El Discurso Estructura
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SEMINARIO DE ORATORIA
JAVIER PIANTA - JULIO CICOPIEDI
Para la Real Academia Española discurso es sinónimo de oración o sea es ¨un conjunto
de palabras con las que se expresa un concepto cabal ¨ y también una ¨ obra de
elocuencia, razonamiento pronunciado en público a fin de persuadir a los oyentes o
mover su ánimos. Sin embargo en la tradición cultural del mundo hispánico ha
prevalecido el último de los significados.
El discurso no se considera ya una pieza artística como antes. Ahora es un mensaje
comunicativo. Esto permite incorporar al lado de los tradicionales discursos (políticos,
religiosos, forenses, militares, académicos, artísticos y parlamentarios) los meramente
comunicativos (exposiciones, informes, charlas, clases, etc.) y ceremoniales
(inaugurales, conmemorativos, de sobremesa, bienvenida, despedida, ofrecimiento,
agradecimiento, presentación, etc.).
La disciplina que se ocupa del arte del hablar se denomina retórica. La retórica es un
conjunto de estudios y reglas destinados a formar oradores y también por extensión,
escritores. La oratoria es la aplicación de la retórica
Hay inagotables definiciones y discusiones sobre la teoría del discurso. Desde los
clásicos antiguos (Aristóteles, Platon, Cicerón) hasta los tratadistas actuales (pasando
por los sofistas griegos, San Agustín, los renacentistas y Hugo Blair).
Pero en realidad, el problema consiste en acordar los fines de la elocuencia, decidir
para que se habla en público. Todas las finalidades propuestas pueden englobarse
moderadamente en estos términos:
Características Principales
Ya se ha sugerido que el discurso clásico ha evolucionado con el tiempo. No obstante y
pese a su evolución el hombre sigue siendo el mismo en su naturaleza psíquica. Estos
conceptos pueden construir una filosofía del discurso o conjuntos de principios
básicos:
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Métodos de elaboración
Los discursos, según el método de preparación y entrega, pueden ser:
Pasos de la Elaboración
La retórica clásica reconoce tres pasos en la elaboración de toda obra literaria, tanto
escrita como oral. Estos pasos los sigue recomendando la metodología intelectual
moderna.
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TIEMPO IMEDIATAMENTE
ANTERIOR AL DISCURSO
APERTURA
(salutación)
FASE DE CONTACTO
(introducción)
FASE PRINCIPAL
(informativa)
FASE DE APELACION
(cierre)
Tanto como para las mentes brillantes, como para profesionales, como para hombres
de negocios, o para una persona normal que debe afrontar una alocución
especialmente importante o para el orador tímido o inseguro que se ve obligado a
hablar en público, la estructura del discurso tiene una importancia vital. Hay que
construir la estructura, revestirla y por último ponerse a hablar.
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La Salutación
Con el comienzo del discurso establecemos el puente con los oyentes. Este contacto
debe lograrse con las primeras frases, porque el público forma opinión del orador en
los primeros minutos del discurso. Impresión que muchas veces puede ser falsa. Pero
por lo general resulta inamovible. El comienzo del discurso tiene que ser perfecto,
pues debe acotar al máximo la distancia entre el orador y el público. Al mismo tiempo
la salutación no puede hacerse demasiado larga y con ello aburrida.
Introducción
A la salutación debe seguir una introducción que estimule al público a seguir prestando
atención. Solo cuando reine un ambiente agradable y el público preste completa
atención a lo que dice el orador, este puede intentar convencer a sus oyentes con sus
palabras. Si no cuenta con una actitud positiva hacia él, todo llamamiento resultará
infructuoso.
Fase Informativa
Ahora se trata de informar, fundamentar y demostrar. Como oradores debemos dar en
primer lugar, una impresión de tranquilidad y confianza. En esta parte del discurso se
acentúan los hechos y datos objetivos.
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Cuando mayor sea la claridad en la estructuración de esta parte central, cuanto más
lógica resulte, más rápidamente alcanzará su objetivo, que debe mantener siempre
presente para no perderse en divagaciones.
La parte central debe presentar una tensión creciente, de tal manera que los oyentes
quieran saber más y más y se muestren dispuestos a dejarse convencer.
Cierre.
Lo mejor para conseguir un buen discurso es terminarlo bien. Nada resulta más
improductivo que acabar la intervención con un débil hilo de voz o con tono inseguro.
Al preparar el final hay que poner el mismo cuidado que se puso al principio.
Por lo que respecta al contenido de un discurso, los oyentes se suelen quedar con el
final (desde un punto de vista emocional o de impresión general, con el comienzo). Por
ello, el final debe estar formulado todavía con mayor exactitud y cuidado que el
comienzo, sobre todo si implica un llamamiento a actuar de una cierta manera.
El argumento mas importante debe reservarse para el final. Ello le permite ir
aumentando la tensión hasta finalizar en el clímax. El final debe suponer la
condensación, la consecuencia forzosa de todo lo que se ha dicho.
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La argumentación
En un discurso no conviene incluir más de, a lo sumo siete argumentos. Dentro de un
argumento no se deben tratar a su vez, mas de tres aspectos parciales. Una
argumentación se comienza con un argumento fuerte acerca del cual resulte más que
probable contar con el asentimiento general. En una segunda fase se exponen otros
argumentos. El argumento más poderoso no debe ir nunca al principio de un discurso
sino al final del mismo. De esta manera se logra lo que se llama una estructura de
argumentación de intensidad y fuerza progresiva. Cada argumento debe exponerse
como un todo cerrado e independiente. Después de una breve pausa se pasa al
argumento siguiente. Los hechos conocidos deben anteceder a lo nuevo que se quiere
introducir. No intentemos nunca dejar sobre el público una lluvia de argumentos;
mencionemos realmente los que resultan convincentes. Los argumentos fuertes deben
preceder a los débiles. Con los argumentos en contra se sigue el procedimiento
inverso. Los argumentos en contra deben ser incluidos en la parte central del discurso,
refutándolos inmediatamente uno tras otro. Los argumentos en contra no se debaten
sino que se refutan y con ello se superan.
Tenga siempre en cuenta: argumentar significa romper o resquebrajar valores o
prejuicios presentes. Y no hay nadie a quien le guste ver como se desmoronan ciertas
creencias, opiniones o convicciones. Sobre aquello que constituye realmente un
argumento, y su aceptación o no, decide exclusivamente el oyente.
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