Amigos de Sammy 03 PDF

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Serie
Los Amigos de Sammy
Libro 3
Su Pequeño Sucio Secreto
(His Dirty Little Secret)

Stormy Glenn

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Este libro fue traducido por el blog BRAD PACK C
para libre lectura solo te pedimos que no cambies nada de él.
Nuestro staff realizó mucho esfuerzo para que puedas leerlo.
Este libro es de contenido homoerótico, es decir tiene
escenas de sexo explícito, si te molesta el tema no lo leas, y si
eres débil de corazón no sería recomendable.
Esperamos que lo disfrutes.

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Resumen
Graham Craig y Darren Sanford tienen un romance desde hace casi
un año, un romance secreto. Graham no quiere que nadie lo sepa. Cuando
las emociones de Darren se involucran demasiado profundamente, Graham
sabe que tiene que romper las cosas, incluso si se siente como si estuviera
cortando su propio corazón.
Cuando su auto-impuesta separación de Darren se convierte en más
de lo que puede soportar, Graham vuelve a pedir otra oportunidad. Se trata
de demostrar que lo que tienen juntos es especial. Luego Graham se entera
de algunas noticias aterradoras que lo cambian todo. Alguien lo tiene en el
punto de mira y todo lo que ama está en peligro. Graham sabe lo que tiene
que hacer. Por mucho que le duela, Graham le dice a Darren que han
terminado, una vez más. Sabe que en esta ocasión, Darren no le dará otra
oportunidad, pero por lo menos el hombre estará vivo para odiarlo. Graham
entra en custodia preventiva, junto con otros miembros del grupo de trabajo
de drogas con los que trabaja y con su familia.
Sin embargo, cuando amigos bien intencionados interfieren, ¿puede
Graham salvar al hombre que ama antes de que la bala de un asesino lo
consiga, o lo perderá antes de que tenga una oportunidad de decirle a él, y a
todo el mundo, lo mucho que ama al hombre?

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Capítulo Uno
Entró en el bar como el propietario del lugar. Su presencia, seguro de
sí mismo, hizo que todos en la sala lo miraran, que lo quisieran. Darren se
movió contra el muro posterior del bar. Necesitaba la oscuridad que las
sombras proporcionaban para tener sólo unos pocos momentos extra para
mirar al Adonis de 1,95 metros.
Nadie caminaba como Graham Craig. Nadie se parecía a él. Y nadie
tenía la capacidad de atrapar el aliento de los pulmones de Darren de la
manera que Graham lo hacía. Incluso después de varios años de conocer al
hombre, Darren sentía lo mismo, Graham todavía le quitaba el aliento.
—¿Vas a hacer tu tiro o qué?
Darren lamentablemente sacó la mirada del hombre de sus sueños y
se centró en el hombre frente a él. Frunció el ceño, se llevó el taco que Paul
le tendía y entonces estudió la mesa. Era difícil concentrarse en el juego
cuando podía ver a Graham acercarse por el rabillo de su ojo.
Infierno, a Darren ni siquiera le gustaba jugar al billar. Únicamente
aprendió, porque le permitía estar más cerca de Graham. Esto le permitía
tener el musculoso cuerpo de Graham apretado contra el suyo cuando
Graham le enseñó las reglas del juego sin que nadie supiera la atracción
cada vez mayor de Darren por el hombre.
Darren finalmente se inclinó sobre la mesa e hizo su tiro. Se
sorprendió cuando la bola blanca hizo exactamente lo que quería,
disparando a través del fieltro verde y golpeando a otras tres bolas,
clavando dos en las troneras.
Darren miró rápidamente, preguntándose si Graham vio su disparo.
La sonrisa y la leve inclinación de aprobación que recibió del hombre era
mejor que cualquier regalo de cumpleaños que jamás le habían dado.
—Buen tiro, Darren —dijo Graham en su voz profunda y ronca—.
Estás aprendiendo.
—Tuve un buen maestro.

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—Cierto —Graham se rió cuando se acercó lo suficiente para que
Darren oliera su loción de afeitado almizclada—. Pero tuve un estudiante
entusiasta.
Oh, estoy ansioso, muy bien, deseoso de estar a solas contigo y
mostrarte lo que realmente hago con un palo largo, dos bolas, y una
superficie plana. Darren tragó el nudo en la garganta. Realmente necesitaba
no pensar de esa manera, no ahora mismo. No le traería nada más que
dolor.
—¿Alguien quiere una cerveza? —Preguntó—. Voy a ir al baño y
luego dirigirme a la barra.
—Tomaré una si la traes —dijo Graham, sonriendo mientras
alcanzaba el taco de billar en la mano de Darren.
La lengua de Darren casi se cae de la boca cuando Graham se inclinó
sobre la mesa para hacer el siguiente tiro. El algodón desteñido de los
pantalones vaqueros de Graham se estiraba por encima de su culo perfecto.
Dios, el hombre era una obra maestra. Una obra maestra viva respirando.
—Sí, esta ronda me toca a mí —dijo Darren cuando rápidamente se
dio la vuelta de la excitante vista y se alejó. Tenía que caminar lejos o
llegaría a acariciar ese culo perfecto. No sería capaz de detenerse.
Darren cruzó el bar y se dirigió derecho al baño. Revisó cada puesto,
agradecido cuando los encontró vacíos. Caminando hacia el último, entró y
cerró la puerta detrás de él. Tenía la polla fuera de sus pantalones y en su
mano en tres segundos.
Imágenes de Graham flotaban en su cabeza mientras se acariciaba su
polla dolorida, cada una más exótica que la anterior. Graham había
mantenido la posición de arriba en las fantasías de Darren durante siglos.
Darren se masturbaba casi todos los días.
Su respiración se hizo pesada cuando su mano se movió sobre su
engrosado eje más y más rápido. Podía sentir sus bolas empezar a apretarse
contra su cuerpo y sabía que su orgasmo estaba a pocos minutos. Darren
imaginó a Graham tendido en su cama, el cuerpo desnudo del hombre que
brillaba con las luces bajas. Se acarició con mayor rapidez.
—¿Darren?

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Darren se quedó inmóvil, apenas a unos segundos de correrse. Se
mordió los labios para no gemir. Estaba tan condenadamente cerca. Las
gotas de líquido pre-seminal goteaban de la cabeza de su polla. Sus bolas
se sentían pesadas, doloridas.
—Darren —dijo la voz profunda de nuevo—. Sé que estás aquí. Te
vi entrar aquí. Contéstame, maldita sea.
—¿Qué quieres, Graham? —Graznó Darren, increíblemente
avergonzado por haber sido sorprendido masturbándose en un baño
público. Simplemente no había sido capaz de evitarlo.
—¿Qué crees que quiero?
Darren gimió y cerró los ojos por un momento. Cuando los abrió y
volvió la cabeza pudo ver a Graham mirando por encima del borde de la
puerta del inodoro del baño. Darren sintió su piel ruborizarse. Sabía que iba
a volverse de varias tonalidades de rojo. Tenía la piel pálida. Siempre
mostraba su vergüenza.
—Así que, esto es lo que haces cuando vas al baño.— Se rió Graham
y Darren sintió que su rostro volvía a enrojecer. Mucho más de esto y
estaría de color rojo todo el camino hasta los dedos de los pies —. Y todo
este tiempo, pensaba que venías aquí a orinar.
—¿No ves que estoy ocupado? —Le espetó Darren.
—Abre la puerta y te voy a ayudar con eso.
Darren no podía abrir la puerta con suficiente rapidez. La abrió y dio
un paso atrás, sintiéndose deliciosamente lleno cuando Graham entró y
cerró la puerta detrás de él.
—Te he extrañado, bebé —susurró Graham contra el cuello de
Darren. La pequeña lamida de la lengua de Graham hizo que las piernas de
Darren se debilitaran—. Han sido semanas.
—¿De quién es la culpa? —Replicó Darren.
—No seas así —dijo Graham mientras se inclinaba hacia atrás y
miraba a la cara de Darren—. Sabes que he estado ocupado trabajando en
esa maldita operación especial de las drogas. Apenas he tenido tiempo para
dormir, y mucho menos tener una vida social.

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Darren frunció el ceño y miró abajo. —Lo siento —dijo—. Te he
extrañado también.
Y él también. Dios, cómo lo había extrañado. Había pasado semanas
desde que habían sido capaces de pasar más tiempo juntos. Lo suyo no era
el tipo de amor habitual en una relación, pero Darren todavía saboreaba
cada momento que pasaron juntos.
—¿Lo hiciste? —Cantó Graham cuando envolvió su mano alrededor
de la polla de Darren y comenzó lentamente a acariciar su longitud—.
Muéstrame cuánto, bebé.
Las piernas de Darren temblaban. Apoyó la cabeza contra la pared
del compartimento. —Ha pasado tanto tiempo, Graham —se quejó en voz
baja—. Te necesito.
—Puedes tenerme —respondió Graham—. Voy a acercarme esta
noche.
—Sí —gimió Darren. Gimió más fuerte cuando visiones de Graham
jodiéndole le llenaron la cabeza—. ¡Sí! ¡Oh, Dios mío, sí!
Graham reclamó los labios de Darren en el mismo momento en que
su orgasmo se expandió violentamente por él. Así que, superado por el
fuego que ardía a través de su cuerpo, Darren apenas podía responder al
empuje de la lengua en su boca.
Darren trató de extender el beso, pero Graham se apartó y ejerció
presión sobre los hombros de Darren, empujándolo hacia abajo. Darren se
dejó caer de rodillas y buscó la cremallera de los pantalones vaqueros de
Graham.
Se lamió los labios mientras miraba el botón deslizándose libre y la
cremallera hacia abajo. Darren abrió la boca, su corazón latía
frenéticamente, cuando la polla de Graham rebotó fuera de sus pantalones.
—Cristo, Graham —se quejó—. No llevas boxers.
Graham se echó a reír por encima de él. —Tenía la esperanza de
verte esta noche. Pensé despachar al intermediario, así podríamos ir
directos al asunto.

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Darren apoyaba plenamente esa idea. Se inclinó hacia delante y
barrió su lengua por la cabeza de la polla de Graham, gimió cuando el
sabor del pre-semen de Graham explotó a través de su lengua.
Se inclinó más y tragó a Graham hasta que su nariz rozó el áspero
vello púbico. Graham sabía tan bien, a Darren ni siquiera le importó
cuando el hombre retrocedió y entonces golpeó sus caderas hacia adelante,
conduciendo su polla en la boca de Darren.
—Joder, Dar —gruñó Graham—. Ha pasado tanto tiempo; esto no
tardará mucho.
Parte de Darren lamentaba eso. Cuanto más rápido iba Graham, más
rápido se alejaba, y Darren tendría que volver a fingir que sólo eran
amigos. Otra parte de Darren quería conseguir de Graham el puro placer
que podía traer el hombre.
Las manos se apretaron en el pelo de Darren. —Tu boca es
jodidamente perfecta Dar.
Darren chupaba más duro, lamía con más entusiasmo. Quería llevar a
Graham a las alturas del éxtasis. Quería que Graham nunca considerara
tener relaciones sexuales con nadie más, excepto con él otra vez.
Darren sabía que sus sentimientos estaban fuera de lugar en lo que a
Graham se refería. Eran estrictamente amigos con beneficios. Y no eran
más que amigos, porque se conocieron a través del mejor amigo de
Graham, Jamie. Aún así, Darren no podía dejar de sentir satisfacción
cuando Graham gruñía y se sacudía y le llenaba la boca con la crema
caliente.
Lamió el eje ablandado de Graham limpiándolo y luego guardó el
objeto de su deseo de vuelta a los pantalones de Graham y cuidadosamente
subió la cremallera. Darren se puso de pie y colocó su propia polla en los
pantalones, enderezando su ropa.
Finalmente, levantó la vista hacia Graham. La mirada se cerró en los
ojos de Graham cuando dio un paso atrás hacia la puerta que hizo que el
corazón de Darren se encogiera. Sólo momentos antes, eran amantes. La
mirada en los ojos de Graham le dijo que habían vuelto a ser sólo amigos
otra vez.

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Darren no sabía cuánto tiempo más podría continuar con esta farsa.
Quería ser el amante y el compañero de Graham, con el que Graham
viniera a casa al final del día.
Estaba cansado de ser el pequeño sucio secreto de Graham.

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Capítulo Dos
Graham frunció el ceño al ver a Darren engullir otra cerveza. Darren
por lo general no era un gran bebedor, pero esta noche parecía decidido a
estar atado a una. Esa era la tercera cerveza que Darren había bebido desde
que salieron del cuarto de baño.
Graham habría pensado que Darren estaría en un estado de ánimo
mucho más feliz. No habían sido capaces de verse durante varias semanas.
Esta noche, Graham hizo los arreglos para poder estar con Darren, aunque
sólo fuera por unas horas.
—Jamie, llegaste.
Graham apartó la mirada de la sombría cara de Darren para ver a su
mejor amigo, Jamie Everson, de pie a unos pocos metros. Arqueó una ceja
en el brazo que Jamie había envuelto alrededor de los hombros de un
pequeño y sexy hombre de pelo castaño.
—Oye, Jay, ¿cómo te va? —Dijo Jamie con una inclinación de
cabeza.
—No me puedo quejar —dijo Jay, sonriendo.
—Yo puedo —Paul, el compañero de trabajo de Graham, gritó. Paul
se acercó y puso su brazo alrededor de Jay, tirando de él cerca—. Está
trabajando muy duro. No se ha acostado en días.
—Hola, Paul —Se rió Jamie.
—Hola, Jamie —respondió Paul. Hizo un gesto a Sammy—. ¿Y
quién es ésta magnífica criatura?

Jamie sonrió a Sammy. —Este es Sammy Dane.


—Encantado de conocerte, Sammy Dane —dijo Jay, sosteniendo su
mano.
—Por favor, llámame Sammy —Sammy sacudió la mano del
hombre—. James es el único que me llama Sammy Dane.

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Jay se echó a reír. —Puedo decir por la sonrisa en el rostro de Jamie
que hay una historia detrás de eso.
—¿James? —Preguntó Paul—. ¿Lo llamas James? Eres un hombre
valiente. El último tipo que lo llamó James se fue con la nariz
ensangrentada.
Graham se rió y se frotó el puente de la nariz. Se acordó de aquel
incidente, y no necesariamente de una manera cariñosa. Había sido el idiota
que llamó a Jamie por su nombre de pila. El único que alguna vez lo hizo.
Jamie rodó los ojos. —No creas una palabra de lo que diga, bebé. A
Paul le gusta exagerar.
—No lo hago —protestó Paul.
—Lo haces demasiado —insistió Jaime.
—No lo hago —sostuvo Paul.
—¡Oh, cállense de una puta vez! —Se rió Graham cuando se acercó
para pararse frente a Jamie y su amigo—. Son peores que un grupo de
niños pequeños.
—Hola, soy Graham —dijo mientras sostenía la mano del amigo de
Jamie—. Trabajo con Jamie.
—Hola —Asintió Sammy.
Graham oyó un resoplido detrás de él y rápidamente supuso que se
trataba de Darren. —El tipo de la cabeza de rojo a punto de tirarse a la
piscina es Darren.— Se rió Graham. Miró a Darren—. Está bien... para ser
un enfermero.
Darren miró hacia arriba, disparando a Graham una diabólica mirada.
—Sabes que puedo matarte de cincuenta formas diferentes y no dejar ni un
rastro, ¿verdad? También sucede que conozco a un par de agentes de
policía que me ayudarían a ocultar el cuerpo donde nunca volvería a ser
encontrado.
—Me gustaría ayudar —intervino Paul.
—A mí también —dijo Jay.

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—Yo también estoy —dijo Jamie.
Graham rodó los ojos. —¿Ves lo que tengo que aguantar, Sammy?
No sé la razón por la que salgo con ustedes, chicos. Siempre se están
metiendo conmigo.
Sammy se echó a reír.
—Así que, ¿qué haces, Sammy? —Preguntó Graham cuando todos
ellos se dirigieron a la mesa que los hombres habían reservado.
—Yo... uh.... —Tartamudeó Sammy.
—Sammy Dane es un autor.
—¿Eres un autor? —Preguntó Jay, deslizándose cerca.—. ¿Qué
escribes? ¿Algo que podría haber leído?
—¿Sabes leer? —Preguntó Paul. Jay se acercó más y lo golpeó en el
brazo, haciendo que Paul gruñera. Paul se frotó el brazo. Graham se echó a
reír—. ¿Seguro que quieres involucrarte con esta gente, Sammy? Son
brutales.
Sammy se echó a reír. —Creo que puedo manejarme.
Graham tenía curiosidad acerca de la mirada que Jamie dio a
Sammy. Intrigante.
Sammy se volvió a Jamie. —¿No puedo, mi amor?
Jamie tragó saliva. —Oh, sí.
La boca de Graham se abrió, de la conmoción. Nunca había visto a
Jamie de esta manera.
Jamie les disparó una media sonrisa y se encogió de hombros.
—Así que, Sammy, ¿qué tipo de libros escribes? —dijo Jay,
dirigiendo la conversación lejos de la cara ardiendo de Jamie y de vuelta a
su discusión.
La mirada de pánico que Sammy dio a Jamie intrigó a Graham, casi
tanto como la extraña mirada en el rostro de Jamie, un momento antes.

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Había una historia interesante entre estos dos y la curiosidad estaba
carcomiendo a Graham.
Jamie asintió. —Tú las escribes, cuéntales.
—Escribo novelas eróticas gays.
—¡De ninguna manera! —Exclamó Jay, actuando como si acabara
de conocer a una celebridad—. ¿Tienes un seudónimo o escribes bajo tu
verdadero nombre?
—Dane Summers.
Jay rebotaba arriba y abajo. —¡Oh, Dios mío! He leído todos tus
libros.— Jay agarró a Sammy de la mano y comenzó a arrastrarlo para
sentarse a la mesa. Sammy volvió a mirar a Jamie. Incluso Graham podía
ver la confusión y la desesperación en la cara de Sammy. Se sorprendió
cuando Jamie simplemente saludó.
—Así que, háblame del niño bonito.
Jamie lo miró. —¿Sammy Dane? Hemos estado saliendo desde hace
unas cuantas semanas.
—¿Unas cuantas semanas? —Graham estaba boquiabierto—. ¿Y
simplemente lo presentas ahora?
Jamie se encogió de hombros. —Todo esto es un poco nuevo para
mí. Queremos tomar las cosas con calma.
—¿Citarte es algo nuevo para ti? —Graham se burló—. Jamie, estás
con un hombre diferente cada vez que te veo. ¿Qué hace a este tan
diferente?
—Oh, Sammy Dane es muy diferente —le aseguró Jamie—. Me
gustaría que se mudara a mi casa mañana si pensara que él estaría de
acuerdo con eso.— Miró por encima hacia atrás a Sammy. —Es diferente a
cualquier hombre que haya conocido.
—Estás enamorado de él—. Graham estaba sorprendido, y un poco
celoso. Jamie parecía que estaba atrapado en su totalidad por Sammy, algo
que Graham nunca había visto en el hombre.

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Miró hacia donde Darren jugaba al billar con Paul y Jay,
preguntándose por qué las cosas tenían que ser tan difíciles para ellos.
Nunca hubo ninguna manera de que pudieran ser más que amigos con
beneficios, no importa cuánto Graham pudiera desearlo de otra manera.
—Sí, lo estoy. ¿Es eso tan extraño?
—Nunca te he visto así antes —respondió Graham mientras volvía a
mirar a Jamie.
—Nunca he estado enamorado antes.
—¿Ni siquiera de Steve?
Jamie sacudió la cabeza. —No. Por supuesto, en su momento pensé
que amaba a Steve, pero estaba equivocado. Lo que sentía por Steve no
sostendría una vela a lo que siento por Sammy Dane.
—No creo que jamás te haya oído hablar de alguien así, Jamie.—
Graham agarró el brazo de Jamie para ganar su atención—. ¿Está seguro,
Jamie? Voy a admitir que es caliente, pero ¿cómo puedes estar seguro? La
apariencia no lo es todo. Steve debería haberte demostrado eso.
Steve había sido maravilloso y Jamie había estado perdidamente
enamorado del chico. Lástima que Steve necesitara constantemente que le
recordaran cuán hermoso era. Tendía a conseguirlo de cualquier hombre
con el que podía ligar detrás de la espalda de James. Jamie había quedado
devastado cuando se enteró. Graham recordaba que Jamie pasó tres días
bebido con recuerdos no tan gratos.
—¿Ves lo magnífico que es? —Preguntó Jamie, señalando a Sammy.
—No puedes pasarlo por alto, Jamie. Es la maldita cosa más caliente
que he visto nunca.
—No parecía eso ayer, créeme.
Graham sintió la boca abierta caer de nuevo.
Jamie sonrió. —Ayer, llevaba gafas, pantalones marrones, camisas
de vestir de botones hasta abajo, y tenía el pelo más largo y más oscuro.
Esta es una cortesía del reciente cambio de Nicky.

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—¿Tu hermano le dio un cambio de imagen? ¿Por qué?
—Al parecer Sammy se lo pidió. Quería dar una buena impresión.
No quería que mis amigos pensaran que estaba saliendo con un aburrido
ratón de biblioteca.
Graham silbó cuando miró a Sammy otra vez. El hombre era
simplemente caliente. No había otra manera de explicarlo. Era sexo en
barra. —Yo diría que logró eso a montones.
Jamie se echó a reír. —Y pensar que me enamoré de él por su
aspecto. Eso es sólo un añadido.
—¿En serio?
Jamie se acercó más a Graham. —El hombre está dotado como un
jodido caballo y sabe qué hacer con ello.
—¿No me digas? —Gruñó Graham—. Creo que estoy celoso. No
sólo es hermoso e inteligente, se metió en tu culo.— Resopló Graham. —
He estado tratando de llegar ahí desde hace años.
Jamie se echó a reír. —No me lo pediste tan agradablemente como él
lo hizo.
—¿Te lo pidió? ¿Y sólo lo dejaste? Pensé que tú sólo estabas arriba.
—Así lo hacía —dijo Jamie—. Estaba equivocado.
—¿Y estás de acuerdo con eso?
Jamie sonrió. —Oh, sí.
—Oh, ahora estoy celoso.— Graham se había preguntado muchas
veces qué se sentiría tener a Darren jodiéndolo. Incluso había fantaseado
con eso. Sólo que no había llegado hasta ahí con Darren. Su culo estaba
reservado para el hombre con el que pasaría su vida. Sabía que no podía ser
Darren.
—Estarías aún más celoso si supieras exactamente qué tipo de
hombre es Sammy Dane.
—¿Oh?

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—Bueno, es vegetariano, es un poco interesante para nosotros.
Hemos aprendido a llegar a un compromiso la mayor parte del tiempo. Pero
además de eso, es el tipo más sencillo y más agradable que he conocido.
Su idea de pasar un buen rato es estar en un baño de burbujas con un buen
libro. Cualquier cosa más allá de eso es como festejar.— Jamie se echó a
reír, empujando la mano por el pelo corto. —Me llama sólo para decir hola,
y buenas noches cada noche. Me deja notitas diciéndome cosas. Cristo,
llegué a casa la otra noche y estaba desnudo, un águila extendida en mi
cama.
—¡Santa mierda!
Jamie asintió. —¿Te he dicho que yo lo perseguí? Nos conocimos en
un bar y tuvimos una cita de una noche. Tuve que seguirle la pista. Me
llevó una eternidad. No sabía que era hermano de Troy en ese momento.
Graham soltó un bufido. —Apuesto a que eso fue interesante.
—En realidad no. Troy y Nicky estaban planeando presentarnos de
todos modos. Acabábamos de conocernos. Lo curioso es que si lo hubieran
hecho, probablemente nunca hubiera dado a Sammy Dane la hora del día.
¿Conocerlo por mi cuenta?— Jamie sacudió la cabeza—. No podía dejar de
pensar en él. Yo era como un acosador obsesionado o algo así. Demonios,
incluso soñaba con él. Una vez que accedió a salir conmigo, estaba
acabado. Eso es todo. Ni siquiera estoy interesado en fantasear con otros
chicos. Lo tengo a él.
—Amigo, lo tienes mal —dijo Graham.
—Sí, y no podría estar más feliz al respecto. Estoy loco por él.
—Bien por ti, hombre —dijo Graham, dando palmaditas a Jamie en
la espalda—. Sólo tengo una pregunta.
—¿Sí?
—¿Es el único hermano de Troy?— Graham lo quiso decir como una
broma, a algo así. No podía permitir que sus amigos supieran que él y
Darren se estaban viendo uno al otro. Hacer la actuación ocasional para los
otros hombres era lo que tenía que hacer, incluso si su corazón no estaba en
eso.

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Graham inmediatamente se arrepintió de sus palabras cuando Darren
puso de golpe su botella de cerveza sobre la mesa, cogió su chaqueta y
salió del bar. Graham había visto la mirada en la cara de Darren, sabía que
había oído la pregunta de Graham y sus palabras hirieron al hombre.
Los sentimientos de Darren se estaban volviendo demasiado
complicados. Graham sabía que tendría que romper con él pronto. Lo había
sabido por un tiempo ahora. Sólo lo había estado posponiendo, deseando
sólo un poco más de tiempo con el hombre. Pero tal vez estaba siendo más
cruel de lo que pensaba al prolongar las cosas. ¿Tal vez era hora de soltar a
Darren?

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Capítulo Tres
—¿Hola? —dijo Darren.
—Hey, bebé, soy yo.
—¿Qué quieres? —Preguntó Darren cuando reconoció la voz de
Graham al teléfono.
—¿Pensé que íbamos a pasar la noche juntos?
—¿Por qué no te vas a pasar la noche con el hermano de Troy? —
Espetó Darren. Las palabras de Graham lo habían traído rápidamente a casa
el hecho de que nunca serían una pareja. Siempre sería el pequeño y sucio
secreto de Graham.
—Oh, vamos, Dar —dijo Graham—. Sabes que no quería decir eso
de esa manera. Tenía que decir esas cosas.
—No —resopló Darren—. No tenías. Realmente no tenías.
Darren oyó suspirar a Graham profundamente. Sabía lo que Graham
iba a decir, incluso antes de que lo dijera y su corazón doliera.
—Darren, tú sabías cómo tenían que ser las cosas antes de que nos
involucráramos. Todo eso te lo expliqué y estuviste de acuerdo.
—Sí, lo hice.— Y acordar las estipulaciones con Graham había sido
el mayor error de su vida. Pero en aquel entonces, Darren sólo quería
conseguir al hombre en su cama, habría estado de acuerdo en cualquier
cosa. No tenía ni idea de que llegaría a amar a Graham.
—Entonces, déjame entrar —dijo Graham con voz suave.
La respiración de Darren se quedó atrapada en su garganta. Se
levantó de su cama, se acercó a la ventana de la habitación y miró por la
rendija de las cortinas. Podía ver a Graham sentado en su coche, el teléfono
móvil aferrado a su oído.

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Darren cerró los ojos y apoyó la cabeza contra la ventana. Sabía lo
que tenía que hacer, lo que debería hacer. Respiró hondo y trató de
encontrar las palabras para alejar a Graham.
—¿Por favor, Dar?
—Voy a abrir la puerta —le susurró Darren cuando él mismo se
apartó de la ventana y salió de su dormitorio. Con cada paso que daba,
Darren se recriminó por su debilidad.
Graham era malo para él. Lo sabía. Oh, Graham nunca le haría daño
físicamente, pero la vorágine emocional en la que Darren flotaba cada vez
que veía a Graham, era devastadora.
Darren había estado tan seguro de poder manejar una relación
carente de emoción con Graham. Podrían ser amigos y sólo tontear de vez
en cuando. Al principio, así es exactamente cómo funcionaba, pero cuanto
más tiempo pasaba Darren con Graham, más crecía la preocupación por el
hombre.
Ahora, un año después, Darren sabía que estaba locamente
enamorado de Graham. Haría cualquier cosa por él. Incluso había tratado
de ocultar sus sentimientos de Graham para que pudieran seguir viéndose el
uno al otro.
Sin embargo, Graham lo sabía. Darren sabía que lo sabía. Durante el
último par de meses pasaron cada vez menos tiempo juntos hasta que
apenas se veían en absoluto. Darren vio más a Jamie, el mejor amigo de
Graham, que lo que vio a su amante ocasional.
Darren no sabía qué hacer. No podía negar la petición de Graham de
que entrara más de lo que podía pedir al hombre que lo reconociera ante
sus amigos. Estaba condenado si lo hiciera, y maldito si no lo hacía.
Abrió la puerta y la abrió una grieta antes de darse la vuelta lejos y
caminar de regreso a su habitación. Oyó cerrarse la puerta principal y la
cerradura en su lugar antes incluso de llegar a su puerta del dormitorio.
¡Graham estaba aquí!

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El corazón de Darren latía más rápido cuando oyó los pasos de
Graham detrás de él. Brazos fuertes y musculosos, lo rodearon. Darren se
apoyó atrás contra el pecho de Graham y cerró los ojos. Se quedó ahí,
saboreando la sensación de su amante envuelto alrededor de él.
—No podemos seguir haciendo esto, Graham —susurró. No quería
decir las palabras, pero sabía que tenía que decirlas, por el bien de ambos.
—Lo sé, bebé.
Dedos callosos acariciaron el lado de la cara de Darren. Darren sintió
reunirse lágrimas en los ojos y los cerró con más fuerza. —¿No hay...? —
susurró.
—No, Dar —dijo Graham—. Tú sabes que así es como las cosas
tienen que ser.
Darren se dio la vuelta en los brazos de Graham y abrió los ojos para
mirarlo a la cara. Sus dedos tiraron de la tela de la camisa de Graham. —
¿No podemos...?
Su corazón dio un vuelco al ver las cejas de Graham arrugarse.
Darren cerró los ojos y dejó caer la cabeza hacia adelante para descansar
contra el pecho de Graham. Respiró hondo y luego deseó no haberlo hecho.
El rico olor almizclado de Graham, llenó sus fosas nasales, abrumándolo.
Darren abrió los ojos y echó la cabeza hacia atrás para mirar a
Graham una vez más. Trató de sonreír, pero sabía que había fracasado
cuando Graham frunció el ceño. Darren se acercó y acarició con los dedos
sobre los labios de Graham.
—Está bien, Graham, vamos a hacerlo a tu manera.— El pecho de
Darren le dolía cuando dijo las palabras que sabía que Graham necesitaba
escuchar. Imaginó que podía sentir la ruptura real de su corazón.
Darren cogió la mano de Graham en la suya y tiró de él hasta la
cama. Se detuvo y se volvió a Graham, alcanzando el dobladillo de la
camisa del hombre. —Hazme el amor.
Darren levantó la camisa hasta que Graham se hizo cargo, tirando de
ella sobre la cabeza y dejándola caer al suelo. Darren dejó que sus manos
bajaran un camino en el pecho liso delante de él. Acarició cada duro

pág. 21
contorno, cada depresión y cresta, antes de llegar a la cintura de los
pantalones vaqueros de Graham.
Desabrochó los pantalones de Graham y a continuación, se inclinó
para ayudarlo a sacarlos, y sus botas, de sus pies. Enderezándose, Darren
absorbió toda la gloria que era su magnífico amante.
Graham era realmente algo digno de contemplar. Desde la parte
superior de su suave cabeza a las plantas de sus pies y cada sexy pulgada en
el medio, Graham gritaba virilidad masculina. Hizo retorcer los dedos de
los pies de Darren.
Darren empujó el pantalón del pijama hasta el suelo y se metió en la
cama. Se recostó contra las almohadas y separó las piernas. Una pequeña
sonrisa en sus labios, y su dedo se dobló hacia Graham.
Graham gruñó, su rostro de aspecto salvaje, cuando se subió a la
cama. Darren gimió cuando el peso de Graham se estableció sobre él. No
podía pensar en muchas cosas que le gustaran más que sentir el cuerpo de
Graham presionándole abajo sobre una superficie plana.
Acarició las manos sobre los anchos hombros de Graham. Su mirada
siguió a lo largo mientras bebía toda la oscura y desnuda piel expuesta para
su placer visual. No se cansaría de mirar a Graham si viviera hasta los cien
años de edad.
Se estremeció al sentir el movimiento de la mano de Graham por la
piel. Nadie tenía la capacidad de excitarlo de la forma en que Graham lo
hacía. Cada roce, cada caricia, dejaba un camino ardiente de deseo en su
estela.
En el momento en que Graham alcanzó la mesilla de noche por un
preservativo, y la botella de lubricante, Darren sentía como si fuera a
salirse de su piel. Casi saltó de la cama cuando Graham empujó dos dedos
lubricados entre las mejillas de su culo.
Jadeando, Darren apretó las manos en las sábanas. Estaba a punto de
estallar en una bola de fuego ardiendo. Lo sabía. Su cuerpo era tan sensible,
que podía sentir la respiración de Graham soplar a su alrededor.

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Graham continuó moviendo los dedos en el culo de Darren, y Darren
empujaba fuera cuando Graham empujaba hacia adentro, permitiendo un
mejor acceso. La quemadura era leve, pero estaba. A Darren no le
importaba, quería más. Quería todo lo que Graham tenía que darle.
En vez de hablar de su necesidad, Darren subió sus rodillas hasta el
pecho. De alguna manera, en esta ocasión, Darren sabía que hablar en voz
alta, rompería del hechizo del que él y Graham estaban siendo objeto.
Además, las palabras no eran necesarias.
Darren sintió otro dedo unirse a los dos primeros, todos ellos
empujando dentro de él. Se sentía lleno, pero no completo como sabía que
se sentiría cuando Graham reemplazara los dedos con su dura polla.
Darren apretó la cabeza contra las almohadas cuando Graham
comenzó a empujar sus dedos en él una y otra vez. Podía sentir la presión
que se acumulada en su cuerpo con cada pulsación.
Cuando por fin pensaba que no podía aguantar más, Darren dejó caer
sus piernas y clavó sus talones en la cama debajo de él. Empujó sus caderas
hacia adelante y alcanzó a Graham, agarrándolo desesperado.
Graham pareció entender instintivamente lo que Darren necesitaba.
Los dedos se retiraron del culo de Darren. Su rostro se tensó, Graham se
movió arriba para ponerse de rodillas entre los muslos de Darren.
Darren esperaba que Graham fuera vigoroso, fuerte. El sexo entre
ellos era por lo general desesperado y necesitado. Nunca fue lento y
amoroso, así que cuando Graham se inclinó sobre él, una mano se plantó al
lado de su cabeza, la otra guiando a su pene en el cuerpo de Darren en un
movimiento lento y suave, el aliento de Darren se enganchó en la garganta.
Graham estaba tan cerca que sus narices estaban a escasos centímetros de
distancia. Darren envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Graham,
gruñendo al sentir deslizarse la polla de Graham más profundo.
Graham lo miró con una mirada misteriosa en sus ojos mientras se
movía por encima de él. Darren intentó y no pudo leer las emociones que
vio en sus profundidades azules. Nunca había visto esa mirada en los ojos
de Graham antes.

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Cuando Graham ahuecó un lado de la cara y se inclinó para besarlo
suavemente, Darren sabía lo que Graham estaba tratando de decir sin
decirlo. Darren apretó los ojos con fuerza para ocultar las lágrimas que se
reunían en ellos.
Envolvió sus brazos alrededor de Graham y hundió el rostro en el
cuello del hombre. Incluso cuando la pasión lo anuló, Darren luchaba con
las ganas de llorar. Ahora entendía la lentitud y el amor que Graham le
estaba dando. Graham estaba diciendo adiós.
Darren dejó que su grito de finalización ocultara el verdadero grito
de negación que quería dar rienda suelta. Sintió a Graham estremecerse por
encima de él; pulsos de líquido caliente lo llenaban. Sin embargo, Darren
se negó a renunciar a su dominio sobre el hombre. Sólo un poco más,
pensó. Dame unos minutos más.
Se volvió a tragar un gemido cuando Graham finalmente se apartó y
se puso boca arriba. Si no fuera por el brazo de Graham envuelto alrededor
de él, tirándolo cerca, Darren sabría que lo había perdido.
Puso su cabeza sobre el pecho de Graham y escuchó el suave ritmo
de su corazón. Su mano se posó suavemente sobre el pecho de Graham,
ausentemente frotando círculos a lo largo de los músculos lisos.
—Dar —murmuró suavemente Graham—, no podemos hacer esto ya
más.
Darren se subió rápidamente y cubrió los labios de Graham con los
dedos. —No lo digas —suplicó. No iba a suplicar, no ahora mismo. —Por
favor.
—Darren, sabes que las cosas no pueden seguir como están.
—Sí, pueden —insistió Darren—. Lo hemos hecho bien durante casi
un año ya. Sólo podemos continuar como hemos estado.
Incluso cuando Darren dijo las palabras, sabía que no era verdad.
Amaba a Graham. No podía seguir fingiendo que no lo hacía. Finalmente,
comenzaría a resentirse por Graham y su amor se convertiría en odio.
—Darren —susurró Graham.

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Darren se apartó de Graham y se dio la vuelta para hacer frente de
otra manera. Su corazón estaba roto y no había nada que pudiera decir o
hacer para solucionarlo. Graham se negaba a reconocer su relación y
Darren no podía hacerlo.
Darren trató de ignorar los sonidos que Graham hacía mientras se
vestía, pero eran tan fuertes como una bola de destrucción. Apretó sus
manos alrededor del borde de la colcha y rezó para aguantar hasta que
Graham se fuera.
Una mano acarició suavemente la espalda, cuando un gran peso se
estableció en el lado de la cama junto a él.
—Lo siento, Dar —susurró Graham—. Quisiera que las cosas
pudieran ser diferentes.
Darren asintió. No parecía haber ninguna palabra. Deseaba que
pudieran ser diferentes también. No estaba seguro de que entendiera
exactamente por qué no podían. Graham no lo discutiría, se habí a limitado
a insistir que su relación se mantuviera en secreto desde el principio.
Graham se puso de pie y comenzó a caminar por la habitación.
Darren se dio la vuelta, su corazón dolorido al ver a su amante salir. Forzó
las palabras que había deseado decir desde hace meses de sus labios. —Te
amo.
Graham se detuvo en la puerta, indicando que había oído, pero luego
siguió caminando. Un momento después, Darren oyó la puerta abrirse y
cerrarse y luego el sonido de un coche alejándose.
Tiró de las mantas arriba y rodó hacia atrás para mirar por la ventana,
preguntándose por qué sus ojos no estaba llorando. Lo mejor que le había
pasado justo acababa de salir por la puerta y no había nada que pudiera
hacer para detenerlo.

