Mestria en Felicidad TACO

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Mestria en felicidad.

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Maestría
en felicidad

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Maestría
en felicidad

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Maestría en felicidad
© 2015, Luis Ernesto Espinosa
© 2015, Intermedio Editores S.A.S.

Edición, diseño y diagramación


Equipo editorial Intermedio Editores
Diseño de portada
Lisandro Moreno
Foto de portada
Archivo particular Chamalú

Intermedio Editores S.A.S.


Av Jiménez No. 6A-29, piso sexto
www.circulodelectores.com.co
www.circulodigital.com.co
Bogotá, Colombia
Primera edición, junio de 2015
Este libro no podrá ser reproducido
sin permiso escrito del editor.

ISBN: 978-958-757-505-7

Impresión y encuadernación:

ABCDEFGHIJ
Impreso en Colombia - Printed in Colombia

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Contenido

Prólogo................................................................................................13
Carta I
Redefinición de la felicidad..............................................................15
Carta II
¿Sabías que te entrenaron para ser infeliz?.....................................19
Carta III
Claves para una felicidad ininterrumpida......................................25
Carta IV
El secreto mejor guardado sobre la felicidad.................................31
Carta V
Secuencia para lograr la plenitud....................................................37
Carta VI
Cómo lograr la vibración del amor incondicional........................43
Carta VII
La salud, camino a la felicidad.........................................................49
Carta VIII
La felicidad, camino a la salud.........................................................55

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Carta IX
Itinerario hacia tu soberanía existencial.........................................63
Carta X
El ingrediente fundamental para escuchar a tu alma...................69
Carta XI
Lo que los abuelos sabios
enseñaban para alcanzar la felicidad...............................................75
Carta XII
Conviértete en un exitoso
emprendedor existencial..................................................................81
Carta XIII
Cómo descubrir tu propósito..........................................................87
Carta XIV
Las cuatro estaciones de tu vida......................................................93
Carta XV
Los milenarios principios para la sabiduría...................................99
Carta XVI
Cómo crear tu tribu multiplicadora de felicidad........................105
Carta XVII
La fuerza de vivenciar la gratitud..................................................109
Carta XVIII
Aduéñate de ti mismo.....................................................................115
Carta XIX
La conciencia de fugacidad............................................................121
Carta XX
El tren de aterrizaje para tus sueños.............................................127
Carta XXI
La trilogía necesaria para transformar tu vida............................133
Carta XXII
El hábito que crea milagros............................................................139
Carta XXIII
El poder de la fluidez existencial...................................................143
Carta XXIV
Construye la mejor versión de ti mismo......................................147

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Carta XXV
Cómo ser un guerrero imperturbable..........................................151
Carta XXVI
El autoconocimiento como tu herramienta de poder................155
Carta XXVII
Elige la cosmovisión desde la que construyes tu realidad..........159
Carta XXVIII
Liderazgo existencial: aprende a gerenciar tu vida.....................165
Carta XXIX
Creatividad vivencial......................................................................169
Carta XXX
Pasión desapegada: vacuna para no sufrir...................................173
Carta XXXI
Lograr la prosperidad integral.......................................................177
Carta XXXII
Disfruto, luego existo......................................................................181
Carta XXXIII
Inaugura la magia en tu vida..........................................................187

Carta de último momento..............................................................191

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A Laura Szmuch, la educadora que reforesta corazones.
A María Rocha Flores, por sus insaciables ganas de crecimiento
y a todos los que se declaren felices,
el mejor acto de rebeldía en este tiempo.

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Prólogo

Y o solía ser de las personas que buscaba a la felicidad corriendo,


la buscaba en todas partes y al apuro… dentro de una billetera,
detrás de una relación, delante de un objetivo o encajada en un futuro
que nunca llegó… .
Fue entonces cuando, tropezándose en ese apedreado camino,
mis pies se encontraron con Chamalú… él y una dosis de sus enseñan-
zas desviaron mi mirada del camino para dirigirla a mi interior y fue
entonces cuando vi por primera vez a la felicidad sentada dentro de
mí, esperándome impaciente.
Este libro, el cual me honra presentar, en realidad no son solo ho-
jas y letras… es una invitación a tu vida, de la que tal vez hace mucho
y sin darte cuenta, te has ausentado.
Chamalú tiene la auténtica costumbre de pasar de largo por la
mente del lector para conversar directamente con su corazón. La mez-
cla de su poesía y sabiduría hacen que este libro tenga un sabor com-
pletamente nuevo y envolvente, es como sentirse acompañado por él
en medio de conversaciones íntimas y grandes enseñanzas.

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Maestría en felicidad

Te invito a que te contagies de su rebeldía, libertad y amor por la


vida. Despójate de todo lo que has aprendido hasta hoy sobre la felici-
dad y permite que las 34 revelaciones, contenidas en las cartas de este
libro, sean tu guía al reencuentro con ella por un camino sin metas,
sin pasos y sin más esperas.
Luana Mor

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Carta I

Redefinición de la felicidad

E l único requisito para ser feliz es darse cuenta de que estamos


vivos, en breve visita a la Tierra. La felicidad no consiste en tener
muchas cosas, sino en saber disfrutar de lo que se tiene; tampoco se
trata de carecer de dificultades como la gente cree, sino de aprender y
crecer con ellas, porque, en el fondo, la felicidad no es el objetivo, es
el medio para cumplir nuestra misión. La felicidad tiene los colores
del arcoíris; se puede ser feliz de muchas maneras, al punto que ni
siquiera el llanto debería interrumpir la felicidad.
Soy Chamalú y, desde el otoño de mi vida, mientras observo pa-
sar transeúntes y días del calendario, he decidido escribirte.
Hoy me levanté tarde. Adentro, corrían los pensamientos, como
niños huyendo de la escuela. Me despertó una voz familiar, mi silen-
cio no duró mucho. «Hoy es la fecha elegida para escribir las cartas
secretas», me dije a mí mismo y descendí de los brazos de la noche.

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Maestría en felicidad

En mi pueblo aún cantan los pájaros, las flores todavía recuerdan


su perfume.
«¿Qué es la felicidad?», me pregunto con frecuencia. «Es urgen-
te redefinirla», me respondo mientras el desayuno se modela por mi
cuerpo. «La felicidad se hace en casa», comienzo a desgranar pensa-
mientos y a transcribirlos. Si permitimos que el entorno y sus circuns-
tancias nos hagan felices, también estaremos dándoles poder para ha-
cernos infelices en cualquier momento.
La felicidad es voluptuosa por autosuficiente, es una elección,
ella se siente soberana, sabe que si fluimos, si nos soltamos, estaremos
en el camino a la vida, traducido en acción plena, en pensamiento
lúcido, en acción impecable que a su vez incluye una modalidad per-
ceptiva hecha a la medida de cada uno; porque si somos únicos, la
felicidad de cada uno será tan íntima como profunda, tan personal
como irrepetible.
La felicidad es la chispa de la vida, es suficiente para desentume-
cer el alma educada de esta civilización; más que un estado de ánimo,
es un estado del ser, una frecuencia vibratoria que no es ni debería ser
influida desde afuera. Felicidad es esa energía que hace crujir cada mo-
mento, revistiendo de luz la existencia; es la contemplación total de la
vida, es ignorar a la infelicidad y sumergirse en vivir el instante y desde
él adherirse a la eternidad, reservada para quienes profundizan.
Esta carta, estas claves, sobrevivieron a muchos inviernos aquí.
Ahora quiero compartir contigo otro modo de palpar la vida en su
versión plena, después de haber constatado que la felicidad no brota
de adentro, del trabajo interior, es mentira, porque la felicidad está a
favor de la vida. ¿Sabías que la felicidad es prosperidad existencial,
que ella solo depende de ti, que es escurridiza para quien no aprendió
a fluir, que no tiene por qué ser momentánea pues es un estado de
conciencia? ¿Sabías que la felicidad es el milagro que tienes permiso
de realizar?
En el relato fundacional de los indígenas barí, que habitan a am-
bos lados de la frontera entre Colombia ]]y Venezuela, su creador les
dice: «Serán siempre felices y sonrientes». Por eso ellos creen que es
malo enfadarse. Para los mayas, de México y América Central, ser feliz

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Redefinición de la felicidad

es tener el corazón contento. Lo mismo creen otras etnias suramerica-


nas como los chunikai, para quienes salud y felicidad son sinónimos;
los piara, que conciben la felicidad como el goce de compartir con los
otros; y los oriana, quienes consideran que la felicidad es una fiesta.
Quizá el hombre urbano y civilizado precise redefinir con urgencia
el término «felicidad», porque la definición convencional ensombre-
ce el bienestar y aprisiona la libertad, ingrediente fundamental de la
felicidad.
La felicidad es una manera de ir por la vida, es una provocación
impostergable para los que se niegan a ser felices, porque la felicidad
no admite máscaras ni simulacros, ella solo se siente cómoda transi-
tando por los senderos de la transparencia y habitando el territorio
de la coherencia. La felicidad no depende de afuera, de las circunstan-
cias. La felicidad es la capacidad de vibrar con cada instante, apren-
diendo de todo lo que pasa, creciendo con todo lo que ocurre; es una
decisión personal que comienza con dejar de buscar afuera lo que se
construye por dentro.
La piel de la felicidad es suave, está preparada para todo, por
eso es la puerta al cielo, a pesar de que en esta época ser feliz es ir
en contra de la corriente. Felicidad es disfrutar de lo que se tiene, sin
renunciar a soñar bienestares mayores.
La felicidad es una opción, porque comienza con una valiente
decisión, una percepción, es decir, una modalidad interpretativa que
incluye su propio paradigma, pero también con una actitud suscepti-
ble de convertirse en un estilo de vida.
Es mentira que sea complicado ser feliz, en verdad, solo se trata de
darnos el permiso para asomarnos al valor de nuestra vida diaria, elegir
la fecha en la que nos declararemos felices y desatar toda la voluntad
para que, desde el día elegido, átomos felices pueblen nuestros cuerpos
energéticos, hablándonos de ausencias y eternidades, de mariposas con
alas transparentes y cosas que son ciertas pero no en esta realidad.
Con frecuencia me preguntan si es posible ser feliz en las cir-
cunstancias actuales. Sin duda la respuesta es afirmativa, empero es
preciso, además de redefinir la felicidad, aprender a ser feliz, invertir
tiempo y energía en ese aprendizaje y convertir a la felicidad en el

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Maestría en felicidad

ideal más urgente. Vivir sin felicidad es una catástrofe, los informati-
vos nos lo recuerdan cada día.
Está claro que la felicidad que no brota del interior es mentira, que
elegir ser feliz es la mejor decisión, que la felicidad está a la vuelta de la
esquina de tu vida, que no es higiénico continuar viviendo con las ga-
nas siempre postergadas, con los anhelos insatisfechos, con el autoen-
gaño a flor de labios, que induce a quienes viven sin felicidad a decir
que están bien, cuando resulta indisimulable el olor de su alma podrida.
Ocurre que la felicidad está dormida en los dormidos, que pre-
cisas olvidar todo lo que te dijeron sobre la felicidad, porque ella es
como el aire: no lo puedes atrapar, pero lo puedes respirar. La felici-
dad la puedes saborear, incluso compartir. Vivir debe ser un reportaje
a la felicidad, entonces ella será el mejor lugar para existir dignamen-
te. De eso vine a escribirte en estas cartas, quiero compartir contigo
los frutos del árbol de mi vida, algunas flores del jardín de mi corazón
y el perfume de mi experiencia, disponible al oído atento.
Es verdad, he olvidado muchos rostros, sin embargo, mi felicidad
está de pie y trajo al entusiasmo consigo, para precipitar tus átomos y
decirte: «El futuro ha llegado, la esperanza está presente y los sueños
hartos de pasearse a la intemperie de una vida sin bienestar cons-
tante». Quiero confesarte que he desatado toda mi libertad y en su
presencia he hilvanado collares de enseñanzas para quienes quieran,
sin más preámbulo, declararse felices.
No te mueras sin haberte declarado feliz. Permite que la semilla
del amor germine en el terreno de la felicidad, para que sus frutos de
libertad den las semillas de la paz. ¿Sabías que cada instante no vuel-
ve nunca más? La próxima cita se llama infelicidad inducida, es decir,
lo que no te dijeron de la silenciosa fabricación de la infelicidad… Esto
no va a quedar así.

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Carta II

¿Sabías que te entrenaron


para ser infeliz?

E s un día cualquiera, los momentos se suceden; alguien se des-


pierta para continuar dormido en la rutina cotidiana; ha pasado
la noche encerrado en su circunstancia, donde no pasa nada, solo el
tiempo en su versión ordinaria; lo extraordinario, al igual que el éxta-
sis, permanece reservado para quienes perforan la cáscara de lo con-
vencional y bucean hasta las profundidades de una vida que desde su
misterio nos aguarda innumerables sorpresas.
Te cuento que hoy me encuentro pensativo. Ayer, una nota en el
diario informó sobre el fallecimiento de un amigo. Compartimos aula
en la escuela, soñamos viajar por todo el mundo, incumplió el acuer-
do; nos propusimos ser felices, y tampoco acudió a esa cita suprema.
Vivió normalmente infeliz, su insatisfacción no era novedosa, me pre-

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Maestría en felicidad

gunto si conoció la felicidad, quizá solo esa versión descafeinada que


dura lo que vive una emoción, disparada por una buena noticia. Quizá
nunca se enteró de que la felicidad es otra cosa, que la infelicidad está
inducida, que nos entrenan para ser infelices, por ello la educación es
obligatoria, así nadie se da cuenta de que la infelicidad es una menti-
ra, una enfermedad del alma, una intoxicación del espíritu, el modo
zombie de vivir.
Hoy me siento molesto con la sociedad que va poblando a las
nuevas generaciones de información secundaria mientras evita cuida-
dosamente el conocimiento, por ello hay tanta escasez de pensamien-
to crítico. El perfume de la vida en este tiempo se mezcla con polvos y
alegrías sintéticas, conciertos de adicciones que falsifican felicidades.
He visto gente indefensa ante tanta manipulación, he contemplado
personas con buena intención, luchando en trincheras equivocadas,
viviendo una mentira, mintiéndose honestamente, extendiendo todo
su tiempo a lo largo y ancho de una falacia.
Hoy quiero hablarte, alertarte del riesgo de la infelicidad norma-
lizada. Fíjate cuánta gente se adaptó a ella, al punto que en la actuali-
dad la poca gente feliz llama la atención, hasta parece que sufrieran
una patología mental. Esta carta, obviamente confidencial, es para ti,
para recordarte que la estupidez es el vestuario del infeliz, que la de-
presión es el síntoma de la infelicidad y a su vez la infelicidad es el
síntoma de estar dormido, es decir de vivir muerto, desperdiciando la
oportunidad evolucionaria. Tú sabes, el tiempo no perdona, no espera,
cada instante dura un momento y luego se marcha para no regresar
nunca más.
La infelicidad es la zona del autoengaño, es la cloaca de esta ci-
vilización donde nos recomiendan acampar, es llegar tarde a la vida,
correr tras objetivos equivocados, vivir con excusas como: estoy ocu-
pado, lo haré mañana, no me lo merezco y tantas otras destinadas a
sacarnos del presente, donde ocurre la vida en su versión plena.
Es necesario recordar que la infelicidad acecha constantemen-
te a quien está desatento. Es polvoriento el camino de la infelicidad,
constante la penumbra, habitual el desorden; allí la vida está inmó-
vil, paralizada por el miedo, convencida de que eso es todo, de que la

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¿Sabías que te entrenaron para ser infeliz?

vida es un valle de lágrimas, sin luz y con vacío, sin crecimiento y con
una rutina que muerde y destruye silenciosamente. La infelicidad nos
arranca de la vida y nos envía de vacaciones al infierno, nos regala
un sepulcro y nos invita a ser nuestro propio verdugo, mientras par-
ticipamos de rituales consumistas que terminan consumiéndonos. La
desventura es invisible, la gente es entrenada para la infelicidad, por
eso tantos la ejercen, algunos incluso revelan una gran experiencia en
infelicidades y ramas afines.
Pero si quieres preservar tu infelicidad y no salir del rebaño, en-
tonces esta carta te será igualmente útil. Para quienes se adaptaron
a vivir mal, les sugiero, para garantizar el naufragio de sus vidas, no
tener tiempo; estar siempre ocupados es fundamental para mantener
una buena imagen; la gente muy ocupada en esta sociedad tiene me-
jor posicionamiento, es más respetada y se constituye en ejemplo para
muchos. También es bueno para ser infeliz evitar estar solo, cuanto
menos reflexiones, mejor; descarta la meditación, mantente preocu-
pado, juzga a los demás con facilidad y por supuesto sé pesimista,
los optimistas son ilusos soñadores con déficit de realismo. Te reco-
miendo que seas perfeccionista, que exijas a todos hasta el más mí-
nimo detalle, que no toleres ningún error, la rigidez es característica
del que dirige, añade a ello el necesario estrés que, junto a una dieta
rica en colesterol, que encontrarás en la comida rápida, y al habitual
sedentarismo, posibilitarán el respectivo infarto, esa manera elegante
de partir de esta vida, donde nada tiene sentido. Antes de ello, sin
embargo, continúa viviendo como vive la gente con estatus, trabaja
sin descanso y solo en actividades que te den mucho dinero, ya el fin
de semana y con ayuda de tantos estimulantes y opciones recreativas,
podrás desahogarte: la combinación de alcohol, drogas y algunos fár-
macos funciona muy bien para vivir una vida en su máxima inten-
sidad. Si además de ello evitas el contacto con la naturaleza, careces
de amigos de confianza y te niegas a ceder a las tentaciones del amar
incondicionalmente y todo eso que debilita, tu vida será como la vida
de la gente exitosa, envidiada por muchos.
¿Tomaste nota? Si no te sirve a ti, quizá a algún amigo sí. Resulta
increíble que para algunas personas el hecho de ser infeliz aún conti-

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núa siendo un signo de realismo, cuando en verdad la infelicidad es


vivir en deuda con la vida. Recuerda esto, cuando una persona feliz
y otra infeliz vivieron juntos la misma experiencia, para el primero
habrá sido una experiencia interesante, incluso maravillosa, para el
otro será un mal recuerdo, una pésima experiencia. ¿Te das cuenta de
que la felicidad o la infelicidad no son inherentes a la situación sino
que provienen de una actitud ante la vida? Hay quienes extrañan sus
cadenas y prefieren deambular sin rumbo por la vida.
¿Sabías que la infelicidad está asociada a una mentalidad sumisa
adaptada al sinsentido? ¿Que la visión limitada conduce a la infelici-
dad? Que la infelicidad ensucia la existencia, la banaliza al punto de
convertirla en harapos vulnerables, transportando vacío y sinsentido?
¿Que la infelicidad es el fracaso vivencial de quien en el fondo tiene
miedo de ser feliz? Los que programaron la infelicidad de la gente
deberían pagar la factura del psicólogo.
La filosofía del infeliz se podría resumir en vivir una vida de
apariencia; es como si ellos se dijeran a sí mismos:
No llores, que nunca nadie te vea llorar, aparenta estar bien,
estudia lo que no te gusta, si ello te da dinero es suficiente, luego
trabaja en lo que más ganes, no importa si detestas esa actividad,
los fines de semana podrás compensar el sacrificio. Con lo que te
pagan, podrás comprar de todo, en especial lo que no necesitas,
porque lo importante es comprar y que te vean comprando. No
planifiques ni tengas objetivos en la vida, gasta mucho tiempo
en internet, entérate de la vida de los demás, es bueno estar in-
formado de todo, eso sin descuidar el celular, del cual siempre
deberás estar pendiente; pasar bastante tiempo hablando por
teléfono y enviando mensajes está de moda, y, por supuesto, no
olvides trasnochar.
¿Te interesa algo así? Parece una exageración y, sin embargo, lo prac-
tica todo el mundo. Vivir infeliz ya parece una costumbre, una ten-
dencia creciente ejercida por la mayoría. Algunos tienen un estilo
personal muy original de ser infelices, mientras otros tienen bastante
experiencia en la infelicidad. Algunos se precipitan a vacíos existen-
ciales que forman precipicios autodestructivos, un estilo de no vida

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¿Sabías que te entrenaron para ser infeliz?

con malestar desmedido, ruidosa infelicidad que se hunde en la ciéna-


ga de la frivolidad mientras su felicidad se desploma y el amor sale co-
rriendo a refugiarse y buscar consuelo en otra circunstancia vivencial.
Ten cuidado, que la infelicidad también es contagiosa. Se han en-
contrado familias completas de infelices; no se sabe cómo se pusieron
de acuerdo para garantizar una infelicidad unánime y constante. Ten
cuidado, porque vivir infeliz es más costoso; es dilapidar la existencia y
malgastar la vida, es vivir por debajo de las capacidades que tenemos.
He querido en esta carta derramar reflexiones sobre la infelici-
dad, para alertarte de sus riesgos, después de haber perdido varios
compañeros en las ciénagas de la infelicidad, vecina del sinsentido
y pariente de la depresión, después de haber visto vidas quebrantadas y
existencias trágicas purgadas de plenitud.
Mi opción es clara: no permitiré que la infelicidad desmantele
mis instantes. Si estás de acuerdo con este supremo compromiso, te
invito a caminar conmigo. Quiero mostrarte en las próximas cartas
los secretos que nutrieron mi felicidad al punto que ahora me cuesta
tanto interrumpirla. Te espero en la próxima estación. Una adverten-
cia previa: aprender a ser feliz es un viaje sin retorno. Bienvenidos
los valientes.

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Carta III

Claves para una


felicidad ininterrumpida

S i estás leyendo esta carta, presiento que tomaste la decisión de


ser feliz luego de comprender que eres el único responsable de la
calidad de tu vida, que estás dispuesto a diseñar nuevos sueños, a per-
manecer en el asombro de una vida llena de magia, a atreverte a ser tú
mismo (pero lo mejor de ti), a cultivar el optimismo en el jardín de tu
corazón. Un secreto quiero confiarte al inicio de esta carta: la suerte
no existe.
Llevo unos días reflexionando sobre la felicidad y su sospechosa
escasez, parece que hay gente a la que no le conviene nuestro bienes-
tar. Había un muchacho vecino, lo veía entrando y saliendo de su casa
y de toda situación; era joven, muy joven, se veía lleno de energía, de
alegría, se sentía vivo, vibraba su presencia. Hace poco lo vi lavando

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su conciencia en la esquina de su vida. Ya había aprendido a com-


plicarse, a mantenerse preocupado, a darse contra el suelo desde su
recién estrenada rigidez, a dejar que la felicidad se le escurriera de las
manos. Nunca recuerdo haberle visto así, quizá la civilización llegó
tarde en su caso, me pregunto si no se habrá dado cuenta de que le
estaban enseñando a sufrir. La última vez lo encontré bebiendo una
cerveza, quizá intentaba ahogar sus penas, creo que tampoco sabía
que ellas ya habían aprendido a nadar.
Respiro profundo, me recuesto en este instante, amo estar vivo,
palpo mi cuerpo, es el altar portátil que nos prestaron para habitar lo
sagrado. La alegría de estar vivo ahora se convierte en compromiso
existencial. «Estoy vivo», grita mi alma, mi cuerpo se estremece, vivi-
ré exclusivamente para fabricar buenos recuerdos y coleccionarlos e
invitar a otros a visitar ese museo vivencial. Quiero vivir motivado y
motivando, desplegar una vida activa y creativa, positiva y solidaria,
desarrollar habilidades existenciales que me permitan surfear tsuna-
mis y resolver conflictos, sembrar alegrías y dejar huellas de magia.
Ser solidario no es un acto de bondad, es un indicio de ser… humano.
Te confieso que me gusta hacer lo prohibido, nunca me siento
tan feliz como cuando me aparto de la norma y dejo que la oveja
negra se convierta en felino. Obviamente, el sentido de ubicuidad es
necesario, así como la lucidez, porque la rebeldía exige altas dosis de
sensibilidad y conocimiento. Ser feliz requiere una nueva interpreta-
ción de la vida. ¿Te has preguntado últimamente qué percepción tie-
nes de la vida? ¿Cuándo fue la última vez que lloraste? ¿Coleccionas
pensamientos y frases motivadoras? Si quieres ser feliz, no te olvides
de jugar, viajar, bailar, cantar, llorar cuando así lo sientas. ¿Sabías que
puedes llorar sin interrumpir tu felicidad?
Por razones higiénicas no cargues los problemas de los demás.
Con frecuencia me encuentro con personas que quiero, caminando
con dificultad por la vida. Me preguntan cuál es la alfombra que uso
para disfrutar tanto la vida. «Ninguna», les respondo. Con no llevar
problemas ajenos es suficiente para descubrir su sabor maravilloso.
No precisas una alfombra roja, necesitas tener los pies fuertes y ágiles,
la mano con alguna caricia inédita y la mirada maquillada con amor.

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Claves para una felicidad ininterrumpida

Saber desarrollar pensamientos positivos es fundamental en


esta época saturada de infelicidad. Te sugiero volverte experto en au-
tomotivación, eso te dará las credenciales para motivar a otros, más
aun si te especializas en generar empatía. Ponerse en el lugar del otro
es la clave de las relaciones interpersonales, de donde surgen felicida-
des multiplicadas. Es verdad que la felicidad no viene de afuera, pero
los demás podrían ayudarnos a pintar nuestro bienestar de colores
más intensos.
Te recomiendo la amnesia selectiva: descarta de entrada todo
lo que no te ayude a crecer, olvida con facilidad las agresiones y la
incomprensión; si comprendes que no te comprenden, juegas con
ventaja. Comienza tu día con entusiasmo, ese es el terreno donde ger-
minará la pasión que te permitirá convertirte en lo que haces, posibi-
litando que te conviertas en la mejor versión de ti. Aprecia y disfruta
las pequeñas cosas de la vida, asegúrate de que, pase lo que pase, tu
índice de motivación no descienda. Estar vivo es suficiente buena no-
ticia para estar supermotivado.
Simplifica y tiñe de creatividad tu vida, usa en todo momento
tu imaginación, recuerda que los problemas son temporales; con solo
tranquilizarse y esperar, muchas cosas se solucionan automáticamen-
te, sin hacer nada. Permanece abierto a lo nuevo, si las cosas no salen
bien, solo falta aprender a hacerlas de otra manera, recuerda que el
optimismo y el humor son otro punto de vista, quizá el más realista
y recomendable.
Sé superimaginativo, sin olvidar que lo imaginado pasará a ser
tu realidad. Por ejemplo, podrías planear viajes, viajes locos a sitios
increíbles, algunos se harán realidad, pero incluso si no los realizas, el
solo hecho de haberlos imaginado y planeado genera un movimiento
de energía poderoso, altamente saludable. Recuerdo el día en que, en
una librería de Washington, compré una guía turística de Bali, la exó-
tica isla de Indonesia. Planeé cuidadosamente ese viaje y por diversas
circunstancias lo postergué durante once años. Planearlo y volverlo
a planear se constituyó en placer permanente, hasta que finalmente
un día me vi caminando por las calles de esa inolvidable isla, con el
placer incrementado por los sueños reiterados.

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Maestría en felicidad

Tengo una buena noticia para ti: si no eres perfecto, felicidades,


porque el mayor bienestar está reservado a gente que no se complica
la vida. Ese también es el camino a la sabiduría: comienza a ser sabio
quien no se complica. Simplifica tu vida, presta atención a los instan-
tes y detalles, sueña en grande y a continuación lánzate a lograrlo, no
dudes en prepararte, disfruta de ese proceso y mientras tanto no dejes
de imaginarlo. Si pudiste imaginarlo, podrás hacerlo realidad.
Nacemos con la inocencia intacta y la espontaneidad en excelen-
te estado, solo falta aprender el sagrado arte de vivir. En ese itinerario,
puedes hacer que sucedan las cosas que quieres, pero no a partir de un
pensamiento repetido hasta el cansancio ni de una visualización crea-
tiva, sino desde la fuerza movilizadora de tu propia energía, vibración
poderosa con capacidad de reorganizar los estratos de energía en los
cuales navegamos. Recuerda que los pensamientos negativos bajan
nuestra calidad vibratoria, es decir, son un mal negocio. ¿Sabías que
la gente feliz es más sana y optimista? ¿Que ser optimista lúcido es la
mejor manera de ser realista? ¿Que puedes ser innovador y creativo
a todo nivel sin pedirle permiso a nadie? No olvides visualizarte cada
noche feliz y como quieres ser. Camina por la vida flexible y siempre
lleno de alegría, recuerda que si quieres, puedes, podrás, sin embargo
no temas a la disciplina ni al esfuerzo; tener voluntad es disponer de
combustible para hacer realidad casi todo lo que desees, y lo que no
se puede de una manera, se podrá de otra.
Explora y experimenta cosas, es posible que descubras que al-
gunas de ellas incrementan tu bienestar; usa la motivación como un
resorte que te impulsa siempre hacia delante. La mayoría de la gente
sigue haciendo lo mismo que hacían nuestros antepasados remotos
cien mil años atrás, cuando se limitaban a comer, descansar, abrigarse
y protegerse, además de reproducirse. Pero la vida es mucho más que
eso. La felicidad será cotidiana si conviertes tu vida en una fiesta de
crecimiento y creación. Recuerda que la felicidad se autogenera pero
necesitamos desafíos que nos induzcan a ir hasta el límite, precisa-
mente a ese lugar donde crece el árbol de la felicidad.
Entonces no dudes en derrochar creatividad, inventa soluciones
nuevas a los mismos problemas de siempre, constrúyete la persona-
lidad que sueñas; te propongo que seas, no un cien por ciento feliz,

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Claves para una felicidad ininterrumpida

sino un mil por ciento, para lo cual deberás crear retos para ti, para
tener siempre desafíos que te exijan cada vez más, sin dejar de disfru-
tar de todo el trayecto. Te propongo, adicionalmente, acostumbrarte a
ver lo bueno en los demás, enseñanzas en todo lo que te pasa y estar
constantemente de novio con la vida. No olvides que para comenzar
a ser feliz, hace falta una fuerte motivación; la motivación existencial
es la clave para la felicidad.
Recuerda que somos perecederos, pero estamos condenados a
ser felices y con el deber de amar, para garantizar así el nivel vibrato-
rio donde ocurre la evolución conciencial. Mi alma está hambrienta
de crecimiento, la tuya también, solo precisas darte cuenta de que la
felicidad es ave migratoria, que se marcha cuando el invierno del ab-
surdo se instala en tu vida, cuando hay déficit de alegría, cuando los
crepúsculos no son contemplados desde miradas plenas, ni desde la
cima de la montaña de la felicidad.
Esta carta no es para los que quieren continuar sufriendo, está
reservada para aquellos que se atreven a besar la vida en la boca y ce-
lebrar incluso la noche, porque solo contemplarán las estrellas con el
agradecimiento de haber comprendido la enseñanza: cuando llega la
oscuridad a tu vida, vístete de luz para que la fiesta de tu crecimiento
continúe, entonces sabrás que estas vivo y tus instantes se volverán
transparentes y luminosos.
Esta noche, te propongo, acuéstate con la felicidad, acaríciala de
cuerpo entero, que ningún sollozo por instantes perdidos te impida
sentirte vivo y comprometido con ella. Mañana, al despertar, no olvi-
des usar ese collar de estrellas reservadas para felices. En la próxima
carta quiero confesarte mis secretos para ser feliz.

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Carta IV

El secreto mejor guardado


sobre la felicidad

E lla duerme hasta tarde, se levanta cansada, se emociona con una


buena noticia, grita descontrolada a mediodía, se deprime por la
tarde, saca de paseo su adicción a la hora vespertina. Él se acuesta al
amanecer, el alcohol es su mejor amigo, desconoce su misión y la feli-
cidad le parece sospechosa; el desorden de su habitación se parece a la
confusión mental que le caracteriza. Una pareja incinera los últimos
pedazos de un sentimiento compartido; él la recuerda inestable, ella
solo evoca sus ronquidos. Todo esto es lo que se llama una vida nor-
mal en la cual ya nadie se plantea la felicidad como condición natural
de existencia; cada uno se resigna a vivir saltando de una alegría sin-
tética a otra, de una dependencia a otra, mientras surfean emociones
que no controlan al interior de una vida que no conocen.

