La Comunicación Verbal Cómo Hablar en Público
La Comunicación Verbal Cómo Hablar en Público
La Comunicación Verbal Cómo Hablar en Público
Catorce
La comunicación verbal:
cómo hablar en público
Sumario
La organización de la presentación
Orador a escena: cómo dar un discurso con confianza
Un discurso informativo e inspirador
Hablar para persuadir
Referencias
Mapa conceptual
Comunicación en acción
Objetivos de aprendizaje
En función de la lectura y estudio de los contenidos de este capítulo,
el alumno será capaz de:
• Saber organizar un discurso. Elaborar una introducción y una conclusión eficaz. Conocer la
manera de realización de un diagrama como último paso de preparación de la exposición.
• Conocer las claves para dar un discurso con confianza. Definir el miedo escénico y conocer
diferentes posibilidades para superarlo. Analizar las principales formas de presentación y
conocer los principales aspectos para realizar una puesta en escena con éxito.
• Visualizar los diferentes tipos de credibilidad y entender las razones por las que es tan
importante. Analizar los principales tipos de discursos informativos y las ocasiones más
habituales para realizar un discurso.
• Distinguir y definir los discursos persuasivos, así como conocer las opciones más comunes
de organizarlos.
410 Capítulo 14 la comunicación verbal: cómo hablar en público
Oratoria La oratoria es una parte de la retórica (cuyo desarrollo histórico como ciencia
arte de hablar con se trató en el capítulo uno) que consiste en el arte de hablar con elocuencia, es
elocuencia, es decir, decir, utilizando la eficacia que tienen la palabra y los gestos para convencer, con-
utilizando la eficacia
que tienen la pala- mover y persuadir y que se concreta en discursos, conferencias, exposiciones, etc.
bra y los gestos para Se considera que nació en Siracusa (Sicilia) y se desarrolló fundamentalmente en
convencer, conmover Grecia, donde fue considerada un instrumento para alcanzar prestigio y poder
y persuadir y que se
político. Isócrates creó una famosa escuela de oratoria en Atenas que tenía un
concreta en discur-
sos, conferencias o concepto más amplio y patriótico de la misión del orador, que debía ser un hom-
exposiciones. bre instruido y movido por altos ideales éticos a fin de garantizar el progreso
del Estado. De Grecia la oratoria pasó a la república romana, donde Marco Tu-
lio Cicerón (106-43 a.C.) la perfeccionó. Sus discursos y tratados de oratoria nos
han llegado casi completos. Durante el imperio, sin embargo, la oratoria entró
en crisis habida cuenta de su poca utilidad política en un entorno dominado por
el emperador, aunque todavía se encontraron grandes expertos en ese arte como
Marco Fabio Quintiliano; los doce libros de su “Institutio oratoria” (año 95 d.C.)
se consideran la cumbre en cuanto a la teoría del género.
En nuestra sociedad existen continuas oportunidades de hablar en público.
Esto hace, hoy día, del dominio de la oratoria una herramienta imprescindible
de trabajo y relación. Es una habilidad importante ya que permite destacarnos,
potenciar la autoestima o influir sobre otras personas.
El discurso hay que interpretarlo, hay que enfatizar, entusiasmar, motivar,
convencer, persuadir, etc. La intervención tiene que ir encaminada a captar (y
mantener) la atención del público y a facilitar la comprensión del mensaje. Es
necesario tener una meta clara, una presentación organizada que lleve al público
hacia esa meta, y un claro entendimiento de la situación. Es necesario analizar
a la audiencia, planear la presentación, organizar la información y practicar el
discurso.
El orador tiene que cuidar el ritmo de su intervención, tratando de mante-
ner la emoción y la atención del público durante toda la intervención, evitando
atravesar por momentos de gran intensidad, seguidos por momentos de esca-
so interés (se arriesgaría a perder la atención de la audiencia). La persona que
interviene tiene que ser muy consciente de que además de utilizar un lenguaje
verbal (lo que dice, cómo lo dice, vocabulario empleado, entonación, volumen
de voz, énfasis, etc.), utiliza también un lenguaje corporal que el público capta
con igual claridad (gestos, movimientos, expresiones, posturas, posición en el
estrado, etcétera).