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Capítulo Cuatro
—¿Cómo está esa cerveza?
Graham negó con la botella en la mano. —Vacía.
—Bueno —Jamie soltó una risita—. Has tenido suficiente de ellas
hoy para saber.
—Métete en tus propios malditos asuntos —se quejó Graham.
—Sólo estoy diciendo...
—Pues no —replicó Graham. Se levantó y se dirigió a la nevera—.
Si quiero beber hasta aletargarme, ese es mi asunto.
—Cierto —dijo Jamie mientras seguía a Graham a la cocina y se
apoyó en el mostrador—. Pero ¿no sería más fácil simplemente ir a ver a
Darren y rogarle que te aceptara de nuevo?
La boca de Graham se abrió mientras miraba a Jamie en estado de
shock. —¿Cómo...?
—Oh, por favor —dijo Jamie cuando agitó una mano a Graham—.
He sabido desde hace meses que tú y Darren dormían juntos. Infierno, todo
el mundo lo sabe. Simplemente no podía entender por qué no decías
nada.— Jamie se encogió de hombros. —No nos importa, lo sabes.
—¡Cristo! —Graham se pasó la mano por la cara y luego echó un
vistazo alrededor de su pequeña cocina antes de volver su mirada a Jamie.
—¿Todo el mundo lo sabe?
Jamie asintió con la cabeza. —Más o menos.
—¿Y nunca dijiste nada?
—No era nuestro lugar decir nada, Graham —dijo Jamie—. Si tú y
Darren querían que supiéramos que eran pareja, habrían dicho algo.

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—No somos pareja —dijo Graham. Incluso decir las palabras le
dolía. Extrañaba a Darren, no lo había visto en casi un mes. Un muy largo
y muy solitario mes—. Nosotros nunca lo fuimos.
—Está bien, joder como amigos entonces.
Graham frunció el ceño al ver la sonrisa en el rostro de Jamie. No le
gustó el tono en la voz de Jamie. Hizo que lo que experimentó con Darren
se sintiera barato y de mala calidad. —No estábamos jodiendo como
amigos.
—Sí, está bien.
—¡Jamie! —Gruñó Graham.
—¿Cómo demonios lo llamas entonces? —Le preguntó Jamie—.
Nunca se reconocieron el uno al otro en frente de tus amigos. Ustedes dos
apenas si se reconocen el uno al otro en absoluto. Pero los dos sabemos que
tú y Darren están follando.
—Tú no entiendes —Graham escupió con los dientes apretados. Se
agarró al borde del mostrador con fuerza en lugar de envolver sus manos
alrededor del cuello de Jamie como realmente quería—. No fue así.
Jamie estrelló la botella de cerveza sobre la mesa. —¿Entonces cómo
infierno era, Graham, dime? Explícame, porque no lo entiendo.
—No puedo —le susurró Graham y bajó la mirada a la encimera—.
No estoy seguro de que me conozca a mí mismo.
—¿Te gusta Darren?
Graham se quejó. Cerró los ojos y se recostó para descansar la frente
en el armario que colgaba. —Sí, me gusta.— Graham no estaba seguro de
la adecuada manera que podría poner en palabras lo mucho que le gustaba
Darren.
No había sido capaz de sacar a Darren fuera de su cabeza desde que
salió de él hace un mes. Darren perseguía sus pensamientos, sus sueños. Se
despertaba pensando en el hombre y se iba a dormir deseando que Darren
durmiera a su lado.
—Entonces, ¿Cuál parece ser el problema?

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Graham tomó una respiración profunda. Abrió los ojos y se impulsó
fuera de la alacena, volviéndose a tomar otra cerveza de la nevera. Abrió la
parte superior y tomó un largo trago, entonces se volvió hacia Jamie.
—No importa —dijo—. Todo lo que había entre Darren y yo ha
terminado. Ha pasado más de un tiempo ahora. Ha seguido su camino y yo
el mío.
—Sí, justo hasta el cuello de una botella de cerveza.
Graham puso los ojos en blanco. No estaba bebiendo tanto, en
realidad no. Sólo tenía que ser capaz de dormir unas cuantas noches sin los
pensamientos de Darren azotándolo. La falta de sueño estaba empezando a
afectar a su trabajo.
—No estoy bebiendo tanto, te lo juro —Graham levantó su
cerveza—. Es sólo un par de cervezas que me ayudarán a descansar y sólo
lo hago cuando no tengo que trabajar al día siguiente. Nunca bebo antes del
trabajo. Ya lo sabes.
—Mira —dijo Jamie—, no estoy tratando de montar tu culo aquí,
Graham, pero estoy preocupado por ti. Infiernos, Paul está preocupado por
ti también. Tu cabeza no está donde debe estar.
Graham asintió con la cabeza. —Lo sé.
—Entonces, o dejas de beber o te tragas tu orgullo y pides a Darren
que te acepte. Eres un desastre.
Graham se rió y vertió la cerveza por el fregadero. —Supongo que
tendré que dejar de beber entonces.
Jamie sacudió la cabeza. —Esa no habría sido mi primera opción,
pero lo que sea.
Graham lanzó la botella de cerveza a la basura y luego miró a Jamie.
—Tuve que terminar las cosas con Darren. No quería, pero necesitaba
hacerlo. Se estaba convirtiendo en demasiado complicado, demasiado
emocional.
—¿Y eso es algo malo? —Se burló Jamie.

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—Para él, sí —respondió Graham—. Le dije a Darren desde el
principio que nunca podríamos tener una verdadera relación. Nunca
podremos ser más que amigos con beneficios. Esa es justo la forma en que
tiene que ser.
—Hablas en serio.
Jamie parecía asombrado. Graham no podía culparlo. Incluso a sus
propios oídos sus palabras sonaban mal. Simplemente no había nada que él
pudiera hacer al respecto. Las cosas eran lo que eran.
Jamie sacudió la cabeza. —Eso es frío, hombre, incluso para ti.
Graham frunció el ceño. —¿Qué diablos se supone que significa?
—Seamos realistas, Graham, no tienes reputación de relaciones a
largo plazo y comprometidas. Tú eres más del tipo de joderlos y dejarlos.
Cuando empezaste a ver a Darren, pensé que por fin sentabas cabeza.
Supongo que estaba equivocado.
Las palabras de Jamie le dieron que pensar. ¿Era realmente cómo sus
amigos lo veían? ¿Era esa la imagen que producía? La idea lo puso triste, y
lo sorprendió tanto. Debería estar muy contento. Había escondido
exitosamente sus sentimientos de todos. Había hecho justo lo que se había
propuesto hacer.
—Sí, supongo que lo estabas —dijo Graham con aire ausente—.
Supongo que sólo no estoy listo para sentar cabeza.

—¡Graham!
—Hola, mamá —dijo Graham mientras se inclinaba para besar a su
madre en la mejila —. ¿Cómo están tú y papá?

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—Tu padre me está volviendo loca —dijo Anita mientras cerraba la
puerta detrás de Graham—. Me encanta el hecho de que esté reduciendo la
velocidad, pero siempre está estorbando por ahí. Te juro que el hombre
necesita encontrar un pasatiempo antes de que lo estrangule.
—La jubilación no es para todo el mundo, mamá —dijo Graham—.
¿Tal vez papá debería pensar en la posibilidad de tomar algunos pacientes
en una clínica? Le dará algo que hacer y lo mantendrá fuera de tu órbita.
Anita agitó la mano en Graham, mientras entraba en la cocina. —No
seas ridículo. Tu padre ha estado planeando su retiro desde antes de que tú
nacieras. Déjalo disfrutarlo.
Graham no creía que eso fuera exactamente cierto. Su madre había
estado planeando el retiro de su padre, no su padre. Graham estaba bastante
seguro de que su papá sólo se retiró para hacer que su madre se callara.
Anita Craig era una mujer a tener en cuenta. Cuando tenía algo en
mente, se aferraba a ello con cada fibra de su ser. Graham y su padre se
dieron cuenta años atrás para dejarla que tomara su camino.
Por primera vez desde que podía recordar, eso venía a su alrededor
para morder a Graham en el culo. —¿Dónde está papá? Tengo que
preguntarle un par de cosas.
Anita se apartó del cuenco que estaba batiendo para mirar por
encima de Graham. —¿Hay alguna cosa en la que pueda ayudarte, querido?
Graham sonrió. —No, esto es de la clase de cosas de hombres.
Anita sonrió. —¿Conociste a una chica?
—Soy gay, mamá, sabes eso —dijo Graham—. Pero sí, conocí a
alguien, alguien que me importa mucho.
Anita frunció el ceño y volvió a batir. —Yo no sé por qué te
empeñas en salir con hombres, Graham. Serías mucho más feliz si te
establecieras con una joven bonita. Basta pensar en los nietos que me
podrías dar.

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Graham respiró hondo y trató de controlar su impulso de gritar a su
madre. Esto no era un argumento que no hubiera oído antes. Su madre no
parecía comprender que él no eligió ser gay. Sólo lo era. Parecía pensar que
podría decidir ser heterosexual y que simplemente iba a suceder.
—Sólo porque me gusten los hombres no quiere decir que no te
pueda dar nietos, mamá.
Anita negó con la cabeza. —No es lo mismo, y lo sabes. Necesitas
encontrar a una joven bonita y sentar cabeza, tener una familia, construir
una vida con alguien.
—He conocido a alguien con el que quiero sentar cabeza, mamá.
Quiero construir una vida con él, tener una familia.— Graham había estado
pensando en esto durante varios días, desde su conversación con Jamie.
Extrañaba a Darren más de lo que creía posible.
Anita resopló, un sonido que Graham nunca creyó oír a su correcta
madre hacer. —Sigo pensando que serías más feliz con una mujer, pero si
tienes que elegir a un hombre conoces las reglas.
Y ahí estaba la cuestión de Graham, la única razón por la que había
roto las cosas con Darren. Era la razón por la que se encontraba solo en vez
de estar con el hombre que quería. —Sí, lo sé. Lo dejaste muy claro el día
que te dije que era gay.
Graham se marchó sin decir una palabra más y se fue en busca de su
padre. Lo encontró en el garaje, jugueteando con el motor de la cortadora
de césped. Graham se rió y se apoyó en el mostrador junto a su padre.
—Has estado reparando esa cosa más tiempo del que recuerdo, papá
—dijo—. Nunca vas a conseguir que funcione bien. ¿Por qué no comprar
uno nuevo?
Robert Craig se rió, pero se quedó inclinado sobre el motor pequeño.
—No hay nada malo con este motor que un poco de trabajo manual no
arregle.
—Y te mantiene fuera de la órbita de mamá.
—Y me mantiene fuera de la órbita de tu madre.

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Robert se enderezó y puso su destornillador en el mostrador. Tomó
un trapo y se limpió las manos. —Es bueno verte, hijo, pero me doy cuenta
por la mirada en tu cara que no sólo te dejaste caer para verme juguetear.
¿Quieres decirme algo al respecto?
Graham cruzó los brazos sobre su pecho y miró abajo a sus pies. —
Conocí a alguien, papá.— Graham no se sorprendió cuando su padre le dio
una palmada en el hombro. Su padre fue siempre un apoyo para él, no
importa lo que pasara.
—Felicidades, hijo, ¿cómo se llama él?
Graham se rió. —Mamá me preguntó cuál era el nombre de ella.
—Tu madre lo haría.— Robert negó con la cabeza—. Tu madre te
ama, Graham, nunca dudes de eso, pero todavía no ha llegado a un acuerdo
con que seas gay. Para decirte la verdad, no estoy seguro de que nunca lo
haga.
—No va a cambiar pronto, papá.
—No, no me imagino que así sea.— Graham podía sentir los ojos de
su padre sobre él. Cuando levantó la vista, pudo ver la preocupación en
ellos—. Así que, háblame acerca de este hombre tuyo.
—En este momento, no hay mucho que contar —dijo Graham—.
Nos hemos estado viendo el uno al otro por un tiempo ya. Es un buen tipo,
papá, un enfermero.

—¿Y qué no me estás diciendo?


—¿Qué te hace pensar que no te estoy diciendo todo?—Le preguntó
Graham mientras trataba de evitar la intensa mirada de su padre. A veces le
sacaba de quicio que alguien lo conociera tan bien.
—Graham.
—Es blanco.
—Yo también.

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Graham puso los ojos en blanco y se empujó a sí mismo lejos del
mostrador para caminar por la habitación. Pasó los dedos por encima de
algunos de los proyectos en los que su padre trabajaba, en un modelo de un
Chevy 1957, un viejo modelo de barco, una caja de joyas de madera. A su
padre le gustaba mantenerse ocupado.
—El día que le dije a mamá que era gay, me dijo que sólo aceptaría a
un hombre en mi vida si era negro como ella. Dijo que si iba a hacer una
cosa antinatural, entonces podría equilibrarlo haciendo algo natural, como
estar con alguien de mi propia raza.
Graham se dio la vuelta cuando su padre soltó un bufido. Su
mandíbula se abrió por la sorpresa cuando vio la expresión de disgusto en
el rostro de su padre.
—Tu madre, bendita sea su alma, ¡está llena de mierda!— Robert
tiró el trapo en la mano sobre el mostrador—. ¿Sabes por qué dijo lo que
dijo?
Graham negó con la cabeza.
—Tu madre cree que un hombre negro es menos probable que
admita que es gay que un hombre blanco. Piensa que si no puedes
encontrar a un hombre negro para estar con él, entonces finalmente vas a
recurrir a una mujer y darle los nietos que quiere tanto.
Graham frunció el ceño. —Eso es ridículo. Conozco a muchos
hombres gay negros.
—Aun sabiendo cómo se sentía tu madre, nunca has traído uno a
casa —Robert consideró a Graham extrañamente—. ¿Por qué es eso?
Graham se encogió de hombros. —Hasta que conocí a Darren, nunca
tuve a nadie que quisiera traer a casa.
—Entonces, tráelo a casa. Me gustaría conocerlo.
Graham dejó caer los hombros. Se pasó la mano por la cara y se
volvió para mirar por la ventana pequeña en el garaje. —No puede ser tan
simple papá. Yo, más o menos lo arruiné con Darren. No estoy seguro de
que me diera la hora del día, si le rogara de rodillas.
—¿Es algo que no se puede arreglar?

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—No sé —reconoció Graham.
—¿Lo has intentado?
Dejar que su padre llegue al corazón del problema. No era uno de los
que tuviera pelos en la lengua.
Graham se rió. —No.
—Si quieres a este tipo en tu vida, ¿no crees que sería una buena idea
si lo hicieras? No creo que estuviera de acuerdo en venir a casa para
conocer a tus parientes, si los dos ni siquiera se ven entre sí.
—Tú no conoces a Darren —dijo Graham—. Puede que sí.

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Capítulo Cinco
—¿Hola?
—¿Darren?
El corazón de Darren latía con fuerza con el suave sonido de su
nombre hablado. Se sentó repentinamente cuando sus rodillas se
debilitaron, y agarró el teléfono con fuerza en la mano. —Graham.
Hacía más de un mes desde que había hablado con Graham. Lo había
visto unas cuantas veces, pero sólo a distancia. Darren se negó a estar
presente con todos sus amigos, si sabía que Graham estaría ahí. Aparte de
eso, sólo vio a Graham a través del trabajo.
Darren no se dio cuenta hasta este momento de lo mucho que
realmente se perdía con el sonido de la voz de Graham. Le dolía en el
interior del corazón escucharlo de nuevo. Y aquí pensaba que había estado
haciéndolo tan bien.
—Darren, ¿estás ahí?

—Sí —le susurró Darren.


—Quiero verte.
Darren contuvo un gemido. —No creo que eso sea una buena idea,
Graham.
—Te extraño, Dar.
Darren parpadeó varias veces para mantener sus lágrimas en la bahía.
Graham lo estaba torturando. Sabía que Graham no tenía intención de
hacerle daño, pero cada palabra de la boca del hombre se sentía como un
cuchillo en sus entrañas.
—¿Me has oído, Darren?
—Te he oído.
—¿Puedo verte?

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Darren negó con la cabeza desesperadamente negándolo. —Está
bien.
Los golpes repentinos en la puerta hicieron saltar a Darren. Se quedó
mirando la puerta por un momento, luego abajo en su teléfono. Volvió a
colocar el extremo del receptor inalámbrico en su cargador y fue a abrir la
puerta. Se detuvo con la mano en la perilla, respiró hondo, y luego abrió la
puerta.
La respiración de Darren quedó atrapada en la garganta cuando vio a
Graham. El hombre tenía un aspecto terrible. Círculos profundos
ensombrecían sus ojos. Las comisuras de su boca hacia abajo, sus labios en
una delgada línea. Su pelo se agitaba como si hubiera pasado la mano a
través de él varias veces.
—Hola —dijo Graham.
—Hola.
—¿Puedo entrar?
Darren dio un paso atrás. Sus ojos absorbieron la alta forma de
Graham cuando el hombre pasó por delante. Sus pantalones parecían un
poco más flojos, como si hubiera perdido algo de peso. Sin embargo, su
culo todavía se veía hermoso en ellos.
Graham tenía sus manos metidas en su bolsillo cuando se volvió para
mirar a Darren. Parecía nervioso, lanzando su mirada por la habitación, sus
pasos nerviosos. —Entonces, ¿cómo has estado?
—He estado bien —respondió Darren—. ¿Y tú?
Darren se sorprendió por la intensa agonía en los ojos azules de
Graham cuando el hombre, finalmente lo miró. —No estoy muy bien,
Darren.
Las cejas de Darren fruncieron el ceño. Al instante estaba
preocupado, todas sus dudas acerca de ver a Graham cayeron con las
palabras del hombre. —¿Qué pasa? ¿Estás enfermo? ¿Pasó algo en el
trabajo? ¿Tus padres están bien?
—Cometí un error, Darren.

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—¿Un error?
—Nunca debería haberte dejado —dijo Graham—. Sabía que estaba
mal cuando lo hice, pero no podía pensar en otra cosa que hacer.
—¿Qué... qué estás diciendo?
—Te extraño, Dar —susurró Graham mientras daba un paso más
cerca—. Extraño estar contigo, verte. Nunca debí haber roto las cosas entre
nosotros.
Darren no sabía si llorar o gritar a Graham. Sus emociones eran
caóticas, no decidiéndose por una. Quería aceptar lo que Graham le estaba
ofreciendo. Estar sin el hombre era una tortura.
Pero Graham no le ofrecía nada. Graham estaba diciendo a Darren
que extrañaba su línea caliente. Darren sabía que no podría ser el amigo
para joder de Graham nunca más. Eso le destruiría.
Envolvió sus brazos alrededor de su cintura y se alejó de Graham. —
Estoy seguro de que podemos pasar algún tiempo juntos —dijo—. ¿No se
van a reunir los chicos la próxima semana para un juego de billar en el bar?
—Eso no es lo que quiero decir, Darren, y tú lo sabes. Quiero pasar
tiempo a solas contigo.
Darren negó con la cabeza. —No puedo, Graham.— Se mordió el
labio por un momento—. Te di mi corazón y no lo quisiste. No puedo
hacerlo de nuevo. No voy a ser tu juguete sexual nunca más.
—No se trata de sexo, Darren. Puedo conseguir eso en cualquier
lugar.
Darren suspiró. —Entonces ¿de qué se trata?
—Se trata de ti y de mí, de nosotros, de estar juntos.
Darren se quedó mirando a Graham, esperando que dijera algo más,
cualquier cosa más. Necesitaba alguna razón para dejar que Graham
volviera a su vida, algo más allá de su desesperada necesidad por el
hombre.

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Cuando Graham de pronto se adelantó y se arrodilló delante de él, la
boca de Darren se abrió con asombro. —Graham, ¿qué...?
—Por favor, Darren, dame otra oportunidad —pidió Graham—. Voy
a demostrarte que lo valgo. Quiero llevarte a casa para presentarte a mis
padres. Quiero que seamos una pareja cuando salgamos con nuestros
amigos. Quiero que estemos juntos cuando estamos solos en la noche.
Graham estaba diciendo las cosas correctas. Incluso el brillo
sospechoso en sus ojos dijo que estaba diciendo la verdad. Darren no sabía
si podía dar ese último paso, el que pondría su corazón en las manos de
Graham de nuevo.
—Graham, yo no...
Graham levantó la mano. —Espera. Antes de decir nada más, tengo
algo para ti.— Metió la mano en el bolsillo para sacar una larga y delgada
caja negra—. Quería darte algo para que todos supieran que me
pertenecías.
Las manos de Darren le temblaron al llegar a la caja y abrir la tapa.
Su aliento quedó atrapado en su garganta; una mano agitaba en su cuello.
—Oh, Graham, es hermoso —dijo mientras miraba hacia abajo en el collar,
una cadena de oro con una miniatura de llave sencilla que colgaba en el
centro.
—¿Lo llevarás por mí?
¿Podría? Dejando que Graham le pusiera el collar, le dijo que
accedía a estar con el hombre de nuevo. ¿Podría hacer eso? ¿Podría dejar
que Graham volviera a su vida sabiendo que no tenían mucho sobre un
pasado juntos?
—No voy a ser tu amigo de jodidas, Graham —dijo Darren—. Si
estoy de acuerdo en verte, quiero una relación contigo, no una aventura de
vez en cuando a puerta cerrada. No me ocultaré más.
Graham sonrió. —Sí.
—Quiero poder besarte o tocarte cada vez que me dé la gana, incluso
delante de nuestros amigos.
—Sí —dijo Graham nuevo—. Sí, por favor, sí.

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—No más hacer comentarios acerca de otros chicos y fingir que eres
soltero.
Graham se sonrojó. —Sólo tú, te lo prometo.
Darren no podía pensar en ninguna otra objeción que tuviera que dar.
Graham estaba de acuerdo con todo lo que él quería. Darren no sabía si iba
a funcionar, pero le gustaba mucho que Graham cediera a esta oportunidad
con él.
—Por favor, di que sí, Dar —susurró Graham. Parecía desesperado,
sus ojos brillando con lágrimas no derramadas. Y esas lágrimas fueron las
que finalmente arrojaron a Darren sobre el borde. Nunca había visto a
Graham tan emocional antes.
—Sí, Graham.
Los ojos de Graham se abrieron por un momento antes de que dejara
escapar un ronquido fuerte, se puso en pie y agarró a Darren alrededor de
las caderas, levantándolo en el aire y girando a su alrededor en un círculo.
Darren se agarró a los hombros del hombre y se echó a reír.
Vio la cara de Graham cuando el hombre lentamente lo bajó al suelo.
Graham parecía como si quisiera decir algo pero no sabía cómo. Darren
llegó a acariciar el lado de la cara, con la esperanza de darle valor.
—Gracias, Dar —susurró Graham—. Voy a cuidar bien de tu
corazón en esta ocasión. Te lo prometo. No te defraudaré.
Darren asintió. Si Graham tomaba buen cuidado de su corazón
quedaba por ver, pero quería esa oportunidad. —¿Por qué no cuidas bien de
mi cuerpo en este momento y vamos a preocuparnos por el resto más tarde?
Graham sonrió y subió a Darren en sus brazos para llevarlo por el
pasillo hasta el dormitorio.
—Graham, soy muy pesado.— Darren se echó a reír, sintiéndose
libre por primera vez en las últimas semanas—. Te vas a romper el maldito
cuello, tonto si no me bajas.
—Tengo toda la intención de bajarte, Dar —dijo Graham cuando se
detuvo en la parte inferior de la cama—. Pero no antes de detenerte donde
te quiero.

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El cuerpo de Darren se deslizó hacia abajo cuando Graham le soltó.
Acarició los músculos tensos bajo su mano y miró a Graham. —¿Es aquí
donde me quieres?
—Yo en realidad te prefiero desnudo y de espaldas en la cama, pero
este es un buen lugar para empezar.
Darren podía sentir la sangre empezar a bombear rápidamente a
través de su cuerpo cuando Graham llegó a los botones de la camisa.
Pareció llevar una eternidad antes de que Graham bajara la camiseta de los
hombros de Darren.
Las fuertes manos que acariciaron por encima de su torso, hicieron
que la espera valiera más la pena, sin embargo. Darren gimió y se apoyó en
el toque suave. Nunca pensó que sentiría las manos de Graham en su
cuerpo otra vez y las había echado de menos tanto.
—Graham —susurró Darren desesperadamente. Quería ser follado
fuerte y rápido. Y quería esa lentitud amorosa que Graham le dio la última
vez que estuvieron juntos, sólo que esta vez, Graham no se iba a ir.
—Eres tan jodidamente sexy, Dar.
—Me alegra que pienses así —se rió Darren.
—Lo hago —dijo Graham—. Tú eres la maldita cosa más sexy que
he visto nunca.
—Eres más que bienvenido para ver el resto de mí, pero hay que
darse prisa de una puta vez antes de que me vuelva loco.
Graham se rió y empujó contra el pecho de Darren suficientemente
fuerte como para derribar a Darren de nuevo en el colchón. Darren se echó
a reír cuando rebotó un par de veces, pero su risa se convirtió rápidamente
en un gemido cuando Graham se desabrochó los pantalones y se los bajó
por las piernas.
Graham se situó en la parte inferior de la cama, su mirada itinerante
sobre el cuerpo de Darren como una caricia. —Ahora, estás exactamente
donde te quiero.
—Tú no —dijo Darren cuando separó las piernas—. Yo preferiría
que estuvieras aquí conmigo.

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Graham sonrió. Darren vio a Graham arrojar su ropa más rápido de
lo que jamás había visto a nadie desvestirse. Estaba bastante seguro de que
vio un par de botones volando y oyó un desgarrón o dos, cuando Graham se
arrancó la camisa.
Graham se arrastró hasta la parte inferior de la cama hasta que se
posó sobre Darren. El peso del cuerpo de Graham presionándolo en el
colchón, emocionó a Darren justo abajo en sus dedos de los pies. Envolvió
sus piernas alrededor de las caderas de Graham, sus brazos alrededor de lo s
anchos hombros del hombre.
—Hola.
Graham sonrió. Pasó la mano por el lado de la cara de Darren. —Te
he extrañado tanto, Dar.
Darren bajó los ojos de la mirada intensa de Graham mientras
recordaba el dolor que lo asaltó. El tiempo separado de Graham había sido
un infierno. Darren todavía no estaba seguro de cómo sobrevivió a eso.
—No, no apartes la mirada de mí, Darren.— Graham volvió a
inclinar la cara de Darren arriba—. Yo la jodí. Sé que tengo mucho por lo
que responder y lo haré. Pero sólo quiero amarte ahora, ¿de acuerdo?
Darren asintió. ¿Qué otra cosa podía hacer? Sabía que él y Graham
necesitaban hablar más. Darren desesperadamente quería saber por qué
Graham lo había negado durante tanto tiempo. Pero en este momento
necesitaba sentir a Graham haciéndole el amor.
Las manos que comenzaron a acariciar su cuerpo sacaron todos los
demás pensamientos de la cabeza de Darren. Cada contacto se sentía como
llamas a lo largo de su piel, encendiendo el deseo de Darren a un punto
álgido. Su cuerpo estaba en llamas.
—Graham —se quejó Darren. Instintivamente, arqueó su cuerpo
contra la lengua que bañaba su pezón. El toque fue electrizante y parecía
tener una línea directa con la dureza de su polla.
Darren apenas sintió moverse a Graham hasta que los dedos
manchados presionaron contra su agujero fruncido. Darren se tensó por un
momento y luego exhaló lentamente cuando Graham empujó dentro. Cerró
los ojos cuando la intensidad de las sensaciones le inundó demasiado.

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—Maldita sea, Dar, estás tan jodidamente apretado —dijo Graham
cuando empezó a mover los dedos.
—No he estado con nadie más —dijo Darren. Gimió cuando los
dedos en su culo se detuvieron. Abrió los ojos para encontrar a Graham
mirándole fijamente.
—¿Nadie?
Darren sabía que podía haber estado ofendido por las palabras de
Graham, pero la incertidumbre brillando en los ojos de Graham le envió en
otra dirección. Darren negó con la cabeza.
—Nadie —dijo—. Te amo. ¿Por qué iba yo a querer estar con
alguien más?
Darren se echó hacia atrás conmocionado, cuando Graham de pronto
se lanzó hacia adelante y reclamó sus labios. Le tomó un momento antes de
que se fundiera en un beso, su lengua acariciando la de Graham.
Pensó que había muerto y había ido al cielo cuando los dedos en el
culo siguieron extendiéndolo cuando Graham le dio un beso. Darren
envolvió sus manos en el pelo de Graham y lo acercó más.
Graham alejó los dedos, y un momento después, Darren oyó un
crujido y luego sintió la polla de Graham empujar contra su estirada
entrada. Dejó de moverse, dejó de respirar, cuando Graham empujó
lentamente en su culo, llenándolo.
Graham se congeló por encima de él mientras se hundía todo el
camino dentro. Darren lo miró cuando Graham levantó la cabeza. Tenía los
ojos cerrados, una extraña y dolorosa expresión estropeando su hermoso
rostro.
—¿Graham?
Graham abrió los ojos y miró a Darren. Sus labios comenzaron a
levantarse en las esquinas. —Te siento tan jodidamente bien Dar.
Darren sonrió y cerró sus piernas alrededor de la cintura de Graham.
—Me sentiré mucho mejor cuando comiences a moverte.

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Graham de pronto se retiró y luego empujó hacia adelante, robando
el aliento de los pulmones de Darren. —¿Te gusta?
Darren jadeaba pesadamente, incapaz de hacer otra cosa que asentir
cuando Graham comenzó a golpear en él. Graham era apenas unos pocos
centímetros más alto que él, pero su cuerpo era mucho más amplio, mucho
más fuerte. Tener al hombre más grande encima de él, amándolo, envió un
temblor de deseo surgiendo a través del cuerpo de Darren.
Una de las manos de Graham descansaba en el colchón junto a la
cabeza de Darren. La otra mano se apoderó de la cadera de Darren,
sosteniéndola en un ángulo que hizo que la polla de Graham golpeara el
punto dulce de Darren con cada golpe.
Cuando Graham se inclinó y reclamó sus labios de nuevo, Darren
estaba muy dispuesto a rendirse ante el duro y penetrante beso. Darren
acarició las manos por la espalda de Graham y agarró el culo mientras
alegremente lo presentaba.
La intensidad del beso salvaje de Graham junto con el grueso eje
golpeando en su culo fue más que suficiente para enviar a Darren sobre el
borde. Alejó bruscamente su boca de Graham y gritó mientras llenaba el
espacio entre ellos con su liberación.
—Dar —gruñó Graham cuando empujó profundamente en el
apretado agarre de Darren. Darren observaba con un poco de temor cómo
Graham se congeló por encima de él, su rostro era una dura máscara de
éxtasis. —¡Joder! —Gritó Graham un momento después, mientras
empujaba una y otra vez, llenando el condón en el culo de Darren con su
caliente semilla.
Darren aceptó con agradecimiento el peso del cuerpo de Graham
cuando el hombre se derrumbó encima de él. Envolvió sus brazos sobre los
hombros de Graham y lentamente le acarició la espalda sudorosa hasta que
su respiración volvió a la normalidad.
Darren gimió en protesta cuando Graham se retiró de él. Éste era
generalmente el punto en el que Graham se vestía y se iba o se daba la
vuelta y se iba a dormir. Darren se preparó, esperando que eso sucediera.

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Cuando Graham, simplemente rodó a su lado y tiró de las mantas
arriba a lo largo de los dos, Darren no sabía qué hacer. Nunca habían
llegado a este punto antes. No sabía cómo comportarse.
Graham resolvió ese problema agarrando a Darren y acercándolo.
Darren suspiró profundamente mientras acomodaba su cabeza en el pecho
de Graham, cerrando los ojos cuando los brazos de Graham se envolvieron
alrededor de él. Se sentía como si estuviera en casa.

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Capítulo Seis
Graham se dio la vuelta y agarró su teléfono celular. Su mano golpeó
contra la parte superior de la mesilla de noche varias veces antes de que lo
encontrara. Abriéndolo, lo llevó a la oreja.
—¿Hola?
—Graham, soy Troy. Necesito que vengas al Hospital del Sagrado
Corazón de inmediato. A Jamie le han disparado.
—¿Disparado?— gritó Graham mientras se sentaba, de repente
despierto. Su corazón latía con fuerza—. ¿Qué quieres decir, qué ha
recibido un disparo?
—Iba para el trabajo cuando alguien le disparó —dijo Troy—. Por lo
que puedo decir, era bastante malo. Los médicos lo están mirando ahora.
—Pero Jamie está vivo, ¿verdad? —le preguntó Graham, su corazón
apretando en el pecho mientras esperaba la respuesta de Troy.
—Sí, está vivo, pero no sé lo grave que son sus lesiones.
Graham sintió la mano de Darren acariciar su brazo cuando tomó una
respiración profunda. Le pasó un brazo alrededor del hombre y lo atrajo
hacia sí. Una extraña emoción entró en su corazón cuando se dio cuenta
que tenía a alguien con quien compartir esto. No estaba solo. —Estaré ahí
tan pronto como pueda.
—Mira, lo siento por esto, Graham, pero te necesito aquí. Sammy
está aquí y necesita que alguien se siente con él. Nicky se volvió loco y el
doctor tuvo que sedarlo. Tengo que estar con Nicky.
—No, no, entiendo completamente —dijo Graham—. Me gustaría
estar ahí de todos modos. Voy a vestirme e ir derecho allí.
—Sí, gracias, hombre.
Graham podía oír la tensión en la voz de Troy. Quería saber qué
diablos sucedió, quién le disparó a su mejor amigo, pero por ahora,
asegurarse que Jamie estuviera vivo y bien, era más importante.

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—Estaré ahí —Graham colgó el teléfono y buscó sus ropas, sus
pensamientos en Jamie. Un pequeño movimiento detrás de él llamó su
atención. Se volvió para ver a Darren mirándolo con cautela desde la cama.
—¿Puedes venir conmigo? —le preguntó Graham.
Darren sonrió y se movió en su lado de la cama. Graham sabía que
había dicho lo correcto cuando Darren cogió su ropa y comenzó a vestirse.
Esto sería diferente para Graham. Nunca tuvo a nadie a su lado durante las
situaciones de tensión. Sería bueno eso por una vez.
—¿Puedes decirme qué pasó? —le preguntó Darren mientras ataba
sus zapatos.
—Jamie iba para el trabajo y alguien le disparó. Está vivo, pero eso
es todo lo que sé ahora.
Darren se levantó y se acercó a la cómoda. Agarró una pequeña placa
de plástico de la parte superior de la cómoda y la sostuvo en alto,
agitándola a Graham. —Apuesto a que puedo averiguar un poco más de
información que el hombre promedio.
¡Por supuesto! ¿Por qué a Graham no se le ocurrió antes? Darren era
enfermero y trabajaba en el Hospital del Sagrado Corazón. No hay duda de
que sería capaz de obtener mucha más información.
Graham cruzó la habitación y se acercó a Darren. Se inclinó y le robó
un rápido beso. —Eres maravilloso, ¿te he dicho ya eso?
—No, pero estoy dispuesto a escucharlo si quieres decirme algo al
respecto—. Darren sonrió y acarició el pecho de Graham—. En primer
lugar, sin embargo, vamos a ir a ver a Jamie. Puedes cantar mis alabanzas
más tarde.
Graham sonrió y terminó de vestirse. En pocos minutos tenía las
llaves en una mano y la mano de Darren en la otra, mientras salían
corriendo de la casa y saltaban al coche.
Llegar al hospital tomó un poco más de lo habitual. Graham sintió la
mano de Darren en el muslo durante todo el recorrido, y la alcanzó cuando
pudo para cubrirla y dar un pequeño apretón.

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Graham estacionó y saltó fuera del coche, golpeando el bloqueo a
distancia mientras se movía en torno a la parte delantera del coche. Darren
se unió a él, dirigiéndose hacia el hospital hasta que Graham se acercó y le
agarró del brazo.
—¿Qué...?
Graham detuvo la pregunta de Darren con un beso. Necesitaba la
conexión con él, sentir el latido del corazón de Darren, junto al suyo.
Cuando Graham levantó la cabeza, un momento después, Darren parecía
aturdido. Sus ojos no acababan de centrarse y sus labios parecían
saqueados. Parecía sexy como el infierno.
—Te quiero, Dar —susurró Graham, dando un pedazo de sí mismo a
Darren que sabía que nunca recuperaría. Era aterrador y emocionante, todo
al mismo tiempo. Pero la cálida alegría que llenaba los ojos de Darren
calentó a Graham todo el camino abajo hasta los dedos de los pies.
—Te quiero, Graham.
Graham asintió. Era lo único que podía hacer. Hablar más allá del
nudo en la garganta no era posible. Volvió a Darren hacia la puerta de
hospital y comenzó a caminar.
—Voy a ir a ver qué puedo averiguar sobre Jamie —dijo Darren
cuando empezó a alejarse—. Te veré en la sala de espera.
Graham observó a Darren alejarse, dándose cuenta de que la próxima
vez que viera al hombre serían pareja delante de sus amigos. Tan
desesperada como era la situación, Graham podía sentirse rebotar un poco
en su paso mientras corría a la sala de espera.
A pesar de lo que Darren podría haber pensado, siempre mataba a
Graham un poco por dentro cuando tenía que fingir que sólo eran amigos.
Quería gritar a los cuatro vientos que Darren le pertenecía. Quería que
todos lo supieran. No quería ocultarlo más y ahora no tenía que hacerlo.
—Graham.
Graham se volvió para ver a Paul corriendo hacia él. —Oye, ¿alguna
novedad?

