TERMINO DE DURACIàN DEL PROCESO PDF

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Henry Sanabria Santos/ Término de Duración del Proceso/2018

TÉRMINO DE DURACIÓN DEL PROCESO

Henry Sanabria Santos*


I. INTRODUCCIÓN

1. El Código de Procedimiento Civil consagraba –como se recordará–


términos máximos de duración de las etapas procesales y términos máximos
para proferir las respectivas providencias, que desafortunadamente en la
práctica no se cumplieron, lo que trajo como consecuencia que los procesos
civiles tuvieran una duración exagerada, circunstancia que desconocía el
derecho de acceso a la justicia, el derecho al debido proceso, ponía en
entredicho la eficacia de la función jurisdiccional y desdecía de la
majestuosidad de la administración de justicia, pues un proceso ordinario
(que era el proceso declarativo por excelencia) tenía una duración en
instancias no inferior a 5 o 6 años y, sin lugar a dudas, lo anterior se dice
con algo de optimismo, pues todos los que han ejercido la profesión como
abogados litigantes o como funcionarios judiciales conocieron –o sufrieron–
no pocas veces de la existencia de procesos civiles de más de 20 años. Esta
situación, como es apenas elemental, debía ser corregida mediante el
establecimiento de plazos ciertos, preclusivos y perentorios para la
tramitación de la instancias del proceso, entre otras determinaciones y
decisiones jurídicas y políticas, pues la consagración de dichos términos
debe ir acompañada de la implementación del plan de justicia digital, la
reorganización de despachos judiciales, el diseño y puesta en marcha de
recursos informáticos y, en general, medios tecnológicos, el mejoramiento de
la infraestructura existente, entre otras decisiones que deben adoptar
quienes están encargados de la administración de la rama judicial con el
concurso del gobierno nacional.

2. Un primer avance en esta materia lo constituyó la reforma introducida


por la Ley 1395 de 2010 al artículo 124 CPC 1 , norma que consagró, por

* Abogado de la Universidad Externado de Colombia, Especialista en Derecho Procesal Civil y Magister


en Responsabilidad Civil de la misma Universidad. Profesor titular de derecho procesal civil general en
segundo año de derecho en la Universidad Externado de Colombia. Miembro de la Comisión Asesora y
Revisora del Proyecto de Código General de Proceso. Miembro de la lista de árbitros y secretarios del
Centro de Arbitraje y Conciliación de la Cámara de Comercio de Bogotá.
1 El texto de la norma era el siguiente: “En todo caso, salvo interrupción o suspensión del proceso por

causa legal, no podrá transcurrir un lapso superior a un (1) año para dictar sentencia de primera
instancia, contado a partir de la notificación del auto admisorio de la demanda o mandamiento
ejecutivo a la parte demandada o ejecutada, ni a seis (6) meses para dictar sentencia en segunda
instancia, contados a partir de la recepción del expediente en la Secretaría del Juzgado o Tribunal.
Vencido el respectivo término sin haberse dictado la sentencia, el funcionario perderá
automáticamente competencia para conocer del proceso, por lo cual, al día siguiente, deberá
informarlo a la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura y remitir el expediente al
Juez o Magistrado que le sigue en turno, quien proferirá la sentencia dentro del término máximo de
dos (2) meses. Sin embargo, la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura podrá
asignar el proceso a otro Juez o Magistrado si lo considera pertinente. El Juez o Magistrado que recibe
el proceso deberá informar a la misma Corporación la recepción del expediente y la emisión de la

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primera vez en nuestra historia procesal civil, un término máximo de


duración de los procesos, norma que lamentablemente (como ocurrió con
casi todas las disposiciones de dicha Ley) no tuvo un gran resultado práctico
por tres razones: En primer lugar, la norma dejó algunos vacíos y aspectos
sin regular que generaron muchas dudas a la hora de su aplicación; en
segundo lugar, porque tal disposición fue introducida a un proceso diseñado
en el anterior estatuto a partir de la escritura y aunque la Ley 1395 de 2010
quiso incorporar aspectos propios de la oralidad, ello no fue suficiente en la
medida en que, como se dijo, todas las normas del CPC estaban pensadas en
un proceso escrito; y, en tercer lugar, porque no se consagraron mecanismos
idóneos y efectivos para que los jueces pudiesen cumplir con el término
máximo de duración. Todo lo anterior, obligó a que el legislador consagrara
una nueva disposición (art. 121 CGP) en un estatuto procesal diseñado en
un contexto de un proceso oral y por audiencias, con herramientas eficaces
para su aplicación.

