LOS HERREROS DE ISRAEL - Sermón de Educación
LOS HERREROS DE ISRAEL - Sermón de Educación
LOS HERREROS DE ISRAEL - Sermón de Educación
De
acuerdo
con
el
diccionario,
“herrero”
es
uno
que
labra
el
hierro,
el
que
le
da
forma
calentándolo
en
las
llamas
de
la
fragua.
En
la
antigüedad,
los
herreros
se
dedicaban,
mayoritariamente,
a
forjar
el
metal
para
la
fabricación
de
armas
de
guerra
e
implementos
de
labranza
de
la
tierra.
Es
interesante
notar
que,
en
una
parte
de
la
historia
del
pueblo
de
Israel,
los
hebreos
no
tenían
fraguas
ni
herreros;
en
cambio
sus
enemigos,
los
filisteos,
sí.
1 Samuel 13:19-‐23.
“En
toda
la
tierra
de
Israel
no
se
hallaba
herrero,
porque
los
filisteos
habían
dicho:
‘para
que
los
hebreos
no
hagan
espada
o
lanza’.
Por
lo
cual
todos
los
hijos
de
Israel
tenían
que
acudir
a
los
filisteos
para
afilar
cada
uno
la
reja
de
su
arado,
su
azadón,
su
hacha
o
su
hoz.
El
precio
era
un
pim
por
las
rejas
de
arado
y
por
los
azadones,
y
la
tercera
parte
de
un
ciclo
por
afilar
las
hachas
y
componer
las
aguijadas.
Así
aconteció
que
en
el
día
de
la
batalla
ninguno
de
los
del
pueblo
que
estaban
con
Saúl
y
Jonatán
tenía
en
sus
manos
una
espada
o
un
lanza,
excepto
Saúl
y
Jonatán,
su
hijo,
que
sí
las
tenían.
Mientras
tanto,
un
destacamento
de
los
filisteos
avanzó
hasta
el
paso
de
Micmas.”
¿En
qué
se
parece
el
relato
histórico
de
Israel
enfrentando
a
los
filisteos
con
la
Iglesia
actual
frente
a
sus
enemigos?
¿Qué
aplicación
espiritual
y
educativa
podemos
extraer
de
los
versículos
leídos?
La
iglesia
de
Dios
está
en
batalla,
el
enemigo
ha
actualizado
sus
armas,
y
se
ha
provisto
de
suficientes
“herreros”.
¿Los
tiene
el
pueblo
de
Dios?
A
continuación
destacaremos
cuatro
aspectos
cruciales
sobre
la
necesidad
de
herreros
en
el
pueblo
de
Dios:
SIN HERREROS EL PUEBLO DE DIOS QUEDA A MERCED DE SUS ENEMIGOS
1 Samuel 13:19
“...en
toda
la
tierra
de
Israel
no
se
hallaba
herrero,
porque
los
filisteos
habían
dicho:
‘para
que
los
hebreos
no
hagan
espada
o
lanza’”
Los
filisteos,
enemigos
permanentes
de
los
israelitas,
habían
mantenido
una
astuta
política
para
mantener
desarmados
a
los
hebreos:
no
habían
permitido
que
los
israelitas
tuvieran
sus
propios
herreros
de
tal
manera
que
no
pudiesen
fabricar
sus
propias
armas
con
las
cuales
defenderse
o
combatir.
En
la
época
del
Israel
bíblico,
los
herreros
eran
los
encargados
de
producir
las
herramientas
de
combate
más
efectivas,
para
alcanzar
la
victoria
en
el
campo
de
batalla.
Hoy,
la
forma
como
se
encara
la
guerra
ha
cambiado.
Básicamente,
la
batalla
es
en
el
campo
ideológico,
es
decir
el
de
la
mente,
y
el
enemigo
del
pueblo
de
Dios
intenta,
con
todas
sus
fuerzas,
ganar
esta
batalla.
La
similitud
que
existe
entre
un
terreno
sin
cultivar
y
una
mente
sin
preparación
es
asombrosa.
