Este documento habla sobre la espiritualidad familiar cristiana. Define la espiritualidad no como algo separado de la vida cotidiana, sino como un estilo de vida inspirado por el seguimiento de Jesús y guiado por el Espíritu Santo. Explora las dimensiones de la vida espiritual como la experiencia de Dios, el cristocentrismo trinitario y el cultivo de una relación personal con cada persona de la Trinidad. El objetivo es aplicar estos principios espirituales a la familia.
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Este documento habla sobre la espiritualidad familiar cristiana. Define la espiritualidad no como algo separado de la vida cotidiana, sino como un estilo de vida inspirado por el seguimiento de Jesús y guiado por el Espíritu Santo. Explora las dimensiones de la vida espiritual como la experiencia de Dios, el cristocentrismo trinitario y el cultivo de una relación personal con cada persona de la Trinidad. El objetivo es aplicar estos principios espirituales a la familia.
Este documento habla sobre la espiritualidad familiar cristiana. Define la espiritualidad no como algo separado de la vida cotidiana, sino como un estilo de vida inspirado por el seguimiento de Jesús y guiado por el Espíritu Santo. Explora las dimensiones de la vida espiritual como la experiencia de Dios, el cristocentrismo trinitario y el cultivo de una relación personal con cada persona de la Trinidad. El objetivo es aplicar estos principios espirituales a la familia.
Este documento habla sobre la espiritualidad familiar cristiana. Define la espiritualidad no como algo separado de la vida cotidiana, sino como un estilo de vida inspirado por el seguimiento de Jesús y guiado por el Espíritu Santo. Explora las dimensiones de la vida espiritual como la experiencia de Dios, el cristocentrismo trinitario y el cultivo de una relación personal con cada persona de la Trinidad. El objetivo es aplicar estos principios espirituales a la familia.
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TEMA 5: ESPIRITUALIDAD FAMILIAR
Empecemos con la oración al Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor, tu Espíritu, y todas las cosas serán creadas y se renovará la faz de la Tierra. Oh Dios, que has instruido los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, danos a saber rectamente la verdad según tú mismo Espíritu y gozar para siempre de tus consuelos. Por Jesucristo nuestro Señor Amén. OBJETIVOS 1. Aclarar cuáles son las interpretaciones equivocadas que se hacen hoy de la palabra "espiritualidad". 2. Definir lo que es la auténtica espiritualidad cristiana y explicar cuáles son sus elementos básicos. 3. Aplicar la espiritualidad cristiana al campo de la familia. Valor familiar a trabajar: La espiritualidad familiar. VER ¿Por qué creen que se identifica la espiritualidad con el aspecto religioso de las personas? Si nuestra familia está inspirada por el Espíritu Santo, ¿cuáles actividades serán espirituales y cuáles no? ¿Por qué nuestra sociedad no quiere saber nada sobre la espiritualidad? ¿Qué pasaría si nuestro país fuera más "espiritual"? JUZGAR Iluminemos nuestras vidas ton la Palabra de Dios. Lee Lc 4, 16-19 y responde: ¿A qué inspira y mueve el Espíritu Santo a Jesús? ¿Cómo le llamaríamos a la acción de dejarse inspirar por el Espíritu? ¿A nosotros nos mueve el mismo Espíritu de Jesús? ¿A qué nos mueve? De acuerdo con este texto, ¿a qué tareas salvíficas moverá el Espíritu a nuestras familias? Llegados a este punto, ya pueden empezar a definir lo que es la espiritualidad. ¡Anímense! ¿Qué es la espiritualidad? 1. En un mundo materialista y superficial como en el que vivimos (cf. Aparecida, n. 506), la palabra "espiritualidad" suena como un concepto vago, y es frecuentemente mal entendido. A veces parece una caja vacía donde cada quien mete el significado que quiere: Para muchos "espiritual" suena a algo sagrado, separado de la vida, encerrado entre las cuatro paredes del templo. Doña María es muy espiritual: va a misa diariamente y nunca asiste a fiestas ni a actos mundanos. Para otros "lo espiritual" se opone a lo corporal, y sobre todo a la sexualidad y al placer. Para estas personas Platón era muy espiritual, pues para él lo más importante eran las ideas, y