Intimidades Masculinas

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Walter Riso

Ediciòn Especial
No es tan fácil ser varón ser hombre, al menos en los términos
que demanda la cultura, no es tan fácil. Esta afirmación,
descarada para las feministas y desconcertante para los
machistas, refleja una realidad encubierta a la que deben
enfrentarse día a día miles de varones para cumplir el papel de
una masculinidad tonta, bastante superficial y potencialmente
suicida. Pese a que la mayoría de los hombres aún permane-
cen fieles a los patrones tradicionales del "macho" que les
fueron inculcados en la niñez, existe un movimiento de libera-
ción masculina cada vez más numeroso, que rehúsa ser vícti-
ma de una sociedad evidentemente contradictoria frente a su
desempeño.

Mientras un grupo considerable de mujeres pide a gritos


mayor compasión, afecto y ternura de sus parejas masculinas,
otras huyen aterradas ante un hombre "demasiado suave".

Los padres hombres suelen exigir a sus hijos varones una


dureza inquebrantable, y las maestras de escuela un refina-
miento tipo lord inglés. El mercadeo de la supervivencia
cotidiana propone una competencia tenaz y una lucha fratrici-
da, mientras que la familia espera el regreso a casa de un
padre y un maridosonriente, alegre y pacífico. De un lado el
poder,
El éxito y el dinero como estandartes de autorrealizaciónmas-
culina, y del otro la virtud religiosa de la sencillez y la humildad
franciscana como indicadores de
crecimiento espiritual.
.
Los hombres no somos, definitivamente, tan fuertes
como la cultura ha querido mostrar. Más aún, en muchas
situaciones donde sería propicio manifestar la tal forta-
leza masculina, ésta brilla por su ausencia. Independien-
temente de las causas del estereotipo social que estig-
matiza a un varón recio e indoloro, es indudable que los
propios hombres, tal vez en respuesta a las deficiencias
de un ego que necesita ser constantemente admirado,
hayamos mantenido y promocionado esta imagen. para
hacerse hombre y ser reconocido como tal, es necesario
sufrirIncluso en la actualidad, muchos grupos tribales y
aldeanos someten a sus jóvenes varones a pruebas
extraordinariasde fuerza y entrenamiento para resistir
el dolor y el miedo, exponiéndolos a elementos nocivos, 4
mutilaciones físicas y enfrentamientos con terribles
alucinaciones provocadas por droga.

foto

El poder muscular permitía asegurar la vida en dos sentidos


fundamentales. Por un lado, hacer la guerra requería de
hombres fornidos que pudieran cargar armas y enfrentar la
contienda corporal.
Un
problema por
resolver 6

Muchos adolescentes hombres muestran serios problemas


de autoestima y autoimagen porque se perciben a sí
mismos como enclenques,demasiado flatoso alejados del
patrón "fornido" tradicional: "Me gustaría tener más espal-
da", "Quisiera ser más grueso", "Mis brazos son raquíti-
cos", y así. Sentirse alfeñique es una de las torturas más
grandes por las que puede pasar un muchacho.
8

Un verdader
fuerte, la for o hombre de
taleza está e be ser
n los músculo
s.
Para hacerse hombre y ser reconocido
como tal, es necesario sufrirIncluso en la
actualidad, muchos grupos tribales y
aldeanos someten a sus jóvenes varones a
pruebas extraordinariasde fuerza y entre-
namiento para resistir el dolor y el miedo,
exponiéndolos a elementos nocivos, muti-
laciones físicas y enfrentamientos con
terribles alucinaciones provocadas por
droga. Curiosamente, aunque también
9 existen rituales femeninos de pubertad,
además de ser muchísimo más cortos, no
están orientados a producir dolor sino
aislamiento y tedio. En el hombre, la
fuerza; en la mujer, la paciencia.

“Yo no tengo suficiente desarrollo físico, por lo


tanto soy poco
hombre y poco atractivo".
11

¿En realidad necesitamos ser física y psicológicamente tan


poderosos como queremos mostrar?

¿Para qué esforzarnos las veinticuatro horas por parecer


duros, si de todas maneras nos van a
descubrir cuando nos conozcan mejor?

