Derrida Deleuze Libertad
Derrida Deleuze Libertad
Derrida Deleuze Libertad
El espacio de lo libre
Julio Díaz Galán es
profesor de Ética de
la Comunicación y de
la Salud en el Depar-
tamento de Periodis-
en Deleuze y Derrida
mo y Humanidades
de la Universidad
Europea de Madrid.
T
ras la muerte de Gilles Deleuze, De- verbo castellano: el de “equivocarse” y “fallar”,
rrida escribía para Libération una pe- acepciones que el errer francés ya no posee. Aun-
queña esquela que llevaba por título ‘Il que algunos filósofos como Serres o Foucault (e
me faudra errer tout seul’. Tras años de incluso Derrida) han jugado a veces con el sen-
relativo silencio respecto del trabajo deleuziano, tido caduco de errer, cualquier hablante actual
declaraba una seria y cumplida adhesión al pensa- de la lengua francesa entendería la expresión del
miento del devenir. “Deleuze —sostenía Derrida epitafio derridiano únicamente como un marchar
en dicho texto— sigue siendo sin duda, a pesar sin dirección precisa. Y es que, tal vez, lo más
de tantas diferencias, aquél de mi ‘generación’ del adecuado hubiera sido echar mano del verbo
que siempre me sentí más cercano”,1 por lo que, “vagar”, mucho más próximo al significado ac-
a partir de ese momento, il me faudra errer tout tual del verbo francés errer, cuyo sentido es el
seul. Las traducciones al español de esa necroló- de deambular libremente sin dirección impuesta:
gica no fueron muy acertadas, al menos las del una especie de autonomía sin autos y quizá tam-
encabezamiento. La primera, si acaso la más des- bién sin nomos. Ahora bien, ¿por qué errer tiene
afortunada y publicada en La Esfera a los pocos un sentido filosófico que Derrida privilegia en su
días del suicidio, despojaba al transpirenaico ver- lectura? Si hacemos caso del epitafio, daremos
bo errer de su sentido más filosófico, traducién- por verdadero que Derrida y Deleuze no hicieron
dolo como mero “equivocarse”, semejante al se otra cosa durante su vida filosófica que errer, que
tromper francés. “Tendré que equivocarme solo”, necesariamente, y debido a su valor filosófico,
escribía J.-M. Vidal, incurriendo en un craso error. tendrá que significar algo más que un mero ir de 1 Posteriormente recogido
Los lectores de habla hispana no terminaban de aquí para allá, y en modo alguno el mero error. en J. Derrida, ‘Il me
faudra errer tout seul’, en
comprender al hojear el suplemento cultural de El Si por alguna razón dicho verbo tuviese algo que Chaque fois unique, la fin
Mundo. ¿Acaso Derrida aceptaba haberse confun- ver con aquello que los modernos llamaban li- du monde, Galilée, Paris,
2004, p. 236.
dido a lo largo de su carrera filosófica, dando la bertad, o con lo libre, y si el texto hubiese caído
razón así a tantos críticos de la deconstrucción? en manos de alguno de esos derridianos, siem- 2 J. Derrida, ‘Tendré que
errar solo’, en Cada vez
¿Y por qué meter en el mismo saco a Deleuze? pre tan proclives ellos a los juegos excesivos de única, el fin del mundo,
La segunda versión, aparecida años después, palabras,3 seguramente habrían inventado para trad. de M. Arranz, Pre-
textos, Valencia, 2005.
no daba tampoco del todo en la diana, aunque se la ocasión el verbo “liberrar”, dando lugar a una
3 Es preciso, de todas
acercaba algo más que la anterior: “Tendré que traducción insólita, pero mucho más oportuna formas, no abusar de los
errar solo”, escribía Manuel Arranz.2 Pero al usar para el caso. juegos de palabras, pues,
como dijo Martin Amis, son
el infinitivo “errar”, este otro traductor introdu- Al igual que no se debe dudar de lo que dice un la modalidad más baja del
cía en el texto el sentido principal que posee ese borracho, tampoco deberíamos poner en tela de ingenio.
