Sin Promesas Rotas
Sin Promesas Rotas
Sin Promesas Rotas
Dedicatoria
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Serie Promesas 2
Capi
Capitulo Uno
—¡ ATRÁPENLO!
—¡Por aquí!
La voz que escuchó sonó casi celestial, Jerie se dio la vuelta y pudo ver
a un muchacho de no más de dieciocho años, vestido con ropa deportiva
3 que le hacía señas para que se acercara. Jerie dudó, pero el sonido de los
pasos que se acercaban le hizo tomar una decisión. Corrió hacia donde se
encontraba el muchacho.
El muchacho volvió a sonreír, y Jerie pudo ver que el color de los ojos
del chico eran de un color azul topacio, casi hechizante, si el chico no
tuviese la apariencia de un twink quizá Jerie podría sentir interés por él.
Pero a decir verdad, a Jerie sólo le gustaban los hombres altos y
musculosos, el chico era lindo, había que admitirlo, pero no era para nada
su tipo.
Dahl volteó los ojos y tomó algo de aire, ¡NO HABÍA MANERA EN
EL INFIERNO!
La cara que puso Dahl cuando dijo eso fue tan extrañamente dulce que
a Keylin le costó trabajo evitar reírse. Cuando su camarada dijo “mi pareja”
su voz había tomado un tono tan soñador…
—Entonces… -dijo juguetonamente Keylin. A decir verdad, le
costaba trabajo el resistirse de molestar a su amigo cuando se ponía así. —
¿Cómo están las cosas en lovey-dovey-land?
Keylin no pudo evitarlo más tiempo. Su amigo había dicho algo tan
cursi. La risa de Keylin salió sin que pudiera contenerla en absoluto.
Dahl trató de mostrar enojo, pero en vez de eso soltó una suave risa.
—Mocoso infantil.
—Tonto arrogante.
Jerie había seguido al chico que se hacía llamar Sixto desde hacía ya
algún tiempo. La verdad, era que ahora entendía de dónde provenía el
apodo “oráculo divino”. Jerie había hecho mucho dinero comprando tickets
de lotería, nunca fallaba. Los dos habían viajado juntos durante varias
semanas hacia el pueblo de Sweet Valley, tal y cómo Sixto había dicho.
Según el chico de ojos topacio, Jerie sería de vital importancia para la
supervivencia de Sweet Valley y de la manada que ahí residía, además del
hecho que según Sixto ahí encontraría a su pareja. A él sólo le parecía que
esas eran palabras dichas por Sixto para que él no se sintiera tan mal por el
hecho de haber sido expulsado de su antigua manada.
—No gracias —otra de las cosas que Jerie había aprendido de Sixto
era que no sabía mucho de etiqueta—. Estoy bien.
Pese a que a veces a Jerie le pareciera raro lo que hacía Sixto, parecía
que el chico hacía todo por alguna razón que conocía de antemano. Aún le
costaba entender por qué su amigo le había pedido que llevara su ropa
favorita, aunque suponía que era para que la otra manada lo aceptara con
mayor facilidad, y le costaba aún más entender porque de toda la ropa que
7 el chico poseía, había escogido la más estrafalaria. Sixto se había vestido
con una camisa blanca que tenía estampada en la parte posterior un símbolo
del ying y el yang y unos vaqueros, de hecho en combinación con su pálida
piel y su mechón de cabello blanco entre todo el cabello negro, cualquiera
habría pensado sin pensárselo dos veces “FREAK”. Él había escogido, sin
lugar a dudas, algo más cómodo. Sí, era cierto que llevaba unos vaqueros
negros y una camisa de Linking Park1, pero siempre que se ponía esa ropa
la gente le decía que se veía genial, como un rocker. Un rocker en
definitiva pasaba más desapercibido que un freak, y Sixto en definitiva
vestía como freak.
Jerie sonrió.
—Es cierto lo que dice Sixto, vine buscándolo. —Jerie soltó una
risilla nerviosa—. A decir verdad, estoy algo ansioso no sé cómo es y
pues… no sé… tengo miedito.
