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© , 2020 hdl.handle.net/11185/5515
Biografías y sociedad
Métodos y perspectivas
Ernesto Meccia
dir ecto r
COLECCIÓN
C ÁT E D R A
Índice
Reconocimientos /17
Presentación /19
9 Biografías y sociedad
emblemáticos de la Segunda Escuela de Chicago, como Erving
Goffman, a los que Meccia recurre asiduamente con el fin de
retomar sus conceptualizaciones sobre el sujeto y las inte-
racciones sociales, fundamentales para cualquier propuesta
de investigación de carácter biográfico.
11 Biografías y sociedad
en cada caso, sino que apela a perspectivas que provienen
de una amplia gama de disciplinas. Y esto porque, como sos-
tiene Meccia, «el método biográfico adquiere identidad al no
localizarse en ninguna disciplina; toma fuerza al afianzarse
como proyecto intelectual más que como rutina».
Hay otro aspecto del libro que quisiera destacar muy espe-
cialmente y que, en cierto sentido, se sintetiza en un notable
pasaje del primer capítulo: «la transformación de los indivi-
duos cuyas vidas quieren estudiar los investigadores impactó
en la metodología». Para Meccia, un aspecto novedoso de
nuestro presente es que los sujetos que investigamos tienen
«pensamiento biográfico», y esto se produce en el marco de
una sociedad que ha colocado a la biografía en el centro de
la escena: «todos los caminos de la cotidianidad conducen
a la primacía de la biografía y, en consecuencia, como nunca
antes, las Ciencias Sociales son ricas en datos biográficos».
Esta proliferación de datos biográficos remite, en particular,
al producto de nuestras actividades en las redes sociales, las
que por otra parte dejan una huella digital que alimenta sin
pausa lo que conocemos como big data.
13 Biografías y sociedad
sentido su posición es más cercana a la de Martire y Pitrone
(2016), que los materiales que circulan en las redes sociales
puedan considerarse como hechos que hablan por sí mismos.
Sus reflexiones en torno del self–telling y del self–making
apuntan en efecto en un sentido totalmente diferente, y nos
recuerdan que, tal como sostiene el director de la obra a
partir de su propia experiencia de investigación, los hechos
sin interpretaciones no tienen sentido.
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15 Biografías y sociedad
reconocimientos
17 Biografías y sociedad
Mario Pecheny estuvo presente durante el desarrollo de
todo el proyecto, brindando su escucha. Lo mismo hizo Juan
Piovani (autor del prólogo), quien siguió atentamente mis
palabras la tarde en que le alcancé los originales y traté de
explicar los capítulos y la intención de la publicación.
19 Biografías y sociedad
En la obra convergen autores de la Universidad Nacional del
Litoral y de la Universidad de Buenos Aires. Quienes proceden
de la primera, tienen sede de trabajo en la Licenciatura en
Sociología de la Facultad de Humanidades y Ciencias, carrera
que cumple 15 años este año, siendo varios de ellos egresados
recientes. Valga esta publicación como parte de los festejos
de la iniciativa institucional de su creación. Quienes proce-
den de la segunda, tienen su sede de trabajo en el Instituto
de Investigaciones Gino Germani, una entidad altamente
aportante a los debates en ciencias sociales en Argentina.
21 Biografías y sociedad
resulta significativa ya que la conversión es prescripta como la
única forma de lograr la rehabilitación de las drogas. Presenta
detalles sobre la vida moldeada adentro y unos apuntes sobre
cómo será la misma fuera de la institución. ¿Qué puede que-
dar de ella afuera de ella? Alejandra Navarro, en el capítulo
9, entra en el mundo de la corporación militar. A través del
análisis de testimonios correspondientes a miembros de dos
cohortes, demuestra cómo la identidad profesional está ligada
a procesos biográficos situados históricamente. Ser militar
—expresa— implica ocupar un espacio simbólico y material
que responde a las características de una agencia del Estado
que fue poder y que perdió poder y prestigio.
Ernesto Meccia
23 Biografías y sociedad
introducción
Una ventana al mundo
Investigar biografías y sociedad
ErnEsto MEccia
¿Quién construyó Tebas, la de las siete Puertas? En los libros aparecen los
nombres de los reyes.
BeRtoLt BReCHt
ernesto Meccia 26
base a esas interpretaciones que se orienta e interactúa en él. Sobre estas
interpretaciones legas —decía— los sociólogos construyen sus interpreta-
ciones profesionales. De manera que la sociología se erige primariamente
con datos que son de los actores sociales, no de los investigadores. Plantear
interpretaciones sociológicas salteándose las interpretaciones que hacen
que el mundo sea lo que es para la gente, es un sinsentido. No se trata de
desprofesionalizar la disciplina, sí de respaldar las voces profesionales con las
voces de la gente «común», que produce sociedad todos los días impulsada
por los significados que maneja.
En El campesino queda claro que las historias de vida y las cartas no son
datos menores; lejos de ello, son ventanas para observar grandes temas
de la sociedad. Por ejemplo, a través de las biografías migrantes, podemos
asomarnos a las dinámicas familiares, a los estilos de vida, y a distintos
procesos adaptativos. Leemos a Thomas y Znaniecki:
nos indican la organización familiar primitiva por su relación con los problemas
que afronta el grupo en las diferentes situaciones de la vida. Estas situacio-
nes están condicionadas bien por procesos y eventos normativos internos y
externos a los que estaba originalmente adaptada la organización familiar (…),
bien por nuevas tendencias y nuevas influencias externas a las que no estaba
originalmente adaptada la organización familiar. (2006:201)
ernesto Meccia 28
Hasta donde puedo recordar, mi vida estuvo hundida en el dolor y la miseria.
La causa fue mi madrastra, que me maltrataba, me pegaba, me insultaba, hasta
que hizo que me vaya de mi casa. Mi mamá murió cuando tenía cuatro años,
por eso nunca conocí un amor de madre real. Mi padre volvió a casarse cuando
tenía cinco años. La madrastra que tomó el lugar de mi madre era una mujer
cruel, sin capacidad para las emociones. (Shaw, 1966:70)
ernesto Meccia 30
Fuera de la Escuela de Chicago, es preciso señalar, en 1961, un hito de
trascendencia: la aparición de Los hijos de Sánchez (2012) de Oscar Lewis,
antropólogo de la Universidad de Columbia, quien reconstruyó la historia
de Jesús Sánchez y familia, en una barriada pobre de la ciudad de México.
En su momento fue un libro revulsivo, dado el extremo realismo de los testi-
monios de los Sánchez, que Lewis (quien finalmente los editó) no morigeró.
Las páginas del libro oficiaban de aguafiestas del México que mostraba el
cine mexicano clásico de aquel entonces, de gran popularidad. Así lo expresa
Consuelo, al morir la tía Guadalupe, en Una muerte en la familia Sánchez,
el libro que siguió a Los hijos, en 1969: «Ahora mi viejita, mi ancianita, está
muerta. Vivió en este humilde nidito lleno de piojos y ratas, de porquería y
basura, escondido en los pliegues del vestido de esa dama elegante que se
llama Ciudad de México». (2012:569)
En el prólogo a la edición aniversario de los cincuenta años de su publi-
cación, Claudio Lomnitz expresa que la obra
muestra una sociedad implacable, no sólo por parte de los ricos, sino también
de los mismos pobres —los padres maltratan a sus hijos, los hombres golpean
a las mujeres, las mujeres se engañan unas a otras, y se vengan también de sus
hermanos y de sus maridos—. No es éste el mundo católico de la redención
en la pobreza, sino un ámbito en que los problemas humanos se agudizan, un
mundo que los endurece a golpes. (cit. en Lewis, 2012:10)
ernesto Meccia 32
Si el mundo posmoderno era sinónimo de la caída de los grandes relatos
(sobre el trabajo, la familia, el sexo, la salud, la enfermedad, lo público y
lo privado) era lógico que los individuos se pusieran a pensar de nuevo
muchas cuestiones de la vida y estallaran los microrrelatos. Y ello —dato
fundamental— con la aparición de «facilitadores» de información instantánea
como internet y las redes sociales, de descomunal impacto en la subjetividad.
Concluye Michael Rustin:
Cualquiera que sea la opinión que uno tenga del fenómeno de la «individua-
lización», no es sorprendente que un nuevo enfoque en los individuos tenga
influencia en los métodos de las ciencias sociales. En tal clima parece adecuado
para un nuevo giro metodológico hacia el estudio de los individuos, un giro
hacia la biografía. (2005:34)
ernesto Meccia 34
Con los mayores fue distinto. Salvo algunos casos, presentaban muchos
hechos, pero parecía que se perdían a medida que los presentaban. En un
momento tuve la sensación de que los hechos se amontonaban en una pila
que no lograba ver, parecían fueran piezas sueltas de un rompecabezas impo-
sible. Eran hechos sin claves (que más de una vez revelaban indirectamente
que no habían salido del armario en sus familias). Cuando las entrevistas
terminaban me preguntaba desde cuándo estas personas homosexuales de
más de sesenta años habrían pensado detenidamente en la cuestión.