[96 El espacio de lo libre en Deleuze y Derrida
juicio lo expresado en un funeral por una persona paraba la bêtise (necedad, estupidez) del error.
sobria. La verdad del borrachín es como su vomi- En Deleuze, Errer y bêtise juegan en el mismo
tona, nada la puede parar, in vino veritas… Por bando, podrían ser incluso casi sinónimos… Esa
otra parte, en las ocasiones fúnebres, no es pru- misma bêtise, argumentará Derrida, casi sin pie-
dente ni oportuno mentir, por respeto al finado. dad y sin la “cercanía” declarada en el epitafio
Deberíamos confiar en la palabra de Derrida, que comentado, es la experiencia de la libertad, pero
tanto indagó sobre la mentira, y dar por zanjado de la libertad humana, de “lo propio del hombre”
4 Más que hablar, como el asunto en lo que se refiere a su presunta afini- (pues para el Deleuze de esa época sólo el hom-
Nancy, de paralelas que
nunca se tocan (J.-L. dad con Deleuze. Al fin y al cabo, las filosofías bre puede estar en la bêtise, ¿sólo él puede errer,
Nancy, ‘Les différences de la diferencia no parecen tan diferentes en una podríamos concluir?), que, según Derrida, le
parallèles. Deleuze et
Derrida’, en Deleuze primera cata. Otros, antes que Derrida, como por hace coquetear a Deleuze con cierto humanismo,
épars, [A. Bernold/R. ejemplo Larouelle, habían visto esa especie de con “una tradición hegemónica” que va desde
Pinhas, eds.], Hermann,
Paris, 2005, p. 14), se comunidad de la diferencia. Según este tópico, Descartes hasta Lévinas, pasando por Heidegger
podría apelar también a Derrida y Deleuze venían a decir prácticamente y Lacan.7
lenguajes radicalmente
diferentes (S. Zizek, lo Mismo, pero con un lenguaje diferente… Eran Es en El anti-Edipo donde Deleuze y Guattari
Órganos sin cuerpo, trad. pensamientos de la diferencia, pero expresados identifican el acto de errer con el paseo del es-
de A. Gimeno, Pre-textos,
Valencia, 2006, p. 66). de forma distinta. De esta manera, si mediante quizofrénico, ese ente que se encuentra completa-
5 G. Deleuze, ‘En créant un juego topológico a lo Poincaré estirásemos mente abierto a todos los estímulos, enganchado
la pataphysique Jarry los carrillos de uno y comprimiésemos la frente o conectado por igual a todas las pequeñas má-
a ouvert la voie à la
phénoménologie’, en L´île del otro, pasaríamos sucesivamente de uno a otro quinas de la naturaleza, y con ninguna en parti-
déserte et autres textes, a través de una especie de monstruoso Derreuze cular:
Minuit, Paris, 2002, p.
108 (La isla desierta y intermedio que podríamos vislumbrar, durante
otros textos, trad. de esta transformación de panadero y sin disconti- El paseo del esquizofrénico —escriben— es
J.-L. Pardo, Pre-textos,
Valencia, 2005). En vez nuidad alguna, la clave secreta de sus filosofías. un modelo mejor que el del neurótico acostado
del término “errancia”, ya Así que ¿por qué poner en cuestión la afirmación en el diván. Un poco de aire libre, una relación
corriente en muchas de las
traducciones castellanas de Derrida ante la tumba del (supuesto) amigo? con el afuera. Por ejemplo, el paseo de Lenz re-
del término francés, Y Derrida no miente, pero es preciso leer con constituido por Büchner, por completo diferente
utilizaré, desde ahora y
en adelante, el sustantivo más detenimiento… Derrida no dice que Deleuze de los momentos en que Lenz se encuentra en
perdido “erranza”, no haya sido el personaje conceptual más cercano a casa de su buen pastor, que lo obliga a orientar-
sólo por parecer a mis
oídos menos estridente él, sino tan sólo “aquél de su generación”, y pun- se socialmente, respecto al Dios de la religión,
que errancia, sino to. Derrida podría estar diciendo que hubo otros respecto al padre, a la madre. Allá, por el con-
porque la terminación
en “anza” recuerda a la filósofos, que no eran de su generación, más cer- trario, está en las montañas, bajo la nieve, con
“ance” francesa y a la canos que Deleuze. Podría estar diciendo además otros dioses o sin ninguno, sin familia, sin padre
indecidibilidad entre lo
activo y lo pasivo que que siempre estuvo radicalmente separado, libe- ni madre, con la naturaleza.8
señala Derrida para la rado-desatado de los de su generación, aquélla
différance.
