La Guerra Fria Cultural en America Latina
La Guerra Fria Cultural en America Latina
La Guerra Fria Cultural en America Latina
editoras
Editorial Biblos
Calandra, Benedetta
La guerra fría cultural en América Latina / Benedetta
Calandra y Marina Franco. - la. ed. - Buenos Aires: Biblos,
2012 .
222 pp.; 16 x 23 cm.
IS B N 978-987-691-045-3
P r im e r a p a r t e : u n a p e r s p e c t iv a g e n e r a l
“Maquinaria imperfecta”
L a United States Information Agency y el Departamento
de Estado en los inicios de la Guerra Fría
Francisco J. Rodríguez J im é n e z .......................................................................... 97
Se g u n d a p a r t e : e s t u d io s d e caso
Imaginaciones hemisféricas
L a misión presidencial a América Latina de Nelson Rockefeller en 1969
Ernesto Capello ................................................................................................. 181
* Traducción del italiano: Antonella Sara. Revisión: Benedetta Calandra y M arina Franco.
[9 ]
10 Benedetta Calandra y Marina Franco
9. A pesar de no estar estrictamente relacionadas con el caso Disney, sino más en general con
la industria cultural de Hollywood en su globalidad, igualmente útiles para nuestro caso son
las reflexiones de De Grazia (2005: 284-336).
14 Benedetta Calandra y Marina Franco
más bien facilitar un parcial “estado del arte” de lo producido hasta ahora
y proponer algunas claves para comprender y profundizar el tema. En este
trabajo es relevante su exigencia de reivindicar autonomía y estatus cien
tífico a una perspectiva que hasta fecha muy reciente solo era considerada
como “un elemento más”, complementario, cuando no auxiliar, en el análisis
de dinámicas políticas, ideológicas, económicas, militares o financieras de
la Guerra Fría, y raramente objeto de atención en sí mismo.
En su texto, Rey puntualiza cuestiones esenciales. En primer lugar, la
necesidad de imaginar una periodización original y a largo plazo, que de
hecho no siempre coincide con acontecimientos indudablemente periodiza-
dores según la perspectiva de la historia política. En este sentido, 1959, año
de la Revolución Cubana, no marcaría el verdadero “comienzo de la Guerra
Fría en América Latina”, como han afirmado algunos estudiosos (Carr, 1966;
Castañeda, 1993), y en términos de profundidad temporal ni siquiera sería
suficiente el antecedente del golpe guatemalteco de 1954, como sugiere Jean
Franco (2003: 36-37). Esta afirmación radica en la convicción, plenamente
compartida por quienes esto escribimos, de que se puede penetrar el sen
tido más profundo de los primeros años de las relaciones interamericanas
durante la Guerra Fría solo en relación con los años anteriores y que no
tienen fecha de inicio en eventos políticos precisos, sino que obedecen a
procesos culturales y políticos de más largo plazo que hacen a la historia de
las relaciones y las representaciones mutuas entre los países del continen
te. Porque -es la hipótesis de Rey- lo que aconteció en el subcontinente a
partir de aquel momento no fue simplemente “el traslado a América Latina
de la lógica, esquemas y fórmulas de aquel conflicto”; al contrario, fue “una
expresión radical de conflictos o diferencias, potenciadas por la coyuntura
internacional, basadas en concepciones que ya estaban latentes o habían
sido protagonistas tiempo atrás”. Basta con pensar en el concepto de “pana
mericanismo /intervencionismo /patio trasero por la parte norteamericana,
versus nacionalismo y antiimperialismo por la de ciertos sectores políticos
latinoamericanos”.
Por lo tanto, señala Rey, la Guerra Fría (y aún más considerada desde
un punto de vista cultural, añadiríamos) en cierta medida representó “una
excusa para continuar renovadamente una política intervencionista ya
vieja”, un enfrentamiento entre facciones tradicionalmente opuestas, “una
expresión renovada de un conflicto ya viejo que precede a la Guerra Fría y
que de alguna forma ha sobrevivido a ella”. Conforme esta clave de inter
pretación, estaríamos pues frente a un momento álgido en las relaciones
interamericanas, pero no de real discontinuidad respecto a un recorrido
históricamente bien definido.
Otra serie de cuestiones hipotetizadas en el ensayo versan alrededor de
eventuales semejanzas o diferencias con respecto a la guerra fría cultural
en Europa. La presencia de instituciones esenciales como el Congreso por
la Libertad de la Cultura, las fundaciones privadas estadounidenses, la
16 Benedetta Calandra y Marina Franco
las razones por las cuales fue creada. De esta manera, sienta las premisas de
una eventual reconstrucción (a ampliar en el futuro) de cómo este sistema
justificativo de la intervención se modifica en el lapso de pocas décadas,
experimentando momentos distintos: una primera fase, a caballo entre los
siglos XIX y XX, en que se articula un “simple” interés comercial con una
comprensiva política cultural de carácter humanista hacia el área; una se
gunda fase, en los años 40, que muestra una matriz tecnocrática. Quesada
se centra en esta primera fase de génesis, primordial para entender toda
la futura retórica de la sección “Asuntos culturales” del Departamento de
Estado con respecto al papel de Estados Unidos como “fiador” planetario
en el camino hacia el progreso económico y científico. La autora parte de
la hipótesis de que el espacio centroamericano constituyó una suerte de
tablero de ajedrez fundamental en el que Estados Unidos intentó, ya en
aquel entonces, recortarse un espacio de influencia en relación con Euro
pa, anticipando pues el extraordinario interés por América Latina que a
menudo la historiografía ha analizado —relativamente—para los años 30
y únicamente como respuesta a la amenaza nazi. Así, queda en evidencia
cómo en los albores del siglo, el interés del gigante del Norte por extender
se culturalmente hacia Centroamérica se hizo sistemático; una implícita
confirmación de este proceso se encuentra por ejemplo en Costa Rica, donde
en los liceos las celebraciones del 4 de julio empezaron progresivamente a
sustituir las de la toma de la Bastilla.
De esta manera, el trabajo de Quesada contribuye al intento global de
hallar los orígenes profundos de la guerra fría cultural en América Latina,
tanto en términos espacio-temporales como en cuanto a los actores involu
crados. Las “políticas culturales imperiales” por parte de Estados Unidos
en América Latina —tendencialmente colocadas a finales de la década de los
30 e identificadas antes en función antinazi, después antisoviética—poseen
consistentes antecedentes y vienen elaboradas inicialmente en respuesta a
la influencia francesa, alemana y británica en el supuesto “patio trasero”.
En la misma línea, en cuanto a la necesidad de flexibilizar las cronolo
gías determinadas por hitos políticos, el trabajo de Sol Glik se centra en
fenómenos culturales ligados a los intereses estratégicos estadounidenses
que en algunos casos anteceden el estallido del conflicto bipolar. Con este
propósito, en “No existe pecado al sur del Ecuador. La diplomacia cultural
norteamericana y la invención de una Latinoamérica edénica”, la autora
muestra que la exportación del American Way ofLife fue el resultado de una
operación articulada de Estados Unidos a partir de la acción de la OCIA A.
Esta agencia, creada en 1940, estaba destinada a estimular los vínculos
militares, comerciales, políticos y culturales con los países latinoamericanos,
a través de emprendimientos culturales, programas de ayuda económica y
otras formas de intervencionismo.
El trabajo es, además, indicativo de otra dimensión analítica que com-
plejiza las visiones tradicionales sobre las relaciones verticales entre el
18 Benedetta Calandra y Marina Franco
real impacto y los alcances del conflicto global en América Latina, además
de que se correría el riesgo de recaer sobre visiones simplificadores del rol
de Estados Unidos en la región.
Así, la contribución de Ernesto Capello, “Imaginaciones hemisféricas.
La Misión Presidencial a América Latina de Nelson Rockefeller en 1969”,
vuelve sobre las acciones directas de Estados Unidos pero para mirar el
problema desde la óptica de actores estadounidenses y latinoamericanos
en su interacción. En su trabajo encontramos nuevamente al indiscutido
protagonista de las relaciones culturales interamericanas, ahora gobernador
de Nueva York y portavoz de la administración Nixon con la finalidad de
crear una nueva política exterior capaz de reemplazar la Alianza para el
Progreso. Desde el punto de vista rigurosamente diplomático, el viaje fue
considerado un fracaso. Demasiado numerosas fueron las protestas calle
jeras contra ‘los yanquis”, la hostilidad manifestada hacia Rockefeller y lo
que su apellido representaba, todo ello sometido al consecuente y violento
control policial: de hecho, algunos de los choques que se produjeron pueden
leerse como una oscura anticipación del terror que se afirmaría sobre el área
sudamericana en los años siguientes.
Sin embargo, el sentido de lo que en la sarcástica comparación efectuada
por Colby y Dennet (1995) fue definido como el “Rocky Horror Road Show",
no se agota con la conclusión de la misión. El viaje genera, en efecto, una
intensa correspondencia epistolar enviada al magnate de las finanzas por
representantes de las diversas clases medias del subcontinente. Basada
en la documentación hallada en los archivos de la fundación Rockefeller,
la contribución de Capello propone una reflexión acerca de esta “respuesta
latinoamericana” a la misión, de manera de mostrar no tanto la acción es
tadounidense, sino las formas complejas y variables de la apropiación de los
sentidos culturales de la Guerra Fría por parte de sujetos en variados países
de la región. Así, del énfasis en la macropolítica se pasa a la preocupación
por los actores y de los grandes actores políticos estadounidenses se pasa a
pensar la agencia de “sujetos comunes” latinoamericanos.
La lectura propuesta por el autor se enmarca de hecho en una tentativa
global de replantear la consolidada categoría de “imperialismo cultural”
(Ortiz, 2005; Ortega Suárez y Peñate López, 2006; Austin, 2006), como nos
recuerda Rey, más orientada a construir el estudio de las relaciones inte
ramericanas a partir de los centros de poder que desde áreas consideradas
“receptores pasivos” de estas políticas. En las últimas décadas han apare
cido nuevas tendencias historiográficas que articulan estos paradigmas.
De un lado, se producen nuevas y originales lecturas de las “culturas del
imperialismo estadounidense” (Pease, 1993; Khight, 2008) y, del otro, surge
la intención, que aún se tiene que afianzar, de valorar toda una serie de
modalidades con las que los países latinoamericanos reciben y reelaboran
determinadas políticas culturales, acogiéndolas en un terreno más o menos
fértil según las peculiares características e historias nacionales.
26 Benedetta Calandra y Marina Franco
nos peronistas, entre 1973 y 1976, dirigidas, primero, contra los sectores
radicalizados del propio movimiento y luego contra las guerrillas peronis
tas y marxistas, parecería en efecto brindar una implícita confirmación a
las afirmaciones de Joseph (2008: 5): “con frecuencia, los Estados Unidos
en América Latina utilizaron la lógica de la Guerra Fría, generada fuera
de su territorio, para declararse en guerra contra sus propios ciudadanos,
para adquirir o mantener el poder, para crear o justificar la existencia de
regímenes autoritarios”. El análisis de fuentes hemerográficas y de un
fondo de archivo de la época contribuye pues a explicar cómo dinámicas
locales funcionaron en plena sinergia con lógicas y tensiones de carácter
internacional y bipolar. Según la hipótesis de Franco, las fuerzas políticas
argentinas -en este caso el peronismo, pero no exclusivamente- utilizaron
los tópicos del conflicto bipolar para sus necesidades internas, mostrando
así una apropiación fuertemente instrumental del enfrentamiento global.
Entra por lo tanto enjuego un segundo nivel de análisis, entrelazado y
complementario del primero y completamente interno al contexto argen
tino: el grado de arraigo de determinados discursos, tanto en términos de
profundidad temporal como de difusión social. La autora pretende en efecto
demostrar la activa presencia de una serie de construcciones ideológicas
específicas de la Guerra Fría como partes sustantivas del lenguaje y de
las prácticas de diversos sectores de la sociedad, especialmente en actores
políticos no militares y en “ciudadanos comunes” no ligados a las esferas
del poder. Así, según el enfoque de este trabajo, “una noción de cultura no
limitada a su sentido tradicional permite ver cómo las ideologías de la Guerra
Fría permearon las prácticas cotidianas de los sujetos dotando de significado
acciones complejas que responden a diversos registros de la vida social”.