Hablar en público es una capacidad que se puede cultivar. Casi cualquier
persona con el adiestramiento adecuado es capaz de hacer un buen papel en este
terreno (Vallejo Nájera, 2004). Un discurso bien estructurado, con las palabras
adecuadas, entonación y acentuación oportunas, es algo que se puede aprender.
la organización de la presentación 411
La organización de la presentación
El público
Conocer a la audiencia nos permite adoptar nuestro discurso a sus caracterís-
ticas. Siempre que sea posible debemos solicitar información para conocer su
perfil, características y peculiaridades: número de asistentes, intereses, objeti-
vos, tipo de asistencia (voluntaria, obligatoria o casual), etc. Una audiencia, por
otra parte, formada por personas con idéntica profesión es muy diferente que
otra a la que acuden personas de distintas ramas (estudiantes, entrada libre...).
Muchos de estos datos pueden ayudarnos a preparar y a adaptar la exposición
(Ballenato, 2006). Nos permite adoptar decisiones acerca de los contenidos de
nuestro discurso, el léxico más o menos técnico o elevado, la selección de ejem-
plos e ilustraciones, anécdotas, etc. Incluso es posible anticipar las preguntas
que nos pueden formular, y preparar, en consecuencia, las respuestas adecuadas
(Puchol, 2006).
La estructura general
Por tradición, las presentaciones o discursos se organizan alrededor de una es-
tructura de tres partes, a saber: introducción, cuerpo o desarrollo y conclusión. Un
antiguo axioma sobre el tema afirma algo así: “un discurso debe transmitir a tu
público lo que le vas a decir (introducción), lo que le dices (cuerpo) y finalmen-
te comunicarle lo que le acabas de mencionar (conclusión)”. Cada una de estas
partes es necesaria y cada una tiene una función diferente. La introducción es la
oportunidad que tiene el orador para captar la atención del público y darle una
razón sólida para escuchar con atención. El cuerpo es la sustancia de la presen-
tación y se utiliza para lograr los objetivos del discurso, ya que es la porción
más larga y detallada. Es necesario organizarla con cuidado para que el público
pueda seguir y entender el contenido. Finalmente, la conclusión es la última
oportunidad del orador para impresionar al público y hacer que recuerden el
412 Capítulo 14 la comunicación verbal: cómo hablar en público
o este y oeste. Una presentación sobre Hawai, por ejemplo, puede organizarse
alrededor de las cinco principales islas del estado. Muchas veces resulta benefi-
cioso utilizar alguna ayuda visual que muestre las relaciones espaciales y que le
ayude al público a seguir la estructura del discurso.
La estructuración temática organiza el discurso alrededor de clases o catego-
rías. Los temas que no se adaptan con facilidad a otras formas de organización
muchas veces pueden beneficiarse de una estructura temática. La mayoría de los
temas sugerirán una clasificación natural que divida el tema de forma lógica. Un
discurso sobre el baile, por ejemplo, se puede organizar alrededor de tres estilos
distintos (jazz, ballet y baile moderno).
Otra forma de organizar la presentación consiste en comparar o contrastar
los diferentes aspectos del tema. Una estructura comparativa de discurso organi-
za la información alrededor de aspectos similares o diferentes. Un orador puede
comparar y contrastar dos computadoras como Macintosh y PC, la experiencia
de vivir dentro de un campus universitario o en un piso compartido, o ver una
obra en el escenario o una película basada en el mismo guión. Para comparar
elementos, el orador debe seleccionar dos o más aspectos distintivos de compa-
ración o características que resalten las similitudes o diferencias.
La estructuración con base en causa y efecto divide el discurso en las causas de
algunos fenómenos y los efectos que resultan de ellos. Un orador que informa al
público, por ejemplo, acerca de una enfermedad, puede hablar sobre sus causas
y efectos. Un orador que se refiere a los problemas sociales de las áreas urbanas
puede hablar de las causas de la pobreza y los efectos del problema.
La estructura del discurso con base en problema y solución organiza la infor-
mación alrededor de uno o más problemas y una o más soluciones para esos
problemas. Un orador puede hablar acerca de los problemas de la violencia do-
méstica y sus posibles soluciones, o el problema de la apatía de los votantes y
cómo resolverlo.
