El Preámbulo Constitucional
El Preámbulo Constitucional
El Preámbulo Constitucional
POR
JOSE PABLO PACHECO SAMAYOA
PREVIO A CONFERÍRSELE
INTRODUCCIÓN .................................................................................................... 3
2
INTRODUCCIÓN
3
CAPÍTULO I
LA CONSTITUCIÓN COMO UN ÓRDEN DE VALORES
1.1 Derecho natural y derecho positivo (reglas, principios y valores)
Así, el derecho natural como una concepción de valores intrínsecos de cada persona
debe entenderse como una manifestación propia de la humanidad de cada persona,
es decir, de la racionalidad que cada ser humano se presupone acarrea con su sola
existencia, pues se podría afirmar que aún y cuando no todos los seres humanos
crecen con un sentido moral estricto –respecto del respeto de la humanidad de los
demás-, todos poseen la capacidad de racionalizar –hablar y entender-, por lo que
las leyes naturales de convivencia y respeto que han sido plasmadas en principio por
las normas religiosas y en segundo plano por las normas morales surgidas en los
países mal-llamados civilizados (cristianos), marcan una guía de comportamiento al
ser humano, así como configuran un catálogo de derechos intrínsecos que le
pertenecen por el simple de hecho de ser persona y que se ha propugnado por su
reconocimiento escrito a través de sendos movimientos históricos; de lo anterior es
entonces que se considera que el derecho natural forma un conjunto de valores y
principios que pueden, o no, estar plasmados en reglas legales o positivas, pues su
reconocimiento corre paralelo al propio de la humanidad de las personas y subsiste
sin estar textualizado, a diferencia del derecho positivo, por ello es que resultan más
4
relevantes, incluso, que aquellos textualizados o normativizados, pues configuran la
esencia subjetiva que da vida a los derechos objetivos.
Al respecto del derecho positivo, que resulta resumirse en aquellas normas y/o reglas
que el hombre plasma en leyes, códigos o textos para observancia y cumplimiento
general, debe entenderse que dichas reglas son parámetros que guían el
comportamiento de las personas dentro de la sociedad, ya lo mencionaba Recaséns
Siches1, el derecho como vida humana objetivada busca desde su sentido más
amplio, regular las conductas sociales a través de premisas que constituyen
supuestos de hecho y conllevan consecuencias jurídicas, empero, ello no siempre
delimita que dichas reglas o normas tengan un cumplimiento en velación a algún
derecho humano, pues únicamente buscan regular, así es que las mismas se
vuelven reclamables ante la jurisdicción, pues en principio son normas de
cumplimiento obligatorio para los ciudadanos, a diferencia de los principios –derecho
natural-, que son normas de carácter moral y a veces religioso que pueden o no estar
contenidas en algún tipo de texto o ley, pero que esto no les vuelve reclamables ante
la jurisdicción ordinaria.
1
Recansens Siches, Luis. Vida humana, sociedad y derecho. Fundamentación de la filosofía del
derecho, México, Ed. La casa de España en México, 1939, p. 37.
5
«Las reglas nos proporcionan el criterio de nuestras acciones, nos dicen cómo
debemos, no debemos, podemos actuar en determinadas situaciones
específicas previstas por las reglas mismas; los principios, directamente, no
nos dicen nada a este respecto, pero nos proporcionan criterios para tomar
posición ante situaciones concretas pero que a priori aparecen
indeterminadas. Los principios generan actitudes favorables o contrarias, de
adhesión y apoyo o de disenso y repulsa hacia todo lo que puede estar
implicado en su salvaguarda en cada caso concreto. Puesto que carecen de
«supuesto de hecho», a los principios, a diferencia de lo que sucede con las
reglas, sólo se les puede dar algún significado operativo haciéndoles
«reaccionar» ante algún caso concreto. Su significado no puede determinarse
en abstracto, sino sólo en los casos concretos, y sólo en los casos concretos
se puede entender su alcance».2
Las reglas y los principios se diferencian básicamente por la forma en que pueden
hacerse reclamables en el mundo jurídico, por lo que se entiende que las reglas
dejan fuera todo tipo de interpretación hermenéutica principialista, es decir, a través
del estudio de ellas no es dable encontrar sentidos que no sean los estrictamente
plasmados por el legislador en su creación por el principio de legalidad que remite a
que los jueces deben aplicar figuras jurídicas previamente establecidas en las leyes,
aplicación que variará dependiendo el caso concreto y será interpretada conforme a
los parámetros que la ley consigna para hacerlo, pero que no deja margen de
integración para lo que la propia norma no ha contemplado como premisa de
supuesto de hecho y su consecuencia jurídica; diferencia clara con los principios y
valores morales aun y cuando apareciesen plasmados o no.
2
Zagrebelsky, Gustavo. El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia, trad. de Marina Gascón, Madrid,
Trotta, 2003, 5ª Edición, pp. 110-111.
6
legales o reglas no tienen el alcance necesario y suficiente para satisfacer el
espectro jurídico sujeto a litigio, o bien, cuando existen contradicciones o antinomias
entre las propias reglas, sobre las cuales debe atenderse a la subjetividad de uno u
otro principio o valor que digiera la aplicación real y más adecuada conforme a la
naturaleza humana de quien recibe la aplicación de la decisión.
Cabe señalar que las constituciones como textos que encuadran un orden de reglas,
valores y principios, debido a su característica proclamadora del establecimiento de
un Estado de derecho, se han vuelto en verdaderos instrumentos hermenéuticos en
las manos no solo de los jueces constitucionales –en un sistema concentrado-, sino
que también en las manos de los jueces ordinarios, quienes al aplicar el control
constitucional difusamente deben tomar en consideración como primer parámetro
para interpretar las normas, su constitucionalidad, para posteriormente decidir si se
aplica o no en el caso concreto.
«Según el punto de vista tradicional del positivismo jurídico, los principios del
derecho desempañan una importante función supletoria, integradora o
7
correctiva de las reglas jurídicas. Los principios operarían para «perfeccionar»
el ordenamiento y entrarían en juego cuando las otras normas no estuvieran
en condición de desarrollar plena o satisfactoriamente la función reguladora
que tienen atribuida (…) Sin embargo, si consideramos seriamente la
diferencia estructural entre los principios y las reglas, nos daremos cuenta de
la imposibilidad de reducir el alcance de los primeros a una mera función
accesoria de las segundas. Los principios –ya se ha dicho- no imponen una
acción conforme con el supuesto normativo, como ocurre con las reglas, sino
una «toma de posición» conforme con su ethos en todas las no precisadas ni
predecibles eventualidades concretas de la vida en las que se pueda plantear,
precisamente, una «cuestión de principio». Los principios, por ello, no agotan
en absoluto su eficacia como apoyo de las reglas jurídicas, sino que poseen
una autónoma razón de ser frente a la realidad».3
Realidad que en la actualidad neo constitucionalista que viven los Estados cobra
mayor vigor y hace que las constituciones se conviertan en instrumentos vivos de
interpretación de las normas y reglas tanto constitucionales como infra
constitucionales, tomando como base para interpretar los principios en ellas
recogidos, esto pues en principio aquellos son la voluntad del pueblo soberano
constituyente que se organizó para vivir en sociedad y procurar el bien común para
las personas, por lo que lejos de dejar fuera la concepción de que los principios
funcionan como meros accesorios de las normas debe decirse que las normas
actualmente juegan el papel de accesorios desarrolladores de los principios,
atendiendo a estos como mandatos de optimización.
3
Ibíd. pp. 117, 118.
4
Dworking, Ronald. Los derechos en serio, Barcelona, Ed. Ariel S.A., 1995, p. 72.
8
dichos tipos de estándares jurídicos, o bien proponen objetivos que han de ser
alcanzados, o bien contienen exigencias de justicia, equidad o alguna otra dimensión
de la moralidad.
5
Monroy Cabra, Marco Gerardo. La interpretación constitucional, Bogotá, Ed. Librería Ediciones del
Profesional, 2013, 3ª Edición, p. 41.
6
Parejo Alfonso, Luciano. Constitución y Valores del ordenamiento, Madrid, Ed. Universitaria Ramón
Areces, 1990, p. 122.
7
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., p. 41.
9
para regular u ordenar de forma directa la vida humana, la realidad social 8,
estableciéndose las diferencias entre reglas y principios y valores en la idea noción
del grado de concreción de la norma, bajo la idea principal –citada ut supra- que las
reglas son de aplicación directa, mientras que los principios y valores (que serán
diferenciados más adelante), constituyen norma de normas.
«… Las reglas son normas que, cuando se cumple el tipo de hecho, ordenan
una consecuencia jurídica definitiva, es decir, cuando se cumplen
determinadas condiciones, ordenan, prohíben o permiten algo definitivamente
o autorizan definitivamente hacer algo. Por lo tanto pueden ser llamadas
“mandatos definitivos”. Su forma de aplicación característica es la subsunción.
En cambio, los principios son mandatos de optimización. En tanto tales, son
normas que ordenan que algo se realice en la mayor medida posible, según
las probabilidades fácticas y jurídicas. Esto significa que pueden ser realizadas
en diferente grado y que la medida de su realización depende no solo de las
posibilidades fácticas sino también jurídicas. Las posibilidades jurídicas de la
realización de un principio están determinadas esencialmente, además de por
las reglas, por los principios opuestos. Esto significa que los principios
dependen de y requieren ponderación. La ponderación es la forma
característica de la aplicación de los principios…».9
8
Parejo Alfonso, Luciano. Temas Básicos de Derecho Constitucional, Tomo I, Madrid, Ed. Civitas,
2001, p. 38.
9
Alexy, Robert. El concepto y la validez del Derecho, Barcelona, Ed. Gedisa S.A., 1994, p. 75.
10
A medida que se dilucida el dilema categórico entre reglas y principios y valores, se
hace evidente que la relación de unos con otros se ve afectada por la concretización
con la cual unos nace y la apatía objetiva con la que otros nunca ven la luz en el
plano fáctico y jurídico, para lo cual debe abordarse específicamente desde el punto
de vista constitucional, las categorías de principios –genéricamente- constitucionales
que existen, ello pues, después de haber establecido la diferencia entre el derecho
positivo y el derecho natural y cómo su respectivo contenido –reglas y normas versus
principios y valores- se aplican en la actualidad, las primeras como propias normas
reguladoras y los segundos como parámetros hermenéuticos y mandatos de
optimización de las primeras, se deben de desarrollar únicamente los principios y
valores constitucionales, enfocándonos en los plasmados en los preámbulos
constitucionales, vistos estos como el cenit de la voluntad soberana de los pueblos al
autorregularse constitucionalmente.
Podríamos partir de la concepción que Robert Alexy nos brinda sobre los principios
como mandatos de optimización10, sin embargo, dicha analogía únicamente refiere
un aspecto de lo amplio en que los principios se han convertido en la actualidad con
la renovación del constitucionalismo, así, los principios partieron de ser simples
premisas proclamadas en algunos textos para formar parte fundamental (si no la más
importante) tanto de los textos constitucionales como de otras normas de inferior
rango.
10
Alexy, Robert., Teoría de los Derechos Fundamentales, Trad. de Ernesto Garzón Valdés, Rev. por
Ruth Zimmerling, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1993, p. 22.
11
a éste; pero además, tienen un significado interno por sí mismos, un contenido
jurídico relativamente preciso, aceptado convencionalmente por la comunidad
jurídica.
Hoy en día, la concepción que versó sobre que los principios eran declaraciones
programáticas, que solo se hacían obligatorias o cumplibles en caso de encontrar
desarrollo en reglas de aplicación directa (normas), ya no se apega a la realidad;
más aún, con la incursión de la interpretación naturalista del derecho que cobró
vigencia desde el papel activo de los jueces en el Estado constitucional, los principios
son una pauta ineludible de interpretación por la simple razón de pertenecer al
diseño constitucional, pero también debe determinarse si les asiste fuerza normativa,
la cual no siempre puede determinarse por sí misma en la aplicación de un caso
concreto, pero tampoco impide que su realización se lleve a cabo en la vía directa de
aplicación en las tensiones que surjan entre normas constitucionales; en principio, tal
fuerza normativa dependerá de la concretización que cada principio pueda tener en
el plano fáctico y jurídico, y tal concretización dependerá a su vez de la categoría de
principio constitucional de que se trate según sea su contenido moral, jurídico o
religioso.
Más allá de tal concepción, los principios según sea su contenido dentro del orden
constitucional pueden ser considerados normas, ello por la magnitud de mandato que
reflejan como hilo conductor de todo el desarrollo normativo constitucional, asimismo,
porque los principios por ser preceptos de mandato, condicionan a las demás
normas, pero con mayor grado de concreción, pues alcanzan proyección normativa o
12
reflejo legal a través de la realización de su subjetividad mediante supuestos de
hecho contenidos en reglas, también los valores –como principios- por su contenido
axiológico irradian de manera indirecta el ordenamiento jurídico y marcan el sendero
a seguir en la garantía y aplicación de los derechos constitucionalmente reconocidos,
vía que debe ser la más expedita para evitar el efecto pantalla que, como ya se
relacionó, disminuye la plena efectividad de los derechos naturalmente reconocidos
por las constituciones y aquellos que se integran a ella de diversas formas, pudiendo
llegar hasta suprimirlos en determinados casos.
13
Los principios constitucionales pueden ser clasificados en implícitos y explícitos 11;
son principios constitucionales explícitos, por remisión expresa los que forman parte
del ordenamiento jurídico por alusiones efectuadas a través del constituyente, por
ejemplo, el principio de justicia social relacionado a la salud pública y asistencia
social, a través del cual el texto constitucional manda a observar disposiciones de
tendencia social y empaña el derecho a la salud como bien público tendiente a
alcanzar a todos por igual; en otro sentido, los principios constitucionales implícitos
se extraen de enunciados presentes en el ordenamiento jurídico, son normas de
mandato que se derivan de enunciados contenidos en la constitución, así, son
aquellos que derivan de una interpretación armónica y sistemática del texto
constitucional, por ejemplo, el principio pro actione que deriva de la informalidad que
la constitución avala en la presentación del recurso de casación para los condenados
a muerte, tal principio, si bien es cierto fue desarrollado por jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, puede hallarse fácilmente de la enunciación
de mecanismos en favor de la acción cuando la vida esté en riesgo.
11
Quinche, Manuel Fernando. Derecho Constitucional Colombiano. De La Carta de 1991 y sus
Reformas, Colombia, Editorial Temis, 2015, 6ª Edición, p. 46.
12
Molinares Hassan Viridiana y Abraham Bechara Llanos. “Entre la interpretación y la norma: la tasa
razonable de justificación constitucional”, Revista de Derecho, no. 48, Colombia, Universidad de
Cartagena, 2017, pp. 163-188.
14
subjetivos e inmateriales que fungen el derecho objeto a aplicar, tanto es esto, que
una interpretación vaga y consistente en la mera subsunción de conductas en
normas jurídicas ya no es vista como manifestación de la tutela judicial efectiva que
le asiste a las partes intervinientes en cualquier proceso judicial, más bien, se espera
del realizador del derecho objeto una tarea de acoplamiento de las normas jurídicas
con los principios intrínsecos que pueden asistir en determinado caso a cada parte
que comparece ante su jurisdicción, extendiendo el actuar de los jueces a un campo
sumamente complicado y sobretodo, peligroso, al volverlo moldeador del derecho,
entendiendo como derecho no solo a las fuentes del derecho tradicionales sino a
todo pilar fundamental, realmente vinculante y obligatorio mediante el cual el juez
está adscrito a interpretar y crear el derecho.
«… Así es como “el punto decisivo para la distinción entre reglas y principios
es que los principios son normas que ordenan que se realice algo en la mayor
medida posible, en relación con las posibilidades jurídicas y fácticas” (Alexy,
1988, p. 143). Otra diferencia entre reglas y principios está dada en que las
reglas, como primer tipo de normas, obedecen a la lógica de la subsunción, al
modelo del silogismo jurídico, y estas se aplican de la manera “todo o nada”;
es decir, no precisan una ajustada interpretación a las posibilidades fácticas
del caso concreto, sino que, en caso de conflicto, se aplicará una ley, y la otra
se eliminaría o se apartaría del sistema jurídico. Mientras que los principios,
como el segundo tipo de normas, obedecen a la lógica de las colisiones, ya no
expresadas en condiciones de conflicto entre una y otra norma como las
15
reglas, sino como relaciones de tensión entre una y otra norma de condición,
como cuando a su vez algo está permitido en cuanto a su condición hipotética,
y a su vez algo está prohibido debido a esa condición de las posibilidades.
Esto lo explica Bernal (2003) así: “Para establecer esa mayor medida posible
en que debe realizarse un principio, es necesario confrontarlo con los
principios opuestos o con los principios que respaldan a las reglas opuestas”
(p. 226). De acuerdo con lo anterior, los principios se enmarcan, en el modelo
de las circunstancias fácticas y jurídicas, a un nuevo modelo de interpretación
y argumentación jurídica, con especial relación a las decisiones que resuelven
colisiones, determinadas por la fórmula de las condiciones de posibilidad. Lo
que provee a los principios, como instrumentos para la concreción de los
derechos fundamentales, es que actúan como valor fundante del Estado
constitucional de derecho».13
13
Ibíd., pp. 168-169.
16
en cuanto a que los valores no alcanzan el valor normativo del principio, pero sin
embargo dictaminan el camino que habrá de seguir el Estado frente a su
organización funcional, en tanto que también delimita al Juez para que aplique la
norma de tal manera que uno y otro sean congruentes14; tal escenario planteado
resulta peculiar pues coloca a las normas como operativizadoras de los principios,
pero que en determinado momento a través de la interpretación judicial pueden
colisionar con estos mismos, arbitrando el camino entre normas y principios, los
valores constitucionales, es decir, sirviendo como una guía general que aun y cuando
no posean fuerza normativa, marcan el camino de aplicación directa de normas y
principios para la realización de la voluntad constitucional inicial.
Es menester establecer las más importantes diferencias entre unos y otros, entre
principios y valores constitucionales; la primera y más importante, derivada de la
fuerza normativa argüida que poseen es que los principios son normas y los valores
son fines jurídicos; asimismo, los principios son específicos, mientras que los valores
son generales, esto es, porque los principios se encuentran expresamente señalados
ya sea implícita o explícitamente y los valores constitucionales funcionan como el
fondo que da contenido al direccionamiento de cada principio como norma
constitucional.
14
Quinche, Manuel Fernando. Óp. Cit., p. 46.
15
Ibíd. p. 47.
17
Por su parte, los valores constitucionales son conceptos puramente axiológicos, no
encuadran en ellos motivos procesales como el principio pro actione o como el
principio de inocencia en materia penal y tributaria, sino que responden al criterio de
lo que puede ser calificado como lo bueno o lo mejor para el ser humano como
centro del Estado constitucional de derecho.
Para Pérez Luño16, los valores constitucionales configuran las opciones ético-
sociales básicas que deben presidir el orden político, jurídico, económico y cultural
de un Estado, tal tarea es vista desde una triple dimensión:
a) Sirven de fundamento al conjunto de disposiciones e instituciones
constitucionales, al ordenamiento jurídico en su conjunto;
b) Orientan ese mismo orden jurídico hacia unas metas o fines
predeterminados que hacen ilegítima cualquier norma que persiga fines
distintos o que obstaculice la consecución de los que están enunciados en el
sistema axiológico constitucional y,
c) Ejercen una función crítica en cuanto sirven de criterio o parámetro de
valoración para medir la legitimidad de los diferentes hechos y conductas.
16
Pérez Luño, Enrique. Derechos Humanos, Estado de Derecho y Constitución, España, Ed. Tecnos,
12ª Edición, p. 288.
18
Puede decirse que, a diferencia de los principios, los valores sólo tienen de jurídico
su significado externo: el hecho de que estén mencionados en la constitución,
mientras que los principios son normas jurídicas porque hacen parte de la
constitución.
Fuera de ese contexto pueden tener un significado muy diferente, ya sea moral,
filosófico o religioso dependiendo del ámbito en el que aparezcan insertos, como por
ejemplo, cuando se habla de igualdad de los hombres ante la ley, el valor igualdad
tiene un significado jurídico constitucional; contrario de hablar, por ejemplo, de que
todos los hombres son iguales ante los ojos de Dios, donde el valor igualdad tiene
matiz religioso.
Ahora bien, existen principios y valores transparentes que permanecen inertes pues
no tienen cuerpo normativo que refleje su estructura, pero que subsisten en las
razones propias que motivan la creación de las normas constitucionales, tal es el
caso de principios (principios y valores) que sustentan el preámbulo constitucional,
que al no poder ser objetivizado como norma o regla de manera directa debe
conformarse con su alto contenido axiológico, pero que subsiste por sí solo y no solo
es la esencia filosófica de todo el texto constitucional, sino que es el combustible que
permite que los principios que sí aparecen operativizados en las normas
constitucionales funcionen de manera correcta.
20
En cuanto a los principios constitucionales en sentido general, algunos autores han
señalado que estos son aquellos que, incluso, están implícitos en las normas
constitucionales y que, en ocasiones, no se pueden nombrar; mientras tanto, otros
autores han reducido a los principios constitucionales como principios generales del
derecho, pues engloban su mayoría en manifestaciones casi abstractas y subjetivas,
tales como la justicia, la igualdad, etc., sin embargo, para llegar a un análisis un poco
más profundo del que ya muchos autores han hecho, otros han categorizado los
principios constitucionales a manera de hallar el espíritu filosófico de cada uno, con
la mira de poder utilizar dicha categorización al momento de aplicar la
proporcionalidad en el caso concreto de colisión entre ellos.