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Maestría en felicidad

El secreto mejor guardado de la felicidad es que no hay secretos


para ser feliz, no hay camino; en cambio, existen muchos pasos para
lograr la anhelada felicidad, buscada por todos en el lugar equivocado.
Comencemos admitiendo que la felicidad es posible y está al alcan-
ce de todos, de todos los que se preparen e inicien en el sagrado arte de
vivir. ¿Requisitos para ser feliz? Ninguno, solo darte cuenta de que estás
vivo y que esto es lo más maravilloso que podía ocurrirte. Solo necesitas
una oportunidad para ser feliz y es esta. Es posible ser feliz, acordamos
esto, empero es preciso saber que el color, el tono de la felicidad puede
ir cambiando, porque ella no es un lugar al que se llega sino una forma
de avanzar.
Valora todo oportunamente. Quizá debas comenzar aprendiendo
a conocerte, a amarte y relajarte, recuerda que la felicidad depende
en gran medida de lo que pensamos, de las emociones que tenemos,
de los actos que realizamos, de los hábitos que poseemos. Podríamos
decir que ser feliz es fácil, empero cada uno deberá desarrollar las
destrezas para mantener esa felicidad lograda.
La flor es la felicidad de la planta que luego posibilita el fruto del
amor y la semilla de la paz, en el amplio ambiente de la libertad. No
pidas permiso para ser feliz, la vida incluye esa suprema autorización,
si quieren, el miedo y la soberbia pueden irse, la felicidad no requiere
nada más que sentirse viva, germinando en el hueco de cada instante.
En la felicidad cabe todo, desde solidaridades intensas, hasta
amores incondicionales, desde paciencia infinita hasta montañas de
creatividad. Parece caótica la topografía de la felicidad, empero es solo
su perfil permanentemente innovador, por eso no se puede pensar en
recetas para ser feliz, porque ella es siempre íntima y personal, abra-
zadora como el calor del desierto, creciente como la luna aspirando a
llena, silenciosa como el rocío, majestuosa como el amanecer.
Cuando viajé por primera vez a la gran ciudad, contemplé con
asombro infelicidades brotando por las grietas del asfalto de esta ci-
vilización. No había perfume en sus arterias y la inocencia estaba cu-
bierta de miedo. La esperanza estaba derribada y el optimismo había
sido enviado al fondo a la derecha. No fue fácil responder las pregun-
tas que me hacía mi conciencia, en especial aquella que esa noche sa-

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El secreto mejor guardado sobre la felicidad

lió de golpe de un callejón oscuro de mi memoria y me interrogó acer-


ca de la muerte de la felicidad. Esa duda echó raíces en el jardín de mi
corazón durante mucho tiempo, hasta que llegué a la comprensión de
que la felicidad no se busca, se siembra en nosotros y luego germina,
crece y florece. Aprendí también que precisamos aceptar las pocas
cosas que no se pueden cambiar; la mayoría de ellas están esperando
nuestra creatividad, nuestra voluntad pétrea, para ser transformadas
sin resistencia ni dolor.
Aprendí también que debo entrenar mi mente para ser feliz,
porque, inicialmente, a mí, como a todos, me convencieron de que
la felicidad no es posible, que solo podemos posibilitarnos alegrías
fugaces. Ahora tengo claro que aceptar situaciones que no podemos
cambiar no es adaptarse, porque casi todo puede cambiarse, que para
ser feliz precisamos aprender el milenario arte de fluir, que nos lleva-
rá al vivir conscientemente y desde esa situación a ser creadores de
nuestra felicidad, mientras nos implicamos totalmente con la vida en
su versión plena.
Todo lo que necesitas para ser feliz es estar despierto, es decir,
darte cuenta de que no hay circunstancias negativas si la actitud es
buena. Desde ese enfoque, lo que piensen de ti será siempre secunda-
rio. Concéntrate en lo que estás haciendo, en disfrutarlo intensamen-
te, porque de esa manera todo saldrá mejor. Incluso cuando te equi-
voques, hazlo aprendiendo. Estás condenado a ser feliz, pero puedes
elegir la forma de serlo.
Si me preguntas acerca de los que no son felices, te diría que ellos
incumplieron la condena que en el fondo incluye el mapa del cumpli-
miento de la misión que traen. Ellos, renunciando a la vida, se resigna-
ron a sobrevivir miserablemente. Te propongo, haz dialogar a lo que
quieres con lo que puedes, identifica tus talentos y capacidades, pre-
párate para ser experto en lo que eres bueno, asegúrate de disfrutar de
lo que haces, instálate profundamente en el presente, esas son algunas
claves fundamentales para avanzar por el sendero de la felicidad.
A todo ello podemos añadir la importancia de tener claro que no
podemos anclar nuestra felicidad a nada ni nadie; la urgencia de co-
nocerse y confiar en uno mismo, la necesidad de disfrutar la discipli-

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Maestría en felicidad

na y hacerse amigo de la perseverancia, además de no temer cometer


errores porque hasta ellos pueden ser pasos adelante.
La felicidad es relativa como la vida, no busquemos nada más
grande ni duradero que la vida misma; hay quienes se pierden el placer
de disfrutar de las cosas pequeñas y simples de la vida por esperar gran-
des acontecimientos. A lo largo de mi vida he aprendido a valorar todo
lo que se me presenta; lo que no me sirve hoy, me servirá algún día, solo
tengo que seguir fluyendo. Desde la ventana de la edad que tengo ahora,
he presenciado tristezas vanas y preocupaciones innecesarias. No todo
está en nuestras manos y es bueno que así sea, de esta manera no nos
privamos de las sorpresas, que le dan un sabor especial a la vida. Hay
enseñanzas que vienen tan silenciosas, que hasta pasan desapercibidas,
mientras otras vienen a galope, temprano o a la hora del crepúsculo,
cuando ya todo parece concluido, por ello me gusta dejar algún instante
encendido y mi corazón disponible para el nuevo aprendizaje.
Aprendí también que la felicidad está íntimamente relacionada
con el amor a la vida. «Haz lo que otros no se atreven a hacer», me dijo
un día mi conciencia, entonces mi felicidad se multiplicó de inmediato.
Si no te diste por vencido, mereces vivir como sueñas, empero precisas
recordar en todo momento que la felicidad viene de la mano del trabajo
interior, que para ser feliz hay que aprender a vivir, que la felicidad es
una delicada planta que se cultiva día a día, que el Universo eres tú, que
la vida eres tú, que la felicidad siempre estará fuera de tu alcance si no
aprendes a valorar lo que tienes y a disfrutarlo.
Quizá un buen comienzo sea imaginar cómo quieres vivir; en mi
caso, siempre visualicé mi infelicidad destrozada y los miedos pulveri-
zados, dejé solo uno, para que me diera miedo vivir en vano. Imaginé
un camino luminoso y la libertad trepando por todas las prohibiciones;
imaginé viñedos produciendo amor y constelaciones de sueños acom-
pañando mi soledad. Me vi a mí mismo ebrio de felicidad, con una abul-
tada cuenta bancaria de conocimiento y antiguos cofres de sabiduría
convertida en vivencias plenas; me vi acostumbrado al amor, en su ver-
sión incondicional, y viajando a muchos corazones, surcando océanos
de luz, transportando las semillas de la sabiduría ancestral.
«Soñar no cuesta nada», diría algún veterano aburrido, solo que
soñé con tanta fuerza, que mis sueños ascendieron transparentes has-

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El secreto mejor guardado sobre la felicidad

ta el nivel de la realidad, ahí solo me tocó ponerles cimientos a los


castillos que permanecían en el aire. Un día, revisando la historia de
Francia de los años sesenta, me encontré con el grafiti: «Seamos re-
alistas, pidamos lo imposible», y eso hice. Desde entonces he vivido
365 sueños por año, cada día es por primera vez porque cualquier día
podría ser el último. Esos son los secretos de mi felicidad duradera.
¿Comprendes? Hay una sonrisa en mi nostalgia por todos los amane-
ceres vividos. Estos secretos pueden aprenderse y aclimatarse a cada
proceso vivencial. En la próxima carta quiero contarte cómo aprendí
a ser feliz. Presiento que nos encontraremos en ella…

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Carta V

Secuencia para lograr la plenitud

M is amigos tienen tapa en el rostro y piel de páginas, son muchos


y constituyen una constelación de asesores que aderezan mi
soledad, convertidos en una cantera de ideas.
El gato pasó la noche en la biblioteca, me mira desde lo alto, con
antiguas enciclopedias se armó una suite libresca; observa y, al hacerlo,
nada parece perturbar su atenta mirada, es su forma de vivir el presen-
te, instalado totalmente en el momento, convertido en lo que hace; es
un buen maestro del aquí y el ahora. Recuerdo la primera vez que, en
mi temprana adolescencia, pude comprar un libro, lo guardé como un
tesoro. Desde entonces han pasado tantos años, tantos libros, me pre-
gunto cómo viviría si volviera a nacer, me acerco a la ventana de la calle,
el ritual de todos los días en forma de transeúntes que caminan sin pre-
guntarse. Suena el teléfono, escucho a mi madre, ella sufre por si acaso,
pronto serán robots los conductores y… también los pasajeros. Ayer me

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Maestría en felicidad

llamó el padre de la hija que sin aprender a vivir se lanzó a la vida y así
le fue. La mentira está de moda, el autoengaño es su peor versión.
Vuelvo a lo mío, en este momento escribiré la carta numero cin-
co. Me propuse la pregunta: «¿Cómo logré alcanzar la felicidad?» He
dado conferencias por todo el mundo y la pregunta referida al cómo,
a la manera, se repite con frecuencia. Las preguntas predilectas son
ágiles y aluden más al fondo del tema, porque las maneras pueden ser
tantas como personas. El cómo se fabrica, se inventa constantemente
y tiene el sello de la personalidad de cada uno y el matiz de la coyun-
tura existencial del protagonista. Lo primero que aprendí es a agra-
decer por todo lo que me pasa, después a descubrir que de cualquier
situación es posible extraer una enseñanza, eso me permitió valorar la
vida desde sus detalles más pequeños. Por momentos llegué a sentir
agradecimiento por poder pisar la tierra con mis pies, agradecer el co-
lor de la luna y el calor del sol paseándose por la geografía de mi piel,
agradecer por el territorio del crepúsculo que cada atardecer bañaba
de colores el horizonte y las manos callosas del agricultor que siembra
lo que apacigua mi hambre, de esa manera descubrí que lo más im-
portante de la vida no incluye el tañido de campanas, porque la vida
preserva un bajo perfil, transcurre casi desapercibida para quien no
está atento, pero es abundante para quien la descubre.
Aprendí que solo debo fijarme en los demás para aprender de
ellos o ayudarles, que vivir se parece más al fluir del agua por el río,
por un cause sembrado de piedras que la inteligencia del agua no
percibe como obstáculos; aprendí que puedo confiar en mí y en mis
sueños, que estos pueden ser mi próxima realidad a condición de so-
ñarlos con fuerza, de soñarlos dormido y despierto, de considerarlos
ya reales aunque permanezcan de momento en otro plano. Aprendí
que se trata de ser feliz a cada momento, con independencia de las
circunstancias presentes, porque la felicidad, si proviene de afuera,
no es verdadera.
Descubrí la importancia de implicarme totalmente en la vida y
de esa manera multiplicar mi felicidad; me di cuenta de que la gente
está mal preparada para vivir bien, que solo recibió entrenamiento
para la infelicidad de la que te hablé en una carta anterior, que la
vida se pone de colores cuando aprendemos a disfrutar en principio

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Secuencia para lograr la plenitud

de lo que tenemos, en vez de quejarnos de lo que carecemos. Ahora


sé que la felicidad no consiste en tener muchas cosas sino en saber
disfrutarlas con agradecimiento e inocencia. En verdad la felicidad es
un premio para quien se ha despertado. ¿Despertarse, dije?... ¿Qué es
despertarse?... Despertar es fundar la esperanza y encontrarle gusto a
todo, presentir que la vida es ir por el tiempo repartiendo magia. Des-
pertarse es sentir la piel de la existencia y constatar que el milagro es
posible, imprescindible, que somos compañeros del misterio y que la
felicidad es la manera de descubrir la vida. Despertar es darse cuenta
de que todo es uno y todo está vivo y por ello desatar reverencias e
inaugurar ceremonias, porque la vida de quien se ha despertado es un
ritual sagrado que se hilvana cada instante con hilos de otras realida-
des. Quien ha despertado, cuando llega el final no muere, amanece a
otro día, prescindiendo del vehículo corporal que usó en este plano.
Incrementa constantemente tu bienestar, empero debo adver-
tirte de algo que caracteriza a este tiempo, a este modelo de civili-
zación. Ha surgido en los últimos tiempos una cultura del bienestar
light de corte narcisista que privilegia exclusivamente la apariencia,
llegando al extremo de rendirle culto a la eterna juventud, recurrien-
do para ese banal objetivo a las cirugías y a otros procedimientos de
moda. Para ellos, mantenerse en forma es más importante que ser
feliz, maquillarse el rostro es más importante que lograr la paz inte-
rior, tener o aparentar tener resulta más importante que ser o hacer
un trabajo interior. Confunden dinero con felicidad, reemplazando el
bienestar auténtico por placeres sintéticos, casi siempre provenientes
de actividades recreativas o consumo de estimulantes. Ellos enfatizan
en la dieta, pero no por razones de salud sino solo de apariencia,
han hecho del individualismo su estilo de vida; consumen obsesiva-
mente marcas, buscan la calidad en todo producto y servicio menos
en la calidad de su vida, constituyendo segmentos de hedonismo
frívolo en descontrol, lujo y derroche, llegando al extremo de con-
vertir el placer en un fin en sí mismo, mientras simultáneamente
renuncian al pensamiento crítico y a la lúcida rebeldía, a la lectura y
a la solidaridad. Se trata de una cultura de la pseudofelicidad frívola,
desconectada de la problemática social y ecológica, que ha reducido

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Maestría en felicidad

su felicidad al nivel de placeres artificialmente inducidos, en un con-


texto de consumismo creciente.
Nada tenemos en común con esa propuesta y estilo de no vivir. No-
sotros apuntamos a una felicidad que parte del autoconocimiento, que
incorpora trabajo interior, una felicidad convertida en estilo de vida
que incluye crecimiento constante y transformación. Para nosotros, la
felicidad es condición natural de existencia; la felicidad pertenece al
ámbito de la magia, por ello es tan momentánea como la vida misma.
Cuando se trata de lograr la felicidad, no importa que sea difí-
cil o parezca imposible, si estás seguro de que el camino elegido es
ese, que nada ni nadie te detenga. Si te vistes de sueños, mejor aun;
empero, nunca dejes de prepararte para lo que elegiste; es necesario
que seas muy bueno en lo tuyo, porque en este tiempo hay abun-
dante competencia, sin embargo, el éxito está reservado para quienes
identificaron su misión, y luego de encontrar al interior de ella su
profesión, aprendieron a disfrutar de todo lo que hacen y a crecer con
todo lo que les pasa.
Aprender a ser feliz es más importante y más prioritario que es-
tudiar una carrera. Recuerda, somos consecuencia de lo que elegimos,
y vivir es elegir; recuerda también que eres único, que nadie más que
tú sabe la verdadera historia tuya, por ello no esperes ser totalmen-
te comprendido, eso es tan imposible como innecesario, sin embargo,
tenlo claro: que puede impedirte ser feliz. Si además de tener tus obje-
tivos claros y las maneras en constante mantenimiento vía autocrítica,
ayudas a los demás, si alegras la vida de los otros, tu felicidad se habrá
incrementado. Si eres feliz, usa al máximo tu inteligencia, entonces, tu
propia lucidez y sensibilidad te harán comprender, una vez lograda la
felicidad, que es tu deber contribuir a la felicidad de los demás.
Lo hermoso de la vida es que la felicidad es un mundo exclusivo,
diferente, soberano, es aceptar el flujo de la vida pero desde tus obje-
tivos, es comprender que la felicidad no llega por casualidad. Quizá
seamos insignificantes para el Universo, pero somos la expresión úni-
ca de la vida y eso nos hace maravillosos.
La vida es para buscar la felicidad y la felicidad para buscar la vida.
En esta época, recuérdalo siempre, hay que estar preparados para todo,

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Secuencia para lograr la plenitud

en especial para ser felices sin olvidar que la gente feliz, si bien busca
constantemente la armonía, busca también sensaciones nuevas, porque
vivir con felicidad se parece más a una aventura que a instalarse en una
zona confortable donde lo único que pasa es el tiempo.
Estás vivo, pero no es suficiente: que desborde tu vida en toda
dirección, que se amplíen tus límites, que se incendien los últimos
temores y que tu soledad se pueble de colores, porque la felicidad nos
gradúa de dioses explorando las posibilidades de la vida, mientras el
fuego se consume y la eternidad transcurre, instante a instante.
Lograda la felicidad, su consecuencia inevitable es el amor, y quie-
ro hablarte de él, de aspectos del amor que nunca fueron compartidos,
y quiero entregártelos a ti. Presiento que quedarán en buenas manos.

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Carta VI

Cómo lograr la vibración


del amor incondicional

«D eja que el amor se haga cargo de tu vida», dije al comenzar la


conferencia ese día. Entonces, poniéndose de pie, ella pregun-
tó: «Chamalú, qué es el amor?» El amor es la energía más poderosa,
la vibración más hermosa, es besar a la vida en la boca, intermina-
blemente, es recordar solo buenos momentos, es cambiarle el nom-
bre a todo y ver colores en todas partes. Es llenar la vida de sueños,
pintarlos de colores, habitar castillos en el aire, luego de ponerles los
cimientos del realismo. Amar es ver lluvias de flores, coleccionar pé-
talos e ir por el mundo repartiendo la sonrisa de las flores, es olvidar
las ofensas, clausurar a la víctima y al verdugo y reemplazarlos por el
lúcido que navega aguas diversas. Amar es desatar todos los miedos y
que se extravíen, es añadir locura a la cordura, es tomar por la cintura

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Maestría en felicidad

a la sorpresa y que te presente a la inseguridad, para hacer las pases y


nunca más en el futuro buscar la utópica seguridad.
El amor me permite pasear a mi crecimiento por las calles del
presente. Soy el que te dio el abrazo, el hombre que caminó hasta ti
para decirte: «Es hora de vivir»; el que desgarrara tu soberbia y cruza-
rá el umbral de los buenas modales. Es que no puedes morirte sin ha-
ber aprendido el sagrado arte de amar. Quien no ama, no sabe lo que
se pierde. Entonces concluimos que el amor es la puerta al paraíso, es
el perfume de las huellas de quien va despierto por la vida. ¿Sabías
que la vida te ama?... Pero para hablar su lenguaje profundo, precisas
ser tan feliz que el amor germine en ti y florezca en forma de miradas,
de sonrisas y palabras. La plaga del sinsentido se fumiga con amor. Te
aclaro que el amor es transparente, por ello mucha gente se confunde
y elige los señuelos. Cuánta gente cree que duerme con el amor y en
verdad se acuesta con el autoengaño, que suele estar en buen estado
físico para ser más persuasivo.
Lo primero que aprendí es que el amor exige una condición antes
de presentarse: que seamos felices. Lo primero que viene a mi memoria
cuando escribo sobre el amor, es que este es inefable, lo sientes y tu
energía te delata inmediatamente. Hoy amanecí sereno. Al levantarme,
guardé un poco de silencio para usarlo cuando me desplace por la ciu-
dad. Anoche había un sonido persistente. Al detenerme descubrí la
causa de ese detalle sonoro: era una preocupación reciente vinculada a
lo financiero. De este tema quiero hablarte en otra carta.
Quiero contarte también que a veces el ajetreo de pensamientos
me recuerda al tráfico de las grandes ciudades y sus interminables diálo-
gos de neumáticos con asfalto, estrés con velocidad, semáforos cansados
con policías exhalando agotamiento existencial. Recuerdo gente traba-
jando en la alcantarilla, reventados por el frío o golpeados por el calor,
sudorosos o tiritando. ¿Esa es la vida? ¿Quién decidió que la vida era
eso? Me rebelo por un momento, no podemos permitir que nos roben
la mejor etapa de la vida, que es hoy día, me digo a mi mismo. Una pre-
gunta me rodea con insistencia… «Chamalú, aun no comprendo qué es
el amor». Su color es como el de la eternidad, que se presenta a la hora
vespertina y desde las alturas nos recuerda que la vida es mucho más de
lo que nos contaron. El amor es lo que da sentido a la vida.

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Cómo lograr la vibración del amor incondicional

Quizá suene extraño, pero me encanta la idea de estar vivo, de


saborear la felicidad y permitir que el amor se haga cargo de mi vida.
al amar lo que hago, encuentro sentido
a mi vida, porque me identifico con eso
que hago, me siento bien, contento,
Haz lo que amas, repito y repito con frecuencia, y compleméntalo
realizado

amando lo que te toca hacer, entonces el amor será tu nuevo ropaje


y te vestirá de presencia plena. «¿Qué debo hacer para amar?», me
preguntan con frecuencia, «Instalarse en la dimensión de la felicidad
donde germina el amor», respondo. ¿Sabías que el amor nace después
de haber descartado al miedo, que por antihigiénico no tiene pisada
dentro la vida de quien se respeta a sí mismo? Para ello es necesario
también conocerse, trabajarse y aprender a renunciar y en especial a
amar, porque no se puede amar sin haber aprendido a amar. Vivir es
crecer y crecer es amar, amar es perdonar y rápidamente olvidar, para
no contaminar el presente con nada de lo que ya fue.
El amor verdadero tiene apellido: amor incondicional, por eso
cuando sale a la calle no espera nada. No se cansa de dar porque no da
según merecimientos de los demás, da porque dar, es decir amar, es
su manera de vivir. El amor es un apasionado por la vida, pero al mis-
mo tiempo es experto en desapegos, para preservar su libertad que le
permite volar. La felicidad se enamora del amor que se enamora de la
libertad, que se enamora de la paz y todos, todos viven enamorados
de la vida.
Solo podemos amar cuando estamos hipnotizados por la felicidad,
en ese estado también podemos dejarnos amar sin prejuicio. Amar es
admirar, es sorprenderse, es entregarse, es vivir al máximo, sacarle chis-
pas al instante. No te mueras sin haber amado intensamente, sin haber
auscultado todos los rincones del territorio del amor, sin haber desgra-
nado todo tu potencial afectivo, sin haber desplegado a lo ancho de todo
tu horizonte vivencial lo mejor de tu potencial interior.
Amar es dejarse llevar por el viento de las circunstancias, sabiendo
cuál es nuestro Norte; es jugar con los problemas, tenderse sobre ellos,
invitarles a bailar, guardar por un momento la cordura, debidamente
doblada para evitar arrugas innecesarias, y soltar tu enloquecida ale-
gría, para después arrullar a la serenidad y volver a escuchar el gemido
del silencio mientras recuerdas los momentos vividos aún ardiendo y la
felicidad arreglándose el pelo, para recibir al próximo instante.

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Maestría en felicidad

El amor está más allá de toda regla, porque permanece regulado


por la conciencia que da las últimas instrucciones en cada situación.
Desde el amor, tenemos permiso para todo, por ejemplo, critica, pero
critica con amor. El amor actúa como organizador existencial porque
en el fondo, es el que da sentido a la vida y con ello incrementa la posi-
bilidad de comprender la misión que traes, garantizando la evolución.
Todo esto, obviamente no son solo palabras, precisan convertirse
en estilo de vida. En esta perspectiva, te pido que profundices en tu
capacidad de amarte, sin olvidar que si amas, te amarán más. Te su-
giero amar la vida y sus sorpresas, hacer especialmente lo que amas,
entonces, no será necesario tomar vacaciones. Adicionalmente, cuando
te amas, sanas heridas emocionales, algunas incluso desconocidas para
ti; cuando te amas, ya no hay motivos para sufrir, pase lo que pase.
Sé amoroso y compasivo, pon pasión en todo lo que hagas, sin
dejar muy lejos la vigilancia del desapego, un buen guardaespaldas
que preserva la libertad, que a su vez garantiza la autenticidad. Vivir
es aprender a crecer, en este sentido, cambia lo que no te gusta de ti,
pero cambia desde el amor. Para vivir bien, no necesitas una religión,
necesitas saber amar y para ello haber aprendido a ser feliz y quizá
antes de ello saber estar solo. En ese contexto de autoconocimiento,
aprenderás a conocerte a tal punto que terminarás volviéndote ex-
perto en manejar tus emociones, simultáneamente, aprenderás a des-
mantelar tu armadura de miedo, represión y rigidez.
Todos venimos de una larga historia tribal, en nuestros genes
está la memoria ancestral de cuando vivíamos en comunidad, cuan-
do nos protegíamos juntos, cuando lográbamos sobrevivir gracias al
trabajo colectivo. Actualmente, igual que en la remota prehistoria,
necesitamos reunirnos, sentirnos parte de algo más grande, necesita-
mos contar lo que nos pasa, dar y recibir afecto. Durante los últimos
tiempos la familia cumplió ese rol reemplazando el de la desaparecida
tribu, sin embargo, vivimos tiempos de gran crisis conyugal, presen-
ciamos la desintegración de cada vez más familias, quedando huérfa-
nos de afecto.
De la tradición polinesia aprendimos que el déficit de afecto
equivale a la desnutrición y terminamos enfermándonos. Ante este

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Cómo lograr la vibración del amor incondicional

panorama, te propongo constituir tu red de afecto y confianza, esa


tribu invisible pero real constituida por seres que amas y en los que
confías. No importa la cantidad que sea, pero el saberse extrañado,
amado, el saber que cuentas con un hombro donde apoyarte y ad-
ministrar la humedad de la nostalgia, garantiza la preservación de la
felicidad, de la cual depende nuestra capacidad de amar.
Sin demora, constituye tu red de afecto y confianza y que tus
pupilas contemplen tu soledad acompañada, quizá no en lo geográfi-
co sino en lo vibratorio. Es bueno que la confianza duerma tranquila,
que la nostalgia solloce en paz, que tengamos el contexto adecuado
para esparcir nuestra felicidad y que en el jardín de tu corazón culti-
ves ininterrumpidamente las flores del amor, de pétalos transparentes
y fragancia luminosa.
Amar es, sin duda, la mejor manera de vivir, es guardar la luna
llena en el estanque del jardín de tu corazón e ir por la vida dejando
huellas de luz. ¿Sabías que la luz es la sombra del amor? Nos reen-
contramos si quieres en la próxima carta, donde quiero poner sobre
el papel lo que aprendí de los sabios ausentes, para no enfermarse y
administrar con éxito una salud duradera.

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Carta VII

La salud, camino a la felicidad

S in salud, nada tiene sentido. Respiro profundo, me siento vivo,


agradezco el regalo de un nuevo día; escucho una melodía que
me agrada. «Sin letra estaría mejor», pienso. La gente se aglomera, to-
dos van en la misma dirección; escucho motores, bocinas, murmullos
inentendibles, un camión se detiene sin apagar el motor, una mujer
lleva tres niños a la escuela, va de prisa, ignora que el futuro de ellos
está en otra parte. Es extraño, casi nadie se cuestiona las cosas, casi
nadie se pregunta, sospecho nuevamente: la ignorancia es alimenta-
da desde afuera. Increíble, nos regalan un breve intervalo entre dos
eternidades y nos lo contaminan, abreviando aún más ese paso fugaz
llamado vida.
Hoy quiero referirme a la salud, requisito para estar en este pla-
no, usando el vehículo corporal que nos dieron. Me sorprende lo poco
valorada que está la salud. La vida quedará derrotada si no aprende el
humano a conservar su salud; su energía permanecerá machacada, la

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Maestría en felicidad

muerte es el escarmiento para quien no aprendió a administrar bien


y oportunamente su salud.
La salud es la esperanza celular navegando en un contexto de
armonía; es la bodega visible del espíritu, envuelta con la sensibilidad
que nos autoriza el placer, en conexión con la mente, libre de cadenas;
la salud es el síntoma de haber aprendido a vivir, hilvanando lo invi-
sible con lo sensorial; es la trasparencia corporal, traducida en brillo
llamado felicidad; es la sinfonía que nuestros átomos deciden recrear
para sincronizarse con el orden cósmico; es la ecuación perfecta que
posibilita un funcionamiento armónico entre lo espiritual, lo mental,
lo emocional, lo físico, lo social y la dimensión ecológica donde habita
la Madre Tierra.
La felicidad no es posible ni tiene sentido el éxito si no hemos
tenido la capacidad, la habilidad para mantenernos sanos, de manera
que el primer aprendizaje que requerimos todos, y con urgencia, es
conocer el antiguo arte de conservar la salud. Ignorar este elemental
conocimiento podría ser motivo para transitar un camino equivoca-
do, incluso durante toda la vida. Aún recuerdo las muchas veces que
recurrieron a mí personas de diferente nacionalidad y edad, general-
mente en excelente posición financiera, que nos ofrecían incluso todo
lo que tenían, a cambio de devolverles la salud. Lamentablemente, la
mayoría de ellos tomaron conciencia demasiado tarde, porque todo
tiene un tiempo, un punto de no retorno, de manera que cuando ya
es demasiado tarde, la propia vitalidad del individuo determina la
imposibilidad del retorno a la salud. Este quizá sea el primer secreto
que todos deben saber, que sin salud, nada tiene sentido.
Un segundo secreto radica en que, en muchos casos en los que
la propia medicina oficial diagnostica las enfermedades como incura-
bles, son curables bajo otros métodos. Resulta que, viendo el mismo
problema desde otro punto de vista, nos permitimos contar con he-
rramientas diferentes y con ello las posibilidades de retorno a la salud
regresan inmediatamente. Podemos afirmar entonces que, luego de
estar viviendo durante miles de años sobre la Tierra, el ser humano
ha desarrollado diversos conocimientos para enfrentar sus problemas
diarios; el retorno de la salud se ha practicado en distintas épocas y
civilizaciones, de formas diversas y a menudo muy creativas.

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La salud, camino a la felicidad

En los últimos tiempos, como consecuencia de la occidentaliza-


ción del mundo entero, se tiende a pensar solo de una manera. En este
sentido se nos quiere hacer creer en respuestas únicas, y cuando ellas
fracasan, convencernos de la resignación, de la enfermedad y hasta
de la muerte, que son actualmente, rentables mercancías que generan
ingentes ganancias. Cada problema y, en este caso, cada enfermedad,
puede ser comprendida y superada la mayoría de las veces de muchas
y variadas formas o con combinaciones de técnicas y conocimientos
de diversa procedencia.
Otro secreto que es urgente difundir es el carácter psicosomático
del ser humano. Esto recientemente lo admite la ciencia, sin embar-
go, nuestros abuelos lo saben y practican desde hace mucho tiempo.
Psicosomático significa que algunas enfermedades, incluso varias de
ellas muy peligrosas, pueden ser creadas o agravadas por la mente
humana. Y no se trata solamente de creer o no en la situación; somos
una entidad muy compleja, no somos solo lo que se ve. Disponemos
además de un campo de energía que nos envuelve, que nos atraviesa
y que en realidad es lo que somos: un campo electromagnético que
dispone a su vez de distintos tipos de vibraciones que en realidad
constituyen una indivisible unidad, de manera que podemos pensar
que muchas enfermedades en realidad se gestan y empiezan en nues-
tro campo energético, en el cual pasan incluso una gestación más o
menos prolongada, para recién en una segunda fase, quizá cuando el
problema ya está grave, comenzar a somatizarse, es decir a instalarse
en el cuerpo. Existe la tendencia a pensar que cuando aparece en el
cuerpo, empieza la enfermedad, lo cual es un error. La aparición en
el cuerpo de un desequilibrio puede revelar, en muchos casos, su in-
greso a niveles avanzados del problema, y esta situación contribuir a
que la enfermedad tenga fama de incurable.
Muchos problemas llamados incurables son totalmente supera-
bles, con la condición de que actuemos a tiempo y con un abordaje
integral. Está claro que algunas enfermedades pueden comenzar en
la mente, la cual, de momento, podemos asociar como ese conjunto
de cuerpos energéticos que nos rodea y penetra. Es bueno saber que
la materia, como se presenta a nuestros ojos, no existe, porque lo que
hay es energía en forma de ondas o partículas. Quizá por ello nuestros

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Maestría en felicidad

abuelos indígenas comenzaban muchas sesiones de sanación con una


ceremonia de desagravio a la Madre Tierra, esto consistía en hacer las
paces con el entorno, al cual habíamos agredido con nuestra impru-
dencia, porque enfermarse es romper el equilibrio de la naturaleza.
Que las enfermedades pueden tener un carácter psicosomático signi-
fica también que nuestras creencias, nuestros miedos pueden influir,
y mucho, en el desarrollo de un problema de salud. Hemos conocido
personas que se fabricaron una enfermedad o que la agravaron pro-
fundamente en poco tiempo. Es suficiente temer enfermarse para que
nuestra salud se resienta; es probable que muchas enfermedades se
compliquen si estamos pesimistas; es seguro que nuestras defensas
estarán más débiles al deprimirnos o entristecernos. Todo esto anti-
guamente se tomaba como absurdas creencias populares, pero ahora
la propia ciencia las acepta y advierte sobre la importancia de la acti-
tud mental adecuada.
Sin embargo, no todas son malas noticias, así como nuestra acti-
tud mental puede enfermarnos, también puede contribuir a nuestra
recuperación. Recuperar la alegría y las ganas de vivir, enseñan los
abuelos, es la mitad de la curación. Obviamente, en el ínterin se ten-
drá que haber comprendido el mensaje de la enfermedad y realizado
en nuestra vida los cambios que requiera la situación. De manera que
estamos en condiciones de afirmar que con una actitud mental ade-
cuada, es posible mantener más tiempo la salud y recuperarla en caso
de enfermedad. Esto significa que la alegría, las ganas de vivir, el opti-
mismo, la capacidad de disfrutar y el que nuestra vida tenga sentido,
son componentes fundamentales de la conservación y recuperación
de la salud y la felicidad.
Otro secreto que no debemos olvidar es que gran parte de las
enfermedades revelan un estilo de vida inadecuado, asociado a su vez
a actitudes equivocadas, a prioridades mal planteadas, a necesidades
innecesarias y en definitiva a no conocer el sagrado arte de mantener-
se sano. Esta situación nos compromete con la necesidad de plantear-
nos los cambios necesarios, es decir, no es posible recuperar la salud
sin realizar en nuestra vida los cambios que la situación imponga. El
camino de la recuperación de la salud a menudo exige que renuncie-
mos a determinadas creencias, porque si ellas nos enferman, modifi-

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La salud, camino a la felicidad

carlas es un asunto de prioritaria importancia. De igual manera, si se


trata de hábitos antisaludables, de pensamientos inadecuados y de
una actitud errónea ante la vida. No es posible recuperar la salud sin
efectuar en nuestra vida las transformaciones necesarias. Es impor-
tante no olvidar que la supresión de síntomas, el que deje de doler y
molestar el cuerpo, no equivale a tener salud.
En resumen, en esta carta dedicada a la salud podría decirte que
salud y felicidad son sinónimos. Come sano, orgánico, disfrutando,
sin excesos ni carencias; trata a tu cuerpo como lo único que tienes
para vivir. Recuerda que los dolores y otros malestares son los gritos
del cuerpo que no fue oído en su lenguaje inicial. Quiero decirte tam-
bién que la salud podría mejorar con el paso del tiempo, sin embargo,
para ello, tu estilo de vida deberá mantenerte activo física y men-
talmente, buscando equilibrios entre acción y relax, entre adentro y
afuera. ¿Sabías que la gente infeliz tiene más infartos? ¿Que la felici-
dad estabiliza la presión y baja el colesterol? ¿Que solo debes comer
cuando realmente tienes hambre, sin descuidar nunca la conexión
entre tu cuerpo y tu mente?
Antes de despedirme quiero decirte: come sano, pero sin obse-
sionarte; ten disciplina, pero sin rigidez; emerge en tu vida como una
persona lúcida, inteligente, responsable a todo nivel, en especial con
tu salud; cuida tu cuerpo, sin dejar de disfrutarlo; el río de la salud
requiere del cause de la lúcida sensibilidad para desplazarse mágica-
mente por esta vida. Tu cuerpo sabe lo que necesita, entonces no dejes
de hablar con él.
Descarta las modas, las dietas, las creencias sin fundamento. Di-
seña para ti un estilo de vida donde tu salud sea una prioridad. Deja
a tu cuerpo salvaje, que siga teniendo sed de agua, ganas de danzar,
nostalgia por la naturaleza y una interminable alegría surcando tu
cuerpo. Salud es la gota pura del orden cósmico invitándonos a defen-
der la fiesta de la vida, a la cual fuimos invitados en cuerpo y alma.
En la próxima carta, quiero compartir más claves contigo. La sa-
lud es tan importante y, sin embargo, aún camina tambaleándose con
sobredosis de ignorancia.

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Carta VIII

La felicidad, camino a la salud

H ablarte de la salud es para mí un tema de especial significación.


De pequeño, fui desahuciado por la medicina oficial, que pronos-
ticó mi muerte inevitable. Fue mi bisabuela, una indígena quechua,
analfabeta y portadora de los conocimientos ancestrales, quien me
devolvió la salud y la vida.
El primero de mis cuatro hermanos en morirse tenía que ser
yo. Sin embargo, me negué a ese veredicto y comencé a estudiar mi
cuerpo y todo lo que se relaciona con la salud, hasta convertirme en
experto y poder manejarla a voluntad, eso que otros consideran invo-
luntario o consecuencia de un caprichoso destino.
Ya se habían levantado preparativos para mi funeral, parecía
que solo faltaba un escalón para dar el paso definitivo, ese momento
en que todo se torna blanco, borroso o luminoso, circunstancia su-

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Maestría en felicidad

prema donde comienza un viaje programado del que nadie provee


noticias anticipadas.
Durante mi adolescencia, atravesé otra crisis existencial. Vi a mi
espíritu confundirse y a mi mente desequilibrarse. Entonces com-
prendí que algo que no sabía controlar estaba sucediéndome. Tenía
quince años y podía observar que era incapaz de modificar el curso
de los acontecimientos. Pasé por la consulta psiquiátrica, consumí un
fármaco que borraba todos los detalles y me conducía a una somno-
lencia química. Solo recuerdo que no recuerdo. Me movía en cámara
lenta y sentía una tormenta interna estrellándose contra mi ignoran-
cia juvenil.
Pasé por esa etapa como el tren que atraviesa un túnel. Al con-
cluir ese proceso, tenía sed de aprendizaje y enjambres de preguntas
revoloteando en mi cabeza. Un poco de miedo, en el fondo, se escurría
por las grietas formadas por las dudas. «¿Será que me estoy desper-
tando, o esto es la antesala de la locura?», me pregunté con insisten-
cia. El silencio correcto vino sin prisa para iluminar mis instantes.
No recuerdo cuándo se levantó el telón de la confusión. Una certeza
comenzó a germinar en el jardín de mi corazón: el contacto con la
Madre Tierra es fundamental, desintoxica y da energía, justo lo que
necesitaba al inicio de un camino que duraría, solamente, toda la vida.
Mantenerse en contacto con la naturaleza no significa renunciar
al trabajo que tenemos, ni abandonar la ciudad donde vivimos; se trata
más bien de tener la actitud mental abierta que nos permita introducir
en nuestra vida un conjunto de cambios que se traduzcan luego en ca-
lidad de vida. Se trata, no de regresar al pasado ni de volverse indígena,
sino de tomar una decisión a favor de nuestra salud y, en el fondo, de
nuestra vida misma, de la calidad de nuestra vida, que nos muestra rá-
pidamente, al acercamos a la naturaleza, que sí se puede vivir mejor,
que no es normal la enfermedad ni la infelicidad, que es posible vivir
disfrutando y manteniendo indefinidamente la salud, que lo necesario
tan solo consiste en realizar algunos cambios y, desde el lugar donde
vivimos, reorganizar nuestra vida de tal manera que su calidad se con-
vierta en una prioridad.
Un secreto fundamental en todo este proceso es revisar nuestras
prioridades, es decir, mirar cuánto tiempo asignamos a cada cosa que

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La felicidad, camino a la salud

hacemos, ver cuáles realmente son las que nos consumen más tiempo
y valorar su importancia real. Muchas veces creemos erróneamente
que lo que realizamos es importante, cuando en verdad aquello no es
más que un mito, incapaz de sostenerse ante el más mínimo análisis.
Revisemos todo aquello que realizamos cada día con el elemen-
tal objetivo de darnos tiempo, porque si no tenemos tiempo, nada
será posible. Quizá el primer paso de todo proceso de transformación
sea recuperar nuestro tiempo, que equivale a recuperar nuestra vida.
Personalmente, admiro a la gente que es capaz de afirmar: «Tengo
tiempo”. En cambio, me generan tristeza las personas que dicen con
frecuencia: «No tengo tiempo». Si no tenemos tiempo para vivir y
realizar los cambios necesarios para mejorar la calidad de nuestra
vida, ya estamos muertos, aunque no estemos en el cementerio. La
recuperación de nuestro tiempo nos permitirá la maravillosa posibi-
lidad de empezar a realizar lo que más amamos, de poder estar con
más frecuencia con la gente con la que mejor nos sentimos, de poder
viajar a tantos lugares hermosos que tiene el planeta y con todo ello
a redescubrir que la vida es un regalo maravilloso para disfrutar. Y
todo esto es ya parte fundamental de la terapia, de esa nueva terapia
que no requiere de consultorio ni de medicamentos, porque trabaja
modificando nuestro estilo de pensar, sentir y vivir. Con ello cambian
nuestras relaciones, nuestras prioridades, nuestra calidad e intensidad
existencial. Se trata, en definitiva, de refundar nuestra existencia, te-
niendo como eje cotidiano, donde sea que nos encontremos, la calidad
de nuestra vida, constituida por salud y felicidad.
Podemos estar varios días sin comer, algunos días sin beber, pero
sin respirar apenas duramos unos instantes. Esto marca la importan-
cia de la respiración, la cual no debería ser algo exclusivamente au-
tomático. Respirar conscientemente, aunque sea algunos minutos al
día, llenar los pulmones totalmente después de haber vaciado su con-
tenido completamente, primero a la parte inferior de los pulmones
y luego, sin exhalar, subir ese mismo aire a la parte superior, un par
de veces, subir y bajar y volver a subir y recién en la segunda bajada
exhalar, actúa como un masaje interior que nos permite tomar mejor la
energía que precisamos. La respiración abdominal o diafragmática es
además relajante, imprescindible en tiempos de estrés como los actua-

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Maestría en felicidad

les. Para quienes viven en las ciudades es necesario, por lo menos una o
dos veces a la semana, salir a los bosques, a los parques, a las montañas
o adonde haya naturaleza para oxigenarse, tomar baños de aire combi-
nados con ejercicios adecuados a la edad que se tenga y, si el clima y las
circunstancias lo permiten, con muy poca ropa, de manera que nuestra
piel pueda entrar en contacto directo y energizador con el océano at-
mosférico en el cual estamos sumergidos como peces con ropa.
Otro elemento fundamental para conservar la salud es el agua,
el agua interna y externamente concebida. Los baños con agua fría
son estimulantes de la circulación, deberán ser breves y mejor comen-
zando por los pies. Si se quiere mejorar la circulación sanguínea, es
recomendable hacer baños alternos, es decir combinando frío/calien-
te, que pueden ser parciales, solo en los pies. Por ejemplo, sumergir
durante tres minutos los pies en agua caliente y medio minuto en
agua fría. Así durante unos veinte minutos todos los días, hasta que la
circulación sanguínea de los pies, cuya salud se expresa en el calor de
los mismos. Es posible y recomendable hacer esto con todo el cuerpo,
aunque sea de vez en cuando, para lo cual resulta excelente visitar
sitios con aguas termales donde también haya agua fría, para sumer-
girse quince o veinte minutos en la caliente y nadar cinco minutos
en la fría, y repetir el ciclo varias veces. Estas son indicaciones con
carácter preventivo, es decir pensando en personas sanas; quienes
tengan problemas de salud o tengan una edad muy avanzada, pueden
practicar estas enseñanzas tomando en cuenta su estado, es decir, con
indicación personalizada, con asesoramiento especializado, el cual es
más difícil de obtener mediante un libro.
Mientras escribo estas líneas voy bebiendo en ayunas un agua mi-
neral natural de un pueblo de Hungría. Beber agua al levantarse, a una
temperatura que nos resulte agradable, o una infusión o té de hierbas me-
dicinales, resulta altamente recomendable. El resto del día bebe agua en
cantidades no menores a dos litros, mejor separado de las comidas y que
sea agua mineral natural o agua filtrada. Está claro que quienes quieran
conservar su salud, deberán descartar cualquier otro tipo de bebida, más
aun las que tienen colorantes, saborizantes y azúcar, además de abundan-
te publicidad. A mayor publicidad, peor resultan para la salud.