el cuerpo sólo la tumba del alma. San Luis Gonzaga era tan espiritual que nunca veía a una mujer a los ojos. Los santos, mientras más asexuados, más espirituales. La sexualidad genital sólo "se tolera" en el matrimonio, etc. Para algunos otros, ser "espiritual" es sacrificar la vida en este valle de lágrimas con tal de ganar la verdadera vida, la eterna: "el placer de morir sin pena, bien vale la pena de vivir sin placer". Esta mentalidad dominó la vida cristiana durante la larga edad media, donde "lo importante" era "la salvación de mi alma en la otra vida". Hay otros, en fin, que atribuyen el monopolio de la espiritualidad a la vida clerical o conventual (sacerdotes y religiosos/as). Piensan, por ejemplo, que la evangelización "le toca" al párroco, no a los laicos. Dicen instintivamente a una religiosa: "hermana, usted que está más cerca de Dios...". Sienten que el celibato acerca a Dios (como si el matrimonio alejara de Él). Tienen la idea de que mientras más lejos se esté del mundo, más cerca se está de Dios. Nadie tan "espiritual" como san Simón estilita, que huyó al desierto y se subió a una columna a pasar toda la vida pensando en Dios en ayuno y oración (cf. Aparecida, n. 100 c). 2. Urge clarificar el verdadero sentido de la palabra "espiritualidad" y desintoxicarla de tantos falsos significados, que hacen que dé alergia y que se vea como algo alejado de la vida real, algo inútil, aburrido y hasta odioso. Para romper este bloqueo psicológico veamos primero qué no es la espiritualidad, para luego aclarar qué sí es. Lo que no es 3. La espiritualidad cristiana abarca todos los ámbitos de la vida humana: 'He aquí que hago nuevas todas las cosas" (Ap 21, 5; cf. 2Cor 5, 17; Gál. 6, 15). La vida cristiana no se reduce sólo al área de la oración y la liturgia. Jesús vino a salvar a todo el ser humano y a todos los seres humanos. Así como hacemos un "retiro espiritual", podemos hacer un "trabajo espiritual", un "deporte espiritual", y un "descanso espiritual". Hay espiritualidad de la familia, de la economía, de la política, de la secularidad, etc. La vida en el Espíritu no se reduce a un solo sector, ni se separa del conjunto de la realidad. 4. Para el Evangelio "lo espiritual" no se opone a lo material, ni el alma al cuerpo. La ley de la encarnación nos enseña que desde que Dios se hizo hombre, todo lo humano es divino. El cuerpo, la sexualidad, el dinero y todos los bienes materiales que necesitamos para vivir, entran en el plan de Dios como algo bueno y pueden "llenarse" de espíritu (para no quedarse como tinajas vacías). Lo opuesto a "espiritual" es el pecado, no el cuerpo, ni la materia, ni las actividades no religiosas. 5. En la Biblia queda clarísimo que la salvación se da en la historia: historia de Israel, el Jesús histórico y la historia de las primeras comunidades cristianas. El proyecto del Reino de Dios es pan, salud, libertad y fraternidad desde esta vida, aunque la rebasa y salta hasta la otra vida (Le 4, 18-19; Mt 19, 29). 6. Tanto clérigos como laicos, célibes como casados, estamos llamados a la plenitud de la vida en Cristo y a la madurez espiritual. (Ef. 4, 14; 1Cor 3, 1-3). La vocación universal a la santidad es una verdad fundamental de nuestra fe: "Todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados, cada uno por su propio camino, a la perfección de la santidad, cuyo modelo es el mismo Padre y cuya fuente y principio es el Espíritu Santo" (Mt. 5, 48; Ef. 1, 4; 1 Tes. 4, 3; LG, c. V; CFL, nn. 16 y 17; CEC, nn. 190 y 825; NMI, nn. 30-31). Lo que sí es 7. La espiritualidad cristiana es un estilo de vida inspirado por el seguimiento de Jesús y su proyecto del Reino de Dios. No consiste tanto en prácticas aisladas, por buenas que éstas sean, como en vivir la vida entera dejándose llevar, como Cristo, por el Espíritu Santo: "entonces Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto" (Mt. 4, 1); "el Espíritu del Señor está sobre mí" (Lc. 4, 18). 