Creo que este ejemplo lleva a pensar en términos transversales: lo aludido
no es privativo del estudio de la homosexualidad; al contrario, es alta la
probabilidad de que la mayoría de las personas nacidas con posterioridad a
1994 o con anterioridad a 1959 contesten de esta «forma» si un investigador
pregunta por cuestiones biográficas.
¿Qué variable explicaría la diferencia? Anthony Giddens diría que es la
«reflexividad» (1995). El sociólogo sostiene que las sociedades posmodernas
se asientan en un «orden postradicional» en el que se flexibilizan las nociones
fuertes de cómo debería ser un ser humano. Al auxilio de tal flexibilización
llega un conjunto de «sistemas expertos» (desde el psicoanálisis hasta el
yoga, pasando por las industrias terapéuticas, y los idearios de los activismos
sociales) que la gente utiliza como insumos para pensar y repensar su vida,
a un punto tal que la biografía queda imaginariamente modelada como un
«proyecto reflejo del yo». El panorama —señala— es ambivalente, ya que si
bien ese modelado produce tensión e incertidumbre, también sirve para
«remoralizar» a las sociedades, en el sentido de que surgirán estados deli-
berativos sobre la vida buena que se trasladarán al campo político y harán
aparecer las «políticas de la vida».
Pero las personas que hoy entrevistan los investigadores no son sola-
mente «sujetos de pensamiento biográfico» porque lo personal se vuelve
político. El declive de la sociedad salarial también produce incertidumbre
y los enfrenta a la angustiante tarea de preguntarse por su biografía en un
mundo que les mueve el piso todo el tiempo. Preguntarse por la biografía:
un camino vacío al que ellos mismos deben aportar contenidos, direcciones
y señalética. «¿Qué hago?», «¿cómo sigo?», «¿qué conviene?», «¿por dónde
agarro?», «¿qué pude haber hecho mejor?», son interrogantes de todos los
días, de los cuales sus antecesores estaban en gran medida exentos.
Como vemos, de una forma u otra, para bien y para mal, la biografía es
cada vez más un «objeto», en el sentido de que para los contemporáneos es
algo dado al estudio y la observación, algo que aparece rápidamente en el
pensamiento como un «deber–hacer». De aquí que sea posible referirnos al
«imperativo biográfico» (Meccia, 2018) en el marco de un duradero proceso
de «biografización de lo social» (Delory–Momberger, 2009).
Estas cuestiones han anclado en las agendas de investigación de las
ciencias sociales y, sin duda, impactaron e impactan en las formas con que
se encaran los estudios biográficos.
Las grabaciones de video son una práctica habitual cuando se trata de los par-
tidos de fútbol o de béisbol de los niños, y de los casamientos, los Bar Mitzvah
y las fiestas de cumpleaños. La prevalencia del video en nuestras vidas no ha
ernesto Meccia 36
parado de expandirse. Nosotros podemos documentar nuestras vidas según
las percibimos, y podemos registrar nuestra visión de los eventos. La razón de
ser de la explosión del video es el deseo no solamente de registrarse a uno
mismo y a su familia, sino también presentar esa visión de nosotros mismos
al yo que seremos luego de esa documentación. (1998:258)
ernesto Meccia 38
«curso de vida», «trayectoria», «ciclo vital», «biografía personal», «carrera
moral», «historia de vida», «relato de vida», «narrativas del yo», «itinerario
biográfico», «historia reciente», «historia oral», «línea de vida», «biogra-
fía», «autobiografía», «patrones narrativos», «testimonio», «devenir». Si se
recorren las investigaciones es muy probable que descubramos la siguiente
situación: a veces una misma palabra expresa conceptos diferentes y otras
veces un mismo concepto es expresado por palabras distintas. Veamos.
No es extraño que la expresión «historia de vida» sea utilizada tanto en
investigaciones que trabajan tanto con «hechos» como con «discursos»
biográficos, o sea, en investigaciones que, en realidad, buscan datos dife-
rentes porque tienen objetivos que también lo son. Por ejemplo: estudiar la
«historia» de la integración de una familia de migrantes latinoamericanos
recientes en una ciudad de tamaño medio en Argentina, es algo bastante
distinto a estudiar los relatos de los sobrevivientes de la Guerra de Malvinas:
en un caso, se realizan entrevistas para reconstruir —junto a otros datos— una
historia vivida; en el otro, se realizan entrevistas para estudiar el conjunto de
racionalizaciones y desplazamientos, y de convenciones retóricas y temáticas
presentes en el «relato» de un conjunto de personas que vivieron un episodio
traumático. En un caso, se toma el discurso porque interesan los hechos de
un proceso; en el otro se toma el discurso porque interesan, por un lado,
el discurso en sí mismo y, por otro, su relación con la identidad. Notemos,
entonces, como la misma palabra («historia de vida») representa cuestiones
conceptuales distintas.
También podemos encontramos con lo contrario: un mismo concepto es
expresado por palabras diferentes. Una investigación declara trabajar con
«trayectorias de vida» y otra con «cursos de vida». Aparentemente serían
trabajos distintos que se apoyarían en conceptos que también lo son. Sin
embargo, cuando nos acercamos a los trabajos vemos que uno se propone
dar cuenta del desempeño laboral de dos cohortes en una rama del tra-
bajo impactada por el cambio tecnológico, y otro reconstruir trayectorias
académicas comparadas de varones y mujeres en la universidad pública de
Argentina, es decir, serían investigaciones que, a pesar de las palabras dis-
tintas con las que se presentan, trabajan con un mismo concepto, las alienta
una misma idea: comparar desempeños (sucesiones de «hechos» laborales)
en dos escenarios.
Tratar de poner orden en el uso vivo de una lengua por parte de sus
usuarios es una empresa ridícula, además de autoritaria. Entraríamos en
un juego de desmentidas donde el autor de estas líneas tendría la última
palabra. No corresponde. El autor huye de ese lugar. Por eso, creemos que
lo más pertinente es presentar un cuadro con cuatro tipos de investigación
biográfica para cuyo armado, en vez de fijarnos en las palabras con las que
se (auto)presentan los estudios (ya vimos que a veces refieren a cuestiones
distintas), nos fijemos en cuáles son los «objetos de fondo» (Meccia, 2012)
con los que trabajan, en cuáles son los «fines» que los ponen en acción,
ernesto Meccia 40
estiLos de investigación Biográfica ¿para qué se utiLiZan Las Biografías?
Un episodio marcó un antes y un después en Las narrativas del yo son construcciones dis-
la vida de los individuos, e inauguró procesos cursivas a través de las cuales los individuos
de des–socialización y de resocialización experimentan la identidad social. La vida se
(relacional y cognitiva) en escenarios particu- recrea en el relato con marcas del lenguaje
lares de interacción social. indiciarias del enunciador.
Una historia de vida es solo una historia de vida. Treinta historias de vida de
treinta hombres o mujeres dispersas en toda la estructura social son solo
treinta historias de vida. Pero treinta historias de vida de treinta hombres que
han vivido sus vidas en uno y el mismo sector de producción (aquí, trabaja-
dores de panadería) representan más de treinta historias de vida aisladas:
en conjunto, cuentan una historia diferente, a otro nivel: la historia de este
sector de producción, a nivel de su patrón de relaciones socio–estructurales.
(Bertaux y Bertaux–Wiame, 1981:187)
ernesto Meccia 42
fue Glen Elder, reconocido representante de los estudios longitudinales y
uno de los mentores principales del paradigma del «curso de la vida» (life
course). Se propuso estudiar, junto a sus respectivas familias, un grupo de
niños y niñas nacidos por los años de la gran depresión de la economía en
Estados Unidos. Para ello utilizó información producida en otros contextos
de investigación.
Elder adscribía al programa fuerte de vinculaciones entre estructura social
y personalidad. Y desde ese lugar se preguntaba: ¿qué consecuencias puede
tener a lo largo del tiempo un episodio que altera drásticamente la estruc-
tura socioeconómica sobre las distintas facetas de la personalidad? ¿Qué
relación puede existir entre haber vivido un shock económico y la estima
de sí mismo, la susceptibilidad ante el juicio de los demás, la capacidad de
volverse emprendedor o emprendedora, de desplegar nuevos roles, de redis-
tribuir responsabilidades dentro de la familia? ¿Qué repercusiones puede
tener todo ello en la personalidad de quienes eran niños y niñas entonces?