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Paul sacudió la cabeza. —Acabo de regresar de la escena. No hay
mucho que pueda decir en este momento. Jamie estaba de camino a su
trabajo cuando alguien le disparó justo cuando salía de su casa. Creemos
que el asesino lo estaba esperando.
Graham pasó la mano por encima de su suave cabeza, con el ceño
fruncido. —¿Alguna pista?
Paul sacudió la cabeza. —Ni una maldita. Recorrimos la zona y
nadie vio absolutamente nada.
—¿Crees que tiene algo que ver con la operación especial de drogas?
—le preguntó Graham, de pronto entró en pánico de que alguien pudiera
estar detrás de todos ellos. Su preocupación por la seguridad de Darren
empañó su mente hasta que quiso gritar.
Si alguien se había enterado de la operación especial de drogas y las
operaciones encubiertas que tenían lugar, sólo tendría sentido que supieran
acerca de todos ellos y no sólo de uno de ellos en el grupo de trabajo. La
forma más rápida de hacer daño a Graham sería ir detrás de Darren o de su
familia.
Paul sacudió la cabeza mientras sacaba su teléfono celular y lo abrió.
—Hombre, no lo sé. Pero voy a llamar a Jay. Al menos puedo advertirle
que mantenga los ojos y los oídos abiertos.
Graham asintió y esperó a que Paul hablara con Jay. Una vez que lo
hizo, señaló a la puerta de la sala de espera. —Vamos a ver cómo está
Sammy. Troy dijo que estaba muy disgustado.
—¿No lo estarías tú si le dispararan a tu amante? —Le preguntó Paul
y luego se encogió de hombros—. Bueno, si tuvieras un amante.
—Sí —Graham frunció el ceño. No le gustaba el tono de Paul y
comenzó a abrir la boca para informarle de su nueva condición de pareja
cuando los pensamientos de Darren siendo heridos lo golpearon de nuevo.
Graham apretó los labios y no dijo nada. Tal vez hablaría con Darren
primero.
—¿Alguna novedad? —Preguntó Graham cuando llegaron a la
puerta de la sala de espera. Vio a Sammy junto a la ventana mirando hacia
afuera. Al sonido de la voz de Graham, el hombre se volvió hacia él.

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Graham podía ver la angustia de Sammy en la palidez de su rostro.
Sammy negó con la cabeza, se mordió los labios y miró por la ventana.
—Nicky estaba tan afectado que tuvo que ser sedado —dijo
Sammy—. Troy está con él ahora. Así que, no sé nada. He estado sentado
aquí durante casi una hora esperando a que alguien me dijera algo.
—Jamie es un tipo duro, Sammy —dijo Graham, caminando por la
habitación para palmear a Sammy en el hombro—. Lo va a conseguir.
Tiene algo por lo que vivir.
Sammy le lanzó una mirada curiosa.
Graham se rió. —Tú, tonto. Jamie está loco por ti. Nunca lo he visto
actuar de la manera que lo hace con cualquier otra persona y conozco a
Jamie hace un montón de años.
Sammy se encogió de hombros. —Nadie me dirá nada —susurró—.
No sé qué pasó, cómo le dispararon, dónde recibió el disparo, nada.
—¿Qué? —Preguntó Graham—. Les dijiste que tú y Jamie son
pareja, ¿verdad?
—No importa —dijo Sammy—. No me consideran familia.
—¡Tonterías! —Graham se volvió e indicó a Paul—. Paul, quédate
aquí con Sammy. Voy a ir a buscar a quien esté a cargo y decirle las cuatro
verdades. No te preocupes, Sammy, vamos a tener todo esto resuelto.
Graham trató de mantener su rabia para sí mismo hasta que salió de
la sala de espera. Sammy no tenía necesidad de estar más molesto de lo que
ya estaba. Graham estaba enojado lo suficiente por los dos.
Graham dobló una esquina y corrió derecho a su jefe. Se tambaleó y
se detuvo al descansar su mano sobre la pared. —Eh, jefe, usted podría ser
la persona que estoy buscando.
—Craig —dijo el jefe—, ¿alguna noticia sobre Everson?
Graham negó. —No, se supone que los médicos lo están viendo en
este momento, pero tenemos otro problema. El compañero de Jamie está
aquí y él...

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—¿Troy Summers? Bueno, quiero hablar con él, averiguar si él...
—No, jefe, el compañero de vida de Jamie, un hombre llamado
Sammy Summers —Graham se rió—. En realidad, Sammy es el hermano
de Troy, pero también es novio de Jamie. Aquí nadie le contará nada. Lleva
sentado en la sala de espera durante una hora. Ni siquiera sabe si Jamie está
vivo o muerto.
—¿Su novio? —Preguntó el jefe Russo—. ¿Han hecho los papeles
de pareja al menos? Eso le daría a este joven un acceso total a Everson.
—No estoy seguro de que hayan llegado tan lejos en su relación,
pero puedo estar equivocado.— Graham hizo una mueca al pensar en llenar
los papeles con Darren—. Parece que me he equivocado con respecto a
algunas cosas últimamente así que no estoy seguro de que sea una buena
fuente para preguntar.
El jefe asintió. —Muy bien, vamos a encontrar a alguien que nos
pueda decir algo y luego ir a ver cómo está este joven. Incluso si no han
llenado el papeleo, apuesto a que se está volviendo loco justo ahora mismo.
Graham siguió detrás del jefe hasta que localizó a alguien que
parecía que podría saber qué estaba pasando. A veces ayudaba tener un jefe
de policía que estaba allí cuando se trataba con personal médico.
Por otra parte, Graham había dicho al jefe por adelantado cuando fue
contratado que era gay. El hombre simplemente lo miró como si esperara
que Graham dijera algo más y luego mencionó que Graham mejor
mantuviera su peludo culo lejos del hijo gay del hombre.
El jefe sabía que varios de los amigos y compañeros de trabajo de
Graham eran homosexuales y mientras que no afectara a su trabajo, no
podía importarle menos. El jefe no creía que las preferencias sexuales de
una persona tuvieran algo que ver con su capacidad para desempeñar su
trabajo.
—Doctor, necesito una información actualizada de mi oficial —
llamó el jefe.
—Me temo que no soy el médico que lo atiende.

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—No me importa si es usted el Papa —cortó el jefe, mientras
señalaba a la sala de espera—. Hay un joven ahí que no tiene idea de si su
compañero de vida está vivo o muerto. Ahora, quiero que usted averigüe lo
que pueda y entre ahí y le diga algo.
—Oh, jefe, no puedo...
Graham se mordió el labio para no reírse cuando el jefe plantó sus
manos en sus caderas.
—Usted puede y lo hará. ¡Ahora!
Graham y Paul habían estado en el lado receptor de una de las
tormentas verbales del jefe Russo más de una vez. Él sabía lo intimidante
que podía ser. No estaba en absoluto sorprendido cuando el médico se
marchó apresuradamente.
—Matasanos egoísta.
—¡Jefe! —Exclamó Graham asombrado.
—Todos estos chicos piensan que son dioses o algo así —dijo el jefe,
cuando se dio la vuelta para hacer frente a Graham—. Sólo quiero saber si
uno de mis oficiales va a sobrevivir o no y tienen que hacer un maldito caso
federal de esto.
—Puede que sea capaz de ayudar con eso, jefe.
Graham miró más allá del jefe para ver a Darren ahí de pie con un
sujetapapeles en la mano. Graham sonrió, con ganas de tomar al hombre en
sus brazos, pero no estaba seguro si debía delante de su jefe. No sabía
cómo se sentiría Darren sobre eso.
Si bien habían hablado de salir como pareja a sus amigos, nunca se
habló de salir a las personas con las que trabajaban. Incluso si el jefe no
hubiera estado de pie ahí, todavía estaban en el lugar de trabajo de Darren.
—Si apoyara al Dr. Jenson... —Darren señaló al médico de pie detrás
de él, el mismo al que el jefe le echó la bronca—, y dejara que Sammy
supiera que Jamie está vivo, averiguaré su condición actual y la traeré para
usted.

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Graham envió una rápida sonrisa. La sonrisa de vuelta de Darren era
brillante y calentó a Graham sólo un poco más. Mientras caminaba detrás
del jefe y el médico, pasando a Darren, Graham extendió el brazo y lo
empujó suavemente.
—Gracias, Dar —murmuró.
—De nada.— Darren rió ligeramente, y lo volvió a empujar
suavemente.
Graham le hizo un guiño y luego corrió tras el jefe. Fácilmente se
encontró con los dos hombres y los pasó justo antes de entrar en la sala de
espera. Graham quería volver a Sammy tan pronto como pudiera, y
conseguir una noticia antes de que el hombre se volviera totalmente loco. Y
luego quería encontrar a Darren de nuevo y mantener al hombre en sus
brazos antes de que él mismo enloqueciera.
—Sammy, este es el Jefe Russo —dijo Graham con un gesto al
hombre en el traje—. Él es el jefe de Jamie.
—Señor Summers —dijo el jefe Russo—, entiendo por el agente
Craig ¿Qué usted y el agente Everson son pareja?
—Uh, bueno, somos...
—Sí, lo son —intervino Graham—. Estoy seguro de que una vez que
esté fuera de la sedación, el hermano del agente Everson, Nick, sería más
que feliz de confirmarle eso a usted, jefe.
—¿Sedación? —Preguntó el jefe, volviéndose para mirar a
Graham—. Tenía la impresión de que el agente Everson era el único herido
en el incidente.
—A Nicky lo superó un poco la situación después de llegar al
hospital —explicó Sammy—. El doctor sugirió que fuera sedado. Troy, su
compañero, está con él ahora. Están arriba de las escaleras.
—Oh, eso está muy mal, pero puedo entender.— El jefe hizo señas al
otro hombre para que viniera adelante—. Este es el Dr. Jenson. Te va a
explicar la condición del agente Everson.— El jefe alcanzó su bolsillo y
sacó una tarjeta de visita. Se la entregó a Sammy. —Si tienes cualquier otro
problema, puedes estar seguro de hacerme una llamada. No me importa la

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hora que sea, de día o de noche. Si eres la pareja del agente Everson,
mereces el mismo respeto que cualquier cónyuge que un agente de policía
recibiría.
Graham casi se echó a reír cuando Sammy quedó asombrado con el
jefe y respondió, —Gracias.
El hombre asintió. —James es un buen agente. Le deseo a él, y a ti,
la mejor de las suertes.
Con eso, el hombre se volvió y comenzó a caminar fuera de la
habitación.
—Jefe, espera —llamó Paul—. Sammy dijo que podría conocer a
alguien que Jamie cabreó lo suficiente como para ir tras él.
La cabeza de Graham giró bruscamente para mirar a Sammy con
asombro. Sammy dio un paso atrás cuando todos los ojos en la habitación
se volvieron hacia él y apretó su mano contra su pecho. Graham podía ver
que Sammy tenía miedo, pero necesitaba saber lo que el hombre sabía.
—Sammy —dijo Graham mientras daba un paso hacia él—, ¿sabes
algo?
—Yo... eh... no lo sé.
—Sólo tienes que decirnos, Sammy.
—Es, probable que no sea nada —esquivó Sammy.
—Sólo tienes que decirnos lo que sabes, Sammy —alentó Graham en
su más dulce voz. Podía ver que el tipo era presa del pánico.
—Hay un chico, Frank Bristol —dijo Sammy—. Es dueño de una
librería abajo en la calle 5ª llamada Ratón de biblioteca.
—Sí, conozco el lugar —dijo Graham—. Adelante.
—Nicky y Troy nos preparó una cita a ciegas y fuimos a cenar. Fue
sólo una vez, pero de alguna manera al hombre se le metió en la cabeza que
estábamos destinados a estar juntos o algo así. Piensa que los personajes
sobre los que escribo somos él y yo.
—¿Cómo entró Jamie en esto, Sammy? —Preguntó Graham.

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Sammy se encogió de hombros. —Frank estaba constantemente
llamándome o dejándome regalitos. Al final tuve que mudarme, pero me
encontró. James se presentó cuando Frank estaba ahí y le dijo que se
marchara y no volviera, que era mi novio y que mejor me dejara en paz.
—Eso lo haría —dijo Paul.
Graham lo miró en silencio.
—James pensaba que Frank podría haber hecho esto a alguien más
—añadió Sammy. Se sentó en una de las sillas de la sala de espera—.
¿Hice esto? ¿Hice que le disparara a James?
—Oh, Dios mío, no, Sammy —se apresuró a decir Graham, sentado
a su lado. Agarró la mano de Sammy y la apretó suavemente—. Tú no
tienes control sobre lo que otra persona hizo, Sammy. Si, efectivamente,
Frank lo hizo, fue su culpa. No tuya.
—Pero..., pero si yo no hubiera salido con Frank en primer lugar, o
escrito esos malditos libros, nada de esto habría sucedido.
—Bueno, por la misma forma de pensar, si no hubieras escrito esos
libros, nunca habrías estado en ese bar donde conociste a Jamie. Por
supuesto, si Nick y Troy no se hubieran conocido, el encuentro con Frank
no hubiera pasado tampoco. Tal vez sea culpa de ellos.
Sammy puso los ojos en blanco. —No seas ridículo.
—Yo podría decirte lo mismo, Sammy —dijo Graham—. Y Jamie te
patearía en el culo si supiera que estás aquí abajo martirizándote sobre esto.
Incluso podría pensar que no querías estar con él.
Sammy parpadeó, luego soltó una risita. —Eres un tonto del culo.
—¿Eso es todo? —Se burló Paul. Señaló a Graham—. Tienes esto
con lo que trabajar y ¿todo lo que se te puede ocurrir es tonto del culo?
Sammy, tenemos que hacer que salgas más.
—Si sigue pegado a estos dos, estoy seguro que su vulgaridad va a
aumentar.

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El corazón de Graham corrió más rápido con la suave voz desde la
puerta. Se dio la vuelta para encontrar los ojos de musgo verde clavando la
vista en él. Graham sonrió, sintiéndose más tranquilo con sólo ver a su
amante.
—Cállate, Darren —dijo Paul.
—Hola, Darren —dijo Sammy.
—Hola, Sammy, ¿cómo aguantas ahí escuchando? —Le preguntó
Darren mientras entraba en la habitación. Era todo lo que Graham podía
hacer para seguir viendo a Darren y su atención de nuevo a Sammy.
Sammy se encogió de hombros. —Sólo esperando saber acerca de
James.
—Tengo la última noticia sobre él —dijo Darren mientras señalaba
al portapapeles en la mano—. Si me das un momento con el médico, te
puede poner al tanto mejor que yo.
—Oh, Dar...
—Está vivo, Sammy —dijo Darren mientras le entregaba un
portapapeles al médico. Murmuraban entre ellos, mientras pasaba las
páginas.
Graham sabía que la espera tenía que estar matando a Sammy. Las
uñas de las manos del hombre estaban cavando en la palma de su mano.
Por último, el doctor se volvió hacia Sammy. —¿Señor Summers?
Sammy asintió. Graham le apretó la mano.
—Al agente Everson le dispararon en la cabeza, pero...
—¡Oh, Dios mío! —Exclamó Sammy, las lágrimas comenzando a
caer por su rostro.
El médico levantó la mano. —Sin embargo, la bala sólo lo rozó. No
hubo daños en su cerebro. Tiene una laceración profunda, pero hemos
podido cuidar de eso con unos puntos de sutura. Tuvimos que ponerle un
poco de plasma debido a la pérdida de sangre. Las heridas en la cabeza
tienden a sangrar mucho. Es más que probable que tenga una cicatriz, pero

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no debería ser demasiado perceptible. Por desgracia, cuando se cayó, sufrió
una conmoción cerebral que lo dejó inconsciente.
—Así que, ¿va a estar bien? —Susurró Sammy.
—Bueno, tenemos que mantenerlo durante toda la noche en
observación debido a su conmoción cerebral y al hecho de que estaba
inconsciente cuando entró. Salvo complicaciones, creo que es seguro decir
que puede llevarlo a casa mañana.
Graham atrapó a Sammy cuando el hombre se derrumbó en lágrimas
contra él. Rápidamente buscó alrededor, agradecido cuando Darren le
tendió una caja de pañuelos. —Gracias —articuló a Darren, que sólo le
devolvió la sonrisa.
Graham le dio unas palmaditas a la espalda de Sammy y le tendió un
pañuelo de papel. —Vamos, Sammy, limpia las lágrimas. Jamie está
esperando para verte.
Sammy levantó la cabeza. —¿Puedo verlo? ¿Ahora?
—Tan pronto como te limpies las lágrimas —dijo Graham—. Él me
patearía en el culo si supiera que estás llorando en estos momentos.
Sammy se rió, agarrando un pañuelo para limpiarse la cara y de
repente palideció de nuevo. —¡Oh Dios, Nicky! —Exclamó Sammy,
saltando a sus pies—. ¿Alguien se lo ha dicho a Nicky?
Darren levantó la mano. —Ve con Graham a ver a Jamie. Voy a dar
la buena noticia a Nicky y a Troy.
Sammy asintió. Arrojó el pañuelo usado a la basura y le sonrió al
médico. —¿Dónde está?
El médico asintió sobre su hombro. —Justo al final del pasillo,
habitación 234. Dejaré que las enfermeras sepan quién eres y que tienes
privilegios conyugales.
—¿Privilegios conyugales? —Le preguntó Sammy.
—Esto significa que tienes todos los privilegios que un cónyuge
tiene —explicó el médico—. Puedes pasar la noche en su habitación, tomar
decisiones por él, y tienes que llevarlo a casa contigo mañana.

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—Oh.— Sammy se detuvo cuando llegó a la puerta para mirar hacia
atrás al jefe—. Gracias, Jefe Russo, por todo. Si puedo ayudar de cualquier
manera a atrapar al hijo de puta que hirió a James, ya sabe dónde estoy.
El jefe asintió. —Gracias, señor Summers.
—Por favor, llámeme Sammy.
—Craig, me gustaría un momento para hablar contigo después de
que lleves al Sr. Summers a ver a Everson.
—Sí, jefe, no hay problema —dijo Graham—. Estaré de vuelta.

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Capítulo Siete
Graham seguía sacudiendo la cabeza mientras corría por el pasillo
para encontrar al jefe. Jamie y Sammy parecían tener las cosas bajo control,
pero iban tan a lo loco como él y Darren.
El amor entre los dos hombres era obvio hasta para la persona más
ciega en el planeta. Jamie y Sammy estaban hechos para estar juntos.
Graham sólo podía esperar que las cosas funcionaran para los dos hombres.
Y sólo podía esperar que las cosas funcionaran entre él y Darren.
Cuanto más pensaba acerca de eso, más quería algo permanente sobre el
papel para él y Darren.
Graham quería saber que el hombre le pertenecía, quería que todos
supieran, no sólo sus amigos o compañeros de trabajo. Quería atar a Darren
a él con todos los medios posibles, legales o de otra manera. ¿Tal vez
podrían viajar a Canadá y casarse? ¿Estaría Darren interesado en eso? ¿Lo
consideraría siquiera?
Graham admitió nerviosamente para sí mismo que no sabía. Pasó
tanto tiempo tratando de fingir que no tenía un apego emocional a Darren
que echaba de menos realmente acercarse al hombre. Tenía que rectificar
eso y pronto.
—Hey, jefe, ¿quería hablar conmigo? —Le preguntó Graham cuando
vio al hombre hablando con otro par de agentes.
El jefe Russo asintió. Se despidió de los dos hombres con los que
estaba hablando y entonces hizo un gesto a Graham para que lo siguiera a
una pequeña y privada sala de espera. Graham entró en la habitación,
frunciendo el ceño cuando el jefe cerró la puerta y se volvió hacia él, con
una mirada pensativa en su rostro.
—¿Jefe?
—Hemos tenido una noticia a través de una ruta de escape, que han
colocado una ofensiva contra todos los miembros de la operación especial,
así como a sus familias.

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—¿Qué?
—No sabemos si el disparo a Everson está conectado, pero no
queremos correr ningún riesgo. Un coche patrulla ya ha sido enviado a casa
de tus padres para recogerlos. Todos tienen que ir a custodia preventiva
hasta que encontremos a quienquiera que vaya detrás de tu cabeza.
Graham dio un paso atrás y se hundió en una de las sillas que
recubrían la pared. —¿Alguien nos lanzó un ataque? —Preguntó
despacio—. ¿Por qué?
Graham no podía procesar en su mente esta nueva información. Es
cierto que trabajaba en el grupo de trabajo de drogas que había sido creado
para investigar el tráfico de drogas en la ciudad, pero en realidad no parecía
ser nada tan importante. La línea de drogas de la ciudad no era tan grande.
¿Lo era?
—Bueno, estamos bastante seguros de que tiene algo que ver con el
caso de Bruce Garren.
—¿El ex-novio de Nicky? —Le preguntó Graham, recordando el
novio traficante de drogas, que maltrató al pequeño hermano de Jamie,
Nicky—. Pero pensé que eran patatas muy pequeñas.
—Con Jamie recibiendo un disparo, estoy pensando que tiene que ser
sobre la operación especial —dijo el jefe—. Garren no ha declarado
todavía. Si sus contactos de drogas se deshacen de todos los testigos y las
pruebas, entonces la fiscalía podría no tener un caso lo suficientemente
fuerte contra ellos.
Graham negó con la cabeza. —Pero yo no tuve nada que ver con ese
caso. Bruce tomó el acuerdo de declaración antes de que incluso me uniera
al grupo de trabajo.
—Estás en el grupo de trabajo de drogas que está investigando todos
esos nombres que Bruce tenía en el portátil de Nicky. Esto justo puso una
diana en tu frente. Añade el hecho de que eres el mejor amigo del hombre
que está derribándolos a todos... ¿ves a dónde voy con esto?
Graham asintió, su corazón acelerándose. —¿Usted ha enviado un
coche a mis padres?

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El jefe asintió. —He puesto un agente de policía en la puerta de
Nicky y otro en la de Jamie. También voy a reunir a Paul y a Jay. ¿Hay
alguien más para quien necesitemos organizar protección?
Graham pensó inmediatamente en Darren y abrió la boca para decir
algo, y luego la cerró. Nadie sabía que él y Darren solucionaron las cosas.
Nadie sabía que eran una pareja. Nadie sabía que Darren era el amor de su
vida.
Nadie, excepto Darren.
—No, jefe, no hay nadie más.— Graham sintió la puñalada de las
palabras en el pecho incluso cuando las dijo.
—Está bien entonces —dijo Russo—. Tengo un agente esperando
afuera para llevarte a una casa de seguridad donde tus padres serán
llevados.— El jefe le tendió la mano. —Si quieres darme las llaves del
coche y una lista de cosas, mandaré a alguien que devuelva el coche a tu
casa y recoja tus cosas por ti.
—¿Cuánto tiempo tengo que estar en custodia preventiva?
—¿Quién puede decir? Podrían ser unos días o unas pocas
semanas.— El jefe Russo le dio unas palmaditas en la espalda a Graham—.
Vamos a averiguar quién puso una búsqueda contra todos, Graham, te lo
prometo.
—Sí—. Pero para entonces sería demasiado tarde. Graham ya sabía
lo que tenía que hacer. —Necesito unos pocos minutos antes de irme.
Tengo que hablar con alguien. No lo puedo dejar hasta que lo haga.
El jefe parecía que quería discutir, pero asintió después de un
momento. —Tienes unos cinco minutos, entonces quiero tu culo de nuevo
aquí, y vas a llevar un agente de policía contigo.
Graham quería decir algo, pero sabía que no podía. El jefe sabría que
algo estaba pasando. Asintió y salió de la pequeña habitación. Un agente
uniformado le esperaba justo fuera.
—Ve con el oficial Craig —se dirigió el jefe al policía uniformado
—. Tiene un asunto que cuidar y luego llévalo a la casa segura. No lo deje
de lado por ningún motivo.

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Graham se sentía como un muerto viviente cuando fue en busca de
Darren. Tenía frío, frío hasta el fondo de los huesos. El dolor que se
irradiaba desde su corazón lo hizo sentir como si estuviera roto de forma
permanente. Ni siquiera estaba seguro de si le latía en el pecho ya más.
—Voy a necesitar un momento —dijo al funcionario cuando vio a
Darren saliendo de la habitación de Jamie. El agente asintió con la cabeza y
Graham caminó unos cuantos pasos más.
—Darren —dijo en voz baja, sintiendo un nudo en el estómago por
lo que iba a hacer —. ¿Puedo hablar contigo?
—Por supuesto, Graham —dijo Darren—. ¿Qué pasa?
—Necesito que me devuelvas mi collar.
—¿Qué? No —dijo Darren, su mano apretando el collar contra su
piel como si guardara las joyas de la corona. Su rostro palideció y se llenó
de dolor—. Tú me lo diste.
—Y ahora lo estoy retirando.— Graham podía ver la confusión en
los ojos de Darren, el comienzo tembloroso. Le hubiera gustado poder
ahorrar a Darren todo esto, pero no pudo, y por lo menos Darren estarí a
vivo.

—Pero..., pero dijiste que me amabas —susurró Darren—. Dijiste...


—La gente dice un montón de cosas en el calor del momento que en
realidad no quieren decir.
Graham vio el brillo en los ojos verde musgo de Darren desvanecerse
y sabía que había matado algo que nunca iba a volver. Por un momento
pensó en retirar sus palabras, consideró pedir a Darren entrar en custodia
preventiva con él, pero sabía que no podía. No podía pedir a Darren que
pusiera toda su vida, su carrera, en espera. Por no hablar de ponerle en
peligro a él mismo. Poner a su familia en peligro.
Graham le tendió la mano. El collar de oro, tan recientemente
calentado por la piel de Darren, se sintió frío cuando Darren lo puso en la
mano de Graham. Graham cerró el puño alrededor de la cadena y la metió
en el bolsillo.

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No sabía qué más decir a Darren, no con el hombre mirándole como
si acabara de morir. Graham sabía que nunca se perdonaría por el dolor que
simplemente le provocó, pero no vio ninguna otra forma.
—No quiero volver a verte nunca —susurró Darren antes de darse la
vuelta y caminar por el pasillo. A mitad de camino, pareció balancearse,
atrapándose él mismo, poniendo su mano en la pared por un momento.
Graham estuvo a punto de seguirlo. Incluso dio un paso hacia
Darren. Sin embargo, cuando Darren se enderezó y siguió moviéndose,
Graham se detuvo. Esto era lo mejor. Tenía que creer eso.
No importa lo difícil que fuera a ser estar lejos de Darren, por lo
menos sabría que Darren estaba por ahí en algún lugar y vivo. Todavía no
lo hizo sentir mejor, no por el momento. En este momento, estaba
muriendo.
Graham tomó una respiración profunda y luego se volvió hacia el
agente. —Muy bien, vayamos.

—Hola Erin —dijo Darren cuando entró en la habitación de la


paciente—. ¿Cómo te sientes hoy?
—Como si me estuviera muriendo.— Erin se echó a reír—. Más o
menos lo mismo que cualquier otro día.
—No quiero oírte hablar así —dijo Darren cuando se acercó y tomó
la débil mano de la joven en la suya—. Vas a a superar esto.
—Darren, eres una preciosidad, pero me estoy muriendo, y los dos lo
sabemos. Tendré suerte si llego a Navidad.
El corazón de Darren se le encogió ante la idea de perder a uno de
sus pacientes favoritos, pero sabía que Erin probablemente tenía razón. Su
pronóstico no se veía bueno. Iba a perder a la mujer de buen corazón con
grandes y expresivos ojos.

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—Quería hacerte saber que hoy es mi último día —dijo Darren,
tragando saliva. No se emocionaba así con los demás pacientes, pero Erin
era un caso especial. Habían pasado muchas noches hablando cuando ella
no podía dormir debido al dolor.
—¿Te vas?
—Sí, es hora de que siga adelante. Sin embargo, tu nueva enfermera
es una gran señora. Te gustará, lo prometo.
Erin se le quedó mirando, sus ojos parecían ver en su alma.
Rápidamente desvió la mirada y empezó a enderezar sus mantas y esponjar
las almohadas.
—Has hecho tus arreglos, ¿verdad?
Darren miró rápidamente hacia Erin y a continuación, lejos de su
mirada penetrante. —He vendido mi casa, sí, pero estoy seguro que voy a
encontrar otro lugar para descansar mi cabeza.
—Eso no es de lo que estoy hablando y lo sabes —dijo Erin. Darren
estaba sorprendido por el acero en su voz—. No me has mentido hasta el
momento, Darren. No te preocupes ahora.
Los ojos de Darren se cerraron cuando inclinó la cabeza y respiró
profundo. Erin había sido capaz de leerle como un libro desde que se
conocieron un par de meses atrás. Ella sabía cuando Graham lo dejó, en
ambas ocasiones.
Darren sintió una mano en la parte posterior de su cabeza,
acariciando su cabello, y el simple gesto casi le hizo llorar. Parecía haber
pasado mucho tiempo desde que alguien le ofreció consuelo que casi se
olvidó lo que era.
—Somos un buen par, ¿verdad? —Dijo Erin en voz baja—. Estoy
rota por el cuerpo, pero completa en el espíritu. Tú estás roto en el espíritu
y completo en el cuerpo. Juntos podemos hacer una persona rota y una
persona completa.
Darren abrió los ojos y se echó a reír a través de las lágrimas que se
reunían. —Parece que somos el uno para el otro. Tal vez deberíamos
casarnos.

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Erin se quedó en silencio durante tanto tiempo que Darren pensó que
podría haberla ofendido. Levantó la vista, sorprendido de encontrar una
mirada pensativa en su rostro.
—En realidad —dijo Erin—, esa podría no ser una mala idea.
—¿Qué?
—Darren, ¿sabías que soy independiente y rica? —Preguntó Erin—.
Y quiero decir enloquecedoramente rica. Mi madre me dejó un pequeño
fondo fiduciario y se convirtió en un negocio de varios millones de dólares.
Confundido, Darren asintió. —Yo pensé eso de ti más o menos,
teniendo una habitación privada y todo.
—¿También sabes que no tengo parientes vivos en absoluto, además
de mi hija, Denny, y este bebé? —Preguntó mientras pasaba su mano por el
vientre redondeado.
El corazón de Darren dolía. —Lo siento, Erin, yo no sabía eso.—
Todavía no acababa de entender a dónde iba Erin con todo esto, o qué tenía
que ver con que ellos se casaran.
—¿Qué te parecen los niños?

Graham esperó hasta que la casa quedó en silencio, esperando que


todo el mundo estuviera dormido. Sin hacer ruido abrió la ventana de la
habitación, deslizándose fuera de ella antes de concluir la mayor parte del
camino. Corrió las pocas cuadras hacia el lugar donde el taxi que había
llamado le esperaba y se metió dentro.
Después de dar al conductor la dirección de Darren, se sentó y pensó
en lo que iba a decirle al hombre que amaba. Después de toda la mierda
que soltó a Darren, no se sorprendería si Darren le cerrara la puerta en la
cara. Pero tenía que intentarlo. Dos semanas sin Darren y Graham sabía
que no podía vivir sin el hombre.

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El taxi se detuvo frente a la casa de Darren y la mandíbula de
Graham se cayó. Había un cartel de 'se vende' en el jardín delantero.
¿Darren se había mudado? ¿Cómo lo encontraría Graham ahora?
Desesperado, sabiendo que probablemente se estaba agarrando a un
clavo ardiendo, le dio al conductor la dirección del bar que frecuentaba. El
viaje duró sólo unos minutos, pero se sentía como mil años. Graham abría y
cerraba las manos durante todo el camino.
Graham pagó al conductor una vez que llegó y se bajó. Se metió en
el bar, mirando a su alrededor por Darren. Después de varios minutos de
búsqueda, se dio cuenta de que Darren no estaba ahí.
Se dirigió al exterior sintiéndose completamente derrotado. ¿Dónde
estaba Darren? Justo cuando pensó en ir al hospital, oyó un sonido
zumbando e instintivamente se tiró al suelo. La bala aterrizó en la pared
detrás de él.
¡Mierda! Graham rodó por el suelo y volvió a levantarse, con la
pistola en la mano. Buscando en la oscuridad la dirección en que la bala
había venido, Graham no podía ver nada. No tenía ni idea de quién había
disparado contra él o de dónde.
Graham se deslizó cuidadosamente a lo largo de la pared, sólo para
tener otra bala golpeando en los ladrillos por encima de su cabeza.
Agachándose, levantó los ojos para ver el daño en la pared detrás de él.
Estos chicos no estaban jugando. El agujero que la bala hizo no pudo haber
venido de un arma normal.
Le estaban disparando con un rifle de francotirador de largo alcance.
Eso significaba que el tirador necesitaba tener una posición elevada, de lo
contrario sería muy fácil de verlo. Graham se arrastró lejos a lo largo del
edificio, bordeando el callejón. Estaba inmovilizado, pero por cuántos
tiradores, no estaba seguro.
Haciendo una mueca al darse cuenta de lo que tenía que hacer,
Graham envió a Jamie un mensaje de texto rápido con su ubicación y
situación. ¡Joder! Odiaba ser atrapado a escondidas fuera de la casa de
seguridad, pero no valía la pena perder la vida. Jamie estaría enojado
cuando encontrara a Graham.

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Aunque la situación hizo reafirmar su decisión de alejarse de Darren
por su propia seguridad, Graham sintió su corazón roto. Todo lo que quería
era a Darren. ¿Era realmente mucho pedir?
Ahora que estaba oculto de los tejados de los alrededores, Graham se
sentó en el suelo y esperó a Jamie. Por mucho que le gustara pensar que era
un hombre grande y fuerte, en ese momento se sentía completamente
derrotado. Ardientes lágrimas rodaron por su rostro.
Afortunadamente, varios minutos más tarde, cuando se acercaron
pasos, era sólo Jamie. Pero en ese momento, Graham no estaba seguro d e
que incluso diera una mierda si hubiesen sido los hombres enviados para
matarlo.

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Capítulo Ocho
Darren frunció el ceño mientras miraba las luces rojas y azules
parpadeando en su espejo retrovisor. Rápidamente miró hacia abajo y
revisó para asegurarse de que no iba a una alta velocidad. No era así. Era en
un tramo recto de carretera sin semáforos o señales de parada por lo que
sabía que no había pasado por una.
Darren desaceleró y se detuvo en un estacionamiento. Bajó la
ventanilla y salió del coche, esperando a que el oficial viniera y le dijera
por qué había tenido que detenerse.
—¿Es usted Darren Sanford? —Preguntó el agente mientras se
acercaba a la ventanilla.
Darren asintió, sin saber qué estaba pasando exactamente. ¿No solían
los agentes pedir licencia y registro cuando detenían a alguien? —¿Qué he
hecho, agente? Yo sé que no fue exceso de velocidad.
—Por favor, salga del vehículo, Sr. Sanford.
Darren echó una mirada a los dos asientos traseros de la nueva mini-
camioneta que acababa de comprar y luego bajó lentamente del coche.
Siguió las instrucciones del oficial a la parte delantera del vehículo y
colocó las manos sobre el capó.
—¿Lleva usted algún arma, señor Sanford? —Preguntó el oficial
mientras palmeaba a Darren abajo—. ¿Algo que tenga que tener en cuenta?
—No, por supuesto —espetó Darren—. ¿Por qué me detiene? ¿Qué
he hecho?
—Por favor, ponga sus manos detrás de la espalda, Sr. Sanford.
—¿Qué...? Espere un momento —dijo Darren cuando el oficial
colocó las esposas en sus muñecas—. No he hecho nada. No puede
esposarme sin ninguna razón. Tengo niños en la parte trasera del coche.
—Serán cuidados, señor.

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—Por favor, dígame qué hice —gritó Darren—. ¿Por qué me está
arrestando?
—El detective Everson le explicará todo cuando llegue aquí, señor.
—¿Everson? —gritó Darren. Apretó los puños, deseando que
estuvieran envueltos realmente alrededor de la garganta de Jamie. No sabía
qué clase de juego se traía Jamie, pero cuando viera al hombre, le diría las
cuatro verdades... y tal vez un buen puñetazo en la nariz sólo para sentirse
mejor.
El tiempo parecía ir a cuentagotas para cuando Darren se sentó en la
parte trasera del coche patrulla. Sabía que eran sólo minutos, pero
parecieron horas antes de que otro coche se detuviera y Jamie y Troy
salieran.
La furiosa mirada que Darren les envió podría haber quemado el
suelo si se hubiera dirigido a cualquier lugar, excepto a Jamie y a Troy. No
podía creer que dos personas que consideraba amigos le tuvieran esposado
y arrestado.
Jamie levantó una mano en el momento en que abrió la puerta. —
Darren, te puedo explicar.
—¡Quítame las esposas!
—¿Vas a pegarme? —Le preguntó Jamie mientras ayudaba a Darren
a salir de la parte trasera del coche—. Todavía estoy con licencia médica,
Darren. Me dispararon, ¿recuerdas? Sammy estaría sumamente molesto si
algo me pasara.
Darren apenas podía contener su gruñido. No podía recordar estar tan
enojado. No había hecho nada para merecer estar esposado. No rompió
ninguna ley. Jamie y Troy estaban utilizando su posición como agentes de
policía para detenerlo y no le importaba por qué.
—Quítame estas jodidas esposas —escupió Darren con los dientes
apretados.

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En el momento en que las esposas estaban quitadas, Darren giró el
puño. Tuvo la satisfacción de oír los gruñidos de Jamie por el impacto y la
caída en su culo. Se volvió para entregar lo mismo a Troy, pero el hombre
se alejó rápidamente, levantando sus manos en frente de él.
—Esto no fue idea mía, Darren.
Darren pasó por delante de Troy y se fue a la camioneta. Abrió la
puerta corredera. Denny seguía durmiendo, pero Aarón estaba empezando a
moverse. No le gustó mucho cuando el coche dejó de moverse.
Darren desabrochó a Aarón y lo sacó, agarrando una manta para
cubrir al niño pequeño. Puso a Aarón arriba en su pecho y comenzó a
acariciar su espalda mientras se volvió hacia Troy y Jamie.
—¿Puede alguno de ustedes explicarme por qué diablos fui detenido
y esposado antes de presentar una queja ante su capitán?
—¿Qué es eso? —Preguntó Jamie, mientras señalaba al bebé.
Darren puso los ojos en blanco mientras seguía palmeando la espalda
de Aarón. —Se llama bebé, Jamie.
—Yo sé lo que es, pero ¿por qué diablos tienes uno?
—En realidad, tengo dos —dijo Darren mientras miraba de nuevo a
la furgoneta, donde Denny dormía plácidamente, sin darse cuenta del caos
sucediendo fuera del vehículo—. Denny tiene cuatro años y Aarón aquí tan
sólo nueve días.
—¿Cuándo conseguiste los niños? —Preguntó Troy.
—No, espera, ¿cómo conseguiste los niños? —Le preguntó Jamie.
Darren resopló. —Bueno, cuando dos personas se casan...
—¡Casado! —Gritó Jamie.
Darren le fulminó con la mirada cuando el bebé comenzó a
lloriquear. Comenzó a hacer suaves ruidos y murmullos que rebotaron en
Aaron un poco cuando le dio una palmada.
—¿Cuándo te casaste? —Preguntó Troy, mucho más suave que
Jamie.

