La Familia y El Matrimonio
La Familia y El Matrimonio
La Familia y El Matrimonio
LA FAMILIA Y EL MATRIMONIO
Sumario:
PRIMERA PARTE: LA FAMILIA
I.- GENERALIDADES SOBRE LA FAMILIA
1.- Concepto de familia.
2.- Composición de la familia, desde un punto de vista jurídico.
3.- La familia no es persona jurídica.
4.- La “familia tradicional” y la “familia moderna”. Evolución legislativa
en Derecho de Familia.
II.- EL PARENTESCO
1.- Definición y clasificación.
2.- Cómputo del parentesco.
3.- Importancia del parentesco.
III.- EL DERECHO DE FAMILIA Y LOS DERECHOS DE FAMILIA
1.- Concepto de Derecho de Familia y de derechos de familia.
2.- Características del Derecho de Familia y de los derechos de familia.
3.- El Derecho de Familia es Derecho Privado.
4.- Principios fundamentales del Derecho de Familia.
SEGUNDA PARTE: DE LOS ESPONSALES
1.- Definición.
2.- Características.
3.- Carencia de obligatoriedad de los esponsales.
4.- Efectos secundarios que producen los esponsales.
TERCERA PARTE: EL CONTRATO DE MATRIMONIO
I.- GENERALIDADES SOBRE EL MATRIMONIO
1.- Definición.
2.- Características.
3.- Principales diferencias entre el matrimonio y los contratos
patrimoniales.
4.- Principios inspiradores de la Ley de Matrimonio Civil.
II.- CONDICIONES DE EXISTENCIA Y DE VALIDEZ DEL MATRIMONIO
1.- Condiciones de existencia del matrimonio.
2.- Condiciones de validez del matrimonio.
III.- DE LA SEPARACIÓN DE LOS CÓNYUGES
1.- De la separación de hecho.
2.- De la separación judicial.
1
Fecha de última modificación: 27 de enero de 2020.
2
Henríquez Viñas, Miriam y Núñez Leiva, José Ignacio, Manual de Estudio de Derecho
Constitucional, Santiago de Chile, Universidad de Las Américas – Editorial
Metropolitana, 2007, p. 18.
3
“Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
4
Vivanco Martínez, Ángela, Curso de Derecho Constitucional. Aspectos dogmáticos de
la Carta Fundamental de 1980. Tomo II, Santiago de Chile, Ediciones Universidad
Católica de Chile, 2006, pp. 47 y 48.
5
Corral Talciani, Hernán, Familia y Derecho, Santiago de Chile, Universidad de Los
Andes, Colección Jurídica, 1994, p. 30, citado a su vez por Vivanco Martínez, Ángela,
7
Vivanco Martínez, Ángela, Curso de Derecho Constitucional. Aspectos dogmáticos de
la Carta Fundamental de 1980. Tomo II, Santiago de Chile, Ediciones Universidad
Católica de Chile, 2006, pp. 50 y 51.
8
Rossel Saavedra, Enrique, Manual de Derecho de Familia, 7ª edición actualizada,
Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1994, p. 1. Somarriva definía la familia
en términos similares, aunque algo más amplios: “el conjunto de personas unidas por
el vínculo del matrimonio, del parentesco o de la adopción”, aunque la referencia a
ésta última hoy estaría demás, pues la adopción de un menor, única adopción hoy
admitida en nuestra legislación, origina un vínculo de parentesco entre adoptantes y
adoptado, concretamente de padres e hijo.
9
Somarriva Undurraga, Manuel, Derecho de Familia, Santiago de Chile, Editorial
Nascimento, 1936, p. 7.
11
Cfr. la “Historia de la Ley Nº 21.150”, en página www.congreso.cl
12
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 2.
13
Ruz Lártiga, Gonzalo, Explicaciones de Derecho Civil. Derecho de las Personas en
Familia, Tomo V, Santiago de Chile, AbeledoPerrot-Thomson Reuters, 2012, pp. 7 y
siguientes. Tuvimos oportunidad de presentar esta obra en la Facultad de Derecho de
la Universidad Santo Tomás.
14
Cfr. nuestro trabajo “Consideraciones en torno al cuidado personal de los menores y
su relación con la patria potestad”, en Estudios de Derecho Privado. Libro homenaje al
jurista René Abeliuk Manasevich, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile –
Universidad Andrés Bello, 2011, pp. 145-194.
15
Mensaje del Código Civil de la República de Chile, décimo sexta edición, Santiago de
Chile, Editorial Jurídica de Chile, 2006, p. 15.
16
Rossel Saavedra, Enrique, Manual de Derecho de Familia, 7ª edición actualizada,
Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1994), p. 101.
17
Código Civil de la República de Chile, Valparaíso, Imprenta y Librería del Mercurio de
S. Tornero e Hijos, 1865.
18
Ramos Pazos, René, Derecho de Familia, Tomo I, 7ª edición, Santiago de Chile,
Editorial Jurídica de Chile, año 2010, pp. 238-241. En contra, sosteniendo la tesis de la
19
Retamal Favereau, Julio; Celis Atria, Carlos; y Muñoz Correa, Juan Guillermo,
Familias Fundadoras de Chile. 1540-1560, Santiago de Chile, Editorial Universitaria,
1992, p. 55.
20
Somarriva Undurraga, Manuel, Evolución del Código Civil Chileno. Homenaje al
centenario de su promulgación, Santiago de Chile, Editorial Nascimento, 1955, pp. 10
y 11.
21
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., pp. 123 a 136.
II.- EL PARENTESCO.
22
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 2.
23
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 3 y 4.
24
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 4 y 5.
25
Ramos Pazos, René, Derecho de Familia, 3ª edición actualizada, Tomo I, Santiago de
Chile, Editorial Jurídica de Chile, 2000, p. 14.
26
Citado por Ramos Pazos, René, ob. cit., p. 14.
27
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 5.
29
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 5 y 6.
30
López Díaz, Carlos, Manual de Derecho de Familia y Tribunales de Familia, Tomo I,
Santiago de Chile, Librotecnia, 2005, pp. 23 a 25.
31
Ramos Pazos, René, ob. cit., p. 14.
l) La mayoría de los actos del Derecho de Familia son solemnes. Así, por
ejemplo, en el caso del matrimonio, en el reconocimiento de un hijo, en
la repudiación de la filiación no matrimonial, en el pacto sustitutivo del
régimen matrimonial, en las capitulaciones matrimoniales, etc.
32
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 6.
33
En algunos países, existen leyes generales que se refieren a la protección de la
familia. Así, por ejemplo, Ley Nº 1.361 de 2009, “Ley de Protección Integral de la
Familia”, de la República de Colombia.
34
Lepin Molina, Cristián, “Los nuevos principios del Derecho de Familia”, en Revista
Chilena de Derecho Privado, Nº 23 (diciembre de 2014), p. 16.
35
Soto Kloss, Eduardo, “La familia en la Constitución Política, en Revista Chilena de
Derecho, vol. 21 Nº 3, Santiago de Chile, p. 224, citado a su vez por Lepin Molina,
Cristián, ob. cit., pp. 16 y 17.
36
Rodríguez Pinto, María Sara, Manual de Derecho de Familia, Santiago de Chile,
Editorial Jurídica de Chile, 2018, p. 26.
37
El carácter indisoluble del matrimonio, a nuestro juicio, ha desaparecido con la
promulgación de la Ley Nº 19.947, actual Ley de Matrimonio Civil, que consagró el
divorcio entre las causales de disolución del contrato. No obstante lo anterior, el
legislador no modificó el tenor del art. 102 del Código Civil, que alude a la
indisolubilidad del vínculo, aspecto que debiéramos entender tácitamente derogado por
la Ley Nº 19.947 (ver nuestro libro Análisis de la Nueva Ley de Matrimonio Civil,
Santiago de Chile, Editorial Metropolitana, 2004).
38
Sobre este principio, cfr. nuestro trabajo “Visión crítica de la sociedad conyugal y
algunos fundamentos del principio de protección al cónyuge más débil”, en Estudios de
Derecho Civil III. Jornadas Nacionales de Derecho Civil. Valparaíso, 2007, Alejandro
Guzmán Brito (editor científico), Santiago de Chile, LegalPublishing, 2008, pp. 85 a 98.
39
Lepin Molina, Cristián, ob. cit., pp. 24-32.
1.- Definición.
40
Lepin Molina, Cristián, ob. cit., pp. 24-30.
2.- Características.
a) Es un hecho privado.
b) No produce obligación alguna ante la ley civil.
c) Se entrega enteramente al honor y la conciencia del individuo.
41
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 7.
42
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 7 y 8.
1.- Definición.
43
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 8 y 9.
44
Publicada en el Diario Oficial de fecha 17 de mayo de 2004 y vigente a partir del 18
de noviembre de 2004, reemplazó a la antigua Ley de Matrimonio Civil, que databa del
año 1884.
2.- Características.
45
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 9 y 10.
46
Ramos Pazos, René, ob. cit., p. 30.
47
Ramos Pazos, René, ob. cit., p. 30.
d) Cada parte sólo puede ser una persona. Este requisito constituye una
“derogación” particular, al art. 1438, precepto que establece que “cada
parte puede ser una o muchas personas”. Se descarta en nuestro
Derecho la poligamia, tanto en su variante de poliginia (varón casado
simultáneamente con dos o más mujeres) como la poliandria (mujer
casada simultáneamente con dos o más varones).
48
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., pp. 109-111.
49
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., p. 111.
50
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 15.
51
Causal incorporada por la Ley N° 20.830, publicada en el Diario Oficial de fecha 21
de abril de 2015.
52
Viladrich, Pedro Juan, “Comentario al canon 1095”, en Instituto Martín de Azpilcueta,
Código de Derecho Canónico, Pamplona, 1992, Ediciones Universidad de Navarra, 5ª
edición, p. 567, citado a su vez por Del Picó Rubio, Jorge, Derecho Matrimonial
Chileno, Santiago de Chile, AbeledoPerrot, LegalPublishing, 2010, p. 253.
53
Barrientos Grandón, Javier y Novales Alquézar, Aranzazú, Nuevo Derecho
Matrimonial Chileno. Ley número 19.947: celebración del matrimonio, separación,
divorcio y nulidad, Editorial LexisNexis, Santiago, 2004, p. 112.
54
López Díaz, Carlos, ob. cit., p. 170.
55
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit., pp. 252 y 253.
56
Hasta el año 2004, previo a la reforma hecha al Código Civil por la Ley N° 19.947,
existía un tercer impedimento dirimente relativo: no podía contraer matrimonio el que
había cometido adulterio con su partícipe en esa infracción, durante el plazo de cinco
años contado desde la sentencia que así lo establezca. Dicho tenor rigió entre el año
1994 y el 2004, conforme a lo dispuesto en la Ley N° 19.335. Antes, el impedimento
sólo afectaba a la mujer, la que no podía contraer matrimonio con su co-reo en el
delito de adulterio. Hoy, el adulterio ya no está sancionado penalmente, y si se decreta
el divorcio por tal causa, el cónyuge infractor no tendrá impedimento en contraer
matrimonio con el copartícipe en dicha conducta.
57
El tenor de este artículo fue modificado por la Ley 19.947.
Personas que deben asentir (arts. 107 y 111 del Código Civil):
distinguimos según se trate de un hijo de filiación determinada o
indeterminada:
i.- Hijos de filiación determinada: prestarán el consentimiento:
1º Ambos padres;
2º Si faltare uno de ellos, el otro de los padres prestará su
asentimiento;
3º A falta de ambos padres, el ascendiente o los ascendientes de grado
más próximo.
