Principios Constitucionales Financieros
Principios Constitucionales Financieros
Principios Constitucionales Financieros
1 - El valor de la Constitución
Cuáles son los principios que nuestra Constitución, recientemente reformada, instituye en
materia financiera ? Responder a esta pregunta exige, de manera previa, dilucidar con exactitud
cuál es el significado que la Constitución le asigna a la expresión "materia financiera".
Nuestro punto de partida (que puede parecer obvio pero que, lamentablemente, hoy en día no
lo es) es el siguiente: la Constitución tiene un valor indiscutible. Con ello queremos decir que los
principios (y valores) constitucionales tienen preeminencia sobre cualquier otro tipo de
disquisición teórica. En otros términos: afirmamos la preeminencia de la racionalidad jurídico-
constitucional sobre cualquier otro tipo de racionalidad social, por ejemplo, económica. Se ve,
así, que esto no es para nada obvio. En los debates públicos actuales, la racionalidad económica
se presenta como indiscutible, es más, como generadora de razones necesarias. Y ante una razón
que se pretende ligada a la necesidad resultan irrelevantes las razones jurídicas que se sostienen,
no en la modalidad lógica de lo necesario, sino en las modalidades de lo correcto, lo adecuado a
la Constitución, lo jurídicamente razonable o lo justo. El resultado de este proceso es la
devaluación y denigración de lo jurídico en cuanto tal (1).
Mientras que la tradición jurídica liberal, constitucional y democrática, sostenía que los
hechos (cualesquiera fueran éstos) debían acomodarse a los principios y normas jurídicas (pues
de lo contrario estaríamos ante una situación calificada de despótica y no sometida al imperio de
la ley -rule of law-), la opinión hoy dominante sostiene, en cambio, que son los principios y
normas jurídicas los que deben acomodarse a los hechos (pues de lo contrario seríamos
irracionales o irrazonables). Se trata, en suma, de la sustitución del imperio constitucional de la
ley por el imperio supuestamente racional, de los hechos y, en especial, de los hechos llamados
económicos.
En este trabajo partimos del postulado tradicional: los hechos deben sujetarse a los principios,
normas y procedimientos constitucionales (2). Y es tarea de la política efectivizar en la práctica
dicha sujeción. Hablamos, así, de la política como realización de la Constitución y no como
actividad encaminada a su destitución (3). Esto implica poner en primer plano lo que Masnatta
ha denominado la función transformadora de la Constitución. Tal es la clave interpretativa de la
última reforma constitucional, en tanto el conjunto de instituciones y derechos incorporados son,
en lo sustancial, "mecanismos en orden a fines de transformación, no de pura gestión del orden
otrora existente" (4). La Constitución, así, impone transformar los hechos y no limitarse
pasivamente a gestionar los hechos existentes.
2 - La integración constitucional
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Ley
Es sabido que la Constitución se sustenta en dos grandes pilares: por un lado, la declaración
de derechos y garantías y, por otro, la organización democrática del poder. En el primer caso, se
fijan principios y exigencias ineludibles en cuanto a los contenidos de las normas. En el segundo
caso, se fijan procedimientos para la generación de aquellas normas. Es decir, derechos
fundamentales y procedimientos democráticos, tales son las bases constitucionales de nuestro
derecho positivo. De ahí la doble impugnación que puede recibir cualquier disposición jurídica:
a) impugnación en cuanto a deficiencias en los contenidos (vulneración o lesión de los derechos);
y b) impugnación en cuanto a deficiencias en los procedimientos (normas de facto, normas de
iure en exceso de competencia, etc.).
El rasgo saliente de la última reforma constitucional es el de haber ratificado, ampliado y
reforzado ambos pilares. De tal forma, se amplió el espectro de los derechos (incorporación del
capítulo segundo -Nuevos derechos y garantías- dentro de la Primera Parte de la Constitución) y
se incorporaron nuevas instituciones que amplían la participación democrática (reformas
orgánicas a la Segunda Parte de la Constitución (5).
De esto resulta que no hay una "parte" constitucional específica referida a la materia o
actividad financiera pública. Las cláusulas financieras se encuentran diseminadas a lo largo del
texto constitucional. Aquí decimos que, en virtud de la integralidad y sistematicidad del texto
constitucional, tales cláusulas no se encuentran meramente diseminadas sino que, por el
contrario, se encuentran integradas (6). Esto es: las cláusulas financieras están integradas a los
ejes constitucionales: derechos fundamentales y procedimientos democráticos. Y esta integración
resultará fundamental y decisiva a la hora de poner de manifiesto los principios que rigen dicha
actividad financiera.
3 - Las bases conceptuales
Cómo definimos a la actividad financiera desde el punto de vista jurídico- constitucional ?