¿Cómo se relacionan esas consecuencias con la pertenencia de clase dentro
de distintas cohortes? En realidad, el gran interés de Edler eran las estrate-
gias de adaptación de las familias ante los cataclismos económicos. En un
escrito posterior expresó:
las perspectivas sobre el curso de la vida ven al sistema familiar como causa
y consecuencia de los acontecimientos económicos. El cambio económico
externo afecta la dinámica interna y los patrones de la vida familiar, y estos
ernesto Meccia 44
respecto de las entrevistas (Grele, 1991; Portelli, 2003–2004, Schwarzstein,
2001). Se trata de investigaciones cuyo surgimiento es indisociable de las
grandes tragedias del siglo XX (la Segunda Guerra Mundial, el genocidio nazi,
la Guerra Civil Española, etc.) que fueron tomando legitimidad en el mundo
académico con el nombre de «historia reciente» e «historia oral»: ¿qué tienen
para decirnos las generaciones vivas acerca de los procesos históricos que
ya nos informaron los libros de historia?
El testimonio cualitativo de los actores es el dato central aunque, por
supuesto, se cotejan (sin intención verificacionista) con datos de diversa
índole: estadísticas del tipo que sea (o se encuentren), registros policiales,
judiciales, fílmicos, literatura de costumbres, etc. Resulta de interés para la
discusión metodológica pensar si son investigaciones de corte sincrónico o
diacrónico, ya que, a pesar de buscar una sucesión de hechos, es también
la memoria del testimoniante (testigo–fuente de la historia profana que se
desea reconstruir) lo que se pone bajo estudio. Los hechos son cosas del
pasado —es cierto—, pero la resistencia del pasado a convertirse en una cosa
juzgada, lleva a que nos interese la memoria, que es cosa del presente. Nótese
cómo, a diferencia del tipo de investigación anterior, aquí, el análisis de los
relatos como vehículos de la memoria (con sus «distorsiones» incluidas)
toma relevancia.
Fascism in Popular Memory. The Cultural Experience of the Turin Working
Class (1987), de Luisa Passerini es nuestro primer ejemplo. Entre 1976 y 1981
Passerini recogió un total de sesenta y siete testimonios (y muchos otros
datos) relativos a la vida de la clase obrera en Turín durante los años del
fascismo. La autora da precisiones interesantes sobre las intenciones que la
condujeron al armado de la muestra. De los sesenta y siete entrevistados,
apenas once eran militantes de los sindicatos o de las asociaciones católicas.
Entendía que a través de la vida de las personas «oscuras» y «comunes» podía
extraer hechos históricos no directamente políticos pero que informaban
sobre la vida cotidiana en ese período en el cual, justamente, el fascismo
había redefinido los límites de lo cotidiano (entendido como el espacio de
las personas) y lo político (entendido como la vida oficial de la nación).
¿Acaso la invasión del régimen a la cotidianeidad no pudo terminar fun-
cionando como un aliciente para la politización? ¿Acaso sus reclamos de
obediencia —por ejemplo, a la política de expansión demográfica— no pudo
terminar alentando todo un entramado silencioso de resistencia entre las
mujeres?, pero: ¿puede hablarse tanto de resistencia cuando un régimen
se mantuvo en el poder tantos años? Passerini tiene buenas razones para
buscar, a través de las biografías de la gente, resistencias pero también
ambigüedades, aceptaciones pragmáticas, y de las otras. Y expresa que, de
haber armado la muestra solo con «notables» (líderes católicos o sindicales,
por ejemplo), la búsqueda se habría malogrado.
Lo expresado viene a cuenta de una crítica mayor, pensar «que la subje-
tividad de los trabajadores es automáticamente política y no está sujeta a
ernesto Meccia 46
y en la comunidad de Berisso. Los relatos de sus experiencias, el de otras
mujeres y el de otros informantes en lo concerniente al sistema taylorista de
organización laboral, contribuyeron «a pesar» de su subjetividad a un gran
ensanchamiento del conocimiento de las Ciencias Sociales. Doña María y sus
contemporáneos permitían ver en detalle («entre bambalinas») lo sucedido
en una rama del trabajo (la industria frigorífica transnacional) a cuya sombra
creció una ciudad en un momento social particular (la llegada de corrientes
migratorias de Europa y del interior de Argentina) y en un momento polí-
tico fundacional: el ascenso y la consolidación del peronismo. Manuales de
historia profesional hay muchos —piensa el autor— lo que se necesita son
testimonios «desde abajo»:
El relato de historias es una manera de tomar las armas contra la amenaza del
tiempo. En rigor, el registro de las historias y su transcripción suele justificarse
en términos de la conservación de recuerdos y tradiciones que de lo contrario
serían víctimas del carácter efímero de la oralidad. (James, 2004:146)
ernesto Meccia 48
hacia la vida de los actores que los tuvieron como testigos y/o protagonistas
para encontrar nuevos hechos y nuevas versiones de los hechos conocidos.
ernesto Meccia 50
se encuentra con otros individuos en situación similar, circunstancia que
paulatinamente va tramitando un permiso colectivo para el habla. Justamente,
si es esta la variable de base, puede comenzar un proceso de resocialización
(por supuesto, no exento de contradicciones y recaídas) que inducirá al «yo
alcohólico» a dar un paso al costado y dejar nacer al «yo en recuperación».
Todo ello bajo las coordenadas conceptuales y la lógica práctica propia de
Alcohólicos Anónimos, en tanto entidad terapéutica especializada.
Es este tránsito —imposible de pensar si no es en términos colectivos—, lo
que quiere estudiar Denzin. Un tránsito parecido a una conversión, producto
de una nueva definición de sí que se debe mantener en el tiempo mediante
la interacción: «el yo de la persona participa activamente en la adquisición
de nuevas auto–imágenes, nuevos lenguajes del yo, nuevas relaciones con
otros, y nuevos vínculos o vínculos con el orden social». (Denzin, 1987:19)
Las reflexiones metodológicas son interesantes. Ponen de relieve el carác-
ter diacrónico de los datos. El investigador estudiaba los relatos de vida que
iban surgiendo de las reuniones. El material era rico pero se centraba —como
era de prever— en los temas propuestos por la entidad, que siempre eran
específicos. A partir de estas historias —pensaba Denzin— se puede obtener
una imagen de un yo en recuperación, pero esa imagen sería solo una foto-
grafía y hacía falta la película:
ernesto Meccia 52
es una cuestión de identificar, dentro de estas fases comunes, las posibles
variaciones». (2010:35)
Lo interesante del trabajo es la demostración de cómo las carreras y el
trabajo biográfico de los pacientes guardan relaciones respecto de los gra-
dos y las formas de participación en distintas asociaciones que nuclean un
público homogeneizado por la enfermedad. Las asociaciones pueden ser
reivindicativas o no:
ernesto Meccia 54
cómo deberíamos ser las personas. He aquí el sentido profundo —dialógico
y referido— de poner los relatos del yo al servicio de una reflexión sobre la
identidad social.
Pero la transmisión de la imagen —si bien es concomitante a la narra-
ción— es relativa. No puede relatarse cualquier cosa en cualquier momento.
Siempre el narrador intentará establecer —utilizando con algo de autonomía
una expresión de Algirdas J. Greimas— un «contrato de veridicción» (1973)
entre él y sus auditorios, una especie de acuerdo (no consensualista pero
sí interpretativo) respecto de cuáles son los alcances, cuál el sentido de sus
expresiones.
Con estas premisas, las investigaciones buscarán en la superficie del dis-
curso del enunciador huellas, indicios (o «marcas», como dijimos) que harán
pensar en su exposición crónica, en su relación abierta con las voces del
pasado que lo interpelan y con las voces en las que —hoy y mañana— quiere
impactar. Es toda esa exterioridad la que, en realidad, lo constituye como
narrador, según nos enseñara Bajtin (2003); es ese conjunto de regulaciones
sociales lo que tiene en la punta de la lengua, en fin: la materia prima del
relato de su vida.
Arfuch extrae consecuencias claras para encarar las investigaciones. Por
ejemplo, cuando argumenta que:
En Telling sexual stories. Power, Change and Social Worlds (1995), Ken Plummer,
tras recorrer algunos estudios del campo literario (inspirados en los trabajos
fundacionales de Vladimir Propp y Julien Greimas) presenta una tipología de
«patrones narrativos» que aplica al estudio del proceso de salida del armario
de gays y lesbianas en los años ochenta. Como precaución a posibles críticas
de «ahistoricismo», Plummer aclara que son relatos nuevos imputables al
ernesto Meccia 56
proceso de visibilización de las sexualidades no–hegemónicas que, en Occidente,
comenzó en los años setenta. Como en la investigación anterior, aquí tenemos
gays y lesbianas que, desde sus presentes, arman una historia «enmarcada»
o «encuadrada» (al decir de Erving Goffman, 2006) en un formato particular.
Primero presenta los relatos cuyo patrón narrativo es la figura de un «viaje»:
hay una progresión por etapas (con mayor frecuencia a partir de los recuerdos
la infancia más temprana) que, a través de diversas crisis, abre el camino hacia
algo. Son relatos animados por el impulso de romper un estado de cosas,
encontrar un lugar en el mundo y/o una identidad, también de volver a un lugar
añorado. Segundo, aparecen los relatos que transmiten la idea de un «sufri-
miento duradero»: en la vida siempre hubo una lucha, todo tipo de dificultades
han aparecido, hubo momentos de agonía, y otros de honda introspección.