Causales de disenso:
Las causales de disenso no pueden ser otras que las señaladas en
el art. 113 del Código Civil. Conocerá y se pronunciará sobre el disenso,
el Juez de Familia58. Son las siguientes:
a) La existencia de cualquier impedimento legal, incluso el señalado en
el art. 116 del Código Civil.
b) El no haberse practicado algunas de las diligencias prescritas en el
título de Las Segundas Nupcias, en su caso.
c) Grave peligro para la salud del menor a quién se niega la licencia, o
de la prole.
d) Vida licenciosa, pasión inmoderada al juego, embriaguez habitual, de
la persona con quien el menor desea casarse.
e) Haber sido condenada esa persona por delito que merezca pena
aflictiva.
f) No tener ninguno de los esposos medios actuales para el competente
desempeño de las obligaciones del matrimonio.
Resumiendo, dichas causales constituyen impedimentos legales
(prohibiciones); de carácter eugenésico; de carácter moral; y de
carácter económico.
58
Art. 8, N° 5 de la Ley N° 19.968.
59
Establece el inc. 1° del art. 388 del Código Penal, conforme al tenor fijado por la Ley
N° 19.947:
“El oficial civil que autorice o inscriba un matrimonio prohibido por la ley o en que no
se hayan cumplido las formalidades que ella exige para su celebración o inscripción,
sufrirá las penas de relegación menor en su grado medio y multa de seis a diez
unidades tributarias mensuales. Igual multa se aplicará al ministro de culto que
autorice un matrimonio prohibido por la ley”.
60
Antes de la promulgación de la Ley N° 19.947, el art. 124 se refería al viudo o viuda.
Ahora, el precepto se aplica, además, a los que se hubieren divorciado y también,
atendido lo dispuesto en el art. 127, a los que hubieren anulado su matrimonio.
61
El impedimento alude a quien tenga hijos “de precedente matrimonio”. No se
protege, por ende, a los hijos de filiación no matrimonial. Se trata, sin duda, de una
omisión del legislador que debe repararse. En efecto, atenta ella contra el principio
consagrado en el artículo 33 del mismo Código, en cuanto la ley considera iguales a
todos los hijos. La norma, entonces, debiera aludir a toda clase de hijos, matrimoniales
o no matrimoniales, que al momento de contraer matrimonio su padre o madre,
estuvieren bajo la patria potestad o bajo la guarda de dicho progenitor. Se trata de
aplicar el aforismo “donde existe la misma razón, debe aplicarse la misma disposición”.
63
López Díaz, Carlos, ob. cit., pp. 159 y 160.
64
López Díaz, Carlos, ob. cit., p. 160.
65
Barrientos Grandón, Javier y Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., p. 112.
66
Es interesante notar que el Código argentino, contempla el dolo como vicio del
consentimiento en el matrimonio, lo que no acontece en la ley chilena.
67
Código Civil, Legis Editores S.A., 2001, Bogota, Colombia, p. 25.
d.1) Generalidades.
- Concepto.
68
Medio este último no contemplado en el artículo 9 de la ley de 1884.
69
La ley de 1884, exigía realizar la manifestación ante el Oficial del Registro Civil
competente, que lo era el del domicilio o residencia de cualquiera de los novios.
71
La instauración de estos cursos de preparación para el matrimonio, constituye una
novedad, pues la ley de 1884 nada contemplaba al efecto. Se aprecia la intención del
legislador, de cautelar que la decisión que adopten los novios, sea informada y
precedida de la pertinente reflexión. La ley civil, en esta materia, ha seguido los pasos
de la ley canónica.
72
Dicho artículo, debe relacionarse con el artículo 12 de la misma ley.
73
El legislador, afortunadamente, ha corregido una grave imprecisión en la que había
incurrido al dictar la Ley número 19.904, publicada en el Diario Oficial de fecha 3 de
octubre de 2003, en virtud de la cual se había agregado un inciso 2º al artículo 12º de
la ley de 1884, que señalaba: “Si uno de los que intentaren contraer matrimonio o
ambos fueren sordos o sordomudos que no pudieren expresar su voluntad por escrito,
la manifestación del matrimonio y la información que les entregue el oficial (sic) del
Registro Civil se efectuará o recibirá, en su caso, por intermedio de una o más
personas que puedan entenderse con ellos por medio de la lengua de señas, por
signos, o que comprendan a los sordos o sordomudos. Estas personas deberán ser
hábiles para ser testigos en el matrimonio.” La frase “por signos, o que comprendan a
los sordos o sordomudos”, muy ambigua, ha sido suprimida, lo que nos parece del
todo acertado, pues una cosa es aceptar la lengua de señas, que responde a un código
objetivo universalmente aceptado, y otra, como lo hizo la Ley número 19.904, era
permitir que el intérprete se valiera de un procedimiento subjetivo o personal, que en
ningún caso, podía garantizar que transmitía la verdadera voluntad del interesado.
74
Dispone el artículo 1447 del Código Civil, modificado por la Ley 19.904, que “Son
absolutamente incapaces (...) los sordos o sordomudos que no pueden darse a
entender claramente”.
75
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 43.
76
Se observan las siguientes diferencias con el antiguo artículo 14º de la ley de 1884:
1º En dicho artículo, se incluía entre los inhábiles a los ciegos, los sordos y los mudos;
2º Igualmente, eran inhábiles para servir de testigos los extranjeros no domiciliados
en Chile.
77
Modificado por la Ley Nº 19.947.
78
Estamos aquí ante una trascendental reforma de la ley, pues el artículo 35 de la Ley
de Registro Civil, y los artículos 9º y 31º de la Ley de 1884, exigían celebrar el
matrimonio ante el Oficial de la comuna o sección en que cualquiera de los
contrayentes tenía su domicilio, o hubiere tenido su residencia los tres últimos meses
anteriores a la fecha del matrimonio. Como se sabe, la infracción a estas normas,
probada por testigos que refutaban a su vez lo que habían declarado los testigos que
comparecieron a proporcionar la información (lo que se estimó posible, interpretando
en sentido laxo lo dispuesto en el inciso 2º del artículo 308 del Código Civil), fue la que
permitió solicitar la declaración de nulidad del matrimonio, ante los tribunales chilenos,
práctica que terminó por tornarse masiva, ante la ausencia de divorcio vincular. Hoy,
ha desaparecido la incompetencia territorial del Oficial Civil, pudiendo celebrarse el
matrimonio ante cualquier Oficial Civil, de cualquier punto del territorio nacional, con
prescindencia del domicilio o de la residencia de los contrayentes, aunque con la sola
limitación de que ha de tratarse del mismo ante el cual se hubieren cumplido las
formalidades previas de la manifestación e información. En todo caso, a nuestro juicio
no constituye causal de nulidad del matrimonio, el haberlo celebrado ante un Oficial
Civil diferente de aquél ante el cual se hubieren realizado las diligencias de la
manifestación y de la información. La misma opinión sustenta el profesor Pablo
Rodríguez Grez (“Ley de Matrimonio Civil”, artículo publicado por la Facultad de
Ciencias Jurídicas de la Universidad del Desarrollo, Curso de Actualización Jurídica.
Nuevas Tendencias en el Derecho Civil, Santiago, 2004, p. 21).
Podrá efectuarse:
i.- En el local correspondiente a la oficina del Oficial del Registro Civil; o
ii.- En el lugar que señalaren los futuros contrayentes, siempre que se
hallare ubicado dentro del territorio jurisdiccional del Oficial Civil (art.
17, inc. 2º de la Ley de Matrimonio Civil).
79
Artículo 131 del Código Civil: “Los cónyuges están obligados a guardarse fe, a
socorrerse y ayudarse mutuamente en todas las circunstancias de la vida. El marido y
la mujer se deben respeto y protección recíprocos”.
80
Artículo 133 del Código Civil: “Ambos cónyuges tienen el derecho y el deber de vivir
en el hogar común, salvo que a alguno de ellos le asista razones graves para no
hacerlo”.
84
Encina Francisco Antonio, Resumen de la Historia de Chile, de Francisco Antonio
Encina, redactado por Leopoldo Castedo, Editorial Zig-Zag, Santiago, 1954, Tomo III,
p. 1.625.
85
Incorporado a la misma por la Ley N° 19.947.
86
En el Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y
Reglamento del Senado, se incluye un informe preparado por el abogado Jorge del
Picó, asesor de asuntos religiosos del Ministerio de Justicia, acerca de la Ley N°
19.638. Se refiere en dicho informe, que el citado “...cuerpo legal establece un sistema
que permite gozar de personalidad jurídica de derecho público a todas aquellas
agrupaciones que cumplan con determinados requisitos formales. Fundamentalmente,
son la inscripción en el registro público que lleva el Ministerio de Justicia de la escritura
pública en que consten el acta de constitución y sus estatutos, el transcurso de un
plazo de noventa días desde la fecha de inscripción en el registro sin que el Ministerio
de Justicia hubiere formulado objeción (o subsanada en el caso que hubiere objeción o
que hubiere sido rechazada la objeción en la Corte) y la publicación en el Diario Oficial
de un extracto del acta de constitución. A partir de la publicación, se considera que el
registro se encuentra firme y, por tanto, la entidad goza de personalidad jurídica de
derecho público. El Ministerio de Justicia no puede denegar el registro, pero efectúa
89
Modificado por la Ley N° 19.947.
90
En tal sentido, opiniones de Carmen Domínguez Hidalgo y Hernán Corral Talciani, en
Seminario del Colegio de Abogados, al que se aludió.
91
Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento
del Senado, p. 104.
92
Muñoz, Andrea: en Seminario citado de la Universidad Diego Portales.
93
Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento
del Senado, p. 37.
94
El profesor Javier Barrientos Grandón, en la entrevista citada, manifiesta que no
estamos en rigor ante una “ratificación”, pues los efectos del matrimonio celebrado
ante la entidad religiosa, no se producen desde su celebración ante el respectivo
ministro de culto, sino desde la inscripción del acta en el Registro Civil. Vale decir, no
se produce el efecto propio de toda ratificación, cual es operar con efecto retroactivo,
dando eficacia al acto jurídico, desde la fecha de su celebración. Este efecto no
retroactivo de la “ratificación”, agrega el profesor Barrientos, puede generar una suerte
de vacancia entre el momento de la celebración del matrimonio ante la entidad
religiosa y el tiempo de la inscripción del acta extendida por la entidad ante un Oficial
Civil. Así pues, por ejemplo, si una de las personas que ha celebrado matrimonio
religioso muere antes de dicha ratificación, la supérstite ni ha sido cónyuge ni tendrá el
estado civil de viuda. Lo mismo ocurrirá si una de ellas no quisiere comparecer ante el
Oficial del Registro Civil a “ratificar el consentimiento”. Esta opinión del profesor
Barrientos parece confirmar la nuestra, en orden a que la ratificación (o como quiera
llamársele) es un acto personalísimo de los contrayentes y por ende, no admite
98
Art. 39, N° 6, Ley de Registro Civil: “El hecho de no tener ninguno de los cónyuges
impedimento o prohibición legal para contraer matrimonio”.
99
Art. 39, N° 8, Ley de Registro Civil: “El nombre y apellido de la persona cuyo
consentimiento fuere necesario”.
100
Art. 39, N° 9º, Ley de Registro Civil: “Testimonio fehaciente del consentimiento
para el matrimonio, en caso de necesitársele”.
101
Art. 39, N° 10º, Ley de Registro Civil: “El nombre de los hijos que hayan reconocido
en este acto.”
102
Art. 39, N° 11º, Ley de Registro Civil: “Testimonio de haberse pactado separación
de bienes o participación en los gananciales, cuando la hubieren convenido los
contrayentes en el acto del matrimonio.”
103
Art. 39, N° 12º, Ley de Registro Civil: “Nombres y apellidos de las personas cuya
aprobación o autorización fuere necesaria para autorizar el pacto a que se refiere el
número anterior”.