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Capi
Capitulo Dos
De verdad que aquel muchacho era justo su tipo. Su piel era dorada
como el sol y su cabello rojo como el fuego, era tan… intenso. ¡Y por
Cristo! su eje ahora estaba necesitado de atención. ¿Por qué a él? Sólo un
pensamiento de su pareja y él, y ya estaba como asta para izar bandera. Lo
que le molestaba era lo instintivo que había sido, el mero olor de su pareja
había hecho que su sentido común saltara por la borda y no regresara hasta
varios minutos después de haber hecho el ridículo enfrente de todos los que
conocía. Es que si hubiese sido algo menos evidente, quizá él no estaría
devanándose los sesos por encontrar una solución simple para la situación.
Pero no, en cuanto él percibió a su pareja y lo había visto tan feliz con los
otros dos hombres su razón se nubló y saltó como un loco desesperado
sobre el chico y gritó, ¡por todos los cielos!, ¡GRITÓ! Que aquel chico era
suyo. Lo que le molestaba era que después de semejante estupidez, su
cerebro aún no había vuelto a funcionar y había, literalmente, secuestrado
al joven muchacho. ¿Cómo podía haber hecho algo tan estúpido?
—Espero que estés listo chico lindo —dijo para sí mismo Jerie—
porque nos vamos a divertir bastante tú y yo.
TOC, TOC.
Keylin empezó a sudar frío, ¿qué había hecho? Oh, vaya, esto era
gracioso. Hacía menos de un minuto estaba pensando que su mundo se
había acabado, por actuar precipitadamente en el bar de Mary y ahora eso
no era nada en comparación con que su pareja tuviera “uno que otro
problemita con toda esta situación”.
—¿Comprendiste?
—Mucho gusto Jerie —dijo Keylin mientras daba una suave risilla—
mi nombre es Keylin, soy el Alfa de la manada de Sweet Valley.
—Este…
Oh, esto era interesante, parecía que Jerie sentía más la atracción que
él. Interesante, muy interesante. Keylin mordió su labio inferior y pudo
escuchar como el joven que tenía enfrente profería un bajo gemido. Keylin
acercó su cara hacia Jerie, lentamente, con total calma.
Keylin no se iba a hacer de rogar ante una petición de ese tipo. Sin
más preámbulos lanzó al pelirrojo contra el escritorio y se arrancó él
mismo la ropa que llevaba sobre sí. Escupió una buena cantidad de saliva
en su mano y la pasó por el agujero de Jerie. Tomó uno de sus dedos y
lentamente empezó a insertarlo dentro de aquel apretado orificio. Sin
embargo, Jerie empezó a empalarse a sí mismo contra su dedo de forma
bestial.
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Capi
Capitulo Tres
J erie se volvió a revolcar en la cama doble de la habitación que Keylin
le había dado, las sábanas eran de un lindo color azul cielo que contrastaba
perfectamente con el color marrón vibrante de la cama de roble en la cual
estaba acostado. Jerie suspiró por enésima vez consecutiva y abrazó una de
las almohadas que tenía cerca. El cuarto en el que estaba era grande y
espacioso, tenía todo lo que él pudiera necesitar y más, incluso tenía su
propio baño, cuadros de paisajes variados estaban esparcidos por las
paredes de la habitación y una ventana grandísima le permitía ver el jardín
del patio de la casa de su pareja. Jerie se lo había dicho a sí mismo en
varias ocasiones, pero el patio de Keylin siempre le parecía más bien parte
de un hermoso hotel. Tenía una pequeña laguna artificial, con un puente
que la traspasaba, dos manzanos se encontraban a lado y lado del jardín,
uno antes de cruzar el puente y otro al fondo. Una fuente con de agua con
una imagen de Afrodita, se encontraba al fondo del lugar, rodeada por
hermosa rosas blancas que contrastaban con el puro y brillante mármol
18 negro de la fuente y el patio, en términos generales estaba lleno de arbusto
florales de todo tipo.