17
Hernández Valle, Rubén. Los Principios Constitucionales, San José, Escuela Judicial Corte
Suprema de Justicia de Costa Rica, 1992, pp. 7-12.
21
Hernández Valle, pues para lo que incumbe a la presente investigación, es decir,
hallar la fuerza normativa e interpretativa de lo estipulado por el preámbulo
constitucional –de contenido axiológico-, se partirá de la trascendencia de los
principios y valores morales consignados o no en los textos constitucionales y para
ello, buena manera resulta categorizarlos.
Cabe hacer mención que los principios constitucionales institucionales tal y como los
conceptualiza el citado autor, constituyen aquellos pilares fundamentales que aún y
cuando no estén definidos, forman parte de los hechos normativos del Estado, es
decir, de su organización, por lo que se refiere a aquellos dogmas que han dado pie
a la constitución de la sociedad política a través del texto constitucional, y, aun
18
Ibíd., p. 8.
22
cuando, por ejemplo, la soberanía no esté expresamente detallada en la carta
fundamental, al momento de proclamar una República la convicción soberana de la
cosa pública está implícita en dicha declaración normativa.
19
Corte Constitutizionale della Repubblica Italiana, Sentencia 125/88, 1988.
20
Guastini, Ricardo. Estudios de teoría constitucional, México, Ed. Fontamara, 2013, 4ª Edición, p.
144.
23
irretroactividad de la ley, etc.; ahora bien, la segunda categoría responde al ejemplo
citado en prima facie, correspondiente a los principios institucionales puramente
hablando, es decir, aquellos que nacen de la organización del gobierno y que no
necesariamente deben estar plasmados en la constitución, así, la división de poderes
aún y cuando no se encuentre estrictamente detallada dentro del texto constitucional,
responde al modelo republicano de gobierno que sí lo está, por lo que dichos
principios resultan ser rezagos histórico-políticos de la realidad del pueblo que se
esté auto determinando a través de su constitución y resultan ser necesarísimos para
mantener una relación cordial entre la historia que ha llevado al Estado a ese
momento histórico y que a partir de allí (acto constituyente), lo definirá hacia el futuro
venidero, más aún, constituyen una barrera inquebrantable entre la idiosincrasia
constitucional y las reformas que puedan alterar la esencia de la voluntad del
constituyente.
Para el citado autor ésta resulta ser la categoría de principios constitucionales más
desarrollada, más común y a su vez de mayor relevancia, ello porque los encargados
de modularla son los operadores judiciales, es decir, los jueces constitucionales y en
el panorama actual de aplicación de control de convencionalidad multinivel, todos los
órganos estatales en las resoluciones que dicten, pues la interpretación legal en
armonización a los principios constitucionales constituye un reflejo del alcance de
21
Hernández Valle, Rubén. Óp. Cit., p. 7-12.
24
estos, ya sea través de convencionalidad en los países que la aplican a viva voz o
bien, a través del propio alcance constitucional sobre las leyes pantalla que aplican
los jueces y funcionarios en forma directa.
25
parece una antinomia; pero el más importante dilema surgido de tal principio, que en
teoría funciona como armonizador, surgió de la categorización de las normas
internacionales en materia de derechos humanos como parte activa de la
constitución o más bien, como superior a ésta.
22
Jiménez Campo, Javier. Derechos fundamentales. Concepto y garantías, Madrid, Ed. Trotta, 1999,
p. 29.
23
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., p. 187.
26
de Guatemala-, de preeminencia a los tratados internacionales en esta materia por
sobre el derecho interno, entendiendo sin rodeo interpretativo alguno, que cuando la
Constitución hace referencia a derecho interno incluye a su vez a su propio texto; por
lo que es palpable el dilema de un principio que prima facie como armonizador entre
normas y principios, pero que ahora necesita de otros tantos postulados axiológicos
para no caer en desuso por la colisión que pueda argüirse entre si debe primar el
derecho internacional de los derechos humanos –con rango constitucional- o la
propia constitución.
24
La Fuente Balle, José María. La judicialización de la interpretación constitucional, Madrid, Ed. Colex,
2000, p. 113.
27
1.3.3 Los principios constitucionales recavables de la propia legislación
ordinaria que los presupone
Estos principios, aún y cuando están contenidos en una norma ordinaria, no dejan de
ser menos constitucionales que los demás, pues su origen deviene de un mandato
de la ley suprema, empero, como su origen positivo es encontrado en una ley
ordinaria, la forma de constitucionalizarlos, es a través de su inclusión vía bloque de
25
Hernández Valle, Rubén. Óp. Cit., p. 7-12.
26
Kelsen, Hans. Teoría general del Estado, trad. de Legaz Lacambra, Barcelona, Ed. Labor, 1934, p.
34.
28
constitucionalidad, es decir, vía adecuación a un derecho fundamental, lo cual
arrojaría una nueva categoría de principios constitucionales.
Al respecto de esta categoría de principios constitucionales, son dos los que resultan
interesantes y que dan forma al recavar de los demás; el primero de ellos, al principio
normativo conservacionista, que en palabras más precisas versa sobre la presunción
de constitucionalidad que tiene el legislador ordinario en su actuar; es así, señala
José Ángel Marín27, que existe la presunción de adecuación constitucional de las
normas por el hecho de proceder de un poder público (poder constituido). Por tanto,
en ausencia de poderosas razones debe prevalecer la voluntad del legislador y por
tanto, el tribunal constitucional debe abstenerse de declarar inconstitucional algún
principio constitucional surgido de una norma ordinaria.
27
Marín, José Ángel. Naturaleza jurídica del Tribunal Constitucional, Barcelona, Ed. Ariel Derecho,
1998, pp. 84-85.
28
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., pp. 195-196.
29
categoría y que están dispersos en el mundo jurídico abstracto y materialmente en el
positivo, pues sin la posibilidad de acoplamiento de derechos fundamentales que
brinda la inclusión del bloque de constitucionalidad a nuestros ordenamientos, el juez
tendría que realizar una labor interpretativa más profunda –y discutida por excesiva-
de la que hace ya con la ayuda del bloque, a decir que, la creación jurídica de éste
último nació gracias a un preámbulo constitucional –principios y valores-, por ello
éste último forma tan interesante mezcla entre norma constituyente y principio de
interpretación constitucional.
Se han diferenciado ampliamente las reglas de los principios y valores como normas
constitucionales, estableciendo que estos últimos forman parte de una categoría
genérica conocida como principios constitucionales, y definiendo someramente cómo
funcionan y difieren unos de otros dentro de las normas axiológicas constitucionales;
necesario resulta, ahondar en los valores constitucionales, que son aquellos de
contenido programático teleológico destinados a la realización de los fines comunes
del Estado que los plasma, ahora bien, como normas constitucionales tienen un
significado ulterior, para lo cual se tomará el análisis específico en cuanto a una de
las categorías que integran estas normas constitucionales; estos son los valores
superiores, que son aquellos sine qua non del Estado en donde resultan plasmados,
es decir, son valores centrales que motivaron su creación o autodeterminación y que,
fuera de ser implícitos o explícitos dentro del preámbulo constitucional o de alguna
norma del texto mismo o, incluso, subconstitucional, forman parte esencial del
Estado constitucional y por ende, permean la aplicación de principios propiamente
dichos y de las reglas.
La palabra valor tiene varios sentidos, siendo el que interesa, el que la define como
la cualidad que poseen algunas realidades, llamadas bienes, por lo cual son
estimables; dicha pauta remite a la concepción de que los valores no tienen una
existencia tangible o material, sino que son percepciones razonables acerca de
30
determinadas cuestiones, sin embargo, estos pueden ser más palpables en
ocasiones que las propias normas.
Así, los valores desde un punto de vista filosófico, se consideran cuestiones de bien
o con sentido positivo, lo que en el mundo jurídico puede matizarse al grado de
entender un valor superior como un mal necesario.
Desde el punto de vista de normas sociales y jurídicas, señala Cuenca, que los
valores desempeñan tres tipos de funciones en la sociedad, por un lado, dan
coherencia y sentido al código de normas y modelos de la misma; en segundo lugar,
cohesionan psíquicamente a las personas y, por último, contribuyen a la integración
social de la comunidad29, es así, que el carácter de cada sistema de valores refleja
generalmente necesidades básicas del sistema social en el contexto político,
religioso, etc., pues reflejan la afectación que han provocado los cambios en las
condiciones de vida de los pueblos y que finalmente producen cambios en sus
valoraciones o en sus objetivos como comunidad organizada.
29
Cuenca, Ángel. “Valor y Ley”, Revista de Estudios Políticos, no. 80, abril-junio, Madrid, Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, 1993, p. 121.
30
Díaz Revorio, Francisco Javier. Valores superiores e interpretación constitucional, México, Ed.
Tirant lo Blanch, 2018, p. 38.
31
Tales valores superiores, redundaran la humanidad como centro de su análisis, pero
también establecerán un punto de partida social crítico sobre el cual se desarrollará
la base del ordenamiento jurídico, ello pues, de no hacerlo, se caería en una utopía
constitucional, intentando moldear y reflejar mediante el desarrollo constitucional,
valores que no son propios del pueblo que se autodeterminó mediante el instrumento
constitucional, y que, al no partir de sus intrahistoria, no podrá alcanzar los objetivos
deseados realmente.
Díaz Revorio, en un intento por clasificar los criterios diferenciadores, fue más a
fondo en la discusión y determinó como el primero de ellos, el mayor contenido ético
de los valores, frente al contenido político que ostentan los principios; como segundo
punto, determinó la eficacia que le asiste a cada uno, señalando que para los
valores, la doctrina que niega fuerza vinculante, reza que poseen una función
interpretativa, incluso llamándoles metanormas o normas de segundo grado, por no
ser eficaces en primer plano; como tercer criterio diferenciador, se establece la
función fundamentadora que ostentan los valores frente a los principios, ello pues
están legitimados desde una generalidad o abstracción.31.
31
Ibíd. p. 113.
32
versa sobre la esencia de todo el ordenamiento y no sobre una rama específica o
aspecto singular.
Difícil tarea se tiene al intentar enumerar o clasificar cuáles son los valores
superiores que operan en la mayoría de ordenamientos constitucionales, y mucho
más aún, intentar definir cuáles son los valores superiores propios del Estado
constitucional guatemalteco; en una mirada general, pueden determinarse como
valores superiores de la mayoría de Estados de derecho, la libertad, la justicia, la
igualdad y el pluralismo político; es así, pues estos fundamentan la mayoría de
circunstancias sobre las que se funda una República, sin embargo, la tarea de
determinar valores superiores pareciera sencilla desde la óptica de la Constitución
guatemalteca al observar los contenidos en el preámbulo constitucional, que refleja
de entrada a la persona humana y la familia como base de la sociedad, continuando
en el propio desarrollo del texto constitucional con los fines específicos instituidos en
los primeros artículos.
33
Ruíz-Giménez Cortés, citado por Díaz Revorio, comenta que la dignidad de la
persona humana como fundamento del orden político y la paz social, da idea de su
carácter esencial para el sistema constitucional, así como que menciona que la
dignidad ocupa un posición central y legitimadora (fundamental y fundamentadora)
en el ordenamiento jurídico.32
Es pues definitivo, a partir de la opinión del autor, entender que, aun y cuando la
dignidad de la persona humana no esté expresada como tal y más aún como un
valor superior dentro del texto constitucional, intrínsecamente fundamenta y legitima
todo el actuar del poder público, pues la propia constitución como instrumento,
funciona como límite al poder, límite ante el individuo en su naturaleza pura y llana,
es decir, limitado para invadir la esfera de la persona humana, por lo que, tal valor
superior está inmerso en todos y cada uno de los derechos fundamentales que están
desplegados en el texto constitucional o bien, en los que han sido recogidos
mediante el bloque de constitucionalidad, o han aparecido por ampliación hecha por
normas ordinarias; en conclusión, la dignidad de la persona humana ha sido
considerada por gran cantidad de textos constitucionales como valor superior de su
desarrollo y más importante, es la base actual del sistema universal de derechos
humanos, lo que la hace la manifestación concreta del desarrollo de los derechos
fundamentales en un Estado constitucional de derecho.
32
Ibíd. p. 126.
34
valor superior, ello pues, en el caso específico de Guatemala, el Estado sitúa a la
pena de muerte en el artículo 19 constitucional, contraponiendo intereses de política
criminal a un bien jurídico fundamental, pero que desde allí puede delimitarse
únicamente como eso, y no como un valor superior.
33
Peces-Barba, Gregorio. Derecho y derechos fundamentales, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1993, pp. 283 y ss.
35
dicho valor superior no solo abarca el catolicismo, sino que, se extiende hacia la
personalidad jurídica de las iglesias, las exenciones de determinados impuestos y
sobretodo, las capacidades de realizar actos de vida pública que se les otorga a los
ministros de culto.
36
Tales valores superiores son reliquias socio-históricas de la formación del Estado y
reflejan el carácter conservador del constituyente para la instauración de un sistema
social basado en la familia cristiana; empero, por otro lado, aparecen aquellos
valores superiores que inspiran y reflejan el ánimo político y jurídico organizacional
del país, ellos son aquellos que establecen la forma de gobierno, la alternabilidad y la
prohibición de determinadas personas para ostentar cargos públicos.
Díaz Revorio, señala la tarea moldeadora que enfrenta el juez constitucional así:
34
Wroblewski, Jerzy. Constitución y teoría general de la interpretación jurídica, Valencia, Ed. Tirant lo
Blanch, 1994, p. 57.
37
cambio es real y general radica en su admisión expresa y formal, que suele
producirse mediante la jurisprudencia constitucional»35.
Resta aportar entonces, que los valores superiores como auténtico espíritu que ha
moldeado el desarrollo de las normas y principios constitucionales, funcionan como
límites últimos a la voluntad de los funcionarios públicos para realizar su cotidiana
tarea, es decir, a pesar de estar implícitos en el ordenamiento constitucional o bien,
al ser mencionados expresamente en el preámbulo constitucional, son guía central
de la actuación de todo el aparato estatal, de la cual no pueden separarse en
atención a la finalidad que buscan estos últimos; en el caso de Guatemala, el texto
constitucional ha sido esquivo en nombrar como superiores a determinados valores,
empero, a través del análisis socio-histórico pueden hallarse guías básicas de
funcionamiento del Estado como las mencionadas ut supra, o bien, las reconocidas
en jurisprudencia por el tribunal constitucional.
Sin embargo, más allá de los valores implícitos y explícitos, debe tenerse presente
que el respeto hacia estos máximos postulados del constituyente, que fueron
traducidos de una u otra manera en el texto constitucional, buscan en unidad
desarrollar la idiosincrasia de una sociedad, por ende, aun y cuando exista un
desarrollo social y una evolución jurídica, estos no pueden ser argumento para
desnaturalizar de cierta manera el porqué de constituirse de la manera en que se
hizo, ni aun por el tribunal constitucional, que a pesar de estar integrado por jueces
con una realidad jurídica nueva y distinta a la del constituyente, deben ser
observadores permanentes de ambas realidades en su tarea interpretativa, para
lograr empalmar una con otra y seguir un camino común de desarrollo.
35
Díaz Revorio, Francisco Javier. Óp. Cit. p. 146.
38
CAPÍTULO II
INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL
Luego de esquematizar los principios, valores y reglas en el plano general, así
como detallar de qué forma coexisten en el plano constitucional y concluyendo con
los valores superiores como cúspide del espíritu filosófico normativo, para dar forma
a la investigación a manera que se logre encontrar el significado auténtico y uso
eficaz del preámbulo constitucional a través de su fuerza normativa e interpretativa,
debe ahondarse entonces en la forma como se pasa de la teoría a la práctica, es
decir, la manera exacta en la que cobra eficacia un principio o valor –superior o no-
en el plano jurídico, esa forma es la interpretación, que, tanto jurídica como
constitucional, compartirán cánones comunes, sobre los cuales versará el presente
capítulo.
36
Haberle, Peter. El estado constitucional, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
2018, 2ª Edición, p. 142.
37
Guastini, Ricardo. Estudios de teoría constitucional. Óp. Cit. p. 249.
39
diseño original que el legislador quiso dar a la norma, para procurar su mejor
aplicación y la más eficaz.
De una manera más básica pero no menos importante, pues no se refiere a un texto,
Monroy Cabra señala que la interpretación es atribuir un significado a un signo
lingüístico, en términos generales, la interpretación es la indagación del significado
de una norma utilizando diversos criterios como los gramaticales o conceptuales 38, lo
que lleva a la aseveración de que la tarea interpretativa es una búsqueda constante
de significados, que pueden verse alterados según quién la realice y el contexto en
que se encuentre, pero que también observa límites estatuidos por las leyes o bien,
por las capacidades de quien la realiza.
Es así que la tarea interpretativa buscará un significado a la norma o texto que esté
analizando el intérprete dependiendo de su posicionamiento para hacerlo, sin
embargo, también la interpretación llevada a la práctica encuentra una ambigüedad,
esto es, dos formas de ser hecha, para lo cual debe distinguirse entre la
interpretación “en abstracto”, que consiste en identificar el contenido de significado,
es decir, el contenido normativo, expresado y lógicamente implícito en un texto
normativo, sin referencia a algún supuesto de hecho concreto; y la interpretación “en
concreto”, que consiste en subsumir un supuesto de hecho concreto en el campo de
aplicación de una norma previamente identificada “en abstracto” 39; tal ambigüedad
surge de la propia labor interpretativa, ello pues, puede resultar en significados
contrapuestos o definidos a medias, devenido de que de la interpretación en
abstracto que se realice se verá impregnada y permeada la interpretación al caso
concreto, lo cual supone un dilema ético entre la teoría y la práctica que, aun y
cuando no es parte de la investigación, debe advertirse para entender el fenómeno
interpretativo complejo.
38
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit. p. 1.
39
Guastini, Ricardo. Teoría e ideología de la interpretación constitucional, Madrid, Minima Trotta,
2008, p. 30.
40
El autor guatemalteco José Arturo Sierra González señala que la interpretación
jurídica, no debe tener por finalidad investigar cuál fue la intención del legislador, sino
determinar el significado y alcance actual de la norma, de acuerdo con su posición e
interrelación dentro del sistema general 40, postura que se aleja del significado
filosófico de la interpretación y que sitúa al intérprete en un ámbito actual y
dependiendo de su posición, lo cual será útil al analizar al intérprete judicial, sin
embargo, parte importantísima de la interpretación es hallar la historia fidedigna de la
norma, así lo regula la Ley del Organismo Judicial 41 en su décimo artículo y
constituye tarea del intérprete jurídico para la observación del antecedente a la
norma para hallar su significado en caso de defecto en la interpretación gramatical.
Varias teorías sobre la interpretación jurídica han sido desarrolladas por la doctrina y
en su esencia compartirán los métodos a llevar a cabo para encontrar la mayor
eficacia a norma jurídica en procura de que el significado al que se llegue represente
la esencia del porqué de su existencia, de esa cuenta, que esa esencia sea conocida
como el contenido deóntico o filosófico de cada expresión jurídica, por lo que no solo
resulta útil el aspecto histórico, sino que a su vez, los fines sociales que la norma
persigue, la relación sistémica con las demás normas que le rodean y a su vez, las
consecuencias previstas para cada posible interpretación; en ese sentido, Vigo
señala que la interpretación jurídica tiene por objeto reconocer o atribuir un
significado jurídico a cierto texto jurídico, que pueden ser conductas, palabras u otros
signos, y por ello, siendo el objeto de la interpretación jurídica determinar
racionalmente la conducta jurídica prohibida, obligatoria o permitida, ella se instala en
el campo de la razón práctica, pues a este modo de ejercer la razón le compete
definir y justificar el carácter deóntico de las conductas42.
41
de su instauración, lo cual centra el estudio de la presente investigación en el espíritu
de las normas, vuélvase a decir, los principios y valores de estas.
Tal concepción, conlleva una crítica a una materia jurídica descuidada de por sí en la
tradición del civil law, ello por la relevancia como fuente que puede llegar a tener en
determinados casos; tal materia, conocida también como fuente del derecho es la
jurisprudencia.
La jurisprudencia no es nada menos que una fuente del derecho, reconocida así por
la ley pero descuidada en desmedido tanto por el operador judicial como por el
usuario del sistema en Guatemala; de esa cuenta, la interpretación jurídica, desde el
punto de vista que se realice, constituye jurisprudencia; lejos ha quedado la
concepción arcaica de las escuelas que enseñan a la jurisprudencia como un
conjunto de fallos reiterados en un mismo sentido, esta denominación no solo simple
sino equivoca desde cualquier punto de vista, refleja el poco interés por la
43
Nino, Carlos S. La validez del Derecho, Buenos Aires, Ed. Astrea, 1985, p. 62.
44
Betti, Emilio. “Interpretación de la ley y de los actos jurídicos”, Revista de Derecho Privado, Madrid,
1971, p. 95.
42
interpretación jurídica que existe, por lo menos, en Guatemala como usuario de la
tradición del civil law.
45
Clemente de Diego, Felipe. “La jurisprudencia como fuente del derecho”. Revista de Derecho
Privado, Madrid, 1925, p. 364.
43
escuelas interpretativas que han dotado de un carácter especial a la labor de hallar el
sentido de las normas jurídicas.
46
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Op. Cit. p. 6.
47
Montesquieu. Del espíritu de las leyes. Madrid, Ed. Tecnos, 1972, p. 156.