¿A quién queremos engañar con semejante


pantomima?
Un hombre miedoso no es bien visto en ninguna
parte. Es posible que algunas mujeres de fuerte
instinto maternal se sientan momentáneamente
enternecidas, o que algunos varones voluntarios
de la Cruz Roja Internacional se apiaden, pero a la
larga o a la corta un desprecio ancestral y muy
visceral hace su aparición.
Como sí no hiciera honor a su especie o pusiera
en peligro la subsistencia de la misma, el varón 14
cobarde es segregado y seriamente cuestionado,
no sólo por las mujeres, sino también y principal-
mente por los hombres.
15

INo es tan sencillo ser, al mismo


tiempo, fuerte y frágil, seguro y
dependiente, rudo y tierno, ambicio-
so y desprendido, eficiente y tran-
quilo, agresivo y respetuoso, traba-
jador y casero. El desear alcanzar
estos puntos medios, que entre
otras cosas aún nadie ha podido
definir claramente, creó en la
mayoría de los hombres un senti-
miento de frustración permanente
Muchas mujeres recién casadas, que han
tenido noviazgos cortos y no han podido
conocer bien a sus
cónyuges, se quejan de que su marido ha
cambiado demasiado desde el matrimonio
y ya no parece ser el mismo.

Una de mis pacientes relataba así la trans-


formación de su flamante marido que se
conviertio en otra persona...

Me acosté común hombre y amanecí con 16


otro...". En realidad, muchos hombres
inseguros se mienten a sí mismos y a los
demás mostrando un patrón de fortaleza
inexistente, a la espera de ser aceptados.
No es un juego de seducción, sino un meca-
nismo supremamente peligroso y dañino
para compensar una autoestima endeble.
Si bien es cierto que un grupo nada
despreciable de mujeres aún se inclina
ante unos buenos bíceps
17

la liberación
masculina deba
establecerse sobre
la base de la
incriminación, la
condena y la
subestimación
por el sexo opuesto.
Pero el problema de la fuerza no termina ahí. La supues-
ta reciedumbre masculina también implica valentía,
dominancia y seguridad en cantidades industriales. Un
paquete de exigencias muy difícil de obtener.

La gran proporción de varones que todavía aspiran a


esta quimera son producto de un condicionamiento
valorativo, claramente autodestructivo y deshumani-
zarte.

19
21

Pese a que el poder masculino ha sido trasla-


dado del garrote del troglodita al maletín del
ejecutivo, la fuerza física aún es un requisito
importante de masculinidad para muchos
hombres y mujeres. Esta creencia puede gene-
rar en los jóvenes varones un trastorno
opuesto a la anorexia femenina, pero
igualmente grave
Hace unos años, después de haberme sepa-
rado, fui a vivir a un nuevo apartamento.
Recuerdo que el portero encargado, un
hombre de unos sesenta años, tal vez por mi
condición de "solo", se mostraba especial-
mente amable y colaborador. Siempre inter-
preté su actitud servicial como una forma de
solidaridad y complicidad de género. Cuando
yo llegaba con una amiga me abría la puerta 22
del garaje con un guiño, o si recibía alguna
visita femenina, su anuncio llevaba implícito
un tono de anuencia
con licencia para delinquir. Como si dijera:
"Picarón... Picarón... Otra más... Bendito
seas entre los varones.
23

Si consideramos las aparentes prebendas con las que


cuenta el sexo masculino, algunas mujeres se asombran
de que ciertos varones mostremos insatisfacción con el
papel que nos toca desempeñar:
bién
gu ro de sí m is mo, pero que tam 24
fuera se , pero no
Me gustaría que z en cu an do ; tierno y cariñoso
bil de ve una,
saque su lado dé ob se si vo ; qu e se haga cargo de
so, pero no én sea
empalagoso; exito en te ; in te le ct ua l, pero que tambi
absorb
pero que no sea
os....
hábil con las man
Afirmar que el hombre sufre no significa desconocer los
problemas del sexo femenino.
Las mujeres se han preocupado por su emancipación desde
hace tiempo,
y han expresado su sentir por todos los medios

25
Muchos hombres reclaman el derecho a ser débiles,
sensibles, miedosos e inútiles, sin que por tal
razón se los cuestione. El derecho a poder hablar 26
sobre lo que sienten y piensan,
no desde la soberbia ni para justificarse de los
ataques insanos del resentimiento feminista, sino
desde la más honda sinceridad.
27

El nuevo v
ar
desperta ón quiere estar ac
r espiritu
al del cua orde con un
l se ha re
zagado
¿Por qué se subestima el sufrimiento masculino?

¿De dónde viene esa extraña mezcla de asombro


e incredulidad cuando un varón se queja de su
papel social?

Se da por sentado que las supuestas


ventajas de las que goza el hombre son incuestio-
nables, y por lo tanto, cualquier queja al respecto
debería ser considerada como una prueba más del
afán acaparador y de la ambición desmedida que
lo ha caracterizado.

"¿Cómo es posible que quieran más?".