Pese a que habían pasado varios días, Jerie aún seguía más rojo que un
tomate. En verdad, de todas las situaciones posibles, lo que había ocurrido
en la oficina de Keylin había sido la cosa más vergonzosa que le había
pasado en la vida. Después del incidente él no había sido capaz de entrar en
la oficina de su pareja sin ponerse más rojo que un tomate maduro. La parte
buena era que el guerrero de nombre Marshell no había aparecido en la
casa de Keylin en mucho tiempo. Jerie sabía que si volvía a ver a ese sujeto
de seguro se moriría de la vergüenza. Eso y que Keylin, de seguro, lo
desollaría vivo en cuanto lo viera. Desde la intrusión del guerrero, la vida
sexual de Jerie se había ido al escusado. Era una rara situación, por un lado
estaba que se trepaba por las paredes por la desesperación de tener a su
pareja cerca por no ser íntimos, y por otro lado, sentía que moriría de la
vergüenza si llegasen a intentar cualquier cosa. Quizá si le preguntara a
alguien sobre la situación las cosas podrían volverse más llevaderas, la
pregunta ahora era ¿a quién?
Sixto.
El pensamiento llegó de repente como una luz de esperanza en medio de
una oscura noche. Vaya, si había llegado hasta el punto de volverse poeta al
pensar en Sixto, como una solución para su vida morbo-psico-sexual,
entonces estaba bastante más desesperado de lo que había pensado en un
principio. De verdad que lo estaba, después de la experiencia él había
decidido dormir en una habitación diferente a su pareja por “no correr
riesgos innecesarios”.
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Había escuchado que Sixto era llamado “el oráculo divino” por poder
predecir el futuro con total efectividad. Más por ello que nada es que
Keylin había tomado en cuenta el consejo del chico. A decir verdad, no
esperaba que su pareja fuese tan linda. Por la primera impresión que había
tenido de él pensaba que sería alguien salvaje y alocado, nada más lejos de
la realidad. Jerie era un alma pura y serena, era cierto, le encantaba el rock
y su grupo favorito era Linkin Park, pero en el poco tiempo que había
logrado compartir con él se había dado cuenta que esa era sólo una parte de
lo que Jerie era realmente. Lo había notado al instante, a Jerie le gustaba
limpiar, y le gustaba la jardinería, se había llevado una grata sorpresa al ver
que al chico le gustaba hablar con las plantas y en especial con las rosas de
su jardín. No sólo eso, pese a que ambos hombres eran contemporáneos,
teniendo ambos veintitrés años, se había percatado que Jerie aún
conservaba la juguetona y tierna inocencia de los cachorros pese a ser un
lobo adulto. De hecho, era la primera vez que había visto a alguien jugar
tan animadamente con Sasha, su Husky de dos años de edad.
Forfeit the game Before somebody else Takes you out of the frame (…)
Si lo que decía Sixto era cierto, esta era la señal que él había estado
esperando desde el primer momento. El sólo pensar en lo que iba a hacer en
tan sólo unos minutos hizo que un calor febril se extendiera sobre su cuerpo
y que su eje estuviera tan duro como para romper hielo. Él iba a disfrutar
mucho este esperado momento.
Corriendo como alma que lleva el diablo, el lobo escapó del recinto,
si algo temía más que nada en este mundo era la furia de su Alfa.
Keylin dio una baja y grave risilla. Acercó sus labios al cuello de
Jerie y empezó a succionarlo y lamerlo mientras raspaba suavemente el
cuello del pequeño pelirrojo. Jerie gimió y se contorsionó para tratar de
liberarse del agarre. Estaba desesperado, necesitado, hambriento por más.
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Capitulo Cuatro
K eylin se acomodó abrazando su pelirrojo y dándole un beso en la
frente. Estar los dos ahí acostados hacía que todo fuera tan… perfecto. Un
ronquido suave, apenas perceptible, se escapaba de Jerie de tanto en tanto.
Su pareja, entre sueños, se pegó más a Keylin, como pidiendo más atención
y resguardo de parte del Alfa. Eso inflaba el ego de Keylin y a la vez
llenaba su corazón de una increíble calma y felicidad. Ahora entendía las
palabras de su padre con respecto a las parejas.