3. Así las cosas, para solucionar la desesperante, desgastante y


agobiante demora que presentaban los procesos civiles, uno de los pilares
esenciales sobre los que se edificó el nuevo estatuto procesal es
precisamente aquel que aparece consignado en su artículo 2º, que consagra
que “Toda persona o grupo de personas tiene derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva para el ejercicio de sus derechos y la defensa de sus
intereses, con sujeción a un debido proceso de duración razonable”, motivo
por el cual, prosigue la norma, “Los términos procesales se observarán con
diligencia y su incumplimiento injustificado será sancionado”. A lo anterior
se le agrega que es deber del juez, conforme al artículo 42, dirigir el proceso
y “velar por su rápida solución”, además de “Dictar las providencias dentro
de los términos legales”. Por ello, con el nuevo Código General del Proceso
los juicios civiles deben tener una máxima duración –determinada y precisa–
que se encuentra prevista en el artículo 121 del mismo Estatuto, norma que
es el objeto del presente escrito, el cual, como siempre ocurre en los trabajos
académicos, tiene como propósito exponer algunos puntos de vista sobre el
contenido y alcance de dicha disposición, así como aspectos de interés que
se han generado en su aplicación práctica, todo con el fin de contribuir al
desarrollo del nuevo estatuto procesal que, como ocurre con toda nueva
legislación de procedimiento, debe recorrer un camino largo de acomodación
en nuestro sistema jurídico, debe experimentar desarrollos doctrinales y,
principalmente, jurisprudenciales, a lo cual debo agregar –e insistir– en que
esta ponencia es simplemente una modesta contribución de carácter

sentencia. Cuando en el lugar no haya otro juez de la misma categoría y especialidad, el proceso
pasará a un juez itinerante o al de un municipio o circuito cercano que señale la Sala Administrativa
del Consejo Superior de la Judicatura. Para la observancia de los términos señalados en el presente
parágrafo, el Juez o Magistrado ejercerá los poderes de ordenación e instrucción, disciplinarios y
correccionales establecidos en la ley.”

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exclusivamente académico, desposeída de pretensión alguna encaminada a


“pontificar” sobre el tema objeto de estudio.

4. El término de duración del proceso contemplado en el artículo 121


CGP solamente se le aplica a los procesos iniciados luego de la entrada en
vigencia de dicho estatuto, es decir, luego del 1º de enero de 2016. La razón
por la cual no se le puede aplicar a los procesos en curso al momento en que
empezó a regir el Código General del Proceso es que ello implicaría una
aplicación retroactiva del mismo, circunstancia no permitida en nuestro
ordenamiento.2

II. ASPECTOS MÁS RELEVANTES DEL CÓMPUTO DEL TÉRMINO

5. De acuerdo con el artículo 121 CGP el término de duración de los


procesos civiles no podrá exceder en primera o en única instancia de un (1)
año, es decir, ese es el plazo máximo que tienen los jueces para proferir la
sentencia de primera o de única instancia. Para resolver la segunda
instancia, el término con que cuenta el juez superior no podrá exceder de
seis (6) meses. Como es apenas elemental, no es que la primera o única
instancia deba durar un (1) año y la segunda seis (6) meses, pues se trata de
un término máximo, de tal manera que es perfectamente posible –y
deseable– que el proceso se surta en un término inferior.

6. Conforme a la norma, en primera o en única instancia el término de


un año (1) se contabiliza a partir de la notificación del auto admisorio de la
demanda o mandamiento ejecutivo a la parte demandada o ejecutada, según
sea el caso. En consecuencia, si el demandado se notificó del auto admisorio
de la demanda o del auto mandamiento de pago el día 17 de octubre de
2017, el término máximo para proferir la sentencia será el 17 de octubre de
2018. Cuando son varios los demandados, es apenas elemental que el
término no empiece a correr sino hasta que se produzca la notificación de
todos.

7. Así la norma expresamente no lo señale, a nuestro juicio, cuando en el


proceso se admite un llamamiento en garantía, el término debe
contabilizarse una vez se produzca la notificación del llamado, pues al ser
éste una verdadera parte el juez tendrá que resolver en la sentencia las
pretensiones formuladas en contra de ella, es decir, en la medida en que el
llamado en garantía se integra al trámite en calidad de coparte con todos los
derechos y facultades inherentes a dicha calidad, es apenas elemental que

2La Sala de Casación Civil de la Corte en sentencia SC9706-2016 del 18 de julio de 2016, exp. 68001-
31-10-004-2005-00493-01, recordó que el único aparte del artículo 121 CGP que entró en vigencia de
manera inmediata fue el inciso 5º de la norma, que permite la prorroga del término de duración, pero
en lo demás la norma solamente se le puede aplicar a los procesos promovidos luego de que el nuevo
estatuto entró a regir en su integridad, esto es, a partir del 1º de enero de 2016.

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una vez notificado y vinculado al proceso empiece a contabilizarse su


término máximo de duración.

8. Igual ocurre, en nuestro sentir, cuando se presenta demanda del


interviniente excluyente (art. 63 CGP) y ella es admitida, evento en el que,
como se sabe, tanto el demandante como el demandado inicial pasan a ser
codemandados. Por ello, notificado el auto que admite la intervención
excluyente, deberá empezar a computarse el término de duración del
proceso. Una conclusión diferente implicaría que el juez deba, en razón de la
intervención excluyente, tramitar una nueva demanda cuando ya el proceso
está en curso y todo ello deba hacerlo a pesar de que ya ha avanzado buena
parte del término, por lo que más razonable es que notificado a los ahora
demandados (demandante y demandado inicial) el auto que admite la
demanda excluyente, se contabilice desde esa actuación el término de
duración del proceso.

