Control Interno y Fraude - Sistemas IV
Control Interno y Fraude - Sistemas IV
Control Interno y Fraude - Sistemas IV
FRAUDE
El fraude se define como despojar mediante engaño ya sea a una persona natu- ral o
jurídica, dentro de las menciones que se relacionan con los llamados delitos de cuello
blanco son referidos a las defraudaciones que se han hecho a los entes corpo- rativos,
dividiéndose en dos categorías:
ente económico)
Existen algunos indicadores del fraude que deben tenerse en cuenta cuando se
hace una investigación y que deben servir de indicios para prevenirlos, como son
el análisis del perfil del riesgo, agrupados en cuatro categorías: los riesgos de
personal, los culturales, los estructurales y los comerciales.
Dentro de cada factor de riesgo, hay varios indicios que nos ayudan en la investi-
gación o en la determinación de posibles debilidades de la empresa, que son
vulnera- bles para el cometimiento de fraudes:
Riesgos personales
Comportamiento inusual.
Actos ilegales.
Moral baja.
Riesgos Culturales
Riesgos Estructurales
Estructuras complejas.
Riesgos Comerciales
Reputación pobre.
Problemas de liquidez.
Corrupción
La corrupción existe cuando una persona, ilícitamente, pone sus intereses perso-
nales por sobre los de las personas y los ideales que está comprometido a servir.
La corrupción se ha referido más al sector público, pero normalmente cuando ello sucede
está involucrado el sector privado.
En todos los fraudes dentro de las licitaciones privadas o contratos donde se roban
recursos públicos siempre es para una empresa privada, quien como contraparte reci- be
parte del beneficio; asimismo ese sector tiene sus propios y exclusivos casos de
corrupción como acaba de verse en los escándalos que han producido una gran crisis de
confianza en all Street, el centro del capitalismo mundial.
Lo grave del asunto es que no se trata sólo del comportamiento delictivo de unos cuantos
individuos que cayeron en la tentación y violaron la ley, sino de un sistema que se
corrompió porque creó los incentivos equivocados a la vez que debilitó las regula- ciones
y controles que hubieran podido poner fin a los abusos, porque se creyó el mito de la
mano invisible que autorregularía el mercado si cada uno de los agentes estaba buscando
su propio beneficio.
Los incentivos son desmesurados. Hace 20 años los presidentes de las 10 compa- ñías
más grandes de los Estados Unidos tenían una remuneración anual promedio de 3.5
millones de dólares, mientras que el año pasado cada uno ganó un promedio de 154
millones, es decir un incremento de más del 4.000 por ciento.
El problema es que buena parte de esta remuneración era variable y dependía del
comportamiento del precio de la acción en la bolsa de valores. En consecuencia el
objetivo central de los altos ejecutivos ya no era la administración de la compañía sino el
manejo (o mejor la manipulación) del precio de la acción. Y cuando no fueron suficientes
los métodos normales de generar ganancias y crecer decidieron apelar al maquillaje de
las cifras y al fraude contable.
También había incentivos generosos, pero equivocados para otros agentes involucrados
en la estafa: las grandes firmas de auditoría cuyos funcionarios no se percataron del
maquillaje, o no quisieron verlo porque podían perder los enormes in- gresos que les
generaba el cliente en otras áreas de la consultoría. También las casas de bolsa, cuyos
analistas recomendaban la compra de las acciones de la compañía que ellos mismos
vendían con jugosas comisiones, o los bancos internacionales que ayudaron a montar el
tinglado de la estafa con transacciones ficticias para poder participar en los otros negocios
financieros de las empresas.
En fin, toda una completa red de individuos y firmas buscando su propio beneficio que
ante la ausencia de la mano visible de un Estado con regulaciones estrictas e
instituciones fuertes se salieron con la suya pero quebraron a las empresas y a millo- nes
de ahorradores que habían invertido en ellas.
La década de los 80 marcó una gran crisis en el sector financiero internacional generado
por múltiples causas, entre ellas fraudes y malos manejos que aún se siguen repitiendo al
inicio de este milenio, incluyendo Colombia cuando la afectó en el año 1982 y
posteriormente en los años 1998 y 1999.
independencia mental.