44
En posición más abierta a la escuela de la exégesis, surgió la escuela del derecho
libre en Alemania, bajo los postulados de Kantorowics, ésta no aceptaba que la ley
fuera la única fuente del derecho positivo, sino que hay que tener en cuenta el
derecho libre, entendido éste como “las convicciones predominantes que tiene la
gente en cierto lugar y un cierto tiempo sobre lo que es justo, convicciones las
cuales, real y efectivamente, regulan la conducta de esas gentes 48, y que forman
parte de un todo común que son los fines mismos del derecho, o los valores
centrales de su realización; es así, que bajo éste postulado de la escuela libre, los
jueces pueden apartarse de la ley cuando ésta no refleje la solución del caso
concreto, atendiendo a la justicia como parámetro de decisión y utilizando las fuentes
del derecho que tenga a su disposición para dirimir la causa.
48
Recansens Siches, Luis. Nueva filosofía de la interpretación del derecho. México, F.C.E., 1956, p.
58.
49
Cardozo, Benjamín. The nature of the judicial process. New Haven, Yale University Press, 1921.
45
y quien la aplica –legislador y juez-, pues pone de manifiesto los límites que pueden
llegar a tener cada uno de ellos en la incursión de las normas jurídicas, lo cierto es
que, como señala Bobbio respecto del realismo jurídico, no obstante al extremismo
inaceptable [para la tradición civil law] del realismo americano, el mérito de las
corrientes sociológicas en el campo del derecho ha sido grande, porque han
impedido la cristalización de la ciencia jurídica en una dogmática sin fuerza
innovadora50, es decir, han permitido que los jueces en su argumentación jurídica y
proveniente de la interpretación que motivan los abogados actuantes ante ellos,
cambien en cierta manera el derecho y su forma de concepción en la sociedad,
llevando incluso, a cambios en las leyes, inhibiendo el estancamiento del sistema
jurídico.
50
Bobbio, Norberto. Teoría general del derecho. Trad. de Jorge Guerrero, Bogotá, Ed. Temis, 1994, p.
36.
51
Pietro Sanchís, Luis. Ideología e interpretación jurídica. Madrid, Tecnos, 1987, pp. 110 y 117.
52
García Amado, Juan Antonio. Teorías de la tópica jurídica. Madrid, Civitas, 1998, p. 312.
46
Vigo resume el camino de la nueva interpretación jurídica de la siguiente manera:
«Desde la teoría pura de Kelsen con su irracionalismo en la elección
interpretativa, hasta la teoría herculeana de Dworking descubridora de la
solución correcta para los casos planteados, pasando por el discrecionalismo
judicial debilitado de Hart, la nueva retórica de Perelman, la tópica de
Viehweg, el arte dialéctico de Villey, el logos de lo razonable de Recanses
Siches, la hermenéutica existencial de Gadamer, la prudencia o razón práctica
de Kriele, la teoría de la controversia de Giuliani, la teoría de la convergencia
de Kaufmann, las reglas del discurso práctico de Alexy, la aceptabilidad
racional de Aarnio o la tópica hermenéutica de Muller, cada uno, a su modo,
rechaza tajantemente la ingenuidad de suponer que el intérprete cuando
aplica la norma jurídica, la repite sin aportar nada innovador o novedoso para
el ordenamiento jurídico, y, a su vez, procuran establecer mecanismos que
permitan asegurar cierta racionabilidad, razonabilidad, justicia u objetividad en
el resultado interpretativo».53
Por último y para concluir con la interpretación jurídica como tema genérico del
presente capítulo y dar paso a la interpretación constitucional –que nos llevará a
determinar la vis absoluta o relativa del preámbulo constitucional-, debe colegirse
que la tarea interpretativa no es exclusiva del intérprete judicial, sino que forma parte
esencial del estudio del derecho; se realiza por todo aquel que tiene relación con una
norma jurídica, pero más importante, todo aquel que imprime su propio pensar sobre
el funcionamiento de dicha norma, esto es, el espíritu de la norma que en otras
palabras, llamaríamos, principios y valores.
53
Vigo, Rodolfo Luis. Óp. Cit., pp. 26-27.
47
doctrinarios, ayudará a establecer los parámetros importantes a tomar en cuenta
para una interpretación que revele el verdadero sentir de la norma.
De esa cuenta, el citado autor55 señala que para aplicar correctamente cualquiera de
las tres concepciones señaladas, debe atenderse a una postura en el trabajo
metodológico al realizar la tarea interpretativa, ellos son:
a) Una disposición legal es parte de un texto legal se concreta como artículo,
parágrafo, párrafo, etc., con arreglo a la técnica legislativa utilizada;
54
Wroblewski, Jerzy. Óp. Cit. pp. 21 y ss.
55
Wroblewski, Jerzy. Óp. Cit., pp. 25-26.
48
b) La norma legal es una regla construida a partir de disposiciones legales de
acuerdo con un modelo aceptado de su fórmula apropiada (normal);
c) Las disposiciones legales y las normas legales tienen un significado como
expresión de un leguaje legal utilizado en contextos determinados;
d) Este significado, que depende de los contextos de su uso, es o no claro según
los casos concretos para los que se utiliza.
56
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., p. 14.
57
Loc. Cit.
49
La teoría formalista, dice que “la interpretación es descubrimiento, conocimiento, -y
más precisamente conocimiento empírico- o de significado propio, objetivo, de los
textos normativos (por ejemplo las leyes) o de la subjetiva intención de la autoridad
normativa (por ejemplo del Parlamento), por lo tanto, interpretar quiere decir conectar
palabras y significados, y esto a su vez consiste en describir empíricamente estos
significados preexistentes, ya incorporados en las palabras.
La teoría cognitiva, sostiene que los enunciados proferidos por los juristas y los
jueces en la interpretación de textos normativos tienen naturaleza descriptiva: son
por lo tanto enunciados verdaderos o falsos, en tanto que esta postura es
eminentemente positivista, también sostiene que los sistemas jurídicos, son
necesariamente completos, privados de lagunas y además, coherentes, o sea
privados de antinomias, de tal modo que toda controversia recae en el ámbito de
aplicación de una sola norma jurídica preexistente; tal concepción deja claro que no
existe espacio para discrecionalidad judicial, afirmando que los jueces están
determinados únicamente por normas preexistentes58.
De esa cuenta, cabe resaltar que el autor acepta que en diversos casos puede llegar
a existir una interpretación cognitiva que lleve al juez únicamente a describir la norma
jurídica, ello pues la propia norma brinda las soluciones y no admite otra
interpretación valorativa, es decir, no tiene lagunas que puedan ser rellenadas, sin
embargo, lo que sí cabe admitir es que ningún ordenamiento ostenta una claridad
total en donde no quepan lagunas ni antinomias, y es allí en donde el juez actúa de
58
Ibíd., p. 15.
59
Loc. Cit.
50
legislador y está encargado de crear el derecho para solucionar el vacío existente o
la contradicción aparente.
Para concluir con Guastini y las teorías que formula, Monroy Cabra 60 cita los
postulados que según dicho autor debe incluir todo discurso interpretativo:
a) Una conclusión interpretativa, esto es, un enunciado según el cual cierto texto
jurídico debe ser entendido en determinado sentido; y
b) Un conjunto de argumentos interpretativos, esto es, argumentos adoptados
para sostener la conclusión interpretativa.
Es de resaltar que tanto Wroblewski y Guastini sostienen una nula aceptación por los
postulados formalistas que pretenden centrar al legislador como el centro de la
interpretación final, y propugnan por una interpretación argumentativa, enseñando
que, independientemente de quién realice la interpretación, sea juez o legislador, o
incluso el abogado desde su papel en el litigio, para que ésta sea válida y coherente,
debe estar suficientemente sostenida en razones y argumentos que den vida a su
conclusión y no de manera escueta señalar silogismos obvios que puedan
descubrirse sin mayor esfuerzo.
60
Loc. Cit.
61
Guastini, Ricardo. Teoría e ideología de la interpretación constitucional. Óp. Cit., pp. 35-36.
51
otros términos, el juez debe primero, decidir el caso según justicia (esto es, de
acuerdo a sus sentimientos privados de justicia) y –después- encontrar en el
ordenamiento una norma idónea para justificar su decisión, reinterpretando, si es
necesario, los textos normativos existentes de forma tal que se obtenga la norma
elegida. Cualquier método interpretativo es bueno para este objetivo.62
La teoría enseñada por el autor refleja el otro extremo de las teorías formalistas o
descriptivas en las cuales la observancia de la norma y la aplicación del método
gramatical de manera simple era la solución de aplicación; ello pues, aparta su
mirada del legislador en todo momento, desconociendo su labor legiferante y el
mandato democrático que obtuvo para determinar las normas, para dar paso a un
juez libre y creador de derecho, manipulador e incluso, transgresor de mecanismos
normativos con el fin de abarcar la justicia en su decisión, sin embargo, tal y como
señala, ese sentimiento de justicia que el juez debe imprimir en la argumentación de
su interpretación es el propio, no el del legislador ni el del postulante, lo cual provoca
cierto recelo al dejarle un amplio margen discrecional de decisión al juzgador que no
en todos los casos puede ser el más conveniente o apegado a los valores sociales.
Sin embargo, tal concepción del juez como creador del derecho no resulta totalmente
nueva, ya los romanos como precursores de instituciones jurídicas consideraban al
juez, en su faceta de aplicador del derecho, como creador de éste, ello pues, no solo
era una tarea en su aplicación, sino una necesidad. Desde el derecho romano, la
actividad interpretativa de los jueces se va integrando en un proceso creador de
Derecho, que sistematizado, genera un cuerpo coherente de instituciones. Para el
Derecho romano, no hay ninguna objeción en hablar de creación del Derecho en la
aplicación, porque así precisamente va surgiendo el Derecho, a medida de la
necesidad social63, claro está, en el tiempo en que dicha concepción tuvo lugar, el
derecho en sí estaba en evolución, por lo que los jueces suplían la tarea de rellenar
las lagunas jurídicas y de promover la creación de lo que faltase.
62
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., p. 16.
63
Balaguer Callejón, María Luisa. Interpretación de la Constitución y Ordenamiento Jurídico, Madrid,
Ed. Tecnos, 1997, pp. 75 y ss.
52
Así es, que la interpretación cualquiera que sea la teoría que se aplique para hacerla,
la concepción que se tenga para argumentarla o bien, la fórmula que se aplique en
su cometido, encontrará límites, por lo que se abordaran los tres que se consideran
más importantes y que engloban la idea de la investigación.
64
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., p. 19.
65
Barak, Aharon. Un juez reflexiona sobre su labor: el papel de un tribunal constitucional en una
democracia, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2009, pp. 29-30.
53
interpretación aceptado por los jueces no vinculara al Legislativo y al Ejecutivo. La
dificultad, claro está, es que no existe un sistema único de interpretación; si bien es
cierto, menciona el autor que el problema interpretativo surge al existir tantos y varios
métodos o formas de interpretar, concluye que, naturalmente, en la aproximación
interpretativa no se alejará del lenguaje de la Constitución ni de las leyes dándoles
un significado que el lenguaje no puede sostener.
Tal lenguaje al que se refiere, no es menos que los principios y valores fundantes
tanto de la Constitución como de las leyes, pues si bien el juez actúa como socio
menor en la creación del derecho –tal y como se citó ocurrió en Roma-, también lo es
que debe ser objetivo al realizar su tarea interpretativa, objetividad que se reflejará
en su mayor o menor argumentación y de qué forma ésta está legitimada.
66
Asamblea Nacional Constituyente. Constitución Política de la República de Guatemala, 1985.
67
De la Rúa, Fernando. Teoría general del proceso, Buenos Aires, Ediciones Depalma, 1991, p. 146.
54
apoya su decisión; esos razonamientos de sentido crítico, conforman la
interpretación exteriorizada en la resolución y se hace necesario que sean
expresados de manera que las partes puedan conocer el método utilizado por el
juez, así como los valores y principios deónticos que pudo aplicar en la utilización de
una norma jurídica.
68
Espinosa Cueva, Carla. Teoría de la motivación de las resoluciones judiciales y jurisprudencia de
casación y electoral, Ecuador, Tribunal Contencioso Electoral, 2010, p. 53.
55
Para concluir, la motivación como límite a la interpretación, debe estar encaminada a
cumplir con el propósito de la norma objeto, ello pues, el derecho es una herramienta
diseñada para realizar una meta social. Está diseñado para asegurar la vida social
norma de la comunidad, por un lado, y los derechos humanos, la igualdad y la
justicia, por el otro. La historia del derecho es la búsqueda por el equilibrio adecuado
entre estas metas, y la interpretación de un texto jurídico debe darle expresión a este
equilibrio por medio de la argumentación. Sin duda, si una ley es una herramienta
para cumplir con un objetivo social, entonces la interpretación de la ley debe ser
hecha de forma tal que se cumpla con ese objetivo social 69, por lo que una
motivación solo será suficiente límite de la interpretación, cuando logre que expresar
el equilibrio social que pretende la norma.
Dicho equilibrio que se pretende a través de una debida motivación, responde a que
dicha interpretación esté movida por un doble objetivo, la búsqueda de que en su
actuar se proyecte la finalidad misma del derecho, que es la búsqueda de la justicia
en el caso particular y a través de éste, el logro de la que se ha denominado la paz
judicial; y en paralelo, que esta búsqueda sea a través de una correcta aplicación del
derecho por medio de resoluciones coherentes, justificadas, empapadas de
racionamiento, que den certeza y pretendan seguridad, de manera que sean
respetadas, acatadas y emuladas, en definitiva que pretendan una continuidad de
aplicación, que determinen conclusiones futuras en casos venideros, que vinculen y
logren unidad70.
69
Barak, Aharon. Óp. Cit., pp. 58-59.
70
Clemente de Diego, Felipe. Instituciones del Derecho Civil Español, Tomo I, Madrid, Ed. Artes
Gráficas Julio San Martín, 1959, 2ª Edición, p. 22.
56
integrativo del ordenamiento jurídico, de esa cuenta, señala Vigo citado por Monroy
Cabra71 que el centro de gravedad [del derecho] va desplazándose lentamente desde
el sistema de codificación a una casuística judicial orientada según principios.
Es así, que el derecho sigue siendo la ciencia de lo justo, por lo que tal principio
informa toda la actuación interpretativa que se ensambla en la jurisprudencia, tal y
como lo advierte Ayuso72, así lo justo jurídico, determinado prudencialmente,
adquiere un estatuto propio entre la virtud de la justicia y las exigencias de la
politicidad natural del hombre, concretada en el bien común; lo que resalta el papel
del juez como equilibrador de las fuerzas humanas en una sociedad, pero que debe
tener como eje central de actuación, la justicia.
Ahora bien, difícil resulta hablar de derecho justo, es decir, de normas interpretadas
con justeza y equidad, derecho creado a partir de la concepción su fin último; Santo
Tomás, citado por Orrego Sánchez73, considera que el sentido original del vocablo
“derecho” es el de “la misma cosa justa”, entendiendo por “justo” lo que corresponde
a otro según alguna igualdad, de modo que así como la justicia ordena al hombre en
las cosas relativas a otro, el término del acto de la justicia se determina sin
considerar la persona del que obra, sino en atención a otro sujeto.
71
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., p. 23.
72
Ayuso Torres, Miguel. De la ley a la ley. Cinco lecciones sobre legalidad y legitimidad, Madrid,
Colección Prudentia Iuris, Marcial Pons, 2001, p. 24.
73
Orrego Sánchez, Cristóbal. Analítica del derecho justo. La crisis del positivismo jurídico y la crítica
del derecho natural, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas UNAM, 2005, p. 17.
57
Ahora bien, los principios y valores, y la justicia como valor final del derecho, deben
funcionar como límite para objetividad judicial, es decir, ser la capa que protege a la
comunidad de la arbitrariedad del juez; así lo conceptualizó Aharon Barak al referirse
a los principios fundamentales:
«He enfatizado que es una función del Juez darle efecto a la democracia
decidiendo en concordancia a los valores democráticos y principios
fundacionales. Desde mi perspectiva, los principios (o valores) fundamentales
llenan el universo normativo de la democracia. Justifican las normas jurídicas.
Son la razón para cambiarlas. Son el espíritu (voluntas) que encierran la
sustancia (verba). Cada forma que se crea en una democracia se crea teniendo
como trasfondo estos valores. El Ministro Michael Chesin de la Suprema Corte
de Israel lo expresó adecuadamente cuando escribió: “Todo éstos –principios,
valores y doctrinas- son prima facie extra jurídicos, pero sirven como un anclaje
para el derecho –para todo derecho- y ningún derecho puede ser descrito sin
ellos. Un derecho sin un ancla es como una casa sin fundamentos; así como
ésta última no durará, así también un derecho que sólo se tiene a sí mismo es
como un castillo en el aire”. Mi posición es que cada norma –ya sea expresada
en una ley o en la jurisprudencia [interpretación]- vive y respira dentro de este
mundo normativo repleto de valores y principios. Estos valores crean un
“paraguas normativo” para la operación del common law y un marco para
interpretar a todos los textos jurídicos. La suposición es que cada norma jurídica
busca darle efecto a estos valores.»74
Como hace referencia el autor, los principios y valores fundantes deben ser el marco
referencial para la interpretación, pues ésta tarea no puede desaforar las propias
bases que dieron lugar al sistema jurídico, de esa cuenta, una argumentación jurídica
que desconozca principios y valores fundantes de un Estado constitucional o bien,
74
Barak, Aharon. Óp. Cit., pp. 20-21.
58
que trasgreda la justicia como valor último del derecho –cualquiera que sea el
sistema por el que se exprese-, no puede durar por ser ilegítima.
75
Orrego Sánchez, Cristóbal. Óp. Cit., p. 80.
76
Díaz Revorio, Francisco Javier. Óp. Cit., p. 349.
59
someramente, no solo conforma métodos tradicionales, sino que conlleva análisis
políticos y sociales, los cuales arrojaran su funcionamiento y de qué manera éste
puede encaminarse a hallar el valor normativo de los valores y principios plasmados
en el preámbulo.
2.3.1 Características
Esta concepción surge a raíz del entendimiento de los textos constitucionales más
allá de cartas políticas de organización o de reconocimiento de derechos, aún y
cuando se les sigue considerando así, también aparejó el constitucionalismo, un
entendimiento de la Constitución como norma superior que irradia a todo el sistema y
por ende, que es coercible y no solo admirable.
77
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., p. 55.
78
Pietro Sanchís, Luis. “Notas sobre la interpretación constitucional”, Revista del Centro de Estudios
Constitucionales, No. 9, Madrid, 1991, pp. 175 y ss.
60
lugar señala, que la jurisdicción constitucional encargada de dirimir conflictos en
donde estén inmersas normas constitucionales, no está orientada a explicar la
respuesta correcta a un caso determinado, sino más bien, establecer las
interpretaciones intolerables de la norma constitucional; y por último, define la
diferencia principal entre la interpretación constitucional y legal o jurídica, por los
efectos que cada una tiene para con todo el ordenamiento jurídico.
Esto es, que la interpretación constitucional, al igual que la fuente suprema que se
interpreta, que impregna todo el ordenamiento jurídico y restringe la actividad
legislativa del legiferante, la interpretación constitucional plasmada en la
jurisprudencia constitucional, impregna la aplicación del derecho objeto con relación
a los demás intérpretes, es decir, sienta un campo de licitud sobre el cual se podrá
deducir una tarea interpretativa legítima en miras de respeto a precedentes que,
dependiendo el sistema, serán menos o más coercibles, pero de observancia
obligatoria.
2.3.2 Concepto
79
Díaz Revorio, Francisco Javier. Óp. Cit., p. 46.
61
A tal definición debe añadírsele el elemento judicial, pues inmiscuye al juez
constitucional como principal encargado de la atribución de significado de las normas
constitucionales, de esa cuenta, señala Alonso García80 que la interpretación
constitucional se definiría como la actividad que el juez lleva a cabo para determinar,
mediante un razonamiento fundado en Derecho, el sentido de una norma
constitucional que es entendido de modo diverso por las partes de un litigio; resulta
interesante que dicha definición manda al intérprete judicial constitucional, a delimitar
mediante un razonamiento fundado, es decir, motivado, las razones de darle
determinado sentido a la norma constitucional.
Desde la concepción del juez como creador de normas constitucionales y como socio
menor en la tarea integradora del derecho, Alonso García 82 considera que la esencia
de la interpretación es la elaboración de normas subconstitucionales en tanto
resultado de la aplicación judicial de la Constitución; tal elaboración resulta por
demás interesante, arriesgada y sobretodo, complicada, ello pues, de por sí el
80
García, Enrique Alonso. La interpretación constitucional, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1984, p. 4.
81
Díaz Revorio, Francisco Javier. Óp. Cit., p. 47.
82
García, Enrique Alonso. Óp. Cit., p. 5.
62
espectro constitucional hoy día es tan amplio que va más allá del texto constitucional
a estar conformado por una cantidad, en casos, innumerable de normas jurídicas con
categoría constitucional, por ende, las normas subconstitucionales a que se refiere el
autor, formarían parte de una categorización de subnormas, respecto de las demás,
pero que a fin de cuentas, estas últimas son las que explican el funcionamiento entre
todo el espectro constitucional.
De allí que se haga importante proponer una teoría innovadora que tienda a
categorizar las normas constitucionales, la cual llamaremos modulación
constitucional y será abordada más adelante.
83
Vigo, Rodolfo Luis. Óp. Cit., p. 83.
84
Favoreu, Louis Joseph. “La constitucionalización del derecho”, Revista de Derecho Universidad
Austral de Chile, Valdivia, 2001, p. 35.
85
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., p. 56.
63
remotamente en una teoría formalista sobre la cual, la norma constitucional ya tiene
un sentido dado y que, solo cuando se encuentre en una zona de penumbra,
permitirá ser interpretada.