28
El hombre ya no quiere estar aferrado a los viejos valores
verticalitas que fundamentaron la sociedad patriarcal. El
nuevo varón está cansado de ostentar un reinado absurdo
y esclavizarte, tan envidiado por las feministas de primera
y segunda generación. Al nuevo varón no lo inquietan los
míticos ideales de éxito, poder, fuerza, autocontrol,
eficiencia, competitividad, insensibilidad y agresión.
31

La liberación masculina no
es una lucha para obtener el poder de
los medios de producción, sino para
desprenderse de ellos.
33

La liberación masculina no es una lucha para obtener el


poder de los medios de producción, sino para
desprenderse de ellos.
La nueva masculinidad no quiere quedar atrapada
en la herencia salvaje y simiescas que tanto
aplaude y festeja la cultura. Tampoco desea
reprimir o negar la propia biología, sino superar-
la, transformarla e integrarla a un crecimiento 34
más trascendente. El estereotipo tradicional del
varón lo ha mantenido atado al patrón biológico,
fomentando y exagerando, directa o soterrada-
mente, un sin número
de atributos primitivos que ya han perdido toda
La verdadera revolución del varón, más que
política,
es psicológica y afectiva.
Es la conquista de la
libertad interior y el desprendimiento de las
antiguas señales
ficticias de seguridad
37

Analizado desde un punto de vista más complejo, quizá sea


la propia estructura inconsciente
masculina la que posea implícita la sentencia de buscar
satisfacer los sueños de grandeza de una
sociedad perturbada, que pretende redimirse a sí misma.
Parecería que los héroes hacen falta.
En la moderna jungla de asfalto, "valores" como
la fuerza física, la valentía, la violación y la agre-
sión física, sólo para citar algunos, ya no definen
al más apto. En este sentido, pienso que las
mujeres han logrado independizarse mucho más
que nosotros de los viejos arquetipos. Insisto: la
idea no es suprimir nuestras raíces, ni reprimir
las expresiones naturales que surgen de las 38
mismas, sino cortar aquellos lastres disfuncio-
nales que nos impiden avanzar hacia una nueva
existencia. Es imprescindible desbloquear el
estancamiento evolutivo en el que nos encon-
tramos. Ni la cruel genética determinista ni el
ingenuo ambientalismo relativista: independen-
cia y evolución. Dos claves, dos premisas, dos
banderas.
La masculinidad que, además de no ser honesta, nos ha
traído más desventajas que ventajas. De hecho, muchos
varones están hartos de jugar el papel de un superhom-
bre carente de adrenalina, inerte ante el sufrimiento y
totalmente autosuficiente. Si la mayoría de los hombres
siente miedo, no soporta la soledad, le agobia la idea del
39 fracaso y no muestra el mínimo indiciode hacer abdomi-
nales.

¿De cuál sexo fuerte estamos hablando?


Para hacerse hombre y ser reconocido como tal, es
necesario sufrir incluso en la actualidad, muchos
grupos tribales y aldeanos someten a sus jóvenes
varones a pruebas extraordinarias de fuerza y
entrenamiento para resistir el dolor y el miedo,
exponiéndolos a elementos nocivos, mutilaciones
físicas y enfrentamientos con terribles alucinaciones
41 provocadas por droga. Curiosamente, aunque
también existen rituales femeninos de pubertad,
además de ser muchísimo más cortos, no están
orientados a producir dolor sino aislamiento y miedo.
Es evidente que aunque la cosa esté cambiando, la debili-
dad masculina no se digiere con facilidad, en particular
frente al tema del dolor, pienso que la mujer sale mejor
librada que el hombre.

Si los hombres tuviéramos que parir, el planeta estaría


despoblado, la nueva masculinidad no exige tanto. Un
hombre débil puede ser tan varonil como femenina una
mujer fuerte.
44
Para ser varones no tenemos que colgarnos de los pulga-
res, ni rompernos la espalda
levantando pesas, ni soportar estoicamente las angustias
y asumir el papel de un decadente Rambo,

Basta con que dejemos traslucir lo que de verdad somos,


sin pretender vender una idea distorsionada de lo esen-
cialmente masculino.
Absorbidos y empujados por la necesidad sexual, no
alcanzamos a reconocerlas como personas. Ni
siquiera las vemos.
Muchos hombres, luego de la conquista y la culmina-
ción del acto, no se acuerdan del rostro de la mujer
con la que estuvieron. No tienen la más remota idea
de cómo piensa, qué hace, cómo vive y qué siente
aquella mujer que hace un rato abrazaban y besaban
con pasión. No estoy diciendo que cada relación nece-
site de un curso prematrimonial de meses para acce-
45 der a la intimidad sexual; lo que propongo es arrojar
algo de luz sobre "el oscuro objeto del deseo", y
quitarle un poco de sexo al arte de seducir.
Pese a que la paranoia femenina de ver al hombre
como un especie de pulpo descontrolado está justifi-
cada, a veces se les va la mano. A muchas mujeres les
gustaría castrar a más de un varón para poder ser
sus amigas y evitar, de esta manera, cualquier inter-
ferencia del deseo.
Tres debilidades psicológicas masculinas