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La felicidad, camino a la salud

La alimentación de cada día resulta fundamental si nuestro ob-


jetivo es permanecer sanos. No es posible comer cualquier cosa que
venden como alimento y esperar estar sanos. La mayoría de los res-
taurantes son los lugares donde comienza la persona a perder su sa-
lud, básicamente porque los alimentos están preparados en función
del lucro y no de la generación de salud. Nada mejor que comer en
casa, donde los alimentos son preparados con amor, elegidos por su ca-
lidad al comprarlos y compartirlos con alguien, si no vivimos solos, con
quien tenemos conexiones afectivas que multiplican nuestra felicidad,
porque todo esto es importante para una salud gestionada cada día a
partir de nuestros actos. Uno de nuestros objetivos es que cada uno de
nuestros alumnos, de nuestros lectores, sea un especialista en salud, al
menos en su salud, para que luego, si así lo desea, pueda compartir este
conocimiento con otros o simplemente dar ejemplo, buen ejemplo, en
medio de una multitud que vive y bebe el mal ejemplo generalizado.
Imagínate, hemos llegado al punto de pensar que estar enfermos
es lo normal. Cuando mencionamos la importancia de la alimenta-
ción nos referimos a la necesidad de conocer nuestro cuerpo. Todos
los cuerpos nacen con determinada vitalidad, la cual se va modifican-
do con el paso del tiempo. Cada uno con su estilo de vida fue admi-
nistrando, de diferente forma, esa vitalidad heredada, de manera que
ahora, a la edad actual, se encuentra de un modo específico, distinto
al de hace años, y también diferente a cómo estará más adelante. Este
momento actual es lo que denomino coyuntura. Este momento y esta
situación solo serán válidos por ahora, porque la vida es movimien-
to y vamos cambiando, o, si prefieres, envejeciendo, pero también
ganando en conocimiento. A mayor conocimiento, mejor calidad de
vida. Por ello insisto en la importancia de darse cuenta, de estar infor-
mados, de adquirir conocimiento y que este sea parte de nuestra vida,
traducido en un estilo de vida inteligente. En este sentido, nuestra
dieta, la de cada día, deberá tomar en cuenta nuestro estado de salud
actual, nuestra edad, nuestra actividad diaria, porque no puede comer
la misma cantidad quien realiza mucha actividad física que alguien
que trabaja todo el día sentado, que va al trabajo sentado y que al lle-
gar a casa se sienta, cuando no está acostado. Algunos recomiendan
incluso adecuar la dieta al tipo de sangre que tenemos, en fin, la dieta

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Maestría en felicidad

también tiene que escuchar al cuerpo, ver qué alimentos nos sientan
mejor, ver las combinaciones que no es recomendable realizar, etc. No
existe una dieta buena para todo el mundo, la mejor dieta siempre
será personalizada y eso lo puede hacer un especialista en el tema o
cada uno, informándose adecuadamente y conociendo su cuerpo. En
realidad, cada uno tendría que saber todo lo que necesita su cuerpo
para evitar darle productos que luego, quizá a mediano plazo, se con-
viertan en generadores de enfermedad.
En verdad, alimentarse es solo cuestión de supervivencia, es la
administración de los equilibrios, preservando con lucidez el justo
medio, evitando los extremos en casi todas las situaciones. Ningún ex-
ceso, ninguna carencia. Es recomendable, simultáneamente, aprender
a escuchar el cuerpo, habituándose a la meditación y al contacto con
la Madre Tierra. Resulta innecesario decir que están completamente
descartados el alcohol, el cigarrillo y toda forma de droga, incluso las
farmacéuticas, salvo excepciones de auténtica emergencia.
Descarta también el resentimiento que contamina, el estrés que
desgasta la energía, la insatisfacción crónica que podría traducirse en
comer más de lo necesario y luego en obesidad y todo lo que ella
apadrina. Haz lo que puedas hacer disfrutando. Esas son claves funda-
mentales para regalarse una salud duradera, ya sabes, sin salud, nada
tiene sentido, incluso el éxito y la prosperidad resultan un fracaso, si
el precio que pagas por ellos es tu salud.
Emergen con frecuencia recuerdos de tanta gente conocida, que
un día dejó de estar viva por haber descuidado su salud. Es feroz la
enfermedad para quien se descuida, y obstinado el desequilibrio de
quien no tomó la precaución de aprender a gestionar para sí una sa-
lud duradera.
Es importante saber que la enfermedad no es causada por un mi-
crobio que se ensaña contra ti, sino consecuencia de no haber apren-
dido el arte sagrado de vivir. Quien se tragó el cuento oficial de vivir
para trabajar y consumir, será testigo del naufragio de su existencia,
mientras los dolores, leves al principio, se agrandarán, convirtiendo
al cuerpo en escombro. Aun no comprendo cómo la especie más in-
teligente del planeta puede albergar en su vida pájaros negros que en
desventurado vuelo fabricarán un destino innecesario.

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La felicidad, camino a la salud

Que tu hora de partir sea cuando hayas cumplido tu misión. Que


tu alma emigre oportunamente, sin la prisa impuesta por la negligen-
cia ni la brevedad obligada por los errores, actualmente aceptados por
ser practicados por la mayoría. ¿Quieres una salud duradera? Es posi-
ble tenerla si aprendes a convertir la oruga en mariposa y a levantar
vuelo y ascender hasta la altura de la vida plena, donde el milagro de
estar vivo se convierte en salud y felicidad.
Quiero que bebas la sensación oceánica que habla el idioma del
éxtasis y nos hace degustar el bufet de la unicidad, territorio soberano
de la eternidad que nos espera.
El siguiente itinerario te llevará a transitar el sendero del autoco-
nocimiento. ¿Quieres acompañarme?

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Carta IX

Itinerario hacia
tu soberanía existencial

S uena el teléfono, es ella, me dice que se va de viaje, agradecí su pre-


sencia, agradezco su ausencia. Era dulce y tempestuosa, su pelo,
cuidadosamente desarreglado, hablaba de su personalidad volcánica.
Solía vestir pantalones con botas hasta la rodilla y una capa transparen-
te de timidez, estratégicamente acomodada a cada circunstancia. Con
ella aprendí muchas cosas, en especial a valorar mi tiempo en soledad.
Hoy el cielo amaneció nublado, la lluvia parece estar pendien-
te de las nubes, la vida transcurre con insoportable normalidad. En
este preciso momento, mientras alguien reza, otro hace el amor, uno
se muere de cáncer o infarto, nace un niño, mientras hierve la olla
que alimentará a quien otro día, más adelante, alimentará las raíces.
La vida es un brusco regalo que no adjunta un manual de funciona-

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Maestría en felicidad

miento. Por eso, tanta gente se imagina que está viviendo, cuando en
realidad solo sobrevive miserablemente.
Hoy comencé el día nostálgico, extrañando algo que no existe:
un mundo donde la gente sea feliz y solidaria, una humanidad donde
los niños aprendan el lenguaje de los árboles y las abuelas nos ense-
ñen a dialogar con las estrellas, que pronto visitarán personalmente.
Me abro paso entre la nostalgia, me observo, me siento, estoy solo. Si
aprendemos a estar solos, ese tiempo se traduce de calidad de vida,
porque nos induce a transitar senderos de autoconocimiento que nos
forma y transforma y nos enamora de la vida, y con ello, accedemos
a las claves de la magia, suprema cita que nos otorga las llaves de lo
multidimensional, que también habitamos de otra manera.
Te confieso que ya escribí decenas de libros, sin embargo, estas
cartas que se originan en mi corazón, donde el crepúsculo tiene el
color de la eternidad, me mueven y conmueven. Por momentos los re-
cuerdos me golpean; una parte mía, un par de pétalos quizá, se notan
cansados, un instante solloza, un puñado de silencio tiene los bordes
quemados por tanto pensamiento. Decido continuar escribiendo estas
cartas, quizá transcribiendo mi sentir profundo, distribuyendo ense-
ñanzas entre quienes descubrieron que trabajarse es la mejor inversión
existencial posible. Es probable que estas cartas te proporcionen más
claves que todos mis libros anteriores, lo que pasa es que ahora per-
manezco sigiloso, vigilando atentamente que mi vida no pase en vano.
Un primer aprendizaje fundamental se refiere a saber disfrutar
la soledad, sin llenarla de recreación frívola ni hacer pedazos el silen-
cio. En ese contexto, podrás escuchar la voz de tu conciencia, desgarra-
dor llamado de atención en algunos casos. Hay tanta gente que actúa
como su peor enemigo.
Si tu soledad quieres elevar a un nivel superior, el primer paso es
no temerle. Estar solo en el fondo es estar con uno mismo. Aprovecha
estos momentos para relajar tu cuerpo, para entrar en meditación (en
la próxima carta te enseñaré mi forma de meditar, simple y profunda
y al alcance de todos), para abrir espacios de reflexión donde puedas
escuchar tu cuerpo, tu voz interior, observarte minuciosamente y, al
conocerte, amarte y gradualmente aprender a manejar tu energía.

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Itinerario hacia tu soberanía existencial

Al conocerte podrás transformarte y con ello crecer y recuperar


tu sensibilidad y la comprensión de tu misión. Vivir es un proceso ma-
ravilloso, desde que caminamos por el sendero del autoconocimiento.
Al conocerte, podrás amarte y al amar, tu transformación y crecimien-
to serán un placer. Conocerte a ti mismo te ayudará a ser feliz.
Conocerte también te proporcionará la posibilidad de fortalecer
tu imperturbabilidad, aprendiendo a mantenerte en tu centro, esa vi-
bración, esa actitud donde eres poderoso. Desde tu centro, acceder a
tu poder será natural y eso te revestirá de una gran capacidad de auto-
gobierno que será la base que te posibilitará la soberanía existencial,
contexto en el cual, de la mano de la coherencia, podrás convertir el
cumplimiento de tu misión en un estilo de vida.
Fundamental que puedas comprender la importancia de darte
tiempo para ti, de tener en tu agenda una cita periódica y puntual
contigo mismo. En ese proceso de estar contigo, irás cultivando la po-
sibilidad de ir liberando todo tu potencial, lo mejor de ti, además de
permitirte ser tú mismo. Te propongo también, en este contexto, inau-
gurar un diario dionisíaco, es decir, un registro cotidiano de lo mejor
del día, de tus mejores aprendizajes y en especial de tus momentos
felices. Recuerda que la felicidad es una franja en la que puedes osci-
lar sin interrumpirla.
El pensamiento es amigo íntimo de la emoción, que luego estalla
en la acción, un tridente al que hay que prestar atención. Recuerda que
no somos dioses ni bestias, lo humano es una posibilidad para todo lo
que tú quieras, sin embargo, precisas decidir, tomar posición, posibilitar
el diálogo de tu razón con tu intuición, sin aspirar a que se entiendan
completamente. Recuerda también que la felicidad tiene su propia ló-
gica, que no precisas comprender todo ni explicar a nadie lo que estás
haciendo, sin embargo, no dejes de autoevaluarte, hazlo periódicamen-
te sin olvidar que lo que la gente ve es su propia interpretación.
Los encuentros que tengas contigo mismo son el contexto ideal
para atreverte a repensar tu vida, a realizar un inventario personal,
identificando las prioridades. Presta atención a lo urgente, que mu-
chas veces termina boicoteando lo importante. Observa cómo mane-
jas tu tiempo, pregúntate en principio para qué vives, de esa manera

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Maestría en felicidad

tendrás a flor de piel la visión de tu misión, ese es el norte, el rumbo


hacia el cual se enfoca tu vida.
Rodéate de gente inteligente, de personas de las cuales puedas
aprender y continuar creciendo. Evita generar complejo de superiori-
dad o de inferioridad, es más, evita compararte. Aprecia todo lo que
esté bien hecho, reconoce los méritos ajenos y cuando seas crítico
hazlo desde el corazón. Asegúrate de que los pensamientos negati-
vos duren poco. Tus tiempos de soledad también puedes usarlos para
leer libros inspiradores, para hacer lo que amas, para profundizar en
el proceso reflexivo y en ese contexto reinterpretar tu pasado, hasta
sentirte a gusto con él.
La soledad te permite estar contigo, ir al fondo de ti mismo, abrir
tus ojos internos, desplegar tu alerta sereno, arder los miedos, desatar
dependencias, abrir la pulpa de la vida y constatar que lo más sabroso
de la existencia está reservado para quienes se despiertan.
Ellos quieren vernos dormidos, con las alas marchitas y el corazón
confundido, con el tiempo desgastado y el entusiasmo derribado. Para
evitar eso, nunca digas que no tienes tiempo para ti, porque en él ger-
mina la comprensión de quién eres, de lo que tienes que ser y hacer. En
ese contexto, y luego de darte cuenta, eliminarás todas las creencias que
te impidan ser tú mismo. Poco a poco aprenderás a reconocer las otras
voces, que también resuenan en tu interior, y poco a poco aprenderás a
conocerte, a disfrutar de la soledad y la compañía, a aceptar lo que no
puedes cambiar y a transformar lo que se puede modificar.
¿Cuál es el contenido principal de tu vida? ¿En qué gastas prin-
cipalmente tu energía? Recuerda que una vez convertida la reflexión
en hábito, deberás ser más lento para decidir y más rápido para iden-
tificar oportunidades. Por las noches, antes de dormir, podrás tener
una cita reflexiva, enfocando tu reflexión en una breve evaluación
de lo que aprendiste en el día. Cada día es un paso adelante, cada día
significa más crecimiento, cada día mejores decisiones, y, por supues-
to, la felicidad de sentirse vivo, porque la felicidad comienza con el
reencuentro con uno mismo.
No soy de los que esperan que pase algo en su vida. Me gusta ver
crecer los árboles y la conciencia, atrapar cada momento y viajar al in-

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Itinerario hacia tu soberanía existencial

terior de mí mismo, encantarme con las sorpresas de la vida, llegar a


casa, saber que alguien me espera (aunque no siempre), escuchar mi
música predilecta, contemplar el horizonte, guardar el sabor de los
mejores instantes, desatar nuevas ocurrencias, quebrar nuevamente
alguna prohibición, sentirme vivo, selvático, estremecerme con una
buena o mala noticia, acercarme a lo imposible, tener tiempo para lo
que amo. Me gusta coleccionar hamacas y encender chimeneas, que-
dar atrapado en un sueño y saborear una fruta encendida por el sol.
Estar conmigo es para mí una buena compañía; estar contigo mis-
mo inaugura un tiempo sagrado, reservado para quienes se atreven
a recibirse, mientras transitan la vida como camino de autoconoci-
miento y estudian la maestría en felicidad, donde nos graduamos de
seres humanos.
Si complementas el estar contigo con la práctica meditativa,
encontrarás el pasaporte al paraíso. De eso quiero hablarte en la
próxima carta.

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Carta X

El ingrediente fundamental
para escuchar a tu alma

E sta noche, después de varios intervalos de silencio, el parpadeo de


la oscuridad y un persistente maullido constituyeron el contexto
de esta carta. Exhalé con lentitud, mi tiempo siempre esta ahí, pero
no es el mismo. Se enlentece cuando hay peligro, se acelera cuando
disfruto; es una red transparente que se tejió en varios espacios. La
vida descansa en su regazo, el silencio, callado como siempre, parece
esperar sin prisa que el transeúnte de esta experiencia, aunque sea
por un momento, abandone sus cavilaciones y le sintonice.
Meditar es detener la ciudad y, simultáneamente, mutilar el rui-
do, dar un portazo en la cara al estrés, desconectar las alarmas para de-
jar de estar al ataque o a la defensiva. No más supervivencia. Comien-
za a saborear la vida desde el sabor que otorga el silencio. La vida se

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Maestría en felicidad

ha detenido, algún pensamiento periférico se mueve en su rebeldía,


se encienden más luces en la ciudad, bailan las sombras con el paso
de los autos, desde la ventana vecina percibo la silueta de una persona
que permanece hipnotizada ante una falsa ventana de luz azulada.
No puedo comprender cómo tanta gente amobló su infelicidad y
se acostumbró a vivir mal. Estaba allí el egoísmo cuando observé con
atención al vecino. La envidia, procedente de un pariente, también
estaba presente. La soberbia había construido al lado un castillo desde
el cual observaba a todos, viéndolos pequeños. Intenté comprender
por qué la vida había llegado a tal nivel de inhumanidad. No recuerdo
haber visto últimamente al amor caminando por las calles del pre-
sente. Se notaba también la ausencia de la felicidad, en cambio, las
menudencias que fabrican malestares abundaban por todas partes.
Avanza la noche, el gato se aproxima, salta a la silla, su motor
permanece encendido, contemplo mi agenda, encuentro la hora mar-
cada para mi meditación. Comenzar el día meditando es una excelen-
te decisión que garantiza la purificación de hoy. Habiendo cerrado
el círculo del día que concluyó, extraída la enseñanza en la reflexión
previa al descanso, la meditación matinal otorga el contexto ideal para
elegir el día que queremos, más aun si visualizamos lo anhelado y le
otorgamos categoría de real, incluso antes de que sea tangible.
Como militante de una espiritualidad existencial, quiero com-
partir contigo mi enfoque de la meditación. Mucho se ha hablado
al respecto. Desde Oriente, nos han inundado con explicaciones rim-
bombantes de lo que es la meditación, volviéndola inalcanzable, reser-
vada para iluminados. Parafraseando a Lao Tze, podríamos decir que
meditación que pueda ser definida no es meditación.
No intentaré definir la meditación, no es necesario, quizá solo
baste con comprender la importancia de su práctica diaria. Meditar
para nosotros es convertirse en lo que haces. Si contemplas el mar,
cómodamente sentado en la arena, tu meditación habrá comenzado
cuando, abolida la separación entre el observador y lo observado, co-
mienzas a saborear la unicidad. Suprimida la dicotomía, el resto es
esa unidad superior a la que solo se accede desde otro nivel de con-
ciencia, que emerge de un contexto meditativo.

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El ingrediente fundamental para escuchar a tu alma

Si quieres aprender a meditar, primero olvida todo lo que escu-


chaste al respecto, porque explicar la meditación equivale a explicar el
sabor de la sed. Comienza a meditar haciendo algo que amas. Podrías
cantar o danzar, hacer el amor o nadar. Elegida la actividad medita-
tiva, desconecta toda posible interferencia, apaga el computador y el
teléfono, asegúrate de no ser interrumpido y a continuación limítate a
hacer lo que decidiste hacer, hacerlo por el placer de hacerlo.
Cuando juega un niño, no juega en broma, se convierte en lo que
hace, inaugurando de esa manera sus primeras experiencias meditati-
vas. Por ello, cuando se interrumpe su juego, se altera un nivel vibra-
torio, se le obliga quizá bruscamente a abandonar el presente, porque
meditar es eso: vivir intensamente, profundamente, el presente.
Redefinida la meditación, esta vuelve a estar al alcance de todos.
Meditar es reinstalar lo sagrado en lo cotidiano, es ver la vida con
otros ojos, hasta lo espiritual pasa a convertirse en algo diferente, así
mismo la vida, el cuerpo y los demás, que se convierten en algo su-
premo. Meditar es instalarse mágicamente en el presente y, desde él,
en la vida, abordada desde un alerta sereno, es decir, se puede vivir
meditando, entonces descubrirás que la vida es una fiesta de aprendi-
zaje y celebración.
Hay tantas formas de meditar como personas. Descarta las téc-
nicas, conocerlas, incluso ser experto en algunas técnicas meditativas,
no significa que sepas meditar. Encuentra tu manera de entrar en si-
lencio, de convertirte en viajero de tu espacio interior. Cuando uno se
implica profundamente en algo, se convierte en eso, entonces el resto
deja de importar, por lo menos en ese momento, eso es meditación.
Con frecuencia me preguntan qué siento cuando medito. Inten-
taré describirte lo que es para mi un momento meditativo, reiterán-
dote la importancia de que encuentres tu estilo de meditar. Cuando
medito, siento que mi alma se llena de luz, que camino por calles
blancas, que el amor en forma de torbellino, de tornado, hace girar
mis cuerpos energéticos hasta disolverlos y convertirlos en universo
mismo. Siento que mis átomos se visten de colores, que la preocu-
pación por lo cotidiano se duerme, que las flores del jardín de mi
corazón florecen con pétalos transparentes, que las estrellas curiosas

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Maestría en felicidad

asoman a la hora vespertina, a la misma hora en que amanece la no-


che y se encienden las hogueras que desnudan los altares corporales
y los gradúan de sagrados.
Cuando medito, siento que todas las velas titilan en mi interior
y las olas del mar se vuelven fosforescentes, que el silencio anuncia
buenas nuevas y que la eternidad me abraza, me envuelve en láminas
mágicas. Siento que mis pupilas devienen en cascadas de luz y que
las campanas de las otras realidades me dan la bienvenida. Cuando
medito, percibo cómo los instantes se entrelazan con hilos de seda
cósmica y el silencio, convertido en rigurosa niebla, da la bienvenida a
los abuelos invisibles, que me visitan por un instante sin tiempo y me
entregan polvo de las estrellas, mensajes de otros tiempos y lágrimas
color arcoíris, para cuando me visite la incomprensión.
No sé si puedo poner palabras a eso que se siente cuando te
arrodillas humildemente al fondo de ti mismo y desde tu corazón
confiesas tu amor a la vida.
Después de haber vivido de tantas maneras, de haber tenido mi-
les de aprendices, quiero decirte lo que me enseñó la vida: quien no
aprende a meditar, tendrá muy difícil su existencia, porque nunca
llegará a conocerse profundamente, ni tendrá la capacidad de autogo-
bernarse. Meditar es vivir con profundidad, es reactivar la intuición
y recuperar la sensibilidad, es atravesar el infierno de la infelicidad
y la ignorancia e instalarse en el paraíso, es una vacuna contra la de-
presión y el contexto más recomendable para inaugurar felicidades y
otros despertares.
Meditar te purifica y armoniza, te facilita la fusión de lo sagrado
con lo mundano, encaminando tu vida a una espiritualidad natural,
donde percibirás que todo es uno y todo está vivo. Entonces, cada
instante será percibido como lo que realmente es: gotas de eternidad
esperando ser descubiertas.
Mientras aún camino por la vida, quise compartir contigo mis
más profundas sensaciones sobre la meditación. Mi objetivo: moti-
varte a entablar una profunda amistad con la meditación, que no es
otra cosa que una posibilidad de tu alma para completar su historia
evolucionaria, razón fundamental de tu paso por la Tierra.

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El ingrediente fundamental para escuchar a tu alma

Quiero que a partir de hoy veas a la meditación como un estado


alcanzable, accesible a las manos reverentes y a los pies humildes.
Quiero proponerte en esta carta que inventes nuevas formas de me-
ditar, que experimentes diferentes modalidades, que te enamores del
silencio y te regales instantes luminosos, fruto del estar absorto, con-
templando la vida y sus sorpresas.
¿Quieres continuar caminando a mi lado? Nuestra próxima es-
cala es la Madre Tierra y los secretos que los abuelos sabían, para
beneficiarse de energía purificadora. Hasta pronto.

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Carta XI

Lo que los abuelos sabios enseñaban


para alcanzar la felicidad

L a tranquilidad no duró mucho, el progreso progresa solo con in-


dependencia de la vida y su calidad. Aún existe en mi memoria
el bosque donde crecí corriendo tras mariposas y coleccionando las
blancas flores de un cactus, que se preparaba durante varias semanas
para desplegar todo su esplendor un día, un solo día, esa fue mi pri-
mera lección para vivir el presente, único escenario donde ocurre la
vida y sus milagros.
Quedé con ella en reunirme más tarde, no somos amigos íntimos,
pero hemos entrelazado una profunda amistad. Verla me recuerda otro
tiempo, su ropa deja escapar caudales de erotismo mal disimulado. Pedí
un té de hierbas, ella una cerveza, abandonó el protocolo, desató sus
lágrimas, por un momento pensé que yo era la persona equivocada. En

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Maestría en felicidad

pleno pensamiento, un niño, inaugurando sus primeros pasos, terminó


en sus piernas, manchando las medias que pigmentaban su piel del co-
lor deseado. Creí haber visto a ese niño en un sueño pasado; quizá la
vida es solo un sueño que soñamos, quizá nos enseñan todo menos lo
único que tendríamos que saber: aprender a vivir.
Alguien dijo, ese día, al salir del restaurante donde dialogaba con
mi amiga: «El mundo se está calentando». Al despedirme de ella, esa
frase quedó conmigo. ¿El mundo se calienta por iniciativa propia?
Parece erróneo hablar así. Millones de chimeneas y escapes, miles de
contaminantes enviados a la atmósfera. Hace mucho que no me había
sentido tan intranquilo, en verdad, estamos serruchando la rama en la
que estamos sentados como humanidad.
Recuerdo un viaje en el que quedé conmocionado al dialogar
con un científico octogenario que llevaba cincuenta años midiendo
unos glaciares en Alaska. Su retroceso le preocupaba inmensamen-
te. Él miraba con temor el futuro, sentía el olor a destrucción que se
avecinaba si los estilos de vida contemporáneos no se modificaban
drásticamente. Recuerdo cuando viajé por África, cientos de kilóme-
tros de erosión, contexto óptimo para hambrunas, incrementadas por
la cíclica aparición de plagas. Todo esto denuncia un paradigma an-
tiecológico, antisaludable y antihumano. Vivir sin aprender a vivir,
siembra muerte y patrocina holocaustos. Vivir sin reverencia hacia
la Madre Tierra significa quedar huérfanos de su energía protectora,
sanadora y purificadora.
Comencemos aceptando que somos hijos de la Tierra, que ella es
simultáneamente nuestra casa y nuestra madre, que la vida no está de-
tenida en el tiempo ni colgada en el vacío, que dependemos de ella para
permanecer en este plano.
Danzan los rayos, se multiplican los desastres naturales, el ho-
locausto parece ser para algunos la terapia necesaria, mientras el
presente permanece desolado y el futuro teme morir envenenado. Y
mientras el río fluye entubado hasta morir intoxicado, mientras la
selva se convierte en un lejano recuerdo, mientras muchas especies
animales se extinguen, la salud se arrastra por el suelo sin compren-
der esa extraña ecuación que concluye destruyendo toda forma de
vida sobre la Tierra.

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Lo que los abuelos sabios enseñaban para alcanzar la felicidad

¿Te imaginas continuar destruyendo el único lugar que tenemos


para vivir? Contemplo el otoño, crece mi incertidumbre, evoco el pai-
saje donde crecí, aparecen encarnizados recuerdos, tendré que sobre-
vivir al ecocidio, hablo conmigo mismo, me parece casi insoportable
la ausencia del pájaro que con su canto cada mañana inaugura mi día.
Me produce un extraño dolor el punto de irremediable destrucción al
que estamos llegando con fervor.
Me recuesto sobre la tierra, entonces aparece el abuelo, el primer
anciano de sabiduría que conocí y mientras degustamos uvas sem-
bradas por él mismo, revisamos sus mejores enseñanzas. Deja que
tus pies entren en contacto directo con la piel de la Madre Tierra. Esa
práctica simple puede mejorar la circulación sanguínea y con ello la
oxigenación y purificación del cuerpo.
Caminar descalzo es poderosa práctica sanadora, al igual que la
respiración consciente, que te permite darte cuenta de que estás vivo,
que eres parte de un ecosistema que posee inteligencia propia para
autorregularse, a condición de que no se le interfiera.
¿Ya abrazaste un árbol? ¿Te sentaste a sus pies, apoyando tu
árbol vertebral al tronco, posibilitando de esa manera un momento
energizador poderoso? El conocimiento que posibilita el reencuentro
del hombre con la sabiduría ancestral requiere salir de la niebla de
la ignorancia inducida. Mientras te escribo esta carta, comienza la
lluvia; si el clima lo permite, cúrate del miedo al qué dirán, vive con
la intensidad de quien sabe que está de paso y danza bajo la lluvia.
No se trata de un baño higiénico, no se trata de hacer algo en el nivel
visible, sino de una purificación energética, invisible a los ojos; se
trata de ampliar la libertad y sentir nítidamente el sabor del saber,
la fragancia de la vida. Cuando arde la ignorancia, que es totalmente
combustible, se rehabilita la felicidad y la posibilidad de ser tú mismo,
pero tu mejor versión.
Toda persona que se respete deberá reencontrarse con la vida en
todas sus expresiones. Desde la ventana del presente podrá ver que
habitar esta existencia incluye un constante diálogo con el mundo
mineral, vegetal y animal, océano de energía donde un día fuimos
arrojados, para explorar en todas sus posibilidades esa aventura lla-

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Maestría en felicidad

mada vida, escenario natural para otorgar continuidad a la historia


evolucionaria de la que somos parte.
El mundo mineral vive su propio tiempo. Su lento metabolis-
mo simula ausencia de vida. Sucede que las piedras pueden curarte
y la tierra hablarte, que la materia, como sombra de la energía que
es, porta y transporta viejas novedades. Ellas viven más tiempo que
nosotros; acostúmbrate a aprender de su silencio y que su voluntad
pétrea inspire en ti una racha de iniciativa pedagógica. Aprender de
las montañas y de la Madre Tierra, convierte a la vida en una escuela.
Las raíces, que un día dialogarán con nuestros minerales, son
otra aula donde podemos aprender mensajes de otros tiempos, cuen-
tos que son ciertos pero no en esta realidad. La personalidad de los
árboles, su extensa salud, su memoria laminada, su esencia conver-
tida en enseñanza, son valiosa compañía. Desde el presente que te
corresponde, acostúmbrate a vivir en la pedagogía de la Madre Tierra,
permanece cerca al único planeta que tienes para habitar, camina con
reverencia, atento para que tus pasos no devengan en agravio ni tu
estilo de vida en agresión. Desentierra tu sensibilidad y reencuéntra-
te también con el mundo animal, que es parte de la familia grande,
esa red de energía protectora que no admite protocolos metafísicos:
conectarse con el mundo vegetal y animal solo requiere de una alta
dosis de inocencia.
La salud es otra beneficiaria directa del contacto con la naturale-
za. Pierde el miedo, descarta el prejuicio, camina descalzo, baila bajo
la lluvia, saborea amaneceres, colecciona arcoíris, usa el pasaporte de
la humildad y la credencial de la reverencia, y cuando profundices la
experiencia, acumulando un profundo silencio, viaja hasta el corazón
de la Madre Tierra y constata que ella eres tú, que todo es uno y todo
está vivo.
Participa en la vida sin dejar de contemplarla, enarbola lo sa-
grado que inaugura lo mágico, instala tus otros cuerpos en el edificio
multidimensional de esta existencia. Es curvo el planeta y está borda-
do en el exterior con hilos del tiempo que nos hablan de la eternidad.
La vida es una cinta mágica que nos conecta al paraíso, que es un
estado superior de conciencia.

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Lo que los abuelos sabios enseñaban para alcanzar la felicidad

Cada planta, cada animal, cada piedra, son un mensaje para el


alma despierta y la conciencia sensible. En cada parte de la naturaleza
está escrito un secreto que tu espíritu un día tendrá que develar. Per-
manecer cerca de la Madre Tierra, escuchar su canto, recibir su terapia,
sintonizar el silencio, inaugurar el ritual, son pasos necesarios para des-
cubrir nuestro propósito en la Tierra. La felicidad será la consecuencia
de haber iniciado esta sagrada caminata.
La próxima carta retorna a lo humano y a la necesidad que tiene
cada persona de aprender a triunfar en la vida. El emprendedor exis-
tencial será el eje temático que nos reunirá en la próxima cita, a la cual
no precisas ser invitado.