que pertenecía a un nuevo paradigma, y que, de En lenguaje uexkülliano, podríamos decir que
6 Ibid., p. 218. todos ellos, Deleuze se encontraba algo más cer- el esquizo deleuziano se encuentra separado (libe-
7 J. Derrida, ‘The ca.4 Por lo tanto, si no podemos establecer una re- rado) de cualquier “portador específico de signi-
trascendental “stupidity”
(“bêtise”) of man and the lación de continuidad (un Derreuze) entre ambos ficado” (Bedeutungsträger) que pudiera anclarlo
becoming-animal according pensadores a partir de la declaración del argelino, a una Umwelt o entorno particular, pero también
to Deleuze’, en Derrida,
Deleuze, Psychoanalysis, es preciso distinguir al menos dos acepciones de de cualquier otra marca o referencia que lo fije al
Columbia University, New la erranza, dos filosofías que ponen en juego una mundo de los hombres, familia, raza, Dios, par-
York, 2007, pp. 52 y 58.
Véase además J. Derrida, liberación desigual que, como veremos, versan tido, etc. El “inconsciente huérfano” o el eterno
La Bête et le souverain, sobre la univocidad y la inmanencia. “soltero” (célibataire) deleuzeguattariano no sig-
Galilée, Paris, 2008.
nifican otra cosa que una manumisión de todo
8 G. Deleuze/F. Guattari, aquello que puede determinar una dirección pre-
L’anti-Oedipe, Minuit,
Paris, 1972, p. 7. La Aberturas, heridas y cauterizaciones… Des- cisa y una radicación estable. Esta soltería expre-
cursiva es mía (en de muy pronto, Deleuze comenzó a hablar de sa, en definitiva, todo aquello que en otro tiempo
adelante, AE; El anti-
Edipo, trad. de F. Monge, la erranza separándola del error, hecho que de se denominó “muerte de Dios”.9 El esquizo no es
Paidós, Barcelona, 1998). golpe anula la primera traducción de Vidal y en sólo un ser abierto a esa “naturaleza” (anterior a
9 Es en La gaya ciencia, parte cuestiona, de pasada, la segunda de Arranz.
en el texto nº 125 titulado
‘Der tolle Mensch’, ‘El Escribía así Deleuze, muy tempranamente: “La
loco’, donde precisamente Erranza, que debe pasar la oposición metafísi-
Nietzsche escribe: “¿No
ca de lo verdadero y lo falso, del error y de la Deleuze y Guattari identifican
erramos como a través de
una nada infinita? [Irren verdad”.5 O también por ejemplo: “La erranza el acto de errer con el paseo del
wir nicht wie durch ein
unendliches Nichts?]”. ha cesado de ser retorno al origen, no es lo ab- esquizofrénico, ese ente que se
Véase F. Nietzsche, Die
fröliche Wissenschaft, en
errante que supone todavía un punto fijo, está encuentra completamente abierto
Werke, Walter de Gruyter, tan lejos del error como de la verdad”.6 De igual a todos los estímulos
Berlin, 1973, p. 159. manera, en Diferencia y repetición, Deleuze se-
Representaciones del intelectual 97]
Deleuze pertenece a un nuevo las multitudes que conectan sin perder sus dife-
paradigma, al del “sin” de las rencias en un nuevo comunismo.
