TEATRO
TEATRO
TEATRO
EL TEATRO ROMANO
1.- INTRODUCCIÓN
El teatro era el único género literario que en la época de la helenización de la cultura latina se
había enriquecido ya en Roma con una rica tradición popular. Efectivamente, el carácter itálico se
distinguía por una tendencia a la chanza, a lo grotesco y a lo mordaz (el italum acetum a que se
refirió Horacio) que desde antiguo se plasmaba en representaciones improvisadas de gran raigambre
popular. Entre estas manifestaciones preliterarias relacionadas con la escena destacan las "farsas
atelanas" y el "mimo".
Las farsas atelanas surgen entre los oscos y son pequeñas representaciones bufas basadas
en la vida cotidiana y en la que aparecen tipos fijos representados por actores no profesionales
cubiertos por máscaras: el viejo estúpido (Puppus), el jorobado (Dosenus), el glotón (Buccus), y el
joven atolondrado (Maccus). Cuando por influencia de la helenización de la escena romana
comienzan a representarse tragedias, las atelanas pasan de ser un género dramático menor a
representarse a continuación de las mismas como exodium.
El mimo era representaciones en que las tanto hombres como mujeres sin máscaras daban
vida a escenas de la vida diaria partiendo de un texto en prosa. En la evolución del teatro romano va
adquiriendo cada vez mayor popularidad, desplazando a las atelanas en el exodium de las tragedias.
En la denominación que la literatura latina utiliza para las obras dramáticas no se habla de
tragedias y comedias; el término habitualmente utilizado para cualquier tipo de representación es
"fabula". La distinción entre unas formas dramáticas y otras se basa más bien en el origen del asunto
tratado y en la caracterización de los personajes en escena. Distinguían así los siguientes tipos de
dramas:
TRAGEDIA
COMEDIA
• Fabula palliata: comedia latina de asunto griego. Recibía este nombre porque los
actores se cubrían con el "pallium" o manto griego.
• Fabula togata: comedia sobre temas y personajes romanos. Los actores vestían la toga.
Tampoco existió en Roma en los primeros tiempos una especialización de los dramaturgos en
trágicos y cómicos. Los iniciadores del género, Livio Andrónico y Nevio, escribieron indistintamente
obras de argumento trágico y cómico. Sólo a partir de Plauto se observa una tendencia a ceñirse a
uno de los géneros. Los distintos tipos dramáticos tuvieron desigual suerte en su desarrollo y, de la
misma forma, su conservación y transmisión también ha sido desigual. La tragedia de argumento
griego (fabula crepidata) y, en bastante menor medida, la de asunto romano se cultivó con cierta
asiduidad entre el 240 y el 90 a. de C., fecha en que muere Accio, el último trágico de la época de la
República. Sin embargo conocemos poco de esta actividad dramática: los nombres de varios autores
-Ennio, Pacuvio y Accio-, además de algunos títulos y fragmentos. A partir de este momento la
tragedia decayó y no se tiene noticia de ninguna tragedia en el último siglo de la República. En la
época del imperio el gusto del pueblo por los espectáculos circenses y por el mimo relegó la
producción dramática, y más concretamente la de asunto trágico, a los círculos intelectuales donde
era recitada; se cargan así las tragedias de ese tono retórico característico de la mayor parte de la
literatura de la época de Claudio y Nerón. De este período conservamos las tragedias escritas por
Séneca el Filósofo, únicas que nos han llegado completas y entre las que se incluye una praetexta,
que no debe considerarse obra suya.
La fabula palliata está en cambio magníficamente documentada en las obras de los dos grandes
cómicos de los primeros siglos de la República: Plauto y Terencio. La comedia dejó prácticamente de
escribirse y representarse en el siglo I a. de C., ante la competencia del mimo que había ido
evolucionando hacia un tipo de farsa licenciosa, con gran número de personajes y que llegó a ser
extraordinariamente popular.
Aunque la mayor parte de las obras dramáticas que nos han llegado están basadas en originales
griegos, sin embargo la libertad en el trabajo de adaptación es total. Los autores latinos no sólo
introducen situaciones nuevas y referencias a su momento histórico, sino que también utilizan en una
misma obra argumentos de distintos originales griegos e incluso escenas de autores distintos. Este
procedimiento se conoce con el nombre de contaminatio y es particularmente visible en las comedias
de Plauto y Terencio.
