Las Lecciones Del Silencio
Las Lecciones Del Silencio
Las Lecciones Del Silencio
(Levítico 10:1-4)
Nos dice el texto que después que Moisés exhortó a su hermano Aarón, éste calló.
La NVI dice: Y Aarón guardó silencio. (v.3c) Hay momentos en la vida cuando
somos impulsados a guardar silencio. La Biblia nos dice que hay tiempo de callar
y tiempo de hablar. (Eclesiastés 3:7b) El silencio nos puede hablar de muchas
cosas.
Se nos dice en Apocalipsis 8:1 que cuando se abrió el séptimo sello se hizo silencio
en el cielo como por media hora. ¿Pueden imaginarse al cielo en silencio por
media hora?
Según el Éxodo, Aarón fue el portavoz de Moisés, lo cual nos enseña que siempre
tendría que estar hablando. Sin embargo, ahora le vemos callar y por seguro que
este silencio tuvo que ser uno de los momentos más difíciles de su vida.
Hay enormes y variadas lecciones que podemos aprender de este pasaje Sin duda
que el silencio de Aarón, el gran sumo sacerdote, es una de las que más nos toca
como creyentes y como padres.
Nadab y Abiú fueron los primogénitos de Aarón. Tenían privilegios únicos. Fueron
de los pocos que se les permitió acercarse al Monte Sinaí cuando Moisés recibió
las tablas de la ley (Éxodo 24:1) Esto nos dice mucho de la estima de la que
gozaban ante los ojos de Dios. Fueron consagrados como los primeros sacerdotes a
través de una ceremonia establecida por Dios mismo: Luego tomarás el aceite de
la unción y lo derramarás sobre su cabeza, y le ungirás. Y harás que se acerquen
sus hijos, y les vestirás las túnicas. Les ceñirás el cinto a Aarón y a sus hijos, y les
atarás las tiaras, y tendrán el sacerdocio por derecho perpetuo. Así consagrarás a
Aarón y a sus hijos. (Éxodo 29:7-9) Fueron los primeros en usar las vestiduras
santas, relacionadas con la adoración a Dios y la intercesión a través de los
sacrificios por los pecados del pueblo. Todo esto nos hace ver cuan importantes
eran estos hijos para Dios. Imaginemos el dolor Aarón al ver el fracaso de sus
hijos, quienes eran de gran estima para Dios. Aquel fue el momento cuando este
hombre de Dios quedó sin palabras.
Hay un precio muy alto que fue pagado por nuestra salvación. Hay un lugar para
nosotros hecho no de manos, eterno en los cielos. Hay un cuerpo nuevo que nos
aguarda una vez que esta habitación terrenal sea destruida. Hay toda una eternidad
que nos espera para vivirla al lado del que está sentado en el trono del gran reino
celestial.
Ser un hijo de Dios es un asunto muy serio. Fallarle es traer afrenta a Su nombre.
Es no sentir temor por lo que somos y hacemos. También traemos las vestiduras
sacerdotales que simbolizan nuestra santidad de vida.
En esta historia, este silencio paterno toca las fibras más íntimas de nuestro
corazón paternal. ¿Dónde estuvo la falla? ¿Por qué se desvían los hijos? ¿Por qué
no valoran lo que son para la familia y para el Señor? ¿Por qué es tan amargo el
fruto de la desobediencia? ¿Por qué llegar a ese silencio que es un cierto grado de
culpabilidad?
2.- HAY UN SILENCIO QUE HABLA DEL TIPO DE ADORACION QUE OFRECEMOS
Estos jóvenes entraron muchas veces al tabernáculo para ofrecer el incienso santo,
el único ordenado por Dios. Aquel que subía hasta convertirse en olor grato ante
Su presencia. Conocían muy bien acerca del tipo de adoración que, a través del
incienso aromático, era traído todos los días a la casa del Señor. Pero un día
entraron para adorar y ofrecieron fuego extraño, algo que no estaba permitido por
Dios.