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—Erin y yo nos casamos hace un mes.
—Entonces —dijo Troy como un gesto hacia el bebé—, ¿éstos no
son tus hijos?
—Lo son ahora. Los adopté el mismo día en que Erin y yo nos
casamos.
—Oh, hombre, esto hace las cosas mucho más complicadas —dijo
Troy mientras pasaba una mano por el pelo y luego miró a Jamie—. Mira,
explícaselo. Voy a ir a deshacerme del agente. No tiene sentido que nos vea
tener nuestros culos humillados.
Algo en la forma en la que Jamie lo miraba, le dijo a Darren que no
le iba a gustar la explicación del hombre. Algo grave pasaba y Darren sabía
que sólo estaba metido en medio de ello.
—¿Qué demonios está pasando? —Le preguntó Darren—. ¿Por qué
fui detenido?
La cara de Jamie palideció. Parecía enfermo del estómago. Darren
sabía lo que iba a decir antes de que Jamie siquiera abriera su boca y se le
hiciera un nudo en el estómago.
—Se trata de Graham.
Darren se alejó sin decir palabra y dio un paso atrás a la furgoneta.
Sujetó suavemente a Aaron en su silla y lo cubrió con la manta. En silencio
cerró la puerta, Darren alcanzó la manija de la puerta del conductor.
—Darren, por favor —dijo Jamie—. Es importante.
Darren negó con la cabeza. —Graham dejó su posición más que
clara. No hay nada que decir.
—Alguien está tratando de matar a todos en el grupo de trabajo de
drogas.
El corazón de Darren golpeó en el pecho. Sintió sus rodillas
debilitarse y se aferró a la puerta del coche para no caer al suelo. Echó un
vistazo a Jamie. —¿Es-está bien?

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—Por ahora —asintió Jamie—. Está en custodia preventiva en este
momento junto con su madre y su padre, Paul y Jay, y nosotros. Hemos
tenido que mudarnos un par de veces y eso ha sido bastante estresante, pero
creo que va a estar bien a largo plazo. Sólo tenemos que encontrar al que
está intentando matarnos.
—¿Por qué alguien intentaría matarte? —Le preguntó Darren—. Y si
se supone que deberías estar bajo custodia preventiva, ¿qué jodidos haces
corriendo por las calles?
—Tratando de encontrar tu culo —espetó Jamie. Dejó escapar un
profundo suspiro—. Al principio, pensé que mi disparo pudo haber tenido
algo que ver con eso, pero ahora creemos que en realidad fue ese tipo,
Frank. Simplemente no podemos encontrarlo en este momento. Aparte de
eso, no sabemos. Sin embargo, el jefe piensa que tiene que ver con la
operación especial de drogas.
Darren estaba asombrado. Sabía que lo estaba. Su cerebro no era
capaz de establecerse sobre cualquier único pensamiento. Su corazón latía
con fuerza. Sus manos se sentían frías y pegajosas. Y todo lo que quería en
ese momento era sostener a Graham en sus brazos, a pesar de saber que el
hombre no lo quería.
Darren tardó en llegar a un acuerdo con eso. Su corazón todavía le
dolía por Graham y era un dolor que sabía que nunca sería apaciguado.
Graham no lo amaba y Darren necesitaba aceptar eso.
No odiaba a Graham. Nunca lo haría. No podía estar cerca de él,
cuando sabía que sus sentimientos hacia el hombre no iban a desaparecer y
que sin duda nunca serían devueltos. Graham lo dejó más que claro.
—Así que, ¿está en custodia preventiva?
—¿Creí que lo sabías? —Le preguntó Jamie—. Pensé que era la
razón por la que te fuiste, porque no querías entrar en custodia preventiva
con él.
—Me fui porque Graham me mintió. Nunca me amó. Me dijo que la
gente dice toda clase de cosas en el calor del momento, que no significan
nada realmente. Es por eso que me fui.
—Ese jodido estúpido —se quejó Jaime en voz baja.

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—¿Estás diciendo que no lo decía en serio? —Darren se quedó
boquiabierto—. ¿Fue todo una mentira?
Darren no estaba seguro de si saber esto le hacía sentirse mejor o
peor. Si Graham había mentido, entonces realmente no se preocupaba por
él. Ni un poquito. El hecho de que le hubiera mentido sobre algo tan
importante sólo sirvió para reforzar lo que Darren ya sabía, Graham no lo
amaba.
Darren tragó más allá del nudo de lágrimas en la garganta y trató de
sonreír. —Bueno, supongo que Graham tenía sus razones para lo que hizo.
Darren sabía por el dolor en el pecho que, hasta ahora, todavía
permanecía un trozo de esperanza de que Graham tuviera una buena razón
para lo que hizo, que el hombre todavía podría amarlo. Darren pensaba
diferente ahora. Esa esperanza se había ido por completo.
Se volvió a subir a la camioneta.
Jamie le agarró por el brazo. —Darren, conozco a Graham. Se
preocupa por ti, te juro que lo hace. Si él dijo lo que dijo entonces debe
haber pensado que tenía una buena razón.
Darren negó con la cabeza. Quería creer a Jamie, realmente quería,
pero le había dado dos oportunidades a Graham y las dos veces había
pisoteado su corazón. No podía haber una tercera. Además, sus prioridades
eran diferentes ahora.
—Darren, por favor —dijo Jamie—. Graham se está volviendo loco.
No come. No duerme. Contesta bruscamente a todo el mundo. Diablos,
incluso grita a su madre. El hombre está cerca de volverse loco.
—¿Qué quieres que haga yo? —Preguntó Darren—. No me quiere.
¿No comprendes eso? Ni siquiera reconocerá a nuestros amigos que
estamos involucrados.— Darren hizo una mueca. —Que estábamos
involucramos.
—Mira, Darren, no sé exactamente lo que pasó entre los dos —dijo
Jamie—. Yo no sé por qué Graham no te reconocía. Vas a tener que
preguntarle eso. Pero sí sé que el hombre se preocupa por ti y estar lejos de
ti lo está destrozando.

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A pesar de que Darren quería creer las palabras de Jamie sabía que
no podía permitirse el lujo, no esta vez. —Siento que Graham esté pasando
un momento duro, pero tengo mis propios problemas con los que tratar.
Darren negó con la cabeza y empezó a subir a la camioneta, pero
Jamie se negó a renunciar a su agarre.
—Jamie, ¿qué jo...? —Antes de que Darren siquiera pudiera
terminar de hablar, volvió a ser empujado hacia atrás contra el costado de
la camioneta y esposado de nuevo—. Jamie, lo juro por dios, si no me
quitas las esposas ahora me aseguraré de que pierdas tu placa por esto.
—Lo siento, hombre, pero me lo agradecerás cuando esto termine —
dijo Jamie mientras guiaba a Darren a su coche y lo puso en el asiento
trasero.
—Jamie, maldita sea, no puedo dejar a mis niños.
—No hay de qué preocuparse —dijo Jamie justo antes de que cerrara
la puerta—. Troy va a seguirnos en tu furgoneta. Se asegurará de que nada
les pase a tus niños.
—Jamie, maldita sea, no tienes... —Darren cerró la boca y rodó los
ojos cuando Jamie cerró la puerta. Darren se enfureció y se prometió a sí
mismo que en el momento en que estuviera libre iba a golpear a Jamie otra
vez, y luego a Troy.
Cuando Jamie se metió en el asiento del conductor, Darren volvió la
cabeza hacia la ventana y se negó a hablar con el hombre. No podía creer
que Jamie lo hubiera esposado no una, sino dos veces. El hombre debía
estar loco.
—Estoy haciendo esto por tu propio bien Darren —dijo Jamie desde
el asiento delantero.
Darren lo ignoró. No tenía ninguna duda de que Jamie sólo hacía lo
que creía que era lo mejor. Jamie era así. Había una idea en su cerebro y
nadie podía sacársela, ni siquiera con una barra de hierro.
Darren volvió a mirar hacia afuera de la ventana varias veces para
asegurarse de que Troy los seguía. Su alivio cada vez que veía la furgoneta
era la única cosa que mantuvo a Darren de gritar de frustración.

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Eso no significaba que no fuera a arremeter contra ambos demonios
en el momento en que estuviera libre, porque iba a hacerlo. Darren no tenía
ningún deseo de ver a Graham una vez más. Bueno, eso no era exactamente
así. Le dolía ver al hombre. Sólo que no quería ver a Graham alejarse de él
de nuevo y no tenía ninguna duda de que era eso exactamente lo que
sucedería.
El corazón de Darren empezó a latir frenéticamente cuando Jamie se
detuvo en la entrada de una casa pequeña. Podía ver las luces en el interior,
aunque no podía ver ningún movimiento a través de las cortinas cerradas.
—Jamie, esto no es una buena idea —susurró.
Jamie se volvió en su asiento y se enfrentó a Darren. Parecía
pensativo, las cejas reunidas en un ceño fruncido. —Mira, sólo habla con el
chico, ¿de acuerdo? Después de eso, si quieres ir a casa te voy a acompañar
yo mismo. Incluso encenderé la sirena para ti.
Darren frunció el ceño. —Sí, claro, ¿y despertar al bebé? ¿Sabes
cuánto tiempo tarda en dormirse?
Jamie se rió y salió del coche. Darren parecía volver a casa. Su
estómago se sentía molesto por saber que Graham estaba justo en el interior
más allá de la gruesa puerta de madera.
Cuando Jamie abrió la puerta y le ayudó a salir, Darren se dio la
vuelta y extendió las manos al hombre, esperando que le quitara las
esposas. Cuando no pasó nada, miró por encima del hombro a Jamie.
—Bien, ¿no vas a quitarme las esposas?
—No, creo que no.— Jamie sacudió la cabeza—. No soy estúpido,
Darren. En el momento en que esas esposas salgan, tratarás de golpearme
otra vez.
Darren sonrió. ¿Qué otra cosa podía hacer? Jamie estaba en lo cierto.
No le importaba lo que sucediera con Graham. Todavía iba a golpear tanto
a Jamie como a Troy en el momento en que sus manos estuvieran libres.
Darren se clavó en sus talones cuando Jamie lo agarró por el brazo y
lo condujo hacia la puerta principal. —Espera, ¿qué pasa con mis niños?

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—No hay por qué preocuparse —dijo Jamie—. Una vez que entres,
Troy y yo traeremos a los niños dentro.
—Maldita sea, Denny va a enloquecer.— Darren cerró los ojos por
un momento y luego respiró hondo y volvió a abrirlos—. Sólo llévame a la
furgoneta durante un momento, déjame hablar con Denny. Realmente no
quieres escuchar a esa chica gritar. Va a hacer que tus tímpanos sangren.
Jamie se rió y cambió de dirección, llevando a Darren a la furgoneta.
Se detuvo junto a la puerta lateral y la abrió. Darren se inclinó hacia
adelante y colocó un pequeño beso en la frente de la joven.
—Denny, despierta, cariño.— Darren vio cuando los párpados de
Denny se agitaron un momento y luego se abrieron lentamente.
Una cansada sonrisa cubrió sus labios cuando lo miró.
—Hola, cariño —dijo Darren—. Papá tiene que ir a hablar con
alguien. Quiero que te quedes aquí con Troy y Jamie, ¿de acuerdo? Son
amigos de papá, policías. Se asegurarán de que no te pase nada a ti o a tu
hermano.
Denny miró a Jamie y luego a Troy antes de mirar hacia atrás a
Darren. —¿Dónde está mamá? Quiero ver a mamá.
El corazón de Darren casi se rompió en el temor que pudo ver en los
ojos de Denny. —Lo sé, cariño. Vamos a ir a ver a mamá pronto, pero
tengo que ir a hablar con alguien en primer lugar. No me llevará mucho
tiempo, prometido.
—¿Puedo ir contigo? —Preguntó ella en voz baja.
—No esta vez, cariño, pero pronto —Darren asintió hacia la casa—.
¿Ves esa casa de ahí? Voy a estar justo dentro. Troy y Jamie van a llevarte
a ti y a Aarón al interior en unos pocos minutos.
—Papá, no quiero...
—Denny, esta es la forma en que va a ser.— Darren odiaba ser
estricto con Denny. Sólo estaba asustada. Darren podía ver temblar el labio
inferior y se sintió como el mayor monstruo del mundo. La parte estricta de
criar niños era una a la que Darren todavía tenía que acostumbrarse. Se

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preguntó si alguna vez lo haría—. Sólo sé una buena chica y ve con Troy y
Jamie. Nos vemos en unos minutos. Te lo prometo.
Darren besó a Denny en la frente una vez más, y luego dio un paso
atrás. Troy tomó su lugar, llegando a la pequeña niña. Cuando Jamie tiró de
él hacia la puerta principal, Darren observaba por encima del hombro.
Denny parecía estar aceptando a Troy con bastante facilidad, pero Darren
sabía que podía ser sólo una fachada. Era una niña de cuatro años con un
temperamento de dos. Cambiaba en un instante.
La garganta de Darren parecía cerrarse cuando Jamie se detuvo de
repente. Se dio la vuelta y encontró la puerta principal justo en frente de él.
Darren negó con la cabeza y trató de dar un paso atrás, parando cuando se
encontró con Jamie.
—Todo va a estar bien, Darren —dijo Jamie al llegar a la manija de
la puerta—. Sólo espera y verás. Ahora ve adentro y habla con Graham.
—Esto realmente es una mala idea.

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Capítulo Nueve
Graham oyó la puerta delantera abrirse, pero no se molestó en
levantarse de la cama en la que yacía. ¿Cuál sería el punto? No le
importaba quién se hacía cargo del siguiente turno de agentes o quién tenía
qué alimentos entregar.
No tenía hambre y no quería visitar a nadie, ni siquiera a sus padres.
Odiaba la custodia preventiva y no sólo porque no le gustara no tener el
control de su propio destino.
Tras dos semanas en custodia preventiva al detalle supo que había
cometido el mayor error de su vida. Para entonces, ya era demasiado tarde.
Una vez que estuvo en la casa de seguridad, no se le permitió irse. Era por
su propio bien, le dijeron.
Graham había salido a escondidas dos veces, ambas tratando de
encontrar a Darren, y ambas veces había sido localizado por un asaltante
desconocido y disparado. Sabía que si lo intentaba por tercera vez, Jamie
probablemente le pegaría un tiro él mismo.
La intensa y peligrosa situación en la que estaba sacó de su mente
pensamientos de Darren gran parte del tiempo, pero no hizo nada para curar
el agujero en su corazón, creado por la ausencia del hombre. Graham lo
sentía cada día. Darren dominaba sus pensamientos, cada uno de sus
momentos de vigilia.
Graham estaba desesperado por encontrar a Darren antes de perder lo
que quedaba de su cordura. No sería demasiada tampoco. Había mirado
abajo al cañón de su revólver de servicio en más de una ocasión.
Jamie dijo que había tratado de realizar un seguimiento a Darren,
pero hasta ahora no había tenido suerte en encontrar ni rastro del hombre.
Era como si Darren hubiera desaparecido de la faz de la tierra.
Simplemente desapareció, sin dejar nueva dirección ni nada. Un día estaba
ahí, al día siguiente Darren Sanford simplemente dejó de existir.

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Excepto en el corazón de Graham. Darren siempre iba a vivir ahí.
Graham respiró hondo cuando alguien llamó a la puerta del dormitor io.
Sabía que tenía que poner buena cara por sus amigos y familiares. Estaban
preocupados por él.
Graham no socializaba con ellos mucho cuando venían a visitar o
Jamie y Troy cambiaban turnos con otros agentes, así que Graham podía
ver una cara amiga. Dolía demasiado estar cerca de ellos, sabiendo que
eran amigos de Darren también.
Podría haber compartido su angustia con ellos, eran sus amigos
también, pero eso significaría compartir su vergüenza con ellos también.
Darren esperaba siempre que Graham lo reconociera, le diera alguna señal
de que Graham se preocupaba por él.
El miedo y la incertidumbre quizá mantuvieron a Graham
aferrándose a lo mejor que alguna vez le pasó y nunca soltarlo. En el
momento en que pensó que Darren era el amor de su vida, ya era
demasiado tarde.
Graham sabía ahora que debería haberlo gritado a los cuatro vientos.
Ni siquiera le importaba lo que su madre pensara ya más. Tener su
aprobación significaba mucho menos en comparación con la angustia que
Graham sentía por no tener a Darren en su vida.
El sonido de la puerta abriéndose detrás de él, captó la atención de
Graham. Pegó una sonrisa en su cara que realmente no sentía y se volvió a
enfrentar al que abrió la puerta.
Graham sintió como si el aire fuera succionado de sus pulmones
cuando Darren entró en la habitación. Su mirada verde musgo echó un
rápido vistazo a la habitación, estableciéndose en Graham por un breve
instante antes de caer al suelo.
—Hola, Graham.
—Darren —dijo Graham, mientras lentamente se sentó. No podía
creer que después de todo este tiempo Darren estuviera delante de él—.
¿Qué estás haciendo aquí?
Darren sonrió y se dio la vuelta para mostrar a Graham las muñecas
esposadas. —Jamie me lo pidió agradablemente.

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—¡Oh Cristo! —Graham sacó las piernas por el lado de la cama y
dejó caer su cabeza entre las manos. Iba a estrangular a Jamie cuando
pusiera sus manos en el hombre—. Lo siento mucho, Darren. Te juro que
no le pedí que te trajera aquí.
—No tendrías las llaves de estas malditas cosas, ¿verdad? —Le
preguntó Darren—. Mis brazos están empezando a sufrir calambres.
Graham se puso en pie y corrió hacia la puerta. Sus labios se
torcieron en una pequeña mueca cuando la abrió y encontró a Jamie allí
blandiendo un pequeño conjunto de llaves en su dedo.
—¿Seguro que quieres éstas? —Le preguntó Jamie mientras sostenía
las llaves.
—Hablaremos más tarde —gruñó Graham cuando cogió las llaves y
cerró la puerta. Volvió a caminar hacia Darren y se puso detrás de él.
Simplemente no podía creer que Darren estuviera aquí, en vivo, por así
decirlo.
En lugar de abrir las esposas en las muñecas de Darren, Graham
envolvió una mano en el pelo del hombre, inclinando la cabeza hacia atrás.
Le tomó la otra mano alrededor de la mandíbula de Darren y luego se
inclinó para besarlo.
Graham sabía que ésta sería probablemente la única vez en su vida
que sería capaz de besar a Darren de nuevo. El hombre estaba claramente
enfadado con él, y Graham no podía culparlo. La había jodido y Darren ya
dijo que no quería volver a ver a Graham nunca más de nuevo.
Así que, si esta iba a ser su última probada de los labios de Darren,
tenía la intención de convertirlo en un beso que el hombre jamás olvidaría.
Graham puso todo en ello, pasándose la lengua por los labios de Darren
hasta que abrió su boca.
Graham se adentró en el interior, explorando, acariciando. Su mano
se movió por debajo de la nuca de Darren, sobre su espalda ahuecando su
culo apretado. Podía escuchar la reacción de Darren en el ligero problema
en su respiración.

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Cuando Darren empezó a temblar, Graham lamentablemente rompió
el contacto. Rígidamente contuvo sus lágrimas y levantó la cabeza para
mirar a Darren. Parecía aturdido, con los ojos no muy enfocados. Sus labios
estaban enrojecidos e hinchados.
Cualquiera que estuviera mirándolo, no tendría ninguna duda de que
el hombre había estado embelesado. A Graham le gustaba esa mirada en
Darren. Le gustaba saber que él la puso ahí. Sólo deseaba poder hacerlo
una y otra vez hasta que Darren nunca pareciera diferente.
Graham se movió detrás de Darren y llegó a las muñecas del hombre.
Sus manos temblaban cuando puso la llave en la cerradura y la volvió, las
esposas haciendo un suave clic, mientras las abrió y las dejó caer alrededor
de las muñecas de Darren.
—¿Por qué me besaste?
Las palabras de Darren fueron pronunciadas suavemente, casi en un
susurro, pero hicieron eco en el interior de Graham. Tragando el sollozo
que se levantó en la garganta, Graham hundió el rostro en la parte posterior
de la cabeza de Darren.
Aspiró suavemente, absorbiendo el olor fuerte y masculino que era
exclusivo de Darren antes de hablar. —Sólo quería un último beso —
susurró, la desesperación arañando las entrañas—. Sabía que una vez que
estuvieras libre nunca me dejarías que te tocara otra vez.
Antes de que pudiera moverse, Darren se dio la vuelta y agarró a
Graham por la tela de su camisa de algodón. Graham estaba tan aturdido
por los labios que con avidez reclamaban los suyos, que ni siquiera pensó
en resistir cuando Darren lo empujó a la cama.
Graham se cayó encima del colchón, Darren aterrizando encima de
él. Todo su mundo se centró en la boca violándole, el cuerpo presionándole
hacia abajo. Y entonces oyó el chasquido de las esposas y se dio cuenta que
no podía mover las manos desde la parte superior de la cama.
Graham sacó los labios de los de Darren y miró hacia atrás para
encontrar las manos esposadas a las rejas de hierro forjado en la cabecera.
La aprehensión corría por él hasta que miró hacia abajo y vio la sonrisa
pícara y sensual de los labios de Darren.

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—Puede que no seas capaz de tocar —dijo Darren mientras quitaba
su camisa sobre su cabeza y la tiró al suelo—, pero yo sí puedo.
Graham no podía hacer otra cosa que mirar a Darren asombrado
cuando su camisa de algodón fue empujada hasta las axilas y los labios de
Darren se pegaron a sus pezones. Las manos de Graham se apretaron en
puños, mientras trataba de no gritar con la necesidad.
Lamió su estómago, mientras los labios suaves de Darren se
arrastraban por el pecho a su abdomen. Podía sentir su palpitante polla
contra su cremallera cuanto más cerca Darren llegaba a la cintura de sus
pantalones. Los movimientos de Darren eran una tortura, agonizantes, y a
Graham le encantaba.
Cuando Darren se sentó y le miró fijamente, Graham pensó que se
volvería loco. La mirada era intensa, ardiente, casi demasiado para que
Graham la soportara, pero no podía apartar la mirada.
El sonido de su cremallera bajando era el único ruido en la
habitación más allá de la respiración pesada. Era casi un sonido erótico.
Graham sabía lo que estaba haciendo Darren cuando el hombre se deslizó
hasta el final de la cama y continuó tirando de sus pantalones. Incluso
levantó las caderas para ayudar a Darren a sacar los pantalones.
Pero no podía apartar la mirada de los ojos verde musgo que lo
miraban fijamente. Ni siquiera podía mirar hacia otro lado cuando oyó la
cremallera de Darren bajar. Era como si estuviera hipnotizado por la fuerza
en ellos, el deseo intenso que Darren tenía por Graham. Era una mirada que
nunca pensó volver a ver e hizo que su corazón doliera.
Graham no sabía lo que Darren planeaba para él, para ellos, pero
tomaría cualquier cosa que pudiera conseguir. Incluso si Darren lo dejaba
en medio de todo esto, Graham disfrutaría de cada toque que recibiera.
Volvió la cabeza y vio cuando Darren se acercó a su mesa de noche y
abrió el cajón. Buscó alrededor y levantó una botella de lubricante,
levantándola para Graham cuando arqueó una ceja.
—¿No hay condones?

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Graham podía sentir su cara calentarse cuando finalmente apartó la
mirada del hombre hermoso y se encogió de hombros. —Tú no estabas
aquí —susurró Graham—. No los necesitaba.
Los labios de Darren empezaron a levantarse como si fuera a sonreír,
pero luego pareció quedar atrapado y sus labios se diluyeron. Se acercó a
los pantalones y agarró una delgada lámina de un paquete de la cartera y
luego bajó los pantalones en el suelo otra vez.
—Por suerte para ti, yo vengo preparado.
Graham no sabía cómo se sentía acerca de esa declaración. O bien
significaba que Darren era más o menos un boy scout, o quería estar
preparado en caso de que la oportunidad de echar un polvo se acercara.
Sólo el pensamiento, hizo que la polla de Graham empezara a desinflarse.
Odiaba la idea de que Darren estuviera con nadie más que él.
Después de todo lo que hizo al hombre, Graham sabía que no tenía derecho
a sentirse de la manera en que lo hacía. La idea de que cualquiera, excepto
él, tocara a Darren le dieron ganas de herir a alguien, preferentemente
alguien que incluso considerara tocar a Darren.
Cuando Darren volvió a subir a la cama, Graham lo miró
cuidadosamente. Su polla comenzó a tomar interés de nuevo cuando Darren
abrió el lubricante y roció un poco sobre sus dedos.
Graham apenas podía levantar la cabeza y vio llegar a Darren a
alcanzarse detrás. Se imaginó lo que Darren estaba haciendo y la erótica
imagen le robó el aliento. Desesperadamente quería preguntar si podía ver
a Darren estirarse él mismo. Sin embargo, romper el silencio en la
habitación podría recordar a Darren dónde estaba o con quién estaba y
Graham no tomaría ningún riesgo.
Cuando Darren cogió el paquete y lo abrió, el aliento de Graham
quedó atrapado en su garganta. Casi no podía evitar moverse cuando el
condón rodó lentamente por su duro eje.
Se mordió el labio inferior cuando Darren chorreó lubricante sobre el
condón y lo extendió sobre su polla. Se sentía tan increíblemente bueno
tener las manos de Darren en su cuerpo otra vez, Graham no pensaba que

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fuera a durar mucho tiempo. Tal vez ni siquiera durara el tiempo suficiente
para que Darren subiera.
Al menos, eso es lo que Graham asumió que Darren haría cuando el
hombre se movió sobre la parte superior de él, a horcajadas sobre sus
caderas. La polla de Graham quedó atrapada bajo el cuerpo de Darren,
apretada fuerte entre los muslos de Darren. Podía sentir el eje duro de
Darren y las sedosas bolas frotándose contra él. Eso en sí mismo era una
especie de dolorosa tortura.
Darren levantó sus caderas. Graham se agarró a la cabecera con las
manos esposadas y se sostuvo para salvar el pellejo cuando Darren bajó
lentamente su cuerpo sobre la polla de Graham, empalándose a sí mismo,
pulgada a gloriosa pulgada.
Cuando el cuerpo de Darren descansaba totalmente contra el de
Graham, se congeló en su lugar y se sentó ahí, con la cabeza inclinada
hacia atrás, las manos apretadas en puños contra sus muslos. Graham no
sabía si moverse o quedarse quieto, pero la agonía de esperar casi lo mata.
En el momento que Darren finalmente levantó la cabeza y puso sus
manos sobre el pecho de Graham, Graham pensó que se desmayaría.
Darren empezó a salir lento, apenas movía sus caderas hacia arriba y hacia
abajo. Graham se agarró más fuerte a la cabecera y trató de no empujar
hacia arriba en el apretado culo de Darren.
Quería que Darren tuviera el control de la acción, pero no estaba
seguro si podía. El placer volando a través del cuerpo de Graham cuando
Darren follaba su pene, era alucinante.
Entonces, Darren empezó a moverse más y más rápido, su cuerpo
cayendo más y más duro en el de Graham. Graham estaba seguro de que
podría mantenerse a raya el tiempo suficiente para ver a Darren, pero luego
Darren agarró su polla y comenzó a acariciarse a sí mismo.
El sitio de la piel de Darren enrojecida, su mano acariciando su polla
rápidamente mientras él mismo se empalaba en la polla de Graham, lo
lanzó justo sobre el borde.

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Justo cuando Graham oyó a Darren gritar y gotas de líquido
salpicaron en el pecho, el calor construyéndose en su cuerpo, se encendió.
Graham excavó los talones de sus pies en el colchón y se alzó en Darren
cuando se corrió, llenando al hombre con su liberación abrasadora.
La niebla que rodeaba su mente no se había despejado, cuando
Graham sintió las esposas abrirse, entonces Darren se derrumbó en la parte
superior de su cuerpo. Graham puso un brazo sobre los hombros de Darren.
Agarró la mano de Darren con la otra, sosteniéndola contra su corazón, el
único lugar al que el hombre realmente pertenecía.
Luego empezó la esperanza.

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Capítulo Diez
La respiración de Darren volvió lentamente a la normalidad. Podía
sentir el calor del cuerpo de Graham en contra del suyo debajo de él, los
brazos del hombre envueltos alrededor de él. Su mano se estremeció
cuando acariciaba distraídamente a Graham con el pulgar.
Darren sabía que tenía que estar loco por tener relaciones sexuales
con Graham de nuevo. Esto no lo llevaría más que a dolores de cabeza.
Pero había necesitado sólo una vez más con Graham; por lo menos, eso es
lo que trató de decirse a sí mismo.
—¿Qué es esto?
Darren miró abajo y vio el pulgar de Graham rastrear la banda de oro
en el dedo anular de su mano izquierda. Suspiró profundamente. Así que,
esto era. Ese período de tiempo en el que Darren sabía que todo llegab a a
su fin.
—Estoy casado.
—¿Casado?— El cuerpo de Graham se puso rígido por debajo de
Darren—. ¿Cuando diablos te casaste?
—Hace un mes —dijo Darren y luego esperó la lluvia radiactiva.
—¿Hace un mes? —Gritó Graham cuando se apartó de Darren y se
sentó—. ¿Te casaste hace un mes? Chico, no esperaste mucho, ¿verdad?
¿Apenas me había ido dos semanas y tú jodidamente te casaste?
Darren explotó. Se deslizó hacia el lado de la cama y cogió su ropa.
La ira le desgarró como un puño a su intestino cuando se vistió con rapidez.
Una vez que tuvo su ropa puesta y sus zapatos atados, se volvió para mirar
a Graham.
—¿Sabes qué? No tienes derecho a estar enojado conmigo por
casarme. No me quieres, ¿recuerdas? —Gritó—. Dijiste, y cito, “la gente
dice toda clase de cosas en el calor del momento, que no quieren decir
realmente”.— Señaló Darren con el dedo hacia el pálido rostro de Graham.
—Así que, no te enfades conmigo porque alguien más me quiera.

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—Darren, tu no entien...
—No, tú no entiendes. Esperé un año para que sacaras la cabeza de
tu culo y reconocieras que significaba algo para ti —dijo Darren—. Cuando
no lo hiciste, sabía que había terminado y te dejé ir, pero volviste. Tú
volviste, no yo. Dijiste que me amabas y luego dijiste que mentiste. Así
que, jódete, Graham.
—¿Qué le va a parecer a tu marido que te acuestes conmigo y no con
él?
Darren puso los ojos en blanco. Si tan sólo... —Mi esposa entenderá.
—¿Tu esposa? —Gritó Graham, con las cejas disparándose hasta el
nacimiento del pelo—. ¿Te casaste con una mujer?
—¿Por qué todo el mundo sigue preguntando eso?
—Debido a que eras gay.
—Todavía soy gay.
Graham se arrastró fuera de la cama y se puso de pie. Se rió y no era
un sonido agradable. —Estoy seguro de que te va muy bien con tu esposa.
—En realidad, Erin sabía que era gay cuando se casó conmigo.
—Tratando de arreglarte, ¿verdad? ¿Acaso piensa que una vez que
consigas el sabor de su coño renunciarás a la polla?
Darren hervía. Sacó el brazo hacia atrás y golpeó a Graham directo a
la cara. Graham se tambaleó hacia atrás y cayó sobre la cama, su mano
subiendo para cubrir su cara, el labio sangrando. Darren se inclinó hasta
que estuvo casi nariz con nariz con Graham.
—No importa cómo te sientas o lo que pienses, no tienes derecho a
hablar una palabra en contra de Erin —dijo Darren lentamente, en voz
baja—. Ella es la única que me mantuvo vivo cuando me empujaste a la
acera como un pedazo de basura que se tira. Me dio una razón para no
poner una bala en mi cabeza.

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Los ojos de Graham se abrieron como platos. Pareció sorprendido y
extrañamente angustiado. Bajó la mirada, como si no pudiera ver a Darren
a la cara nunca más. Darren se puso de pie y dio varios pasos hacia atrás.
Pasó la mano por el pelo y gruñó en voz alta antes de cruzar los brazos
sobre el pecho.
—Yo no voy a hacer esto contigo, Graham —dijo finalmente—. No
puedo ser tu pequeño sucio secreto nunca más y has dejado más que claro
que nunca me amarás. Creo que sólo sería mejor si no nos viéramos otra
vez.
—Entonces, ¿qué fue esto? —Preguntó Graham haciendo un gesto a
la cama deshecha.
—¿Un jodido adiós? —Preguntó Darren—. Mira, el sexo nunca ha
sido un problema para cualquiera de nosotros. Es fuera de la cama cuando
las cosas se complican. Con tal de que siguiéramos nuestra relación entre
las sábanas eso estaba bien, pero no puedo hacer eso nunca más y tú no
estarás de acuerdo con cualquier otra cosa. Yo necesito más.
—Y ¿crees que lo vas a encontrar con una mujer?
—No —Darren rió con tristeza—. No, mi relación con Erin no se
trata de sexo. Diablos, nunca he visto a la mujer desnuda. Dudo que alguna
vez lo haga. No soy su tipo y desde luego ella no es el mío.
—¿Entonces por qué en el infierno te casaste con ella?
—Esa es la pregunta del millón de dólares, supongo —dijo Darren
cuando se acercó a mirar por la ventana a través de los listones en las
persianas—. Nos necesitábamos el uno al otro. Ella necesitaba a alguien
que estuviera ahí para ella y yo necesitaba una razón para vivir aparte de ti.
—¡Por Dios, Darren!
—Sí, lo sé, sueno patético como el infierno.— Darren le dio a
Graham una sonrisa irónica y se encogió de hombros—. Nunca hiciste
ninguna promesa. Incluso me dijiste una y otra vez que lo que teníamos era
temporal. Todavía fui lo suficientemente estúpido como para caer
enamorado de ti. Nada de esto es tu culpa.
—Sí, lo es.

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Darren negó con la cabeza. —No, yo sólo buscaba algo que no fuera
tem...
—Te mentí, Darren —dijo Graham en voz baja mientras miraba
hacia abajo a sus manos y las retorcía juntas.
—¿Qué?
Graham respiró hondo y miró hacia arriba. Si Darren no lo supiera
mejor, habría pensado que Graham estaba nervioso, pero ¿qué razón
tendría para sentirse de esa manera?
—Te mentí, Darren —dijo Graham de nuevo.
Darren se acercó a sentarse en la silla contra la pared. Tomó una
profunda respiración y luego la dejó escapar lentamente. Se aferró a los
brazos de la silla, anclándose a sí mismo a algo sólido antes de mirar a la
cara sombría de Graham.
—¿Sobre qué me mentiste?
Graham soltó un bufido. —Sobre casi todo.
—¿Podrías ser más específico?
Graham no dijo nada. Sólo se agachó, agarró los pantalones y se los
puso. Una parte pervertida de la mente de Darren se dio cuenta de que
Graham sólo se abrochó los dos botones superiores de sus pantalones
vaqueros, dejando una tentadora mata de pelo detrás, debajo de la tela
vaquera.
Graham se acercó a un pequeño armario y sacó una botella de un
líquido de color ámbar. Sirvió un poco en dos vasos de plástico, le dio uno
a Darren y llevó el otro de regreso para sentarse al lado de la cama.
Darren no estaba seguro de qué hacer con la postura derrotada de
Graham cuando el hombre apoyó los codos en los muslos y acunó el vaso
blanco entre sus manos, la mirada fija en él como si no se atreviera a mirar
a Darren a la cara.
—¿Graham?

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—Te quise desde el primer momento en que te vi. Tú eras la jodida
cosa más caliente que he visto. Yo ni siquiera pensé en cómo las cosas iban
a ir entre nosotros en ese momento. Todo lo que podía pensar era en
llevarte a mi cama de cualquier manera posible.
Darren conocía ese sentimiento. Graham fascinó a Darren desde el
primer vistazo. Sabía, incluso ahora, que aún habría estado con Graham en
ese momento, sabiendo que le iba a dar dolores de cabeza. Sólo que no iba
con él negar al tipo.
—A medida que pasaba el tiempo y las cosas se complicaron entre
nosotros, traté de fingir que no significabas nada para mí, que yo sólo podía
romper las cosas contigo y seguir con mi vida como si nada hubiera
cambiado.— Graham tragó con mucha fuerza, su nuez de Adán subía y
bajaba por la garganta entera—. Estaba equivocado.
Graham finalmente alzó la vista y Darren inhaló profundamente en el
dolor que podía ver brillando en los ojos azules de Graham. —Estar sin ti
fue un infierno.
—¿Entonces por qué...? —Espetó Darren con la boca cerrada.
—¿Por qué dije lo que dije?
Darren asintió.
—El jefe me dijo que alguien emitió una búsqueda sobre mí y mi
familia. Me advirtió que cualquiera que me importara podría estar en
peligro. Como nadie sabía sobre ti, pensé —los ojos de Graham volvieron a
caer—. Pensé que podría mantenerte a salvo si nadie sabía que estábamos
juntos.
Darren se quedó mirando a Graham mientras trataba de comprender
las palabras del hombre. El silencio que se cernía entre ellos se hizo cas i
insoportable. Darren no sabía cómo responder a lo que Graham le dijo.
Graham agitó sus manos alrededor de la habitación escasamente
decorada. —Como puedes ver, todavía estoy en el infierno.
—Graham, ¿por qué no me lo dijiste? —Preguntó Darren—. Me
hubiera ido contigo.

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Graham se puso en pie y empezó a caminar. Sus manos se abrían y
cerraban. —Debido a que habría puesto una diana sobre ti como yo tenía
una sobre mí. Por no mencionar, que habrías tenido que alejarte de toda tu
vida. Yo no podía hacerte eso.
—¿Y dejarme solo por ahí fue mejor? —Le preguntó Darren—.
Graham, vendí mi casa. Me deshice de todas mis posesiones. Renuncié a
mi trabajo. Estaba dispuesto a acabar con todo. Si Erin no hubiera
intervenido, poner una diana sobre mí no habría importado. Ya estaba
muerto.
—¡No digas eso! —Gritó Graham.
—¿Por qué no? —Volvió a gritar Darren—. Es la verdad.
Graham se sentó en la cama, luego se deslizó hasta el suelo. Se puso
de rodillas hasta el pecho y empujó las palmas de sus manos contra los
ojos. La sorpresa de ver a Graham tan derrotado mantuvo a Darren inmóvil
durante medio segundo antes de que se levantara y cruzara la habitación
para sentarse en el suelo a sus pies.
—¿Alguna vez te preocupaste por mí? —Preguntó Darren en voz
baja. Sabía que estaba llegando, pero tenía que saber cómo se sentía
Graham—. ¿Incluso un poco?
—Sí —Se rió nerviosamente Graham y sollozó mientras se limpiaba
los ojos—. Pero supongo que en realidad no importa ahora. Estás casado y
yo estoy... estoy todavía bajo custodia preventiva con una diana sobre mi
espalda.
—¿Me amabas?
Fue sólo cuando Graham tocó el collar alrededor del cuello que
Darren reconoció la delicada cadena como la que el hombre le había dado.
Sintió sus ojos humedecerse cuando una chispa de esperanza se encendió
en su corazón.
—Te amé lo suficiente para dejarte ir —susurró Graham.
Darren se empujó entre las piernas de Graham y suavemente tomó su
cara. Secó las lágrimas en los ojos de Graham con los pulgares. —¿Me
amas lo suficiente para que me quede?