9. Y bajo este mismo hilo argumentativo, consideramos que cuando se


reforma la demanda y en ella se incluye un nuevo demandado, debe
contabilizarse el termino de duración del proceso desde la notificación del
auto que admite la reforma. La razón es que en esta hipótesis solamente
hasta la notificación del auto que admite la reforma se estaría trabando la
Litis respecto de quienes en definitiva van a ser los demandados en el
proceso, máxime si conforme a lo establecido en el numeral 4º del artículo
93 CGP cuando en la reforma se incorpora un nuevo demandado el auto que
admite la reforma debe notificarse personalmente a esos nuevos
demandados y el término de traslado es el previsto en la ley para la demanda
inicial, lo cual, de suyo, implica alguna demora adicional en la tramitación
del juicio, circunstancia que, como se viene indicando, justifica que el
término de duración del proceso deba computarse una vez notificados los
nuevos demandados del auto que admite la demanda en su versión
reformada.

10. Aspecto que merece atención es la previsión contenida en el artículo


90 CGP, según la cual “En todo caso, dentro de los treinta (30) días
siguientes a la fecha de la presentación de la demanda, deberá notificarse al
demandante o ejecutante el auto admisorio o el mandamiento de pago,
según fuere el caso, o el auto que rechace la demanda. Si vencido dicho
término no ha sido notificado el auto respectivo, el término señalado en el
artículo 121 para efectos de la pérdida de competencia se computará desde
el día siguiente a la fecha de presentación de la demanda.” Esta disposición
busca precaver que el proceso quede estancado desde la misma presentación
de la demanda y, por ende, lo que se persigue es que el juez con prontitud
resuelva sobre su admisibilidad. De no existir esta norma podría suceder
que el juzgador, a fin de evitar que empezara a correr el término de duración

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del proceso, se demorara en admitir la demanda y con ello, de paso,


retardara la notificación al demandado de la respectiva providencia, motivo
por el cual la norma le impone al juez el término de treinta (30) días, que se
cuenta a partir de la presentación de la demanda, para que notifique al
demandante del auto que la admite, el auto mandamiento de pago o el auto
de rechazo, según sea el caso. Si el juez supera ese término y, por ende, el
auto admisorio o el mandamiento de pago se notifica luego de transcurrido
el mismo, el término máximo de duración del proceso en esa primera o única
instancia ya no se contabilizará desde la notificación del demandado, sino
desde el día siguiente a la fecha de presentación de la demanda. En
consecuencia, esta norma, según ya se esbozó, es un verdadero llamado a
los jueces para que una vez presentada la demandada con presteza emitan
la correspondiente decisión en torno a la admisibilidad de la misma. Si van a
inadmitirla, deberán tener en cuenta que tienen como máximo treinta (30)
días para notificarle al demandante la posterior providencia de admisión o
de rechazo, pues de no hacerlo el término de duración de la instancia se
contará, ya no cuando se notifique el demandado, sino a partir del día
siguiente al de presentación de la demanda, lo cual, desde luego, reducirá
notablemente el plazo que tendrá el juez para adelantar el trámite en
primera o en única instancia.

11. En la segunda instancia, de acuerdo con la norma que ocupa nuestra


atención, el término máximo para proferir la decisión que la resuelva,
empieza a contarse partir de la recepción del expediente en la secretaría del
juzgado o tribunal. No puede contarse el término, como equivocadamente
podría pensarse, que es a partir del auto que admite la apelación, pues la
norma (art. 121 CGP) en forma clara y concisa dispone que recibido el
expediente por el superior, empieza a contabilizarse el respectivo término.

12. El término de duración, tanto en única, primera o segunda instancia,


se contabiliza sin perjuicio de la interrupción o suspensión del proceso por
causa legal; como es apenas obvio, cuando se interrumpe o suspende el
proceso los términos, incluido el de duración de la instancia, dejan de correr.
Por esta razón, cuando ha ocurrido en el proceso alguno de los dos
fenómenos (interrupción o suspensión), a la hora de contabilizar el término
de duración habrá que agregarle al mismo los días en que el proceso estuvo
suspendido o interrumpido por expresa disposición legal, lo cual, como es
apenas elemental, debe aplicar a las suspensiones de común acuerdo
provenientes de las partes. En consecuencia, por ejemplo, si antes de la
audiencia de instrucción y juzgamiento las partes deciden, obrando de
consuno, suspender el proceso por dos (2) meses, esa suspensión deberá
adicionarse al término de duración del proceso.

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13. De manera excepcional el juez o magistrado podrá prorrogar por una


sola vez el término para resolver la instancia respectiva, hasta por seis (6)
meses más, con explicación de las razones por las cuales hay necesidad de
hacerlo, mediante auto que no admite recurso alguno. En consecuencia,
bien sea en única, primera o segunda instancia, el término de duración
puede ser prorrogado por decisión del juez, prórroga que (i) solamente puede
hacerse por una sola vez; (ii) debe hacerse, como es elemental, antes de que
venza el término; (iii) debe ser motivada, es decir, el juez debe exponer en la
respectiva providencia las razones que lo conducen a prorrogar el término;
(iv) se hace mediante providencia contra la cual no cabe recurso alguno. En
esta providencia, como se indicó, el juez debe exponer las razones que lo
llevan a prorrogar el término de duración del proceso, como lo puede ser, la
complejidad del mismo, las demoras experimentadas en su etapa inicial en
razón de demanda de reconvención, excepciones previas, recursos, número
de testigos, etc.