¿Por qué esta agonía? ¿Pudo haberse evitado? ¿Qué significa (qué señales da)
el sufrimiento)? ¿Por qué seguir así? ¿Cuál es el costo?, conforman un juego de
preguntas (y respuestas) característico de este relato. Tercero, los relatos que
hacen presente la idea de una lucha: el sufrimiento se comprende por la exis-
tencia de enemigos, por quienes no gustan del narrador y le hicieron mal. Son
un blanco de ataque. Hay que despejar el terreno para dar paso a la integridad
del yo. Cuarto, los relatos que se vertebran con la «persecución de una meta»:
la trasdendencia o la abolición del yo («no–gay», «no–lesbiano») es un objetivo
que se propone el narrador, algo sentido con anterioridad aunque postergado.
El relato «muestra» todos los avatares que llevaron a su cumplimiento. Quinto
y últimos, los relatos enmarcados en la obtención de un «lugar en el mundo».
Son los más optimistas y —comparativamente— los más politizados. Finalmente
gays y lesbianas llegan a alguna parte: a una nueva identidad, a una nueva
comunidad, a una nueva política. Ese lugar no es ideal pero es un lugar propio
en el que es posible (auto)instituir un orden social nativo.
Volviendo a la relación entre marcas narrativas e identidad social o, dicho
de otra forma, a la cuestión de cómo las narrativas habilitan una lectura
pública del yo–protagonista es notable que las imágenes expresadas se
resistan a alojarse en la figura de la víctima, antes bien, aparecen gays y
lesbianas en un camino ascendente, rumbo a la emancipación, no obstante
el sufrimiento, la adversidad y la presencia de oponentes a su yo auténtico.
Dice Plummer:
En un nivel muy simple, todas las historias que hemos localizado arriba se
pueden demostrar que tienen tres elementos en común: siempre hay un
«sufrimiento» que da la tensión a la trama, al cual sigue una crisis o un punto
de inflexión o «epifanía», en la que algo se tiene que hacer: el silencio se
rompe, y esto conduce a una «transformación», a una supervivencia y, tal vez,
superación. (1995:54)
ernesto Meccia 58
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ernesto Meccia 62
1 Cuéntame tu vida
Análisis sociobiográfico
de narrativas del yo
ErnEsto MEccia
La propuesta
63 cuéntaMe tu vida
podríamos empezar a enmarcar nuestra reflexión dentro de la sociología y
las ciencias sociales?
Tal vez, en Interpretative Biography (1989), de Norman Denzin encontremos
un buen camino. Inspirado en Edward Bruner (1984), el autor nos presenta
un sugerente tríptico para tener idea de todo lo que se pone en juego (en
términos teóricos pero también empíricos) cuando el objeto de análisis es
la vida. En primera tablilla del tríptico tenemos la vida tal como es «vivida»,
en la segunda la vida tal como es «experienciada», y en la tercera la vida tal
como es «narrada».
En este punto, tal vez los lectores recuerden un lema señalado en la
introducción: «estudiar la historia de la vida de las personas, es distinto a
estudiar las formas con las que esas personas cuentan sus vidas». Vamos a
desarrollarlo un poco más.
En principio, la vida es algo que sucede o que sucedió. A los varones
homosexuales cuyas narrativas analizaremos en este capítulo les «pasó»
y les «pasa» algo. Por ejemplo, cuando fueron jóvenes fueron humillados.
Existieron «hechos» de humillación objetivamente hablando: los vivieron.
Sin embargo, en esos momentos de sus biografías, tenían a disposición un
conjunto de ideas que no les permitían etiquetar o, mejor dicho, «saber» que
aquello que vivían era exactamente «humillación». En los testimonios que
recogimos, muchos de ellos tuvieron episodios de ese tipo en la vía pública,
en la escuela y en sus hogares. No obstante, en el momento original, una
oscura mezcla de sentimientos de vergüenza y de merecimiento reemplazaban
a la etiqueta «correcta».
Las experiencias de la vida, o sea, los significados que podemos darle,
representan una tarea que hacemos, por lo general, con las imágenes que
nos provee la cultura hegemónica, que son restrictivas. Suele suceder que
las restricciones son tan grandes que muchas historias reales quedan sin
contar, o son contadas a cuentagotas.
Pero esos entrevistados, que nos brindaron sus testimonios en un
momento distante del original, tienen —hoy— «relatos» o «narrativas» que
les son mucho más fieles a la vida «real» ya que le hacen justicia; una justicia
de tipo expresivo, porque reflejan la humillación como humillación.
Tal vez ahora podamos ver mejor las diferencias entre los tres modos de
encarar el análisis de la vida y sus consecuencias para la investigación empí-
rica: la «vida vivida» alude a la secuencia de hechos, la «vida experienciada»
a los significados asignados, y la «vida narrada» a su comunicación pública.
En este capítulo, interesa remarcar que la «vida narrada» es, desde varios
puntos de vista, un «logro» social: no se puede contar cualquier vida (porque
no todas importan) en cualquier momento (en alusión a la historia) ni de
cualquier manera (en alusión a los significados culturales), así como tampoco
cualquiera tiene ese derecho (depende del estatus social del narrador), ni
todos tienen audiencias aseguradas (hay relatos que resultan intolerables).
ernesto Meccia 64
En este texto haremos hincapié conceptual en «vida experienciada» y en
la «vida narrada» para llegar al abordaje metodológico. Pero: ¿qué es una
«narrativa»?
No hay mejor manera de comprender qué es una «narrativa» que opo-
nerla a una «crónica». Podemos hacerlo mediante un ejercicio. Pidamos
a los alumnos que nos «cuenten» sus vidas bajo las siguientes consignas;
primero: atenerse a los hechos y solo a los hechos, segundo: respetar la
presentación cronológica de los mismos. Esta prueba también podemos
hacerla con nosotros.
Veremos que, a poco de comenzar, la crónica se revela como una tarea
imposible de cumplir, además de ridícula. Es muy difícil que escuchemos
a alguien decir solamente «primero, en la escuela, fui gay en el armario, y
después gay asumido en la universidad, y después gay bien asumido en el
trabajo y la vida pública». Seguramente, mientras el narrador cuenta esas
transiciones que elevaron su vida, recordará personajes y circunstancias (y
a él mismo en el medio) que no se privará de evaluar; tampoco se privará
de presentar hipótesis acerca de por qué fue como fue en cada lugar y, a
no dudar, que en esas hipótesis también aparecerán muchas valoraciones.
De esta forma ya podemos pensar que la primera regla del ejercicio (res-
petar los hechos y solamente los hechos) no se cumple. La gente cuenta su
vida para valorarla. Hechos sin valor quedan reducidos a meros adornos de
una narración. Pero, además: ¿quién puede decir que el relato del testimo-
niante es solamente una crónica? ¿Acaso ese ordenamiento de liberación
ascendente y lineal del secreto sexual no tiene nada de narración, es decir,
un poco de invención? ¿No se parece al final de algunas ficciones que nos
gusta ver? ¿Estamos seguros de que en el trabajo y en la vida pública se
mueve como gay «bien asumido»? No lo sabemos, pero tampoco —en este
contexto de investigación— nos concierne.
Lo que deberíamos aprender a ver ahí es una «presentación», un «relato»
o una «narrativa» que hace el testimoniante de una vida que, seguro, fue
realmente desordenada y cuyos escalones hacia la liberación fueron transi-
tados con infinitos matices que no entran en esa presentación «limpia». Lo
expresado es una forma de decir que muchos relatos quieren aparecer como
crónicas, como algo objetivo, como si el narrador apenas fuera el transmisor
de los hechos que tiene guardados en la cabeza, así como un viejo proyector
de cine rodaba para pasar toda la cinta. Los narradores, sin embargo, hacen
algo bien distinto, y por más «objetivos» que pretendan ser, sus dichos no
dejan de tener un carácter narrativo.
En cuanto a la segunda regla (la presentación cronológica), digamos que
es con abrumadora frecuencia incumplida. A quienes hacemos entrevistas
en profundidad nos ha pasado muchas veces: los entrevistados comienzan
el relato de sus vidas por el final, o se agarran de un episodio significativo
ocurrido en la adolescencia (o en la madurez) y de ahí saltan al presente (o
65 cuéntaMe tu vida
al pasado), o se «traban» y vuelven al episodio significativo, o hacen miles
de piruetas discursivas. Lo cierto es que la cronología nunca llega.