Como es sabido, en la aplicación latinoamericana de la Doctrina de la
Seguridad Nacional las dictaduras militares de la década de los 70 reprimie
ron todo movimiento contestatario, y sobre todo a las guerrillas, en nombre
de la teoría de la contrainsurgencia, tomada, en buena medida, del Ejército
estadounidense y dirigida contra la “subversión marxista”. No obstante,
la historiografía tal vez no ha dedicado suficiente atención al análisis de
cuántos de estos dispositivos teóricos y estratégicos habían sido aceptados y
apropiados por amplios sectores de las sociedades latinoamericanas. En esa
tónica, el texto busca demostrar cómo, en el específico contexto argentino,
muchas construcciones recurrentes de la ideología militar estaban pre
sentes en los discursos y prácticas de diferentes actores políticos y sujetos
“comunes”, antes de la dictadura de 1976. Así el tema del anticomunismo,
el temor a la expansión del enemigo marxista, la subversión y la hipótesis
de guerra contra tm enemigo interno fueron resignificados, por ejemplo,
para resolverla conflictividad interna del peronismo en los años 1973-1975.
Poco después, esas representaciones ideológicas gozaron de una amplia
circulación en el contexto nacional y justificaron plenamente las prácticas
represivas del terrorismo de Estado.
28 Benedetta Calandra y Marina Franco
Para concluir, este libro fue posible por el excelente trabajo de Antone-
11a Sara, que tradujo del italiano al español varios de los textos, y por el
financiamiento aportado por el Departamento de Lenguas, Comunicación
y Estudios Culturales de la Universidad de Bergamo, Italia, y el Proyecto
PIP-Bicentenario 2010-1538, dirigido por Emilio Crenzel y otorgado por la
Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica.
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PRIMERA PARTE
Raffaele Nocera
* Traducción del italiano: Antonella Sara. Revisión: Benedetta Calandra y M arina Franco.
1. Exceptuando los estudios sobre casos nacionales, eventos particulares (sobre todos la Revo-
[ 35]
36 Raffaele Nocera
lución Cubana) o sobre administraciones estadounidenses específicas (o, también, los trabajos
sobre las relaciones interamericanas en el largo plazo), no existe una amplia producción histo
riográfica sobre la Guerra Fría en Am érica Latina, sobre todo no hay trabajos que ofrezcan una
visión global. E l único estudio con estas características fue por mucho tiempo el de Parkinson
(1974), que resulta demasiado amoldado a las posiciones norteamericanas. Recientemente,
han contribuido a llenar esta laguna fundamental el detallado libro de Brands (2010) y el
otro, más conciso pero igualmente completo, de Rabe (2011). U n reexamen de los principales
nudos de la Guerra Fría, a la luz de las últimas tendencias historiográficas, lo encontramos,
en cambio, en la colección de ensayos dirigida por Joseph y Spenser (2007). Es preciso, en
fin, remitir a los trabajos dedicados a América Latina presentes en los tres volúmenes bajo la
dirección de Lefiler y Westad (2010) de The C am bridge H istory o fth e C oid W ar, y siempre al
trabajo de Westad (2005).
2. Sobre los años de la Segunda Guerra Mundial, se pueden consultar Humphreys (1981-82),
y la más reciente colección de ensayos dirigida por Leonard y Bratzel (2007). En italiano
permitanme remitir a Nocera (2004).
La Guerra Fría en América Latina 37
3. Sobre la asistencia económica y militar de los primeros años de la segunda posguerra, cfr.
respectivamente Rabe (1978) y Pach (1982). Por una relación más detallada de los vínculos
de naturaleza militar, cfr. Child (1980).
4. Sobre los años a caballo entre el final de la Segunda G uerra Mundial y el comienzo de la
Guerra Fría, véanse las misceláneas bajo la dirección de Bethell y Roxborough (1992) y Rock
(1994). Respecto a las repercusiones de la G uerra F ría en América Latina, cfr. Trask (1987).
38 Raffaele Nocera
5. Sobre los anos de Eisenhower, véase Rabe (1988); por lo que se refiere a Traman, en cambio,
Schwartzberg (2003).
40 Raffaele Nocera
La Revolución Cubana
del territorio nacional, y por si fuera poco en medio del Golfo de México,
zona históricamente hipersensible en términos estratégicos y de seguridad
nacional. Pero había razones más tangibles, es decir los cuantiosos intereses
económicos: hasta 1959 Cuba era de hecho una prolongación caribeña de
Estados Unidos, donde los capitales norteamericanos se llevaban la parte
del león, desde las refinerías de azúcar hasta los servicios públicos, desde
los bancos hasta el sector turístico. El propósito del líder cubano era nacio
nalizar gran parte de estas propiedades, mientras que la Casa Blanca no
tenía ninguna intención de quedarse sin hacer nada.
Castro no era comunista cuando entró triunfante en La Habana en enero
de 1959. Al contrario, las relaciones con el partido comunista local, durante
la fase de guerrilla, se habían caracterizado por un recelo recíproco. La
Revolución Cubana nació con una inspiración fuertemente nacionalista y
antiimperialista, no marxista. Fidel abrazó el marxismo, llevando al país
a la órbita soviética, solo a partir de 1961, cuando las relaciones cubano-
estadounidenses se deterioraron irreparablemente a causa de una escalada
de eventos. Por un lado, a causa de la decisión de La Habana de llevar a
cabo el programa revolucionario sin vacilaciones (en particular la reforma
agraria y las nacionalizaciones); por otro, por la firme voluntad de Washing
ton de no reconocer cambio alguno y contrarrestar con todos los medios a
su disposición el radicalismo castrista, en un principio mediante el estran-
gulamiento de la economía cubana (que culminó con el embargo comercial
contra la isla a partir de octubre de 1961), el respaldo a las facciones de los
contrarrevolucionarios y el aislamiento diplomático, y después con un plan
de invasión, varios intentos de asesinar a Castro y planes de intervención
armada que nunca se concretaron.
En marzo de 1960, Eisenhower dio su autorización a la C IA para estu
diar un plan con el fin de derrocar a Castro. Pero la responsabilidad de la
invasión de Cuba (que tuvo lugar en Bahía de Cochinos en abril de 1961)
recayó en el nuevo presidente, John F. Kennedy (Kombluh, 1998). Éste
aceptó el plan considerándolo como un remedio inmediato para deshacerse
del líder cubano. Como es ampliamente conocido, fue un fracaso total, un
desastre para Estados Unidos.
No consiguiendo remover el régimen revolucionario por la fuerza, Was
hington recurrió al aislamiento diplomático. Las fuertes presiones sobre los
miembros meridionales llevaron, en enero de 1962, durante la Conferencia
Interamericana de Punta del Este (Uruguay), a la expulsión de la isla ca
ribeña de la OEA (a pesar de la abstención de los países más importantes).
En 1964, en cambio, todas las repúblicas latinoamericanas -a excepción de
México- rompieron relaciones diplomáticas con Cuba (Estados Unidos ya lo
había hecho en 1961) y cesaron sus relaciones comerciales con La Habana
(excluyendo los intercambios por razones humanitarias).
El punto más crítico en las relaciones cubano-estadounidenses se al
canzó, como es notorio, en octubre de 1962, en ocasión del acontecimiento
La Guerra Fría en Am érica Latina 45
que pasó a la historia como la crisis de los misiles9y que tuvo origen en el
pedido de ayuda militar presentado por La Habana a Moscú. Los soviéticos
ofrecieron hombres, equipamientos militares y, sobre todo, la instalación
de misiles balísticos de mediano alcance (con cabezas nucleares) en el
territorio cubano. Después del descubrimiento, de los misiles por parte de
aviones espía norteamericanos el 22 de octubre, la administración Kennedy
reaccionó decretando el bloqueo naval contra Cuba e impidiendo que los
barcos soviéticos llegaran a la isla. Luego exigió al Kremlin la remoción de
los misiles ya instalados. Tras intensas y frenéticas tratativas diplomáticas,
las dos superpotencias decidieron dar un paso atrás. Moscú aceptó retirar
los misiles y Washington se comprometió a no agredir a Cuba en el futuro
(en fin de cuentas, el único logro de los soviéticos) y desmantelar, en base a
un acuerdo secreto cumplido solo en parte, sus misiles de Turquía.
9. Sobre la crisis de los misiles, cfr. Garthoff (1989); Bragioni (1991); Changy Kornbluh (1992);
Nathan (1992); Blight, Allyn y Welch (1993); y May y Zelikow (1997).
46 Raffaele Nocera
10. Sobre los años de Kennedy, cfr. Rabe (1999) y Scheman (1988).
11. Sobre la intervención estadounidense en República Dominicana, véase Gleijeses (1978).
La Guerra Fría en América Latina 47
12. Sobre los años de las dictaduras militares, cfr. Loveman (1999) y Menjívar y Rodríguez
(2005).
48 Raffaele Nocera
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14. Sobre esta larga fase de la historia de las relaciones interamericanas, permítanme remitir
a Nocera (2009:157-194).
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Estados Unidos y América Latina durante la Guerra Fría:
la dimensión cultural*
la historia de esa relación, cuestiones a las que nos referiremos más adelan
te.2La propuesta fue recogida por Spenser (2004) y otros autores, y a ello
hay que sumar los aportes llegados en las últimas décadas desde la crítica
literaria (Franco, 2003; Mudrovcic, 1997; Gilman, 2003).
Estos trabajos, así como algunas otras contribuciones parciales que irán
citándose a lo largo de estas páginas, constituyen el cuerpo fundamental
de nuestro conocimiento sobre la guerra fría cultural en América Latina.
Se trata, en líneas generales, de un campo con escasa trayectoria histo-
riográfica, a lo que debemos sumar, quizá, la insuficiente divulgación que
puedan tener otros posibles estudios que puedan estar apareciendo a escala
nacional. Por todo ello, no es fácil actualmente trazar un panorama certero
y mínimamente completo —no digamos ya exhaustivo- del tema.
No va a ser tampoco ese nuestro objetivo ahora. Nos perece más perti
nente, en primer lugar, reflexionar sobre nuestro objeto de estudio, apor
tando al debate una serie de ideas que tienen más que ver con la forma de
comprender y profundizar en la cuestión que con un balance preciso de lo
ya avanzado. Esto lo abordaremos en la segunda parte, no con ánimo de
realizar una detallada revisión historiográfica, sino de trazar un panora
ma general de los principales avances, reflexionar sobre posibles caminos
a transitar y relacionarlos con la producción existente para otros ámbitos
geográficos y que, entendemos, puede ser de interés para avanzar en el
caso latinoamericano.
2. Además, y sobre el papel que ocupa América Latina en la historiografía de la Guerra F ría
y el privilegio de esa dimensión geopolítica, véase Joseph (2004).
3. Véase, por ejemplo, C a rr (1966) para los años 60 o el trabajo de Castañeda (1993) en un
análisis posterior al fin del conflicto de bloques.
Estados Unidos y América Latina durante la Guerra Fría 53
mos hasta qué punto América Latina fue. campo del conflicto de bloques
tras 1959. No cabe duda de que la crisis de los misiles de 1962 fue el gran
momento protagonista de un país del área, Cuba, en la Guerra Fría. Pero
más allá de eso, la reflexión que proponemos se refiere a si lo que se dio
en el continente a partir de entonces fue simplemente el traslado a Amé
rica Latina de la lógica, esquemas y fórmulas de aquel conflicto; o si, por
el contrario, a lo que asistimos es, sobre todo, a una expresión radical de
conflictos o diferencias, potenciadas por la coyuntura internacional, basa
das en concepciones que ya estaban latentes o habían sido protagonistas
tiempo atrás: panamericanismo / intervencionismo / patio trasero por la
parte norteamericana versus nacionalismo y antiimperialismo de parte de
ciertos sectores políticos latinoamericanos (nacionalistas y/o de izquierdas,
renovados tras el éxito castrista).
Para Estados Unidos y en su relación con América Latina, la Guerra
Fría pudo ser en cierta medida una excusa para reformular una política
intervencionista ya -vieja. Para los sectores del nacionalismo revolucionario
latinoamericano, fue un contexto propicio para intentar alcanzar sus aspi
raciones políticas y sociales. Y en todo este panorama, la Unión Soviética a
duras penas estuvo presente. Fue más un argumento propagandístico que
permitió ciertas políticas y la justificación de acciones concretas a Estados
Unidos que una realidad. Lo que se dio fue la expresión renovada de un
conflicto ya viejo, que precede a la Guerra Fría y que de alguna forma ha
sobrevivido a ella; que adoptó diferentes formas y/o expresiones según el
período que analicemos, y que por tanto es parte consustancial de las re
laciones con Estados Unidos, si bien en esos años se imbricó en el conflicto
internacional y la política de bloques por cuanto las interpretaciones de la
realidad y los programas de acción de los distintos contendientes operaron
o se adecuaron, en cierto modo, a aquellos esquemas.