8. La vida espiritual, más que voluntarismo y puños cerrados, exige vigilancia, receptividad y docilidad para abandonarse en las manos del Padre (Sal. 73, 23-28) y para dejarse llevar por el Espíritu en la gran aventura de seguir los pasos de Jesús (cf. Aparecida, n. 517). La confianza no descansa tanto en las propias fuerzas, como en el poder del Espíritu (Ver la oración final de este tema). Dimensiones de la vida espiritual A. La experiencia de Dios 9. La fuente principal e indispensable de la espiritualidad cristiana es el encuentro y la relación personal con cada una de las tres divinas personas (EA, c. 1; EJST, nn. 107 y 109; Aparecida, n. 240). Nuestra fe no es una doctrina abstracta (dogmatismo), ni una moral opresora (moralismo), ni un ritualismo vacío (sacramentalismo). El nervio de la espiritualidad cristiana es el misterioso y cálido contacto con un Dios vivo, inaccesible y cercano a la vez, que da la vida y que transforma radicalmente nuestra forma de ser. Moisés se topó con Yahvé en una zarza ardiendo (Ex. 3, 1-6) y Pablo con Cristo en el camino hacia Damasco (Hch. 9, 1-9). Y yo, ¿cuándo? Sólo si se ha probado vivencialmente el vino nuevo, como le sucedió al maestresala de Caná (Jn. 2, 9-10), entonces puede nacer una fe personal y adulta que siente la necesidad de seguir ilustrándose (cultura religiosa, catequesis, teología), que se va gradualmente transformando en una práctica coherente (moral) y que tiene el gusto de celebrar en comunidad (culto). B. Cristocentrismo trinitario 10. La vida cristiana procede y tiende a la comunión con Dios trino. La espiritualidad familiar será sana y vigorosa en la medida en que cada miembro de la familia cultive una relación personal (única e intransferible) con cada una de las divinas personas. Ésa fue la invitación de la Iglesia en el jubileo del año 2000: 1997: año de Jesucristo; 1998: año del Espíritu Santo; 1999: año del Padre. 11. La Trinidad, de Roublov (1425). Para la Iglesia ortodoxa rusa un icono (imagen) es una ventana a Dios. Es como un vidrio ahumado en el que podemos contemplar el sol sin lastimar la retina. Este ícono es una original y expresiva imagen sobre la Trinidad representada por tres personas no-humanas (alas), cuya transparencia, esbeltez y ligereza producen una impresión de paz, gozo, belleza y comunicación. 12. La relación personal con Jesucristo (Aparecida, n. 242). Él es el centro (CEC, n. 426), el inicio y el fin de nuestra fe (1-lb 12, 2; Santo Domingo, n. 1). Conocer su inagotable riqueza (Ef. 3, 8) es la base de la vida espiritual. ¿Cómo vamos a seguir a alguien que no conocemos? Hoy tenemos herramientas excelentes y accesibles para estudiar la persona de Cristo. Ante todo están los cuatro Evangelios (DV, n. 25) en versiones de la Biblia actualizada y bien explicada. Hay también multitud de guías para hacer un estudio guiado de los Evangelios que nos permita interpretarlos con profundidad. 13. El Documento de Puebla (nn. 170-219) y el Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 422- 682) nos ofrecen una síntesis del contenido esencial de nuestra fe en Cristo. Hay además diversas cristologías que nos permiten reconstruir la figura del Jesús histórico e ir viendo cómo los apóstoles fueron reconociendo la divinidad encarnada en un humilde carpintero. No se puede apreciar todo el valor de Jesús con citas salpicadas y aisladas. Hay que aspirar (y poner los medios) para acceder integralmente al misterio de Jesucristo (Puebla, n. 179). El sublime conocimiento de su persona (Fil 3, 8) nos llevará a relacionarnos con Él en la oración, en la eucaristía, en la comunidad, en la familia y en el pobre (EA, n. 12; EJST, n. 119). 14. La relación personal con el Espíritu Santo. Él está dentro de nosotros desde el día del bautismo, pero no lo conocemos. Él es el gran desconocido. Es más; nos cuesta trabajo entender que es una persona, pues siempre nos lo han presentado por medio de símbolos: paloma, fuego, viento, etc. Entablar una relación personal con Él no es cuestión de imaginación, sino de fe (cf. Aparecida, n. 246). 15. La espiritualidad depende de nuestra libre y atenta voluntad para dejarnos guiar por el Espíritu Santo, que es el único que nos puede hacer entender quién es Jesús (1 Cor. 12, 13) y cuál es su mensaje (Le 4, 18). Él es el único que nos hace decirle Abba al Padre (Gál. 4, 6). Él es el único que nos hace capaces de amar como nos recomienda Pablo (1Cor 13, 1-8). 