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Carta XII

Conviértete en un exitoso
emprendedor existencial

A yer celebraron el nacimiento de un sobrino. El vecino continúa


sus diálogos mortuorios con el cáncer diagnosticado. El médico
informa de un amotinamiento celular. Los parientes, por turnos, le
visitan para expresarle lo que nunca le dijeron. Lleva enfermo el tiem-
po necesario como para que el resto de la familia reflexione sobre los
contagiosos hábitos familiares. Nadie parece haberse dado cuenta.
Yo pedí se me exima de reuniones familiares, que por lo general
son maratones de hipocresía donde se le da a cada uno la oportunidad
de mentir honestamente.
La lluvia ha comenzado al inicio de esta carta, esta vez se trajo al
viento para trasladar objetos livianos a cualquier parte. El camino del
vecino enfermo estaba alfombrado de tristeza; había vivido toda su

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Maestría en felicidad

vida preparándose para vivir, hasta que un diagnóstico a quemarropa


le rompió la burbuja de autoengaño en que vivía.
En mi caso, te confieso que pasé la mayor parte de mi tiempo
formándome. Fue un viaje largo, porque buscar sabiduría no es ir
a un sitio de comida rápida; implica renunciar a esa bulliciosa vida
social por la que tanta gente renuncia a ser ella misma. El mundo del
protocolo social exige que cada uno aparente lo que no es, compre lo
que no necesita y exprese lo que no siente. Mi camino era otro. Ese
día, compré un pasaje sin retorno a la vida, a ese país que tiene como
capital la plenitud, y me lancé sin más garantía que la inseguridad
galopante que presentía a mi lado.
Mi casa era pequeña, mi vida en principio también; mis sueños
no cabían en casa, de modo que tuve que marcharme. Al principio
solo miraba por la ventana. Con los años, ya entrada la adolescencia,
montando mi bicicleta llegaba hasta el aeropuerto, involucrándome
en despedidas nostálgicas y en bienvenidas desbordantes de alegría.
«Un día podré tomar un avión», me dije a mí mismo, desde entonces
viajé muchas veces en clase imaginaria, donde volar es gratis.
La vida es una aventura, lo sospeché desde antes, sobre todo por
la noche, cuando te dejan en paz y puedes volar en cualquier direc-
ción. Crecí sin ver televisión, un privilegio escaso en tiempos de dicta-
dura de la imagen. Entonces, la imagen la ponía yo, fertilizando de esa
manera mi creatividad. Te confieso también que me encantaba leer
las biografías de grandes hombres y mujeres que legaron un precioso
ejemplo a la humanidad. Mi lectura era más que activa, me involucra-
ba tanto con el personaje de la biografía, que llegaba a sentir lo que
sentía, y por unas horas o días, actuaba como actuaría él, hasta que la
próxima biografía desplazara a la anterior.
La vida no era gris como me contaron, ni tenía el perfil pálido,
versión pesimista; no incluía tantos riesgos como me dijo el miedoso
ni triunfar era imposible, según el que había fracasado. Tampoco era
un valle de lágrimas, como insistía el infeliz, instándome a renunciar
a la felicidad por imposible. La vida, comencé a descubrir, tenía zonas
oscuras, pero decoradas por majestuosas estrellas; incluía lágrimas
que podían coexistir con la felicidad, fe vidente que añadía duda pe-

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Conviértete en un exitoso emprendedor existencial

riódica, como control de calidad vivencial. La vida, comencé a des-


cubrir, no es como la gente cree, sin embargo, comprendí oportuna-
mente que había que aprender a vivirla. Entonces, dejé de inventariar
heridas, renuncié a tener antologías actualizadas de errores, puse de
pie mi alma y tuve el valor de patear mis mejores temores, realizando
una reingeniería existencial que encendió mi fuego, y el resto consis-
tió en abandonar para siempre el papel de víctima, tomar las riendas
de mi vida en mis manos y disfrutar de cada instante vivido.
Entonces fui iniciado a la vida, donde es posible graduarse de
emprendedor existencial. Mi primera lección, que ahora quiero com-
partir contigo, es no temer a la derrota ni obsesionarse con el triunfo.
El éxito no es medible en términos cuantitativos, porque pertenece
al territorio de lo cualitativo, por ello, no intentes medir tu éxito exis-
tencial con una cuenta bancaria. ¿Sabías que quienes más se suicidan
son las personas adineradas? Ellos constataron que el dinero no ge-
nera felicidad ni amor ni paz ni libertad ni salud, y con la esperanza
marchita, abreviaron su existencia sin darse cuenta que el suicidio es
inviable para el espíritu.
Un buen comienzo es la disidencia, esa rebeldía lúcida que te
convierte en la oveja negra del rebaño, que te arma del valor de ser
tú mismo, para que, dotado de la mente abierta, te atrevas a explorar
la vida y sus mágicas consecuencias. Descarta de tu vocabulario la
palabra imposible, explora otros estilos de vida, constrúyete un perfil
proactivo, la vida es breve y disfrutarla al máximo es deber existencial
de toda persona que se respete.
El activismo existencial al que aludimos incluye todo lo bueno,
todo lo que te enseña y dinamiza tu crecimiento. Incluye también el
especializarse en vivir el presente, aceptando los riesgos de una vida
que no tiene más garantía que la evolución de la conciencia. Te con-
fieso que nunca fui tan feliz como cuando estuve al borde del abismo,
cuando las endorfinas se encontraban en el mismo circuito con la
adrenalina y realizaban una mezcla alquímica precisa y preciosa, ge-
nerando felicidades inéditas, solo aptas para quienes aman la vida con
todas sus consecuencias.
Es probable que al aprender a vivir desde la plenitud te tropieces
y caigas, que esto ocurra varias veces, entonces tendrás que aprender

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Maestría en felicidad

a caer y a volverte especialista en caídas y otros errores, que en manos


de un alquimista pueden ser pasos al éxito. Si te equivocas, aprende
del error y sigue adelante. Jamás aceptes que alguien te desmotive,
preserva tu fuerza, tu alerta sereno, date cuenta de las cosas antes de
que ellas ocurran. Cuando estés feliz y en tu centro, todo fluirá mara-
villosamente bien.
Conéctate con tu mundo interior, que algunos llaman incons-
ciente; visita ese territorio usando el pasaporte del silencio medita-
tivo y evitando ser prisionero de tu razón; elige hacer lo que te hace
crecer y aquello que te da placer, en coherencia con tus principios y
los objetivos que tienes en tu vida. Sueña tu futuro, de esa manera lo
irás construyendo. Sueña en grande, deja los sueños pequeños para la
gente que carece de emprendimiento existencial, para los que no se
conocen ni confían en sí mismos.
Confía en que tú puedes ayudar a cambiar el mundo y compro-
métete de verdad en iniciativas solidarias, en especial en aquellas ge-
neradoras de conciencia y pensamiento crítico. ¿Sabías que la feli-
cidad nos hace más eficientes, más atrevidos, más emprendedores?
Me encanta la gente emprendedora, aquellas mujeres y hombres que
se lanzan, conscientes de las consecuencias de esa decisión, porque
simultáneamente tienen el hábito del autoservicio constante, de la
evaluación permanente. Son personas lentas para decidir pero rápi-
das para actuar una vez tomada la decisión.
Lucha por los resultados, pero no te aferres a ellos; identifica y
separa lo principal de lo secundario, esto en definitiva es una maestría
de la cual tú saldrás convertido en ingeniero en felicidad, es decir, en
humano que sabe lo que tiene que ser y hacer para vivir una felici-
dad constante.
Complementando lo anteriormente señalado, quiero decirte que
seas curioso y aventurero, en el buen sentido del término; hazte ami-
go de la constancia, recuerda que si eres perseverante, lo que parecía
imposible estará a tu alcance, nada más mira con atención si esa es
la mejor manera de hacerlo. Descarta caminos únicos, siempre hay
otras maneras de llegar al mismo objetivo. Asegúrate de que cada día
sea un paso rumbo a tus objetivos. Recuerda también que tú tienes el

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Conviértete en un exitoso emprendedor existencial

poder de elegir, entonces elige que tu vida sea tu principal proyecto,


tu mejor empresa, tu mejor obra de arte.
Reinventa tu vida constantemente, haz una lista de todas las co-
sas que no quieres más, que interfieren en tu realización y, gradual-
mente, solo o con ayuda externa, elimínalas. Preserva la solidaridad,
porque nadie surge solo, todos necesitamos socios inteligentes y alia-
dos estratégicos que vibren en nuestra misma frecuencia. El resto es
caminar con seguridad, con alegría, con entusiasmo por los senderos
de la vida, apasionándose desapegadamente, deshilachando lo con-
vencional, preservando la serenidad en plena turbulencia, convirtién-
dote en un manantial de buen ejemplo para quienes te conocen.
Sumérgete a fondo en la vida, encarna lo que crees, repítete cuan-
tas veces sea necesario lo que precisas recordar, dialoga con la vida y
sus sorpresas con valor y creatividad. Poderosa es la persona que se
conoce, que sabe el valor del tiempo y su ferviente fugacidad. Lánzate,
atraviesa el bosque del qué dirán y la opinión pública y llega hasta la
desembocadura de tus mejores sueños; allá, justo al borde del abismo
más profundo, crece la flor de la felicidad, de pétalos transparentes
y roció constante; en ese intersticio entre la sorpresa y el vértigo te
encontrarás en tu magnitud abrasadora, escalando hasta la cima de tu
realización personal.
Vuela al vacío del atrevimiento y continuemos este itinerario
de complicidad iniciática. Nuestra siguiente ruta es descubrir la mi-
sión, eso que tienes que ser y hacer para posibilitar tu evolución. Has-
ta la próxima.

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Carta XIII

Cómo descubrir tu propósito

S onó el teléfono, puse el altavoz, era ella, su voz se notaba tensa,


mis sentimientos se apretujaban en alguna parte desconocida.
Concluida la conversación, me quedé pensativo. La hamaca que reci-
be mi cuerpo se mueve sigilosamente. Mi hija me sonríe desde una
fotografía cercana; ella estudió una carrera universitaria que luego
constató que no era de su agrado; tantos jóvenes realizan este mismo
ritual que sacrifica la mejor etapa de su vida, luchando en el lugar
equivocado.
Es medio día, bajo el teléfono al suelo, ahora son los pensamientos
los que se apiñan en mi mente, la gente desaparece en la vida, pien-
so, los días pasan como soldados condenados a lanzarse al abismo, el
tiempo se fuga como agua de las manos, el vacío se instala, el sinsentido
se pasea impunemente, la mayoría se reúne los domingos para comer

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Maestría en felicidad

juntos e intercambiar mentiras al interior de un show de apariencias


donde cada uno acude rigurosamente vestido de lo que no es.
Las conversaciones telefónicas nos envían información irrele-
vante, casi nadie habla de temas profundos, da la impresión de que
existe un pacto de frivolidad, rigurosamente respetado. Se trabaja en
lo que desagrada, después de haber estudiado lo que no nos gusta.
La compensación económica que implica ese grotesco ritual de sin-
sentido permitirá comprar lo que no se necesita. Así funciona la vida
llamada civilizada, los salvajes son los otros, los que no tienen misiles,
los que no conocen los protocolos sociales y carecen de títulos acadé-
micos. Se trata de gente ignorante, que vive de la tierra, casi no saben
leer, solo saben estar felices sin motivo.
Antiguamente confiaba mucho más en el ser humano, pero aho-
ra mi confianza está depositada en lo fundamental, en el mundo mi-
neral, porque no he sabido de ninguna piedra que me difame; con el
mundo vegetal no tengo discrepancias y el mundo animal se muestra
confiable desde todo punto de vista. Sin duda, la felicidad humaniza,
es decir, sin felicidad el humano se pierde en el baile de apariencias
donde nadie se atreve a disfrazarse de sí mismo.
La felicidad es posible, pero está reservada para quienes se des-
pertaron. El látigo del sufrimiento es la cosecha de quien permanece
dormido. La felicidad otorga el nivel adecuado a la energía para que
el amor sea posible, entonces, cuando ello ocurre, la vida deviene en
sagrado viaje multidimensional que incluye el crecimiento y la com-
prensión de la misión.
El primer paso es darte tiempo para ti; el segundo, sentir la ne-
cesidad de crecimiento, de ir más allá de los límites impuestos por la
sociedad, que intenta reducir la vida al trabajo, después de habernos
entrenado técnicamente por casi dos décadas. El tercer paso será la
duda y, más adelante, la pregunta que inaugure la búsqueda de senti-
do a la vida.
La meditación será un escenario fundamental para recordar lo
que fuimos, lo que somos, lo que vinimos a realizar. La evolución será
consecuencia del cumplimiento de la misión, y esta, a su vez, incluye
lo interno y externo, atención de las necesidades personales, y solida-
ria contribución a los demás.

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Cómo descubrir tu propósito

La misión y su comprensión requieren de la recuperación de la


sensibilidad. La intuición se traducirá luego en intención y esta en ac-
ción y pasión. La misión, a diferencia de la profesión, reúne lo interno
y lo externo, uno mismo y los demás, y tiene como principal síntoma
la evolución de la conciencia. La misión se descubre en meditación o
ritual, en sueños o en intuición y se diferencia de la profesión en que
esta última tiene como objetivo el salario, mientras que la misión solo
busca el crecimiento personal, articulado a la atención de las necesi-
dades de los demás.
La misión incluye la profesión y esta tiene el deber de compati-
bilizarse con ella. La misión marca el Norte, la dirección, el objetivo
trascendental. La secuencia que te propongo comprender y encarnar
es: intuición-intención-decisión-pasión-acción-misión-evolución.
La intuición, en un contexto meditativo, te posibilitará recuperar
tu sensibilidad; al interior de ello, se reactivará tu capacidad intuiti-
va, que será complementada con la comprensión de lo que precisas,
que se convierte en un enfoque energético, un direccionamiento de
tu energía, traducida en una intención que marca un norte, una di-
rección hacia donde avanzar, vestida de la respectiva emoción, es
decir de la imprescindible pasión, que en nuestro caso incluye el
desapego, lo cual posibilita el accionamiento de la voluntad, es decir,
el paso a la práctica mediante la acción, que no es más que una parte
de la misión, la cual, convertida en estilo de vida, será la encarnación de
la anhelada evolución.
Podría decirte de otra manera. Se trata de encontrarse, porque la
búsqueda que no termina nunca se convierte en un autoengaño que
impide profundizar. Encontrar incluye un compromiso de profundi-
zación, es un sumergirse en uno mismo con el propósito de conocerse
y de esta manera despertarse, posibilitándose el crecimiento que da
sentido a la vida y la recuperación de la sensibilidad, que posibilitará
la comprensión de la misión que traes a la Tierra. No es fácil, no es
difícil, simplemente es necesario, para evitar desperdiciar esta única
encarnación con estas características.
Solo el cumplimiento de la misión posibilita la evolución, que
es el propósito fundamental de esta visita al planeta Tierra. La mi-

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Maestría en felicidad

sión incluye la evolución y esta otorga el sentido a una vida que sin
evolución se convierte en intrascendente existencia. Esto equivale
a vivir dormido. Esta somnolencia vivencial requiere a su vez, para
perpetuarse, de drogas y alcohol, de adicciones y depresiones, en un
contexto de infelicidad creciente, cuidadosamente disimulada con los
protocolos sociales y esa buena educación destinada a aparentar lo
que no se es y mostrar lo que no se tiene.
Que nadie te ponga objetivos; ellos deben estar al servicio de tu
misión y solo tú, una vez despierto, podrás saber con nitidez cuál es el
supremo propósito de tu paso por la vida. Es importante que perma-
nezcas atento, porque en este tiempo la vida se ha convertido en sinó-
nimo de ganar dinero. Esto resulta inaceptable, porque hace olvidar a
la gente la misión que traen y la urgencia de alcanzar la comprensión
de ella. Hemos llegado al punto en que casi todos solo buscan una
profesión o dos y no la misión que dará sentido a su vida.
Es importante que desde ahora comprendas la importancia de
no separar el trabajo del descanso, lo interno de lo externo, lo espi-
ritual de lo mundano, lo sagrado de lo cotidiano, la profesión de la
misión, entonces comprenderás que la calidad de la vida no depende
de cuánto dinero ganes, sino del cumplimiento de la misión que traes.
No gastes tu vida en cosas insignificantes, primero lo primero.
Busca tu misión y, al encontrarla, ponle pasión y conviértela en tu esti-
lo de vida, es decir, sé fiel a ti, esto incluye el cumplimiento de tu misión,
que a su vez te dará la libertad de hacer todo lo que ames, en cohe-
rencia con la evolución encarnada. De esta manera, llegarás al punto
de comprender y encarnar el vivir como una ceremonia enfocada al
supremo propósito de evolucionar tu conciencia.
No aceptes vivir desconectado de tu corazón, porque ahí se en-
cuentran las claves para cumplir tu misión. Mejora constantemente la
calidad de tus experiencias, encuentra tu ritmo ideal de vida, que no
tiene por qué ser siempre igual: escucha tu intuición, ella, si permane-
ces alerta y sereno, te hablará constantemente de tu misión. ¿Sabías que
en el fondo el camino a la felicidad es el cumplimiento de tu misión?
No hay otro deber supremo que el cumplimiento de tu misión.
Recuerda esto, es difícil, en muchos casos imposible ser feliz cuando

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Cómo descubrir tu propósito

se desconoce la misión, es decir, la vida comienza identificando tu


misión e identificándote con tu misión. ¿Sabías que la felicidad es
para quien completó la comprensión de su misión y disfruta cotidia-
namente de realizarla? Porque el propósito de la vida no es más que
la antesala de la misión. Se vive para ser feliz, entonces se compren-
de la misión, que garantiza la evolución, posibilitando, además, que
un día, ese día final, podamos decir, llenos de suprema satisfacción:
misión cumplida.
Observa lo que pasa con una vida enfocada en el cumplimien-
to de la misión. Date cuenta cómo brillan sus instantes mientras pa-
san cargados de felicidad. Observa cómo se desliza el tiempo, pleno
y profundo. Mira cómo el amor desciende sigilosamente y desarro-
lla su danza hasta convertirse en libertad. Contempla el terreno del
presente, luce transparente, si lo disfrutas y creces, hasta el tiempo
parecerá no gastarse. Cumplir la misión es encarnar la eternidad, es
recibir como suprema herencia la plenitud, es encender la evolución
y disfrutar el crecimiento mientras saboreas racimos de instantes de
aprendizaje, en una vida convertida en escuela iniciática.
Cumplir la misión es entregar tu vida a la plenitud, para evitar
el naufragio de tu alma. Recuérdalo. A continuación quiero escribirte
sobre la secuencia de cinco pilares sobre los que se construye una vida
plena, además de compartir contigo acerca de los ritmos de la vida, en
la secuencia solar de la que formamos parte. Hasta pronto.

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Carta XIV

Las cuatro estaciones de tu vida

M e pregunto si la gente se da cuenta que no está viviendo. ¿Sa-


brán que la vida es otra cosa? ¿Comprenderán que el tiempo
pasa para no volver y que cada día es el último? ¿Se darán cuenta
de su responsabilidad de cuidar un cuerpo que funciona maravillosa-
mente bien a condición de proveerle todo lo que necesita?
Es lunes, desearía que el día constara de más horas. No estoy
seguro si me gustan o disgustan los domingos, presiento que ese día
fue inventado para que se desahoguen los que hacen lo que no aman.
Miro una fotografía, recuerdo una noche memorable; mis secretos
eran rigurosamente guardados a manera de valiosas joyas, ahora de-
cidí compartirlas, y estas cartas son una señal del cumplimiento de
esa decisión.
Mi madre, a sus 81 años, se pelea con su cuerpo, que a veces no le
obedece. Mi padre considera su misión cumplida, convoca a la muer-
te, que parece no escucharle. Ella tiene dieciocho años, abundante si-

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Maestría en felicidad

lencio y un fervor de crecimiento a galope, la observo recostada a mi


lado, su silencio me dice tantas cosas. El hombre que arregla el jardín
habita una casa sin ventanas, su mujer parece vivir de espaldas a la
vida, sus hijos cultivan infelicidades, teñidas con sintética recreación.
Ahora tengo nuevos vecinos, uno de ellos funciona a leña, el otro,
mira a cada rato el reloj, me pregunto: ¿hace cuánto tiempo el amor
está ausente de sus vidas?
Me pregunto qué es la vida. Un día besé a la vida en la boca;
la vida es permanente fugacidad, es vasija de epidermis y estallido
de gemidos, es un vendaval de intenciones y el sostenido instante
que se renueva constantemente; es la burbuja que un día estalla, el
volcán de caricias en las manos liberadas, es un ramo de luz y una
felicidad redescubierta como la condición natural de existencia, es la
cúpula transparente del presente, invitándonos a disolvernos en el
silencio que purifica, para habitar la zona sagrada donde se guardan
sus claves.
La vida es un círculo que comienza con la primavera, energía en
ascenso. Hoy no me referiré a otras épocas, no niego la enredadera mul-
tidimensional que nos conecta con otras vidas, sin embargo, solo quiero
aludir al gran ciclo vital, esa arquitectura existencial que comienza con
la concepción y se desgrana en flores que aluden a la primavera, ener-
gía en ascenso; ha comenzado la vida, el árbol nos habla desde la flor, la
mariposa desde el color, la brisa cambia su temperamento y se convier-
te en ráfaga, el clima es templado, la vida ha comenzado.
La primavera es la niñez y la adolescencia, es juego y poesía, ino-
cencia y energía en ascenso, es fiesta de crecimiento, momento ideal
para sembrar en el corazón las semillas de la evolución, las claves de
los principios y valores, cimientos de una vida superior. La primavera
de la vida también es el aula natural donde aprendemos los misterios
de un viaje sagrado; a preparar el equipaje, acumulando cantidades de
flexibilidad y paciencia, de humor y creatividad, de alerta sereno y
voluntad pétrea, porque la vida no otorga ninguna garantía a quienes
no tuvieron la precaución de despertarse. La primavera es la etapa
mágica de la vida, donde cada uno tiene el deber de sembrar semillas
de luz que den frutos de conocimiento mañana.

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Las cuatro estaciones de tu vida

El verano es la juventud madurando gradualmente, es la pleni-


tud energética y el momento de la cosecha de lo sembrado en prima-
vera, es tiempo de grandes decisiones y acciones plenas, es la estación
donde se detiene la vida en su máxima intensidad por un tiempo, solo
por un tiempo, porque el flujo de la vida es indetenible. El verano es
también el escenario fundamental de aprendizajes profundos y so-
lidaridades galopantes; es el momento ideal para inaugurar nuevas
etapas, comprometerse con emprendimientos existenciales que reper-
cutan en lo interno y externo, es el tiempo-espacio para profundizar
en el autoconocimiento y especializarse en lo que amas, es el tiempo
ideal para construir redes de afecto y confianza, para establecer alian-
zas estratégicas que sobrevivan a la fugacidad de las circunstancias,
es tiempo de conocerse profundamente y remodelarse en maratones
de introspección, trabajo interior que te permita ser cada vez más tú,
auténticamente tú. Es tiempo también para darse cuenta que todo
cambia, que el verano que disfrutas también concluirá, dando paso al
otoño de tu vida.
La plenitud energética del verano, que le dará paso inevitable-
mente a la fase menguante del otoño, es la etapa adulta, cuando la
energía comienza a decrecer, a disminuir las facultades corporales.
Los tiempos en los que se derrochaba la energía han pasado, el mundo
ahora se mueve a otro ritmo, la hoguera del verano devino en brasas,
aún calientes pero solo brasas; arde la nostalgia, el relámpago no
era perpetuo, se presiente el crepúsculo, el rocío de la primavera
luce lejano, así como el esplendor del verano; el otoño marca un
tiempo que se marcha, tiempo de cosecha abundante, si la siembra
fue adecuada, tiempo también de recibir los efectos colaterales de
inadecuadas elecciones.
El invierno marca el amanecer de la noche, la inminente proxi-
midad del cierre de un círculo que se inició con el polen primaveral,
pasó por la flor del verano, el fruto del otoño, dejando paso a la semilla
del invierno, el retornar a la tierra, la llegada al luto, a las raíces, al pol-
vo desorganizado que fuimos un día, racimos de átomos presintiendo
cambios cualitativos. El invierno es la vejez donde nos preparamos
para la partida, tiempo de autoevaluación, de mirar lo aprendido, de

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Maestría en felicidad

devolver lo recibido, de recoger las huellas y ensayar despedidas, has-


ta que la voz, en decreciente palidez, se marche con el latido definiti-
vo, dando paso a una interminable aglomeración de silencio. Quien
aprende a vivir oportunamente cada una de las estaciones de la vida,
con el fervor y la plenitud de quien se sabe vivo, estará preparado
para habitar cada tiempo dignamente, entonces, la muerte, cita in-
evitable, será solo el amanecer de otro día y la vida un sendero de
felicidad ininterrumpida.
Vivir es un arte sagrado, compuesto de cuatro grandes aprendi-
zajes, el primero de ellos es la felicidad, esa que no requiere ningún
requisito externo, solo la valiente elección, pase lo que pase y pese a
quien pese. La felicidad, como estado de plenitud continua, solo se
alcanza aprendiendo a vivir, es decir que el de aprender a ser feliz es
el aprendizaje más importante que debemos abordar. Desde la felici-
dad, reconstruida como nuestra condición natural de existencia, nos
habilitamos para vibrar en la frecuencia más elevada, en esa energía
en la cual los milagros son posibles. Me refiero al amor, a esa poderosa
vibración que sana y armoniza, que se traduce en presencia plena y
en acción sanadora. Amamos, hipnotizados por la felicidad.
La felicidad es el pasaporte al amor, que a su vez dejará en li-
bertad a tu libertad, esa que incluye responsabilidad y lucidez, esa
libertad que se convertirá en el escenario óptimo para posibilitar au-
tenticidades y coherencias, contextos poderosos que nos hablan de
crecientes ascensos energéticos, reservados para quienes se iniciaron
a la vida plena.
La trilogía felicidad, amor y libertad, en rigurosa secuencia, te
dotará del mejor equipaje para viajar por el camino de la vida: la paz,
esa mochila transparente que transporta la magia del alerta sereno, esa
actitud profunda desde la cual sabes que a cada momento te juegas
la vida, disfrutando de cada circunstancia vivida, sintiendo que estás
abierto a la vida y sus imprevistos, dispuesto a todo, incluso a con-
vertir un entorno infernal en un paraíso, aprendiendo a vivir con un
lúcido equilibrio entre lo racional y la locura.
Estar en paz con la vida es fundamental. La clave es la entrega, al
punto de convertirte en lo que haces y apasionarte desapegadamente.

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Las cuatro estaciones de tu vida

¿Sabías que amar es transformar lo inferior en superior? ¿Que la feli-


cidad no existe de antemano, que es preciso fabricarla y que al existir
se convierte en la puerta al paraíso? ¿Que la libertad auténtica puede
hacer de todo, porque la garantía es el amor? ¿Que la paz es riqueza
intangible que cambia el color de la piel de la actitud con la que va-
mos por la vida? ¿Que todos ellos juntos, presentes en una misma
vida, significan que aprendiste a vivir, lo que a su vez incluye el efecto
colateral de la salud integral, requisito para continuar navegando en
el océano de la vida?
Y cuando la gente te lance piedras por incomprensión o envi-
dia, lanza en represalia amor y contagia felicidad y da ejemplo de
libertad y transporta paz y enseña a vivir con salud. Eso es aprender
a vivir y estas son las cinco columnas sobre las que se organiza una
vida inteligente.
Siempre habrá cerca alguien dispuesto a confundirte, sin embar-
go, ya estás advertido; avanza con cautela, pero indetenible, inventa
constantemente nuevas alegrías, archiva por orden de importancia
buenos recuerdos, baraja con decisión las cartas de la sorpresa; pre-
cisas estar preparado solamente para todo, el resto, confiar en ti y
continuar preparándote en coherencia con tus principios y objetivos.
La frontera entre la gente despierta y los que duermen el sueño
del autoengaño es tenue, algunos amoblaron tan confortablemente su
prisión, que se acostumbraron a ella y renunciaron a búsquedas y cre-
cimiento, a plenitudes y éxtasis. Es más fácil vivir dormido, no requie-
re disciplina, ni siquiera voluntad, menos conciencia, así la estupidez
actúa como anestesia y perder la vida se torna normal. Sin embargo,
nuestro camino es otro, incluye cultivar la parcela de universo que
somos y desatar todo el potencial que traemos. Si eres de los nuestros,
los cinco pilares y las cuatro estaciones serán herramientas funda-
mentales. Te propongo reunirnos en la próxima carta, para hablar de
los principios fundamentales que gobernaron la vida, en tiempos en
los cuales la sabiduría se paseaba por las calles y la sensibilidad aún
no había sido exiliada de las vidas. Hasta la próxima.

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Carta XV

Los milenarios principios


para la sabiduría

E n el dormitorio donde cada noche, muy tarde, me recibe su cuer-


po, abunda el desorden, hay ropa usada, impunemente lanzada
en toda dirección; de pie, junto a la ventana, permanecen varios re-
cuerdos, junto a una blusa derribada por la nostalgia. El patio que se
ve desde la ventana parece apartarse de toda mirada, da la impresión
de que quiere dar la espalda a todo observador, creo que está cansado
de tanta mentira.
Recuerdo esa vez que decidí permanecer varias semanas en un
apartamento, sin salir. Era la decisión correcta, lo incorrecto era el
lugar y alguna circunstancia que prefiero olvidar. Recuerdo a mi tía
infeliz, devota militante de la infelicidad; practicaba ese estilo de vida
los 365 días del año, hasta que un día, un cáncer fulminante abrevió

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Maestría en felicidad

su existencia. La infelicidad tiene algunos efectos colaterales degene-


rativos y con capacidad de suprimir vidas.
Hoy me siento increíblemente feliz, admito haber llegado a un
punto en el cual ya no soportaría la infelicidad, ni con un excelente
salario. Pensar que hay gente a la que le pagan muy bien por vivir
mal. La primera vez que vi a una persona infeliz, no comprendí por
qué había elegido vivir de rodillas. Estaba enferma, sin embargo,
fumaba con intensidad; era incapaz de amar y la libertad había sido
descartada hacía mucho tiempo. Su equipaje era abundante estrés
y pesada frivolidad, carecía de sueños, parecía haberse fugado de la
morgue. Por entonces yo aún era un niño, no obstante, esa imagen
dantesca permanece en mi memoria, como si fuera una experiencia
reciente. Agradezco al Universo la oportunidad de mostrarme opor-
tunamente esa película de terror llamada infelicidad, para mante-
nerla lejos de mi vida.
Contarte todo esto es simultáneamente un aula iniciática y una
autoterapia. Con frecuencia me preguntan cómo logré llegar a la feli-
cidad. Estas cartas intentan ser una respuesta, ojalá completa, a un in-
sistente interrogante. Creo que la felicidad se fabrica a partir de todos
los ingredientes aquí mencionados, debidamente aclimatados a cada
coyuntura existencial, a cada personalidad, a cada historia, por ello
cada felicidad es única e irrepetible, por ello también no son válidas
recetas ni fórmulas para ser feliz, porque cada uno tiene que fabricar
su felicidad a su medida y en rigurosa compatibilidad con la misión
que tiene.
Te propuse en esta carta referirme a algunos principios que ca-
racterizaron la vida en la antigüedad. Estoy pensando en las diversas
culturas indígenas, antes de ser invitadas al etnocidio, en el que les
tocó poner los muertos. Un principio fundamental que comparten
todas las culturas prehispánicas es el respeto a la vida. En esas cultu-
ras no se mataba por deporte ni diversión, no se cortaban árboles por
razones comerciales y se sacrificaba una vida animal solo cuando era
estrictamente necesario, y luego de pedir permiso a los guardianes
de la vida, que cada cultura simbolizaba a su manera. El respeto a
la vida incluía el respeto a la propia vida de cada uno, expresado en la
administración que nos han encomendado de la parcela que es cada

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Los milenarios principios para la sabiduría

uno de nosotros, por ello el suicidio era casi desconocido, así como los
hábitos autodestructivos.
Otro principio fundamental era la solidaridad, esa hermosa capa-
cidad de pensar y actuar desde el nosotros. Pase lo que pase, sé solida-
rio, no solo porque el mundo precisa hoy más que nunca de gente so-
lidaria, sino también porque ayudar a otros multiplicará tu felicidad.
Ser solidario está más allá de todo cálculo; al ser la solidaridad la
parte práctica del amor incondicional, no está en función de méritos
ajenos, no espera nada a cambio ni se percibe como una inversión que
luego dará sus frutos. Da por el placer de dar, disfrutando del hecho de
dar; simultáneamente a ello, también permítete recibir. Dar y recibir
constituyen un círculo en el que se mueve la energía ininterrumpida-
mente, esto incluye disfrutar del trabajo en equipo, saber escuchar a
todos, ser siempre agradecido, ver el lado positivo de todo y de todos,
ser crítico pero desde el corazón. Quien no comparte, es un ladrón.
El Incario se regía también por este principio, además de la reci-
procidad, con la cual se completa el círculo de la solidaridad. Allá se
vivía siempre dando, siempre recibiendo, el «gracias», la palabra pa-
chi, incluía un regalo, un presente que posibilitaba la encarnación de
la reciprocidad, en un contexto comunitario donde todos eran impor-
tantes. Junto a los principios de solidaridad y reciprocidad, además
del respeto a la vida, los incas regulaban su modelo de convivencia
con el ama sua, amallulla y ama khella.
Ama sua, «no robes», pero en especial, «no te robes la posibilidad
de evolucionar, de aprender, de lograr tu crecimiento y realización
personal; no te robes el tiempo haciendo actividades irrelevantes, no
te robes la energía consumiendo lo que te hace daño, no te robes esta
oportunidad de dar un salto en tu evolución».
Ama khella significa «no seas perezoso, activa tu voluntad, des-
encadena ese potencial que tienes, involúcrate profundamente con la
vida, llegando al punto de convertirte en lo que haces». Ama khella alu-
de también a la creatividad, a no darse por vencidos, a seguir adelante,
a aprovechar bien el tiempo y convertirlo en crecimiento y felicidad.
Ama llulla significa «no mientas, en especial no te mientas, no te
engañes con postergaciones, no te convenzas a ti mismo de lo que no

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Maestría en felicidad

tiene sentido, solo para tener la razón y justificar tu estilo de vida».


Amma llulla significa también no luchar en una trinchera equivocada,
no resignarse ni darse por vencidos, no permitir que esta vida se agote
sin haber dado un salto en tu evolución.
Aplicando estos principios a nuestra vida diaria, podemos ir en-
caminándonos rumbo a la felicidad, siempre aferrados a principios
elevados. No debemos olvidar que, como especie, sobrevivimos gra-
cias al trabajo en equipo, que vivir es un arte sagrado para el que pre-
cisamos iniciarnos, que una vida con felicidad es un sagrado desafío
que logramos si permanecemos anclados a una vida con principios y
valores fielmente respetados.
Mientras estemos vivos, todo es posible, empero, no queremos
hacer de todo, sino aquello que nos hace crecer, aquello que disfruta-
mos, aquello para lo que somos buenos. Si quieres tener relaciones ar-
mónicas, ten una vida con principios, descarta los chismes, involúcra-
te en actividades solidarias, escucha atentamente a todos, asegúrate
de no herir cuando efectúas una crítica, rodéate de la gente que amas,
en especial de personas que practican la solidaridad; salir a pasear o
comer con las personas que amas es saludable y por ello recomenda-
ble, más aun si les expresas lo importantes que son para ti.
Siempre que puedas, ayuda sin esperar nada a cambio; cuando
saludes, que tus buenos días sean auténticos; recuerda el cumpleaños
de todos y que sepan que no te olvidaste de ellos; donde sea que vayas
genera armonía, y comprende incluso a los que no te comprenden.
Cuando te sientas triste, recuerda que esta emoción es pasajera; si
precisas llorar, hazlo, también podrías cantar tu tristeza o danzar con
algún problema.
Da, recibe, agradece, recuerda que la gente feliz vive mejor y que
ser feliz es gratis. En este contexto, vivir con buenos principios incre-
menta la posibilidad de tener una vida con calidad y felicidad. Recuer-
da también que la felicidad tiene que ser cotidiana y duradera. Quizá
debas preocuparte si no eres feliz, más aun ahora que sabes que la
felicidad es fascinante, que ser feliz significa saber vivir, que la felici-
dad es una manera inteligente de vivir, que felicidad es calidad expe-
riencial ininterrumpida, porque se trata de ser feliz con poco o nada.

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Los milenarios principios para la sabiduría

Me llamo Chamalú, mis alas no se ven pero puedo hablarte de


vuelos multidimensionales, usando como aeropuerto la felicidad en
su versión de plenitud. Un día escuché a una piedra que me hablaba,
a un árbol que me invitaba a ser su discípulo, a un representante del
mundo animal que me ofrecía protección. Confieso que puse en mi
vida los más altos principios, entonces comenzaron a cantar los pája-
ros de la felicidad, a palpitar la vida en cada uno de mis instantes. Esta
carta tiene un propósito: incendiar lo que no necesitas y apuntarte
a la vida plena. Ve a buscar un fósforo, mientras escribo la próxima
carta, en la cual quiero proponerte la construcción de una tribu, de
una familia alternativa que será tu soporte afectivo en tiempos de tur-
bulencia. Un abrazo.

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Carta XVI

Cómo crear tu tribu multiplicadora


de felicidad

L a fecha de hoy es irrelevante, comienza el año, es la hora vesper-


tina, me aíslo entre mis libros, alguien llama a la puerta, no ten-
go amigos, me pregunto qué pasará cuando mis pasos ya no dejen
huellas por las rutas que transito. ¿Quién es él? Estuvo allí, el tiempo
pasa y nos lleva día a día, es sutil, casi confortable, ignoro cuál será la
ultima esquina de mi vida.
Hay calma en mi interior, por un momento sentí sueño y en
el fondo una tenue soledad pintando en alto relieve mi felicidad. El
grifo de casa fabrica una ininterrumpida gota, parece el tictac de un
reloj líquido; siento hambre, se precipitan mis instantes en fila india,
se lanzan al vacío, ese agujero negro que devora tiempo y existencias,
aparece una columna de humo en el cercano horizonte, parece una

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Maestría en felicidad

escalera al cielo, alguien cierra ruidosamente una puerta, es el viento,


que se agita sin motivo para luego calmarse; hay una botella de vino
al fondo a la izquierda, el deseo no es suficiente, entonces, lentamente
se convierte en recuerdo sin recuerdos.
A veces siento a la soledad de cuerpo entero, camina a mi lado,
se acuesta conmigo, extraño mi tribu, esa constelación de corazones
que cantaban al amanecer y encendían la hoguera a la hora vespertina
para dar la bienvenida a las estrellas, que enviaban a las luciérnagas
como sus representantes itinerantes, quizá pretendían recordarnos la
importancia de vestirnos de luz. A veces, el placer de compartir queda
pendiente, como suspendido en el aire, mirando a todo lado, como
esperando que pase algo y… solo pasa el tiempo.
La familia en esta sociedad intenta monopolizar el afecto, sin
embargo, reunirse para dialogar sobre temas profundos parece una
práctica en proceso de extinción. Todos estamos conectados, pero
¿quiénes somos todos? ¿Quién soy sin mi tribu? ¿Cuándo ocurrió el
destierro que me condena a vivir sin los míos? Recuerdo a esa abuela
indígena que un día, al regresar después de un tiempo a su tribu, al
encontrar el árbol sagrado cortado de raíz, al no encontrar a ningún
miembro de su amada tribu, corría de un lado a otro, preguntándose:
«¿Dónde están las mujeres que recibían el día cantando? ¿Dónde es-
tán los jóvenes guerreros que superan duras pruebas iniciáticas, todo
para ser merecedores de la tribu que los recibía? ¿Dónde están los
abuelos que a la noche se sentaban en torno al fuego a desgranar sus
conocimientos? ¿Por qué se han ido?» Al día siguiente, esa anciana
fue encontrada muerta, abrazada al árbol cortado.
A veces, me siento como ella, me observo y me encuentro abraza-
do a mi nostalgia. Ya no está la tribu, las familias fueron sistemática-
mente destruidas por una mentalidad individualista que solo privile-
gia al individuo. Es urgente rodearse de gente inteligente, de personas
felices que hayan aprendido a amar; gente libre, especializada en ver
lo positivo en los demás, mujeres y hombres con capacidad de auto-
gobierno emocional.
No creas que estoy pidiéndote imposibles, tampoco que bus-
co lo que no existe, simplemente, rodéate de gente inteligente, ellos
aprenderán rápidamente a hacer lo que sea necesario, en el momento

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Cómo crear tu tribu multiplicadora de felicidad

justo y de la manera precisa. Tu presencia ayudará a su crecimiento


y ellos contribuirán a tu bienestar, sin dependencias, sin apego, con
la predisposición a desplegar la inteligencia emocional y de mane-
ra colectiva ayudarse a curar heridas emocionales, desarrollando con
apoyo mutuo habilidades comunicativas, ejerciendo la solidaridad y
reciprocidad de las que te hablé antes. Optimizada la comunicación,
el resto es ponerse en el lugar del otro, cultivando confianza y afecto,
en un contexto en el que todos estemos abiertos a dar y recibir, pero
sin implicarte en lo que no te corresponde.
La tribu que te propongo constituir, en realidad es tu red de gen-
te que amas y con quienes existen lazos de afecto y confianza, ahí está
el hombro para apoyar las lágrimas que inevitables anhelan hume-
decer tus mejillas y el oído disponible al relato que evita el naufragio
de la felicidad, desahogando oportunamente al navegante de aguas
momentáneamente turbulentas.
Los integrantes de esta tribu invisible no necesitan vivir juntos,
ellos están conectados por lazos de afecto y confianza y en lo externo
mediante la tecnología. Ellos a menudo ni siquiera requieren usar las
palabras para comunicarse, porque sus corazones habitan la zona del
wi-fi cósmico y vuelan hacia reencuentros que no ocurren en este pla-
no. Esa es la tribu que te recomiendo constituir, el resto, aprender a no
juzgar, reemplazando ese hábito innecesario por la crítica constructi-
va. La clave es amar a la gente, aunque no lo merezca.
Organiza bien tus relaciones interpersonales; seamos radicales:
relaciones positivas o nada, no hay tiempo para perder ni salud para
deteriorar; fomenta el trabajo en equipo, esa es la herencia del ayni,
la comunidad que nos legaron nuestros antepasados, es la empresa
feliz donde cada uno puede especializarse en afectos y subespeciali-
zarse en manejo armónico de conflictos, partiendo del saber escuchar.
Simultáneamente, la gente que participa de tu tribu tendrá que prepa-
rarse para interactuar con personas de diversa procedencia, entonces,
deberás aprender a blindarte, que nada de afuera te haga daño, nada
que tú no decidas que te haga sufrir ni modifique tu felicidad.
Observa constantemente cómo manejas tus relaciones interperso-
nales, todos estamos conectados, sin embargo nos movemos al interior

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Maestría en felicidad

de círculos diversos, donde el primer círculo y solo el primero actúa


como tu tribu invisible. Tu familia puede estar o no en tu tribu, en ver-
dad, la tribu con el tiempo se convierte en tu familia elegida a voluntad,
donde además se trabaja el sentido de pertenencia, la identidad. La fa-
milia contemporánea es lo que queda de la antigua tribu protectora. La
tribu invisible que te propongo en la actualidad está destinada a llenar
ese vacío y devolverte el vestuario fundamental: la paz interior.
La permanencia de la humanidad depende en gran medida de su
capacidad de enarbolar lo colectivo y constituir racimos de intencio-
nes, conducidas por aguerridas manos dispuestas a repartir fraterni-
dades que activen energías creadoras. Estamos condenados a recons-
truir nuestras raíces, a olvidar el aislante individualismo y reaprender
a palpitar al unísono, luego de enterrar al egoísmo y cultivar en el
jardín del corazón semillas de otros paradigmas, que incluyan fluidas
relaciones para entronizar la confianza y poner de moda al afecto. En
ese contexto maravilloso, la felicidad volverá a ser el rumor predo-
minante y ya nadie tendrá miedo de comprometerse con la vida. Al
fondo a la derecha, un calabozo tendrá en su interior a la infelicidad
por inoportuna y antiestética. En la próxima carta, quiero, junto con-
tigo, agradecer por todo lo que tenemos que agradecer. Es una forma
de mover la energía y colocar al Universo a nuestro favor. Un abrazo.