Los
niños
y
los
jóvenes
ya
tienen
en
sus
mentes
y
corazones
semillas
corrompidas,
listas
para
brotar
y
producir
su
cosecha
de
perversión;
y
se
requiere
el
mayor
cuidado
y
atención
para
cultivar
y
abastecer
la
mente
con
las
preciosas
semillas
de
la
verdad
bíblica
(Mente,
carácter
y
personalidad,
tomo
1,
p.
23)
Por
eso,
los
herreros
modernos
son
aquellos
que
son
formados
para
producir
las
mejores
herramientas
intelectuales
y
prácticas
que
puedan
combatir
con
eficacia
los
constantes
asaltos
del
enemigo.
EL PUEBLO DE DIOS PAGA UN ALTO PRECIO POR NO TENER SUS PROPIOS HERREROS
“Por
lo
cual
todos
los
hijos
de
Israel
tenían
que
acudir
a
los
filisteos
para
afilar
cada
uno
la
reja
de
su
arado,
su
azadón,
su
hacha
o
su
hoz”
(v.
20)
La
eficacia
para
el
combate
estaba
disminuida
porque
los
israelitas
no
tenían
un
lugar
donde
producir
sus
propias
herramientas,
y
pagaban
un
precio
demasiado
alto
para
poder
afilar
sus
obsoletas
herramientas,
ya
fueran
de
guerra
o
de
trabajo.
Así
como
Israel,
por
la
carencia
de
afiladores,
tenía
que
viajar
hasta
territorio
enemigo
para
afilar
sus
herramientas,
la
iglesia,
o
mejor
dicho,
algunos
segmentos
de
la
iglesia,
equivocadamente
han
incursionado,
a
veces,
en
territorio
enemigo
para
afilar
sus
herramientas
de
combate
y
de
labranza
de
la
tierra.
Es
incomprensible
que
existan
padres
en
el
Israel
moderno,
que
es
la
iglesia
adventista,
que
prefieran
seguir
utilizando
la
fragua
de
la
mundanalidad,
la
superficialidad
y
la
mediocridad
espiritual
ofrecida
por
el
enemigo,
para
moldear
el
metal
precioso
del
carácter
de
sus
hijos,
en
los
atrayentes
recintos
de
las
herrerías
enemigas
modernas.
Aunque
hay
aspectos
similares
en
relación
con
el
pasado,
existe
una
diferencia
fundamental:
hoy
el
pueblo
de
Dios
tiene
herrerías
(llámense
colegios,
escuelas,
universidades)
donde
moldear
el
metal
precioso
del
carácter
de
sus
hijos.
Pero,
inexplicablemente,
hay
padres
que
prefieren
enviarlos
a
otras
“herrerías”,
donde,
en
vez
de
darle
forma
al
precioso
metal
del
carácter,
lo
deformarán
hasta
transformarlo
en
una
burda
representación
del
carácter
de
quien
opera
estas
herrerías,
que
no
es
otro
que
el
enemigo
de
Dios.
1 Samuel 13:22
Así
aconteció
que
en
el
día
de
la
batalla
ninguno
de
los
del
pueblo
que
estaban
con
Saúl
y
Jonatán
tenía
en
sus
manos
una
espada
o
un
lanza,
excepto
Saúl
y
Jonatán,
su
hijo,
que
sí
las
tenían.
Por
falta
de
previsión,
el
pueblo
de
Dios
se
vio
desprovisto
de
armas.
No
había
herreros;
no
había
armas.
Era
una
situación
crítica
y
delicada,
pues
era
evidente
que
en
esas
circunstancias
no
podían
combatir
contra
los
aguerridos
filisteos
provistos
de
armas
de
hierro.
De esta manera la Biblia destaca el avance del enemigo por falta de herreros.
La
Iglesia
hoy
día
está
en
batalla
campal
y
el
enemigo
está
avanzando:
mundanalidad
versus
santidad;
superficialidad
versus
estilo
de
vida
integral;
subjetivismo
posmoderno
versus
objetividad
bíblica;
manipulación
electrónica
de
la
mente
versus
enseñanza
de
la
verdad;
mediocridad
versus
excelencia.