Los investigadores tenemos ahí ejemplos alucinantes de que las narrativas,
en realidad, presentan una «trama» (plot) (Ricoeur 2006, 2009; Arfuch 2006,
2018; Riessman 2002, 2005; Bruner 1984; Bruner 1987; Plummer, 1994) y no una
«crónica» de la vida, es decir, los entrevistados ofrecen un relato «ordenado»
con la esperanza de que, mientras es contado, persuada al entrevistador y les
haga sentido a ellos. Siempre contamos la vida por medio de una trama que
nunca es el reflejo de la realidad pero que, sin embargo le es fiel a quien la
vivió, ya que le permite dar, «encontrar» sentido o, como mínimo, buscarlo.
A propósito, esa trama no existe, no está esperando al narrador. El narrador
tiene que crearla yendo hacia el lenguaje (Arfuch, 2013), probando con una y
otra, y quedándose provisoriamente con una, la que le resulta más expresiva,
la que le rinde más.
El narrador cuenta su vida porque necesita dar sentido y ello no puede
hacerse sin valorar. ¿Cómo hacer para introducir lo vivido en una crónica
neutra y omisa, objetiva y abstinente respecto del infortunio y la felicidad?
¿Cómo, por ejemplo, no decir nada valorado al «¿por qué me tocó o no me
tocó a mí?». ¿Cómo no decir nada valorado sobre las transformaciones per-
sonales, sean logros o fracasos? ¿Cómo impedir, a medida que se cuenta la
historia, que afloren reflexiones morales sobre adónde debería ir la sociedad,
sobre lo que el narrador debería ser como persona?
De la imposibilidad de hacerlo cobra fuerza una idea importante: narrar es
una actividad relanzada en forma permanente porque a medida que el derro-
tero biográfico transcurre, es decir, a medida que quien cuenta va viviendo y
va siendo otro, se crean nuevas condiciones para que, en alguna medida, se
modifiquen sus plataformas enunciativas. La actividad narrativa, entonces,
genera, en algún punto, productos destinados a desmentirse. ¿Quién ve los
hechos de su vida a lo largo del tiempo y los relata del mismo modo?
Todos somos narradores: no podemos más que presentar versiones de
los hechos de nuestra vida. Por eso las narrativas son un buen dato para
los sociólogos, porque representan la forma que tenemos las personas de
poner en orden nuestras experiencias. Si no nos narráramos, no sabríamos
quiénes somos ni cómo son quienes nos rodean ni cómo es el mundo. Y si
no sabemos nada de todo esto en la vida no habría sentido, algo que para
bien y para mal, nunca permitimos que suceda. Pero, como ya dijimos, no
siempre es posible narrarnos con sentido, en especial, cuando los narradores
pertenecen a grupos sociales estigmatizados e impopulares. En esos casos
existen «contra–narrativas», productos de la hegemonía cultural que procuran
funcionar como espejos invertidos de las vidas que buscan expresión en la
narración. Esas narrativas, más que las otras, deben enfrentar un complejo
proceso de producción, que solo puede explicarse desde el campo político.
En base a lo expuesto, en el contexto de nuestro capítulo, manejaremos
dos concepciones (complementarias) de «narrativas del yo». Primero, son
ernesto Meccia 66
eL yo-narrador es sieMpre otro
y es taMBién distinto deL protagonista deL reLato
La cultura
«reLato» deL narrador como caja de
herramientas
67 cuéntaMe tu vida
instituciones que lo instan a reconocerse como ser único e irrepetible. Y es
que existen un conjunto de «designadores rígidos», decía Pierre Bourdieu
(1989), que operan en esa dirección: el curriculum vitae, los obituarios y las
necrológicas, las fichas y las historias clínicas, superficies todas en las que
aparece el designador rígido por excelencia: el nombre propio y su símbolo
(la firma personal). Veremos más adelante cuánta individualidad (o signos
de pertenencia colectiva) aparecen en las narrativas de los testimoniantes.
Pero ese yo, aunque se enmascare en una conciencia singularizante, es,
hondamente, un «yo lingüístico». El desarrollo paulatino de su conciencia «pro-
funda» se puede entender solo a través de la adquisición del lenguaje (entidad
portadora de símbolos y emociones, proveedora de la certeza de la existencia
de otros, e inculcadora del sentido de los derechos y las obligaciones). En la
línea pionera de George H. Mead (1972), el yo es el emergente de los «diálogos
internos» (inner conversations) del sujeto con los «otros significativos» y con
el «otro generalizado», todos representantes de referencias sociales modéli-
cas, presentes desde el inicio de la socialización. De esta forma, la conciencia
(desde que es conciencia) queda referida a varias exterioridades: no me puedo
percibir como «yo» si no imagino a alguien que me diga «tú». He aquí uno de
los sentidos de referirse a las narrativas del yo como construcciones discursi-
vas dialógicas y relacionales. ¿En quién pensamos, a quién hablamos cuando
contamos nuestra vida? ¿Quiénes habitan en la punta de nuestra lengua?
En otro contexto argumentativo, Mijail Bajtin también escribió páginas
célebres sobre el yo lingüístico. Para él, el lenguaje no se reduce a un conjunto
de estructuras abstractas, sino que debe ser considerado como un flujo de
acciones discursivas ligadas entre sí, que siempre se orientan hacia un otro,
sea hacia su escucha o su contestación. La palabra está «viva» (1982) y anda
por el «río de la comunicación verbal» (1993:250) afectada crónicamente de
tropismo. Las narrativas biográficas también: siempre se inclinan hacia afuera
de ellas, delineando escenarios invisibles de interacción social.
Pero estas escenas invisibles tienen una concomitancia exterior: cuando
las narrativas del yo son orales o audiovisuales, nosotros (los narratarios)
tenemos la ocasión de ver a las personas hacer muchas cosas «para» con-
tarnos las cosas. Recordemos las entrevistas que alguna vez hemos hecho:
los testimoniantes elevan o bajan el tono de la voz, arrugan la frente, hacen
piruetas con las cejas, toman el antebrazo del entrevistador, llevan el pul-
gar y el índice al mentón —silenciosos— antes de ofrecer una respuesta
«elaborada», bajan la cabeza o miran hacia el costado o no dejan de mirar
a «su» interlocutor. O sea, los narradores no hacen solamente cosas con
la lengua «mientras» hablan (dialogan —alineándose o no— con los otros
significativos), también hacen muchas cosas «para» hablar con ellos y con
el entrevistador. A unos y a otros quieren persuadir para que se los tome en
serio. En esos momentos, el yo realiza una actuación o una performance y,
a tal efecto, tiene su cuerpo y su voz (ahora considerada «volumen») como
vehículos transmisores de información (Goffman, 1981; Langellier, 1989; Meccia,
ernesto Meccia 68
otros significantes
narro y: para:
destinatarios
• Doy información • Persuadir
• Construyo imagen • Hacer ver
• Hacer valer
• Contactar o
crear comunidades
de escucha
«qué» de La narración
69 cuéntaMe tu vida
PrinCiPAles PrinCiPAles diMensiones
PreguntAs de AnÁlisis
¿Qué implican?
«re–presentar» el pasado en el presente a
través de encuadres específicos.
Un yo fenomenológico
Un yo ideológico
ernesto Meccia 70
Sin embargo, estos guiones se pueden ironizar, lateralizar, invertir y hasta
ridiculizar. Claro que con la asistencia de otros guiones. La historia de los
movimientos sociales de la sexualidad y el género —por ejemplo— ayudan
mucho a comprender estas turbulencias. Ahora bien: ¿cuáles pueden ser
esos otros guiones, de dónde provienen, cómo se arman, cuáles son las
condiciones para que existan, cuáles sus condiciones de uso? He aquí un
set de preguntas necesarias a las que solo se puede dar alguna respuesta
analizando casos particulares, algo que no haremos aquí.
Cerramos esta parte del capítulo con la expectativa de haber despejado
la idea de que las narrativas biográficas, además de todo lo que dijimos,
también pueden ser prácticas altamente políticas.
71 cuéntaMe tu vida
En consecuencia, no hemos de presentar ninguna «solución» superadora.
Sí trataremos de ofrecer un esquema metodológico para analizar narrativas
personales como resultado de nuestra intención de ensamblar enfoques que
a veces aparecen separados.
En base a lo expuesto en este capítulo, asumimos que las narrativas del yo
tienen cuatro componentes. Los presentamos brevemente a continuación para
derivar de allí la metodología. Primero, las narrativas personales tienen una
«trama» que es, en sentido estricto, lo que se cuenta: una historia con princi-
pio, nudo y desenlace (más allá de cuál sea el momento elegido para empezar
a contarla). La trama da contenido a la historia, la tematiza de cierta manera.
Segundo: tienen «participantes» o «actantes», es decir, entidades humanas y
no humanas que cumplen funciones narrativas para que la historia sea aquello
que es. Tercero: se arman utilizando «recursos» cognoscitivos, en el sentido de
que —por ejemplo— la «religión» o la «autoayuda» (o ambos) puedan funcionar
como las materias primas con las que el narrador arma la trama. Cuarto: tienen
«formas» o «cláusulas», algo así como «mensajes generales» a cuya difusión
el narrador subordina el sentido de todo lo que cuenta. Por ejemplo, en una
narrativa con forma de «redención», es probable que todo lo malo que se cuenta
del pasado sea tomado a cuenta de todo lo bien que se está en el presente.