14. No sobra recordar que cuando el juez, en la audiencia de instrucción y


juzgamiento anuncia el sentido del fallo, debe proferir su sentencia por
escrito dentro de los diez (10) días siguientes a la audiencia y ella se
notificará por estado, sin que se pueda exceder el término máximo de
duración del proceso. Así lo dispone el numeral 5º del artículo 373 CGP,
norma según la cual “Si no fuere posible dictar la sentencia en forma oral, el
juez deberá dejar constancia expresa de las razones concretas e informar a
la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura. En este evento,
el juez deberá anunciar el sentido de su fallo, con una breve exposición de
sus fundamentos, y emitir la decisión escrita dentro de los diez (10) días
siguientes, sin que en ningún caso, pueda desconocer el plazo de duración
del proceso previsto en el artículo 121”.

15. El término de duración en comento no se le aplica al trámite del


recurso extraordinario de casación ni de revisión. Tampoco al de anulación
de laudos arbitrales, habida cuenta que el artículo 42 del Estatuto de
Arbitraje consagra que ejecutoriado el auto mediante el cual el juez de la
anulación admite el recurso, el expediente pasará al despacho para que se
profiera la sentencia que desate la impugnación, “que deberá proferirse
dentro de los tres (3) meses siguientes”, es decir, para el recurso de
anulación existe término especial por lo que no es posible aplicarle el
artículo 121 CGP. Respecto del termino consagrado en la ley arbitral para
que se resuelva el recurso de anulación es necesario indicar que dicha
normatividad no consagró consecuencia alguna por el incumplimiento del
término en mención, por lo que si el mismo se vence sin que se haya
decidido la anulación el juez encargado de resolverla no pierde competencia
alguna. Desde luego, tampoco aplica al proceso arbitral, el cual, como todos
sabemos, cuenta con un régimen especial.

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16. Aspecto que ha generado algún interés académico es el relacionado


con los efectos que para el cómputo del término de duración del proceso
genera una declaración de nulidad. Revisado el catálogo de nulidades
contemplado en el artículo 133 CGP y en las demás normas en que aparecen
incorporadas motivos de invalidez, las causales de nulidad contempladas en
los numerales 4º (indebida representación) y 8º (indebida notificación) son
las únicas que, a nuestro juicio, implican que luego de la declaración de
nulidad deba contarse nuevamente el término de duración del proceso. Así,
por ejemplo, si estando próxima la celebración de la audiencia de instrucción
y juzgamiento se declara la nulidad del proceso por indebida notificación del
auto admisorio de la demanda al demandado, la invalidez va a cobijar todo lo
actuado a partir de la mencionada notificación, incluyéndola, es decir, en
este caso, al dejarse sin efecto tanto la notificación como las actuaciones
posteriores, el término de duración del proceso deberá empezarse a contar a
partir del momento en que se entiende surtida dicha notificación conforme al
inciso final del artículo 301 CGP.3 De la misma manera ocurriría si, en el
mismo ejemplo, previo a la celebración de la audiencia de instrucción y
juzgamiento se decreta la nulidad por indebida representación del
demandado, porque supóngase se trató de una sociedad comercial que actuó
en el proceso a través de quien no era su verdadero representante legal,
evento en el que habrá que renovar la actuación anulada y notificar al
verdadero representante, quien para estos efectos también debe entenderse
notificado a la luz del artículo 301 CGP y, por ende, deberá empezar a
contabilizarse nuevamente el término de duración del proceso precisamente
porque, se insiste, como consecuencia de la declaración de nulidad es
menester renovar la actuación desde la notificación del auto admisorio de la
demanda.

17. En las demás hipótesis, esto es, cuando no se trate de las


mencionadas causales de nulidad será menester que en cada caso concreto
el juzgador analice los efectos de la declaración de nulidad y disponga las
consecuencias que dicha declaración trajo frente al término de duración del
proceso, porque no siempre habrá que pensar que el mencionado término
debe contabilizarse nuevamente, toda vez que, como se sabe, no todas las
causales previstas en la ley generan la nulidad de todo lo actuado en el
proceso desde la notificación del auto admisorio de la demanda, sino que
generan nulidad tan solo de las especificas actuaciones afectadas con el
vicio, por lo que habrá que estudiar y analizar cada caso concreto.

3 Señala dicha norma “Cuando se decrete la nulidad por indebida notificación de una providencia, esta
se entenderá surtida por conducta concluyente el día en que se solicitó la nulidad, pero los términos
de ejecutoria o traslado, según fuere el caso, solo empezarán a correr a partir del día siguiente al de la
ejecutoria del auto que la decretó o de la notificación del auto de obedecimiento a lo resuelto por el
superior”.

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III. LA PÉRDIDA DE COMPETENCIA Y LA NULIDAD DE PLENO


DERECHO

18. Vencido el término de duración del proceso (con su prórroga, si es del


caso), sin que se haya dictado la providencia correspondiente4, el juez pierde
competencia para seguir conociendo del proceso o trámite respectivo. Esa
pérdida de competencia –según la norma– es automática y, por ende, no
requiere de declaración judicial a propósito. De manera que el tema es
objetivo: Vencido el término el juez pierde competencia y, por consiguiente,
no puede seguir conociendo del proceso.