síntesis disyuntivas en las En Derrida, tal identidad entre ser y pensar ya
no se mantiene, pues el pensador es un ser híbrido
que las especies realizan bodas que se ahoga en el agua y se sofoca en el aire; un
prohibidas para el mundo clásico ser trans-inmanente, como esos moluscos y algas
que sólo pueden habitar el espacio cambiante de
la marea, ni en el agua ni al aire libre, pero a la vez
Deleuze “casi” sorteó sin duda las acusaciones en los dos, en un continuo diferendo, una différan-
respecto de la jerarquía humana, pero las flechas ce. En Derrida se trata, pues, de un ser interpara-
de Derrida van a apuntar también a otro órgano digmático. No pertenece ni al antiguo ni al nue-
filosófico de Deleuze, el de la inmanencia. Aun- vo, pero tampoco los concilia a modo de síntesis
que Deleuze utiliza a veces un lenguaje con tintes dialéctica, ni siquiera disyuntiva. Aunque Deleuze
aproximativos, que pueden recordar ese oír hei- haya hablado en Lógica del sentido de las super-
deggeriano de mutua pertenencia, no hablará en ficies, superando la dicotomía entre lo profundo y
términos de propiedad respecto de la relación del lo alto, es en lo intenso-rizomático, en la materia
esquizo con las máquinas deseantes, sino de in- de la diferenziación, donde se dan tales relaciones
mediatez. Derrida se aleja de ese esquema, pues de superficie. En Derrida, si hay superficie o en-
si el esquizo de Deleuze aún puede vivir esa aber- tre, es más bien entre lo profundo y lo alto, entre
tura o esa conexión con el afuera, con lo libre, de la materia y su contrario, entre lo intenso y lo ex-
modo más pleno, más inmediato, más abierto (y tenso. Las relaciones con lo animal también serán
ésta era la operación política por excelencia del diferentes entre ambos filósofos, pues mientras
esquizoanálisis o de la pragmática: hacer que los que Deleuze aspira a una conexión en una zona
seres se bañen en ese espacio inmanente, en esa donde los bloques de devenir intensos se tocan
beatitud del deseo), Derrida hablará de lejanía- entre lo humano, lo animal y la roca (por la senci-
proximidad para con ese espacio de lo libre. No lla razón de que todos cantan igualmente las loas
puede existir mutua o recíproca relación de pro- de la desterritorialización, liberados por fin de lo
piedad o de inmediatez con lo radicalmente otro, extenso), para Derrida, al contrario, las fronteras
pues esa cosa es precisamente aquello que expro- entre lo humano y lo animal, aunque difuminadas,
pia y aleja. Si eso puede escucharse, de ningún abismadas por el impoder y la finitud animal que
modo será armónica, ni plena, ni inmediatamente. afectan a lo humano, no se pueden borrar tan fá-
La desproporción, la despropiación, la disime- cilmente.18 En Deleuze, el hombre puede devenir
tría, la inconmensurabilidad y la no-proximidad animal sin llegar a ningún término, y el animal
son los caracteres de la política derridiana.17 Si la deviene-otro cuando se introduce en esos bloques
univocidad deleuziana, una vez casi superada la intensos. Bodas contra-natura, transgén(er)icos,
jerarquía de la bêtise, significa que todos los seres comunicaciones transversales donde los dos se
se encuentran igualmente abiertos a esos bloques hacen moleculares, imperceptibles, diferentes,
de devenir, la univocidad de Derrida (y nunca no diferenciados, constituyéndose una política-
habló en estos términos) dice que los seres están manada.
igualmente entre-abiertos y alejados-aproxima- Derrida nunca vagará junto a Deleuze en ese
dos a ese afuera que los desapropia. Para Deleuze, espacio intenso, pues aunque la línea fronteriza
la identidad entre ser y pensar heideggeriana pa- entre el animal y el hombre se fractalice e incluso
rece mantenerse, pues el pensador es un esquizo se difumine, sería una imprudencia (una bêtise)
que piensa-escucha la esquizia como si fuera una borrarla del todo, como repite Derrida varias ve- 17 J. Derrida, ‘L’oreille de
Heidegger’, en Politiques
espuma de la ola, un brote del rizoma que ha lle- ces a lo largo de sus textos. Si Deleuze cree que el de l’amitié, Galilée, Paris,
gado al “tercer género de conocimiento” spinozis- hombre puede permanecer en esa apertura donde 1994, p. 372 (Políticas
de la amistad, trad. de
ta; está en su elemento, como pez en el agua, que deviene animal (inacabado, no incompleto), en F. Vidarte y P. Peñalver,
diría Heidegger. Devenir con el mundo significa ese campo intenso-diferencial, desnudo de seg- Trotta, Madrid, 1998).