104
Art. 39, N° 13º, Ley de Registro Civil: “Testimonio fehaciente de esa aprobación o
autorización, en caso de ser necesarias;”
105
Opinión expresada por el profesor Cristián Maturana, en exposición realizada en el
Seminario del Colegio de Abogados, con fecha 1 de junio de 2004.
106
Modificado por la Ley N° 19.947.
i.- En cuanto a las formalidades externas del acto: rige la ley del lugar.
Así, si por ejemplo la ley del lugar no exige la presencia de dos testigos,
como la ley chilena, el matrimonio será igualmente válido en nuestro
país.
107
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 45.
108
Ramos Pazos, René, ob. cit., p. 66.
109
Hasta cierto punto, los efectos de la separación judicial, son homologables a los
efectos del divorcio perpetuo, que contemplaba la Ley de 1884.
110
Aunque la ley no lo expresa, debe entenderse que se refiere fundamentalmente a
los hijos no emancipados, salvo si se trata del pago de alimentos, que pueden
extenderse más allá del momento en que el hijo cumpla 18 años (de conformidad al
inc. 2º del art. 332 del Código Civil, “...los alimentos concedidos a los descendientes
(...) se devengarán hasta que cumplan veintiún años, salvo que estén estudiando una
profesión u oficio, caso en el cual cesarán a los veintiocho años; que les afecte una
incapacidad física o mental que les impida subsistir por sí mismos, o que, por
circunstancias calificadas, el juez los considere indispensables para su subsistencia”).
111
Esta expresión, ha reemplazado a la antigua “tuición”, que empleaban los textos
legales.
112
La expresión “relación directa y regular” ha sustituido al antiguo “derecho a visitas”,
menos descriptiva que la primera, para referirse al vínculo que debe mantenerse entre
el padre o madre que no tiene el cuidado personal del hijo menor, y éste, cuando los
padres no estuvieren casados, o si lo están, estuvieren separados de hecho o
judicialmente, o se encontraren divorciados o se hubiere decretado la nulidad del
matrimonio. En el mismo sentido, el inc. 1º del art. 229 del Código Civil dispone que
“El padre o madre que no tenga el cuidado personal del hijo no será privado del
derecho ni quedará exento del deber, que consiste en mantener con él una relación
directa y regular, la que ejercerá con la frecuencia y libertad acordada con quien lo
tiene a su cargo, o, en su defecto, con las que el juez estimare conveniente para el
hijo”. La “relación directa y regular” es llamada también “derecho-deber de
comunicación”.
113
La fecha cierta del cese de la convivencia, tiene crucial importancia para los efectos
de los plazos que deben haber transcurrido, para que opere el divorcio, según veremos
más adelante. De igual forma, puede incidir en la determinación de la compensación
económica, en los casos en que ésta proceda, tratándose de la nulidad y del divorcio.
114
Para estos efectos, el documento elaborado por el Registro Civil es el siguiente:
“Acta unilateral de cese de la convivencia. Artículo 25 Ley de Matrimonio Civil. En
Santiago, a ___ de _____ de _____, ante mí, ___________________ Oficial Civil de
Santiago, comparece don/doña ___________________________, Run o cédula
nacional de identidad número _________________, domiciliado en
_____________________ número ______, quien señala lo siguiente: Primero: Que el
(la) compareciente contrajo matrimonio con don/doña
__________________________ Run o cédula nacional de identidad número _______,
domiciliado (a) en _____________________________, con fecha ___ de ________
de ______, según consta en la inscripción de matrimonio número _____ del año
_____ de la Circunscripción de _________ Segundo: El (la) compareciente expresa su
voluntad de poner fin a la vida en común, originada por el matrimonio
precedentemente individualizado. En comprobante y previa lectura firma
__________________ (compareciente). _____________________ (Oficial Civil).
Nota: El artículo 25 de la Ley de Matrimonio Civil establece que la fecha cierta del cese
de la convivencia, se establecerá una vez que el otro cónyuge sea notificado de esta
declaración unilateral. Para realizar esta notificación se debe concurrir al Tribunal
a) De las causales.
119
Dado que previamente hemos aludido al deber de socorro y al deber de ayuda
mutua, el deber de protección recíproca pareciera estar referido a la protección que un
cónyuge debe al otro frente a una eventual agresión de terceros.
120
Véase la Ley N° 20.066, de Violencia Intrafamiliar, publicada en el Diario Oficial de
fecha 7 de octubre de 2005.
121
Dichas “reglas generales” son, en lo que respecta a los alimentos, los artículos 321
a 337 del Código Civil y las normas de la Ley N° 14.908 sobre Abandono de Familia y
Pago de Pensiones Alimenticias, y en lo relativo a los Bienes Familiares, los artículos
141 a 149 del Código Civil.
122
En armonía con esta obligación del juez de resolver las cuestiones más esenciales
para la familia, el artículo 48 ter de la Ley de Menores (Ley N° 16.618), agregado a
ésta por la Ley N° 19.947, dispone que en el caso de haberse deducido una demanda
de alimentos a favor de los hijos, o entre los cónyuges en forma adicional a aquélla, o
se solicite la regulación del cuidado personal o de la relación directa y regular que
mantendrá con ellos aquél de los padres que no los tenga bajo su cuidado, y no exista
previamente una resolución judicial que regule dichas materias o que apruebe el
acuerdo de las partes sobre las mismas, cualquiera de las partes podrá solicitar al
tribunal que emita en la sentencia un pronunciamiento sobre cada una de ellas,
aunque no hubieren sido incluidas en la demanda respectiva o deducidas por vía
reconvencional. El tribunal hará lugar a esa solicitud, a menos que no se den los
presupuestos que justifican su regulación. Para estos efectos, las acciones que
hubieren dado lugar a la interposición de la demanda se tramitarán conforme al
procedimiento que corresponda, mientras que las demás se sustanciarán por vía
incidental, a menos que el tribunal, de oficio o a petición de parte, resuelva tramitarlas
en forma conjunta.
123
En la primera edición de nuestro libro Análisis de la Nueva Ley de Matrimonio Civil,
sostuvimos que cualquiera de los cónyuges podía solicitar la liquidación de la sociedad
conyugal. Ahora, con un mejor análisis del punto, y atendido lo dispuesto en el art.
227 del Código Orgánico de Tribunales, creemos que los cónyuges sólo pueden pedirla
actuando de consuno. En caso contrario, no quedará otro camino que recurrir al viejo
expediente del juez árbitro.
124
En el caso previsto en el art. 19 de la Ley N° 14.908 sobre Abandono de Familia y
Pago de Pensiones Alimenticias. Conforme al artículo, cualquiera de los cónyuges podrá
solicitar la separación de bienes si el otro, obligado al pago de pensiones alimenticias,
en su favor o en el de los hijos comunes, hubiere sido apremiado por dos veces por el
no pago de tales pensiones. El art. 14 de la Ley N° 14.908, regula los apremios que
pueden solicitarse. No es necesario que los apremios hayan sido consecutivos.
2004.
130
El precepto, erróneamente, aludía al divorcio, lo que no tenía sentido, pues de
acuerdo al artículo 60 de la Ley de Matrimonio Civil, no hay deber de proporcionar
alimentos más allá de la sentencia de divorcio ejecutoriada.
131
Reemplazado por la Ley N° 19.947.
132
Los alimentos “necesarios” se contemplaban de manera expresa en el Código Civil
hasta la reforma hecha por la Ley N° 19.585 del año 1998. El antiguo artículo 323,
señalaba: “Los alimentos se dividen en congruos y necesarios. / Congruos son los que
habilitan al alimentado para subsistir modestamente de un modo correspondiente a su
posición social. / Necesarios los que le dan lo que basta para sustentar la vida. / Los
alimentos, sean congruos o necesarios, comprenden la obligación de proporcionar al
alimentario, menor de veintiún años, la enseñanza primaria y la de alguna profesión u
oficio”.
133
Modificado por la Ley N° 19.947.
134
Modificado por la Ley N° 19.947.
135
Modificado por la Ley N° 19.947.
136
La ley incorpora un sistema distinto al que regía en la ley de 1884, donde la
reconciliación que ponía fin al divorcio, no contemplaba la exigencia de cumplir con
formalidades de publicidad, lo que constituía, sin duda, un grave defecto de la antigua
normativa.
137
Siempre que se trate, según se estudiará, del matrimonio “putativo”.
138
He aquí la novedad más importante de la nueva Ley de Matrimonio Civil: introducir
en nuestra legislación, como causal de término del matrimonio, el divorcio. El punto
fue tan relevante en la discusión parlamentaria y para la opinión pública, que la ley
citada ha sido denominada vulgarmente como “Ley de divorcio”. Cesa de esta forma la
peculiar acepción de divorcio que regía en la Ley de 1884, en cuya virtud, los
divorciados continuaban casados, aunque legalmente separados.
139
Este caso no se encontraba contemplado en el antiguo art. 38 de la Ley de 1884, de
manera que había que aplicar la regla general que ella contemplaba, esto es, que el
matrimonio terminaba sólo después de haber transcurrido quince años, desde la fecha
del desaparecimiento en la acción de guerra o peligro semejante.
145
Cfr. “Historia de la Ley N° 19.947, en www.congreso.cl.
146
Rossel Saavedra Enrique, ob. cit., p. 50.
147
Se suprimió la causal de nulidad consistente en la incompetencia del oficial del
Registro Civil. Disponía el antiguo artículo 31 de la Ley de 1884 que era nulo el
matrimonio que no se celebrare ante el oficial del Registro Civil competente.
Recordemos que era tal, el del domicilio de cualquiera de los contrayentes o de su
residencia de tres meses anteriores a la celebración del matrimonio (artículo 9 de la
ley de 1884). Hoy, como lo hemos expresado, es Oficial Civil competente cualquiera de
los que ejerzan su cargo, en el territorio nacional.
148
En Seminario de la Universidad Diego Portales.
149
La ley, alude correctamente a “los demás herederos del cónyuge difunto”,
considerando que el cónyuge sobreviviente es también heredero. Como es obvio, la
acción de nulidad no será promovida por éste, sino por aquellos.
150
Observamos las siguientes diferencias entre el art. 46 de la nueva Ley y el art. 34
de la Ley de 1884, acerca de los titulares de la acción de nulidad de matrimonio:
1º No se alude ahora al ministerio público entre los titulares de la acción, aunque
debemos entender que podría intervenir, tratándose de las causales fundadas en los
artículos 6 y 7 de la nueva ley, pues en estos casos, la nulidad podrá ser solicitada por
cualquier persona, en el interés de la moral o de la ley;
2º Nada dice el art. 46, ni otra disposición de la nueva ley, como sí lo hacía el art. 34,
acerca de la obligación de oír al ministerio público. Entendemos que dicho trámite debe
obviarse;
3º El art. 46 permite demandar la nulidad del matrimonio al cónyuge menor de edad y
al interdicto por disipación, circunstancia no admitida en el art. 34.
151
Ver nota Nº 133.
152
Hernán Corral Talciani, Seminario citado.
153
Vale decir, se podrá accionar de nulidad, hasta que el demandante haya cumplido
19 años. El plazo es el mismo que establecía la Ley de 1884, con la salvedad que en
ella, la acción prescribía un año después que el cónyuge impúber llegaba a la pubertad,
o sea, prescribía la acción al cumplir la mujer 13 años o el varón 15 años, según lo
establecía el art. 35, inciso 2º de la Ley de 1884.