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Carta XVII

La fuerza de vivenciar la gratitud

U na ráfaga de luz ingresó por encima de la cortina, lo primero que


moví fue mi brazo derecho, miré la hora, respiré profundo, «me
están regalando un nuevo día», me dije a mí mismo y, sin emitir soni-
do alguno, casi sin parpadear, me senté mirando al Este, hacia donde
nace el sol, y comencé a hablar.
Chej Pacha, Intij Inti, Guenechen, gran espíritu, energía
gracias,
cósmica suprema. Admito que no comprendo todo lo que sucede en
la Tierra, en la vida. Incluso después de haber viajado mucho, adentro
y afuera, en verdad no sé lo que sucede, solo contemplo un desfile
de milagros, una secuencia de acontecimientos mágicos; observo el
cielo, contemplo una gota de sangre al microscopio, el paisaje estelar
se repite; intenté comprender el misterio de la vida, admito que fui
incapaz de comprender lo que veía, lo que presentía. Recuerdo haber
visto extraños detalles mágicos, escalones a puertas que conducen a
otras realidades, imágenes periféricas que parecen instalarse multidi-

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Maestría en felicidad

mensionalmente, seres que te hablan de cosas que son ciertas pero no


en esta realidad.
Contemplo los instantes de que dispongo, son burbujas que es-
tallan al marcharse, constato que estoy vivo, quiero agradecer este
detalle cósmico y tú conmigo, si quieres, sumarte a este ceremonial
agradecimiento, estar vivos es lo mejor que nos podía haber ocurrido.
Mi voz se entrecorta, mi respiración da paso a un jadeo, mi pulso
acelera su paso, el instante en que habito este momento es cóncavo
y sin salida. Entrelazo mis dedos, levanto la mirada; sucede que la
palabra desnuda, entumecida por el silencio impuesto, pulveriza el
caparazón racional y, sacudiendo los prejuicios, comienza a modelar
el sonido, agradeciendo por el regalo de la vida.
Gracias por el día recibido hoy entre sábanas y, de techo, el ama-
necer. Gracias, Chej Pacha, por permitirme tocar el paraíso con mis
pies, por llenarme la boca de palabras amorosas, por despertarme de
mi ceguera de ignorancia y facilitarme una crisis que yo mismo fa-
briqué. Gracias por los cinco sentidos que en realidad son veinte ven-
tanas para mirar a otras realidades, gracias por la muerte, que es el
amanecer al gran día, por la pesada rama de las adversidades, en este
árbol de la vida que incluye todo, con ella aprendí a hacerme fuerte.
Gracias por el vaivén de átomos que refresca mi desapego, por
adherirme al silencio, ese lenguaje con el que se comunican los invisi-
bles; gracias por el umbral sagrado, donde recordé de dónde vengo y
hacia dónde voy. El polvo de las estrellas también forma parte de mi
genealogía cósmica, es la forma más poderosa de reinstalarnos en la
vida. Gracias por esta maravillosa oportunidad.
Quiero agradecer también por la lluvia que purifica mi mirada,
por el humo ceremonial que transporta mis oraciones, por la her-
mética oscuridad que preserva el conocimiento, reservándolo para
el corazón humilde y el aprendiz reverente; gracias por este flujo
llamado vida, por las múltiples oportunidades de descubrir la magia
de la vida, por el canto de los pájaros que traen mensajes de otras
realidades, por mis manos, que puedo convertir en caricias, elevadas
a categoría de terapia.
He jugado con los instantes, que son luminosos cuando los sabo-
reamos intensamente, y opacos cuando permitimos que se marchiten

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La fuerza de vivenciar la gratitud

sin aprendizaje ni placer. Gracias porque la vida se esconde en la yema


de cada momento, la luciérnaga que contrarresta la oscuridad. Gracias
por la posibilidad de germinar esperanzas y cultivar sueños que pro-
ducen arcoíris; gracias por permitirme rozar la plenitud y rendir culto
al éxtasis y por la posibilidad de disponer de instantes crujientes.
Gracias por el vecindario de múltiples constelaciones, por el sa-
bor del saber y por la colección de días que desfilan por mí cada año.
Quiero que mi fugacidad repercuta en la eternidad y que la inmen-
sidad envuelva mis instantes, que cada pliegue de mi alma recoja el
aroma de la vida plena. Gracias por permitirme sentir que estoy vivo,
que soy parte de algo más grande; por la posibilidad de constatar que
todo es uno y todo está vivo; gracias por el fuego, por su calor y sus
mensajes, por las lágrimas que no interrumpen mi felicidad; gracias
por los ojos que me permiten beber los colores y por los oídos que
convierten los estímulos sonoros en música; gracias por la vida que
circula por mis venas, por el universo que se esconde en mis células,
por los átomos de otros tiempos y las galaxias que pueblan mis cuer-
pos energéticos.
Quiero agradecer también por las lágrimas que eventualmente
humedecen mis mejillas, sin interrumpir la felicidad que me habi-
ta; gracias por la posibilidad de convertir en sueño la pesadilla, lo
inferior en superior, por la oportunidad evolucionaria, por el labo-
ratorio de alquimia llamado vida al que fui convocado. Germinaré
mi espíritu y sublimaré todo lo que sea necesario, entrelazaré mis
ajayus con el Chej Pacha, seré fiel a la plenitud, hablaré el idioma
del silencio y traduciré el brillo de la sabiduría ancestral, para que
el buscador atento aprenda a aclimatar a este tiempo las joyas que
usaron nuestros antepasados.
Gracias por permitirme cabalgar en el tiempo, esa danza de áto-
mos que ocurre en mi espacio personal; por las estrellas que me re-
cuerdan la importancia de vestirse de luz cuando llega la oscuridad;
gracias por el arte, que me invita a convertir mi vida en una galería
artística, donde solo se coleccionan buenos recuerdos, y gracias por
los párpados, que desaparecen los colores para entregarme a conti-
nuación las alas y con ellas volar al descanso. Gracias por el círculo y

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Maestría en felicidad

las formas sagradas, por los templos donde se concentra la energía;


gracias por este viaje multidimensional llamado vida, un camino lle-
no de agujeros pero también de oportunidades.
Gracias por los árboles y su presencia protectora, por los ríos y su
invitación a fluir, gracias por la posibilidad de soñar y, en especial, por
darnos la capacidad de encarnar las mejores utopías, por permitirnos
derribar muros y alcanzar imposibles. Cada año es una cronología de
tiempo encuadernado en forma de días; el tiempo es el país donde
reina la fugacidad. Quien no reacciona oportunamente y organiza sus
instantes, corre el riesgo de haber visitado la Tierra en vano. Gracias
por el ritual cotidiano del amanecer, con que envuelves el regalo de
cada día y por la transparencia de la humildad, pasaporte donde nos
colocan el sello de la reverencia, requisito para acceder a los secretos
iniciáticos; gracias por las nubes que nos hablan de la dinámica exis-
tencial, nos recuerdan que todo está en movimiento, gracias por de-
jarme vivir en plena orilla de la eternidad, donde poca gente levanta
su campamento.
Gracias por mis brazos, que en cualquier momento se convierten
en abrazos; gracias por la paciente vigilia de los guardianes, respe-
tuosos testigos de nuestros mejores errores; gracias por estrenar un
nuevo sol cada mañana, por dotarnos de visión para comprender la
misión, por la soledad y la compañía, ambas de cinco estrellas, por el
bosque, donde lo invisible siempre es frondoso y el clima energizador.
Gracias por el horizonte, repostería cromática a la hora vespertina
y por la capacidad de sentir el placer que sienten nuestros cuerpos,
para recordarnos que el placer es la antesala al éxtasis, la alfombra de
la plenitud, el salvoconducto a la unicidad, territorio liberado desde
donde podemos comprender el origen y propósito de la vida.
Gracias por la maravillosa tecnología con que fue fabricado
nuestro cuerpo, por el océano multicolor y enigmático de la mente,
por la posibilidad de acceder a otros tiempos cuando nos preparamos
y por la sabiduría ancestral, la ciencia de los abuelos, desde la cual nos
dejaron huellas de magia, para recordarnos que la vida es mucho más
de lo imaginado.
Quiero agradecer también por la diversidad biológica que posi-
bilita una sedosa biósfera, donde todos ayudan a todos, generando

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La fuerza de vivenciar la gratitud

un microclima que se torna fosforescente con la felicidad. Aquí no


hay mejor dispositivo que el corazón lleno de amor y la actitud se-
dienta de crecimiento. Gracias por la mirada de los niños que aún
contemplan otras realidades, por la meditación que nos purifica,
por la danza que nos libera y el canto que nos cura. Gracias, inclu-
so por las adversidades que nos hicieron fuertes, por la incompren-
sión que al comprenderla nos hace flexibles, por la envidia que nos
recuerda que estamos mejor y por todas las difamaciones que nos
hacen imperturbables.
De manera personal quiero agradecerte porque no me privaste
de nada. No sé si fuiste tú o una parte mía. Unas veces se desbandaron
mis ideas y en otras el silencio se convirtió en chasquidos. Gracias por
la embriaguez mística y por las brumas de eventual confusión que
experimenté cuando, joven e impulsivo, quería cambiar el mundo a
mi manera, y por ese desgarre de la eternidad, a mis quince años sufrí
y atravesé un oscuro túnel. Gracias por los glaciares y las cataratas,
por las selvas y las montañas, por los acantilados y los cañones, por
las playas y los desiertos, por las palabras y las visiones, por las no-
ches de insomnio creador y la aridez de las fronteras; gracias por la
espiritualidad mundana que eleva a categoría de exótico mi presente.
Admito mi locura, no tengo excusas. He cercenado la mediocridad, he
truncado la estupidez, he maniatado a mis temores, he incinerado a
la frivolidad para convertir en sagradas las burbujas de mis instantes.
No es ficción, es expiración de lo convencional, es rediseñar el destino
sugerido y transitar desnudo el sendero de la «descivilización». Es
dejar en libertad mi libertad, proponiendo al amor como garante, a la
felicidad como contexto y a la paz como vestuario.
Y, finalmente, gracias por la poesía, que en forma de flores, atar-
deceres o miradas de ancianos ausentes acompañaron mi caminata.
Es probable que el sueño persista cuando la penumbra de la ausencia
descienda, cuando mi palabra se extinga y las formas se disipen, en-
tonces, en la arena del olvido, ahí, en la orilla del último crepúsculo,
escribiré una vez más: gracias…

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Carta XVIII

Aduéñate de ti mismo

A manece. Muchos aún duermen. Recuerdo a mi padre subiendo


las escaleras, lo veo marchándose, solo le miro, la mayoría se va
antes de la vejez. Un día en África, sentí intensa indignación por tan-
ta injustica; la recuerdo a ella, piel morena, ojos felinos, fragancia de
juventud y ninguna esperanza. Recuerdo esa terraza en Hong Kong,
ella esperaba a alguien mientras yo observaba la ciudad desde aquella
elevada azotea. Se integró al paisaje, mi soledad estaba distraída con
su presencia, hasta que llego él; creo que se amaban, mi soledad de
inmediato miró en otra dirección; saqué un pañuelo, no, no estaba
llorando, solo que mi nostalgia se había acostado en el suelo.
El edificio de al lado está vacío, como el vecino que cada tarde, a
la hora vespertina, saca de paseo a su depresión, camuflada en un pe-
rrito atado a su mano. Acabo de encontrar una foto de mi cumpleaños
veintinueve, cuando alguien me dio como regalo un viaje en barco

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Maestría en felicidad

a Marruecos. Eran tiempos en los cuales merodeaba por Europa, in-


ventariando individualismos y presenciando maratones de egoísmo.
Una noche, casi veinte personas sucesivamente me negaron hospeda-
je. Eran ecologistas, y algunos eran diputados verdes. Entonces com-
prendí que la ecología que no es vivencial es solo estrategia falaz. Esa
noche tuve que dormir en un parque vecino, donde estaba permitido
dormir, siempre y cuando lo hicieras sentado.
Mi barba renueva su color, que comenzó a cambiar hace un par
de años, y cree que no me doy cuenta, que sigo siendo el mismo. Bus-
co un chocolate, me acerco a la ventana, me siento libre, no soportaría
una vida sin libertad, pienso. He viajado por todo el mundo, conozco
bosques de ceguera y montañas de soberbia, océanos de indiferencia
y centros comerciales donde se vende absolutamente todo lo que no
necesitamos.
Soy libre. «¿Para qué ser libre?», me pregunté con frecuencia.
Para empaparme de vida, para ser yo mismo, pero en mi mejor ver-
sión; para tejer mis días con los hilos de la esperanza, para espiritua-
lizar lo mundano y elevar a categoría de sagrado mi cuerpo y sus ins-
tantes. Soy libre para correr hacia mi horizonte predilecto, purgado de
adicciones y dependencias, fluyendo como el agua, subiendo como el
humo, llenándome de luz como la luna, orillando la plenitud como el
ferviente aprendiz. No prometo nada, solo vivir con pasión y desape-
go, quizá la libertad sea mi apego secreto.
He conocido personas que buscan ser libres, pero no saben para
qué; jóvenes que en nombre de la libertad se llenan de cadenas, muje-
res que confunden vida con celda confortable, en nombre de la insti-
tución matrimonial; he presenciado a las nuevas generaciones, cayen-
do en manos de las adicciones, frecuentando bares donde ponen en
remojo sus neuronas, adolescentes que ya saben cómo hacerse daño,
niños que aprendieron a aburrirse.
La libertad es el terreno donde crece el árbol de la autenticidad,
es la posibilidad de ser tú mismo, desde ese trabajo interior que solo
tú podrás realizar. ¿Eres libre? ¿Te sientes libre? Conozco gente atra-
pada incluso en lo que ama. La libertad comienza con ese trabajo inte-
rior, que no es otra cosa que conocerse, y ello ocurre cuando comien-

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Aduéñate de ti mismo

zas a observarte. Al conocerte podrás darte cuenta de lo que precisas


cambiar y de aquello que puede actuar como tu fortaleza. Recuerda
entronizar a tu conciencia como la máxima autoridad, de esa manera
podrás resistir con facilidad los embates del entorno, siempre entro-
metido. Todos tenemos algún familiar que quiere que hagamos lo que
hizo, lo que no hizo; todos conocemos gente dispuesta a aconsejarnos
sin escucharnos, sin conocernos, sin darse cuenta que cada uno es una
historia única e irrepetible.
En verdad es mi libertad la que quiere hablar con la tuya, decirle,
por ejemplo: «Haz lo que sientas que tienes que hacer; si aprendiste
a amar, esa es la mejor garantía». Si tienes un plan de vida, con obje-
tivos claros y maneras cuidadosamente elegidas, adelante, recuerda
que la gente libre es aquella que decide tomar las riendas de su vida,
porque la libertad tiene como apellido responsabilidad.
Si estás dispuesto a ser libre, deberás crecer con todo lo que te
pasa, esto es, estar preparado para todo, en un contexto de coherencia
creciente. Entrégate a todo lo que te toque hacer, apasiónate desape-
gadamente, sin perder de vista las creencias que influyen en tu vida,
sin descartar modificarlas si en algún momento ellas se convierten en
una interferencia. Aquello en lo que crees, puedes cambiarlo siempre
que sea necesario; son los objetivos los que deben ser mantenidos
hasta lograrse y, a veces, descartarse, y los principios, como cimientos
de una vida digna, rara vez deben modificarse.
En la vida, constantemente estarás en situación de quedar en-
ganchado a algo o a alguien. Permanece atento, siempre dispuesto a
soltar cadenas, dependencias; sentirse libre le da un sabor increíble
a la vida. Autorregula tu libertad, llévala hasta niveles de soberanía
existencial, recuerda que se puede aprender a usar cada vez con más
excelencia, que puedes aprender a vivir cada vez mejor y llegar al
punto máximo de intensidad existencial, contexto en el que puedes
direccionar tu energía con creciente lucidez y ponerla al servicio de tu
crecimiento, mientras disfrutas de la vida y sus sorpresas.
Necesitarás desafíos grandes para volar cada vez más alto, ad-
versidades para hacerte fuerte, enfrentar problemas para desarrollar
tus capacidades y ejercer tu poder. Cuando te encuentres en situacio-

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Maestría en felicidad

nes difíciles, identifica la emoción predominante en cada situación, al


punto de elegir cómo quieres manejarte en cada caso. No te propongo
ninguna forma de represión, solo conciencia, darte cuenta, respirar
profundo, reciclar emociones inadecuadas o canalizarlas adecuada-
mente. Eso es trabajo interior, ser soberano y gobernante de lo que
sientes, usando en cada situación la emoción precisa.
La gente libre hace lo que ama y, cuando es necesario hacer algo
diferente, aprende a amar lo que le toca hacer. De esta manera, apren-
de a ser cada vez más libre, más auténtico, más tú mismo, pintando de
colores el viaje de la vida, donde vivir es elegir y ello debería incluir la
elección de amistades inteligentes y libres como tú. Recuerda, la gente
libre se da tiempo para sí misma, pero a veces olvídate del tiempo y
limítate a hacer lo que estás haciendo, convertido en lo que haces.
Date tiempo para estar con los que amas, camina con la mente
abierta a casi todo, abraza si así lo sientes, acaricia, expresa lo que
transporta tu corazón; explora sin temor, la vida es una maravillosa
aventura reservada para libres; apodérate de tu vida sin olvidar que el
hombre libre es aquel que es dueño de sí mismo. Recuerda también
que solo quien es feliz y vibra desde el amor es libre de verdad.
¿Sabías que el tiempo libre requiere gente libre? ¿Que el tiem-
po libre requiere una buena preparación para saber usarlo adecua-
damente? ¿Que el tan buscado tiempo libre se ha convertido en un
tiempo de autodestrucción? Vivimos en una sociedad llena de necesi-
dades innecesarias y simultáneamente con necesidades insatisfechas,
atenazada por el miedo al qué dirán, al fracaso y al rechazo; sometida
a la resignación, porque la información reemplazó a la sabiduría, el
confort a la felicidad, el trabajo a la misión. La gente de este tiempo
vive anestesiada por la creciente oferta de distracciones, en un con-
texto donde lo recreativo ha pasado a llenar el vacío del sinsentido. En
una situación como esta, te pido conservar tu libertad, es decir, asume
la responsabilidad de vivir bien.
Ignora el desorden llamado infelicidad, es un mal ejemplo que
no precisas seguir; escucha el silencio más que los consejos de quienes
nunca aprendieron a vivir; la voz de tu conciencia, una vez apagadas
las otras voces, será un asesor valioso. Sucede que para desplegarse, la

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Aduéñate de ti mismo

libertad precisa de la responsabilidad que proviene del crecimiento, el


cual emana del trabajo interior. La libertad se dispersa poderosamen-
te cuando está adecuadamente mezclada con felicidad y amor; su es-
puma es duradera cuando el fuego del conocimiento la mantiene viva.
La libertad sabe dar la bienvenida a las sorpresas y siempre dispone
de un plan B, entonces, casi nunca pierde su centro, ella sabe el poder
que posee cuando está en la actitud adecuada, de la manera precisa,
haciendo lo que tiene que hacer.
La libertad se impulsa con el combustible del conocimiento. Ca-
balga tranquila, sabe cuál es su Norte, por ello avanza indetenible sin
distraerse con el simplismo ni perder tiempo en lo que no tiene senti-
do. La libertad usa riguroso traje transparente, no tiene nada que ocul-
tar, tiene la forma de la circunstancia en la que se encuentra, palpita
con la intensidad de quien sabe que por sus venas circula la plenitud
y que sus huellas irradian una música parecida a la felicidad.
Vivir con libertad se convierte en una de las actividades más
placenteras; es tener permiso para producir milagros, es horadar el
tiempo y encontrar en lo profundo de cada instante la eternidad, es
acceder a la médula de la vida y germinar semillas de plenitud. Las
entrañas de la libertad son luminosas, sus alas saben de imposibles
y están preñadas de otras realidades, su mirada se alimenta de luz y
transporta múltiples sueños, solo interrumpidos por rituales donde se
maneja la energía, colocándola al servicio de la evolución.
Ser libre es la mejor manera de iluminar el camino del amor,
la mejor semilla para cultivar, en el terreno de la felicidad, la más
hermosa invitación a ser tú mismo y, desde ti, a desplegar tus alas y
disolverte en el orden cósmico, la casa grande donde nos esperan. Te
invito a ser libre definitivamente y también a compartir conmigo un
diálogo sobre el tiempo, el presente y la muerte, en la próxima carta.
Te confieso que el próximo secreto alude a mi reflexión predilecta, y
será una alegría compartirla contigo.

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Carta XIX

La conciencia de fugacidad

A noche dejé de escribir temprano, abrí la ventana, dejé correr mis


pensamientos, sentí frío, apagué la luz, un sentimiento extraño
invadió mi cuerpo. Recuerdo la primera vez que fui a un cementerio,
aún era niño y no comprendía por qué la gente se moría. A veces
pienso que la muerte es injusta. Tendría que uno vivir en función de
los méritos realizados. La gente que ayuda a los demás, que desarrolla
su conciencia, que maneja bien su energía, tendría que tener mayor
tiempo de vida. En cambio, quienes malgastan su vida, los que matan
su tiempo, la gente que destruye su salud y hace daño a los demás,
tendría que vivir menos.
Intenté leer, pero no pude concentrarme; volví a recordar al ami-
go que hace poco partió. Borges decía que la gente tiene la mala cos-
tumbre de morirse. Ignoro por qué guardo en un recuadro especial de
mi memoria este tema, el de la fugacidad. El tiempo y su indetenible

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Maestría en felicidad

flujo siempre ha sido para mí motivo de sospechoso silencio. En el


fondo me desagrada la forma en que la vida va decolorándose con
independencia del cumplimiento de la misión que cada no trae.
Recuerdo que el otro día, mientras conducía, aparecí involuntaria-
mente en un cortejo fúnebre. Cuando me di cuenta, ya formaba parte
de una caravana de autos, poblados de luto por dentro. Cuando por fin
me aparté de ese desfile final, no recordaba absolutamente nada, como
si todos esos minutos hubieran pasado a un universo paralelo y habita-
do otro tiempo. Creo que es posible estar en dos sitios a la vez.
Más tarde me sentí mejor. Contemplé el cielo, y pensar que algu-
nas estrellas que veo ya no existen, que solo percibo el reflejo de la luz
que tuvieron y que se demora años en llegar a la Tierra. «¿Dónde estaré
dentro de un millón de años?», me pregunto, se estremece mi cuerpo.
Entonces me aferro al presente y a la urgencia de vivir con la intensidad
existencial digna de quien se sabe de paso y con el futuro incierto.
Aún quiero hacer tantas cosas. Hacer, por ejemplo, más poesía
y que ella me trasforme. Quiero vivir en la dimensión poética de la
existencia, ascender la palabra hasta la azotea de la magia, ahondar en
el instante hasta descubrir la eternidad, reintegrarme en lo universal
sin perder mi identidad y, en la intimidad de cada día, recuperar el
asombro y reconstruir la inocencia, desechar lo innecesario y vestir el
poncho de la humildad.
Quiero reintegrarme al Universo, encarnar la pureza, llevar mi
insatisfacción al laboratorio donde se fabrican sueños, forjar silencios
y dejar mensajes grabados, junto con música, no sé si serán despedida
o celebración de la vida. Quiero abandonarme a la intuición y envol-
verme de trascendencia, quiero apostar de nuevo por la rebeldía y que
mi insumisión continúe siendo una amenaza para todos los que in-
sisten en permanecer dormidos. Adolezco de la imperiosa necesidad
de contribuir al despertar del otro y hablarle de lo inconmensurable, de
la utopía y de la belleza de lo sagrado. Quiero continuar cincelando el
despertar del buscador sincero, de aquel que está en la capacidad de
recoger el verso y convertirlo en vida nueva.
Soy consciente de mi fugacidad y ello me compromete a no de-
jar pasar un día en vano. Estoy consciente de que soy tiempo que se

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La conciencia de fugacidad

marcha, que hoy puede ser el día más hermoso de mi vida, porque
solo existe hoy. Abandonar el presente es suprema irresponsabilidad
existencial, solo apta para dormidos.
Valora tu tiempo, es decir, no postergues: el tiempo tiene la cos-
tumbre de no esperar jamás; no ates cabos, ata instantes, madruga,
comienza el día con una ducha fría y una dosis inicial de meditación,
limítate a vivir el presente con la pasión y desapego que corresponde
a quienes saben que no tendrán otra oportunidad. Aléjate de la gente
negativa, su presencia se traduce en pérdida de tiempo, recuerda que
el tiempo es vida, quizá para algunos sea dinero, pero para nosotros es
vida, es decir, lo único y más valioso que tenemos.
Conviértete en lo que haces, por ejemplo, nunca interrumpas
un diálogo por una llamada telefónica; hay excepciones y urgencias,
sin embargo, al margen de ello, es bueno respetar tu presente y no
fragmentarlo dispersándote; tampoco pierdas el tiempo en chismes o
leyendo libros basura, que actualmente abundan. Presta especial aten-
ción a los que roban tu tiempo, tenlos bien identificados para evitar-
los, practica rigurosa puntualidad. Llega tranquilo antes y disfrutando
del itinerario, recuerda que ser puntual es respetar el tiempo del otro.
Ten cuidado con lo fácil y rápido, con lo barato que no necesi-
tas. Recuerda también que el dinero que obtuviste trabajando es el
precio del pedazo de vida que entregaste por ello, por eso no puedes
gastarlo comprando lo que no necesitas. Hay personas que por to-
mar los atajos terminan llegando más rápido al lugar equivocado.
Todo tiene su ritmo, encuéntralo, todo tiene su tiempo. No te robes
la oportunidad de contemplar el cielo estrellado antes de dormir,
de escuchar el canto de los pájaros al despertar o degustar el bufet
cromático a la hora vespertina.
Vivir el presente con la intensidad que requiere cada situación
es vivir con inteligencia. No te sobrecargues, delega, aprende a prio-
rizar. Vivir el presente es dar la bienvenida a la felicidad que solo se
manifiesta en él. Recuerda que estamos de paso, entonces disfrutar
la vida es un deber existencial. Si solo tenemos una breve existencia,
tenemos que vivirla con placer. Tampoco olvides que nada es defini-
tivo, excepto el cambio, que ser feliz es vivir conscientes del paso del

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Maestría en felicidad

tiempo, sobre la base del darte cuenta que estás vivo, ese es un buen
punto de partida y que no importe qué edad tengas, ninguna edad es
un problema para nada.
¿Qué harías si solo tuvieras un año de vida? La respuesta que
des a esta pregunta es fundamental para organizar bien el manejo
de tu tiempo, porque aquello que harías si solo te quedara un año de
vida, en realidad es lo que deberías hacer siempre, porque no sabes
cuándo será tu último año, recuerda que la mayoría de la gente muere
a cualquier edad menos de anciana. Los momentos sin felicidad son
tiempo perdido. Es verdad que la vida es corta, pero te aseguro que la
felicidad y su inmensidad caben en ella.
Quien se da cuenta que va a morir y no busca el sentido de su
vida, no invierte en aprender a vivir ni despliega todo su potencial,
está en un grave problema. Es que no vivir el presente intensamente,
es decir, creciendo y disfrutando, ayudando y amando, se parece a
una lamentable enfermedad mental. Cuánta gente, recién en la etapa
final de su vida, cuando la mitad de su cuerpo le duele y la otra mitad
ya no le funciona, recién comienza a darse cuenta que la vida era otra
cosa, que el tiempo pasa y no vuelve, que las oportunidades tienen
la mala costumbre de no perdonar al que no las identifica a tiempo
y en represalia deciden no regresar. Y al darse cuenta de que se les
agotó el tiempo y transcurrió casi toda su vida sin que hayan liberado
su potencial ni descubierto su misión, caen presa del remordimiento,
planteándose lo que harían si la vida comenzara de nuevo. No esperes
llegar a esa situación, si bien nunca es demasiado tarde para aprender
a vivir, es mejor hacerlo cuanto antes, cuando aún tu vehículo corpo-
ral no te impida hacer lo que amas.
Para quien vivió bien, la muerte será solo el amanecer de otro
día, el nacimiento a otra vida. Es que partir diciendo y sintiendo la
misión cumplida, es un placer inexpresable. Haber aprendido a vivir
implica también haber aprendido a tener buenas relaciones con la
muerte, porque habremos vivido dejando huellas inspiradoras y re-
cordando que somos parte de algo más grande. En esta perspectiva
quiero decirte: nunca te detengas mientras estés vivo, ya sabes que el
tiempo no espera, recuerda que en cuestión de tiempo no tendrás una

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La conciencia de fugacidad

segunda oportunidad, porque cada día es por única y última vez, que
la vida se nos va, como el agua de las manos, que no podemos evitar
el paso del tiempo, pero es posible, convertir ese flujo en crecimiento.
En la carta anterior te dije que la vida quiere liberarse; en esta
te hablé de la fugacidad, de cómo un día las brasas de tu presente se
convertirán en cenizas y tú en recuerdo. Alguna mejilla húmeda, que
también se llevará el olvido, definitiva morada, eventualmente visita-
da por la memoria.
Un infinito horizonte nos espera, es la llanura eterna de la cual
tenemos pocas noticias; solo sabemos que el rocío asciende y que las
sombras tienen luz, que las flores son transparentes y que retumba el
silencio. Que el presente está desparramado por todas partes, porque
en ese nuevo tiempo no habrá pasado ni futuro, ni huella ni cordura,
entonces algunos recién comprenderán que en la Tierra, al no apren-
der a vivir, lucharon en una trinchera equivocada, que se dedicaron a
acumular cosas que no pudieron trasladar a su definitiva morada, que
se enredaron con ilusiones y se crucificaron a la infelicidad, siguiendo
los consejos de quienes, en su ceguera, solo sabían obedecer o mandar.
Tranquilo, si estás leyendo esta carta, aun estás a tiempo. Po-
drías comenzar declarándote feliz y, a continuación, con la urgencia
existencial requerida, aprender a vivir y desde ese puerto conducir el
barco de tu vida, por la vastedad de un océano lleno de enseñanzas,
pero reservado a quienes decidieron despertar su alma y embriagarse
de vida. Esto requiere un plan. Te comparto en la carta próxima mi
manera de planificar mi vida. Hasta la próxima.

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Carta XX

El tren de aterrizaje para tus sueños

A final de año la gente se da cuenta de que transcurrió un año, que


precisa renovar el calendario, que debemos celebrar el nuevo
año y gastar en ello lo que sea necesario. La opinión pública condena
a quien se abstrae de este ritual que se repite mecánicamente cada
doce meses.
El ambiente es festivo, pocos se dan cuenta de que en realidad
consumieron un año de su vida, que les queda un año menos para
vivir, es decir, que cada año que pasa estamos más cerca de la muerte;
en verdad quería hablar un poco de la muerte en la anterior carta,
pero no fui capaz, ¿te diste cuenta, verdad?
La calle donde vivo es tranquila, está al norte, cerca de la monta-
ña. Una pirámide natural, a manera de cúpula, decora su imponente
silueta. De vez en cuando pasan autos, nunca sabré a dónde se dirigen.
Una mujer con abundante maquillaje espera un taxi; hay gente que se

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Maestría en felicidad

pasa esperando que pase algo en su vida y solo se pasa su vida. El tubo
de escape del taxi que la recoge exhala oscuridad gaseosa, un aporte
más al calentamiento global, que a nadie parece importarle. Desde la
ventanilla de otro auto, pasa otra mujer sin ver, parece que la tristeza
se apoderó de ella, quizá también eligió ser infeliz, es decir, cumplir
el libreto oficial, donde aprender a vivir no es rentable y, por tanto,
puede ser descartado.
Veo a una persona caminar de prisa, a otra que va a ninguna
parte, pienso. El domingo son las elecciones en mi país, la democracia
en la actualidad fue hecha prisionera de los medios de comunicación
y de la tecnología que persuade y manipula. Algunos candidatos van
mintiendo casa por casa. En el ambiente preelectoral todo es mentira.
Alguien estacionó su auto con las luces encendidas, le vi bajar
con prisa, su vida permanece apagada, la puerta del vecino se abre,
parece sin vida, como la mayoría. «La muerte comienza con la infe-
licidad», pienso. Veo a un vecino cruzar la calle, a un joven acudir
al ritual pedagógico diario, a una anciana dar pasos lentos (¿cuántos
buenos recuerdos habrá acumulado en toda su vida?) Una botella,
junto al árbol, delata la cultura etílica que tienen muchos devotos en
las nuevas generaciones; es más fácil destruir, destruirse, amontonar
los instantes, lanzarlos por la ventana, acostumbrarse al absurdo, gra-
duarse de escombro, apestar por infelicidad y tener un buen estatus,
todo al mismo tiempo. En el país de la apariencia, importa lo que
pareces, no lo que eres. Un día constaté que hay muertos caminando
por las calles.
¿Qué hacer ante semejante panorama? Un plan de vida puede
ser la herramienta que te permita organizar tu existencia y elevarla
al nivel mínimo normal, es decir, a la felicidad, con todos los efectos
colaterales que ello implica. Quizá el primer paso sea reconstruir la
capacidad de soñar, majaderamente machacada y en muchos casos su-
primida. Los sueños son la cantera de donde provienen los objetivos;
los sueños son locos, son libres, son utópicos, sin embargo, soñarlos,
imaginarlos, convivir con ellos temporalmente y fabricar nuevos sue-
ños, resulta altamente placentero e imprescindible en una vida en la
cual precisamos sentirnos intensamente vivos.

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El tren de aterrizaje para tus sueños

De los sueños extraeremos los objetivos, que básicamente son


sueños con tren de aterrizaje, es decir, viables y aplicables, con ca-
pacidad de implementación y adecuados a realidades concretas. Los
objetivos marcan el Norte, la perspectiva, el rumbo que otorgaremos
a nuestra vida, porque no es posible esperar una vida con felicidad
y sin objetivos. Junto a ello, precisaremos dotarnos de principios y
valores compatibles con la perspectiva elegida. Los principios son las
luces que iluminan el camino, esos faros que en la oscuridad de las
circunstancias existenciales, impredecibles y dinámicas, nos iluminan
la marcha, marcando referentes y límites, es decir, las reglas de juego
que marca el nivel ético que elegimos para vivir.
A todo ello es preciso añadir los medios adecuados, las activida-
des precisas, los cómos compatibilizados con las metas propuestas, de
manera que nuestro movimiento energético actúe en un contexto de
coherencia creciente. Establecidos los cuatro aspectos mencionados,
solo será necesario enmarcar nuestro plan de vida en un cronograma
realista, un manejo de nuestro tiempo que establezca plazos, de ma-
nera que esté claro lo que tenemos que hacer esta semana, este mes
y este año. Junto a ello, será preciso establecer un mecanismo de eva-
luación para medir nuestro avance y constatar el cumplimiento de los
objetivos planteados, además de los medios utilizados, porque todo
deberá estar regulado por los principios elegidos y con el compromiso
de crecer durante el proceso y disfrutar de todo el itinerario.
No importa la edad que tengas, debes saber que una vida bien
planificada tiene grandes beneficios, porque la vida es como una
empresa, requiere de una buena planeación, una buena gerencia,
una buena estrategia para tener una gran ganancia, esto es, felici-
dad duradera, amor permanente, libertad lúcida, paz interior y una
abundante salud.
Me gustaría preguntarte si vives enfocado en tus objetivos, si tie-
nes tus principios claros, si tus creencias no actúan como obstáculos
para lograr tus metas, si tus hábitos son compatibles con tus objeti-
vos; si tienes la estrategia existencial precisa para el momento en que
te encuentras actualmente.