Diferentes for- con contenidos redundantes o poco familiares. Hay muchas formas diferentes
mas de soporte de soporte para los oradores: testimonios, ejemplos, analogías, estadísticas, ex-
para el orador
plicaciones y definiciones.
testimonios, ejem-
plos, analogías,
El testimonio es una opinión que apoya una idea. El testimonio de alguien
estadísticas, explica- que tiene credibilidad puede proporcionar soporte poderoso a una idea. El tes-
ciones y definiciones. timonio de personas desconocidas o con intereses particulares muchas veces es
cuestionable. El testimonio debe ser objetivo, de personas expertas, si es posible
de fuentes que el público conozca, elocuentes, bien fundamentados y limitados a
un fragmento corto y dirigido al tema central.
Los ejemplos en un discurso son ilustraciones o historias que explican un
punto particular. Hay tres clases de ejemplos: breve, extendido e hipotético. Un
ejemplo breve es una ilustración familiar para el público que por tanto requiere
muy poco detalle. Con frecuencia, los ejemplos breves se usan uno tras otro para
realzar su efecto. Un ejemplo extendido es una ilustración única que se repite con
mayor detalle y contexto. Un ejemplo hipotético es una ilustración que no es real,
sino imaginaria. A menudo son concisos y el público los comprende con facili-
dad. Los ejemplos añaden textura e interés al discurso, pero deben proporcionar
suficiente detalle para involucrar al público en la historia, asegurarse que apo-
yan al tema principal y que sean relevantes para la historia. Deben identificarse
los ejemplos hipotéticos como imaginarios o irreales.
Las analogías comparan o contrastan dos cosas. En general, un concepto u
objeto desconocido se compara con algo que el público ya conoce o entiende.
Existen dos clases de analogías: literal o figurativa. Una analogía literal compa-
ra dos conceptos, objetos, personas o lugares que son inherentemente similares
entre sí, esto es, ambos provienen de la misma clase o categoría. Por ejem-
plo, puedes comparar el tamaño de dos objetos que son similares. Un orador
puede decir, “Irlanda es la mitad de grande que Florida” (ambas extensiones
de tierra). Una analogía figurativa compara dos conceptos, objetos, personas o
lugares desde diferentes clases o categorías. Porque las cosas que se comparan
son inherentemente distintas, una analogía figurativa es una clase de metáfora.
Deben evitarse las analogías complejas que pueden generar tantas diferencias
como similitudes y asegurarse que el público reconozca la parte familiar de la
analogía.
Las estadísticas son representaciones numéricas que se usan para calificar
ideas o conceptos. Las estadísticas son populares entre los oradores porque pue-
den resumir y aclarar brevemente los conceptos. Las estadísticas tienen credibi-
lidad inherente y el público muchas veces cree que los “números” son evidencia
irrefutable. Esto no siempre es así, porque las estadísticas se pueden manipular
tan fácilmente como cualquier otro tipo de información y utilizar para informar
incorrectamente al público. No obstante, las que se calculan de forma legítima
la organización de la presentación 415
Orador a escena:
cómo dar un discurso con confianza
Miedo y ansiedad
La mayoría de los oradores sienten algo de ansiedad cuando se preparan para
dar un discurso (Sprague y Stuart, 2000), o el llamado miedo escénico que pue-
de denominarse como el temor a hablar o aparecer en público (Studer, 2004).
Puede presentarse en el momento mismo de la comunicación o simplemente al
pensar en la próxima ocasión. Este sentimiento puede ser fuerte o débil, pero se
suele sentir cierto grado de ansiedad cuando se presenta un discurso.
La mayoría de las personas puede manejar el miedo a hablar en público
(Sprague y Stuart, 2000). Desde luego, los oradores experimentados aprenden
a utilizarlo para añadir energía a su presentación. La experiencia ayuda a los
oradores a lidiar con la ansiedad porque conforme más hablan, más cómodos
se sienten.
420 Capítulo 14 la comunicación verbal: cómo hablar en público
Los síntomas del miedo resultan bastante familiares: dolor en la boca del
estómago, pulso acelerado, temblor o vibración, manos frías y húmedas, tensión
en las cuerdas vocales y falta de memoria (Sprague y Stuart, 2000).