La segunda reflexión tiene que ver con lo cultural. Planteada la cues
tión de la Guerra Fría para América Latina en los términos señalados,
¿qué espacio ocupaba la cultura?, ¿hasta qué punto fue parte del conflicto
internacional?, ¿hubo una guerra fría cultural en América Latina similar a
la que se describe para Europa occidental? En primera instancia, nuestra
respuesta es positiva. Si bien el desarrollo de la investigación histórica
sobre este particular es aún limitado, como hemos señalado, sabemos de
la presencia en América Latina de ciertas prácticas propias de la guerra
fría cultural europea: el Congreso por la Libertad de la Cultura y sus pu
blicaciones, el trabajo de propaganda realizado por la U S IA , la existencia de
políticas enmarcadas en el concepto de diplomacia pública (en relación con
la intelectualidad o la educación), o la presencia de fundaciones privadas
norteamericanas.4
4. E l concepto “diplomacia pública”, así como los de “proyección cultural” y “política cultural”
54 Eduardo ReyTristán
Pero a pesar de todo, podemos encontrar otros elementos que nos llevan
a matizar el carácter de la guerra fría cultural en América Latina. Las rela
ciones culturales y las formas que estas adoptaron a partir de 1949 tuvieron
claros precedentes -si es que no fueron directamente continuadoras de otras
previas, antes de la existencia misma de la Guerra Fría- desde la Primera
Guerra Mundial y muy especialmente desde la década de 1930 con el uso
de la propaganda en la diplomacia pública o la presencia de fundaciones
privadas que intervenían en el ámbito cultural con una clara e intencionada
estrategia política.5
Este y otros aspectos que iremos desarrollando a lo largo del texto nos
llevan a reflexionar en tomo a la definición del mismo objeto de estudio,
repitiendo la pregunta que planteábamos anteriormente: ¿hubo una guerra
fría cultural en América Latina similar a la que se describe para Europa
occidental, en el sentido de un período especial, claramente delimitado y
caracterizable, en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina? A
falta de resolver plenamente la cuestión con el avance de estos estudios y la
reflexión compartida, de momento nos inclinamos a plantear estas páginas,
a priori y como hipótesis, en otros términos: las relaciones culturales -como
parte de las relaciones internacionales- entre América Latina y Estados
Unidos durante la Guerra Fría fueron un momento con características
particulares en la historia de sus relaciones dado el contexto mundial en el
que se desarrollaron (conflicto de bloques). Pero tienen claros precedentes
y dan continuidad, en muchos aspectos, a políticas previas. Es por ello que
entendemos nuestro objeto de estudio en un marco más amplio, con singu
laridades, pero que no se puede descontextualizar ni abordar fuera de ese
marco, pues ello nos llevaría a perder no solo perspectiva de análisis, sino
también elementos clave sin los cuales las interpretaciones que se hagan o
las conclusiones que se extraigan tendrían serias limitaciones.
Estos dilemas en torno al carácter de la guerra fría cultural en América
Latina nos sugieren una cuestión fundamental: ¿cómo abordarla? El estudio
de las relaciones culturales entre Estados, o entre distintas sociedades, pue
de ser enfocado desde diferentes perspectivas según sea el acento o interés
a destacar. Niño (2009: 25-29) ha reflexionado sobre el tema y plantea la
que se manejan en este capítulo son tomados de Niño (2009:42-48), trabajo de especial interés
a la hora de fijar ciertos conceptos propios de esta temática, o de comprender sus orígenes y la
adaptación que la historiografía h a hecho de ellos (teniendo en cuenta que no le son propios,
sino que fueron inventados en muchos casos por y para la acción gubernamental).
5. Niño (2009: 34) sitúa el nacimiento del uso de la cultura en la política exterior en los años
de la Prim era Guerra Mundial. Fue entonces cuando el gobierno norteamericano creó la
prim era oficina (Committee of Public Information, o Propaganda Ministry), destinada a la
difusión de propaganda para contrarrestar la realizada por los alemanes, especialmente en
México (Espinosa, 1976: 17).
Estados Unidos y América Latina durante la Guerra Fría 55
6. Se trata de las tres líneas de investigación posibles que N iño (2009:28-29) identifica al abor
dar las relaciones interculturales como parte del estudio de las relaciones internacionales.
7. Pensemos, por ejemplo, que en el caso europeo las revistas culturales se editan por país, lo
56 Eduardo R ey Tristán
9. E l papel de Disney en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina ha sido anali
zado en el trabajo clásico de Dorfm an y Mattelart (1993 [1972]).
10. E l Museum of M odem Art, con sede en N u eva York, había sido fundado por su familia en
1929. Desde fines de los 30 y sobre todo desde los 40, representaba el centro del modelo de
exportación de la expresión artística norteamericana a Europa.
58 Eduardo R ey Tristán
11. E n este sentido, contamos con el informe realizado por los propios funcionarios y publicado
en 1947 como H istory o fth e O ffice o fth e C oord in a tor o f In te r-A m erica n A ffa irs (Washington
DC, Government of Printing Office).
12. Véase también, en este volumen, el trabajo de Ernesto Capello.
Estados Unidos y América Latina durante la Guerra Fría 59
13. Acerca del Congreso, la obra de referencia es la de Coleman (1989), antiguo trabajador
de la institución, cuyo estudio refleja el punto de vista oficial y acrático en la medida en que
presenta la política del Congreso como algo necesario, positivo por lo que aportó en cuanto a
defensa de principios y libertades occidentales frente al totalitarismo soviético, y por supuesto
cargado de buenas intenciones, no pudiendo ser de otro modo según él cuando lo que defendía
eran valores que se consideran universales.
60 Eduardo R ey Tristán
14. Posteriormente a la redacción de este trabajo, fue presentada la tesis de Patrick Iber
sobre el tema, en la cual se hace uso extenso de los archivos del Congreso y de varios de sus
miembros. (Patrick Iber, The Im p e ria lis m o f L ib e rty : Intellectu als and the P o litics o f C ulture
in C oid W ar L a tin A m e rica , tesis doctoral, University of Chicago, Departamento de Historia,
2011.) [N . de E .]
Estados Unidos y América Latina durante la Guerra Fría 61
15. M a rch a publicó toda la información existente acerca del caso, además de numerosos artí
culos de opinión tanto de sus periodistas como de otros autores no uruguayos, caso de Mario
Vargas Llosa. P ara una visión completa de todos esos artículos, véase M a rc h a entre marzo
y julio de 1967.
62 Eduardo R ey Tristán
16. Véase Montero (2009:63-95) para conocer la bibliografía acerca de la agencia, tanto desde
los 60 por parte de los propios trabajadores como las obras aparecidas tras su cierre en 1999.
León (2009:135-168) analiza la política de propaganda llevada a cabo en España entre 1945 y
1960, mostrando el uso de diferentes estrategias y medios en función de los objetivos marcados.
Sin olvidar las razonables diferencias que se pueden dar con los distintos casos latinoamerica
nos, nos parece una referencia de interés de la que partir en otros estudios nacionales por su
planteamiento y por el análisis de las fórmulas propagandísticas empleadas: medios escritos
(propios o no), el sector audiovisual, o las instituciones propias o casas de América.
17. Como mostró Delgado (2009:100) para el caso español, y que citamos de nuevo como posible
ejemplo y referencia para el tema.
Estados Unidos y América Latina durante la Guerra Fría 63
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Estados Unidos y Am érica Latina durante la Guerra Fría 65
Introducción
las regiones tropicales de la tierra” (Kidd, 1898: l).1El autor justificaba esta
inquietud por una motivación estrictamente económica: hacia fines del siglo
XtX, el mundo anglófono (el Reino Unido y Estados Unidos) había visto cómo
la proporción de su comercio total aumentaba en los trópicos respecto de la
totalidad de sus vínculos con el exterior.2Los trópicos se presentaban como
la región de mayor crecimiento en términos de intercambio comercial:
1. De aquí en adelante, todas las traducciones del inglés son de Ixel Quesada.
2. E l auge del café, principal producto de exportación centroamericano de inicios del siglo XX,
representa un ejemplo paradigmático de la importancia que adquirió la región como zona pri
vilegiada de intercambio comercial con Estados Unidos. L a ciudad de San Francisco, principal
puerto de entrada a Estados Unidos de los productos comercializados por la rata del océano
Pacífico, conoció un aumento exponencial de las importaciones de café en los años de 1900, de
175.293 bolsas de café en 1900 a un millón en 1918 (U k e rs , 1922: 487-489).
Los orígen es de la presencia cultural de Estados Unidos en Centroamérica 71
Lo que Gardner notó como un cambio en cuanto al lugar cada vez ma
yor que ocupaba el inglés respecto del francés, no era anodino. El papel de
Francia en la educación era un tema de interés para los norteamericanos,
quienes visibilizaban los avances que iban haciendo en el terreno educa
tivo respecto de Francia. Por ejemplo, en 1935, Gerald A. Drew, el Chargé
d’Affaires de la embajada norteamericana en San José, Costa Rica, hacía
referencia a la invitación que había recibido por parte del director del prin
cipal liceo público costarricense (Liceo de Costa Rica), para que ofreciera
un discurso el 4 de julio. La importancia de esta celebración se evaluaba en
comparación con la presencia francesa, pues “ninguna conmemoración del
4 de Julio se ha realizado jamás en escuela alguna de Costa Rica, si bien
ceremonias de celebración del aniversario de la toma de la Bastilla el 14 de
julio se organizaban habitualmente”.5
En el aspecto cultural, el referente era Francia; sin embargo, de todos
los países europeos, era Alemania el que Estados Unidos miraba con mayor
recelo. En términos de educación, Estados Unidos buscaba ganar terreno
frente a la influencia francesa, pero Alemania era vista con mayor descon
fianza porque se trataba del país europeo con la colonia inmigrante más
arraigada y con mayor poder local en Centroamérica.
En 1913, el inglés Reginald Enock mencionaba, en su estudio de sín
tesis sobre las repúblicas de Centro y Sudamérica, que “las dos naciones
asociadas generalmente con ideas de agresión o adquisición territorial en
Latinoamérica, son los Estados Unidos y Alemania” (Enock, 1913:481). Al
referirse a Alemania, el autor continuaba sus afirmaciones:
5. Carta de Gerald A . Drew, C hargé d ’A ffa ires, al Secretario de Estado, 6 de jtdio, 1935. N a
tional Archives and Records Administration (NARA), Record Group 59, Central Decimal File
1930-1939, Costa Rica, Box 5581.
Los orígenes de la presencia cultural de Estados Unidos en Centroamérica 75
Conclusión
que el gobierno estadounidense temía en particular por el efecto desestabilizador que los
alemanes podían tener en la región, básicamente por su desconfianza en la capacidad de los
gobernantes latinoamericanos de lim itar o detener cualquier intento de vulnerar la sobera
nía de sus países. “¿Por qué se internó [en los campos de detención de alemanes en Estados
Unidos] a menos del uno por ciento de los ciudadanos alemanes de Estados Unidos, mientras
que el programa de deportación orquestado por Estados Unidos condujo a la expulsión de
quizás treinta por ciento de los alemanes en Guatemala, veinticinco por ciento en Costa Rica,
veinte por ciento en Colombia y más de la mitad en Honduras? [...] L a evidencia no indica
que los alemanes en Latinoamérica superasen a sus pares en los Estados Unidos en su apoyo
a Hitler. L a diferencia radica en otro lugar. E l gobierno de los Estados Unidos impulsó dos
políticas distintas hacia los enemigos extranjeros alemanes según donde viviesen debido a su
imagen sobre Latinoamérica como una región vulnerable y dependiente en la cual los latinos
no tenían peso y los extranjeros eran los verdaderos actores [...] y porque los alemanes viviendo
en América Latina presentaban otro desafío: estaban logrando importantes avances en los
mercados latinoamericanos” (Friedman, 2003: 4).
Los orígenes de la presencia cultural de Estados Unidos en Centroamérica 77
Fuentes
Bibliografía
Sol Glik
Carmen Miranda
1. H ave you euer danced in the Tropics/ w ith the hazy, lazy, k in d o f crazy S ou th Am erican
Way?/ Have you ever kissed in the m o on lig h t / I n the g ra n d and g loriou s S ou th A m e rica n Way?
Carmen Miranda en D ow n A rg en tin a Way. Estados Unidos, 20th Century Fox, 1940.
2. E n la senda abierta por la contribución de Francis Stonor Saunders (2001), se realizaron
brillantes trabajos en España, entre una variada y rica producción: Delgado (2009); León
Aguinaga (2010); Montero Jiménez (2011); Niño (2009).
[79]
80 Sol Glik
3. Carta de C.C. M artin a Joseph C. Rovensky, Director de la División of Finance and Industry.
RJ, 31/031941 National Archives and Records Administration (NAHA), EG 229/350, Box 135:
Carnival/Tourist Travel.
No existe pecado ai sur del Ecuador 81
La cruzada panamericanista
4. Carta de Julián Street Jr., coordinador del Commereial and Cultural Relations Between the
American Republics, para Nelson Rockefeller, director de la OCIAA. N u eva York, 07/02/1941.