19. Cuando se vence el término y, por ende, se pierde la competencia para


seguir conociendo del proceso, el juez, al día siguiente del vencimiento, por
expreso mandato de la ley debe adelantar dos actuaciones: La primera,
informar de tal circunstancia a la Sala Administrativa del Consejo Superior
de la Judicatura; y, la segunda, remitir el expediente al juez o magistrado
que le sigue en turno, quien asumirá competencia y proferirá la providencia
dentro del término máximo de seis (6) meses. De lo anterior se desprende
que vencido el término de duración de la instancia o vencida la prórroga
respectiva, el juez pierde competencia para seguir adelantando el proceso y
solamente podrá, por orden de la ley, informar del vencimiento del término a
la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura y proceder en
forma directa a la remisión del expediente al juez o magistrado que le sigue
en turno.

20. La remisión del expediente se hace, como se indicó, en forma directa,


es decir, sin necesidad de reparto ni participación de las oficinas de apoyo
judicial. Por ello, el juez que pierde competencia debe remitir el expediente al
juez o funcionario que le sigue en turno y no debe enviarlo a las oficinas de
apoyo judicial para que sean ellas quienes realicen la remisión del
expediente, pues no quiso el legislador que el envío del proceso fuese una
causa más de demora en el trámite del mismo. Si en el respectivo lugar
(municipio o distrito) no hay otro juez de la misma categoría y especialidad,
el juez que pierde competencia debe informarlo al tribunal superior de
distrito judicial, quien a través de su sala de gobierno determinará a cuál
juez deberá remitirse el expediente.

21. El juez o magistrado que reciba el expediente asumirá la competencia


para conocer del proceso en el estado en que se encuentre y deberá proferir
la respectiva providencia (sentencia de única, primera o de segunda

4Es decir, la sentencia de única, primera o segunda instancia, o el auto que resuelva el recurso de
apelación de un auto o de queja, pues la norma también se le aplica a aquellos casos en que la
segunda instancia en virtud de algunos de dichos recursos verticales.

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instancia, o auto que resuelva el recurso de apelación de un auto o de queja)


en un término máximo de seis (6) meses. En consecuencia, si por ejemplo, el
vencimiento del término de duración de la primera instancia se produce
cuando a pesar de haberse señalado fecha y hora para tal efecto aún no se
había celebrado la audiencia de instrucción y juzgamiento de que trata el
artículo 373 CGP, el juez que reciba el expediente deberá, entonces, asumir
competencia y adelantar el proceso realizando las actuaciones que el juez
anterior no adelantó, esto es, celebrar la mencionada audiencia y proferir la
sentencia conforme a las previsiones legales en un término máximo de seis
(6) meses. De la misma forma, si por ejemplo, al momento de vencerse el
término para tramitar la segunda instancia –que como se sabe es de seis (6)
meses– el ad quem solamente había admitido el recurso de apelación pero no
había señalado fecha y hora para la celebración de la audiencia de
sustentación y fallo de que trata el artículo 327 CGP, el juez o magistrado
que reciba el expediente luego de la pérdida de competencia de quien
conocía de la segunda instancia, le corresponderá en los seis (6) meses
siguientes señalar fecha y hora para celebrar dicha audiencia y proferir la
sentencia de segundo grado.

22. No señala la norma a partir de qué momento se empiezan a


contabilizar los mencionados seis (6) meses con que cuenta el juez que
recibe el proceso para proferir la decisión correspondiente. La norma
simplemente señala que el juez que ahora va a tramitar el proceso “asumirá
competencia y proferirá la providencia dentro del término máximo de seis (6)
meses”, pero nada se dijo en torno al inicio de su computo. Lo lógico y
razonable es que dicho término se cuente desde el momento en que se recibe
el expediente, a semejanza de cómo ocurre con el juez de segunda instancia.
No consideramos razonable, como se ha sostenido por algunos, que el
término deba contabilizarse a partir del momento en que el juez asuma el
conocimiento del proceso y la providencia a través de la cual ello se haga se
notifique a las partes, habida cuenta que ello generaría que, en últimas, el
inicio del cómputo del término dependiera de que se profiriera una
providencia asumiendo competencia, es decir, dependería del propio
juzgador, lo cual no se acompasa con la disposición en comento.

23. Punto importante que vale la pena mencionar es que la posibilidad de


prorroga que concede el inciso quinto del artículo 121 CGP no se le aplica al
juez que recibe el expediente. Significa lo anterior que el término de seis (6)
meses con que cuenta el juez que recibe el proceso para proferir la sentencia
o la providencia correspondiente no es prorrogable. La norma expresamente
no contempló la prorroga para el juez que recibe el expediente sino que la
previó únicamente respecto del término para tramitar la instancia
respectiva. En este punto, surge la pregunta ¿qué ocurre si el juez que recibe
el expediente no dicta sentencia en el término de seis (6) meses? La