La siguiente relación de hechos son apenas una muestra de los múltiples delitos
investigados:
Captaciones de dinero ilícito por parte del Banco Nacional pagando altas tasas de
Entre las incógnitas que han surgido es el porqué los contadores no evitaron que
sucedieran estos hechos, qué ha pasado, será que los estándares de auditoría
están mal enfocados, los trabajos de revisión se enfocan más a situaciones hacia
el futuro y no de lo que pasó, es decir se va el mayor tiempo en la planeación y en
la evaluación del control interno y cuando llegan a las cifras de los estados
financieros ya se ha agotado el tiempo y por ende el presupuesto.
Un estudio de una universidad de Estados Unidos, dice: durante las últimas déca-
das los auditores se han concentrado cada vez más en cómo las compañías
generan sus informaciones financieras los programas informáticos para llevar los
balances y
La manera en que los auditores auditan los balances de sus clientes fue debido a la
incidencia de los computadores para manejar sus operaciones y por la gran compe- tencia
que llevó a que los auditores rebajaran sus honorarios, algunas veces hasta un 50 para
no perder sus clientes y haciendo propuestas por debajo de los costos con el único
objetivo de que se conociera su trabajo y lograr un nuevo cliente, lógicamente dejaban en
sus propuestas que su trabajo se realizaría con base en la revisión de pocas
transacciones por medio de matrices de auditoría demasiado riesgosas y asegurándo- se
de que no los fueran a comprometer, indicando que el fin de la revisión no eran los
fraudes sino las cifras de los estados financieros utilizando las pruebas selectivas de
auditoría aleatorias.
El cambio de revisión generó que los programas informáticos y los controles inter- nos en
los que se apoyan ahora los auditores son eficientes para evitar que los em- pleados de
menor nivel tomen pequeñas cantidades de dinero, sin embargo todos esos controles son
burlados por los directivos, en aquellas empresas que mueven gran cantidad de dinero.
Existen diversas maneras de abordar el tema del fraude, el método más conve- niente es
detectarlo antes de afrontarlo, no obstante no hay controles totales que lo eviten, la mente
humana maquina muchas cosas y se aprovecha a veces de la falta de ellos o de su
debilidad, debe detectarse los riesgos mediante evaluaciones periódicas, calculando sí la
relación costo beneficio para no afectar los intereses de una institu- ción si el riesgo no es
material y sus controles muy costosos.
Por todo esto se han establecido en las empresas sistemas de medición del desem- peño,
entre ellos los indicadores de gestión (banderas rojas) para la detección, valora- ción y
control de factores de riesgo. Una de las entidades que más han sido afectadas por los
fraudes son las entidades sin ánimo de lucro (sin controles, misión altruista, administradas
por una sola persona), las entidades financieras por su vulnerabilidad de un sinnúmero de
riesgos.
Auditoría Forense
Los fraudes han originado una demanda cada vez más creciente por contratar
examinadores e investigadores del fraude; las respuestas a ello han llevado al desa- rrollo
de la auditoría del fraude y de la auditoría forense. La del fraude va muy entre- lazada con
la auditoría financiera, no obstante para otros, se circunscribe al conjunto de
transacciones comerciales como fenómeno económico, social y organizacional.
La auditoría forense1 se considera como una disciplina nueva, mucho más efectiva que
las auditorías de los estados financieros y operacional de corte tradicional, actual- mente
la investigación del fraude en los libros de las cuentas y en las transacciones comerciales
requiere de habilidades combinadas de un auditor bien entrenado y de un investigador
criminal, no existiendo en los contadores ambas características. Como alternativas se ha
dicho que es necesario familiarizar a un auditor con las reglas, principios, técnicas y
métodos de investigación criminal, o proveer a los investigadores del crimen con algún
conocimiento de contabilidad y con la reglas, principios, técnicas, y métodos de la
auditoría.
Para afrontar este problema, y lograr que se perfeccionen más los contadores en la etapa
de la investigación, Bologna and R. Lindquist (1995) establecieron los si- guientes trece
principios básicos:
2. Losauditoresdelfraudesondiferentesdelosauditoresfinancieros.Secentranen
excepciones, rarezas, irregularidades contables, y patrones de conducta, no en
errores y omisiones.