La reacción de Dios se debió, no tanto por el contenido en sí del incienso, sino por
la actitud de los adoradores. En esta historia los comentarios son muy variados
sobre el incienso extraño ofrecido. Se ha hablado de un incienso parecido al
sacrificado por los paganos. Que la hora de presentarlo no era la más indicada y
hasta que lo ofrecieron en un lugar donde solo el sumo sacerdote podía entrar.
Una persona ebria está bajo el efecto y control del alcohol, y no puede presentar un
culto racional. Por eso la Biblia recomienda: No os embriaguéis con vino en lo cual
hay disolución; antes bien, sed llenos del Espíritu. (Efesios 5:18) La adoración
exige adoradores conscientes, reverentes y temerosos. Podemos decir que todos los
que se disponen a adorar a Dios deben asegurarse que no haya ninguna cosa que
les esté embriagando, de manera que eso nuble sus sentidos y ofenda la santidad
de Dios.
Otra cosa que impacta de esta historia es la forma cómo Dios ejecutaba Sus juicios
en determinadas situaciones. A veces avisa; otras ni consulta ni pide permiso para
ejecutar Su juicio. En el caso de Nadab y Abiú fue tan grande la ofensa y tan
abominable el pecado, que Dios no dio tiempo de escuchar a algún intermediario.
¿De qué tamaño fue la ofensa que al instante salió fuego de Dios y los mató
inmediatamente? ¿Por qué Dios escuchó a Moisés cuando intercedía ante Él
después que el pueblo se reveló al hacer el becerro de oro, llegando a tal extremo
de idolatría y desenfreno carnal, pero no dio chance de un intercesor por Nadab y
Abiú? Por la intercesión de Moisés, Aarón no fue consumido junto con los
idólatras.
Es aquí donde nuestra mente puede pensar otra cosa y llevarnos a nuestro propio
juicio acerca de Dios. Pero la Biblia nos habla que, los juicios divinos, son para
nuestro bien:
Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y
mucho más que el oro afinado; y dulce más que miel, y que la que destila del
panal. (Salmo 19:9b,10) Hay preguntas sobre las actuaciones de Dios que dejan
muchas dudas e insatisfacción. Pero lo que nos parece ilógico, desde nuestro punto
de vista, es totalmente lógico bajo la perspectiva divina.
Cuando Job fue sometido a su enorme prueba, sus amigos vinieron, al principio,
para consolarlo. Al ver su estado se sentaron con él en tierra por siete días y siente
noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande.
(2:13) Después de esos días no aguantaron y comenzaron a argumentar en contra
de Job, acusándolo de maldad, y se hicieron impertinentes. Job tuvo que exigirles:
Ojalá callarais por completo, porque esto os fuera sabiduría. (13:5)
Hay situaciones que Dios permite en nuestras vidas; muchas de las cuales pudieran
sacudir el edificio de nuestra fe, pero las mismas deben mostrarnos que Dios tiene
un propósito pedagógico en la ejecución de Sus juicios; para fortalecernos y
hacernos mejores cristianos.
Esa fue la experiencia del pueblo de Israel cuando Dios ejecutó Sus juicios sobre
los pecados de Su pueblo, trayendo destrucción repentina y el cautiverio. Pero
Jeremías aprovechó su condición de líder para decirle al pueblo: Bueno es esperar
en silencio la salvación de Jehová. Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su
juventud. Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso.
(Lamentaciones 3:26-28)
Por qué es necesario esto: Porque el Señor no desecha para siempre; antes si
aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; porque no
aflige ni entristece voluntariamente a los hijos hombres. (v.31,32) El creyente sabe
que los juicios del Señor no tienen la finalidad de destruirnos, sino de levantarnos.
Aarón aprendió en silencio sobre la corrección divina. Los juicios de Dios pueden
verse severos, pero son todos justos.
CONCLUSION: El silencio de Aarón nos muestra que hay enormes lecciones que
debemos aprender, especialmente los que tenemos la responsabilidad de ofrecerle
el culto a Dios. Sepamos, pues, cuan importantes somos para Dios, estemos alertas
acerca del tipo de incienso que estamos presentando y sobre todo sepamos que los
juicios de Dios son severos, pero son para corregir. Amén.