Se denomina actividad financiera pública a la actividad encaminada a la obtención de
ingresos y realización de gastos a los efectos de efectivizar los procedimientos (democráticos) y
los derechos (fundamentales) constitucionalmente establecidos.
Esto significa enfatizar algunos caracteres como definitorios de la actividad financiera:
a) es una actividad medial, o sea: es un medio para lograr un fin;
b) es una actividad completa: los fines no son extrínsecos a la actividad, o sea: no podemos
analizar la actividad desvinculada de los fines que la caracterizan;
c) es una actividad jurídica: tales fines están constitucionalmente determinados: dar
efectividad a los derechos y a los procedimientos.
Cuáles son en consecuencia las normas financieras ?
Son aquellas normas que se refieren a los gastos y recursos requeridos para efectivizar los
procedimientos (democráticos) y los derechos (fundamentales) constitucionalmente establecidos.
Cuáles son los principios que rigen la actividad financiera ?
Son aquellos principios jurídico-constitucionales que determinan tanto los contenidos que
deben respetar las normas financieras, como los procedimientos que deben seguirse para su
creación.
4 - La arquitectura financiera constitucional
Teniendo en cuenta los conceptos precedentes cabe pasar a delinear los rasgos elementales de
la arquitectura constitucional. La columna vertebral de dicha arquitectura está constituida por el
sistema de los principios financieros. Tal sistema consta de dos niveles o pisos jerárquicos, que
permiten distinguir dos tipos de principios que denominaremos primarios (o genéricos) y
secundarios (o calificados).
Los principios primarios aportan el marco genérico dentro del cual se desplegarán los
principios secundarios o calificados. En cierto sentido se los puede catalogar de principios
formales, en tanto dan forma o estructura a la actividad financiera pública en cuanto tal.
Hay dos principios primarios fundamentales. En concordancia con la nomenclatura de
algunas investigaciones de la actual dogmática financiera española, los denominaremos principio
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Ley
de coherencia y principio de trascendencia (7). A ellos nos dedicaremos en los dos próximos
apartados.
En cuanto a los principios secundarios (o calificados) distinguimos tres grupos. El criterio
para tal distinción deriva de los ya señalados dos pilares de nuestro texto constitucional: los
derechos (fundamentales) y los procedimientos (democráticos).
Tendremos, así, principios dogmáticos y principios procedimentales, que estarán vinculados
ya sea con los aspectos dogmático u organizativo de la Constitución. El tercer tipo de principios,
que denominaremos de unión, engarzan los dos niveles o pisos del sistema de principios
constitucionales-financieros.
Tres son los principios dogmáticos fundamentales: el de igualdad, el de equidad y el de
solidaridad. En cuanto a los principios procedimentales, es fundamental el de legalidad. El
principio de unión básico es, en fin, el de razonabilidad.
Cabe aclarar, a los efectos de evitar posibles malentendidos, que la denominación de los
principios, como primarios o secundarios, no implica una desvalorización o una devaluación de
los últimos. Secundario de ninguna manera significa "segundo" o "de menor valor". También
podríamos haber denominado a los principios primarios como formales y, a los secundarios,
como sustanciales. De ser así, y dado que lo sustancial es usualmente privilegiado por sobre lo
formal, tendríamos que aclarar que los principios formales no son de "menor valor" que los
principios sustanciales. La idea básica es que ambos niveles son fundamentales y que ninguno de
los principios aquí señalados puede ser obviado a la hora de analizar la arquitectura financiera
constitucional.
La misma aclaración efectuada en el párrafo precedente la hacemos en cuanto a la distinción
entre principios dogmáticos y procedimentales. Que tratemos o enumeremos al principio de
legalidad en último término, no significa una devaluación del mismo. En este caso se trata de una
simple cuestión de exposición, que impide presentar al conjunto de los principios calificados de
manera simultánea.
Y que al principio de legalidad, en fin, lo denominemos "procedimental", de ninguna manera
implica que deje de ser, como enfatizara Jarach con razón, un principio tan sustancial como de
igualdad o equidad.
Teniendo en cuenta las anteriores salvedades, tenemos el siguiente sistema de principios
financieros constitucionales:
I) Principios primarios (o genéricos o formales):
a) principio de coherencia;
b) principio de trascendencia.
II) Principios secundarios (o calificados o sustanciales):
a) principios dogmáticos: igualdad, equidad y solidaridad;
b) principios procedimentales: legalidad;
c) principios de unión: razonabilidad.
Tal sistema de principios son la base de la arquitectura financiera, que se completa con el
conjunto de las normas que son reputadas de financieras.