Una manera de controlar el miedo a hablar en público es practicar técnicas
de relajación y visualización (Ayres, Heuett y Sonandre, 1998). Los oradores
experimentados han aprendido que un poco de ejercicio los libera de su nervio-
sismo. Si no hay oportunidad de caminar o de hacer un poco de ejercicio ligero,
puede uno relajarse en el propio asiento inhalando profundamente y dejando
escapar el aire lentamente, concentrándose en relajar el cuello, hombros y es-
palda, áreas que se tensan con frecuencia durante la presentación. Relajarse días
y horas antes de la presentación puede tener efectos duraderos.
Otra técnica para controlar los nervios de la comunicación es la de visuali-
zación (Ayres y Heuett, 1997). La visualización implica reemplazar los pensa-
mientos e imágenes negativos por otros positivos, pensando, por ejemplo que, al
estar bien preparado, al público le va a agradar el discurso, o visualizando la
habitación e imaginarse al público aplaudiendo tus ideas con entusiasmo.
Otro aspecto importante para reducir el miedo es tomar el control de la pre-
sentación; algunos miedos característicos de los oradores como olvidaré lo que
debo decir, o donde me quedé, o es posible que me bloquee o me quede en blanco, pueden
evitarse con una buena preparación del discurso, practicándolo varias veces en voz
alta aclarando todas las ideas, con un esquema preparado a conciencia, un análisis
cuidadoso del público y planteando la introducción con mayor cuidado que el resto
del discurso, ya que la aprensión es con frecuencia mayor al comenzar. También es
importante conocer antes de la presentación el lugar en el que se va a hablar, y fa-
miliarizarse con él ayudará a reducir el miedo en el momento de la intervención.
Finalmente, no hay que olvidar que los nervios son perfectamente normales.
Son el modo en que el cuerpo avisa que está a punto de hacer algo especial y que,
como consecuencia, tendremos que estar al máximo o por lo menos por encima
del nivel normal de concentración. El hecho de tener nervios y que éstos estén
bajo control, mejora la calidad de lo que se dice y cómo se dice. Es poco frecuen-
te hacer algo mucho peor el día de la presentación que en ensayos anteriores.
La cantidad justa de presión, bien entendida, extraerá lo mejor del orador. Y
por supuesto, no es bueno intentar combatir los nervios convenciéndose a uno
mismo de que la presentación “no importa”, sólo se conseguirá transmitir esa
impresión a la audiencia (Manchester, 2004).
¿Por qué es tan importante este momento inicial? Porque es cuando la aten-
ción de la audiencia está naturalmente elevada y atenta. La primera impresión
cuenta a estos efectos y sólo se tiene una vez. Es importante tener presente
que nunca se tiene una segunda oportunidad de dar una buena primera impresión. Al
comenzar, tenemos aproximadamente tres minutos de presentación para conse-
guir la atención de la gente y construir el entendimiento que asegure la empatía
entre nosotros y nuestro público. En esos primeros minutos, la audiencia nos
mide y clasifica. Están decidiendo si les gustamos y si vale la pena escuchar. Si
perdemos su atención en este momento crucial, será más difícil lograrlo durante
el resto del discurso.
La primera impresión que recibirá el auditorio de nosotros será la que se des-
prenda de nuestra imagen externa, que hemos de procurar que sea positiva. Para
ello es recomendable que se tengan en cuenta los siguientes aspectos: la llegada
no se debe exagerar pero una buena entrada establece en uno mismo la confian-
za y la habilidad para hacer el trabajo, caminar con confianza (nunca bajar la
cabeza), creer firmemente en que el público va a estar interesado en lo que les
vas a contar, tener confianza en que se va a desarrollar la presentación con éxito
y reflejar en todo momento energía y buena postura. Antes de empezar a hablar
es recomendable entrar en contacto visual con el público mirando a los ojos de
los asistentes. A continuación, las primeras palabras deben ser pronunciadas
en un tono claro y fuerte. Comenzando el discurso despacio y enfatizando lo
que sea más importante. Finalmente, la indumentaria tiene el poder de mejorar
decididamente la percepción positiva de la imagen. Aunque depende mucho de
cada situación, generalmente una tendencia clásica favorecerá la imagen positi-
va. Los accesorios podrán dar el aspecto más formal o informal. Es importante
no utilizar colores en ningún caso llamativos, esto provocará un oyente tenso,
nervioso e incómodo. Sin embargo, los colores cálidos implican cooperación y
alto grado de actividad de grupo.