En aquel entonces él se había reído del viejo, incluso le había dicho que
eso era sólo porque estaba en lovey-dovey-land con su mamá. Su padre le
había dicho que cuando encontrara pareja él diría lo mismo. El viejo tenía
razón, sí que la tenía.
24 —Te amo Key… —dijo Jerie entre sueños mientras abrazaba al Alfa—
te amo…
—El pilar que sostiene tu vida —se dijo Keylin a sí mismo mientras
acariciaba la espalda de su pelirrojo—. Tu más fuerte y tu mayor debilidad.
Keylin suspiró. Eso era bueno según lo que le había dicho Dahl, la
pareja de Lenard y mejor amigo de su pareja, cada vez que Keylin
suspiraba era que estaba a punto de ceder.
—Key… hay algo que tengo que contarte —dijo mientras se revolvía
el cabello con las manos, siempre hacía eso cuando estaba nervioso,
lograba tranquilizarlo— yo soy un Trueblood.
Pese a estar en su forma de lobo Jerie esbozó una sonrisa. Eso estaba
mejor, rápidamente se transformó en un humano y abrazó a Keylin.
—Has sido un chico malo. —Dijo Keylin con una voz grave y
sobrecargada por la excitación— muy malo, creo que mereces unas
nalgadas.
Keylin sonrió. Ahora con más fuerza e ímpetu golpeó las nalgas de
su pequeño sweetheart.
—Eres un chico malo. Muy, muy, pero muy malo —dijo mientras
seguía azotándolo con su mano— eres un chico sucio además de todo.
Keylin hizo nota mental. Jerie más azotes igual a un muy excitado
Jerie.
Esto era interesante, era la primera vez que escuchaba a rogar a Jerie.
Sin más preámbulos alineó su eje con el agujero de Jerie y entró
rápidamente, de una sola estocada. Sacó lentamente su eje y luego volvió a
meterlo tanteando el terreno. Después de tres intentos se dio cuenta que
Jerie estaba tratando de empalarse a sí mismo en su eje y ahí perdió el
control de su cuerpo. Con ávida y salvaje hambre empezó a bombear a su
pelirrojo de ensueño con fuerza y ferocidad. En vez de alejarse o pedir que
se detuviera Jerie aumentó el ritmo, clavándose como poseso sobre el eje
de Keylin, clavándose como si no hubiera mañana.
—¡Ahí…! ¡Más…!
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Capitulo Cinco
L a tenue luz de la luna se ocultaba por momentos tras gruesas y grises
nubes. Parecía que los dioses, lo apoyaban, desde el primer día en que se
convirtió en Alfa, supo que su posición había sido dada por los dioses.
Había logrado muchas cosas, llevando a su manada a la grandeza y ahora
sabía lo que tenía que hacer para mantenerse en el poder. Lo había sentido
en una noche de luna llena durante el mes de Julio de hacia un año…
aquella sensación aún lo perseguía en sus pesadillas. Jerie, ese pequeño
mocoso era la única cosa que se interponía entre él y el dominio absoluto
de la manada de Deathcold Hill. Jerie era querido por todos, pese a ser un
lobo más, la gente lo escuchaba casi tanto como a él, ¡incluso le pedían
consejos! Pero él no podía permitir que ese chico le quitara todo lo que le
pertenecía. Pensó, por todos los cielos, pensó que podía deshacerse de él
cuando Jerie le dijo que era homosexual. Era la perfecta oportunidad, la
manada era altamente homofóbica y eso era una ventaja. Pero el pequeño lo
había arruinado todo, había logrado escapar, quién sabía cómo, y ahora
31 vivía en algún lugar de Sweet Valley, lo peor era que era la pareja del Alfa
de ese lugar, de seguro que ese chico trataría de robarle su puesto en algún
momento, sólo era cuestión de tiempo.