De manera más simple pero no menos filosófica, Gadamer dice que la interpretación
no es un acto complementario a la comprensión, sino que comprender es siempre
interpretar y, en consecuencia la interpretación es la forma explícita de la
comprensión86, esto es, un proceso intelectual, dirigido no solo a extraer el
significado de la Constitución, sino a comprenderla; esa comprensión, vendrá en la
medida que sea acompañada de todos los aspectos axiológicos que rodearon su
creación, naturalmente expresados en los preámbulos o bien, en sus disposiciones
pétreas, traducidas en su carácter de irreformabilidad.
Para dar por finalizado el amplio catálogo de conceptos que se han detallado, resta
señalar lo que expresó Sierra González87 sobre la materia, en el sentido de que la
interpretación constitucional es toda aquella operación intelectual tendiente a
establecer el significado o sentido, alcance y extensión de los preceptos que
conforman el texto constitucional. Interpretación constitucional es indagar el
contenido de disposiciones de la Constitución; conceptualización amplia que resulta
interesante por los antecedentes del Tribunal constitucional guatemalteco, que entre
sus funciones –papel que se hablará más adelante-, tiene la defensa del orden
constitucional, justificante de la extensividad de su interpretación constitucional que
ha sido llevada a límites insospechados y hasta arriesgados.
86
Gadamer, Hans-Georg. Verdad y Método, Salamanca, Ed. Sígueme, 1984, 5ª edición, p. 383.
87
Sierra González, José Arturo. Óp. Cit., p. 106.
88
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., p. 59.
64
para la determinación de sus consecuencias jurídicas; tales normas se conocen
como programáticas, pues anclan su contenido en la constitución, pero mandan al
legislador a desarrollarlas, por lo que su interpretación ya no dependerá únicamente
de dicho anclaje en el texto constitucional, sino que de su desarrollo en una norma
infraconstitucional o de rango constitucional, lo cual supone, de nueva cuenta, viable
una categorización de normas constitucionales.
65
la relación entre el texto y el contexto; entre la “palabra” (verba) de un texto y su
espíritu (voluntas). Todos los sistemas interpretativos deben adoptar una
posición respecto de la relación entre la intención real e hipotética del autor;
entre la intención “declarada” del autor, que se extrae del texto, y su intención
“real”, que se extrae del texto y de fuentes externas a él. ¿Cómo podemos
determinar el sistema de interpretación adecuado?»89.
Debe concordarse enteramente con el autor en el sentido de que todos los métodos
o sistemas de interpretación constitucional encontraran límites y problemática en su
aplicación, debiendo decantarse el intérprete por alguno específico dependiendo de
la mayor efectividad que le brinde, sin embargo, la tarea de determinar cuál es el
método adecuado solo hace más difícil la elección, por lo que en lo consiguiente, se
citarán unos cuantos métodos que se consideran como los más adecuados respecto
a lo que intentan hacer, que es la defensa de la Constitución.
De la concepción finalista del autor, debe entenderse que toda interpretación del
mismo, debe estar orientada a sus fines supremos, sin embargo, estos no se limitan
a la división de poderes y el reconocimiento de derechos fundamentales –como
fundamentos del Estado constitucional de derecho-, sino que abarcan fines propios
de cada pueblo decidido a auto-determinarse mediante su texto constitucional;
regularmente, estos fines están plasmados en forma de valores superiores en el
89
Barak, Aharon. Óp. Cit., pp. 20-21.
90
Loewenstein, Karl. Teoría de la Constitución. Trad. de Alfredo Gallego, Barcelona, Ed. Ariel, 1986,
p. 151.
66
preámbulo constitucional o en las normas introductorias, esto es, una interpretación
que busca la intención y propósitos de los constituyentes y del pueblo que la adoptó,
por ende, solo podrá hallarse el sentido pleno de la Constitución, cuando se analizan
los motivos políticos que llevaron a su formulación; Monroy Cabra 91 señala que, para
descubrir la fórmula política hay que acudir al Preámbulo de la Constitución y a las
normas donde se determinan los principios y valores constitucionales.
Es así, que la Suprema Corte de los Estados Unidos de América 92 expresó en el fallo
Downes vs. Bidwell, que una Constitución debe ser interpretada por el espíritu, que
vivifica, y por la letra, que mata; es decir, deben tomar especial relevancia los valores
superiores que dieron forma a su creación. En ese mismo sentido, Linares
Quintana93 expresa que el espíritu o alma de la Constitución constituye un elemento
primordial en su interpretación, ya que ésta nunca podrá contrariarlo o estar en
pugna con él; en otras palabras, los valores superiores que informen la creación de la
norma constitucional, encontrarán siempre el camino para adecuarse a la
interpretación adecuada, causando tranquilidad con su resultado interpretativo y no
penumbra ni tergiversación constitucional disfrazada de mutación.
91
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., p. 72.
92
Suprema Corte de los Estados Unidos de América, Downes vs. Bidwell, p. 661.
93
Linares Quintana, Segundo V. Tratado de Interpretación Constitucional, Buenos Aires, Abeledo-
Perrot, 1993, p. 342.
94
Guastini, Ricardo. Teoría e ideología de la interpretación constitucional. Óp. Cit., p. 69.
67
Enfoque sistemático; este método de interpretación constitucional se configura
como uno de los más discretos, pero más útiles, ello pues determina una solución
eficaz al fenómeno de la mutación constitucional malintencionada o mejor llamada, la
tergiversación constitucional, esto pues, a través de la sistematización del texto
constitucional debe entenderse que el mismo es un todo, un sistema o un cuerpo
orgánico integrado por reglas y subreglas, principios y valores constitucionales95, por
lo que, de esa unidad, la constitución ostenta coherencia y armonización interna que
debe observarse al momento de aparecer una aparente antinomia constitucional.
Tal concepción significa que una norma constitucional, esté integrada por reglas,
principios o valores, no puede interpretarse de forma aislada y en sí misma, sino que
debe ser analizada sobre la manera en que está colocada en conexión con las
demás normas o preceptos del texto constitucional, ello para evitar cambiar el
sentido de esta o estos.
Habida cuenta, los textos constitucionales están conformados por secciones, partes
o apartados, los cuales detallarán, según la naturaleza del texto constitucional de que
se trate, las materias que se tratarán y los preceptos que se desarrollarán en cada
uno de ellos, por lo que en principio, el método sistemático manda a una observancia
general de la constitución y su sentido, luego de la parte específica a la que
pertenece y por último, de la familia de preceptos a la que pertenece; esta tarea
delimitadora de hallar la sistematización de cada norma constitucional al interpretarla,
permitirá hacer dicha labor con la entereza con la que el constituyente armó el diseño
constitucional.
De tal método, Pablo Lucas Verdú96 señala que todo precepto constitucional tiene
que interpretarse de manera que armonice con aquellos principios elementales
95
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., p. 74.
96
Verdú, Pablo Lucas. La interpretación constitucional, España, Universidad de Salamanca, 1960, p.
157.
68
constitucionales y con las decisiones fundamentales del legislador constituyente;
decisiones que ha expresado mediante una arquitectura constitucional específica.
97
Díaz Revorio, Francisco Javier. Óp. Cit., p. 339.
98
Guastini, Ricardo. Teoría e ideología de la interpretación constitucional. Óp. Cit., p. 72.
69
hace interpretación sistemática, escogiendo esta segunda interpretación y
descartando la primera; esto ilumina, en el sentido de que las normas
subconstitucionales que son creadas por el juez constitucional, en el método
sistemático, influyen para la interpretación de otras normas constitucionales,
constituyendo un propio medio más directo de control.
99
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., p. 74.
100
Smend, Rudolf. Constitución y derecho constitucional. Trad. J.M. Beneyto Pérez, Madrid, Centro de
Estudios Constitucionales, 1985, p. 197.
70
ley constitucional, es decir, que a través del estudio espiritual-realista de la norma,
pueden hallarse valores cambiantes en su estructura, que dependerán de su mayor o
menor aceptación cultural para que formen parte de la estructura de la norma.
Por último, debe remarcarse que dichos cambios sociales, políticos y culturales que,
necesariamente ocurren con el transcurrir de los años, no pueden alterar una esencia
intocable, que es la que conforman los valores superiores que dieron vida al Estado;
así lo señala, como crítica al método científico-espiritual Díaz Revorio, de forma que
tal método tiene el acierto de mostrar la influencia de la realidad social sobre la
interpretación del texto constitucional (idea que, desde luego, debe tenerse en
cuenta, y sobre la que volveremos). De esa cuenta, indudablemente, debe aceptarse
la influencia de la “comunidad de valores”, y de los factores sociológicos en general,
a la hora de interpretar la Constitución: pero ello solo para concretar o desarrollar los
valores expresamente recogidos en el texto constitucional, nunca para añadir otros, y
menos para imponer algunos en contradicción con los constitucionales expresos, por
más que, supuestamente, pudieran hallarse otros valores “efectivamente vívidos” por
la comunidad. En todo caso, la apertura constitucional, a la que ya nos hemos
referido, permite el juego de los “valores sociales”.
101
Linares Quintana, Segundo V. Óp. Cit., p. 558.
71
Debe concordarse con el autor en que, en la tarea integradora que realiza el
intérprete constitucional, no puede pretender añadir valores constitucionales que no
están reflejados en el texto por el constituyente, ello pues, no es tarea de la
interpretación constitucional, a través de la creación de normas subconstitucionales o
de su papel como socio menor en la creación del derecho, sustituir la voluntad del
constituyente reflejada en forma de valores superiores.
Es así, que para Aharon Barak104, los elementos objetivos también influyen sobre el
propósito, operando en varios niveles de abstracción; en un nivel alto de abstracción,
el propósito objetivo de un texto es realizar los valores fundamentales del sistema
jurídico, sin embargo, la tarea difícil resulta al intentar encontrar el equilibrio entre los
102
Barak, Aharon. Óp. Cit., pp. 59-60.
103
Guastini, Ricardo. Teoría e ideología de la interpretación constitucional. Óp. Cit., p. 70.
104
Barak, Aharon. Óp. Cit., p. 60.
72
propósitos subjetivos y objetivos, es decir, la intención real del constituyente y la
intención hipotética del autor de la interpretación, lo cual deja camino de resolución
en las manos de la discrecionalidad.
105
Ibíd. p. 43.
73
2.4 La defensa de la Constitución
La constitución puede ser entendida desde muchos puntos de vista; desde la visión
como un orden jurídico fundamental del Estado y la sociedad, posee una validez
jurídica formal de naturaleza superior, pues se encuentra en la cúspide del
ordenamiento y lo irradia; también es la Constitución, creadora del momento de la
74
estabilidad y la permanencia106, pues pretende vivir a perpetuidad, manifestando una
voluntad creadora con miras a la progresividad y abierta a los cambios.
106
Haberle, Peter. Óp. Cit., p. 3.
107
Ibíd. p. 4.
108
Guastini, Ricardo. Estudios de teoría constitucional. Óp. Cit., p. 25.
75
material, pero que no garanticen su división de poderes o los derechos
fundamentales de sus habitantes, y que por ende, no son, y contrario sensu, habrán
Estados que aun y cuando no textualicen sus deseos fundamentales en una
Constitución, son constitucionales por cuanto respetan y garantizan derechos
fundamentales y su forma autentica de gobierno y límite al poder político.
109
Ibíd. p. 26.
110
Ibíd. p. 27.
76
concreto, asigna rango constitucional a otras normas internas y externas (en el caso
del bloque de constitucionalidad), lo que nos llevará a una defensa más amplia o con
más frentes.
La defensa de la Constitución señala Estévez Araujo 113 puede entenderse como una
operación de control que tiene como objetivo evitar que la normativa
111
Asamblea Nacional Constituyente, Constitución Política de la República de Guatemala, 1985.
112
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., p. 79.
113
Estévez Araujo, José Antonio. La Constitución como proceso y desobediencia civil, Madrid, Ed.
Trotta, 1994, p. 66.
77
infraconstitucional viole o contradiga lo establecido en la Constitución y, muy
especialmente, que el legislador trascienda los límites que la Constitución impone;
menciona también el autor, que el tipo de operación intelectual necesario para llevar
a cabo el control dependerá de la concepción que se tenga de la propia Constitución,
ello pues, no será igual, por ejemplo, en el caso de que se sustente una concepción
de la Constitución como “sólo texto” o en el caso de que se consideran determinados
principios de derecho natural como integrantes de ésta; cabe resaltar que la
Constitución no puede ser analizada como un texto aislado sin motivación axiológica,
por ende, su defensa correrá también por el estudio de principios y valores, llegando
incluso a aplicarlos directamente.
114
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit., pp. 84 y ss.
78
de 1985 se optó por un tribunal constitucional independiente y de jurisdicción
privativa.
Ese no es el caso de Costa Rica, país en el cual funciona una sala constitucional
parte de la Corte Suprema de Justicia y que, a pesar de ello, ha obtenido
reconocimiento por su labor al frente de la defensa de la Constitución; otros ejemplos
como México en el cual la Suprema Corte de Justicia hace las veces de contralor de
la constitucionalidad, asimismo la Argentina, o como en el caso guatemalteco, las
cortes constitucionales chilenas y colombianas; tal perspectiva enseña que el modelo
del tribunal constitucional que encabece la defensa de la constitución poco importa si
dicho tribunal no hace efectivas todas las cláusulas valorativas y principialistas que
suyacen en los textos fundamentales, por lo que el mayor o menor éxito dependerá
del buen uso de las funciones tan grandes que se les ha enconmendado, atendiendo
a que un gran poder, conlleva una gran resposabilidad en el actuar.
115
Marín, José Ángel. Óp. Cit., p. 32.
79
Tal derecho fundamental aludido es conocido como el derecho a la resistencia, o mal
llamado, a la desobediencia civil, y consiste básicamente en que permitir el desacato
de órdenes manifiestamente ilegales y contrarias al texto fundamental; aparece así
reflejado en diversos textos constitucionales y también puede preceptuarse como
derecho a la revolución; de esa cuenta, partiendo de la premisa que la Constitución
puede ser defendida desde la vía política, judicial y de hecho, se procederá a explicar
de manera resumida los tres sistemas de control constitucional existentes.
El primero y más antiguo es el control difuso, también llamado americano; éste surge
con el trabajo hecho por el Juez Marshall en la sentencia del caso Marbury vs.
Madison, en el cual inaplicó una norma legal y aplicó la Constitución en preferencia;
señala Orozco Solano116 que en el método difuso de control de constitucionalidad
todos los órganos jurisdiccionales, al determinar cuál es la norma aplicable al caso
concreto, deben valorar si se adecua o no al Derecho de la Constitución y, si es el
caso, declarar su inconstitucionalidad y su inaplicación, interpretándose directamente
la norma fundamental; de esa cuenta, los rasgos más sobresalientes de tal sistema
son: que es aplicado difusamente por los jueces y no por un tribunal con jurisdicción
privativa, asimismo, los efectos de sus declaraciones son inter partes, es decir,
causan efectos al caso concreto.
116
Orozco Solano, Víctor Eduardo. La fuerza normativa de la Constitución, México, Ed. Porrúa, 2017,
p. 7.
117
Ibíd. p. 13.
80
Poco queda de ese pensamiento en la realidad jurídica de los tribunales
constitucionales de carácter concentrado, que han tomado un papel vívido en la
aplicación directa de la Constitución frente a la ley y han dejado de ser legisladores
negativos, para convertirse en verdaderos creadores de derecho, como se ha citado
en otras líneas, creadores de normas subconstitucionales.
118
Monroy Cabra, Marco Gerardo., “Necesidad e importancia de los tribunales constitucionales en un
Estado social de derecho”, Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano, Uruguay, Fundación
Konrad Adenauer Stiftung A.C., Tomo I, 2004, p. 23.
119
Piza Escalante, Rodolfo. La Justicia Constitucional en Costa Rica, San José, Ed. Investigaciones
Jurídicas, Sociedad Anónima, 2004, p. 66.
81
referir, con simplismo, todos los sistemas conocidos: el norteamericano o “difuso” y el
europeo o “concentrado”, cuyas categorías o criterios, aun combinados, no alcanzan
para explicar el que, con perfiles y caracteres propios, no reductibles a los otros dos
–ademas, anterior al nacimiento del segundo y hasta de su ilustre creador-, puede
bautizarse “iberoamericano” –para incluir a Brasil y no hacerlo con Haiti, que no tiene
nada que decir en esta materia-.
Este recurso directo, considerado en diversos países como acción o garantía, nació
en Latinoamérica con el nombre de amparo, específicamente en México para la
defensa de la libertad y la garantía de los derechos sociales, y ha sido extendido
como parte fundamental de la defensa de la constitución, ello pues, la
inconstitucionalidad funciona como límite al poder, frente al mandato constituyente, y
el amparo como garantía para el goce y disfrute pleno de los derechos
fundamentales contenidos en la materia de la Constitución.
Para culminar con este pequeñisimo apartado sobre la tarea tan importante de
defender la Constitución, debe reconocerse la motivación para hacerlo, y esta no es
más que la propia defensa de la democracia, del Estado de derecho y de la persona
humana, es decir, al defender la Constitución, entendida como la materia que
120
Orozco Solano, Víctor Eduardo. Óp. Cit., p. 18.
82
organiza a un Estado democrático y garantiza los derechos fundamentales de los
ciudadanos basados en la dignidad de la persona humana, estamos defendiéndonos
nosotros mismos; esta defensa va más alla de una concepción formal, pues es una
tarea obligatoria, en especial para el juez constitucional.
121
Barak, Aharon. Óp. Cit., pp. 13 y ss.
83
CAPÍTULO III
EL PREÁMBULO CONSTITUCIONAL
Establecida la base sobre la que se sienta el constitucionalismo moderno, la
distinción que surge entre las normas constitucionales, integradas estas por reglas,
principios y valores y, la forma en que la interpretación constitucional se convierte en
la herramienta para dotar de fuerza interpretativa y normativa a las disposiciones de
la materia de la constitución, se está ante el apartado para bosquejar la parte
axiológica y filosóficamente más concentrada de la Constitución, su preámbulo.
«Yo soy Hammurabi: El Pastor Elegido del divino Enlil… el rey poderoso, Sol
de Babilonia que hace amanecer la luz sobre el País de Súmer y Acad, rey
sometedor de los Cuatro Cuadrantes, el protegido de Ishtar. Cuando Marduk
me mandó a gobernar el pueblo, a enseñarle al País el buen camino, yo hice
84
de la Verdad y la Equidad el asunto más importante: me ocupé del bienestar
del pueblo…»122.
122
Tajadura Tejada, Javier. “La función política de los preámbulos constitucionales”, Cuestiones
constitucionales: Revista mexicana de derecho constitucional, Nº. 5, México, 2001, pp. 252 y ss.
123
Breasted, James. Ancient Records of Egypt, Chicago, University of Illinois Press, 2001, vol. III, pp.
50-67.
85
«Juan, por la gracia de Dios rey de Inglaterra, señor de Irlanda, Duque de
Normandía y Aquitania y conde de Anjou (…) Hemos concedido a todos los
hombres libres de nuestro reino, en nuestro nombre y el de nuestros
sucesores para siempre, todas las libertades que a continuación se expresan,
para que las tengan y posean ellos y sus descendientes, de parte de Nos y
nuestros sucesores…».124
Paradójicamente los jueces estadounidenses han sido tan relevantes para el derecho
constitucional y el desarrollo de la teoría de los derechos fundamentales, que el
preámbulo estadounidense es un referente en materia constitucional. Ahora bien,
independientemente de la postura sobre la vinculatoriedad del preámbulo frente a
otras normas, la primera Constitución política desde la perspectiva del concepto
124
Echeverri Quintana, Eudoro. “El Preámbulo de la Constitución Política”, Revista Académica e
Institucional de la UCPR, No. 88, Colombia, 2010, p. 7.
86
racional normativo en el entendido de contener un mínimo de derechos y de
garantías humanas y avalar la división del poder político fue la estadounidense,
conceptualizando su preámbulo así:
«Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una Unión más
perfecta, establecer Justicia, asegurar la tranquilidad interior, proveer para la
defensa común, promover el bienestar general y asegurar para nosotros y
para nuestra posteridad los beneficios de la Libertad, establecemos y
sancionamos esta Constitución para los Estados Unidos de América».125
125
Loc. Cit.
87
“Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea nacional,
considerando que la ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos
del hombre son las únicas causas de las calamidades públicas y de la
corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer, en una declaración
solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, a fin de
que esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del
cuerpo social, les recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; a fin de que
los actos del poder legislativo y del poder ejecutivo, al poder cotejarse a cada
instante con la finalidad de toda institución política, sean más respetados y
para que las reclamaciones de los ciudadanos, en adelante fundadas en
principios simples e indiscutibles, redunden siempre en beneficio del
mantenimiento de la Constitución y de la felicidad de todos. En consecuencia,
la Asamblea nacional reconoce y declara, en presencia del Ser Supremo y
bajo sus auspicios, los siguientes derechos del hombre y del ciudadano”. 126
126
Ibíd. p. 8.
88
separación de poderes como la garantía de los derechos fundamentales, que fueron
históricas conquistas plasmadas en los textos constitucionales y por ende, en sus
preámbulos, son elementos sin los cuales un Estado no puede desarrollarse,
encontrando además, elementos religiosos o culturales que, como se dijo, llevarán
adelante el desarrollo de la nación que conceptualiza su sentir en la Constitución.
3.2 Conceptualización
127
Ossorio, Manuel. Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, Buenos Aires, Ed.
Heliasta, 1984, p. 755.