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respuesta es que procesalmente no ocurre nada, es decir, no se produce la


pérdida de competencia. La lectura del inciso segundo de la disposición
arroja una conclusión bastante clara: la norma señala que la pérdida de
competencia ocurre cuando ha “Vencido el respectivo término previsto en el
inciso anterior sin haberse dictado la providencia correspondiente”, es decir,
se refiere al término consagrado en el inciso primero, que no es otro que el
que tiene el juez para adelantar la instancia y no el que tiene quien recibe el
expediente luego de que se produjo el vencimiento de aquél con la
consecuencial pérdida de competencia. De manera que si se produce el
vencimiento del término de seis (6) meses que se consagró para que el juez
que recibe el proceso profiera la providencia respectiva sin que ello haya
ocurrido, el juez no pierde competencia, pero, desde luego, quedará sometido
a las sanciones disciplinarias que le pudieran caber por no acatar lo previsto
en la norma y tal circunstancia, además, influirá negativamente en su
calificación. 5 No estableció el legislador la sanción de la pérdida de
competencia del juez que recibe el expediente cuando no emite la respectiva
providencia en el término máximo de seis (6) meses para evitar que se
produjera un “carrusel” de procesos, es decir, que el proceso pasara de juez
en juez como consecuencia del vencimiento de términos y, como es apenas
elemental, sin que el legislador haya consagrado una sanción expresa sobre
el particular no puede el operador judicial imponerla.

24. Como se indicó, vencido el término de duración del proceso al juez no


le queda otro remedio que remitir el expediente al juez que le sigue en turno,
además de informar sobre dicho vencimiento a la Sala Administrativa del
Consejo Superior de la Judicatura. Por ello, la norma señala que “Será nula
de pleno derecho la actuación posterior que realice el juez que haya perdido
competencia para emitir la respectiva providencia”. Esto implica, entonces,
que las actuaciones surtidas luego de vencido el término son actuaciones
nulas en la medida en que ellas atentan contra el derecho que tienen todos
los justiciables de que los procesos tengan una duración razonable, garantía
que apunta a que la función jurisdiccional se ejerza de manera eficiente y
efectiva.

25. Los procesos que sea adelantan ante autoridades administrativas en


ejercicio de funciones jurisdiccionales igualmente están sometidos al término
máximo de duración consagrado en la norma. La diferencia estriba, según el
parágrafo del artículo 121, en que vencido dicho término y, por ende,
ocurrida la pérdida automática de competencia, la autoridad administrativa
remitirá el expediente en forma inmediata a “la autoridad judicial

5El inciso final de la disposición consagra que “El vencimiento de los términos a que se refiere este
artículo, deberá ser tenido en cuenta como criterio obligatorio de calificación de desempeño de los
distintos funcionarios judiciales”.

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desplazada”. De esta forma, supóngase que ante la Superintendencia de


Industria y Comercio se adelanta un proceso de competencia desleal. Como
se sabe, en este caso la autoridad administrativa ha “desplazado” al juez civil
del circuito correspondiente, pues ante él se adelantan los procesos de
competencia desleal sin importar la cuantía. En consecuencia, si a la
Superintendencia de Industria y Comercio se le vence el término de duración
del proceso en primera instancia, perderá competencia y deberá, entonces,
remitir el expediente al juez civil del circuito a quien “desplazó”, lo cual
necesariamente habrá de hacerse en este particular caso a través de la
oficina de apoyo judicial respectiva.

26. Tema que ha generado todo tipo de discusiones tanto académicas


como judiciales es el que tiene que ver con el alcance de la expresión nulidad
“de pleno derecho” contenida en el artículo 121 CGP. Puntualmente, la
discusión se ha centrado en si estamos en presencia de una nulidad
saneable o insaneable. Esta discusión no es menor, pues si se aceptara que
es una causal de invalidación de naturaleza insaneable, cualquier actuación
surtida luego de vencido el término máximo de duración del proceso sería
nula y en modo alguno el silencio de las partes podría sanearla, pero si la
conclusión es que se trata de una nulidad saneable, si vencido el término de
duración del proceso el juez sigue adelantándolo y las partes no alegan la
pérdida de competencia, con su conducta estarían saneando la nulidad en
comento.6

27. En la pasada edición de este Código, en un pequeño y sencillo texto


sobre las principales reformas que nuestro nuevo estatuto trajo en materia
de nulidades procesales, afirmé en torno a este interesante tópico:

6 Hay que recordar que ya en vigencia del artículo 124 CPC, reformado por la Ley 1395 de 2010, la
discusión se había generado aunque con un ingrediente adicional: Dicho precepto no solamente se
discutía si la nulidad era saneable o insaneable, sino que, adicionalmente, se discutía si en realidad la
actuación que adelantar el juez luego de vencido el término de duración del proceso generaba o no
nulidad. En sentencia SC9706-2016 del 18 de julio de 2016, exp. 68001-31-10-004-2005-00493-01,
la Sala Civil de la Corte no solamente concluyó que no existía nulidad alguna en aplicación del
principio de taxatividad, pues la norma no señaló dicha consecuencia, sino que de existir, ella sería
saneable. Esa postura ya había sido expuesta por la Corporación en sentencia de casación SC16426-
2015 del 27 de noviembre de 2015, radidación Radicación n.° 08001-31-03-006-2001-00247-01, en
donde dijo: “Si en gracia de discusión se considerara que tal circunstancia puede configurar un motivo
de anulación, aunque aún no haya entrado en vigor el inciso 6° del artículo 121 del Código General del
Proceso, habría que concluir necesariamente que no es de aquellos insubsanables, porque el único
vicio relacionado con la falta de competencia del juez que por mandato legal reviste tal carácter es el
derivado del factor funcional según lo dispuesto en el inciso final del artículo 144 del Código de
Procedimiento Civil, de ahí que la determinada por ese criterio «temporal» en función de los plazos
establecidos para resolver las instancias del proceso es susceptible de saneamiento. En el sub judice,
la supuesta causa de nulidad habría sido convalidada por el recurrente, quien no la alegó en
oportunidad, esto es, inmediatamente feneció el término para decidir la segunda instancia, y ni
siquiera recurrió el auto de 25 de septiembre de 2012, mediante el cual el Tribunal prorrogó, hasta
por seis meses más, su competencia para proferir el fallo.”