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Maestría en felicidad

También es necesario que te asegures de tener metas inteligen-


tes, maneras creativas y todo articulado a tu misión. El resto, convertir
todo esto en tu estilo de vida. También es cierto que no todo saldrá
como tú planeas, entonces será preciso un plan B, C, D, etc. Elaborar
un plan de vida no te exime de prepararte para ser experto en impro-
visar, en mantener tu centro en medio de la turbulencia. Ello incluye
también pensar y sentir (razón e intuición), posibilitando una sincro-
nización hemisférica que nos permita jugar con ventaja.
Te propongo planificar una vida innovadora, tener objetivos
grandes pero realistas, manejar tu vida como una empresa, pero con
un alto nivel de espiritualidad y un perfil artístico que te apasione,
atravesar cada uno de tus días.
Recuerda que un error puede ser un paso adelante si sabes cómo
reciclarlo, que la felicidad se autogestiona, que caminar rumbo a la
vida plena implica gerenciar lúcidamente nuestra vida, y para ello
te escribo estas cartas, que son claves iniciáticas que en conjunto te
brindan la posibilidad de vivir espectacularmente. Te propongo tam-
bién considerarte tu propio gerente interior, ese que sabe manejar sus
procesos internos, que se asegura de dar cada día un paso hacia sus
objetivos, que sabe direccionar su energía rumbo a sus metas, usando
intención más visualización.
Mira si el camino que tomaste coincide con tus objetivos; autoe-
valuarse constantemente es fundamental, más nunca te desanimes
cuando las cosas no salgan como planeas. Esta es la maestría en feli-
cidad y tú, al concluir este curso, te graduarás si apruebas la tesis de
aplicar todo esto a tu vida, es decir, convirtiéndote en gerente en felici-
dad, en experto en planeación estratégica de tu vida; tú podrás ayudar
a otros a recuperar su capacidad de soñar, esa será la mejor profesión,
la más buscada en el futuro cercano.
Te reitero, primero sueña en grande, a continuación asegúrate de
ponerte metas claras y aprender la manera de alcanzarlas sin estrés.
Otorga a tu vida un gran propósito social, sin olvidar que el corazón
es tu propósito, la esencia es tu misión, desde la cual se posibilita tu
evolución. Enfoca tu vida rumbo a tus sueños, ten cuidado para nun-
ca confundir medios con fines y que lo urgente no te distraiga de lo

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El tren de aterrizaje para tus sueños

importante. Recuerda que tener metas y desafíos ayuda a vivir con


calidad. Sueña y visualiza tu futuro cada día.
Finalmente, quiero reiterarte la importancia de encontrarte para
despertarte, si aún no lo hiciste. Cuando ello ocurra, revisa tus pla-
nes y adecúalos a la etapa en la que te encuentras, asegurándote de
transportar mucho optimismo y creatividad que, puestos en acción,
multiplicarán tu felicidad, porque en definitiva se trata de ser felices,
para que la felicidad apadrine todo lo demás.
Disfruta de la disciplina y la voluntad; nacemos incompletos,
pero traemos la semilla, que germinará cuando nos preparemos,
cuando nos dotemos de un buen plan de vida, después de todo es
fácil ser feliz, cuando aprendemos a vivir. Ese es el punto: afinar
nuestro plan de vida, acostumbrarnos a planearlo todo y al interior
de los planes fluir e improvisar, desabrochar toda la espontaneidad y
esa atroz creatividad que convertirá los problemas en espacios para
crecer y disfrutar.
Mi plan de vida no incluye estrellarme ni experimentar la infe-
licidad en cualquiera de sus formatos. Te sugiero soñar más, planear
mucho, disfrutar intensamente, no aferrarte a planes ni resultados,
realizarlos con pasión, creciendo y aprendiendo de todo lo que te
pase. Basta una nube para improvisar una lluvia, basta un sol periféri-
co para pintar un arcoíris, bastas tú para planear una vida espectacu-
lar y regalártela 365 veces por año. La trilogía que transformó muchas
vidas se compone de meditación, autoobservación y reflexión, creati-
vamente constituidos en estilo de vida. De esto quiero hablarte en la
próxima carta. Estás invitado.

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Carta XXI

La trilogía necesaria
para transformar tu vida

E ntra alguien más, era un recuerdo, enciendo una idea, me pregun-


to por el destinatario de estas cartas, en realidad son un fragmen-
to de mi vida. Anochece, siento frío, me acurruco por un momento,
pronto saldré de viaje, pienso; mi pelo yace cuidadosamente desarre-
glado mientras mi barba ensaya una discrepancia cromática e insiste
en diferenciarse, amigándose con la nieve en su apariencia. Pasa una
ambulancia, gente desolada acompaña a quien casi pierde la vida; en
verdad, todo el tiempo la gente juega a destruir su vida; creo que ha
muerto, le cubren el rostro, quizá su vida se fue sin haberse estrenado
en su versión plena.
Miro a un lado y al otro, no hay testigos, podría ser infeliz un
momento, me pregunto con curiosidad; aparecen las primeras estre-
llas, creo que todo el universo me está mirando. La calle quedó vacía

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Maestría en felicidad

por un instante, me sentí solo, ¿será que me estoy acostumbrando al


caos?, me pregunto; el humano tiene la extraña habilidad de acostum-
brarse a todo.
He dividido mi vida en franjas, cada una tiene su propio color.
Actualmente me encuentro en una coyuntura confortablemente amo-
blada, diseñada para no necesitar nada del exterior, bueno, casi nada.
Tiene forma circular y no cave nada por debajo del nivel de la feli-
cidad. Hace días, temprano por la mañana, me encontré con unos
vecinos que buscaban a su mascota, que se había extraviado. Me que-
dé pensativo, la felicidad está extraviada hace mucho y no veo gente
buscándola con auténtica intención de quedarse con ella. En verdad,
es totalmente genuina la infelicidad que muchos practican, hasta po-
drían patentar su fórmula y vender franquicias.
Para una vida tan breve, basta una meditación cotidiana. En cual-
quier momento y lugar, permite que el silencio te acoja. Excelente
comenzar el día meditando, es una forma de contrarrestar la fuga
constante del tiempo. Si comenzaste el día meditando, su eco se ex-
tenderá a lo ancho de todo el día, los pensamientos emigrarán cada
vez que sintonices al silencio; el alma, taciturna en principio, cultivará
espigas de esperanza, anidando olas de tiempo, que solo se detienen
ante el silencio. Por la mañana, a mediodía y por la tarde, podrás hacer
lo que quieras siempre que, invisiblemente, te inclines sobre ti mis-
mo, e inaugures introspecciones profundas, viajes al espacio interior
que habitas, guarida del espíritu, refugio del silencio que solo sabe de
sensibilidades y sabidurías.
A la hora en que arde el crepúsculo, enciende la hoguera de la
reflexión, permite que la evaluación sobrevuele tu tiempo-espacio.
La evaluación es un ave nocturna que picotea todo lo que hiciste,
desparramando recuerdos para que los vuelvas a ver. Al concluir tu
reflexión, deja galopar las principales enseñanzas del día y echa las
redes de tu comprensión para retener las más valiosas enseñanzas.
Recuerda, la vida es una escuela iniciática, desde que te despertaste.
Vive solo este instante, instante a instante; cada día es una nueva
encarnación en la cual tienes el supremo deber de viajar a ti mismo y
al encontrarte, izar el alerta sereno, la bandera de la vida plena, donde

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La trilogía necesaria para transformar tu vida

está sellado el sentido del propósito. Si deseas caer en alguna tenta-


ción, puedes hacerlo, sin olvidar que nunca podrás cometer el mismo
error dos veces y con la condición de observarte. Que te despeine el
viento y te moje la lluvia, recuerda que estás vivo… por ahora.
Si comienzas el día purificándote con la meditación, si te acuestas
previa evaluación, si te especializas en ver lo bueno en cada situación,
si pones en tela de juicio tus creencias e ideas de vez en cuando, si rea-
lizas un inventario periódico de las oportunidades que te dio la vida
y conservas una actitud agradecida, si manejas el enfoque existencial
que te permite poner toda tu energía en lo que haces, entregándote
totalmente a la experiencia; si sacas enseñanzas de todo, cuidas lo que
piensas y direccionas adecuadamente tus emociones, fortaleciendo tu
autocontrol, con la trilogía que te propongo en esta carta, si vives de
instante a instante y recuerdas en todo momento que se cosecha lo
que se siembra; si conviertes tu búsqueda y crecimiento en tu estilo
de vida, entonces habrás aprendido a vivir. Recuerda que la felicidad
comienza con el aprendizaje a vivir consigo mismo.
Aprendemos a vivir o nos morimos sin vivir, no hay otras alter-
nativas, porque no es vida el vivir a medias. Cometer errores no es un
error grave; vivir sin vivir es un error que amarrará nuestros días a la
mediocridad y a la intrascendencia. He visto almas suspirando, mul-
titudes junto a la niebla del vacío; he presenciado seres sumergidos
en la infelicidad, con la música caducada y el aroma del bienestar au-
sente. Toda la vida y el inmenso potencial, toda la capacidad cerebral
y la magia de la mente, reducidas a una vida simple, opaca, delgada
hasta la banalidad, sin raíz ni adrenalina, sin endorfinas ni el vértigo
de la sorpresa, sin la magia de la entrega ni el éxtasis de saborear
completamente el instante. Entonces cerré los ojos, pero mi cuerpo
continuaba mirando.
La opción está clara, tendrás que elegir si te quedas con la fe-
licidad, es decir, si aprendes a vivir, lo cual implica aprender a dar
contenido profundo al inicial sinsentido que caracteriza la vida, o si-
gues al rebaño, haciendo lo que todos hacen, descartando la reflexión,
la meditación y la autoobservación, limitándote a hacer lo anormal,
normalizado, el autoengaño convertido en forma de vida. El infeliz

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Maestría en felicidad

practica el pesimismo, que es el deporte de mirar solo las dificultades,


pero se hace llamar realista. Se ocupa de la vida de los demás, mien-
tras evita profundizar en la suya, convirtiéndose con el tiempo en
esclavo de su malestar.
Recuerda esto: la razón no puede dar todas las respuestas sin
suprimir la magia ni mutilar las capacidades extrasensoriales. La vida
incluye el misterio, que se revela a quienes con su crecimiento recu-
peran su sensibilidad. Una vida lúcida se construye danzando con los
problemas, aprendiendo de todo lo que pasa y asombrándonos de los
imprevistos. Simplifica, porque en la vida todo puede simplificarse;
no dejes de cambiar las formas, porque el crecimiento implica eso.
Hay cosas que nunca sabrás ni comprenderás, pero ello no debe ser
un problema ni detener tu avance, sin embargo, tu silencio, en un
contexto de crecimiento, te irá revelando muchos secretos. Reflexio-
na, pero también haz silencio; obsérvate constantemente, recuerda
que estar en silencio meditativo es estar contigo, que tu tiempo es tu
principal capital, que puedes con tu crecimiento convertirlo en co-
nocimiento, que satisfacer solo las necesidades básicas, como hace la
mayoría, nunca genera felicidad.
Recuerda también que el hombre feliz es dueño de sí mismo;
que la gente con conocimiento busca equilibrio en su vida y, simul-
táneamente, sensaciones nuevas, cuidando de no descuidar ningún
aspecto de su vida, alerta, atento, porque lo que importa no es lo que
pasa, sino cómo interpretamos aquello, qué actitud desplegamos y
cuánto conocimiento extraemos. Vivir bien es mi actividad favorita
desde que aprendí que cada minuto es mío y por última vez. Desde
entonces, me quité la armadura, dejé de estar al ataque o a la defen-
siva, dejé de prestar atención a los ladridos; la envidia es el olor del
cadáver, que en su sinsentido perpetuo resuelve su vacío exportando
mugre.
Ya sé cómo me llamo, la misión que tengo, el fervor que me po-
see, entonces dejo que el amor decida por mí. Esta es la clave: soy pa-
sajero, igual que tú, llegué desnudo y mi vestuario al partir carecerá de
bolsillos. Habito un creciente otoño. En un rincón de mi vida, al fondo
a la derecha, encontré un día un puñado de tristeza, obviamente no

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La trilogía necesaria para transformar tu vida

me saludó, no quería verme, le hice una broma, el momento fue im-


perfecto, el paisaje continuó gris y solo se completó cuando convoqué
a mi robusta indiferencia, a la que ignoro por completo, dejando que
sus últimos pétalos se marchiten definitivamente.
Al retornar, la luz había estallado de nuevo, la belleza estaba
otra vez de cuerpo entero, quizá fui cruel con la tristeza, pero su
aspecto gris cambia el color de todo lo que veo y yo escogí el arcoíris
como cabellera y alas transparentes para sobrevolar las oportuni-
dades. Elegí también hacer de mi vida una fiesta de crecimiento y
creación, asechar a cada enseñanza camuflada, habitar todos los ins-
tantes posibles y consumir el tiempo, convirtiendo en crecimiento
ese flujo inevitable.
Elegí también compartir contigo estos mensajes, robándole his-
torias a mi memoria, tiempo a mi historia. Volverás a verme en la
próxima carta. Aún queda una ráfaga de conocimientos para compar-
tir, antes de que la brusca despedida haga crujir el encuentro y la nos-
talgia se haga presente de cuerpo entero, como aquel día la tristeza,
antes de morir de inanición por fulminante indiferencia.

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Carta XXII

El hábito que crea milagros

E l cielo se oscurece, comienza a llover, se amontonan mis ideas,


se empujan unas a otras. Me dijeron que un libro muy extenso
corre el riesgo de no ser leído, decido reducir la extensión de las
próximas cartas.
Al final del pasillo, duerme con las patas arriba Panda, un viejo
pastor inglés que comparte su soledad conmigo; tiene tanto pelo, que
a veces me toca informarle que está lloviendo, su piel demora unos
minutos en recibir la notificación acuosa de las gotas de lluvia. Afue-
ra, la vecina en pantuflas mata su tiempo, mientras intenta pescar
algún chisme para aderezar su aburrimiento.
Hay gente que grita porque no tiene nada que decir; un perro
cercano no deja de ladrar. Cierro los ojos, me imagino elefantes circu-
lando por la calle de casa, jirafas dialogando incómodas con los cables

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Maestría en felicidad

telefónicos, rinocerontes atravesando esquinas en semáforo rojo, hi-


popótamos buscando piscinas donde humectar su piel.
Los trabajadores del edifico en construcción concluyen su jorna-
da, regresan a casa llevándose a cuestas su cansancio. Al llegar, podrán
comer y luego aplicarse una dosis prolongada de televisión, hasta que-
dar dormidos frente a la pantalla. A media noche, quien no viva solo,
podrá ser despertado para mudar su descanso a la cama, y al desper-
tar, la rutina laboral se repetirá, los días son clonados con minuciosa
precisión. Siento náuseas. Mejor, cambiemos de tema.
Tengo ganas de llevar mi cuerpo a la bañera, una voz interna me
dice que debo terminar estas cartas, colisionan lo que pienso con lo
que siento, no será la última discrepancia, decido seguir adelante. Lle-
gué a pensar que compartirte mis secretos podría ser importante. En
ese sentido te sugiero que ames lo que te toca hacer. Antes te había di-
cho: «Entrégate completamente a lo que haces, reconcíliate con la dis-
ciplina, si es necesario», porque es mejor amarla y disfrutarla, porque
la disciplina es la fábrica de milagros. Ya sabes que la suerte no existe.
¿Sabías que la genialidad heredada no abarca ni el veinte por ciento y
que el restante ochenta por ciento es disciplina y perseverancia?
Ama y disfruta la disciplina, ese es otro de mis secretos; con-
viértete en experto en automotivación, no dependas de que otros te
motiven. Cualquier actividad realizada con motivación, incrementa la
felicidad; recuerda que los talentos no se desarrollan completos hasta
que despertamos. A partir de ese momento, cultívalos pacientemente,
sin olvidar que la intención enfoca la energía, que si quieres ser feliz,
debes aprender a controlar, es decir, direccionar tu energía; que ser
útil a los demás incrementa tu felicidad, que la gente inteligente acep-
ta sus derrotas con optimismo y aprendiendo de cada una de ellas.
Algo muy importante que debes saber a esta altura de tu forma-
ción, es que nunca debes resistirte a los cambios, solo asegurarte que
sean para mejorar que estén alineados con tus objetivos y compatibi-
lizados con tus principios. También es bueno saber que es mejor no
tomar las ofensas como algo personal, son simplemente la vocifera-
ción de alguien que tiene un mal día. Tampoco te permitas ningún
apego, ellos son totalmente prescindibles. Pregúntate qué pasa si no

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El hábito que crea milagros

te enfadas. ¿Y si no me decepciono? Te darás cuenta de que no pasa


nada, entonces comprenderás que tu paz interior es más importante.
Recuerda esto: si cambia tu percepción, cambia todo. En esta
perspectiva, es recomendable soltar el pasado, prepararse para el futu-
ro y simultáneamente vivir intensamente el presente. La vida ocurre
solo en el presente, pero en un presente de varios niveles, porque vivir
despiertos es dialogar con las otras realidades. Te propongo también
que tomes en cuenta el lugar, la cultura, la familia y la época en la que
naciste. Ellas son las circunstancias que marcan los rasgos de la vida
de cada uno y, en muchos casos, los desafíos que tenemos que superar.
La calidad de la vida no depende solo de la felicidad, sino tam-
bién de la manera de obtenerla, de la forma de conservarla y viven-
ciarla. La gente que vive solo para satisfacer sus necesidades básicas
nunca llega a generar autentica felicidad. También es bueno saber
que muchas cosas que buscas, en realidad, ya las tienes de una u otra
manera. ¿Sabes que la vida activa genera felicidad? ¿Que toda la vida,
toda sin excepción, es una escuela desde que posibilitaste tu desper-
tar? ¿Que la gente lúcida no se avergüenza de sus errores? ¿Que vivir
por un salario es haber perdido la dignidad? ¿Que casi todos buscan
la felicidad en el lugar equivocado?
Necesitas retos para superarte, de esa manera la felicidad se in-
crementa. El aburrimiento viene como consecuencia de la ausencia de
desafíos; inteligencia es capacidad de vivir bien, formándose y trans-
formándose, asegurándose para que ningún error sea en vano, cons-
truyéndose pacientemente, sin olvidar que el camino a la felicidad es
el mismo camino del autoconocimiento.
Entre la genética y la cultura, florecerá tu felicidad, sin embargo,
casi nada está determinado de forma inmodificable, de manera que tú
puedes hacer con tu vida casi todo, incluso descartar definitivamente
la infelicidad y trenzar las circunstancias de tal manera, que el placer
sea tu país y el crecimiento tu manera de vivir.
Es hora de partir, de descubrir que la vida era otra cosa, de reem-
plazar la hojarasca por las flores y bordar los instantes con hilos de
luz. Te propongo también que te asomes a la plenitud, que empujes
tu crecimiento, que abandones la provincia de lo conocido para ins-

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Maestría en felicidad

talarte, sin perder tu identidad, con vocación universal, alimentando


unidades en la diversidad, forjando mentalidades con alto nivel de
lealtad a la vida, encarando las tempestades con valor y creatividad.
Te propongo afrontar la vida con todas sus consecuencia, sin más re-
fugio que la felicidad ni más protección que el amor, entonces el Uni-
verso te dará la bienvenida. Una clave fundamental quiero compartir
contigo: aprender a fluir. Este tema nos reunirá en la próxima carta.

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Carta XXIII

El poder de la fluidez existencial

T odo el mundo se puso de acuerdo en poner de moda la infelici-


dad, al punto de mirar extrañados a quien, discrepando con esta
unánime decisión, se aparta del rebaño y se declara feliz. El objetivo
de esta maestría es precisamente llevarte hasta el punto de que pue-
das firmar una declaración de felicidad y hacerlo público.
En este instante la lluvia ha retornado más ruidosa, expresán-
dose con voz atronadora. El jardín agradece el detalle; cae el día, me
adapto a la noche, me pregunto si la gente se pregunta, siento frío en
los pies, encuentro solo un calcetín, constato que me sobra un pie.
Resulta que hoy tenía una entrevista, lo recordé cuando ya era
tarde. El agua fría de la ducha me devuelve la lucidez, menguante a
esta hora; siento hambre, y pensar que mucha gente muere de ham-
bre al mismo tiempo que otros lo hacen por sobrepeso. Me preocu-
pa el futuro de la humanidad, observo a los niños, ¿qué mundo les
espera?, me pregunto. Anoche vi una película que especula sobre el

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Maestría en felicidad

futuro, explosión demográfica, escasez de agua, crisis alimenticia, des-


nutrición afectiva, déficit ético. Mi preocupación se quedó pensativa;
precisamos inventar otras formas de vivir, donde la vida sea más im-
portante que el lucro.
Se intensifica la lluvia, me gusta el agua, creo que terminaré vi-
viendo en una isla del Caribe, sin más vecinos que el océano en unáni-
me emboscada. Del agua aprendí a descomplicarme, a fluir, es decir, a
tomar la forma de la circunstancia en la que me encuentro. La infelici-
dad puede multiplicarse cuando portamos miedo o rigidez. La vida es
como el agua fluyendo por el cause del rio, lleno de obstáculos pétreos
que solo posibilitan más diversión para el agua, incluso cuando los
obstáculos son completos inventan una cascada para seguir fluyendo
mientras se divierten. Eso es felicidad, esa es la vida de quien apostó
a despertarse.
La felicidad se parece tanto a la fluidez, que resultó ser lo mismo.
Se aprende a fluir especializándose en descomplicarse, en simplificar
procesos, en ver la oportunidad en los problemas y encontrar el placer
en hacer lo que nos toca hacer. No importará lo que te pase, si apren-
des a ver en todo oportunidades y enseñanzas, estímulos para conti-
nuar vivo. Si algo sale mal, olvida rápido, recuerda que la memoria es
una galería de arte reservada para obras artísticas y buenos recuerdos.
Disfruta del camino sin obsesionarte con la meta; vivir es fluir
y fluir es simplificar, porque todo es posible de una u otra manera.
Acércate a la filosofía dionisíaca, canta, danza, celebra, fluye, cambia
de opinión cuando sea necesario, ve hasta el borde del abismo donde
crece la flor de la felicidad, que no gusta del sospechoso terreno de
la zona de confort. Acepta lo inseguro, respeta tus principios; nunca
sabrás de antemano todo lo que te hará falta, entonces, prepárate para
todo, hay muchas entradas para la felicidad pero cada uno tiene que
construir la suya.
Recuerda que eres superior al entorno, a las circunstancias que
pueden incluir críticas e incomprensión; a veces será necesario que te
desconectes de todos los aparatos, de todas las amistades y te sumer-
jas en el silencio y la soledad y estés simplemente contigo. Olvida la
opinión pública, tómala en cuenta solo cuando sea necesario saber lo
que dice; actúa siempre desde el amor, es imposible equivocarse si el

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El poder de la fluidez existencial

corazón es nuestro lugar de residencia. Actúa como el agua, que siem-


pre encuentra la manera de seguir adelante. La fuerza de lo flexible
está demostrada en el combate del mar con las rocas, ellas terminan
esculpidas por la fluidez del agua y su increíble fuerza.
Sé comprensivo, ríete de ti mismo cuando sea necesario, acepta
lo que tienes que aceptar, cambia lo que puedas cambiar; ser feliz es
fluir conscientemente en el tiempo; recuerda que puedes comenzar
a ser feliz cuando tú lo decidas. En verdad no existe otra alternativa,
ser infeliz no es una opción para la gente inteligente, sin embargo,
no cometas el error de hacer de la felicidad tu meta, cuando ella es el
camino a la vida.
Y la lluvia dejó de fluir para dar paso al flujo del agua en su ver-
sión terrestre. Me gusta ver cómo el agua va tanteando, abriéndose
caminos donde antes no existían, esa es una gran enseñanza. La se-
quedad y la rigidez se vieron una vez más derrotadas, haz esto en tu
vida, aprende de la mariposa que fluye en el océano de la atmósfera,
del fuego que fluye danzando con la luz, del viento que fluye transpa-
rente, paseándose descomplicadamente por todas partes.
¿Recuerdas todo lo que ya compartí contigo desde la primera
carta? Solo tienes que releer los textos, extraer las enseñanzas que
precisas y aclimatarlas gradualmente a tu vida sin que el temblor del
cambio te detenga ni el huracán de las criticas te desanime. He reu-
nido toda mi herencia vivencial para desparramarla en estas cartas,
¿ya las recomendaste? En ellas encontrarás polen para hacer tu miel
y racimos de conocimientos para fabricar tu propio vino y, desde él,
volar al territorio del éxtasis, donde la cordura está prohibida.
Encontrarás también maderas preciosas para amoblar tu vida,
flores portando claves para decorar tu existencia, milenarios aceites
para masajear tu conciencia, perfumes para aromatizar el itinerario
de tu alma. Imagínate que abriste un antiguo cofre, donde estaban, en
forma de antiguos pergaminos, secretos reservados para ti. Ya sabes
qué hacer con ellos. En la próxima entrega, quiero hablarte de lo va-
lioso que es cada uno, como única representación del Universo. Pode-
mos continuar caminando unos pocos pasos más. Un abrazo.

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Carta XXIV

Construye la mejor versión


de ti mismo

M is emociones se quedaron indecisas y mis pensamientos sa-


lieron corriendo a cualquier parte. El lugar donde escribo está
bastante poblado, es que lo mejor de la humanidad permanece en-
cuadernado y empastado, en algunos casos con tapa dura. Cuando
me interrumpen, mis ideas se desparraman por el suelo y, al buscar-
las, a muchas ya no las encuentro. Mi primer viaje fue a Londres,
un 26 de junio de 1988. Ocupé un asiento del segundo piso de un
jumbo; eso fue antes de la Internet y los celulares, cuando era desco-
nocido, incluso en parte para mí.
Esperé el día entero, nunca llegó, en cambio, se presentó ella, se
acomodó en el suelo, intentó decirme algo, se arropó en abundante
timidez. Al marcharse, algunas mentiras se cayeron de su bolso. Haría
cualquier cosa por saber lo que la gente piensa, casi nadie se molesta

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Maestría en felicidad

aparentando un bienestar que desconoce. Me siento mejor, empecina-


do en que la felicidad sea una primicia. ¿Sabías que eres único y que
esta experiencia llamada vida no va a repetirse más?
¿Agradeciste el estar vivo? ¿Agradeciste por todo lo recibido?
Mira, comencemos poniéndonos de acuerdo en algo: si amas la vida,
no puedes vivir mal, entonces te propongo descartar cualquier com-
plicación, expulsar de ti toda forma de insatisfacción, valorarte y con-
fiar en ti. Siéntete bien contigo, eres valioso para ti; la vida es una
aventura multidimensional a la cual tienes que presentarte completo.
Valórate sin dejar de ser autocrítico y siempre da lo mejor de ti.
No busques la aprobación de los demás, sé auténtico, sé tú mis-
mo, pero da lo mejor de ti, entonces no importa que te aplaudan o
censuren. Si la vida es lo único que tenemos y simultáneamente so-
mos los únicos en el Universo con estas características, esta existencia
se torna supervaliosa. Acéptate y disfrútate, la vida es increíblemente
hermosa, pero tienes que comenzar aceptándote, valorándote y dis-
frutando de ti, tú tienes que ser tu mejor amigo, recuerda que solo
tienes esta vida por ahora, con estas características.
Acéptate sin complejos, descubre tus talentos, jamás te compa-
res, acéptate y acepta que puedes cambiar, date premios cuando lo
mereces, recuerda que superar obstáculos multiplica la felicidad. Si
alguna vez no te invitan, no pasa nada, eres tú lo único que existe en
el Universo, con estas características. Como mínimo, confía en ti, des-
carta el miedo al fracaso, fracasar es imposible mientras no te rindas;
no subestimes tus éxitos ni los éxitos ajenos, apóyate en tus fortalezas,
acepta, convéncete que puedes ser feliz y alcanzar tus mejores sueños,
como también que puedes cambiar lo que sea necesario cambiar en
ti. Ten una frase motivadora para cada día, confía en ti, sin embargo,
debes saber cuándo pedir ayuda y si ella acude sin que la busques,
saber recibirla.
La depresión es un síntoma de la infelicidad, enfoca tu energía
en ser feliz, crece con todo lo que te pase, apasiónate por lo que hagas,
inflúyete positivamente y jamás te culpes. Sé siempre tú mismo, pero
con inteligencia; si quieres llorar un rato, puedes hacerlo, pero a con-
tinuación y sin demora refúgiate de nuevo en tu felicidad, ahí radica

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Construye la mejor versión de ti mismo

tu centro y tu poder. No es bueno inventariar cicatrices ni recordar


lo que ya pasó, solo permanece atento al latido; estás vivo, esa es una
excelente noticia.
Selecciona las influencias que quieres recibir, arréglate y vístete
como te gusta, sé siempre tú mismo pero con inteligencia; redescubre
constantemente tu poder, incrementa tu sensibilidad, involúcrate en
actos que cada vez realices de mejor manera, esto aumentará la con-
fianza en ti mismo. Ya sabes el error de compararte, de igual manera el
culparse o culpar a otros, la vida es una escuela para aprender, aprende,
crece, comparte, disfruta, valora el hecho de estar vivo, no vivas para
satisfacer expectativas de los demás, decide tú lo que está bien para tu
vida. Hay un acuerdo fundamental que debes realizar contigo mismo:
crecer con todo lo que te pasa, pero crecer disfrutando.
Nunca dejes de prepararte, de soñar, de elaborar estrategias, des-
carta los consejos que no suman a tu crecimiento, expresa lo que sien-
tes en el momento oportuno y de la manera adecuada; reconoce tus
virtudes y lo que haces bien y también lo que hacen bien los demás,
recuerda que todos nacemos desnudos pero traemos la semilla, esa es
una buena noticia: eres la semilla de algo mágico y parte de algo in-
creíblemente grande y maravilloso; es probable que lo más hermoso
y poderoso aún no lo hayas descubierto en ti y, como no puedes vivir
con un desconocido, embárcate en ese viaje de autoconocimiento, en
ese madrigal misterioso que eres tú.
Y que no te dé temor activar el volcán que descubriste, ni trans-
portar valijas de sueños porque todo eso es posible pero no todo será
necesario; vivir feliz es un espectáculo digno de imitar, ese es un pri-
mer paso a dar y luego rodearse de la gente adecuada, aprendiendo
oportunamente a tomar las mejores decisiones.
Te recuerdo que tu misión se medirá con tu evolución y con tu
aporte a la humanidad; recuerda también que el otro es tu prueba y
tu oportunidad de crecimiento. Cuando te encuentras contigo, cuan-
do te amas y valoras, desde la felicidad que se instalará en ti sentirás
que estás rodeado del Universo, porque la vida es un juego cíclico del
orden cósmico. Recuerda también que de tu imperfección nace tu li-
bertad, que solo los imperfectos pueden aspirar a la evolución, en ella
está incluida la felicidad.

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Maestría en felicidad

Muchos te aconsejarán cómo instalarte mejor en la sociedad. Quie-


ro en esta carta proponerte que te reconozcas y, al reconocerte, encen-
der tu lámpara, pulir el diamante que eres, caminar sobre espinas si es
preciso y avanzar indetenible. También me tocó atravesar oscuros túne-
les y hostiles bosques de incomprensión, también a mí me recibieron
manos sin ternura y una indiferencia que golpeaba. Entonces me refu-
gié en la poesía, sembré semillas de esperanza, planté hondo el árbol de
la confianza en mí y acrecenté la estatura del amor propio.
Fui incansable arquitecto de mi vida, jamás me di por vencido,
entonces descubrí que mi alma nunca dejó de cantar. En la próxima
carta, quiero contarte las claves de la imperturbabilidad, que me con-
virtieron en guerrero. Hasta pronto.

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Carta XXV

Cómo ser un guerrero imperturbable

C uando llegué a casa de la tía abuela ese domingo, encontré a todos


sus hijos sentados alrededor de la rutina. El hijo mayor tenía as-
pecto de un ejecutivo tan exitoso como estresado; el segundo, guarda-
ba un silencio funerario, el último no tenía indicios de haber conocido
la felicidad, su aspecto, a simple vista, revelaba las cicatrices de una
vida sin vida. Probablemente son productos de los golpes y caídas,
en el camino de la vida, pienso. La infelicidad del último hijo, parece
estar en avanzado estado de descomposición.
La ausencia de felicidad en la vida deja el alma magullada y, en
algunos casos, incluso fracturas de los principios y valores, y una gra-
ve anorexia existencial, consecuencia del déficit ético, que caracteriza
su vida. Me incorporo al ritual familiar, la atmósfera permanece enne-
grecida, mis pensamientos no concuerdan con los diálogos vigentes,
me siento extraño, recuerdo al hombre en silla de ruedas (su alegría

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Maestría en felicidad

de vivir es contagiosa) y a esa mujer con una precaria casa vacía, ella
sentía que no le faltaba nada.
Contemplé la sociedad, todos estaban sentados, pero mi vida per-
manecía de pie; su existencia parecía haberse acostado en la alfombra
de la resignación. El reloj continúa marcando el paso de la vida, la lluvia
insiste en reorganizar todo en términos húmedos, la artritis de la tía
abuela es el espejo donde se refleja una vida de rigideces y sufrimien-
tos. Quiero decirte algo: la vida sin autogobierno mental y emocional es
un barco a la deriva, en el océano de un entorno impredecible.
Las emociones son el motor de la vida, sin embargo, motor en-
cendido sin dirección es garantía de autodestrucción. La felicidad que
te propongo, recuérdalo, es independiente del entorno; en ese sentido
es preciso que aprendas la habilidad de mantenerte siempre sereno
y en paz, con bienestar todo terreno y creciente alegría. Si permane-
ces en tu centro, las adversidades solo serán factores fortalecedores,
pero deberás gobernar bien tus emociones y graduarte de experto en
controlar tus pensamientos, ese es el camino de la imperturbabilidad.
Acepta que no todo depende de ti, selecciona la influencia que
quieres recibir del entorno, importa menos lo que pasa afuera, cuando
en verdad lo que cuenta es lo que ocurre dentro, y ahí, si aprendiste a
gobernarte, gobiernas tú, es decir que nadie podrá ponerte mal contra
tu voluntad.
Encuentra significado a todo, en especial a las dificultades; com-
prenderlas de esta manera simplifica el camino para superarlas. Repí-
tete a ti mismo: «No pasó nada», de esta manera tú eliges la interpre-
tación de lo que pasa y eso te otorga un sorprendente poder. El que
algunas cosas salgan mal o diferente a lo esperado, no cambia este
enfoque, ni siquiera el que sientas dolor o tristeza, pero cuida de no
identificarte con ello ni permanecer mucho tiempo en esa emoción,
que resulta aceptable si es fugaz. Tu felicidad solo depende de ti y
nunca de las circunstancias en las que te encuentras.
Si permites que tu felicidad provenga de afuera, en cualquier
momento recibirás influencias negativas. Cuando te ataquen o criti-
quen observa y obsérvate, observa todo serenamente; si controlas tus
pensamiento y emociones, controlas tu vida. Entrena tu mente para

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Cómo ser un guerrero imperturbable

permanecer en tu centro y desde él para preservar tu felicidad; actúa


como actúan los felices, ellos son gente todoterreno y, fundamental-
mente, son personas coherentes con sus principios.
Presta especial atención a la manera como interpretas lo que
ocurre, a menudo la gravedad de los acontecimientos no es algo inhe-
rente a la situación sino a la manera de interpretarlos. En este proceso,
ayuda mucho el funcionar con emociones positivas y pensar siempre
en positivo. Nunca sientas envidia ni rencor, nunca miedos ni sober-
bia, sin embargo, evita también el exceso de precaución y no esperes
que todos te traten bien. Elimina de ti todo lo que te molesta o inter-
fiere, desarrolla una gran paciencia y asegúrate de que nada ni nadie
te robe tu felicidad.
No prometas lo que no está en tus manos; siempre que sea nece-
sario, calma tu mente. Donde sea que te encuentres, despliega el alerta
sereno, porque si permites que otros te quiten la felicidad, estarás per-
dido. Recuerda que la serenidad, es decir la paz, es consecuencia de la
felicidad, del amor y la libertad, es decir de aprender a vivir. De esta ma-
nera la vida se convierte en multidimensional aventura, cada día en un
reto maravilloso, cada situación en un saber dialogar inteligentemente
con el entorno, sin bajar el nivel vibratorio ni interrumpir la felicidad.
Conserva tu bienestar en toda situación; aprender a vivir impli-
ca convertirse en guerrero imperturbable, en habitante de tu centro,
desde donde ejerces la soberanía existencial. La imperturbabilidad
no es indiferencia, es sensibilidad bien canalizada, es amor inteli-
gentemente dirigido, es permeabilidad selectiva, es blindarse ener-
géticamente ante todo aquello que no aporta crecimiento ni placer,
es ejercer con lucidez la indiferencia amorosa. Todo ello será parte
de ti si lo cultivas con paciente meditación y constantes contactos
energizadores con la Madre Tierra, con la reflexión interiorizadora
y la autoobservación reguladora. Maneja tu mundo interior de esta
manera, conduce el entorno en el que te mueves, desde el pensa-
miento lúcido y la emoción precisa.
Quiero confesarte que la imperturbabilidad no es consecuencia
de una técnica secreta, sino resultado de un riguroso trabajo interior;
donde sea que estés, continúa este proceso, de esta manera, el fuego de

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Maestría en felicidad

tu crecimiento se tornará indetenible, tus instantes palpitarán ininte-


rrumpidos, de tus huellas brotarán pétalos, tu actitud se habrá conver-
tido en referente fundamental para otros buscadores, que al conocer tu
itinerario dejarán de construir castillos de arena, que la próxima ola de
un entorno cambiante y turbulento destruirá inevitablemente.
Están en tus manos el perfume y la esperanza, el silencio inven-
cible y la altura del vuelo. Este puñado de semillas requiere de la tierra
fértil del jardín de tu corazón. Una sola vida posees, recuérdalo, la
infelicidad desangra la vida y entierra las alas, desde las cuales se edi-
fican los vuelos del crecimiento. Si la caminata no fue interrumpida,
la aparición del guerrero será inevitable. Su espada, el amor, garantiza
el uso adecuado de la libertad; su escudo, el humor, posibilita la im-
perturbabilidad de la que te hablé en esta carta.
El día que me encontré con la vida de cuerpo entero, comprendí
que no es suficiente haber nacido. En la calle nadie te conoce, en la
escuela lo principal no te lo enseñan, en la familia te dan mal ejemplo,
en la casa tienes muchas cosas que no necesitas, en especial la infeli-
cidad, que empapela casi todas las paredes. Es urgente interrumpir lo
convencional, cortar la caña de la mediocridad, extender la voluntad,
repensar todo lo que escuchaste, reconstruirte y en la nueva etapa ves-
tirse de imperturbabilidad. Lograda esa soberanía existencial, cultiva
en la parcela de tu vida el frondoso árbol de la autenticidad, desde el
cual podrás desplegar el cumplimiento de tu misión, sin que los vai-
venes de lo cotidiano interfieran en esa suprema aventura. Otra clave
fundamental en este itinerario es el autoconocimiento. Será el tema
de nuestra próxima reunión. ¿Acudirás a ella?

