Prueba Estética

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Curso Estética

Docente: Sandra Baquedano Jer.


Ayudante: Valentina Osorio
Estudiante: Siloé Rodríguez
29 abril 2019
Palabras: 1500

Prueba Estética

1. Reflexione sobre la relación entre el arte y el aforismo tratado en clases.

En los escritos tempranos de juventud Schopenhauer se sirve de la dualidad de Kant,


que planteaba; una conciencia que está volcada hacia el mundo externo, como un modo
de conocer, frente a la cosa en sí; para presentar una forma dual de la conciencia: una
conciencia mejor y una conciencia empírica. La conciencia mejor es la que permite
tomar conciencia de la voluntad como cosa en sí, es el arte. Esta conciencia mejor se
presenta en vista de que la conciencia empírica, que se identifica con esa conciencia
volcada al exterior de Kant, para Schopenhauer nos presenta un mundo ilusorio, una
representación del yo. Esto último sostenido en la consideración de que la razón está
subordinada a la voluntad. Ambas conciencias, en sus producciones posteriores, afina y
muestra respectivamente como: voluntad y representación.

“Se buscó el por qué en vez de considerar el qué, se ha procurado alcanzar lo lejano
en vez de lo cercano.” (HN I, (256) S. 154-155).

Schopenhauer en su cosmovisión establece que somos seres volitivos y cognoscentes.


En este sentido, cada acción va a estar suscrita a la voluntad. La voluntad se constituye
como la cosa en sí, y es a partir de esta desde donde se objetivará todo fenómeno. La
voluntad no la podemos conocer, es incognoscible, empero, podemos conocer cómo se
manifiesta. De esta manera, corresponderán a estas manifestaciones un seguimiento fiel
de lo que verdaderamente es o por el contrario nos envuelve en un velo de malla,
logrando así un conocimiento muy contaminado de las cosas mismas. La voluntad es
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una e indivisa y al objetivarse quiere decir que se objetiva igualmente en nosotros como
sujetos. Todos portamos y queremos afirmar nuestra voluntad.

Cada inclinación, movimiento o tendencia del intelecto tiene un origen y es debido a


este origen que va a constituirse como un acto de voluntad. A saber, esta voluntad
nunca encuentra una satisfacción absoluta y se presenta como un querer insaciable, el
cual, basado en una inconformidad con la situación actual, busca siempre aplacar una
carencia. Se crea bajo el dominio de la voluntad una visión utilitarista de las cosas, por
lo que prepondera la búsqueda del por qué.

“Lo usual ha sido encaminarse hacia fuera y en todas direcciones, en vez de dirigirse
hacia dentro, ahí donde ha de resolverse cualquier enigma.” (HN I, (256) S. 154-155).

Se piensa al ser como voluntad de vivir, entonces esta voluntad, como el querer
insaciable, instrumentaliza nuestro conocimiento. Todo lo que aprendemos está siendo
motivado por ese querer constante, debido al cual, todo lo que vemos estará
determinado tras un interés personal. Visión y relación instrumentalizada que no
corresponderá únicamente con el otro, sino que constituirá completamente la relación
que se establezca con todo el entorno. Esto finalmente forjará un mundo no como
realmente es, sino como una representación de cada uno. Es una representación ilusoria
del yo, donde opera el principio de individuación.

“Se permanecía de un modo absurdo en el terreno teorético, cuando todos nos


encontrábamos constantemente en el práctico, donde vamos del deseo a la satisfacción
para apresurarnos tras un nuevo deseo y esperar encontrar finalmente la dicha; en
lugar de ir por una sola vez hacia nosotros, desprendernos de la volición y preservar
en la conciencia mejor” (HN I, (256) S. 154-155).

Este conocimiento contaminado por la voluntad es análogo al proceder que tiene la


ciencia, que, siendo descriptiva, no nos dice qué son realmente las cosas. No existe una
respuesta satisfactoria, sino que únicamente respuestas que operan tras razones
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suficientes. No obstante, se reconocen aquellos límites que rigen el conocimiento tras
razones suficientes. El arte es en este punto una forma de hacer reconocimiento de esos
límites.

