Trabajo 2 Psico
Trabajo 2 Psico
Trabajo 2 Psico
(CURSA-UASD)
Nombre:
Anibelkis Esther
Apellidos:
Almonte Rosario
Matricula:
100316321
Asignatura:
Psicología
Maestro:
Ramón Regla Olivo
Horario:
Lunes 7:00pm/09:50pm
E1-204
Sección:
64
Fecha:
13 de abril 2020
ÍNDICE
CAPITULO I
CAPITULO II
Esquizofrenia…………………………………………………………….17
Bibliografía………………………………………………………………28
CAPITULO I
Psicologia anormal.
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los estados de delirio, los temores irracionales (lo que actualmente conocemos
como fobias) y la histeria (síntomas orgánicos en ausencia de desequilibrio
orgánico). Él y sus seguidores se dieron a conocer por su capacidad para
reconocer y dar tratamiento a las enfermedades mentales. Las técnicas
terapéuticas consistían en descanso, baño y dieta.
LA EDAD MEDIA
La Iglesia católica actuó como fuerza unificadora cuando por fin cayó el
gobierno civil de Roma. Un personaje de los principios de la era cristiana, el
teólogo y filósofo San Agustín, sobresale por su ayuda para sentar las bases de
las teorías psicodinámicas modernas de la conducta anormal. San Agustín
empleó la introspección o análisis de sus propios pensamientos, sentimientos y
motivaciones para estudiar los procesos mentales como el conflicto entre el
placer y la disciplina. Al demostrar que la introspección y la exploración de la
vida emocional de un individuo pueden ser fuentes valiosas de conocimiento
psicológico, San Agustín hizo una importante contribución a la psicología
anormal moderna. Durante los primeros años de la Edad Media no puede
sobreestimarse la importancia del espíritu cristiano de la caridad, en especial
hacia los grupos estigmatizados como los de las personas severamente
afectadas en sus facultades mentales.
EL RENACIMIENTO
Aunque las ideas como la demonología y el exorcismo persistieron durante el
Renacimiento (que abarcó del siglo XIV al siglo XVI), en este periodo se
incrementó el humanismo, la curiosidad por la naturaleza y el interés por el
saber. Por ejemplo, Johann Weyer (1515-1576), y médico del siglo XVI, hizo
hincapié en el conflicto psicológico y las relaciones interpersonales
desequilibradas como causas de los trastornos mentales.
Weyer tuvo el valor de insistir en que las brujas eran personas mentalmente
perturbadas y no criaturas de Satanás. Defendió con firmeza la necesidad de
tratar a esas personas mediante la medicina y no por medio de la teología. Su
humanismo destacado sin duda salvó a muchos enfermos mentales de morir en
la hoguera. Con base en el análisis psicológico minucioso de los pacientes
mentales, Weyer describió una amplia gama de conductas anormales, entre
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ellas los trastornos que en la actualidad se conocen como paranoia, epilepsia,
psicosis, depresión y pesadillas recurrentes. Estableció que el tratamiento
clínico debería orientarse a cubrir las necesidades de las personas perturbadas
y no a meramente seguir reglas de instituciones religiosas. Dedicó muchísimo
tiempo a hablar y a observar a sus pacientes debido a que pensaba que no
podía dar tratamiento a la psicología anormal sin tener un conocimiento de
primera mano. Este descubrimiento lo llevó a la conclusión de que las
experiencias internas (como los conflictos psicológicos) y las relaciones
desequilibradas con los demás eran causa importante de las enfermedades
mentales. Los escritos de Weyer representan un paso significativo hacia la
separación entre la psicología anormal y la teología.
Los científicos y los filósofos por igual destacaron la necesidad de apoyar las
afirmaciones con observaciones de los fenómenos naturales. El físico inglés
William Harvey (1578-1657), mejor conocido por sus trabajos acerca del
aparato circulatorio humano, escribió también acerca de las relaciones entre
los aspectos fisiológicos y psicológicos de la vida. A pesar de que las
emociones y motivaciones humanas son menos accesibles a la observación
directa que la Luna, el sistema circulatorio del hombre o las estructuras
moleculares, muchos filósofos y científicos centraron su atención en las
experiencias subjetivas de los seres humanos.