4. Desdeunaperspectivadeauditoríafinanciera,elfraudeeslarepresentaciónequi-
vocada e intencional de hechos financieros de naturaleza material. Desde una
perspectiva de auditoría del fraude, éste es una representación equivocada y ma-
terial de hechos económicos.
8. Los esquemas fraudulentos más comunes de los empleados del nivel más bajo
incluyen malversaciones (cuentas por pagar, nómina, reclamos por beneficios y
gastos).
9. Los esquemas fraudulentos más comunes de los empleados del nivel más alto
incluyen alteración de utilidades (diferir gastos, registrar ventas demasiado tem-
prano, sobrevalorar inventarios).
10.Los fraudes contables se causan más a menudo por ausencia de controles que por
pérdida de controles.
11. Los incidentes del fraude no están creciendo exponencialmente, pero las pérdidas por
fraude sí.
12.Los fraudes en contabilidad se descubren más a menudo por accidente que por
propósito o diseño de la auditoría financiera. Cerca del 90 de los fraudes finan- cieros se
descubren por accidente.
Capítulo 2
Hay que partir de la consideración de que un buen y adecuado sistema de control interno
no constituye garantía de la no ocurrencia de irregularidades. Otra cosa dife- rente es que
si ese control es eficiente y adecuado en grado sumo, conducirá a una reducción de la
posibilidad de que sucedan irregularidades.
1. Las irregularidades y el control interno
Cuanto se toca el concepto de control interno, se entiende que la extensión del trabajo de
auditoría está estrechamente relacionada con el criterio de eficiencia y adecuación que de
él se llegue a tener.
En cuanto al concepto de control interno es necesario hacer una distinción importan- te.
Con marcada frecuencia se hace referencia al mismo, manifestándose que un buen
sistema de control conlleva la eliminación de las posibilidades de ocurrencia de
irregularidades.
interno.
Tal vez es en esta parte cuando suele hacerse referencia a aquel tipo de faltas que
suceden y no vuelven a ocurrir. Otro caso es que existen situaciones de posición,
prestigio, etc., ante lo cual es poco lo que contribuye un sistema de control interno. En
otras circunstancias, existe la posibilidad de que funcionarios lleguen al extremo de
cometer irregularidades que tienen la particularidad de poder ser fácilmente detecta- das
por el auditor, como también lo totalmente opuesto, en razón a la posición y faci- lidades
para operar de que dispone el funcionario.
En el control interno, desde luego, hay un hecho desconocido para el auditor y son las
presiones que motivan a las gentes que integran el sistema, lo cual se torna más
complicado, si se tiene en cuenta que tales presiones son cambiantes. Una atracción de
simpatía de índole diversa, puede llevar a que un superior tolere u oculte las fallas de un
empleado. La presión que puede ejercer un empleado de mayor antig edad, sería
suficiente para que otro quede inhibido de dar a conocer una irregularidad. En cuanto a
eso, es necesario aclarar que la ley no tiene en cuenta la situación de subor- dinación
para exonerar al empleado de responsabilidad.
esponsabilidad del auditor respecto al control interno. Una vez que el audi- tor ha
concluido la revisión y evaluación del control interno, tiene o cuenta con una información
importante que debe suministrar al interesado. Es bien conocido que la responsabilidad
por la implantación del control interno es de la empresa, lo mismo que su desarrollo y
mantenimiento. Haciendo abstracción de las responsabilidades legales que pueden
imputársele en un momento determinado al auditor, le incumbe el deber profesional de
hacer conocer a su cliente los más importantes peligros, presentes y potenciales del
control interno, efectuándolo de una manera enérgica y enfática, con- forme lo requieran
las circunstancias.
no, con términos tales como bueno, razonable, satisfactorio, u otro afín.