2.- LA COMEDIA
Como ya se ha dicho, a partir de Nevio fue práctica habitual la contaminatio: utilizar más de
un original e incluso en ocasiones más de un autor como modelo. Los autores romanos utilizaron la
forma griega para acentuar lo que en la comedia más se aproximaba al gusto de los espectadores
romanos: las situaciones equívocas, los dobles sentidos, la parodia, etc. Se produjo en cierto sentido
una latinización de la comedia que culmina cuando se ponen en escena tipos y costumbres de la vida
cotidiana de Roma, surgiendo así la fabula togata.
La fabula palliata tenía una estructura formal tomada de sus modelos griegos y, aunque no
siempre encontramos la misma estructura, podemos distinguir en ella las siguientes partes:
• Didascalias: son obras de los gramáticos posteriores. En ellas se consignan el nombre del
autor, título de la obra, datos sobre la fecha y circunstancias de su estreno. Igualmente se
recoge el nombre de la obra griega utilizada como modelo y el de su autor. No siempre han
existido o se han conservado. Todas las obras de Terencio se nos han transmitido con su
didascalia correspondiente, sin embargo la mayor parte de las comedias de Plauto carecen
de ellas.
• Prólogo: exposición del argumento a cargo de un actor o de un personaje simbólico. Los prólogos
de las comedias latinas son una magnífica fuente de información sobre el teatro de siglo II a.
de C. Los prólogos de Plauto son joviales, pretenden divertir y, además de su carácter
expositivo, incluyen chistes y advertencias jocosas a los espectadores. Los prólogos de las
comedias de Terencio tienen una mayor profundidad y contienen la réplica del autor a los
ataques de que era objeto; dada la importancia de los prólogos en las obras de Terencio,
volveremos sobre ellos al ocuparnos de su autor.
• Cantica: parte del texto de las comedias que se cantaba con acompañamiento de flauta. En el
teatro de Plauto, como veremos más tarde, estas partes cantadas tienen un amplísimo
desarrollo.
Aunque Livio Andrónico y Ennio cuentan entre sus obras dramáticas con algunas comedias,
con anterioridad a Plauto sólo Nevio mostró mayor inclinación hacia este género. Ya hemos aludido a
su tendencia a introducir en sus comedias tópicos itálicos para acercarlas al público. Poco sabemos
sobre el carácter y estilo de sus comedias porque sólo tenemos escasos fragmentos, pero los títulos
-Los carboneros, El alfarero, El adivino...- sugieren temas de la vida común. Sin duda alguna
podemos conocer de forma bastante exacta el desarrollo de la comedia latina gracias a la obra de
dos grandes comediógrafos de la época republicana: Plauto y Terencio.
Fue el más popular de los autores de comedias y dominó absolutamente la escena romana
desde el 215 a. de C., fecha de su primer éxito escénico, hasta el 184 a. de C., año de su muerte o,
al menos, de su última representación. Plauto nació en Sarsina, ciudad de Umbría, hacia el 255 a. de
C. y abandonó pronto esta ciudad. La mayor parte de las informaciones que poseemos sobre la vida
y obra de Plauto proceden de Varrón, erudito del siglo I a. C., que dedicó grandes esfuerzos a llevar
alguna claridad sobre las circunstancias de la vida del poeta umbro. Se sabe que en su juventud
trabajó en el entorno de compañías dramáticas (Varrón utiliza la fórmula in operis artificum
scaenicorum), donde pudo adquirir su conocimiento poco común de los aspectos técnicos y del
repertorio tanto griego como romano. Al parecer posteriormente se dedicó al comercio y fracasó;
como consecuencia del endeudamiento provocado por su actividad comercial se vio forzado a
trabajar como esclavo en un molino. En esta situación escribe tres comedias que obtienen un rápido
éxito y que lo convierten, ya hasta su muerte, en el ídolo de los espectadores. Desde el 215 y
durante un trentenio aproximadamente produce para la escena un abundantísimo número de
comedias.
Plauto es el primer poeta romano que se especializa en un sólo género literario; sus
contemporáneos Nevio y Ennio no sólo conjugan dentro de la actividad dramática comedia y
tragedia, sino que, probablemente llevados por el ambiente heroico de estos primeros años de
expansión de Roma, componen también poemas épicos. En Plauto no encontramos alusión alguna al
momento político, ni utilización satírica de cosas o personas relacionadas con el Estado: su elección
es el género cómico que se acomoda a su talante jovial e inclinado a la risa fácil sin segundas
intenciones. En este sentido Plauto es una personalidad excepcional en la literatura latina; sus obras
están llenas de la gran alegría de vivir y del espíritu burlón de su autor.
