Resumen Constitución Sacrosanctum Concilium
Resumen Constitución Sacrosanctum Concilium
Resumen Constitución Sacrosanctum Concilium
SACROSANCTUM CONCILIUM
INTRODUCCIÓN (Nº 1 – 4)
La Constitución Sacrosanctum Concilium es ciertamente uno de los documentos del
Concilio Vaticano II que nos habla de una renovación de la vida litúrgica de la Iglesia a la
vez que fomentarla, en continuidad con la Tradición viva de la Iglesia, a fin de que todos
los bautizados podamos participar de ella con mayor provecho espiritual.
En la S.C., se destacó de manera singular el valor central que la liturgia tiene en la vida de
la Iglesia y en la vida de todo cristiano. Sobre todo de la Eucaristía, en la que Cristo mismo
se hace presente como sumo sacerdote y víctima de la nueva alianza. Fue promulgada el 5
de diciembre de 1963. Por el Papa Pablo VI
CAPITULO I
PRINCIPIOS GENERALES PARA LA REFORMA Y FOMENTO DE LA
SAGRADA LITURGIA (Nº 5 – 46)
Naturaleza De La Sagrada Liturgia Y Su Importancia En La Vida De La Iglesia (Nº 5 –
13)
Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad
(1Tim 2,4), habiendo hablado antiguamente en muchas ocasiones y de diferentes maneras a
nuestro padres por medio de los profetas (Heb 1,1), cuando llegó la plenitud de los tiempos,
envió a su hijo para evangelizar a los pobres y curar a los arrepentidos de corazón, como
“medico corporal y espiritual”, Mediador entre Dios y los hombres. Su humanidad, unidad
a la persona del Verbo, fue el instrumento de nuestra salvación. En Cristo “se realizó
plenamente nuestra reconciliación y se nos dio la plenitud del culto divino”
Como Cristo fue enviado por el Padre, él mismo envió también a los apóstoles para que
realizaran la obra de la salvación que anunciaban mediante el sacrificio y los sacramentos
en torno a los cuales gira toda la vida litúrgica. El mismo día de Pentecostés, en el que la
Iglesia se mostró al mundo, los que recibieron la palabra de Pedro fueron bautizados. Desde
entonces, la Iglesia nunca ha dejado de reunirse para celebrar el ministerio pascual; leyendo
“cuanto a él se refiere en toda la Escritura” (Lc 24,27), celebrando la Eucaristía, en la que
“se hace de nuevo presente la victoria y el triunfo de su muerte”, y dando gracias al mismo
tiempo a Dios por el don inefable.
Para llevar a cabo una obra tan grande, Cristo está siempre presente en su Iglesia,
principalmente en los actos litúrgicos. Está presente en el sacrificio de la misa, en los
sacramentos, en su palabra y cuando la Iglesia suplica y canta Salmos. Toda celebración
litúrgica por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción
sagrada por excelencia cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no iguala
ninguna otra acción de la Iglesia.
En la liturgia terrena pregustamos y participamos en la liturgia celeste que se celebra en la
ciudad santa, hacia la que nos dirigimos como peregrino, Jerusalén.
La sagrada liturgia no agota toda la acción de la Iglesia, pues antes de que los hombres
puedan acceder a la liturgia es necesario que sean llamados a la fe y a la conversión (Rom
10, 14 - 15). Por ello la Iglesia anuncia el mensaje de salvación a los no creyentes para que
todos conozcan al único Dios verdadero y a su enviado Jesucristo y se conviertan de sus
caminos haciendo penitencia. Los cristianos aunque no son de este mundo, son luz del
mundo y glorifican al Padre ante los hombres.
La liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente
de donde mana toda su fuerza. Los trabajos apostólicos se ordenan a que todos participen
en el sacrificio y coman la cena del Señor.
La renovación de la alianza del Señor con los hombres en la Eucaristía enciende y arrastra a
los fieles al urgente amor de Cristo. Por consiguiente, de la liturgia, sobre la Eucaristía,
mana hacia nosotros, como de una fuente, la gracia y con la máxima eficacia se obtiene la
santificación de los hombres en Cristo y la glorificación de Dios, a la que tienden todas las
demás obras de la Iglesia como a su fin.
Necesidad De Promover La Educación Litúrgica Y La Participación Activa (Nº 14 – 20)
La Madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a la participación
plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas, a la que tiene derecho y
obligación, en virtud del bautismo; es indispensable que se provea, antes que nada, a la
formación litúrgica del clero.
Los pastores de almas deben fomentar con diligencia y paciencia la educación litúrgica, así
como la participación activa de los fieles, interna y externa, según su edad, condición,
género de vida y grado de cultura religiosa.
Reforma De La Sagrada Liturgia (Nº 21 – 40)
Para que el pueblo cristiano obtenga mayor con seguridad la abundancia de sus gracias, la
liturgia consta de una parte inmutable, por ser de institución divina, y de partes sujetas a
cambio que, en el curso de los tiempo, pueden o incluso deben variar, si acaso se hubieran
introducido en ellas elementos que responden o no adecuadamente a la naturaleza intima de
la misma liturgia o han llegado a ser menos apropiados. Es necesario ordenar los textos y
ritos de tal modo que expresen con mayor claridad las cosas santas que significan y, en la
medida de lo posible, el pueblo cristiano pueda percibirlas fácilmente y participar en la
celebración plena y activa, propia de la comunidad.
Normas generales: la reglamentación de la sagrada liturgia compete únicamente a la
autoridad de la Iglesia; ésta reside en la Sede Apostólica y, en la medida que determine
la ley, en los obispos; nadie más, aunque sea sacerdote, debe añadir o cambiar nada en
la liturgia por iniciativa propia; evítese también que existan diferencias notables de
ritos entre zonas limítrofes. La importancia de la Sagrada Escritura en la celebración de
la liturgia es máxima, es necesario promover aquel afecto suave y vivo a la Sagrada
Escritura del que da testimonio la venerable tradición de los ritos tanto orientales como
occidentales. Revísense, cuanto antes, los libros litúrgicos.