16. Para conocerlo, no hay como leer el libro de los Hechos de los Apóstoles, llamado también "el Evangelio del Espíritu". El Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 683-747) ofrece una apretada síntesis de lo que sabemos de Él. Para tener una visión global del Espíritu Santo en la Biblia, vale la pena leer el libro de Fermet citado en la bibliografía. El día que descubramos la poderosa presencia del Espíritu en nuestras vidas, en la Iglesia y en la historia, seremos conscientes del tesoro que es la espiritualidad cristiana. 17. La relación personal con el Padre (Aparecida, n. 241). ¿Habrá un motivo más inspirador para unos padres de familia que contemplar a un Dios que se nos revela como Padre que nos ama tiernamente como una Madre (Is. 49, 15)? Gozar del amor de alguien todopoderoso que nos comprende y nos ama, que nos conoce y nos llama por nuestro nombre (Jn. 10, 3) es una fuente de seguridad afectiva, de autoestima, de esperanza y de fuerza espiritual. Creer en la providencia es vivir con paz interior aun en medio de las peores tormentas (Mt. 6, 25-34). La infancia espiritual es una condición para entrar en el Reino (Mt. 18, 1-3). 18. Quien conoce al Padre no podrá dejar de tratarlo, sea en la intimidad del corazón (Mt. 6, 7-8) o en la oración comunitaria (liturgia). Toda la Biblia nos habla de Él: la creación, la historia de Israel, esa relación íntima y personal que tenía Jesús con su Papito (Abba) (Mc. 14, 36). Entre muchos otros libros, en el Catecismo de la Iglesia Católica podemos estudiar lo que significa "Creo en el Padre" (nn. 198-421). "La Palabra de Dios es la fuente de la espiritualidad" Aparecida, n. 179). 19. En esta comunidad que queremos formar tenemos dos exigencias básicas, que son grandes autopistas para el crecimiento de la espiritualidad familiar: El estudio, pues no se puede amar lo que no se conoce. La oración: dialogar con Dios. Es el momento privilegiado en que el Espíritu Santo modela mi mente y mi corazón. C. Espiritualidad conyugal 20. El matrimonio cristiano es una vocación a la unión y. a la fusión, sin caer en la despersonalización. "Es la exclusiva, irrevocable y fecunda entrega a la persona amada, sin perder la propia identidad" (Puebla, n. 582). Un hombre y una mujer no logran esta unidad de sopetón, sino que poco a poco se van haciendo una sola carne (Gen. 2, 24) y un solo espíritu. Caminar hacia una unidad cada vez más profunda y original, guiados por la luz y la fuerza del Espíritu Santo, es el itinerario fundamental de la espiritualidad conyugal. "El matrimonio sacramento es una alianza de personas en el amor. Y el amor puede ser profundizado y custodiado solamente por el amor, aquel amor que es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (cf. Rm. 5, 5; Carta, n. 7; cf. Aparecida, n. 117). 21. En esta comunidad tenemos dos valores claves para desarrollar la espiritualidad conyugal: El diálogo, que es el camino más concreto y real para ir logrando la comprensión y la unión. El servicio, que es ante todo la disposición y la atención para que nuestro cónyuge alcance su realización integral como persona. 22. Estos valores se practican en la vida diaria, en la organización familiar, en la distribución equitativa de cargas y oportunidades, en el desarrollo de la vida sexual, etc. ¡Ahí está la verdadera espiritualidad! D. Imitar la pedagogía de Dios (cf. Aparecida, n. 4) 23. En la gravísima responsabilidad que tenemos los padres de educar bien a nuestros hijos, la espiritualidad nos brinda un ejemplo y una fuente de inspiración insuperable: cómo le hizo Dios para educar al ser humano y para comunicar su mensaje vital. El Espíritu nos impulsa para ser padres y madres "a imagen y semejanza de Dios". 24. La pedagogía que Yahvé usó con Israel (Os. 11, 3-4) y el ejemplo contundente de Cristo, el único maestro (Mt. 23, 10) nos enseñan que educar es amar, respetar la libertad de las personas, aceptarlas como son, ser pacientes, dialogar adoptando el lenguaje del otro, aprender a partir de las experiencias de vida, corregir, perdonar siempre, exigir, establecer reglas claras (leyes), proponer nuestros valores con firmeza y gradualmente, acompañar y estar con nuestros hijos, etc. 25. Como vimos en otros temas, educar es cuestión de presencia, paciencia, exigencia, experiencia, encuentro, ley, efectividad, ternura y fidelidad. Desde luego que debemos aprovechar al máximo nuestra experiencia de vida y los aportes de las ciencias humanas, sin embargo, la pedagogía de Dios nos proporciona una luz única y original para realizar nuestra tarea de educadores. 