Es necesario, por tanto, cuidar mucho los primeros instantes. Practicar an-
tes hasta que se consiga un cierto nivel de seguridad. Estos primeros minutos
pueden ayudar a abrir a la audiencia hacia el orador, de forma que el resultado
final sea óptimo. De la misma forma, un buen comienzo influirá positivamente
en la seguridad del orador en el resto del discurso. Crear una buena primera
impresión contribuirá en buena parte al éxito final.
Algunos autores comparan aprender a hablar en público con aprender a con-
ducir. Es necesario convencerse de que es posible. Desde luego, es necesaria
una explicación inicial de cómo arrancar, dónde está el freno, cuándo es preciso
acelerar, etc. Todo esto se aprende relativamente pronto y luego, ya con la licen-
cia de conducir, es necesario practicar cuanto más mejor. Como sucede con el
conductor experto, el buen orador se va haciendo con la práctica: cuanto más se
ejercite, mejor se pasa y más útil va a resultar el aprendizaje. Por otro lado, no
422 Capítulo 14 la comunicación verbal: cómo hablar en público
hay que olvidarse que ni el mejor conductor está libre de averías, los que tienen
entereza, persisten, y se encuentran con que, de pronto, de un día para otro, sin
saber cómo ni por qué, han hecho un gran progreso. Súbitamente han adquirido
naturalidad, fuerza y confianza en sus discursos. Pero ahora bien, el arte de la
comunicación requiere tiempo. No hay nada más perjudicial para aprender a
comunicar que tener prisa. Cuando se aprende a hablar en público las prisas no
son buenas consejeras porque, habitualmente, los frutos no se recogen ensegui-
da. Por eso es preciso perseverar (Merayo, 2001).
Conversar
Al público le gustan los oradores que hablan “con ellos” en lugar de “a ellos”.
Las palabras del orador crean una relación sincera y confiable con el público en
presentaciones interactivas que invitan al público a escuchar y a sentirse como
iguales. Una presentación de este tipo conecta al público con el orador y su
mensaje. Se pueden utilizar palabras que incluyan al público, como “nosotros” y
“nuestro”, o pronombres personales como “ella”, “nosotros” y “ellos”, o utilizar
preguntas retóricas que son aquellas que se quiere que la audiencia piense, pero
no que conteste, como por ejemplo, “¿A cuántos de ustedes les gustaría pagar
menos renta?”, así como utilizar verbos activos: en lugar de decir, “el gato estaba
durmiendo”, decir “el gato dormía”. Por otro lado, se debe transmitir simpatía
o poder de irradiación afectiva, que se maneja en gran medida con la voluntad,
y amabilidad que fundamentalmente consiste en estar pendiente de los demás y
no sólo de sí mismo.
Aspectos de la presentación
Los oradores tienen muchos recursos de apoyo para presentar un discurso. En-
tre ellos están su voz, manos, expresiones faciales, y recursos de apoyo como
gráficos, cuadros, computadora, etc., que deben trabajar en conjunto para lograr
el objetivo del discurso. A continuación se comentarán distintos aspectos de las
presentaciones y cómo los oradores pueden utilizarlos de manera eficaz.
orador a escena: cómo dar un discurso con confianza 425
importante de los gestos faciales es el contacto visual, esto es, mirar al público.
Se recomienda hacerlo entre el 80 y el 90 por ciento del tiempo en que se habla.
Incluso el más tímido orador puede aprender a establecer un buen contacto vi-
sual. Cuando se mire al público, no se debe quedar viendo fijamente a nadie. En
lugar de eso, mirar a todos y mover la cabeza lentamente de un lado a otro, esta-
bleciendo contacto visual con alguien antes de moverse a la siguiente persona. Las
notas de apoyo deben también permitir sostener contacto visual aunque se miren
de cuando en cuando. La mejor forma de hacerlo es con un esquema de palabras
clave, esquema que no debe ser más del 10 o 15 por ciento del discurso total.
