La Bola de Cristal

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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


U.E.N “EDUARDO ASSEF RAIDI”
MARACAY-ARAGUA

LA BOLA DE CRISTAL

ESTUDIANTE:

DALVIN A. GUEVARA C.

PROFESOR:
Vivía en otros tiempos una hechicera que tenía tres hijos, los cuales se amaban
como buenos hermanos; pero la vieja no se fiaba de ellos, temiendo que quisieran
arrebatarle su poder.

Por eso transformó al mayor en águila, que anidó en la cima de una rocosa
montaña, y sólo alguna que otra vez se le veía describiendo amplios círculos en la
inmensidad del cielo.

Al segundo lo convirtió en ballena, condenándolo a vivir en el seno del mar, y sólo


de vez en cuando asomaba a la superficie, proyectando a gran altura un poderoso
chorro de agua. Uno y otro recobraban su figura humana por espacio de dos horas
cada día.
El tercer hijo, temiendo verse también convertido en alimaña, oso o lobo, por
ejemplo, huyó secretamente. Habíase enterado de que en el castillo del Sol de
Oro residía una princesa encantada que aguardaba la hora de su liberación; pero
quien intentase la empresa exponía su vida, y ya veintitrés jóvenes habían
sucumbido tristemente.

Sólo otro podía probar suerte, y nadie más después de él. Y como era un mozo de
corazón intrépido, decidió ir en busca del castillo del Sol de Oro.
Llevaba ya mucho tiempo en camino, sin lograr dar con el castillo, cuando se
encontró extraviado en un inmenso bosque. De pronto descubrió a lo lejos dos
gigantes que le hacían señas con la mano, y cuando se hubo acercado, le dijeron:
- Estamos disputando acerca de quién de los dos ha de quedarse con este
sombrero, y, puesto que somos igual de fuertes, ninguno puede vencer al otro.
Como vosotros, los hombrecillos, sois más listos que nosotros, hemos pensado
que tú decidas.

- ¿Cómo es posible que os peleéis por un viejo sombrero? -exclamó el joven.

- Es que tú ignoras sus virtudes. Es un sombrero milagroso, pues todo aquel que
se lo pone, en un instante será transportado a cualquier lugar que desee.

- Venga el sombrero -dijo el mozo-. Me adelantaré un trecho con él, y, cuando


llame, echad a correr; lo daré al primero que me alcance.

Y calándose el sombrero, se alejó. Pero, llena su mente de la princesa, olvidóse


en seguida de los gigantes. Suspirando desde el fondo del pecho, exclamó:

- ¡Ah, si pudiese encontrarme en el castillo del Sol de Oro! -

Y, no bien habían salido estas palabras de sus labios, hallóse en la cima de una
alta montaña, ante la puerta del alcázar. Entró y recorrió todos los salones,
encontrando a la princesa en el último.
Pero, ¡qué susto se llevó al verla!. Tenía la cara de color ceniciento, lleno de
arrugas; los ojos, turbios, y el cabello, rojo.

- ¿Vos sois la princesa cuya belleza ensalza el mundo entero?


- ¡Ay! -respondió ella-, ésta que contemplas no es mi figura propia. Los ojos
humanos sólo pueden verme en esta horrible apariencia; mas para que sepas
cómo soy en realidad, mira en este espejo, que no yerra y refleja mi imagen
verdadera.

Y puso en su mano un espejo, en el cual vio el joven la figura de la doncella más


hermosa del mundo entero; y de sus ojos fluían amargas lágrimas que rodaban
por sus mejillas. Díjo entonces:

- ¿Cómo puedes ser redimida? Yo no retrocedo ante ningún peligro.

- Quien se apodere de la bola de cristal y la presente al brujo, quebrará su poder y


me restituirá mi figura original. ¡Ay! -añadió-, muchos han pagado con la vida el
intento, y, viéndote tan joven, me duele ver el que te expongas a tan gran peligro
por mí.

- Nada me detendrá -replicó él-, pero dime qué debo hacer.

- Vas a saberlo todo -dijo la princesa-: Si desciendes la montaña en cuya cima


estamos, encontrarás al pie, junto a una fuente, un salvaje bisonte, con el cual
habrás de luchar.

Si logras darle muerte, se levantará de él un pájaro de fuego, que lleva en el


cuerpo un huevo ardiente, y este huevo tiene por yema una bola de cristal.

Pero el pájaro no soltará el huevo a menos de ser forzado a ello, y, si cae al suelo,
se encenderá, quemando cuanto haya a su alrededor, disolviéndose él junto con la
bola de cristal, y entonces todas tus fatigas habrán sido inútiles.

Bajó el mozo a la fuente, y en seguida oyó los resoplidos y feroces bramidos del
bisonte. Tras larga lucha consiguió traspasarlo con su espada, y el monstruo cayó
sin vida.
En el mismo instante desprendióse de su cuerpo el ave de fuego y emprendió el
vuelo; pero el águila, o sea, el hermano del joven, que acudió volando entre las
nubes, lanzóse en su persecución, empujándola hacia el mar y acosándola a
picotazos, hasta que la otra, incapaz de seguir resistiendo, soltó el huevo.

Pero éste no fue a caer al mar, sino en la cabaña de un pescador situada en la


orilla, donde en seguida empezó a humear y despedir llamas. Eleváronse
entonces gigantescas olas que, inundando la choza, extinguieron el fuego.

Habían sido provocadas por el hermano, transformado en ballena, y, una vez el


incendio estuvo apagado, nuestro doncel corrió a buscar el huevo, y tuvo la suerte
de encontrarlo.

No se había derretido aún, mas, por la acción del agua fría, la cáscara se había
roto y, así, el mozo pudo extraer, indemne, la bola de cristal.

Al presentarse con ella al brujo y mostrársela, dijo éste:

- Mi poder ha quedado destruido, y, desde este momento, tú eres rey del castillo
del Sol de Oro. Puedes también desencantar a tus hermanos, devolviéndoles su
figura humana.

Corrió el joven al encuentro de la princesa y, al entrar en su aposento, la vio en


todo el esplendor de su belleza y, rebosantes de alegría, los dos intercambiaron
sus anillos

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