154
Se amplía el plazo, de un año previsto en la ley antigua, a tres en la nueva. Este
plazo difiere del que establece el art. 1691 del Código Civil, que a propósito de la
acción para solicitar la declaración de nulidad de un contrato patrimonial, cuando las
causales de nulidad relativa son la fuerza, el error o el dolo, dispone que el plazo, de
cuatro años, se contará, en el caso de la fuerza, desde que ésta hubiere cesado, y en
el caso del error o del dolo, desde el día de la celebración del acto o contrato.
155
La regla es similar a la que establecía la antigua ley. Al igual que la ley antigua, la
nueva se refiere al fallecimiento del “cónyuge enfermo”. Admitiendo que se trata del
caso más frecuente de matrimonio en artículo de muerte, cabe preguntarse si aquél de
los contrayentes que ha sido condenado a muerte (por ejemplo, por juzgado militar en
tiempo de guerra, por cobardía ante el enemigo) queda o no comprendido en esta
hipótesis. Creemos que sí.
156
La regla es similar a la contemplada en la antigua ley.
157
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 52 y 53.
158
En este caso, se innovó la situación prevista en la Ley 1884, pues en ésta, la acción
fundada en esta causal era imprescriptible.
159
Se alude a los “presuntos cónyuges”, puesto que si se declaró la nulidad, entonces
nunca hubo matrimonio, y por ende, tampoco “cónyuges”.
160
La ley es ahora explícita en cuanto al efecto natural de toda nulidad judicialmente
pronunciada, lo que no ocurría en la ley de 1884, aunque la doctrina señalaba que, no
obstante el silencio de la ley en esta materia, debía también entenderse que aplicando
los principios generales de la legislación, era posible concluir que declarada la nulidad
del matrimonio, los ex presuntos cónyuges quedaban en la misma situación que si
dicho matrimonio no hubiera existido.
b) El matrimonio putativo.
b.1) Concepto.
Existe una importante excepción a los efectos de la sentencia de
nulidad del matrimonio, que, según lo expresamos, suprime todos los
efectos del matrimonio anulado. Tal excepción, está constituida por la
figura denominada por la doctrina “matrimonio putativo”, que
consagraba el Código Civil en el inc. 1° del art. 122.161 Si bien este
precepto fue derogado por la Ley N° 19.947, se incorporó en la misma
ley, en su art. 51162. Dispone el art. en su inc. 1º: “El matrimonio nulo
que ha sido celebrado o ratificado ante el Oficial del Registro Civil
produce los mismos efectos civiles que el válido respecto del cónyuge
que, de buena fe y con justa causa de error, lo contrajo, pero dejará de
producir efectos civiles desde que falte la buena fe por parte de ambos
cónyuges”.
Se trata de un matrimonio que tenía la apariencia de válido, al
menos para uno de los ex presuntos cónyuges. Por ello, a pesar de que
se declare su nulidad, no se entienden extinguidos los efectos que
hubiera producido, reconociéndolos la ley, como si el matrimonio
hubiere sido válidamente contraído.
161
Disponía el inc. 1° del art. 122 del Código Civil, hoy derogado: “El matrimonio nulo,
si ha sido celebrado ante oficial del Registro Civil, produce los mismos efectos civiles
que el válido respecto del cónyuge que, de buena fe, y con justa causa de error, lo
contrajo; pero dejará de producir efectos civiles desde que falte la buena fe por parte
de ambos cónyuges”.
162
Consta del Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y
Reglamento del Senado, que los Senadores Bombal, Chadwick, Coloma y Larraín,
plantearon mantener el artículo 122 del Código Civil, indicación que fue rechazada por
la Comisión, “en resguardo de la sistematización de la nulidad del matrimonio y sus
efectos”: p. 59.
163
Hasta el año 2004, existía una tercera clase de matrimonio nulo, que la doctrina
denominaba “calificado”, y que se encontraba consagrado en el inc. 2° del art. 122 del
Código Civil. Rezaba dicha norma: “Con todo, la nulidad declarada por incompetencia
del funcionario, por no haberse celebrado el matrimonio ante el número de testigos
requerido por la ley o por inhabilidad de éstos, no afectará la legitimidad de los hijos
concebidos durante el matrimonio, aunque no haya habido buena fe ni justa causa de
error”. Como se desprendía del tenor de la norma, los hijos conservaban su filiación
“legítima” (matrimonial), aunque no se reunieran los requisitos del matrimonio
putativo. Era pues el único efecto que generaba el matrimonio declarado nulo. Pero
este efecto sólo podía reconocerse, si la causal de nulidad fuere incompetencia del
Oficial o falta o inhabilidad de uno o de ambos testigos.
164
Recordemos que el Código Civil también emplea la expresión “putativo” en los arts.
704 N° 4 en relación al 1269, a propósito del heredero putativo, y en el art. 1790, en
relación al cónyuge putativo.
165
Somarriva Undurraga, Manuel, Derecho de Familia. Apuntes de clases del profesor
Don Manuel Somarriva, Santiago de Chile, Editorial Nascimento, 1936, p. 98.
166
Ramos Pazos, René, ob. cit., tomo I, p. 94, N° 113.
169
Antes de la Ley N° 19.947, nada decía el art. 122 del Código Civil –que
contemplaba, entre otras, la hipótesis del matrimonio putativo- acerca de si el
matrimonio declarado nulo debía en principio entenderse o no putativo, es decir, si se
presumía o no la buena de los contratantes. Hoy, la cuestión quedó zanjada por el art.
52 de la Ley N° 19.947, pues se presume la buena fe y por ende la putatividad.
Quienes sostenían, antes de la reforma legal, que debía presumirse la buena fe,
invocaban para ello el tenor del art. 707 del Código Civil (presunción de buena fe a
favor del poseedor), que aun cuando se ubica en materia posesoria, tendría a juicio de
la mayoría de nuestra doctrina un alcance general.
170
Ramos Pazos, René, ob. cit., tomo I, p. 95, N° 114.
171
Ramos Pazos, René, ob. cit., tomo I, p. 95, N° 114.
172
Hoy, art. 51 de la Ley de Matrimonio Civil.
173
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., pp. 103 y 104.
174
Según se estudiará, nuestros tribunales, en algunos casos, también han admitido la
existencia de una comunidad o sociedad de hecho, originada en un concubinato.
175
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., p. 106.
176
Rossel, Enrique, ob. cit., p. 61.
177
Larousse, Diccionario Enciclopédico 2003, Colombia, Colombiana S.A., p. 357.
178
Como indica el profesor Carlos Peña González, nuestro legislador ha optado por dos
tipos básicos de divorcio, ambos basados en la ley francesa del año 1975: el primero,
el denominado divorcio por falta o por culpa, consagrado en el artículo 54 de la Ley de
Matrimonio Civil; el segundo, el divorcio por ruptura irremediable de la vida en común
o cese efectivo de la convivencia, consagrado en el artículo 55 de la Ley de Matrimonio
Civil. En el primero, se admite la posibilidad que el divorcio sea reclamado por uno solo
de los cónyuges, lo que por cierto no significa que nuestra ley haya consagrado, como
erróneamente algunos han afirmado, el divorcio unilateral o repudio, pues resulta
imperativo probar la falta en que incurrió el cónyuge demandado. En el segundo caso,
pueden darse dos situaciones: la primera situación, permite que uno solo de los
cónyuges demande el divorcio, lo que tampoco significa que se haya admitido el
divorcio unilateral o repudio, pues resulta imprescindible probar el cese efectivo de la
convivencia por al menos tres años. La segunda situación, permite que los cónyuges
puedan solicitar la declaración de divorcio conjuntamente, no siendo tampoco efectivo
que se haya admitido el divorcio de común acuerdo, pues en esta segunda situación,
debe acreditarse el cese efectivo de la convivencia por al menos un año. El divorcio por
mutuo consentimiento, en cambio, que se recoge en la ley francesa, supone que el
juez está obligado a decretarlo cuando se lo piden los cónyuges, lo que no acontece en
nuestra ley, si éstos no pueden probar el cese de la convivencia por el plazo mínimo
exigido por la ley: exposición en Seminario de Colegio de Abogados, 1 de junio de
2004. En todo caso, hay que considerar que el divorcio unilateral es de antigua data.
Así, en el Deuteronomio, 24, 1, se lee: “Si un hombre toma una mujer y se casa con
ella, puede ser que le encuentre algún defecto y ya no la quiera. En ese caso, escribirá
un certificado de divorcio que le entregará antes de despedirla de su casa.”· Se
advierte enseguida, que habiendo salido la mujer de la casa de quien la repudió, podrá
ser la mujer de otro, pero si éste a su vez también la repudia o muere, el primero que
la repudió no podrá volver a tomarla como su mujer.
179
El profesor Carlos Peña González plantea la hipótesis de culpabilidad de ambos
cónyuges, tanto del demandante como del demandado, concluyendo que en tal caso,
debe concederse el divorcio, sin que opere la compensación de culpas como
fundamento plausible para rechazar la demanda de divorcio: exposición en Seminario
del Colegio de Abogados, 1 de junio de 2004. Dicho en otros términos, no operaría
aquí, haciendo un símil con los contratos patrimoniales bilaterales, el principio
consagrado en el artículo 1552 del Código Civil, acerca de que la mora de uno de los
contratantes purga la mora en que ha incurrido el otro contratante, o excepción de
contrato no cumplido. La misma opinión sustenta el profesor Carlos López Díaz:
Manual de Derecho de Familia y Tribunales de Familia, Editorial Librotecnia, Santiago,
2005, Tomo I, p. 269.
180
El profesor Carlos López Díaz destaca que el juez debe apreciar la gravedad de la
falta en forma objetiva, afirmando que “…la gravedad de la falta no debe analizarse a
la luz de las condiciones sociales, culturales y económicas de los cónyuges, pues ello
implica relativizar las causales e introducir diferencias y discriminaciones odiosas. Si
así fuera, la violencia ejercida en contra de la mujer de extracción modesta sería
considerada como aceptable, ya que el entorno social en que vive lo ve como tolerable
e incluso normal, con lo que no podría solicitarse el divorcio. Dicho planteamiento debe
rechazarse.”: ob. cit., p. 270.
181
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., p. 364. El profesor
Carlos López Díaz estima “que en tal caso el cónyuge declarado en interdicción por
disipación es plenamente imputable, pues la interdicción tiene alcances patrimoniales,
y aquí se atiende a una relación personal como es la derivada del matrimonio y de la
filiación.”: López Díaz, Carlos, ob. cit., p. 268.
182
Conforme al Nº 1 del art. 357 del Código de Procedimiento Civil, no son hábiles de
declarar como testigos los menores de catorce años, sin perjuicio que puedan
aceptarse sus declaraciones sin previo juramento y estimarse como base para una
presunción judicial, cuando tengan discernimiento suficiente. De acuerdo a los
números 1 y 2 del artículo 358 del mismo Código, son también inhábiles para declarar:
1º El cónyuge y los parientes legítimos (sic) hasta el cuarto grado de consanguinidad y
segundo de afinidad de la parte que los presenta como testigos; y 2º. Los
ascendientes, descendientes y hermanos ilegítimos (sic), cuando haya reconocimiento
del parentesco que produzca efectos civiles respecto de la parte que solicite su
declaración.
183
Hay en este punto una diferencia con la Ley de 1884, pues el encabezado del art.
21, que establecía las causales de divorcio, señalaba: “El divorcio procederá solamente
por las siguientes causas”, lo que indicaba que se trataba de casos taxativos. El
carácter no taxativo del art. 54, con todo, no disminuye la importancia de los casos
señalados por el legislador, respecto de los cuales, como destaca Jorge del Picó Rubio,
se presume que una vez probada su ocurrencia, queda también determinado el
supuesto de violación grave de los deberes y obligaciones, según la exigencia de la ley.
En todos los otros casos que pudieran ser alegados, deberá establecerse esta conexión
entre el hecho que fundamenta la falta y el carácter de constituir una violación grave
de los deberes y obligaciones que les impone el matrimonio o de los deberes y
obligaciones para con los hijos: Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit., p. 420.
184
López Díaz, Carlos, ob. cit., p. 271.
185
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., pp. 368 y 369.
186
Court Murasso, Eduardo, Nueva Ley de Matrimonio Civil. Ley 19.947 de 2004
analizada y comentada, Editorial Legis, Bogotá, 2004, p. 84.
189
Serie Jurisprudencia. Derecho de Familia. Primera parte, Santiago de Chile, Editorial
Metropolitana, 2010, pp. 221 y 222.
190
La ley no señala plazo por el cual se haya prolongado el abandono del hogar
común, de manera que queda entregada su determinación a la prudencia del juez:
López Díaz, Carlos, Manual de Derecho de Familia y Tribunales de Familia, Editorial
Librotecnia, Santiago, 2005, Tomo I, p. 266.
191
Nada dice la ley en el número 2 del artículo 54 respecto de la trasgresión de los
otros deberes que el matrimonio impone a los cónyuges, a saber, el deber de ayuda
mutua, que se refiere al cuidado y atención personal que los cónyuges se deben en
todas las circunstancias de la vida, mientras dure el matrimonio. Tal deber, por ende,
tiene un significado moral o afectivo antes que económico; el deber de protección
recíproca, que pareciera estar referido a la protección que un cónyuge debe al otro
frente a una eventual agresión de terceros; el deber de respeto recíproco, conforme
al cual los cónyuges deben darse entre sí un trato que asegure la dignidad a que
tienen derecho, sobre todo cuando los une un vínculo afectivo tan determinante como
aquél que supone el matrimonio; y el deber de cohabitación, que dice relación con
uno de los fines esenciales del matrimonio, cual es la procreación, como asimismo, que
los cónyuges tengan una vida sexual plena, sin que ello afecte la dignidad de ambos.
Una conclusión apresurada, podría descartar el divorcio por la violación de estos
deberes. Sin embargo, dicha interpretación sería errónea, por dos razones: 1. La
causal, en los términos consagrados en la parte inicial del artículo 54, es genérica,
pues alude a una violación de los deberes y obligaciones que les impone el matrimonio
a los cónyuges; y 2. Porque tal como lo expresamos, las conductas descritas en los
numerales del artículo 54 son meramente ejemplares y en ningún caso taxativas. De
cualquier forma, se aprecia la desprolijidad del legislador, al no hacer en el número 2
del artículo 54 una mención de todos los deberes y obligaciones que pesan sobre los
cónyuges, con ocasión del contrato matrimonial.
196
Del Picó cita a Eduardo Sambrizzi, y su obra “Separación personal y divorcio”, I,
Buenos Aires, 2004, 2ª edición, La Ley, p. 181.
197
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 421.
198
Como se expresa en la sentencia, éstos hechos se acreditaron por el testimonio de
las hijas de la demandada.
199
www.legisnews.com, sentencia redactada por Ministra Sra. Gabriela Pérez Paredes,
en los autos Rol número 9.529-2010.
200
Esta misma doctrina se establece en otra sentencia de la Corte Suprema, de fecha
19 de enero de 2009, autos Rol número 7.843-2008, citada en “LEYES & SENTENCIAS”
número 105, julio de 2010.
201
Serie Jurisprudencia. Derecho de Familia. Primera parte, Santiago de Chile, Editorial
Metropolitana, 2010, pp. 223 y 224.
202
Citado en la “Revista Chilena de Derecho de Familia”, número I, Santiago de Chile,
AbeledoPerrot Legal Publishing-Centro de Investigaciones Jurídicas Universidad Central
de Chile, diciembre de 2009, pp.184 y 185.
203
Se definía el delito de adulterio en el art. 375, inciso 2° del Código Penal: “Cometen
adulterio la mujer casada que yace con varón que no sea su marido y el que yace con
ella sabiendo que es casada, aunque después se declare nulo el matrimonio”. El inciso
1° señalaba la pena: “El adulterio será castigado con la pena de reclusión menor en
cualquiera de sus grados”. El art. 381 del mismo Código, por su parte, señalaba que:
“El marido que tuviere manceba dentro de la casa conyugal o fuera de ella con
escándalo, será castigado con reclusión menor en su grado mínimo, y perderá el
derecho de acusar a su mujer por los adulterios cometidos durante su
amancebamiento. La manceba sufrirá la pena de destierro en cualquiera de sus
grados”.
204
Barrientos Grandón, Javier, artículo “De la obligación de guardarse fe y del
adulterio”, en Revista Chilena de Derecho de Familia, número I, Santiago de Chile,
AbeledoPerrot Legal Publishing-Centro de Investigaciones Jurídicas Universidad Central
de Chile, diciembre de 2009, pp. 184-188.
205
LEYES & SENTENCIAS N° 105, julio de 2010, p. 119.
206
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 422.
207
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 422.
208
LEYES & SENTENCIAS, N° 105, julio de 2010, pp. 115-118.
209
www.legisnews.com, sentencia redactada por Ministro Sr. Jorge Dahm, dictada en
los autos Rol número 9.675-2005.
210
Se aprecia también aquí una importante innovación, respecto a la ley de 1884. En
efecto, en esta, era causal de divorcio, conforme al número 11 del artículo 21,
“Condenación de uno de los cónyuges por crimen o simple delito”, causal que por ser
demasiado genérica, había sido objeto de críticas por la doctrina, pues era suficiente
cualquier delito, aunque no fuera “infamante” para la persona del otro cónyuge, como
delitos de carácter político, para solicitar el divorcio.
211
Como acertadamente indica el profesor Carlos López Díaz, mejor que aludir a una
grave ruptura de la “armonía conyugal” habría sido referirse el legislador a la “armonía
familiar”, pues se trata de una expresión más amplia que la primera, restringida a los
cónyuges, en circunstancias de que los hijos también pueden verse afectados por la
ocurrencia de la causal: ob. cit., p. 273. En todo caso, deberá ser siempre el padre o
madre quien deduzca la demanda de divorcio.
212
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 423.
213
Morales Durán, Abner, El divorcio sanción, Memoria de Grado, Universidad Bernardo
O’Higgins, 2007, p. 22, citado en Serie Jurisprudencia. Derecho de Familia. Primera
parte, Santiago de Chile, Editorial Metropolitana, 2010, p. 225.
214
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 423.
215
López Díaz, Carlos, ob. cit., p. 274.
216
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 423.
217
El número 9 del artículo 21 de la ley de 1884 decía “Vicio arraigado de juego,
embriaguez o disipación”. Como nada se indica respecto de los jugadores compulsivos,
debemos entender que no se configura una causal de divorcio, a menos que tal
conducta lleve al cónyuge jugador al incumplimiento de sus deberes para con el otro
cónyuge.
218
LEYES & SENTENCIAS, N° 61, pp. 53 y 54, redacción de la sentencia por abogado
integrante Sra. Tita Aránguiz Zúñiga.
219
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 423.
220
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 424.
226
www.legisnews.com Boletín diario de Jurisprudencia Chilena.
227
Figueroa Yáñez, Gonzalo, opinión expresada en el Seminario organizado por la
Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Diego Portales, los días 15 y 16 de
junio de 2004.
228
LEYES & SENTENCIAS, N° 65, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2008.
229
LEYES & SENTENCIAS, N° 64, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2008.
230
LEYES & SENTENCIAS, N° 55, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2008, p.
9.
231
Cfr. Kuncar Oneto, Andrés, “El divorcio unilateral ante el incumplimiento de la
obligación alimenticia”, en Estudios de Derecho Civil IV. Jornadas Nacionales de
Derecho Civil, Olmué, 2008, Carlos Pizarro Wilson (coordinador), Santiago de Chile,
LegalPublishing, 2009, pp. 173-193.
232
LEYES & SENTENCIAS, N° 40, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2007, pp.
48 y 49. Sentencia de la Corte de Apelaciones de Rancagua, pronunciada con fecha 30
de abril de 2007.
233
LEYES & SENTENCIAS, N° 40, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2007, pp.
53-55. Sentencia de la Corte de Apelaciones de Chillán, pronunciada con fecha 30 de
abril de 2007.
234
LEYES & SENTENCIAS, N° 63, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2008.
237
LEYES & SENTENCIAS, N° 22, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2006, pp.
69-72.
238
www.lexisnexis.cl (consultada en septiembre de 2007).
239
www.legisnews.com Boletín diario de Jurisprudencia Chilena.
240
Orrego Acuña, Juan Andrés, Análisis de la nueva Ley de Matrimonio Civil, Santiago
de Chile, Editorial Metropolitana, 2005, 2a edición, pp. 128 y 129.
241
Ramos Pazos, René, “Aspectos destacados de la Ley número 19.947 sobre
Matrimonio Civil”, Colección de Monografías Derecho Privado, Universidad de
Concepción, 2004, p. 39.
242
En los juzgados civiles de Santiago, durante los meses posteriores a la entrada en
vigencia de la Ley de Matrimonio Civil, se observó un criterio dispar en cuando a la
forma de presentar la solicitud de divorcio, cuando los cónyuges están de acuerdo.
Para algunos juzgados, basta una presentación conjunta. Para otros tribunales, a pesar
del acuerdo, uno de los cónyuges debe demandar al otro. Personalmente, creemos
más ajustada al espíritu de la ley la primera fórmula, pudiendo ambos cónyuges
designar un abogado patrocinante y apoderado común. Lo prudente, con todo, sería
averigua previamente cual de los dos criterios acepta el tribunal competente. En
cualquier caso, el tribunal, interpuesta la demanda, deberá citar a la pertinente
audiencia de conciliación. Los autores han concordado acerca de la interposición
conjunta de la demanda (López Díaz Carlos, ob. cit., p. 278; Barrientos Grandón Javier
y Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., pp. 382 y 383). Sobre el particular, con fecha 6
de septiembre de 2006, la Corte de Apelaciones de Concepción, expresa una opinión
contraria, indicándose: “1.- Que esta Corte no comparte el dictamen de la Fiscal
Judicial, en cuanto a que en los juicios de divorcio de común acuerdo no pueden ambas
partes ser patrocinadas y representadas por un solo abogado. Lo anterior porque
entiende esta Corte que si ambas partes lo piden de común acuerdo, se está frente a
una gestión no contenciosa. No puede haber juicio cuando la pretensión de las dos
partes es la misma: que se ponga término al matrimonio por haber cesado la
convivencia durante un lapso mayor de un año. El lenguaje que emplea el inciso 1° del
artículo 55 de la Ley número 19.947: ‘el divorcio será decretado por el juez si ambos
cónyuges lo solicitan de común acuerdo’ es suficientemente ilustrativo, pues no habla
de demanda. 2.- Que, lo dicho en el fundamento anterior, no significa que no deba
darse cumplimiento en estas causas a las exigencias que la ley prescribe. Desde luego,
debe probarse el cese de la convivencia por el plazo legal, requisito que en el caso de
autos aparece satisfecho con las declaraciones de los testigos…”: LEYES &
SENTENCIAS, N° 26, Santiago de Chile, 2006, pp. 55 y 56. La sentencia parcialmente
transcrita es especialmente interesante, porque fue redactada por el profesor René
Ramos Pazos, abogado integrante del mencionado tribunal colegiado.
d.1) Cómputo del plazo del cese de la convivencia entre los cónyuges,
tratándose de los matrimonios celebrados a partir del 18 de noviembre
de 2004.
El inc. 4º del art. 55, dispone que, en todo caso, se entenderá que
el cese de la convivencia no se ha producido con anterioridad a las
fechas a que se refieren los artículos 22 y 25 de la Ley de Matrimonio
Civil, según corresponda. Recordemos que el art. 22, se refiere al
acuerdo de los cónyuges separados de hecho, acerca de la fecha en que
cesó la convivencia, mientras que el art. 25 alude a hipótesis en las que
la fecha cierta emana de actos realizados por uno solo de los cónyuges.
En consecuencia, sea que el divorcio se pida por los cónyuges de
común acuerdo, sea que se pida por uno de ellos en forma unilateral, los
plazos de uno y tres años cabales, sólo se contarán:
243
Se trata de los alimentos devengados pero no pagados, y no de alimentos que
vayan a persistir después del divorcio, pues operando éste, cesa el deber de socorro
entre los cónyuges.
244
Fundamentalmente, se trata de la compensación económica.
d.2) Cómputo del plazo del cese de la convivencia entre los cónyuges,
tratándose de los matrimonios celebrados antes del 18 de noviembre de
2004.
245
Se mantuvo el mismo principio que establecía el artículo 24 de la Ley de 1884.
246
Como destaca el profesor Court, al contemplarse la irrenunciabilidad de la acción de
divorcio, el legislador se pronuncia por el establecimiento de una sola clase de
matrimonio (con divorcio), desechando la posibilidad de que los contrayentes puedan
optar por un matrimonio con divorcio o uno sin divorcio: Court Murasso, Eduardo,
Nueva Ley de Matrimonio Civil. Ley 19.947 de 2004 analizada y comentada, Editorial
Legis, Bogotá, 2004, p. 90.
247
En la ley de 1884, se extinguía la acción por prescripción de un año, contado desde
que se había tenido conocimiento del hecho en que se fundaba (artículo 26). Dado que
se trataba de una prescripción de corto tiempo, se regía por el artículo 2524 del Código
Civil y no se suspendía, vale decir, corría contra toda clase de personas.
248
La Ley N° 20.286, publicada en el Diario Oficial de fecha 15 de septiembre de 2008,
suprimió el Párrafo 3º del Capítulo VII de la Ley de Matrimonio Civil, integrado por los
artículos 71 a 79, y que trataba “De la Mediación”. Hoy, ésta materia ha quedado
regulada en la Ley sobre Tribunales de Familia, en su Título V, “De la Mediación
Familiar”; artículos 103 a 114. Para efectos de guardar el debido orden, hemos incluido
al final de este apunte, un capítulo sobre esta materia, pues siendo materia de
Derecho de Familia, no está ya en la Ley de Matrimonio Civil.
249
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., pp. 402 y 403.
250
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., pp. 405-410.
251
Exposición efectuada en Seminario citado de la Universidad Diego Portales.
252
Cuevas M. Gustavo, artículo titulado “Indemnizaciones reparatorias de la nueva Ley
de Matrimonio Civil (Ley número 19.947) y Regímenes Matrimoniales”, en publicación
de la Facultad de Derecho de la Universidad del Desarrollo Curso de Actualización
Jurídica. ‘Nuevas Tendencias en el Derecho Civil, Santiago, 2004, p. 74.
253
Pizarro Wilson, Carlos y Vidal Olivares, Álvaro, La compensación económica por
divorcio o nulidad matrimonial, Santiago de Chile, LegalPublishing AbeledoPerrot,
2009, pp. 27 y 28.
254
En realidad, según veremos, también ha de considerarse la buena o mala fe del
cónyuge acreedor de la compensación económica.
255
Pizarro Wilson, Carlos y Vidal Olivares, Álvaro, ob. cit., p. 28.
256
Pizarro Wilson, Carlos y Vidal Olivares, Álvaro, ob. cit., p. 32.
257
Cuevas M. Gustavo, ob. cit., pp. 74 y 75.
258
Court Murasso, Eduardo, Nueva Ley de Matrimonio Civil. Ley 19.947 de 2004
analizada y comentada, Editorial Legis, Bogotá, 2004, pp. 98 y 99.
259
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., pp. 410-412.
b) Cuándo procede.
260
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., p. 414.
261
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., pp. 422 y 423.
262
López Díaz Carlos, ob. cit., p. 295.
263
Rodríguez Grez, Pablo, artículo titulado “Ley de Matrimonio Civil”, en publicación de
la Facultad de Derecho de la Universidad del Desarrollo Curso de Actualización Jurídica.
‘Nuevas Tendencias en el Derecho Civil, Santiago, 2004, p. 46.
más débil. Por eso, lo que se propone es efectuar primero la liquidación del régimen
patrimonial del matrimonio, y, de acuerdo al resultado, hacer procedente la
compensación económica o denegarla”. La indicación no fue acogida sin embargo,
sosteniendo el Senador Espina, quien discrepó de las apreciaciones del Senador
Chadwick, que cabía rechazarlas: “...por estimar que son dos materias distintas la
liquidación del régimen de bienes que exista entre los cónyuges y el menoscabo
económico que sufrió uno de ellos por haberse dedicado al cuidado del hogar. Este
perjuicio se proyectará a futuro, porque no tendrá régimen de salud, ni jubilación, y
tendrá que empezar a trabajar con una profesión abandonada hace muchos años o a
una edad en que no conseguirá un trabajo bien remunerado”. Agregó el Senador
Espina que “...la repartición de los gananciales no es un regalo, sino que el resultado
de la liquidación de la sociedad que existió entre los cónyuges: se entrega lo que
corresponde a uno de los socios por derecho propio. En cambio, la compensación no
persigue equilibrar patrimonios, sino que indemnizar a uno de los cónyuges por el
menor incremento de su propio patrimonio, con vistas sobre todo a su subsistencia
futura.” La Ministro del Servicio Nacional de la Mujer, Señora Pérez, señaló por su
parte que “...efectivamente, la compensación procederá en forma independiente a la
partición de bienes, porque propende a que, considerando lo que dejó de ganar el
cónyuge que se dedicó al cuidado del hogar, tenga, al producirse la terminación del
matrimonio, un punto de partida que equivalga a aquel en que se encontraría de no
haber mediado esa dedicación preferente.” El Senador Moreno, “...coincidió en que en
la indicación se confunden dos aspectos: la compensación de la postergación
económica que deriva de la dedicación que tuvo uno de los cónyuges al hogar y a los
hijos y, por otra parte, su legítimo derecho a participar en los gananciales.” En
definitiva, el Senador Chadwick estimó razonables los argumentos contrarios a la
indicación: pp. 70 y 71.
267
López Díaz Carlos, ob. cit., p. 296.
268
Al mes de julio de 2017, los traspasos desde la aludida reforma legal, entre cuentas
de capitalización individual entre cónyuges, ascendían a la suma de 25.104 millones de
pesos. Se contabilizaban por la Superintendencia de Pensiones un total de 3.604
traspasos. La mayoría, a cuentas de mujeres (97%, 3.498 traspasos, por un total de
24.397 millones de pesos. El 3% restante a cuenta de varones, por 707 millones).
Desde la creación del sistema, las compensaciones por este concepto promedian los
6.9 millones para las mujeres y los 6.6 millones para los hombres. En términos
generales, los montos traspasados representan en torno al 18% del saldo en la cuenta
de AFP del cónyuge compensador y alrededor del 55% de los ahorros que tenía previo
al traspaso el cónyuge compensado, la mayoría mujeres. Fuente: diario “La Tercera”,
Santiago de Chile.
269
Se discutió en el Senado si era o no procedente privar de la compensación al
cónyuge culpable del divorcio. La Ministro Señora Pérez, señaló que al ser las mujeres
quienes mayoritariamente podrán acceder a estas compensaciones, la redacción de la
ley, en orden a privar de la compensación al cónyuge culpable, se transformaría en
una sanción para ellas (las mujeres). Agregó “...que la compensación no puede ser un
premio o castigo por buen o mal comportamiento, sino que debe ser el reconocimiento
de que el matrimonio implica un proyecto de vida.” A juicio de la Ministro Pérez, la
compensación debía proceder aún en caso de culpa del cónyuge, pero tomando en
cuenta, en tal circunstancia, sólo dos variables: la duración del matrimonio y la
colaboración que hubiere prestado a las actividades lucrativas del otro cónyuge. El
Senador Espina “...se mostró en desacuerdo con esas reflexiones, porque esta nueva
institución tiene por objeto compensar a aquel de los cónyuges que dedicó mayor
tiempo al cuidado de la familia. (Pero) Se hace una excepción en el caso del divorcio
por culpa, dejando siempre entregada esta decisión al juez, para evitar que pueda
producirse una situación manifiestamente injusta, en que maliciosamente se
provoquen rupturas para obtener la compensación.” La Comisión resolvió en definitiva
entregar al juez la facultad para denegar la compensación: Segundo Informe de la
Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, pp. 72 y 73.
270
Como ha señalado el profesor Carlos Pizarro, podría ocurrir que demandado uno de
los cónyuges por divorcio, basado éste en el cese de la convivencia, podría el
demandado deducir una demanda reconvencional, alegando que el divorcio debe
decretarse, pero por culpa del demandante, alegación que puede incidir en el monto de
la compensación económica: en Seminario de la Universidad Diego Portales.
271
Rodríguez Grez, Pablo, ob. cit., pp. 46 y 47.
272
La norma es similar a la establecida en el art. 1792-21, inc. 2º, a propósito del
régimen de participación en los gananciales.
273
La norma es idéntica a la del inc. 4º del art. 147 del Código Civil, que establece la
posibilidad de constituir a favor del cónyuge no propietario, derechos de usufructo, uso
o habitación, sobre los bienes familiares; y a la del art. 9 de la Ley N° 14.908, sobre
Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias.
274
Rodríguez Grez, Pablo, ob. cit., p. 48.
275
Patricio Véliz Möller ha señalado, sin embargo, que dado lo dispuesto en el art. 7,
N° 7 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (conocida como Pacto de
San José de Costa Rica, ratificado por Chile en el año 1991) debe descartarse la
eventual aplicación del arresto, como medida de apremio frente al incumplimiento del
pago de la compensación, por ser contraria a la ley (valor que cabe atribuirle a un
Tratado Internacional ratificado por Chile). Por ello, en caso de decretarse por el
tribunal una medida de este tipo, procedería a juicio de Véliz el recuro de amparo, en
los términos establecidos en el art. 21 de la Constitución Política de la República, para
restablecer el imperio del derecho: Divorcio, Nulidad y Separación. Los caminos frente
a la ruptura, Ediciones Cerro Manquehue, Santiago, 2004, pp. 64 y 65. El profesor
Carlos López Díaz, no comparte esta opinión, afirmando que la interpretación de Véliz,
“…implica quitarle toda eficacia a dicha norma (artículo 66), y dejar en desamparo al
cónyuge más débil”: ob. cit., p. 300. Nosotros tampoco compartimos el planteamiento
de Véliz Möller, por la sencilla razón de que en el citado art. 7, N° 7, después de
establecerse que “Nadie será detenido por deudas.”, se agrega que “Este principio no
limita los mandatos de autoridad judicial competente dictados por incumplimiento de
276
Pronunciada por la 8ª Sala, presidida por la Ministro Sra. Marisol Rojas Moya e
integrada además por la Ministro Sra. Gloria Solís Romero y el abogado integrante Sr.
Rodrigo Asenjo Zegers.
277
Así lo estima también el profesor Carlos Pizarro.
278
La idea fue propuesta en el Senado, según consta del Segundo Informe de la
Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, En efecto, los
Senadores Bombal, Chadwick, Coloma y Larraín, propusieron agregar las siguientes
disposiciones a la ley: 1º Si una persona divorciada o cuyo vínculo matrimonial ha sido
declarado nulo intenta contraer nuevo matrimonio, deberá acreditar ante el Oficial del
Registro Civil, por medio de un certificado otorgado por el secretario del tribunal que
declaró la nulidad o decretó el divorcio, que no ha sido obligada a pagar compensación
económica o que, habiéndolo sido, ha satisfecho completamente la deuda. 2º Si
existieren cuotas no devengadas, deberá solicitarse autorización al juez que declaró la
nulidad o decretó el divorcio, el que la concederá sólo si el deudor se encuentra al día
en el pago de las cuotas devengadas y constituye una garantía real o fianza que
garantice el pago de las restantes. El juez actuaría con conocimiento de causa y con
citación del cónyuge acreedor. 3º El incumplimiento de lo antes expuesto no produciría
la nulidad del matrimonio, sin perjuicio de las sanciones administrativas que procedan
en contra del Oficial del Registro Civil, pero la persona con la cual el deudor se casare,
se haría solidariamente responsable del pago de la compensación económica no
satisfecha. Sin embargo, “La mayoría de la Comisión juzgó inconveniente condicionar
el cambio de estado civil de una persona, o establecer una especie de prohibición para
contraer matrimonio, sobre todo si el inciso segundo de este mismo artículo (artículo
66, inciso 2º, en la ley) considera alimentos a las cuotas pendientes, lo que facilita su
cumplimiento, y las demás obligaciones tendrán mérito ejecutivo, porque constarán en
escritura pública o acta de avenimiento aprobada por el tribunal.”: pp. 78 y 79.
279
Respecto a la transmisibilidad de la compensación económica a los herederos del
deudor, nos parece que Barrientos-Novales incurren en cierta confusión, al interpretar
la indicación que fue formulada en el Senado, ya que éstos autores dan a entender que
la deuda no sería transmisible, lo que ciertamente constituye un error: Barrientos
Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., p. 424.
280
Consta del Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y
Reglamento del Senado, que el tema fue analizado, concluyéndose que no se trata de
una materia renunciable, señalando al efecto el Senador Viera-Gallo: “La renuncia
podría aceptarse cuando los cónyuges negocian en un pié de igualdad, pero debe
cuidarse que el cónyuge más débil no sea presionado a hacerlo. En todo caso, bien se
podría sostener que son normas de orden público que no pueden renunciarse”: p. 76.
2.- De la conciliación282.
281
Rodríguez Grez, Pablo, ob. cit., pp. 48 y 49.
282
Se trata de una institución que no estaba contemplada en la ley de 1884.
b) Objetivo de la conciliación.
283
En Seminario de la Universidad Diego Portales.
d) Fracaso de la conciliación.
285
Las reglas contenidas en los artículos 242 al 251 del Código de Procedimiento Civil,
podemos sintetizarlas de la siguiente manera:
1º En primer lugar, debemos verificar si hay un tratado internacional acordado con el
país de origen de la resolución judicial, y habiéndolo, lógicamente se aplicarán sus
disposiciones.
2º Si no existen tratados relativos a esta materia con la nación de que procedan las
resoluciones, se les dará la misma fuerza que en ella se dé a los fallos pronunciados en
Chile (aplicación del principio de la reciprocidad). Si la resolución procede de un país
en que no se da cumplimiento a los fallos dictados por tribunales chilenos, los fallos
dictados en ese país tampoco tendrán fuerza en Chile.
3º Si no pueden aplicarse las reglas anteriores, las resoluciones dictadas por tribunales
extranjeros tendrán en Chile la misma fuerza que si se hubieren dictado por tribunales
chilenos, siempre que no contengan nada contrario a las leyes chilenas, no se opongan
a la jurisdicción nacional, que el condenado haya sido notificado de la acción y que se
encuentren ejecutoriadas.
4º La resolución que se trate de ejecutar se presentará a la Corte Suprema en copia
legalizada.
consiguiente, no corresponde dar aplicación a las normas de los artículos 242, 243 y
244 del Código de Procedimiento Civil, sino a la regla del artículo 245 del mismo
cuerpo legal, que fija los trámites judiciales que han de cumplirse en Chile para que las
resoluciones pronunciadas por tribunales extranjeros puedan tener fuerza, ejecutarse o
cumplirse en nuestro país. Segundo: Que el aludido precepto confiere a las
resoluciones dictadas por tribunales extranjeros la misma fuerza que si se hubieren
dictado por tribunales chilenos, con tal que: 1°) no contengan nada contrario a las
leyes de la República (…) Cuarto: Que la actual Ley de Matrimonio Civil en su artículo
42, previene que el matrimonio termina, entre otras causales, por la del numeral 4°
que dispone: ‘Por sentencia firme de divorcio’. Los artículos 54 y 55 del mismo texto
legal contemplan causales específicas (…) Quinto: Que, de las disposiciones referidas,
se desprende que en nuestra legislación no basta el mero consentimiento de los
cónyuges para decretar el divorcio, sino que es menester, además, que se acredite una
causal específica. Del análisis de la sentencia que sirve de fundamento a la presente
demanda y cuya traducción está acompañada a los autos, no se establece
objetivamente ninguna causal homologable a la ley chilena que autorice su concesión.
Sexto: Que las normas legales que regulan el estado civil de las personas son normas
de orden público, de modo que si una sentencia de divorcio dictada en un país
extranjero se fundamenta en circunstancias que la ley chilena no acepta como causales
para decretarlo, resulta contraria a las leyes de la República y se opone al orden
público chileno. Séptimo: Que, en relación con la materia, es útil anotar que el inciso
segundo del artículo 83 de la Ley N° 19.947, dispone que ‘las sentencias de divorcio y
nulidad de matrimonio dictadas por tribunales extranjeros serán reconocidas en Chile
conforme a las reglas generales que establece el Código de Procedimiento Civil’, de
suerte que como en la especie no concurre la circunstancia 1ª exigida en el artículo
245 del Código de Enjuiciamiento Civil, ya reseñada, no es dable autorizar su ejecución
en este país. Por estos fundamentos y disposiciones citadas, se rechaza el exequátur
solicitado…”.
287
Como indica el profesor Víctor Vial del Río, “Con el fraude a la ley se persigue, a
través de medios indirectos, burlar un precepto legal, de modo tal que éste, en la
práctica, resulte ineficaz, frustrándose el espíritu de la disposición.”: “Actos Jurídicos y
Personas. Volumen Primero. Teoría General del Acto Jurídico”, Ediciones Universidad
Católica de Chile, Santiago, 2a edición, 1991, p. 108.
288
Abeliuk Manasevich, René, ob. cit., p. 385.
290
Abeliuk Manasevich, René, ob. cit., pp. 394 y 395.
291
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 81.
292
Corral Talciani, Hernán, Bienes Familiares y Participación en los Gananciales. La
reforma de la Ley número 19.335, de 1994, a las relaciones personales y al régimen
económico del matrimonio, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 2007, 2a
edición actualizada, p. 45.
293
El art. 136 sólo alude a tres de las cinco hipótesis actuales de separación legal
parcial de bienes. Hay dos más, previstas en el art. 252, inc. 3° (cuando corresponda a
la mujer casada en sociedad conyugal ejercer el derecho legal de goce sobre los bienes
de su hijo no emancipado) y en el art. 1724 (cuando a cualquiera de los cónyuges se
hiciere una donación o se dejare una herencia o legado con la condición de que los
frutos de las cosas objeto de la gratuidad, no pertenezcan a la sociedad conyugal, en
cuyo caso, creemos que si fuere la mujer la beneficiaria, a ella tocará administrar tales
frutos y lo que con ellos obtenga), ambos del Código Civil, que también, a nuestro
juicio, debieran considerarse, para desestimar la petición de litis expensas que formule
la mujer que demande a su marido.
1.- Concepto.
294
Citado por René Ramos Pazos, ob. cit., Tomo II, p. 594.
295
Estas disposiciones legales aluden a “los hijos naturales”, expresión que hoy,
obviamente, debemos entender referida a los hijos no matrimoniales.
c.3) El art. 9 del Decreto Ley Nº 3.500 (aplicable a los afiliados a las
administradoras de fondos de pensiones), que consigna: “El padre o la
madre de hijos de filiación no matrimonial de la o el causante tendrán
derecho a pensión de sobrevivencia si reúnen los siguientes requisitos, a
la fecha del fallecimiento:
a) Ser solteros o viudos, y
b) Vivir a expensas del causante.”
El art. 108 del Código Procesal Penal, dispone: “Para los efectos de
este Código, se considera víctima al ofendido por el delito.
En los delitos cuya consecuencia fuere la muerte del ofendido y en los
casos en que éste no pudiere ejercer los derechos que en éste Código se
le otorgan, se considerará víctima:
a) Al cónyuge o al conviviente civil y a los hijos
b) A los ascendientes
c) Al conviviente….”
La importancia de ser considerado “víctima”, se refleja en la
posibilidad de reclamar la pertinente indemnización civil, derivada de la
comisión del ilícito penal.
A su vez, el art. 390 del Código Penal, al tratar del homicidio,
dispone: “El que, conociendo las relaciones que los ligan, mate a su
padre, madre o hijo, a cualquier otro de sus ascendientes o
descendientes o a quien es o ha sido su cónyuge o su conviviente, será
castigado como parricida, con la pena de presidio mayor en su grado
máximo a presidio perpetuo calificado. / Si la víctima del delito descrito
en el inciso precedente es o ha sido la cónyuge o la conviviente de su
autor, el delito tendrá el nombre de femicidio.”
296
Citada por René Ramos Pazos, ob. cit., tomo II, p. 669, N° 930.
301
Artículo 247 del Código Penal: “El empleado público que, sabiendo por razón de su
cargo los secretos de un particular, los descubriere con perjuicio de éste, incurrirá en
las penas de reclusión menor en sus grados mínimo a medio y multas de seis a diez
unidades tributarias mensuales. / Las mismas penas se aplicarán a los que ejerciendo
alguna de las profesiones que requieren título, revelen los secretos que por razón de
ella se les hubieren confiado.”
302
El art. 112 regula el “Registro de Mediadores”. Consigna el precepto que la
mediación sólo podrá ser conducida por las personas inscritas en el Registro de
Mediadores que mantendrá, permanentemente actualizado, el Ministerio de Justicia a
través de las Secretarías Regionales Ministeriales. El Ministerio de Justicia,
proporcionará a las Cortes de Apelaciones la nómina de los mediadores habilitados en
su respectivo territorio jurisdiccional. Asimismo, deberá mantener en su página web
dicha nómina, en la que se ordenará a los mediadores por comunas y contener los
datos básicos de cada uno de ellos.
La mediación que regula la ley sólo podrá ser conducida por las
personas inscritas en el Registro de Mediadores que mantendrá,
permanentemente actualizado, el Ministerio de Justicia, a través de las
Secretarías Regionales Ministeriales, con las formalidades establecidas
en el reglamento (art. 112, inc. 1º). En ese Registro, todos los
mediadores se individualizarán y se consignará el ámbito territorial en
que prestarán servicios. Este deberá corresponder, a lo más, al territorio
jurisdiccional de una Corte de Apelaciones o de varias, siempre que se
encuentren en una misma región y a lo menos, a todo el territorio
jurisdiccional de un tribunal de primera instancia con competencia en
a. Se trata de un contrato.
306
La definición guarda similitud con la prevista en el art. 515-1 del Código Civil
francés, que define el “pacto civil de solidaridad”: “Un pacto civil de solidaridad es un
contrato celebrado por dos personas naturales mayores, de sexo diferente o del mismo
sexo, para organizar su vida en común”. Por su parte, el art. 509 del Código Civil y
Comercial argentino, que forma parte del Título III, “Uniones convivenciales”, del Libro
segundo, establece: “Ámbito de aplicación. Las disposiciones de este Título se aplican a
la unión basada en relaciones afectivas de carácter singular, pública, notoria, estable y
permanente de dos personas que conviven y comparten un proyecto de vida común,
sean del mismo o de diferente sexo”.
a) Es un contrato.