NAHA, RG 229/350, Box 135: Carnival/Tourist Travel.
5. Julián Street Jr., R ep ort on Carnivals in A m e rica n R epublics as a S tim u lu s to Tou rist Travel,
enero de 1941. Parte I: “Purpose of Reports and actual Analysis”. NARA, RD 329, Box 135.
6. Carta de Nelson Rockefeller a Harlles Branch, presidente de la Junta Aeronáutica Civil.
Waslnngon DC, 18/02/1941. NARA, RD 329, Box 135.
82 Sol Gllk
12. R ep ort on C arnivals in A m erica n Republics as a S tim u lu s to Tourist Travel, por Julián Street
Jr, 1941, Parte I: “Purpose of Reports and a Factual Analysis”. NAHA, RD 329/ 350, Box 135.
13. Los contratos con W alt Disney están depositados en los NARA, RG 229/ 350, Box 216.
14. Este trecho, disponible Online en: <http://youtu.be/9JBq4VEBFq4>. Acceso: 10/12/2011.
15. L o s tres caballeros. Estados Unidos, W alt Disney Production, 1944.
No existe pecado al sur del Ecuador 85
16. Por ejemplo, Tony the Greaser (1911) o The Oreaser's Revenge (1914). Los límites de este
ensayo no permiten detenerse en las representaciones sobre mexicanos, tratadas en profun
didad por Fregoso (1993) y Noriega (1994).
86 Sol Glik
Ensalada de frutas
Carmen Miranda18
17. Platos tradicionales de la cocina de Salvador de Bahía, al nordeste de Brasil, en los que se
puede apreciar la influencia de la cultura africana.
18. Entrevista colectiva, pocos minutos antes de embarcar hacia Estados Unidos, en 1939
(Mendonga, 1999). Salvo indicación contraria, todas las traducciones son propias.
19,22I lave Lu cy , Estados Unidos, episodio del 22/10/1951. Disponible online en: <http://youtu.
be/vlndNoogYnI>. Acceso: 21/06/2010.
No existe pecado al sur del Ecuador 87
20. Scared S tiff, de George Marshall. Estados Unidos, Paramomit Fictures, 1953.
21. Datos del Intem al Revenue Service (ERS), aportados por M endonfa (1999: 61).
88 Sol Gllk
25. “The Lady In The Tutti Frutti Hat”, en T he G an g’s A l l H ere. Estados Unidos, 20th Century
Fox, 1943. Trecho disponible online en: <http://www.youtube.coBn /watch?v=fl£B4PGBHhE>.
Acceso: 21/06/2011.
26. En el ámbito de la Historia Ambiental, ver Soluri (2003).
27.1’m C h iqu ita banana and l ’ve come to say - Bananas have to ripen in a certain way - When
they are fleck'd w ith brown and have a gold en hue - Bananas taste the best and are best fo r
you - You can p u t them in a salad - You ca n p u t them in a pie-aye - A n y way you want to eat
them - I t ’s im possible to beat them - B ut, bananas like the clim ate o f the very, very tropica l
equ ator - So you should never p u t bananas in the refrigerator. Disponible online en: chttp://
youtu.be/hhif_KPP56A> Acceso: 06/12/2011.
90 Sol Gllk
28. L a sucesora de la United F r u it C om pany opera actualmente bajo el nombre C hiqu ita
B ran d , en Cincinnatti, Ohio.
29. Ver, por ejemplo, el poema de Pablo N eruda “L a United Fruit Co”, en Canto G eneral (1950)
N o existe pecado al sur del Ecuador 91
Consideraciones finales
y las novelas de Gabriel García Márquez C ien años de Soledad (1967) y E l coronel no tiene
qu ien le escriba (1961).
30. E l término aparece por primera vez en la obra del escritor O. Henry (William Sydney
Porter), Cabbages and K in gs (1904).
92 Sol Gllk
Fuentes
Cine
Días de Radio (Radio Days), dirigida por Woody Alien, con M ia Farrow, Dianne
Wiest y Mike Starr. Estados Unidos, M G M , 1987. Trecho disponible online en:
<http://youtu.be/-j-7FdyG_KE>. Acceso: 20/12/2011.
El Castillo Maldito (Scared Stiff), dirigida por George Marshall, con Jerry Lewis,
Dean Martin y Lizabeth Scott. Estados Unidos, Paramount Pictures, 1953.
Los tres caballeros (The Three Caballeros), dirigida por Norman Ferguson y Walt
Disney. Estados Unidos, W alt Disney Production, 1944.
Toda la banda está aquí (The Gang’s All Here), dirigida por Busby Berkeley, con
Carmen Miranda, Aliee Faye, y Phil Baker. Estados Unidos, 20th Century Fox,
1943. Trecho disponible online en: <www.youtube.coEn/watch?v=fl£B4PGBHhE>.
Acceso: 21/06/2011.
Saludos, Amigos. Walt Disney y RKO Pictures, 1943. Trecho disponible online en:
<http://youtu.be/9JBq4VEBFq4>. Acceso: 10/12/2011.
No existe pecado al sur del Ecuador 93
Serenata A rgentina (Dow n A rgentina Way), dirigida por Irving Cummings, con
Don Ameche, Betty Grable y Carmen Miranda. Estados Unidos, 20th Century
Fox, 1940.
The Greaser’s Revenge, dirigida por Rollin S. Sturgeon, con George Cooper, Myrtle
González y Charles Bennett. Estados Unidos, Frontier Motion Picture, 1914.
Tony the Greaser. Dirigida por William F. Haddock, con William Clifford, Edith
Storey y Henry Stanley. Estados Unidos, Georges Méliés, 1911.
Televisión
I love Lucy, Estados Unidos, episodio del 22/10/1951. Disponible online en: <http://
youtu.be/vlndNoogYnI>. Acceso: 21/06/2010.
Chiquita Banana, jingle. Disponible online en: <http://youtu.be/hhif_hPP56A>.
Acceso: 06/12/2011.
Literatura
Archivos diplomáticos
Bibliografía
Introducción
* Este texto se ha elaborado gracias a una beca postdoctoral Fulbright del Ministerio de
Educación de España. Y en el marco de los proyectos de investigación “Estados Unidos y la
E spaña del desarrollo (1959-1975): diplomacia pública, cambio social y transición política”
(Ministerio de Ciencia e Innovación, HAB2010-21694), y “Difusión y recepción de la cultura de
Estados Unidos en España, 1959-1975” (Universidad de Alcalá).
1. Sin ánimo de exhaustividad y por citar solo algunos ejemplos Markovits, Ross y Ross
(2004). P a ra el caso español, Fernandez (2009 y 2010); algunos ejemplos de Latinoamérica
en McPherson (2003).
2. Curiosamente, y pese a lo que pudiera pensarse, algunas de las primeras y más notables
denuncias contra la política exterior de Washington n o vinieron de paladines “antiimperialis
tas”, tipo Noam Chomsky, sino de algunos miembros del establishm ent (Johnson y Gwertzman,
1968).
3. D e la extensa bibliografía existente, podrían citarse Joseph y Spenser (2008); Livingstone
(2009); Grandin y Joseph (2010).
[9 7 ]
98 Francisco J. Rodríguez Jiménez
1) comunicación diaria;
2) comunicación estratégica -diseñadas para un plazo corto de tiem
po- Y
5. E n algún caso incluso algunas compañías estadounidenses hicieron lobby contra la Casa
Blanca. N o estaban dispuestas a ceder al gobierno ni un ápice de su dominio del mercado
(Fox, 2011: 152-153).
6. Todas las traducciones de los textos o documentos en inglés son del autor.
“Maquinaria imperfecta" 101
que fuera máximo responsable de dicho Comité quería dar a entender que
tan solo los regímenes totalitarios echaron mano de la propaganda, pura y
dura. Washington, supuestamente, no entró directamente en aquel “juego
sucio”. Más allá del evidente propósito de autojustificación de Creel, sí es
cierto que, en el período de entreguerras posterior, el gobierno americano
mantuvo un cierto distanciamiento en cuanto a su implicación en asuntos
culturales e informativos.
Pero este escenario duró poco. En 1936, dentro de la esfera de su política
de “buena vecindad”, Franklin Delano Roosevelt impulsó la celebración
de la Conferencia Interamericana para el Mantenimiento de la Paz en la
ciudad de Buenos Aires, celebrada en el mes de diciembre. Era la primera
vez —sin contar el intervalo de la Primera Guerra Mundial- que el gobierno
estadounidense apostaba de manera decidida por la inclusión de “asuntos
culturales” en el diseño de su política exterior (Espinosa, 1976: 80). El es
tallido de la Guerra civil española también tuvo su importancia al respecto.
Desde Washington se temía que la Alemania nazi utilizase a España como
“cabeza de puente” para la difusión de su modelo político entre los ciuda
danos latinoamericanos (Delgado, 1992; Pardo, 1995).
Por lo tanto, se consideró necesario dejar a un lado el “laissez-faire o
desentendimiento” gubernamental anterior (Bu, 2003: 145). Nacía así, en
1938, la División de Relaciones Culturales dentro del Departamento de
Estado (Ninkovich, 1981:28-34). Según un informe gubernamental de 1942,
su objetivo era “convertirse en factor determinante para la reconstrucción
de la moral democrática en el hemisferio”.7Una nueva rama de la admi
nistración, cuya misión “se concentraría fundamentalmente en [potenciar]
las relaciones culturales con las Repúblicas Americanas” (Espinosa, 1976:
90). Ya desde el comienzo, Stephen Duggan, fundador en 1919 del Instituto
para la Educación Internacional y reclutado por Roosevelt para el frente
cultural de su estrategia de “buen vecino”, advertía que era importantísimo
que los objetivos de tal oficina no fuesen percibidos desde el exterior como
meras maniobras propagandísticas (Espinosa, 1976: 90-91). Preocupación
que se enmarcaba dentro de “una tradición liberal que excluía cualquier
intervención del gobierno en materia de control de la opinión pública” (Mon
tero, 2012), y en el intento de que no se asociase a Estados Unidos con el
“juego sucio de la propaganda” que practicaban otros.8
7. “The Program of the Department of State in Cultural Relations, 1941-42”, Columbia U ni-
versity Archives. Carlton Hayes Papers, box LA.
8. Si durante la Prim era G uerra M undial eran los alemanes quienes solo decían medias
verdades o mentiras, durante la G uerra Fría se repitieron esas acusaciones, de m anera casi
idéntica, pero contra los soviéticos. ‘T h e problem o f American Culture”, 16 de enero de 1952.
National Archives and Record Administration (NARA) RG 59, BPS- Plans & Development,
1955-60, box 43.
102 Francisco J. Rodríguez Jiménez
Cuadro 1
Estudiantes latinoamericanos en campus estadounidenses
Argentina 13 20 21 24 41
Brasil 41 53 41 58 87
Chile 36 38 30 34 38
México 10 31 28 23 21
Perú 17 24 48 43 37
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Bu (2003) y Cultural & Education (1960).'°
Cuadro 2
Evolución estudiantes extranjeros en campus estadounidenses
Fuente: elaboración propia a partir de datos de Bu (2003) y Cultural & Education (1960).
11. “The Ford Foundation’s Activities in Europe, March, 1968”, FFA, R.001986/-DF. “The Ford
Foundation Strategy Tbward Western Europe, M arch 1972”, FFA, R.009033, y Gemelli y Mac
Leod (2003).
12. E l Departamento de Estado contó con varios comités y delegaciones sobre distintos aspectos
relativos al intercambio educativo con el exterior, tales como el Advisory Committee on E x-
change of Students, Commission on Occupied Areas, Committee on Financial A id of the Inter-
American School Service, Advisory Committee on Emergency, A id to Chínese Students, etc.
"Maquinaria imperfecta" 105
13. Por ejemplo, en febrero de 1955 se lanzó un plan intergubernamental para la irradiación
del modelo estadounidense en el exterior, en el cual tuvo un lugar destacado “un mayor fomento
de los A m e rica n Studies en las universidades”. L a responsabilidad de tal labor proselitista
quedó en manos del Departamento de Estado, pero la USIA colaboró estrechamente a través de
la edición y presentación de libros y la organización de conferencias y de exhibiciones de arte
y pintura en A m e rica n Studies. Destaca la aparición en aquellas fechas de las publicaciones
financiadas por la Agencia: W hat isD em ocracy? y W hat is Com m unism ?, dos obras de “encargo”
que fueron ampliamente distribuidos por el mundo a través de las diferentes Delegaciones de
Información de Estados Unidos (Culi, 2008: 127).
14. “Organization Relationship-U.S. Information Agency”, 17 de enero de 1955. NABA RG 306,
M aster Budget Piles, 1953-64, box 56.
15. “Report o f the State-USIA Joint Task Forcé”, 4 de febrero de 1955. NARA RG 59, Bureau of
Public Affairs, 1944-62, box 67.