128
Löffler, Ernesto Adrián. “Aspectos esenciales del preámbulo de la Constitución de Tierra del
Fuego”, Revista Judicial Obiter Dictum, No. 3, Argentina, Poder Judicial Provincia de Tierra del Fuego,
Antártida e Islas del Atlántico Sur, septiembre, 2015, p. 2.
89
por delante, es decir, que representa a lo que viene detrás de él, por lo que desde
ese punto puede determinarse la magnitud, importancia y relevancia para la materia
constitucional.
El mismo Bautista Alberdi130 señala que conviene, pues, que el Preámbulo exprese
sumariamente los grandes fines de la Constitución (la unión nacional, la justicia, la
paz interior, la defensa común, el bienestar general y la libertad). Abrazando la mente
de la Constitución, vendrá a ser la antorcha que alumbre el sendero de la legislación
y señale el rumbo de la política del gobierno; en otras palabras, el autor refiere al
preámbulo desde el punto de vista programático, como punto de partida y principal
valedor de en lo que el texto constitucional resulte, esto resulta en una congruencia
necesaria y condicionante entre los principios y valores que sean allí consignados,
con el desarrollo jurídico de la materia constitucional y del resto del ordenamiento
jurídico.
Cabe señalar que los preámbulos no solo reúnen los principios y valores que se
desarrollarán en forma de reglas, principios y valores en el texto constitucional, sino
129
Haro, Ricardo. “El control de constitucionalidad comparado y el rol paradigmático de las cortes y
tribunales constitucionales”, Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano, Uruguay, Fundación
Konrad Adenauer Stiftung A.C., Tomo I, 2004, p. 65.
130
Bautista Alberdi, Juan. Las bases, Santa Fe, Ed. Castellví, 1957, p. 203.
90
que la nueva cultura democrática, señala Torres del Morral y Tajadura Tejada 131,
suele tener en los preámbulos constitucionales un privilegiado reflejo. No en vano en
su opinión éstos son, sin mengua de su especial valor normativo, piezas retóricas
muy valiosas en las que se dan cita los valores y los ideales que motivan la
redacción de sus respectivos textos constitucionales, en otras palabras, estas piezas
retóricas que pueden extenderse sobre cuestiones específicas o bien generalidades
del Estado que se está fundando, reflejan un carácter histórico, presencial y finalista,
que servirá de base para la programación de un sistema democrático.
131
Torres del Moral, Antonio y Javier Tajadura Tejeda. Los preámbulos constitucionales de
Iberoamérica, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, serie Cuadernos y Debates nº
113, 2001, p. 10.
91
En ese sentido, Antonio Hernández Gil, presidente de las cortes constituyentes
españolas, citado por Tajadura Tejada132, defiende la existencia del preámbulo, pues
señala que debería lograrse un texto lapidario capaz de motivar el juicio positivo de
los ciudadanos conscientes a la hora del referéndum, porque es claro que no van a
analizar toda la Constitución; señala que el preámbulo debería servir también como
base de comentarios sencillos en las escuelas y en los medios de difusión, debería
servir, en fin, para demostrar que la Constitución no es sólo (y ya es mucho) un texto
jurídico, sino también una palanca motivadora y estimulante para la democracia.
132
Tajadura Tejada, Javier. “Veinticinco años de Preámbulo Constitucional”, Revista de Derecho
Político UNED, No. 58-59, País Vasco, 2003-2004, p. 38.
133
Loc. Cit.
92
que cita el autor, es en esencia, la identidad de la Constitución, la cual se presupone
de esa forma preambular con el objetivo de ser transmitida generacionalmente y de
constituir la primera referencia del sistema jurídico-político del Estado para la
posteridad.
Un concepto mucho más extenso y denso es el que relató hace casi un siglo Nicolás
Pérez Serrano135, sobre que el Preámbulo de la Constitución es no sólo una fórmula
solemne de introducción, sino enunciación compendiosa del fin al que aspira y del
origen de donde procede la obra constitucional, es más, en buena medida, el
preámbulo debe exponer la tendencia y el espíritu de la Constitución a que precede y
viene a ser algo así como el preludio donde se contienen los motivos capitales de la
ley fundamental; por eso, y frente a la concepción dominante, que no reconoce a
esas palabras valor preceptivo o dispositivo alguno, hoy se propende a ver en ellas, y
en otras análogas, la encarnación misma de la Constitución, a diferencia de las
134
Ibíd., p. 41.
135
Pérez Serrano, Nicolás. “La constitución española”, Revista de Derecho Privado, 9-XII-1931,
Madrid, 1932, p. 22.
93
normas contenidas en preceptos constitucionales; por donde resultaría que el
preámbulo entrañaba el acto de decisión política unitaria y suprema en que la
Constitución consiste según modernas opiniones.
136
Alexy, Robert. Óp. Cit., p. 22.
137
Haro, Ricardo. Óp. Cit., p. 66.
94
vivificante interpretación constitucional, las cortes o los tribunales constitucionales
expongan y transmitan a la sociedad el mensaje de su alto magisterio constitucional:
cuáles son las ideas, los sentimientos y los comportamientos constitucionales que,
por tener una repercusión social valiosa, promuevan una actitud ejemplificadora de
convocatoria, seguimiento y compromiso.
Así es que, para Jóse Ramón Cossío138, los preámbulos al inicio de la teoría
constitucional, es decir, del constitucionalismo, venían a ser la correa de transmisión,
por decirlo así, entre la filosofía política y el texto constitucional; dicho en otros
términos, eran la forma utilizada por el constituyente para establecer, ab initio, cuáles
eran sus fundamentos de legitimación, qué valores serían perseguidos, sobre qué
bienes recaería su protección y, finalmente, qué objetivos pretendían alcanzarse
socialmente.
En otra latitud señala Pedro J. Frías139, que los preámbulos son el imaginario
argentino (y de cualquier sociedad), o sea, las representaciones mentales
depositadas en la memoria colectiva, es decir, nos imaginamos así; es así que si
aquellos no representan el presente, representan el “futurable”, es decir, son valores
socialmente reconocidos, que pueden ser finales, como la paz y la justicia, o
instrumentales, como la participación y la representación política; pensamiento que
138
Cossío, José Ramón. “Los preámbulos de las constituciones mexicanas: contenidos y funciones”,
Revista del Instituto de la Judicatura Federal, No. 8, Consejo de la Judicatura Federal, México, 2001,
p. 79.
139
Frías, Pedro José. Las nuevas constituciones provinciales, Buenos Aires, Ed. Depalma, 1989, p. 1.
95
diagrama dos clases de valores socialmente reconocidos dentro de un preámbulo
constitucional a los cuales debe ponérseles énfasis.
Los finales que resultan ser teleológicos y los instrumentales que son más bien
derechos subjetivos de los habitantes, para hacer una correcta diferenciación,
debemos separar los unos de los otros por la manera en que estos se desarrollan y
luego se reclaman, pues los finales o teleológicos, por resultar intrínsecos o
generales, deben ir inmersos en todos los actos y su contradicción resulta ser motivo
para que la misma siquiera nazca a la vida jurídica o sea nula de pleno derecho -ipso
jure-, empero, los instrumentales que, como ya se coligió, son derechos subjetivos
que se pueden o no accionar, resultan ser reclamables a través de las garantías
constitucionales como el amparo y la inconstitucionalidad de carácter general o en
caso concreto, ello pues, estos necesitan de un análisis e interpretación
constitucional ponderativa que replique si prevalecen sobre algún otro valor o
principio constitucional y deben ser aplicados o bien, deben ceder en dicha
ponderación.
De la importancia de los argumentos sobre qué es y para qué nos sirve tener una
conciencia constitucional más activa –dotar al preámbulo de valor normativo-,
encontramos en el análisis de Pablo Lucas Verdú140 quien refiere que el preámbulo
es una dimensión moral del hombre (conciencia ética), pero en el caso que nos
ocupa se refiere al hombre como ciudadano (conciencia cívica), conciencia
constitucional, que versa sobre una Constitución, sobre los valores que la legitiman,
sobre el correcto funcionamiento de las instituciones y órganos fundamentales, ante
todo acerca del reconocimiento y la garantía de los derechos humanos. Es por ello
que, a su juicio, la conciencia constitucional es “una facultad del hombre, en cuanto
ciudadano, que le permite identificarse con el orden constitucional de su país en la
medida en que satisface sus convicciones político-sociales.
140
Lucas Verdú, Pablo. “Conciencia y sentimientos constitucionales (examen de los factores
psicopolíticos como integradores de la convivencia política”, Anuario de Derecho Constitucional y
Parlamentario, nº 9, Asamblea Regional y Universidad de Murcia, Madrid, 1997, pp. 1-2.
96
Esa conciencia constitucional, reflejada en el preámbulo constitucional, como valor
democrático, debe ser analizada y empoderada por el juez constitucional, pues no
está demás advertir que, a través del reconocimiento de los procesos traumáticos
que llevaron a una sociedad a construir un ordenamiento constitucional nuevo, puede
llegarse a la aplicación normativa real que debe dársele a los principios y valores que
están contenidos en el preámbulo, dotando de fuerza hermenéutica y normativa
directa e indirecta al seno de la constitución, es decir, a la fuente filosófica de su
creación.
97
ordenamiento jurídico y la convivencia social, con una mirada histórica, acentuada en
la realidad del presente y con ánimo de programación del futuro deseado.
Desde un punto de vista político dos son las funciones principales que cabe atribuir a
un Preámbulo constitucional. En primer lugar una función de síntesis: los preámbulos
sintetizan la «decisión política fundamental», por utilizar la expresión clásica de
Schmit, en que toda Constitución consiste. En segundo lugar, los preámbulos
presentan también una faceta o dimensión simbólica que los convierte en factores de
integración nacional, en tanto que la asimilación de los textos preambulares
contribuye a la potenciación del sentimiento constitucional.143
143
Tajadura Tejada, Javier. “Valor jurídico y función política de los preámbulos constitucionales”,
Revista peruana de derecho constitucional, Centro de Estudios Constitucionales del Tribunal
Constitucional del Perú, Lima, 2016, p. 263.
98
3.3.1 Función de síntesis de la decisión política fundamental
Las constituciones como expresión de los pueblos que se disponen a auto regular
una existencia soberana y civilizada, funcionan como instrumentos políticos por
excelencia, es así, que hasta que el constitucionalismo se empezó a afianzar en la
dogmática jurídica, fue que se trató a los textos constitucionales como normas
jurídicas; de esa cuenta, la política es la razón de ser de tales instrumentos y, por
ende, de sus preámbulos.
144
García Laguardia, Jorge Mario. Breve historia constitucional de Guatemala, Guatemala, Ed.
Universitaria Universidad de San Carlos de Guatemala, 2015, 2ª Edición, p. 100.
99
paz; estos valores son fruto de una tendencia hacia la democratización del Estado,
que luego es desarrollada programáticamente a manera de fórmula política para
limitar el poder de la autoridad que históricamente infringió los derechos de los
guatemaltecos.
145
Schmitt, Carl. Teoría de la Constitución, Trad. de Francisco Ayala, Madrid, Ed. Alianza, 1982, p. 47.
146
Tajadura Tejada, Javier. “Valor jurídico y función política de los preámbulos constitucionales”,
Revista peruana de derecho constitucional, Óp. Cit. p. 264.
147
Ibíd. p. 265.
100
La noción de "fórmula política" fue definida por Lucas Verdú148 como la expresión
ideológica jurídicamente organizada en una estructura social; tal expresión puede
estar consagrada tanto en principios como en valores, superiores o no, y estos
forman un techo ideológico que se puede hallar definido en el preámbulo
constitucional.
Canosa Usera149, relata que los elementos ideológicos, formados en el momento del
nacimiento de una fuerza política e incluidos en su programa, se expresarán en la
fórmula política estatal, siempre y cuando dicha fuerza política tenga capacidad
suficiente para influir en la determinación de la orientación política general; tal
capacidad de influjo se materializa en la transformación de sus postulados
ideológicos, primero, en principios políticos de la Comunidad nacional y, segundo, en
principios constitucionales.
148
Lucas Verdú, Pablo. Curso de derecho político, Madrid, Ed. Tecnos, 1976, 2ª Edición, p. 422.
149
Canosa Usera, Raúl, Interpretación constitucional y fórmula política, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1988, p. 253.
150
Ibíd. p. 263-265.
101
a) La fórmula alberga en sí misma la síntesis de la Constitución material y de
la Constitución formal.
b) Como consecuencia de lo anterior, como instrumento para la interpretación
constitucional, la fórmula permite superar las contradicciones entre las
orientaciones subjetiva y objetiva de la interpretación.
Para concluir, y como preludio al tema central, puede decirse que la fuerza normativa
de la Constitución supone que ésta desea ser aplicada, en este sentido hay que
subrayar la idoneidad de la fórmula política para extender la fuerza normativa de los
preceptos más importantes del articulado constitucional, que precisamente por su
importancia, adolecen de una generalidad que los hace difíciles de concretar, pero
que, sin embargo, la fórmula posee recursos que permiten desentrañar el significado
normativo de esas disposiciones y, por consiguiente, aplicarlas correctamente. 151
151
Tajadura Tejada, Javier. “La función política de los preámbulos constitucionales”, Cuestiones
Constitucionales Revista Mexicana de Derecho Constitucional, No. 5, Instituto de Investigaciones
Jurídicas UNAM, México, julio-diciembre, 2001, p. 251.
102
3.3.2 Función de integración nacional
El preámbulo constitucional además de fungir como el estandarte que eleva por título
propio los valores y principios que iluminan y radican la materia de la constitución,
también funge desde un punto de vista metodológico, casi pedagógico, como
integrador de la conciencia nacional, del espíritu constituyente y de la convención
política que, re-unida, tomó parte en un nuevo pacto social en el cual se presupone,
está representada sino la totalidad, la mayoría de los sujetos que conviven en un
Estado.
Debe reconocerse que la base del constitucionalismo está cimentada sobre la idea
central de unidad, de despojo de la tiranía de una clase política en particular, para
llegar a un pacto social basado en convivencia de todos los actores y, sobretodo, de
todos los ciudadanos parte de una comunidad; de esa cuenta, Lucas Verdú 152,
señala que el integracionismo es una teoría ideada por Smend, según la cual el
Estado es resultado de un proceso de creación continuo que se cumple mediante las
tres típicas integraciones: personal, funcional y real, así pues, el Estado no es un
fenómeno natural que deba ser simplemente constatado, sino una realización cultural
que como tal realidad de la vida del espíritu es fluida, necesitada continuamente de
renovación y desarrollo, puesta continuamente en duda.
“El Estado no constituye en cuanto tal una totalidad inmóvil, cuya única
expresión externa consista en expedir leyes, acuerdos diplomáticos,
sentencias o actos administrativos. Si el Estado existe, es únicamente gracias
a estas diversas manifestaciones, expresiones de un entramado espiritual, y,
de un modo más decisivo, a través de las transformaciones y renovaciones
que tienen como objeto inmediato dicho entramado inteligible. El Estado existe
152
Lucas Verdú, Pablo. La lucha contra el positivismo en la República de Weimar: la teoría
constitucional de Rudolf Smend, Madrid, Ed. Tecnos, 1987, p. 117.
103
y se desarrolla exclusivamente en este proceso de continua renovación y
permanente reviviscencia; por utilizar aquí la célebre caracterización de la
Nación en frase de Renan, el Estado vive de un plebiscito que se renueva
cada día. Para este proceso, que es el núcleo sustancial de la dinámica del
Estado, he propuesto ya en otro lugar la denominación de integración”. 153
Entendido como lo plantea el autor, el Estado, y por ende, sus bases constitutivas,
están en constante transformación y renovación, en miras del mejoramiento a la
convivencia de sus ciudadanos; sin embargo, tal renovación puede constituirse en
deformación, por lo cual debe entrañarse un núcleo sustancial que le dé la
característica única e irrepetible a un Estado del porqué de su unión, es decir, del
porqué de las razones para constituirse.
153
Smend, Rudolf. Óp. Cit., pp. 62-63.
154
Smend, Rudolf. Óp. Cit. pp. 70-92.
104
A la integración material o real pertenecen todos aquellos fenómenos que significan
participación de los individuos en un contenido de valores estatales. Entre estos
destacan todos los símbolos que materializan el contenido axiológico del Estado y
hacen sencillo su conocimiento; es así, que los preámbulos constitucionales suelen
contener el techo ideológico del régimen, sintetizan todo su contenido axiológico, y
cumplen esta función de un modo asequible para todo ciudadano. 155
155
Tajadura Tejada, Javier. “Valor jurídico y función política de los preámbulos constitucionales”,
Revista peruana de derecho constitucional, Óp. Cit. p. 254.
156
Loewenstein, Karl. Óp. Cit. p. 200.
157
Lucas Verdú, Pablo. El sentimiento constitucional (aproximación al estudio del sentir constitucional
como modo de integración política), Madrid, Ed. Reus, 1985, pp. 6-7.
105
Esa conciencia de que la Constitución y su materia reúne cualidades buenas y
convenientes para todas las personas –bien común-, se ve reflejada en la mayoría de
textos constitucionales actuales, más aún, en la Constitución guatemalteca se
postula como un fin específico del Estado constitucional; de esa cuenta, señala
Haberle158, el Estado constitucional democrático no puede renunciar a los vínculos
sentimentales de los ciudadanos hacia él, tampoco a la creación de posibilidades de
identificación para el ciudadano y a su propia obligación y responsabilidad ante
instancias y contextos más altos.
Esto pues, el preámbulo constitucional remite a verdades básicas sobre las cuales
una comunidad política se asienta; estas verdades constituyen los valores superiores
de la Constitución y para el citado autor, pueden llamarse “religión civile”; ahora bien,
como se ha mencionado, no todos los textos constitucionales son inaugurados por un
preámbulo que sintetice la religión civil de la comunidad política que regula.
Ahora bien, hay que entender que es el constituyente quien representa y plasma los
valores superiores, la religión civile o esas verdades de fe que se proclaman en la
Constitución de manera dispersa o bien, en su preámbulo; estos representantes de la
comunidad política que dispuso una organización constitucional democrática, reflejan
no solo sentimientos unificados, sino también disparidades que a la luz de la
Constitución no generan conflicto, pero que deben ser entendidas para hallar
soluciones a futuros conflictos interpretativos; de esa cuenta, tanto como para
aquellos textos constitucionales que no tengan un preámbulo constitucional o bien,
158
Haberle, Peter. Óp. Cit. p. 259.
106
para aquellos que lo tengan pero surjan dudas sobre el sentir verdadero del
constituyente, se ha vuelto una herramienta útil el estudio de los diarios de sesiones
de estos, ello pues a través de la discusión motivada en la sustanciación y
proclamación de valores superiores o principios, puede hallarse solución a
divergencias futuras.
159
Loc. Cit.
107
CAPÍTULO IV
FUERZA NORMATIVA E INTERPRETATIVA DEL PREÁMBULO
CONSTITUCIONAL
160
Quiroga Lavié, Humberto. Derecho constitucional latinoamericano, México, Instituto de
Investigaciones Jurídicas UNAM, 1991, p. 9.
108
desde la academia; la primera, una posición enteramente formalista que le niega al
preámbulo valor jurídico alguno, entendiéndolo sólo como portada simbólica del texto
constitucional, y la segunda posición extrema -a la manera del decisionismo de Karl
Schmitt- que le otorga pleno carácter normativo, en la medida que en él se
encuentren consagradas las decisiones políticas fundamentales, para concluir en una
tercera posición intermedia, según la cual los preámbulos no pueden ser invocados
para ampliar los poderes del Estado, pero sí para interpretar el alcance de los
establecidos en la ley fundamental.
A todo ello, los franceses han tenido una interesante discusión ante cual es la
verdadera fuerza del preámbulo; Augusto Hernández Becerra relata que, en opinión
de algunos, como Carré de Malberg y Esmein, el preámbulo simplemente era un
manifiesto cultural de naturaleza filosófica y moral que, a diferencia de la
Constitución, era incapaz de producir efectos legales. Otros en cambio, como como
Hauriou, Duguit y Georges Vedel, le atribuyeron fuerza normativa. Burdeau incluso
declaró con énfasis que el preámbulo “es una regla que liga al legislador con la
fuerza de una ley constitucional positiva”.161
Uno de los aportes más importantes para alimentar la discusión lo hizo el Consejo
Constitucional, cuando reconoció el valor constitucional del preámbulo de la
Constitución de la Quinta República en dos resonantes decisiones, la primera del 19
de junio de 1970 (DC 70-39) y la segunda del 16 de julio de 1971 (DC 71-44).162
161
Burdeau, Georges. Traité de Science Politique T. III: le Statut du Pouvoir dans l'Etat, Paris, Librairie
générale de droit et de jurisprudence, 1950, pp. 130 y ss.
162
Hernández Becerra, Augusto. Manual de Derecho Constitucional, Bogotá, Departamento de
Derecho Constitucional de la Universidad Externado de Colombia, 2016, p. 11.
109
constitucionales contenidas tanto en la Declaración de los Derechos del Hombre y
del Ciudadano, como en el Preámbulo de la Constitución de 1946, son parte activa
de la Constitución actual, y por ende son normas con fuerza normativa vinculante
ante cualquier otra y no solo interpretativa.
163
Pactet, Pierre y Ferdinand Mélin-Soucramanien. Derecho constitucional. Trad. de Corina Duque
Ayala, Bogotá, Universidad Santo Tomás y Ed. Legis, 2011, p. 556.
