15 - (Leccion 14) Las Armas Espirituales
15 - (Leccion 14) Las Armas Espirituales
15 - (Leccion 14) Las Armas Espirituales
I. INTRODUCCION:
En la anterior lección aprendimos que tenemos un enemigo. La escritura nos aconseja en
Santiago 4:7 que debemos “…resistid al diablo, y huirá de vosotros”.
Desde el momento que decidimos servir a Cristo, se inició una gran batalla. Esta batalla que
enfrentamos es espiritual. Para poder enfrentarlo, es importante saber cómo opera el enemigo,
saber sus tácticas, sus armas y su astucia. De igual manera el creyente debe conocer cuáles son
las armas que debe utilizar para poder vencerlo.
En esta lección aprenderemos que Dios nos ha dotado de armas espirituales, las cuales son
poderosas en Dios y que nos ayudarán a vencer hasta el final.
desprovistos, antes bien nos ha dotado de muchísimas armas espirituales para poder vencer
en este camino.
A. EL CINTURON DE LA VERDAD.
Efesios 6:14 dice “Estad, pues firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad,…”
La primera pieza de la armadura que Pablo menciona es el “cinturón de la verdad”.
El cinturón mantiene juntas todas las otras partes de la armadura, de la misma manera que la
verdad conecta todas las partes de la vida del creyente. El cinturón permitía que el soldado se
moviera libremente y no se enredara en su túnica. El cinturón también era el lugar para
enganchar la espada, lo que es indicativo que la palabra (La Espada) se ciñe en la Verdad.
Ese cinturón era cardinal porque sostenía todo el uniforme en su posición. La túnica era
colocada por dentro de ese cinturón; la espada colgaba del cinturón y la coraza que protegía
el tórax también estaba conectada con el cinturón de alguna manera. De tal forma que si el
cinturón no estaba bien puesto, había posibilidad de que al soldado no le fuera tan bien en su
batalla. En nuestro caso el texto nos llama a ceñirnos la cintura con la verdad. De manera que
la verdad es lo que va a sostener toda mi armadura.
B. LA CORAZA DE JUSTICIA.
Efesios 6:14 dice “…y vestidos con la coraza de justicia,”.
¿Qué era la coraza? Era parte de la armadura que llevaban los soldados sobre el pecho para
protegerse desde el cuello hasta la cintura y era necesaria para proteger los órganos vitales
los cuales eran el corazón y los pulmones. Se hacía de cuero endurecido o de metal y a veces
de metal sobre cuero y estaba formada de dos partes, una para la parte delantera y otra para la
parte trasera. El apóstol Pablo habla de vestirse de la coraza de Justicia. Esta coraza habla de
la justicia de Cristo implantada en la vida del cristiano. En el campo de batalla de la vida, el
soldado cristiano necesita la coraza de justicia, que significa el buen testimonio, la vida
devota, santa, recta, pura y limpia de todo pecado que el Señor nos ha otorgado. Este tipo de
vida, hará acallar los ataques del maligno. Es necesario poder decir como dijo el Señor Jesús:
“¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” Juan 8:46. En síntesis, esta coraza de
justicia es, la justicia de Cristo en nuestra mente y corazón, la cual nos libra de una
conciencia acusadora y nos hace estar en paz con Dios.
C. EL CALZADO DEL EVANGELIO.
Efesios 6:15 dice “y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz”.
Pablo menciona el calzado como tercer elemento de la armadura de Dios, símbolo de la
disposición para predicar el evangelio de la paz. ¿Para qué le servía al soldado romano el
calzado? ¿Cuál es el propósito espiritual que tiene para nosotros? Imagine un soldado con su
armadura completa: con la espada, el escudo, el casco, la coraza, el cinturón, pero sin el
calzado. La imagen probablemente resulte un poco extraña, y con solo pensar en ella nos
damos cuenta de que algo falta.
Sin embargo, el problema no es solo una cuestión de estética. Un soldado descalzo podía
tener problemas en plena batalla. En todos los campos de batalla había asperezas y
escombros. Podía tratarse tan solo de piedrecillas y ramas, pero con los pies al descubierto
esto podía infligir mucho dolor, y lo último que quiere hacer un soldado en el fragor del
combate es preocuparse de lo que está pisando.