26. El diálogo —mantener una relación cálida y cercana con cada uno de nuestros hijos—, y el servicio —la preocupación de que se desarrollen integralmente—, serán el soporte que dará cuerpo a nuestra espiritualidad de educadores cristianos. Dimensión eclesial Teniendo la salvación un carácter comunitario, el dinamismo de la espiritualidad nos impulsa a injertamos orgánicamente en el gran cuerpo de la Iglesia (1Cor. 12, 12-30). El Antiguo Testamento nos enseña que Dios no se revela a personas particulares, sino a un pueblo (Ez. 36, 28). Jesús formó con sus discípulos una pequeña comunidad de vida, que luego se organizó para continuar el proyecto del Reino (Mt. 10, 1-4). "En la Iglesia, pueblo de Dios con diferentes vocaciones y carismas, la espiritualidad familiar se presenta como un camino típicamente laical para llegar a la santidad y para extender la salvación de Jesús a todas las realidades mundanas y seculares" (LG, n. 31). Los laicos estamos en el mundo sin ser del mundo (Jn. 17, 6-13). Alejarse de las realidades sociales y dejar de ser fermento en la masa (Lc. 13, 20-21), seria traicionar la esencia de nuestra espiritualidad. Los laicos casados vivimos la dimensión eclesial de nuestra fe a través de varias mediaciones: la vida sacramental, la inserción en la parroquia, la participación en una pequeña comunidad de vida (como en nuestro caso), la colaboración organizada con la pastoral de conjunto, etc. En esta comunidad tenemos dos pistas concretas para vivir y desarrollar nuestra espiritualidad: la vida en equipo y la hospitalidad. La comunidad es un don del Espíritu: a través de la relación con los hermanos es como nos vamos configurando en Cristo. El diálogo interpersonal y la amistad sincera son experiencias de Dios. La hospitalidad cobra todo su sentido en la relación comunitaria. Dimensión social La familia cristiana es una familia abierta a la solidaridad universal (FC, n. 42). Dos pode- rosas razones abren el horizonte de la espiritualidad familiar a la dimensión social: La Santísima Trinidad, fuente y modelo de amor y comunicación, es una familia abierta. En realidad, poco o nada sabemos de su vida hacia adentro (ad intra), pero de lo que sí estamos seguros es que no se encerró en sí misma, sino que, "por amor" (Gén. 1, 26), quiso crear a los seres humanos y se ha comprometido en nuestra historia empeñándose en salvarnos (Puebla, n. 582). El proyecto del Reino de Dios, que es el centro de la propuesta de Jesús (Puebla, n. 226), tiene una exigencia social inevitable (FC, nn. 47-48). Bastaría recordar cómo entendía Jesús su misión en esta tierra (Lc. 4, 18) y las parábolas del buen samaritano (Lc. 10, 29-37) y la del juicio final (Mt. 25, 31-46). Una espiritualidad que no lleve a la familia al compromiso ecológico y social, a asumir en serio la causa de la justicia y a hacer una opción preferencial por los pobres, simplemente no es una espiritualidad cristiana. Es una elegante y "falsamente espiritual" evasión de la realidad (Stgo. 2, 14-17). El uso cristiano de los bienes materiales es uno de los pilares de la espiritualidad de esta comunidad. Urge hacer una lectura de esta exigencia básica con el fin de dar a nuestro compromiso social toda su proyección y eficacia histórica. La vivencia de la espiritualidad familiar 27. Aplicar a la familia la verdadera espiritualidad cristiana, abre perspectivas para el crecimiento de todos y cada uno de sus miembros: "La espiritualidad familiar cristiana en un camino por el que un hombre y una mujer unidos en el matrimonio sacramento, crecen juntos en la fe, la esperanza y la caridad, testimoniando a los hijos y a todo el mundo el amor de Cristo que salva" (Campanini). 28. "El don de Jesucristo no se agota en la celebración del sacramento del matrimonio, sino que acompaña a los cónyuges a través de toda su existencia" (FC, n. 56; cf. Aparecida, n. 433). El sacramento es un punto de llegada de una preparación remota y próxima (FC, n. 66), pero también es un punto de partida de un largo caminar hacia la plenitud de la vida cristiana y la maduración en la fe. El tiempo entre la celebración del sacramento y la muerte, es el campo propio de la espiritualidad conyugal y familiar. 