Sentencia c-662 de 1998

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ANALISIS DE LA SENTENCIA C-662 DE 1998

FABIAN ANDRES MONTAGUTH RINCÓN


Cód. 13365858

Las facultades extra y ultra petita contenidas en el artículo 50 del código


procesal del trajo son única y exclusivamente de los jueces de única y
primera instancia, más no de los jueces de segunda instancia (tribunales).
En un editorial anterior manifestamos que las facultades extra   y ultra
petita son discrecionales para el juez laboral, de manera que si este decide
no aplicaras en su sentencia en virtud de la discrecionalidad de estas, no
puede el recurrente pretender que el juez de segunda instancia las aplique.
De esa forma se ha pronunciado reiteradamente la sala laboral de la Corte
suprema de justicia, y en una de sus sentencias (43673 del 21 de agosto
de 2013, MP Rigoberto Echeverri Bueno) ha dicho:
“…con arreglo a lo establecido en el artículo 50 del Código Procesal del
Trabajo y de la  Seguridad Social, los únicos autorizados para hacer uso de
las facultades ultra y extra petita son los jueces de única y primera
instancia. Entre otras, en la sentencia del 24 de agosto de 2011, Rad.
46274, la Corte precisó sobre el tema: 
“En sede de instancia, se tiene en cuenta la jurisprudencia que esta Sala ha
asentado en múltiples oportunidades, respecto a las facultades ultra y
extrapetita de los jueces de  segunda instancia, entre ellas, la proferida el
9 de septiembre de 2004, radicada con el número 22862, lo siguiente:
“Con anterioridad a la inexequibilidad parcial del artículo 50 del Código
Procesal del Trabajo y de la Seguridad Social, declarada mediante la
sentencia C-662 de 1998 de la Corte Constitucional y, aún, con
posterioridad a la misma, ha sido criterio pacífico de esta Sala, entre otras,
en la del 18 de octubre de 2000, Radicación No. 14381, que las facultades
extra y ultra petita que consagra la norma citada las tiene exclusivamente
el juez laboral de primera instancia y, luego, con posterioridad a tal
declaratoria, dicha potestad la tiene el mismo funcionario en los procesos
laborales ordinarios de única instancia, pues de conformidad con la
sentencia de marras, la demanda de  inconstitucionalidad  parcial
presentada en contra del referido artículo 50, pretendía que esta facultad
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se extendiera a los procesos laborales de única instancia, cesando así su


exclusividad para los jueces de primer grado en los procesos de doble
instancia, habiendo sido esa la decisión de la Corte Constitucional.
“Por otro lado, no cabe duda que la teleología de la norma acusada, antes y
después de la referida inconstitucionalidad parcial, no es otra que la de
garantizar a las partes el  debido proceso, el derecho a la defensa y, la de
evitar decisiones que atenten contra el principio de la no reformatio in
pejus, pues de tener estas facultades el juez de segunda instancia, en sus
decisiones podría sorprender a una de las partes con un fallo incongruente
con las pretensiones del libelo inicial, dejando a la parte afectada sin la
oportunidad de poder contrarrestar esta decisión, pues no debe olvidarse
que este juez sigue atado al principio de la congruencia en sus fallos. 
“Esto dijo la Corte Constitucional en la sentencia C-662 del 12 de
noviembre de 1998 citada, al resolver sobre la constitucionalidad de la
expresión “de primera instancia” contenida en el artículo 50 del C. de P.L. y
de la S.S.:
‘El ejercicio de la mencionada potestad que tienen los jueces laborales de
primera instancia no es absoluto, pues presenta como límites el
cumplimiento de las siguientes condiciones: i.) que los hechos en que se
sustenta se hayan debatido dentro del proceso con la plenitud de las
formas legales y ii.) que los mismos estén debidamente probados; y,
además, iii.) que el respectivo fallo sea revisado por el superior, en una
segunda instancia, quien “puede confirmar una decisión extra petita de la
primera instancia, si ella es acertada, o revocarla en caso contrario, o
modificarla reduciéndola si el yerro del inferior así lo impone, decisión que
no puede ser aumentada ya que, de lo contrario, sería “superar el ejercicio
de la facultad, llevarla más allá de donde la ejercitó el a quo y esto no le
está permitido al ad quem”, ni tampoco agravarla en vigencia del principio
procesal de la no reformatio in pejus, garantía constitucional que hace
parte del derecho fundamental al debido proceso (C.P., arts. 29 y 31).
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“(…) Por las razones expuestas, dentro de la potestad integradora de esta


Corte para revisar la totalidad de la preceptiva legal demandada, conforme
a la jurisprudencia de la Corporación, la Sala estima que la misma no
contradice el ordenamiento superior, salvo en la expresión “de primera
instancia”, como así se declarará en la parte resolutiva del presente fallo.
En consecuencia, los jueces laborales de única instancia en adelante están
facultados para emitir fallos con alcances extra o ultra petita, potestad que
se ejerce en forma discrecional, con sujeción a las condiciones exigidas,
esto es, que los hechos en que se sustenta el fallo con esos alcances se
hayan debatido dentro del proceso con la plenitud de las formas legales y
que los mismos estén debidamente probados.’”
En ese sentido, el Tribunal no podía resolver el fondo de dicha cuestión, so
pena de comprometer el principio de congruencia establecido en el artículo
305 del Código de Procedimiento Civil, así como el derecho fundamental al
debido proceso de la institución demandada.”

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