¿Quién
proporcionará
las
herramientas?
¿Cómo?
¿Cuándo?
¿Dónde?
La
respuesta
se
encuentra
en
la
siguiente
y
última
parte
del
sermón.
El
rey
Saúl
nunca
pudo
expulsar
del
todo
a
los
filisteos,
porque
no
fue
fiel
a
Dios.
Sin
embargo,
el
Señor
proveyó
para
David
de
hombres
que
pudieran
fabricar
las
armas
que
él
necesitaba
para
enfrentar
con
eficacia
a
sus
enemigos
1
Crónicas
12:24,
37
Hoy
también
el
Señor
requiere
de
hombres
y
mujeres
dispuestos
a
aprender
el
oficio
de
herreros.
Usando
la
figura
del
herrero,
queremos
aplicarla
a
quienes
son
formados
en
las
modernas
herrerías
del
pueblo
de
Dios:
las
instituciones
educativas
adventistas.
Hoy,
cuando
el
enemigo
avanza
en
diferentes
frentes,
es
preciso
formar
una
nueva
generación
de
herreros,
capaces
y
bien
dispuestos
para
hacer
frente
a
las
cada
vez
más
sofisticadas
formas
de
ataque
del
enemigo.
La
guarnición
del
enemigo
tiene
como
aliadas
a
las
instituciones
educativas
seculares,
que
están
impregnadas
de
la
influencia
mundana
y
que,
con
una
aparente
oferta
más
ventajosa,
están
procurando
debilitar
y
seducir
las
fuerzas
jóvenes
de
la
iglesia.
Dios,
que
levantó
esta
iglesia
profética
para
dar
un
mensaje
de
amonestación
a
un
mundo
que
perece,
también
ha
establecido
el
sistema
educacional
que
ha
sido
probado
como
una
salvaguardia
para
las
nuevas
generaciones
que
nacen
dentro
o
que
llegan
a
nuestra
iglesia
y
que
se
constituirán,
queramos
o
no,
en
los
futuros
líderes
de
este
movimiento
profético.
Hoy,
más
que
nunca,
necesitamos
de
hombres
y
mujeres
que
sean
pensadores
y
no
meros
reflectores
de
los
pensamientos
de
otros
hombres.
Hombres
y
mujeres
que
sean
amos
y
no
esclavos
de
las
circunstancias,
que
posean
amplitud
de
mente,
claridad
de
pensamiento
y
valor
para
defender
sus
convicciones
(La
educación,
p.
15)
Solo
hay
un
lugar
donde
podemos
llevar
a
nuestros
hijos
con
la
confianza
de
que
serán
formados
en
los
sólidos
principios
de
la
Palabra
de
Dios:
las
instituciones
educativas
adventistas.
Podemos
dar
gracias
a
Dios
por
el
sistema
educacional
adventista,
el
cual
se
constituye
en
una
salvaguardia
y
ciudad
de
refugio
para
nuestros
niños
y
jóvenes,
proveyéndoles
las
mejores
herramientas
para
asegurarse
el
éxito
en
esta
vida
y
en
la
eternidad.
•
El
81%
dijo
que
asistir
a
una
escuela
adventista
fue
el
factor
más
importante
para
desarrollar
su
fe.
Es
decir,
asistir
a
una
escuela
adventista
está
directamente
relacionado
con
la
identidad
y
lealtad
denominacional.
Quedó
demostrado
que
cuantos
más
años
de
estudio
en
instituciones
educativas
adventistas,
más
probable
es
que
continúen
siendo
miembros
de
la
iglesia,
aún
después
de
concluir
sus
estudios.
•
Uno
de
cada
tres
encuestados
dijo
que
su
maestro
de
religión
colaboró
para
aumentar
su
fe
Nuestros
alumnos
y
docentes
están
lejos
de
ser
perfectos,
pero
existe
un
enorme
valor
moral
en
asistir
a
una
escuela
adventista.
“En
el
sentido
más
elevado,
la
obra
de
la
educación
y
la
de
la
redención,
son
una.”
(La
educación,
versión
online)
Para
hacer
discípulos
se
requiere
tiempo
y
convivencia.