1. ¿QUE ES EL EVANGELIO?
La palabra griega traducida para evangelio es la palabra euangelion, la cual denotaba
originalmente una recompensa por buenas nuevas; más tarde desapareció la idea de la
recompensa, y la palabra vino a denotar las misma buenas nuevas. Una buena nueva es
una buena noticia. Esto hace surgir la siguiente pregunta: ¿las buenas noticias de qué?
La primera descripción usada en los evangelios, “el evangelio del Reino”, resume a
todas las otras. Las buenas noticias del Reino de Dios incluyen las buenas noticias
acerca de Jesucristo el Rey, su gracia (perdón inmerecido) y su plan de salvación para
toda la humanidad. Este plan nos da paz en la actualidad y traerá paz al mundo entero en
el futuro. Éste es el mensaje que el pueblo de Dios debe estar deseoso de compartir con
otros.
2. ¿EN QUE SE RELACIONA EL EVANGELIO DE LA PAZ CON EL CALZADO?
Romanos 10:14-15 “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y
cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les
predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán
hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”
Todo creyente es enviado a proclamar las buenas noticias del Reino de Dios, el que
difundirá su camino de paz alrededor del mundo entero. Para ello debe tener “apresto”.
La palabra apresto proviene de la palabra griega etoimasia la cual significa preparación
o disposición. Esto quiere decir que el creyente debe tener disposición o preparación
para anunciar el evangelio de la paz de nuestro Señor Jesucristo. Teniendo nuestro
calzado puesto, estamos listos para desplazarnos, para propagar estas buenas nuevas a
otros. En los días del apóstol Pablo, él caminó incontables kilómetros para entregar las
buenas noticias. Hoy en día, el transporte y las comunicaciones han cambiado, pero
debemos estar constantemente dispuestos a hacer nuestra parte para difundir las buenas
noticias. Nuestra disposición es el calzado que nos ayudará a caminar en medio de esta
batalla espiritual.
D. EL ESCUDO DE LA FE.
Efesios 6:16 dice “Sobre todo, tomad el escudo de la fe,…”.
El cuarto elemento de la armadura que Pablo menciona es el escudo.
Hasta ahora, la descripción que hace Pablo de la armadura de Dios se ha limitado solo a los
accesorios que usamos. Nos colocamos el cinturón, la coraza y el calzado, y ellos se
sostienen básicamente por sí mismos.
El escudo es algo diferente. Pablo nos dice que el escudo es algo que nosotros debemos
“tomad”, sostener y levantar. El solo amarrarlo a nuestro brazo no es suficiente, es necesario
que hagamos el esfuerzo de mantenerlo firmemente arriba y usarlo.
1. ¿CUAL ERA LA FUNCION DEL ESCUDO EN EL EJERCITO ROMANO?
El escudo romano conocido como scutum, no era el clásico escudo “tipo medieval” que
se nos viene a la mente cuando escuchamos la palabra. Era un escudo muy grande,
rectangular y semicurvo, con una pieza de metal cónica y puntuda que se colocaba en la
parte central externa (llamada umbo).
El scutum era un elemento de defensa impresionante. Debido a su tamaño (algunos
medían más de un metro de alto y casi un metro de ancho), los soldados quedaban muy
bien protegidos de sus enemigos. Como era curvo, podía desviar los ataques sin
transferir la fuerza total de la embestida al hombre que sostenía el escudo. Debido al
umbo, se podían evitar incluso los ataques más despiadados, porque éste tenía además
una capacidad ofensiva y de un golpe podía hacer que el enemigo retrocediera.
Efesios 6:17 dice “…y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios;”.
La sexta pieza de la armadura de Dios mencionada por Pablo en es “la espada del Espíritu,
que es la palabra de Dios”. ¿Puede la espada de un soldado romano ayudarnos a entender
cómo usar la Biblia para ganar nuestras batallas espirituales?
A diferencia de las otras partes de la armadura de Dios cuyo propósito es exclusivamente
defensivo, la espada está especialmente diseñada para cumplir una función ofensiva y
defensiva a la vez. Una protección sólida es invaluable, pero la espada es lo único que nos
permite completar la labor que se nos ha encomendado.