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Henry Sanabria Santos/ Término de Duración del Proceso/2018

“Al hablar la norma de nulidad de pleno derecho está haciendo referencia


a que este motivo de inavalidez tiene el carácter de insaneable, pues no de
otra manera puede entenderse la referida expresión; seguramente mejor
habría resultado para evitar discusiones que la norma hubiese incorporado
la locución “insaneable” en lugar de nulidad “de pleno derecho”, pues no
ha faltado quienes afirmen que esta última expresión no significa
insaneabilidad. A decir verdad, la expresión nulidad de pleno derecho,
más propia del derecho sustancial, no permite pensar nada diferente a que
se trata de un motivo de nulidad que opera por mandato de la ley y que
siempre que se presenten las hipótesis que permiten su configuración su
declaración no admite excepción alguna, lo cual ubica esta nulidad en el
terreno de las que tienen el carácter de insaneables. Ahora bien, el hecho
de que esta nulidad no haya sido mencionada en el parágrafo del artículo
136 CGP no significa que ella sea saneable, toda vez que la norma
especial que la consagra sí le adscribe ese carácter al señalar que la
misma opera de pleno derecho. Le corresponderá a la jurisprudencia
precisar el alcance de la expresión nulidad “de pleno derecho” y
determinar si ésta es o no una nulidad insaneable; en todo caso, bastante
difícil resultará construir una argumentación sólida que permita equiparar
la nulidad “de pleno derecho” a que hace referencia la norma con la
posibilidad de saneamiento de la misma, toda vez que, como lo hemos
señalado, el hecho de que el legislador haya decidido incorporar la citada
expresión es muestra de la importancia que se le ha asignado al
cumplimiento de los términos y a la gravedad que entraña su
inobservancia.”7

28. Y la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia en su Sala de


Casación Civil, especialmente por vía de tutela, ha venido aclarando el tema
y aunque en un principio consideró que la nulidad tenía el carácter de
saneable8, en reciente sentencia de tutela del 11 de julio de 2018 consideró
que es una nulidad insaneable.

7 SANABRIA SANTOS HENRY, “Generalidades del Nuevo Sistema de Nulidades Procesales” En


“Código General del Proceso Comentado”, Bogotá, Instituto Colombiano de Derecho Procesal, 2014.
8 Así por ejemplo, se dijo en sentencia de tutela STC21350-2017del 14 de diciembre de 2017,

radicación n.º 11001-02-03-000-2017-02836-00, se dijo que “De manera que no puede calificarse de
arbitraria, caprichosa y desprovista de fundamento jurídico, una postura que en supuestos como el
aquí suscitado reclame por la permanencia de los efectos de una actuación consumada; máxime
cuando las causas de la extensión en los términos obedecen al cumplimiento de otro deber de similar
o mayor valía, cual es obtener la debida práctica de una prueba para la plenaria definición de la litis.
Se acota que en estos eventos, proferida una sentencia por fuera del término de duración de la
instancia, no es en principio razonable retrotraer lo actuado por la aplicación de una pauta que
justamente busca la obtención de la decisión de mérito, pues los fines prácticos de la administración
judicial ya estarían satisfechos. Así, sin duda, cumplido el acto sin violación del derecho de defensa, es
más grande el favor que se le presta a los derechos de los justiciables, avalando una providencia de
mérito que aunque retardada, ya definió la contienda, antes que superponer una invalidación que
justamente busca la obtención del fallo de fondo en el grado de conocimiento respectivo. Por todo lo
anterior, la hipótesis de invalidación no puede ser analizada al margen de la doctrina que aboga por la
conservación de los actos procesales y reclama por la sanción de los supuestos de insalvable
transgresión del derecho fundamental al debido proceso.”

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Henry Sanabria Santos/ Término de Duración del Proceso/2018

29. En dicha decisión, desde luego de suma importancia para el


entendimiento de nuestro nuevo Código, empieza la Corte por rememorar
que la Ley 1395 de 2010, modificatoria del artículo 124 CPC, aunque previó
un máximo término de duración del proceso, no contempló una causal de
nulidad cuando vencido el mismo el juez siguiera conociendo del proceso,
circunstancia que no ocurre con la nueva disposición contenida en el citado
artículo 121 del CGP.