Para poder adentrarse al qué se debe hacer un trabajo que implique el abandono o
postergación de este conocimiento que esta tras razones suficientes. Se debe liberar a la
razón del encadenamiento de la voluntad, en este sentido se presenta el arte. El arte
posee una potestad catártica que guarda relación con la toma de conciencia de cómo se
objetiva la voluntad en el mundo. Toma de conciencia que no está subsumida bajo la
voluntad, sino que, apartada de esta, intenta hacer presa de esa conciencia. El qué que
nos revela la contemplación de una obra de arte actúa como un calmante. Es una mirada
estética libre, desinteresada, que no está implicada en los dominios de la voluntad. Una
visión más pura, nítida y profunda de las cosas. De tal manera que, cuando se aprecia
algo, no se piensa en qué modo se observará aquello, teniendo en cuenta qué se va a
lograr de eso, sino que es algo inmediato. El arte es algo inmediato que cautiva la
conciencia y por ello está en oposición al modo de entender las cosas tras razones
suficientes. Así el mundo puede ser concebido de una forma más pura.

Es por lo anteriormente expuesto que el aforismo guarda relación con el arte. La


pregunta del por qué, por qué el mundo toma tales convenciones lleva a la pregunta del
qué, en qué descansan las pujanzas del mundo. Las disposiciones del por qué no ayudan
a descifrar aquello, sino que es el arte el que puede hacer reproducción de esa pujanza
más cercana que subyace bajo el qué.

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2. ¿Quiénes son el sujeto puro de conocimiento y el genio? Mencione diferencias y
similitudes.

El intelecto en su estado habitual se encuentra subsumido al servicio de voluntad. Al


potenciar la conciencia de las otras cosas, la conciencia del yo -regida por el principio
de individuación- se emancipa de los dominios de la voluntad. Es desde este estado
libre que se consigna el adjetivo de puro. De esta manera, el sujeto puro de
conocimiento es aquel que trata de liberar a la razón de la potestad de la voluntad, la
cual está constantemente instrumentalizando la forma en la cual conocemos y vemos las
cosas, puesto que está operando tras razones suficientes.

El sujeto puro de conocimiento es el que conoce de una manera absolutamente


desinteresada, sin fines. Este, se interna, se pierde y deja llevar en el objeto que
contempla. Hay una supresión u olvido en el sujeto puro de conocimiento tanto de su
voluntad como de su individuación, puesto que el objeto en el cual tiene puesta su
atención parece ser lo único existente. La individualidad aparentemente perentoria se
disuelve por completo. El sujeto puro de conocimiento es aquel que se identifica sin
más con el objeto. Se siente uno con el objeto. Debido a esto último es que todas las
relaciones, referencias o conexiones que pueda tener tal objeto, con otras personas, con
su exterior, etc. Las cuales eran motivadas bajo el principio de razón suficiente, se
perderán. En esta contemplación estética desinteresada del sujeto puro de conocimiento
hacia el objeto puro, se deja de lado el resto, perdiendo el exterior completa
importancia.

Este sujeto puro de conocimiento tiene su mente inmersa en las ideas platónicas. Son
estas ideas las que el sujeto puro de conocimiento busca enaltecer mediante tal mirada
desinteresada, que no está ya siendo presidida por las razones suficientes. Se intenta
tender hacia un estado puro.

El genio, como sujeto puro de conocimiento, es capaz igualmente de visualizar la idea


que se haya en el fenómeno, capta la verdadera esencia de las cosas, antes que se
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interpongan de por si las relaciones pertenecientes al mundo fenoménico. El genio, al
igual que el sujeto puro de conocimiento trasciende la contingencia y logra llegar a la
idea. Ahora bien, el genio, como artista, muestra la idea en base a esa mirada
desinteresada. El genio es el que, como una capacidad cognoscitiva mayor, en su
conocimiento tiene como objeto las ideas platónicas, que solo pueden ser asimiladas de
modo intuitivo, artístico. Puesto que existe una desconfianza en la razón, por estar esta
última mediada tras razones suficientes. Se sigue por lo tanto que, lo que lo diferencia
del sujeto puro de conocimiento es, en primer lugar, el hecho de que su facultad
particular se encuentra en la perfección más originaria de este conocimiento intuitivo y
esencial, el cual se encuentra en la liberación de la voluntad. Y, en segundo lugar, lo
propio del genio, es que este es capaz de, en base a esta capacidad contemplativa,
reproducir las ideas platónicas a través de la obra de arte.

El sujeto puro de conocimiento logra alcanzar un estado sublime, en el cual logra


detener su mente, viéndose absorto por el objeto que contempla, liberándose de los
dominios de la voluntad. El genio, no es únicamente sujeto puro de conocimiento, sino
que, más allá de un estado contemplativo y estético, este es capaz de reproducir aquello
que contempla. Su reproducción es la obra de arte.

Bibliografía

Schopenhauer, A. Escritos inéditos de juventud: 1808-1818; sentencias y aforismos II.


Trad. Roberto R. Aramayo. Editorial Pre-textos, Valencia, 1998.
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