Jesucristo usó la Biblia para contrarrestar los ataques de Satanás (Mateo 4:4, 7, 10).
Debemos también aprender a vivir según “toda palabra que sale de la boca de Dios”
(Mateo 4:4). Pablo nombra solamente un arma ofensiva, porque es la única que necesitamos,
ya que no existe ningún enemigo que la Palabra y el Espíritu de Dios no puedan destruir. Por
lo tanto, armados con nuestra espada, avanzaremos para luchar contra nuestros enemigos. La
pelea es real e inmediata y está frente a nosotros. Nuestro futuro en el Reino de Dios está en
juego y debemos batallar para aferrarnos al futuro que él nos ha prometido.
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”. El nombre de Jesucristo es
el nombre más glorioso, más poderoso jamás pronunciado por la voz humana.
En ese nombre está representada la autoridad, la potestad de Dios; ese nombre
representa su naturaleza, su carácter, sus atributos, sus virtudes. En ese nombre, en
Jesucristo, hay salvación para el perdido, hay perdón para el pecador, hay salvación para el
que vive lejos de Dios sin paz y sin esperanza. La Biblia nos dice: “Y en ningún otro hay
salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos
ser salvos” Hechos 4:12. Ese nombre equivale a tener poder, a tener autoridad. En cierta
ocasión Pedro y Juan subían juntos al templo, y se encontraron con un hombre cojo de
nacimiento que les pidió limosna, “…Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te
doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano
derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y los tobillos; y saltando, se puso
en pie y anduvo…” Hechos 3:6-8.
El nombre de Jesucristo equivale a tener acceso a la presencia de Dios. En Juan
14:13,14 nos dice: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el
Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré”. No hay nada
más grato que estar en la presencia del Señor. Nuestra oración es dirigida al Padre en el
nombre de Jesús, nadie puede llegar a Dios sino es a través de Jesucristo.
Contar con el nombre de Jesús es contar con el respaldo del mismo Dios, ya que Jesucristo es
Dios. En Marcos 16:17 nos dice: “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre
echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si
bebieren cosa mortífera, no les hará daño, sobre los enfermos pondrán sus manos, y
sanarán”. El nombre del Señor Jesucristo es una de las armas más poderosas que Dios ha
otorgado al creyente. Juan 1:12 lo dice “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen
en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.
C. EL PODER DE LA ALABANZA.
Para este propósito hemos sido creados. “Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas
publicará” Isaías 43:21; la alabanza es la más alta función del creyente, la labor más
sublime. Cuando alabamos a Dios estamos confesando las excelencias de Dios, alabar a Dios
es reconocer su misericordia, es reconocer su amor. La palabra alabar en hebreo nos habla
de extender las manos y el corazón; cuando levantamos nuestras manos al Señor soltamos
todo lo que hay en nosotros, nuestras preocupaciones y cargas, al elevar nuestra voz es
decirle quién es Él. La alabanza proviene de un corazón rendido, de un corazón humillado, el
salmista se expresó de esta manera: “Cada día te bendeciré, y alabaré tu nombre
eternamente y para siempre. Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza, y su grandeza
es inescrutable” Salmo 145:2-3. David le dice a Dios: “Siete veces al día te alabo” Salmo
119:164. En medio del fragor de la batalla debemos alabar a Dios; en medio de la soledad
debemos alabar al Señor; nos puede faltar dinero o faltar la salud, pero que no nos falte la
alabanza para el Rey. La alabanza a Dios cambia las cosas, cambia la tristeza en alegría, se
va la enfermedad; la alabanza hace que las cadenas se hagan pedazos. Cuando Pablo y Silas
estaban “en el calabozo de más adentro”, estaban heridos y golpeados; en vez de quejarse y
lamentarse la escritura dice que a medianoche ellos “cantaban himnos a Dios” y que
“entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la
cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas y las cadenas se soltaron”
Hechos 16:22-26. Sin duda alguna la alabanza tuvo un efecto poderoso esa noche. Otros
relatos bíblicos que hablan del efecto poderoso de la alabanza lo podemos ver en 2ª
Crónicas 20:1-22 en la batalla del Rey Josafat.