110
Una posición un tanto más pragmática y conciliadora toma Quiroga Lavié 164, al
señalar que el preámbulo puede tener, según el caso, un carácter múltiple, a saber:
ser un acta de establecimiento de la Constitución; ser el acto ratificatorio de pactos o
acuerdos fundamentales de las fuerzas políticas nacionales: tal es el caso del "Pacto
de Federación de las Provincias Argentinas"; ser el acto de ejecución de dichos
acuerdos o pactos; ser un conjunto de fines operantes como normas programáticas a
ser interpretadas por los tribunales de justicia a la hora de aplicar la Constitución; el
señalado carácter múltiple se convertirá en el punto de partida de discusión sobre la
fuerza normativa o interpretativa según sea el caso en concreto que se estudie, pues
permitirá que el intérprete tome posición por sobre el decisionismo del constituyente
o bien sobre el papel creador del derecho del juez constitucional.
Aun así resulta sumamente relevante la tarea interpretativa que ocupa, esto pues, los
principios –regularmente contenidos en el preámbulo- según Bobbio, citado por
Monroy Cabra165, cumplen varias finalidades, entre las que resaltan: a) una función
interpretativa respecto de las dudas que se pueden suscitar al momento de su
aplicación; b) una función integradora cuando no exista norma; c) una función
164
Quiroga Lavié, Humberto. Óp. Cit., p. 9.
165
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit. p. 78.
111
orientadora para el operador jurídico; y, d) una función limitativa pues fijan los límites
de eficacia de una determinada regulación.
Así las cosas, las cuatro funciones señaladas por el autor, si bien es cierto se
delimitan por separado, debe entenderse que están condensadas sobre un papel
interpretativo de los principios y valores por sobre las reglas, es decir, la tarea de
estos en general es la permeabilidad abstracta que tienen sobre las normas de
aplicación directa; por tanto, el papel interpretativo ya no es solo concebido como
una facultad para integrar o despejar dudas, sino que también se planta como límite
de aplicación de una regla, dando los primeros pasos hacia una aplicación directa
(fuerza normativa) de los principios.
166
Haberle, Peter. La libertad fundamental en el Estado Constitucional, Lima, Pontificia Universidad
Católica del Perú, Fondo Editorial, 1997, p. 54.
112
La justificación de la fuerza interpretativa del preámbulo constitucional y sus valores y
principios, proviene de la característica misma de la constitución, y es que ésta no es
una norma jurídica común, es decir, no tiene la misma estructura que las leyes sino
que actúa con base en conceptos jurídicos indeterminados, haciendo de ésta un
orden abierto que amerita una interpretación dirigida por valores superiores distintos
a los que rigen las leyes comunes.
167
De Cabo Martín, Carlos. Sobre el concepto de Ley, Madrid, Ed. Trotta, 2000, pp. 79 y ss.
168
Guastini, Ricardo. Teoría e ideología de la interpretación constitucional, Óp. Cit. p. 95.
113
actividad. Así lo expresa Díaz Revorio169, en cuanto a que el carácter abierto no
implica la carencia de contenido obligatorio e inmediatamente vinculante, ello pues,
resulta cierto que la presencia de los valores y principios generales permite que
puedan realizarse varias lecturas o interpretaciones de ésta, sin embargo, no permite
cualquier interpretación, sino solo aquellas que no sean rechazadas de plano por lo
propios valores constitucionales fundacionales, contenidos regularmente en el
preámbulo constitucional.
Así también era relatado por Story, citado a su vez por Cossío171, quien señala que la
importancia del examen del preámbulo para llegar a la verdadera interpretación de
las cláusulas de la Constitución ha sido siempre comprendida y reconocida en todas
las discusiones judiciales, ello es así, decía, en tanto revela la intención del
legislador, hace conocer los males que quiso remediar y el fin que desea alcanzar;
en otras palabras, a través de la interpretación principialista basada en el preámbulo,
puede llegarse a entender el sentido material y programático de todo el texto
constitucional.
169
Díaz Revorio, Francisco Javier. Óp. Cit. p. 326.
170
Cossío, José Ramón. Óp. Cit. pp. 81-82.
171
Loc. Cit.
114
La fuerza interpretativa del preámbulo constitucional como ya se ha dicho, ha sido la
salida fácil del intérprete judicial al aceptar su vinculatoriedad, y es así, que a través
de jurisprudencia se ha ido poco a poco dotando de relevancia para las funciones
mencionadas de integración, relleno, equilibrio y límite de aplicación de las demás
normas jurídicas; habida cuenta, los principales tribunales constitucionales han
soslayado sobre la indiscutible tarea interpretativa del preámbulo y su contenido.
172
Tajadura Tejada, Javier. “Valor jurídico y función política de los preámbulos constitucionales”,
Revista peruana de derecho constitucional, Óp. Cit. p. 261.
115
b.2) Además del criterio teleológico, todos los ordenamiento establece otros
cánones hermenéuticos los cuales no aparecen clasificados en un orden
jerárquico de prelación, ni tienen el carácter de numerus clausus.
b.3) El intérprete no debe utilizar simultáneamente todos los criterios
hermenéuticos, sino que es libre de utilizar aquellos que considere más
convenientes para conseguir una recta interpretación de la norma concreta.
Realidad Constitucional, No. 3, Madrid, Centro de Estudios Ramón Areces, 1999, p. 306.
116
constitucional.
Sobre la prevalencia que debería tener la fuerza interpretativa del preámbulo, Larrea
Holguín174 señala que, si se tiene en cuenta que una constitución por fuerza de su
naturaleza y por su brevedad contiene normas bastante abstractas que luego deben
concretarse en la legislación secundaria, entonces se aprecia toda la importancia de
un preámbulo que da la pista para la adecuada interpretación, asimismo, como toda
la legislación se somete a la constitución, los principios que sirven para entender a
esta, deben igualmente aplicarse en la inteligencia del resto de la legislación; de
modo que un preámbulo tiene enorme trascendencia.
Unos años más tarde, la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, que hace
las veces de tribunal constitucional, también abordó la discusión sobre el carácter
jurídico del preámbulo de la constitución argentina de 1853, señalando que a tal
manifestación le está vedado un carácter atributivo de facultades (normativo),
empero, le está adscrito un carácter interpretativo en la tarea de dirimir controversias
y garantizar derechos, lo cual pronunció de la forma siguiente:
174
Larrea Holguín, Juan. Derecho Constitucional Ecuatoriano, Quito, Ed. Corporación de Estudios y
Publicaciones, 2000, p. 77.
175
Corte Suprema de Justicia, Estados Unidos de América, Jacobson v. Commonwealth of
Massachusetts, 1905.
117
lenguaje.” Sólo constituye un positivo factor de interpretación cuando el
pensamiento de los redactores no aparece en aquel nítido y definitivo –
Wiiloughby § 19. (…) debe observarse además que si bien los representantes
del pueblo de la Nación Argentina, al sancionar la carta política que nos rige,
lo hicieron para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que
quieran habitar en el suelo argentino, tuvieron por fin principal y fundamental,
también afirmado enfáticamente en el Preámbulo, consolidar la paz interior,
promover el bienestar general y asegurar el beneficio de la libertad, altos
propósitos que en el hecho resultarían vulnerados y desconocidos si se
negara al Gobierno federal la facultad de eliminar del país a los extranjeros
que viniera a él precisamente a impedir o dificultar la realización de aquellos
propósitos…»176
En ese sentido Fernández Sessarego178 señala que el preámbulo no sólo sirve, como
se apuntó en precedencia, para interpretar, a partir de las normas, el sentido
axiológico de las conductas intersubjetivas que integran el Derecho -es decir, para
encontrar su sentido valioso o desvalioso- sino para comprender la cultura de un
pueblo y conocer su opción política-axiológica; en síntesis, la importancia del
preámbulo se hará indispensable para comprender, a cabalidad, los alcances del
texto constitucional y despejar, por consiguiente, cualquier duda o mal interpretación
al respecto, lo que ayudará en gran medida a liberarse de las caprichosas
interpretaciones auténticas que se realizan.
176
Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina, sentencia 166:344, de 6 de mayo de 1932.
177
Tribunal Constitucional de España, sentencia 150/1990, de 4 de octubre de 1990.
178
Fernández Sessarego, Carlos. Óp. Cit. pp. 173-174.
118
A estos antecedentes que refieren el preámbulo constitucional como un método
interpretativo se suma la concepción que le dio la Corte de Constitucionalidad de
Guatemala en uno de sus primeros fallos, de la forma siguiente:
Ante tales opiniones que desvaloran jurídicamente la fuerza normativa del preámbulo
constitucional, los propios tribunales constitucionales han reiterado que cuando una
norma constitucional sea clara y directa, el preámbulo no puede acudir a darle un
sentido ni valor distinto, pues esto sería una normatividad que no poseen por lo
abstracto de sus mandatos, sin embargo, reconocen, que cuando ésta sea ambigua
o deje espacio para la subjetividad, éste puede ser usado como fuente de
interpretación.
179
Corte de Constitucionalidad de Guatemala, expediente 12-86, sentencia de 17 de septiembre de
mil 1986.
119
Por último, José Ramón Cossío180 señala que, sin duda alguna, puestos en conjunto
todos estos elementos contenidos en el preámbulo y admitiéndose que son el
horizonte al cual debe tender la práctica constitucional a fin de hacerlo efectivo, los
mismos le confieren a los preámbulos un valor sustantivo para la comprensión del
texto constitucional, independientemente del valor normativo que llegue a asignársele
en cada orden positivo; este valor sustantivo se hace efectivo mediante su fuerza
interpretativa, y así, los preámbulos cumplen las funciones básicas señaladas de
establecimiento del fundamento de legitimación del constituyente y de la constitución,
de los valores que persigue, de los bienes a los que desea otorgar su protección y de
los objetivos sociales que pretende alcanzar.
180
Cossío, José Ramón. Óp. Cit. p. 85.
120
Así lo conceptualizó el tratadista Vladimiro Naranjo Mesa 181, quien cita a George
Burdeau, al considerar éste último que las declaraciones del preámbulo
constitucional no dan pie a los gobernados para exigir prestaciones al gobernante ni
para oponerse a determinados actos del mismo; esto de manera directa y con el
gigante objetivo de impedir el originalismo pragmático de los jueces, otorgando o
coartando facultades propias de los poderes del Estado y vulnerando así la división
de poderes.
En una posición intermedia, Luis Carlos Sáchica, citado por José Albendea Pabón 182
sostiene que el preámbulo por una parte no es un texto declarativo, sino que tiene
fuerza de decisión que condiciona el ejercicio del poder reformador y de los poderes
181
Naranjo Mesa, Vladimiro. Teoría constitucional e instituciones políticas, Bogotá, Ed. Temis, 9ª
Edición, 2003, p. 223.
182
Albendea Pabón, José. "El preámbulo de la constitución colombiana" Revista Díkaion, Colombia,
Universidad de la Sabana, Vol. 3, Julio 2009, p. 13.
121
constituidos, aunque por otro lado, éste no tiene expresión normativa, en otras
palabras, el autor refleja la conflictividad del dilema para asignar algún grado de
fuerza normativa al preámbulo, aunque no entera, esto pues en principio ya es un
límite para los poderes constituidos; esto también fue señalado por Guastini 183, al
referirse que la constitución entera es un texto normativo, que expresa, en cuanto tal,
auténticas normas jurídicas, por lo que el problema no reside en interpretar las
normas –principios y valores- provenientes del preámbulo, sino en determinar cuál es
valor jurídico, es decir, es un problema dogmático y no de interpretación.
Así entonces, se ha señalado que no cabe extraer derechos ni deberes para los
ciudadanos o los poderes públicos de los preámbulos, ni pueden ser consideradas
sus disposiciones como fuente de competencias para ningún órgano del Estado,
afirmando así que los preámbulos no son aptos para regular por sí mismos
situaciones y relaciones jurídicas, en otras palabras, esto quiere decir que los
preámbulos, como principio general, carecen de valor normativo directo.
Ahora bien, Néstor Pedro Sagüés186 ha ido más allá, señalando que las normas –
principios y valores- contenidos en los preámbulos tienen fuerza directa de
aplicación, a tal grado que señala que tales cláusulas pueden servir para invalidar
183
Guastini, Ricardo. Teoría e ideología de la interpretación constitucional, Madrid, Minima Trotta,
2008, p. 96.
184
Tajadura Tejada, Javier. “Valor jurídico y función política de los preámbulos constitucionales”,
Revista peruana de derecho constitucional, Óp. Cit. p. 258.
185
Astarloa Villena, Francisco. Óp. Cit. p. 69.
186
Sagüés, Néstor Pedro. Teoría de la constitución, Buenos Aires, Ed. Astrea, 2004, p. 261.
122
una norma inferior que las contradiga (piénsese, teniendo en cuenta los ejemplos
citados, en una ley iraní que estableciese la educación atea; en una regla soviética
que hubiese admitido el sufragio calificado por la riqueza; una norma española que
hubiere permitido la desmembración del país), es decir, señala que estas normas,
aun y cuando no son reglas de aplicación concreta, son parámetro de
constitucionalidad directa, es decir, tienen plena fuerza normativa.
Sin embargo, para ahondar en el tema referente a la fuerza normativa, cabe resaltar
que las disposiciones preambulares serán normativas en la medida en que pueden
intervenir en la determinación del significado de las disposiciones del articulado
constitucional o bien del articulado en general; esta indeterminación sobre la medida
de su fuerza se debe a la amplitud que pueda tener una norma constitucional o legal
para recibir ésta y hacerla efectiva, esto pues, las normas de aplicación concreta
suelen ser directas y no dejar cabida a integración, lo cual cierra la posibilidad de
aplicación normativa indirecta.
Tajadura Tejada187 señala que los preámbulos tienen así un valor normativo
indirecto, en cuanto el intérprete puede obtener la norma valiéndose –o combinando–
tanto de las disposiciones del articulado como de las del preámbulo, por lo que, por
supuesto, se encuentra con unas disposiciones cuya intensidad normativa es menor
que las del articulado, pero se trata de una diferencia de grado y de forma; debe
discreparse de esta posición que remite a la complementariedad que puedan
ostentar principios y valores abstractos, sin embargo, debe considerarse que las
reglas como disposiciones de desarrollo son, en realidad, el complemento del
sentimiento constitucional, y no al revés.
La fuerza normativa sea indirecta o directa, hace que el preámbulo constitucional sea
relevante no solo para la interpretación de las normas contenidas en toda la materia
187
Tajadura Tejada, Javier. “Valor jurídico y función política de los preámbulos constitucionales”,
Revista peruana de derecho constitucional, Óp. Cit. pp. 258-259.
123
constitucional, sino que condicionan su aplicación a estándares axiológicos
propuestos por el constituyente como cimiento de todo el Estado.
De esa cuenta, la tarea de asignación del grado de fuerza que pueda llegar a tener
una norma –principio o valor- contenida en el preámbulo, dependerá de su aplicación
al caso concreto en uso de una norma –regla- de aplicación concreta; esto por una
razón, y es que el preámbulo no puede ser separado del resto del articulado del texto
constitucional, pues es parte misma de éste, al tiempo que funge como hilo
conductor de su articulado y como síntesis de todo, al menos en su parte dogmática,
mientras que en la parte organizativa tendría un carácter más de limitante, tal y como
lo plasmaba la jurisprudencia norteamericana citada ut supra.
188
Bidart Campos, Germán. Derecho Constitucional, Buenos Aires, Ed. Ediar, 1979, p. 315.
124
instituciones jurídicas. Lejos de ser ajeno a la Constitución, el Preámbulo hace
parte integrante de ella. Las normas pertenecientes a las demás jerarquías
del sistema jurídico están sujetas a toda la Constitución y, si no pueden
contravenir los mandatos contenidos en su articulado, menos aún les está
permitida la transgresión de las bases sobre las cuales se soportan y a cuyas
finalidades apuntan. El Preámbulo goza de poder vinculante en cuanto
sustento del orden que la Carta instaura y, por tanto, toda norma -sea de
índole legislativa o de otro nivel- que desconozca o quebrante cualquiera de
los fines en él señalados, lesiona la Constitución porque traiciona sus
principios».189
189
Corte Constitucional de Colombia, Sentencia C-479, 1992, p. 122.
125
b) la de quienes ven en el preámbulo un conjunto de principios con fuerza
directiva, de manera que se configura en ellos una verdadera normatividad
supraconstitucional, con jerarquía superior a la de los preceptos de la carta
que deben ser su desarrollo;
c) y una tercera que entiende el preámbulo como declaración de principios y
como el señalamiento de los fines y motivos que animan al constituyente para
expedir el Código Superior.190
De entre los principios y valores, que han sido diferenciados ut supra, debe
remembrarse la diferenciación en su aplicación, y partiendo de ello, asentir sobre la
mayor o menor supraconstitucionalidad de cada uno; de esa cuenta, los valores
superiores de la constitución ya no son entonces declaraciones retóricas o simples
postulados programáticos, sino que son la base del ordenamiento, prestándole el
190
Echeverri Quintana, Eudoro. “El Preámbulo en la Constitución Política”, Revista Páginas, No. 88,
Colombia, Universidad Católica de Pereira, Diciembre 1988, p. 10.
126
sentido propio y por ende, debiendo presidir toda su interpretación y aplicación, es
decir, poseen fuerza interpretativa y fuerza normativa directa.
191
Ibíd. p. 17.
192
Haberle, Peter. Óp. Cit., pp. 145 y ss.
127
razón de ser previo a la juridicidad que aportará un texto, entonces, ¿de qué manera
puede negársele fuerza normativa?.
Por su parte, Jaime Angulo Bossa, al hacer una crítica hacia el Tribunal
Constitucional colombiano y su papel desarrollador de la fuerza normativa
preambular, señala:
Esta posición, asentada y reforzada por sendos fallos en otras jurisdicciones, tales
como el emitido por el tribunal constitucional turco en sentencia de 5 de junio de
2008, en la cual declara inconstitucional una reforma constitucional por contravenir el
193
Angulo Bossa, Jaime. ¿Qué es un Preámbulo? Introducción al conocimiento de la conciencia
Constitucional, Bogotá, Ed. Totamar, 1996, p. 307.
128
preámbulo de la constitución en su sentido religioso194, ha llevado a éste de un plano
aislado a formar tal vez, en opinión personal, la parte más importante de la
constitución, pues, ¿qué destino le espera a aquel pueblo que no puede defenderse
jurídicamente apelando a su pasado, su presente y sus aspiraciones a futuro como
normas de extrema vinculación con sus fines democráticos? La respuesta es simple,
ninguno.
129
Bajo esta perspectiva –que no será la desarrollada por la investigación-Nestor Pedro
Sagüés195 indica que, la modulación constitucional en una primera aproximación
conceptual, podría detectarse que propone para ciertos segmentos de la constitución
(el más significativo puede ser el de los derechos personales), extraer en cada caso
distintas respuestas o productos interpretativos, en función de contextos, obviamente
diferentes, que exigen una evaluación especial.
Esto es, que el mismo precepto constitucional, por ende, podría tener variaciones o
matices en su aplicación, en razón de una serie de factores de diversa índole, en
otras palabras, señala el autor, para ciertos momentos, sujetos o situaciones la
misma norma constitucional implicaría o generaría una respuesta (obviamente,
constitucional) “a”, para otros, “b”, o “c”, y en un orden paralelo de ideas, una norma
subconstitucional podría resultar constitucional en algunos escenarios, pero
inconstitucional en los restantes.
195
Sagüés, Nestor Pedro. La modulación constitucional, manifestaciones en el reciente
constitucionalismo latinoamericano, Buenos Aires, Centro Argentino de Derecho Procesal
Constitucional, 2014, p. 1.
130
Una de las justificaciones principales para aventurarse a proponer la creación de una
teoría de modulación constitucional desde el punto de vista jerárquico, es que, con la
incursión del constitucionalismo post segunda guerra mundial, en específico, con el
surgimiento del neo constitucionalismo o post positivismo, la constitución como tal ha
dejado de ser un único texto codificado, dando paso a una serie de disposiciones que
ostentan un rango superior dentro del ordenamiento, pero que a su vez, generan
conflicto cuando estas se contraponen unas a otras.
De esa forma, lograr modular las normas constitucionales que forman parte de toda
la materia de la constitución ayudaría al intérprete constitucional en caso de dirimir
conflictos constitucionales, determinando entonces que unas pesan más sobre otras,
incluso, llegando a la conclusión de que, en determinado caso, una norma
constitucional en atención a su rango inter-normativo puede llegar a ser
inconstitucional.
Tal materia se ve nutrida no solo por el texto central titulado constitución, sino que en
ella se ven reflejadas normas de carácter ordinario que han recibido la fuerza y
categoría de constitucionales por determinada circunstancia; normas internacionales
en materia de derechos humanos, adicionadas mediante decretos legislativos, es
decir, normas de carácter ordinario a fin de cuentas, pero con carácter constitucional;
normas constitucionales añadidas mediante la facultad de reforma otorgada a los
órganos encargados por el constituyente; sentencias del tribunal constitucional que
modulan internamente una disposición constitucional y por ende, hacen que esta
mute y forme otra categoría de entendimiento distinta a la que inicialmente tuvo, y
así, una gran cantidad de material jurisprudencial de entes internacionales e internos
131
de cada Estado que a la postre, moldean la materia de la constitución y ostentan por
tanto tal categoría.
Para iniciar con esta difícil labor, debe tenerse en cuenta que la doctrina
constitucional ya reconoce de por sí tipos de normas constitucionales sin asignarles
jerarquía.
Es por ello que la propuesta para la creación de una teoría de jerarquización inter-
normativa surge de la gran cantidad de tipos de constituciones que existen o que se
perciben desde el plano dogmático.