Baruch Spinoza (1632-1677) anticipó los planteamientos modernos de la
psicología y la fisiología con el argumento de que la mente y el cuerpo son
inseparables. Gran parte de los escritos actuales sobre psicología son similares
a los escritos de Spinoza, en los que habla sobre la causalidad psicológica y el
papel de las emociones, las ideas y los deseos en la vida del hombre. Spinoza
incluso se refirió a los mecanismos inconscientes que ejercen una influencia
sobre la conducta. Su principal contribución a la psicología anormal fue su
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argumento de que los procesos psicológicos, a pesar de que no se pueden
observar de manera directa, tienen una importancia igual a la de los procesos
materiales del mundo natural. Entre los observadores perceptivos de la
experiencia humana en cada época existen dramaturgos, novelistas y poetas.
Durante la Edad de la Razón, varios autores profundizaron en los problemas
de la motivación y las emociones humanas. Los ejemplos más claros se
pueden encontrar en muchas obras de William Shakespeare (1564-1616),
sobre todo en Hamlet. Éste desea vengarse de su tío por el asesinato de su
padre, pero duda en hacerlo. Los psicoanalistas han interpretado esta duda
como una reflexión de los conflictos neuróticos de Hamlet con respecto de su
madre, quien se casó con el tío después de la muerte de su padre.
Otra obra literaria que trata de las emociones humanas es The Anatomy of
Melancholy, de Robert Burton (1577-1640). En este libro, Burton se enfocó en
el centro emocional de la depresión y observó que las personas deprimidas
tienden a estar muy enojadas no sólo con ellas mismas sino con todos los
demás. Burton, profesor de teología en Oxford, basó su descripción y análisis
de la depresión en su propia experiencia. Estos desarrollos literarios reflejan el
conflicto prolongado entre las explicaciones psicológicas y físicas de la
conducta anormal. Sin embargo, durante los siglos XVII y XVIII, ambos
grupos, los que analizaban la experiencia subjetiva y quienes trataban de
identificar los defectos físicos, finalmente rechazaron la idea de que los
demonios y las causas sobrenaturales provocaban la conducta anormal. Como
consecuencia de ello, a finales del siglo XVIII, la superstición había sido
reemplazada casi en su totalidad por un compromiso con la racionalidad, la
observación científica y el trato humano de los enfermos mentales. En
Inglaterra, el movimiento hacia el trato humano tomó fuerza como resultado
del ataque psicótico que sufrió el rey Jorge III en 1765. Este evento precipitó
una crisis constitucional e hizo que muchas personas tomaran conciencia de
que ni siquiera los individuos sobresalientes eran inmunes al trastorno mental.
Los manicomios existían en Inglaterra desde hacía varios años, pero a
principios de 1774 Gran Bretaña aprobó la primera ley que autorizaba esas
instituciones y reguló la admisión de pacientes en ellas.
A fines del siglo XVII y principios del XIX, surgió interés por la fisiognomía,
el arte de juzgar el carácter, la personalidad y los sentimientos a partir de la
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forma del cuerpo, sobre todo del rostro. Durante los primeros años del siglo
XIX, surgió otro nuevo planteamiento con respecto de la psicología anormal.
Franz Joseph Gall (1758-1828), médico que estudió el cerebro de diferentes
tipos de personas (jóvenes, ancianos y trastornados), recopiló evidencias que
sugerían que el tamaño del cerebro y el desarrollo mental estaban
relacionados. Con base en estas evidencias, formuló la teoría de la frenología
de acuerdo con la cual las distintas “facultades” psicológicas se localizaban en
áreas específicas del cerebro. Gall creía que las protuberancias y hendiduras
en la superficie del cráneo eran reflejos precisos de las partes subyacentes del
cerebro. William Cullen (1710-1790), quien creía que la conducta neurótica
era provocada por los defectos físicos del sistema nervioso. Los esfuerzos
terapéuticos de Cullen parecían ingenuos, pero eran consecuencia lógica de su
orientación orgánica. Trataba a sus pacientes con baños fríos, sangrías,
inducción de vómito, dietas especiales, programas de ejercicio y fisioterapia.
Como la mayoría de sus contemporáneos, Cullen empleaba severas
restricciones y camisas de fuerza para controlar a los individuos violentos. Un
ejemplo aún más famoso de la búsqueda de explicaciones orgánicas de la
conducta anormal es la carrera de un médico vienés, Franz Anton Mesmer
(1734-1815).