En estas comedias se repiten con escasas variaciones tipos y situaciones, de forma que resulta
difícil, por no decir imposible, establecer un criterio de clasificación; el único título que conviene a
todas es el genérico de "comedia de enredo" con múltiples complicaciones y situaciones cómicas. Sin
embargo, con algunas reservas y para facilitar su aprendizaje, se pueden agrupar las comedias
plautinas bajo los siguientes epígrafes:
• Comedias en las que confluyen motivos y situaciones: Aulularia, Captivi, Trinummus, Miles
Gloriosus.
Plauto no oculta en ningún momento que sus obras están basadas en otras griegas; utiliza para
referirse a su trabajo el término "vertere" (traducir) y, en ocasiones, cita el autor y la obra que utiliza
como modelo. Sin embargo, como hizo Nevio con anterioridad, maneja los modelos griegos con una
absoluta libertad; no sólo mezcla fragmentos de distintas obras y de distintos autores griegos (la ya
comentada contaminatio, de la que Plauto hace un amplio uso), sino que además modifica el original
cortando o añadiendo, insertando recursos cómicos típicamente itálicos, recreando situaciones con
mayor fuerza cómica y, en definitiva, dando lugar a una comedia totalmente diferente, profundamente
romana. La finalidad última del teatro plautino es divertir: pretende conseguir un efecto cómico en
cada escena, aunque para ello tenga que sacrificar la lógica interna de la acción. Para lograr el
efecto cómico deseado no le importa al autor caer en contradicciones, anacronismos e
incongruencias; la caracterización de los personajes es a veces extravagante y las situaciones se
alargan frecuentemente más allá de lo verosímil, Todo ello contribuye a dar a las comedias de Plauto
un carácter fantasioso que es su principal virtud y que las convierte en intemporales.
Plauto gozó siempre de una gran acogida entre el público y sus comedias se siguieron
representando con gran éxito mientras existió una tradición teatral viva en Roma. Durante el
clasicismo de los últimos años de la República y de la época de Augusto la popularidad de Plauto
sufre un cierto retroceso por influencia de los grandes poetas del momento, en particular Horacio, a
quienes disgustaba en general la literatura de la época arcaica. A partir del Renacimiento Plauto
vuelve a ser leído y representado, ejerciendo sus obras gran influencia en el teatro inglés del siglo
XVI. Como muestra de esta influencia de las comedias plautinas en el teatro europeo de los siglos
XVI y XVII baste decir que La comedia de los errores de Shakespeare utiliza el argumento de
Menaechmi y que El avaro de Moliére recuerda al Euclión de la Aulularia.
La vida del segundo de los grandes comediógrafos latinos está marcada por dos factores
determinantes: por un lado, su brevedad, ya que no se extendió más allá de veinticinco o treinta y
cinco años; por otro, su estrechísima relación con la aristocracia filohelénica que se reunía en torno a
los Escipiones y que es un factor imprescindible para entender las comedias de Terencio.
La corta carrera dramática de Terencio se extiende por espacio de seis años; entre el 166 y
el 160 escribió seis comedias palliatas, cuyas fechas de estreno conocemos perfectamente, ya que
todas se nos han transmitido con su correspondiente didascalia. La mayor parte de sus comedias
siguen originales griegos de Menandro, el más moderado y moral de los autores del Comedia Nueva.
La relación de las comedias de Terencio según el orden de su representación es el siguiente:
• Hecyra ("La suegra"). El primer estreno, que fue un sonoro fracaso, tuvo lugar en el 165.
• Adelphoe ("Los hermanos"), en el 160. En este mismo año tiene lugar el segundo y tercer
intento de estreno de Hecyra, que sólo en el tercer intento consigue el éxito.
Como se puede observar, a diferencia de Plauto, el éxito de público no fue para Terencio algo
inmediato, si bien cuando se produjo, en concreto con el Eunuchus, éste fue rotundo. Pero no sólo
tuvo que enfrentarse el poeta con la indiferencia y frialdad del público en sus primeras obras, sino
que durante toda su corta carrera dramática tuvo que hacer frente a la crítica de otros poetas
dramáticos y literatos. A defenderse de estos ataques consagró el poeta los prólogos de sus
comedias, y en ello es totalmente original. El prólogo, como ya hemos señalado, era un elemento
fundamental en las obras dramáticas.