Las primeras, que son aquellas que vinculan directamente al poder público y en su
mayoría, tratan de garantizar derechos fundamentales, son conceptualizadas así por
los tribunales constitucionales, que van soslayando sobre la aplicación directa y
obligatoria de cada derecho en la medida en que sean invocados o no en el texto
constitucional, por lo que los derechos fundamentales como ejemplo, han pasado de
ser normas de limitación al poder, a ser invocados por los ciudadanos en todas sus
relaciones.
Las segundas, son aquellas normas que señala el autor en palabras de Giusseppe
De Vergottini, pese a que efectivamente tienen carácter vinculante y naturaleza
preceptiva, estas requieren para su aplicación intervenciones normativas ulteriores.
196
Orozco Solano, Víctor Eduardo. Óp. Cit. pp. 191-193.
132
Desde la perspectiva guatemalteca, pueden hallarse gran cantidad de normas
constitucionales, que distinguiremos unas de otras por la fuente de donde provienen,
sin prejuzgar sobre el contenido normativo (reglas, principios y valores) que tiene
cada una de ellas, lo cual será analizado más adelante para determinar la
prevalencia inter-normativa; de esa cuenta, la materia de la constitución
guatemalteca contiene los tipos de normas siguientes:
133
atribuciones propias de cada uno de estos; y las programáticas, que
normalmente se expresan en reglas de contenido abierto hacia el poder
constituido y contienen un mandato de desarrollo hacia la ley ordinaria, es
decir, que prevén alguna circunstancia vital (verbigracia derecho al agua) para
el ordenamiento constitucional, pero no tan relevante para el constituyente
como para ocupar el texto constitucional, por lo que encomienda al poder
constituido su desarrollo en la legislación ordinaria, el cual debe ser atendido
para evitar incurrir en una omisión legislativa que dañe derechos
constitucionales programados; así, la diversidad de normas constitucionales
contenidas en el texto constitucional per se, no prejuzgan sobre su esencia y
su jerarquía entre unas y otras, pues esto podría darse hasta determinar cuál
es su contenido, es decir, si son reglas, principios o valores, y si, se pueden
anteponer a otras normas constitucionales por una superioridad en su
contenido sustancial.
c) El tercer tipo de norma constitucional en el ámbito guatemalteco, está
conformado por las leyes constitucionales, las cuales no forman parte del texto
constitucional, pero desarrollan una materia especialmente encomendada por
ésta, es decir, surgen a raíz de una programación hecha por el constituyente,
pero que éste mismo se reserva; de esa cuenta, las leyes constitucionales son
producto de la voluntad del constituyente, que señala el mandato para que
dichas materias sean desarrollas, pero al mismo tiempo reserva su regulación
de manera que su especialidad tenga prevalencia por sobre las demás
normas que desarrollará el poder constituido. Este tipo de normas
constitucionales llaman especialmente la atención, pues aun y cuando se
catalogan como constitucionales, no ostentan el rango supremo de la
constitución por no estar contenidas dentro de su texto y por ende, no poseer
la rigidez del texto mismo, sin embargo, contienen ciertos rasgos que pueden
considerarse de superioridad por sobre las normas ordinarias, los cuales son a
su vez otorgados por el texto constitucional y que pueden llevar a la
concepción de considerarlas normas constitucionales intermedias o de
segunda categoría.
134
c.1) el primero de estos es el calificativo que el texto constitucional da a dichas
normas, pues en los cuatro casos existentes (Ley Electoral y de Partidos
Políticos, Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad, Ley de
Orden Público y Ley de Emisión del Pensamiento), la constitución se refiere
de manera expresa a estas como leyes constitucionales, lo cual presupone un
carácter distinto de las normas ordinarias, pues desarrollan materia específica
de la constitución la cual a pensar del constituyente debe tener una relevancia
en la jerarquía normativa por la trascendencia de su regulación.
c.2) el segundo de los rasgos para determinar la superioridad de las leyes
constitucionales, es el procedimiento agravado para su reforma, es decir, la
rigidez que el texto le brinda; esto pues, el texto constitucional establece un
procedimiento distinto de reforma a las cuatro leyes señaladas, estableciendo
por sobre la primacía legislativa, que para que estas puedan sufrir una
modificación es necesario un dictamen de viabilidad de reforma de la Corte de
Constitucionalidad, lo cual, sin duda alguna otorga un carácter distinto a estas
en cuanto son las únicas dentro del ordenamiento jurídico guatemalteco que
requieren un dictamen previo de constitucionalidad obligatorio, emitido por un
tribunal de derecho y no por el órgano político, lo cual denota que el
constituyente posa sobre el tribunal constitucional como órgano constituyente
permanente la responsabilidad de que el orden constitucional que las cuatro
leyes constitucionales sostienen, sea apegado a la realidad del texto
constitucional central.
c.3) el tercer rasgo que se encuentra en estas normas sigue en el plano del
procedimiento para su reforma, o sea su rigidez, pues éste a su vez exige que
la decisión del parlamento para aprobarla sea hecha por mayoría calificada,
específicamente de dos terceras partes de sus integrantes, lo cual agrava el
procedimiento de reforma pero que, sin embargo, no lo especializa de manera
total, pues no son las únicas leyes que requieren tal número de votos para su
aprobación y a su vez, tampoco exige la consulta popular que sí es necesaria
para la reforma de la parte rígida de la constitución, ostentando entonces
estas normas un carácter semi-rígido.
135
c.4) el cuarto rasgo está inmerso en la reserva de ley que el constituyente hizo
para su emisión, o por lo menos, para la emisión de dos de estas (Ley
Electoral y de Partidos Políticos y Ley de Amparo, Exhibición Personal y de
Constitucionalidad), pues señala su constitucionalidad y a su vez remite a que
sea el propio órgano constituyente el que las desarrolle, esto por la materia de
especial importancia que tratan; ahora bien, en cuanto a las otras dos leyes de
carácter constitucional (Ley de Orden Público y Ley de Emisión del
Pensamiento), resulta más interesante aún el hecho de que el constituyente
no solo constitucionalice normas que fueron emitidas al amparo de otra
constitución (1965), sino que les otorgue el rango de constitucionales por
haber sido emitidas por el órgano constituyente de aquella época, lo cual sin
duda, formula una unidad de criterio en determinar de que la materia que
estas regulan es constitucional indefinidamente en el tiempo para el Estado, y
así es entendido por cuanto sus características forman parte del orden
constitucional general. Ahora bien, puede entenderse que este es un primer
antecedente del bloque de constitucionalidad, pues, el constituyente de 1985
reconociendo la labor del constituyente del constituyente de 1965, le otorga
relevancia a la materia constitucional definida por éste, al punto de adoptar
normativa hecha para otro texto constitucional, lo cual, de por sí, es una
manifestación de unificación de la tarea constituyente y un reconocimiento de
las bases democráticas, republicanas y constitucionales del Estado en la
modernidad.
«… Esta Corte considera que las leyes constitucionales son revestidas de tal
carácter en forma expresa por la Constitución, son emitidas por el órgano que
ostenta el poder constituyente y su procedimiento de reforma es más rígido
que el previsto para reformar leyes ordinarias. La Constitución en el artículo
175 prevé un mecanismo rígido para la reforma de leyes constitucionales que
136
para llevarse a cabo deberá aprobarse con el voto de las dos terceras partes
del total de diputados que integran el Congreso, previo dictamen favorable de
la Corte de Constitucionalidad. Las normas de una ley constitucional no
pueden ser expulsadas del ordenamiento jurídico a través de una
inconstitucionalidad general o inaplicables mediante su planteamiento en caso
concreto, sino únicamente por medio de la reforma de la ley y siguiendo el
procedimiento establecido en la Constitución, ya que de lo contrario esta Corte
dejaría de ser intérprete de la Constitución y se convertiría en un legislador
constitucional negativo…»197
Hay que destacar que la constitución per se no es una ley constitucional, como
erróneamente se ha llegado a suponer, pues esta ostenta un rango superior definitivo
por sobre cualquier norma ordinaria o catalogada como constitucional en primer lugar
por el órgano que la expide, cuya tarea única ha sido su creación, es decir, que el
telos de su convocatoria constituye también su razón de ser, no pudieron ser
equiparable a cualquier otra norma emitida por éste o por otro órgano pues su
supremacía depende, entre otras cosas, de su carácter único e irrepetible, es así que
la Constitución es el centro de la codificación de la materia de la constitución, en
otras palabras, este texto central precedido por un preámbulo que forma parte activa
de este, no es una ley, sino un código estrato céntrico del que emanan todas la
normas, sean constitucionales o no, pues su legitimidad legitima todo lo demás y por
197
Corte de Constitucionalidad de Guatemala, expediente 300-95, sentencia de 12 de marzo de 1996,
p. 45.
137
ende, ostenta un rango único e incomparable y no puede ser equiparada con las
leyes constitucionales, es decir, no puede ser considerada una ley, sino una norma
suprema, la norma de normas.
138
armónico de normas, incluyendo las que ésta misma señala como parte de
ella, por lo que al referir sobre las normas internacionales en materia de
derechos humanos, las acoge dentro de su texto y les brinda el carácter de
constitucional, únicamente frente a las normas ordinarias, esto en otras
palabras, no permite la subordinación de la constitución ante dichas normas
de carácter internacional, pues en caso de contravención entre unas y otras,
las normas constitucionales no podrían verse sujetas a reforma o modificación
por las internacionales, esto pues, señala el tribunal, el conflicto no podría
existir pues el Estado no aceptaría de entrada normativa internacional que
contraviniera el texto constitucional.
Esta posición no es compartida, pues aun y cuando el Estado decide qué
normas de carácter internacional entran a la esfera del derecho guatemalteco,
el examen de constitucionalidad que realiza el parlamento no siempre es el
idóneo para determinar esta posibilidad conflictiva, habida cuenta, es tarea del
tribunal constitucional hallarla, además de que las normas mutan, y así, tanto
la constitucional o la internacional pueden cambiar de efectos modificando su
sustancia y pudiendo colisionar una con otra, por lo que el conflicto
constitucional sí puede ocurrir, sin embargo, debe decidirse qué categoría
ostenta la norma internacional en materia de derechos humanos adoptada por
el texto constitucional para establecer si traspasa una norma constitucional o
no.
Al respecto de estas normas, también el tribunal constitucional se ha
expresado sobre que no es viable realizar el examen de constitucionalidad de
manera directa, pues no ostentan la legitimidad de la norma de normas,
debiendo ser hecho por vía del bloque de constitucionalidad y aplicación de
las normas que permiten su entrada, es decir, los artículos 44 y 46
constitucionales.
En fin, las normas internacionales en materia de derechos humanos, son
entonces, normas constitucionales plenamente reconocidas, las cuales, sea
de manera integradora o bien, mejoradora, forman parte del texto
constitucional y por ende de la materia de la constitución.
139
La inclusión de derechos fundamentales y de normas constitucionales
mediante la creación jurisprudencial del bloque de constitucionalidad ha
distorsionado la materia de la constitución permitiendo que una vastedad de
normas internacionales en materia de derechos humanos obtengan su
constitucionalización; esto ha provocado una intensa carga impregnadora de
las normas internas con normas internacionales y jurisprudencia de la
aplicación de estas, lo cual, con los límites adecuados es de mucha ayuda.
e) El quinto tipo de normas constitucionales que puede hallarse, es la
jurisprudencia constitucional; estas son más bien subnormas, o como cita
Monroy Cabra198 normas subconstitucionales, las cuales surgen al verificar la
confrontación entre la ley y la constitución, en la actividad de interpretación, es
decir, se crean a partir del proceso de subsunción que realiza el intérprete
constitucional. También lo señala así Enrique Alonso García 199, en cuanto a
que de toda operación de subsunción, por simple que parezca, se deriva un
tertium que constituye la norma subconstitucional para una aplicación
analógica de la jurisprudencia, por lo que, pese a que se diga que el juez
constitucional realizó tarea interpretativa, es más bien una función de
integración o complementación que se vuelve creadora la que realiza.
198
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit. p. 137.
199
García, Enrique Alonso. Óp. Cit., pp. 14-15.
140
aplicación, sosteniendo entre sus líneas criterios objetivos y reales, pero
también subjetivos y materiales.
200
Monroy Cabra, Marco Gerardo. Óp. Cit. pp. 137-138.
141
último de la constitución y su materia define, en su calidad de poder
constituyente permanente, cómo debe de entenderse, aplicarse o interpretarse
una norma constitucional, vinculando tanto a quien solicita dicha consulta
como a todo el poder público a la observancia general de los parámetros
definidos por éste.
142
Este tipo de normas en Guatemala no tienen cabida expresa por la
jurisprudencia constitucional, sin embargo, considérese útil hacer alusión a
estas, por cuanto se analizará su papel dentro de la modulación constitucional.
201
Guastini, Ricardo. Estudios de teoría constitucional, Óp. Cit., p. 243.
202
Rescigno, Giuseppe Ugo, “Le convenzioni della Constituzione”, Rivista Trimestrale di Diritto
Pubblico, Milán, 1969, pp. 1039 y ss.
143
solo en la forma, mientras que la sustancia es ocupada por una regla
diferente, precisamente convencional.
2) Convenciones que integran reglas constitucionales escritas: la regla
constitucional marca los límites y deja abierto el camino a un haz de
posibilidades ulteriores reglas de comportamiento aptas para completarla,
de manera que dentro de los límites marcados exista un margen de
libertad, que es ocupado precisamente por la regla convencional.
3) Convenciones que, aunque formando parte de la constitución (de alguna
manera) no están directamente conectadas a alguna específica regla
constitucional escrita.
4) Convenciones que se sobreponen a una regla constitucional escrita,
incorporando a un acto o suceso –quedando firmes sus propios efectos
jurídicos, previstos por la regla escrita- también ciertas consecuencias
políticas que la misma regla no prevé.203
203
Guastini, Ricardo. Estudios de teoría constitucional, Óp.Cit., pp. 245-246.
144
que están destinadas a perder eficacia en situaciones político-constitucionales
diversas de las que permitieron o requirieron su formación.204
204
Ibíd. p. 247.
145
constitucional prevé un procedimiento especialmente riguroso para su
reforma, estas son: el artículo 287 –que contiene las disposiciones
relativas a la reforma constitucional– y los artículos contenidos en el
capítulo I del título II; la creación de estas normas se hace por medio de
una asamblea nacional constituyente –poder constituyente derivado– el
cual es convocado exclusivamente para su diseño e inclusión dentro del
texto constitucional y al terminar dicha tarea es disuelto.
b) El segundo subtipo de reformas constitucionales son aquellas que
modifican una norma constitucional rígida, es decir, aquellas para las que
el texto constitucional prevé un procedimiento agravado pero en menor
medida que las anteriores, estas son: el resto de articulado de la
constitución (con excepción de las normas irreformables y de manera
sustancial, el preámbulo y las relativas a la forma republicana y
democrática de gobierno, así como aquellas que garanticen el principio de
separación de poderes); la creación del diseño de estas normas está
asignada al parlamento –poder constituido– que deberá aprobarlas
mediante una votación especial –mayoría calificada– y por último, su
inclusión definitiva es decidida mediante el referéndum del pueblo, es
decir, mediante consulta popular en la que la votación para su aprobación
debe tener mayoría absoluta.
c) El tercer subtipo de reformas constitucionales son las que modifican una
norma contenida en cualquier de las leyes constitucionales: ley de amparo,
exhibición personal y de constitucionalidad, ley electoral y de partidos
políticos, ley de orden público y ley de libre emisión del pensamiento; la
creación de estas normas está encomendada al parlamento –poder
constituido– que deberá aprobarlas mediante una votación especial –
mayoría calificada– con un dictamen previo de constitucionalidad emitido
por la Corte de Constitucionalidad –poder constituyente permanente–, es
decir, que a la postre, la aprobación e inclusión de estas normas
reformantes depende exclusivamente del tribunal constitucional.
146
Bajo la concepción derivada de la jerarquía desde la fuente de creación-inclusión de
estas normas, las reformas constitucionales forman un tipo de normas
constitucionales intermedias que conecta el momento de creación de la norma
fundante con la realidad histórico-material de cuando se crean e incluyen dentro de la
materia de la constitución, y a su vez, encuentran jerarquía entre ellas en atención al
órgano que las diseña e incluye, ello pues el procedimiento más o menos agravado
dará cuenta de la importancia de su existencia y de la trascendencia que provoca su
carácter modificatorio al texto inicial consagrado por el constituyente, en conclusión,
este tipo de normas constitucionales pueden o no pasar desapercibidas en cuanto a
dichos aspectos, siempre y cuando no rocen –sea por mutación o por tergiversación
en el momento de su creación– con el texto constitucional o con la materia de la
constitución y especialmente con los principios y valores superiores consagrados en
esta.
Existen antecedentes en los que las reformas constitucionales han sido utilizadas
para tergiversar la materia de la constitución y, aunque no son muchos, revelan el
trabajo cuidadoso que debe observarse al modificar cualquier parte del texto
constitucional o de las leyes con esta categoría, para ello la doctrina ha abordado de
manera leve la posibilidad de que exista inconstitucionalidad de una reforma
constitucional, es decir, que una norma posterior a la creación de la constitución y
añadida por alguno de los órganos que ostentan la tarea reformadora resulte
contraria a la materia de la constitución y sus principios y valores superiores
fundantes, tema que se abordará en líneas posteriores pero que debe traerse a
colación para la categorización que se propone a través de la teoría de modulación
constitucional construida en esta investigación.
147
Para argumentar la modulación de las normas constitucionales, deben tenerse en
cuenta diversos factores que guiarán a dicha tarea, entre estos, el factor cronológico,
el factor metajurídico, el factor normativo y el factor interpretativo.
Un escalón por debajo están las normas (reglas, principios y valores) del texto
constitucional que no pueden considerarse originarias o superiores (rigidísimas),
pues son aquellas que requieren que se conforme el poder constituyente derivado
para su reforma, a su vez, contienen los derechos fundamentales y los principios
estructurales para el funcionamiento estatal.
148
Un peldaño más abajo se encuentran las reformas constitucionales; estas pueden
considerarse las más delicadas de todo el ordenamiento constitucional, pues lo
renuevan y moldean hacia el futuro, sin embargo, no pueden contravenir la estructura
básica ni los principios y valores superiores que la inspiran, de forma explícita e
implícita.
149
La materia de la constitución guatemalteca
Reformas constitucionales
Leyes constitucionales
Jurisprudencia
Convenciones y Costumbres
Ese control constitucional, sin embargo, es la forma más simple y directa para
asegurar la supremacía de lo que conocemos como Constitución y no en todos los
casos funcionará de la misma manera, ello pues, existe una diversidad de normas
jurídicas en el plano constitucional, las cuales van tomando diversas formas, ya sea
por la vía legal o interpretativa, lo cual supondrá un problema de análisis para aquel
cotejo básico del cual parte el funcionamiento de la inconstitucionalidad como
mecanismo de control constitucional.
150
diversos métodos de creación de estas, surge la interrogante ante una en específico,
las normas constitucionales posteriores, es decir, las reformas constitucionales;
¿Puede una reforma constitucional, ser inconstitucional?, y si sí, ¿bajo qué
parámetro de control constitucional?
Esto pues, debemos entender que las normas añadidas vía reforma constitucional a
un texto, forman parte de un deseo expreso del constituyente originario para la
programación de la Constitución a futuro, ello siempre y cuando tal modificación
responda a la voluntad inicial del constituyente, esto es, que el constituyente
derivado o bien, el constituido facultado, deben observar límites para realizar tal
proceso reformativo.
205
Haberle, Peter. El estado constitucional, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,
2018, 2ª Edición, p. 133.
151
4.4.1 Poder de reforma y sus sujetos
206
Soto Flores, Armando y Otros. Teoría de la Constitución, México, Ed. Porrúa, 2018, 8ª Edición, pp.
185-186.
152
poder reformador de la Constitución, el cual según Orozco Solano 207, alude a la
facultad de que gozan los poderes constituidos, particularmente el legislador, de
implementar una reforma a la Norma Fundamental; la actuación de dicho poder
reformador es indispensable cuando la realidad de la norma jurídica se transforma a
tal grado de que ya no es suficiente la mutación constitucional interpretativa para
apegar la norma a la realidad, por lo que deben instarse los procedimientos de
revisión.
Las constituciones como entes jurídicos supremos pueden ser rígidas y flexibles en
una primera aproximación; en esta se puede observar que a manera en que el
procedimiento es más gravoso así será considerada la Constitución, por lo que
aquella que imponga procedimientos agravados, complicados o difíciles de llevar a
cabo, se categorizará como rígida, mientras que aquella en la que su modificación se
prevé de la manera normal de creación de ley por el órgano constituido, será flexible,
pues los cambios no requieren un proceso distinto al de creación de la ley.
207
Orozco Solano, Víctor Eduardo. La fuerza normativa de la Constitución, México, Ed. Porrúa, 2017,
p. 152.
153
En el caso de Guatemala, la Constitución se perfila como rígida en su mayoría, con
una parte rigidísima y otra parte pétrea; de esa cuenta, para que confluya la reforma
del texto constitucional, pueden intervenir no solo el poder constituido reformador,
sino el poder constituyente derivado y a su vez, un actor inusitado para la reforma de
las leyes constitucionales, la Corte de Constitucionalidad que se llamará como la
doctrina cataloga a los tribunales constitucionales: constituyente permanente.
208
Pegoraro, Lucio. “La circulación, la recepción y la hibridación de los modelos de justicia
constitucional”, Anuario Iberoamericano de Justicia Constitucional, Madrid, Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, 2002, p. 413.
154
constitucional la responsabilidad no solo jurídica, sino política de la creación de la
Constitución de manera directa.