Entendemos que estos cuatro elementos de las narrativas del yo habilitan
tres métodos de análisis: a) temático, b) estructural y, c) interactivo. A pesar
de que pueden aplicarse por separado, creemos que las investigaciones
ganan ensamblando al menos dos.
ernesto Meccia 72
Como sostiene Richard Boyatzis (1998) si bien los temas están en la superficie
del discurso, los investigadores debemos desarrollar, primero, la capacidad de
reconocerlos y, luego, la capacidad de manejarlos en el corpus bajo observación.
Respecto del reconocimiento, es preciso leer y releer las entrevistas biográficas
y, paralelamente, familiarizarse con otras producciones empíricas sobre la clase
de biografías que estamos estudiando. Esta familiaridad permitirá reconocer
con relativa certeza la existencia de un «tema» dentro de una narrativa.
Sin embargo, el tema no se reconoce in totus al principio: se lo va
reconociendo paulatinamente por medio de «subtemas». El investigador
—sensibilidad teórica mediante— tendrá que detenerse, examinar cada sub-
tema de un modo tal de saber captar cuál es la esencia del mismo. Con este
insight en la manga comenzará a recorrer otras entrevistas con la finalidad
de ver si el subtema se repite y/o si aparecen otros subtemas que puedan
cobijarse bajo una idea familiar a la anterior aunque ahora más grande. En
un determinado momento, con las repitencias variadas, el investigador estará
en condiciones de afirmar que allí «hay» un tema narrativo.
En este sentido, «manejarse» temáticamente significa saber qué atributos
sabremos identificar en las desgrabaciones como sintomáticos de un mismo
tema y subtema. Esta tarea ofrece complejidades interesantes cuando los
corpus de datos son grandes y, concomitantemente, la identificación y el
manejo de subtemas y los temas tiene que hacerlo todo el equipo de inves-
tigación: ¿estamos seguros que todos los integrantes ven el mismo subtema
o tema cuando nos encontramos ante los «mismos» atributos?
Como podemos ver, el análisis temático precisa el despliegue de un pro-
cedimiento inductivo en el cual el investigador biográfico «intuye» subtemas
y temas narrativos en una entrevista que tienen que ser refrendados por la
presencia (variada) dentro de otras entrevistas. Si ello sucede se está en
presencia de un tema consolidado que representa un «patrón» narrativo.
Acaso, en términos de Barney Glaser y Anselm Strauss (1967) podrá decirse
que ese tema ha «saturado».
En una investigación sobre trayectorias de vulnerabilidad de mujeres trans
en situación de prostitución basada en entrevistas en profundidad, Meccia
(2008) logró aislar cuatro temas principales, que denominó: 1) experiencias
previas en el mundo cotidiano, 2) contexto de inserción en el mundo de la
prostitución, 3) permanencia en el mundo de la prostitución, y 4) perspectivas
futuras de reinserción en el mundo cotidiano.
Los subtemas que llevaron a 1) fueron: a) relaciones con los familiares, b)
identificación con la orientación sexo–genérica, c) los padecimientos de la
escuela, y d) dificultades en el paso por los ámbitos laborales.
Los subtemas que llevaron a 2) fueron: a) trabajos anteriores remunerados,
b) el inicio en la prostitución, c) contactos para la inserción en el mundo de
la prostitución, d) clientes jodidos (sic), e) primera plata ganada (sic).
Los subtemas de que llevaron a 3) fueron: a) el trabajo en la calle, b) unos
cuantos pesos (sic), c) personajes predatorios, d) clientes actuales de temer
73 cuéntaMe tu vida
(sic), e) protección, desprotección y agresiones de las colegas, f) otros trabajos
paralelos, g) me gustaría volver a estudiar pero… (sic).
Los subtemas que llevaron a 4) fueron: a) tener otro trabajo, b) tener una
pareja, c) percepción del cuerpo y el paso del tiempo, d) el oficio en perspectiva.
El cuadro 2 abre una fila por testimoniante y una columna por tema narra-
tivo, cada casillero debe informar sobre los subtemas traídos a las narrativas.
Quedan en blanco para estimular la imaginación empírica de los alumnos.
teMA y suBteMAs
Contexto de Permanencia
entrevistAdA Experiencias
inserción en dentro del
Perspectivas de
previas en reinserción en el
mundo del mundo del
mundo cotidiano mundo cotidiano
trabajo sexual trabajo sexual
Entrevistada 1
Entrevistada 2
Entrevistada 3
Entrevistada 4
Etc.
ernesto Meccia 74
materia prima casi exclusiva del análisis anterior. El esfuerzo interpretativo
e inferencial es aquí notablemente mayor.
Empezamos por a) los «participantes» o «actantes». En el relato de sus
vidas, las personas —a veces ex profeso, otras veces no— insertan «resortes»
que posibilitan el despliegue de su historia a lo largo del tiempo. Estos resortes
tienen la capacidad de acelerar o de retrasar una historia, o de detenerla para
siempre, o de dejarla en stand by, y, en alguna de estas medidas, volverla más
o menos injusta. Por lo tanto, dentro de la narración, los resortes operan como
«fuerzas» en un sentido de causalidad eficiente: «hacen» que la vida avance o
no. Dentro de la semiótica literaria, esas fuerzas sin cuya participación no es
posible pensar la acción son denominados «actantes» (Greimas, 1987; 1989).
La noción de «actante» es más amplia que la de «personaje», entendido
este como un ser humano. No solo estos operan con sus fuerzas dentro de los
relatos de vida. También tienen fuerza entidades sobrenaturales, entidades del
mundo de la naturaleza, atmósferas sociales, climas políticos, etcétera. Todos
son por igual «participantes» de la trama porque cumplen una «función» de
cara a lo que quiere decir el narrador. Por ejemplo, en muchas autobiografías
de varones gays el medio semirrural de nacimiento o, mejor decir, la atmósfera
represiva del mismo es traída a la narración como un actante. Efectivamente,
los narradores gays la hacen funcionar como un «resorte» que los expulsa
hacia la gran ciudad, un soñado paraíso anónimo de vida sexual. En paralelo a
esa atmósfera social la narración insiste con la presentación de otros actantes
resortes, en este caso, personas de carne y hueso, crueles. Ambos (humanos
y no–humanos) son fuerzas narrativas con causalidad eficiente: cumplen la
función de expulsar al homosexual de la comarca, pero también de alojarlo
en una ciudad liberadora. Así, la historia de una vida está «en marcha».
Entonces, si optamos por el análisis estructural de los relatos biográficos
lo primero que tendríamos que descubrir son los «esquemas actanciales» con
los que se manejan los narradores. Nuestros testimoniantes tenían y tienen
deseos, proyectos, expectativas, y se sentaron junto a nosotros a contarnos
una vida que mejoró o empeoró. Bien: descubrir el esquema actancial significa
identificar los actantes que, en ese devenir, fueron funcionales y disfuncio-
nales a sus deseos (actantes «ayudantes» y actantes «oponentes», según la
conocida denominación de Algirdas J. Greimas (1987, 1989).
El cuadro siguiente corresponde a una investigación, aún en curso, del
autor de este capítulo.1 Podemos observar en la primera columna qué actantes
convencieron a los testioniantes a salir del armario, en la cuarta quiénes
los ayudaron y en la quinta quiénes se opusieron. El esquema actancial se
75 cuéntaMe tu vida
completa con la segunda columna (¿para qué sirve la salida del armario?) y
con la tercera (¿a quiénes podría beneficiar?). Los testimoniantes tienen entre
43 y 73 años. Finalmente decidimos que la investigación tenga una muestra
«polar» o «extrema», por eso nos quedamos con las entrevistas de gays mayo-
res de sesenta y menos de veinticinco años. Lamentablemente no llegamos
a tiempo a presentarla en este volumen. El análisis nos va mostrando una
diferencia importante en la primera columna y en la última. Pareciera que a
los jóvenes gays nadie tuvo que convencerlos para salir del armario y que
no se han encontrado en ese proceso con actantes oponentes importantes.
Como adelantamos, el análisis estructural (además de los «actantes») se
enfoca en b) los «recursos» que utiliza el narrador. Cuando intentamos una
definición, dijimos que las narrativas personales son recursos cognoscitivos
para la localización de las experiencias del yo en el mundo, es decir, que
contando nuestra vida de una forma que es siempre particular aspiramos
a dar cuenta (a nosotros y a los demás) de quiénes somos y cómo somos.
Pero también dijimos que las narrativas son «logros», en el sentido de que
unidAdes de AnÁlisis
ACtAnCiAs
destinAdor oBJeto destinAtArios AyudAntes oPonentes
Entrevistado 3 Auto-destinación Conquistar la tran- Sujeto mismo / sus Su exesposa / el Dos amigos
(72 años) quilidad, blanquear hijas / los novios contexto cultural gays con malas
el espíritu y las de sus hijas / sus experiencias al
relaciones nietxs respecto / su
imagen de padre
«heterosexual»
Entrevistado 4 Dios Liberarse del Sujeto mismo / Los Los compañeros Sus anteriores
(67 años) secreto y de la prójimos, a quienes del grupo de los creencias religiosas
oscuridad extendería la luz sábados / Sus con- / la gente del barrio
vicciones / Dios / los compañeros
de trabajo
Entrevistado 5 Amigo fallecido de Salir del placard Sujeto mismo y la Nadie Entorno familiar
(73 años) sida / Imágenes de sociedad / entorno laboral
dolor y de muerte / idea de que «el
silencio es salud»
Entrevistado 6 Imagen de la hijo Dejar la hipocresía, Sujeto mismo y su Libros / películas Su otro yo
(53 años) los miedos, la para- hijo / los hijos de / blogs avergonzado
noia, la doble vida su hijo
ernesto Meccia 76
hay que encontrar las formas discursivas más expresivas para comunicar lo
que sucede en nuestras vidas. Por supuesto, asumiendo que el grado en que
esto puede lograrse es relativo.
En consecuencia, hablar metodológicamente de los «recursos» del narrador
significa que la investigación tiene que darse una estrategia para dar cuenta
del conjunto de elementos disponibles para resolver la necesidad de contarse.
No existe una lista completa de recursos narrativos para presentar, en parte,
porque son indefinidos pero, sobre todo, porque los narradores los mezclan. La
gente puede contar su vida apelando a recursos religiosos, psicológicos, psicoa-
nalíticos, psiquiátricos, sociales, políticos, jurídicos, sobrenaturales, médicos,
genéticos, biológicos, literarios, de autoayuda, cinematográficos, etcétera.
En este punto los lectores pueden ir a Youtube y consultar algunos pro-
gramas confesionales de la televisión argentina de los años noventa y princi-
pios del siglo XXI. Allí se comenzaron a visibilizar popularmente un conjunto
de temas sintomáticos del «pensamiento biográfico» y de la publitización
de la «intimidad» de los que nos ocupamos en el capítulo introductorio.
Por ejemplo, la visibilización de lo que hoy conocemos como «violencia de
género». Es muy interesante escuchar esos relatos para observar los recursos
que utilizaban las víctimas: un mismo relato podía empezar en clave psico-
lógica, luego virar a una clave de autosuperación personal del trauma, o a
una superación por intermedio de Dios. Seguramente que hoy, esos relatos
incorporan mucho más recursos «sociales» y «políticos» para dar cuenta del
«mismo» fenómeno. Del mismo modo, los lectores pueden ver las emisiones
destinadas a gays y lesbianas: sin duda que los recursos a los que apelaban
en aquellos momentos no son los mismos a los que —hoy— pueden recurrir
los jóvenes para contar la salida del armario.
Los recursos narrativos son de una importancia fundamental ya que son
los medios a través de los cuales la gente cree entender («saber») qué y
por qué le suceden las cosas. Nótese que cada recurso supone una clave
cognitiva, clave que, a su vez, contiene distintos lenguajes de valoración de
lo sucedido: una clave de narración psicoanalítica hace habitar al narrador
en una galaxia cuyo funcionamiento es distinto al de la galaxia que habita
el narrador de clave religiosa, o de clave de autoayuda.
Por lo general, la gente mezcla recursos en la narración de sus vidas, toma
lo que encuentra para —si es posible— expresarse más y mejor. Imagínese la
complejidad cognoscitiva que ello implica para los investigadores. Lo dijimos:
aquí el esfuerzo interpretativo es grande.
Vamos a presentar algunos ejemplos extraídos de El tiempo no para.
Los últimos homosexuales cuentan la historia, una investigación del autor
publicada en 2016.2
2 Para Guido Vespucci (2018), en El tiempo no para. Los últimos homosexuales cuentan la
historia (2016) se analizan «las narrativas de varones homosexuales adultos y adultos
77 cuéntaMe tu vida
Testimonio de Juan Carlos P. (74 años):
Así que para lo que estudiás yo soy como el ejemplo puro de la «doble vida».
Médico en Merlo en los años setenta, ochenta y gay en las luces. Algo bastante
parecido al doctor Jekyll y Mister Hyde. (…) En realidad, esta imagen que quiero
darte no era válida siempre. Primero que puedo hacerla ahora, cuando soy una
persona grande, y te diría grande y más. Tampoco esa imagen era válida en
todo lugar. (…) Cuando era joven y estudiaba yo tuve historias con hombres.
Siempre digo, tal vez la Medicina me deje hacer chistes que parecen verdad,
que la homosexualidad es genética. Siempre lo sos. (…) Me sentía dividido en
uno bueno y uno malo cuando me corría a los baños de la estación de Merlo
o a los baldíos del ferrocarril. Imaginate como era Merlo en aquella época y
para colmo en la estación, no era fácil el anonimato. Ahí sí que me sentía una
persona sucia y traidora, porque hacía lo mismo que en la Capital pero cerca
de donde vivían mis padres y mi familia (el subrayado es nuestro).
ernesto Meccia 78
en 1886 cuyo título se ha incorporado al habla popular. Nótese que es un
recurso «literario», el relato no se enmarca —por ejemplo— en la acepción
psicológica del mismo fenómeno. En el medio, Juan Carlos desliza un «chiste
que parece verdad» al sugerir que la homosexualidad es genética, trayendo
otro recurso narrativo (aunque no lo retoma en el resto de su testimonio).
A esta altura del argumento no hace falta aclarar que el entrevistador no
le preguntó al testimoniante si fue lector de Stevenson. Lo que interesa es
que una figura del imaginario popular (el «doble») le sirve para contar un
tramo de su vida.
En la lengua alemana existe la expresión «doppelgänger» para aludir
a aquellos personajes que, en distintos registros literarios, pueden verse
a sí mismos (Bejarano Veiga, 2008; Martín, 2007). Las tramas presentan un
personaje a quien se le presenta otro personaje caracterológica y fisonómi-
camente transformado pero que tiene base en su ser real. Por lo general,
ser real y doble son la «contracara» del otro, ya que la función narrativa del
doble es la de señalar con énfasis una alteridad, a veces anhelada, otras
veces temida. El doble que (se) salió de uno puede actuar de varias formas:
puede ser adversario, consejero, señal de un futuro de decadencia, signo
de promisoriedad, o puede ser un monstruo. Todo depende de la necesidad
expresiva del relato. En el fragmento que trajimos, el doble de Juan Carlos
P. es un monstruo. Los deícticos marcan el decir: cuando estaba cerca de
la casa de sus padres y hacía vida homosexual secreta en los baños y los
baldíos de la estación del ferrocarril se sentía el señor Hyde (una persona
«sucia» y «traidora»); cuando estaba lejos de ellos porque iba a «las luces»
(en alusión a la ciudad de Buenos Aires) no sentía nada parecido.
El tema de la «doble vida» fue muy recurrente en los testimonios de la
investigación del autor. La complejidad de la vivencia y las dificultades que
acarrea su explicitación ante el entrevistador (acaso el representante de una
audiencia mayor) fueron resueltas con «economía de recursos» a través de
la figura del doble; metáfora que —como buena metáfora— logra simplificar
con contundencia (y con otras palabras) el sentir del narrador.
Testimonio de Juan José (77 años):
Es algo que nos toca sobrellevar, una desventaja que tenemos que sobrellevar
que no es para enorgullecerse pero que sí nos tiene que llevar a pedir el dere-
cho de exigir ser aceptados y respetados porque no elegimos ser así. Somos
así por una influencia genética o por una experiencia infantil. Yo por ejemplo
pienso que en la familia de papá hay, digamos así, una genética favorable. Por
ejemplo, hay un integrante que es afeminado y en la generación mía había un
primo hermano mío que era afeminado (el subrayado es nuestro).
Juan José (casado dos veces, padre y abuelo, gay a partir de los 65), en
este momento de la entrevista, referido a su juventud en los años 50, mezcla
un recurso biológico con otro psicológico, que es el que finalmente prima.
79 cuéntaMe tu vida
Dentro de un momento veremos cómo, preguntado por su actualidad y su
futuro, los cambia por otro. Pero en muchos fragmentos la cuestión genética
se repite. En el relato, «genético» alude a algo que no puede quitarse, que a
veces puede taparse (dice haber hecho eso durante sus años de matrimonio),
pero que siempre en las circunstancias más inesperadas, aflora. Es un recurso
narrativo de gran atracción para Juan José.
Presentamos una anécdota. El autor de este capítulo lo entrevistó dos
veces. Juan José vino al segundo encuentro trayendo un libro para dar más
legitimidad a sus conjeturas. Se llamaba Los genitales y el destino de Ariel
Arango, obra de gran éxito en el momento de su aparición, en 1987. Juan José
hablaba (se presentaba) casi como un experto en genética y homosexualidad.