Después de la muerte de Plauto los gustos habían cambiado y los círculos literarios no
aceptaban de buen grado la latinización de los originales griegos. Terencio se somete al gusto
imperante y mantiene en sus comedias el ambiente griego. Huye deliberadamente del chiste fácil, de
las tramas complicadas, del recurso a la caricatura, en definitiva de todo aquello que había conferido
a las comedias de Plauto su peculiar estilo. En Terencio toda la comedia gira en torno a la
caracterización de los personajes, las inconsecuencias y el contraste entre ellos es el medio
escogido por el poeta para provocar la hilaridad, que siempre será moderada, más próxima a la
sonrisa que a la abierta risa de Plauto. Quizá este sea unos de los puntos débiles de la obra de
Terencio: sus obras son de una gran altura desde el punto de vista lingüístico, la caracterización
psicológica de los personajes está lograda, pero el conjunto carece de fuerza cómica. La nota
dominante de sus comedias no es la burla, sino más bien la piedad, la ternura y la melancolía.
Sus personajes son amables y no guardan relación alguna con los estereotipos caricaturescos
pintados por Plauto. En las comedias de Terencio los esclavos son serviciales, los hijos respetuosos,
los padres afectuosos y preocupados, las matronas respetables, etc. En conjunto traza unos cuadros
de menor efecto cómico, pero de gran valor humano.
Terencio pretende escribir obras de teatro de un elevado nivel artístico. Su lengua es de gran
pureza y elegancia. Desde la época imperial se le proponía como modelo de "sermo urbanus". En
resumen, Terencio por sus conocimientos literarios, por sus gustos elevados, por su estilo elegante
alejado de toda vulgaridad, es un representante cualificado de lo que en su época se llamó
"humanitas", cualidad que el propio poeta resumió admirablemente en este conocidísimo verso:
Homo sum: humani nihil a me alienum puto (Heautontimoroumenos v.25).
3.- LA TRAGEDIA
Dado este estado de cosas, resulta sorprendente que precisamente las únicas tragedias que
se nos han conservado completas se sitúen en este período en el que su representación había caído
en desuso. Efectivamente, existe un "corpus" de diez tragedias, integrado por nueve "fabulae
coturnatae" más una "praetexta", atribuidas a Séneca el Filósofo (5-65 d. de C). De ese conjunto de
obras, ocho son con toda seguridad de Séneca: Hércules Furens, Troades, Phoenissae, Medea,
Phaedra, Oedipus, Agamemnon, Thyestes; una, Hércules Oetaeus, es de atribución dudosa y la
"praetexta", titulada Octavia, no puede ser de ninguna manera obra suya.
En cuanto a la relación de las tragedias senequianas con sus originales griegos, hay que decir que
Séneca sigue la práctica habitual en el teatro latino y mezcla distintas obras griegas en una misma
tragedia. Utiliza en mayor medida como modelo las obras de Eurípides que la de los dos trágicos
anteriores. Aunque sigue habitualmente las versiones tradicionales de los mitos, difiere notablemente
en su tratamiento escénico; Séneca demuestra un gusto especial por los detalles truculentos, por la
desmesura en la expresión de los sentimientos y pasiones que lo alejan de la tragedia clásica griega;
sus personajes, cuyo análisis psicológico es riquísimo, tienen un código de valores morales
radicalmente distinto al de los personajes de Eurípides. Su estilo es marcadamente retórico,
caracterizado por la precisión y el laconismo que se expresa frecuentemente por medio de aforismos
y sentencias. Las tragedias de Séneca no tuvieron gran influencia en su época, pero en cambio
ejercieron un profundo influjo a partir del siglo XV en el teatro italiano e inglés.
Los manuscritos de las obras de Séneca recogen también una tragedia praetexta, titulada Octavia.
Es la única obra de su género que se nos ha conservado, pudiéndose afirmar hoy con toda certeza
que no es el filósofo cordobés y que debe fecharse en una época ligeramente posterior, durante el
reinado de los primeros Flavios. Utiliza como argumento la desdichada vida de Octavia, hija de
Claudio y Mesalina, obligada a casarse con Nerón y asesinada después en el exilio.