Algunas Correciones A Las Notas de La Biblia Andrews
Algunas Correciones A Las Notas de La Biblia Andrews
Algunas Correciones A Las Notas de La Biblia Andrews
Leroy E. Beskow
1
CONTENIDO
Introducción Pág. 3
La luz que llegó al planeta en el primer día, ¿era del Creador? 3
¿Cuándo fueron creadas las lumbreras? 4
¿En génesis 2:7 “no” es alma viviente? 6
“El día que de él comas, ciertamente morirás” 11
La sangre de los sacrificios por total inocencia, no se asperjaba
hacia la ley 11
¿No había perdón “por los pecados de insubordinación”? 13
¿Un pecado que nos hace culpables sin saberlo? 14
La fiesta de las enramadas no sólo era un recordativo 14
Cristo, la “vaca roja” que se contamina por limpiar a su pueblo 15
¿Es un misterio la unidad “ekjád” de la Deidad? 17
¿Una mujer por trofeo de guerra para unirse a ella, y abandonarla si
no es de su agrado? 19
Los pilares reales de la tierra 20
Ángeles e hijos de Dios de visita en la creación 21
Cristo en el santuario celestial en tiempos de David 22
El Rey sin corona 22
El universo no existe porque el Creador lo dijo, sino por el “aliento”
o energía que salió de su boca al dar la orden. 23
¿Nacemos pecadores o en el pecado? 23
Se sentó en el trono del lado sur, a la derecha del padre 24
Eclesiastés: el libro de un escritor alejado de Dios 25
¿Cuál es el motivo principal de este cantar de Salomón? 26
¿Fueron las tres personas divinas que dijeron: “fuera de mí no hay
Dios”? 27
¿Niños que morirán por tener más de cien años? 28
Los cuatro seres o el Ser 28
¿La gloria visible de la tercera Persona de la deidad? 30
¿Quién dijo: “yo también les di estatutos que no eran buenos 31
“Un reino dividido” 32
Un dios con las fortalezas más inexpugnables 33
Texto clave que nos ayuda a entender por qué
todavía Dios no interviene ante tanta maldad 34
¿“Ojo por ojo y diente por diente” profundizados en su exigencia? 35
¿Qué es ser perfecto? 35
Los pensamientos no se pueden matar 37
No pasará esta generación 37
Los que obedecen la ley serán justificados 38
Si “todo lo que no proviene de fe, es pecado”, ¿Cristo pecó en el
Getsemaní? 39
¿Santificados para ser santos? 40
2
INTRODUCCIÓN
La obra de erudición que se nota en las notas de la Biblia Valera 1995, que llaman
Biblia de Estudio de Andrews (BEA), es de gran ayuda para la hermandad de nuestra iglesia.
Muchos la estaban esperando y ahora se gozan de poseer una Biblia segura y documentada.
Pero una Biblia Adventista puede ser también un problema, en caso de necesitar correcciones,
ya que los errores perdurarán todo el tiempo hasta que la hermandad adquiera otra Biblia que
pueda ser mejor. Mientras tanto, los que no estén al día de las correcciones, podrían ser causa
de diferencias y luego la falta de confianza en los teólogos de nuestra iglesia. Esto no sería
la primera vez, pero todos deseamos que esto no ocurra.
Según podrá ver en las correcciones que se presentan aquí, los teólogos que comentan
las Escrituras, muestran conocer más las enseñanzas de la teología humana que de los escritos
del don de profecía que sostiene a la iglesia remanente. De todas maneras, si amamos al
pueblo de Dios, trataremos de no resaltar los errores, como lo hago aquí entre teólogos y
pastores, sino más bien encausarlos con inteligencia para que se note lo menos posible.
En la nota de Génesis 1:3, “la luz”, leemos: “Dios hace que la luz llegue (tal vez desde
él mismo)”. Detenerse para considerarlo puede parecer insignificante, pero tiene relación con
el mensaje del Creador del primer ángel de Apocalipsis, y que todavía no se entiende
plenamente.
Encontré siete posiciones adventistas que tratan de explicar la creación del Génesis,
y solo una puede explicar claramente cómo llegó la luz del primer día. Los versos 2 y 3
revelan que la tierra no sólo estaba vacía de vida, y desorganizada para toda existencia, sino
también en “tinieblas” (choshek). Lógicamente, pensamos que lo que faltaba entonces era
una fuente de luz y todo se solucionaba. Pero el planeta habría seguido con la misma
oscuridad. ¿Por qué?
El mismo escritor del Génesis es el que también escribió el libro de Job. Y allí lo dice
con claridad: “Cuando puse por vestiduras suya, y por su faja (kjatulá) oscuridad (arafel)”
(Job 38:9). Así que junto al agua que cubría todo el planeta,1 había una faja espesa de nubes
para que con el tiempo los vientos solares no evaporaran el agua; e impedía que alguna fuente
de luz, como podría ser la gloria del Hijo de Dios que mostraba entonces, iluminara la zona
más cercana a su presencia. Cristo comparó su gloria a la de un “relámpago” que se ve a
medida que la tierra gira (Mat. 24:27). Pero Elena G. de White dice que en ese primer día de
la creación, esa luz inició iluminando como el sol al amanecer:
“Cuando en la obra de la creación rayaba el alba del primer día, y los cielos y la
tierra surgieron de las tinieblas por el llamado del infinito poder, respondiendo a la luz
naciente, ‘las estrellas de la mañana cantaron juntas”.2 Este efecto no lo hace un relámpago.
Entonces ¿de dónde provenía esa luz? Lo veremos a continuación.
En la nota de Génesis 1:3, habla “de la creación de las lumbreras el cuarto día (Gén.
1:14)”. Durante los tres primeros días, los “cielos” o “expansión” que había visto Moisés,
ocupaba el espacio desde la superficie terrestre hasta la capa de nubes (Gén. 1:7-9). Pero en
el cuarto día, esos “cielos” o expansión se extendieron hasta donde estaban las lumbreras
(1:14,15,17). Sabemos que los “cielos” del cuarto día eran los mismos que los de los días
anteriores (shamáyim). La diferencia estaba en que entonces había desaparecido por
completo la “faja” de nubes, y Moisés pudo ver la luna y las estrellas que no había podido
ver, cuando Dios le reveló lo que leemos en Génesis 1:1. Entonces, cuando llegó la mañana
de ese cuarto día, vio también el sol.
Dios no creó (bará) las lumbreras en ese día. El obró con materia ya existente, porque
eso es lo que nos indica la palabra asáh (“hizo”: Gén. 1:7,16,24,25; 2:2-4,18,22; 3:1; 7:4-8,
etc.). Y esto queda confirmado en el cuarto mandamiento, cuando habla de lo que Dios “hizo”
(asáh) en la semana de la creación (Éxo. 20:11), mediante lo que ya estaba creado de la nada.
Entonces, ¿qué es lo que ya estaba creado desde el principio de todo?
El profeta Isaías responde: “Mi mano fundó también la tierra y mi mano derecha
midió los cielos con el palmo; al llamarlos yo, comparecieron juntamente” (yakjád: Isa.
48:13). Isaías repite esta declaración casi con las mismas palabras en el capítulo 45, donde
habla del “ejército” de los cielos (Isa. 45:12). Y en todos los casos en que se habla del “cielo”
o de los “cielos” en sentido literal3, el “ejército” señala los astros del cielo (Deut. 4:19; 17:3;
2 Rey. 17:16; 21:3,5; 23:5; 2 Crón. 33:3; Neh. 9:6; Sal. 33:6; Isa. 34:4; Jer. 8:2; 33:22; Sof.
1:5; Hech. 7:42).
En segundo lugar, cuando habla de la “tierra” se refiere a su fundamento yasád, no a
lo que Dios creó sobre su superficie en la semana de la creación. Es decir que, como dijo el
Creador por medio de Salomón, se habla del “principio del polvo del mundo. Cuando
formaba los cielos...” (Prov. 8:26,27). “Tú oh Señor, en el principio pusiste los cimientos de
la tierra, y los cielos son obras de tus manos” (Heb. 1:10. Versión Reina Valera 1990). El
apóstol concuerda con Isaías 51:16, cuando dice: “Extendiendo los cielos y echando los
cimientos de la tierra”. Y Elena G. de White aclara: “Fue Cristo quien extendió los cielos y
echó los cimientos de la tierra. Fue su mano la que colgó los mundos en el espacio, y
modeló las flores del campo”.4 Y en 1 Samuel 2:8 leemos: “Porque del Eterno son los
cimientos de la tierra, y sobre ellos asentó el mundo”.
2
Elena G. de White, Signs of the Times (ST), 8-I-1880.
3
Por su brillo, a los ángeles buenos y malos los profetas los comparan con estrellas (Dan. 4:35; 8:10;
Apoc. 12:4; 2 Crón. 18:18; Isa. 24:21).
4
White, El deseado de todas las gentes (DTG), (Mountain View, California: Publicaciones
Interamericanas, 1966), pp. 11,12.
5
Por lo tanto, en Génesis 1:1 Dios nos habla de la creación de todo el universo donde
“colgó los mundos en el espacio” (según E.G.W.) y que Moisés no pudo ver; y la tierra vacía
como cimiento de lo que después el Señor formó. Por eso en 1 Samuel 2:8 leemos: “Porque
del Eterno son los cimientos de la tierra, y sobre ellos asentó el mundo”.
Queda claro, entonces, que en Isaías 48:13 Dios nos revela que todo el universo fue
creado de la nada en el mismo momento.5 Y la luz de las estrellas que llegó a nosotros a la
velocidad de la luz, nos dice que eso ocurrió miles de millones de años antes de la semana de
la creación. Es propio de un ser humano pensar que somos los más importantes, o los únicos
del cosmos, y que Dios no hizo nada todo ese largo tiempo. Pero, al mismo tiempo enseñamos
que no debemos ser haraganes, sino aprovechar el tiempo como lo hace el Señor. Moisés nos
dice que antes de la creación de nuestros primeros padres, otros “hijos de Dios” vinieron a
ver la creación (Job 38:7). Y fue a esos mundos habitados que Satanás quiso conquistar desde
antes de la semana de la creación.6
Ahora entendemos mejor, por qué Moisés escribió en Génesis 2:1 que la creación de
esos “cielos” (Gén. 1:1), que incluía el “ejército” del universo, fueron terminados con lo que
Dios creó en la tierra en el último día de la semana de la creación. Y esos “cielos” con el
“ejército”, los vio Moisés en la tarde del cuarto día (Gén. 1:16).
Algunos sostienen que el sol, la luna y las estrellas de Génesis 1:16 ya existían antes
de la semana de la creación, pero dicen que en el cuarto día Dios las ubicó cerca de nuestro
mundo para que fueran nuestras lumbreras. En este caso, antes del cuarto día, Moisés hubiera
visto sólo las lumbreras más lejanas. Pero él dice que vio las estrellas recién en el cuarto día.
Además, creer que todos esos astros que vemos, fueron movidos de su lugar para que
los pudiéramos ver desde nuestro planeta, es desconocer el perfecto orden y equilibrio que
existe en el cosmos, y además el modo en que obra el Omnisapiente: “Dios no anula sus
leyes, sino que obra continuamente por su intermedio y las usa como sus instrumentos”.7
Además de todo esto, si la luz de los tres primeros días hubiera venido de la gloria del
Creador, él hubiera tenido que ubicarse en el mismo lugar donde al cuarto día se vería nacer
el sol, pues en caso contrario, el ciclo “tarde” y “mañana” hubiera sido alterado hasta 12
horas, y hoy estaríamos guardando el sábado a medias (Éxo. 20:8-11). Y si Moisés hubiera
visto al Hijo de Dios de cerca, en su gloria visible, hubiera escrito algo que indicara su llegada
diaria y su retiro al atardecer para que pudiera llegar la noche. No podía dejar de expresar
algo tan notorio y tan importante para él, como después lo manifestó con gran emoción en
Éxodo 33:18; 34:6-8. Esto nos dice que si Moisés vio en visión al Creador en la semana de
la creación, posiblemente lo vio de lejos, o no lo vio, sino al Espíritu Santo sobre las aguas
(Gén. 1:2).
5
Georges Lemaître propuso un origen del universo a partir de un centro único, lo que llegó a proponer
algo bastante cercano a lo que creemos. Pero partiendo no del Creador, sino de una gran explosión. Hubble se
opuso con el fin de alejarlo de toda idea religiosa, y presentó un Big Bang descentrado que nunca pudo
explicar. Hoy los teóricos del Big Bang se rompen la cabeza tratando de dar alguna explicación racional, pero
tampoco pueden.
6
White, Patriarcas y profetas (PP), (M. View, Calif.: Pub. Inter., 1955), p. 21.
7
————, Joyas de los testimonios (JT), (Bs., As.: ACES, sin fecha), p. 259.
6
Me llamó la atención que en las notas de la Biblia BEA, “ser viviente” (pág. 8), se
afirme que en Génesis 2:7, la traducción correcta “no” es “alma viviente”, sino “ser viviente”.
Sin embargo, en Ezequiel 18:4,20 traduce néfesh por “alma”, no “ser” viviente: “El alma
(heb. Néfesh) es mortal” (ver también nota de Lev. 21:11). ¿Por qué aquí puede ser “alma”?
(p. 1000).
En la Biblia, la palabra hebrea néfesh, que está tanto en los animales (Gén. 1:21,24)
como en el hombre (Gén. 2:7), tiene varios significados, y los traductores la emplean
generalmente como “vida”, “alma” y “ser”. Pero los vegetales tienen cuerpo y vida, pero no
tienen néfesh. ¿Por qué en este caso la suma del cuerpo con la vida no da el mismo resultado?
Porque néfesh no es solo “vida”, sino una “vida consciente”, que tiene consciencia de sí, que
piensa. Así que en Ezequiel 18:4,20, Dios nos dice que la persona que es consciente de que
está pecando, morirá (a menos que pida la salvación en Cristo). Y Santiago dice que una
7
persona sólo es culpable de muerte por sus pecados y concupiscencias, cuando permite ser
seducido por “su propia pasión” (Sant. 1:13-15. Pág. 1544). Es decir, cuando es un “ser
viviente” o “persona” viviente que está consciente, no dormida, demente o muerta. Y por eso
la Biblia generalmente compara la muerte a un “sueño”; a una persona que “duerme” hasta
la resurrección.
Tanto en la muerte como en el sueño no hay consciencia. Y cuando se está en estado
de coma tampoco. Por eso los científicos le llaman a esto: “estado vegetativo”. ¿Por qué si
no es un vegetal? Porque aunque sigue con vida, ya no es un ser dotado de razón, consciente
de sí mismo y poseedor de una identidad propia. Sigue siendo un ser humano; un ser viviente
y nada más. Aunque esto ya es suficientemente claro, busco el apoyo de Elena G. de White,
que para Génesis 2:7 emplea estas palabras claves:
“Después, el Dios personal y existente de por sí infundió en aquella forma(1) el soplo
de vida(2), y el hombre vino a ser criatura viva(1,2) e inteligente(3) [...] El hombre fue hecho
alma(3) viviente(2). “Por medio de Cristo el Verbo, el Dios personal creó al hombre, y lo dotó
de inteligencia y de facultades(3)”.8
Por lo tanto tenemos:
Cuerpo (“forma”)1º + “vida”2º = “criatura viva1º2º e inteligente”3º.
(“viviente”) (“alma”)
Otra declaración inspirada dice: “Cuando el Señor lo creó a su imagen, el hombre era
perfecto en todo sentido, pero no tenía vida. Entonces un Dios personal y que existe por sí
mismo sopló en esa forma(1) el aliento vital(2), y el hombre llegó a ser un ser viviente(1,2),
inteligente(3) que respiraba [...]. Entonces el hombre llegó a ser alma(3) viviente(2)”.9
Aquí tenemos:
Cuerpo (“imagen”)1º + “aliento vital”2º = ser viviente2º, inteligente3º.
(“viviente”) (“alma”)
Notemos que para la Hna. White, no es suficiente decir que Adán llegó a ser un “ser
viviente”, pues cuando el ser duerme o en estado de coma es un ser viviente, pero no es
“inteligente”. Así que según Génesis 2:7, tenemos:
Cuerpo1º + soplo de vida2º = “alma3º de vida” (néfesh jayyah).
Bíblicamente no puede haber “alma de vida” o alma de esa vida, si primero no hay
vida. Si la vida viniera del alma, la Escritura habría dicho: “vida del alma”, y no “alma de
vida”. En la versión de la VXX, néfesh jayyah se traduce al griego con el gerundio “viviente”.
Pero Génesis 2:7, en hebreo jayyah, no está en gerundio, sino como sustantivo singular de
jay. Es decir, que el alma surgió gracias a que había vida, no que el alma estaba muerta y
llegó a ser viviente; o que estaba con Dios desde la eternidad, como decía Orígenes, y al
tomar un cuerpo humano llegó a tener vida terrestre.
Como en la Biblia el ser consciente no es una tricotomía, sino una triunidad, como
enseña Pablo, cualquiera de sus tres componentes pueden señalar tanto una parte (kleros: 1
Tes. 5:23) de él (”cuerpo, alma y espíritu”), como a su totalidad (“el que gana almas es
sabio”). En este último caso el hombre es “alma”, es “espíritu” (está en santidad) y es “carne”.
8
————, El ministerio de curación (MC), (Mountain View, California: Publicaciones
Interamericanas, 1959), p. 323.
9
————, Cada día con Dios (CDCD), (Buenos Aires: ACES, 1979), p. 271.
8
La Hna. White escribió: “Algunos están satisfaciendo los apetitos carnales, que
combaten contra el alma”.10 Ella no habla de la lucha de los pies y las manos contra la mente,
pues aclara que “por sí misma la carne no puede obrar contra la voluntad de Dios”,11 sino de
la parte carnal del pensamiento. Es decir de la super-computadora del inconsciente contra el
consciente en Cristo.
Como aquí el “alma” es el entendimiento, es la única parte del ser que en el perdón
se limpia totalmente de toda maldad (Rom. 12:2; 1 Juan 1:9). El resto de la mente el
inconsciente, donde se ha archivado la memoria de los deseos buenos y malos queda para
ser santificado; y sólo se lo podrá vigilar, reprimir, controlar,12 “vencer”,13 “subyugar”,14
dominar, ennoblecer,15 disciplinar,16 y circuncidar figuradamente (Deut. 30:6), pero no
limpiar o destruir en ningún momento de la vida terrestre. Recordemos que la memoria es
una grabación química que llega a ser parte de nuestra “carne” cerebral; parte de nuestro
mecanismo genético. No podemos limpiarla, como muchos creen que se realiza en la
santificación, a menos que destruyamos parte de nuestro cerebro. La santificación es el
perfeccionamiento de la voluntad, del entendimiento, no de la corteza cerebral.
Aquí llegamos a identificar el “alma” con más precisión, pues, como vimos, el
“entendimiento” o “conciencia” es la parte de la mente que se renueva en la regeneración del
perdón divino (Rom. 12:2; Efe. 4:23; Heb. 9:14). Moisés escribió: “Y circuncidará Jehová tu
Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo
tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas” (Deut. 30:6). Cuando la conciencia
“circuncida” (domina) los deseos del corazón, toda la mente puede amar a Dios. Es aquí
cuando el “alma” (psujé) elige lo bueno, desecha lo malo de sus deseos carnales y determina
seguir a Dios (Fil. 1:27; Col. 3:23; Heb. 12:3).
El rey David oraba: “Sana mi alma, porque contra ti he pecado” (Sal. 41:4). “La ley
de Jehová es perfecta, que convierte el alma” (19:7). La ley de Dios por el Espíritu
Santo no convierte el aliento de vida de Dios, ni la circulación sanguínea o todo nuestro
ser, sino sólo el pensamiento del ser. Ezequiel escribió acerca del nuevo nacimiento: “Y
apartándose el impío de su impiedad que hizo [...] hará vivir su alma” (Eze. 18:27). Aquí
habla del renacimiento de la conciencia del hombre vivo que pecó, no de toda la vida. Y
Elena G. de White escribió: “Muchos sufren de hambre espiritual...] Pero si el pecador
participa del Pan de Vida, se convertirá en un alma viviente regenerada y restaurada [...]
su carácter se limpiará de todo egoísmo, y se refinará y purificará para el cielo”. 17 “El alma
purificada, nacida de nuevo, tiene un testimonio claro y distinto para dar”.18
Cuando el Señor nos dice que debemos vencer al pecado de la concupiscencia que
mora en la mente carnal, en realidad nos está diciendo que entreguemos nuestra alma para
10
, Consejos sobre el régimen alimenticio (CSRA), (Bs. As.: ACES, 1969), p. 55.
11
, Mente, carácter y personalidad (MCP), v. 1, (Bs. As.: ACES, 1989), p. 242.
12
, Profetas y reyes (PR), (M. V.,Caslif.: Pub. Inter., 1957), p. 359.
13
DTG, p. 625.
14
CSRA, p. 248.
15
, El Camino a Cristo (CC), (Bs. As.: ACES, 1987), p. 59.
16
, Testimonios para los ministros (TM), (Bs. As.: ACES, 1961), p. 318.