106 Francisco J. Rodríguez Jiménez
16. “Report of the State-USIA Joint Task Forcé”, 4 de marzo de 1955. NARA EG 59, Bureau of
Public Affairs, 1944-62, box 67.
17. Am bas citas corresponden a “Report of the State-usiA Joint Task Forcé”, 4 de marzo de
1955. NARA EG 59, Bureau of Public Affairs, 1944-62, box 67.
“Maquinaria imperfecta” 107
18. “Eeport o f the State-USIA Joint Task Forcé”, 4 de marzo de 1955. NAHA RG 59, Bureau of
Public Affairs, 1944-62, box 67.
108 Francisco J. Rodríguez Jiménez
A pesar del intento por delimitar las parcelas de actuación de uno y otra,
la cosa no quedaba del todo clara, puesto que había determinadas activida
des que eran de importancia para la consecución de los planes de ambos:
con mayor carga informativa-propagandística los de la USIA, y educativa-de
interacción cultural en el caso del Departamento de Estado.
Los agentes de la Agencia reconocían la importancia y el potencial de
la promoción de los Estudios Norteamericanos para la consecución de sus
objetivos en estos términos:
19. “Report of the State-USIA Joint Task Forcé”, 12 de abril de 1955. NAHA RG 59, Bureau of
Public Affairs, 1944-62, box 67.
20. “Report of the State-USIA Joint Task Forcé”, 12 de abril de 1955. NAHA RG 59, Bureau of
Public Affairs, 1944-62, box 67.
21. “Report of the State-USIA Joint Task Forcé”, 19 de octubre de 1955. NARA RG 59, Bureau
of Public Affairs, 1944-62, box 67.
“Maquinaria imperfecta" 109
nario, se pensó que los funcionarios de la USIA debían mostrar dos caras:
“será necesario que lleven dos sombreros [sic], y que no pierdan de vista las
responsabilidades y lo que de ellos se espera dependiendo del sombrero en
cuestión”.22 Dos apariencias por tanto distintas que tendrían que ir alter
nando dependiendo del tipo de actividad a desempeñar: relaciones culturales
o actividades informativas. Se suponía que las primeras tenían un mayor
componente de reciprocidad con respecto a las audiencias extranjeras, mayor
predisposición a la interacción cultural y a que el contacto cultural fuese
en las dos direcciones. Las segundas, por el contrario, tenían mayor carga
propagandística y se emitían de forma unidireccional.
Todo dependía, además, del público a que se quisiese llegar. Las elites
necesitaban un enfoque diferente, más sutil, había que hilar más fino para
poder ganarlas para la causa americana.23Pero, ¿eran todas las elites igua
les? Según Volker Berghahn (2001 y 2003), la respuesta es negativa. Una
de sus conclusiones es que la batalla ideológica contra el comunismo fue
ganada, al menos en el bloque europeo, ya a mediados de la década del 60.
Después, la diplomacia cultural de Washington se centró en combatir los
profundos sentimientos de antiamericanismo cultural que mantenían algu
nas elites. Aquí, Berghahn distingue entre las elites “político-económicas”
y las “socio-culturales”. En términos generales, las primeras aceptaron de
mejor grado e incluso, en ocasiones, reclamaron con insistencia una mayor
presencia norteamericana (Gouvish y Tiratsoo, 1998; Baijot, 2002). Mientras
que entre las del mundo de la cultura, la animadversión contra Estados
Unidos fue más fuerte. Los planes para la potenciación y difusión de los
American Studies en las universidades apuntaron precisamente a aquellos
círculos más contrarios a Washington (Berghahn, 2001 y 2003).
Tampoco se podían obviar otras cuestiones. Por ejemplo, la posibilidad
de beneficiarse de diversas iniciativas privadas puestas en marcha por
fundaciones filantrópicas y universidades estadounidenses que servían
como complemento perfecto, a veces como avanzadilla de la acción guber
namental. Incluso en algún momento se señaló que sería más eficiente
que fuesen aquellas entidades las encargadas de potenciar y gestionar
los contactos entre las elites americanas y la de los respectivos países.24
De este modo, en determinadas circunstancias Washington no aparecería
22. “Report of the State-USXA Joint Task Forcé", 19 de octubre de 1955. NARA RG 59, Bureau
o f Public Affairs, 1944-62, box 67.
23. “Report of the State-USIA Joint Task Forcé”, 19 de octubre de 1955. NARA RG 59, Bureau of
Public Affairs, 1944-62, box 67. “A Report on the Strategic Importance of Western Europe”, 24
de septiembre de 1964. NABA, RG 59, General Records of BFS, 1950-70, box 19.1-19.
24. “Department of State-USIA-Collegue and University partícipation program”, 4 de marzo
de 1955. NARA RG 59, Bureau of Public Affairs, 1944-62, box 67.
110 Francisco J. Rodríguez Jiménez
25. “Beport of the State-USIA Joint Task Forcé”, 19 de octubre de 1955. NARA RG 59, Bureau
of Public ASairs, 1944-62, box 67 y “Department of State-USIA-Collegue and University”, 4
de marzo de 1955.
26. “Report of the State-XJSIA Joint Task Forcé”, 1 de noviembre de 1956. NARA RG 59, Bureau
of Public Affairs, 1944-62, box 67.
27. “The United States Communicates with the World” 25/08/1975. NARA r g 306, Post Publi-
cations, 1953-99, box 65 y (Am dt, 2005: 282)
"Maquinaria imperfecta” 111
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"Maquinaria imperfecta” 113
ESTUDIOS DE CASO
El imperialismo de la libertad: el Congreso por la
Libertad de la Cultura en América Latina (1953-1971)
Patrick Iber
[1 1 7 ]
118 Patrick Iber
2. L a mejor información disponible indica que Neruda encontró dificultades en conseguir “el
oro de Moscú” para su conferencia y que muchas actividades pro-paz latinoamericanas fueron
financiadas por sus participantes y no por el comunismo internacional. E n términos generales,
sin embargo, es claro que el Consejo M undial por la Paz era costeado por la Unión Soviética.
“Overt Communist Activities: Continental Cultural Congress, Santiago, Chile”, 398.44-SA/5-
1153, N a tio n a l A rchives and R ecord A d m in istra tia n - NARA; Prince (1992).
122 Patrick Iber
3. “Todos los esfuerzos de los pensadores de América y España, pro libertad de prensa”, E x-
célsior, 20 de septiembre de 1956, p. 11.
4. “Intervención del Sr. M ario Monteforte Toledo”. Caja 229, exp. 2, serie n, Archivo de la
Asociación Internacional para la Libertad de la Cultura (AXLC), Universidad de Chicago.
124 Patrick Iber
6. Carta de Gorkin a Pedro Vicente Aja, 20 enero 1959 (Caja 208, exp. 9, serie n, AILC, Chi
cago).
7. Carta de Gorkin a Carlos de Baráibar, 30 mayo 1960 (C aja 209, exp. 6, serie n, AILC, Chi
cago).
126 Patrick Iber
8. Carta de Murena a Mercier, 23 mayo 1966 (caja 7, exp. 1, serie II, AILC, Chicago).
128 Patrick Iber
Conclusiones
Fuentes
Archivos
Hemerografía
9. Véase también la defensa de Mario Benedetti (1971: 75) del escritor revolucionario, y la
descalificadora invocación del CLO, en la misma edición en Casa de las A m erica s en que ori
ginalmente apareció “Calibán”.
El imperialismo de la libertad: el Congreso por la Libertad de la Cultura 131
Bibliografía
Benedetta Calandra
[133]
134 Benedetta Calandra
1. Por una contribución que considere el mismo lapso temporal y más extensa del presente
escrito, cfr. Calandra (2011).
Del “terremoto” cubano al golpe chileno 135
2. Cfr. Ford Foundation Archives -e n adelante, FFA-, The F o r d F ou n d a tion ’s L a tin A m erica n
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3. FFA, Wolf, E xp lora tory M iss ion to L a tin A m e rica , Reports 000131,1959.
4. FFA, Alexander, N otes on A rg en tin a , febrero de 1959,27, Reports 000120.
5. FFA, Silvert, P o litic a l S tru ctu re o f A rg en tin a , 27 marzo 1959, cali number 008773, p. 3 y p.
7. Todas las traducciones de documentos son de la autora.
136 Benedetta Calandra
por Nita Rous Manitzas, asesora para el área latinoamericana, que tiene
como objeto un ciclo de reuniones sobre la situación argentina realizado
por exponentes del Departamento de Estado, del Banco Internacional para
la Reconstrucción y el Desarrollo (B IR D ) y de la United States Information
Agency (U S IA ). Esta última, activa en el territorio argentino ya desde 1942 y
fuertemente limitada por Perón, contaba en aquel entonces con seis oficinas
y once centros bilaterales que manejaban programas Fulbright, intercambios
estudiantiles, el mantenimiento de bibliotecas públicas y la distribución de
casi cuarenta cinco mil copias de su revista.6
En términos globales, el área del Río de la Plata es evaluada positivamen
te, a pesar de que se postulan hipotéticos márgenes de mejora en aras de que
el país se ajuste a los estándares del sistema capitalista estadounidense:
16. FFA, Alexander, Notes on. C hile, 1959, cali im m ber 000062, p .l.
17. FFA, Manitzas, Discussions on C hile H e ld a t Various U nited States G overnm ent Agencies,
16-20 de marzo de 1959-abril 1959, Reports 001527.
Del “terremoto” cubano al golpe chileno 139
18. S u b lim in a l Warfare. The R ole o f L a tin A m e rica n Studies, en “North American Congress
on Latin America”, 1970, Southern California Library for Social Studies and Research, Los
Angeles (CA), Box Latin American files, n.c., archivo personal de Nora Hanulton.
140 Benedetta Calandra
Ford se le dedicaba una sección específica, tanto por su acción conjunta con
la Fundación Rockefeller -con la que estableció el Centro Internacional de
Agricultura Tropical (C IA T ) en Colombia y el Centro de Mejoramiento de Maíz
y Trigo (C IM M Y T ) en México- como por sus vínculos con otros protagonistas
relativamente menores en el área latinoamericana: el Woodrow Wilson
International Center, la John Simón Guggenheim Foundation, la Wenner-
Gren Foundation for Anthropological Research y la Doherty Foundation.
Puesto en marcha en 1959, el Latin American Program de la Fundación
comprendía a partir de 1963 un proyecto específico, el Latin American Stu
dies Program, definido por el polémico personal de N A C L A como una forma
de reclutamiento de intelectuales locales con el fin de “comprar los recursos
humanos internos para movilizar la opinión pública en favor de las opera
ciones estadounidenses en América Latina”. Incluso los varios programas de
intercambio eran leídos por N A C L A en esta óptica como un intento evidente
de crear una masa crítica de intelectuales “americanizados” que pudiera
respaldar un enfoque “tecnocrático” y “bajado desde arriba”.19
En la misma publicación se presentaba un mapeo detallado de los más
prestigiosos centros de estudios latinoamericanos diseminados por todo el
territorio federal estadounidense, por ejemplo, entre los primeros centros
completamente dedicados a las investigaciones sobre América Latina se
distinguía California (Los Angeles, 1959), especialmente la llamada “Bay
Area” (Berkeley, 1956), una zona que se convertirá, en el lapso de pocos
años, en un lugar políticamente candente debido a la movilización de los
estudiantes, sobre todo durante el conflicto de Vietnam.
En 1970, año de publicación del monográfico de N A C L A , “Subliminal War-
fare”, los proyectos de la Ford en el subcontinente ya son muchos y están
diversificados por áreas de intervención y por países. En términos globales
del gasto, entre 1959 y 1983 se invirtieron doscientos cincuenta millones
de dólares en programas para el área latinoamericana, que correspondían
al diecisiete por ciento del total destinado a los programas internacionales
y al cinco por ciento del total de las actividades.20Estos fondos, además, se
integraban en un proceso general de nuevo interés en los países del sur del
mundo, puesto en marcha durante la presidencia de McGeorge Bundy (ya
National Security Advisor durante la administración Kennedy), a partir de
la segunda mitad de la década de los 60 (Gemelli, 1997,1998). También la
Fundación Rockefeller actuaba, y de forma relevante, en territorio latino
americano, pero estaba centrada en otros ámbitos de interés, privilegiando
19. S u b lim in a l Warfare. The R ole o f L a tin A m e rica n Studies, op. cit., p. 5.
20. FFA, The F o r d F oun da tion's L a tin A m e rica n a nd C aribbean P ro g ra m . Discussion P a p er
F o r the B oa rd o f Trustees M e e tin g as a C om m ittee o f the W hole, 28 de marzo de 1984, cali
number 008856, p. 12.