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—Dar, yo...
—No me mientas, Graham, ahora no, por favor —murmuró Darren
en voz baja—. Esta es tu última oportunidad. No te daré otra. No puedo
superarla. O me quieres o no.
—No cambia nada, Darren —exclamó Graham—. Todavía estás
casado y yo todavía...
—No importa.
Darren contuvo la respiración cuando la cabeza de Graham se dejó
caer contra el borde de la cama. Graham parecía mirar a cualquier parte,
excepto a él, pero finalmente, los brillantes ojos azules se asentaron sobre
él.
—Te amo, yo sólo...
Darren rápidamente cubrió los labios de Graham con sus dedos
mientras su corazón latía con alegría en su pecho. —No, no digas nada
más. No quiero escuchar nada que tengas que decir a menos que tenga que
ver con cómo te sientes sobre mí.
Los ojos de Graham brillaban y Darren podía sentir el rumor de la
risa del hombre a través de su pecho. Darren sonrió. Movió los dedos de la
boca de Graham el tiempo suficiente para inclinarse hacia abajo y cubrir
sus labios con los suyos.
Graham se quejó, con sus dedos escarbando en las caderas de
Darren. El beso fue lento, reflexivo, y envió temblores de alegría corriendo
por la columna vertebral de Darren. Podía sentir la misma respuesta en el
rápido latido del corazón de Graham, en su respiración pesada.
Lamentablemente, Darren necesitaba aire y tuvo que levantar la
cabeza finalmente. Rápidamente cubrió los labios de Graham con sus dedos
otra vez. Arqueó una ceja a Graham, retándolo a decir cualquier cosa,
excepto lo que quería oír cuando lentamente levantó los dedos.
—Te amo, Graham —dijo Darren—. Siempre te amaré.
La respiración de Graham se enganchó. —Oh, Dar, yo... ¿Por qué?
No he hecho nada, sino alejarte y tratarte como una mierda. ¿Cómo es
posible que sientas algo por mí, excepto odio?

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Darren rozó el dorso de la mano por el lado de la cara de Graham. —
Nosotros no elegimos a quien amamos, Graham. Simplemente así es.
—No te merezco.
Darren se rió. —No, no, pero me tienes de todos modos si me
quieres.
—Lo hago, más de lo que alguna vez he querido nada en la tierra,
pero todavía estás casado y todavía estoy metido hasta las rodillas en la
mierda. No puedo ponerte en esto conmigo. ¿Qué pasa si alguien trata de
hacerte daño para llegar a mí?
—Entonces, vamos a escondernos juntos —dijo Darren con
vehemencia—. Averiguaremos quién está tratando de matarte y antes de
que puedan hacer nada. Lucharemos. No te des por vencido.
—¿Y tú estando casado? —Preguntó Graham—. ¿Qué hacemos al
respecto?
Darren hizo una mueca y se sentó sobre los talones. —Sí, sobre eso...
Un repentino golpe en la puerta interrumpió su conversación. Darren
lanzó un suspiro. Probablemente igual de bien... ¿Cómo explicarle a
Graham la situación en la que se encontraba? ¿Graham se asustaría y se
marcharía?
—Darren, te necesito —dijo Jamie a través de la puerta.
Darren podía oír los gemidos de Aarón por la puerta y sabía que su
tiempo con Graham había llegado a su fin. Se puso de pie y caminó hacia la
puerta, sabiendo que en el momento en que la abriera, todos sus secretos
saldrían a la luz.
Jamie frunció el ceño cuando en silencio entregó a Aarón. Darren se
encogió de hombros, sabiendo que Jamie no lo habría interrumpido a él y a
Graham a menos que fuera importante. Un bebé llorando, sería importante
para cualquiera no preparado para ello.
Darren acunaba al bebé a su pecho, el llanto del niño acallándose en
el momento en que Darren lo tomó. Darren sonrió a la pequeña y delicada
cara. Respiró hondo y se volvió para enfrentar a la música.

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—¿Qué es eso?
Darren se reía mientras caminaba por la habitación para arrodillarse a
los pies de Graham de nuevo. —Todos siguen preguntando lo mismo. ¿No
has visto a un bebé antes? —Preguntó mientras alargaba el bebé a Graham.

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Capítulo Once
Las manos de Graham se sacudieron cuando Darren puso al pequeño
recién nacido en sus brazos. No tenía idea de lo que estaba haciendo, o
incluso la forma de sostener a un bebé. Ni siquiera estaba seguro de que
jamás hubiera visto a nadie tan pequeño.
—Este es Aarón —dijo Darren—. Mi hijo.
—¿T-tu hijo? —Se ahogó Graham mientras miraba abajo al bebé.
Trató de encontrar alguna señal de Darren en el niño, pero no pudo. La piel
de Darren era pálida y cremosa. Este bebé parecía más oscuro y bronceado,
al igual que Graham. Incluso tenía los ojos azules en vez de verde musgo.
—¿Tienes un hijo?
—Y una hija de cuatro años llamada Denny.
Graham se sorprendió. Sintió una racha de celos, de una milla de
ancho, correr a través de él. ¿Darren había estado jugando con él todo este
tiempo? ¿Era todo lo que el hombre le dijo sobre el amor sólo una mentira?
Incluso cuando ese pensamiento voló a través de su mente, Graham
lo rechazó. No, Darren nunca le haría eso a él, no si verdaderamente amaba
a Graham como decía que lo hacía. Darren no era de esa manera.
—¿Es por eso que te casaste con Erin?

Darren asintió. —Erin se está muriendo.


—¿Qué pasa con su padre?
—Yo soy su padre.
Graham asintió. —Entiendo eso, pero ya sabes lo que quiero decir.
Estos no son tus hijos biológicos.
—Podrían ser —insistió Darren con una pequeña sonrisa.

pág. 94
—No, no podrían —dijo Graham cuando suavemente cepilló la mano
sobre la parte superior de la cabeza de Aarón—. Si me amaras nunca
hubieras estado con otra persona.
—Crees que es así, ¿eh?
Graham miró a Darren, su rostro severo. —Lo sé.
Darren se rió. —Bueno, tienes razón. Erin estaba cansada de tratar de
encontrar al Señor Perfecto mientras su reloj biológico contaba. Fue
inseminada artificialmente. Después de que Denny naciera decidió que
quería que ella tuviera un hermano y lo hizo de nuevo. Un par de meses
después de su embarazo, le diagnosticaron cáncer. El tratamiento habría
matado al bebé de modo que optó por dejarlo.
—¿Y ahora se está muriendo?
Darren asintió, pareciendo triste. —Por la época en que nació este
pequeño tenía un gran daño en su sistema. Todavía estamos tratando de
todo, pero va a tener suerte de llegar a Navidad.
—Así que, creo que deberíamos hacer todo lo que esté a nuestro
alcance para hacer que su último par de meses sean buenos, ¿eh?
Darren respiró hondo. —¿Estás bien con todo esto?
—Darren, no sé lo que todo esto es —respondió Graham—. Sólo sé
que dijiste que esta era mi última oportunidad y me niego a joderla. Si eso
significa que vienes con un par de niños y una esposa, entonces eso es lo
que significa.
Graham no estaba seguro de nada, excepto que haría cualquier cosa
para no perder a Darren de nuevo. No sabía casi nada acerca de los niños,
pero podía aprender. Al igual que aprendió que no podía vivir sin Darren.
Graham abrió la boca para protestar, cuando Darren llegó al bebé. Le
gustaba sostener al pequeño. Sin embargo, cuando Darren colocó al bebé
en la cama y puso almohadas en torno a él, la curiosidad de Graham creció.
Darren se movió de nuevo a horcajadas sobre los muslos de Graham.
Sus brazos se envolvieron alrededor del cuello de Graham. Los ojos de
Graham cayeron cerrados cuando Darren colocó pequeños besos en sus
labios.

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—Dime que me amas.
—Te amo—. Graham pareció recibir un beso de su húmeda boca
para cada respuesta correcta que daba. Le daría a Darren cualquier maldita
cosa que quisiera si eso significaba más de lo mismo.
—Dime que nunca me apartarás de nuevo.
—Oh, Dar, no quiero ponerte en peligro —dijo Graham al tiempo
que abría los ojos para mirar a la cara de Darren. —¿Qué tal si...?
—Dime que nunca me apartarás otra vez —repitió Darren.
Graham se quejó. Darren era un obstinado de mierda. —Nunca voy a
apartarte de nuevo.
—Prométeme.
Graham sonrió. —Te lo prometo.— Recibió otro, uno de los besos
que alteran el mundo de Darren. Hizo que sus dedos se doblaran.
—¿Me prometes qué?
—Te prometo que siempre te amaré y nunca te apartaré de nuevo.
—Entonces esto —dijo Darren cuando desabrochó el collar alrededor
del cuello de Graham y se lo puso en el suyo—, me pertenece.
Cuando Darren empezó a bajar la mano, Graham la capturó. Frotó el
pulgar hacia atrás y adelante a través de la sencilla banda de oro en el dedo
anular de Darren. —Uno de estos días, cuando estés listo, quiero poner mi
anillo en este dedo, Darren.
—Me gustaría eso.
—¿Sí?
—Sí—. Darren se inclinó por otro beso, presionando su cuerpo con
fuerza en el de Graham.
La puerta del dormitorio de repente se abrió.
—¡Papá! —Gritó una pequeña voz.

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Graham azotó su cabeza alrededor para ver a una niña con rizos
castaño-oscuros venir disparada a la habitación.
—¡Denise Lanett! —Dijo Darren con severidad—. ¿Qué te he dicho
acerca de irrumpir en las habitaciones cuando la puerta está cerrada?
El rostro de la niña pequeña cayó. Juntó las manos y luego bajó la
cabeza hasta que la barbilla tocó el pecho. La mandíbula de Graham se
abrió cuando su labio inferior empujó hacia fuera e hizo pucheros. No
recordaba ver esa mirada en la cara de alguien antes.
—Se supone que llame primero.
—¿Y llamaste?
—No —dijo Denny—, pero, papá, yo sólo...
—No hay excusa, Denny —dijo Darren—. Siempre llamas primero y
esperas respuesta antes de abrir la puerta.
—Sí, papá.
Darren asintió y abrió los brazos. —Ahora, ven aquí, quiero que
conozcas a alguien.
Denny corría por la habitación. Tanto Graham como Darren
gruñeron por el impacto del cuerpo de cuatro años de edad, cuando saltó a
los brazos de Darren que esperaban. Darren retrocedió para sentarse en el
suelo y estableció a Denny en su regazo.
—¿Te acuerdas de esa historia que te conté del Príncipe Azul y el
príncipe durmiente —Le preguntó Darren—. ¿Recuerdas cómo el príncipe
durmiente esperó a que su príncipe azul viniera a darle un beso y
despertarlo y salvar el reino?
Denny asintió. —¿Es por eso que estabas besándolo? —Señaló
Denny a Graham—. ¿Es tu príncipe azul? ¿Va a salvar al reino?
—Sí, este es Graham —dijo Darren—. Va a besar al príncipe
durmiente y salvar el reino.

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Graham se rió. Estaba bastante seguro de que recordaba la historia de
la Bella Durmiente. Desde luego, no era el Príncipe Azul, pero Darren
podría pasar por una bella durmiente... si estaba durmiendo.
Denny ahuecó su mano alrededor de su boca y se inclinó a susurrar
al oído de Darren. En realidad con cuatro años de edad, hablaba en voz lo
suficientemente alta para que todos en la sala la escucharan.
—Papá, no se parece al Príncipe Azul —dijo Denny—. Se parece a
Aaron. Ninguno de los dos tiene pelo.
La mirada de Darren voló hasta la de Graham y sabía que el hombre
no sabía muy bien qué decir. Graham sólo sonrió y sacudió la cabeza. Se
puso de pie y tomó al bebé que dormía en la cama, estableciendo a Aaron
contra su pecho como había visto hacer a Darren.
—¿Por qué no vamos a encontrar algo para comer? —Preguntó
mientras sostenía la mano de Darren y Denny.
Darren agarró su mano y se puso en pie, dando al cuerpo de Graham
un vistazo rápido de pies a cabeza. —¿Por qué no terminas de vestirte
primero?
Graham miró su pecho desnudo y luego hizo un guiño a Darren. —
¿Por qué? ¿No te gusta como está?
—No cuando tengo que concentrarme en dos niños —dijo Darren—.
Hay ciertos momentos para pensar en ti a medio vestir que no son
apropiados.
Graham se rió y dejó al bebé en la cama. —¿Por qué los dos no van a
la cocina y buscan a Troy o a Jamie? Llevaré a Aarón tan pronto como me
vista.
Darren asintió y condujo a Denny desde la habitación. Graham
rápidamente se vistió y se puso los zapatos antes de recoger al bebé que
dormía de nuevo. Se sorprendió un poco de lo bien que olía el pequeño.
Pensaba que los pañales del bebé apestaban a vómitos y a suciedad,
pero Aaron olía a limpio, como el polvo de bebé y un toque de fragancia
única de Darren. Graham sabía que era un olor que vendría a disfrutar en el
futuro. Era calmante y pacífico.

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Graham acunaba a Aarón en el pecho una vez más y comenzó a salir
de la habitación. Podía oír la charla de Denny procedente de la sala y siguió
el dulce sonido. En el momento en que dobló la esquina, su corazón cayó.
Darren estaba en el centro de la sala de estar con los padres de
Graham. Denny estaba charlando a mil por hora con la madre de Graham.
Anita Craig escuchaba con una sonrisa en su rostro a la niña pequeña.
Graham sabía que esa sonrisa no seguiría en el momento en que su
madre se enterara exactamente de quién era la niña y lo pronto que lo
relacionaría. Comprendiendo que no iba a salir de la escena por venir, de
ninguna manera en el infierno negaría a Darren una vez más, Graham
respiró hondo y cruzó la habitación para estar junto a Darren.
Podía oír la aguda inhalación de su madre cuando se inclinó y besó
suavemente en los labios a Darren. Cuando miró hacia arriba, Graham vio
una leve sonrisa en el rostro de su padre. La cara de Anita, sin embargo,
estaba pálida, lo cual era inusual por sí mismo, teniendo en cuenta su color
de piel.
—Veo que has conocido a Darren y a Denny —dijo Graham. Dejó al
bebé en su brazo y asintió hacia él—. Este pequeño es Aarón.
—¿Cuál es el significado de esto, Graham? —Preguntó Anita
mientras señalaba al brazo que Graham puso alrededor de la cintura de
Darren.
—¿El significado de qué, Madre?
—Es blanco, Graham.
—Me he dado cuenta de eso, Madre —dijo Graham—. Pero deberías
verlo cuando está desnudo. Su culo es tan blanco que podría cegarte.
—Oye, no es tan malo —protestó Darren.
Graham se rió. —Sí, lo es.
—Graham, tú sabes mi norma —dijo Anita mientras cruzaba los
brazos sobre el pecho.

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Graham estaba bien familiarizado con la mirada que le disparó. La
había visto cientos de veces formarse. Su madre estaba a punto de perder la
paciencia.
—Soy muy consciente de la norma, Madre —respondió Graham—.
Sin embargo, no es mi norma y, como tal, no se aplica a mí. Si decides
quedarte con tu prejuicio ese es tu problema, no el mío.
—¡Graham! —Dijo Anita, su tono de voz reflejando su indignación.
—Me encanta Darren, y tengo la intención de pasar el resto de mi
vida con él si me lo permite. Pero, lo amo por lo que es, no por su colo r. No
podría realmente importarme menos si es blanco, negro, o púrpura. Es el
hombre que amo.
—Tienes que casarte con una dulce joven y darme nietos.
Graham extendió el bebé acunado en el hueco de su brazo. —Conoce
a tus nietos.

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Capítulo Doce
Darren pasó la mano abajo a un lado de la cara de Graham
durmiendo. La cabeza del hombre descansaba sobre el muslo de Darren
mientras se estiraba en el sofá, Denny se enroscaba en su pecho, durmiendo
junto con él. Aarón estaba acurrucado en el pecho de Darren.
La mayor parte de la familia dormía, Darren y el padre de Graham,
Robert, los únicos despiertos junto a los dos agentes que los custodiaban.
Robert sentado a solo unos pocos metros, pero Darren podía sentir que el
hombre lo observaba. En realidad, era inquietante, como si Robert estuviera
tratando de encontrar algo.
Después del incidente con la madre de Graham, Darren realmente no
tenía mucho que decir a cualquiera de los padres de Graham. Aunque nadie
le había explicado las cosas abiertamente, Darren sumó dos y dos y se dio
cuenta de que Anita Craig tenía mucho que ver con la razón de que Graham
no lo reconociera durante tanto tiempo.
Darren estaría mintiendo si dijera que no se sentía resentido y un
poco enojado. No entendía cómo el color de su piel podría hacer una
diferencia para cualquiera. Pensaba que la naturaleza de su personalidad
significaría más, pero al parecer no.
Darren no quería decirle a Graham que necesitaba elegir entre su
amante y sus padres. Pero seguro como el infierno que no podía verlos a
todos juntos para cenas familiares o de vacaciones. No se quedaría en torno
a las personas que lo consideraban inferior.
Anita claramente no quería a su hijo con un hombre blanco, y no era
como si Darren pudiera cambiar el color de su piel. Su madre era irlandesa.
Darren era tan blanco como podría ser.
—Realmente amas a mi hijo, ¿verdad?
Darren miró con sorpresa. Estas fueron las primeras palabras que
Robert hablaba con él desde que Graham hizo el anuncio con respecto a sus
intenciones hacia Darren. Asintió y miró hacia abajo a la cara dormida y se
volvió hacia él.

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Graham parecía que estaba durmiendo tranquilamente, las líneas de
tensión alrededor de su rostro suavizadas por vez primera desde que Darren
lo volvía a ver. Incluso la tensión en el cuerpo de Graham parecía haberse
desvanecido.
—Sí, lo amo —dijo Darren—. Mucho, de hecho.
—Para que lo sepas, no todo el mundo cree lo que mi esposa.
Esta información sorprendió a Darren. Miró a Robert una vez más,
con una ceja levantada. —¿Oh?
—En realidad no tiene nada que ver con el color de tu piel —dijo
Robert, mientras se señalaba a sí mismo—. Como puedes ver, no tiene nada
en contra de los blancos. Un hijo gay es un asunto diferente.
—¿Por qué?
Robert se encogió de hombros. —¿Quién sabe? Tal vez teme lo que
los dos pasaran con las personas que no entienden las relaciones
homosexuales. Quizás realmente quiere nietos biológicos. No lo sé
exactamente.— Robert se inclinó hacia adelante y juntó las manos. Su
mirada era seria cuando miró a Darren. —Lo que sí sé es que mi hijo ha
estado muriendo lentamente. Poco a poco, he visto la luz de sus ojos
desvanecerse. Entonces llegaste y la luz volvió, más brillante de lo que
alguna vez haya visto.
—Ha sido muy duro para nosotros.
Robert asintió. —No entiendo esta completa cosa gay, nunca lo he
hecho, pero sí sé que significas algo para mi hijo, algo grande. Y eso es
suficiente para mí. Sólo quiero que sea feliz, ya sea contigo o con una
mujer o el hombre de la luna. No quiero ver esa luz desvanecerse de sus
ojos de nuevo para lo que sea que tenga que hacer para ayudarte, puedes
contar conmigo, a pesar de lo que mi esposa piense.
—¿Esto no va a causar problemas entre tú y tu esposa?
—Es más que probable, pero puedo manejarlo. No he estado casado
con la mujer durante treinta y cuatro años sin aprender una o dos cosas.—
Robert se rió—. Es posible que desees recordar que los años pasan para ti y
para Graham.

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—No dejes que te engañe —dijo Graham al tiempo que abría los ojos
y sonrió a Darren—. Me tiene envuelto alrededor de su dedo meñique y lo
sabe.
Darren sonrió. —Hey, ¿qué tal has dormido?
—Bueno, a excepción de la bolsa de agua caliente pegada a mi lado,
muy, muy bien.
—Sí, probablemente debería haberte advertido al respecto. Denny
tiende a correr un poco al lado caliente y una vez que decide que eres buen
material para abrazar, nunca te alejarás de ella.
El corazón de Darren se calentó ante la mirada tierna que Graham le
dio a la niña. —Creo que puedo aceptar eso.— Graham tomó a Denny en
sus brazos y se sentó, sentándose tan cerca, que Darren sintió sus brazos
presionar uno contra el otro.
—Sí, pero ¿puedes vivir con alimentación cada dos horas? —Se rió
Darren—. Luego están los pañales sucios, los vómitos, y caminar por el
piso a todas las horas de la noche. Y no nos olvidemos de los lápices de
colores, bebé. Están por todas partes.
Graham dio a Darren una peculiar mirada, las cejas reunidas en un
ceño fruncido. Darren rápidamente revisó sus palabras en su cabeza para
ver si decía algo que pudiera haber alterado al hombre. De repente se dio
cuenta de que llamó a Graham bebé.
A Graham no le gustaban los términos cariñosos. Lo dejó claro desde
muy temprano en su relación. Darren nunca le llamaba otra cosa sino
Graham. Pensó que podría cambiar ahora que salían a todo el mundo, pero
tal vez no.
—Voy a ir a buscar algo de beber. ¿Alguien necesita algo? —
Preguntó Darren cuando se puso de pie. Necesitaba unos minutos para
recobrar la compostura, tal vez aclarar su cabeza.
Graham y Robert sacudieron la cabeza así que Darren se dirigió a la
cocina. Sin embargo, al pasar a Robert, el hombre mayor le tendió las
manos.
—¿Por qué no me dejas conocer mejor a mi nuevo nieto?

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Darren se quedó mirando a Robert por un momento sorprendido y
luego le entregó a Aaron antes de hacer su escapada rápidamente a la
cocina. Se apoyó en el mostrador, con la cabeza apoyada en la puerta del
armario y cerrando los ojos.
No a todo el mundo le gustaban los términos de cariño. No todo el
mundo tenía que hacerlo. Darren siempre pensó que el tipo de hombre del
que se enamorara anhelaría los pequeños nombres que los amantes se
llamaban entre sí.
Una parte de Darren se entristeció por el hecho de Graham pareciera
disgustado, pero si no usaba esas pequeñas palabras de amor significaba
que podría mantener a Graham, e iba a hacer lo que tenía que hacer. Darren
sólo tendría que acordarse de llamar siempre a su amante por su nombre.
—¿Por qué me amas?
Los ojos de Darren se abrieron de golpe y se volvió para mirar a
Graham sorprendido con las suaves palabras habladas. —¿Qué?
—¿Por qué me amas? —Le preguntó de nuevo Graham—. No he
hecho nada, sino hacerte daño, una y otra vez. No te he dado ninguna razón
para no querer empujarme al puente más cercano y, sin embargo todavía
me amas. ¿Por qué?
Darren se encogió de hombros. —Me haces feliz.
Graham jadeó. Movió su mano en el aire en un gesto irritante. —
¿Cuándo te he hecho feliz? Durante casi un año, me niego a reconocerte
ante nuestros amigos. Te digo que te mentí cuando te dije te amo. Y he
hecho que dudaras de mí, tienes miedo de llamarme bebé. ¿Cuándo he
hecho algo que te hiciera mínimamente feliz?
Darren se levantó para sentarse en el mostrador y le indicó a Graham
que diera un paso para ponerse entre sus piernas. Graham frunció el ceño,
pero hizo lo que Darren quería, dando un paso más cerca hasta que sus
cuerpos se rozaron.
Darren pasó la mano por el pecho de Graham. Sintió el calor de la
piel del hombre a través del fino algodón de su camisa blanca. Los latidos
del corazón de Graham dieron un vuelco bajo su mano.

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—Está ese momento, tarde en la noche después de haber hecho el
amor —dijo Darren en voz muy baja—, en que me sostienes en tus brazos
como si yo fuera la cosa más hermosa en el mundo para ti. En esos
momentos, sé que todo está bien en el universo. Sé que no importa lo que
esté pasando, soy importante para ti. Y eso me hace feliz.
Darren sonrió en la suave dificultad que escuchó en la respiración de
Graham. —A veces, incluso cuando estamos con nuestros amigos, me
sonríes y sé, sólo sé, que estás pensando en mí. No como uno de tus amigos
de juego de billar y un par de cervezas, sino como tu amante. Y eso me
hace feliz.
—Dar, yo...
Darren se acercó y frotó su dedo sobre los labios de Graham.
Graham lo observaba atentamente. Darren sabía que Graham no podía
entender por qué se sentía de la manera que lo hacía, pero no importaba.
Simplemente era así.
—Ha habido un par de veces que algo malo ha pasado en el trabajo y
te has acercado. En medio de la noche, te escucho gemir en tu sueño y
llegar a mí como si yo fuera tu consuelo. Una vez que estoy en tus brazos,
te acomodas y duermes sin pesadillas. Y eso me hace feliz. Tú me haces
feliz.
—Nunca he conocido a nadie como tú —susurró Graham—. Eres
increíble.
—Entonces tienes una inmensamente suerte por tenerme, ¿no lo
crees?
—Sí, pero nunca voy a ser capaz de mostrarte cuánta.
Darren cubrió la cara de Graham en sus manos. —Sólo, sigue
haciéndome feliz y lo gritaremos incluso —dijo. Gimió y echó la cabeza
hacia atrás cuando Graham comenzó salpicando la cara y el cuello con
pequeños besos y pequeños pellizcos.
—Lo siento, te hice sentir que no podías utilizar nombres cariñosos
hacia mí. Todavía estaba luchando contra mis sentimientos por ti —dijo
Graham entre besos—. Llámame, bebé, cielo, querido, amor, llámame

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cualquier maldita cosa que desees. Quiero oír cada pequeño cumplido que
salga de tu boca.
—¿Sí?
Graham dejó de besar a Darren y lo miró a la cara, sonriendo. —Sí.
Darren gimió cuando Graham volvió a besar su cuello. Su piel
cosquilleó con el toque.
—Dios, quiero cinco minutos a solas contigo.
—¿Sólo cinco minutos?
—Eso es todo lo que necesito.— Rió Darren—. En este momento.
Darren dejó escapar una carcajada cuando Graham lo recogió y lo
llevó al baño de invitados, cerrando la puerta detrás de ellos. Apenas
recuperó el aliento en el momento en que Graham lo puso de pie y lo
recostó contra el mostrador y luego buscó los botones de los pantalones
vaqueros de Darren.
—Graham, ¿Qué...?
Graham se dejó caer de rodillas y miró a Darren, su ceja arqueada.
—Dar, si no sabes lo que estoy haciendo entonces ha pasado más tiempo de
lo que pensaba.
—Pero, no tenemos... ¡oh, Dios mío, Graham!
Darren gemía cuando Graham liberó su polla e inmediatamente bajó
los labios. Se agarró al borde del mostrador mientras Graham comenzó a
chupar la cabeza bulbosa, pasando la lengua a lo largo del eje.
Darren cerró sus rodillas en su lugar mientras temblaba, temiendo
que podría derrumbarse en el suelo. El placer corría a través de su cuerpo
en cada golpe de lengua de Graham y le conducía a la locura.
La visión de Graham de rodillas a sus pies y chupando su polla, era
incluso mejor, y una que Darren nunca pensó en volver a ver. Aflojó una
mano del borde del mostrador y alcanzó a acariciar el lado de la cabeza
suave de Graham.

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Sus profundos ojos azules lo miraron. La respiración de Darren
quedó atrapada en su garganta, y no por las exquisitas sensaciones que
Graham creó con su boca, sino por el amor que podía ver brillando en los
ojos del hombre. No creyó que nunca se cansaría de verlo.
—Haz que me corra, bebé —gruñó Darren mientras empujaba
suavemente sus caderas hacia Graham—. Utiliza esa dulce boca tuya como
sé que puedes y haz que mi cerebro se funda en mis oídos.
Darren podía ver la sonrisa de Graham alrededor de su pene y supo
que había satisfecho al hombre con sus palabras, tanto en el uso del nombre
cariñoso como en expresar su fe en la capacidad de Graham de sacudir su
mundo.
No estaba, sin embargo, preparado para el vigor con el que Graham
renovó sus esfuerzos para hacer que la mente de Darren se derritiera.
Darren se quejó en voz alta y dejó caer la cabeza cuando Graham le chupó
justo hasta la raíz.
Al que se le ocurriera la idea de llamar a esto una mamada estaba
loco. No había un soplar involucrado1. Todo trata de succionar y Graham lo
tenía como una forma de arte.
La succión que Graham creó con su boca, rivalizaba con una
aspiradora. La capacidad de Graham de utilizar su lengua, al mismo
tiempo, pasándola alrededor del borde de la polla de Darren y luego a
través de la ranura en la parte superior, hizo que las bolas de Darren
subieran a su cuerpo en cuestión de segundos.
Darren volvió a mirar la hermosa cara de Graham. Acunó la cabeza
del hombre en sus manos y empezó a follar la boca. Estaba más allá de la
capacidad para no hacerlo. No podría haberse detenido si la habitación se
incendiara.
—Joder, Graham, tan cerca... voy a...— Darren trató de hacer el
asunto cortés y se apartó, pero Graham agarró las caderas y tiró de él hacia
adelante, Darren se ancló en el lugar mientras movía la boca más rápido.

1 En español se pierde el juego de palabras. Blowjob se traduce como mamada, pero en inglés,
literalmente sería, trabajo de soplar.

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—¡Graham! —Se lamentó Darren cuando la succión de la boca de
Graham parecía sacar su orgasmo de él. Esperaba que Graham se retirara
igual que lo había hecho en el pasado, pero Graham tragó, añadiéndose a
las sensaciones que explotaban en el cuerpo de Darren.
En el momento en que Graham pasó la lengua por Darren para
limpiarlo y lo metió de nuevo en los pantalones, Darren apenas era capaz
de ponerse de pie. Graham se puso de pie, y Darren lo miró aturdido en
confusión.
—Oh, Graham, traté de...
Graham se inclinó hacia adelante y detuvo las palabras de Darren
con un beso. Darren gimió y se aferró a la parte delantera de la camisa de
Graham cuando la lengua del hombre se metió en su boca. El sabor único
de Graham mezclado con el suyo propio, estallando a través de la lengua de
Darren.
—Quiero todo lo que tengas que darme, bebé —susurró Graham
contra los labios de Darren—. Quiero tu amor y tus palabras y hasta tu
placer. Quiero toda la última jodida cosa que tengas para darme.
Darren parpadeó. Se echó hacia atrás un poco de Graham, no lo
suficiente para que sus cuerpos estuvieran separados, pero lo suficiente
como para ser capaz de mirarlo. Le encantaba la sensación de Graham
presionado contra él.
—Graham, ¿sabes lo raro que esto es para mí? —Darren se apoyó en
la mano que Graham apretó contra su mejilla. Podía ver la tristeza en los
ojos de Graham, y no quería hacerlo sentir mal, pero Darren no pudo
ocultar su consternación por el giro de los acontecimientos.
—Lo siento, y me gustaría poder retirarlo todo —dijo Graham—,
pero no puedo. Fui un estúpido y estuve a punto de perder lo mejor que me
ha pasado. Nunca me perdonaré...
Darren se acercó y presionó su dedo contra los labios de Graham. —
Está bien, para ahí. Sucedió, se acabó, y ahora eso es el pasado. Mientras,
las cosas van a seguir siendo un poco extrañas hasta acostumbrarnos a estar
juntos, estamos juntos y eso es lo único que importa.

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—¿De verdad crees eso? —Preguntó Graham—. ¿Puedes realmente
olvidar todo lo que te hice? ¿A nosotros?
Darren sonrió. Se frotó el pulgar sobre el lado de la cara de Graham.
—Te amo y tú me amas y nada más importa.
—Pero, ¿cómo puedes confiar en que no voy a hacerlo de nuevo?
La sonrisa de Darren se convirtió en una mueca plena y se rió. —
Porque yo no te dejaré. Me di por vencido muy fácilmente todas esas veces
antes. Sólo acepté lo que dijiste y me alejé. Me niego a hacer eso de nuevo.
Dijiste que me amabas y no voy a dejar que lo retires. — Darren agitó el
dedo en el pecho de Graham—. Esta vez, voy a luchar por ti, por mí, y por
nosotros. Y puedo ser muy feroz cuando tengo que serlo.
—Sabes que te quiero, ¿verdad?
—Todavía es agradable de escuchar —dijo Darren—, y con
frecuencia.
—Te prometo que te lo diré todos los días.
Darren sonrió. Abrió la boca para decirle a Graham que iba a hacer
lo mismo cuando oyó un pequeño ruido fuera de la puerta del baño. Darren
rodó sus ojos y miró a la puerta, esperando a que Denny viniera corriendo a
la habitación.
Cuando la puerta no se abrió, frunció el ceño. —Graham, ¿has oído
algo?
—Sí —dijo Graham en voz baja. Llevó el dedo a la boca de Darren
para que se callara y se arrastró hacia la puerta.
Darren contuvo el aliento mientras observaba a Graham presionar la
oreja contra la superficie plana de madera. Un momento después, llegó a la
manija y abrió un poco la puerta, mirando a escondidas hacia fuera. El
corazón de Darren le latía con fuerza cuando Graham rápidamente la cerró.
Graham pegó la oreja a la puerta de nuevo y luego, hizo un gesto
para que Darren se acercara. Darren sentía cómo los latidos de su corazón
se oían tronar a través del pequeño cuarto de baño mientras se acercaba
para inclinar su oreja contra la puerta, como Graham.

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Le tomó un momento averiguar exactamente lo que escuchaba, pero
cuando lo hizo, la mandíbula de Darren se abrió cuando el miedo lo llenó.
Quienquiera que estuviera fuera de la puerta, estaba hablando y a Darren no
le gustó lo que oyó.
—Te lo digo, tienes que venir ahora —dijo la voz—. La pareja de
ancianos está durmiendo, el jodido culo maricón está en su habitación, y
todos los demás están viendo la televisión. Nadie te verá venir.
Darren buscó la mano de Graham, entrelazando sus dedos. La pausa
del que habló le dijo todo eso al que hablaba por teléfono, lo más probable
es que fuera un teléfono celular. Sólo había una persona en la habitación.
—Y yo voy a recuperar mi dinero, correcto, ¿justo como acordamos?
—Preguntó el hombre—. Sí, pero tienes que llegar rápido antes de que
alguien se dé cuenta o los trasladarán de nuevo... No, no sé dónde los
guardan, pero he visto a Sammy y a Nicky en acción. Te ocupas de Troy y
Jamie y nada mantendrá a esos dos monstruos enfermos de correr a sus
pequeños culos.
Darren se dejó caer al suelo y apretó su cara contra la fría baldosa,
examinando la distancia entre el piso y la puerta de madera. No podía ver
quien estaba hablando, pero podía ver un par de elegantes zapatos marrones
con cordones.
—No, tú eres el que jodió esto antes. Ya te dije donde estaba y lo
echaste a perder en dos ocasiones. No es mi maldita culpa... No sé cuánto
tiempo más van a dejarme este detalle, así que más vale hacerlo bien esta
vez... No, Troy y James trajeron a un hombre con las manos esposadas hace
un rato, tiene un par de hijos con él... Joder no, no lo conozco. Yo no ando
con maricones... Sí, sí, sólo ven hasta aquí. Abriré la puerta de atrás para ti.
La conversación se detuvo. Cuando los zapatos se alejaron, Darren se
puso de pie. Al instante pudo ver la preocupación en las líneas de tensión
grabadas en el rostro de Graham. Los dos sabían que estaban en problemas.
—¿Tienes un arma? —Preguntó Darren.
Graham arqueó una ceja, pero metió la mano en la parte trasera de
sus pantalones, sacando un arma de fuego de policía.
—¿Tienes dos?

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Graham rodó los ojos y levantó la pernera del pantalón, sacando una
segunda arma de fuego del segundo lugar, que entregó a Darren. —
¿Supongo que sabes cómo disparar un arma? —Le preguntó Graham
mientras revisaba el cargador.
—Sólo apuntas al objetivo y aprietas el gatillo, ¿de acuerdo?