17
————, A fin de conocerle (AFDC), (Bs. As.: ACES), sábado 10 de abril.
18
————, Alza tus ojos (ATO), (Bs. As.: ACES, 1982), 8 de octubre.
10
que él pueda obrar. Por eso Elena G. de White escribió: “Nuestra mente alberga dudas muy
tristes y difíciles de disipar. Debemos enfrentar valientemente a esas dudas que abruman el
alma, y debemos decirle al alma que debe vencerlas de inmediato”.19
Recordemos que al entendimiento, Pablo le llama “el espíritu de vuestra mente” (Efe.
4:23; Rom. 12:2). Ya vimos que en un tomógrafo no se lo puede ver, porque el “alma” es el
resultado de la mente. Por eso a la parte inconsciente o carnal que se la puede ver él le
llama “la carne, es decir donde reinan las pasiones pecaminosas” (Rom. 7:5) recordemos
que el inconsciente, que incluye el subconsciente, no tiene sentido de moralidad, porque no
sabe lo que hace hasta que llega a ser consciente. Y por lo tanto, en las Escrituras a veces
el “alma” es también “espíritu”, porque no se la ve igual que ocurre con el “espíritu de vida”.
Además, el “alma” sólo podrá vencer a las pasiones de la “carne” si está asociada al
poder del Espíritu Santo, que también se le llama “Espíritu”, porque no se lo puede ver (Rom.
8:9). Esto hizo confundir al apóstol Pablo; y lo mismo puede ocurrir con nosotros si no
entendamos bien el asunto (Heb. 4:12). Por lo tanto, creo que puede ser de ayuda saber cuáles
son las palabras sinónimas que se emplean en la Revelación para referirse al “alma”.
El alma es también:
El “espíritu” de la mente (nous) (Efe. 4:23).
El “entendimiento” (nous) que se renueva de la mente (Rom. 12:2).20
La “conciencia” (nous) (1 Ped. 3:21; Heb. 9:13,14; 10:22).21
La “razón”.22
El “yo” (Juan 5:30; Gál. 2:20).23
La “voluntad” (Mar. 14:36 con Luc. 22:42).24
Conclusión:
1º Como vimos, néfesh-psujé es a veces la vida inteligente, y otras veces la inteligencia de
la vida o del ser. Por lo tanto, aquí hay un factor común que los vegetales no poseen, por más
que a sus cuerpos le sumemos la vida: El entendimiento. Según Génesis 2:7, el cuerpo vivo
de Adán produjo néfesh (los pensamientos, la vida consiente). Por eso dice literalmente
néfesh jayyah: el alma de la vida, el entendimiento del ser. Por la influencia griega, en la
versión del A.T. de los LXX, se tradujo en el gerundio “alma viviente”.
19
Ibíd., 1º de setiembre.
20
Vemos que la expresión griega nous, significa “mente”, y también sólo “el espíritu” de la mente,
llamado “entendimiento”, etc. (Luc. 24:45; 1 Cor. 14:14,15,19; Fil. 4:7; Apoc. 13:18).
21
MCP, 2:719.
22
————, Conducción del niño (CDN), (Bs.As.: ACES, 1964), p. 38.
23
JT, 3: 380.
24
MCP, 2:719.
11
En las notas de BEA, en Génesis 2:17 y 3:2,3, se destaca que “Adán y Eva no
murieron inmediatamente” (pp. 9,10). Pero no se explica por qué no se cumplió la
advertencia: “El día que de él comas, ciertamente morirás”.
Sabemos que “el alma (persona o ser inteligente) que pecare esa morirá” (Eze.
18:4,20). Y la santa pareja “había contemplado la gloria del Creador”, 25 privilegio que no
tenemos. Por lo tanto, a pesar de ser un pecado pequeño, era considerado más grave que si lo
hubiéramos hecho nosotros, con mente y cuerpos degenerados por el mal, y acostumbrados
a hacer el mal (Rom. 5:14). Además, no había otro ser humano hasta entonces que pudiera
servirle de lección. Por lo tanto, el plan divino era que “el mismo día en que pecaran serían
condenados a muerte”;26 a la muerte segunda. Esto se entiende por el hecho que si Adán no
seguía los pasos de Eva, sólo iba a morir ella, pues Elena G. de White dice que Dios iba a
“proporcionarle otra”.27
El problema era que pecaron los dos, y esto significaba que ningún ser humano más
llegaría a la existencia, a menos que Dios creara una pareja de reemplazo. Es entonces cuando
el plan de salvación, preparado desde la eternidad, entraría en acción. Antes que terminara el
“día” (Gén. 3:8) y se cumpliera la palabra divina de que iban a morir la muerte eterna por la
culpa del pecado, Cristo descendió y les reveló el plan de salvación. Al aceptarlo
arrepentidos, Adán y Eva fueron librados de la segunda muerte (Gén. 3:5; Apoc. 20:6); pero
no de las consecuencias de la desobediencia. Es decir, del lento pero seguro descenso hacia
la muerte primera: La muerte en Cristo (1 Tes. 4:16).
En el diagrama de la página 124, no se deja en claro por qué ciertos pecados eran
tratados en el ritual en forma diferente, y que había dos clases de expiaciones.
Cuando ”alguna persona” del pueblo de Dios, o “el sacerdote ungido”, pecaba sin
querer, pero por descuido o por olvido de lo que sabía, y al reconocer su mal iba al santuario
para pedir el perdón (Lev. 4:12); o cuando “una persona pecaba con pleno conocimiento del
mal (6:1-7), la sangre del sacrificio debía ser asperjada “delante de Jehová”, rociando sangre
“hacia el velo del santuario” (4:5,6); es decir hacia la perfecta Ley de Dios. Cuando el error
era cometido por todo el pueblo, “los ancianos de la congregación” debían responder como
culpables por no haber prevenido el mal (Lev. 4:14,15). Un pecado por ignorancia con cierto
grado de culpa, lo encontramos en el momento cuando los soldados atravesaron la carne de
25
PP, p. 40.
26
Ibid., p. 44.
27
Ibíd., p. 40.
12
Jesús al clavarlo sobre el madero (Luc. 23:33, 34; Apoc. 1:7).28 Pero el primero de ellos se
cumplió cuando Eva fue engañada por Satanás, siendo consciente del consejo divino que
recibió, y que debía confiar primero en Dios (Gén. 3:2,3; Éxo. 20:3).
En cambio, cuando el pecado era realizado sin tener ningún conocimiento y con total
impotencia, y más tarde el transgresor llegaba a conocer su error; o cuando sin querer se
contaminaba por la inmundicia de un animal, o por el pecado de otra persona que lo
alcanzaba, también llegaba a ser culpable desde el momento cuando llegaba a ser consciente
del error. Pero la sangre del sacrificio sólo se rociaba alrededor del altar del holocausto,
símbolo de la muerte de Cristo (Lev. 4:22-5:19). Lo mismo ocurría cuando el creyente
presentaba una ofrenda de paz (Lev. 3:1-16).
Como en estos casos el pecado no había sido realizado con un corazón rebelde por la
maldad, la sangre no se rociaba hacia la Ley; y la carne del sacrificio era comida por el
sacerdocio en el atrio (Lev. 6:16-7:18). Se entiende que en ningún momento un sacerdote
podía ser plenamente inocente de sus pecados, pues era su deber conocer toda la Ley (Torah).
Por eso ellos no podían comer carne de ningún sacrificio por sus propios pecados (Lev. 6:23),
ya que Cristo, el antitipo, sería sin pecado; y la sangre tenía que ser rociada hacia el velo
(6:30).
La Sra. White escribió de Cristo, el antitipo: “Cuando él vino a la tierra […] se
convirtió en pecado por nosotros”.29 (2 cor. 5:21; Heb. 2:14). “La naturaleza de Jesús “era
humana, idéntica a la nuestra. Estaba pasando por el terreno donde Adán cayó”,30 pues
“tomó sobre sí la naturaleza caída y doliente del hombre, degradada y contaminada por el
pecado”.31
Se entiende que ella no está hablando aquí de su condición moral; del pecado de culpa,
sino de su naturaleza humana, así como el sacerdocio comía la carne que contaminaba su
cuerpo. Al nacer contaminado por el pecado, Jesús era plenamente inconsciente e impotente
para evitarlo. De lo contrario no hubiera sido nuestro fiel Pontífice. Fue tratado como la “vaca
alazana”, fuera del santuario, purificando al pueblo, pero contaminando al sacerdocio y el
santuario antes, durante y después del sacrificio, hasta el día del juicio. Será cuando esa
contaminación añadida a nuestras culpas, pasarán al gran Originador del mal (Núm. 19; Heb.
13:11-14), tanto del lugar santo del Santuario, por los pecados de los justificados, como
también siete veces sobre la misma shekináh en el santísimo (Lev. 16:15,16), es decir sobre
la misma Deidad. Entonces todo quedará justificado de ese problema de la naturaleza humana
de Cristo (la “vaca alazana”), y purificado de nuestros pecados (tsadak: Dan. 8:14; Heb.
9:22,23).
Esto explica por qué los pecados de ignorancia quedaban perdonados alrededor del
altar del sacrificio (la cruz), y por qué los pecados conscientes llegaban hasta el “velo”, hacia
el santísimo (“trono de la gracia”): “En sus sufrimientos y muerte Jesús hizo expiación por
28
DTG, p. 694.
29
————, Review and Herald (RH), 28-7-1874.
30
Idem.
31
Francis D. Nichol, ed., Comentario bíblico Adventista del 7º Día (CBA), vol. 4 (M. View, Calif.: Pub.
Inter., 1990), p. 1169; —, Youth’s Instructor (YI), 20-12-1900.
13
En la nota de la BEA para Levítico 4:2 (p. 127), señala las ofrendas por distintas
clases de pecado que podían recibir perdón, “pero no por los pecados de insubordinación”
(Yad: Núm. 15:30,31. También incluye zabál: Deut. 17:12, zed: Sal. 19:13, y otras
expresiones), que significa mano alzada, arrogancia irrespetuosa, altivez, soberbia,
blasfemia, acción deliberada o a sabiendas. Pero en la nota de Números 15:30, 33-35 (p. 180)
la BEA aclara que esto no ocurrió siempre, ni por cualquier pecado deliberado.
Es bueno que esto se aclare, pues algunos creen erróneamente que para esta clase de
pecado no hay salvación. Por eso dicen que la orden divina fue la muerte por lapidación (Lev.
24:11,14; Núm. 15:35,36). Pero la lapidación también se aplicó por aberraciones sexuales,
por transgredir el sábado, por no seguir fielmente el ritual del santuario, por comunicarse con
los espíritus, por rebelarse contra Moisés (Coré, Datán y Abirán) y por dar muerte a una
persona. ¿Por qué el Señor perdonó a David en lugar de dar la orden de lapidarlo por
homicidio y adulterio? ¿Por qué Jesús perdonó a María Magdalena por sus fornicaciones,
cuando estaban por lapidarla de acuerdo a la ley de Moisés? ¿Por qué en el Calvario Jesús
perdonó a uno de los dos malhechores, que lo había blasfemado al principio?34
En primer lugar, el apóstol Pablo es bien claro: “Cuando el pecado abundó,
sobreabundó la gracia” (Rom. 5:20); y por eso hasta el inicio del juicio podía haber salvación
en los cuernos del altar y en las ciudades de refugio del Antiguo Pacto, por pecados de
rebeldía y de mano alzada (Éxo. 34:7; Lev. 16:21; Núm. 14:18; Sal. 19:13; 51:1; Isa. 43:25;
44:22; Jer. 3:22; Eze. 37:23; Ose. 14:4, etc.). Por eso Aarón, David, el malhechor arrepentido
en la cruz y María Magdalena no fueron condenados a muerte, sino perdonados.
En segundo lugar, el único pecado imperdonable es el que se realiza contra la voz del
Espíritu Santo (Mat. 12:31). No se cumple con una sola acción (Rom. 5:20), sino por la
persistencia en negar esa dulce voz, hasta el punto cuando un día llega a ser tan molesta que
se la rechaza definitivamente. Y siendo que sin la obra del Espíritu no buscamos a Dios (Rom.
3:11), estaremos irremediablemente perdidos a pesar de la gracia abundante.
En tercer lugar, el pueblo de Israel estaba teniendo un gobierno teocrático. El
Omnisapiente daba las órdenes y un hombre como nosotros la cumplía. Como Dios puede
32
RH, 25-4-1893.
33
DTG, p. 693.
34
DTG, p. 697.
14
leer el corazón y conoce el futuro de cada persona (1 Ped. 1:2), sabía a quién usar como
ejemplo para el pueblo, y al mismo tiempo para protegerlo de sus acciones futuras. Por eso
se valió de esos perdidos que ya habían pecado contra el Espíritu Santo. Lo mismo hizo al
principio de la iglesia cristiana con Ananías y Safira (Hech. 5:1-11). Pero que quede en claro
que si nosotros hubiéramos hecho eso y nos hubiéramos arrepentido, recibiríamos el perdón,
porque “donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia”.
En la nota de Levítico 5:17, pág. 129, dice la BEA dice: “El pecador en cuestión sin
duda tenía un sentimiento de culpa […] pero no podía identificar la naturaleza de la ofensa”.
¿Podemos ser culpables sin saberlo?
El salmista David presenta dos clases de pecados: Los que les son “ocultos”, porque
los ha cometido inocentemente, y los de “las soberbias”, pues cuando se los comete a
sabiendas, es un acto de rebeldía contra Dios y su Ley (Sal. 19:12,13). Esto es así porque
todo pecado, sea inocente o de culpa, ofende a Dios, ya que pone al trono en peligro de no
ser justo ante las demandas de su propia ley. Recuerde que el pecado es como un virus
maligno que puede contagiar a todo el universo, si no se lo sujeta y mata con justicia.
Pero, a pesar de nacer en el pecado (keth: Sal. 51:5), no nacemos culpable de pecado
(kattath). Por eso, contrariamente a la doctrina del pecado original, que pasó de Roma a la
Reforma, “de los niños es el reino de los cielos” (Mat. 19:14) hasta que lleguen a ser
conscientes del pecado. “Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el
pecado” (el pecado de culpa: Sant. 1:15). Ya vimos que la sangre que expiaba los pecados
de inocencia y de impotencia, en el santuario no se asperjaba hacia la ley, pues había dos
clases de expiaciones.
En el mismo contexto de Levítico 5:17 nos dice que se trata de un pecado “por
ignorancia” (Lev. 5:18). Y en tal caso, aunque lo haya hecho con inocencia (5:17), la persona
llegaba a ser culpable “si después llegare a saberlo” (5:3). En este caso dejaba de ser
inocente; y si no pedía el perdón, llegaba a ser culpable por rebeldía. Por eso es conveniente
que cada día pidamos el perdón por los pecados que nos son ocultos por total inocencia (Sal.
19:12). No nos hacen culpables mientras no seamos conscientes de ellos, pero para
prevención ese “virus maligno” debe ser destruido antes que él nos destruya. Se trata sólo de
un acto legal para que la Deidad pueda hacer justicia ante el universo habitado que nos
observa.
En la nota de la Bea en Lev. 23:34 (p. 152), explica el significado de la fiesta sólo
como un recordativo de la vida por el desierto bajo la protección divina. Pero Jesús explicó
que vino a cumplir cada detalle de la Torah (Mat. 5:17,18). Y así lo hizo, pero entonces no
cabalmente en su significado, ya que sabemos que para la purificación real del santuario
15
celestial, Daniel dijo que se iniciaría recién en 1844, no cuando Jesús lo dijo en el siglo
primero (Dan. 8:14). Lo mismo sucede con la fiesta de las cabañas. Jesús sólo participó de la
fiesta como un recordativo, pero no como tipo o figura del santuario celestial. Esto lo
cumplirá con los redimidos en el cielo. Esto explica por qué el Decálogo y las ceremonias
del santuario recién terminarán de cumplirse cuando “pasen el cielo y la tierra” actual (Mat.
5:18). E. G. de White escribió:
“La fiesta de las cabañas no era sólo una conmemoración, sino también un tipo o
figura […] apuntaba hacia algo futuro; el gran día de la siega final, […] cuando los redimidos
de Jehová estén a salvo en la Canaán celestial”.35
Las casas que Jesús preparó en el cielo no tienen paredes, ventanas ni puertas, sino
sólo “cuatro columnas” con un anaquel para poner la corona al salir para adornar el jardín,36
pues allá no servirán de refugio por el mal tiempo, o por los ladrones y el descanso. Y al
regresar a este mundo renovado las edificaremos nosotros, sabiendo que “el hogar de nuestros
primeros padres había de ser un modelo para los hogares celestiales”.37 El hogar de Adán y
Eva tenía paredes vivas, llenas de flores perfumadas. Por eso en la fiesta de las cabañas debía
ser celebrada afuera de las casas de material sin vida.
35
PP, pp. 583,584.
36
————, Primeros escritos (PE), (M. View, Calif.: Pub. Inter., 1962), p. 18.
37
PP, p. 31.
16
sobre el lugar de la misma Deidad (Lev. 16:14-16). ¿Qué Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo tengan que ser justificados y purificados (tsadak)? Esto nos parece una herejía.
El santuario celestial está representado por Cristo en el trono con su Padre (Zac. 6:13;
Heb. 8:1,2; Isa. 6:1,4; Jer. 17:12; Eze. 46:6,7; Apoc. 21:22; 16:17, etc.) y los “hijos de Dios”.
Estos “hijos” son los santos redimidos con “toda familia en los cielos” (Efe. 3:14,15); donde
en cada mundo que habitan hay un “árbol prohibido”.38 Y Pablo dice que la muerte de Cristo
puede “reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están
en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Col. 1:20). Pero, ¿qué se
necesita reconciliar allá?
La Hna. White asegura que si Lucifer se hubiera arrepentido de sus pecados, antes de
ser desalojado de la santa ciudad, “podría haberse salvado a sí mismo y a muchos ángeles”
de la condenación.39 Pero lo hubiera logrado únicamente “mediante la sangre” derramada por
Cristo en el Calvario.40 Finalmente pecó contra el Espíritu Santo y fue expulsado del cielo.
“Después de la caída del hombre, Satanás declaró que los seres humanos habían
demostrado ser incapaces de guardar la ley de Dios, y procuró arrastrar consigo al universo
en esa creencia. Las palabras de Satanás parecían ser verdaderas, y Cristo vino para
desenmascarar al engañador [...] Al asumir la forma humana, Cristo tomó la parte de cada
ser humano [...por eso él] que no conocía en lo más mínimo la mancha o contaminación
del pecado, tomó nuestra naturaleza en su condición deteriorada”.41
Aunque los seres celestiales y los habitantes de los mundos no caídos se mantuvieron
fieles a Dios, la duda no pudo ser disipada por 4000 años. El mismo Señor declaró que ni un
solo hombre pudo guardar la Ley perfectamente (Sal. 14:3; Prov. 20:9; Ecl. 7:20; Rom. 3:10).
Y, lógicamente, Satanás lo presentó como prueba incontrovertible. Como sabemos que “todo
lo que no proviene de fe, es pecado” (Rom. 14:23), esa duda inocente contaminó el santuario
celestial (con el pecado de inocencia, pero que sigue siendo pecado por ser un peligro) hasta
que Cristo vino a encarnarse y “participó de lo mismo” que nosotros (Heb. 2:14).
Pablo dice que al permitirlo, “Dios lo hizo pecado, por nosotros” (pecado de
inocencia: 2 Cor. 5:21) desde su nacimiento. Así lo aclara E. G. de White: “Cristo llevó los
pecados y las debilidades de la raza humana tal como existían cuando vino a la tierra para
ayudar al hombre. Con las debilidades del hombre caído sobre él [fallen man upon Him]”.42
Por eso su naturaleza “era humana, idéntica a la nuestra. Estaba pasando por el
terreno donde Adán cayó”.43 "Tenía la misma naturaleza que el pecador",44 y por eso
"bendijo a niños que poseían pasiones como las de él mismo";45 pasiones que Adán no tuvo
en su inocencia, pero que Jesús nunca cedió a ellas. Así guardó la ley de Dios perfectamente
38
PE, p. 40.
39
PP, pp. 18,19.
40
Los ángeles desalojados del cielo fueron los que ya no podían recibir el socorro de Cristo por pecar contra
el Espíritu Santo (Heb. 2:16). Por eso Pedro nos aclara que se trataba de pecados tan imperdonables como los
de los antediluvianos (2 Ped. 2:4,5).
41
White, Consejos para los maestros (CPM), (Bs. As.: ACES, 1948), p. 20.
42
MS, 1: 314.
43
Ibíd., 3:146-
44
────, Manuscript Releases (MR), vol. X, p. 176.
45
ST, 9 abril de 1896.