Del "terremoto" cubano al golpe chileno 141
21. FFA, Ford Foundation. Staff, L a tín A m e rica , 1967, report 001341, p. 3.
142 Benedetta Calandra
22. Sobre orígenes, herencia, reacciones en el debate público del proyecto, cfr. Horowitz (1967);
Lowe (1966); Solovey (2001); M adian y Oppenheim (1969). Sobre las reacciones del mundo
académico e intelectual del Cono Sur, cfr. Sigal (2002).
Del “terremoto” cubano al golpe chileno 143
insertaba en el campo de las ciencias sociales. Hasta 1973, año del golpe
chileno, se calcula que la Ford invirtió en ese país casi seis millones de dó
lares en el sector. En lo que se refiere a la Argentina, no se puede hablar de
inversiones análogas, pero sí cuantiosas: cerca de dos millones de dólares,
repartidos esencialmente a través del canal del CLACSO (Consejo Latino
americano de Ciencias Sociales) (Fundación Ford, 2003: 18 y ss.).
¿En qué medida la Ford constituía un sujeto político y hasta qué punto
podía interactuar con las dinámicas políticas de los países huéspedes?
La cuestión se planteó ya a partir de un episodio acontecido en Santiago
antes del violento derrocamiento del socialista Salvador Allende (1970-1973),
durante el gobierno del democristiano Eduardo Frei Montalva (1964-1970).
Su mandato estuvo caracterizado por un clima de relativa estabilidad ins
titucional (Stabili, 1991:109-142). Sin embargo, en la Argentina, el vuelco
autoritario de 1966 del general Juan Carlos Onganía no estaba tan lejos
y su cercanía es comprobada por la circulación de conceptos clave acerca
del tema de la seguridad nacional que pocos años después constituirían la
principal justificación teórica para el ejercicio de dinámicas represivas a
gran escala.
En febrero de 1969, un grupo de catorce científicos argentinos llegados
años atrás como exiliados a Chile tras el episodio de la “Noche de bastones
largos”23 son expulsados del país. Once de ellos eran beneficiarios directos
de la Fundación, que conocía muy bien su recorrido humano y profesional.
La motivación oficial de su expulsión era una genérica defensa de la segu
ridad nacional. Sin embargo, según un documento de circulación interna en
la sede central de Nueva York, algunas informaciones confidenciales de los
empleados de la Ford atribuían el episodio, entre otras causas, a un dato
más preciso y preocupante para el gobierno chileno: un presunto lazo de los
docentes con las actividades del Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR).24 Bien consciente de la muy delicada situación, Donald Goldreich, en
aquel entonces Program Advisor for Latin America and Caribbean, expuso
la problemática de forma muy incisiva, adelantando de hecho un dilema que
23. El 29 de julio de 1966, durante el gobierno autoritario del general Juan Carlos Onganía
(1966-70), la policía irrumpe en la Universidad de Buenos Aires apaleando alumnos y profe
sores. Seguirán huidas y renuncias de personal académico (Romero, 2001: 170).
24. FFA, Goldreich, O n the P o litic a l a nd C u ltu ra l Consequences o f the E x p u lsión o fF o u rte e n
Argen tin a Science Professors by the C h ilea n G overnm ent, F ebrua ry 1969, report number
009366, p. 3.
Del “terremoto” cubano al golpe chileno 145
El costo más alto de una actitud pasiva sería el fracaso por parte
de la Fundación en fijar, frente al gobierno y a las universidades
chilenas, sus propias prioridades, y frente a sí misma respetar el es
píritu y las instituciones y las garantías de las libertades civiles, del
desarrollo, de la educación. Si la Fundación no hace y no dice nada,
y consecuentemente deja todo como antes, simplemente debemos
esperar que se cumplan los destinos decididos por el gobierno acerca
de las universidades [...]
Si intentamos dar a conocer nuestros valores y nuestros paráme
tros de evaluación sobre el asunto, corremos el riesgo de perjudicar de
manera crucial nuestras relaciones con el gobierno; si no lo hacemos,
el riesgo es perjudicar o por lo menos tener un impacto francamente
mínimo del conjunto de valores que se acaban de mencionar.26
25. FFA, Goldreich, O n the P o litic a l and C u ltu ra l Consequences, op. cit., p. 5.
26. FFA, Goldreich, O n the P o litic a l a nd C u ltu ra l Consequences, op. cit., p. 7.
146 Benedetta Calandra
27. FFA, M em orá n d u m fro m K .H . S ilv e rt to W.D. C arm ich el, 26 de Marzo de 1974, cali nmnber
008959.
28. FFA, M em orán d u m fro m R a im a n H . S ilv e rt to WUliam. D. C arm ich el, cit., p. 5.
29. FFA, Busby, M a k in g R ig h ts rea l: a H is tory o fth e F o rd F oun d a tion ’s H u m a n R ig h ts P rog ra m
in L a tin A m e rica and the Caribbean, Diciembre 1989, Report 11705, p. 7.
Del “terremoto” cubano al golpe chileno 147
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Carlos Hernández
3. El PPD se fundó en 1938. En 1940 logró una victoria electoral que le permitió dominar el
Senado de Puerto Rico y se inició una serie de reformas sociales en el contexto de la Segunda
Guerra Mundial. En 1952, el partido auspició un proyecto de autonomía de Estados Unidos
que generó la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico (Santiago Caraballo,
2004; Benítez Rexach, 1989; Rivera, 1996).
Puerto Rico y la guerra fría cultural 153
4. L a Casa B lair es la residencia oficial para los invitados del presidente de Estados Unidos.
5. Durante ese período se publicaron libros fundamentales como: Steward (1056); Wright Mills;
Lewis (1963), Friedrich (1959); Mathews (1960); Lewis (1966); Mintz (1960); Godsell (1965);
Wells (1969); Perloff (1950); Mayone Stycos (1955) (Méndez, 2007: 52).
154 Carlos Hernández
12. “Rockefeller inicia su gran periplo por Hispanoamérica acompañado de veintidós espe
cialistas. Durante cuatro semanas el enviado de Nixon tratará de crear una base para un
nuevo planteamiento de la política norteamericana en el Nuevo Mundo”, A B C , 13 de mayo
de 1969, p. 25.
13. Véase también en este volumen el artículo de Ernesto Capello.
156 Carlos Hernández
14. Moca es un municipio de Puerto Rico, donde desde finales del mes de febrero e inicios del
mes de julio de 1975 aparecieron animales muertos producto de una mordida que extraía
sangre a las víctimas. La imaginación popular llamó al misterioso fenómeno con el nombre
del “Vampiro de Moca”. Véase Augusto R. Vale Salinas, “E n barrio de Moca: «Vampiro» ataca
hombre”, EV, 27 de marzo de 1975, p. 3; Julio Víctor Ramírez, “E l Vampiro en Ceiba: Se prepa
ran contra nuevos ataques”, EV, 27 de marzo de 1975, p. 4; Julio C. Pérez, “Vampiro ataca en
Quebradillas”, EV, 29 de marzo de 1975, p. 5; Pedro Hernández, “Muertes misteriosas temen
se desate ola de histeria”, EV, 9 de abril de 1975, p. 3.
15. Augusto Vale Salinas, “¿Víctimas de vampiro? E n misterio muertes de varios animales”,
EV, 25 de febrero de 1975, p. 4.
16. Véase a Diego E. Viegas, L os ovnis dentro de la clasificación n arrativa folklórica , Fundación
M esa Verde, disponible online en: <www.fundacionmesaverde.org>.
17. Augusto Vale Salinas, “Víctimas «vampiro» llegan a 34”, EV, 10 de marzo de 1975, p. 3.
18. Véase a Augusto Vale Salinas, EV, 11 de marzo al 28 de abril de 1975.
Puerto Rico y la guerra fría cultural 159
19. Augusto Vale Salinas, “Ven rara nave sobre Moca”, EV, 25 de marzo de 1975, p. 7.
20. ídem.
21. “Anuncian que llega un ovni”, EV, 26 de marzo de 1975, p. 4.
22. “Confirman radiaciones en Moca”, EV, 29 de marzo de 1975, p. 5.
23. Augusto Vale Salinas, “Jóvenes secretarias ven platillo volador”, EV, 5 de abril de 1975,
pp. 3 y 39.
160 Carlos Hernández
24. Augusto R. Vale Salinas, “Secretaria ve objeto volador”, EV, 21 de abril de 1975, p. 12.
25. “E n Juana Díaz, madre e hija ven ovni”, EV, 22 de abril de 1975, p. 2. Juana Díaz es un
municipio al sur de la isla.
26. Académico notable, fisiólogo de plantas en el Instituto de Agricultura Tropical de la U n i
versidad de Puerto Rico en Mayagüez.
27. Maelo Vargas, “E n Mayagüez analizan dos vampiros”, EV, 5 de abril de 1975, p. 3.
28. “Dr. Juan A. Rivero, Descarta murciélago sea vampiro”, EV, 7 de abril de 1975, p. 3.
29. Del 7 de abril de 1975 al 31 de julio de 1975 se publicaron un total de 22 reportajes más.
Por otra parte, el periódico E l N u e v o D ía solo publicó cinco reportajes.
Puerto Rico y la guerra fría cultural 161
de los mercados de fines del siglo X X ” . Además, aguye que “El chupacabras,
entonces, fue un fetiche organizado con el deseo de atribuir responsabili
dad en una coyuntura histórica en la que la globalizacíón parecía eliminar
la protección de los mercados nacionales de los países latinoamericanos,
justamente cuando Estados Unidos afirmaba haber cedido el control hemis
férico a los mercados y decretaba terminada la era del imperialismo”. Para
Derby, el “chupacabras” ayudó a explicar por qué los pobres perdían con el
libre comercio, mientras la nación supuestamente ganaba con él. La lógica
anterior lleva a la autora a sostener que “el chupacabras era una metáfora
idónea para ver cómo concebían los sectores populares el poder de Estados
Unidos” (Derby, 2005: 323).
Al parecer estas leyendas urbanas están vinculadas con circunstancias
sobre las cuales el Estado quiere distraer la atención. Si es así, ¿cómo in
terpretamos el vacío que se da entre los años 70 con el “Vampiro de Moca” y
la década del noventa con el “chupacabras”?Así, un estudio más abarcador
debería explicar qué sucedió en la década de 1980 con los fenómenos antes
aludidos.
Gerald K. Haines (1997) señala que “un noventa y cinco por ciento de
los estadounidenses han al menos oído o leído algo acerca de los ovnis, y
un cincuenta y siete por ciento de ellos cree que son reales. Los ex presi
dentes de Estados Unidos Jimmy Cárter y Ronald Reagan afirmaron haber
visto un ovni”. Desde los años 40, la idea de que la C IA mantuvo en secreto
sus investigaciones sobre los ovnis ha sido un punto de vital importancia
para los aficionados al tema. Desde nuestra perspectiva, estas sospechas
se convirtieron en ingredientes de una campaña de “histeria cultural” que
tendría como objetivo crear un ambiente de hostilidad hacia lo extranjero,
por un lado, y de fascinación y terror ante la posibilidad de una invasión
extraterrestre, por el otro.
Roberto Martínez González y Francisco Lugo Silva (2009) discuten sobre
el modo en que un mito puede ser usado para explicar la otredad a partir
de los propios términos culturales. Los autores analizan el relato español
de “Juan Oso” y llegan a la conclusión de que simboliza la redención del
salvaje. También muestran la forma en que el protagonista del relato fue
adaptado para dar cuenta de nuevas realidades durante el proceso colonial
y el origen de las poblaciones mestizas. Estos estudiosos muestran cómo
esta clase de mitos aún subsiste en las sociedades occidentales modernas
y, a tono con nuestra propuesta, señalan:
Sin dudas, a lo antes expuesto hay que añadir que a lo largo de las dé
cadas de 1970 y 1980 el cine de ciencia ficción esgrimió representaciones
especulativas fundamentadas en la ciencia de fenómenos imaginarios como
extraterrestres y planetas alienígenos. Se presentaron junto con elementos
tecnológicos como naves espaciales futuristas, robots y otras tecnologías
(Vega Meneses, s/f). Así, a la par de los proyectos extraterrestres, al co
mienzo de la década de 1970, también las películas exploraron el tema de la
paranoia. En esta línea, Brigit Cruces (2006: 3) cita a Francisco Ayala para
sostener que algunos de los cronistas de la década de 1980 consideraban al
cine -en general- como un medio que podía ejercer una influencia ideológica
e incluso política, pues si era controlado podía funcionar como elemento de
propaganda, aunque también podía funcionar como contrapoder si lograba
ser militante o alternativo.
Consideraciones de cierre
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Bibliografía
Fernando Purcell
* Este capítulo es resultado del proyecto Fondecyt Regular N . 1110050. Algunos de los temas
tratados en este artículo fueron desarrollados previamente en un capítulo de libro publicado
en Chile (Harm er y Riquelme, 2012).