Una regla de oro del orador es la naturalidad. El orador no debe imitar a
otros ni representar ningún papel. Se debe ser uno mismo, si se quiere mejora-
do, pero manteniendo la propia identidad (Vallejo-Nájera, 2004). El aprendizaje
de las técnicas de comunicación oral pasa por sortear los obstáculos que impi-
den la naturalidad (Merayo, 2001).
Discursos informativos
Es posiblemente el tipo más común de presentación. Consiste en proporcionar
información de tal manera que se vuelva particularmente interesante y útil para
el público. Hay muchos tipos de discursos informativos, cuyas características a
menudo se mezclan en una presentación dada. Nos centraremos en las cuatro
maneras más comunes de informar a un público: a través de los discursos des-
criptivos, demostrativos, explicativos y narrativos.
un discurso informativo e inspirador 429
ta que se está en una situación en la que hay que enfrentarse a una de ellas. Existen
al menos cinco tipos básicos de discursos para ocasiones especiales: el de presenta-
ción, el de aceptación, el de homenaje, el posterior a una cena y el de inspiración.
Un discurso de presentación permite una exposición pública de una deter-
minada información acerca del orador clave. Cuando varios oradores se presentan
en un mismo programa se introduce brevemente a cada uno de ellos como una
transición de una persona a la otra. En cada una de estas situaciones, un dis-
curso de presentación debe facilitar la meta prioritaria del orador principal al
establecer el tono y las expectativas de la situación. Cuando se presente a un
orador, deben seguirse los consejos siguientes:
Ser breve. Los discursos de presentación deben ser de entre uno y tres minu-
tos de largo. La mayoría de las introducciones pueden hacerse exitosamente en
un minuto. Mientras más importante sea la ocasión y el orador, más larga debe
ser la presentación. Las introducciones de cuatro o cinco minutos son demasia-
do largas incluso en las ocasiones importantes.
Relacionar al orador con el tema y con el público. Las tres preguntas que se debe
responderle al público son: ¿quién es el orador?, ¿cuál es su tema? y ¿por qué el
público debe escuchar?
Hacer que el público se centre en el orador y no en el que presenta. Se deben evitar
clichés tales como “nuestro orador no necesita presentación alguna”, “tengo el
placer de presentarles a”, o “sin decir más”. Hay que ser original y fresco o el
público puede distraerse incluso antes de que el orador principal comience a
hablar. Se debe mencionar el nombre propio y su relación con el orador o con el
evento. Se puede hablar desarrollando conceptos clave y usar un diagrama de
palabras importantes que ayuden a recordar datos e información, pero no leer-
las, así como establecer un contacto visual con el público y demostrar entusias-
mo por el orador. Asimismo, se deberá ser sincero. Se pueden exagerar en cierta
medida las virtudes del orador, pero nunca inventarlas. Lo pueden descubrir
parte de los oyentes y el presentador se desacreditará.
El discurso de aceptación es una declaración breve que se hace cuando
se recibe un premio, un regalo o un honor especial. Los mejores discursos de
aceptación cumplen con las siguientes funciones:
Reconocer los apoyos recibidos. Los discursos de aceptación son lugares impor-
tantes para dar las gracias a las personas de las que se han recibido apoyos. Se
puede aprovechar la oportunidad para utilizar las habilidades de comunicación
y devolverle algo a las personas que han dado un reconocimiento.
Honrar la ocasión. Los discursos de aceptación también honran la ocasión al
mencionar los valores por los que se otorga el premio. Se debe explicar cómo se
espera ser un ejemplo de las cualidades que el premio pretende honrar, o cómo
respetar los logros de otros que recibieron el premio antes.
un discurso informativo e inspirador 431
igual que cuando se ridiculiza a los demás, pueden insultar al público y dañar la
credibilidad del orador.
Utilizar material que sea fresco y variado. Los chistes, los cuentos y las bromas
funcionan bien si se adaptan al objetivo del discurso, y si son nuevos para el pú-
blico. Como cualquier tipo de material de apoyo, se utiliza en distintas formas
a lo largo del discurso. Hay que resistirse a incluir solamente un tipo de humor
en todo el discurso.