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Carta XXVI

El autoconocimiento
como tu herramienta de poder

L a vida tampoco estaba presente en su vida. Me impresiona encon-


trar gente que no está viva ni muerta, solo está, como objetos que
alguien dejó accidentalmente. Hay que ver qué paso para haber llega-
do a este punto. Los manicomios compiten con las cárceles; una vez,
el interno de un psiquiátrico, luego de acercarse a la valla que sepa-
raba la institución de la calle, llamó a un transeúnte para preguntarle
de inmediato si eran muchos ahí adentro. Todo depende del punto de
vista, quizá los cuerdos son los más peligrosos, tal vez los locos per-
manecen en esos centros como refugios para evitar ser agredidos por
los habitantes del «cuerdocomio».
Con la vida ausente, la felicidad es desconocida, el amor redu-
cido a emoción peligrosa, mientras la libertad se pasea de puntitas,
evitando ser descubierta. Se han encontrado libertades llenas de cade-

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Maestría en felicidad

nas y premios nobel de la paz declarando la guerra. Ese día no tenía


comida cerca, para qué tener hambre si no hay posibilidad de comer,
me dije a mí mismo, a tiempo de postergar esa necesidad fisiológica.
Durante mucho tiempo dormí sin comer en la noche, hasta cuando es-
cuché el grito de mi cuerpo, que amenazó derribar mi salud a patadas
e interrumpir mi intensidad existencial. Tomé nota de la advertencia,
no quiero estar fuera de combate antes de que toque la campana final.
El último en marcharse de mi penúltima conferencia fue un an-
ciano que me confesó que nadie le había enseñado a vivir; bromeó
con haberse dedicado a todo menos a aprender a vivir. Él creía que era
el único que había cometido semejante horror. Antes de que se entera-
ra de la verdad, le sugerí aporrear a todos sus miedos y por la ranura
que tiene toda razón, descubrir que afuera hay más, que la magia, la
felicidad y el éxtasis son parte de la vida y que nunca es demasiado
tarde para reencontrarse con ella. Entonces se sentó en el escalón de
la salida y, mirando al suelo, como si buscara algo, me dijo: no quiero
volver a casa.
Entonces le dije: «La clave es el autoconocimiento». Precisas co-
nocerte, porque al conocerte podrás transformarte y con ello crecer,
y al crecer, recuperar tu visión y comprender tu misión. Ten tiempo
para reflexionar, para aprender sobre ti, ello te permitirá llegar al pun-
to de manejar tu energía y conocer mejor a los demás, que ya no serán
una amenaza para ti sino una fuente de aprendizaje o una oportuni-
dad para ejercer la solidaridad.
Libérate de todo pensamiento, emoción y hábito negativo; pien-
sa lo que piensas, observa lo que sientes; las emociones y sentimien-
tos son efímeros, por eso la felicidad no es nada de eso. Conócete, no
vivas con un extraño; cambia las creencias que te limitan, renuncia a
la falsa necesidad de impresionar a los demás, practica la maravillosa
y sanadora amnesia selectiva. ¿Sabías que el camino al autoconoci-
miento es el mismo que el de la felicidad?
Que la edad que tengas no sea un motivo de desánimo. Mientras
estés vivo, debes estar disponible a la vida y sus sorpresas. Fórmate y
transfórmate, pon más energía y tiempo en lo que son tus priorida-
des; desde hoy, todo lo que hagas, hazlo con conciencia, exígete mu-

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El autoconocimiento como tu herramienta de poder

cho a ti y poco a los demás y no esperes que todos te traten bien, ese es
un lamentable vicio que más temprano que tarde genera sufrimiento.
Haz lo correcto, aunque te critiquen, recuerda que no hay auto-
ridad por encima de tu conciencia; iníciate a la vida plena y esto no
es otra cosa que embarcarte en un proceso de autoobservación, que
te permita identificar tus fortalezas, tus talentos, tus virtudes; apóyate
en ellos para trabajar tus debilidades, para alquimizarlos y transmu-
tarlos, para convertir lo inferior en superior. De manera simultánea,
podrás, en un contexto meditativo o reflexivo, desde tu alerta sereno,
identificar las oportunidades que te da la vida para crecer y disfrutar,
para ayudar y aprender y, junto a ello, para estar consciente de los
riesgos de una vida sin crecimiento, y de todas las amenazas y distrac-
ciones que podrían boicotear tu evolución.
Recuerda también que con la edad puede aumentar la capacidad
de ser feliz, porque ya aprendiste que las cosas y personas no son para
siempre. Eso te dejará una saludable sensación de libertad, que no te
exime de vivir con pasión lo que elijas; el desapego será la vacuna
contra el sufrimiento.
Las emociones pueblan nuestros cuerpos, los pensamientos re-
volotean en torno nuestro; por razones de higiene vibratoria, solo re-
cuerda lo positivo, escribe cada día tu diario de aprendizaje; ¿sabías
que la gente que no hace trabajo interior no puede ser feliz, no llega
a conocerse ni sabe estar sola? Por ello los suicidios son más frecuen-
tes en las personas que viven solas. En este proceso de conocerte, lo
fundamental es observarte, mira por ejemplo cuántas cosas repites
mecánicamente de lo que decían o hacían tus padres. En verdad, no
se puede aprender a vivir en el siglo xxi sin escuchar las voces de los
abuelos indígenas de todo el mundo. Finalmente, quiero decirte, no
seas perezoso, sé feliz.
Conocerse es enderezar el destino, tan distorsionado en este
tiempo; es soplar las brasas y despertar los talentos; es descuidar al
qué dirán y trepar hasta lo más alto de ti y, desde ahí, desatar los hu-
racanes de voluntad con los cuales se encenderán los motores de tu
crecimiento. Por favor, no apiles más ganas, si no, no te atreverás a
lanzarte al vacío de lo nuevo; imagínate que a la oruga solo le crecen

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Maestría en felicidad

alas cuando se atreve a lanzarse al abismo, es en el proceso de la caí-


da, en pleno ojo de la incertidumbre, cuando descubrirá su verdadera
fuerza y ese potencial pendiente de ser liberado.
Es un espectáculo indescriptible el comenzar a conocerse, a re-
conocerse, a enamorarse de la vida y reactivar su magia y perfumar
los instantes y acarrear todas las oportunidades y ponerlas en fila por
orden de importancia. Si te miras profundamente, te darás cuenta de
que una parte de ti te venía pidiendo esto hace mucho tiempo. Ahí
te dejo la ventana abierta, la información según la cual el naufragio
existencial no es destino inevitable. En la próxima cita, quiero com-
partir contigo el polémico tema del paradigma y su cambio; también
es posible disfrutar de esta revolución interior. Ahí te espero.

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Carta XXVII

Elige la cosmovisión desde


la que construyes tu realidad

¿C uánto tiempo tenemos que esperar antes de partir y desen-


trañar el misterio? Para quien no aprendió a vivir, la vida se
convierte en una cárcel de celdas invisibles y confortables cadenas; el
verdugo ya no está afuera, como en la Edad Media; ahora cada uno
fue entrenado para ser su propio represor. Hoy me levanté arropado
de pensamientos extraños, extrañas preguntas, como si sospechara de
la gente que no es feliz. En verdad ningún infeliz es totalmente confia-
ble, su precariedad existencial los hace tremendamente desconfiables.
Un compañero de curso de la universidad me cuenta que está
pensando irse a vivir a Panamá. Allá tiene un pariente que le ayudará
a instalarse; su idea es trabajar doble jornada, estar unos años, quizá
diez o veinte, y al regresar, con lo ahorrado comprarse una casa gran-
de y dos autos, mientras sus tres hijos, ya con hogares constituidos,

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Maestría en felicidad

vuelan con sus propias alas. Me pregunto para qué una casa grande si
los hijos ya partieron. Hoy veo la vida como un extraño ritual donde
cada uno se autoengaña con estilo propio. Hay tanta gente destru-
yéndose, pienso; otro amigo se fue al norte, nunca más regresó, un
accidente de tránsito lo envió vestido de madera a su última morada.
La vida es un sitio extraño y apasionante; casi todo lo que uno
piensa al principio es falso. Me gustó la conferencia que escuché el
otro día de un japonés; destruyó varios mitos sobre su cultura sin
irse por las ramas; la gente, por no amigarse con la disciplina, pre-
fiere imaginar que el otro nació inteligente o porque tiene los ojos
rasgados le resulta fácil la disciplina; en otra ocasión, escuché una
conversación tan profundamente frívola que no pude evitar el mareo
y las náuseas; es que la vida no puede ser reducida a una secuencia de
banalidades vestidas de prejuicios.
Somos lo que la educación hizo de nosotros. El vidrio de la ven-
tana por la que miramos la vida tiene un determinado color, entonces
vemos las cosas como nos enseñaron a verlas, lo bueno y lo malo,
nos lo dijeron, y mientras no repensemos nuestra existencia, así será.
En este sentido, te propongo ver la forma como ves el mundo, sin
descartar esa mente abierta con la cual toda persona inteligente debe-
ría ir por la vida, para no caer en fundamentalismos personales que
enturbian la visión y nos hacen cometer las peores aberraciones. Y te
digo «mente abierta» como sinónimo de estar dispuesto a todos los
cambios que sean necesarios.
El paradigma es la cosmovisión desde la cual construyes la reali-
dad que habitas. Vivimos al interior de paradigmas dominantes, com-
partimos puntos de vista, sin embargo, al interior de ellos, podemos,
es más, debemos construir nuestro propio paradigma personal, desde
el cual podremos ir matizando con estilo propio nuestra manera de
ver y vivir la vida. Los idiomas también reflejan este condicionamien-
to, imagínate, en muchos idiomas indígenas, palabras como «com-
plicado», «difícil», «problema», «aburrido» no existen, por tanto esa
posibilidad resulta inexistente, porque en el idioma se refleja todo a
lo que damos estatus de realidad, es decir, si no hay una palabra para
referirse a algo, aquello prácticamente no existe.

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Elige la cosmovisión desde la que construyes tu realidad

Mira cómo interpretas todo lo que pasa y pregúntate si todo eso


es realmente tuyo, si no estás repitiendo cosas de la familia sin que re-
flejen lo que realmente sientes y eres, fíjate cómo, para la mayoría de
la gente, vivir se ha convertido en sinónimo de ganar dinero, ese para-
digma reduce el tiempo a dinero y la vida al trabajo y, por tanto, toda
la existencia deviene en una rutina laboral, donde no pasa nada, solo
el tiempo a cambio de un salario. Eso para nosotros es inaceptable.
La felicidad tiene que ser el eje de tu vida, ello te compromete a
un trabajo interior desde el cual te irás conociendo y, al hacerlo, libe-
rarás tu potencial interior y comprenderás tu misión. De esa manera
la misión aparece a la vista y tu evolución pasa a estar garantizada
por tu estilo de vida, que transforma existencia en felicidad, búsqueda
en crecimiento, autoconocimiento en sensibilidad y a esta en visión,
luego en misión y al final en evolución, disfrutando de todo el proceso.
Desde un nuevo paradigma podrás reinventar tu vida, explorar
otras maneras de vivir, incorporar un poco de locura que te vacuna
contra la cordura extrema que rigidiza la existencia, descartar pala-
bras que te limitan. Recuerda que casi todo lo que nos pasa en la vida
depende de nuestra actitud ante ella.
Se trata, en definitiva, de «descivilizarse» un poco, solo al punto
de recuperar esa humanidad perdida, de dejar de ver a la civilización
occidental como el único referente ético, de atreverse a pensar con
cabeza propia y, si fuera necesario, convertirse en la oveja negra del
rebaño, de dotarse de buenos principios y metas claras. De hacerte
cargo de tu vida y empezar a hacer lo que amas, de disfrutar de lo que
haces y saber que todo eso es parte de un plan de vida donde la vida
y el crecimiento consciencial son lo fundamental.
En nuestro paradigma, la felicidad es el eje. ¿Ya aprendiste a ser
feliz? ¿Sabías que ser infeliz es ser un maleducado? ¿Que la felicidad
está vinculada a la sabiduría y esta no es más que el haber llegado al
punto de no complicarse y saber disfrutar la vida? Se trata de educar
la inteligencia y la sensibilidad, y pasar a la acción, de esta manera
evitar ese lamentable error de tanta gente que se pasa la vida prepa-
rándose técnicamente para vivir, sin nunca llegar a hacerlo, porque la
vida no es cuestión de licenciaturas o doctorados, sino del cultivo de
nuestro potencial.

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Maestría en felicidad

¿Zona de confort? No, gracias, zona de crecimiento, esa es nues-


tra opción. Se trata de comenzar a pensar distinto, de nadar contra la
corriente, si es necesario, de comenzar preparándose para dudar, para
preguntarse, para buscarle sentido a la vida y luego para identificar
cada oportunidad de crecimiento. En este sentido te propongo, ten
una agenda de aprendizaje, aprende a hacerte las preguntas correc-
tas. En este momento quiero preguntarte cuánto tiempo de cada día
estás dispuesto a invertir en ti. Recuerda que vivir significa aprender
y comienza con aprender a ser feliz y aprender a ser feliz es parte de
aprender a vivir.
Somos consecuencia de nuestro hábitos, que provienen de la
educación recibida; somos lo que hicieron de nosotros, pero esta es
la buena noticia: podemos rehacernos. Quien no se pregunta, ya re-
tornó al mundo animal. Recuerda que mucha gente confunde felicidad
con comodidad, error que lo lleva a practicar la ley del mínimo esfuerzo,
que se traduce en el fondo en sobrevivir vacío, sin principios, sin pro-
yecto de vida y solo para aparentar. Esto es otra forma de estar muerto,
ya sabes que hay muertos caminando por las calles del presente.
No importa lo que digan los demás, prepárate para lograr lo que
elegiste, especialízate en problemas, crisis y adversidades, de esta ma-
nera estarás preparado para todo, acepta tus derrotas con optimismo
y aprendiendo algo nuevo, es decir, nunca dejes de aprender, vivir
significa aprender y aprender comienza con aprender a aprender, y a
continuación, aprender a ser feliz. Debes admitir también que no todo
tiene una respuesta, que es mejor prepararse para todo, sin perder el
enfoque, que ser bueno es más inteligente y dejar que el amor decida
por nosotros marca la diferencia.
No esperes que las cosas cambien un día, cambia algo hoy, tu
manera de pensar, de interpretar, de reaccionar, ese es un territorio
interesante para atravesar, una región poco visitada para explorar y
modificar. Te propongo ir hasta el extremo de tu vida, hasta ese límite
nunca antes visitado y explorar senderos que no sabías que existían.
Lo que hicieron contigo es historia ajena, tú puedes reconstruirte y
reinventarte y elegir cómo quieres ser y desde hoy cómo hacer las
cosas. Puedes desgranar de otra manera tus instantes, pintar de otro

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Elige la cosmovisión desde la que construyes tu realidad

color tus emociones, ir vía meditación hasta la desembocadura de tus


pensamientos y diseminar silencios, y alfombrar de amor tus pasos, y
fabricar nuevas alas en abismos inéditos, reservados para buscadores.
Entonces el desierto de una vida plana devendrá en fértil valle,
decorado por manantiales que con su flujo certifiquen la inexistencia
de la infelicidad y otras formas humilladas de la no vida. No pude ser
como el resto, te confieso, y ahora, desde mi pequeño otoño te digo,
si volviera a nacer, volvería a cosechar los racimos de sorpresas que
caracterizaron mi vida, volvería a lanzarme al abismo de lo nuevo,
ese acantilado que me regaló las alas que me llevaron a descubrir que
la vida es otra cosa. Eso te propongo a ti, y en la próxima carta, poco
antes de la despedida, te compartiré la importancia de manejar con
inteligencia las relaciones y plantear un liderazgo existencial, ese que
a mí me permitió ir por el mundo repartiendo semillas de luz. Te es-
pero en la próxima estación de enseñanza.

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Carta XXVIII

Liderazgo existencial:
aprende a gerenciar tu vida

C aía nieve en Alemania, era de noche, más de media noche. El auto


en el que viajaba se había detenido, buscábamos los datos de una
dirección, la calle estaba desierta en su pureza helada, un viento polar
se paseaba congelando todo lo que encontraba a su paso, una pareja
de alemanes esperaba pacientemente el cambio del semáforo peato-
nal, estaba rojo, bajo cero y ningún auto circulando a esa hora, la nor-
ma la tenían incorporada a tal extremo, que ni la radical temperatura,
hizo tambalear esa actitud; pensé el Latinoamérica, donde la normas
se violan, se rompen o por lo menos las doblan, en esa inolvidable
picardía nativa. Pienso en la diversidad cultural que la globalización
suprime y homogeniza, en la biodiversidad que el progreso asfalta,
por hoy, todas son preguntas. No entiendo por qué la gente elige con-
tinuar viviendo mal, a pesar de conocer otras alternativas.

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Maestría en felicidad

A mi abuela le gustaba llevar a cada visita la comida predilecta


del aludido, ella no comprendía el amor sin su referente práctico ni el
diálogo sin una buena escucha. Ella era indígena, analfabeta y encar-
naba el amor incondicional, ese del cual luego me hice militante. Con
ella aprendí que la vida es fría cuando no amamos, que amar es triste
cuando esperamos algo a cambio, ella tenia razón, el amor incluye su
recompensa y es el placer de hacerlo. Un noche, me encontraba en un
hotel de París, por un instante la vi aparecer en la habitación, ingresó
sin abrir la puerta, sus pies no dejaban huella, se paró frente a mí, me
miró y su silencio me dijo tantas cosas, luego desapareció. Más tarde,
una llamada telefónica me confirmó que la abuela había partido. Gra-
cias abuela por tu enseñanza y ejemplo, que continúo cultivando en
el jardín de mi corazón.
Ella fue mi maestra en relaciones públicas, sabía exactamente
lo que cada uno quería, lo que necesitaba, lo que había que darle y el
momento más adecuado para ello; le gustaba ver a la gente feliz, cada
visita era un pretexto para hacer feliz a alguien. Entregaba el regalo,
esperaba, observaba el disfrute, ese era su placer. Complacer era su
placer, su bolso era una olla, de la que siempre salía más comida, in-
cluso para el eventual visitante. El sombrero de algún mago, de donde
sale todo lo inesperado, me recuerda a la olla de la abuela. Gracias
madre grande, por haber caminado dieciocho años de mi vida, los pri-
meros, a mi lado, gracias por el ejemplo, porque tus huellas continúan
recordándome que amar es la mejor manera de vivir.
A la felicidad le encanta la soledad pero también saber disfrutar
y agradecer la compañía. Sin embargo, debes saber de inicio que las
relaciones pueden ser un premio o un castigo. Bien manejadas, las re-
laciones pueden ayudar a multiplicar la felicidad, a su vez, la felicidad,
ayudará a generar relaciones buenas y profundas, una clave funda-
mental: trata a los demás como quieres que te traten a ti.
Te sugiero graduarte como experto en perdonar y perdonarte; no
fabriques enemigos, si se autofabrican, no es problema tuyo, al contra-
rio, ellos fortalecen tu imperturbabilidad y en el futuro no puedes des-
cartar que lleguen incluso a ayudarte más que los amigos. Permanece
alerta con todos pero sin prejuicios, confía en los que se pueda confiar,
aprende de todos, puedes enfadarte un rato pero no herir, evita a las

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Liderazgo existencial: aprende a gerenciar tu vida

personas negativas, asegurándote de que no te influyan de ninguna


manera, sé crítico pero no criticón; que tus críticas nazcan siempre
del corazón. No comentas el error de intentar controlarlo todo, esa ac-
titud es una fábrica de estrés e infelicidad, es preferible delegar todo
lo que sea necesario. Si usas la crítica constructiva, tu presencia será
educadora y una excelente influencia, que más temprano que tarde
agradecerán los demás, sin embargo, actúa por el placer de hacerlo, no
esperes agradecimiento, no busques recompensa, simplemente haz lo
que tienes que hacer y sigue adelante.
Sé solidario en toda situación, no solo cuando te sobren las co-
sas, cumple tu palabra, es sagrada; aprende a escuchar, a veces, eso es
suficiente y cuando des consejos, ten cuidado con tomar en cuenta la
historia que tiene la persona y la coyuntura existencial en que se en-
cuentra actualmente. Si deseas ayudar a los demás o generar un lide-
razgo, comienza siendo feliz; tu felicidad te ayudará a conectarte con
los demás, eso implica amar la vida y todo lo que ella incluye. La envi-
dia queda descartada y también el egoísmo. Respeta a todos; ¿sabías
que la felicidad aumenta cuando dejamos de depender de los demás?
Cuida la manera de manejar tu palabra, con ella mueves energía.
Asegúrate de tomar las riendas de tu vida al cien por ciento, es lo
único que tienes, por ello, no sería prudente dejar en manos de otro
lo único que en verdad posees. Amar es multiplicar la felicidad del
otro, es descubrir lo extraordinario en lo cotidiano, en los demás, en
todo lo que pasa; la felicidad es imprescindible, al igual que el amor
y la libertad, por eso necesitamos del otro, para amarlo, para pintar
de colores nuestra alegría y dejar que nuestra libertad juegue con la
suya. ¿Quieres encontrar la felicidad? Se encuentra caminando, en la
dirección opuesta al rebaño. Recuérdalo.
La vida reclama felicidad para cumplir su ciclo evolucionario.
Sobrevivir, infelicidad incluida, es renunciar a la evolución. La feli-
cidad es el arte vivencial que une la razón con la magia, al individuo
con el resto, la felicidad es la meta desde la cual podremos visualizar
la misión, que incluye las claves de la evolución. ¿Sabías que hay
conflictos y crisis porque somos libres? ¿Que la dimensión temporal
de la vida se resuelve con amor, pero el amor precisa del otro para
desplegarse? El valor de la vida radica en descubrirla a tiempo y

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Maestría en felicidad

en profundidad y comenzar a compartirla con otros, de la manera


como nos diga la conciencia.
Valora a los demás, recuerda que no solo importa el porqué, tam-
bién cuenta el para qué. Habitúate a una actitud empática, justa y
conciliadora, en el fondo la vida te tratará como tú tratas a la vida.
Me detengo un momento, releo lo que escribo, es una carta, es para
ti y para aquellos con quienes tú quieras compartirla, la grandeza del
instante es que en ella cabe toda la vida. Admito que estoy mirando el
cielo, que me motiva sentirme vivo, que me conmueve el ver rostros
por última vez. Estoy sentado en mi habitación, mientras numerosas
ideas trepan todo lo alto de mis años y se sientan al borde, amenazán-
dome con lanzarse si no las tomo en cuenta.
Acostumbro vivir bien, extender mi silencio a quienes me visi-
tan, contagiar felicidad, repartir semillas de sueños. Considero a las
amistades un capital fundamental, las guardo en una parcela especial
de mi corazón, incluso las hojas secas del otoño, las conservo como
esplendidos recuerdos. Los barcos llegan y se van, el puerto de la vida
se llama temporal, nadie puede quedarse más del tiempo justo, algu-
nos se fabrican un naufragio prematuro, no es mi opción, discrepo
también con quien dijo: «Mi infierno son los otros». Se me ocurre que
deberíamos hablar también de la creatividad vivencial, de aprender a
vivir en la dimensión artística de la vida. Te propongo ese tema antes
de celebrar nuestra despedida. Hasta pronto.

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Carta XXIX

Creatividad vivencial

H aría cualquier cosa por seguir viviendo, por disponer de más


tiempo, por estirar mis instantes y disponer de cuarenta horas
por día, de noventa minutos cada una. Sin embargo, tú sabes y yo sé,
que todos cumplimos una condena, que la muerte no hace diferen-
cias, que el reloj no admite más horas ni minutos que los aceptados
originalmente.
Hoy siento frío, ella limpia la casa, yo intento limpiar las con-
ciencias, recuerdo a Sócrates intentando cultivar espacios de reflexión
en plena calle y luego degustando dignamente de la cicuta, pasaporte
a la ausencia. Como integrante de la humanidad, me siento decep-
cionado por mis colegas humanos, se acomodaron a vivir sin vivir y
eso no me parece digno. Una copa de alcohol, una jeringa, un estilo
de vida contra la vida y un lanzarse al sinsentido… increíble, tanta
capacidad cerebral para usar una mínima parte. La mejor receta para

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Maestría en felicidad

destruirse, es el modo de vida contemporáneo, purgado de lucidez y


saturado de frivolidad.
El gato continuó durmiendo, como tanta gente; hay vidas que
son sitios indecentes para vivir. Todo el mundo trabaja, nadie es feliz,
ella toma su café bien cargado, su vida permanece vacía, él se baña el
cuerpo, su alma permanece intoxicada, hay casos en los cuales se les
pudrió el alma y nadie se dio cuenta. Un recuerdo interrumpió mi
pensamiento, ni siquiera se trataba de algo importante, ella toma un
baño, mientras el frío insiste en abrazarme.
Pienso en los sesenta, la imaginación al poder, recuerdo con
nostalgia tiempos en los cuales, los jóvenes soñábamos un mundo
mejor. En la actualidad parece que la creatividad se tumbó en el
colchón y la voluntad se lanzó por la ventana. Las cerraduras fueron
cambiadas, la creatividad ya no sabe cómo entrar a la vida. «¿Será
posible llevar el arte a la categoria vivencial?», me pregunto, ¿será po-
sible vivir en la dimensión poética de la vida?, mis versos se rubori-
zan, se sienten ignorados.
Comienza convirtiendo a tu casa en una obra de arte, llénala
de flores y colores, de música y felicidad. ¿Te imaginas a tu libertad
trepando hasta el techo de lo prohibido? ¿A tu felicidad caminar de
cuerpo entero y sin vestirse, por todos los pasillos de tu presente?
¿Al amor amar sin motivo y contagiar esa ebullición energética? ¿A
la paz ser el contenido de todo equipaje antes de partir? ¿A la salud
recostarse en la hamaca de tu cuerpo, sin que ningún síntoma altere
su sabia sinfonía?
Vivir despiertos es desenfundar creatividad para deconstruir los
problemas y darte cuenta que dentro de ellos no hay nada; en verdad
los problemas no existen, son solo percepciones defectuosas, dignas
de quienes se aferran a su somnolencia.
Pon mucha imaginación a tu vida, inventa nuevas soluciones a
los problemas de siempre, invéntate un estilo de vida que garantice
crecimiento disfrutado y felicidad constante además de una flexibi-
lidad que te permita tener la forma del agua y de esa manera, no
complicarte jamás. Sé espontáneo, expresa lo que sientes, vive con
imaginación, que tu eslogan fundamental sea: «sueño luego existo»;

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Creatividad vivencial

enfrenta tus miedos disfrutando y aprendiendo, diseña creativamen-


te tu vida, gradúate de artesano vivencial, especializado en fabricar
imposibles y encarnar utopías. ¿Sabes que la mejor manera de hacer
algo es hacerlo? ¿Que los genes influyen pero no determinan? ¿Que
es feliz quien contagia libertad?
No esperes que te regalen flores, cultívalas en el jardín de tu co-
razón. Ten a mano tu botiquín existencial para conservar en buen
estado tu felicidad; detente por un minuto cada dos o tres horas, para
respirar conscientemente y darte cuenta que estás vivo. Me encanta la
vida; vivir es sumar momentos felices y lograr que todo lo que hago
durante el día consolide mi maestría de felicidad.
La vida es corta, pero la felicidad alarga la vida y la creatividad
la pinta de colores. Lo recreativo que tanta gente busca, es en realidad
algo para matar el tiempo; cuando somos felices, el tiempo se detiene,
se profundiza y saborea, más aun cuando la creatividad es aplicada a
todos los aspecto de la vida. Ser creativo es atreverse a pensar dife-
rente, es hacer lo mismo de otra manera, es recombinar de otra forma
aquello que siempre se hace de una manera.
La creatividad pinta de colores hermosos a la felicidad que rá-
pidamente se da cuenta de que no tiene relación directa con la satis-
facción de las necesidades básicas, que fue un error anclarla a ellas.
De igual manera, asociar a la felicidad con el dinero es confundir los
cubiertos con la comida y terminar deglutiendo los cubiertos. La ver-
dadera felicidad es autosuficiente y no depende de nada ni nadie y la
alternativa es ser feliz o morir, no hay más opciones.
Si vas a vivir, vale la pena aprender a vivir, no importa cuánto
tiempo te quede, aunque sea tu último año, aprende a vivir porque
ello incluye la magia de estar vivos, recuerda esto: la felicidad no es
un momento bueno, es una forma de vivir. ¿Hacia dónde va tu vida?,
te pregunto mientras camino las últimas frases de esta carta; ¿Ama-
rraste bien tus alas? ¿Aderezaste bien tus instantes? ¿Desparramaste
tu alegría?, no importa la cantidad que hasta hoy acumulaste, ¿ya sa-
bes que compartiendo se multiplica? ¿Estiraste tu paciencia? porque
el despertar de la creatividad y la felicidad pueden ser lentos y sin em-
bargo ello no importa, ¿anudaste el amor a tu vida? ¿Incineraste tus

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Maestría en felicidad

dolores y borraste las cicatrices de tus peores recuerdos? ¿Abonaste


los surcos del jardín de tu corazón con este conocimiento? ¿Bajaste
una estrella para iluminar las noches de tu alma? ¿Enderezaste tu
rumbo?, ya sabes, no hay gps para marcar tu Norte, es tu sensibilidad,
tu intuición activada la que te dará el Norte y la perspectiva a seguir.
Si tus respuestas fueron adecuadas, solo me resta decirte, buen viaje
interior, esto que llamamos vida, es un atrevido experimento que se
realiza en el planeta Tierra para explorar las posibilidades de la evolu-
ción de la energía. Pasión y desapego. La próxima carta será impres-
cindible. Ahí te espero.

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Carta XXX

Pasión desapegada:
vacuna para no sufrir

E l plan es que cada uno tenga su plan de vida, la sensibilidad a


flor de piel, la mente abierta y el alerta sereno en buen estado.
Es lunes, la gente regresa a su rutina laboral, casi nadie se cuestiona;
existen cantidades crecientes de voluntarios, dispuestos a sacrificar
su vida. No falta mucho para que los jóvenes sepan todo lo necesario
para destruirse, mi amigo ya está desposado, ¡vive tan ocupado! que
será el último en darse cuenta que la vida es otra cosa.
Me observo, siento lo que siento, me queda muy lejos la infe-
licidad. Ella se quedó en casa anoche, regresó hace poco de México,
podría ser su vida espectacular, prefiere acurrucarse en la resignación.
Cuando la conocí, tenia toda su vitalidad al galope, pero su ingenui-
dad le generó las primeras cicatrices. Hablé un rato conmigo mismo,
hace unos días que vengo planeando dejar de escribirte, hoy será el

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Maestría en felicidad

último día, no es que ya me conozcas, pero he compartido contigo las


claves fundamentales que posibilitaron que desde joven les pusiera
ladrillos a mis sueños.
Si relees estas confesiones, encontrarás el sonido del silencio, las
claves susurradas al oído de tu corazón, mis secretos saliendo de su
escondite, las llaves con que abrirás las puertas que te llevarán al fu-
turo elegido. Esta caminata no tiene pausas, el suelo, no siempre está
alfombrado. La vida me dijo un día: «¿Quieres ser feliz? Entrégate a
mí, no pierdas tiempo aprendiendo lo que no te sirve, no gastes tu
energía buscando en el lugar equivocado, tampoco vale la pena espe-
rar, porque lo que necesitas deberás fabricarlo, nadie puede hacer lo
que tú no hagas. No siempre es fácil, qué importa que sea difícil». Me
limité a escucharla, agradecí la enseñanza, crucé el patio adoquinado
con preguntas, atravesé la puerta de la duda, recordé lo que me dijo y
me lancá al vacío de lo nuevo. Mis miedos salieron huyendo, se sintie-
ron expulsados. Esa fue la primera vez que desperté en el jardín de mi
corazón, alguien había dejado una flores rojas a mi lado, sentí que la
vida me dio la bienvenida.
La clave es la entrega y ello incluye la renuncia. Renunciar es
liberarse, su aprendizaje es prioritario. Quien sabe renunciar se va-
cunó contra el sufrimiento. El primer paso: comprometerte con la
vida, comprometerte con tu crecimiento, entonces tu día comenzará
levantándote con entusiasmo, ¿y si pasa lo peor? No pasa nada, tu
compromiso con la vida incluye un nivel vibratorio inmodificable.
No busques la felicidad, con que te entregues a lo que haces y
dejes de huir de ella, suficiente. La felicidad alcanza a quien deja de
buscarla, ella te volverá bueno en lo que haces, porque quien ama
lo que hace, inevitablemente se vuelve experto en ello. Sin embargo,
antes de todo deberás buscar lo que te apasiona, preguntarte, visuali-
zarte a ti, en uno o dos años, imaginarte cómo te sientes haciendo lo
que estás haciendo, recuerda que el primer salario es el placer que te
reporta hacer lo que haces.
Apasiónate desapegadamente, esa es una clave fundamental. En-
trégate a lo que haces, conviértete en ello pero cuando concluya, sal
completamente como quien sale de la piscina donde se lanzó. Después

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Pasión desapegada: vacuna para no sufrir

de cruzar el río, deja la canoa, no la lleves por si acaso, entregarse y sa-


lir, darse y renunciar, es parte de una vida inteligentemente planteada,
entonces, la felicidad volverá a ser natural, a ser síntoma de estar vivos.
Reaprópiate de esa condición natural de vivir, llamada felicidad.
¿Ya descubriste lo que te apasiona? Ese es un descubrimiento
fundamental y debe ser resuelto con urgencia; al descubrirlo, solo
tendrás que organizar tu vida de tal manera que hagas lo que amas,
que lo hagas con pasión y desapego, sin quedarte nunca más con las
ganas. Tienes la responsabilidad de vivir bien, de dar el cien por cien-
to porque una vida vivida sin felicidad no es vida.
No existe un secreto para ser feliz, pero sí los pasos. De eso me
ocupé en estas cartas. También quiero decirte que ser feliz no tiene
que ser una obsesión, con que sea una pasión es suficiente; ser feliz
es vivir bien, lo otro es mera supervivencia intrascendente. Recuerda
que la felicidad programada es falsa, porque está enganchada a pla-
ceres inducidos vía alcohol, drogas, sexo o consumo indiscriminado
de elementos recreativos. La felicidad es consecuencia de una mez-
cla adecuada entre lo que somos, lo que pensamos, lo que sentimos,
lo que hacemos y las relaciones interpersonales. La felicidad incluye
como recompensa a ella misma.
Se trata de lograr una simplicidad próspera, de cultivar la felici-
dad día a día con nuestra forma de vivir. Enfócate en avanzar en el ca-
mino más que en llegar a la meta, eso multiplicará tu felicidad, porque
en definitiva la felicidad solo está constituida de una secuencia de ex-
periencias relevantes. En cambio, el consumismo nos roba energía, el
materialismo confunde los medios con los objetivos, la rutina mata
el sentido de las cosas y apadrina el aburrimiento. En una vida pasiva,
es difícil encontrar felicidad, por ello, te pido, involúcrate totalmente
en lo que haces y tu felicidad se multiplicará.
Entrégate a la vida, vive con pasión el presente, lucha por tus
sueños y cuando toque partir o dejar ir, hazlo con agradecimiento y
alegría, nunca podrá llegar quien no se atrevió un día a partir. Llegado
al punto de pasión y desapego, sentirás cómo tu vida comienza a latir
con más intensidad, mientras todo comienza a adquirir más sentido.
Entonces la gota de agua será un compendio apretado del océano,

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Maestría en felicidad

los árboles te hablarán de la luna, los mejores recuerdos te saludarán


desde tus otros cuerpos y el color de las flores será tu mejor medicina.
El tiempo continuará escurriéndose, pero te dejará a cambio ma-
yor crecimiento. Sentirás cómo tu evolución, sigilosamente, camina
indetenible; te sentirás vivo, el aroma de tus instantes delatará tu vida
plena. Las adversidades pasarán a ser amigables y la distancia entre
lo interno y lo externo habrá sido abolida. «Apasionarte desapegada-
mente», más que una frase, es una referencia de avance, una señal que
marca la ruta de la vida. De repente, tu vida serán muchas vidas y tus
días, relucientes, mirarán más lejos, más alto. Hago una excepción, me
encanta el sobrepeso de mi esperanza; la veo ágil, con la cara lavada
y la disponibilidad a mano, me gusta su pelo de flores y su aliento de
brisa. Robar el tiempo a alguien es fácil, pero no hay como guardarlo
en nuestro propio espacio. Pasión y desapego y que el río de la vida te
lleve hasta la desembocadura de la plenitud. ¿Vamos?
La prosperidad integral tiene sus caminos secretos. Quiero ha-
blarte de los míos en la próxima carta, en la cual serás mi invitado
especial. Un abrazo.