[167]
168 Fernando Purcell
1. E l argumento que aquí se presenta es muy diferente al elaborado por Fritz Fischer (1998),
quien ha señalado que los voluntarios no fueron sujetos tan autónomos. L a discrepancia in
terpretativa se basa en el tipo de fuentes revisadas. Fischer se concentró casi exclusivamente
en documentación en tomo a episodios críticos en los que los voluntarios expresaban sus
desavenencias con el alcance y las posibilidades reales de avanzar en sus proyectos.
2. E sta perspectiva se ha abierto paso en los últimos años gracias a la labor de autores como
Odd A m e Westad (2005), quien en su libro The G lob a l C oid War ha resaltado la importancia
de los países del Tercer Mundo en el conflicto.
El Cuerpo de P a z y la Guerra Fría global en Chile 169
3. Los archivos nacionales de Estados Unidos conservan un valioso acervo documental sobre
las experiencias de los voluntarios a lo largo y ancho del mundo. Tanto en el Archivo Nacional
II de College Park, Maryland, como en las bibliotecas presidenciales John Kennedy, Boston
y Lyndon Johnson, Austin, se pueden encontrar cartas, memorias, entrevistas, fotografías y
folletos que dan cuenta de sus experiencias en el Cuerpo de Paz. A esto se suman las posibili
dades que brindan fuentes impresas que contienen cartas y memorias de los voluntarios.
4. E n los primeros diez años de funcionamiento llegaron 19.185 voluntarios a Sudamérica.
Colombia, Brasil, Perú y Chile (en ese orden) fueron los países que recibieron el mayor contin
gente de jóvenes provenientes de Estados Unidos. E n el caso chileno, las cifras alcanzaron las
2.155 personas. “Twelve Year Summarv: Volunteers in a Country at the end of the Calendar
Year”, en Peace Corps. Congressional Presentation. F is c a l Year 1972. Peace Corps Washington,
June 1971, p. 4. E l arribo del Cuerpo de Paz requería de acuerdos a nivel gubernamental. Las
autoridades argentinas no estuvieron interesadas por considerar que su población no compartía
la dura realidad socio-económica del resto de la región.
170 Femando Purcet!
Chile había cobrado relevancia para Estados Unidos a raíz de los re
sultados electorales de 1958, que estuvieron cerca de darle el triunfo al
socialista Salvador Allende, quien fue apoyado por una coalición de partidos
de izquierda denominada Frente de Acción Popular (F R A P ). Para Estados
Unidos se hacía necesario fortalecer, entonces, tanto los proyectos de cambio
10. E ra una práctica común que los voluntarios enviaran reportes a las oficinas del Cuerpo de
Paz ubicadas en los países en que trabajaban. E n el sistema nacional de archivos de Estados
Unidos se conservan varios de ellos. L a mayoría se relacionaba con los proyectos en los que
estaban involucrados, pero había otros que tenían un tono político-ideológico.
11. E l M e rc u rio , Santiago, 25 de septiembre de 1961.
El Cuerpo de P az y la Guerra Fría global en Chile 173
12. Carta de Dorothy Woodrof a Sargent Shriver, N u eva York, 18 de enero de 1963, Caja 2,
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14. N ew York Times, Nueva York, 30 de junio de 1967.
El Cuerpo de P a z y la Guerra Fría global en Chile 175
15. U n listado bastante completo de las acciones e instituciones con las que trabajaron los
voluntarios del Cuerpo de Paz en Chile durante la década de 1960 se puede encontrar en
Program memorándum Part II, Chile, Carpeta Chile 1966-1970, Caja 10, Records of the Peace
Corps Office of International Operations, Country Plans, 1966-1985 /RG490/NARA.
El Cuerpo de P a z y la Guerra Fría global en Chile 177
16. Estos boletines incluían noticias de los proyectos en que estaban involucrados los distintos
voluntarios y anécdotas, además de fotografías y contenidos misceláneos. N o se trataba de
documentos oficiales. Se publicaban para mantener la cohesión de grupos que habían sido
entrenados juntos en Estados Unidos, pero que al llegar a Chile eran enviados a zonas geo
gráficas muy distintas. A través de los boletines se mantenían al tanto de las experiencias de
todo el grupo.
E¡ Cuerpo de P a z y la Guerra Fría global en Chile 179
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Imaginaciones hemisféricas
La misión presidencial a América Latina de
Netson Rockefeller en 1969*
Ernesto Capello
* Esta investigación fue apoyada por becas “Grant-in-Aid” del Rockefeller Archive Center en
2008 y 2009.
[1 8 1 ]
182 Ernesto Capello
(c. 1615), que tal vez puede considerarse el primer epistolario comprensivo
dedicado a comunicar el punto de vista transcultural del mestizo americano
al rey castellano, Felipe III (Adorno, 1986; Mignolo, 1995). Esta tradición de
peticionar al rey o a sus representantes continuaría a través de la colonia, e
inclusive continuaría de manera esporádica en el siglo XIX, como ha notado
Florencia Mallon (1995), quien ha señalado que en plena época de la Re
forma las poblaciones indígenas rurales de México continuaron mandando
peticiones a la corona esperando limitar incursiones en sus derechos comu
nales a ejidos o aguas. Durante el siglo XX, los grandes líderes populistas
explotaron esta tradición al organizar campañas de correspondencia. Como
ha indicado Eduardo Elena (2001) para el caso argentino, estos programas
no solo reforzaron los lazos clientelistas del Estado peronista, sino también
representaron un espacio en el cual un obrero, un empleado, una mujer u
otro grupo subalterno podía articular su propia visión de la sociedad nueva
que se construía. Aunque estas solicitudes en general fueron desconocidas
por Perón, no debe descontarse su poder de articular una posición de apo
yo y de crítica a la vez. Tal fue el caso en Brasil, donde Joel Wolfe (1994)
ha señalado la tendencia de obreros paulistas a subrayar sus necesidades
participando en una campaña epistolar similar a la de Perón bajo el Estado
Novo de Getúlio Vargas.
Las cartas escritas a Rockefeller deberían ser consideradas como parte
de esta tradición. Tal como fue el caso con los monarcas ibéricos o los po
pulistas del siglo XX, en esta correspondencia Rockefeller es considerado,
finalmente, como un patrón cuya respuesta legitimaría la perspectiva del
remitente o tal vez podía posibilitar una actividad empresarial, proveer un
servicio particular, facilitar la emigración o corregir problemas sociales. Sin
embargo, no debemos perder de vista la importancia de su posición única
como representante del gobierno estadounidense en plena Guerra Fría.
Escribir a una personalidad extranjera famosa en un momento tan agitado
muestra a estos remitentes como actores sociales que buscan plantear sus
necesidades y deseos locales particulares dentro de un contexto internacio
nal. Como consecuencia, deberíamos considerar la actitud ante Rockefeller
como un punto de vista más general de estos corresponsales sobre la Guerra
Fría y sobre el momento de crisis social nacional y regional.
Para ampliar esta cuestión, cabe resumir una selección de las miles
de cartas que fueron enviadas a través de la región y que actualmente se
encuentran en los archivos de la familia Rockefeller (R A C ) en Nueva York.
Aunque son ejemplos particulares, muestran tanto marcos generales como
la diversidad de posiciones tomadas por los remitentes. A continuación
presentamos algunos ejemplos:2
2. Las citas se refieren a la serie, caja y carpeta en que se encuentran las misivas, como es
mostrado en detalle en las referencias al final del texto.
Imaginaciones hemisféricas 189
Fuentes
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194 Ernesto Capello
Marina Franco
zación Montoneros, que para 1973 había absorbido a otros grupos armados
peronistas de izquierda. A pesar del retorno al régimen democrático, estos
grupos prosiguieron sus acciones armadas en una tensión creciente con el
gobierno peronista. Esa continuidad de las acciones violentas fue generando
un creciente clima de repudio social (Franco, 2008 y 2009a). Así, por ejem
plo, el propio presidente Perón, cuando la guerrilla marxista del PR T -E R P
(Partido Revolucionario de los Trabajadores - Ejército Revolucionario del
Pueblo) atacó un cuartel militar en la localidad de Azul, en enero de 1974,
denunció públicamente:
de 1973, y hacia 1975 había obtenido el consenso de todos los sectores po
líticos representados en el Parlamento, las propias Fuerzas Armadas, la
prensa, la Iglesia Católica y los sindicatos nacionales. Ello fue alimentado
tanto el espiral terrorista de las acciones armadas de la guerrilla como por
la construcción simbólica .de la presencia de un enemigo interno que ame
nazaba el orden y la nación misma alimentada por los sectores políticos
dominantes.
Durante esos años, la categoría de “subversión” se instaló en el espacio
público y en el discurso político, transformándose en un organizador de las
relaciones políticas. El proceso no fue inmediato; fue el resultado de la con
fluencia de las acciones gubernamentales a través de la legislación represiva
desde 1973 y de la circulación de esas categorías en boca de actores con gran
legitimidad política, como el propio Perón y los sectores representados por
él -en particular el sindicalismo peronista.
En lo que respecta a la circulación pública de estas construcciones, entre
múltiples ejemplos puede mencionarse a la presidenta Martínez de Perón
cuando señaló que a la “antipatria” la enfrentaría con el “látigo”,5o el sin
dicato de la construcción condenando al “enemigo marxista” constituido por
“los ideólogos del odio [que cumplen] con su rol de sirvientes de filosofías
trasnochadas, antagónicas a nuestro ser nacional”.6También la principal
fuerza de la oposición -la Unión Cívica Radical- denunciaba “la escalada
de violencia desatada en el país por el extremismo subversivo que se ha
propuesto derrumbar las instituciones de la república”.7La prensa, por su
parte, se inscribió en la denuncia del “extremismo” y el marxismo señalando
especialmente su peligrosa “penetración” en ámbitos escolares y juveniles.8
Durante 1975, la noción de “subversión” comenzó a aplicarse a distintos
espacios y a definir conflictividades sociales diversas: “subversión obrera”,
subversión periodística, subversión en las escuelas y las universidades, etc.
Así, por ejemplo, la Sociedad Rural Argentina, afirmaba:
5. LO, 2/5/1975.
6. UOCRA (Unión de Obreros de la Construcción de la República Argentina) 9/5/74, LO.
7. L a R a zón [LR ], 2/8/74. E l radicalismo sostenía sus denuncias desde una posición institucio-
nalista y republicana, diferente de la base nacionalista desde la cual esgrimían sus razones
el peronismo y el sindicalismo.
8. Cfr. L a N a c ió n [L N ], 29/9/1973.
Anticomunismo, subversión y patria 201
9. LR, 19/11/75.
10. Decreto 1368, declaración del Estado de sitio, B oletín O ficia l [BO ], 7/11/74.
11. P ara el análisis de las políticas legales, cfr. Franco (2009b).
12. C la rín , 11/9/74; LN, 11/9/74. Este discurso desató la polémica entre los gremios docentes
peronistas, junto con la CGT (Confederación General del Trabajo) que acusaron a la CTERA
(Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina) de estar vinculada
a ideologías “subversivas” por cuestionar la nueva política educativa (C la rín , 12/9/74).
13. C la rín , 23/11/74.
14. Entre otros, L a s Bases, N a 73,19/12/73; 5/2/74.
202 Marina Franco
que hizo eclosión a partir de mediados de 1973. Para entonces, Perón había
anunciado la necesidad de “depurar” su fuerza con el objetivo explícito de
eliminar la “infiltración comunista” dentro del movimiento, o los “gérmenes
patógenos”, como los denominó recurriendo al discurso médico-quirúrgico.15
Este enemigo interno tenía como blanco primero los sectores juveniles que
conformaban la “Tendencia Revolucionaria” y todos sus círculos cercanos
dentro de la estructura política y gubernativa del peronismo, en cuyo ex
tremo del arco estaba la guerrilla de Montoneros. Como señalamos, este
amplio sector de la “izquierda peronista” se había conformado en los años
60 y 70 y funcionaba en fuerte enfrentamiento y conflicto con los sectores
ortodoxos del movimiento, en particular el sindicalismo. A partir de 1973,
el viejo líder comenzó a manifestar su oposición a los sectores juveniles
promotores de la vía armada y de la opción revolucionaria socialista dentro
del peronismo. La “depuración ideológica” formal se inició en octubre de
1973 con un documento intrapartidario que denunciaba la existencia de
“una escalada de agresiones al Movimiento Nacional Peronista que han
venido cumpliendo los grupos marxistas terroristas y subversivos en forma
sistemática y que importa una verdadera guerra desencadenada contra
nuestra organización y nuestros dirigentes”. Concluía llamando a la lucha
contra el marxismo a partir de la propaganda, las tareas de inteligencia, la
participación popular y la acción estatal a través de “todos [los medios] que
se consideren eficientes”. De la misma manera, señalaba que en todos los
niveles de gobierno “las autoridades deberán participar en la lucha iniciada,
haciendo actuar todos los elementos de que dispone el Estado para impedir
los planes del enemigo y para reprimirlo con todo rigor”.16
La difusión de estas directivas instaló una auténtica “caza de brujas”
contra sectores “infiltrados” denunciados como “comunistas”, cuyo trasfon-
do era la eliminación de todo disenso interno con respecto a la línea oficial
en el gobierno. La profundidad en la aplicación de esta política fue legal y
también clandestina; por un lado, llegó a la sistemática intervención federal
de varias provincias cuyos gobernadores estaban cercanos al peronismo de
izquierda y fueron denunciados como “cómplices” de la subversión marxis-
ta, así como a la “depuración” de administraciones provinciales, sindicatos
y universidades. Por el otro, produjo el asesinato de políticos, diputados
y militantes de izquierda peronista (y “marxistas” en general) por parte
de diversas organizaciones parapoliciales de derecha organizadas desde
18. Telegrama al ministro del Interior enviado por un grupo de docentes arquitectos de la
Universidad de Mendoza, 19/2/74 (C aja 26, Expte 149619, Expedientes Generales, Ministerio
del Interior, Archivo Intermedio del Archivo General de la Nación) [E n adelante, EG-MI-AGN]).
