Diversidad Funcional
Diversidad Funcional
Diversidad Funcional
JOSÉ MATEUS
CURSO: SEMINARIO II
2019
DIVERSIDAD FUNCIONAL
Históricamente los seres humanos nos hemos construido como seres sociales, los
cuales a través de los distintos procesos de socialización a los que somos
introducidos desde la infancia, hemos logrado construir todo un complejo cultural,
de tradiciones, de relaciones y de concepciones de mundo. Es por ello que las
relaciones intersubjetivas se configuran como uno de los aspectos más
importantes de la vida del hombre en sociedad, sin embargo cada persona lleva
un proceso de socialización distinto a los demás, en donde el contexto y las
especificidades de cada individuo dan cuenta de formas de sociabilidad diferentes.
Uno de los aspectos que marcan considerablemente la construcción del yo social,
es la discapacidad, ya que se convierte en un factor que modifica la forma como
los sujetos se relacionan tanto con su entorno como con sí mismos y hace que se
manifiesten nuevas maneras de concebir lo externo como lo propio a través del
cuerpo. Entrando un poco a las formas de cómo se concibe el cuerpo desde sí
mismos, es importante mencionar que se han elaborado y redefinido muchas
concepciones, por lo cual el término de discapacidad ha sido impugnado por un
grupo de activistas de los derechos de esta población en el Foro de Vida
Independiente, autodenominándose personas con diversidad funcional ya que no
consideran apropiado ser medidos en términos de valías y capacidades. Todos
estos aspectos ayudan a acercar la mirada y respetar los nuevos proyectos que
desde sus corporalidades y situaciones están elaborando, sin olvidar que no solo
existe el ámbito interno del sujeto sino que hay unas esferas de la vida del
individuo que de manera significativa influyen en la construcción y redefinición de
su nueva corporalidad e identidad. Entre ellas se encuentra la soledad, momento
en el que si bien todo ser humano puede acceder de manera profunda a una
introspección y encuentro con sí mismo, es vivido de forma distinta por las
personas con diversidad funcional, ya que es muy distinta la soledad por elección,
decisión voluntaria y totalmente autónoma, a la soledad a la que acuden muchas
personas como asilo al dolor que produce la pérdida de una parte del cuerpo. Sin
embargo, aunque el amparo en la soledad sea una forma de protección del sujeto
frente al mundo exterior, resulta ser un buen lugar para reconstruirse y aprender a
conocerse en una nueva corporalidad, la cual se va afianzando en la medida en
que los individuos van explorando nuevas sensaciones y formas de habitar en el
mundo. Uno de los ámbitos más importantes cuando se habla de la discapacidad
es la calle, el mundo exterior en donde las personas con diversidad funcional se
ven cuestionadas en su corporalidad y en su libertad, ya que por una parte se
genera un choque en la sociedad con respecto a los cánones de belleza y cuerpo
deseado establecidos socialmente como “normales” y por otro lado su libertad y la
facilidad de moverse libremente y habitar distintos espacios se ve condicionada.