para Deleuze surfear en la ola (vague), vagar en mentos, Derrida lo pone en duda. También para el 18 “Jamás he creído que
un mundo que a su vez también deviene, vaga a animal, que, como escribe en uno de sus últimos haya continuidad homogé-
nea entre eso que se llama
la deriva. Mobilis in mobile… Deleuze pertenece libros, permanece desnudo sin ser consciente de el hombre y eso que éste
a un nuevo paradigma, al del “sin” de las síntesis ello, luego no está desnudo, concluye Derrida. Y llama el animal. No voy a
empezar ahora. No sólo
disyuntivas, de la “simbiosis” contra-natura (so- “el hombre no estaría nunca desnudo porque tiene sería una inconsciencia,
bre todo en Mil mesetas) en la que las especies el sentido de la desnudez, a saber, el pudor o la sino una animalidad”
(J. Derrida, ‘L’animal que
realizan bodas prohibidas para el mundo clásico. vergüenza”.19 El olvido de la desnudez nos impi- donc je suis’, en vv. aa,
Es el paradigma de Prigogine, de Margulis, de la de permanecer desnudos, pero la consciencia de L’animal autobiographique.
Autour de Jaques Derrida,
Gaia de Lovelock, en el que la inmanencia y la estar desnudos, también. La escucha plena del ser, Galilée, Paris, 1999,
univocidad se dan la mano, ese micelio del que ha desnudos el uno para el otro, ya sea por el pastor o p. 281).
podido surgir la propuesta política de A. Negri, de por el esquizo, no sería, según Derrida, posible en 19 Ibid., p. 255.
[100 El espacio de lo libre en Deleuze y Derrida
su pureza-propiedad-proximidad-inmediatez ni
para el pastor, el esquizo, el animal ni el hombre
(tampoco para la piedra, por supuesto, y, además,
Lo que Derrida trató de pensar
à quoi bon…). Podemos imaginar a los dos filóso- durante toda su andanza errática
fos en una playa nudista; pues bien, Derrida lleva- es ese imposible entre la máquina
ría gafas de sol todo el tiempo, y además tanga… y lo que la excede
Tanto en Deleuze como en Derrida las fronteras
entre el animal y el hombre se ven sacudidas, pero
de forma distinta. En el primero, ambos reinos tecimiento, lo libre) y lo apolíneo; a medias entre
viajan hacia una zona intensa, lugar que una me- lo que Deleuze llamaba lo liso y lo estriado, lo no-
tafísica humanista había prohibido para el animal. mádico y lo estatal. Escribía así muy al comienzo
Derrida, al contrario, negará el acceso inmediato a de su andadura:
ese afuera tanto al animal como al hombre. Deleu-
ze casi logra romper con la eminencia jerárquica El diferendo, la diferencia entre Dionisos y
del humanismo, pero arrastra el peso de una meta- Apolo, entre el impulso y la estructura, no se
física de lo próximo al plantear la pura inmanen- borra en la historia pues no está en la historia.