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Carta XXXI

Lograr la prosperidad integral

U na preocupación permanece sentada en la bañera, por momen-


tos se mira al espejo que pronto se empaña, abre el grifo, lo cie-
rra, se seca las manos, vuelve la mirada al espejo, creo que soy yo. Vine
a tomar un baño tibio, abro de nuevo el grifo, el agua caliente se acu-
mula pacientemente, me sujeto al borde, preparo la toalla, constato la
temperatura, me imagino estar acompañado, su silueta se asoma tími-
damente, extiendo el brazo, salpica un deseo, trepa un pensamiento,
se distrae con una cicatriz, ella toma la iniciativa y se sumerge en la
bañera. Entonces apago la luz y me sumerjo en ese instante, consta-
tando que estoy solo, que estoy enjabonando mi propio cuerpo, que
mis átomos colisionan con los átomos del recuerdo, donde ella cabe
cómodamente.
La frialdad de mi cuerpo cede ante la cálida insinuación del agua
caliente, el baño del cuerpo es masaje del alma. Estoy dispuesto a

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Maestría en felicidad

todo, me digo a mí mismo, siempre estuve dispuesto a dejar en el


perchero la indisciplina y convertir en cadáver a la irresponsabilidad;
siempre quise que mi voluntad marchara a la par con mis sueños
y que el tiempo goteara, dejándome enseñanza. Siempre estuve dis-
puesto a escuchar la voz del silencio, a subir hasta el tejado y tener
una mejor vista, a envolver mi vida con experiencias espectaculares y
en cada rincón de mi existencia, acumular disponibilidad. Un día, en
mi lejana adolescencia, cuando no pude ayudar a una persona muy
pobre que acudió a mí pidiéndome ayuda, decidí salir de la pobreza
y cultivar la prosperidad integral y desde ella, practicar la solidaridad,
con fanático fervor. El tiempo ha transcurrido, la solidaridad continúa
apoyada en la entrada principal de mi vida.
La manera como se organiza la prosperidad integral puede tener
varias formas, sin embargo, ella siempre incluye que tomes las rien-
das de tu vida, que sepas para qué quieres ser libre, que te atrevas a
fabricar sueños grandes, que aprendas a trabajar en equipo, que te
concentres más en dar y ayudar que en recibir o ganar dinero, que
enfoques tu vida en hacer lo que amas, que te prepares bien en tu
área, que despliegues mucha creatividad, que confíes en ti y que hayas
aprendido a planificar tu vida.
Conoce cómo se mueven las cosas en este tiempo, explora, ana-
liza, reflexiona, asesórate bien. La primera inversión es aprender a
conservarte sano, la segunda es aprender a ser feliz, la tercera es ad-
quirir conocimiento y, en general, aprender a vivir. Entonces, estarás
con la sensibilidad en tus manos y con la capacidad de administrar tu
poder interior. Será fácil lograr tus objetivos, cuando tu preparación
es integral.
Es inteligente invertir en ti y nunca perder tiempo, recuerda que
dispones solo de una vida en esta vida. Recuerda también que no es
suficiente tener un buen trabajo, en verdad, es el capital que generaste
el que tiene que trabajar para ti, sin embargo, debes llegar a ese punto,
mientras tanto, te pido que seas cuidadoso con tus decisiones y con el
manejo de tu tiempo, porque él vale mucho más que dinero.
Debes saber también que tu vibración es la energía que hace las
relaciones públicas y, en consecuencia, te atrae un tipo de energía,

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Lograr la prosperidad integral

que todo dependerá de tu calidad vibratoria, porque con ello atraerás,


no lo que deseas, sino lo que sea compatible con tu nivel vibratorio.
Y como tú eres la fuente de tu vibración, ten claro lo que quieres, de
manera que haya compatibilidad entre lo que quieres y lo que eres.
Más que tener dinero, se trata de convertirse en una persona
superior, esto es, con felicidad, amor, libertad, paz interior y sabidu-
ría, esa persona estará en condiciones de tener la vida del nivel que
quiera, es decir , si eres feliz, si eres amoroso, tu vibración tendrá una
tendencia ascendente, entonces lo que pienses y sientas será podero-
so. Recuerda, tú tienes el poder de crear lo que quieras, si tu vibración
así lo determina, pero antes, tendrás que estar conectado a la fuente
matriz de la energía.
Ten claro lo que quieres y luego, visualízalo cada noche antes de
dormir. Al mejorar tu vibración, te acercas a tus objetivos, recuerda
que puedes limpiar tus vibraciones con la meditación y las buenas
acciones. Recuerda también que objetivos altos con vibraciones bajas
generan una incompatibilidad energética que obstaculiza el logro de
las metas anheladas.
Acércate a la gente que te inspira, intenta vivir el mayor tiempo
posible en tu mejor frecuencia, busca un equilibrio entre lo interno
y externo, entre lo que amas hacer y lo que debes hacer, no permitas
que nada ni nadie te aleje de tu centro de poder, no hables del amor,
ejércelo en todos tus actos. Cuando tengas que hacer algo que no te
agrade, recuerda que eso es solo un medio, para lograr tus objetivos.
Tienes mucha suerte de estar vivo, por tanto, sé agradecido;
agradece todo lo que te pase. Recuerda que tú creas tu realidad, que
tus pensamientos afectan positiva o negativamente la calidad de tu
vida, que es fundamental que te sientas conectado al Chej Pacha,
que no es compatible estar dormido y ser próspero, que en la mayo-
ría de los casos es necesario redefinir lo que es prosperidad. Recuer-
da también esto que me sirvió mucho: en lo que eres bueno, tienes
que ser, superbueno.
No se trata de esforzarse o sacrificarse, sino de saber hacerlo
bien, en el momento justo y de la manera precisa; no cometas el error
de pensar que la felicidad es tener mucho dinero o de vivir para tra-

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Maestría en felicidad

bajar. Hay cosas que solo se te ocurrirán cuando estés en dificultad.


Permanece abierto a todo, recuerda que la seguridad no viene del di-
nero sino del conocimiento, la prosperidad proviene de lo que tú eres,
no de lo que tienes.
No confundas felicidad con dinero, ni siquiera prosperidad con
dinero; no busques dinero, busca felicidad y serás próspero; organiza
tu vida de tal manera que el dinero nunca sea una preocupación en
el futuro, en especial para que no interfiera con tu felicidad. ¿Quieres
tener éxito? Aprende a ser feliz.
Cuando decidí vivir bien, fue unánime el rechazo. Entonces, vi
a la envidia, con su pelo azul, mirar desde la ventana más próxima;
vi charcos de egoísmo por todas partes y buitres sobrevolando ham-
brientos, pero mi voluntad está hecha a la medida de mis sueños. No
soy sino un ramo de intenciones, me dije a mí mismo, una intermina-
ble red de esperanza, soy un puñado de flores silvestres y el territorio
fértil donde crece la semilla de la vida plena. Soy el padre de mis sue-
ños y el abuelo de mis ocurrencias, y estoy dispuesto a pagar el precio
que sea necesario, para fabricar mi propia miel. En mi infancia recorrí
cerros y vi nacer mariposas, conozco los polvorientos caminos y los
párpados cansados; era un niño tímido pero estaba dispuesto a reco-
rrer pantanos e incomprensiones, sacudirme la envidia y construir
otras realidades, y volverme indestructible, y llevarme bien conmigo
mismo, y vivir errante y disfrutando, conquistar la felicidad y seducir
al amor para que me presentara a la escurridiza ave de la libertad, y
tener como oficio el amar e ir por la vida, recomponiendo existencias.
Confieso que lo logré. Presiento que también tú podrías lograrlo. La
próxima cita será la penúltima y te compartiré la importancia del dis-
frutar la vida, antes de partir. La nostalgia, ya está presente y el placer
de compartir también. Hasta pronto.

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Carta XXXII

Disfruto, luego existo

E l sol ya está lo bastante alto como para erradicar el frío esta maña-
na, sin embargo, en el otoño de mi pueblo, una nube es suficien-
te para anticipar el invierno. Me espera luego, en un rato, la última
carta. Me pregunto si habrá valido la pena o la alegría, el tiempo que
invertí en escribirte. Luego saldré a la calle, donde nadie me espera,
preguntaré por ella, mientras en la palma de mi mano, unas monedas
pagarán el trasporte público que abordo. Recuerdo cuando me hos-
pedé en el hotel de siete estrellas en Dubái, donde el lujo realizaba
constantes emboscadas y ese precario hospedaje al norte de África,
donde la pobreza caminaba de cuerpo entero por las calles sin asfaltar
del presente, siempre presente con esa fisonomía.
En la parada del autobús en La Habana, varios bailaban para ade-
rezar la espera; el traqueteo del jeep en Kenia, viajando a la frontera
con Tanzania, era tan intenso, que recorrimos cincuenta kilómetros

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Maestría en felicidad

en medio día. Una joven me pidió un día: «Llévame contigo»; la madre


asintió en silencio, el pedido era imposible de cumplir; en ese pueblo,
muchos no tenían documento ni sabían su edad. Al salir a la calle, en-
contré un mundo donde nadie comparte, se estremeció mi alma; hay
sombras con ropa, caminando a ninguna parte y optimismos aplana-
dos; él peina canas y tristeza, ella transporta en la espalda indignación.
Casi nunca me han visto hablar conmigo mismo. Son conversa-
ciones como con otra persona, a veces discrepo conmigo. «Podrías ser
millonario», me dice una voz interna, otra responde de inmediato:
«Prefiero la sabiduría». Vivir bien incluye lo que uno quiera, incluso
dinero. Jamás he contado nada de mi vida; estas cartas son un primer
intento, sé que podría ser malinterpretado, pagaré el precio, quiero
compartir mis secretos. Es posible que luego escriba otra maestría,
amor y sexualidad son temas solicitados; hoy veré a una persona que
conozco hace cuarenta años, ella inspiró mis primeros poemas, le co-
mentaré que ahora vivo poéticamente, descolgaré algunos recuerdos.
Recuerdo ese parque, con dos adolescentes que no sabían nada, que
solo eran víctimas del amor, del que nadie les había hablado. Al final
aprendí a disfrutar, quiero hablarte de eso hoy.
«Disfruto, luego existo», está tallado en una de las primeras casas
ecológicas de Janajpacha, el ashram chamánico que construimos en
la década del noventa, cuando transportaba toda la rebeldía y detes-
taba a la gente que no se atrevía. Ahora solo, no los soporto. Desde
entonces, he cincelado mi vida, he aprendido a surfear el oleaje de los
imprevistos; he descartado el pudor verbal y renunciado a disimular
mi insatisfacción. Escucho la música que me gusta, me tomo en serio
el humor, aprendí que la mejor manera de crecer es disfrutando, ver lo
positivo en todo y otorgar la importancia que merece al placer.
El placer es legítimo al interior de la felicidad, fuera de ella, es
simplemente un engendro de autoengaño hedonista. En verdad, pla-
cer sin conciencia, es mentira piadosa. El placer es el principio y el fin
de la vida, decía Epicuro. La vida es un pretexto para evolucionar…
disfrutando. Intenta disfrutar de todo, hasta de lo que nadie logra
disfrutar, por ejemplo, disfruta de enfrentar los problemas, lucha por
tus sueños, pero lucha disfrutando.

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Disfruto, luego existo

Disfruta el camino, es más importante que la meta, disfruta de


ti sin olvidar que, para disfrutar, debes primero aprender a ser feliz,
porque la felicidad es el primer deber de quien está despierto. Retro-
cedamos un poco, la felicidad es consecuencia de haberse despertado,
posibilitando la germinación de la semilla del amor, que dejará en li-
bertad tu libertad, generando una profunda paz y una salud duradera.
La felicidad y el placer no se excluyen mutuamente, pero solo
pueden reencontrarse en las profundidades de una vida lúcida, de cre-
cimiento y sabiduría, incluso, podríamos decir, la vida es un pretexto
para evolucionar disfrutando, eso es felicidad. En el fondo, la felicidad
nos prepara para cumplir nuestra misión.
Estoy consciente de que el placer tiene mala fama, en especial en
el mundo espiritual. Ante ello, levanto mi voz en defensa del placer,
porque el placer es una forma de la felicidad, es una tonalidad fugaz
al interior del color constante de la felicidad. Que te quede claro que
el placer es una estrella fugaz al interior del esplendor de la noche de
la felicidad.
De manera especial quiero recordarte que la vida es un viaje ma-
ravilloso y sagrado, donde te propongo disfrutar de todo lo que hagas,
de todo lo que te pase; disfruta del presente, del pasado y del futuro,
disfruta las pequeñas cosas, disfruta más y de todo, pero no olvides
que al disfrutar se aprende.
El placer de hacerlo, es el primer salario, sin él, ni abundante
dinero será suficiente. Que te quede claro que la felicidad incluye pla-
ceres, pero el placer por sí solo, no genera felicidad. Es preciso que
la felicidad esté presente, para que el placer sea sublime. Una clave
fundamental: encontrar el placer en las actividades sencillas, en las
cosas simples de la vida, de esta manera podrás instalar tu vida en la
zona de la felicidad.
El río del tiempo es indetenible, pienso, si no aprendemos a na-
dar hasta su orilla meditativa y contemplarlo activa y placenteramen-
te, la vida habrá pasado en vano. Si quieres vivir bien, permanece
atento al presente, porque lo más auténtico es este momento; la ins-
piración y el disfrute requieren del terreno, de no estar ocupado ni
pre-ocupado. Siempre ten tiempo para amar, para aprender y disfru-

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Maestría en felicidad

tar, recuerda que el tiempo verdadero es el que existe fuera del reloj
y que la intuición, herramienta fundamental en este proceso, es el
instinto evolucionado.
Finalmente quiero decirte que no es suficiente ser lo que eres,
enfócate en lo que puedes llegar a ser. La gente que recuerdo feliz, los
que disfrutan la vida, ocupan por las mañanas las sillas principales
de mi memoria, son recuerdos que me inspiran; la gente sabia, espe-
cializada en tomar buenas decisiones, está instalada por la tarde; por
la noche, me encuentro con aquellos que hicieron algo grande en su
vida, aunque después se dejaron seducir por lo convencional. Pronto
dejaré de escribir, agarraré estas cartas y las lanzaré al viento. Si llega-
ron a tus manos, no fue casual, mira cuánta gente vive en el planeta y
justo te llegaron a ti.
Desde hace días, cuando me senté a escribir la primera carta,
aparecieron muchas ideas, abundantes recuerdos y la sombra de las
experiencias vividas en una vida donde la vida fue mi anfitriona. Es-
tas cartas se fueron poblando de enseñanzas, incluso algunos secretos,
más de los que pensaba, aparecieron y se entremezclaron en el bos-
que de palabras que traje para ti. En conjunto podría decir que son
un informe de mi alma, para tu alma, una campanada con sabor a si-
lencio, unas naranjas maduras que, desde su árbol, licuaron los rayos
solares para dejarlos en tus manos.
Me pregunto qué harás con ellas, son una especie de testamento
cósmico para terrestres con aspiración celestial. Es incierto el futuro
de la humanidad si la gente no aprende a ser feliz. Por todas partes
veo lágrimas innecesarias y acciones oscuras que multiplican el sufri-
miento; me conmueve la infelicidad por ignorancia, el desperdiciar la
vida, simplemente por no haber aprendido oportunamente el sagrado
arte de vivir.
Atardece en mi vida, es tiempo de compartir. Con este senti-
miento, te entrego estas cartas, podrías hacer con ellas lo que muchos
hacen, archivarlas como un libro más o lo que hace esa selecta mino-
ría de gente lúcida que inaugura en su vida una galería de arte, donde
las colecciona y expone, no para que otros vean, sino porque com-
prendieron que la mejor infelicidad es aquella que arde, que el mejor

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Disfruto, luego existo

miedo es aquel depositado en el inodoro, que la acción más errónea es


postergar y, al comprenderlo, acumular ganas para un día de estos, si
aún no lo hiciste, declararte feliz y formar parte de esa nueva huma-
nidad, compuesta por mujeres y hombres felices.
La tribu de la felicidad regresó para humanizar la humanidad y
en la parcela de los nuevos tiempos, sembrar las semillas de la espe-
ranza. ¿Te das cuenta?, esto es algo más que un puñado de cartas, es
una oportunidad evolucionaria, es una invitación a la vida plena, es la
entrada a la fiesta de tu vida. Presiento que entendiste la propuesta.
Te invito a compartir la última entrega, es una carta en la cual quiero
despedirme, recordándote la magia de la vida.

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Carta XXXIII

Inaugura la magia en tu vida

S eamos claros, sin felicidad, no existe la vida. Los infelices, nada tie-
nen que hacer, no están vivos, porque la vida comienza con el arte
sagrado de la felicidad. La felicidad se ve con las manos, con el cuerpo,
con el valor ético de ser impostergablemente tú y, desde ti, ir hasta el
fondo de tu existencia, porque la felicidad y la vida están fusionadas
indisolublemente.
Toda actividad vivencial que no tenga el perfume de la felicidad
es hedor de momia. La vida solo sirve para evolucionar, lo otro no es
vida. Sopesando las ventajas y desventajas de la infelicidad no en-
contré ninguna ventaja; no entiendo por qué a la mayoría le seduce
estrellar su vida y soportar pesos innecesarios. Es para mí un enigma
que la gente viva para no vivir, arropándose con necesidades falsas y
manteniendo en buen estado físico al deseo de sumisión al absurdo.
Admiro con vértigo y náuseas al infatigable infeliz que ha permitido

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Maestría en felicidad

que tergiversen su vida al punto de traficar con total impunidad una


versión falsificada de la misma.
En una habitación poblada de libros, en la zona norte de la ciu-
dad de Cochabamba, al centro de Bolivia, un hombre de pelo anoche-
cido y nevada barba, le da una palmada a la vida, abriendo el cofre de
su existencia y compartiendo sus secretos, inaugurando una arqueo-
logía vivencial, que podría convertirse en cantera existencial para el
buscador atento.
Quiero hablar contigo por última vez, entregarte una postal, una
ofrenda, una telaraña de claves e itinerarios para rediseñar tu vida.
Hay cosas que deberás descubrir tú mismo, otras requerirán apoyos
didácticos; si estás atento y eres perseverante, encontrarás las opor-
tunidades que precisas; soy capaz de ofrecerte más cosas, pero antes
quiero estar seguro de haber sido entendido en la profundidad de la
intención que originó estas cartas.
Te veo sentado, leyendo esta última carta, veo a mi perro acos-
tado, él está eximido de reflexionar, su especie concluyó su itinerario
evolutivo de momento, y nació completo. El humano nace incompleto
y libre, viene para completarse, ¿comprendes? Esto no fue un libro,
es una puerta, esto no se acaba aquí, está comenzando. Solo traje para
ti las palabras adecuadas, tejidas de tal manera que la sensación pro-
ducida deje huella en tu conciencia. Incluso si decides postergar tu
encuentro con la felicidad, la huella quedará en la piel de tu alma,
interfiriendo la somnolencia recomendada. Sé que es más fácil vivir
durmiendo y dejar a la evolución sentada, esperando en vano, a la in-
temperie de una existencia sin el fuego del conocimiento; es más fácil
dejar a tu tiempo mirando televisión y salir a la calle con la infelicidad
sin sentir vergüenza. Por favor, no hagas eso, tu vida te necesita.
Si la evolución es el propósito de la vida, la felicidad es el punto
de partida, el amor la manera, la libertad el contexto. Tenemos permi-
so para hacer milagros pero la gente no fue informada de esto, inten-
cionalmente; entonces se cumplen años, sin desarrollar habilidades
vivenciales para graduarnos y ser aptos para evolucionar. Aprecia los
instantes y los detalles, genera tu soberanía existencial, valora lo que
tienes en vez de quejarte de lo que careces, maneja inteligentemente

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Inaugura la magia en tu vida

tu tiempo hasta convertirlo en crecimiento; ¿sabías que todas las de-


más especies viven solo el presente?
Sumérgete en cada experiencia que vivas. Si divagas mentalmen-
te, que sea para evocar buenos recuerdos o fabricar hermosos sueños;
¿quieres ser feliz realmente?… sé feliz y punto, no necesitas pedir per-
miso a nadie. La felicidad es una opción inteligente, reservada para
gente que no soporta ni un momento de infelicidad. ¿Sabías que to-
dos necesitamos con urgencia ser felices? ¿Y que la felicidad puede
comenzar cuando te atrevas a mirar de frente a la vida? La felicidad
completa existe, pero la completamos preparándonos, fluyendo, pla-
neando, improvisando, poniendo en práctica lo que te compartí en
estas 33 cartas. Acepta que la felicidad no dura para siempre, dura un
momento, igual que la vida.
Que no te digan que la felicidad es una meta, ni siquiera es un
camino, es una forma de caminar, tú puedes inventar tu propia for-
ma de ser feliz. En realidad no hay camino, solo pasos caminando,
por ello podemos confesarte, al final de este encuentro de corazón a
corazón, que nunca existió un camino hacia la felicidad, pero sí ma-
nantiales de felicidad, y tú, aplicando estos conocimientos, podrías
convertirte en uno de ellos.
La gente feliz va por el mundo repartiendo magia, es la otra cara
de la misma moneda porque, en verdad, el humano es una pasión
cósmica pendiente de evolución. Un dato adicional, esto tiene carác-
ter confidencial: necesitamos gente feliz para repoblar el planeta, en
esto se juega el futuro de la humanidad. Tengo fe en los hombres y
mujeres desde que comprenden que la felicidad es una herramienta
de conocimiento. Vivir bien es un acto de valentía y humildad, donde
converge la magia y la sensibilidad se presenta vestida con alas.
Somos pasajeros de la eternidad, con estatus migratorio fugaz, es
preciso ceñirse al orden cósmico: somos felices por naturaleza; la am-
bigüedad llamada infelicidad banaliza la existencia y condena al abu-
rrimiento; nuestra opción es habitar el relámpago del conocimiento y
condensar la eternidad, encender los instantes, y proceder a vivir has-
ta las últimas consecuencias, instalados en un presente poéticamente

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Maestría en felicidad

saboreado, desde el momento en que, descartando pretextos, saltemos


la barrera del miedo y nos entreguemos a la vida en su versión plena.
La infelicidad es la ausencia de vida, la felicidad es el retorno de
la plenitud, convertida en una manera de caminar por la vida, dejando
huellas doradas y presencias magnéticas. Esa es mi propuesta para ti
y esta es mi despedida. A partir de ahora, mi ausencia estará presente,
pero nuestras felicidades podrán encontrarse nuevamente, aprove-
chando las grietas del tiempo y de la inexistencia de la distancia.
¿Casi nadie había llegado hasta aquí? ¿Serás de los primeros?
Fraternalmente,
chamalú

Cochabamba, marzo 2015

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Carta de último momento

E stimado aprendiz:
En realidad ya me había marchado, sin embargo, decidí vol-
ver y escribirte estas líneas adicionales, a manera de resumen recorda-
torio. Es medio día, el cielo insiste en su color, a pesar de que algunas
nubes observan indecisas a lo lejos. De vez en cuando pasa alguien
por la calle, transportando su infelicidad con total impunidad. La
ropa maquilla la circunstancia, la gente normal parece adaptada a lo
anormal, los malos recuerdos se apiñan junto a las malas decisiones;
la frustración está presente de cuerpo entero, junto al desánimo que
invitó al pesimismo a quedarse en la coyuntura existencial de quienes
insisten en vivir dormidos. Los sueños, convertidos en alfombra, son
insistentemente pisoteados. La gente parece tranquila, quizá está hip-
notizada por el sinsentido que abre huecos en la existencia por donde

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Maestría en felicidad

se fuga la energía, el vacío llena las vidas, la danza de apariencias


continúa ininterrumpida. Cuando se pregunta a la gente quién es,
nos responde con su profesión, ese sospechoso sustituto de la mi-
sión, que incrementa la infelicidad. En circunstancias democráticas,
la mayoría parece tener la razón, sin embargo, cuando se trata de
ellos mismos pueden estar equivocados.
No hay sirena que anuncie el error, cuando uno se va por el cami-
no equivocado. No hay censura para quien se autoengaña. De pronto
la vida se torna más oscura, la capacidad de amar se empequeñece,
la felicidad se asoma indecisa desde afuera, la gente se adapta, ese
es el problema, se acostumbra a vivir mal y fingir bienestar, y ese
autoengaño se generaliza hasta convertir a la sociedad entera en un
circo, donde cada uno se limita a realizar su papel después de autoen-
gañarse con estilo propio. Esta bien visto que la familia se reúna los
domingos para intercambiar apariencias o quejas, sin embargo, casi
nunca se abordan temas de fondo, sospechan que sería de mal gusto
y podría interferir la digestión compartida.
Quiero en esta carta final felicitarte si llegaste hasta este nivel,
y alertarte sobre el riesgo de adaptarse a una normalidad que ya no
es normal, porque adaptarse a lo que la mayoría hace es aceptar la
infelicidad como manera aceptable de vivir y ello equivale a traicio-
narse a uno mismo. Lograr la maestría en felicidad implica nadar
contra la corriente, es decir, acumular valor y declararse feliz, o sea,
rebelde, dispuesto a pagar el precio en todos los escenarios que po-
drían expresarse. 
No te adaptes a la infelicidad que se camufla en forma de rutina
y que tiene buena prensa. En todas partes encontrarás personas que
te aconsejen resignarte, adaptarte y renunciar a tus sueños. Esa es
una de las pruebas más frecuentes a superar. La felicidad es posible
y con el tiempo resulta fácil, porque en verdad, es nuestra condición
natural de existencia. En realidad todo el mundo, desde la más remota
antigüedad, busca la felicidad, sin embargo, ella cada vez parece más
escurridiza, al punto que algunos llegaron a pensar que es imposi-
ble o está reservada para gente privilegiada. Nada más alejado de la
realidad, la felicidad no tiene relación de dependencia con el dinero,

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Carta de último momento

es más, está comprobado que la gente con más dinero, con mucho
dinero, no es más feliz. Esto, sin embargo, no debe sonar como una
apología de la pobreza, cada uno deberá organizar su vida, su estilo de
vivir, de tal manera que tenga todos los recursos necesarios para vivir
como sueña. Este aprendizaje incluye el imprescindible «aprender a
vivir» que postulamos como base de la educación actual.
Tampoco la felicidad está relacionada con la fama, la suerte, la
moda o lo material. La gente más feliz que se ha encontrado en el
mundo es aquella que hace lo que ama, que ama lo que le toca hacer,
que aprendió a manejar bien su tiempo, a organizar bien sus priori-
dades, a tomar buenas decisiones, a manejar bien sus pensamientos y
emociones y por tanto sus relaciones interpersonales son generadoras
de bienestar y aprendizaje. La felicidad tiene que ver más con el com-
partir que con el tener muchas cosas. La felicidad de la que te hablo,
la única y auténtica, nace en ti mismo de ocuparte adecuadamente
de todos y cada uno de tus niveles, me refiero a lo espiritual, expre-
sado en la comprensión de la misión que tienes, de la cual resultará
tu evolución; a lo mental, con la generación del hábito de fabricar
exclusivamente pensamientos positivos, situación que se logra con
el retorno a la inocencia y la práctica de la meditación. También me
refiero a lo emocional, traducido en el manejo y canalización óptima
de las emociones, teniendo como eje el amor, la vibración más eleva-
da, que proviene de la felicidad, la cual incluye el estar haciendo lo
que tienes que hacer en el momento justo y de la manera adecuada.
El amor incondicional es vibración que emerge del bienestar logrado
por la felicidad, como resultado de un trabajo interior ininterrumpi-
do, mediante el cual el aprender, crecer y ayudar se convierten en una
manera de vivir.
Me refiero también al nivel físico, expresado en una salud du-
radera, consecuencia de conocer el cuerpo, de escucharlo y amarlo;
igualmente al nivel ecológico, donde, en un contexto de reverencia,
ocurre un proceso de purificación, al entrar en contacto con la Madre
Tierra, y luego de energización. Finalmente me refiero a la dimensión
social donde se expresa en la práctica el amor, la solidaridad, el ayudar
al otro y en ese proceso beneficiarnos de aprendizajes inesperados y

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Maestría en felicidad

permanentes, porque la vida misma se convierte en una escuela para


quien aprendió a vivir.
La felicidad es posible, es más, resulta indispensable para cum-
plir nuestra historia evolucionaria. Nosotros no creemos en el sufri-
miento como camino ni en la tristeza inevitable, es decir, para que la
felicidad sea posible y permanente, es preciso dotarnos de otro para-
digma, disponer de otra percepción de la vida y, por tanto, de otra acti-
tud ante todo lo que pasa, sin delegar nuestro poder al entorno nunca
más, esto es: nada ni nadie podrá ponerte mal, sin tu consentimiento.
Desde otro paradigma podrás entender que para ser feliz solo precisas
darte cuenta de que estás vivo, que la vida es un regalo multidimen-
sional para crecer e ir por ella repartiendo magia. Entonces podrás
comprender que la felicidad no es cuestión de tener sino de ser, de ser
tú mismo, de cumplir tu misión, porque ello le da sentido a tu vida y
te vacuna contra el vacío existencial que condena a tanta gente a la
infelicidad, al alcoholismo y la drogadicción.
Quiero recordarte en esta última carta que es pecado no ser feliz,
porque la infelicidad es un atentando contra uno mismo. La infeli-
cidad nos predispone para múltiples enfermedades a nivel físico y
mental; la infelicidad convertida en rutina, termina matando la creati-
vidad, reduciendo la lucidez y preparando el camino para depresiones
y problemas mayores. En cambio la felicidad es generadora de salud,
de bienestar a todo nivel, de lucidez que nos permitirá tomar mejores
decisiones en la vida, de creatividad que nos permitirá disfrutar inclu-
so de los problemas y adversidades.
La gente feliz ha recuperado su capacidad de asombro, entonces
puede ver o hacer casi todo por primera vez. Ellos saben que la clave
para ser feliz es hacer lo que amamos, estar con los que queremos, no
privarnos de nada bueno, estar en constante contacto con la natura-
leza, además de correr el riesgo de la innovación, de la exploración,
de la búsqueda de nuevos aprendizajes, desarrollando la actitud de
fortalecernos con las adversidades y transportando a donde vayamos
cantidades significativas de optimismo, el cual nos capacita para ver
en toda situación el lado positivo y educativo de lo que acontece.

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Carta de último momento

Ser feliz es ir por la vida fluyendo, descomplicados, en verdad no


hay, no debería haber tiempo para nada más que crecer y disfrutar,
aprender y ayudar, porque la vida es demasiado corta, más aun, al
ignorar la fecha de nuestra partida. Organiza tu vida con inteligencia
para hacer lo que amas y el resto, amar como contexto de aprendizaje.
Comparte lo que tengas, ayudar es multiplicar nuestro bienestar y me-
jorar la calidad de nuestra vida. Admite que vivimos en una interde-
pendencia que podría ser manejada con creciente lucidez, de manera
que nuestra libertad, autenticidad incluida, no se vea jamás afectada.
Asegúrate de comenzar bien el día, de disfrutar y aprender de todo
lo que hagas y de ir por la vida repartiendo amor. De esa manera
cultivarás tu felicidad, que se incrementará constantemente. Un dato
final: la receta para tu felicidad la tienes que inventar tú, con todos
los ingredientes aquí compartidos, porque la felicidad es un estado
del ser y alude a lo más íntimo de cada uno. Imprescindible ser feliz,
recuérdalo, este es el último aviso para ti.
Hasta pronto,
Chamalú

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Otros libros de Intermedio Editores

Chamalú
Sabiduría olvidada
15 x 23 cm,
ISBN: 978-958-757-443-2

Sabiduría olvidada relata la historia de Luana, una joven que una noche cualquiera se
da cuenta de que su vida no es vida sino una simple rutina. Comienza entonces una
búsqueda que pronto la lleva a encontrarse con un amauta o sabio indígena andino,
quien le enseña los secretos para darle un sentido a su existencia, para aprender a
vivir de verdad y alcanzar la felicidad, el amor, la libertad, la paz interior y la salud. La
intención de este libro es hacer del lector un aprendiz, al igual que Luana, y entregarle
una serie de secretos ancestrales de distintas culturas de los Andes y el Amazonas para
que alcance una vida plena.
Esta historia está inspirada en un encuentro entre Chamalú y una de sus aprendices, a
quien él mismo describe de la siguiente manera: «Luana es una aprendiz que resume
la búsqueda de quien comienza a sospechar que la vida es algo más que la rutina
intrascendente que nos propone la sociedad…».

Chamalú (Luis Ernesto Espinoza) es un hombre de sabiduría boliviano, de ancestros que-


chuas. Ha recorrido el mundo y dedicado toda su vida a la investigación de conocimientos
basados en sabidurías ancestrales para lograr la felicidad y la realización personal. Ha dictado
más de 8 mil conferencias sobre estos temas en 130 ciudades de los cinco continentes y posee
una extensa obra, traducida a distintos idiomas. Es el creador de un conocimiento aplicable
a este tiempo, denominado método Iveshama, que enseña a las personas a vivir plenamente.
Sus conferencias hacen reflexionar y transforman.

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Margarita Ortega
Regresa al origen
14 x 21 cm,
ISBN: 978-958-757-397-8

En Regresa al origen, la actriz y presentadora de televisión, Margarita Ortega, cuenta


cómo sus problemas de salud la llevaron a darle un giro de 180 grados a su alimen-
tación, un cambio que no solo la sanó de todas sus dolencias sino que le mostró
una nueva filosofía de vida basada en una alimentación saludable y nutritiva. Fue
así como adoptó el estilo de vida vegano, que exige una dieta vegetariana pura y
natural, y rechaza todas las formas de explotación animal.
La autora explica en este libro las bases de la disciplina vegana e incluye una se-
lección de deliciosas recetas vegetarianas que contradicen la creencia de que la
alimentación natural es aburrida y representa un sacrificio. Con ello busca orientar
a quienes deseen iniciar una vida sana, equilibrada y en armonía con la naturaleza.

Margarita Ortega es comunicadora social y periodista. Ha trabajado como presentadora y ac-


triz de televisión, de cine y de teatro. En la actualidad es vegana y combina su vida profesional
con la búsqueda de nuevas formas e ingredientes de la cocina natural, cuyos hallazgos difunde
a través de su gran proyecto de ecotienda.

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Javier Darío Restrepo
Encuentros medicinales
con el Yagé
15 x 23, 232 pp.
Isbn:978-958-757-255-1

De la mano del médico Omar Escobar, el reconocido periodista y escritor Javier Darío
Restrepo hace un recorrido por las experiencias de ocho personas de diversa índole
que tienen en común haber encontrado en el yagé la solución a graves problemas de
salud que la medicina alópata daba por irresolutos. Una monja, un médico cirujano,
una familia con un problema hereditario, entre otros, dan testimonio de las increíble
y maravillosas virtudes de esta planta considerada sagrada por las culturas indígenas
y que debido a prejuicios raciales, ignorancia e incomprensión, ha sido satanizada.

Javier Darío Restrepo tiene una amplia trayectoria en prensa escrita. Experto en ética pe-
riodística, ha sido catedrático de las universidades Javeriana y de los Andes en Bogotá, y
conferencista en temas de comunicación social. Ha sido columnista de los principales diarios
de Colombia. Recibió el Premio Nacional de Círculo de Periodistas de Bogotá en la categoría
de prensa en 1993, así como el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 1985 y
1986. Además recibió los premios San Gabriel del Episcopado Colombiano en 1994, Germán
Arciniegas de la Editorial Planeta en 1995 y el Premio Latinoamericano a la Ética Periodística
otorgado por el Centro Latinoamericano de Periodismo -CELAP-, auspiciado por la Universidad
Internacional de la Florida en 1997. En 2012 recibió el Premio Nacional de Cultura. Es autor
de varios libros de crónica y sobre periodismo

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