Todo ello desemboca en múltiples reacciones que van desde el sentimiento de
lástima hasta la segregación de las personas que se salen de los cánones
sociales de “normalidad”. Si bien la calle resulta ser un escenario de lucha
constante tanto con la sociedad como con sí mismo, también puede convertirse en
el espacio propicio en donde se puede triunfar desde una nueva corporalidad,
asumiendo los nuevos retos que implica la identidad que se construye y se afianza
con el pasar del tiempo. De esta manera, la ambigüedad que presenta la calle,
puede ser tanto un arma de destrucción o de construcción de un futuro con
distintas posibilidades de ser a plenitud bajo otra forma. Para ello es esencial darle
la importancia que merece otros ámbitos de la vida en donde se asumen los
aditamentos como complementos vivos del cuerpo. No son simplemente objetos
inertes que pasan a reconstruir una parte del cuerpo, sino que son vividos de
diferente manera por quienes los usan ya que pasan a formar parte vital de la
nueva corporalidad asumida y se constituyen como integrantes de una la identidad
en construcción. Es así como estos complementos del cuerpo dejan de ser
artículos externos y pasan a formar parte del ser que se reconstruye en otras
formas de sentir y experimental la vida. En esta medida, esferas del individuo
como el trabajo y las actividades de producción y deportivas, resultan sumamente
importantes para la desarrollar y conocer su cuerpo bajo nuevas formas de ser y
hacer, en donde se aprenderán las fortalezas del cuerpo y se experimentarán
otras sensaciones. Además de esto, el sentirse útil y bueno realizando esta
actividades ayuda al fortalecimiento de la identidad del individuo, ya que le permite
sentir que no es un discapacitado, sino una persona que tiene unas capacidades
funcionales diversas y puede realizar otras actividades que de igual manera
resultan productivas, además de ir afianzando sus capacidades motoras y
reintegrándose activamente a la sociedad. Por otra parte otro un asunto de mucha
importancia en esta temática es el cuerpo, ya que es allí donde se materializan
nuestras ideas y pensamientos, es donde habita nuestro sentir, es por ello que
aunque es materialidad, se constituye en un aspecto vital para el desarrollo del ser
humano en el mundo ya que a través de él es que tenemos contacto con nuestro
entorno. En ese proceso, se han creado unos imaginarios de normalidad, en
donde se han configurado formas, figuras, movimientos y expresiones de lo
socialmente aceptable, los cuales no son más que estereotipos rígidos que
encasillan formas muy radicales de normalidad y que segregan otras formas de
belleza, de movimiento, de corporeidad. Es por ello que las personas con
diversidad funcional buscan constantemente reivindicar su papel en la sociedad, lo
cual logran con la consecución de su autonomía y desenvolvimiento pleno en
distintos campos de acción cotidianos, de tal manera que la concepción que por
ejemplo se tenía en la O.M.S de que la discapacidad era: una “restricción o
ausencia (debida a una deficiencia) de la capacidad de realizar una actividad, en
la forma o dentro del margen que se considera normal para un ser humano, en
relación con su edad o sexo” puede ser refutada a través de las prácticas e
imaginarios de quienes cada día luchan por construir plenamente una vida y una
identidad con otras formas de corporalidad, para quienes cada día representa no
solo una lucha con los diferentes ámbitos que lo rodean, sino una victoria en
donde no son personas con imposibilidades, sino con funcionalidades diversas,
para las cuales actividades tan cotidianas de los seres humanos como caminar,
vestirse, saltar, bañarse u otras pueden representar grandes pasos para su
desarrollo como persona y como sujeto social. En el proceso y desarrollo en
adaptación a la nueva corporalidad, es importante tener en cuenta que se entra en
una reconstrucción de la acción motora, la cual atraviesa tres etapas distintas. La
primera en donde se reaprende e intenta coordinar de nuevo el movimiento,
muchas veces sin éxito ya que no es un proceso fácil, pero que contribuye a que
en una segunda fase ya exista una coordinación del movimiento mucho más
elaborada ya que la repetición permite refinar y mecanizar la acción. Y finalmente
se llega a desarrollar a la perfección el movimiento de tal forma que éste pueda
ser utilizado y adaptado a distintas situaciones, lo cual permite acceder a una
amplia gama de posibilidades como individuo dentro de una sociedad acción como
sujeto social. A la búsqueda de las personas con diversidad funcional se suman
los esfuerzos que desde intervención de la fisioterapia se hacen para el
mejoramiento de la calidad de vida de esta población desde una mirada más
crítica de este tipo de situaciones, con una visión más amplia de la relación cuerpo
movimiento que integre concepciones socioculturales de la diversidades
funcionales, a la mirada y el desarrollo científico que se ha construido desde
nuestra disciplina.
Introducción