Así lo señala el art. 1°. Es un contrato que pertenece a la esfera
del Derecho de Familia, cuyo contenido es tanto extrapatrimonial como
patrimonial, según veremos al tratar de sus efectos. Por ello, es un
contrato “de familia” y no puramente patrimonial.
b) Es un contrato solemne.
Conforme al art. 5, el contrato debe celebrarse ante un Oficial del
Registro Civil.
Se trata de una solemnidad propiamente tal exigida por la ley para
la existencia del contrato.
Cualquier Oficial del Registro Civil será competente para intervenir
en la celebración del Acuerdo.
c) Es un contrato bilateral.
El contrato, según veremos, genera dos obligaciones para ambas
partes: la de contribución a solventar los gastos de la convivencia, y la
obligación eventual de compensación económica.
d) Es un contrato oneroso.
El contrato tiene por objeto la utilidad de ambas partes,
gravándose cada uno a beneficio del otro.
e) Es un contrato principal.
307
Es curiosa esta referencia de la Ley a la “vida afectiva” (probablemente siguiendo la
definición del art. 509 del Código Civil y Comercial argentino). ¿Cómo puede la ley
regular los efectos que derivan de la vida afectiva? En realidad, lo que la ley puede
regular son los efectos de la convivencia, esté o no asentada en los afectos. De hecho,
en las normas del matrimonio, no encontraremos ninguna norma que aluda al “afecto”
conyugal, pues aunque éste –se supone- es el fundamento de la vida conyugal, ello
pertenece a la esfera privada y no puede ser objeto de preocupación legal. Aún más,
en realidad los “afectos” pueden ser de índole positiva o negativa. Esto se aprecia con
claridad, si tenemos presente el significado de la palabra “afecto” (del latín affectus):
“Cada una de las pasiones del ánimo, como la ira, el amor, el odio, etc., y
especialmente el amor o el cariño”, Diccionario de la Lengua Española, tomo I, 22ª
edición, 2001, p. 54. Así que la cónyuge o novia no debe quedar siempre feliz, si su
marido o novio manifiesta profesarle “un gran afecto”, pues en una de esas se lo dice
en la aludida connotación negativa.
308
Según se verá, entre los requisitos del Acuerdo, no se contempla que haya
transcurrido un cierto plazo desde su celebración. El Código Civil y Comercial
argentino, en cambio, dispone en su art. 510, letra e) que el reconocimiento de los
efectos jurídicos previstos a las uniones convivenciales requiere que los integrantes de
la misma “mantengan la convivencia durante un período no inferior a dos años”.
309
Cfr. Rodríguez Grez, Pablo, Inexistencia y nulidad en el Código Civil Chileno. Teoría
bimembre de la nulidad, Santiago de Chile, Editorial jurídica de Chile, reimpresión
2015.
validez exigidos para la celebración del matrimonio”: Quintana Villar, María Soledad,
“El acuerdo de unión civil. Su regulación. Semejanzas y diferencias con el matrimonio
en el ordenamiento jurídico chileno”, en Revista de Derecho de la Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso, XLIV (Valparaíso, 1er semestre de 2015), p. 132. Por lo tanto,
para esta opinión, algunas de las incapacidades previstas para celebrar el contrato de
matrimonio, no desempeñarían igual rol respecto del acuerdo de unión civil. Pero de
las cinco que mencionamos en el cuerpo de este trabajo, hay dos que obviamente
impiden celebrar los dos contratos y cualquiera otro, pues estaríamos ante personas
absolutamente incapaces: los que están privados del uso de la razón, si ello obedeciera
a la demencia (en el matrimonio, la regla es amplia sin embargo, siendo nulo el
matrimonio aunque la causa de la privación de razón sea otra, por ejemplo, estado de
ebriedad o celebrar el contrato bajo los efectos de psicotrópicos) y los que no pudieren
expresar claramente su voluntad por cualquier medio, ya sea en forma oral, escrita o
por medio de lenguaje de señas. La discrepancia subsiste, respecto de los otros casos
de privación de la razón distintos de la demencia y de las otras tres causales: los que
por padecer de un trastorno o anomalía psíquica, fehacientemente diagnosticada, sean
incapaces de modo absoluto para formar la comunidad de vida que implica el
matrimonio –en este caso, el acuerdo de unión civil (art. 5º, N° 4 de la Ley de
Matrimonio Civil); los que carecieren de suficiente juicio o discernimiento para
comprender y comprometerse con los derechos y deberes esenciales del matrimonio –
entiéndase en este caso los derechos y deberes esenciales del acuerdo de unión civil
(art. 5, N° 5 de la Ley de Matrimonio Civil); y los que estén comprendidos en el
impedimento de homicidio. Personalmente, creemos que sí se aplican estas tres
inhabilidades a quienes pretendan celebrar el acuerdo de unión civil, entendiendo que
la frase “Todas las inhabilidades, incompatibilidades y prohibiciones que las leyes y
reglamentos establecen respecto de los cónyuges”, alude tanto a quienes tienen dicha
calidad jurídica, como también a quienes pretender acceder a ella.
312
Se ha señalado que la “justificación”, o sea la prueba respectiva, sólo habría que
rendirla ante el Oficial Civil, y no ante un Juez. No estamos de acuerdo: el art. 11 de la
Ley, se limitó a reunir en un solo precepto, los arts. 128 y 129 del Código Civil, que se
refieren al “impedimento de viudedad”. En ambos casos, a nuestro juicio, será
necesario obtener una resolución judicial. El art. 10 del Reglamento de la Ley, según
hemos visto, exige por su parte la “Acreditación de la mujer de no encontrarse
comprendida en el impedimento del artículo 11 de la Ley N° 20.830”. Aunque su tenor
podría dar pie a sostener la primera tesis, nos parece que por sí solo no permite
arribar a una conclusión categórica, en orden a eximir a la mujer de obtener una
313
El inciso 1° del art. 515-4 del Código Civil francés, señala que las partes vinculadas
por un pacto civil de solidaridad se comprometen a una vida en común, así como a una
ayuda material y a una asistencia recíproca. Si las partes no han dispuesto otra cosa,
la ayuda material será proporcional a sus facultades respectivas. El art. 519 del Código
Civil y Comercial argentino dispone por su parte: “Asistencia. Los convivientes se
deben asistencia durante la convivencia”. El art. 520 agrega por su parte:
“Contribución a los gastos del hogar. Los convivientes tienen obligación de contribuir a
los gastos domésticos de conformidad con lo dispuesto en el artículo 455”. Este último
establece a su vez: “Deber de contribución. Los cónyuges deben contribuir a su propio
sostenimiento, el del hogar y el de los hijos comunes, en proporción a sus recursos.
Esta obligación se extiende a las necesidades de los hijos menores de edad, con
capacidad restringida, o con discapacidad de uno de los cónyuges que conviven con
ellos. / El cónyuge que no da cumplimiento a esta obligación puede ser demandado
judicialmente por el otro para que lo haga, debiéndose considerar que el trabajo en el
hogar es computable como contribución a las cargas”.
314
Cornejo Aguilera, Pablo, “Acuerdo de Unión Civil: Una Nueva Regulación Familiar”,
Colegio de Abogados de Chile A. G., Ciclo de Charlas “Los Martes al Colegio”, Julio de
2015, pp. 12 y 13.
315
El art. 521 del Código Civil y Comercial argentino, en cambio, establece
responsabilidad solidaria: “Responsabilidad por las deudas frente a terceros. Los
convivientes son solidariamente responsables por las deudas que uno de ellos hubiera
contraído con terceros de conformidad con lo dispuesto en el artículo 461”. Este
último, por su parte, dispone: “Responsabilidad solidaria. Los cónyuges responden
solidariamente por las obligaciones contraídas por uno de ellos para solventar las
necesidades ordinarias del hogar o el sostenimiento y la educación de los hijos de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 455. / Fuera de esos casos, y excepto
disposición en contrario del régimen matrimonial, ninguno de los cónyuges responde
por las obligaciones del otro”. El inciso 2° del art. 515-4 del Código Civil francés,
establece también que las partes serán solidariamente responsables, respecto de
terceros, por las deudas contraídas por una de ellas para las necesidades de la vida
cotidiana. Sin embargo, esta solidaridad no operará respecto de los gastos
manifiestamente excesivos.
318
Cornejo Aguilera, Pablo, ob. cit., p. 28.
j) Presunción de paternidad.
Para efectos de la presunción de paternidad, en caso de
convivientes civiles de distinto sexo, se estará a las normas que la
regulan en el art. 184 del Código Civil (art. 21).
En consecuencia, se presumirán hijos del conviviente civil varón:
i.- Los nacidos después de la celebración del acuerdo de unión civil.
ii.- Los nacidos dentro de los 300 días siguientes al término del acuerdo
de unión civil.
No se aplicará la presunción:
i.- Respecto del que nace antes de expirar los 180 días subsiguientes a
la celebración del acuerdo de unión civil, si el conviviente civil no tuvo
conocimiento de la preñez de la conviviente civil al tiempo de celebrar el
Acuerdo y desconoce judicialmente su paternidad.
ii.- Los nacidos después de los 300 días siguientes al término del
acuerdo de unión civil.
Regirá en cambio la presunción de paternidad respecto del nacido
300 días después de expirado el Acuerdo, por el hecho de consignarse
como padre el nombre del ex conviviente civil, a petición de ambos ex
convivientes civiles, en la inscripción de nacimiento del hijo.
7.5. Por mutuo acuerdo de los convivientes civiles, que deberá constar
por escritura pública o acta otorgada ante Oficial del Registro Civil.
La escritura pública o el acta se anotará al margen de la
inscripción del acuerdo de unión civil en el Registro Especial de Acuerdos
de Unión Civil. La ley no señala plazo para efectuar la anotación o
subinscripción, pero sí advierte que el término del Acuerdo producirá
efectos desde que se realice dicho trámite.
Como puede observarse, el Acuerdo es resciliable.
La facultad de resciliar el contrato debe entenderse irrenunciable.
a) causales de nulidad.
b) Naturaleza de la nulidad.
321
Cornejo Aguilera, Pablo, ob. cit., pp. 11 y 12.
322
Cornejo Aguilera, Pablo, ob. cit., p. 12.
ww. Si bien tanto los cónyuges como los convivientes civiles pueden ser
carga del otro cónyuge o conviviente civil en materia de salud, los
convivientes civiles no fueron incluidos entre los causantes de
asignación familiar, materia regulada en el Decreto Ley N° 150. Dicho
cuerpo legal contempla en su art. 3 a los causantes, incluyendo entre
ellos a la cónyuge, al cónyuge inválido y a los hijos hasta los 18 años o
hasta los 24 si cursan estudios regulares. Puesto que la Ley N° 20.830
no modificó el Decreto Ley N° 150, los convivientes civiles no pueden
ser considerados entre los causantes de asignación familiar.323
323
Por sentencia de fecha 28 de enero de 2016, de la Corte de Apelaciones de
Concepción, autos Rol N° 9.448-2015, se rechaza un recurso de protección interpuesto
en contra de la Superintendencia de Seguridad Social y la Caja de Compensación de
Asignación Familiar Los Andes, por el cual se pretendía que se reconociera el derecho a
percibir asignación familiar por el conviviente civil del recurrente. La Corte concluye
que “… el derecho a ser considerado carga familiar está reglamentado por normas de
derecho público, de carácter imperativo que impiden extenderlo a casos no previstos
en sus disposiciones, por lo que si la norma no contempla al conviviente civil como
titular de la misma, ello no puede inferirse de manera tácita”.