El problema era que iniciar una guerra entre manadas no era algo
prudente, en especial dado que la manada de Keylin era terriblemente
poderosa. Un duelo contra Jerie tampoco era buena idea, él había visto lo
que los otros no. Había visto a Jerie en su forma de homini lupus, si él
llegara a pelear justamente con el molesto pelirrojo de seguro perdería. Lo
mejor que podía hacer era acechar entre las sombras y esperar el momento
oportuno, si todo salía bien, no sólo lograría salvaguardar su posición de
mando dentro de la manada de Deathcold Hill, también podría asegurar su
posición de Alfa de la manada de Sweet Valley. La idea la parecía tan
perfecta… sonrió para sí mismo mientras se quitaba la ropa y la dejaba
oculta tras un arbusto cercano, rápidamente cambió a su forma de lobo.
Con agilidad empezó a rastrear todos los olores cercanos. Sólo un reto
formal y Sweet Valley sería suyo, de acuerdo a las reglas de las manadas él
podría escoger el lugar. Un reto formal y él podría acabar con todos sus
problemas.
El ser capaz de salir después de una semana de confinamiento había
sido, sin lugar a dudas, la mejor cosa que le había pasado a Jerie en mucho
tiempo. Antes de poder evitarlo, se había transformado en lobo y corría
alegre como un perrito por el bosque de Sweet Valley. Era una de las
mejores cosas que le habían pasado en mucho tiempo. La sensación de la
brisa al golpear su piel mientras jugueteaba feliz era sin lugar a dudas una
de las cosas por las cuales ser hombre lobo era lo mejor del mundo. Keylin
lo seguía de cerca también en su forma de lobo, sólo que su pareja tenía un
comportamiento bastante menos juguetón. Ambos paseaban tranquilos por
un pequeño lago que había en el centro del bosque, según le había dicho
Keylin, era un perfecto lugar para pescar, pero Jerie sólo lo veía como un
perfecto lugar para jugar. Su pareja había estado seria, demasiado seria para
su gusto.
Veamos a ver por cuánto tiempo. Pensó mientras, sin poder evitarlo,
32 movía su cola como loco. Se ocultó tras unos arbustos, y esperó tranquilo.
Keylin se le acercó al poco tiempo. Calculando el espacio, espero a que su
pareja se acercara más.
Un poco más.
¡Ahora!
¡Fría!
Pensó mientras se alejaba con todo el pelo mojado y de Keylin. El
Alfa, aún en su forma de lobo, tenía un rostro tan burlón…
¿Cómo hacía su macho Alfa para verse cada vez más hermoso? —
Tonto —dijo Jerie mientras abrazaba a su chico grande— el chocolate es
mi debilidad, tú eres mi mundo.
Plata.
El lobo asintió.
—¿Por qué?
Alfa.
Sabía que por la bala de plata Jerie estaría inconsciente al menos por los
próximos días, sin contar con que en el rarísimo caso de que el lobo lograse
despertar estaría demasiado débil como para pelear contra él. La balanza
38 estaba a su favor, lo único que tenía que hacer era esperar tranquilamente a
que las cosas se dieran. Una vez que Jerie muriera, el Alfa de Sweet Valley
estaría demasiado débil emocionalmente como para pelear bien. Matarlo y
reclamar su manada iba a ser pan comido.
El reto estaba hecho, Keylin pudo ver horrorizado cómo la marca con
forma de flor de loto aparecía en la frente de Jerie.
—Tú debes ser el otro marica —dijo Keyron con una desagradable y
ponzoñosa voz que hizo que Keylin quisiera asesinarlo en ese preciso
instante— no te preocupes, abominación de la naturaleza, yo mismo me
encargaré de matarte en cuanto termine con Jerie.
Apenas Jerie dijo esas firmes palabras Keylin pudo ver cómo le
dirigía una sonrisa tranquilizante y salía a enfrentarse al lobo que casi los
había logrado separar.