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Capítulo Trece
Graham agarró a Darren y tiró de él cerca. Rápidamente bajó su boca
y lo besó, desesperado por sentir los labios del hombre por debajo de los
suyos. Los próximos minutos podrían cambiar todo para ellos.
Graham estaba aterrorizado, si algo le sucediera a Darren. Estaría
mucho más feliz si Darren sólo se quedara en el cuarto de baño hasta que
todo hubiera terminado, pero Graham sabía por la mirada en el rostro de
Darren que nunca iba a suceder.
—Te mantienes a salvo para mí, ¿entiendes? No voy a perderte justo
cuando te volví a tener.
Darren asintió. —Eso va en ambos sentidos.
Graham sabía que lo hacía. Le hubiera gustado no tener que hacer lo
que estaba a punto de hacer. Prefería quedarse encerrado en el cuarto de
baño con Darren hasta que hubiera terminado. Graham sabía que no iba a
suceder tampoco. Nadie fuera del cuarto de baño sabía que estaban en
peligro inminente, excepto el que los traicionó.
—¿Listo? —Le preguntó Graham.
—No realmente —dijo Darren—, pero ¿qué otra opción tengo?
—Puedes quedarte aquí —dijo Graham—. De hecho, preferiría que
lo hicieras.
—Eso no va a suceder.
—Sí —dijo Graham, frunciendo el ceño—, ya me lo figuraba.
Graham estaba encantado de que Darren quisiera quedarse a su lado
mientras caminaban hacia el desconocido peligro, pero también se sentía
preocupado por la seguridad del hombre. Si cualquier cosa le sucedía a
Darren... Graham negó con la cabeza. No podía ir por ahí.
—Permanece detrás de mí, ¿esta bien? —Preguntó. —Sé que quieres
ayudar, y lo agradezco, pero yo estoy mucho mejor entrenado en esto que
tú.

pág. 112
—¡Bueno, obvio! —Se rió Darren, para diversión de Graham—. No
soy estúpido, Graham. Sé que eres más capaz de manejar esta situación que
yo. Yo sólo no voy a dejar que entres solo si puedo ayudar.— Darren dio
unas palmaditas en la mejilla de Graham. —No te preocupes, te dejaré
hacer todo el trabajo duro sólo quiero estar ahí en caso de que algo vaya
mal.
—Sólo quédate detrás de mí.— Graham se inclinó y le dio un beso
rápido a Darren y luego tomó una respiración profunda. Lentamente abrió
la puerta y se asomó de nuevo. El pequeño pasillo entre el baño de
invitados y la cocina estaba vacío.
Graham levantó su arma y entró en el pasillo. Podía sentir el calor
del cuerpo de Darren cuando el hombre se movía detrás de él. Graham
rápidamente miró alrededor de la esquina a la cocina y luego se volvió a
inclinar contra la pared, su corazón latiendo con fuerza rápidamente.
Uno de los agentes de policías que los custodiaban estaba en la
cocina, haciendo una taza de café. Aparte de Troy y Jamie, sólo había otros
dos agentes en la casa con ellos, y a partir de la llamada telefónica que
escuchó por casualidad, Graham no confiaba en ninguno de ellos. Ni
siquiera los conocía muy bien. Los había visto en una escena una o dos
veces, pero el jefe Russo les asignó el deber de la custodia preventiva.
Graham metió la pistola en la cintura de sus pantalones y la cubrió
con su camisa. Hizo un gesto a Darren para que se quedara y entonces
caminó a la cocina. El agente dio un salto como si se sobresaltara. Graham
sonrió y tomó un vaso antes de tomar un poco de agua del grifo.
—Thomas, ¿no?
—Sí —respondió el hombre—, Jerry Thomas.
Graham vio la intranquilidad del hombre con su café por encima del
borde del vaso de agua. Bebió la mitad del vaso y luego lo puso en la
encimera, con la mano aún envuelta alrededor de él.
—Apesta estar de niñera por deber, ¿eh?
Tomás se encogió de hombros. —Está bien, supongo.

pág. 113
Graham se apoyó en el mostrador y acunó su vaso en la mano. Trató
de situar la voz del policía como la del hombre que había oído a través de
la puerta del baño, pero no podía estar seguro. —Acabará pronto y
entonces puedes volver a tu ronda.
El hombre hizo una mueca. —Sí.
—Sólo, ¿qué ronda cubres?
—El lado sur entre Watson y la calle 45.
—Oh, barrio peligroso —dijo Graham. Y también infestado de
pandillas, traficantes de drogas, y casi todo tipo de actividad delictiva
conocida por el hombre. También era un lugar donde un policía podía
fácilmente dejarse sobornar.
Graham pudo ver a Thomas mirarlo con recelo. La tensión en el
ambiente entre ellos era espesa, casi asfixiante. Y se estaba haciendo más
gruesa. Graham cuidadosamente colocó su vaso sobre el mostrador, sin
quitar los ojos de Thomas.
—¿Cómo es que te gusta ahí abajo? —Preguntó Graham.
Tomás se encogió de hombros. —Está bien —dijo—. Espero
ascender pronto, salir de hacer rondas. Voy a hacer el examen de detective
el próximo mes.
—No creo que ser detective sea más fácil que una ronda de policía,
porque no lo es.— Graham soltó una risita. —Las horas son más largas, la
paga apesta en igual medida, y los delincuentes cuentan con armas más
grandes.
—Entonces, ¿por qué lo haces?
Graham se encogió de hombros. —¿Por qué lo hacemos cualquiera
de nosotros? Para mantener a los chicos malos fuera de la calle.
Thomas resopló, lo que no sorprendió a Graham. No creía que
Thomas quisiera ser un detective de policía por la misma razón que
Graham lo hacía. No se trataba de hacer una diferencia y mantener el
mundo seguro de los chicos malos para Thomas.

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Sin embargo, Graham no estaba muy seguro de lo que era. ¿Dinero,
tal vez? ¿El prestigio que muchos pensaban que iba junto con ser un
detective de la policía contra un policía patrullando? ¿Tal vez incluso el
diferente nivel de los criminales que un detective podría encontrar?
Graham pensó que también podría preguntar.
—Así que, ¿por qué quieres ser detective? Recuerdo mi época como
policía de la calle y me gustó trabajar en el mismo barrio día tras día.
Llegué a conocer el barrio, la gente, cómo funcionaban las cosas.
—Para ti es fácil decirlo —dijo Thomas—. Trabajas en diferentes
casos, ves caras nuevas. Consigues medallas cuando se resuelve un caso.
¡Ah! Thomas quería reconocimiento. Bueno, seguro como la mierda
que iba a conseguir eso, después que Graham terminara con él. Todo el
mundo conocería el nombre de Thomas. Sería conocido como la rata
soplona que traicionó a sus compañeros por dinero.
Graham se dio cuenta de que Thomas miraba su reloj. —¿Esperando
algo?
—¿Qué? ¡No! —Se apresuró a decir Thomas, con el rostro pálido—.
¿Qué te hace preguntar eso?
Graham hizo un gesto a la muñeca de Thomas. —Sigues mirando el
reloj.— Dio unos golpecitos al lado de su cabeza con el dedo—. Esas son
habilidades de detective, ¿sabes? Nos damos cuenta de cosas como esas.
—Además, de que me has oído en el teléfono —dijo Thomas
fácilmente.
—Además de que te he oído... —comenzó a decir Graham, antes de
darse cuenta de lo que él acaba de decirle.
Un instante después, el puño de Thomas encontró su cara. Gruñó
cuando recibió el golpe, Graham extendió la mano y agarró el brazo del
otro hombre. Thomas intentó romper su dominio, pero no pudo. Graham lo
mantuvo muy apretado.
Bloqueó el siguiente golpe y aterrizó uno de los suyos en el intestino
de Thomas. Graham dio una patada a la cabeza, pero Thomas fue capaz de
rodar en contra de los armarios para esquivarlo. Thomas agarró la taza de

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café llena y la lanzó contra él. Mientras Graham eludía la taza, el hombre
fue capaz de agarrar uno de los más grandes cuchillos de cocina sobre el
mostrador.
Las acciones del hombre dieron una pausa a Graham. ¿Por qué usar
un cuchillo? Al parecer, Thomas no estaba dispuesto a avisar a todo el
mundo mediante el uso de su arma. Pero aún así, ¿no debería alguien
escuchar el ruido que estaban haciendo? Thomas se abalanzó sobre él, y
Graham apenas se movió fuera del camino a tiempo de bucear por el suelo
y rodar.
Por desgracia, Thomas fue mucho más rápido de lo que Graham
previó. Cuando empezó a rodar arriba sobre sus pies, cometió un error de
novato, perdiendo de vista donde estaba su atacante. Al instante dio vueltas
para ver dónde había ido su oponente, Graham se volvió para encontrarse a
sí mismo directamente en frente de Thomas, con un cuchillo en la cara.
—¡Alto!
Graham tragó saliva, el cuchillo en la mano de Thomas a pocos
centímetros de la garganta. El sonido de la voz de Darren asustó a ambos y
lo emocionó a él. Thomas era mucho más fuerte de lo que Graham había
previsto y no sabía si realmente podía vencerlo.
—Estoy teniendo un día muy malo, así que no vas a querer hacer
nada que pueda hacerme apretar el gatillo —dijo Darren cuando entró en la
cocina—. ¿Por qué no dejas caer el cuchillo?
Graham podía ver los ojos de Thomas parpadear frenéticamente de él
a Darren y viceversa. El hombre no esperaba a Darren y no sabía lo que
podría hacer. Si dejara caer el cuchillo, perdía su arma y su ventaja. Si no
lo hacía, Darren podía disparar.
—Vamos, deja caer el cuchillo, agente —dijo Darren. Por el rabillo
del ojo, Graham vio a Darren acercándose. —Este jodido culo maricón está
teniendo un día muy malo de síndrome premenstrual, así que no jodas
conmigo. Suelta el cuchillo antes de que mis dedos se deslicen sobre el
gatillo. Estoy apuntando a tu cabeza, pero soy un maldito mal tirador.
Podría darte en cualquier lugar.

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Al parecer, las palabras de Darren atravesaron a Thomas, porque el
cuchillo destinado a la garganta de Graham poco a poco empezó a alejarse.
Graham no empezó a respirar de nuevo hasta que Thomas dio un paso atrás
y dejó caer el cuchillo sobre el mostrador. Levantó las manos en señal de
rendición.
—Graham, consigue su arma.
Graham con cuidado caminó alrededor de Thomas. Sacó el arma del
hombre fuera de la pistolera del hombro y luego cogió el cuchillo también.
No tenía ninguna intención de dejar las armas al alcance del agente.
—¿Tienes algo con que contenerlo?
Graham asintió y cogió las esposas del cinturón de Thomas.
Rápidamente, esposó las manos de Thomas a la espalda y luego arqueó una
ceja ante Darren. —¿Algo más?
Darren puso los ojos en blanco. —Sí, llama al otro agente aquí. No
me fío de ninguno de ellos.
Graham asintió. Entendió exactamente de donde vino Darren. Sabía
que Thomas estaba sucio. No sabía nada del agente McLarren, pero no iba
a correr ningún riesgo, no con Darren y su familia en la casa.
—¿Agente McLarren? —Llamó Graham en voz alta—, ¿puedo
hablar contigo en la cocina un momento?
Graham tuvo que admitir que estaba un poco sorprendido de que el
agente McLarren no hubiera venido corriendo durante su pelea con
Thomas. O bien el hombre no había oído la conmoción, o estaba en el
asunto y mantuvo ocupado a todo el mundo, mientras Thomas y Graham
luchaban.
Graham estaba listo cuando el agente entrara. Sacó la pistola de la
cintura de sus pantalones y se pegó a la pared. En el momento en que el
agente pasó a su lado, apretó el cañón contra la cabeza del hombre.
—No muevas un músculo —le advirtió Graham—. Voy a quitar tu
arma de la funda. Sólo mantén tus manos en el aire y nada te pasará.
Asiente si entiendes.

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El agente McLarren levantó las manos en el aire frente a él y asintió
lentamente. Graham esperó hasta que Darren se paró frente al hombre, la
pistola apuntándolo, luego retiró el arma del agente.
Tomó las esposas de McLarren y le esposó las manos a la espalda.
Una vez que estaba seguro que el hombre estaba restringido, finalmente
dejó escapar el aliento que había estado conteniendo y se dio la vuelta
frente al agente.
—Troy, Jamie, ¿pueden venir aquí? —Llamó Graham mientras
escoltaba al agente a una silla. Podía oír varios conjuntos de pasos
corriendo hacia la cocina. Graham se sorprendió cuando sus padres
entraron en la habitación con Troy y Jamie.
—Anita, Robert, ¿podrían llevar a los niños con ustedes y empacar
sus bolsos? —Dijo Darren cuando bajó el arma—. Cualquier cosa que no
puedan empacar en cinco minutos, déjenla atrás.
Anita y Robert parecían confusos, pero hicieron lo que pidió Darren.
Darren entregó su arma a Graham y luego se volvió hacia Troy y Jamie.
Graham podía decir por la mirada sombría en el rostro de Darren que no
estaba dispuesto a difundir las buenas noticias.
—No sé qué demonios está pasando aquí, pero ya he tenido
suficiente. Quizás no sea un gran detective, pero incluso yo puedo decirte
que todo se está organizando como cebo.
La mandíbula de Graham cayó. Nunca pensó en eso antes, pero tenía
mucho sentido. Graham y sus padres habían estado en custodia preventiva
durante semanas. Durante todo ese tiempo, ninguno de los principales
había sido descubierto. Sin embargo, los malos parecían seguir
encontrándolos.
—Troy, no sé si el agente McLarren está involucrado en algo de esto.
El agente Thomas, sin embargo, está hasta el cuello en esta mierda.
Graham y yo lo oímos hablar con alguien por teléfono y alguien se
encuentra a cargo aquí para matarnos a todos nosotros. Sugiero que saques
al rebaño de aquí antes de que lleguen.— Darren señaló al agente
McLarren, que ahora estaba sentado en el suelo—. Puedes dejar a Thomas
aquí o entregarlo a la policía. No me importa, pero no va con nosotros.
McLarren depende de ti.

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—Venir con nosotros ¿a dónde? —Preguntó Troy.
Darren sonrió y Graham sabía que el hombre había planeado algo.
Darren se acercó al mostrador y cogió un bolígrafo y un pequeño bloc de
papel amarillo. Escribió a toda prisa, arrancó la hoja superior y comenzó a
entregársela a Troy.
—Puedes seguirnos, pero si te pierdes, esta es la dirección hacia
donde nos dirigimos Tengo un amigo en los muelles que tiene un sitio,
podemos permanecer ahí durante unos días.
Justo cuando Troy comenzó a tomar el pedazo de papel, Darren se
retiró. Se recostó sobre el mostrador y escribió algo en la hoja de papel
arrancada antes de entregársela a Troy.
—Te dibujé un mapa en caso de que te pierdas. No debería ser
demasiado difícil de encontrar. Se trata de un almacén mecánico vacío por
la línea de costa.
Troy miró la nota. La curiosidad de Graham creció cuando la ceja de
Troy se disparó hasta la frente. Tomó la nota de la mano de Troy y la leyó,
mordiéndose el labio para no sonreír a lo que Darren escribió.
2354 First Street... bastante simple. Sin embargo, en virtud de eso,
Darren había escrito: Todo esto es falso. No hay almacén. Estoy enviando a
los malos bichos a una búsqueda inútil. Sólo síguenos.
—¿Qué es lo que todos quieren hacer con este idiota aquí? —
Preguntó Darren, mientras señalaba al agente Thomas—. Yo digo dejarlo
aquí para sus amigos.
—Es un agente de la ley, Darren —dijo Jamie.
—También es una bola corrupta que nos vende por dinero. Sus
amiguitos están en camino aquí y ahora nos van a matar a todos nosotros,
tú incluido. Perdió su derecho a ser agente de la ley en el segundo en que
nos traicionó.
—Todavía no puedo dejarlo aquí, Darren —dijo Jamie—. Eso nos
hace tan malos como él.
—Está bien, entonces lo escondes en alguna parte, pero que no venga
con nosotros.— Darren arrancó otra hoja de papel de la libreta y escribió en

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ella. Un momento después, se la entregó a Jamie—. Déjalo en algún lugar y
ven al almacén. Le echaremos un ojo para ti.
Graham echó un vistazo al papel que Jamie sostenía en la mano. No
se sorprendió al ver una dirección y una nota que iba con eso. Darren debía
haber visto muchos espectáculos policiales porque estaba usando la cabeza
para arrojar a los malos.
3792 Chestnut Street. Consigue a Sammy y a Nicky y después deja a
Thomas y llévalos contigo. Este es un lugar cerrado, seguro y todos vamos
a estar mucho más seguros. Si te pierdes, me llamas al 555—3724.
Deshazte de sus teléfonos celulares después de dejar a Thomas.
—Troy, por qué no te vas con Jamie —dijo Graham—. Darren y yo
bajaremos a todo el mundo al almacén.
—¿Qué pasa con McLarren? —Le preguntó Jamie mientras miraba
al agente.
Graham se encogió de hombros. —No sé si está en esto o no, pero no
puedo dejarlo aquí en caso de que no lo esté.
—Simplemente podríamos llevarlo con nosotros —dijo Troy—,
soltarlo en la comisaría con Thomas.
Graham asintió. —Está bien, haz eso, entonces. No le digas a nadie
dónde vamos todos. Y me refiero a nadie, ni siquiera a Russo. Cuantas
menos personas sepan dónde estamos, menos posibilidades de ser
localizados.
—Siempre podemos esperar, de todos modos —dijo Darren sombrío.

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Capítulo Catorce
Darren esperó hasta que la puerta se cerró detrás de Troy, Jamie, y
los dos agentes y entonces se volvió hacia la gente que esperaba en la sala
de estar con sus maletas empacadas, y colocadas en el suelo a sus pies.
Darren sonrió. —Voy a abrochar el cinturón a los niños en el
coche.— Cogió a Aarón de Robert, tomó a Denny de la mano y caminó
hacia la puerta principal—. ¿Por qué no llevas las cosas de todo el mundo y
las pones en la parte posterior. Tenemos que salir de aquí rápido.
—Graham, ¿vas a dejar que él nos diga qué hacer?
—Sí, mamá, voy a hacerlo. Darren está pensando con la cabeza, algo
que ninguno de nosotros hemos estado haciendo. Ahora, a menos que
quieras quedarte aquí y esperar a que los asesinos lleguen, te sugiero que
lleves tu culo a la mini-furgoneta.
Anita se quedó boquiabierta.
Darren no podía dejar de sonreír ante la respuesta de Graham. Era
bueno saber que su amante lo apoyaba, incluso contra su propia madre. Se
sentía mejor con cada paso que daba cercano a la furgoneta.
Abrochó los cinturones de seguridad a los niños y esperó a que
Graham cargara todo. Escalando al asiento del conductor, Darren puso en
marcha el motor, mientras que Graham y sus padres se metían adentro. Una
vez que todo el mundo estaba sujeto, comenzó el camino.
Los condujo fuera del pequeño vecindario en el que se habían
quedado y hacia la autopista. Se movieron por rampas y calles laterales,
carreteras principales y sobre rampas, cualquier cosa para deshacerse de
cualquiera que pudiera estar siguiéndolos.
Después que dieron vueltas alrededor de una hora, Darren finalmente
se detuvo en un pequeño mercado. Aparcó el coche y se dirigió a Graham.
—¿Dónde hay algo barato, quitando los moteles de carreteras?
Graham parpadeó. —Uh, hay uno a un par de cuadras, el Motel
Lamplighter. ¿Por qué?

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Darren sonrió. —Observa y aprende, mi amor.— Darren bajó de la
mini-furgoneta y entró en el mercado. Sacó 200 dólares del cajero
automático y luego, salió a la calle a la cabina telefónica. Marcó el número
que sabía de memoria, Darren habló con la persona que lo cogió durante
unos momentos y luego colgó.
Volvió de nuevo a la furgoneta y le entregó el dinero a Graham antes
de arrancar la furgoneta. Por el rabillo de sus ojos, Darren podía ver a
Graham mirando el dinero con la confusión. Sonrió y se fue calle abajo,
hacia el motel.
—Quiero que vayas adentro y reserves una habitación para las
próximas tres noches —dijo Darren mientras se ponía en el camino de
entrada—. Algo pasó en tu casa, un incendio, inundación, diablos, di que
alguien condujo a través de tu sala de estar, lo que sea. Simplemente dale
una historia. No digas que eres de fuera de la ciudad.
—¿Por qué no?
—Porque te va a pedir tu licencia de conducir y le dices que vives
aquí, a nivel local. Sería muy extraño vivir en la ciudad y alquilar una
habitación de un motel. Además, no tienes ningún equipaje. A los moteles
les suele gustar que tengas equipaje. Decir que algo le pasó a tu casa es una
buena explicación.
Graham se rió. —Buen razonamiento.
—Y asegúrate de que le das tu nombre real.
—¿Por qué? —Graham quedó sin aliento—. Hay un asesino detrás
de nosotros. ¿Por qué diablos iba yo a querer dar a este tipo mi verdadero
nombre? Eso es como agitar una bandera roja.
—Y con un poco de suerte, eso conducirá a quienquiera que esté
tratando de matarnos aquí.— Darren oyó los gritos de asombro del asiento
de atrás y logró no poner los ojos en blanco. Apenas—. No es donde vamos
a estar, pero necesitamos que piensen que es donde estamos.
Graham simplemente arqueó una ceja y lo miró fijamente durante un
momento y luego se bajó de la camioneta. Darren no podía dejar de verlo
entrar en la oficina del pequeño motel. El hombre se pavoneaba. Era sexy
como el infierno.

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—¿Realmente crees que esto va a funcionar, Darren?
Darren miró por el retrovisor al padre de Graham. —Espero que sí.
No planeo perder a Graham con un asesino, ahora que lo he encontrado de
nuevo.
—¿De nuevo? —Preguntó Anita en voz alta—. ¿Qué quieres decir
con de nuevo?
—Anita —comenzó Robert, sólo para que su esposa lo
interrumpiera.
—No, yo quiero saber lo que quiso decir.
—Graham y yo hemos estado viéndonos durante casi un año ya.
—¡Un año! —Exclamó Anita—. ¿Por qué no he oído hablar de esto?
¿Por qué Graham nunca te trajo a casa a conocernos?
Esta vez, Darren no pudo dejar de rodar los ojos. —Podría haber
tenido algo que ver con tu odio a los hombres blancos.
—Tú no sabes de lo que estás hablando —se encolerizó Anita—. Yo
no odio a los hombres blancos. Me casé con un hombre blanco. Mi hijo es
mitad blanco.
—Y sin embargo, le dijiste a tu hijo que no podía estar con un
hombre blanco —dijo Darren—. Ahora, ¿por qué fue eso? Si no tienes
nada en contra de los hombres blancos, entonces debe ser porque Graham
es gay. ¿Es eso?
—¿Está mal, no entiendes eso? —Gritó Anita.
—¿Por qué? —Preguntó Darren cuando se dio la vuelta en su asiento
para mirar a la mujer—. Dame una maldita razón por la que está mal ¿A
quién estamos haciendo daño? ¿A quién?
Antes de que Anita pudiera responder, la puerta del pasajero se abrió.
Darren miró para ver a Graham subir a la camioneta. Sostenía una gran
llave en la mano. —Habitación 113. Le pedí una habitación de planta baja.

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Darren asintió. Buena idea. Siguió las indicaciones de Graham y
estacionó frente a la habitación 113. —Robert, ¿podrías llevar a Denny,
mientras yo llevo a Aaron? Tenemos que entrar lo más rápido posible.
Robert asintió y desabrochó a Denny, mientras que Darren se acercó
y abrió la puerta para sacar al bebé. Los seis corrieron hacia la exigua
habitación del hotel, cerrando con llave la puerta detrás de ellos.
Darren se detuvo junto a la puerta, haciendo una mueca al sombrío
cuarto. Casi tenía miedo de colocar al bebé abajo. El lugar no sólo era
barato, era un asco. Por suerte, no tenían que estar ahí mucho tiempo.
—Graham, ¿podrías asegurarte de que se traiga todo de la
camioneta? —dijo Darren mientras colocaba al bebé en la cama—. Agarra
las maletas, las bolsas de bebé, todo. Tenemos todo aquí en la habitación
del motel.
—Sé que tienes una respuesta para esto, pero ¿por qué? —Preguntó
Graham—. ¿Y por qué la bolsa del bebé? Acabas de llegar a este caos. Ni
siquiera están buscándote.
—Una vez más, se trata de no tomar ningún riesgo. Thomas podría
habernos puesto un dispositivo de rastreo a cualquiera de nuestras cosas,
nuestra ropa, la bolsa del bebé, cualquier cosa. Nos vamos de aquí sólo con
la ropa que llevamos sobre nuestra espalda.
Graham se rió mientras se dirigía hacia la puerta. —Has visto
demasiados programas de policías, cielo.
Mientras Graham se fue a la camioneta, Darren cogió una funda de
almohada. Se la tendió al grupo. —Está bien, necesito los teléfonos
celulares de todo el mundo.
—¿Qué? ¿Por qué? —Preguntó Anita—. Me gusta mi teléfono
celular.
—Porque alguien está siguiéndonos a todos —dijo Darren cuando
dejó caer su propio teléfono celular en la bolsa—. No sé si tienen uno con
micrófonos, si rastrean tu teléfono celular, o qué. Pero me niego a dejar que
les pase nada a Graham y a mis hijos. Dado que Graham, obviamente, se
preocupa por ustedes dos, eso significa que están incluidos en los que yo
protejo. Ahora dame el maldito teléfono celular, Anita.

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Graham regresó con las bolsas y las dejó caer sobre la cama,
arqueando una ceja a Darren. Ni siquiera discutió cuando Darren le tendió
la bolsa a él, sino que simplemente dejó caer su teléfono celular dentro.
—Ahora necesito zapatos, calcetines, cosas del pelo, todo lo demás,
excepto las prendas básicas sobre su espalda.
—No hay forma de que vaya a desnudarme frente a ti —espetó
Anita.
—No espero que lo hagas —dijo Darren mientras rodaba sus ojos—.
Alguien va a venir, a traernos un nuevo conjunto de ropa para que todos
nos la pongamos. Y puedes vestirte en el baño.
Darren trataba de ser amable, a pesar de que Anita le estaba dando
pelea a cada paso del camino. Por lo menos no dijo lo que realmente quería
decir. No querría ver tu escuálido culo de todos modos, no era una buena
manera de hacer amistad con la madre de su amante.
—Estás loco, si crees que voy a dejar cualquiera de mis ropas aquí
—dijo Anita—. Esto es ridículo. Graham, él no puede obligarnos a hacer
esto, ¿o sí? Ni siquiera es un agente de policía.
—No, no lo soy, y deberías estar contenta por eso. El último policía
trató de matarnos a todos —dijo Darren con severidad, finalmente
perdiendo el control de su temperamento—. Y si no deseas cambiar tu
ropa, dejar tu teléfono celular, o cualquiera de tus otras cosas detrás, es tu
elección. Sin embargo, Graham se va conmigo. Tú puedes muy bien hacer
lo que quieras.
—Darren...
Darren se volvió a Graham, sus manos aterrizando en sus caderas. —
No, yo ya he tenido suficiente de esta mierda. He sido más que agradable
con tu madre y ella ha sido una perra todo el tiempo. Me importa una
jodida si no le gusta que estemos juntos. Me niego a cederte por ella o por
algún asesino psicótico. Eso significa que vamos a hacer esto a mi manera,
lo cual es mucho mejor de cómo hemos estado haciéndolo hasta ahora.
Graham sonrió. —Maldita sea, me encanta cuando estás acalorado
—dijo y le guiñó un ojo—. Muy sexy.

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El corazón de Darren dio un vuelco y pudo sentir su cara encendida
con la vergüenza, pero no podía evitar verse afectado por las alabanzas de
Graham. Lo hizo sentir calor en su interior. Por desgracia, también lo hizo
no enojarse tanto. De repente se sintió mal por la forma en que había
hablado a la madre de Graham.
Darren respiró hondo y se volvió para mirar a Anita. —Los hombres
que están buscándolos han tratado de matar a Graham ya, al menos dos
veces. El policía que se suponía debía protegerlos trabajaba para estos
hombres. Yo no me fío de nadie que no conozca.— Se pasó una mano por
el pelo mientras trataba de encontrar la manera de hacerle entender el
peligro en el que estaban—. Tampoco sé qué conocimientos tecnológicos
tienen estos tipos, pero no voy a correr ningún riesgo. Si eso significa
deshacerse de todo en un intento por mantenernos a salvo, entonces eso es
lo que significa.
—Graham —dijo Anita, su voz sonando temblorosa—, ¿han tratado
de matarte dos veces? ¿Por qué no me lo dijiste?
Darren gritó cuando una mano le golpeó en la parte posterior de la
cabeza. Se frotó el lugar, cuando se dio la vuelta para mirar a Graham. —
¡Hey!
—No le dije a mamá eso a propósito.
—Graham, ella está en esta mierda tanto como tú. Esa búsqueda te la
pusieron a ti y a todos los que te importan. Tu madre tiene que saber lo que
está pasando.— Darren señaló a Anita—. Es una mujer inteligente. Dale un
poco de maldito crédito. Si no sabe lo que está pasando, ¿cómo esperas que
se proteja?
—Así que, ¿qué quieres que hagamos? —Preguntó Anita, para
sorpresa de Darren.
Se volvió a mirar a Anita y sonrió. —Un amigo mío estará aquí en
unos pocos minutos. Nos traerá a todos un cambio de ropa. Abandonamos
aquí todo para que los chicos malos nos rastreen si quieren, y nos vamos a
un lugar seguro en el que el presidente no podría entrar sin una invitación.
Anita parecía que quería discutir, pero luego asintió con la cabeza en
su lugar. —¿Puedo quedarme con mis joyas? ¿Mi anillo de bodas?

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Darren asintió. —Me gustaría inspeccionar tus joyas, pero no veo por
qué no, siempre y cuando no haya dispositivos de seguimiento puestas en
ellas.
—¿De verdad crees que podrían plantar un dispositivo de rastreo en
mi anillo de bodas? —Preguntó Anita. Ella miró su anillo como si fuera
una serpiente a punto de morderla.
—Probablemente no, ya que dudo que te lo hayas quitado —dijo
Darren—. Pero te sorprenderías de lo que pueden poner dentro de este
material hoy en día, botones, broches, pinzas para el cabello, todo tipo de
cosas. Sólo tenemos que ser prudentes.— Darren se encogió de hombros.
—Además, una vez que todo esto haya terminado, lo tendrás todo de
nuevo. Esto es sólo temporal.
Anita asintió y se acercó a sentarse en la cama junto a Aaron,
dándole palmaditas suaves a la espalda del bebé mientras dormía. Robert se
sentó en el suelo a jugar con Denny, que no parecía nerviosa por nada de
esto. No era más que una niña pequeña, después de todo. No tenía ni idea
del peligro en el que estaban. Darren esperaba que siguiera siendo así.
Darren miró por encima del hombro cuando sintió dos fuertes brazos
acariciarle por detrás, y un cuerpo duro pegado al suyo. —Hola.
—Hola —dijo Graham. Parecía preocupado, sus cejas oscuras
reunidas en un ceño levemente fruncido. —No firmaste para nada de esto.
¿Estás bien?
Darren sonrió y apoyó la cabeza contra el hombro de Graham. —
Estaré contigo de todas las maneras que pueda conseguirte, con asesino
psicópata incluido.
—Te amo, bebé —susurró Graham contra la cabeza de Darren—.
Sabes eso, ¿verdad?
—Eso espero o me voy a sentir muy estúpido cuando todo esto
termine.
—Nunca voy a dejar que lo olvides, prometido.

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Un repentino golpe en la puerta llamó la atención de todos. Darren
sintió a Graham rígido detrás de él. Anita abrió la boca y acunó al bebé en
sus brazos. Robert agarró a Denny y la abrazó en su regazo. Todos los ojos
se volvieron hacia la puerta.
Darren levantó la mano para que todos estuvieran en silencio y se
acercó a la puerta. Llamó dos veces, hizo una pausa, y luego volvió a
llamar. Darren dejó escapar un suspiro de alivio cuando cuatro golpes
regresaron. Abrió un poco la puerta y se asomó.
Al ver al alto, hombre de pelo oscuro vestido de negro, Darren abrió
la puerta y permitió que él y el otro hombre entraran. Extendió la mano y
estrechó la mano del hombre, antes de volverse y hacer frente a los otros en
la habitación.
—Me gustaría que todos conocieran al Sr. Bertram, mi jefe de
seguridad, y uno de mi personal de seguridad, Jared —dijo Darren. Señaló
a las personas en la sala, presentándolos uno por uno—. Estos son el señor
y la señora Craig, los padres de Graham, y este es Graham Craig.— Darren
cogió la mano de Graham y la acercó más. —Él es mío.
Los labios de Bertram se torcieron en una sonrisa y asintió con la
cabeza ligeramente. —Muy bien, Sr. Sanford.— Bertram miró alrededor de
la pequeña habitación—. ¿Has quitado todo lo que no sea importante?
—Sí, todo, excepto la ropa que llevamos puesta y algunas joyas
preciosas—. Darren hizo un gesto a Anita—. Le dije a la señora Craig que
podríamos echar un vistazo a su anillo de boda y más, asegurarnos de que
no haya dispositivos de rastreo. Significan mucho para ella.
—Lo entiendo perfectamente.— Bertram asintió y se acercó a
Anita—. Señora, ¿si me lo permite? —Preguntó, tendiéndole la mano.
Anita empezó a quitarse su anillo de bodas, pero Bertram la detuvo. —No
veo ninguna razón para que el anillo deje el dedo a menos que sea
absolutamente necesario. Me imagino que ha estado ahí por un rato, ¿eh?
—Sí —le susurró Anita, tendiéndole la mano. Darren vio cómo
Bertram tomó la mano de Anita y examinó con detenimiento su anillo.
Incluso sacó una pequeña lente y verificó las gemas.
Por último, asintió. —El anillo está muy bien, señora Craig.

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—Oh, gracias a Dios —dijo Anita mientras llevaba la mano a su
pecho.
—¿Le importaría terriblemente si comprobara al resto de ustedes?
—Oh, no, creo que no.— Anita puso Aaron en la cama y se levantó.
Bertram chasqueó los dedos y le tendió la mano a Jared. Jared abrió
rápidamente la pequeña maleta plateada en la mano y agarró una vara larga
y delgada de metal. Se la entregó a Bertram.
Bertram pasó la vara hacia arriba y abajo en el cuerpo de Anita,
haciendo una pausa cuando comenzó a hacer fuertes pitidos ruidosos en el
borde de su collar. Estiró la mano y cuidadosamente retiró un pequeño
trozo de metal negro que se parecía a una horquilla y se la entregó a Jared,
quien lo puso en una pequeña caja de metal.
Bertram hizo lo mismo con todos los demás, incluyendo a Denny y a
Aarón. En total, se encontraron cinco pequeñas horquillas en forma de
dispositivos de seguimiento. Incluso encontró una metida en la ropa de
bebé de Aarón.
Una vez que todos los micrófonos fueron colocados en la caja de
metal, Bertram se volvió hacia el pequeño grupo. Le entregó a cada uno de
ellos un conjunto de ropa deportiva sellada en bolsas de plástico
transparente.
—Necesito que cada uno de ustedes se cambien con éstas. Sr.
Sanford, te necesitaré para cambiar a Aarón y a Denny también.
Darren asintió. Esperaba eso. Darren cambió a Denny y a Aarón,
mientras que Anita y Robert se cambiaban en el cuarto de baño. En el
momento en que estaban fuera, él y Graham cambiaron lugares con ellos.
Darren saltó cuando Graham le dio una palmada en el trasero
mientras subía sus pantalones. Miró por encima del hombro al hombre. —
No estás ayudando aquí.
—Balancearme tu culo no me ayuda tampoco.

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Darren se echó a reír y movió el culo incluso más y luego subió los
pantalones el resto del camino. Se volvió y le dio unas palmaditas en el
pecho a Graham. —Puedes tener mi culo más tarde, niño grande. Sólo
espera hasta llegar a mi casa.
—Entonces, ¿qué pasa con el hombre en la otra habitación? —Le
preguntó Graham. Darren podía oír la cautelosa curiosidad teñida con un
poco de celos en la voz de Graham.
—¿Bertram? —Darren ocultó su sonrisa tirando de una camisa
limpia sobre su cabeza—. Trabaja para Erin. Es el encargado de
mantenernos a todos seguros, cuidando la casa de Erin, y asegurándose de
que todo funcione correctamente.
—Darren —dijo Graham de pronto, con el ceño fruncido—, Solo ¿A
dónde te mudaste de todos modos? Pasé por tu vieja casa. Está vacía.
Darren asintió. —Sí, la vendí. Vivo en casa de Erin ahora. Te gustará
y podrás conocer a Erin.— Darren miró el hermoso cuerpo de Graham—.
Le vas a encantar.
—¿Tú crees? —Preguntó Graham. Parecía preocupado—. ¿No crees
que se sentirá raro con el completo asunto del matrimonio? Estoy
enamorado de su marido, después de todo.
Darren se echó a reír y sacudió la cabeza. —No, Erin va a entender.
Lo sabe todo sobre ti.
—¿En serio? ¿Le hablaste a tu esposa acerca de mí?
Graham se veía tan asombrado que Darren no podía dejar de reír.
—Le dije a mi querida amiga sobre ti, sí. Sólo porque Erin y yo
tengamos un pedazo de papel, no nos hace estar casados en el sentido real.
Como he dicho, no tenemos ese tipo de relación.
Graham negó con la cabeza. —Cuando nos casemos, tendremos ese
tipo de relación. Nos casaremos en el sentido real, ¿entiendes?
Darren sonrió al llegar a la manija de la puerta. —Perfectamente, y
yo no lo haría de ninguna otra manera.

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Capítulo Quince
Cuando la negra SUV en la que viajaban se detuvo en una puerta
custodiada, Graham se sentía tan nervioso que podría haber vomitado.
Tenía un nudo en el estómago. Estaba a punto de conocer a la esposa de
Darren, una mujer que simplemente no podía desear que desapareciera.
Darren estaría conectado a Erin para el resto de sus vidas, muriera o
no. Graham nunca le pediría a Darren que renunciara a Denny y a Aarón,
aunque no tenía idea de cómo ser padre.
Ni siquiera estaba seguro de si Darren lo quería para padre de los
niños. No habían llegado tan lejos en la discusión de las cosas. No estaban
precisamente en una situación que se prestara a la planificación para el
futuro. Sin embargo, Graham sabía que tendría que hablar sobre eso en
algún momento.
Sintiéndose repentinamente desprovisto, Graham se acercó y cogió la
mano de Darren. La sonrisa de respuesta que Darren envió en su dirección
ayudó a que el estómago de Graham se asentara hasta que la camioneta
pasó por la puerta y se dirigió hacia un largo camino de entrada.
Cuando Graham llegó y echó un vistazo a la mansión en la que Erin
y Darren vivían, su mandíbula cayó. —¿Vives aquí?
Darren se rió. —Yo dije lo mismo la primera vez que Erin me lo
mostró. Lo ha hecho bastante bien ella sola.
—Aparentemente, tú también.
Darren negó con la cabeza. —No, todo está puesto en un fideicomiso
para los niños. Les pertenece a ellos. Yo superviso su fondo fiduciario
hasta que alcancen la edad de veinticinco, pero no quiero nada de eso. Yo
no me casé con Erin por su dinero.
—¿Entonces por qué te casaste con ella?
—Te lo dije —dijo Darren—. Me casé con ella porque necesitaba
algo en mi vida después de que te fuiste, y Erin necesitaba a alguien para
cuidar de sus hijos después de que se haya ido.