En cuanto a este caso, los procedimientos de auditoría deben dirigirse en primer orden a
las cuentas de balance, en virtud de que los saldos de éstas son reales, es decir, son de
una materialidad cierta; en otros términos son de determinada durabilidad, por lo tanto,
pueden examinarse con un mayor grado de exactitud respecto de las cuentas de
resultados. Esto es, se puede tener mayor evidencia para los conceptos de balance, que
para los de resultados. Esto llevaría a concluir, que el auditor debe asumir mayor
responsabilidad por las irregularidades encubiertas en las cuentas de balance, que por las
irregularidades en las cuentas de resultados.
• Aquellas que afectan el balance, ya sea por el aumento o disminución tanto de activos
como de pasivos y las que se ejecutan mediante una descripción impropia dentro del
balance.
• Las que afectan el estado de resultados, que pueden ser por aumento o disminu- ción
del ingreso neto, según sea el interés que se pretenda y una clasificación propia.
3. E tensióndeencubrimiento
Algunas de las medidas para mitigar el riesgo de fraude, parecen (y de hecho son) temas
de sentido común, pero muchas veces se pasan por alto:
1. Segregación de funciones:
En ciertos casos, hay concentración de funciones en una persona, especialmente en los
temas contables y de manejo de recursos. Este hecho facilita el encubrimiento, pues
quien recibe dinero de terceros o efectúa cobros, efectúa los registros contables. Esto
facilita que los casos de fraude pasen inadvertidos. Es conveniente, por tanto, que al
menos dos personas que manejen estas funciones de manera intercambiable. El manejo
del efectivo debe separarse totalmente de las funciones de contabilidad. Esto puede
lograrse tercerizando esta última actividad.
Si se acompañan estas medidas, que no son una relación exhaustiva, con un ambiente de
control que irradie desde los directivos y se castigue de manera ejemplar cualquier
conducta antiética, los resultados en la mitigación del riesgo de fraude serán positivos.
Existen organizaciones de todos los tamaños y tipos: internacionales, locales, familiares,
sociedades anónimas, de responsabilidad limitada, gubernamentales, etc. El común
denominador es que no hay ningún accionista o administrador de cualquier organización
que quisiera ser víctima de un fraude, de ningún tipo y de ninguna dimensión.
Sin embargo, encuestas recientes muestran que 8 de cada 10 empresas han sufrido un
fraude en el último año, y que 61% de los fraudes se detectaron mediante controles
internos, pero sólo 12% de los encuestados, a pesar de haber sufrido un fraude, tomaron
medidas preventivas.
Todas las compañías son susceptibles de padecer algún tipo de fraude, ya que cuando
hay colusión e intención, es difícil detectarlo y frenarlo. A pesar de esto, se ha visto que
este riesgo se mitiga sustancialmente cuando las empresas cuentan con un programa
integral que permita combinar mecanismos de cambio cultural con controles internos en
los procesos de negocio.
Las preguntas obligadas son: ¿qué controles internos hay que mejorar o implementar?
¿Cuáles son los controles que previenen el fraude? Los objetivos principales de un
programa integral de administración de riesgos de fraude son: prevenir, detectar y dar
respuesta a los fraudes y conductas impropias en la empresa.
Un adecuado sistema de administración de riesgos debe partir de una estructura sólida de
gobierno corporativo. Todos en la organización desempeñan un papel importante en el
proceso de supervisión y monitoreo, tanto el Consejo de Administración como el Comité
de Auditoría, la gerencia y los auditores internos.
Hoy en día, diseñar y establecer controles internos es de suma importancia. Es decir, los
accionistas, el consejo de administración, los comités y directivos de las entidades, deben
estar pendientes de que existan políticas y procedimientos adecuados y suficientes con
respecto a los riesgos de fraude, así como dar seguimiento a una vigilancia permanente
mediante reportes que se emitan de las diferentes áreas de las entidades.
La empresa debe analizar los riesgos propios de su actividad, mantener unos
mecanismos específicos de control interno que aseguren la medición continuada de los
mismos, establecer sistemas de información que garanticen la transparencia y
proporcionen seguridad. El tener un control interno sobre su compañía no sólo le ayudará
a reducir gastos innecesarios, sino que obtendrá resultados en un tiempo corto, pero
sobretodo, podrá identificar riesgos y actuar sobre ellos, acciones que le darán una
ventaja sobre sus competidores.