C 651 97 PDF
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Magistrado Ponente:
Dr. CARLOS GAVIRIA DÍAZ
I. ANTECEDENTES
III. DEMANDA
IV. INTERVENCIONES
V. CONCEPTO FISCAL
1. Competencia
Para los efectos de esta sentencia, puede asumirse, a grandes rasgos, que las
normas que una persona puede ignorar, relevantes en el problema que se
analiza, se reducen a dos categorías: 1) las que imponen deberes; y 2) las que
indican modos de proceder adecuados para lograr ciertos fines.
Sin duda, las más importantes, en función del asunto planteado, son las que
pertenecen a la primera categoría, puesto que de su transgresión pueden
seguirse sanciones. La pregunta que debe plantearse es, entonces, la siguiente:
¿es preciso para conocer los deberes de los que se es destinatario, conocer las
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Corte Suprema de Justicia. Sala Plena, marzo 30 de 1978.
normas donde se originan? Dicha pregunta puede responderse negativamente,
por las elementales razones que a continuación se exponen:
1) Los deberes esenciales que a una persona ligan como miembro integrante
de una comunidad pueden captarse de manera espontánea mediante la
interacción social. Si se asume la perspectiva (indicada por Hart) del
observador externo, basta con mirar alrededor para observar ciertas
regularidades constantes en el comportamiento de los miembros particulares
de la comunidad, el aplauso o censura difusos y la respuesta de las
autoridades ante las conductas desviadas. El campesino sabe que si se
emborracha y riñe, corre el riesgo de que lo lleven a la cárcel porque, ha sido
testigo de lo que le ocurrió a su amigo, o alguien se lo ha contado. De esa
manera, de modo imperceptible va pasando de lo que el mencionado autor
llama aspecto externo del derecho , a su aspecto interno, puesto que infiere
que a él puede sucederle lo mismo.
Como reglas típicas de la segunda categoría, pueden citarse las que establecen
la manera de celebrar contratos. La inobservancia de tales reglas no apareja
propiamente sanciones sino más bien resultados fallidos. Porque ellas
funcionan de manera similar a las relaciones causales del mundo físico; v,gr:
si alguien, por ignorancia, no otorga escritura pública para enajenar un bien
inmueble, no padece un castigo. Simplemente no creó el título apto para
transferir la propiedad del bien. Del mismo modo que si alguien quiere cortar
un árbol y no usa el hacha o la sierra -instrumentos adecuados para tal fin-,
que el árbol siga en pie no es un castigo sino la consecuencia natural de no
haber procedido de modo idóneo. Tan absurdo sería pretender que se le
atribuyera efecto al conato de venta en consideración a la ignorancia del
frustrado contratante, como considerar derribado el árbol ante la acción torpe
de quien pretendiera abatirlo con una navaja. No son, pues, consideraciones
de orden ético, sino de orden fáctico las que determinan que esos, y no otros,
puedan ser los efectos consiguientes a la ignorancia de ese tipo de normas.
Pero es más, las situaciones extremas son tomadas en cuenta por el legislador
para exceptuar la observancia de la norma imperativa (e imprescindible) que
se viene analizando. Así por ejemplo, el artículo 2346 del Código Civil
excluye a los menores de 10 años y a los dementes, de la responsabilidad
delictual o cuasidelictual, puesto que de ellos sí puede predicarse, en
principio, la incapacidad de acceder, por cualquier medio, al conocimiento de
lo que se ha establecido como debido e ilícito. Y el código penal, en el
artículo 10 ya citado -en concordancia con el 31-, excluye de la regla general
a los inimputables.
VII. DECISIÓN
En mérito de lo expuesto la Corte Constitucional, administrando justicia en
nombre del pueblo y por mandato de la Constitución,
RESUELVE: