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Cámara Federal de Casación Penal Causa N° 14304 -Sala

IV– C.F.C.P “DÍAZ,


Pablo Marcelo s/
recurso de casación”

REGISTRO N° 1680/12

///la ciudad de Buenos Aires, a los 19 días del mes de


septiembre del año dos mil doce, se reúne la Sala IV de la Cámara Federal de
Casación Penal integrada por el doctor Mariano Hernán Borinsky como
Presidente y los doctores Juan Carlos Gemignani y Gustavo M. Hornos como
vocales, asistidos por la Secretaria de Cámara actuante, a los efectos de
resolver el recurso de casación interpuesto a fs. 771/796 de la presente causa
Nro. 14.304 del registro de esta Sala, caratulada “DÍAZ, Pablo Marcelo
s/recurso de casación”, de la que RESULTA:
I. Que el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 26, en el marco de la
casua Nro. 3197 de su registro, mediante sentencia del 11 de mayo de 2011,
falló, por mayoría y en lo que aquí interesa: “II.- CONDENAR a PABLO
MARCELO DÍAZ, de las demás condiciones personales obrantes en autos,
por haber sido hallado autor penalmente responsable del delito de abuso
sexual del cual resultara la muerte de la víctima A LA PENA DE PRISIÓN
PERPETUA, ACCESORIAS LEGALES Y COSTAS (art. 124 en función del
119 primera parte del Código Penal). III.- CONDENAR a PABLO
MARCELO DÍAZ, de las demás condiciones personales obrantes en autos, A
LA PENA ÚNICA DE PRISIÓN PERPETUA comprensiva de la impuesta
en el punto precedente y de la de doce años de prisión impuesta el 6 de
septiembre de 2002 por el Tribunal Oral en lo Criminal nº 13 en la causa
1278 con más su declaración de reincidencia (art. 50 del C. Penal).” (cfr. fs.
399/420).
II. Que contra dicha resolución, el Defensor Oficial que asiste
técnicamente a Pablo Marcelo Díaz interpuso recurso de casación e
inconstitucionalidad de la prisión perpetua impuesta (fs. 771/796), habiendo el
tribunal a quo concedido el recurso de casación y rechazado el recurso de
inconstitucionalidad (fs. 797/798). El recurso de casación fue mantenido ante
esta instancia a fs. 807.
III. El Defensor Público Oficial invocó, en primer lugar, la
nulidad del requerimiento de elevación a juicio fiscal y el alegato fiscal, toda
vez que, a su juicio, en sendos actos procesales se afectó el principio de
congruencia y, por lo tanto, se violó el derecho constitucional de derecho de
defensa en juicio de su asistido.
Sobre el particular, el recurrente alegó que la imputación que se
le dirigió a su defendido, como descripción fáctica del acontecer delictivo que
se le atribuyó, varió sustancialmente desde que la Agente Fiscal formuló el
requerimiento de elevación a juicio. Ello así, toda vez que a Pablo Marcelo
Díaz se le imputó un homicidio y no un abuso sexual seguido de la muerte de
la víctima.
En otras palabras, según lo expone la defensa en su recurso, a
partir del requerimiento de elevación a juicio fiscal, se agregó a la imputación
original que se le cursó a su asistido al momento de recibírsele declaración
indagatoria en la causa, un supuesto de abuso sexual por el que no fue
indagado. Por lo tanto, no tuvo ocasión de defenderse con respecto a este
aspecto de la imputación.
Con respecto al alegato acusatorio efectuado por el Fiscal
General de Juicio, el impugnante consideró en esta oportunidad procesal, el
Ministerio Público Fiscal volvió a mutar la imputación que se le formuló a su
asistido. Ello, por cuanto en el requerimiento de elevación a juicio fiscal,
Pablo Marcelo Díaz fue acusado como autor del delito de homicidio criminis
causae (art. 80, inc. 7 del C.P.), mientras que al cierre del debate, el Fiscal
General de juicio lo acusó como autor del delito de abuso sexual seguido de
muerte de la víctima (art. 124 en función del 119 del C.P.).
Por otra parte, la defensa invocó un supuesto de arbitrariedad en
la sentencia, al considerar que el tribunal a quo tuvo por comprobada, sin la
existencia de suficiente prueba –según el recurrente-, el abuso sexual que
Pablo Marcelo Díaz emprendió contra S. B. causándole la muerte al
apuñalarla en reiteradas oportunidades con un cuchillo de los denominados
“tramontina” para vencer la resistencia de la víctima.
En este orden de ideas, sin controvertir las causas que provocaron
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IV– C.F.C.P “DÍAZ,
Pablo Marcelo s/
recurso de casación”

la muerte de la víctima y la responsabilidad de su asistido en este evento, el


agravio que presenta el recurrente se circunscribe a cuestionar la existencia del
ataque sexual que, según se concluyó en la sentencia, Pablo Marcelo Díaz
llevó adelante al momento de causarle la muerte por apuñalamiento a S. B.
Para fundar su posición, la defensa afirmó que no existen en el legajo
elementos de juicio que permitan tener por acreditado dicho extremo.
En abono a su tesis, citó el voto en disidencia de uno de los
magistrados de la instancia anterior, que arribó a la misma conclusión que
promueve la defensa en el recurso.
Finalmente, el recurrente ligó la invocada imposibilidad de
probar la existencia de un abuso sexual para descartar el juicio de subsunción
legal definido en la sentencia y, al mismo tiempo, el juicio legal alternativo de
homicidio criminis causae que promovió la querella en su alegato final.
Concluyó, en definitiva, que Pablo Marcelo Díaz debía responder por el hecho
que reconoció en su indagatoria, el que a su juicio, configura el delito de
homicidio simple (art. 79 del C.P.).
Por ello, la defensa solicitó que se haga lugar al recurso de
casación y, en consecuencia, que se declare la nulidad de la acusación fiscal y
se absuelva a Pablo Marcelo Díaz. Subsidiariamente, que se case la sentencia
y se condene a asistido como autor del delito de homicidio simple a la pena
única de veinticinco años de prisión (art. 79 del C.P.).
Hizo reserva de caso federal.
IV. Que durante el término de oficina previsto por los arts. 465
cuarto párrafo y 466 del C.P.P.N., se presentó el Fiscal General ante esta
Cámara, Dr. Raúl Omar Pleé, quien solicitó fundadamente que se rechace el
recurso de casación interpuesto por la defensa (fs. 812/815). En la misma
oportunidad procesal, compareció el Defensor Público Oficial ante esta
instancia, Dr. Juan Carlos Sambucetti (h), quien amplió fundamentos y
solicitó que se haga lugar al recurso de casación de la defensa.
V. Que superada la etapa prevista en los arts. 465, último párrafo
y 468 del C.P.P.N., ocasión en la cual la querella acompañó breves notas (fs.
840/841 y fs. 890) quedaron las actuaciones en estado de ser resueltas.
Que efectuado el sorteo de ley para que los señores jueces emitan
su voto, resultó el siguiente orden sucesivo de votación: doctor Mariano
Hernán Borinsky, Gustavo M. Hornos y Juan Carlos Gemignani.
El señor juez Mariano Hernán Borinsky dijo:
I. Liminarmente, corresponde señalar que el recurso de casación
interpuesto resulta formalmente admisible, toda vez que la resolución
recurrida es de aquellas consideradas definitivas (art. 457 del C.P.P.N.), el
recurrente se encuentra legitimado para impugnarla (art. 459 del C.P.P.N.), los
planteos esgrimidos se enmarcan dentro de los motivos previstos por el art.
456 del C.P.P.N., y se han cumplido los requisitos de temporaneidad y de
fundamentación exigidos por el art. 463 del citado código ritual.
Por otro parte, cabe aclarar que al no haber sido concedido el
recurso de inconstitucionalidad (art. 474 del C.P.P.N) por los jueces de la
instancia anterior, la jurisdicción de este Tribunal no se encuentra habilitada
para su tratamiento.
II. En primer lugar, corresponde dar tratamiento al planteo de
nulidad de la acusación pública que formuló la defensa en su recurso de
casación.
Para llevar adelante la revisión que requiere el caso, corresponde
señalar, en primer lugar, que al momento de recibírsele declaración
indagatoria a Pablo Marcelo Díaz, se le hizo saber el hecho que se le imputaba
en los siguientes términos: “el suceso que tuvo lugar el 22 de mayo de 2009,
alrededor de las 11.00 hs., en el interior del departamento ‘16’ ubicado en el
6º piso del complejo edilicio sito en la calle Honorio Pueyrredón 830 de esta
Ciudad, oportunidad en la cual el compareciente dio muerte a S. B. Que tras
sorprender a la víctima sola en su departamento, el nombrado habría
intentado abusar sexualmente de la joven, al tiempo que la habría atacado
con un cuchillo del tipo ‘tramontina’ que portaba, intentando vencer así toda
resistencia opuesta por la víctima, quien resultó con múltiples heridas
cortantes en el cuerpo y hematomas en su rostro producto de golpe, choque
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y/o roce con o contra superficie dura, siendo la herida mortal la causada por
lesión en órganos nobles y/o grandes vasos intratorácicos” (sic. fs. 114/115).
Asimismo, al resolverse la situación procesal de Pablo Marcelo
Díaz, el magistrado de instrucción dictó su procesamiento por considerarlo,
prima facie, autor penalmente responsable del delito de homicidio criminis
causae en concurso real con el delito de abuso sexual simple (cfr. fs. 346/358).
La Agente Fiscal formuló requerimiento de elevación a juicio
(cfr. fs. 549/552). En dicho acto procesal, se describió el hecho por el que se
acusó formalmente a Pablo Marcelo Díaz, en los siguientes términos: “…con
fecha 22 de mayo de 2009, siendo alrededor de las 11.00 hs., Pablo Marcelo
Díaz dio muerte a S. B., de diecinueve años de edad, en el interior del
departamento nº 16, ubicado en el 6º piso del edificio sito en Honorio
Pueyrredón 830 de esta ciudad.”
“Así fue que tras sorprender a la víctima, que se hallaba sola en
su departamento, el nombrado se abalanzó sobre ella, intentando accederla
carnalmente, para lo cual la atacó con un cuchillo del tipo ‘tramontina’ que
portaba, a fin de amedrentarla para conseguir su objetivo.”.
“Como consecuencia del forcejeo opuesto como resistencia por la
joven, le asestó múltiples heridas cortantes en el cuerpo y hematomas en su
rostro, producto de golpes. Finalmente, al no poder llevar a cabo su
primigenio cometido, y para poder procurar su impunidad, le infringió una
herida mortal en el pecho, lesionando sus vasos intratorácicos, lo que le
provocó su deceso”.
“Acto seguido, Díaz se auto infringió heridas con un cuchillo, por
lo que al arribo de personal policial a la finca de marras manaba sangre,
presentándose como un vecino e indicando que un sujeto del sexo masculino
desconocido había perpetrado un hecho de robo, resultando víctima junto a la
ocupante del departamento”.
El hecho así descripto, fue calificado por la Agente Fiscal como
constitutivo del delito de homicidio calificado por haber sido cometido
“criminis causae”, debiendo responder el imputado en calidad de autor (art. 45
y 80, inc. 7 del C.P.).
En el mismo requerimiento y con respecto a la circunstancia
agravante, la representante del Ministerio Público Fiscal agregó que “puede
afirmarse […] que Díaz mató a Bargna con la finalidad de procurar su
impunidad respecto del hecho cometido contra su integridad sexual”. Agregó,
asimismo, que en el caso, resultó “el abuso como injusto principal y el
homicidio como medio para eliminar la única testigo material y evitar su
reproche”. (cfr. fs. 549/552).
Finalmente, es de destacar que al momento de alegar, el Fiscal
General de Juicio tuvo por comprobado que “el 22 de mayo de 2009, Díaz
había dado muerte a S. B. en el domicilio de la calle Pueyrredón 830 de esta
ciudad. Así tras sorprender a la víctima excitado, luego de ver películas
pornográficas, para abusar de ella, e intentando accederla con tocamientos
acometió contra ella con un cuchillo con el que le causó lesiones mortales.
Ella quedó tendida en la cama grande y falleció a los minutos de llegado el
personal policial.”.
En esta oportunidad procesal, el Fiscal General descartó la figura
de homicidio “criminis causae” al no encontrar en la secuencia fáctica
descripta, los elementos que exige dicho tipo penal. Por ende, restringió el
hecho objeto de imputación y acusó al imputado por encontrarlo autor
penalmente responsable del delito de abuso sexual seguido de muerte de la
víctima (art. 124 en función del art. 119 del C.P.), por ser esta figura legal la
que, por especialidad, se ajusta a los hechos que tuvo por acreditado el
acusador público.
Los alcances fácticos descriptos, dan lugar a la nulidad impetrada
por la defensa, pues, según lo entiende esa parte, las distintas significaciones
jurídicas que se han ensayado a lo largo del proceso, afectó el principio de
congruencia que integra el derecho de defensa en juicio de su asistido (art. 18
de la C.N.).
Para dar solución al caso, cabe recordar, siguiendo autorizada
doctrina, que la congruencia importa la correlación entre la imputación y el
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fallo. En palabras de Maier “[l]a reglamentación rigurosa al derecho a ser


oído […] no tendría sentido sino se previera, también, que la sentencia sólo
se debe expedir sobre el hecho y las circunstancias que contiene la acusación,
que han sido intimadas al acusado y, por consiguiente, sobre aquellos
elementos de la imputación acerca de los cuales él ha tenido oportunidad de
ser oído; ello implica vedar que el fallo se extienda a hechos o circunstancias
no contenidos en el proceso que garantiza el derecho de audiencia” (MAIER,
Julio B.J Derecho Procesal Penal, Fundamentos, Editores del Puerto S.R.L,
Buenos Aires 1996, 2° edición, T.I, p. 568).
Sin embargo, para que el defecto de información que se invoca –
ausencia de intimación sobre abuso sexual- pueda cobrar operatividad en esta
instancia y, consecuentemente, ser susceptible de ser casado por este Tribunal,
corresponde verificar si el déficit de información existe verdaderamente y, en
su caso, si provocó un verdadero perjuicio y cercenamiento al derecho de
defensa en juicio.
En la especie, dicho perjuicio no podría ser leído de otra manera
que la imposibilidad del imputado y de su defensa técnica de cuestionar,
alegar y enfrentar probatoriamente el ataque o abuso sexual que se tuvo por
probado en la sentencia. Ello, por cuanto, siguiendo al mismo doctrinario,
puede decirse que “[t]odo aquello que en la sentencia signifique una sorpresa
para quien se defiende, en el sentido de un dato con trascendencia en ella,
sobre el cual el imputado y su defensor no se pudieron expedir […] lesiona el
principio estudiado” (ob cit. P. 568).
De modo tal, más allá de anotar que el planteo que ocupa la
atención de este Tribunal constituye una redición de la cuestión preliminar que
introdujo la defensa de Pablo Marcelo Díaz al comienzo del debate –nulidad
del requerimiento de elevación a juicio fiscal- como al momento de formular
su alegato -nulidad de acusación del Fiscal de Juicio- (art. 393del C.P.P.N),
que fueron rechazados por el tribunal a quo, es menester determinar si en el
sub lite se verifica el defecto y el perjuicio enunciado por el laborioso
defensor.
En esta inteligencia, no se advierte que la crítica que formula el
recurrente tenga entidad para provocar un perjuicio y, por tanto, afectar el
derecho de defensa en juicio del imputado. En efecto, de la lectura de la causa
y de las reseñas precedentemente efectuadas, surge con claridad que en todos
los actos procesales relevantes (declaración indagatoria, auto de
procesamiento, requerimiento de elevación a juicio y alegato acusatorio fiscal)
estuvo presente en la imputación el ataque a la integridad sexual que sufrió S.
B. el 22 de mayo de 2009 en su domicilio.
Esta situación deja, desde un inicio, sin sustento la alegada
afectación al derecho de defensa en juicio que se alega en el recurso de
casación. Ello es así, toda vez que más allá de los distintos juicios de
subsunción legal provisorios llevados a cabo durante la etapa de instrucción
tanto por el juez de grado como la Agente Fiscal, el abuso sexual por el que
fue condenado Pablo Marcelo Díaz se encontró presente en la intimación –
descripción del hecho imputado en la indagatoria- que se le formuló al
inculpado al ser legitimado pasivamente en la causa.
Este aspecto fáctico también fue ponderado y adquirió relevancia,
al momento en que los distintos operadores judiciales calificaron legalmente la
conducta de Pablo Marcelo Díaz.
Por otra parte, la declaración indagatoria prestada por el imputado
durante la audiencia de debate, echa por tierra el estado de indefensión que
alega el recurrente. Ello es así, por cuanto en tal oportunidad, el imputado dio
su versión de los hechos, reconociendo haber causado la muerte a la víctima
tras agredirla físicamente con un cuchillo del tipo “tramontina” y negó
expresamente haber abusado de ella.
Dicho circunstancia, confirma la ausencia de afectación a la
garantía de defensa en juicio (art. 18 C.N.), en tanto revela el conocimiento de
Pablo Marcelo Díaz sobre los alcances del hecho atribuido y, al propio tiempo,
su concreta posibilidad de refutar la imputación en pleno ejercicio de su
derecho de defensa en juicio material.
En tales condiciones, un examen integral de la actividad procesal
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cumplida en el legajo a la luz de los agravios que invoca la defensa en su


recurso, me persuade de la idea que, contrariamente a lo alegado por el
impugnante, en el sub examine se vio garantizado el derecho constitucional de
defensa en juicio que le asiste al imputado (art. 18 del C.N).
En consecuencia, no advierto que la sentencia traída en revisión
constituya el resultado de un cambio sorpresivo de la hipótesis imputativa
verificada desde un primer momento en el legajo. En efecto, como quedara
dicho, los hechos materia de imputación fueron descriptos en su totalidad
desde el inicio de la causa. Por ende, la sola circunstancia de haberse
registrado durante la marcha del proceso distintos juicios de subsunción
provisorios sobre un mismo universo fáctico de imputación, no comporta un
estado de indefensión para con el imputado, por cuanto, en todos los casos y
como quedara expuesto, en aquellos siempre estuvo involucrado el abuso
sexual que sufrió S. B. al encontrar la muerte.
Por ende, corresponde rechazar el agravio que involucra la
violación al principio de congruencia que infructuosamente invocó la defensa
para sustentar la absolución del imputado.
III. Corresponde examinar si la sentencia traída en revisión
constituye un acto jurisdiccional válido derivado del análisis lógico y
razonado de las constancias allegadas al sumario en observancia al principio
de la sana crítica racional (art. 398 del C.P.P.N.) o, por el contrario, si se
presenta como una conclusión desprovista de fundamentación o con
motivación insuficiente o contradictoria (art. 404, inc. 2, del C.P.P.N.).
Para llevar a cabo la tarea, no es ocioso recordar que el recurso de
casación debe ser regulado y aplicado de conformidad con el derecho a
recurrir el fallo -derivado del derecho de defensa- consagrado por la
Constitución Nacional y los Tratados Internacionales de Derechos Humanos
incorporados a nuestro sistema legal con igual jerarquía (Constitución
Nacional, art. 75, inc. 22; Convención Americana de Derechos Humanos, art.
8.2.h; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, art. 14.5).
La vigencia de la garantía en cuestión, fue asegurada por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, en el caso “Herrera Ulloa vs. Costa
Rica” (sentencia del 2 de julio de 2004), en tanto sostuvo que el recurso de
casación debe ser “amplio” y “eficaz”, de tal manera que permita que el
tribunal superior realice “un análisis o examen comprensivo e integral de
todas las cuestiones debatidas y analizadas por el tribunal inferior”, sea que
éstas se refieran a los hechos, el derecho o la pena, y así procurar “la
corrección de decisiones jurisdiccionales contrarias al derecho” (párr. 161,
162 y 167).
Dicho precedente, precisamente, fue recogido por nuestra Corte
Suprema de Justicia de la Nación al reafirmar que resulta competencia de esta
Cámara Nacional de Casación Penal “...agotar el esfuerzo por revisar todo lo
que pueda revisar, o sea, por agotar la revisión de lo revisable” (in re C.1757.
XL. “Casal, Matías Eugenio y otro s/robo simple en grado de tentativa”, causa
nro. 1681, rta. el 20/09/05).
Conforme dicha doctrina, resulta relevante que en esta instancia
se pueda efectuar el completo control de la sentencia impugnada, verificando
que todas las cuestiones allí asentadas (sean las que tradicionalmente se
consideraban de “hecho” o de “derecho”) se encuentren debidamente fundadas
a la luz de lo previsto por los arts. 398 y 404 del C.P.P.N. En definitiva, no se
trata sino del análisis del cumplimiento de las reglas que integran el llamado
sistema de libre convicción o sana crítica racional.
Una correcta hermenéutica del recurso de casación permite que
este Tribunal analice el modo en que los jueces de la instancia anterior han
valorado el material probatorio, encontrando como único límite aquellas
cuestiones relacionadas directa y únicamente con la inmediación del juicio
oral, materia vedada por su propia naturaleza irrepetible en esta instancia.
Por ello, con relación a una declaración testimonial recibida
durante la audiencia de debate, dado su carácter irreproducible, esta Cámara
podrá analizar si su contenido ha sido valorado fundadamente de acuerdo a las
reglas de la sana crítica racional, en función del resto del material probatorio.
Pero en modo alguno podrá verificar qué impresión ha causado en el ánimo de
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los jueces que la han presenciado y escuchado, por cuanto se trata de una
percepción propia relativa a lo acontecido en el debate oral.
Desde esta perspectiva y con los alcances asignados, corresponde
examinar el caso traído en revisión. A tal efecto, cabe señalar que el tribunal
de la instancia anterior tuvo por acreditado, por mayoría, que “…Pablo
Marcelo Díaz, el 22 de mayo de 2009, aproximadamente a las 11.00 horas, en
el interior del departamento nº 16 del 6º piso de edificio sito sobre la calle
Honorio Pueyrredón 830 de esta ciudad, abusó sexualmente de S. B.,
intimidándola con un cuchillo ‘tramontina’ y ante la resistencia de la
nombrada le produjo lesiones, y como consecuencia de ellas, la nombrada
falleció tal como se acredita mediante la partida de defunción que obra a fs.
451, de donde surge que […] falleció como consecuencia de hemorragia
externa e interna, heridas punzocortantes de arma blanca”.
Para dar basamento probatorio a la reconstrucción histórica del
hecho, los jueces que alcanzaron la mayoría del fallo ponderaron la
declaración testimonial de Carlos Rufino Saavedra Poblete, quien, como
portero del edifico donde tuvo lugar el hecho, declaró durante la audiencia de
debate que el día en el que ocurrió el evento se encontraba pasando la máquina
en la planta baja de edificio. En un momento, escuchó un fuerte grito de una
mujer y un portazo. El primer grito que escuchó fue “Ay” (sic). A raíz de ello,
el testigo narró que subió las escaleras para establecer lo que sucedía,
encontrándose con un vecino de apellido Strina, que le confirmó haber
escuchado lo mismo, siendo éste quien llamó a la policía.
Saavedra Poblete continuó subiendo las escaleras hasta llegar al
piso 6º, oportunidad en la que volvió a escuchar un grito de una mujer que, en
este caso, decía: “Dejame hijo de puta” (sic). Tras ello, Poblete descendió por
las escaleras y advirtió que la puerta del departamento 14 ubicado en el 5º piso
del edificio en el que residía el imputado Pablo Marcelo Díaz, se encontraba
abierta.
La existencia de gritos por parte de la víctima, fue corroborado
por los testigos Alejandro Raúl Strina y Roberto Sorokin, cuyos testimonios
fueron incorporados por lectura al debate.
Los jueces de la instancia anterior determinaron que entre el
primer y segundo grito que escuchó Carlos Rufino Saavedra Poblete,
transcurrieron aproximadamente cinco minutos.
Asimismo, se sopesó la declaración del Sargento de la P.F.A Luis
Alberto Herrera, quien fue el primer agente de seguridad en llegar al lugar e
ingresar en el departamento 16 ubicado en el 6º piso. En su declaración,
Herrara manifestó que llegó al lugar convocado por los vecinos ante la
existencia de gritos y golpes que se escuchaban en el edificio. La primera
entrevista la tuvo con el encargado del edificio, quien le informó que “estaban
robando o algo pasaba” porque había escuchado gritos y golpes. Que al subir
por las escaleras del edificio, llegó al piso 4º -en realidad 5º- advirtiendo que
la puerta de un departamento se encontraba abierta. Siguió subiendo y al llegar
al piso 5º -en realidad 6º- notó desde la escalera movimientos por debajo de
una puerta y concluyó que los gritos venían de allí.
Herrera declaró que dio la voz de “alto policía” y oyó que desde
adentro del departamento una voz masculina decía: “no, no” (sic). Accionaron
la puerta desde adentro, quedando la misma entreabierta. La abrió –
encontrando cierta resistencia- y encontró en el piso, boca arriba, a una
persona del sexo masculino con una herida en el cuello, quien le informó
“están robando, están robando adentro, uno de pelo rubio” (sic).
El Sargento Herrera continuó su relato informando que ingresó al
departamento, observó sangre en el piso del living, en la pared -con figuras de
manos- y un desorden compatible con una escena de lucha. Al ingresar en un
dormitorio, observó a una chica semidesnuda con heridas en el cuello y tórax
que aún permanecía con vida. Llamó a la ambulancia y, a su arribo, la joven
ya había fallecido. El testigo, agregó que en el departamento había un
completo desorden, había botellas rotas, cosas caídas, signos de lucha.
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También informó que el departamento contaba con una sola


puerta de acceso, siendo imposible salir de él por el balcón –al encontrarse
enrejado con protección de niños- y las ventanas se encontraban cerradas.
Las heridas que presentó S. B. en su cuerpo, fueron determinadas
mediante el estudio de autopsia Nro. 1079 llevado a cabo a las 20.50 horas del
mismo día 22 de mayo de 2009 en el que se produjo su muerte (fs. 139/149).
Dicho estudio concluyó que su deceso se produjo por hemorragia interna y
externa, neumotórax bilateral, heridas múltiples de arma blanca.
Al prestar declaración testimonial el galeno que llevó a cabo la
autopsia, Dr. Héctor Enrique Di Salvo, precisó que la víctima tenía dos grupos
de lesiones. Una producida por elementos contusos (lesiones 1, 2, 3, 18, 19 y
20 de la autopsia) y otra producida por elemento punzo cortante, siendo las
heridas mortales las identificadas bajo los números 9, 11 y 12 de la autopsia,
las que le produjeron un colapso pulmonar, que le impidió a la víctima toda
mecánica respiratoria. El experto, finalmente, identificó a las lesiones 8, 17 y
19 ubicadas en el dorso de la mano derecha, pie izquierdo y brazo izquierdo de
la víctima, como lesiones de carácter defensivo.
Corresponde hacer un alto en el análisis y recordar que lo dicho
hasta aquí, no se encuentra controvertido por la defensa, por cuanto el propio
Pablo Marcelo Díaz confesó durante la audiencia de debate ser el autor
material de las lesiones que produjeron la muerte de S. B. Sin embargo, el
relevamiento de la prueba precedentemente realizado, resulta necesario para
dotar de autonomía a la sentencia, más allá del reconocimiento del imputado.
En consecuencia, encontrándose debidamente acreditadas las
circunstancia reconstruidas en la sentencia, corresponde retomar la revisión y,
por lo tanto, ingresar en el punto neurálgico de la crítica que formula la
defensa en su recurso. Por ello, cabe determinar si el abuso sexual que se tuvo
por comprobado en el sub iudice, encuentra debido fundamento y correlato
probatorio.
Para ello, si bien se aprecia que la defensa invocó ausencia de
fundamentación y resaltó el carácter de “delito de alcoba” que reviste el abuso
sexual, un examen pormenorizado y crítico del conjunto de la prueba
producida en la presente causa, no deja lugar a dudas sobre el acierto de los
jueces que alcanzaron la mayoría del fallo al tener por configurado el ataque
sexual que sufrió S. B.
Las imágenes fotográficas que ilustran el lugar en el que se halló
el cuerpo de la víctima –en una cama matrimonial de una habitación-, la forma
en la que se encontraba el mismo –semidesnudo-, constituyen pautas que
encaminan el caso hacia un abuso sexual.
A dicho escenario, obviamente, debe sumársele otros elementos
que acompañen esta conclusión preliminar para poder alcanzar el grado de
certeza apodíctica que exige una sentencia condenatoria. Los mismos, se
encuentran presentes en el caso de autos.
La prueba científica y un juicio reflexivo sobre ella, inspirado en
la lógica, la experiencia y el sentido común como exponentes de la sana crítica
racional con la que debe apreciarse la prueba, permite superar la problemática
o vacío que plantea la defensa bajo el rótulo “delito de alcoba” que supone la
ausencia de testigos que puedan corroborar cuanto aconteció en el interior del
departamento 16 en el que encontró la muerte S. B. el 22 de mayo de 2009.
En efecto, a partir de las conclusiones allegadas en los peritajes
químicos de fs. 363/364 y 514/516, se comprobó que en el calzoncillo de
Pablo Marcelo Díaz se verificó la presencia de semen y manchas hemáticas
que se corresponden con el grupo y factor de S. B. (RH positivo 0). La
presencia de dicho material, condujo a los jueces de la instancia anterior, sin
que se aprecie defecto lógico alguno, a tener por acreditado que Pablo Marcelo
Díaz estuvo sin sus pantalones dentro del departamento 16 cuando ya se
habían producido algunas de las lesiones que recibió la víctima.
Esta situación habla a las claras del contenido sexual de la
agresión.
Y si bien la defensa cuestiona las conclusiones a las que arribó la
sentencia, bajo una tesis alternativa que intenta ubicar al imputado con su
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IV– C.F.C.P “DÍAZ,
Pablo Marcelo s/
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pantalón colocado en todo momento en el interior del departamento 16,


explicando para ello que es posible que la mancha de sangre que se
corresponde con el grupo y factor de la víctima en su calzoncillo responda a
una mancha transferida desde el pantalón –jogging- hacia la prenda íntima,
cabe señalar que esta inteligencia no desnaturaliza la conclusión a la que
arribó la sentencia.
En efecto, la variable que introduce la esmerada defensa no da
solución al caso, pues a la reconocida presencia de sangre de la víctima en el
calzoncillo del imputado, se aduna que también se comprobó la presencia de
semen en esa prenda íntima. También se constató semen en la almohada color
azul secuestrada de la habitación en la que fue hallado el cuerpo de S. B. (cfr.
fs. 363/365).
Dicha situación, ligada a los gritos que efectuó la víctima al ser
atacada -de los que dio cuenta en el juicio el testigo Saavedra Poblete-, el
lugar y la forma en la que fue hallada –semidesnuda en una cama de dos
plazas-, junto con las lesiones de defensa en sus manos y pies que fueron
constatadas en la autopsia, la presencia de sangre de la víctima y semen del
imputado en su calzoncillo y en la almohada o almohadón encontrado en el
lugar de los hechos, demuestra sin duda alguna, que las lesiones que recibió S.
B. y que le causaron su muerte, fueron concomitantes al abuso sexual que
sufrió la causante en dicha oportunidad.
A lo dicho hasta aquí se suma, finalmente, la presencia de sangre
de la víctima en distintos ambientes del departamento (cfr. peritaje químico de
fs. 368/387). Dicho extremo, da cuenta de una agresión en movimiento, lo que
releva la fuerte resistencia que opuso la víctima.
En la misma dirección, no puede soslayarse que en la habitación
contigua donde fue hallado el cuerpo de S. B., se constató sangre de la víctima
(cfr. muestra M14 del peritaje de fs. 368/387) al lado de la prenda íntima
femenina con apósito higiénico colocado que ilustran las vistas fotográficas de
fs. 275.
En consecuencia, el agravio que invoca la defensa en torno a la
ausencia de fundamentación para tener por configurado el abuso sexual que
sufrió S. B. el 22 de mayo de 2009, no puede prosperar. Ello es así, por
cuanto, contrariamente a lo postulado por la defensa, la conclusión a la que
arribaron los jueces que alcanzaron la mayoría del fallo, constituye una
conclusión que deriva de un análisis profundo y crítico de la totalidad del
material probatorio. Por ello, el planteo de arbitrariedad invocado no puede
tener acogida favorable en esta instancia.
La improcedencia de la arbitrariedad alegada por la defensa,
desvanece las críticas que formuló el impugnante contra el juicio de
subsunción legal definido en la sentencia.
Sobre este último aspecto, se aprecia que los jueces de la
instancia anterior calificaron el hecho inspeccionado jurisdiccionalmente
como abuso sexual seguido de muerte (art. 124 en función del 119 del C.P.), al
constatar que las agresiones físicas que sufrió S. B., tuvieron lugar durante el
desarrollo del abuso sexual del que fue víctima ante la resistencia que opuso.
En consecuencia, más allá de todo debate académico sobre la
aplicación de dicha figura legal y el delito de homicidio criminis causae (art.
80, inc. 7 del C.P.), lo cierto es que los jueces de juicio que alcanzaron la
mayoría de fallo, definieron la significación jurídica del caso, al comprobar
que la muerte de la víctima tuvo lugar por lesiones concomitantes al ataque
sexual al que se la sometió.
Por lo tanto, no se aprecia error in iudicando en la inteligencia
efectuada por el colegiado de la instancia anterior, desde el momento en que el
abuso sexual agravado por la muerte de la víctima, se satisface desde el
aspecto subjetivo del tipo penal, cuando el autor comienza la ejecución del
abuso sexual y, durante su desarrollo, se representa la muerte de la víctima
como posible, continuando su acción por conformarse con dicho resultado o
por resultarle indiferente. En otras palabras, el tipo penal que se analiza se
satisface, desde su aspecto subjetivo, bajo el supuesto de dolo eventual
(DONNA Edgardo Alberto, Delitos contra la Integridad Sexual, Rubinzal-
Culzoni, segunda edición actualizada, Buenos Aires 2002, p. 89).
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En la especie, ninguna dificultad exhibe el caso para tener por


configurado el delito abuso sexual seguido de muerte (art. 124 en función del
119 de C.P.) a partir a la cantidad y tipo de lesión que sufrió la víctima durante
el ataque contra su integridad sexual.
Por último, sin perjuicio de haberse declarado inadmisible el
recurso de inconstitucionalidad de la prisión perpetua que se le impuso a Pablo
Marcelo Díaz como sanción penal en la presente causa (cfr. 797/798),
corresponde dejar sentado que la misma no resulta desproporcional con la
magnitud del injusto y el grado de culpabilidad de Pablo Marcelo Díaz.
En el sub iudice, la pena impuesta al inculpado “[t]ampoco es
inconstitucional como pena fija, siempre que en el caso concreto no viole la
regla de irracionalidad mínima, pues guarda cierta relación de
proporcionalidad con la magnitud del injusto y de la culpabilidad". (Zaffaroni,
Eugenio Raúl; Alagia, Alejandro; Slokar, Alejandro, “Derecho Penal, Parte
General”, segunda edición, Ediar, Buenos Aires, año 2003, p. 945-946).
IV. Por todo lo expuesto, de conformidad con lo solicitado por el
Fiscal General ante esta instancia, propicio al acuerdo rechazar el recurso de
casación interpuesto por el Defensor Público Oficial, homologando la
sentencia examinada en todo en cuanto decide, sin costas (art. 530 y 531 in
fine del C.P.P.N). Tener presente la reserva de caso Federal.
El señor juez Gustavo M. Hornos dijo:
I. En lo que respecta al primero de los agravios que recibió
tratamiento en el voto antecedente, relacionado con una eventual violación al
principio de congruencia, adhiero a la propuesta allí realizada por guardar
sustancial concicidencia con los motivos que la fundaron.
Tengo en cuenta de modo liminar, que el correlato entre la
intimación que se cursó al momento de recibírsele declaración indagatoria al
imputado y la requisitoria de elevación a juicio de la causa ya fue, en parte,
resuelto por esta Sala IV, en ocasión de tratarse la validez del requerimiento a
juicio del juzgador particular, en la causa nº11964, in re “DÍAZ, Pablo
Marcelo s/recurso de casación”, reg. nº13764.4, resuelta el 18/08/2010.
Pero además, y con posterioridad a ello, el 10 de mayo de 2011 se
celebró la audiencia en cuyo marco se desarrolló el juicio oral, público y
contradictorio.
Surge del acta que protocolizó dicho acto a fs. 728/738, que la
esforzada defensa planteó, como cuestión preliminar al debate, su discrepancia
entre la congruencia que debía revestir la intimación de la indagatoria y el
requerimiento fiscal de elevación a juicio; y que luego de correrse traslado de
ello a los acusadores, el tribunal oral resolvió que correspondía rechazar la
solicitud efectuada por el defensor oficial, “toda vez que el requerimiento de
Elevación a Juicio contiene una descripción válida de las circunstancias de
hecho objeto del proceso y el Tribunal no advierte elemento alguno que
hubiera sorprendido a la defensa, menoscabando sus derechos, como para
motivar la sanción procesal solicitada. A más de ello, al momento de la
calificación, la Sra. Fiscal ante la instrucción hace referencia a un abuso en
forma genérica, lo que permite, en este punto darle la razón a la Querella y
al Sr. Fiscal General” (fs. 729/729vta.).
La defensa no ha logrado conmover, en esta instancia casatoria, la
argumentación que con acierto expresó el a quo; pues no puede afirmarse que
la imputación sostenida por la acusación como thema decidendum sobre el
cual se iba a debatir, pueda considerarse desconocida para la parte que debía
resistirla, quien en todo momento pudo conocer aquello que se le imputaba y
ejercer materialmente su defensa.
Por otra parte, y sin perjuicio de la validez que corresponde
afirmar a los actos que integraron la acusación bajo el esquema complejo que
la involucra, es necesario recordar que no procede la anulación de las
actuaciones por meros o eventuales desajustes en las formas del proceso, que
no hubieran producido una afectación sustancial al interés de quien recurre. Y
en la materia que nos ocupa, hemos sostenido en anteriores ocasiones que se
encontraba salvada la congruencia en los actos que enmarcaban la imputación,
si se había realizado de modo previo al debate, actos que permitieran al
imputado conocer los hechos que se le reprochaban, como podía suceder ante
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la ampliación de la acusación en los términos del art. 381 del C.P.P.N., que
preveía, inclusive, la facultad de la defensa de solicitar al tribunal la
suspensión de la audiencia, en caso de que alguna variación en la descripción
imputada planteara la necesidad de colectar nueva prueba o reformular la
estrategia del litigante.
Lejos de suceder un supuesto que hubiera implicado la
introducción sorpresiva de elementos en la hipótesis acusatoria, lo que se
oberva en autos es que la imputación genérica del ataque sexual sufrido por la
víctima en el marco jurídico establecido por el art. 119 del C.P. se precisó y
perfeccionó en el requerimiento de elevación a juicio, sin mutaciones
esenciales que hubieran impedido la consagración del derecho de defensa en
cabeza del imputado.
Y que, además de ello, la actividad procesal más arriba detallada,
tampoco permitiría avalar un escenario de desconocimiento sobre ninguno de
los extremos de aquello que se le endilgó al imputado. El contexto de la
violencia sexual y física desplegada contra la víctima, que tuvo por resultado
la muerte, altamente previsible de acuerdo a la magnitud de la agresión y a los
medios empleados, integró desde un inicio la imputación conocida por el
encartado y su defensa, quienes pudieron ser oídos y diseñar una estrategia
defensiva al respecto para exponerla durante el juicio.
Encuentro valioso citar, por su claridad, alguno de los conceptos
vertidos por Julio Maier en torno al alcance que debe otorgarse a la exigencia
de correlación entre los actos acusatorios previos al debate: el autor consideró
“una exageración –y también un error- la exigencia de los tribunales de que
la acusación coincida con –sea correlativa a- el auto de procesamiento”, en
tanto “el C.P.P., art. 349, da oportunidad a la defensa, durante el proceso
intermedio, de oponerse al requerimiento de citación a juicio, momento en el
cual el imputado se puede pronunciar respecto de los hechos que le son
atribuidos […] aún prescindiendo de esta verificación, el acusado será
necesariamente escuchado sobre la imputación definitiva en el debate” (cfr.
Maier, Julio, “Acusación alternativa o subsidiaria”, Cuadernos de Doctrina y
Jurisprudencia Penal, Año 3, Nro. 4-5, Ed. Ad-Hoc, pág. 624 y 626).
De igual modo, deben rechazarse las invocaciones de la
recurrente dirigadas a establecer una falta de correlato en el elenco de los actos
que fijaron el objeto del proceso al comienzo del debate y luego de su cierre.
La impugnante señaló disparidades que consideró esenciales entre el
requerimiento de elevación a juicio y el alegato fiscal de la discusión final
prevista en el art. 393 del C.P.P.N., debido a que en el primero de estos el
agente fiscal de la instrucción entendió que la conducta quedaba abarcada en
las previsiones del art. 80, inciso 7º del C.P., en tanto que en el juicio, el
acusador encuadró jurídicamente los hechos en la figura establecida en el art.
119, agravada por las consecuencias previstas en el art. 124 del C.P.
No comparto el enfoque propuesto por la defensa, debido a que la
construcción de la acusación en el sub examine ha sido respetuosa de las
exigencias que en la materia delineó la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, en el fallo “SIRCOVICH, Jorge O.” -fallos 329:4634- . En aquel caso,
el tribunal de grado había subsumido los hechos en una calificación diferente a
la que había sido escogida en el requerimiento de elevación a juicio; sin
embargo el agravio detectado por la Corte se sustentaba en que ese cambio de
calificación había implicado una modificación en el sustrato fáctico de la
imputación; motivo por el cual correspondía concluir que “el cambio operado
en la subsunción legal afectó las garantías judiciales de los acusados, tanto
por un defecto del conocimiento cabal de la imputación, como por una
afectación a su estrategia defensiva”.
En cambio aquí, y tal como surge de la reseña efectuada en el
voto que lidera este acuerdo, la conducta reprochada a Pablo Marcelo Díaz ha
sido en todo momento -sin que se modificara el sustrato fáctico, ni se
habilitara vía alguna para aplicar una sanción más gravosa al imputado-, el
haber dado muerte a la víctima, tras atacarla sexualmente y doblegar su
resistencia mediante la producción de múltiples golpes y heridas cortantes,
realizadas con un cuchillo de tipo tramontina.
En definitiva; no se encuentra afectado derecho alguno de la
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defensa, por la imputación que le dirigiera la acusación en las presentes


