El documento presenta el caso de un niño que nació sin oído pero cuyo padre se opuso firmemente al diagnóstico médico de que sería sordomudo de por vida. El padre tuvo fe en que encontraría la manera de que su hijo pudiera oír y hablar, guiado por su intenso deseo de que no fuera sordomudo. Mantuvo ese deseo constantemente durante los primeros años de vida del niño.
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El documento presenta el caso de un niño que nació sin oído pero cuyo padre se opuso firmemente al diagnóstico médico de que sería sordomudo de por vida. El padre tuvo fe en que encontraría la manera de que su hijo pudiera oír y hablar, guiado por su intenso deseo de que no fuera sordomudo. Mantuvo ese deseo constantemente durante los primeros años de vida del niño.
El documento presenta el caso de un niño que nació sin oído pero cuyo padre se opuso firmemente al diagnóstico médico de que sería sordomudo de por vida. El padre tuvo fe en que encontraría la manera de que su hijo pudiera oír y hablar, guiado por su intenso deseo de que no fuera sordomudo. Mantuvo ese deseo constantemente durante los primeros años de vida del niño.
El documento presenta el caso de un niño que nació sin oído pero cuyo padre se opuso firmemente al diagnóstico médico de que sería sordomudo de por vida. El padre tuvo fe en que encontraría la manera de que su hijo pudiera oír y hablar, guiado por su intenso deseo de que no fuera sordomudo. Mantuvo ese deseo constantemente durante los primeros años de vida del niño.
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Piense y Hagasé Rico
Napoleón Hill
“Hice un pacto con la Vida por un penique,
y la Vida no me dio más. Sin embargo, le imploré a la noche cuando contaba mis escasos bienes.
“Porque la Vida es un empleador justo,
Te da lo que le pides, Pero cuando has fijado el precio, Debes aguantar la tarea.
“Trabajé por un salario insignificante,
Sólo para descubrir, perplejo, Que cualquier paga que hubiera pedido a la Vida, ésta me la hubiese pagado de buen grado.”
EL DESEO ES MÁS LISTO QUE LA MADRE NATURALEZA
Como culminación adecuada de este capítulo quiero presentar a una de las
personas más excepcionales que he conocido. Lo vi por primera vez pocos minutos después de que hubiera nacido. Vino a este mundo sin ningún rastro físico de oído, y el médico admitió, cuando le pedí su opinión sobre el caso; que el niño sería sordo y mudo toda la vida.
Me opuse a la opinión del médico. Estaba en mi derecho. Yo era el padre
del niño. Tomé una decisión y me formé una opinión, pero expresé esa opinión en silencio, en el fondo de mi corazón.
En mi interior supe que mi hijo oiría y hablaría. ¿Cómo? Estaba seguro de
que tenía que haber una manera, y sabía que la encontraría. Pensé en las palabras del inmortal Emerson: «El curso de las cosas acontece para enseñarnos la fe. Sólo necesitamos estar atentos. Hay indicadores, claves, para cada uno de nosotros, y si escuchamos con humildad, oiremos la palabra justa». ¿La palabra justa? ¡Deseo! Mucho más que ninguna otra cosa, yo deseaba que mi hijo no fuera sordomudo. De ese deseo no me alejé jamás, ni por un segundo.