Dado el formato habitual de este tipo de comunicación, reintrodujimos en el texto artículos y
preposiciones faltantes para facilitar su comprensión y lectura.
19. Telegrama del sindicato de obreros y empleados municipales de Cipolletti, 7/11/73 (C aja
22, Exp. 1463-26, EG-MI-AGN).
20. Nos referimos al acervo “Expedientes Generales” del Ministerio del Interior, depositado en
el Archivo Intermedio del Archivo General de la Nación. Hemos trabajado con una selección
correspondiente a los años 1973-1976. Agradecemos a M ariana N a za r el habernos orientado
en la existencia de este archivo.
Anticomunismo, subversión y patria 205
Para concluir
25. Carta enviada por un ciudadano particular de una localidad de la provincia de Buenos
Aires, octubre de 1975 (Expte. 13-171913, EG-MI-AGN).
208 Marina Franco
Fuentes
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Archivos
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-E x p . 23-144962
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Burgi, Philip “Phil”, 177 Corten, André, 155, 165
Burke, Peter, 80, 94 Coutinho, Afránio, 126, 127
Busby, Robert, 48, 92,146 Creel, George, 100, 101, 112
Bush, George H.W., 48 Crivocapich, Alejandro, 189
Crnkovic, Gordana, 98
Caballero Díaz, A., 191 Croce, Benedetto, 120
Cabral, Donald R., 46 Crosby, Bean, 82
Cabrera Infante, Guillermo, 128 Cruces, Brigit, 163, 165
Calandra, Benedetta, 6, 7, 8, 9, 10, 20, Cuellar Vargas, Enrique, 191
21, 22, 29, 35, 98,112,133,134, Culi, Nicholas J., 11, 29, 99,102,105,
147, 219 112
Calveiro, Pilar, 203, 209 Curti, Merle, 133, 147
Cancel, Mario R., 151, 166
Capello, Ernesto, 8, 20, 25, 28, 58, 155, Darwin, Charles, 70, 71
181, 219 Davis, Pat, 174, 221
Carlson, Reynold E., 137 De Grazia, Victoria, 11,13, 29
Carmichel, William D., 146 De Hovre, Frans, 70, 77
Carmona, Augusto, 171 De Riz, Liliana, 198, 210
Carothers, Thomas, 48 Del Pero, Mario, 10, 29
Carr, Raymond, 15, 29, 52, 64 Del Toro, Wanda, 80, 94
Cárter, Jimmy, 162 Delgado Gómez-Escalonilla, Lorenzo,
Cartosio, Bruno, 10, 29 64, 94
Castañeda, Carlos M., 157 Denis, Francisco, 153,165
Castañeda, Jorge, 15, 29, 52, 64 Dennett, Charlotte, 25, 29, 58,182,
Castillo Armas, Carlos, 41, 42, 122, 187, 193
123, 124 Derby, Lauren, 161,162,165
Castillo Velasco, Jaime, 121 Dewey, John, 120
Castro, Fidel, 43, 44, 46, 48, 49, 118, Díaz Arrieta, Hernán, 121
124, 125,126,129, 131, 139, 153 Dietz, James, 165 ;
Cavarozzi, Marcelo, 198, 209 Disney, Walt, 11,13,18, 57, 83, 84, 85,
Cecchetto, Fátima R., 85, 94 92, 98,184,193
Certeau, Michel de, 90, 94 Donoso, José, 128,131
Cervantes, Miguel de, 190 Dorfman, Ariel, 11, 29, 57, 64, 98,112,
Ceyhan, Ayse, 208, 209 184,193
Chang, Laurence, 45, 48 Dos Passos, John, 123
Child, Jack, 12, 29, 37, 48 Drew, Gerald A., 74
Chomsky, Noam, 97 Duggan, Stephen, 101,102
Cobbs Hoffman, Elizabeth, 172,173, Dulles, Alien, 143
179 Dürrenmatt, Friedrich, 146
Cohén, Warren I., 50
Colberg, Severo E., 154
Índice de nombres 213
Eisenhower, Dwight D., 39, 40, 41, 43, García, Tánia, 87, 94
44, 49,104,183, 185 García Márquez, Gabriel, 90, 91, 93,
Eisenhower, Milton, 113,185,194 128
Elena, Eduardo, 29,188,193 Garthoff, Raymond L., 45, 48
Ellison, Ralph, 123 Geertz, Clifford, 197, 210
Enock, Reginald C., 67, 74, 75, 77 Gemelli, Giuliana, 12, 30,104, 112,
Espinosa, José M., 54, 57, 62, 64, 101, 133, 134, 140, 143, 147, 148
112 Gilí, Lesley, 40, 48
Gilman, Claudia, 52, 61, 64
Fagen, Richard, 30 Gilman, Nils, 76, 77
Falicov, Tamara L., 184, 193 Giraux, Henry, 92, 94
Fanón, Frantz, 163,165 Giunta, Andrea, 13, 30, 58, 64
Fazio Vengoa, Hugo, 177, 179 Gleijeses, Piero, 41, 46, 48
Fein, Seth, 184,193 Glik, Sol, 7,17,18, 79,184, 220
Felipe III, 188 Godsell, Charles T., 153, 165
Fernández de Miguel, Daniel, 64 Goldreich, Donald, 144, 145
Fernández Retamar, Roberto, 60,128, Gómez, César Darío, 189
130, 131 González, Valentín “El Campesino”,
Ferré, Antonio Luis, 157 120
Ferré Aguayo, Luis A., 157 González Britez, Osvaldo, 190
Figueroa, Luis, 171 González Chiaramonte, Claudio, 112
Fischer, Fritz, 168,180 Gorkin, Julián, 20, 21, 60, 118,120,
Fleet, Michael, 146,147 121,122,123,124,125,129,131
Fleisher, Belton, 153,165 Gouvisth, T.H., 112
Ford, John, 82 Gramsci, Antonio, 138
Fosdick, Raymond B., 141,147 Grandin, Greg, 10, 23, 30, 97,112
Fox, Elisabeth, 100,112 Gremion, Pierre, 143, 148
Francis Riggs, Elisha, 152 Guamán Poma de Ayala, Felipe, 187,
Franco, Francisco, 113,135 193
Franco, Jean, 10,13,15, 29, 52, 57, 58, Guevara, Ernesto “Che”, 126
61, 62, 64, 85, 94,122,131 Gwertzman, Bernard, 97,113
Franco, Marina, 6, 7, 8, 9,14, 20, 26,
27, 28, 35, 133,195,199, 201, 203, Haines, Gerald K , 155,162,165
210 220
, Hamilton, Nora, 139
Fregosi, Renée, 210 Harmer, Tanya, 167,180
Fregoso, Rosa Linda, 85, 94 Hernández, Carlos, 8, 20, 23,151, 220
Frei Montalva, Eduardo, 144 Hernández, Pedro, 158
Friedman, M ax Paul, 75, 76, 77 Hesburgh, Theodore, 175
Friedman, Milton, 141 Hirshberg, Matthew S., 10, 30
Friedrich, Cari J., 153,165 Hitler, Adolf, 76
Frondizi, Arturo, 42,197 Hixson, Walter L., 10, 30,102,112
Fullbright, William, 62 Hoover, Edgar John, 156
Furtado, Celso, 126,127 Horowitz, Irving Louis, 142, 148
Humphreys, Robert A., 36, 49
Gaddis, John Lewis, 104,112 Hunt, John, 126, 127, 128
Galtung, Johan, 142
Gambone, Michael D., 48 Ibáñez, Roberto, 117
García, Francia, 174 Ibargxiengoitia, Jorge, 127,131
214 La guerra fría cultural en América Latina
Iber, Patrick, 8, 20, 21, 60, 117, 221 Llerena, Mario, 123,124,125, 131
Iglesias, César Andreu, 153,165 López, Ernesto, 195, 197, 210
Immerman, Richard H., 41, 49 López, Haydee, 177
Ivie, Robert L., 10, 31 Loveman, Brian, 47, 49, 176
Loveman, Sharon, 177
Jaspers, Karl, 120 Lowe, George E., 142,148
Jobet, Julio César, 121 Lugo Silva, Francisco, 162,163,165
Johnson, Haynes, 97,113 Lundestad, Geir, 29, 64
Johnson, Lyndon B., 47, 50,155, 169,
183 MacLeod, Roy, 112
Joseph, Gilbert M., 10,11, 12, 23, 26, Madariaga, Salvador de, 120
27, 28, 30, 31, 36, 49, 51, 52, 56, 58, M adian,A.L., 142,148
64, 82, 97,112,113,168,169,180, Mallon, Florencia E., 188,193
191, 193,196, 208, 210 Mañach, Jorge, 124,125
Josselson, Michael, 128, 143 Marchesi, Aldo, 22, 30,142,148
M ari Brás, Juan, 156
Kaplan, Amy, 31 M ari Pesquera, Santiago, 156
Katz, Friedrich, 52, 64 Maritain, Jacques, 120
Kaufman, J.B., 184,193 Markovits, Andrei, 97,113
Kennedy, Jacqueline “Jackie”, 185 Martin, Ashley, 151
Kennedy, John F., 23, 44, 45, 46, 140, Martínez de Perón, M aría Estela, 198,
141, 153,154, 155, 163, 167,169, 200
175, 183, 185,186, 194 Martínez González, Roberto, 162,163,
Kennedy, Robert, 183,186 165
Kepner, C. David, 12, 30 Marx, Karl, 201
Kidd, Benjamín, 69, 70, 71, 72, 77 M as Canosa, Jorge, 157
Rinzer, Stephen, 41, 50 Mathews, Thomas G., 153,165
Kirstein, Lincoln E., 184 Mattelart, Armand, 11, 29, 57, 64, 98,
Klare, Michael T., 12, 30 112,184,193
Knight, Alan, 25, 30 Matthews, Herbert, 124,131
Knight, John S., 153,154 May, Em est R., 45, 49
Kombluh, Peter, 12, 30, 44, 45, 48, 49 Mayone Stycos, Joseph, 153,165
Kubitschek, Juscelino, 185 Me Carthy, Joseph, 29
Kuisel, Richard, 98,112 Me Kevitt, Andrew, 98,113
McCarthy, Kathleen, 143
Lafeber, Walter, 48, 49 McPherson, Alan L., 42, 49, 97, 113,
Latham, Michael, 167, 172, 178,180 185,194
Lear, William “Bill”, 177 Medhurst, Martin J., 10, 31
Leffier, Melvyn P., 36, 49 Memmi, Albert, 163,165
LeGrand, Catherine, 10, 30, 31, 64, Méndez, José Luis, 153,165
169,180, 191,193 Mendonga, Ana Rita, 85, 86, 87, 89, 94
Lehoucq, Fabrice, 74, 77 Menjívar, Cecilia, 47, 49
León Aguinaga, Pablo, 65, 79, 94,113 Mercier Vega, Luis, 126, 127, 128,129
Leonard, Thomas M., 36,48,49 Meyer, Donald C-, 184,194
Lewis, Gordon K., 153, 165 Meyers, Paul, 146,148
Lewis, Jerry, 87, 92 Michaels, Albert L., 175,180
Lewis, Oscar, 153,165 Mignolo, Walter, 188,194
Livingstone, Grace, 97, 113
Índice de nombres 215
Benedetta Calandra
Ernesto Capello
Marina Franco
Sol Glik
Carlos Hernández
Patrick Iber
Raffaele Nocera
Fernando Purcell