cia de la vida. Derrida no sólo niega el nepotismo Es además, en un sentido insólito, una estructu-
de cualquier ente hacia ese ahí (incluyendo al ra originaria: la abertura de la historia, la histo-
hombre), superando la jerarquía, la sterésis o pri- ricidad misma.21
vación de algunos respecto a otros, sino que ataca
además a la otra metafísica de la presencia que en Pero Derrida no busca una reconciliación, un
Deleuze se viste con los ropajes de la inmanencia. acuerdo entre los dos extremos, parecida a la de
La pregunta que se hacía Derrida es la de si el El nacimiento de la tragedia (de la que Nietzsche
hombre, a diferencia del animal, tiene acceso al dijo más tarde que olía demasiado a hegelianis-
“como tal”. ¿No será que el hombre también tie- mo), sino que intenta mantener a la vez su impo-
ne su cuota de privación?, se preguntó Derrida en sible juntura. Escribía en una de sus más notables
todo momento: conferencias:
Por lo tanto, la estrategia en cuestión consis- ¿Cómo pensar a la vez la différance como
tiría en desmultiplicar el “en tanto que tal”, y rodeo económico que, en el elemento de lo
en lugar de simplemente devolver la palabra al mismo, pretende siempre reencontrar el placer
animal, o darle al animal eso que el hombre le en el lugar en que la presencia es diferida por
priva en cierta manera, marcar que el hombre cálculo (consciente o inconscientemente) y de
está también “privado”, privación que no es una otra parte la différance como relación con la
privación, puesto que no hay “en tanto que tal” presencia imposible, como gasto sin reserva,
puro y simple.20 como pérdida irreparable de la presencia, des-
gaste irreversible de la energía, como pulsión
No hay, pues, espacio del errer puro para De- de muerte y relación con lo completamente otro
rrida. Se podría decir que Deleuze se libera de la interrumpiendo aparentemente toda economía?
metafísica de la jerarquía, desnudando a todos, Es evidente —es la evidencia misma— que no
pero no de la de la presencia, mientras que Derri- se puede pensar juntos lo económico y lo no-
da intenta separarse de los dos tipos de metafísica económico, lo mismo y lo completamente otro,
mediante la estrategia de nadar y guardar la ropa. etc.22
Derrida no abrazará como “muchos de su gene-
20 J. Derrida, L’animal que ración” el ámbito de la erranza absoluta, quiero Esto es precisamente lo que Derrida trató de
donc je suis, p. 218. decir, de la libertad ab-soluta, desligada. Mientras pensar durante toda su andanza errática, ese im-
21 J. Derrida, ‘Force et sig- que aquéllos y Deleuze intentaban seguir al úl- posible entre la máquina (lo mecánico, diametral-
nification’, en L’écriture et
la différence, Seuil, Paris, timo Nietzsche, el de la ética del eterno retorno, mente opuesto a las máquinas deseantes ideadas
1967, p. 47 (La escritura y libres por fin del “sueño” apolíneo y buscando la por Guattari) y lo que la excede (“lo ‘libre’, lo
la diferencia, trad. de
P. Peñalver, Anthropos, cohesión del pueblo que falta en la ley que lo dio- incalculable, lo imprevisible, lo indecidible, el
Rubí, 1989). nisíaco (chaos-errance) autogenera inmanente- acontecimiento, el arribante, el otro”).23 En una de
22 J. Derrida, ‘La diffé- mente (al igual que los físicos de la teoría del caos las últimas entrevistas concedidas, Roudinesco le
rance’, en Marges — De la lo comprobaban con los atractores extraños, y al
philosophie, Minuit, Paris,
preguntaba a Derrida si ese exceso era lo “trági-
1967, p. 20 (Márgenes igual también que el liberalismo clásico preveía co”. A lo que contestó Derrida:
de la filosofía, trad. de un orden final a partir de los egoísmos caóticos de
C. González, Cátedra,
Madrid, 1989). cada uno), Derrida se colocará en el plano trans- Se lo puede llamar trágico con algunas pre-
23 J. Derrida / E. Roudi- inmanente de la “destinerrance”. Desde el inicio cauciones. “Lo que viene” excede un determi-
nesco, ‘Imprevisible liberté’, de su carrera hasta el final, Derrida se mantendrá nismo. Pero excede también los cálculos y las
en De quoi demain...,
Fayard, Paris, 2001, p. 90. a caballo entre lo dionisíaco (la erranza, el acon- estrategias de mi dominio, mi soberanía o mi
Representaciones del intelectual 101]
de ese elemento loco y terrible que corre entre las tacto, visión etc.], donde quiera que éstos se 26 J. Derrida, Le toucher.
Jean-Luc Nancy, Galilée,
series, de ese Acontecimiento? Si la opinión es un apropian de algo próximo.26 Paris, 2000, p. 143 (en
paraguas contra ese caos que las sociedades de adelante, LT).
[102 El espacio de lo libre en Deleuze y Derrida