17
y venció a Satanás, con “la doliente naturaleza humana caída, degradada y contaminada
por el pecado”.46
Por no entender que hay dos clases de pecados y expiaciones, estas declaraciones
inspiradas han causado muchas discusiones entre nosotros. Pero debemos entender que "la
gran obra de la redención podía sólo ser llevada a cabo mediante el Redentor tomando el
lugar del Adán caído".47
Entonces fue como esa duda universal se disipó, pero contaminando a la Deidad con
esa naturaleza de pecado en Cristo, que no podía “heredar el reino de Dios” sin la resurrección
(1 Cor. 15:50) y la transformación en su ascensión (Fil. 3:20,21). Solo así podía subir al trono
y venir “sin relación con el pecado” (Heb. 9:28). Los hebreos no pudieron entender por qué
se debía levantar el altar (Cristo) sobre el monte Ebal, el de las maldiciones (Jos. 8:30,31), y
no sobre el monte Gerizim, el de las bendiciones (Deut. 11:29; 27:13). Hoy entendemos que
por vestirse de nuestras maldiciones, Cristo pudo ofrecer sus bendiciones.
Pero quedaba por resolver otro problema de justicia divina: Cristo había dicho: “El
alma que pecare, esa morirá… la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será
sobre él” (Eze. 18:20). Sin embargo, el inocente Salvador sigue ofreciendo su vida por los
pecadores; y los seres celestiales saben que esto no es justo, porque una ley divina no puede
ser abolida. ¿Entendemos por qué también la shekinak del santuario debe ser justificada y
purificada (tsadák: Dan. 8:14)? Mientras la Deidad no transfiera este pecado de injusticia a
Azazel, el autor de todo mal, el santuario, incluyendo el santísimo, no podrá ser justo ni
puro. Por eso Cristo, la “vaca alazana”, sigue contaminando el santuario celestial.
Se entiende que no es un pecado de culpa sino de impotencia, pues es un acto de amor
eterno que Dios no puede evitar hasta el día del juicio.
En la nota de Deut. 6:4 (p. 216), leemos: “El término hebreo que designa aquí “uno”
se usa también para el hombre y la mujer en Gén. 2:24, que debían formar “una carne”: dos
seres que se hacen “uno”. A la luz del NT, esto significa que la santísima Trinidad del Padre,
Hijo y Espíritu Santo (Mat. 28:19) se halla misteriosamente ligada como una única deidad
(Col. 1:19; 2:9)”.
¿Es un misterio que dos seres humanos se unan formando una sola unidad
matrimonial (ekjád)? No es ningún misterio. Como esa unidad, Moisés también emplea la
misma palabra hebrea para la unidad de la deidad (ekjád). Si a pesar del egoísmo que reina
en la humanidad, puede realizarse y mantenerse esta unidad, cuánto más razonable es de
esperarlo en las tres personas amorosas y sabias de la Deidad. Sí, es verdad que hay mucho
de Dios que no podemos entender. Pero cuando Jesús dijo a sus discípulos: “Sean uno como
nosotros” (Juan 17:11), y “sean uno en nosotros” (17:21), ellos y nosotros entendemos que
quiso decir que en nuestra hermandad debemos obrar unidos como ellos. Si esa unidad que
46
YI, 20-XII-1900, en LPES, enero-marzo 1983, p. 66.
47
RH, 24 febrero 1874).
18
Jesús pedía, era “uno en nosotros” en sentido de existencia o substancia, él hubiera expresado
una incoherencia propia del panteísmo.
Ekjád, es una unidad que viene de la raíz ‘akjád, y tiene dos acepciones que nos
interesan con respecto al tema. La primera es unidad de unificar, coleccionar, reunir una
pluralidad. Y la segunda, cortar, separar, elegir de una pluralidad. Estos dos significados se
destacan en la Biblia al hablar de la Deidad. Dios es una unidad en unión de personas reales,
o seres (Gén. 1:9; 2:24; 11:6; 34:16,22; 33:13; 41:5,22,25; 42:11,13; Esd. 2:64, etc.); que en
ciertos casos es como una unidad numérica en elección o distinción de una persona de esa
pluralidad (Gén. 2:21; 3:22; 10:25; 11:6; 21:15; 26:10; 32:8; 41:11,26; Sal. 14:3; 53:3; Isa.
30:17, etc.). También por eso en varias ocasiones se confunde el único Dios con la Trinidad,
cuando en realidad se está hablando de una de las tres personas al relacionarse con el hombre.
Así que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo “son uno en propósito, en espíritu, en
carácter, pero no en persona”.48 Tienen la misma substancia divina, así como nosotros
tenemos la misma substancia humana y tampoco somos un solo ser.
Yakjíd, significa único, solitario, sólo uno numéricamente (Gén. 22:2,16; Jue. 11:34;
Prov. 4:3; Jer. 6:26, etc.). Y esta palabra nunca se relaciona con “Dios”, “Jehová” y “Señor”
cuando se refiere a toda la Divinidad, porque la unidad de la Trinidad siempre es ‘ekjád.
Yakjíd se corresponde con la palabra griega monos. Por eso veremos que los vocablos yakjíd
y mónos se emplean para señalar a una de las tres personas divinas, pero nunca para referirse
a la Trinidad. Y por eso Jesús negó clara y expresamente esta posibilidad en Juan 8:16: “No
soy yo solo [monos], sino yo y el que me envió, el Padre”. Esto es importante.
La pluma inspirada explica la palabra ‘ekjád de Deuteronomio 6:4 de esta manera:
“El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo obran juntos […] Están unidos”.49 “El Soberano del
universo no estaba solo en su obra benéfica. Tuvo un compañero, un colaborador que
podía apreciar sus designios […] el Verbo era con Dios”.50
E. G. de White escribió: “Al hablar de su preexistencia, Cristo conduce nuestra mente
al remoto pasado de una eternidad sin fechas […] La suya, es una relación de seres que han
estado juntos desde el principio”.51 Y, por si quedaran dudas, también escribió:
“Has nacido para Dios, y estás bajo la aprobación y el poder de los tres Seres más
santos del cielo, que son capaces de sostenerte para que no caigas”. En el original dice: “You
are born unto God, and you stand under the sanction and the power of
the three holiest Beings in heaven, who are able to keep you from falling”. 52
Lamento que por influencia de las apostasías judía y católica, todavía entre nosotros
se insista que la Trinidad no puede ser una reunión de “personas” reales o “seres”, en un Dios
como una unidad plural ‘Elohím, negando así abiertamente la inspiración.
48
MC, p. 329.
49
Manuscritos (M), 4 de setiembre de 1900.
50
PP, pp. 11,12.
51
────, La Verdad Acerca de los Ángeles (VAA), (Bs. As.: ACES, 1997), p. 26.
52
MR, 7: 267.2.
19
En las notas de Deut. 21:11 al 14 (pp. 231,232), se explica cómo se debían cumplir
estos mandamientos. Pero, ¿qué pensaríamos si esa mujer llevada por la fuerza a la casa del
israelita vencedor, fuera nuestra amada esposa, nuestra hermosa hermana o nuestra única
hija? Recordemos que las llamadas “leyes de Moisés”, no fueron inventadas por él. Él fue
sólo el escritor, pues el autor es Dios (Jos. 24:26; Neh. 10:29). Y sabemos que no fue el único
mandamiento que no se ajusta al pensamiento cristiano. En la Torah, mezcladas con las leyes
del santuario para la salud del cuerpo y la salvación del alma, están los mandamientos del
“ojo por ojo”, la de la bigamia, del levirato, de la esclavitud, etc., que Pablo dice que son
“contrarias” a la moral cristiana (Col. 2:14);53 y que Cristo nunca quiso cumplir (Mat.
5:31,32; 38,39), como en cambio sí lo hizo a la perfección con las del santuario (Mat. 5:17-
19).
E. G. de White aclara: “Es verdad que la regla ‘ojo por ojo, diente por diente’, se
hallaba entre las leyes dictadas por Moisés; pero era un estatuto civil. Nadie estaba
justificado para vengarse, porque el Señor había dicho: ‘No digas: yo me vengaré’ […] Si
el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, y si tuviere sed, dale de beber agua”
(Lev. 24:20; Prov. 20:22; 24:29; 25:21).54
Como esos mandamientos no eran del santuario, podían estar en disidencia con estas,
culpando de muerte a los que se refugiaban según las leyes del tabernáculo. En la misma cita
inspirada nos aconseja que no cumplamos las civiles. Las leyes de Moisés ya fueron clavadas
en la cruz por Cristo, pero para el cristiano siguen teniendo valor como enseñanzas. En
cambio las leyes civiles son “contra nosotros”, porque contradicen nuestras normas
cristianas. Éstas fueron dictadas por Dios en contra de su voluntad, por la dureza del corazón
del pueblo (Mat. 19:8), que quería seguir las costumbres y normas del paganismo que los
rodeaba. Esto explica por qué en Ezequiel 20:25 Dios dijo: “Por eso yo también les di
estatutos que no eran buenos, y decretos por los cuales no podrían vivir”.55
Es impresionante cómo Dios es tan respetuoso de nuestra libertad, y tan paciente para
soportar nuestra testarudez y arrogante ignorancia. Esto lo hace mientras estemos en
oscuridad, para alumbrar con bondad nuestro camino (2 Ped. 1:19). Pero cuando llegamos a
entenderlo y continuamos en el error, se transforma, por su Palabra, como una “espada de
dos filos” que penetra hasta lo más hondo de nuestra pecaminosidad (Heb. 4:12).
53
Ningún mandamiento relacionado con la obra del santuario era contraria para el creyente. Y todavía
hoy, en el pacto de la gracia, nos sirven de orientación para el plan de salvación del cuerpo y del alma. Por lo
tanto, se refiere a esas leyes ceremoniales.
54
White, El discurso maestro de Jesucristo (DMJ), (M. View, Calif.: Pub. Inter., 1957), p. 62.
55
Se ha tratado de explicar de muchas maneras esta declaración, tratando de que no se entienda lo que
se lee, pero ha sido inútil. Las leyes civiles, algunas tan contrarias a nuestro pensamiento cristiano, está en la
Biblia para confirmar esta declaración. Por ejemplo, Dios nunca quiso que eligieran a un rey humano para la
teocracia hebrea. Pero insistieron, y el Señor tuvo que pedir, contra su voluntad, que Samuel bendijera a Saúl.
Y el que sería una perdición para el pueblo, recibió la bendición de Dios. No se trata de una divinidad
contradictoria, sino del respeto que Dios tiene por nuestro libre albedrío. Por supuesto, hasta el día del juicio.
20
En la nota de 1 Sam. 2:8 “las columnas de la tierra” (p. 322), se comenta que se trata
de una “figura de lenguaje”. Esto es verdad, pero no toda la verdad. Y es posible que ocurra
por la idea generalizada de que las proporciones de agua y tierra siempre fueron las mismas,
y que los continentes flotan y se mueven separando América de África. Pero la teoría de
Wegener y la Tectónica de placas se anulan entre sí, ya que estas últimas ocupan el basalto
del fondo de los océanos y la astenósfera, sobre el cual Wegener hacía flotar los continentes
para que se trasladaran. Y de pronto, sin dar una explicación en la teoría, las rocas más
blandas sobre las cuales flotaban los continentes, se transformaron en placas como la de los
continentes, impidiendo que esa traslación continental continúe, porque las 15 placas de la
teoría no estarían dejando más lugar para una deriva continental.
Además, las fumarolas de las cordilleras submarinas no pueden mover las placas sin
antes liberar sus fuerzas volcánicas hacia la superficie, que es más fácil y lógico. Así lo
demuestra el centenar de volcanes submarinos apagados y en acción. Debemos tener en
cuenta que la tectónica de placas es una teoría, y muy discutida. Se la mantiene porque los
que no creen en el diluvio no encuentran algo mejor para sostenerse.
La Biblia no la apoya porque, en primer lugar, debemos tener en cuenta que la tierra
que estaba cubierta por el “abismo”, antes que Dios hermoseara el mundo en la semana de la
creación, subió y surgió del agua (Sal. 104:8; 2 Ped. 3:5). Pero no formó una gran isla
semejante a la que sostiene la teoría de la Pangea, sino que en Salmos 136:6 nos dice: “Al
que extendió la tierra sobre las aguas”.
No dice que en la semana de la creación elevó la tierra para que permaneciera seca
junto a las aguas del gran “abismo”, sino que la “extendió” (raqà) “sobre (al) las aguas”.
Pero, ¿cómo se puede aceptar que algo más denso se pueda mantener extendido sobre otro
elemento menos denso? La Biblia lo explica así, en 2 Pedro 3:5: “Y la tierra proviene del
agua y mediante el agua se mantiene”. Y en 1 Samuel 2:8 aclara: “Porque de Jehová son las
columnas de la tierra, y él afirmó sobre ellas el mundo”. La expresión “mundo” (tebél),
generalmente se refiere a toda la existencia sobre la superficie del planeta (Sal. 9:8; 98:9;
Prov. 8:29), desde la base basáltica hasta la superficie (Sal. 18:15; 1 Sam. 2:8).
Al subir Dios una parte de la tierra seca sobre el gran abismo y extenderla sobre él,
esa tierra (ge) pudo permanecer (sunistera) sobre el agua (údatos) mediante pilares a manera
de “columnas” de roca, que formó desde “los cimientos” (1 Sam. 2:8; Sal. 104:5; Prov. 8:29).
Así que, al levantar en la creación la superficie terrestre, el “gran abismo” descendió a esas
grandes cavernas subterráneas y formó “las fuentes del gran abismo” (Gén. 7:11). Notemos
que esas fuentes de agua subterráneas no contenían el agua de lagos o pequeños mares, sino
del “gran abismo”, que los que sostienen la teoría de la Pangea le llaman Panthalassa. Una
pequeña parte de esas aguas quedó sobre la superficie terrestre formando pequeños “mares”
(Gén. 1:10), “ríos, lagos y lagunas”,56 “distribuidas con mucha regularidad”.57 No como hoy,
que hay arroyos y al mismo tiempo océanos.
56
White, Historia de la Redención (HR), (Bs. Bs.: ACES, 1980), p. 20.
57
————, Testimonios Selectos (TS), v. 2, (Bs. As.: CES, 1927), p. 21.
21
En el diluvio Dios hizo “temblar sus columnas” (ammud: Job 9:6). La superficie
terrestre se hundió y brotó el agua de las fuentes subterráneas hasta cubrir toda la tierra como
al principio, con la pequeña ayuda del agua de la atmósfera, que es apenas el 0,002% de la
hidrósfera terrestre. Al fin del diluvio, se produjo el segundo descenso de las aguas a las
fuentes subterráneas. Pero esta vez en menor proporción que la primera, permitiendo que
desde entonces se viera la relación tierra-agua en proporción invertida a lo que estaba antes
del diluvio (agua 71% y tierra 29%), y con una profundidad media de los océanos de 3.794
metros ese porcentaje de profundidad se debe principalmente a las grandes fosas marinas.
Esos vientos huracanados del fin del diluvio formaron las olas gigantes (mega-
sunamis) junto con las producidas por acciones volcánicas que pueden hacer derrumbar
laderas de montañas al mar, formando olas de más de 100 metros de altura, y pueden
mantener el poder y la altura de sus olas en forma de onda, atravesando todo un océano. En
1958, un deslizamiento de tierra en Alaska, produjo olas de hasta 500 metros de alto. Y en
Indonesia, en 2004, uno de ellos cuya fuerza fue calculada como equivalente a 23.000
bombas nucleares como la que detonó en Hiroshima, y donde once países sufrieron sus
estragos, llegó a la velocidad de 800 kilómetros por hora. Mega-sunamis mayores que estos,
fueron los que produjeron cambios tan drásticos con los vientos huracanados del fin del
diluvio (Gén. 8:1).
Además, la teoría de la Deriva de los continentes y la Tectónica de placas tampoco
encajan con las descripciones que da Juan en el Apocalipsis, cuando describió su visión de
la tierra nueva: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera
tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Se refiere a los grandes mares y los océanos que
volverán a las cavernas subterráneas: Apoc. 21:1).
Es lógico. ¿Para qué crearía Dios algo que no es útil para el hombre? E. de White
comenta: “El mar separa a los amigos; establece una barrera entre nosotros y aquellos a
quienes amamos. El vasto e insondable océano rompe nuestros vínculos. En la tierra nueva
ya no habrá mar, ni habrá allí ‘galera con remos”.58
En la nota de Job 38:7 (p. 633), no se define quienes eran esas “estrellas del alba” que
alababan, y los “hijos de Dios”. Más bien dice: “Seres inteligentes (servidores/seres
celestiales, o ángeles”). Pero E. de G. White los define así: “Cuando en la creación se echaron
los cimientos de la tierra, los hijos de Dios contemplaron admirados la obra del Creador, y
la hueste celestial prorrumpió en exclamaciones de júbilo”.59
Esta separación de las “estrellas” o ángeles de los “hijos de Dios” también aparece
en Job 2:1, cuando Satanás se junta con otros “hijos de Dios” en el Mar de vidrio, cerca de
la puerta principal de la ciudad. En cuanto a las “estrellas” del cielo, en varias ocasiones
significan ángeles de Dios o ángeles caídos (Dan. 8:10; Jud. 13; Apoc. 9:1; 12:4).
58
————, ¡Maranata: El Señor Viene!, (Bs. As.: ACES, 1976), p. 349.
59
PE, p. 217.
22
En la nota de Sal. 20:2,6, (p. 655), “desde su santuario… sus santos cielos”, se recalca
la existencia de la obra sacerdotal de Cristo en el santuario celestial en tiempos del Antiguo
Testamento, a favor de los que buscan la salvación. Sin embargo, en la nota de Heb. 10:20
(p. 1536), “a través del velo”, se dice que fue en su ascensión, cuando Cristo fue “para
inaugurar el santuario celestial”. Lógicamente nos preguntamos: ¿Cómo pudo Cristo
interceder en el santuario celestial antes de ser inaugurado? ¿Y cómo el “templo” y el
“santuario” en los días de David podía ser el mismo “trono” (Sal. 11:4; 20:2; 102:19), como
confirma Pablo (Heb. 8:1-6)? Es evidente que lo que fue inaugurado en el cielo, no fue el
santuario de Dios, que es eterno porque es la misma casa de Dios convertida en un centro de
salvación (Éxo. 15:17,18; Jer. 17:12; Eze. 37:26-28). Volveremos a esto en Hebreos 8:1-6.
En la nota de Sal. 24:1-10, “entrará el rey de gloria” (p. 658), describe brevemente la
entrada triunfal de Cristo al cielo como “Rey”, entre coros antifonales de ángeles.
Aunque se anonadó, el Salvador nunca dejó de ser Rey. Pero entonces, los ángeles y
los representantes de todos los mundos reunidos en la calle de la ciudad, detrás de la puerta
principal, ya habían organizado un programa de coronación. Y Elena G. de White cuenta:
“Pero con un además, él los detiene. Todavía no; no puede ahora recibir la corona de gloria
y el manto real”.60
Así que no se trata de la “coronación” de Jesús, como se destaca en las notas de Sal.
2:7 (p. 644) y Sal 110:1-7 “el papel y la misión del Mesías” (726). No podía ser coronado
hasta que en el juicio “sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies” (Heb. 10: 12,13;
Apoc. 19:11-21). El juicio iniciado en 1844 es de investigación, no de ejecución. Por eso
tampoco fue el momento en que el Señor recibió la corona. ¿Cómo puede Cristo desprestigiar
tanto al reino de su padre, aceptando en su territorio a un rey usurpador, y a la mayoría de
sus habitantes oponiéndose a él en una completa degradación?
Por eso Jesús no será Rey con corona, hasta que en su segunda venida dé muerte a
sus enemigos (Apoc. 19:12-16). En cuanto a la corona de honra de Hebreos 2:9, es la
simbólica que recibió el hombre en el Edén, según Salmos 8:5,6. Su coronación oficial y
definitiva será al fin del milenio, cuando el ángel Gabriel coloque la corona sobre su cabeza
instante antes del juicio y el infierno purificador.61
60
DTG, p. 773.
61
————, El conflicto de los siglos (CS), p. 727.
23
En la nota de Sal. 33:2-9 (p. 664), “Por la palabra de Jehová”, se dice que todo se creó
“por el poder de su palabra”. El conocido ateo Stephen Hawking llegó a la conclusión de que
el universo se formó “de la nada absoluta”; así como por arte de magia. Incluso cree que
también se formó así millones de otros universos. Y luego aseguró que el nuestro formó de
esa “nada”, o a partir de las partículas sub-atómicas, las leyes físicas que son una admiración
de los más famosos científicos del mundo. Si esto es imposible, y por eso en una ocasión
confesó que ese origen en realidad no se puede explicar, también lo es al pensar que el sonido
de unas palabras cree la materia.
Por eso el salmista aclara que en realidad fue “por el aliento de su boca”. Y Elena G.
de White dice que “en la palabra de Dios está la energía creadora que llamó a los mundos
a la existencia”.62 Así que junto con la palabra de Dios, salió la energía eterna (1ª ley de la
termodinámica) que se condensó y se transformó en materia a partir del lugar donde el
Creador estaba. Y Georges Lemaitre, quien dijo que el universo se formó a partir de un punto
central, no estaba muy alejado de la verdad. Pero lamentamos que este sacerdote católico
sacó de la escena al Creador y le dio el crédito al “Big Bang”.
En la nota de Sal. 51:5 (p. 679), se dice que “somos pecadores desde el nacimiento”.
El salmista dice: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado [keth] me concibió mi
madre”. En ninguna parte la Biblia dice que somos pecadores desde el vientre o en el
momento de nacer.
No confundimos pan con panadero, pero estamos haciéndolo con el "pecado", del
griego hamartía y del hebreo kjet' y 'asham: pecado, iniquidad (Lev.19:17; 20:20; 22:9;
24:15; Sal. 51:5, etc.), con kjattáh: pecador, ofensor, culpable (Gén. 4:7; 18:20; 50:17;Éxo.
29:14; Lev. 7:7, etc.). Esto se ha desfigurado por la influencia platónica de las sectas
cristianas gnósticas, en su dicotomía humana: cuerpo malo y alma santa, que pasó a la Iglesia
Católica en su pecado original, y de ella al protestantismo. Por eso todavía dicen que de los
niños no es el reino de los cielos, sino “el infierno”, a menos que sean bautizados (¿Mat.
19:14?).
Pero Pablo es claro cuando dice que el pecado “pasó a todos los hombres por cuanto
todos pecaron” (Rom. 5:12). Nacemos contaminados por el pecado (kjet’) desde el
nacimiento. Pero este pecado no es pecado de culpa (kjattáh). Esto ya lo vimos en el
tratamiento que se hacía con ellos en el santuario con sus dos clases de expiaciones (ver “¿Un
pecado que nos hace pecadores sin saberlo?” p. 14).
62
————, La educación (E), (Bs. As.: ACES, 1958), p. 122.
24
En la nota de Sal. 110:1, “siéntate a mi diestra” (p. 726), dice que la “diestra” era el
lugar de honor y poder junto al rey”. Pero ¿se trata de un lugar simbólico o real?
La “diestra” (heb. yamín, y gr. dexiós: lado derecho, derecha, diestra), es el lugar
donde Cristo se sienta cuando llega al trono (Sal. 110:1,5; Mat. 26:64; Mar. 12:36; 14:62;
16:19; Luc. 20:42; 22:69; Hech. 2:34; 7:55,56; Rom. 8:34; Efes. 1:20; Col. 3:1; Heb. 1:3,13;
8:1; 10:º12; 1 Ped. 3:22). Pablo dice que él se sienta “a la diestra del trono de la Majestad
en los cielos” (Heb. 8:1); y en ningún lugar de la Biblia a la derecha de un asiento tiene un
sentido figurado. Como Lucifer no entendía la doctrina de la Trinidad, al ver el asiento del
lado “norte” —es decir a la izquierda del Padre, según la ubicación del santuario (Éxo. 26:27;
Núm. 3:38)— que parecía estar vacío, quiso ocupar ese lugar “a los lados del norte” (Isa.
14:13), y el Padre, lógicamente, se lo impidió.65
El sentido figurado que le dan a la ubicación de la Deidad en el trono, se debe a la
creencia de que “Dios es espíritu” en sentido literal (Juan 4:24). Pero se está refiriendo a la
santidad de Dios (1 Crón. 16:29; Sal. 29:2); y que así debemos adorarlo. No espiritualizados,
sino siendo espirituales como Dios, pues sabemos que fuimos hechos a “su imagen” (Gén.
1:26,27); y seremos “semejante al cuerpo de la gloria suya” (Fil. 3:21; Col. 2:9). También
“el Padre es toda la plenitud de la Divinidad corporalmente [bodily]”.66
Se entiende que Dios no necesita sentarse para descansar, ni guarda el sábado por el
mismo motivo (Isa. 40:28), sino que debe ubicarse en algún lugar estable para que sepamos
a dónde dirigirnos. Pero, como ocurría en el santuario de Moisés, las tres personas divinas
no permanecen quietas en el mismo lugar, pues Esteban vio a Cristo parado (hestóta) delante
del Padre (Hech. 7:56).
63
CBA, 4:1169.
64
TM, p. 178.
65
PP, 18.
66
————, El evangelismo (Ev), (Bs. As.: ACES, 1975), p. 446.
25
67
CDCD, p. 167.
68
PR, p. 57.
69
Ibíd., p. 58.
26
El “Cantar de los cantares” fue elegido de entre 1005 del rey Salomón, para que forme
parte de la Palabra de Dios. Pero, ¿por qué el Señor pidió que lo escribiera justamente este
rey polígamo, que tenía 60 esposas y 80 concubinas (Cant. 6:8); y si bien se enamoró
realmente de una morenita de Sunem, no fue por mucho tiempo, ya que la dejó a un lado para
unirse con otras mujeres hasta que sumaron 700 esposas y 300 concubinas (1Rey. 11:37)?
¿Qué enseñanza nos podría dar un hombre que se lleva a su casa a mil mujeres para tenerlas
de adorno; las recluye por dos años o más, sin una muestra de amor personal, e impide que
ellas entren en su cámara fuera del día de turno, o cuando él lo decida? En este caso,
¿podríamos decir que Salomón sería un ejemplo conveniente?
En los libros de Elena G. de White hay unas 60 declaraciones que interpretan algún
pasaje del Cantar de los cantares.70 De ellos se citan 36 declaraciones que se emplean en el
tomo 3 del Comentario Bíblico Adventista. Y en todos los comentarios que hace la mensajera
del Señor, la sulamita representa al pueblo de Dios; y el rey es Cristo y sus enseñanzas.
“Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se emplea el matrimonio para
representar la unión tierna y sagrada que existe entre Cristo y su pueblo... En el Cantar de
los cantares oímos decir a la voz de la novia: ‘Mi amado es mío, y yo suya’. Y el ‘señalado
entre diez mil’ dice a su escogida: ‘Tú eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha”
(Cant. 2:16; 5:10; 4:7).71
Note que la Hna. White no dice que ella interpreta o ilustra, sino que lo hacen los
escritores de la Biblia. En la próxima cita, nombra directamente a Salomón como escritor y
a la vez un tipo de Cristo:
“La belleza divina del carácter de Cristo, de quien los hombres más nobles y más
amables son tan sólo un pálido reflejo; de quien escribió Salomón, por el Espíritu de
inspiración, que es el ‘señalado entre diez mil... y todo él codiciable” (Cant. 5:10-16).72
"Necesitamos comprender mejor el sentido de estas palabras: 'Debajo de su sombra me
senté con gran deleite [...] Apartémonos de las encrucijadas polvorientas y calurosas que
frecuenta la multitud y vayamos a descansar a la sombra del amor del Salvador" (Cant.
2:3)73.
Teniendo esto en mente, podemos resumir diciendo que Dios encuentra a su amada
(su pueblo) en el desierto en un estado deplorable. Se enamoran, y la novia llega a estar limpia
y se cubre con nuevos vestidos (de salvación), pero luego hay desencuentros por un largo
tiempo. El Rey prepara un “carro” (de ángeles) para llevarla a su palacio. Pero los planes se
postergan porque la Sunamita siente que el Rey llama a la puerta (Apoc. 3:20), pero por
orgullo no le abre. Así que el Rey lamenta separarse otra vez. Finalmente se anuncia la boda
y ella se prepara para el encuentro (la boda del cordero: Apoc. 19:9). Las hermanas de ella
70
Indice bíblico de comentarios de E.G.W, (Entre Ríos: Edit. C.A.P., 1978), p. 24.
71
Elena G. de White, El Discurso maestro de Jesucristo (DMJ), (Mountain View, California:
Publicaciones Interamericana, 1964), p. 57.
72
Ibíd., p. 46.
73
JT, 3: 109.
27
(las demás iglesias cristianas) le llaman bienaventurada entre todas. Y ella y el Rey gozan
juntos rodeados de flores y bellezas (celestiales).
En la nota de Isa. 44:6-8, “fuera de mi no hay Dios” (p. 865), se dice que “la unicidad
de Dios y sus prerrogativas divinas exclusivas lo capacitan para ser el Salvador. Como no
hay otro Dios no puede haber otro Salvador”.
Esta no fue la doctrina que era conocida durante los años 60 y 70, cuando la Deidad
constaba de “tres seres separados y distintos” en unidad (ekját);74 y por lo tanto la persona
divina que murió no pudo ser Dios de tres personas o una de las tres semipersonas de un solo
Ser, sino sólo el Hijo de Dios, que es una verdadera persona de la Trinidad. Jesús dijo bien
claro: “No soy yo solo (monos), sino yo y el que me envió, el Padre” (Juan 8:16). Fue Cristo,
nuestro Salvador, quien dijo: “Antes de mí no fue formado Dios,75 ni lo será después de mí”
(Isa. 43:10,11). Y lo entendemos, pues las tres personas son eternas; y el Hijo no nació
literalmente del seno del Padre, y por lo tanto el Padre no es anterior, sino que el “Hijo” lo
fue como un “pacto” hasta cumplirse en Belén y confirmado en la resurrección (después
volveremos a esto).
Ya vimos (ver p. 17) que la Deidad consta de “tres Seres”76 y no de un solo Ser que
se manifiesta misteriosamente en tres semipersonas, como dice Roma desde Agustín de
Hipona. No es Dios Padre el que murió en la cruz como Hijo, y ahora está como Espíritu. Si
fuera así, no necesitaríamos nombrar a tres personas en el bautismo; ni decir con Pablo que
“hay un solo Dios y un solo Mediador” (1 Tim. 2:5). Este texto, en griego dice literalmente:
“Porque un Dios, un también Mediador de Dios y de hombres”. No se trata, pues, de una
escena de teatro, donde el padre se pone la máscara de Hijo para mediar con sí mismo, y para
luego actuar como Espíritu, y concluir diciendo que la Deidad “es un misterio”.
Lamentamos que esta enseñanza pasó a nosotros en la década de los 70, y en base a
esta enseñanza de tres personas no personas, se formó la “Iglesia Adventista del 7º Día de la
Creación”. Era lógico: Si Dios es un solo Ser, el Hijo y el Espíritu no son verdaderas personas,
sino derivaciones del único Dios verdadero. ¿Por qué, pues, no podrían formar parte de
nuestra iglesia, los que sostienen que el Espíritu Santo es el mismo Dios y el mismo Cristo?
¿No es esto una contradicción? Dios no es una unicidad indivisible, sino una unión ekját
como el matrimonio bíblico. Por eso E. G. de White dice que si en el Calvario Cristo era
vencido por el mal, habría habido una separación eterna entre el Hijo y el resto de la Deidad.77
74
Departamento de Educación de la Asociación General, Principios de Vida ( PDV), (Bs. As.: ACES,
1965), p. 35.
75
En la versión Reina-Valera 1960 Dios aparece en minúscula. Pero es un claro error, pues todos los
dioses humanos no podrían existir “después” de Dios.
76
MR, 7: 267.2.
77
DTG, pp. 637,638.
28
Por lo tanto, aunque las tres personas divinas obran nuestra salvación, Cristo no es el
único Salvador de la Trinidad porque es el único Dios, sino porque de los tres es el único que
vino a morir, y por eso es el único de la Deidad que tiene la autoridad de ser Pontífice.
En la nota de Isa. 65:20, “el niño morirá de cien años” (p. 887), se dice que “sería
considerado mortalidad infantil”. Entonces, ¿cuándo en la tierra renovada dejaría de ser
“considerado mortalidad infantil”?
No olvidemos que los niños que serán llevados al cielo, cuando sean regresados a este
mundo renovado, no podrán tener menos de 1000 años (Apoc. 20:6). Por lo tanto, con una
sana ironía, Isaías dice que si hubiera uno que cumpla 100 años no podrá estar vivo. No
pertenecería al reino de los justos, y todo niño o adulto de esa edad sería “maldito”.
1º Estos “mismos seres vivientes” (Eze. 10:20), son en realidad “el ser viviente” (10:15).
Aquí ya se nos dice que se trata de las cuatro manifestaciones de un mismo “ser”. Elena G.
de White lo confirma: “Los ángeles que ofrecen el humo del incienso [...] El ángel [de
Jehová] con el incienso, que representa la sangre de la expiación, halla acceso delante de
Dios”.79 Sólo Cristo, el “Ángel de Jehová”, puede ofrecer incienso en el santuario celestial.
2º Entre ellos se oye “una voz” del cielo (Eze. 1:25; Apoc. 6:6) y se ve a un varón vestido
con ropajes de sacerdote (Eze. 10:6), que también es un “Cordero” con “siete cuernos, y siete
ojos” (Apoc. 5:6).
3º El “cordero” que Juan ve entre los animales, es también un “León”, es decir uno de los
cuatro seres vivientes (Apoc. 5:5,6).
4º Los “seres” son querubines y el Ángel de Jehová (”el ser”) que obra en la “sala del trono”
o lugar Santísimo (Isa. 6:1,2; Sal. 48:2; Eze. 1:26; 10:1), y está en constante comunicación
78
TM, p. 215.
79
CBA, 7: 982.
29
con los pecadores arrepentidos (Eze. 1:4,5;10:2-5,16-19; Apoc. 1:4,5,12, 13, 20; 2:1; 4:2;
10:1,5).
5º Estos “querubines” tienen el poder de perdonar pecados (Isa. 6:6; Eze. 10:2,6,7). Es decir,
el poder divino que sólo le corresponde al “Ángel de Jehová” y al “Cordero” (Luc. 5:21). Por
esta misma razón, sólo el Cordero y esos cuatro seres pueden estar presentes en el santísimo
para hacer juicio con Dios (Apoc. 15:6-8).
6º La importancia de estos seres se ve también porque poseen los poderes simbólicos más
grandes: El del “león” entre los poderes de la tierra; el de “águila”, entre las inteligencias
espirituales; el de querubín: el principal entre los mensajeros celestiales del A.T., que después
llega a ser un animal que carga con nuestros pecados (“buey” o “becerro”), y el de “hombre”,
la corona de la creación. Cristo vino a restablecer esta gloria edénica.
7º Los 144.000 que adoran a Dios, lo hacen también ante los 4 seres (Apoc. 14:1,3), porque
con sus obras y con su voz, Cristo, en sus cuatro facetas de Hijo del Hombre, honró y glorificó
a Dios “el Juez de todos” (Heb. 12:23) aquí en la tierra (Sal. 22:16,22; Isa. 6:3,4; Mar. 14:26;
Juan 17:1,4; Heb. 2:12; Apoc. 4:8,9; 5:9,10,12-14).
8º Por eso también cada ser canta a los otros tres seres, diciendo que es “Santo” y que es
“Jehová de los ejércitos” (Isa. 6:3). Es claro, entonces, que estos “seres” o “Ser” es “Jehová”
Hijo.
9º Estos seres no sólo pueden perdonar, sino también leer y entender el libro sellado que está
sólo para Cristo (Apoc. 5:4,5; 6:1,3,5,6,7; 8:13).
10º Los músicos celestiales cantaban hacia el trono y a los cuatro seres vivientes (Apoc.
14:3).
Conclusión:
La suma de estas revelaciones nos revela que los cuatro “seres” representan las cuatro
manifestaciones de la obra de Cristo, el “Jehová de los ejércitos”. Y los “seres” son también
“el ser” —porque no hay cuatro “Jehová de los ejércitos”—, como “cordero”, como “león”,
como “águila” (aetós: 4:7; 8:13; 12:14), como “hombre” y como “ángel” “querubín” que
llega a ser “becerro”, a fin de que Dios sea glorificado por él ante el universo entero. Él (ellos)
es quien está en constante comunicación con la tierra manejando con su “mano” las
complicadas ruedas de Ezequiel. Por eso la sierva del Señor dice que el “León”, el “Cordero”,
el “brazo” y la “mano” entre los seres, es “el Salvador”.80 Y no podía ser otro, pues sólo
Cristo puede perdonar pecados, conocer el libro sellado y ser llamado “Jehová”.
80
White, Hechos de los apóstoles (Hap), (M. View, Calif.: Pub. Inter., 1957), pp. 470,471; TM, p. 216;
PR, p. 393.
30
En la nota de Eze. 8:4, “Allí estaba la gloria” (p. 990), no identifica a la persona divina
de quién se habla. Y aquí hay una revelación importante que debemos conocer:
En la Biblia, “persona” (heb. pané y gr. prósopon) es todo aquel que se muestra
físicamente y que especialmente se ve su rostro (Deut. 1:17; 5:4; 10:17; 16:19; Apoc. 6:16;
etc.). Como creemos que Dios es una unidad formada por tres Personas, Elena G. de White
asegura que “el Espíritu Santo, que es una persona así como Dios es persona, anda en estos
terrenos”.81 Pero, ¿cómo podemos creer que la tercera persona de la Deidad es una persona,
según el significado que da la Biblia?
En el cielo, los ángeles se muestran como son, es decir con “hermosura física”;82 pero
como aquí se muestran espiritualizados, se los llama “espíritus” (Heb. 1:14). Después de su
resurrección, Jesús se espiritualizó por un instante para traspasar la puerta cerrada o las
paredes del aposento alto; y sabemos que es una “persona”, porque tiene rostro (Éxo. 33:21-
23). Por lo tanto, si la Revelación dice que el Espíritu es una “Persona” que colaboró con
Cristo al formar al hombre a la “imagen de Dios” (Gén. 1:2), es porque, como co-Creador
(Bore aka: Creadores: Ecle. 12:1; Isa. 34:16), debe tener una “imagen” con rostro (Gén.
1:26).
Elena G. de White escribió que estaba sorprendida porque en su tiempo todavía no se
lo entendía. Hoy la declaración del Padre: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme
a nuestra semejanza”, continúa sin ser entendida plenamente:
“Todo hijo de Dios leal tratará de conocer la verdad. Juan declaró la verdad tan
claramente como para que un niño pudiera entenderla. ‘Si me amáis, guardad mis
mandamientos; y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros
para siempre: al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le
conoce’. ¿Escogemos ser clasificados entre aquellos que no disciernen la verdad, que están
tan cegados por el poder engañoso del enemigo que sus ojos no ven a Aquel que es la
expresa imagen de la persona del Padre?83
Copio como se lee en inglés la última parte del texto:
“Do we choose to be numbered with those who can not discern the truth, who are so blinded
by the deceptive power of the enemy that they see not Him who is the express image of the
Father’s person”.84
Aunque en nuestra iglesia no siempre se creyó en la divinidad de Cristo, siempre ─ya
sea porque se creyera que era un hijo literal del Padre y por lo tanto debía ser semejante a su
progenitor, o porque era Dios como el Padre y lógicamente debía ser igual─ se aceptó que es
81
Ev, p. 447.
82
CDCD, 29 de abril 1979.
83
TM, p. 134. Es posible que algún adventista agustiniano o algún biteísta, argumente que la Hna.
White se refiera a la “expresa imagen” de Cristo, según parece indicar en los párrafos anteriores. Pero en este
caso, la redacción no sería correcta, pues la persona más cercana a esta expresión es el “Espíritu de verdad”,
y por lo tanto tendría que haber aclarado que no se refería a él. Y en segundo lugar, en nuestra iglesia no se
registra una negación de la “imagen” divina del Hijo (Col. 1:15), sino de su divinidad. Respecto a esto los
arrianos no estarían “cegados”, ya que dicen que es natural que un hijo tenga la imagen de su padre.
84
————,Testimonies to Ministers and Gospel Workers, (Mountain View, California: Pacific Press
Publishing Association, 1923), p. 137.
31
la “expresa imagen del Padre”. Pero nadie creía que el Espíritu tuviera rostro o que fuera una
imagen. Pero, ¿es bíblica esta sorprendente declaración?
Sí, lo venía diciendo el profeta Ezequiel. Él, primero vio la gloria del Padre con el
Hijo en el trono; y describió la escena así: “Y sobre la figura del trono había una semejanza
que parecía de hombre sentado sobre él [Cristo]. Y vi apariencia como de bronce refulgente
[el Padre], como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos
[cintura] para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía
resplandor alrededor” (Eze.1:26,27).
Después, estando en su casa, Ezequiel vio la tercera persona divina, con una
descripción semejante a la del Padre, pero no la vio sentada en el trono, sino en varios lugares:
“Y miré, y he aquí una figura que parecía de hombre [recuerde que fuimos hechos a la
imagen de “Creadores” en plural]; desde sus lomos para abajo, fuego; y desde sus lomos para
arriba parecía resplandor, el aspecto de bronce refulgente, y el Espíritu me alzó entre el cielo
y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén, a la entrada de la puerta de adentro
que mira hacia el norte, donde estaba la habitación de la imagen del celo, la que provoca a
celos. Allí estaba la gloria del Dios de Israel, como la visión que yo había visto en el
campo” (Eze. 8:2-4).
Ezequiel vio en el santuario ─que nunca se construyó porque era simbólico y terminó
siendo el celestial de la santa ciudad (Eze. 48:16-35)─ que los ancianos, sacerdotes y parte
del pueblo adoraban a ídolos (semél: imagen, semejanza, figura, ídolo). Pero “a los lados del
norte” del santuario, encontró sólo a la imagen gloriosa del Espíritu que había visto antes,
junto a otra imagen (semél) que el pueblo no la estaba adorando directamente, pero que para
el Espíritu era “la imagen del celo”. Es evidente que esta “imagen del celo”, era la que quería
ocupar “los lados del norte” del trono, que le corresponde al Espíritu, cuya imagen sólo la
vio Ezequiel en visión, pero no Lucifer; y por eso quiso ocupar su lugar, así como Cristo lo
ocupaba en el lado sur o derecha del Padre (Isa. 14:13). 85
En la nota de Eze. 20:15: “Estatutos que no eran buenos” (p. 1002), dice: “Los
estatutos mencionados en este versículo son leyes de factura humana”.
Efectivamente, las leyes civiles, que en el A.T. estaban mezcladas con las leyes
ceremoniales, porque el Señor daba sus mensajes según la necesidad del momento y no según
el orden de los temas, no pertenecían a las leyes del santuario, que eran buenas (Ver pág. 19:
“Una mujer por trofeo de guerra para unirse a ella, y abandonarla si no es de su agrado”).
El problema es que estas leyes contrarias al pensamiento cristiano, y que Pablo dice
que eran “contra nosotros” (Col. 2:14), fueron “clavadas” simbólicamente en la cruz
mediante la persona de Cristo. Pero no porque él las vino a cumplir plenamente como
85
No olvidemos que todas las figuras del santuario terrenal, representaban al celestial, que se realiza a
“la diestra [al sur] del trono de la Majestad en el cielo […] aquel verdadero santuario” (Heb. 8:1). Y a la
izquierda del Padre, es decir al lado norte del trono y “santuario”, corresponde a la tercera Persona. Por eso
Ezequiel destaca que esa tercera imagen estaba en el lado “norte” del templo.
32
ejemplo, como las ceremoniales (Mat. 5:17-19), pues las civiles no pertenecían a los símbolos
del Señor que salvan nuestro cuerpo y nuestra mente. Esto explica por qué no hay ninguna
contradicción cuando dijo que vino a cumplir hasta el mínimo detalle, pero no aceptó cumplir
las civiles (Mat. 5:31,32, 38,39).
¿Usted obedecería a un juez del pueblo de Dios, que ordena a una hermana de iglesia
a ser vendida como esclava por deseo de su padre, porque así lo permiten las Escrituras (Éxo.
21:7)? ¿Cree que es correcto herir con un palo a su sirviente hasta dejarlo medio muerto, pero
porque sobrevive un par de días se lo declare libre de toda culpa, porque así se lee en la ley
de Moisés (Éxo. 21:20,21; Neh. 10:29)? ¿Cuál sería su opinión acerca de un pastor de nuestra
iglesia que ordena a matar a uno de sus feligreses basándose en Éxodo 31:15, que dice: “Todo
el que haga algún trabajo en sábado, morirá”? ¿Cree correcto que el anciano de su iglesia
tenga “dos mujeres, la una amada y la otra aborrecida”, argumentando en su defensa que
cumple un mandamiento bíblico (Deut. 21:15-17)?
¿Por qué cree que Cristo abolió el mandamiento civil que él mismo dictó: "Ojo por
ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por
herida, golpe por golpe" (Éxo. 21:24,25; Mat. 5:38,39)? No fue porque estaba arrepentido de
haber dictado ese mandamiento 15 siglos antes, sino porque en la misma torah también está
el mandamiento ceremonial que se contrapone al civil, que dice: “No te vengarás, ni
guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo
Jehová” (Lev. 19:18). ¿Nota que muchas veces las leyes del santuario eran contrarias a las
civiles y podían anularlas?
Y si no eran buenas, ¿por qué Dios las dictó a Moisés (Eze. 20:2; Jos. 24:26; Neh.
10:29)? Los que tenemos hijos podemos entenderlo mejor. Sabemos que no se les puede
negar todo lo que dicen, ya que quedarían abrumados con tantas negativas. Lo mismo
hacemos con los que estudian la Palabra y dan sus comentarios. Nos callamos para que no se
desanimen por todos los cambios que necesitarán aceptar, hasta que llegue el momento que
puedan estar en mejores condiciones de entenderlo.
¿Se puede imaginar lo que hubiera pasado si al salir de Egipto, a todos los hebreos se
les hubiera prohibido tener más de una esposa? ¿Cuántos habrían salido? Así que Dios aceptó
costumbres que no eran buenas, reglamentándolas, para evitar males mayores.
Lamentablemente, para burlarse de la Biblia, los ateos destacan esas leyes del A.T. contrarias
a la civilización occidental, porque no toman en cuenta lo que consideramos.
En la nota de Dan. 2:41, “será un reino dividido” (p. 1044), se destaca las divisiones
que sufrió Roma desde el 285 d.C. “hasta la caída de Constantinopla en 1453”. Pero en Dan.
2:41,42 no sólo se habla de la división del reino en dos piernas y pies (Oriente y Occidente),
sino también en diez dedos de la Roma occidental, que en parte serían fuertes, y en parte
débiles como ocurre hoy con las naciones del sur de Europa. Estos reinos son los que
permanecerán hasta la caída de la piedra o reino de Dios (2:44).
33
Pero si bien hoy Roma es sólo una ciudad de una de las naciones europeas y no un
imperio, ¿por qué se le llama “un reino dividido”? El profeta emplea aquí dos palabras claves:
“Reino” (malkuw), y “dividido” (pelag). Observe que “reino” está en singular. Por lo tanto,
para Dios Europa es más que una unión de reinos, como Mercosur y otros. Dios sabe que
mientras exista el “cuerno pequeño”, Europa será más bien “un reino dividido. Es verdad
que por medio de sus colonias y su influencia cultural y religiosa, ha formado nuevos
“reinos” (en plural) en naciones de los cinco continentes. Pero Europa fue el Imperio
Romano, y volverá a ser “un reino”, a pesar que lo formen naciones independientes que
todavía mantienen sus diferencias en plena época de Unión Europea.
Hoy se cumple la profecía, porque es: “UN REINO DIVIDIDO”.
UNIÓN EUROPEA
Harnack dijo: “El imperio no ha perecido sino que sólo ha sufrido una
transformación [...] Esto no es meramente una 'observación aguda', sino el reconocimiento
histórico del verdadero estado de cosas y la forma más apropiada y fructífera de describir el
carácter de esta iglesia. Aún gobierna a las naciones [...] Es una creación política, y tan
imponente como un imperio mundial porque es la continuación del Imperio Romano. El
papa, que se autodenomina 'Rey' y 'Pontífice Máximo', es el sucesor de Cesar".86
Elena G. de White lo dice con más precisión: “La influencia de Roma en los países
que en otro tiempo reconocían su dominio, dista mucho de haber sido destruida. Y la
profecía predice la restauración de su poder”.87
86
Adolfo Harnack, What Is Christianity?, (Nueva York: G. P. Putnam's Sons, 1903), pp. 260-270, la
cursiva es del original; Nichol,ed., CBA, 4:872.
87
White, CS, p. 636.
34
que se lee 35 veces, se lo traduce como extraño, forastero y extranjero. Así que además del
dios que no se conocía antes de la herida de muerte del papado, hay otro que obra con los
poderes de Roma y EE.UU., pero que es un forastero. Y que ese "extraño" posee el mayor
poder que se conozca (mau´zzim). ¿Más que los Estados Unidos de América? Sí, porque los
Testimonios aseguran: "Los protestantes de Estados Unidos serán los primeros en tender las
manos a través de un doble abismo al espiritismo”.88
Aquí está el secreto del poder que recibirá esta coalición, cuando “repartirá tierras
como recompensa” (Dan.11:39 up.) y llegue a ser un poder triple (Apoc. 16:13,14). E. G. de
White comenta: “Verán en esta unión un gran movimiento para la conversión del mundo y
el comienzo del milenio tan largamente esperado”.89 “Multitudes se alegrarán de que Dios
esté obrando maravillosamente en su favor”.90
Este falso reavivamiento religioso para “la conversión del mundo”, será fortalecido
por la aparición de líderes mundiales de las principales religiones del globo, que se
“levantarán” de la tumba enseñando mentiras como que el domingo es el día santo.91 Los
musulmanes guardan el viernes. Pero si Satanás se apareciera diciendo que es Mahoma, e
hiciera grandes señales y milagros, enseñando que el viernes santo fue cambiado por el
domingo, ¿quién de ellos se podrá resistir? ¿No podrá obtener mayor éxito que lo que hasta
ahora mostró todo el poderío de los EE.UU. y el papado juntos? Sí, el demonismo: el extraño
forastero vestido con ropajes cristianos, será la fuerza más inexpugnable de todo el planeta y
de todos los tiempos. Jamás hubo ni habrá un poder norteño como este.
Nota de Nah. 1:2-15 (p. 1117). El caballito de batalla de los ateos y agnósticos contra
Dios y la Biblia, es la larga historia de violencia y maldad, donde niños y mujeres indefensas
sufren ante la vista de Dios sin una justiciera intervención suya. Argumentan que si existiera
un Dios de amor, como anuncia la Biblia, ya tendría que haber intervenido en los
acontecimientos humanos.
Como conocemos la Palabra de Dios, sabemos que Dios está obrando pero en una
forma muy limitada, porque si hiciera lo debido muy pocos quedarían con vida, y los testigos
del universo no podrían comprender hasta dónde llega lo bueno y hasta dónde llegan las
consecuencias de la desobediencia. El árbol del mal debe crecer, y hay que esperar hasta que
dé sus frutos, porque el reino de Dios está basado en la fe y el amor, no en la fuerza.
Una pequeña duda en la eternidad, sería suficiente como para transformar este reino
eterno en una temerosa pesadilla. Por eso Dios aprovecha nuestras desobediencias como una
vacuna eterna contra un segundo mal. Y tan perfecto es el plan, que Dios asegura: “¿Qué
88
Ibíd., p. 645.
89
Ibíd., p. 646.
90
Ibíd., p. 517; Eventos de los últimos días (EUD), (Bs. As.: ACES, 1992), p. 162.
91
EUD, p. 164.
35
pensáis contra Yahwéh? Él extermina por completo. La angustia no se levantará por segunda
vez” (Nah. 1:9).
En la versión Reina-Valera 1995, que usa la BEA, dice así: “No tomará venganza dos
veces de sus enemigos”. Pero en el texto hebreo no aparece la palabra oyéb (enemigo).
Aunque en el capítulo se habla de contiendas humanas, el texto emplea la palabra tsará
(tribulación, angustia, controversia, calamidad, problema, aprieto). Y confirma que
finalmente, gracias al “monte” de Dios y su evangelio, “nunca más te invadirá el malvado”
(Nah. 1:15).
Lamento, pues, que por causa de las versiones de Reina-Valera, nos dificulte dejar
con las almas acongojadas y sedientas, una promesa divina tan segura.
Nota de Mat. 5:38, “Ojo por ojo y diente por diente” (p. 1178), dice: “Si los anteriores
mandamientos de la ley no han sido abolidos, sino espiritualizados y profundizados en su
exigencia, con este ocurre lo mismo”. Pero luego aclara que “no favorece tomarse la
venganza uno mismo, sino todo lo contrario”. ¿Entonces “ocurre lo mismo” o “todo lo
contrario”? Jesús dijo que vino a cumplir hasta los puntos y las comas de la Torah. Pero
nunca quiso cumplir este mandamiento, “sino todo lo contrario” (Mat. 5:38,39). ¿Por qué?
Como vimos, en la Torah hay dos clases de mandamientos: los del santuario para la salvación
del alma y del cuerpo, y los mandamiento civiles, que no eran sombra de Cristo, sino “contra
nosotros” (Col. 2:14). Por eso Jesús dijo que éstos “no eran buenos” (Eze. 20:25); y los aceptó
por la dureza del corazón de los hebreos (Mat. 19:8), que querían seguir las normas que
habían aprendido en los países paganos. Ver pág. 17 bajo el título: “Una mujer por trofeo de
guerra para unirse a ella, y abandonarla si no es de su agrado”.
En la nota de Mat. 5:48, “perfectos” (p. 1178) dice que “describe la madurez”. Pero
si Dios es “perfecto”, no significa que ha llegado a la madurez, pues su perfección es absoluta
e inalcanzable (taklith: Job 11:7). Es evidente que aquí Jesús está señalando el amor a todos
como una de las expresiones de la perfección cristiana. Pero la “perfección” que Dios espera
de nosotros, tiene un sentido más amplio de lo que se ha estado señalando por el movimiento
adventista contra la perfección legalista. Este movimiento anti-perfeccionista nos llevó, sin
querer, al lado opuesto del camino al cielo, llegando a ser casi tan peligroso como el primero.
Los vocablos hebreos tamin (Gén. 6:9; 17:1; Lev. 22:21; Deut. 18:13, etc.) y shalem
(Deut. 25:15; 1 Rey. 8:61; 11:4; 15:3,14; 2 Rey. 20:3, etc.), se traducen como “íntegro”,
“perfecto” y “completo”. Y corresponden con la palabra griega téleios. En los Salmos, “los
perfectos” son “los que andan en la ley de Jehová” (Sal. 119:1). Y Pablo aclara: “Cuando
vuestra obediencia sea perfecta” (2 Cor. 10:6). Santiago afirma que son los pacientes (Sant.
36
1:4). Pablo dice que son los que no murmuran contra otros (Fil. 2:14). Pero también dice que
la perfección no es sólo una virtud cristiana, sino que es el esfuerzo constante para alcanzar
la meta, que es el Modelo (Fil. 3:14,15): “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es
en Cristo Jesús” (2 Tim. 2:1).
Así que la perfección bíblica no es estática, sino progresiva, pues la perfección no es
un estado, como la madurez, sino un proceso mientras haya vida. La orden es: “Creced en
la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Ped. 3:18); “a fin de
que el hombre [mediante el estudio del Libro] de Dios sea perfecto, enteramente preparado
para toda buena obra” (2 Tim. 3:17).
Justamente, porque la perfección es progresiva, hay tres grados de perfección:
1.º La perfección instantánea, que se la obtiene mediante la justicia imputada de Cristo; “su
propia ropa de justicia, que es la perfecta obediencia a la ley de Jehová”.92 Así, el perdón
nos hace perfectos observadores de la ley en Cristo, y “completos en él” (Col. 2:10). Con
esta perfección instantánea de la limpieza de la conciencia (no de la naturaleza hasta la
transformación), obtenemos ya la tarjeta de entrada al cielo (Apoc. 22:14). Pero si Cristo no
viniera hoy, tendríamos el problema de mantenernos limpios, con el peligro de perder esa
“tarjeta” de entrada.
2,º El paso siguiente es la perfección progresiva, según nuestras mejores capacidades diarias.
Los que trabajan en el campo saben que para hacer un surco derecho y perfecto, tienen que
mirar hacia adelante a un punto fijo. El blanco fijo de Pablo era Cristo, y hacia él obraba cada
día, diciendo: “No que lo haya alcanzado ya, ni que sea perfecto; sino que prosigo”
adelante (Fil. 3:12). Pero, ¿cuándo lograremos alcanzar la perfección de Cristo? La respuesta
es nunca (Job 11:7). Y E. G. de White lo dice así: “Recordad que la edificación del carácter
no finaliza mientras no termine la vida”.93
Esto nos abruma y nos lleva al desánimo. Pero notemos lo que continua diciendo
Pablo: “Así que, todos los que somos perfectos, esto mismo sintamos” (Fil. 3:15). ¿Cómo
se entiende esto? El problema viene cuando pretendemos ser perfectos como Cristo en un
solo día, pero nos damos cuenta que no podemos. ¿Entonces cuál era el secreto de Pablo para
sentirse perfecto cada día?
Jesús dijo: “No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su
afán. Basta cada día su propio mal” (Mat. 6:34). Y E. G. de White añade: “Empiecen su
obra. Él es la suficiencia de ustedes. ‘Esfuérzate y aliéntate” (Dan. 10:19),94 “Día por día
todos somos probados, corregidos y educados para ser útiles en esta vida. Pensad en esto:
sólo un día por vez”.95 “Todo lo que tenemos que hacer se refiere al día de hoy. Hoy
hemos de ser fieles a nuestro cometido. Hoy hemos de amar a Dios con todo el corazón y a
nuestro prójimo como a nosotros mismos. Hoy hemos de resistir las tentaciones del enemigo
92
PVGM, pp. 253,254.
93
————, Dios nos cuida (DNC), (Bs. As.: ACES, 1991), p. 179.
94
RJ, p. 245.
95
MCP, 1: 15.
37
3º. Por último, ese blanco supremo, que es Cristo, seguirá siendo en el cielo la meta
que alcanzar. Pero, ¿para qué está, si es inalcanzable (Job 11:7)? Para evitar el conformismo
de la mediocridad, y con él el hastío, y la pérdida de la felicidad.
96
DNC, p. 189.
97
PVGM, p. 339.
98
MS, p. 395.320
38
Es verdad que no tenemos autoridad para afirmar, con seguridad, que la generación
en que vivimos vendrá Jesús, porque es la última de la historia del pecado. Pero tampoco
nadie tiene el derecho de negar lo que nos dice el Maestro, argumentando que va contra lo
que él quiso decir. Lo que sucede es que se desconoce lo que Elena G. de White escribió al
respecto:
“Jesús no consideró por separado la destrucción de Jerusalén y el gran día de su
venida. Mezcló la descripción de estos dos acontecimientos. Si hubiese revelado a sus
discípulos los acontecimientos futuros como los contemplaba él, no habrían podido soportar
la visión”.99
1.° Para la iglesia, en su totalidad, esta doble profecía se cumplió en el año 70 d.C.; y
se volverá a cumplir al fin de los tiempos, cuando se cumpla la última condición (Mat. 24:
14). Y sabemos cuál es la última condición: “El evangelio eterno ha de ser predicado ‘a toda
nación y tribu y lengua y pueblo”(Mat. 28:19),100 y “a toda criatura” (Mar. 16:15).
Actualmente estamos predicando a casi todas las naciones, pero no a los pueblos y “toda
criatura” mediante los actuales medios de comunicación. Por lo tanto, no podemos saber si
ya estamos en la última generación.
2.° En la aplicación personal, debemos tener en cuenta que desde que cada creyente
se prepara para la venida del Señor hasta la segunda venida, sea que viva en los tiempos de
Enoc o de Isaías; en los días de los apóstoles; en el tiempo de la iglesia de Filadelfia o en
nuestros días, el período de espera será “breve”: Siempre de una generación. ¿Por qué?
Porque simplemente no hay tiempo de espera. Cuando Adán y Eva sean resucitados; cuando
los justos del tiempo de Isaías vuelvan a la vida, y cuando Pablo y Elena G. de White sean
despertados, cada uno creerá que ese día de la venida se habrá cumplido en “breve”; en su
“generación”, “un poquito” de tiempo después de su muerte.
Esto explica por qué Dios preparó a E. G. de White para que nos ayude a interpretar
la Biblia debidamente. Si leyéramos más sus escritos habría menos inseguridad teológica.
En la nota de Rom. 2:12-14, “Los que obedecen la ley serán justificados” (p. 1393),
no sólo se habla del juicio, sino también de la justificación diaria. Pero más adelante, Pablo
dice que somos “justificados por la fe sin las obras de la ley” (Rom. 3:28). ¿Cómo se entiende
esto?
Generalmente, cuando Pablo se dirige a los judíos, la Ley es la Torah, donde se lee
dos veces los Diez Mandamientos y las leyes ceremoniales del santuario, que representaban
al Cordero que da la salvación. Así que si hemos pecado, la ley moral nos condena; y si
reconocemos que somos pecadores y ofrecemos el sacrificio espiritual, el Cordero nos
justificará, y seremos reconciliados con Dios y su Ley.
Dios sabe que antes de recibir el perdón o justificación (que es lo mismo), nadie podrá
guardar los Diez mandamientos (Rom. 8:7). El solo hecho de que pedimos el perdón, es la
99
DTG, p. 581,582.
100
Ibid., pp. 587,588.
39
prueba. E. G. de White confirma a Pablo diciendo: “Es sólo mediante la justicia de Cristo
que somos capacitados para guardar la ley”.101
Así que, aunque Dios quiere que guardemos su ley moral, aquí nos pide que no la
guardemos porque será inútil. Solo podremos arrodillarnos y pedir el perdón arrepentidos,
tal cual somos. Pero, ¡cuidado! en ninguna parte de la Biblia dice que entonces somos salvos
solamente por fe, como decía Lutero. Al contrario, dice que “el hombre es justificado por
las obras, y no solamente por la fe” (Sant. 2:24).
¿Está sorprendido? En tal caso lo que hay que hacer es preguntarse: ¿Qué obras? ¿Las
de la ley moral y cualquier obra buena que nos de algún mérito, o se trata de obras de
arrepentimiento? Muchos tratan de explicarlo diciendo que esas obras son las que vienen
como resultado de la justificación, es decir en la santificación. Pero Santiago no está hablando
de la santificación, sino de la justificación. Pablo lo explica muy bien, cuando le hace un
llamado al rey Agripa para que él también acepte la salvación. Pero con una condición:
“Haciendo obras dignas de arrepentimiento” (Hech. 26:20 up.).
¿Sabemos cuáles? Creo que todos lo sabemos: Aceptar el llamado que nos hace el
Espíritu Santo, reconocer que hemos pecado contra Dios y su ley, arrepentirnos de todo mal,
tener fe que Cristo nos perdonará, como lo prometió; arrodillarnos y pedir el perdón de cada
pecado. No son obras para vanagloriarnos, sino todo lo contrario. Y sabemos que por esas
obras no seremos salvos, sino porque Cristo lo ha prometido. Pero si no cumplimos estas
“obras”, no habrá perdón ni el “fruto”, que es “la santificación” y la vida eterna (Rom. 6:23).
“El apóstol Santiago vio los peligros que surgirían al presentar el tema de la justificación
por la fe [como lo destacó Pablo a los judaizantes], y trató de demostrar que la fe genuina no
puede existir sin las obras correspondientes”102
“La fe sin las obras inteligentes está sola. La fe en el poder sanador de Dios no salvará
a menos que esté combinada con las buenas obras [de arrepentimiento]”.103 Porque, “como
toda promesa, nos es dada bajo condiciones”.104 Dios pide vuestra obediencia voluntaria
[al evangelio]. Él os pide que abandonéis vuestros pecados”.105
En la nota de Rom. 14:23, “lo que no proviene de fe” (p. 1410), se cita a Pablo cuando
dice que “el que duda… todo lo que no proviene de fe, es pecado”. Esto nos lleva a la
pregunta: ¿Toda duda es pecado? Ya vimos que en el santuario había dos clases de pecado y
dos clases de expiaciones: Por el pecado de inocencia o impotencia, y por el pecado de culpa.
Además, también existen dos clases de dudas que batallan contra la fe:
101
————, Recibiréis poder (RP), (Bs. As.: ACES, 1995), p. 361.
102
CBA, 7:948.
103
Ms, 86, 1897.
104
DTG, p. 626.
105
PVGM, pp. 102,103.
40
106
————, Mensajes para los jóvenes (MJ), (M. View, Calif.: Pub. Inter., 1981), p. 252.
107
White, CBA, 6:656.
41
De esa manera, al entrar al “atrio” del santuario, junto a la puerta, antes de ofrecer su
cordero en sacrificio en el altar, el pecador ya estaba en lugar santo, apartado, es decir
consagrado de todo lugar profano; y estando santificado, recibía el perdón o justificación
(altar) con la limpieza (lavatorio) por medio del sacerdote. Así que, antes de entrar al lugar
santo de la tienda como “fruto” del perdón por medio de lo que el sacerdote realizaba por
él, el arrepentido ya había sido lavado, santificado consagrado y justificado (1 Cor. 6:11
con Rom. 5:9 y Heb. 13:12). Elena G. de White lo explica así y con este orden: “La justicia
imputada de Cristo significa santidad consagración, rectitud justificación, pureza
limpieza”.108 Vemos que imputar justicia es más que una declaración judicial, como dicen
algunos.
108
————, Carta, 14 de enero de 1890. Note que ella habla aquí de la limpieza del perdón, no del
bautismo, como creen muchos.
109
MR, 7: 267.2.
42
En la nota de 2 Cor. 5:17, “Las cosas… todas son hechas nuevas” (p. 1446), no se
explica qué significa “todas”, ya que sabemos que en el perdón nuestra naturaleza
pecaminosa sigue igual hasta la transformación. En ese texto Pablo agrega que llegamos a
ser “nuevas criaturas”. Pero Isaías (Isa. 61:10) y Zacarías (Zac. 3:4,5) dicen que la salvación
no es todo un nuevo ser, sino sólo como una vestidura que lo cubre. Y por eso desde la
Reforma, muchos creen que la justificación es sólo una declaración de justicia; un
encubrimiento, que nos hace “pecadores y justos a la vez” sin cambio real.
Creemos que “el reino de Dios”, que desde Juan el Bautista se proclamó con la
primera venida de Cristo, es un reino espiritual con promesas espirituales. Y con la segunda
venida del Salvador, se cumplirá el reino físico, con un cambio total y sin pecado. Por eso
entendemos que cuando Jesús dijo: “Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y
échala de ti” (Mat. 5:30), es porque le estaba dando un sentido espiritual, pues la mano no
hace nada sin una orden de la mente. Y, efectivamente, la mejor manera de vencer un mal
pensamiento, es cortarlo con la fuerza de la voluntad y pensar en otra cosa.
Así que en este reino de la gracia, la salvación es total, pero en la mente: “A fin de
obtener la justicia de Cristo, es necesario que el pecador sepa lo que es ese arrepentimiento
que efectúa un cambio radical en la mente, en espíritu y en acción”.110
Pero Pablo es más específico que E. G. de White, pues no es un cambio total de toda
la mente: “Renovaos en el espíritu (tô neúmati) de vuestra mente” (Efe. 4:23), y
“transformaos mediante la renovación de vuestro entendimiento” (Rom. 12:2).
Exacto. La mente consta de dos partes: Una física, donde, con la ayuda del
hipotálamo, se registran todas las informaciones, y se las deposita en el núcleo de las
neuronas de la corteza cerebral, cambiando la química del ADN para no borrarlo más.
Entonces, nuestra memoria es química con grabaciones heredadas, y donde añadimos nuevas
informaciones durante la vida. Esta información no se borra en el perdón y nos sirve de
experiencia para toda la eternidad. Sólo se la podrá vigilar, reprimir, controlar,111 “vencer”,112
“subyugar”113, dominar, ennoblecer,114 circuncidar espiritualmente (Deut. 30:6) y
disciplinar,115 pero no limpiar o destruir durante el proceso de la santificación que dura toda
la vida. La única manera de eliminarla es cortando parte del cerebro.
En cambio al entendimiento, al “espíritu” (pneúma es todo lo que no se ve, como la
parte eléctrica del cerebro), o parte consciente que se renueva en el perdón, también se le
llama la “conciencia” (nous) (1 Ped. 3:21; Heb. 9:13,14), el “entendimiento” (nous) (Rom.
12:2. Ver Luc. 24:45; 1 Cor. 14:14,15,19; Fil. 4:7; Apoc. 13:18);116 “la razón”,117 el “alma”
110
MS, 1:460.
111
PR, p. 359.
112
DTG, p. 625.
113
CSRA, p. 248.
114
CC, p. 59.
115
TM, p. 318.
116
Aquí vemos que el vocablo griego nous significa mente, y también la parte espiritual de ella, que es el
consciente.
117
————, Conducción del Niño (CN), (Bs. As.: ACES, 1964), p. 38.
43
(Juec. 16: 30),118 el “yo” (Juan 5:30; Gál. 2:20), y la “voluntad” (Mar. 14:36 con Luc. 22:42).
Esto no se sabía en tiempos de la Reforma, por eso se colocó todo eso dentro de una misma
bolsa.
Una vez que entendemos esto, todo queda claro: La justificación de Cristo, nos limpia
totalmente de pecado nuestra manera de pensar. Y en lugar de tener pensamientos
pecaminosos, tenemos nuevos pensamientos; como si fuéramos una nueva criatura. Pero,
como las grabaciones del cerebro no cambian, esta nueva vida espiritual cubre esa naturaleza
pecaminosa como un manto de pensamientos limpios. ¿Vemos como la Biblia no se
contradice?
En la nota de 2 Cor. 5:21, “por nosotros lo hizo pecado” (p. 1447), se interpreta
“sacrificio por el pecado” (‘amartía).
Cuando Cristo recibió la pesada carga del pecado de todos lo redimidos, en un sentido
llegó a ser considerado tan maldito y culpable de pecado, como la “serpiente” del Génesis
hasta el Apocalipsis (Gén. 3:1,14; Apoc. 12:9). Por eso Dios eligió la serpiente como símbolo
de Cristo en el madero (Núm. 21:7-9; Juan 3:14). Pero vimos que hay dos clases de pecado:
El pecado de inocencia e impotencia, y el pecado de culpabilidad. Por eso “de los niños es el
reino de los cielos” a pesar de nacer “en el pecado” (Sal. 51:5. Ver ¿Un pecado que nos hace
culpables sin saberlo?, p. 14).
Como vimos (Ver: “Cristo, la ‘vaca roja’ que se contamina por limpiar a su pueblo”,
p. 15), al nacer y para ser nuestro Fiel Pontífice, Cristo “tomó sobre sí la naturaleza caída y
doliente del hombre, degradada y contaminada por el pecado”.119 Por eso vimos que la
“Vaca alazana” llegó a ser así “pecado” contaminante antes, durante su sacrificio, y después
de su muerte hasta el día del juicio, cuando esa contaminación pasará al originador del
pecado.
Pero si Pablo dice que Dios lo hizo pecado, no es porque el “cuerpo” que el Padre y
el Espíritu Santo prepararon vino contaminado de Dios (Heb. 10:5),120 sino porque al unirlo
al ovario de María, participó de “lo mismo” que los bebés (paidíon) de sus días (Heb. 2:14.
Y desde ese día ya no podía “heredar el reino de Dios” sin la transformación o la resurrección
(1 Cor. 15:50), aunque no cometiera ningún pecado.
E. G. de White es bien clara: “Cristo ocupó el lugar de Adán en el desierto de la
tentación, para soportar la prueba en que éste fracasó [...] llevó los pecados y las debilidades
de la raza humana en la condición en que ésta se encontraba cuando él vino a la tierra [...]
Tomó la naturaleza humana y llevó las debilidades y la degeneración de la raza. El que no
conoció pecado se convirtió en pecado por nosotros”.121
118
————, A fin de conocerle (AFC), sábado 10 de abril.
119
CBA, 4:1169; YI, 20-12-1900.
120
Ese “cuerpo” se refiere, lógicamente, al cuerpo de la célula reproductora masculina, no al niño
Jesús. Por eso, al ser unido al óvulo de María, llegó a ser Hijo del Hombre, de la descendencia de David e hijo
de Adán (Luc. 3:38).
121
CBA, 5:1057.
44
Nuestros hermanos evangélicos no entienden esto, pues para ellos significa creer que
Cristo no fue Fiel Pontífice. Es porque no entienden que en la Biblia hay dos clases de pecado,
y dos clases de expiaciones; y el pecado de culpa nace cuando cedemos a nuestra naturaleza
pecaminosa (Sant. 1:13-15). Cristo casi cede a su “yo” en el Getsemaní (Mar. 14:36); pero
venció y es nuestro Fiel Pontífice.
¿LIBRES DE LA LEY?
En la nota de Gál. 3:25, “No estamos bajo una guía” (p. 1462), se explica que se
refiere al Pentateuco, donde también se incluye “las leyes morales” de Éxodo 20, es decir el
Decálogo. Pero como en ninguno de los Diez Mandamientos se nos dice dónde podemos
encontrar la salvación, pues solo nos acusa de pecado, en la Toráh se añadió la ley de las
ceremonias que enseñaban que la salvación está en el Cordero de Dios. Así lo anunció Juan
el Bautista, al ver a Jesús (Juan 1:29,36). Cuando Jesús murió, esas ceremonias ilustrativas
fueron clavadas simbólicamente con Jesús en el madero, pues él es ahora la realidad de los
símbolos (Col. 2:14). Pero, si los Diez Mandamientos no son figura de la obra de Cristo, sino
un código moral que debe ser respetado, ¿por qué dice Pablo que con el perdón ya no
necesitamos de esta “guía”?
Él dice: “Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que
estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el
régimen viejo de la letra” ̶ se refiere especialmente a la ley que dice “no codiciarás” ̶ (Rom.
7:6,7). Esto fue causa de controversias desde el Congreso General en Minneapolis en 1888;
y todavía no se lo entiende bien. Por supuesto, los evangélicos lo entienden menos, y por eso
llegan a una doctrina contradictoria.
En primer lugar, debemos entender que la ley del Decálogo es una ley ampliada por
causa del pecado, que está basada en los dos mandamientos eternos del amor. La ley de los
Diez Mandamientos “le fue dada a Adán después de su caída”;122 porque “la Ley no fue
dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes”. (1 Tim. 1:9). Y Elena G. de
White aclara:
“Los principios de los Diez Mandamientos existían antes de la caída y eran de tal
naturaleza que se adecuaban a las condiciones de los seres santos. Después de la caída no
se cambiaron los principios de esos preceptos, sino que se añadieron algunos tomando en
cuenta la condición caída del hombre”.123 “No fue escrita entonces; pero Jehová la repitió
en presencia de ellos [Adán y Eva]”.124 “Siendo la ley del amor el fundamento del gobierno
de Dios, la felicidad de todos los seres inteligentes depende de su perfecto acuerdo con los
grandes principios de justicia de esa ley”.125
Los ángeles y los hijos de Dios de los otros mundos, no conocían el mandamiento:
“No codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo” (vers. 17), pues los terrestres son los
122
HR, pp. 148,149.
123
Ibíd., p. 148.
124
Idem.
125
PP, p. 12.
45
únicos hijos de Dios que poseen los órganos de la reproducción y se pueden casar (Luc.
20:34-36). Tampoco sabían lo que es un “siervo”, pues nunca había existido; ni entendían
qué es “la maldad de los padres sobre los hijos” y “los que me aborrecen”, y “no matarás”
(vers. 13). Esto explica por qué Pablo nos invita a “que sirvamos bajo el régimen nuevo del
Espíritu [los principios eternos grabados en el corazón] y no bajo el régimen vieja de la
letra” (Rom. 7:6).
Pero ¡cuidado! No cometamos el error de los evangélicos de creer que ya no
necesitamos más del Decálogo, pues si pecamos, ¿quién nos hará entender que hemos pecado
y necesitamos un Salvador? A buen entendedor que ama, pocas palabras bastan, pero para el
que peca, se requiere que el Espíritu Santo le añada a su conciencia endurecida, los
mandamientos más explícitos del Decálogo.
Como los evangélicos creen que “una vez salvos, somos salvos para siempre”,
piensan que ya no necesitarán estar bajo una guía, como leemos en Gálatas 3:25. Pero como
nosotros sabemos que “no hay en la tierra hombre tan justo, que haga el bien y nunca peque”
(Ecl. 7:20), además de los dos principios eternos del amor, serán necesarios los Diez
Mandamientos hasta que “pasen el cielo y la tierra”, cuando Satanás y el mal llegarán a su
fin (Mat. 5:18). Por eso Santiago lo explica así:
“Si en verdad cumplís la Ley real (de los dos mandamientos de la realeza celestial),
conforme a la Escritura: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’, bien hacéis. Pero si…
cometéis pecado, quedáis convictos por la Ley (del Decálogo, pues menciona dos
mandamientos de él) como transgresores” (Sant. 2:8-11).
La sierva del Señor escribió: “¿Sois hijos e hijas de Dios? Si lo sois, es porque habéis
sido convertidos, y habéis recibido a Cristo en el templo de vuestra alma, y vuestra mente ha
sido colocada bajo la nueva ley, la ley real de libertad”.126 Con Cristo volvemos a vivir
bajo la ley original.
La “Ley real” fue y será eterna, pero los Diez Mandamientos, añadidos a la Ley real,
son eternamente necesarios mientras haya pecado. Así que con Cristo, hoy podemos estar
libres de la Ley del Decálogo y de las enseñanzas de salvación de las leyes de Moisés, siempre
que permanezcamos en él. Pero si pecamos y decimos que no necesitamos de esta guía,
estamos mintiendo y en peligro de ser condenados con la muerte eterna (1 Juan 2:4).
En la nota de Col. 2:13,14, (p. 1489), “Anuló el acta de los decretos… contra
nosotros… clavándola en la cruz”, se interpreta: “ha destruido el documento acusador que
contenía cargos contra nosotros”.
Todos los justos que en el A.T. pidieron el perdón en el santuario mediante el
sacrificio de un cordero; y todos los justos que hoy piden el perdón por fe en el Cordero que
murió en la cruz, quedaron y quedan libres de las acusaciones de la Ley. Y todos los
pecadores del A.T. y del N.T. sin arrepentimiento, fueron y siguen siendo acusados por la
126
TM, p. 402.
46
Ley aunque Cristo haya muerto en la cruz. Por lo tanto, tienen que ser otros los estatutos que
son contra nosotros.
Si Jesús dijo que no vino para anular nada de los mandamientos morales, ni de las
enseñanzas de las ceremonias que se cumplen hasta el fin del pecado en el juicio a Azazel y
sus seguidores; pero dejó sin valor las leyes civiles porque “no eran buenas” (Eze. 20:25), es
porque ellos las esperaban por causa de la dureza de sus corazones (Mat. 19:8). Esas leyes
civiles, que tanto señalan los agnósticos y los enemigos de Dios y de la Biblia, son las que
van contra el pensamiento cristiano (Ver: “¿Quién dijo: ‘yo también les di estatutos que no
eran buenos’?”, p. 31).
En la nota de 1 Tes. 5:23, “Todo vuestro ser -espíritu, alma y cuerpo” (p. 1498), dice:
“Pablo no está pensando en partes componentes que constituyan a una persona, sino en todo
vuestro ser”. Efectivamente, Pablo habla de todo nuestro ser. Pero, ¿por qué nombra esa
unidad triple del ser?
En griego leemos:“kaì holókleron hymón”, que traducido es: “y todas las partes de
ustedes” (holókleron, de ‘olos: todo, y kléros: parte). Por lo tanto sí está pensando en partes
componentes que constituyan a una persona. Y a pesar que en la Biblia la triunidad cuerpo-
espíritu-alma aparece sólo una vez (1 Tes. 5:23), esta fórmula —no siempre con el mismo
orden de los elementos— está en los escritos de Elena G. de White entre la más nombrada.127
La razón es muy simple: 1º Tesalonicenses 5:23 es el único lugar en las Escrituras, fuera de
Génesis 2:7 de donde se origina, que nombra en el mismo texto los elementos de “todo” el
ser.
En la Biblia podemos encontrar dos, tres y cuatro elementos de una persona, pero no
siempre se refiere a todo el ser. Y la posición mayoritaria afirma que la naturaleza del hombre
se presenta con el dualismo “cuerpo y alma, o cuerpo y espíritu”. ¿Es en esta unión
dicotómica donde se habla de “todo nuestro ser”? Ya vimos que no, porque no somos
vegetales, ya que ellos tienen cuerpo + vida, pero no “alma” o conciencia de sí (Ver: ¿”En
génesis 2:7 “no” es alma viviente?”, p. 6).
El error de la unión dicotómica se ve cuando se quiere explicar a dónde van los
elementos de una persona al morir: Si el cuerpo va a la tierra y muere, pero el espíritu de vida
va a Dios, se ven obligados a aclarar que ese “espíritu” no es un ente, o el alma, sino solo la
vida de Dios. Y explican que el alma no va al cielo con el espíritu, sino que muere (Eze.
18:4,20). Así terminan hablando de tres elementos: Uno va al cielo en forma inmediata,
cuando el Espíritu lo retira; el segundo (el alma) deja de ser a los pocos segundos, y el tercero
inicia su descomposición a los pocos minutos, y va a la tierra de donde fue formado Adán.
(Ver la nota de BEA en Ecle. 12:7).
Elena G. de White confirma la verdad encerrada en Génesis 1:26, Salmos 146:1-4 y
1 Tesalonicenses 5:23 de esta manera (aquí presento el número de los elementos según el
orden que da Génesis 2:7): “Todos los que consagran su alma(3), cuerpo(1) y espíritu(2) a
127
CS, p. 527; AFC, 1º de noviembre; ATO, pp. 25,48,52,206,232,233,287,340; CDCD, pp.
45,46,60,88,89,138,184,199,242,266,365, etc.
47
Dios, recibirán constantemente una nueva medida de fuerzas físicas(1) y mentales(3). Las
inagotables provisiones del cielo están a su disposición. Cristo les da el aliento de su propio
espíritu(2), la vida(2) de su propia vida”.128
Aquí ella hace concordar 1Tesalonicenses 5:23 con Génesis 2:7, pues el cuerpo es la
parte física; el espíritu, es el soplo de vida, y el alma las facultades mentales de esa vida
(“alma de vida”).
En otra cita dice: “Todo aquel que consagra su cuerpo(1), su alma(3) y su espíritu(2)
al servicio de Dios recibirá continuamente nuevo caudal del poder físico(1), mental(3) y
espiritual(2) [...] Cristo le anima con el soplo de su Espíritu(2), y le infunde la vida(2) de su
propia vida”.129
Y cito una tercera que dice así: “Dios quiere que comprendamos que él tiene derecho
sobre todo lo que poseemos: mente(3), alma(3); cuerpo(1) y espíritu(2) [...] Nuestro cuerpo(1),
nuestra alma(3), nuestra vida(2) le pertenecen.”130
En esta declaración repite dos veces la triunidad del ser. En la primera aclara que el
“alma” es la “mente”, y en la segunda, que el “espíritu” es la “vida”. Justamente, estas
interpretaciones son las únicas que pueden explicar por qué Pablo asegura que estas tres
partes (kleros) constituyen “todo” nuestro ser.
En la nota de Heb. 1:5, “Yo te he engendrado hoy” (p. 1526), se comenta: “Jesús
asumió este título a partir de la resurrección de entre los muertos (Hech. 13:33,34; Rom. 1:4),
cuando se sentó en el trono eterno que se le prometió al hijo de David (Luc. 1:30-33). En este
sentido regio del título, Jesús fue “engendrado” con su entronización”.
Cuando Jesús descendió de su trono (donde estaba sentado) para ser el Hijo del
Hombre, nunca dejó de ser Rey, aunque siguió siendo Rey sin corona ni manto de gloria. Y
cuando llegó al cielo y quisieron coronarlo, no aceptó la corona hasta que en el juicio “sus
enemigos sean puestos por estrado de sus pies” (Heb. 10: 12,13; Apoc. 19:11-21). Elena G.
de White escribió:
“Pero con un ademán, él los detiene. Todavía no; no puede ahora recibir la corona de
gloria y el manto real”.131 ¡Lógico! ¿Cómo podría desprestigiar tanto al reino de Dios,
aceptando en su territorio a un rey usurpador, y a la mayoría de sus habitantes oponiéndose
a él en una completa degradación? Por eso Jesús será Rey con corona desde que venga a
destruir a sus enemigos (Apoc. 19:12-16). En cuanto a la corona de honra de Hebreos 2:9, es
la simbólica que recibió el hombre en el Edén según Salmos 8:5,6.
La Biblia no dice que Jesús llegó a ser Hijo engendrado 40 días después de su
resurrección. Ésta es una de las cinco interpretaciones que se dan entre nosotros. Pablo dice:
128
Ibíd., p. 767.
129
MC, pp. 116,117.
130
MSV, p. 228.
131
DTG, p. 773.
48
“Fue declarado Hijo de Dios con poder… por su resurrección de entre los muertos” (Rom.
1:4). Sí, en un sentido llegó a ser “Hijo” en Belén, de “carne y sangre” como Hijo de Dios y
a nuestra semejanza, pues nosotros también somos hijos de Dios por ser descendientes de
Adán, hijo de Dios (Luc. 3:38). Pero, ¿por qué Hijo de Dios con autoridad recién en la
resurrección?
En la Biblia hay dos clases de “hijos”: Por nacer de un ser humano, y por llegar a ser
fiel discípulo de alguien (Salmos 89:26,27; 1 Cor. 4:15-17; File. 10; Juan 1:13). Por eso Elena
G. de White escribió de Cristo: “Si bien era el Hijo de un ser humano [“Hijo del Hombre”],
llegó a ser en un nuevo sentido el Hijo de Dios [Hijo del Padre por ser fiel a él]”.132 ¿Nota
que dice que primero fue Hijo del Hombre y después el Hijo de Dios con derecho? Esto
también explica por qué en el A.T. siempre el Hijo fue una promesa a cumplirse en el futuro,
después de los días de David (Sal. 2:7; 89:26,27; Hech. 13:33,34). Es verdad que fue
“Cordero inmolado” e “Hijo de Dios” desde la eternidad, pero no por hecho, sino por “pacto”
eterno (Sal. 89:4,28,29). Nunca pudo ser hijo literal del padre, porque él dijo: “Yo mismo
SOY; antes de mí no fue formado Dios133ni lo será después de mí. YO, yo soy JEHOVA”
(Isa. 43:10,11). Ninguna de las tres Personas existió antes o después que las otras dos.
Cuando Cristo exclamo en la cruz: “Cumplido está” (Juan 19:30), en el cielo hubo
alegría porque el Señor había vencido como fiel discípulo del Padre. Pero como Dios no es
Dios de muertos, fue declarado Hijo de Dios con poder en la resurrección (Rom. 1:4). Y de
la misma manera, todos los justos también serán declarados definitivamente “hijos de Dios”
por la resurrección (Luc. 20:36). Se entiende que Cristo es “Hijo de Dios” sobre su casa (Heb.
3:6).
Y confirmando esto Pablo nos dice: “Y si hijos, también herederos; heredero de Dios
y coherederos con Cristo” (Rom. 8:17). Sí, el Rey del cielo llegó a ser el fiel heredero de
su propio reino. ¡Cuánto se anonadó por su bondad!
En la nota de Heb. 5:9, “perfeccionado” (p. 1530), se interpreta que “la muerte de
Jesús en la cruz lo ‘perfeccionó”.
Pero el perfeccionamiento de Jesús se inició mucho antes de su muerte. E. G. de White
dice: “Cristo […] ha perfeccionado un carácter de perfecta obediencia y ha dejado un ejemplo
para la familia humana”.134 Él fue “semejante”, no igual que nosotros, pues era “Emanuel”
(Dios-hombre), y nosotros no. Pero la naturaleza humana de Jesús sí era “idéntica a la
nuestra. Estaba pasando por el terreno donde Adán cayó”.135
Isaías dice que cuando era bebé no sabía “desechar lo malo y elegir lo bueno” (Isa.
7:14-16). “Las facultades de su intelecto y de su cuerpo se desarrollaban gradualmente, en
132
Ibíd., 1:266.
133
Es Dios con mayúscula, pues no es verdad que ningún “dios” con minúscula fue formado después de
él.
134
AFC, 26 de enero.
135
Idem.
49
armonía con las leyes de la niñez”.136 Por lo tanto tuvo que perfeccionar sus conocimientos,
así como los redimidos seguirán perfeccionando su santidad por la eternidad (Apoc.22:11).
Pero también perfeccionó su carácter: “Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo”
(Rom. 15:3). Todos los días se rechazaba a sí mismo por todo aquello que lo apartara de su
Padre, como después ocurrió en el Getsemaní en forma más evidente. No era una lucha por
pasiones corruptas, sino naturales de los que siguen a Dios. Elena G. de White dice que Jesús
sufrió “depresión y desaliento".137 Y si también dice que "las dudas asaltaron al moribundo
Hijo de Dios",138 no significa que Cristo se proponía alejarse de los planes del Padre. Si la
Hna. White dice que debemos “negar el yo como Cristo se negó a sí mismo”,139 pues “Jesús
se vació a sí mismo, y en todo lo que hizo jamás se manifestó el yo [...] el que aprende de
Cristo renunciará al yo”,140 no quiere decir que compartimos con él las mismas tendencias
pecaminosas; o que no compartimos ninguna, argumentando que entonces él dejaría de ser
una ofrenda perfecta.
Todos nacemos con tendencias pecaminosas que vienen de nuestros padres. Pero son
vagas, no definidas según la teoría de Lamark. Esto se debe a que cada mente guarda las
informaciones asociándolas con algo del momento; y esos detalles no se heredan. Éstas
tendencias se tornan definidas y difíciles de vencer luego que cedemos una sola vez. Entonces
esas tendencias se tornan en “concupiscencias” o fuertes deseos pervertidos (Sant. 1:13-
15).141 Por ejemplo, si encontramos en nuestra habitación de hotel un sobre con marihuana
que nunca hemos probado; y sabemos cuáles son las consecuencias, podremos vencer la
tentación de probarla fácilmente, aunque nuestros padres la hayan fumado. Pero si ya la
hemos consumido, será mucho más fácil consumirla otra vez que evitarla.
A pesar de ser descendiente del Adán caído y del David que pecó (Luc. 3:38), Jesús
tuvo tendencias naturales, pero no tuvo ninguna de esas concupiscencias, porque nunca cedió
al pecado de sus ascendientes. Eso no significa que no tuvo tentaciones que vencer, ni tener
que fortalecerse con el tiempo contra ellas, perfeccionando así su voluntad de vencer y saber
mejor cómo evitarlas.
En las notas de Heb. 8:2, “Verdadero tabernáculo”; Heb. 8:6, “establecido sobre
mejores promesas” (p. 1533), y Heb. 10:20 “se destaca que en el verdadero tabernáculo,
Cristo “es mediador de un mejor pacto”, que según Pablo es “a la diestra del trono de la
Majestad en los cielo” (Heb. 8:1,6). ¿Mediando desde el lugar santísimo?
En base al pensamiento evangélico, Desmond Ford creyó que si Cristo ascendió para
sentarse “en el trono de juicio” (Prov. 20:8) en el año 31, luego el juicio se inició entonces y
no en 1844. Se le respondió que se trataba de “la entrada de Cristo al Lugar santísimo tras su
136
Ibíd., p. 49.
137
DTG, p. 643.
138
JT, 1:226.
139
TM, p. 178.
140
DMJ, p. 18.
141
MCP, 2:392.
50
ascensión para inaugurar el santuario celestial”, como también se lee en la nota de la BEA en
Heb. 10:20, “a través del velo” (p. 1536). Pero hay dos cosas que no se toman en cuenta en
esta respuesta:
1.º El trono no es solo el lugar del juicio de Dios, sino que también es “el trono de la
gracia” (Heb. 4:16); el lugar donde vimos que Jesús se sentó como “mediador de un mejor
pacto” (Heb. 8:1,6). Al Lugar Santísimo terrenal se le llamaba “santuario” (qodesh)
propiamente dicho (Lev. 16:20,33). Y por él todo el tabernáculo llevaba este nombre. Tanto
en el servicio diario (con el velo cerrado) como el anual, la sangre y el incienso eran dirigidos
al santísimo, y desde allí Dios respondía al pecado, porque el segundo cortinado no tenía
como objeto dividir el santuario, sino de servir de “velo” o protección para los pecadores.
También “la ciudad de Dios” es “santuario” (Sal. 46:4,5), porque en medio de ella
está el “trono”, que es el “templo” (heiykal-naós) y el verdadero “santuario” (qodesh,
miqdash, hagia) propiamente dicho (Sal. 11:4; Isa. 6:1; Jer. 17:12; Eze. 47:12 con Apoc.
22:1,2; Zac. 6:13; Heb. 8:1,2; Apoc. 16:17). Y allí no hay un velo que proteja a pecadores de
la gloria de Dios, como en el santuario terrenal, pues veremos al Padre y al Hijo “sin velo
que nos lo oculte.”142 Así que el trono no tiene puertas y “no cuelga ningún velo”,143 para que
Dios pueda iluminar la santa ciudad (Apoc. 21:22,23. De paso, esto explica por qué el trono
es tan “alto y sublime”, para que pueda iluminar bien la ciudad y no encandilar a los que le
adoran). Esto debe quedar claro entre nosotros.
2.º El santuario celestial no fue inaugurado en la ascensión de Cristo, porque es eterno
(Sal. 78:60,69; Isa. 33:20; Eze. 43:6,7; 2 Cor. 5:1). Y no es un edificio edificado por causa
del pecado, sino que la misma morada de Dios fue transformada en un centro de salvación
(Éxo. 15:17,18). En verdad, el pecado no era perdonado por los sacrificios del santuario, sino
por Cristo desde el trono (Zac. 3:4; Heb. 10:4). Desde allí obró como Sacerdote por
juramento, según el orden de Melquisedec (Sal. 110:4-6; Heb. 6:20); y “a la diestra de Dios,
él también intercede”, aseguró Pablo unos 25 años después del Pentecostés (Rom. 8:34). Ya
Zacarías anunciaba que Jesús obra como “Sacerdote” en el trono, junto a su Padre (Zac.6:13).
Así que lo que fue inaugurado no fue el santuario, sino “el camino nuevo y vivo”, es
decir directamente por Cristo sin los ritos del santuario, resucitado con la autoridad para
perdonar desde el “trono” o “santuario” (Heb. 10:20; Mat. 28:18,19).
En la nota de Heb. 9:24-28, “aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado,
para salvar a los que le esperan” (p. 1535), no se explica por qué Pablo se detiene a explicar
que vendrá “sin relación con el pecado”. ¿Entonces antes estaba relacionado con él?
Ya vimos que sí, pero sin la culpabilidad del pecado (Ver: “La sangre de los
sacrificios por total inocencia, no se asperjaba hacia la ley”, p. 11; y “Cristo, la “vaca roja”
que se contamina por limpiar a su pueblo”, p. 15).
142
CS, p. 735.
143
CBA, 5:1084.
51
En la nota de Heb. 10:20, “a través del velo” (p. 1536), se dice que en su ascensión
Cristo entró en el Lugar santísimo sólo “para inaugurar el santuario celestial” (Un error muy
común entre nosotros).
Ya vimos que el santuario celestial es eterno, porque no es un edificio levantado por
causa del pecado, sino que el mismo trono de Dios ha llegado a ser el centro de la salvación.
Por eso Cristo, el Sacerdote del orden de Melquisedec, ya perdonaba desde el trono mediante
el juramento de su obra futura, pues los sacrificios del santuario terrenal no tenían valor en
sí mismos (Heb. 10:4). Lo que fue inaugurado es “el camino” vivo y directo al trono,
mediante la persona y la obra de Cristo (Ver: “¿Salvación desde el lugar santísimo?”, p. 49).
Además, si fue al trono sólo para inaugurar el santuario, y luego se trasladó un lugar santo,
¿Por qué se dice: “No es que la carne de Jesús sea el velo, sino que hace posible nuestro
acceso a través del velo”? Entonces, ¿hace posible nuestra salvación en un lugar santo, o “a
través del velo”, es decir del trono, donde “no cuelga ningún velo”, como leímos de E. G. de
White?
En la nota de 1 Juan 1:9, “es fiel y justo”, (p. 1565), se destaca la fiel promesa de Dios
del perdón. Esto ha llevado a nuestros hermanos evangélicos, a pensar que esperar un juicio
divino para los santos es contradictorio, y quita a los creyentes la seguridad de la salvación.
52
Y además dicen que un juicio no tiene sentido, porque Dios sabe todo sin necesidad de
recurrir a él.
En primer lugar, Dios no necesita de un juicio, pues todo lo sabe de antemano por su
“presciencia” (1 Ped. 1:2). Así que el objetivo del juicio es para que a los testigos de universo
no les quede duda de que Dios fue, es y será eternamente justo (Sal. 9:7). Sin esta seguridad,
se perdería la fe en el trono y con esto el amor se convertiría en temor.
En segundo lugar, negar que habrá un juicio en el cielo, es negar buena parte de la
Biblia (Ecl. 12:14; Jer. 33:15; Dan. 7:22; Mat. 10:15; 11:22,24; Mar. 6:11; Luc. 11:31; Juan
5:27; Hech. 24:25; Rom. 3:19; Heb. 9:27; 2 Ped. 2:4,9,11; 3:7; Jud. 1:6,15; Apoc. 18:10;
19:2).
En tercer lugar, el juicio divino es por y con misericordia (Sal. 89:14; 97:2; Jer. 9:24)
a favor de los “afligidos” (Sal. 72:2). Y los malos lo entenderán (Prov. 28:5).
En cuarto lugar, para hacer justicia con los justos, debe comenzar ese juicio “por la
casa de Dios” (1 Ped. 4:17; Apoc. 14:7).
En quinto lugar, siendo que ese juicio es para bien de los justos, en lugar de quitarles
seguridad en la salvación, les dará seguridad en el resultado del juicio. ¿Por qué? En las
ceremonias del santuario de Moisés estaba el Yom kippur, que era el día del juicio. En este
día se hacía juicio de todos los registros de sangre durante el año, limpiándolos, pero pasando
las culpas a un carnero que representaba al originador del mal. Si un pecador no había
registrado con sangre en el altar del sacrificio, quedaba condenado.
Por lo tanto, ese registro de sangre era la garantía segura del perdón en el juicio. Y
por eso, 1 Juan 1:9 es esa seguridad de salvación del que pidió el perdón mediante la sangre
de Cristo. Muchos creyentes creen que por ser amigos de Jesús (el Abogado), ya están
asegurados. Pero se equivocan, pues él dijo que a muchos les dirá “No os conozco” (Mat.
7:21-23). ¿Entonces dónde está la seguridad de la salvación en el juicio?
En 1 Juan 1:9 dice que Cristo “es fiel y justo para perdonar de toda maldad”. “Justo”
es la clave: Puesto que Jesús perdona con estricta justicia y no por amistad o acomodo, nos
da garantía que en el día del juicio final, el Padre, que es el Juez de todos (Heb. 12:23),
solamente confirmará lo que hizo Jesús. Por lo tanto, el justo que pide el perdón ahora, ya
sabe cuál será el resultado (a menos que voluntariamente vuelva al pecado). Es bueno,
entonces, que subrayemos este texto, que nos trae tanta seguridad en la salvación.
En la nota de 1 Juan 3:9, “no puede pecar” (p. 1567), se interpreta según las versiones
bíblicas DHH, NTV y LPH: “no pueden seguir pecando”. Pero sabemos que “no hay hombre
justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Ecl. 7:20). ¿Cómo se entiende esto?
Como el perdón o justificación, nos limpia de “toda maldad” (1 Juan 1:9),
regenerando totalmente nuestra manera de pensar (como vimos, es también el “espíritu de
nuestra mente”, la “conciencia”, la “voluntad”, el “alma”, el “yo” y la “razón”), ¿qué queda
de maldad en ella, a pesar que “la carne” sigue en el pecado hasta la transformación?
53
En la nota de 1 Juan 5:7, “en el cielo… son uno” (p. 1569), se hace saber que este
texto no está en los manuscritos más antiguos, pues allí solo se lee: “Tres son los que dan
testimonio”, y sigue con la parte final del verso 8. Pero en el capítulo, Juan igualmente señala
los tres que dan el testimonio en el cielo:
1.º “El Espíritu es el que da testimonio” (5:6).
2.º “Mayor es el testimonio de Dios” (5:9).
3.º “El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo” (5:10).
Pero Juan añade que, como Cristo está en el trono con su Padre, en la tierra el Espíritu
santo puede dar testimonio en nosotros por su omnipresencia; quedando como testimonio y
símbolos del Cristo, “el agua (del bautismo) y la sangre (del Calvario)” (5:6,8).
En las notas de Apoc. 7:4, “ciento cuarenta y cuatro mil” (p. 1592); y Apoc. 7:9
“miré”, se explica que no se trata de un número literal, pues “contempló una gran multitud
que reaparece en 19:17, y que nadie podía contar en contraste con el número oído”.
1.º La visión de los 144.000 que son sellados poco antes del fin del tiempo de gracia,
no es la misma que Juan vio “después de esto” (metá taûta), porque ocurrirá “después” de
llegar al cielo (Apoc. 7:9-16). Y tampoco tiene que ver con la cantidad de ángeles con figura
de aves de carroña, listos para comer los restos que quedan de los malos por lo eventos finales
y la segunda venida.
2.º Los 144.000 son los santos que permanecerán con vida hasta la segunda venida.152
Y será una “manada pequeña” (Luc. 13:32), mientras la parte mayor sellada llegará al
descanso esperando la gran resurrección (Apoc. 14:13). Así que, si los 144.000 fueran la
“gran multitud” sellada, tendríamos aquí dos grupos de 144.000 sellados, quedando uno de
ellos con vida hasta la venida de Cristo. Pero la Biblia habla de un solo grupo de 144.000.
eternidad”. 144 “No habrá entonces sangre expiatoria que lave las manchas del pecado [de
culpa]”.145
Esta experiencia es única en toda la historia humana, pues “ciertamente no hay
hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” (Ecl. 7:20). Por lo tanto, sólo podrá
ser efectiva después del sellamiento final. Y no durará hasta la muerte o al fin del tiempo de
gracia, sino que continuará sin la muerte “para la eternidad”, como corresponde con el
verdadero grupo de 144.000.
4.º Como permanecerán en vida “como primicias para Dios y para el Cordero” (Apoc.
14:4), en la ubicación de la adoración de los redimidos, esos 144.000 estarán frente al trono
de Dios entre los primeros, junto con los tizones arrebatados del incendio. En cambio la “gran
multitud” de redimidos de Apocalipsis 7:9, estará ubicada frente al trono en un tercer lugar.146
E. G. de White escribió: “Y más allá está la grande muchedumbre, que nadie podía contar,
de entre todas las naciones […] revestidos de ropas blancas, y teniendo palmas en sus
manos”.147 Vemos aquí otra clara separación entre los 144.000 sellados y la “gran multitud”.
5.º E. G. de White dijo en 1901 que, a pesar que ya se puede saber si formamos parte
de los redimidos —porque en el perdón el Espíritu da testimonio que somos hijos y herederos
del cielo, aunque solamente hasta la próxima caída (Rom. 5:1; 8:16; Apoc. 22:14)—, todavía
nadie puede saber quiénes formarán parte de los 144.000.148
6.º Los 144.000 serán “redimidos de entre los hombres como primicias para Dios”
(Apoc. 14:4). El vocablo “primicia” (aparqué) aparece 8 veces en el N.T., como “primero”
en orden (Rom. 8:23; 11:16; 16:5; 1 Cor. 15:23; 16:15) y “principal” o primero en jerarquía
(1 Cor. 15:20; Sant. 1:18); Apoc. 14:4). Y viene del A.T. como primero (Prov. 3:9), elegido
(Jer. 2:3), apartado para uso sagrado (Eze. 20:40), y como ofrenda especial (Mal. 3:3).
Sabemos que los 144.000 no serán los primeros en llegar al cielo (2 Rey. 2:11; Mat. 27:52;
Jud. 9). Por lo tanto, en el cielo serán considerados como un presente especial, elegidos de
entre la “gran multitud”. Por eso la mensajera del Señor dijo que los 144.000 serán los
“especialmente elegidos”.149 Ella aclara esto, porque todos los de la gran multitud también
son elegidos por Dios. Pero los 144.000 pertenecerán a una elección especial. Éstos son los
que permanecerán en la fe y en la obediencia (Apoc. 14:12), mientras aquí "la mayoría" nos
abandonará para engrosar las filas del enemigo; y se burlarán “de lo reducido de nuestro
número”.150 Esto es importante, pues a Abraham Dios prometió una descendencia salvada
como la arena de la mar. Y se cumplirá, pero cuando en el cielo los 144.000 se unan con la
gran multitud de resucitados.