actuaciones, cuyo diseño resultó conteste con las premisas afirmadas por esta
Sala IV en materia de congruencia, en numerosos precedentes. Ha sido
reiterada la jurisprudencia de este órgano, al sostener la necesidad de exigir
entre la acusación y la sentencia -y en resguardo de la defensa en juicio del
imputado-, que la base fáctica descripta en el líbelo acusatorio fuera mudada
sin variaciones sustanciales a la sentencia; el principio tiende a garantizar el
contradictorio, al impedir que pueda cambiarse el thema decidendum acerca
del cuál las partes han sido llamadas a exponer sus razones y el juez a decidir
(cfr. causa nº189 “MEDINA, Carlos Alberto s/recurso de casación”, reg.
nº370, rta. el 14/08/1995; causa nº 3771, “POTENTE, Miguel Ángel s/recurso
de casación”, reg. nº 5390, rta. el 04/12/2003).
En virtud de lo expuesto, dado que no advierto afectación alguna
al derecho de defensa, entiendo que el planteo de nulidad examinado debe ser
rechazado.
II. En segundo término, acompaño también los fundamentos que
brindó el doctor Mariano Hernán Borinsky en su pormenorizado análisis del
cuadro probatorio que permitió tener por acreditados los hechos enrostrados a
Pablo Díaz, y en su ratificación de la figura penal elegida por el tribunal de a
quo para calificar la materia sobre la que versó la condena.
La sólida exposición realizada por mi colega, me exime de
agregar mayores argumentos en torno al respaldo testimonial y documental de
la hipótesis acusatoria que se vio reflejada en la sentencia de condena, en lo
que refiere a la determinación de lo sucedido, a su vinculación fáctica y
jurídica con el imputado, y a la responsabilidad penal que correspondía
asignarle, cuya consecuencia necesaria ha sido el monto de pena que en
concreto se fijó.
En ese sentido, tan sólo agrego que las pruebas producidas en
autos no permiten albergar duda alguna en relación con la autoría de Díaz en
el ataque sexual sufrido por la víctima, que incluyó las múltiples y gravísimas
lesiones sobre su persona, de entidad y naturaleza suficientes como para
provocar el fatal resultado que en autos se constató.
Es necesario tener en cuenta que no nos encontramos aquí ante la
problemática de la ausencia de testigos en un hecho de los denominados
“delitos de alcoba”, como podría ocurrir en un supuesto en donde sólo se
cuente con el relato de la propia víctima, como prueba de cargo. En el caso
bajo estudio, la resistencia de la víctima al ataque sexual, que también tuvo su
expresión verbal en lo gritos dirigidos al agresor, fue percibida auditivamente,
de forma directa, a través de los vecinos y del encargado del edificio, cuyos
testimonios aportados al debate guardaron completa coherencia y se integraron
sin esfuerzo al cúmulo de pruebas relevadas de la escena de los hechos por los
funcionarios policiales -quienes también atestiguaron sobre lo percibido-.
Por otra parte, el contexto reconstruido fue valorado por el
tribunal oral de forma razonable, cuidadosa y ajustada a derecho, de modo tal
que sus conclusiones no pueden desvirtuarse, ni puede rebatirse la vigencia de
la sentencia de condena como acto jurisdiccional válido.
III. En conclusión, y por coincidir en lo sustancial con las
consideraciones vertidas por mi colega, el doctor Mariano Hernán Borinsky,
adhiero a la solución propuesta en su voto.
El señor Juez Juan Carlos Gemignani dijo:
Por coincidir sustancialmente con los argumentos expuestos,
adhiero a los votos que anteceden.
Por ello, en mérito al acuerdo que antecede, el Tribunal
RESUELVE:
I. RECHAZAR el recurso de casación interpuesto por la defensa
técnica de Pablo Marcelo Díaz, homologando la sentencia traída en revisión,
sin costas en esta instancia (art. 530 y 531 in fine del C.P.P.N).
II. TENER PRESENTE la reserva de caso federal.
Regístrese, notifíquese y remítase al tribunal de origen, quien
deberá notificar personalmente a Pablo Marcelo Díaz de lo aquí resuelto,
sirviendo la presente de atenta nota de envío.
Cámara Federal de Casación Penal Causa N° 14304 -Sala
IV– C.F.C.P “DÍAZ,
Pablo Marcelo s/
recurso de casación”

MARIANO H. BORINSKY

GUSTAVO M. HORNOS JUAN CARLOS GEMIGNANI

Ante mí:

NADIA A. PÉREZ
SECRETARIA DE CÁMARA

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