En 1774, Mesmer escuchó hablar del trabajo de algunos médicos ingleses que
trataban ciertas enfermedades con imanes. Entonces, dio tratamiento a una
paciente haciéndola ingerir una preparación que contenía hierro y sujetando
tres imanes a su cuerpo, uno en el estómago y dos en las piernas. Después de
su espectacular recuperación. Mesmer especuló sobre los mecanismos que
provocaron la curación. Todos estaríamos de acuerdo con su primera
conclusión: el resultado favorable no se podría explicar de manera razonable
por la acción de los imanes por sí mismos. Pero Mesmer, un hombre
extravagante y ambicioso, afirmó que los
imanes habían reforzado o fortalecido la causa
primaria de la curación: su magnetismo
personal o “animal”. Mesmer sostenía que
todos los seres humanos tenían un líquido
magnético especial, una clase de sexto sentido
que, al liberarse, podía curar y prevenir todas
las enfermedades.
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Además, estaba convencido de que poseía una abundancia del líquido fuera de
lo común. Asimismo, pensaba que un ademán de sus manos era suficiente para
hacer que sus pacientes sintieran la transmisión de su fuerza magnética. Los
pacientes de Mesmer entraban en una habitación con una alfombra gruesa, luz
tenue, música suave y aire perfumado. Se tomaban de la mano y formaban un
círculo alrededor de la baquet, una tina llena de agua magnetizada. Mesmer
entraba, vestido con una elegante capa y una espada en su mano. Este
ambiente dramático se creaba en forma deliberada para lograr la crisis
emocional necesaria para la curación. Muchos testimonios aseguraron que el
tratamiento de Mesmer era beneficioso. Sin embargo, el mecanismo de su
terapia estaba más relacionado con el poder de la sugestión que con los
líquidos magnéticos humanos. Su magnetismo animal era precursor no de una
curación orgánica, sino más bien de un medio psicológico complejo para
influir en las actitudes y la conducta. Por lo tanto, Mesmer fue un personaje
importante en la historia de la hipnosis, una técnica clínica que, aunque lejos
de su baquet, todavía se basa en la sugestión como medio de influir en el
estado de conciencia del paciente.
EL MOVIMIENTO DE LA REFORMA
El aumento de una actitud científica hacia los trastornos mentales que
comenzó en el siglo XVIII contribuyó a incrementar la compasión por las
personas que los padecían. Esta nueva compasión se convirtió en la base para
el movimiento de la Reforma del siglo XIX. Philippe Pinel (1745-1826), un
líder en la reforma de los hospitales mentales franceses, expresó gran simpatía
por la condición de los dementes. Creía con firmeza que lo que necesitaban
era cuidado humano y tratamiento. A pesar de que, en la actualidad, esta
orientación es bien aceptada tanto por los trabajadores profesionales como por
el público, en su época, las ideas de Pinel estaban lejos de aceptarse. Tuvo que
luchar contra el punto de vista de que las instituciones para los dementes eran
más necesarias para proteger a la sociedad que para ayudar a los enfermos.
Un paso importante hacia el trato humano de los enfermos mentales se dio el
25 de mayo de 1815, cuando la Cámara de los Comunes británicas ordenó una
“Investigación Parlamentaria en los Manicomios de Inglaterra”. En esa época,
el tratamiento era brutal. Los pacientes eran azotados, apaleados y
encadenados además de los tratamientos de sangrado y vómito que eran tan
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comunes en la práctica médica. Incluso el rey Jorge III tuvo que pasar por un
tratamiento de este tipo durante su colapso nervioso de 1788- 1789. Uno de
estos manicomios, el Hospital de St. Mary de Bethlehem, en Londres (de
donde procede la palabra bedlam o casa de locos), se había hecho famosa por
el ruido y el caos que siempre había adentro. Las actividades en este
“manicomio” interesaron tanto al público, que los visitantes iban con
frecuencia a observar las extravagancias de los pacientes. Incluso se vendían
boletos para esta atracción turística tan popular (ver la figura 1-10). Los
manicomios como Bethlehem carecían de regulación y, en muchas ocasiones,
su personal no estaba capacitado (Andrew y Scull, 2002). Después de que un
comité de ciudadanos reveló los incidentes de abuso físico en el hospital, se
inició una investigación más profunda y se pedía el apoyo público para lograr
una legislación en beneficio de los enfermos mentales.