Discursos persuasivos
Los siguientes tipos de discursos persuasivos intentan influir en el público para
que acepte las actitudes o creencias del orador: discursos de refuerzo, de con-
vencimiento y pro-acción. Los primeros buscan reforzar las actitudes y las
creencias preexistentes. Los segundos impulsan a los oyentes a que acepten he-
chos discutibles, a que evalúen creencias o a que apoyen acciones. Los terceros
piden acciones y se sustentan en el apoyo que el orador se ha ganado para mover
al público a actuar de determinada manera.
Una de las primeras decisiones que hay que tomar para planear un discur-
so persuasivo es qué tipo de juicio será más adecuado para la tesis de la pre-
434 Capítulo 14 la comunicación verbal: cómo hablar en público
políticos y los abogados también están generalmente al final de las listas de la Y sobre todo, a ha-
gente en la que se confía, pues estas profesiones a menudo se relacionan con la blar en público se
aprende… hablando,
manipulación, el halago, la súplica y la aplicación de presiones de manera que a no leyendo ni, inclu-
veces otros resultan afectados. En su peor expresión, la persuasión se convierte so, escuchando.
en propaganda, en la que mensajes emocionales y distorsionados llevan a una (Galguera Álvarez,
conclusión simplista, en lugar de a una meditada (Pratkanis, 1992). La buena 1999)
persuasión no se relaciona con esto. Los oradores que entienden los puntos de
vista de su público e incorporan sus ideas a una solución compartida son quienes
elaboran las presentaciones más persuasivas.
436 Capítulo 14 la comunicación verbal: cómo hablar en público
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Mapa conceptual 437
Mapa conceptual
público Introducción
organización Estructura
Cuerpo o desarrollo
general
Diagramas Conclusión
por manuscrito
Memorizada
Formas de
DISCuRSo presentación
Improvisada
la voz
Descriptivo
Demostrativo
Informativo
Explicativo
Narrativo
De esfuerzo
persuasivo Convencimiento
pro-acción
Comunicación en acción
438
los universitarios, castra la capacidad de comunica- relaciones; como pasión también por construir un
ción, y empobrece al individuo y a la sociedad. Ca- mundo digno de ser habitado.
bezas atestadas de conocimientos, pero de lengua La máxima autoestima, que posibilita la libertad
torpe, llenan las empresas, los despachos profesio- de palabra y de pensamiento, actúa como elemento
nales, las cátedras universitarias, los parlamentos y transformador de climas laborales y sociales; como di-
los púlpitos. namizador de la motivación-compromiso; como base
Lo que procede de más adentro del individuo es del incremento de la productividad; y como genera-
“la palabra”, como superior revelación del espíritu dora de valor y de crecimiento rentables, con impac-
del hombre: palabra que encadena a los interlocuto- to cierto en la cuenta de resultados.
res en una tarea común. El descubrimiento del “tú” lo El presente siglo pide conversación, en vez de
efectúa la palabra; sin ella, un solitario “yo” marcaría confrontación; diálogo, en lugar de monólogo. Para
siderales distancias con “lo otro”, frío, impersonal. la vida y para el ejercicio profesional, donde no haya
De alguna manera, nos educamos para comuni- palabras, pónganse palabras... y se encontrarán
carnos. Incluso la clarificación de las propias ideas palabras.
se produce mediante su verbalización, porque la pa-
labra y el concepto se comportan como continente y
contenido. Más aún, el cumplimiento del ideal deon-
tológico de “decir lo que sentimos y sentir lo que Epílogo
decimos”, se frustra sin el dominio de la palabra.
La nueva sociedad no puede prescindir del ta- La comunicación eficaz ha de sustentarse en “tres gran-
lante pedagógico con que el individuo ha de colabo- des intereses vivos”: el amor a uno mismo, la solidaridad
rar, desde su limitada pero real posibilidad, a mover con los receptores, y el apasionamiento por el mensaje. Si
la pesada rueda de la historia. Vivir supone asumir falla cualquiera de estas tres profundas adhesiones, quie-
riesgos, ensayar y probar, soportar la duda, inter- bra la transmisión. Es decir, se hablará, se generará rui-
pretar dignamente: papeles, todos ellos, que cumple do inútil; pero no se comunicará.
la palabra.
La palabra habita en el centro de un nuevo hu-
manismo que asume la educación como ley de todas Angel Ignacio Lafuente Zorrilla
439