También participan como contralores dentro del proceso de revisión hecho por el
órgano constituido, es decir, que velan por la inexistencia de vicios interna corporis
en la revisión constitucional; tal control es una manifestación de límites al poder
reformador y no así una actuación del tribunal constitucional como tal, sin embargo,
es la más utilizada y aceptada por diversos Estados, pues restringe la actuación de
contralor de la constitucionalidad a motivaciones formales y no materiales, ello pues,
en el caso de la Constitución se está ante una norma política por excelencia, es
decir, una norma meta jurídica, que no es susceptible de ser llenada por el juicio
jurídico del juez constitucional.
155
que será el tribunal constitucional que tenga atribuidas funciones en cuanto a la
modificación del texto constitucional, sea de manera preventiva, activa o posterior.
Desde un punto de vista formal, el primer límite que encontramos será procedimental
o competencial sobre quien tenga la facultad para modificar la Constitución, pues así
como se le atribuye el poder, se le atribuye una forma de exteriorizarlo, sin embargo,
previo a desarrollarlo, abordaremos la tesis opuesta a que existen límites para
ejercer el poder reformador, ello pues, como corolario a la tesis que sustentaremos,
su antítesis servirá de justificación.
209
Tena Ramírez, Felipe. Derecho Constitucional Mexicano, México, Ed. Porrúa, 1983, 19ª Edición,
pp. 45-46.
156
De tal postura puede rescatarse la distinción clara que se hace sobre el poder
constituyente originario y el poder constituido, sin embargo, para el fin que persigue
esta investigación, debe desecharse en cuanto a que, en efecto, el poder constituido,
cualquiera que sea su denominación o la forma que adopte para ejercer el poder
reformador, siempre observará límites de una u otra manera, y por ende, como lo
menciona Enrique Carpizo210, ante la existencia de reglas expresas o implícitas de
ejercicio, deba haber un órgano encargado de verificar que las mismas se cumplan,
es decir, un órgano que parta de un control preventivo o represivo o de ambos,
según las necesidades del caso.
Existen diversos tipos de límites a la reforma constitucional, entre los más relevantes
y que abordaremos para tener una panorámica sobre qué materias pueden llegar a
ser transgredidas y por tanto, inconstitucionales, por parte de una reforma
constitucional, encontramos los límites expresos, los límites implícitos, los límites
lógicos y las cláusulas de eternidad o límites insuperables.
210
Carpizo, Enrique. El control del poder constituyente, de la reforma constitucional y de los tratados
internacionales, México, Ed. Ubijus, 2018, p. 48.
211
Ibíd., p. 50.
157
aparecer son los límites expresos; estos límites al poder reformador de la
Constitución son aquellos que han sido consignados de manera explícita entre las
normas constitucionales; de esa cuenta, entenderemos que estos tienen una
especial connotación dependiendo de a quién se limite para ejercerlos, estos pueden
ser de tipo formal, substancial, de carácter absoluto, parciales o temporales y de
origen nacional o internacional, sin olvidar su posible reiteración o reconocimiento vía
jurisprudencial.
Así las cosas, cuando nos referimos a un límite expreso formal, estamos hablando de
aquellos requisitos de tipo procesal contenidos en el texto constitucional respecto de
los requerimientos necesarios que debe cumplir el poder reformador para que la
modificación en principio, esté correctamente formulada, ello sin prejuzgar el fondo
del asunto, es decir, sin determinar si la substancia de ésta se apega al mandato
constitucional o no.
158
por mayoría calificada, previo dictamen favorable –control preventivo- del tribunal
constitucional.
Todos estos, son límites expresos de tipo formal, pues imponen obligaciones directas
y de tipo procesal al poder reformador que, de no observarse, provocarán un vicio
constitutivo de inconstitucionalidad interna coporis irremediable y que hará nula la
modificación.
Ahora bien, existen límites expresos materiales o substanciales; estos serán aquellos
que impiden la modificación de una norma por contrariar los principios y valores
previstos por el texto constitucional, es decir, permiten una vista al fondo de la
modificación para hallar si tergiversa un mandato prohibitivo expreso, conocido
regularmente como cláusula de intangibilidad; de acuerdo con Díaz Revorio, citado
por Orozco Solano212, las cláusulas de intangibilidad han surgido en los textos
constitucionales posteriores a la experiencia europea del periodo entreguerras, con el
fin de salvaguardar, o de preservar de cualquier enemigo los principios y valores
fundamentales, en otras palabras, éste tipo de límites tienen un contenido histórico
muy importante que el constituyente pretendió proteger a través de una norma o
conjunto de normas que son el basamento del modelo de autodeterminación
asumido.
212
Orozco Solano, Víctor Eduardo. Óp. Cit., p. 157.
159
son inmodificables en la medida que tergiversen lo que aquel artículo protege, léase,
la forma republicana de gobierno, la democracia representativa y la alternabilidad en
la presidencia de la república.
El citado autor va más allá del análisis simple de los límites implícitos e incluye
dentro de su estructura a los surgidos por obligaciones internacionales de los
Estados, verbigracia, los surgidos de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y su interpretación por parte de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, trasladada al ámbito nacional, vía control de convencionalidad, en tanto
estas normas pueden ser consideradas supra constitucionales dentro de la teoría de
modulación constitucional, fungirán también, aun y cuando no lo denoten así en su
213
Guastini, Ricardo. Estudios de teoría constitucional, México, Ed. Fontamara, 2013, 4ª Edición, pp.
192-193.
214
Carpizo, Enrique. Óp. Cit., p. 53.
160
estructura legible, como límites implícitos del actuar del poder reformador, pues como
parte activa dentro del bloque de constitucionalidad –gracias a los artículos 44 y 46
de la Constitución-, no pueden ser obviados al momento de una modificación
constitucional.
Los primeros dos límites implícitos que contempla la doctrina, son los inherentes a
cualquier Estado constitucional de derecho, y son los relativos al principio de
separación de poderes y el reconocimiento de derechos fundamentales; de esa
cuenta, señala Orozco Solano215, el principio de separación de poderes alimenta un
sistema político democrático, de manera que, ya sea de forma rígida o flexible, -
entendiendo la forma rígida en la cual cada uno realiza la tarea constitucional
asignada por separado, y la flexible en la cual existe colaboración entre poderes-,
permite que tanto el sistema parlamentario o presidencial funcione de acuerdo al
esquema constitucional planteado por el constituyente; por lo que al poder
reformador le estaría vedado entonces iniciar una revisión en la norma fundamental
para suprimir los alcances de dicho principio, permitiéndose la concentración de
todas las funciones en uno solo.
215
Orozco Solano, Víctor Eduardo. Óp. Cit., p. 167.
216
Nogueira Alcalá, Humberto. “Los límites del poder constituyente y el control de constitucionalidad
de las reformas constitucionales en Chile”, Revista del Centro de Estudios Constitucionales, Chile,
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Talca, Noviembre de 2006, pp. 435-
455.
161
la modificación constitucional puede, en efecto, afectar derechos fundamentales de
alguna manera, sin embargo, lo que realmente le está vedado al poder reformador es
la supresión absoluta del contenido esencial de un derecho fundamental o bien,
vaciar su contenido217.
El siguiente escalón en la tipología lo ocupan los límites lógicos; estos son una
construcción que deriva de inferencias interpretativas y que buscan, en forma
sistemática, proteger el sistema instaurado por la Constitución. Debe señalarse que
para poder hallarlos, debe atenderse a la historia fidedigna de la institución
217
Orozco Solano, Víctor Eduardo. Óp. Cit. p. 169.
218
Guastini, Ricardo. Estudios sobre teoría constitucional, Óp. Cit., pp. 195-196.
219
García de Enterría, Eduardo. La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional, Madrid, Ed.
Civitas, 1985, p. 71.
162
constitucional de donde derivan; en palabras de Guastini 220, un límite lógico es una
prohibición de reforma no contingente, sino necesario, intrínseco a cualquier
constitución, se trata, en otras palabras, de un límite que deriva del concepto de
constitución y/o de reforma constitucional.
De tales parámetros, puede distinguirse que las normas jurídicas que dan vida al
ordenamiento, es decir, los principios y valores, fungen como estandartes de las
disposiciones generales y sobretodo de la identidad de la Constitución, la cual es
220
Guastini, Ricardo. Teoría e ideología de la interpretación constitucional, Madrid, Minima Trotta,
2008, p. 100-101.
221
Corte Constituzionale italiana, sentencia 1146/1988.
163
intocable vía reforma; ésta posición es reforzada por Pérez Royo 222, quien señala
que, si bien es cierto la Constitución permite su reforma incluso para modificar sus
valores esenciales, autoriza la defensa de valores opuestos dentro de la concepción
pluralista y desde luego desde las vías constitucionales, también la misma
Constitución puede prever cláusulas de intangibilidad, o sea prohibir aspectos que se
consideren fundamentales; de los cuales, lógicamente pueden derivar otros que por
su naturaleza están aparejados y que al ser removidos, alterarían todo el esquema
protegido por las normas intangibles.
Los límites lógicos derivan, dice Guastini223, según los casos, de la estructura lógica
del lenguaje constitucional o del concepto mismo de Constitución, es decir, que
pertenecen a todas las Constituciones y no son especiales una en específico.
Se señalan varios tipos de límites lógicos; el primero colige acerca de la norma sobre
la reforma, es decir, establece que por simple procedimiento lógico, la norma que
establece el procedimiento de reforma agravado o bien la cláusula de intangibilidad,
no es reformable, esto radica en la supra ordenación lógica que presupone la norma
que prohíbe o agrava la reforma, por lo que se puede decir que la misma se auto
blinda; en el plano guatemalteco, la discusión radica sobre el artículo 281
constitucional que cataloga como irreformables un catálogo de normas y de otra serie
de principios substanciales, pero que no se auto cataloga como irreformable, lo cual,
por simple lógica de no serlo, resultaría fácil la burla a su mandato de prohibición, por
lo que, de una derivación lógica simple se entiende como pétrea de la misma manera
que las normas que denomina como tal.
Así también, los principios supremos forman parte de un límite lógico material más
amplio y difícil de determinar; señala Guastini 224 que estos están necesariamente
sustraídos a la revisión constitucional, pues constituyen la llamada “Constitución
222
Pérez Royo, Javier. La reforma de la Constitución, Madrid, Congreso de los Diputados, 1987, pp.
103 y ss.
223
Guastini, Ricardo. Estudios sobre teoría constitucional, Óp. Cit., p. 197.
224
Ibíd. p. 198.
164
material”; aquella que no ha de percibirse de manera concreta, pero que forma parte
del funcionamiento de la arquitectura constitucional.
225
Haberle, Peter. Óp.Cit., pp. 138-139.
226
Guastini, Ricardo. Estudios sobre teoría constitucional, Óp. Cit., p. 199.
227
Haberle, Peter. Óp. Cit. p. 139.
165
La identidad de la Constitución, conocida por los noruegos como el espíritu de la
Constitución, estaría no en el conjunto de normas que la componen, sino en los
principios y valores que la caracterizan228 y por ende, resultaría de vital importancia
para el mantenimiento de la continuidad del deseo constituyente, su respeto estricto
y como tal, formaría un límite lógico implícito y formal para la modificación
constitucional.
Para concluir con los límites a la reforma constitucional, Haberle229 señala que este
enfoque, que incluye los principios y valores superiores como parámetro de
constitucionalidad de las reformas constitucionales, muestra la proximidad específica
de las cláusulas de eternidad, escritas y no escritas, con lo que está contenido en los
preámbulos, los que en múltiples ocasiones esbozan, como una especie de
“Constitución de la Constitución”, los principios sustantivos de la misma,
constituyendo una demostración jurídico-positiva de esta idea, que algunas cláusulas
de eternidad positivas incluyan, en todo o en parte, a los preámbulos, en otras
palabras, estas normas de alto contenido axiológico, son el primer parámetro de
constitucionalidad para cualquier reforma constitucional, pues son la guía de la guía.
En efecto, señala Bachof, citado por Díaz Revorio230 y refiriéndose a los primeros
antecedentes de la modulación constitucional, que es posible la inconstitucionalidad
228
Guastini, Ricardo. Estudios sobre teoría constitucional, Óp. Cit., p. 200.
229
Haberle, Peter. Óp. Cit. p. 140-141.
230
Díaz Revorio, Francisco Javier. Valores superiores e interpretación constitucional, México, Ed.
Tirant lo Blanch, 2018, p. 290-291.
166
de normas constitucionales, en específico la existencia de un marco supralegal
incluso vinculante para el legislador constituyente y que, por tanto, es de observancia
general para el poder reformador, pues, aun y cuando esté o no positivizado, debe
considerarse parte integrante de la Constitución, y su violación debe calificarse como
inconstitucional.
Es así que para poder realizar el examen al que está afecto el control de
constitucionalidad, es decir, el cotejo entre normas para desechar una y sostener
otra, debe afianzarse que tal teoría gira sobre la base de rangos jerarquizados de
normas constitucionales modulación constitucional, la cual sugiere la superioridad de
determinadas normas del espectro constitucional sobre las demás; por ende,
entendemos que los principios y valores supremos, estén o no expresados como tal
en el texto constitucional, formarán parte de un derecho natural de primera categoría,
231
Loc. Cit.
167
que es inherente al Estado constitucional y que debe ser considerado
superior versus una reforma constitucional, que puede ser considerada como norma
de segunda categoría, por el órganos que la expide.
Por último, después de establecidos dos de los tantos criterios por los cuales se
puede impugnar de inconstitucionalidad una norma constitucional añadida vía
reforma, debe establecerse la vía en que se realizará el control de constitucionalidad,
pues una cosa es establecer qué normas entrarán en estudio para hallar
contradicción y superioridad de alguna de ellas, y otra es delimitar quién debe
conocer tal pugna y en qué momento.
232
Loewenstein, Karl. Teoría de la Constitución. Trad. de Alfredo Gallego, Barcelona, Ed. Ariel, 1986,
p. 151.
233
Verdú, Pablo Lucas. Curso de Derecho político, Madrid, Ed. Tecnos, 1982, p. 702.
168
Para ello partiremos de la premisa de los tipos de control constitucional por el
momento en que son realizados, esto es, desde el punto de vista preventivo o
represivo.
169
el trasfondo de la decisión pública, resulta en una suerte de decisión democrática
que se ampara en el principio del Estado constitucional de derecho y, por ende, se
basa en un valor superior que forma parte de la materia de la Constitución.
170
CAPÍTULO V
PRESENTACIÓN, DISCUSIÓN Y ANÁLISIS DE RESULTADOS
Es así, que cada constitución cuyo preludio es una declaración preambular no puede
ser analizada de forma aislada e inhóspita, pues para adentrarse por el derrotero
sobre el cual el constituyente se situó, es menester constituirse en sus propios
zapatos, dando una mirada al pasado, al presente y al deseo de un futuro congruente
con sus formas y coherente con su estructura.
171
También ha revelado una importante característica mediadora entre el pasado, el
presente y el futuro de la sociedad, pues al fungir como la parte estática más pura de
la constitución se convierte en el punto de partida de todo.
172
Como se ha dicho, todos los preámbulos constitucionales contienen mandatos
axiológicos destinados a establecer líneas ético-morales para el desarrollo de una
sociedad en específico, en otras palabras, estos mandatos abstractos son conocidos
como valores, los cuales pudieron verse reflejados en los preámbulos de las
constituciones colombiana y guatemalteca en un caso particular, el rasgo común
religioso que imprime como preludio al propio texto preambular; esta declaración
hace referencia a un Dios judeo-cristiano de rasgo monoteísta, lo que
automáticamente excluye otras creencias del sentimiento constituyente.
173
de origen a los nacidos en las repúblicas que una vez conformaron la Federación
Centroamericana.
Otra situación aislada del preámbulo turco que resulta especialmente extenso, es
que busca afianzar los derechos individuales basados en la moralidad y la
religiosidad de cada persona, estableciendo reglas concretas que otorgan el derecho
fundamental a una vida digna y a la práctica de una vida pacífica basada en la
libertad de conciencia, estos derechos otorgados por el propio texto preambular
están coaligados con los principios y valores sentados en otras de sus líneas y
componen una gran declaración del sentimiento constitucional turco basado en las
líneas establecidas por su líder en la reunión de su nación.
174
En contraposición, la constitución guatemalteca se posiciona más conservadora en
cuanto a determinar el derrotero sobre el que sus habitantes deben desarrollarse,
así, establece como una regla concreta que luego desarrolla en su texto la plena
vigencia de los derechos humanos, dando pie a la apertura hacia el derecho
internacional de los derechos humanos como razón fundante del pacto constituyente
de 1985, asimismo, señala como responsable de su promoción al Estado, el cual
está regido por la legalidad y otros principios plenamente exigibles mediante las
garantías que establece para la defensa de la constitución.
Así las cosas, la segunda parte del trabajo se basó en la interpretación constitucional
como ciencia adscrita al derecho constitucional, en la cual mediante diversos
mecanismos puede realizarse el intento en descubrir el real significado de las normas
constitucionales; cabe resaltar que son muchas las formas que ha adquirido la
interpretación jurídica, siendo una de ellas la interpretación constitucional, para lo
cual se analizaron varias modalidades de esta que permitieron tener al alcance los
beneficios de que los jueces constitucionales vayan más allá en su papel creador-
integrador de la constitución y formen concepciones mediante la mutación, o bien, se
175
apeguen al originalismo e impidan de cierta forma el avance hacia nuevas
realidades.
176
adelante sería el punto de partida para definir su normatividad; esto ocurre al hacer
referencia al espíritu de la constitución, situado nada más ni nada menos que en el
preámbulo constitucional.
En ese sentido, resulta más sencillo advertir la fuerza interpretativa asignada, que
aun y cuando pareciera estar dotada de manera supletoria se vuelve en parte central
del texto. Así, mientras el tribunal constitucional refiere una relación íntima entre el
espíritu de la constitución –preámbulo– y su texto, remite a que toda interpretación
esté necesariamente ligada a un estudio de forma sistemática del texto constitucional
per se y de las razones abstractas que le dan sentido.
177
El plano español es mucho más desolador para adentrarse a una interpretación
activa del preámbulo constitucional, en principio, porque al argumentar sobre el
examen de constitucionalidad de las normas contenidas en los considerandos o
preámbulos de leyes o constituciones, señala que no puede existir concreción de las
normas provenientes de mandatos abstractos, por lo que de manera directa corta
cualquier intención sobre su posible fuerza normativa, refiriendo que las
disposiciones allí contenidas no son susceptibles de ser impugnadas mediante
inconstitucionalidad, en otras palabras, cierra la posibilidad de cotejo de sus normas
(sean reglas, principios o valores) dejando el margen únicamente para ser utilizadas
como parámetro interpretativo auxiliar.
178
de la época en que se sentaron las bases del Estado español y sobre las cuales
quieren desarrollarse.
179
con la estructura básica del diseño de las normas jurídicas, pues en el entendido de
la teoría general del derecho, toda norma jurídica está compuesta por un contenido
moral que la empuja hacia su positivación.
180
ordenamiento constitucional, en ese sentido, elimina el pensamiento común que lo
refería de forma ajena a la constitución y señala que hace parte activa de ésta. Más
allá de conceptualizarlo como parte del texto constitucional, lo posiciona como
referente primordial para el estudio y desarrollo de sus preceptos.
181
normas infra-constitucionales que pueden ser cotejadas versus el preámbulo en un
determinado momento de contravención, esto lo hace al señalar que toda norma de
índole legislativo o de cualquier otro nivel que lo contravenga puede ser declarada
inconstitucional bajo dicho parámetro, así, tal concepción es particularmente
llamativa para el caso colombiano y de otros Estados en los que conviva el
ordenamiento interno con la institución del bloque de constitucionalidad y normas de
derecho multinivel, pues el tribunal constitucional no hace distinción entre normas y
alimenta la fuerza normativa del preámbulo erga omnes.
182
otros antecedentes, en primer lugar porque se trata del caso concreto en el que se
declaró inconstitucional una reforma constitucional por contravenir sus preceptos.
Por último, tanto las constituciones aludidas como los preámbulos constitucionales
diagramados han revelado características comunes, idénticas y abismales en todos
los casos, que suponen la originalidad del sentimiento constitucional de cada Estado
y que han llevado a los tribunales constitucionales de cada uno a otorgar en mayor o
menor medida fuerza interpretativa y/o fuerza normativa al preámbulo constitucional.
183
CONCLUSIONES
184
RECOMENDACIONES
185
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Normativas
Jurisprudenciales
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ANEXOS
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Fuerza «… Tiene gran «… los «… The United States «… El Preámbulo goza «… las propuestas de la
normativa significación en preámbulos o does not derive any of de poder vinculante en enmienda constitucional al
orden a las exposiciones its substantive powers cuanto sustento del hacer la más mínima
motivaciones de motivos from the Preamble of orden que la Carta desviación de los principios
constituyentes, pero de las leyes the Constitution. It instaura y, por tanto, toda establecidos en los
en sí no contienen carecen de cannot exert any norma -sea de índole artículos 1 y 2 (preámbulo)
una norma positiva valor power to secure the legislativa o de otro nivel- de la Constitución o prever
ni menos sustituye normativo y declared objects of the que desconozca o el cambio, se afirma que si
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Los Estados Unidos no derivan ninguno de sus poderes sustantivos del Preámbulo de la Constitución. [El preámbulo] No puede ejercer ningún
poder para asegurar los objetos declarados de la Constitución a menos que, aparte del Preámbulo, dicho poder se encuentre en alguna
delegación expresa en el instrumento o se pueda implicar adecuadamente en ella.
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Si bien el espíritu de la Constitución debe respetarse no menos que su letra, el espíritu debe recogerse principalmente de sus palabras.
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UNIDADES DE ANÁLISIS
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