29. La vía matrimonial hacia la santidad, tiene dos rasgos particulares: Hacia dentro de la familia, es un camino único de búsqueda en común de la voluntad de Dios y de discernimiento de las señales que el Espíritu va dando para seguir los pasos de Jesús en la construcción del Reino. Es un proyecto comunitario en el que los esposos se ayudan uno a otro con su amor y con la gracia de Dios (LG, n. 41). Hacia fuera de la familia, los esposos, como laicos que son, tienen la misión de ser testigos y apóstoles del Evangelio en todos los ámbitos de la sociedad: la escuela, el trabajo, las diversiones, la política, etc. etc. "Lo que es el alma en el cuerpo, eso han de ser los cristianos en el mundo" (LG, n. 38). 30. En un momento histórico en el que vemos a muchos matrimonios naufragar, afloran lógicos temores: perder el nivel de diálogo conyugal, no lograr una fidelidad gozosa y creativa, no saber educar a los hijos en un contexto de crisis de valores, etc. La familia cristiana cuenta con el Espíritu Santo, que cuando desciende en el seno de un hogar, como sucedió en Pentecostés, con la comunidad apostólica, transforma con su luz y con su fuerza la oscuridad en luz y el miedo en audacia (Hch. 2, 1-4; cf. Aparecida, n. 548). Para profundizar en este tema, se recomiendan las siguientes: LECTURAS Magisterio de la Iglesia 2007. Documento de Aparecida, nn. 240-275 (espiritualidad como encuentro con Jesucristo). 2009. Encuentro Mundial de las Familias, "La familia como educadora en los valores humanos y cristianos", conferencia del Cardenal Marc Ouellet, enero del 2009. Reflexión teológica actual sobre la espiritualidad 2002. Leonardo Boff, Espiritualidad / Un camino de transformación, Editorial Sal Terme, Santander. 2002. Julio Lois Fernández, "Espiritualidad cristiana" en Floristán, Casiano (dir.), Nuevo diccionario de pastoral, Editorial San Pablo, Madrid, pp. 499-500. 2005. Casiano Floristán, "Espiritualidad" en Tamayo, Juan José (dir.), Nuevo diccionario de teología, Editorial Trotta, Madrid, p. 314. 2007. José María Castillo, Espiritualidad para insatisfechos, Ed. Trotta, Madrid. PREGUNTAS EN CASA Para confrontar las ideas reflexionadas con nuestra vida. Reflexión personal 1. ¿Conozco lo que es la espiritualidad cristiana? ¿Qué prejuicios y bloqueos tengo hacia ella? 2. ¿Cuáles son las más fuertes experiencias de Dios en mi historia personal? 3. ¿Cuál es mi relación personal con Jesucristo, el Espíritu Santo y el Padre? 4. ¿Cómo me siento en el Equipo Básico? ¿Participo? ¿Pongo "buen espíritu"? 5. ¿Qué hago para que mi familia sea abierta y solidaria? Reflexión conyugal 1. ¿Cómo vivimos en pareja las seis direcciones de la espiritualidad familiar (espiritualidad creadora, de la alianza, de la cruz, de la resurrección, del signo y escatológica)? 2. ¿Cómo podemos despertar e iniciar en nuestros hijos la espiritualidad familiar? 3. ¿Qué tanto ha aportado esta comunidad a nuestra espiritualidad familiar? 4. ¿Qué hemos aportado como pareja a la espiritualidad del Equipo Básico? 5. ¿Qué vamos a hacer para que nuestra familia sea más abierta y solidaria? Reflexión en familia A) Dinámica: "Nuestro domingo espiritual" o Recuerden en familia todo lo que hicieron el último domingo, además de participar en la eucaristía. Sin contar la misa, identifiquen las "acciones espirituales" que hicieron en familia ese día. Dialoguen sobre qué es lo que le da el carácter espiritual a sus actividades en familia. Luego, concluyan que casi todos sus momentos dominicales pueden ser espirituales. B) Veamos lo que sucede a nuestro alrededor ¿Sabemos de gente que cree en los horóscopos o se ha pasado a las sectas, en busca de respuestas para su vida? ¿Por qué los cristianos tenemos fama de aburridos y de reprimidos ante la sociedad? ¿Por qué nos ven ''cara de cuaresma", y no de resurrección? Preguntemos a otras personas ¿Qué es para ti la espiritualidad? ¿Por qué el mundo actual es tan materialista? ¿Crees que, en general, los católicos conocemos nuestra fe? ¿Por qué?