Ensayo Crisis de Valores
Ensayo Crisis de Valores
Ensayo Crisis de Valores
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Otoño 2016
13 de septiembre de 2016
Hablar de crisis de valores nos hace referencia a que se están perdiendo ciertos
valores o se están degradando, esta afirmación es verdadera pero no en el
enfoque apocalíptico que muchos autores describen, mejor dicho la sociedad
actual enfrenta una jerarquización de los valores, por ejemplo en este momento
los valores que más énfasis reciben son los valores afectivos, los estéticos, el
cuidado del medio Ambiente. Los valores que reciben menos importancia son los
éticos, la voluntad, la acción colectiva. Por lo tanto hay una mutación de esos
valores, pero no su desaparición, por eso hay que aprender a discernir lo que
hemos estado ganando y perdiendo en cuestión de la humanidad.
Cabe mencionar, en la sociedad cada vez son más evidentes los antivalores que
las personas están adoptando, que muchas veces las personas caen en el error
de practicarlos bajo apariencia de bien pero solo es un espejismo. Un caso muy
obvio es el del individualismo, ya que no es lo mismo reconocer los derechos de
cada individuo y su originalidad, a aprobar que cada persona se sienta el centro
del universo.
Otro rasgo, muy relacionado con lo anterior, es la baja estabilidad y solidez de los
valores, una metáfora que describe muy bien este rasgo es que la gente persigue
como en el mercado; lo bueno, lo bonito y lo barato. No se construye el mismo tipo
de sociedad ni se estructura del mismo modo la convivencia según se adopte una
u otra posición en este terreno. Según Jordi Pujol: “Los valores líquidos son
valores fugaces que hay que cambiar cada dos por tres, que no tienen
consistencia ni duración y que no requieren compromiso ni personal, a nivel
individual, ni colectivo, a nivel de país, como entidad”.
La historia humana puede ser concebida como la lucha permanente para que la
paz triunfe sobre la guerra, la justicia sobre la injusticia, el amor sobre el egoísmo.
También ocurre esto en la economía: la pobreza, las crisis o las desigualdades
exigen de nosotros un combate constante contra el poder destructor de la avaricia,
la indiferencia o la explotación.
También se resta importancia al otro y a su esfuerzo. Paradigmas de la sociedad
como los médicos y los maestros son atacados y desvalorizados, tal como lo
estamos viviendo en el presente en nuestro medio, aunque también es cierto que
ellos han cambiado muchas pautas de su actuar.
Pero, también es cierto, que con los años nos volvemos cada vez más exigentes y
quizás no debamos asustarnos o escandalizarnos por la situación sino que
debemos conversar de ello para concienciarlo. Con la ocultación y el miedo no se
gana nada y algo que podemos ofrecer son nuestras propias palabras. Debemos
hablarlo y ver como apoyar desde nuestro lugar a esas personas que integran
esos núcleos sanos que resisten en nuestra sociedad y que son nuestra
esperanza: los que continúan estudiando, trabajando, investigando y creando
como forma de satisfacción personal y para servir a los otros. Y debemos también
asumir nuestro rol en la educación de las nuevas generaciones a través de
nuestro entorno. Y aportar ideas para hacer que el péndulo comience nuevamente
a volver y se retorne a los hermosos ideales de la modernidad, con otras
herramientas y con la experiencia de las nefastas consecuencias de este período
que nos ha tocado vivir.