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Graham frunció el ceño. —No vamos a renunciar a los niños ahora
que estoy aquí, ¿verdad?
—Por supuesto que no —espetó Darren—. ¿Cómo puedes siquiera
pensar en tal cosa?
Graham dio un tirón en el brazo de Darren hasta que el hombre cayó
contra él. Se inclinó y besó la parte superior de la cabeza. —No lo hice,
Dar. Yo sólo quería asegurarme de que estábamos en la misma página. No
tengo ningún problema con que los niños estén en nuestras vidas.
Simplemente no quiero que pienses que lo pensé.
—Supongo que eso es algo que no hemos discutido todavía, ¿eh?
Graham se rió, recordando sus pensamientos de hace un momento.
—No, no lo hemos hecho, pero ahora realmente no es el momento.
Darren inclinó la cabeza hacia atrás y miró a Graham. —¿Estás
seguro que no tienes un problema con los niños? Estaría dispuesto a apostar
que ni siquiera pensabas en tener hijos.
—No es necesariamente cierto, Darren. Pensé establecerme contigo
todo el tiempo.— Graham se encogió de hombros ante la mirada
sorprendida de Darren—. Sólo que no había un lugar en mi cabeza donde
pudiera darme cuenta de eso, y mucho menos hablarte sobre esto.
—¿Y ahora?
—Oh sí, definitivamente quiero sentar cabeza y proyectar un futuro
contigo.
—¿Y Denny y Aarón?
—Sí, y Denny y Aarón también —dijo Graham—, y Erin también, si
somos capaces de ayudarla a salir de este problema de salud. Sabes que mi
padre es médico, ¿verdad? ¿Tal vez pueda echarle un vistazo?
La cara de Darren parecía cambiar entre feliz y triste por un
momento. —¿De verdad crees que podría hacer algo por Erin? Tiene tanto
dolor. Es duro verla extinguirse así. Hay tanta vida en ella.
—Todo lo que podemos hacer es preguntar.

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Darren asintió. Abrió la boca para decir algo cuando se abrió la
puerta, Bertram estaba ahí de pie. —Señor Sanford, Sr. Craig, si pudieran
entrar, por favor, tengo una habitación establecida para examinar su
pequeño problema.
¿Su pequeño problema? A Graham le dieron ganas de acercarse y
tomar a Bertram por la garganta y agitar al hombre. El ser señalado por un
psicótico asesino a sueldo no era un pequeño problema. Era un gran
problema, que podía costarles sus vidas.
Darren desabrochó a Aaron y tiró de él desde el asiento del coche.
Graham agarró a Denny, sorprendido cuando ni siquiera se despertó.
Darren siguió hacia la casa, sintiéndose un poco extraño al estar rodeado de
repente por varios hombres armados.
—Uh, ¿Darren?
Darren se acercó y acarició uno de los brazos que Graham tenía
envueltos alrededor de Denny. —No te preocupes, Graham, trabajan para
Erin y para mí.
—¿Todos? —Graham miró a su alrededor. Contó por lo menos diez
hombres vestidos con trajes oscuros.
—Sí —respondió Darren—. Recuerda lo que dije, Erin es mega rica.
Prácticamente tiene su propia fuerza policial.
Graham estaba todavía un poco aturdido cuando entró por la gran
puerta de entrada de la mansión. Su estupefacto asombro al instante cambió
a fascinación, mientras miraba alrededor de la gran entrada con suelo de
mármol.
Una araña de cristal colgaba del techo directamente en el centro de la
habitación. Escaleras redondeadas y serpenteantes estaban a cada lado de
la pared que conducían a un balcón en la parte superior. Varios
funcionarios vestidos de uniforme se situaron a la atención en la parte
inferior de las escaleras.
—Mary, bien —dijo Darren cuando se acercó a una mujer mayor—.
Aarón y Denny han tenido una noche muy agitada. Podrías llevarlos a
ambos arriba y prepararlos para la cama. Sé que Denny va a querer ver a

pág. 133
mamá antes de irse a dormir. Estaré en unos pocos minutos para meterlos
en la cama.
—Muy bien, Sr. Sanford —respondió Mary, cuando tomó a Aarón.
Otra mujer se adelantó y tomó a Denny, y ambas subieron por las
escaleras con los niños.
—Terence —dijo Darren mientras miraba a un hombre que Graham
sólo podía suponer que era el mayordomo y le indicó a Robert y a Anita—,
por favor tenga una habitación dispuesta para el señor y la señora Craig.
También necesitaré una habitación para otras tres parejas.
—Muy bien, señor —respondió el hombre—. ¿Debo preparar una
cena ligera en el comedor?
—Oh, Terence, eso sería maravilloso —dijo Darren—. Comida para
picar, sin embargo, y mucho café. Tenemos asuntos que discutir y me
imagino que vamos a estar yendo y viniendo mucho. Creo que va a ser una
noche muy larga.
—Muy bien, señor.
Graham miraba con un poco de asombro cuando Terence hizo
entrega de varios pedidos a los otros agentes que estaban ahí y el lugar se
convirtió en un frenesí de actividad, con los sirvientes que iban en todas
direcciones.
Graham se quedó ahí, sin saber qué hacer hasta que Darren tomó su
mano.
—Vamos, quiero que conozcas a Erin.— Darren hizo señas a las
escaleras mientras miraba a Bertram. —Vamos a estar tan sólo unos
minutos. Nuestros otros invitados deberían estar aquí pronto, Bertram.
Bertram asintió y se dirigió a un gran conjunto de puertas de doble
hoja a un lado de la entrada. Graham tragó saliva y siguió a Darren por las
escaleras. Estaba aterrorizado de conocer a la mujer que se casó con
Darren.
¿Qué pasa si a Erin no le gustaba? ¿Qué haría Darren? Graham no se
sentía como si estuviera compitiendo con Erin por el afecto de Darren, pero
sabía que la mujer era muy importante para su amante.

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—¿Y si ella no me quiere, Darren?
Darren se encogió de hombros. —Es una casa grande. Nos
instalaremos en un ala y Erin en el otro. Ni siquiera tendrían que verse
mutuamente.— Darren sonrió a Graham por encima del hombro. —Pero yo
no creo que vaya a ser un problema. Erin sabe que te quiero.
Graham no estaba tan seguro, pero nunca había conocido a la mujer
tampoco. Sólo esperaba que Darren supiera de lo que estaba hablando.
Realmente apestaría si Erin lo odiaba, sobre todo sabiendo cómo estaba
conectado Darren a ella y a su familia.
Darren se detuvo ante una gran puerta de madera de gran tamaño.
Graham se apoyó en la mano que Darren ahuecó alrededor de su mejilla.
—Va a estar bien, Graham, sólo tienes que esperar y ver. Erin es una
buena mujer. Querrá que yo sea feliz.
Graham no estaba tan seguro, no después de las cosas que había
hecho para conducir a Darren lejos de él. Sabía que no sería de ayuda para
su amiga estar con alguien que trató a Darren como lo había hecho. Era un
asno.
Graham respiró hondo y siguió a Darren a la habitación. De
inmediato lo atacaron los olores de la medicina y la enfermedad. Los
monitores sonaban, la respiración pesada llenaba la habitación. Una mujer
vestida como una enfermera se sentaba a un lado, leyendo una revista. Al
momento que se abrió la puerta, se levantó y se acercó.
—Buenas noches, Sr. Sanford.
—Hola, Brenda, ¿cómo está esta noche? —Le preguntó Darren.
—Parece estar a gusto en este momento —dijo la enfermera—. El
médico subió su morfina, para que durmiera mejor, pero se negó a dormirse
hasta que usted y los niños regresaran a casa.
Darren asintió. Graham se sentía desolado cuando Darren dejó caer
la mano y se acercó a sentarse en el borde de la cama. Siguió detrás de
Darren, sin querer separarse del hombre, y se quedó en silencio detrás de
él.

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Graham no estaba seguro de lo que esperaba, pero no era la mujer
pequeña y pálida, que yacía en la cama. Apenas parecía enferma. Si no
fuera por la delicadeza de sus huesos y la intravenosa adjunta a la mano,
Graham nunca hubiera sabido que estaba enferma.
—Hola, cariño —dijo Darren—, he traído a alguien para que
conozcas.
Graham dio un paso adelante cuando Darren cogió su mano. Sonrió a
la mujer, lo cual era difícil de hacer cuando sentía cómo sus ojos marrones
podían ver a través de él.
—Hola.
—Tú debes de ser Graham —dijo Erin.
Su voz sonó baja, pero dura como una roca. Graham no tenía ningún
problema en ver a esta mujer como la dueña de una empresa de varios
millones de dólares. Tenía un esqueleto de acero puro.
—Sí, soy Graham.
Graham trató de ocultar su nerviosismo cuando Erin lo examinó. No
quisiera estar en el extremo de su temperamento, si se irritaba. Así las
cosas, se sentía como si estuviera a punto de ser inclinado sobre las brasas.
—Darren, querido —dijo Erin cuando se volvió para mirar a
Darren— necesito un momento a solas con Graham.
Graham no se fiaba de esa voz tan dulce. Había visto la mirada que
ella le había dado, y sabía que iba a masticar su culo.
—Oh, pero...
—Darren, por favor —dijo Erin —, no es que pueda hacer daño al
hombre en mi condición. Va a estar bien. Sólo quiero hablar con él durante
un momento. ¿Por qué no vas por Denny y la traes para que me diga
buenas noches?
—Estaré bien.— Graham apretó la mano de Darren.

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Parecía preocupado, cuando se puso de pie y abandonó la habitación.
Graham esperó hasta que la puerta se cerró antes de volver a Erin. —Así
que, ¿debo eliminar todos los objetos afilados a su alcance?
Erin rió un momento y luego empezó a toser. La enfermera corrió y
le dio unas palmaditas en la espalda y luego dio a Erin un poco de agua
para beber. Una vez que Erin se recostó contra las almohadas, miró
fijamente a Graham una vez más.
—¿Por qué estás aquí?
—Directo al punto, ya veo —dijo Graham. Hizo un gesto a un sillón
a un lado—. ¿Puedo sentarme?
Erin agitó la mano en un gesto desdeñoso. —Sólo tienes que
responder a mi pregunta.
Graham agarró la silla y la colocó para sentarse junto a la cama de
Erin. Juntó las manos y apoyó los codos en los muslos. —Me encanta
Darren. Esa es la única razón por la que estoy aquí.
—¿En serio esperas que me crea eso después de lo que le has hecho
pasar? —Se burló Erin.— Si lo amas como dices, nunca lo hubieras herido
de la forma en que lo hiciste.
Graham se miró las manos. —Lo sé y realmente no tengo excusa
para mi comportamiento. Hice lo que pensé que era lo mejor esa vez, pero
me equivoqué.— Graham volvió a mirar arriba a la cara de Erin. —Me
alegro de que Darren haya consentido en darme otra oportunidad.
—¿Lo ha hecho? —Preguntó Erin. Tenía la cabeza inclinada hacia
un lado con una curiosa sonrisa que cruzó sus labios—. ¿Y qué pasará con
Darren la próxima vez que lo dejes en la desesperanza? Lo detuve una vez,
pero no sé si puedo mantenerlo con vida si lo dejas de nuevo. Mis hijos
sólo le darán una razón para seguir viviendo tanto tiempo.
Graham apretó los ojos con fuerza mientras se tragó el nudo de dolor
alojado en su garganta. La agonía de saber que había impulsado a Darren
tan cerca de la orilla era casi más de lo que Graham podía soportar.
Cuando abrió los ojos otra vez, Erin estaba mirándolo directamente.
Graham le dio un ligero movimiento de su cabeza.

pág. 137
—Nunca tuve la intención de herir a Darren, Erin. Espero que lo
sepas. He cometido algunos errores, grandes, pero fueron lo mejor que
pude hacer en ese momento.
—Bueno, tienes que hacerlo mejor si esperas quedarte.
Graham se rió nerviosamente. —Bueno, al menos pareces estar
dispuesta a darme una oportunidad. Estaba bastante seguro de que me ibas
a echar cuando dijiste que querías hablar conmigo a solas.
—Si Darren no te quisiera tanto, lo haría. Pero lo hace, así que no lo
haré.— Erin movió un delgado dedo a Graham—. Pero jódelo otra vez y
perseguiré tu culo todo el camino al infierno.
—Erin, tu entiendes que...
—Graham, realmente me importa una jodida. No hay ninguna razón
que me puedas dar que explicara por qué fuiste tan estúpido como para
renunciar a un hombre tan maravilloso como Darren. Parece pensar que
tienes algunas cualidades que te redimen, pero me reservaré la opinión
hasta que te conozca mejor.
—Bastante justo —se rió Graham.
—Es mejor que hagas todo en tu poder para hacer de Darren el
hombre más feliz sobre la tierra, o voy a utilizar todo mi poder y dinero
para alejarlo de ti. ¿Somos claros aquí? ¿O tengo que seguir hablando con
el poco aliento que me ha quedado?
Graham finalmente asintió. —Me gustas, Erin. Eres como una patada
en el culo.
—Sólo recuerda lo que dije y nos llevaremos bien.
—¿Qué piensas acerca de que esté aquí en tu casa? —Le preguntó
Graham, dando voz a uno de sus mayores temores—. Quiero estar donde
esté Darren.
Erin agitó su mano de nuevo, rechazando sus palabras. —Es una casa
grande. Estoy segura de que todos cabemos.
—Realmente lo amo, Erin. Sólo quiero lo mejor para él.

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—¿Y si tú no eres lo mejor para él?
Graham hizo una mueca y se miró las manos. —Tengo serias dudas
de que sea lo mejor para él, pero nunca nadie lo amará más— Graham miró
con sorpresa cuando Erin se rió.
—Ese reconocimiento es probablemente la única cosa que salvará tu
culo de ser expulsado de aquí.
Graham estaba aún más sorprendido cuando Erin se acercó y le
palmeó la mano.
—Tú no eres lo suficientemente bueno para Darren y ambos lo
sabemos. Dudo que alguien lo sea. Pero él te quiere así que es mejor
ponerse en forma antes de tener que salir de esta cama y darte con el látigo
en tu culo.
—Sí, señora —sonrió Graham.

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Capítulo Dieciséis
Darren paseaba nerviosamente de un lado a otro frente a la puerta de
Erin. Movía a Denny en sus brazos, mientras esperaba a que Graham
viniera. No estaba seguro de lo que Erin habló sobre Graham, pero podía
imaginarlo.
Erin, Dios la bendiga, lo estaba sometiendo a Graham al tercer grado.
Darren sabía que tenía que haber esperado cuando trajo a Graham a la casa.
Erin era muy protectora con aquellos que le importaban.
Aún así, Darren esperaba que no fuera demasiado malo. Quería
desesperadamente que Erin y Graham se llevaran bien. Se preocupaba por
los dos y el pensamiento de que pudiera tener que elegir entre ellos le hizo
un nudo en el estómago.
Cuando la puerta de la habitación de Erin se abrió y salió Graham,
Darren rápidamente echó un vistazo a su cuerpo para detectar signos de
heridas. No le parecería raro que Erin le pegara una paliza a Graham si
pensaba que lo necesitaba. A pesar de dar a luz recientemente y estar
enferma, Erin era todavía una mujer a tener en cuenta.
—¿Estás bien?
Graham se rió. —De alguna manera no es extraño que preguntes eso
—señaló a la habitación detrás de él—. No estabas bromeando acerca del
espíritu de esa mujer. Es un infierno sobre ruedas.
—Parece que sobreviviste.
—Por la piel de mis dientes —dijo Graham—. Simplemente
estableció la norma para mí y tengo que decirte, que esa mujer hizo que me
cagara de miedo.
—Erin puede ser un poco intensa cuando se preocupa por alguien.—
Darren hizo un gesto a los guardias armados que rondaban por los
pasillos—. De ahí, la seguridad en torno a este lugar. Te dije que el
presidente no puede entrar aquí sin una invitación.

—Me preguntaba eso.

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—Erin vale mucho dinero. Hay un montón de gente que podría tratar
de quitárselo por cualquier medio posible. Necesita protección, como los
niños. No tengo ninguna duda de que Erin dejaría hasta el último centavo
que tuviera para mantener a sus hijos a salvo.
—O a ti —respondió Graham—. Me amenazó con utilizar su último
centavo para hacerme pagar si no te hiciera el hombre más feliz sobre la
tierra.
Darren sonrió. —Entonces es mejor que hagas lo que dijo. Erin
nunca dice nada que no quiera decir.— Darren se apoyó contra Graham
cuando los brazos del hombre se envolvieron alrededor de él y el niño
pequeño que mantenía contra su pecho.
—Imagino que tengo mi trabajo a la medida entonces, ¿eh?
—Lo tienes.
—Creo que soy lo suficientemente hombre para el trabajo.
—Voy a decidir eso esta noche más tarde. En este momento tenemos
que llevar a Denny a que vea a su madre y luego ir abajo para hablar con
Bertram acerca de este loco tratando de matarte.— Darren sonrió mientras
miraba a Graham arriba y abajo—. Tengo que encontrar la manera de
conseguir que tu culo sexy salga de este lío antes de que salgas disparado.

Darren se sorprendió al ver la sala llena de gente cuando él y Graham


caminaron dentro. No se mostró sorprendido por los gritos que llenaron el
aire al momento que les vieron.
—¡Darren!
Momentos después, Darren gruñó mientras dos hombres lo rodearon,
casi abrazándolo hasta la muerte. Había pasado bastante tiempo desde que
había visto a Nicky o a Sammy. Siempre fue demasiado duro estar cerca de
ellos, sin Graham.

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Sólo pensar en Graham hizo que Darren recordara que esta era la
primera vez que estaban juntos delante de sus amigos. No sabía qué decir o
cómo actuar. No quería hacer nada que pudiera poner a Graham incómodo.
¿Qué salida quería tener?
—Muy bien, las manos fuera de las golosinas —dijo Graham
mientras alejaba a Darren de Sammy y Nicky.
La mandíbula de Darren se abrió, sorprendido cuando Graham lo
envolvió en sus brazos.
Podía ver la sorpresa en la cara de todo el mundo mientras miraba
alrededor de la sala para ver las reacciones de sus amigos. Encontró de
todo, desde miradas atónitas a amplias sonrisas.
—Bueno, ya era maldita hora —dijo Paul cuando se acercó a
estrechar sus manos—. Estábamos todos bastante cansados de fingir que no
sabíamos que los dos estaban saliendo.
—¿Lo sabían? —Le preguntó Darren—. ¿Todos?
—Oh, por favor.— Sammy soltó una risita, agitando una mano a
Darren y a Graham—. Los dos no pueden estar en la misma habitación
juntos sin que se inicie un incendio.
Darren sentía el pecho de Graham retumbar en la espalda cuando el
hombre se echó a reír en silencio. Se volvió y miró a Graham. —¿Y qué es
exactamente lo que te parece tan gracioso de todo esto?

—Que no engañamos a nadie.


Darren rodó sus ojos y se volvió hacia sus amigos. —Así que, todos
lo saben.
—Sí, más o menos —dijo Nicky cuando se sentó de nuevo junto a
Troy—. Tú nunca dijiste nada, así que tampoco nosotros lo hicimos.
Hemos hablado sobre esto y decidimos que nos lo dirían cuando los dos
estuvieran juntos y cuando estuvieran listos.
—¡Sorpresa! —dijo Graham mientras abrazaba a Darren.

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Darren se rió. No podía evitarlo. La situación era demasiado extraña.
—Está bien, así que sí, estamos juntos. Hemos estado juntos durante
mucho tiempo.— Darren hizo un gesto a sus espaldas a Graham. —El
tarado aquí sólo no lo admitía.
—¡Hey!
—¿Qué? —Le preguntó Darren—. Fue tonto y tú lo sabes.
—Está bien, te concederé eso; fue tonto —se rió Graham.
—Caballeros, si me permiten tener su atención —dijo una voz detrás
de ellos.
Darren se volvió para ver a Bertram de pie en la puerta. —Bertram,
gracias por tener todo arreglado. Excelente trabajo, como siempre.
—Gracias, señor —dijo Bertram—. Tengo un centro de mando
instalado en el estudio, si fueran tan amables de seguirme. Cuanta más
información tenga, mejor podré protegerlos a todos. Me he asegurado por
mis hombres, que todos los micrófonos hayan sido eliminados por lo que
son libres de hablar.
—¿Cuántos has encontrado? —Le preguntó Graham.
—Además de los que están en el motel, pudimos localizar tres
micrófonos más. Uno al señor Troy, uno sobre el señor Nicky, y otro sobre
el señor Sammy Dane. Pero no se preocupe, señor, mis hombres se han
ocupado de ellos adecuadamente. Todos los micrófonos han sido
desactivados.
Darren cogió la mano de Graham y siguió detrás de Bertram. Podía
escuchar a sus amigos caminando detrás de ellos. Todos ellos caminaron
por el pasillo y enfilaron al estudio, cerrando la puerta detrás de ellos.
Graham se sentó en una de las muchas sillas en la habitación. Darren
gritó un poco cuando Graham dio un tirón en su brazo y tiró de él hacia
abajo. Darren puso los ojos en blanco cuando se acomodó en el regazo de
Graham. Apostaba que parecían ridículos, pero le gustaba tener los brazos
de Graham a su alrededor.

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—¿Entiendo por el Sr. Sanford que alguien ha lanzado una búsqueda
sobre todos ustedes? —Les preguntó Bertram después de que todos se
sentaron—. He hecho algunas investigaciones en los dispositivos de
seguimiento que hemos encontrado, y añadido a todo lo que el Sr. Sanford
me dijo acerca de su situación por teléfono, que ciertamente no era mucho.
—¿Has encontrado algo? —Le preguntó Darren, conteniendo la
respiración mientras esperaba que Bertram respondiera. Graham y el resto
de sus amigos puede que no entendieran lo que Bertram sabía hacer, pero
Darren sí. El hombre era un genio en el campo de la seguridad privada.
—Para decirlo suavemente, enfadaron a la gente equivocada—.
Bertram juntó las manos y las apoyó en la parte superior de la mesa y luego
se sentó detrás. —Y ahora los quieren a todos muertos.
—¿A quién jodidos hicimos enojar? —Le preguntó Jamie.
—A la gente para la que Bruce Garren trabajaba.
—Así que, ¿se trata de la operación especial de drogas, entonces? —
Le preguntó Graham.
—Sí, hasta cierto punto. Se trata sobre todo del portátil que Bruce
tenía. Por lo que entiendo, hay todo tipo de información en el portátil,
información que estos chicos no quieren hacer pública.
—Entonces, ¿por qué ir detrás de nosotros? —Le preguntó
Graham—. ¿Por qué no sólo tener a alguien para que robe el portátil? Ya
tenían a un agente de policía en el bolsillo. Lo podía haber hecho por ellos.
—Demasiado arriesgado —dijo Bertram—. Esta gente no tiene
manera de saber si la información en ese portátil ha sido copiada en
cualquier otro lugar. Si lanzan una búsqueda a todo el mundo en el grupo
de trabajo, los policías tienen algo de qué preocuparse además del portátil,
e imagino, que mientras tanto, su topo está rastreando hasta la última copia
que se pueda haber hecho.
—¿Topo?
Bertram se rió ligeramente. —Realmente no creían que todo lo que
tenían en nómina era un policía de patrulla de bajo nivel causando todo este
problema.

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—¿Qué pasa con el otro policía, McLarren? —Le preguntó Darren
—. El que Troy soltó. ¿Está en esto?
—Uh, Darren, no lo soltamos —dijo Troy—. Está retenido en la
cocina en este momento. Los chicos de Bertram están actualmente
revisándole por algún micrófono.
—¿Qué? —Darren se puso en pie—. ¿Él está aquí? ¿En esta casa?
—Cálmate, Darren —dijo Troy—. Tenemos una buena razón para
creer que es inocente.
—¿Qué razón?
—Quien está haciendo esto, trató de matar al agente McLarren
cuando fuimos a dejarlo a su comisaría.— Troy miró a su alrededor,
haciendo una mueca—. Pensamos que estaría más seguro aquí con nosotros
hasta que podamos averiguar todo.
Darren se sentó de nuevo en el regazo de Graham cuando un
sobresalto le sacudió. — ¿Trataron de matar a McLarren también? ¿Estás
seguro de que no era una trampa para traerlo hasta nosotros?
—Um, sí —dijo Troy—. Estaban definitivamente fuera para matarlo
también. Si Jamie no hubiera ido en su coche para traer a Sammy y a
Nicky, habrían tratado de matarlo también. Así las cosas, yo no estaría aquí
si McLarren no hubiera recibido una bala por mí.
—¿Está bien? ¿Necesita un médico?
—Es sólo una herida superficial, pero el padre de Graham lo está
atendiendo ahora —dijo Bertram—. El señor McLarren está bajo guardia
armada hasta que decidamos lo contrario.
Darren se echó hacia atrás en los brazos de Graham. La presencia del
hombre era la única cosa que ayudaba a Darren a no perder la cabeza. —
Estoy empezando a odiar esto.— Darren sintió tenso a Graham detrás de él
y rodó los ojos—. Y no, no vamos a ninguna parte así que saca ese
pensamiento de tu cabeza ahora mismo antes de que lo saque a golpes de ti.
Graham se rió. —Lo que tú digas, bebé.

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Darren miró a su alrededor cuando varias personas se echaron a reír.
Iba a ser un poco difícil para Darren acostumbrarse a que sus amigos
supieran que él y Graham eran amantes. Graham, por otro lado, parecía
estar rodeándolo con ambos brazos.
—Así que, ¿cómo les gustaría manejar esto, señores? —Preguntó
Bertram—. Puedo hacer algunas preguntas más y cederles la información a
ustedes, o puedo hacerme cargo de la situación para ustedes. Es su
elección.
—Uh, no podemos aceptar cualquier cosa ilegal, Bertram —dijo
Graham.
Bertram tamborileó con los dedos juntos por un momento. —Muy
bien, señores.— Se puso de pie y caminó alrededor del escritorio—. Voy a
hacer algunas averiguaciones y transferir la información a ustedes cuando
la tenga. Mientras tanto, les pido que ninguno de ustedes abandone la finca
sin que uno de mis hombres o yo lo sepamos.
Hizo un gesto hacia la puerta. —Tengo guardias armados en toda la
propiedad. Cualquiera de ustedes puede ponerse en contacto conmigo en
cualquier momento si tienen alguna pregunta.
—¿Qué vamos a hacer respecto al agente McLarren? —Preguntó
Troy.
—El agente McLarren permanecerá bajo custodia hasta el momento
en que haya sido ampliamente comprobado por mi equipo de seguridad. No
voy a correr ningún riesgo con la Sra. Erin y la seguridad de los niños.
Darren sonrió como todos los demás en la sala embobados hacia
Bertram. Había estado en el extremo receptor de uno de los controles de
seguridad de Bertram antes de acceder a casarse con Erin. Sabía lo
exhaustivo que el hombre podía ser.
—No se preocupen por eso, muchachos —dijo Darren—. Bertram es
muy bueno en lo que hace. Estoy bastante seguro de que sabe lo que tomé
para desayunar el 5 de mayo del año en que cumplí cinco años.
—Gofres —dijo Bertram cuando salió de la habitación. Se detuvo en
la puerta para echar un vistazo sobre su hombro, guiñándole el ojo—. Con
jarabe de arándano, por supuesto.

pág. 146
El hombre se había ido antes que nadie pudiera decir nada. Darren se
rió para sí mismo. No tenía ni idea de lo que tomó para desayunar hace
todos esos años. Dudaba que Bertram lo supiera tampoco, pero sin duda
sabía cómo asustar a un cuarto lleno de gente.
—¿Quién diablos es ese hombre? —Susurró Sammy a toda la
habitación.
—Ese sería Dalton Bertram, jefe de seguridad de Erin —dijo
Darren—. Créanme cuando digo que el hombre sabe lo que hace. No sé lo
que hizo en su vida anterior, pero no está en los libros de récords... en
ningún lugar.
—Entonces —dijo Jamie cuando palmeó las manos, llamando la
atención de todos—, Bertram reunirá la información que necesitamos y
¿luego qué? ¿Se la entregamos al Jefe Russo o qué?
—Siempre podríamos ir detrás de estos tipos nosotros mismos —dijo
Troy.
Darren se puso rígido, odiando la idea de ir justo por su cuenta y
riesgo. No quería a su amante en peligro. Se agachó y cogió la mano que se
envolvía alrededor de la cintura, sosteniéndola con fuerza.
No quería decirle a Graham lo que podía y no podía hacer. El
hombre era un detective de policía, pero la idea de que Graham fuera detrás
de estos tipos, a Darren le daba miedo hasta sus dedos de los pies.
—Tal vez deberíamos esperar y ver lo que a Bertram se le ocurre
antes de hacer planes —dijo Graham, y Darren podría haberlo besado ahí
mismo delante de todos. En cambio, apretó la mano de Graham.
Graham le devolvió el apretón.

Darren miraba atentamente a Graham mientras subían las escaleras.

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Esta noche había estado llena de muchas sorpresas y un montón de
sacudidas. Los dos estaban cansados, ambos agotados por las revelaciones
de la noche.
—Esa es la habitación de los niños —dijo Darren cuando pasaron la
puerta justo antes de la suya—. Yo estoy aquí.
—¿Justo al otro lado del pasillo?
Darren se encogió de hombros. —Me gusta saber que puedo estar
cerca de ellos si me necesitan. La de Erin está justo pasillo abajo, pero no
puede llegar a ellos si lloran en mitad de la noche o algo así. Al menos uno
de los padres debe estar cerca, ¿no te parece?
Graham sostuvo un par de dedos. —Dos padres cerca, ¿te acuerdas?
Darren sonrió. —Sí.
Graham de repente giró en torno a Darren y lo apretó contra la puerta
de su dormitorio. —Y si, dije que dos padres estaban juntos...
—¿Sí? —respiró pesadamente Darren.
Graham se agachó y barrió la lengua por los labios de Darren. Darren
gimió y abrió la boca, permitiendo a Graham entrar. Sintió la mano de
Graham vagar detrás de él por un momento y luego la puerta a su espalda le
dio paso, abriéndose.
Darren se habría caído al suelo si Graham no lo hubiera envuelto con
sus brazos alrededor de la cintura de Darren, tirando de él cerca. Darren
podía sentir cada depresión y cada cresta del cuerpo de Graham
presionando contra él e hizo que las rodillas se debilitaran.
Agarró el borde de la camisa de Graham y se la sacó. —¡Fuera! —
Demandó. Ni siquiera esperó a ver si Graham obedecía, sólo dio un paso
atrás y comenzó a despojarse de sus ropas.
Se sentía como días, semanas incluso, desde que había sentido los
brazos de Graham a su alrededor y sus cuerpos apretados. Se dio cuenta de
que había sido sólo un par de horas, pero dolía. Necesitaba sentir que
Graham lo tomaba de nuevo.

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Darren estaba desnudo rápidamente, todavía tenía tiempo para bajar
las mantas de la cama y coger el lubricante y condones antes de que
Graham se desnudara. Se subió a su gran cama y se estableció en el centro.
Darren comenzó a acariciar su dura polla mientras observaba a
Graham quitar la última de sus ropas. El hombre verdaderamente era un
hermoso ejemplar de pura masculinidad. Se deberían haber escrito sonetos
sobre la perfección con que estaba formado.
Músculos tensos, ondulado abdomen, hombros anchos, piernas
largas. Graham lo tenía todo. Y Darren no podría haber estado más
contento cuando ese hermoso cuerpo se volvió en su dirección.
Torció su dedo a Graham. —Ven aquí, bebé.
Una esquina de la boca de Graham se animó mientras sonreía. —No
sé. Podrías hacer cosas a mi pobre cuerpo inocente.
—Oh, tengo toda la intención de corromperte, Graham Craig. En el
momento en que haya terminado contigo, nunca volverás a ver el culo de
otro hombre de nuevo.
Graham se arrastró desde el fondo de la cama hasta que su cara
estaba justo encima de la tensa polla de Darren. Bajó la mirada por un
momento y se humedeció los labios y entonces miró a Darren.
—Sólo hay un culo en el que estoy interesado.
Darren respiró hondo cuando Graham metió la mano entre el culo de
Darren y el colchón. El pulgar de Graham se movió en el fruncido agujero
de Darren. —Y es este de aquí.
—Está bien —jadeó Darren pesadamente—, puedes tenerlo.
—Tengo la intención.
Las manos de Graham, estaban de repente en los muslos de Darren,
justo donde se reunían con la curva de su culo. Subió las piernas de Darren
arriba al pecho hasta que el culo entero se mostró.
Darren no pudo evitar un leve gemido escaparse cuando Graham
arrastró su lengua por la grieta de su culo. Sentía como si una descarga
eléctrica hubiera pasado a través de su cuerpo cuando Graham continuaba

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lamiendo el culo de un extremo al otro, prestando especial atención a su
sensible agujero.
—Joder, Graham, tú nunca...
—Hay un montón de cosas que nunca he hecho, pero eso está todo
en el pasado.— Graham se incorporó, se acercó y cogió la caja de
condones, sosteniéndolos para Darren—. Aquí están. Sé que estás limpio y
tú sabes que estoy limpio. Nos hicimos la prueba juntos en el hospital.
Tenemos una relación monógama, comprometida ahora. No más condones.
¿De acuerdo?
—Graham, nunca he dejado de utilizar un condón.
—Ni yo tampoco, pero tampoco, nunca he querido a alguien como te
quiero a ti. Y no planeo estar con otra persona por el resto de mi vida. ¿Y
tú?
—No, pero...
—Si te sientes incómodo con eso, todavía los tendremos que usar.
No quiero presionarte de cualquier forma o hacerte sentir como que tienes
que ir contra todo lo que sientes fuertemente.
Darren miró a Graham durante unos instantes. Podía ver la seriedad
en su rostro, pero también podía ver el amor. Sabía que si iba a
comprometerse con esta relación, tenía que comprometerse plenamente.
Era todo o nada.

—¿Estás seguro de que esto es lo que quieres?


—Positivamente—. Rápido, sencillo y directo al punto, ese era su
Graham.
Darren cogió la caja y la arrojó por la habitación. Cogió el lubricante
y lo levantó en su lugar. —Podemos seguir sin preservativo, bien, pero sé
exactamente lo grande que es tu pene. No vamos a ir sin esto.
Graham sonrió y agarró la botella. Abrió la parte superior y roció un
poco en los dedos y cerró la botella y la lanzó sobre la cama. Darren respiró
hondo y esperó a que Graham comenzara a estirarle. Cuando no pasó nada,
levantó la cabeza de la cama y miró a Graham.

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—¿Qué estás haciendo? —Preguntó—. Pensé que me ibas a joder.
—Bebé, evitábamos joder durante mucho tiempo. Lo que sucede
entre nosotros ahora oficialmente ha cambiado a la fase de hacer el amor.
—Bien, entonces hazme el amor.
—Uh uh, no esta vez.
Darren frunció el ceño y se levantó a sí mismo en los codos. —
Entonces, qué...— Los ojos de Darren se abrieron como platos cuando vio
la mano de Graham empujar detrás de él—. Maldita sea, ¿Qué estás...?
Darren se sentó cuando Graham asintió. Se puso en sus manos y
rodillas y se arrastró para sentarse detrás de Graham. —¡Jódeme! —
Susurró cuando se dio cuenta que Graham tenía tres dedos apretados en el
interior de su propio culo.
Darren sería la primera persona en admitir que él era un chico de
abajo. Le encantaba la sensación de un gran hombre con una gran polla
golpeando en su culo. No había nada igual en la tierra.
Pero de vez en cuando, le gustaba arriba. No tenía nada que ver con
sentirse viril y macho, y todo que ver con la sensación de saber que podía
dar a su amante una gran cantidad de placer.
—¿Estás seguro de esto, Graham? Todavía podemos hacerlo de la
otra manera.— Graham era tan de arriba como Darren lo era de estar abajo.
Nunca antes habían cambiado.
Graham sacó los dedos de su culo y se volvió para mirar a Darren. —
Nadie ha tenido mi culo antes porque nunca he confiado en nadie lo
suficiente como para dejar que hagan algo por el estilo. Si puedo confiar en
ti con todo mi corazón, puedo confiarte mi culo.
Darren se dio cuenta de repente, que Graham le estaba dando la
confianza y le prometía que, incluso si no lo hacían a menudo, haría que
estar en la parte inferior fuera la mejor experiencia posible para su amante.
Extendió la mano y agarró el lubricante que Graham había
descartado, abriendo la parte superior y vertiendo una buena cantidad en la
palma de su mano. Manteniendo la botella en una mano, lubricaba la polla
con la otra.

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Chorreó un poco más de lubricante en los dedos y los presionó en el
culo de Graham. Tenía que asegurarse de que Graham estaba est irado por
completo antes de que lo jodiera. Darren nunca se perdonaría si le dolía a
Graham.
También quería encontrar...
—¡Oh maldito infierno! —Gritó Graham, su cuerpo poniéndose
rígido por un momento antes de que empujara hacia atrás en contra de los
dedos que Darren tenía en su culo.
Darren sonrió. ¡Lo encontré! Comenzó a empujar sus dedos dentro y
fuera del culo de Graham, asegurándose de que se deslizaran por la
pequeña glándula con forma de nuez con cada pasada. Continuó
acariciando hasta que pequeños gritos de Graham se convirtieron en un
continuo lamento.
—¿De manos y rodillas o en tu espalda? —Le preguntó Darren
mientras sacaba los dedos.
Graham al instante rodó sobre su espalda y subió sus rodillas hasta el
pecho. Darren miró hacia abajo y esperaba que la baba no le corriera por la
barbilla. Para lo que son los culos, el de Graham era perfecto. Apretado,
redondo, y rogando una polla.
Darren subió entre los muslos de Graham y presionó la cabeza de su
polla contra el arrugado agujero rosa que rogaba su atención. Su cuerpo se
estremeció al ver desaparecer lentamente su polla en el culo de Graham.
—Joder, eso es bonito —se quejó Darren—. Tu culo es perfecto,
bebé.
—Todo tuyo —jadeó Graham.
—Sí—. Una vez que sintió sus bolas empujar hacia arriba contra el
cuerpo de Graham, Darren se quedó inmóvil, cerrando los ojos mientras
trataba de luchar por el control—. Quiero saber si me puedo mover.
—Muévete, maldita sea —gruñó Graham—. Jódeme como pretendes
hacerlo.