A mediados del siglo XIX, la aceptación cada vez mayor de las ideas
humanitarias llevó a un mayor reconocimiento de la necesidad de reformar las
instituciones sociales. Se iniciaron movimientos enérgicos para establecer
asilos protectores y benignos para los enfermos mentales. Los enormes asilos
para los dementes que se construyeron en el siglo XIX se crearon porque se
pensaba que la única forma de curarlos era a través de su aislamiento de las
influencias dañinas de la familia, los amigos y la comunidad. Aunada a este
punto de vista, florecía la creencia en el tratamiento moral. Este planteamiento
trataba de controlar y rehabilitar al paciente mediante un horario fijo que
apoyara sus hábitos regulares; un trato bondadoso con restricciones mínimas;
una visita diaria por parte del superintendente del hospital, quien asumía el
papel de persuasor y líder de inspiración; ambiente tranquilo y agradable;
instalaciones que separasen a los pacientes con distintos grados de trastorno;
dieta apropiada; algunos medicamentos; y actividades físicas y mentales
organizadas.
El movimiento de la Reforma en América El siglo XVIII no fue una buena
época para los enfermos mentales en las inexpertas colonias británicas; con
frecuencia, morían lentamente en la cárcel. En los primeros años de la
Colonia, por lo general se ignoraba a los enfermos mentales hasta que
requerían de alguna acción porque se consideraban una molestia o una
amenaza para la comunidad. De esta forma, los enfermos mentales fueron
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identificados con criminales y mendigos. En algunas comunidades, un grupo
de estas personas se transportaba en una diligencia a mitad de la noche y se
deshacía de ella en la plaza principal de alguna localidad distante. El
Philadelphia Almshouse, construido en 1732, ilustra el tipo de institución
pública en la que se internaba a los enfermos mentales. El Almhouse atendió a
los pobres, los dé- biles y los mentalmente afectados. En 1750, Benjamín
Franklin escribió que Almhouse “no estaba capacitado en forma alguna” para
atender a los enfermos mentales y que necesitaban tratamiento en un hospital
por separado.
Con frecuencia, se da el crédito de la fundación de la psiquiatría en América a
Benjamin Rush (1745-1813), uno de los personajes que firmó la Declaración
de Independencia. Creía que la “locura” se debía a un engrosamiento de los
vasos sanguíneos del cerebro. A pesar de que los métodos de tratamiento que
utilizó (sangrías, purgas y curaciones con agua) en la actualidad nos parecen
más un castigo que una terapia, llevó a cabo su labor en un hospital y no en
una institución de custodia, sus métodos intentaban reducir la presión sobre
los vasos sanguíneos del cerebro y disminuir así la enfermedad mental. El
Pennsylvania Hospital, donde Rush introdujo sus nuevos métodos para el
tratamiento, fue el primer hospital en América que admitió pacientes que
padecían enfermedades mentales. Su obra Medical Inquiries and Observations
upon the Diseases of the Mind, que se publicó en 1812, fue el primer libro de
texto en América sobre psiquiatría y se utilizó como referencia básica durante
más de 50 años. La figura 1-12 muestra una reproducción de una silla
“tranquilizadora” diseñada por Rush. Su intención era calmar pacientes
restringiéndolos y privándolos del uso de sus sentidos. (Gamwell y Tomes,
1995).
La falta de trato humano e instalaciones dignas para los enfermos mentales en
América preocupó a Dorothea Dix (1802-1887), una maestra de Boston. Para
1847, había visitado 18 penitenciarias, 300 prisiones estatales y correccionales
y 500 hospicios donde estaban internados enfermos mentales. Gracias a sus
esfuerzos personales se construyeron 32 hospitales de salud mental.
Otra fuerza importante para mejorar y tratar a los enfermos mentales fue un
hombre de negocios estadounidense llamado Clifford Beers. En 1908 registró
sus experiencias como paciente mental en su libro A Mind that Found Itself.
