo se remontan al siglo XIX, y
hasta ahora nunca se han materializado. Los temores de que la automatización genere un
desempleo masivo se remontan al siglo XIX,desde el inicio de la revolución industrial, para cada
empleo que se perdía debido a una máquina se creó al menos uno nuevo, y el nivel de vida medio
ha aumentado de manera espectacular,

Los humanos tienen dos tipos de capacidades: la física y la cognitiva. De ahí que cuando los
trabajos manuales en la agricultura y la industria se automatizaron, aparecieron nuevos empleos
de servicios que requerían capacidades cognitivas que solo los humanos poseían: aprender,
analizar, comunicar y, por encima de todo, comprender las emociones humanas, no conocemos un
tercer campo de actividad (más allá del físico y el cognitivo) en el que los humanos se hallen
siempre en situación de ventaja. Es fundamental darse cuenta de que la revolución de la IA no
tiene que ver solo con que los ordenadores sean cada vez más rápidos y listos Cuanto mejor
comprendamos los mecanismos bioquímicos que subyacen a las emociones, los deseos y las
elecciones humanas, mejores serán los ordenadores a la hora de analizar el comportamiento
humano, de predecir las decisiones de los humanos y de sustituir a los conductores, banqueros y
abogados humano.

Se ha descubierto que todas las elecciones que hacemos, escoger desde la comida hasta la pareja,
son resultado no de algún misterioso libre albedrío, sino del trabajo de miles de millones de
neuronas que calculan probabilidades en una fracción de segundo, lo que ocurre es que, al
reconocer patrones recurrentes, divisan e intentan evitar a peatones despistados, a prestatarios
ineptos y a delincuentes deshonestos. También se ha visto que los algoritmos bioquímicos del
cerebro humano están lejos de ser perfectos, si el lector cree que la IA debe competir con el alma
humana en términos de corazonadas místicas, eso parece imposible. Pero si la IA debe competir
con redes neurales en el cálculo de probabilidades y el reconocimiento de patrones, eso parece
mucho menos abrumador.

En particular, la IA puede ser mejor en tareas que requieren intuiciones acerca de otras personas.
Muchos tipos de trabajo, como conducir un vehículo en una calle atestada de peatones, prestar
dinero a desconocidos o negociar un acuerdo comercial, exigen la capacidad de evaluar
correctamente las emociones y los deseos de otras personas. Porque ¿cómo va a ser capaz un
ordenador de comprender el espíritu humano, creado divinamente? Pero si tales emociones y
deseos son en realidad poca cosa más que algoritmos bioquímicos, no hay razón alguna por la que
los ordenadores no puedan descifrar dichos algoritmos y hacerlo mucho mejor que cualquier
Homo sapiens. Una IA equipada con los sensores adecuados podría hacer todo eso de manera
mucho más precisa y fiable que un humano. De ahí que la amenaza de pérdida de puestos de
trabajo no sea simplemente el resultado del auge de la infotecnología.

El camino que va de la imagen por resonancia magnética funcional al mercado laboral es largo y
tortuoso, pero todavía puede recorrerse en cuestión de pocas décadas. Dos capacidades no
humanas importantes de la IA son la conectividad y la capacidad de actualización.

Puesto que los humanos somos individuos, es difícil conectarnos entre nosotros para garantizar
que todos nos mantengamos actualizados. En cambio, los ordenadores no son individuos, y resulta
fácil integrarlos en una única red flexible. Por tanto, cuando se piensa en la automatización, es
erróneo comparar las capacidades de un único conductor humano con las de un único coche
autónomo sin conductor, o las de un único médico humano con las de una única IA médica.

Por ejemplo, muchos conductores no están familiarizados con todas las normas de tráfico
cambiantes y a menudo las incumplen. Además, dado que cada vehículo es una entidad
autónoma, cuando dos vehículos se acercan al mismo cruce al mismo tiempo, los conductores
podrían comunicar erróneamente sus intenciones y chocar.

De forma parecida, si la Organización Mundial de la Salud identifica una nueva enfermedad o si un


laboratorio produce un nuevo medicamento, es casi imposible que todos los médicos humanos del
mundo se pongan al día acerca de esas novedades. En cambio, aunque tengamos 10.000 millones
de IA médicas en el mundo y cada una de ellas supervise la salud de un único humano, aún es
posible actualizarlas todas en una fracción de segundo, y todas pueden comunicarse entre sí sus
impresiones acerca de la nueva enfermedad o el nuevo medicamento.

El lector puede objetar que al pasar de los humanos individuales a una red de ordenadores
perderemos las ventajas de la individualidad. Por ejemplo, si un médico humano comete un error
en su diagnóstico, no mata a todos los pacientes del mundo, ni bloquea en su totalidad el
desarrollo de todos los nuevos medicamentos.

Es posible ejecutar muchos algoritmos alternativos en la misma red, de modo que una paciente en
una remota aldea de la jungla pueda acceder a través de su teléfono inteligente no solo a un único
médico acreditado, sino en realidad a cien IA médicas diferentes, cuyo desempeño relativo se está
comparando constantemente. Es probable que los beneficios para la sociedad humana sean
inmensos. Las IA médicas podrían proporcionar una atención sanitaria mucho mejor y más barata
a miles de millones de personas, en particular a las que normalmente no reciben ningún tipo de
atención sanitaria.

De forma similar, los coches autónomos pueden proporcionar a las personas unos servicios de
transporte mucho mejores, y en concreto reducir la mortalidad causada por accidentes de
automóvil En 2012, la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras de
Estados Unidos estimó que el 31 por ciento de los choques fatales en el país estaba relacionado
con el abuso de alcohol, el 30 por ciento con la velocidad excesiva y el 21 por ciento con la
distracción de los conductores.
En otras palabras, es probable que pasar a los vehículos autónomos salve la vida de un millón de
personas al año. De ahí que sea una locura la idea de bloquear la automatización en campos tales
como el transporte y la atención sanitaria con el único fin de salvaguardar los empleos humanos.
Después de todo, lo que deberíamos proteger en último término es a los humanos, no los puestos
de trabajo. Los conductores y médicos que sean innecesarios tendrán que encontrar otra cosa

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