144
JT, 2:71.
145
Ibíd. 2: 67.
146
CS, p. 723.
147
Idem.
148
MS, 1: 205.
149
————, Sermons and Talks, vol 1, pp. 72,73.
150
MR 2: 207.
55
7.º En el cielo hay un templo de siete columnas que está fuera de la santa ciudad. Y
aunque creemos que Elena G. De White formará parte del pueblo de Dios, se le reveló que
ella no podrá entrar allí, sino sólo los 144.000.151 Ellos serán los únicos que podrán entender
plenamente el canto de Moisés y del Cordero (Apoc. 14:3; 15:3), “pues es el cántico de su
experiencia —una experiencia que ninguna otra compañía ha conocido jamás [...]
Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por ‘primicias’ para
Dios y para el Cordero”.152 Esta declaración también es importante, pues señala tres
características únicas que “jamás” existieron juntas en el resto de los salvados.
En la nota de Apoc. 8:2-6, “introducción a las siete trompetas”, (p. 1593), se dice que
“abarcan el período desde la cruz, cuando comienza la intercesión, hasta la segunda venida”.
Con esto se inclina por la posición mayoritaria, que debido a los graves problemas de
exégesis, nos ha llevado a más de una decena de posiciones.
Problemas de interpretación:
1.º Uno de los argumentos preferidos para su defensa, es que la interpretación profética
debería ser historicista y no futurista. Pero entonces no se deberían interpretar las siete plagas
con sentido futurista.
2.º También se basan en Apocalipsis 8:2-6 y 9:13, cuando un ángel está en el lugar santo
añadiendo “mucho incienso” a las oraciones de los santos, como se realizaba en el servicio
diario. Pero esto también se realizaba en la primera parte del día de Yom Kippur, cuando se
ofrecían sacrificios y se rociaba con la sangre en el lugar santo (Lev. 16:6-9,11,12). También
se debía llevar al santísimo brasas y un puñado de perfume del altar, que estaba en el lugar
santo (16:11-13). Sin esta reconciliación previa con Dios desde el lugar santo, no podía haber
juicio mediante la ceremonia de los macho-cabríos. Así que afirmar que la obra en el lugar
santo de Apocalipsis 8:3,4, no puede formar parte del inicio del fin del tiempo de gracia, es
desconocer las Escrituras.
3.º Tanto las copas de la ira de Dios como las trompetas, se presentan como “plagas” (Apoc.
9:18,20).
4.º Nunca se cumplió en el servicio diario lo que dice a continuación: “Y el ángel tomó el
incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra… y hubo truenos, y voces, y
relámpagos, y un terremoto” (Apoc. 8:5). ¿Por qué nuestro Sumo-sacerdote arroja ese
incensario a la Tierra? No es un acto contra los impíos, pues ellos no participan en el santuario
del sacrificio diario a su favor. Justamente serán condenados, porque ellos no han dejado
registro de sangre (perdón) en el santuario. Por lo tanto, se trata del fin de este servicio de
intercesión a favor de los creyentes, que están espiritualmente en el templo (1 Ped. 2:9).
151
PE, p. 19.
152
CS, p. 707.
56
5.º En Apoc. 8:5 Juan también dice que ve y oye “truenos, y voces, y relámpagos”. En la
historia ocurrieron muchos terremotos, relámpagos y truenos. Pero nunca con “voces” en los
cielos, como también se profetiza en la séptima copa de la ira de Dios (Apoc. 16:17), unos
días antes de la venida de Cristo. Los historicistas insisten que se cumple cuando finaliza el
tiempo de gracia. Pero la Revelación nos dice que en ese día nadie lo sabrá, porque no se
escuchará ninguna voz del cielo.153
6.º En cuanto a la declaración de Apocalipsis 9:13, Juan es muy cuidadoso de no hablar del
altar del incienso, sino solamente de “los cuatro cuernos del altar”. No debemos olvidar que
los muebles del lugar santo representan a Cristo que obra con los santos. Y el altar del
incienso, menos los cuernos, representa a “las oraciones de los santos” (Apoc. 5:8).
En el lugar santo sólo se rociaba la sangre de los sacrificios hacia el velo para el lugar
santísimo, y sobre los cuernos de ese altar (Éxo. 30:10; Lev. 4:6,7,18), pues era la parte del
mueble que representaba la obra de Cristo en nuestro favor (Apoc. 9:13). Él es el “Cuerno”
(qeren) de la protección (Sal. 18:2; 112:9; 132:17, etc.), y el kéras (cuerno, poder: Luc. 1:69;
Apoc. 9:13) que permite que nuestras oraciones lleguen perfumadas hasta el Padre.
Pero como desde su ascensión, Cristo está en el trono a la diestra del Padre (Heb. 8:1-
6), Pablo, sin contradecirse, también vio el “incensario de oro” “tras el segundo velo” (Heb.
9:3,4). Allí Juan oyó “una voz [Cristo] de entre los cuatro cuernos del altar del oro” (Apoc.
9:13), mientras el “altar”, es decir los santos, elevaban sus oraciones desde el lugar santo.
7.º En Apocalipsis 9:15,16, cuando los cuatro ángeles permiten que se desaten los vientos
de la guerra, el número de combatientes es de “doscientos millones”. Como nunca hubo una
guerra con semejante número de personas, lógicamente queda para el futuro.
8.º Como habrá notado, debido a la gran inseguridad que existe en los intérpretes historicistas
de las trompetas, las notas se presentan anunciando distintas interpretaciones. Incluso
comparándolas con las siete plagas (Ver nota de Apoc. 16:3; 16:10,11; 16:1-21; 16:12).
153
CS, p. 673.
154
────, Consejos para los Maestros, (Bs. As.: CES, 1948, p. 317.
155
Carta 112, 1890; CBA, p. 993.
57
divina, E. G. de White ubicó en el futuro a más de una trompeta, cuando según ellos, estaría
faltando sólo una. Y ella revela cuándo se inicia la séptima, señalando estos acontecimientos:
“Estaba completo el número de los súbditos del reino, y consumado el matrimonio
del Cordero. El reino y el poder fueron dados a Jesús y a los herederos de la salvación, y
Jesús iba a reinar como Rey de reyes y Señor de señores (Apoc. 19:16). Al salir Jesús del
lugar santísimo […] Ya no había mediador entre el hombre culpable y un Dios ofendido
[...] Entonces vi que Jesús se despojaba de sus vestiduras sacerdotales y se revestía de sus
más regias galas. Llevaba en la cabeza muchas coronas, una corona dentro de otra. Rodeado
de la hueste angélica, dejó el cielo. Las plagas estaban cayendo sobre los moradores de la
tierra”.156
"Mientras la nube pasaba del lugar santísimo [el trono] hacia el este [la tierra], lo que
requirió cierto número de días, la sinagoga de Satanás adoró a los pies de los santos”.157
Ella está hablando aquí del comienzo de la séptima trompeta, cuando el misterio de Dios “se
consumará" alrededor de una semana antes de su llegada (Dan. 12:6-9; Apoc. 10:1,2,9,7,10;
11:15).
Pero, ¿qué “misterio” llegará aquí a su fin? Dice que será cuando se “consumará” con
el anuncio del día y la hora desde el cielo, de “la verdad en cuanto al advenimiento de nuestro
Señor”.158 Aquí ninguna de las posiciones que interpretan las siete trompetas encaja con las
descripciones de Elena G. de White, pues a esta séptima trompeta la ubican al fin del tiempo
de gracia, cuando comienzan las siete plagas, y no cuando terminan las últimas (Ver nota de
la BEA de Apoc. 11:18 y 11:19, p. 1597).
Ahora veamos cómo las siete copas y las siete trompetas se cumplen juntas,
complementándose perfectamente. Nota también cómo el panorama que era tan confuso,
llega a ser claro como la luz del mediodía.
156
PE, pp. 280,281.
157
MSV, p. 285.
158
CBA, 7:982.
58
*El profeta Ezequiel nos indica por qué la primera trompeta y la primera plaga hablan
de lo mismo: “Y yo litigaré contra él con pestilencia y con sangre; y haré llover […] piedras
de granizo, fuego y azufre” (Eze. 38:22). Él une la “sangre” de la primera trompeta con la
pestilencia ulcerosa de la primera plaga. En cuanto al granizo ─que nunca cayó con el tamaño
y el peso que menciona la profecía─ con fuego y azufre, indicaría una acción unida a fuerzas
volcánicas, y corresponde a la descripción de Salmos 18:13 (ver Éxo. 9:24). Las otras seis
plagas se complementan claramente.
En la nota de Apoc. 13:18, “seiscientos sesenta y seis” (p. 1600), se interpreta en base
al número “6”, como una falsificación defectuosa del “7” de la Biblia. El sacerdocio
babilónico llevaba medallas como la que se muestran, donde el número 6 se repetía en todos
sus cuadradados.159
159
Kenneth Wade, Secrets of the New Age, (Hagerstown, MD.: Review and Herald Pub. Assn., 1989),
p. 147.
59
160
F. Lucii Ferrarós, Papa, vol. 8, Promta Biblioteca Canonica, Juridica, Moralis, Teologica nec non
Ascetica, Polemica, Rubricista, Historia, (Paris: J. P. Migne, 1858), p. 1828.
161
Henry Edgard Manning, The Temporal Power of the Vicar of Jesus Christ, 2° edition, London:
Bwins & Lambert, 1862), pp. 230-232.
162
Francis D. Nichol. ed, Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, (Boise, Idaho, USA:
Publicaciones Interamericanas, 1990), p. 838.
163
Idem.
164
Luis A. de Gastón, Sègur , Traducida del francés, vol. II., (Londres: Burns & Oates, 1881), p. 204.
165
L'Abbé J. Guame, Catéchisme de Perseverancia, (París: Tomé Cinquièmí, 1845), p. 25
166
Acta Apostolicae Sedis, Commentarium Officiale, vol. LVIII n. 6, Libreria Editrice Vaticana, ISBN
8820960664, 9788820960667,1966, pp. 421-422; Acta Apostolicae Sedis, Commentarium Officiale, vol. LX,
n. 6, pp. 317-319. Libreria Editrice Vaticana. ISBN 8820960680, 9788820960681, 1968, pp. 317-319.
Bafianae (11 de enero de 1968), el Decreto de Pablo VI eleva la Prefectura Apostólica de Bafia, Camerún, a
una Diócesis: “Adorandi Vicarius Filii Dei et Procurador, Quibus numen dedit summam aeternum Ecclesiae
Sanctae, ...” ( “A medida que la adoración del Vicario Hijo de Dios y el Procurador, A quien el Eterno Divino
se ha dado la más alta jerarquía de la Iglesia santa, ...”).
60
claro que la Iglesia Católica de Roma es la única institución religiosa que se apropia un título
donde se puede sumar el 666.
Sin embargo, Vicarivs Filii Dei sólo es uno del gran número de títulos honoríficos
que se atribuye, y no el más importante. Por lo tanto, no es conveniente emplear este
argumento divino, sin unirlo a las claras características que se señalan en la Palabra de Dios,
que sí son contundentes.
LA BESTIA DE APOCALIPSIS 17
En la nota de Apoc. 17:3 “la bestia escarlata” (p. 1604), se interpreta que es la misma
de Apoc. “12:3 y 13:1,2”. Entendemos que la bestia del cap. 12 es el “dragón” o Satanás
(Apoc. 12:3; 7-9, 13-17). Pero hay dudas respecto a la bestia escarlata del cap. 13. Por eso
también queda insegura la interpretación de la bestia de siete cabezas del cap. 17.
En Apoc. 13 vemos claramente que hay tres bestias: El “dragón” (13:4); la “bestia…
semejante a un leopardo”, que es “una de sus cabezas” (13:2,3), y “un cordero” que termina
hablando como el “dragón” (13:11).
¿De quién es la cabeza herida de Apoc. 13:3, de la bestia dragón o la bestia papal? E.
G. de White responde: “Satanás está obrando [...] Se está cumpliendo la profecía del
Apocalipsis, de que ‘se maravilló toda la tierra en pos de la bestia” (Apoc. 13:3).167 Y dice
que “la ilación profética en la que se encuentran estos símbolos empieza en el capítulo 12
del Apocalipsis, con el dragón […] Así que si bien el dragón representa primero a Satanás,
en sentido derivado es un símbolo de la Roma pagana. En el capítulo 13, se describe otra
bestia, parecida a un leopardo […] Esta profecía, que es casi la misma que la descripción
del cuerno pequeño en Daniel 7, se refiere sin duda al papado”.168
Esta declaración inspirada es importante, pues junto con Apoc. 13 nos aclara:
a) Que la bestia de siete cabezas de Apocalipsis 13:1 es la misma del cap. 12, no una
segunda de siete cabezas.
b) Que la bestia de 13:2-10 es “otra”, pues es la misma que la cuarta de Daniel 7, de
donde sale el “cuerno pequeño”.
c) Si es la cuarta de Daniel, se explica por qué es “otra”, ya que tiene una sola cabeza
con 10 cuernos, y no tiene color rojo (Dan. 7:20).
d) Así que la cabeza herida es una de las siete del dragón, y los 10 cuernos son todos
de la cabeza herida, pues representa la división europea liderada por Roma que
llega a ser papal; y el dragón la lidera desde abajo.
e) La segunda bestia después de los 42 meses medievales, que se “sienta” en el
dragón, es EE.UU169 y se asemeja a un “cordero”.
f) “Ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella” (Apoc.
13:12). Esta es la revelación que la mayoría no toma en cuenta, pues interpreta
que EE.UU. actuará contra los santos con otra cabeza romana restaurada, que
167
White, JT, 2: 369.
168
CS, 491,492.
169
Ibíd., 493.
61
sería una quinta de Daniel (¿?). Pero Daniel dice claramente que la cuarta actuará
hasta el fin (Dan. 7:11). Y es lógico, pues si la cabeza romana restaurada fuera
otra que la “primera” del cap. 13, no sería la restaurada de la que fue herida (grave
error, ¿verdad?). Entonces ahora vamos a la bestia del capítulo 17.
En el Conflicto de los siglos, páginas 491 al 493,170 E. G. de White se refiere a la
bestia “dragón”, que aparece dirigiendo desde abajo a sus dos últimas de las siete cabezas, es
decir a “la bestia y a su imagen” de Apocalipsis 14:9,10. Y también lo señala obrando en los
capítulos 12,13 y 17. Así confirma que no hay otra bestia de siete cabezas que la del “dragón”.
Por lo tanto, la bestia de Apocalipsis 17 es el “dragón” de siete cabezas; y el papado y el falso
profeta de EE.UU. actuando en “sentido derivado”.171
Si cumplimos el principio profético del “tiempo presente”, que es el tiempo cuando
los profetas escriben sus visiones,172 cuando Juan escribe “las cosas que has visto, las que
son y las que han de ser”, el tiempo presente (“las que son”) no es otro que cuando obra
“Roma pagana”,173 que luego se convierte en cristiana como la misma cuarta cabeza de
Daniel hasta el fin. Entonces no permitamos que otros le agreguen cabezas a la cuarta que
señala el profeta (otro error generalizado).
Por lo tanto, las dos últimas cabezas del dragón, más la que levantará él mismo en el
tiempo del fin, como lo hizo parcialmente en la revolución francesa (fue “un poder de origen
y carácter satánico”),174 completan la obra satánica contra los fieles desde que llegaron a ser
el pueblo de Dios hasta el fin:
170
De Pub. Interamericanas, 1968.
171
CS, 491.
172
La regla de esta clave es invariable, y se cumple en Salmos 37:29 con Apocalipsis 21:1-7; Salmos
50:3,4 con Apocalipsis 22:7,20; Isaías 2:19 con Apocalipsis 6:15-17; Isaías 65:17, 21,22,25 con Apocalipsis
21:1-7; Jeremías 6:2 con Apocalipsis 16:9; Ezequiel 37: 25-28 con Apocalipsis 21:1-7; Daniel 2:23 con 2:37-
39; 7:7 con 7: 23,24; 8:8 con 8:22; 8:11,12 con 8:14; 12:8 con 12:9; Habacuc 2:14 con Apocalipsis 18:1;
Zacarías 14:4,7,16 con Apocalipsis 21:3,23; Apocalipsis 17:3 con 17:7-12, etc.
173
CS, 491.
174
Ibid,. 312.
62
En la nota de Apoc. 21:3 “tabernáculo de Dios” (p. 1609), se nos hace recordar la
promesa de Ezequiel, que estará el “santuario en medio de ellos para siempre” (Eze. 37:26-
28). ¿Para qué si no habrá más pecado?
En la pág. 49, ¿Salvación desde el lugar santísimo?, explico que el santuario será
eterno porque el Señor convirtió su trono en un centro de salvación. El apóstol Juan y E. G.
de White confundieron los símbolos terrenos que vieron en visión en el cielo, como el
tabernáculo celestial real. Por eso Juan, que sabía que el trono es el verdadero “templo”
celestial (Apoc. 16:17), al ver la última visión no vio los muebles y el velo que había visto
antes, y pensó que no había más templo. Pero enseguida entendió que el santuario que había
visto antes era un símbolo de la obra de la Deidad en el trono, y que iluminaba la ciudad
porque no había velo (Apoc. 21:22, 23). Y E. G. de White también entendió, después, que la
“puerta” que se cerraba y el velo, en la realidad allá no existen porque “no cuelga ningún
velo”; y así nos hizo saber a nosotros.175
Entonces, como la santa ciudad es “el santuario de las moradas del Altísimo” (Sal.
46:4) y el trono es eterno, “el tabernáculo de Dios estará con los hombres” (Apoc. 21:3). Y
todos los redimidos serán sacerdotes para siempre del orden de Melquisedec, no para salvar
175
CBA, 5: 1084.
63
a pecadores, sino para prevención contra una segunda caída (Nah. 1:9). Y nuestra experiencia
será de gran valor para el universo (Eze. 48:19; 1 Ped. 2:9).
En la nota de Apoc. 21:16,17, “la altura” (p. 1610), se dice que “la ciudad es un cubo”
de “2,2 millones de m” de altura, y al mismo tiempo se acepta que los muros sólo tienen “72
m de altura”. ¿Para qué rodear a un cubo con un muro de menor altura? ¿Y de dónde se llega
a esa conclusión?
La palabra “altura” (hypsos), es usada en el N.T. para referirse también a la parte más
alta o cima (Efe. 3:18: Sant. 1:9). En este caso tenemos la orientación de la pluma inspirada,
cuando escribió que “el trono alto”, lo vio “muy por encima de la ciudad”176. Entonces
tenemos un problema, pues si la ciudad es un cubo, y la sala del trono está “muy por encima”
de esa ciudad en cubo, entonces el trono tendría una medida mayor que los lados de esa
ciudad, y eso no dice la Biblia.
Según las medidas dadas a Moisés (Éxo. 25:40; Heb. 9:11), los lados del santísimo
medían una quinta parte del ancho del atrio. Y según Juan, tendría 12.000 estadios de altura,
lo que nos da 2.400 estadios de cada lado en su base. Es decir que su altura es cinco veces
mayor a su ancho. Esto nos lleva a pensar que el trono es más una torre que un templo común.
“Torre” es, justamente, el nombre que le da el profeta Miqueas (Miq. 4:7,8. Ver Sal. 78:69).
Y Elena G. de White, al comparar el tabernáculo terrenal con el celestial durante los reinos
de la gracia y de la gloria, escribió: “Como torre del viñedo, Dios puso su santo templo en
medio de la tierra [...]. En el tabernáculo y el templo, su gloria moraba en la santa shekinah
sobre el propiciatorio”177. Es decir que el lugar santísimo terrenal señalaba la “torre” y el
“templo en medio de la tierra”, ahora en símbolo, y el celestial como realidad.
Cuando Isaías se encontraba en el templo terrenal, de cara al santísimo, vio en visión
al “trono” del cielo. Y al contemplarlo, no pudo ver la parte superior porque era tan alto que
“se elevaba como hasta los mismos cielos”.178 Por eso dijo que es “alto y sublime” (Isa. 6:1).
¿Por qué un trono tan alto? Por dos razones muy simples. La primera, porque la ciudad
estará iluminada por la gloria de Dios, que está en la “sala del trono del Rey de reyes”, en la
parte superior de ese alto edificio.179 Y sabemos que para iluminar una ciudad, se requiere de
luces altas. Y segundo, si no fuera así, cada vez que los justos lleguen para adorar a Dios,
quedarían encandilados por una luz “siete veces” mayor a la del sol al mediodía (Isa. 24:23;
30:26).
Por último, cuando la santa ciudad se pose en este mundo, los santos se subirán sobre
los muros para ver el juicio, y después también la recreación de la tierra.180 Si la ciudad fuera
176
CS, p. 722.
177
PR, p. 13.
178
RH, 16-10-1888.
179
CS, 565.
180
TS, 2:245.
64
un cubo esto sería imposible. Gracias a Dios que no viviremos encerrados dentro de un gran
edificio, sino en contacto directo con la creación.
lebeskow@arnet.com.ar