Aunque las fragilidades psicológicas masculinas podrían


llenar varios tomos de una enciclopedia
(ellas irán apareciendo a lo largo del presente texto), aquí
sólo señalaré tres miedos básicos, por lo general encu-
biertos por el ego, comunes a casi todas las culturas, 46
altamente dañinos y
mortificantes para aquellos varones que aún se empeci-
nan en ser duros, intrépidos y osados.
Éstos son:

1) el miedo al miedo,
2) el miedo a estar afectivamente solo
3) el miedo al fracaso.
Dignificar la sexualidad masculina no significa
racionalizar exageradamente el sexo, ni coartarlo:
lo que propongo es abolir la esclavitud sexual a la
que hemos estado sometidos. Liberarnos de la
obsesión no implica enterrar la libido, sino tras-
cender con ella. La sexualidad es un regalo. Es el
momento en el cual se produce la muerte psicoló-
gica (la mente parlanchina se calla y el maya se va
a dormir) y cuando podemos identificarnos con el
universo. Pero si sólo disfrutamos del sexo desco-
47 nociendo su significado real,
además de quedar aprisionados en lo meramente
sensorial, estaremos bordeando el peligroso
sendero de la dependencia. Definitivamente, la
sexualidad es mucho más que genitalidad, y si no
vemos esto nunca lograremos aprovechar su
increíble magnificencia.
Aunque el sexo esté inmerso en la esencia misma
de la seducción masculina (cortejo sin deseo no
es cortejo, sino asunto de negocios), y probable-
mente así va seguir siendo por muchos miles de
años, hay que aceptar que no es el único motiva-
dor de la conquista del varón. La aproximación
hacia el sexo opuesto también está motivada por
la búsqueda de compañía, por el compartir las
gracias y desgracias de la civilización (por ejem-
plo hamburguesas y papitas fritas, cine y televi- 50
sión), por la conversación informal,
por el filosofar de bar en bar, por la increíble
fuerza que genera la genuina amistad hombre-
mujer, por la lujuria oculta y la fantasía anticipa-
da. Lo psicológico, la autoconsciencia para ser
más exacto,le da una nueva extensión al galanteo,
y lo lanza mucho más allá del simple cuerpo a
cuerpo.
Una sexualidad masculina digna se refiere a una sexualidad
que respete la integridad psicológica, tanto del varón como
de la mujer. La sexualidad, cuando es digna, no envilece ni
corrompe a nadie, porque no genera apego.

El derecho a una sexualidad digna es no desintegrarse en la


adicción; es humanizar el sexo en la vivencia del afecto; es no
51 violentarse internamente, ni violentar; es retirarse a tiempo
o estar todo el tiempo; es entender que, al menos en la quími-
ca corporal, el fin no justifica los medios;
es transmutarse en el otro hasta desaparecer y no asustar-
se por ello; es no regalarse, ni castrarse, ni someterse para
obtener "favores"; es desnudarse valientemente y luego no
querer vestirse; es poner a madurar el placer
para que sepa mejor; en fin, ser digno en el sexo es quererse
a uno mismo sin dejar de querer, y
entregarse sin misericordia, sin lastimar ni lastimarse.
Algunos varones, conscientes del reto que implica la liberación
masculina afectiva, hartos de la represión emocional a la que
hemos estado sometidos por nosotros mismos y por la cultura,
en franca oposición a los valores poco humanistas con los que
hemos sido educados, y con un repudio total por la estructura
patriarcal de la que hemos sido víctimas y que, supuestamente,
estamos obligados a transmitir, expresamos y dejamos
estipuladas, desde lo más profundo de nuestro sentir, las
siguientes reivindicaciones de libertad emocional Tenemos
derecho:
1. A sentir miedo.
2. A ser débiles y a pedir ayuda cuando así lo consideremos.
3. A ser inútiles, a cometer errores y a no saber qué hacer.
4. A fracasar económicamente, a ser pobres y a
experimentar el ocio intensa y vitalmente.
5. A vivir en paz, a negarnos a la agresión, a la guerra y a todo
tipo de violencia interna y externa.
6. A emocionarnos y a expresar nuestros sentimientos
positivos, ya sea física o verbalmente.
7. A estar más tiempo en familia y a participar en la crianza
de nuestros hijos.

Walter Riso

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