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Ningún incidente de mi vida ha quedado tan grabado en mi memoria como los
de mi primera noche en una camisa de fuerza. Antes de una hora de estar en
ella empecé a sentir un intenso dolor que no se comparaba con ningún otro
que hubiese sentido, y antes de que la noche terminara se había vuelto
insoportable. Mi mano derecha estaba sostenida con tanta fuerza que la uña de
un dedo estaba a punto de cortar la punta de otro, y de pronto comencé a sentir
como cuchillos que se me enterraban en todo mi brazo derecho y hasta el
hombro. Después de cuatro o cinco horas, el exceso de dolor me dejó
parcialmente insensible a él. Pero, durante quince horas consecutivas
permanecí atado con ese instrumento de tortura, y no fue sino hasta la
duodécima hora, más o menos la hora del desayuno de la mañana siguiente,
cuando el asistente me hizo el favor de aflojar un poco un cordón (Beers,
1908, p.107).
Después de su recuperación, Beers tomó la determinación de realizar cambios
en las condiciones de los hospitales mentales y su libro le ayudó a obtener
apoyo para un grupo de reforma de ciudadanos, el National Committee for
Mental Hygiene (que ahora se llama National Association for Mental Health),
fundado en 1909. El grupo promovía programas sociales que se dedicaban a la
prevención de las enfermedades mentales, así como al reforzamiento del trato
humano para los pacientes.
A pesar del progreso hacia un trato humano para los pacientes en el siglo XIX,
en Estados Unidos los enfermos mentales siguieron sufriendo la persecución
durante varios años del siglo XX. Un ejemplo de este inhumano tratamiento
fue la experiencia sufrida por Perry Baird. Baird se graduó en la Universidad
de Texas y en la Escuela de Medicina de Harvard y fue un exitoso
dermatólogo. En 1945, a la edad de 34 años, fue hospitalizado debido a su
condición maniaco-depresiva que hoy en día podría describirse como trastorno
bipolar. Entre 1944 y 1948 escribió un manuscrito titulado “Echoes from a
Dungeon Cell”. La hija de Baird publicó más tarde extractos de su manuscrito
que hizo que su experiencia sonará muy parecida a la de Clifford Beers,
muchos años antes (Baird y Baird, 1996). Al igual que Clifford Beers, Baird
también estuvo sujeto por una camisa de fuerza. Escribió:
Después de llegar a mi habitación, se inició un tratamiento conocido como
“tratamiento de restricción”… El procedimiento consiste en mantener
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restricciones constantes, alternando entre camisas de fuerza y compresas frías.
Después de tres o seis horas bajo cualquiera de estos métodos, uno podía ir al
baño y después regresar a la camisa o a la compresa, sin importar lo exhausto
que uno estuviera. No recuerdo haber sufrido jamás un dolor físico más
grande.
Me pusieron delante una camisa de fuerza y me pidieron que metiera mis
brazos en las mangas unidas en un sólido patrón rectangular… después se me
pidió que me recostara en la cama que se encontraba en la esquina de una
habitación vacía y pegada a una ventana. Seguí las instrucciones sin hacer
ningún comentario pero con un enorme sentido de indignación y un profundo
pesar. La camisa de fuerza estaba hecha de lona y desde sus esquinas colgaban
en pares fuertes lazos de lona. Éstos fueron atados con fuerza a cada uno de
los lados y los pies de la cama. Los dieciséis o dieciocho pares que formaban
poderosas anclas a la cama apenas me permitían algún movimiento.
Recé a Dios para que en el futuro pudiera recordar que una vez que se ha
cruzado la línea de la vida normal para entrar en un hospital psicopático, uno
se separa de los amigos y parientes por paredes más gruesas que la piedra, es
decir, paredes de prejuicios y supersticiones.
Desafortunadamente, las camisas de fuerza y las compresas frías (envueltas
fuertemente en sábanas frías) no fueron los peores tratamientos a los que se
sometió a Baird. En 1949 se le practicó una lobotomía prefrontal, un
procedimiento quirúrgico mediante el cual se abre un orificio en el cráneo y se
cortan las fibras nerviosas que conectan el lóbulo frontal con el tálamo. Nunca
pudo reanudar su práctica médica y en 1959 se le encontró muerto en la tina
del baño, donde sufrió uno de los constantes ataques que padeció
constantemente después de la lobotomía.