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Darren sonrió y lentamente se echó hacia atrás hasta que sólo la
cabeza de su pene quedó en el interior del férreo control de Graham.
Envolvió sus manos alrededor de los muslos de Graham para apoyo y
luego, dio todo lo que tenía que dar.
—Oh, jódeme, Dar —exclamó Graham cuando Darren golpeó en su
culo—. Más duro.
La vista ante Darren era una que no olvidaría si viviera hasta los cien
años. La cabeza de Graham se arqueó hacia atrás, sus manos empujaron
contra la cabecera cuando Darren montó su culo. Una ligera capa de sudor
hizo que el cuerpo de Graham brillara en la suave luz de la lámpara. La
boca de Graham estaba un poco más abierta cuando emitió pequeños
gemidos. Era el sueño húmedo de un hombre gay.
Darren mantuvo un ritmo constante de empuje cuando llegó abajo
con una mano y agarró la polla de Graham, acariciándolo. El cuerpo de
Graham empezó a temblar. Sus músculos se tensaron bajo Darren.
El hombre estaba cerca, Darren lo sabía.
—Mírame, bebé —exigió—. Quiero ver tu cara cuando te vengas.
Graham levantó la cabeza. Sus ojos azules brillaban. Su cara estaba
enrojecida y tirante. Darren rozó el dedo pulgar sobre la pequeña hendidura
en la parte superior de la polla de Graham y eso parecía ser todo lo que el
hombre necesitaba.
Graham gritó, sus músculos se cerraron sobre Darren tan fuerte, que
Darren gritó. Le dio un golpe más largo a la polla de Graham, empezando
con sus bolas y terminando en la cabeza, antes de que Graham explotara.
Chorros de crema salieron disparados de la polla de Graham y
cubrieron su pecho y el abdomen. Los músculos internos acunaban la polla
de Darren agarrándola, masajeándola hasta que Darren siguió a Graham
hasta el borde.
Darren rugió su placer mientras llenaba el culo de Graham. Empujó
dentro de nuevo, hasta que su cuerpo cedió y se desplomó en la parte
superior de Graham. Podía sentir la humedad de semen de Graham
chapoteando entre ellos mientras acomodaba su cuerpo sobre el pecho del
hombre.

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Darren alcanzó entre ellos y recogió parte de la crema blanca con la
mano, levantándola en el aire para que Graham la viera. —Hiciste un lío —
dijo antes de que le lamiera la mano para limpiar.
Graham se rió. —Estoy bastante seguro de que tuve algo que ver con
eso.
—Ah, entonces creo que deberías ayudar a limpiarlo entonces, ¿eh?
—Darren cuidadosamente se desprendió de Graham y se arrodilló sobre él.
Se inclinó y lamió el esperma en el pecho de Graham.
—Joder, eso es caliente, Dar.
—Sólo uno de los muchos servicios que ofrecemos desde la
ventanilla autoservicio 2 de toda la noche de Darren.
—¿Qué otros servicios ofrecen?
Darren rió y agarró el lubricante. —Te voy a enseñar.

2Drive throught: Se trata de esos sitios típicos USA en los que se adquiere comida para llevar, sin bajarse
del coche y desde la ventanilla.

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Capítulo Diecisiete
Llevó un momento para la mente empañada por el sueño de Graham
darse cuenta de que los golpes era reales y no parte de su sueño. Frunció el
ceño y se volvió para mirar por encima del hombro a la puerta, deseando
que el que estuviera ahí sólo se fuera lo más lejos posible.
Graham tuvo a Darren envuelto en sus brazos, el cuerpo del hombre
caliente, desnudo presionado contra el suyo. No quería levantarse de la
cama a menos que fuera a buscar más lubricante. Se pasaría la próxima
semana en la cama con Darren si pudiera. Ahora que estaban fuera del
armario, por así decirlo, Darren se había convertido en una dinamo en la
cama.
Cuando los golpes se hicieron más insistentes, Graham gruñó
suavemente y rodó a un lado de la cama. Agarró sus pantalones del suelo y
tiró de ellos hasta sus piernas, abrochándose los dos botones superiores,
antes de dirigirse hacia la puerta.
Tiró de la puerta para abrir, dispuesto a echar al intruso un buen
sermón, sólo para encontrar a Bertram ahí de pie. El gesto en la cara tensa
del hombre envió un estremecimiento de frío por la espalda de Graham. Se
agarró a la estrecha puerta.
—¿Qué?
—A su jefe Russo, se lo han llevado los hombres que tratan de
matarte —dijo Bertram—. Sospecho que tratarán de torturarlo para sacarle
tu ubicación.
—Pero no sabe dónde estamos —insistió Graham—. Darren nos dijo
que no le dijéramos a nadie dónde íbamos.
—Es cierto, pero el cartel no lo sabe.
—¡Cristo!— Graham se pasó la mano por la cara cuando la
frustración y la preocupación por su jefe lo llenó. Se mordió el borde del
puño de su mano mientras trataba de averiguar qué hacer, cómo salvar a su
amigo y mentor.

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—Está bien, mira, vamos a ir todos juntos al estudio —dijo Graham
finalmente—. No puedo sentarme aquí con todos sanos y salvos, mientras
que torturan a Russo para obtener una información que no tiene. El hombre
ha sido mi amigo durante muchos años.
—Voy a despertar a los demás y que se reúnan contigo escaleras
abajo después.
Graham asintió y cerró la puerta. Caminó por la habitación y se sentó
a un lado de la cama. Darren se había vuelto y lo miraba. Graham se acercó
y acarició con el dedo el lado de la cara de Darren.
—Hey, bebé.
—Hey —susurró Darren.
—¿Supongo que has oído?
Darren asintió. —Vas a ir detrás de él, ¿verdad?
—Tengo que hacerlo, bebé. Russo es un buen hombre. No puedo
simplemente sentarme y dejar que lo torturen. No sabe dónde estamos y él
no les diría, incluso si lo supiera. — Graham se encogió de hombros—. No
puedo dejarlo ahí por su propia cuenta.
Darren dejó caer la manta y se sentó, dándose la vuelta otra vez hasta
que su cuerpo presionó de nuevo contra el de Graham. Su cabeza se metió
en el cuello de Graham, con los brazos alrededor de la cintura de Graham.
Graham volvió a abrazar a Darren, saboreando la sensación de su amante
en sus brazos.
—¿Vas a tener cuidado?
Graham le apretó la cara contra el cabello suave en la parte superior
de la cabeza de Darren. —Voy a tomar todas las precauciones, lo juro.—
Graham besó la mejilla de Darren—. No voy a correr ningún riesgo, ahora
que te tengo a ti.
Darren inclinó la cabeza hacia atrás. Sus ojos eran intensos, llenos de
lágrimas no derramadas. —Te amo, Graham.

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Graham besó suavemente los labios de Darren. Ahuecó el lado de la
cara de Darren en la mano y miró a los ojos verdes y suaves. Todavía se
sentía un poco aturdido, después de todo lo que pasó, finalmente sostuvo a
Darren en sus brazos.
—Te amo demasiado, Dar.
Graham reclamó los labios de Darren otra vez, tratando de poner
todo lo que sentía, todo lo que prometió, en el beso. Poco a poco, empujó el
cuerpo de Darren contra el colchón, deseando sentir la completa longitud
del hombre a lo largo de la suya.
Movió las manos sobre el cuerpo de Darren, los costados, las
caderas, la curva de la mejilla de su culo. Si hubiera podido trazar todo el
cuerpo de Darren con las manos, lo habría hecho.
—Maldita sea, Dar, tu piel se siente como seda.—Sonrió cuando la
respiración de Darren se amplió. Levantó la cabeza para mirar abajo a su
amante, agarrando el lado de la mandíbula suavemente—. Cuando llegue a
casa, voy a lamer cada centímetro de tu piel, desde los dedos hasta la parte
superior de tu cabeza.
Los ojos de Darren se abrieron como platos.
Graham lo acarició y bajó la mano al cuerpo de Darren para agarrar
la suave curva de su culo. —Entonces voy a tatuar mi nombre en tu culo
para que todo el mundo sepa que me perteneces a mí.
La boca Darren se quedó boquiabierta.
Graham arqueó una ceja cuando Darren de repente sonrió y agarró su
dura polla a través de sus pantalones. —Sólo si consigo tatuar mi nombre
en tu pene para que todos sepan que me perteneces a mí.
Graham sonrió. —Trato.
La cabeza de Darren cayó hacia atrás contra las almohadas mientras
se reía. Darren era un hombre atractivo, pero se llenó de risa, el amor que
sentía por Graham brillando en sus ojos, le hizo la más hermosa vista que
Graham hubiera visto nunca.
—Infierno, Dar, puedes tatuar tu nombre en mi frente, si quieres. Te
pertenezco a ti y a nadie más y no me importa quién lo sepa.

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—¿Ni siquiera tu madre?
—Mi madre se dejará convencer, Darren.

—¿Y si no lo hace?
Graham negó con la cabeza. —No me importa, pero creo que
sobrevivirá al final. Sólo quiere que sea feliz y una vez que supere sus
problemas, verá que estoy muy contento contigo.— Graham se encogió de
hombros—. Si a ella no le gusta, terriblemente malo. No voy a dejarte para
hacerla feliz a ella.
—No quiero interponerme entre tú y tu madre, Graham.
—Y no lo harás, no otra vez. Yo renuncié a ti una vez para hacerla
feliz. Me sentía miserable. Yo no voy a pasar por eso otra vez. Mi mamá
tiene buenas intenciones, pero necesita meterse en la cabeza que yo no voy
a renunciar a ti. Una vez que lo haga, va a entrar en razón. Ya está
empezando a hacerlo. Le gustas mucho, incluso si se niega a decírtelo.
—¿Tú crees?
—Sé que es así —dijo Graham—. Además, vienes con nietos
incorporados. Eso te da un montón de puntos.
Darren se rió. —Sí, tiene toda esa cosa de los nietos en su cabeza,
¿verdad?
—Lo hace, pero también mi padre. Ambos ya adoran a Denny y a
Aarón, y sólo apenas los encontraron.— Graham se inclinó y le dio un beso
más a Darren antes de rodar hacia el lado de la cama, sosteniendo su mano
hacia el hombre. —Vamos, que nos están esperando abajo.
—¿Me quieres ahí?
—No te querría en otro sitio.
Darren sonrió y rodó a un lado de la cama.
Graham le tomó la mano y tiró de él para levantarlo. Pasó la mano
por la suave curva de la espalda de Darren. —Es realmente una pena que
tengas que cubrir todo esto.—
Darren gimió y se inclinó hacia Graham. —¿Tenemos que hacerlo?

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—Sí —se rió Graham—. No comparto.
Graham estaba fascinado por el labio inferior que Darren sacó
cuando alcanzó sus pantalones. Era justo el gesto suficiente para dar a
Graham visiones de como se vería envuelto alrededor de su pene.
Una vez que Darren estuvo completamente vestido, Graham alargó la
mano y frotó su pulgar por el labio durante un momento antes de tirar de él
suavemente. —Quiero ver esos labios una vez más en el momento en que
volvamos a esta habitación.
El rubor suave que llenó la cara de Darren le dijo a Graham que el
hombre sabía exactamente lo que quería con ese labio. Darren no parecía
que tuviera mucho problema con la idea tampoco.
Graham agarró su camisa del suelo y se la puso sobre su cabeza.
Hizo un trabajo rápido de poner los zapatos y conseguir esconder sus
armas. Se levantó y tomó la mano de Darren.
—¿Listo, bebé?
—¿Sabes lo extraño que es para mí escuchar que tú me llamas bebé?
—Le preguntó Darren mientras tomaba la mano de Graham.
—¿No quieres que te llame así?
—No, no es eso —dijo Darren—. Me gusta. Es sólo que, dijiste que
no querías que te llamara ese tipo de cosas y...
—Y, que yo era un idiota —dijo Graham—. Tenía miedo de que si
me acostumbraba a que me llamaras bebé o lo que fuera, no sería capaz de
renunciar a ti cuando llegara el momento. Eso hacía lo que teníamos,
demasiado emocionalmente íntimo.— Graham apretó a Darren contra su
lado y le pasó un brazo sobre los hombros—. Pero, como te dije de vuelta
en la casa de seguridad, llámame de cualquier maldita cosa que desees.
Estoy en esto para largo plazo, bebé.
—Sí, está bien.
—Sí, está bien, ¿qué?
Darren sonrió. —Sí, está bien, bebé.

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—Eso está mejor.
Graham estaba todavía sonriendo mientras caminaba con Darren por
las escaleras hasta el estudio, de la mano de su amante durante todo el
camino. Esperaba que Darren llegara a estar lo suficientemente cómodo en
su relación y así le daría a Graham todo tipo de nombres cariñosos.
Al entrar en el estudio, Graham encontró a sus amigos sentados y de
pie alrededor de la habitación. La mayoría de ellos se veían desaliñados,
como si ellos también hubieran sido abruptamente despertados. Graham se
dirigió a la silla más cercana y tiró de Darren hacia abajo sobre su regazo.
Quería al hombre lo más cerca que pudiera conseguir durante el tiempo que
pudiera.
—Así que, ¿qué sabemos? —Preguntó Graham mirando a Bertram.
—Al jefe Russo se lo llevaron en su salida a su coche fuera de la
comisaría. Testigos vieron a una furgoneta negra detenerse. Dos hombres
se bajaron y agarraron al jefe y lo lanzaron a la camioneta.
—¿Cómo sabemos que es la misma gente? —Preguntó Troy.
Bertram sonrió. —Pirateé el vídeo del estacionamiento. Fui capaz de
identificar a los dos hombres y hacer la conexión con el cartel que lanzó la
búsqueda sobre todos ustedes. Es la misma gente, confía en mí.
—¿Todo esto por un jodido ordenador portátil? —Le preguntó
Graham.
—Fui capaz de averiguar un poco acerca de lo que había en ese
portátil, Graham —dijo Bertram—. Tu chico Bruce era muy travieso. No
sólo guardó los horarios de todas sus operaciones de drogas, hizo una lista
de nombres, direcciones, y dinero involucrado. Hay suficiente evidencia en
ese portátil para arrestar un montón de gente por un tiempo muy largo, más
que suficiente para justificar el secuestro y la tortura de un jefe de policía,
si sabes lo que quiero decir.
—¿Te refieres a una razón suficiente para silenciarnos a todos
nosotros, sin importar el costo? —Preguntó Graham.

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—Más o menos por debajo de la voladura de toda la ciudad para
llegar a todos ustedes —dijo Bertram—. Sí, yo diría que están dispuestos a
ir mucho más allá de lo que podemos imaginar.
—¡Mierda! —Exclamó Troy.
Graham en silencio se hizo eco del sentimiento. Esta situación no era
buena para ninguno de ellos.
—¿Tienes alguna idea, Bertram? —Le preguntó Graham—.
Simplemente no podemos dejar que Russo soporte el golpe por nosotros.
Tenemos que hacer algo para sacarlo de ahí. No me importaría sacar a estos
chicos de nuestras espaldas, al mismo tiempo.
—¿Cuántas leyes puedo romper?
Graham soltó una risita. —¿Cuántos necesitas romper?
—Es mejor que no lo sepas.
Graham negó con la cabeza. —Está bien, haz lo que necesites hacer
para sacarnos de este jodido lío y me voy a olvidar que hemos tenido esta
conversación.
Una de las cejas de Bertram se arqueó. —Voy a hacer algunas
llamadas telefónicas —dijo mientras cogía el teléfono—. ¿Cuánto de esto
quieres que sea contado?
—Infierno, más vale que nos confíes todo —dijo Graham—. Al
menos de esa manera podemos decir que fue una estrategia de la policía y
no sólo un loco esquema ideado por un guardia de seguridad.
Bertram puso los ojos en blanco y marcó el teléfono. Habló durante
un momento y luego colgó. Unos minutos más tarde, se abrió la puerta y
cuatro hombres entraron. Iban vestidos de pies a cabeza con uniformes
negros. Incluso sus armas eran negras.
—Oh, ¿Puede Troy conseguir algunos de esos? —Cantó Nicky—. Se
ven calientes de negro.

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Capítulo Dieciocho
Graham se sentó en la parte de atrás de una de las SUV a prueba de
balas, cuando se dirigían a los muelles. Tenía muchas ganas de preguntar
por qué diablos Erin tenía una SUV a prueba de balas, pero luego lo pensó
mejor. Algunas cosas realmente no quería saberlas. Al menos de esta
manera tenía una negación plausible.
Bertram conducía su furgoneta, con Graham, Troy, Jamie, y el
agente Jack McLarren. Graham se había sorprendido cuando vio a Bertram
saliendo de la cocina con Jack justo antes de que se marcharan. Antes de
que alguno de ellos pudiera protestar o hacer preguntas, Bertram,
simplemente levantó la mano y dijo, —Está limpio. Créeme, si no pude
encontrar nada sucio en él, no hay nada que encontrar.
Él, Troy, y Jamie habían intercambiado una larga mirada. Graham
finalmente se encogió de hombros por su consentimiento. Bertram no los
había decepcionado. En cuanto a Graham se refiere, lo que el hombre decía
era tan bueno como el oro. Así que ahí estaban, viajando hasta los muelles,
armados hasta los dientes.
Al parecer, la unidad de inteligencia de Bertram le dijo que el jefe se
encontraba detenido ahí. El cartel se dirigía desde cualquier lugar por ahí;
no les gustaba ensuciarse las manos. Se surtían del trabajo sucio de algunos
mercenarios locales y traficantes de drogas. Los mismos del corredor local
cuyos nombres figuraban en la computadora portátil. Así que si el cartel
caía, ellos caían también.
La furgoneta SUV se desaceleró en una parada. Graham se asomó a
la ventana frontal; habían llegado. Cuando todo el mundo comenzó a salir
de la SUV, Graham comprobó sus armas. Bertram les había dado el equipo
más moderno, incluyendo rifles semi-automáticos usados por los militares.
Una vez más, cómo los obtuvo Bertram, Graham no quería saberlo.
Estaban más que contentos de tenerlos en estos momentos.

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—Muy bien, aquí es donde me enteré que trajeron a su jefe —dijo
Bertram, trazando un mapa de imágenes de satélite de la zona en el capó
del coche. Graham vio los códigos en la esquina inferior derecha del mapa.
¡Jesús! Sacó las imágenes del satélite del Departamento de Defensa.
—Ni siquiera voy a preguntar cómo has obtenido eso —se rió Jamie,
evidentemente, viendo lo que Graham veía—. Realmente me gustaría
seguir siendo un policía después de que todo esto termine.
—Es mejor que no lo sepas —respondió Bertram, en la comisura de
su boca apareció una media sonrisa. Señaló a un área en el mapa—. Ahora
mira. Se trata de un pequeño almacén a tres cuartos de un clic al suroeste
de aquí. Los corredores locales son dueños de la propiedad y se ponen en
marcha ahí también. Así que todos tenemos que estar preparados para la
posible oportunidad de tener que mojarse.
—¿Qué jodidos hiciste antes de que trabajaras para Erin? —Preguntó
Troy, su boca completamente abierta—. He estado en la fuerza durante
años y nunca pude precisar la ubicación exacta de las fuerzas locales del
cartel.
—Una vez más, es mejor que no lo sepas —dijo Bertram
rápidamente, descartando el comentario de Troy—. Aquí están los puntos
de entrada. Mi equipo se dividió en dos y maneja estas dos salidas. Ustedes
se dividirán y manejarán estas dos. He ordenado a mis hombres que
incapaciten, no que maten a tiros. Como dijiste, te gustaría aún ser policía
cuando todo esto termine.
—Tienen permiso para matar si significa que defienden nuestras
vidas o la del jefe —dijo Graham con firmeza—. Prefiero perder mi trabajo
que correr el riesgo de perder cualquiera de nuestras vidas.
—Entonces ¿todos están de acuerdo? —Preguntó Bertram, mirando a
su alrededor, cuando todos asintieron—. Está bien, tirarán a matar, si es
necesario. Muy bien, ¿hay alguna pregunta?
—No, es bastante sencillo —dijo Jack, finalmente, abriendo la
boca—. Entrar, conseguir al jefe, no ser asesinado.

pág. 163
—Entonces marchémonos —ordenó Bertram cuando dobló el mapa
y se lo guardó en un bolsillo. Recogió su semi-automática de uno de sus
hombres que había estado guardándola.
Salieron afuera, manteniéndose cerca para cubrirse a medida que
corrían a lo largo de los lados de otros edificios en su camino hacia su
meta. Una vez que llegaron al almacén del objetivo, se separaron a sus
lugares asignados.
Troy se fue con su compañero, Jamie, y Jack estaba justo detrás de
Graham. Momentos más tarde, habían asumido sus posiciones.
—Estamos listos —dijo Graham, sabiendo que el pequeño micrófono
que Bertram había proporcionado transmitiría sus palabras a los demás.
Oyó tres voces más en la transmisión diciendo lo mismo.
—Vamos a la de tres —dijo Bertram, en voz alta y clara al oído de
Graham—. Uno, dos, tres.
Jack dio una patada en la puerta y Graham corrió a su interior. El
sonido de los hombres gritando llenaban el aire, y momentos después se
oyeron disparos en el almacén. Graham estaba preparado cuando un
hombre se volvió hacia él y levantó su arma. Disparando, Graham se
aseguró golpear al hombre en el hombro. El hombre bajó su arma y salió
volando por el suelo.
Hubo unos segundos de silencio antes de que Graham oyera los
gritos de Troy —¡Despejado! —Al no ver otras amenazas, Graham y
algunos de los otros gritaron lo mismo.
—¿Dónde jodidos está el jefe? —Preguntó Jamie en voz alta. Los
ecos de disparos habían terminado con un número en toda su audiencia, por
el momento—. ¡Dirígete a la lancha!
Graham siguió a Jamie y a Bertram, que se dirigían al grupo, hacia el
muelle. Efectivamente, había varios hombres saltando a dos lanchas
rápidas, arrastrando a un atado Jefe Russo con ellos.
—No des al jefe —dijo Graham un instante antes de empezar el
fuego.

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Inmediatamente se dispersaron para hacer varios blancos en vez de
quedarse de pie en un grupo. Graham disparó contra el primer motor de la
lancha. Su mayor temor era que pudieran salir a la mar. Si llegaban más
allá de la marca de la milla once, tendrían un lío mucho más grande al que
hacer frente.
Se las arregló para sacar una lancha, pero el otro lo puso en marcha y
se alejó. Los demás habían sido capaces de tomar varios de los hombres
que disparaban contra ellos. Por el rabillo del ojo, vio a Jamie y a Graham
empezar a correr de inmediato. Por instinto, Graham siguió. Sólo entonces
Graham vio a Jamie que se dirigía a otra lancha a varios metros de
distancia.
—Dime que sabes cómo puentear una lancha —dijo Graham a
medida que se acercaban a la lancha.
—¡Joder, no! —Gritó Jamie.
—Lo hago —dijo Bertram, apareciendo de la nada—. ¡Entren!
Graham ni siquiera dudó, ya que golpeó la lancha y subió a bordo.
Jamie y Troy aterrizaron a su lado. Bertram se dirigió hacia el arco.
Graham miraba con asombro cómo el hombre quitaba un panel, sacaba un
cuchillo y empezó a cortar cables. Segundos después, torció un par de
cables juntos y la lancha volvió a la vida.
—En serio, Bertram, cuando todo esto haya terminado, tú y yo
tenemos que hablar.
Graham soltó una risita.
Bertram giró el volante y la manivela de la gasolina. Graham se
agarró a la silla más cercana con rapidez para evitar ser arrojado por la
borda. Un segundo después, se hizo claro que su lancha tenía mucho más
potencia que las de los perseguidos. En unos momentos, fueron ganando a
la lancha más pequeña.
—¡Joder! —Gritó Jamie—. ¿Podemos ir más rápido, Bertram? No
vamos a atraparlos antes de que lleguen a las aguas internacionales.
—¿Estás diciendo que si llegan tan lejos nos detenemos? —Gritó
Bertram por encima del hombro a tres de ellos.

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—Joder, no —gruñó Troy—, tenemos al Jefe. ¡Que se jodan con las
consecuencias!
—Está bien —respondió Bertram cuando se volvió hacia la parte
delantera de la lancha.
—Oye, yo lo veo de esta manera —gritó a Jamie, a Graham y a
Troy—, si somos despedidos, no tenemos que usar esas estúpidas corbatas
nunca más.
—Oh, sí, si empezamos un incidente internacional, no usar corbatas
será el menor de nuestros problemas —gritó Jamie de nuevo por encima
del rugido del motor, rodando los ojos—. Realmente me gustaría envejecer
con Sammy Dane. No en una cárcel con ustedes dos, idiotas.
—Pido la litera de arriba —gritó Troy con calma.
Le tomó un segundo registrar la declaración de Troy con Graham,
pero luego quedó eliminado con la risa. Jamie y Troy se unieron un
segundo más tarde.
—¿Cuál es el plan una vez que nos pongamos a la altura de la
lancha? —Preguntó Graham al darse cuenta de que estaban acercándose.
Mirando más allá del objetivo de la lancha, vio lo que tenía que ser el
destino de los que huían. Un yate, por lo menos de veinte metros de largo,
flotando enfrente—. Preferiría hacer algo antes de llegar a ese otro barco.
—Hola, encontré la lancha, y Bertram la arrancó —dijo Jamie—.
Ahora te toca contribuir.
—Si disparamos en marcha, con el motor lleno de gasolina, podría
explotar —dijo Troy.
Graham sabía que tenía razón, pero ¿qué otras opciones tenían? —
No vamos a tratar de que el jefe muera asesinado.
Antes de que, o bien Jamie o Graham pudieran responder, Bertram
viró la lancha de repente. Las balas salpicaron el agua, donde habían
estado. Graham apuntó y comenzó a devolver el fuego, con cuidado de no
golpear al jefe o al motor de la otra embarcación. Jamie y Troy hicieron lo
mismo. Por ahora, al menos, podrían ayudar a proporcionar fuego de
cobertura, cuando Bertram consiguió acercarse a la otra lancha.

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Jamie dirigió un tiro particularmente bueno, y uno de los timones del
bote se rompió en pedazos y salió volando. Casi al instante, la lancha
comenzó a desacelerar.
Bertram desaceleró su persecución. En unos momentos, se
deslizaban hasta la lancha ahora atrapada. Obviamente dándose cuenta de
que no tenían suerte, los dos hombres de la lancha con el jefe, tiraron sus
armas.
—Sujétenlos —dijo Jamie mientras cubría a Troy y a Graham.
Graham y Troy rápidamente saltaron por encima de la otra lancha, y
cacheó a sus ocupantes, en busca de armas ocultas. Graham aplicó las
esposas al tipo y lo empujó hacia Jamie.
Lentamente el primer hombre, y luego el segundo, subieron a la
lancha con Jamie y Bertram. Graham sacó su cuchillo, se acercó al jefe
Russo, y le cortó sus ataduras.
—¿Feliz de vernos? —Preguntó Graham al terminar de cortar y
quitar la mordaza del jefe—. Pensamos que podría utilizar la ayuda.
—Yo no estaría en este jodido lío si no fuera por ustedes idiotas —
gritó el jefe.

Graham no podía discutir ahí.


—Basta con una nota de agradecimiento y algo de tiempo libre.—
Troy rió, cuando ayudaron al jefe a pasar a su lancha—. Simplemente no
nos despida por salvarle el culo, ¿Ok, jefe?
—No voy a hacer ninguna promesa —volvió a disparar el jefe Russo,
cuando todos se acomodaron en la lancha—. ¿Y quién es este hombre?
¡Trajeron a un civil con ustedes!
—Es mejor que no lo sepa, jefe —respondió Graham—. Créame, ha
estado trabajando mejor para nosotros sin saber durante un tiempo ya. Lo
tenemos de vuelta, después de todo.
El jefe les disparó a los tres una mirada confusa y cabreada, pero,
haciéndolos estallar en carcajadas de histérica risa. Habían quebrantado
varias leyes, pero por lo menos el jefe estaba a salvo.

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—¿Podemos ir a casa ahora? —Preguntó Graham—. Si tengo suerte,
hay un hombre desnudo en mi cama esperando.
El jefe soltó una risita. —¿Finalmente va a salir del armario con ese
enfermero tuyo?
Las cejas de Graham se dispararon hasta el nacimiento del pelo. —
¿Conoce a Darren?
—¡Ah, diablos!, Graham, todo el mundo sabe acerca de Darren.
—Bueno, mierda, jefe, será mejor que nunca me envíe de encubierto
porque aparentemente no puedo mantener un secreto a nadie.
El jefe miró a su alrededor a los dos hombres atados que estaban de
pie en la parte posterior del bote, a los agujeros de las balas esparcidas por
la embarcación donde estaban sentados, y a las armas que todo el mundo
sostenía. Negó con la cabeza.
—Puedes no ser muy bueno en el trabajo de encubierto, pero no estás
nada mal en las misiones de rescate. Sólo podría tener que ofrecerte un
trabajo.
—Yo esperaba más unas vacaciones —se quejó Graham.
—Hecho —dijo el jefe y entonces, señaló a Graham—, pero vamos a
hablar cuando regreses. Será mejor que tengas una buena explicación para
todo esto para entonces, y es mejor que sea todo legal.
Graham se rió mientras se reclinaba en su silla. —Sí, jefe.

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Capítulo Diecinueve
Darren cuidadosamente colocó al bebé en su cuna y tiró de la manta
por encima de él. Se tomó un momento para ver al niño dormido,
sorprendido por la inocencia con que se veía, sobre todo cuando sabía a
ciencia cierta que Aarón era un infierno sobre ruedas.
Sacudiendo la cabeza, se acercó a la puerta de enlace y se asomó por
la rendija. Denny estaba en la cama, pero su luz de noche estaba encendida.
Tenía un libro en las manos e iba pasando las páginas tranquilamente.
Darren sabía que se suponía que estuviera dormida, pero la lectura
antes de dormir no era para decir un gran no, no. Decidió dejarlo pasar y
cerró la puerta. Con una última mirada al bebé durmiendo en la cuna,
Darren se dirigió a la puerta y salió.
Cerró la puerta detrás de él y se volvió, casi tropezando con Erin. La
agarró del brazo para sostenerla y luego silbó cuando se dio cuenta del sexy
vestido negro de cóctel que llevaba.
—Wow, sólo ¿A dónde vas a salir, hermosa dama?
Erin giró en círculo. —Tengo una cita con Miles.
—¿Miles?
Las mejillas de Erin se sonrojaron. —El jefe Russo.
Darren arqueó una ceja. —¿Estás segura de que te sientes bien con
eso? Sólo llevas en pie un par de semanas.
Erin hizo un gesto con la mano a Darren. —Voy a estar bien, papá.
Sólo me va a llevar a cenar, nada importante. Estaré en casa antes de la
medianoche.— Erin levantó la mano. En la comisura de sus labios apareció
una sonrisa. —Lo juro.
Darren puso los ojos en blanco. —Sólo pasa un buen rato y no te
excedas, por favor. Me gusta la idea de que estés por ahí un poco más,
¿sabes?
—Voy a estar bien, Darren, prometido.

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Darren negó con la cabeza cuando Erin se balanceaba abajo por las
escaleras. Estaba feliz y viva y eso es todo lo que realmente importaba.
Darren todavía estaba sorprendido de que Robert hubiera determinado un
tratamiento que le ayudó a mejorar a Erin.
Robert le había quitado la mitad de la medicación prescrita y luego,
cambió las dosis de los otros. Estableció para Erin una dieta de régimen y
un programa de ejercicios, y en un par de semanas estaba de vuelta en sus
pies.
Darren se sorprendió aún más de que Robert hubiera sido capaz de
encontrar algo que funcionara. Erin tenía algunos de los mejores médicos
del país, diciéndole que estaba terminal. Había puesto todos sus asuntos en
orden porque pensaba que iba a morir.
Todavía no estaba totalmente fuera de peligro, pero sólo el tiempo
diría si el plan de Robert para ella iba a funcionar. Mientras tanto, sin duda
se veía más saludable. Robert parecía pensar que estaba respondiendo bien
y seguiría su tratamiento hasta que sintiera que no lo necesitaría ya más.
Darren estaba contento con ese pronóstico. Deseaba para Erin sólo lo
mejor. Y si eso significaba salir a cenar con el jefe Russo, que así fuera.
Darren se detuvo para entrar en la habitación que compartía con
Graham. Aún no podía creer que después de todas estas semanas estuviera
en su habitación. No más pasar la noche el uno en la casa del otro. No más
tener que salir después del sexo.
Y no más noches solitarias deseando que Graham estuviera ahí para
sostenerlo. Darren se iba a dormir cada noche envuelto en los brazos de
Graham. Graham, incluso cambió los turnos de trabajo para estar en casa
todas las noches con Darren y los niños.
Darren había dejado de esperar que Graham se alejara de él de nuevo
y empezó a esperar con ansias cada día que pasaban juntos. Parte de la
confianza de Darren vino del hecho de que Graham había abrazado su
relación con ambos brazos y prácticamente gritó a los cuatro vientos que
eran pareja.
—Los niños, ¿cayeron?

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Darren sonrió por encima del hermoso hombre metido en su cama.
Su aliento quedó atrapado en su garganta mientras consiguió una buena
mirada en el pecho desnudo del sexy hombre. La sábana estaba alrededor
de la cintura desnuda. ¡Maldita sea, su hombre era caliente!
—Denny está leyendo, pero Aaron está fuera de combate.— Darren
apartó los ojos de Graham y empezó a quitarse la ropa, sin poder apartar la
vista de toda esa carne caliente, desnuda.
—Erin salió, ¿verdad?
Darren hizo una pausa en el proceso de bajar los pantalones. —
¿Sabías que iba a una cita con el jefe Russo?
—Sí, Erin se acercó y me habló acerca de eso después de que el jefe
la invitó a salir. Quería asegurarse de que no tendría ningún problema con
que ella saliera con mi jefe.
—¿Y tú? —Le preguntó Darren cuando terminó de desnudarse.
—No, el jefe es un buen tipo y realmente le gusta Erin. No le podría
importar menos la cantidad de dinero que tenga y es probablemente uno de
los pocos hombres heterosexuales que conozco que entendería nuestro
pequeño arreglo.

—¿No se molestará porque todavía esté casado con Erin?


Graham negó con la cabeza y bajó las sábanas cuando Darren se
acercó a la cama. —Lo entiende. Además, si deciden llevar su relación a
ese nivel siempre puedes obtener el divorcio. Hasta que no sepamos a
ciencia cierta si los tratamientos de Erin van a funcionar, seguir casados va
en el mejor interés de los niños.
—¿Habrá algún tipo de conflicto cuando él tenga que testificar en
contra del cartel de la droga por su secuestro y tratar de matarte a ti y a los
otros?
Graham negó con la cabeza otra vez. —No, las dos cosas en realidad
no tienen nada que ver una con la otra. Además, hemos sido amigos mucho
antes de que este asunto del cartel de la droga ocurriera.

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—¿El FBI está seguro que encarcelando a los principales cabecillas
los parará de venir detrás de ti? ¿Podría no gustarles, y ordenen una
ofensiva desde el interior o algo así?
—Amor, sé que he dicho esto antes, pero ves demasiada
televisión.— Graham se rió —. Además, uno de los amigos de Bertram
tuvo una pequeña discusión con el tipo principal. Estamos oficialmente
fuera de su radar a partir de ahora. Al parecer, si algo le pasa a cualquiera
de nosotros, Bertram lo tomará como algo personal, justo hasta la misma
puerta de este tipo.
Darren frunció el ceño. —¿Puede hacer eso?
—No creo que haya mucho que Bertram no pueda hacer. Erin pagó
un buen dinero por los talentos de ese hombre y él vale cada centavo.
—Sé que siempre tendré un cariño especial por él.
—No demasiado especial, espero —se quejó Graham.
—No.— Darren se echó a reír—. La última vez que vi, Bertram
estaba echando un ojo al agente McLarren. Creo que nuestro jefe de
seguridad tiene planes definitivos para ese hombre, le guste o no.
—¿Es Jack incluso gay? Sé que tiene algunos amigos que están en
alguna mierda bastante extraña, pero nunca lo he visto mirar a un hombre
fijamente.
—No tengo ni idea, pero si no es así, pronto lo será, sobre todo si
Bertram tiene algo que decir al respecto. —Darren pasó por su lado de la
cama y caminó alrededor de Graham. Sonrió a la ceja arqueada de Graham
y subió a la cama, a horcajadas sobre el gran cuerpo de Graham.
—Por lo tanto, entiendes por qué voy a seguir casado con Erin,
correcto.
—Sí, bebé, y lo apoyo totalmente. Un trozo de papel no tiene nada
que ver con el compromiso entre nosotros.— Graham agarró la mano
derecha de Darren y señaló al sencillo anillo que llevaba en su dedo anular.
—Esto lo hace.
Darren cerró la mano en un puño. —Y te prometo no quitármelo
hasta que puedas moverlo a otro dedo.

pág. 172
—¿Incluso si te digo que mi madre quiere que vayamos a cenar? —
Le preguntó Graham.
—Tu madre y yo nos hemos estado llevando muy bien. Si quiere que
nos acerquemos a la cena entonces vamos a cenar. Sólo tenemos que
recordar llevar a los niños. Estoy bastante seguro de que es la única razón
por la que me acepta. Le di sus nietos.
Graham se rió y agarró las caderas de Darren, tirando de ellas hasta
que Darren cayó hacia adelante y se cernió sobre él, una mano en cada lado
de la cabeza de Graham.
—Creo que mi madre lo acepta porque sabe que tú eres lo más
importante en el mundo para mí y te amaré hasta el día de mi muerte.
—No te engañes. Son los nietos—. Darren se inclinó hasta que su
pecho se estableció en contra del de Graham, sus rostros sólo a un soplo de
distancia—. A mí, por el contrario, me encanta que yo sea lo más
importante en tu mundo.
—¿Sí?
—Sí, odiaba ser tu pequeño sucio secreto.
Darren gritó cuando Graham de pronto se dio la vuelta, hasta que
estuvo arriba. —Oh, habrá un montón de pequeños sucios secretos todavía.
Sólo que esta vez, esos secretos serán sólo entre nosotros dos.
—¿Oh? —Preguntó Darren mientras observaba la sonrisa sensual
venir a través de la cara de Graham. Abrió las piernas lo suficientemente
amplias como para el cuerpo de Graham cayera entre ellas y luego las
envolvió alrededor de la cintura de Graham—. Solamente ¿qué era lo que
tenías en mente, bebé?

Fin

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Sobre la Autora
Stormy Glenn cree que la única cosa más sexy que un hombre en
botas de vaquero son dos, o tres, hombres en botas de vaquero. También
cree en el amor a primera vista, compañeros del alma, amor verdadero, y
finales felices.
Cuando no es madre de sus seis hijos adolescentes, o está limpiando
detrás de sus dos cachorros de 70 libras de peso, generalmente se la puede
encontrar abrazada a la cama con un libro en su mano o su portátil, creando
el próximo sexy personaje para sus historias. Stormy agradece los
comentarios de los lectores.
Puedes encontrar su sitio web en

www.stormyglenn.com

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Coordinación del proyecto
Cinty
Traducción
Paqui
Corrección/Revisión
Mila/Visionepica
Edición, Diseño y formato
Visionepica
Limpieza de Portada
Clau

¡Y no olvides comprar a los autores, sin ellos no


podríamos disfrutar de todas estas historias!

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