3 Zapatillas.
Si no hubiese sido por la advertencia de Sixto, Jerie no habría estado
tan preparado. En cuanto su pareja le extrajo la bala de plata de su hombro
Jerie forzó un rápido cambio para sanar. Sabía que sólo le restaban unos
cuantos segundos antes de que Keyron hiciera su movimiento. Él debía
estar preparado y, de verdad, él lo estaba. Hacer cambios parciales era
difícil, pero él había logrado una maestría en ello con dos semanas de
antelación. La bala le había hecho daño, pero gracias a sus dones curativos
él había sanado y ahora estaba perfectamente bien. Sintió la punzada de
dolor en la su frente y pude ver cómo el rostro de Keyron vagaba entre la
ira y el miedo.
—Y esto… —dijo Jerie mientras lo levantaba con una sola mano por
los aires— es por ser un arrogante imbécil y por tratar de matarme.
El lobo albino, que hasta hacía unos momentos había estado tirado en
su patio, se acercó a Jerie e inclinó su cabeza como haciendo una
reverencia mientras adoptaba la forma de un chico de no más de unos
diecinueve años y cabello blanco puro, sus ojos eran verdes y mostraba
rasgos típicos de albinismo. Había escuchado en el pasado que los lobos
albinos eran rarísimos y que tenían algo mágico en ellos.
El pesar en los ojos del chico era visible, Jerie sabía por lo que debía
haber pasado, cuando él era miembro de la manada había visto a Keyron
usar su voz de mando algunas veces para lograr que un chico matara a su
hermano.
Habían pasado dos meses desde que Jerie había pedido que todos los
miembros de la manada de Deathcold Hill se mudaran a Sweet Valley,
había sido una buena decisión, el terreno de Deathcold Hill no era
apropiado para la caza y dado que los territorios eran poco aptos la mayor
parte del año y la manada era bastante extensa apenas se tenía espacio para
correr y cazar, en especial en invierno. En cuanto llegaron a Sweet Valley
parecía que todos los miembros habían encontrado un pequeño paraíso.
Nadie se había opuesto realmente al hecho de que Jerie fuese gay, todo era
culpa del antiguo Alfa.
Como Keyron podía hacer con su voz de mando, había implantado
en la mente de todos que la homosexualidad era mala y que debía tratarse
con la muerte. Era por ello más que nada que la manada se había
comportado así. En cuanto volvieron a sus cabales Jerie se percató que
desde el fondo de su corazón lamentaban todo lo que le habían hecho pasar.
Ahora las dos manadas, la de Deathcold Hill y la de Sweet Valley eran una.
Se habían fusionado y ahora eran sólo la manada de Sweet Valley, las
cosas andaban bien en el pueblo y Keylin y él no podían estar más
contentos de haber hecho la fusión. Trotando en su forma lupina, Jerie
llegó a una colina y aulló fuerte. Al instante su pareja le acompañó y ambos
aullaron a la luna llena. La brisa fresca y el despejado cielo hacían que la
vista fuera perfecta. Las brillantes estrellitas parecían brindarle los mejores
deseos a ambos.
—¡Lo siento!
Pensó para sí. Cada vez que llegaba Nina, la hija de Dahl y Lenard, la casa
enfrentaba la destrucción. Entre la niña y Jerie harían que la vidriera de
Sweet Valley se volviera millonaria. Sí, en definitiva iba a comprar
ventanas de policarbonato; eso o encerrar a Jerie y a Nina en una habitación
de confinamiento solitario.
Dejó la dona en la mesa más cercana. Salió por la puerta de cristal, ahora
rota. Le dio una sonrisa al par y se les unió al juego. Después de todo lo
que habían pasado, el amor eterno era la única cosa que sabía que nunca
sería una promesa rota.
FIN
ACERCA Del autor
L a verdad nunca he sido muy bueno en esto, pero les agradezco a todos
aquellos que me brindaran la ayuda necesaria para lograr terminar este, mi
46 primer proyecto literario. En especial agradezco a Pervy y a Ian que fueron
pacientes conmigo y lograron resucitar a mis musas suicidas en tantas
ocasiones. He de agradecer también en especial a Penélope, una amiga que
me ayudó a corregir unos vergonzosos errores que cometí a la hora de
escribir el texto. Y, por supuesto, también te agradezco a ti, el lector, por
permitirme compartir contigo un poco de mí alocado mundo.
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