En la actualidad, es poco probable que existan condiciones así y muchas
instituciones proporcionan un cuidado de alto nivel. Sin embargo, aunque la
calidad del cuidado en muchos hospitales mentales ha mejorado con el tiempo,
el movimiento de desinstitucionalización que comenzó hace 25 años ha dado
como resultado un menor estándar de cuidado para muchas personas afectadas
por enfermedades mentales y un aumento del sufrimiento para algunas. Por
ejemplo, la situación de personas enfermas mentales sin hogar, en muchos
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sentidos, recuerda el trato menos que humano de los enfermos mentales en
periodos anteriores de la historia.
La revisión de la historia de la psicología anormal ha hecho hincapié en dos
temas: 1) las cambiantes creencias acerca de lo que es la conducta anormal y
cómo debe ser su estudio, y 2) la necesidad de enfoques humanos hacia los
enfermos mentales. La historia de la psicología anormal no ha sido todo
progreso; han existido avances y retrocesos. Sin embargo, han predominado
los pasos hacia adelante.
CAPITULO II
ESQUIZOFRENIA
La esquizofrenia es un trastorno que afecta la capacidad de una persona para
pensar, sentir y comportarse de manera lúcida. También pueden presentarse
dificultades en la concentración y la memoria. El tratamiento suele ser de por
vida e incluir una combinación de medicamentos, psicoterapia y servicios de
cuidado especialmente coordinados.
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Categorias de la esquizofrenia: sintomas positivos (trastornos del
pensamiento, delirios, alucinaciones).
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LOS SÍNTOMAS NEGATIVOS Y SUS CARACTERÍSTICAS.
Los datos sugieren que estos dos grupos de síntomas se deben a anomalías
cerebrales diferentes: los síntomas positivos parecen involucrar un exceso de
actividad en ciertos circuitos neurales en los que participa la dopamina como
neurotransmisor, mientras que los síntomas negativos parecen estar
ocasionados por procesos evolutivos degenerativos que alteran el
funcionamiento normal de ciertas regiones cerebrales. Pruebas recientes
sugieren que estos dos grupos de síntomas pueden implicar un grupo común
de causas subyacentes.
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ESTUDIO EPIDEMIOLOGICOS Y SU RELACION CON LAS
CAUSAS DE LA ESQUIZOFRENIA (EFECTO DE ESTACION,
EFECTO DE LATITUD, INVIERNO DE HAMBRE,
INCOMPATIBILIDAD RH, MALNUTRICION DE LA MADRE,
EPIDERMIAS VIRICAS).
Ya que los virus se transmiten con mayor facilidad en regiones con alta
densidad de población, este hallazgo es consistente con la hipótesis de que al
menos una de las causas del efecto estacional es que la mujer embarazada
haya estado expuesta a enfermedades víricas durante el segundo trimestre. No
obstante, Pedersen y Mortensen (2001) encontraron que más allá de los 15
años, cuanto más tiempo se vive en una ciudad, mayor es la probabilidad de
sufrir esquizofrenia. Si la hipótesis vírica es acertada, se debería observar un
aumento de la incidencia de esquizofrenia en bebés nacidos pocos meses
después de una epidemia de gripe, sea cuál sea la época en que ocurran. Esto
es justo lo que han observado varios estudios. Por ejemplo, un estudio de la
descendencia de mujeres que estuvieron embarazadas durante una epidemia de
gripe del tipo A2 en Finlandia durante 1957 mostró una alta incidencia de
esquizofrenia (Mednick, Machon y Huttunen, 1990). Dicho aumento sólo se
observó entre los hijos de las mujeres que estaban en su segundo trimestre de
embarazo cuando ocurrió la epidemia.