5 - El principio de coherencia
El principio de coherencia afirma que la actividad financiera es una actividad jurídicamente
interdependiente. La actividad financiera se compone de dos sectores: recursos y gastos. En
rigor, resulta conceptualmente insuficiente designar a cada uno de los sectores mediante la sola
mención de las palabras "recursos" y "gastos". El primer sector es el de las formas jurídicas de
obtención de recursos, y el segundo, el de las formas jurídicas de asignación de aquellos recursos
y de la consiguiente realización de las erogaciones. Tendremos, así, un conjunto de disposiciones
jurídicas recaudatorias y un conjunto de disposiciones jurídicas erogatorias. Dentro de las
primeras se encuentran, por ejemplo, las normas jurídicas tributarias. Dentro de las segundas, las
normas jurídicas de distribución federal de los recursos y presupuestarias.
Qué sostiene el principio de coherencia ? Enfatiza dos condiciones necesarias de la actividad
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financiera, a saber: la interdependencia entre ambos sectores y el carácter eminentemente
jurídico de dicha interdependencia.
La interdependencia significa que no cabe aislar (o separar o desmembrar) las disposiciones
jurídicas recaudatorias de las erogatorias. Y que esa interdependencia sea jurídica implica que la
base de la misma es la sujeción a principios jurídicos comunes a ambos sectores.
Vemos que se tratan de exigencias fuertes, que no se encuentran satisfechas, si, por ejemplo,
se sostiene solamente la existencia de una interdependencia técnica. Un ejemplo de
interdependencia débil o insuficiente se da cuando se considera como hilo conductor de la
actividad financiera el cálculo de costos y de beneficios. En tal caso habría un criterio que diría:
"compare diversas combinaciones de obtención de recursos y de realización de erogaciones y,
luego, elija las combinaciones más eficientes". Otro ejemplo de interdependencia débil o
insuficiente se da cuando se la considera sólo en términos fáctico-temporales. En tal caso habría
un criterio que diría: "no hay una antelación temporal en las decisiones, cómo se obtendrán los
recursos y cómo se efectuarán las erogaciones son decisiones simultáneas".
No dudamos que los anteriores sean criterios técnicos de importancia, sin embargo no son la
base conceptual de la interdependencia jurídica de la actividad financiera pública.
En consecuencia, entendemos a la interdependencia como sujeción de ambos sectores de la
actividad financiera a un único conjunto de principios jurídicos. Y tales principios son lo que
anteriormente denominamos principios específicos o secundarios.
De manera sintética la coherencia significa: disposiciones jurídicas recaudatorias y
erogatorias sujetas a principios específicos (o secundarios) comunes.
6 - El principio de trascendencia
El principio de trascendencia afirma que la actividad económica es una actividad
jurídicamente subordinada. Enfatizamos aquí otras dos condiciones necesarias de la actividad
financiera: la subordinación de la actividad financiera y el carácter jurídico de esa subordinación.
La trascendencia significa que el sentido jurídico de esta actividad está dado por los derechos
(fundamentales) y los procedimientos (democráticos) a los que corresponde otorgarle
efectividad. Las disposiciones recaudatorias y erogatorias además de ser mutuamente
interdependientes están subordinadas al fin que le es propio: la efectividad de las instituciones
que componen los dos pilares constitucionales que vertebran a la Constitución. Esto significa que
los principios jurídicos que sostienen a la interdependencia se basan en (o derivan de) los
principios jurídicos que sustentan a los aspectos dogmático y orgánico del texto constitucional.
De tal forma, los principios financieros secundarios (igualdad, equidad, solidaridad, legalidad)
no son más que especificaciones, al nivel de las finanzas públicas, de los principios básicos
postulados por el texto constitucional.
Correlativamente, es justamente a partir de este principio primario de trascendencia que se
define la actividad pública en cuanto "actividad recaudatoria y erogatoria pública que tiene como
finalidad darle efectividad a los derechos e instituciones constitucionales".
De allí una consecuencia lógica: la actividad a la que da lugar el conjunto de principios
financieros comunes no puede colusionar (o contravenir o entrar en contradicción) con los
principios consagrados en los derechos fundamentales y en las instituciones democráticas. Si
estos últimos son los fines propios de la actividad financiera, es obvio que los principios que
rigen a los medios para realizarlos no pueden contradecir a los principios ínsitos en esos fines.
Tal es, en definitiva, el criterio de razonabilidad.
En resumen: el principio de coherencia afirma la unidad jurídica de la actividad financiera y,
el principio de trascendencia, afirma la integración constitucional de dicha actividad unitaria.
7 - Las negaciones del derecho
Aun cuando los mencionados principios primarios pudieran parecer puramente formales, los
mismos son de una importancia superlativa. Ellos son la médula de la organización
constitucional de la actividad financiera pública. Por tales motivos resulta decisivo poner de
manifiesto todas las perspectivas que niegan o impiden valorarlos en toda su magnitud. Pues no