Ese
contexto
es
el
que
ofrecen
nuestras
escuelas.
Los
niños
y
adolescentes
pasan
buena
parte
de
su
tiempo
dentro
de
instituciones
educativas.
Por
eso,
podemos
decir
que
la
Educación
Adventista
es
el
evento
evangelístico
más
prolongado
y
más
extenso
que
realiza
la
Iglesia
Adventista
del
Séptimo
Día.
Tiene
una
duración
aproximada
de
21.280
horas,
si
la
calculamos
a
razón
de
40
horas
por
semana,
durante
38
semanas
al
año
y
14
años
de
escolaridad.
Disponer
de
una
“congregación”
con
estas
caracteristicas,
es
un
privilegio
y
una
tremenda
responsabilidad.
Es
necesario
aprovechar
cada
minuto
para
preparar
a
los
jóvenes
para
el
servicio,
llevándolos
por
la
senda
del
discipulado.
Ellos
no
llegaron
accidentalmente
a
nuestras
instituciones
educativas;
¡Dios
los
trajo!
Los
bebés,
como
los
estudiantes,
deben
recibir
el
mejor
alimento,
deben
recibir
la
mejor
instrucción.
Si
queremos
que
lleguen
a
ser
verdaderos
discípulos,
debemos
prepararlos
para
el
servicio.
Andrés,
hermano
de
Simón
Pedro,
era
uno
de
los
dos
que,
al
oír
a
Juan,
habían
seguido
a
Jesús.
Andrés
encontró
primero
a
su
hermano
Simón,
y
le
dijo:
―Hemos
encontrado
al
Mesías…
(Juan
1:40-‐41,
versión
NVI
online).
Dios
toca
corazones
y
convierte
a
las
personas,
pero
debe
haber
un
Andrés,
consciente
de
su
misión,
que
busque
a
un
Pedro
y
lo
lleve
a
Jesús.
Un
amigo
que
cuente
a
otro
lo
que
Jesús
hizo
en
su
vida.
La
relación
de
amistad
personal
es
fundamental
en
el
discipulado.
Con
tal
efecto
multiplicador,
este
mensaje
será
llevado
a
cada
rincón
de
este
mundo.
CONCLUSIÓN
Si
no
queremos
que
las
nuevas
generaciones
se
pierdan
o
que
el
pueblo
de
Dios
perezca
por
falta
de
conocimiento
y
que
“los
filisteos”
avancen,
estamos
a
tiempo
para
forjar
y
apoyar
nuestro
sistema
educativo,
que
forma
a
los
líderes
que
llevarán
adelante
esta
iglesia
y
la
misión
que
le
ha
sido
encomendada
por
Dios:
la
predicación
del
mensaje
de
salvación
en
vista
del
inminente
retorno
de
nuestro
Salvador.
Que
no
se
diga,
en
esta
parte
final
de
la
historia
humana,
que
entre
nosotros
no
se
halla
un
“herrero”
debidamente
preparado.
Por
eso,
somos
llamados
a
capacitar,
entrenar
y
formar
las
nuevas
generaciones
para
llevar
adelante
la
mayor
empresa
de
este
mundo:
la
preparación
de
un
pueblo
para
el
encuentro
con
Dios.
LLAMADO
¿Hay
algún
padre
o
madre
en
esta
mañana
que
quiere
cooperar
con
el
cielo
en
el
propósito
divino
de
impartir
a
sus
hijos
una
educación
que
moldeará
su
carácter
en
armonía
con
el
Creador?
¿Hay
algún
niño
o
joven
que
quiere
asegurar
su
futuro
recibiendo
la
mejor
educación
que
le
brindará
su
pasaporte
al
éxito
en
esta
vida
y
la
eternidad?
Si
es
así,
le
pido
que
se
ponga
de
pie
para
que
oremos
juntos
por
el
propósito
elevado
que
Dios
tiene
para
su
vida.
“Y
todos
tus
hijos
serán
enseñados por
Jehová.Y
multiplicará la
paz de
tus
hijos”
Isaías
54:13