Una posible explicación del efecto de la latitud es que el clima es más frío en
latitudes altas, y las menores temperaturas en invierno pueden simplemente
magnificar el efecto de la estación. Otro efecto prenatal fue descubierto por
Susser y sus colaboradores (Susser y Lin, 1992; Susser y cols., 1996), quienes
estudiaron la descendencia de mujeres que estuvieron embarazadas durante el
invierno del hambre —una grave escasez de alimentos que ocurrió en los
Países Bajos cuando Alemania bloqueó el país durante la segunda guerra
mundial—. Los investigadores hallaron que la descendencia de estas mujeres
tenía el doble de posibilidades de llegar a sufrir esquizofrenia. Davis y Bracha
(1996) sugieren que la causa específica de la esquizofrenia relacionada con la
hambruna puede haber sido una deficiencia de tiamina —o, más exactamente,
la súbita formación de toxinas en el encéfalo del feto en desarrollo cuando las
madres empezaron de pronto a comer una dieta normal al finalizar el bloqueo
en Mayo de 1945—,volver a comer repentinamente tras una carencia de
tiamina puede ocasionar daño cerebral en los adultos, de modo que es muy
posible que pueda interferir en el desarrollo cerebral de un feto. Como Davis y
Bracha señalan, el final del ayuno ocurrió durante el segundo trimestre de
desarrollo de los bebés nacidos en la época en que se observó una mayor
incidencia de esquizofrenia.
Otros estudios han demostrado que las mujeres que están por debajo de su
peso tienen más probabilidad de tener niños que luego presentan esquizofrenia
y que en los niños de bajo peso en el nacimiento la incidencia de esquizofrenia
es mayor (Kunugi, Nanko y Murria, 2001; Wahlbeck y cols., 2001). McGrath
(1999) propuso otro posible factor de nutrición —una deficiencia de tiamina—
implicado en la manifestación de la esquizofrenia. La vitamina D, que es
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fundamental para el desarrollo de los huesos y posiblemente esté implicada en
el desarrollo del cerebro, es producida por la acción de la luz ultravioleta del
sol sobre una sustancia que se halla en la piel. La mayoría de los biólogos
evolucionistas piensan que esta reacción química es la razón de las diferencias
de pigmentación de la piel que se observan en personas cuyos antepasados
vivieron en diversas partes del mundo.
Las poblaciones que han evolucionado en los trópicos tienen la piel oscura
para protegerse de los efectos dañinos de la luz solar, mientras que las que lo
han hecho en regiones templadas tienen la piel clara de modo que la más débil
luz solar pueda penetrarla más fácilmente y aumentar los niveles en sangre de
vitamina D. (Las personas cuyos antepasados vivieron en el Ártico tienen la
piel oscura, pero han recibido la dosis suficiente de vitamina D de su dieta de
pescado y foca). McGrath indicó que el efecto de latitud podría deberse a una
diferente exposición de las mujeres embarazadas a la luz solar en regiones
cercanas o lejanas del Ecuador. También señaló que en los niños de la segunda
generación de inmigrantes afro-caribeños a Gran Bretaña hay una mayor
incidencia de raquitismo (un signo de déficit de vitamina D) y de
esquizofrenia. Sugiere que estos efectos fueron causados por el
desplazamiento de la gente de piel oscura a un clima más frío, menos soleado,
donde presumiblemente pasaran más tiempo en casa y llevaran ropa que
cubriera su piel más completamente que la que llevaban cuando vivían en los
trópicos. La incompatibilidad de Rh puede ser otra condición prenatal más
que aumente el riesgo de esquizofrenia. Los glóbulos rojos de una persona con
Rh positivo contienen una proteína —el factor Rh—, mientras que los de
quienes tienen Rh negativo no. Si una mujer con Rh negativo está embarazada
y su feto es Rh positivo, su sistema inmunitario comenzará a fabricar
anticuerpos contra la proteína. Si en un embarazo posterior el feto de la mujer
tiene Rh positivo, los anticuerpos de Rh atacarán los glóbulos rojos del feto
provocándole anemia. Hollister, Laing y Mednick (1996) encontraron que la
incompatibilidad de Rh aumentaba la probabilidad de esquizofrenia. El primer
hijo Rh positivo nacido de una madre Rh negativa no corría el riesgode
padecer esquizofrenia, pero sí los siguientes hijos Rh positivos. El último
efecto prenatal que se mencionará puede ser independiente de los que se han
descrito aquí hasta ahora, o puede implicar asimismo infecciones víricas.
Huttunen y Niskanen (1978) informaron de una elevada incidencia de
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esquizofrenia en los niños nacidos de mujeres a las que se les comunicó
durante el embarazo que su marido había muerto en combate a lo largo de la
segunda guerra mundial.
El trastorno obsesivo-compulsivo
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BIBLIOGRAFÍA
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