Dijo la Corte en la referida decisión de tutela del 11 de julio de 20189:

“Nótese que la citada regla, si bien contemplaba la pérdida automática de


la competencia, no imponía la sanción de nulidad a las actuaciones que se
adelantaran con posterioridad al vencimiento del plazo conferido al
fallador para dirimir el litigio, lo que permitía predicar su saneabilidad;
diferente a lo que acontece en vigencia del Código General del Proceso, en
el que, sin duda, se instituyó una nueva causal de invalidez y, además,
con la particularidad de obrar de «pleno derecho», que sólo se había
contemplado en tratándose de la prueba obtenida con violación del debido
proceso (artículo 29, inciso final, Constitución Política).

Y es que este tipo de nulidad, al operar de «pleno derecho», surte efectos


sin necesidad de reconocimiento, de suerte que no puede recobrar fuerza,
ni siquiera por el paso del tiempo o la inacción de las partes, de allí que se
excluya la aplicación del principio de invalidación o saneamiento.

En otras palabras, una interpretación finalística de la codificación actual,


de configurarse la eventualidad contemplada en el tantas veces
mencionado artículo 121, lleva a concluir como inoperante el saneamiento
regulado en el artículo 136 de la obra en cita, aun a pesar de que los
intervinientes hubieran actuado con posterioridad al vicio, guardando
soterrado silencio o lo hubiesen convalido expresamente, porque esto
contradice el querer del legislador, dirigido a imponer al estamento
jurisdiccional la obligación de dictar sentencia en un lapso perentorio, al
margen de las circunstancias que rodeen el litigio e, incluso, de las
vicisitudes propias de la administración de justicia, desde su punto de
vista institucional.

(…) De otro lado, a pesar de que el parágrafo del artículo 136 ibídem,
consagra como insaneables únicamente los vicios provenientes de ir en
contra de providencias del superior, revivir un proceso legalmente
concluido o pretermitir íntegramente la respectiva instancia; la
interpretación que en esta ocasión acoge la Sala no desdice tal previsión
legal, comoquiera que el empleo de la nulidad de pleno derecho, propia del

9 Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, sentencia STC8849-2018 del 11 de julio de 2018,
radicación 76001-22-03-000-2018-00070-01.

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Henry Sanabria Santos/ Término de Duración del Proceso/2018

derecho sustancial, traduce un vicio invalidatorio de orden procesal con


entidad superior a las anomalías que otrora preveía este ordenamiento, de
donde los cánones 121 y 136 citados, guardan armonía.

Por ende, a tal evento es inaplicable el inciso final del precepto 138
ejusdem, por cuanto reñiría con la interpretación finalística y literal que
prohíja la Corte, pues emplearlo sería tanto como afirmar que a pesar de
estar viciada de pleno derecho la actuación del juzgador a quien le culminó
el plazo plasmado en el artículo 121, se convalidara lo decidido, ya que
esto equivaldría a restar efectos al vicio que opera sin más.

(…) Cabe añadir que la estipulación de plazos perentorios para la


resolución de los litigios, deriva de la necesidad de dar cumplimiento a los
diferentes tratados internacionales que ha suscrito Colombia, entre ellos el
Pacto de Derechos Civiles y Políticos del 16 de diciembre de 1966,
ratificado con la ley 74 de 1968, que en su artículo 9° (numeral 3°),
dispone que «[t]oda persona detenida o presa a causa de una infracción
penal será llevada sin demora ante un juez u otro funcionario autorizado
por la ley para ejercer funciones judiciales, y tendrá derecho a ser juzgada
dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad», mandato que por
su relevancia no sólo debe restringirse a materia penal, sino también a
asuntos de naturaleza civil.”

30. Como se observa, la tesis de la Corte en punto de la insaneabilidad de


la nulidad en comento se funda en que (i) la expresión nulidad “de pleno
derecho” implica que se trata de una irregularidad cuyas consecuencias
operan por mandato de la ley y, por ende, la conducta de las partes no tiene
ninguna incidencia; (ii) uno de los pilares fundamentales del nuevo Estatuto
Procesal es que las sentencias se profieran de manera oportuna y la
interpretación de las disposiciones debe ir en consonancia con dicho
postulado; (iii) el hecho que el legislador no haya incluido en el listado de
nulidades insaneables del artículo 136 CGP no es óbice para darle ese
tratamiento, pues la norma especial, esto es, el artículo 121, sí lo hizo, por lo
que estas normas deben leerse y entenderse como complementarias.

IV.- CONCLUSIÓN

31. A modo de conclusión debe señalarse que el artículo 121 CGP es, sin
duda, una de las normas más importantes de este nuevo Estatuto en la
medida en que está llamada a constituirse en uno de los varios instrumentos
destinados a solucionar el grave problema de morosidad judicial, pero desde
luego, esta norma, como se ha podido evidenciar en esta breve y sencilla
ponencia, ha generado diferentes problemas interpretativos y de aplicación
práctica que se han venido solucionando con decisiones de nuestros jueces
que, a decir verdad, le han dado cumplimiento a la norma. Muchas otras
inquietudes generará seguramente el cabal entendimiento de la disposición y

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Henry Sanabria Santos/ Término de Duración del Proceso/2018

son nuestros jueces, con la ayuda de las partes desde luego, los que están
llamados a que los términos se cumplan y, especialmente, que todas las
interpretaciones que se presenten en torno a los alcances de esta norma,
busquen que al fin nuestra justicia civil sea pronta y cumplida.

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