Un recurso narrativo que —tal vez— lo exima de la responsabilidad por su
homosexualidad ante un auditorio que él sigue imaginando que se la asigna.
Testimonio de Carlos D. (72 años):
Teníamos nombre de guerra (yo era Pedro), no se sabía dónde estaba parando
la gente, todo era muy anónimo, así que desde ese punto de vista lo que hacías
fuera de la acción política era invisible para los demás. Pero la cosa cambiaba
si a vos te dejaban durante mucho tiempo en un solo lugar, el oficial montonero
o de alta graduación te preguntaba. Yo tuve dos episodios donde un oficial
montonero me preguntó: «bueno, Pedro: ¿qué es lo que te pasa? Porque no
sabemos, no se sabe de tu vida en pareja y, tenemos entendido que no estás
en pareja. ¿Qué te pasa?». Y ahí, yo, con cara de nada les respondía: «Nada.
A mí no me pasa nada. Yo tengo una vida normal, como la de cualquiera».
Así que imaginate cómo podía responderme la pregunta «¿qué soy?». Era un
rompedero de cabeza porque estábamos en una doble clandestinidad: éramos
clandestinos para las fuerzas de la represión y éramos clandestinos para la
cúpula y la mayoría de la organización política. Era duro. Recuerdo salir de
alguna actividad, de alguna reunión, 11, 12 de la noche y tomarme un taxi para
Avenida Santa Fe, pero como una necesidad, una necesidad no solo de apetito
sexual, sino de sacar la cabeza, de llegar ahí y decirme «quiero ser esto». Era
duro. Y eso termina en dos grandes crisis, muy profundas, atendido por profe-
sionales y medicado. Eso explota un buen día porque sentía no había podido
construir el hombre, la persona que quería, que no había podido combinar mi
sexualidad, mi afectividad y la política que eran las dos cosas más importantes
que yo tenía. Doble clandestinidad. Doble personalidad. Pero, además, la culpa
de estar en Santa Fe como puto y montonero. Esto también me torturaba por-
que pensaba que si yo como puto caía en Santa Fe, por mis antecedentes, se
iban a dar cuenta de que era montonero y entonces estaba comprometiendo
mucha gente de la organización. ¿Te das cuenta? Todo era de un trabajo de
elaboración insoportable (el subrayado es nuestro).
ernesto Meccia 80
sociedad. Sin embargo, Carlos D. quedó marcado por la «doble clandestinidad»
que supuso ser montonero y homosexual en los años setenta. Y más aún por el
rechazo de la organización hacia el tema. Los momentos más dramáticos de la
entrevista fueron aquellos en los que se empeñaba en demostrar lo aprisionado
que se sentía entre dos sentimientos de fidelidad incompatibles. Fue así que,
en medio de un relato netamente político (junto con el de Lisandro —72 años—
los más politizados de la muestra), introdujo algunos elementos narrativos de
tipo psicológico y/o psicoanalítico. Tal vez esa fue su forma de hacer entrar a
las personas (seres sintientes) en sus referencias dolorosas a una organización
revolucionaria que no les daba cabida y sin embargo les pedía todo.
81 cuéntaMe tu vida
también sirve para crecer desde el punto de vista espiritual porque posibilita
hacerle frente a la adversidad («Aquello que no te mata, te fortalece», como
decía Friedrich Nietszche). Inversamente, otra persona quiere que se la visualice
como víctima, como alguien que nada pudo hacer frente a las circunstancias.
En el primer caso, el investigador se encuentra frente a una narrativa que
tiene la «forma» de una redención que ha logrado un sujeto que no se dejó
aplastar por las circunstancias. «Forma de redención»: un pasado plagado
de desgracias que, de alguna manera, justifica un presente bueno.
En general, no nos podemos dar cuenta de las formas por algún tramo
particular del relato (aunque algunos ayudan mucho). Las formas son pare-
cidas a una advertencia general que los narradores hacen a sus audiencias,
pero una advertencia que pueden distribuir en muchas partes de la alocu-
ción. Por lo tanto, cuando el investigador intuya que está ante una forma
narrativa tendrá que recorrer todo el texto para aislar los pasajes que sean
representativos. Es más que probable que quien cuenta su vida subordine
mucho de lo dicho a la forma en que quiere transmitirlo.
En Ontologies of the Self: On the Mythological Rearranging of One’s Life
History (1981), Agnes Hankiss presenta una buena tipología para introducir-
nos en las cláusulas narrativas. Nosotros hemos de presentarla con cierto
grado de libertad.
Interesa remarcar que Hankiss se refiere a un «rearmado mitológico»
(mythological rearranging) de la historia de vida a través de los relatos: una
expresión justa no exenta de inteligente picardía. Si como venimos argu-
mentando, las narrativas no reflejan lo vivido sino una selección de hechos
presentados bajo ciertas cláusulas (todo ello para dar sentido) es claro,
entonces, que los sujetos aplican una «mitodología» para explicar sus bio-
grafías. A su modo, ellos también aplican una metodología para «entender»
qué les sucede y quiénes son. Una metodología mitológica. Las cláusulas
narrativas no se pueden juzgar por su verdad sino por la posibilidad de
rearmado ontológico que ofrecen a los sujetos.
Primero, Hankiss presenta la cláusula «dinástica»: la narración biográfica
es lineal y el narrador une un pasado de bienestar a un presente similar. La
vida siempre fue óptima (probablemente a causa de condiciones propias y/o
familiares) y el presente es, por eso, consecuencia del pasado. La cláusula
narrativa «antitética» presenta una vida que fue muy adversa en el pasado
pero que es buena en el presente. Justamente, el narrador pone de relieve no
solo la adversidad sino la carencia de condiciones objetivas para encararla.
Aun así, a pesar de todo, pudo elevarse hasta el presente. El parentesco con
la narrativa de redención es notorio.
Dicho no sea de paso, a medida que seguimos presentando las cláusu-
las, pensemos en las imágenes de los narradores que las mismas exhalan.
Y si las narrativas las obtuvimos por medio de entrevistas en profundidad,
imaginemos las demostraciones gestuales, vocales y corporales que usaron
para transmitirlas.
ernesto Meccia 82
La tercera cláusula es la «compensatoria»: el narrador cuenta su vida desde
un presente ruinoso. Nada pudo hacer contra un mundo que se desmoronaba.
El futuro es pura incertidumbre. Sin embargo, a modo compensatorio, infla
el pasado embelleciéndolo de un modo tal que parece un paraíso perdido.
Al menos así, logra «demostrar» qué fue capaz de ser y hacer. Por último,
tenemos la cláusula «autoabsolutoria»: el yo se presenta como víctima de
circunstancias de todo tipo y se empeña en demostrar que siempre fue así. El
pasado fue malo y (al no haber ofrecido ninguna posibilidad de torcedura) el
presente no puede sino ser una consecuencia de igual tenor. Nada pudo hacer,
nada puede hacer. Por lo tanto, el yo se autoabsuelve de todo cargo y culpa.
Seguro que los lectores ya tienen ejemplos para cada una. Ahora bien, vistas
en perspectiva: ¿qué tienen las cláusulas? Primero: señales generales sobre
una biografía (¿es buena, mala, ascendente, descendente?), segundo: imágenes
sobre el narrador (¿es emprendedor, luchador, héroe, derrotado, exitoso, self
made man?; y tercero: señales sobre la relación entre biografías y sociedad
(¿cuánto le hizo el mundo al individuo? ¿Cuánto el individuo le hizo al mundo?).
Estas cláusulas deben tomarse con precaución en cuatro sentidos impor-
tantes. Primero porque fueron presentadas a modo ejemplificativo y, en
consecuencia, no son exhaustivas; los hablantes tenemos sobrada capacidad
para crear otras. Segundo: porque a veces una única cláusula es sostenida
durante la narración de toda la biografía, pero otras veces, se aplican cláu-
sulas distintas para cada tramo. Tercero, ya lo sabemos: a lo largo de su vida
real, el narrador cuenta su biografía cambiando de cláusulas, vistas sus
necesidades de reconocimiento social. Cuarto, y haciendo honor al título
de este análisis («estructural») es conveniente retener de cada cláusula su
esquema fundamental. Por ejemplo: en la dinástica, el pasado es óptimo
y el presente también; en la antitética el pasado es malo y el presente es
bueno; en la compensatoria, el pasado es bueno y el presente malo; y en la
autoabsolutoria, el pasado es malo y el presente también.
A continuación presentamos algunos ejemplos extraídos, otra vez, de El
tiempo no para. Los últimos homosexuales cuentan la historia (Meccia, 2016).
Testimonio de Juan José (77 años):
En una etapa nueva, o sea, había decidido dejar de pelear conmigo mismo y
había resuelto darme permiso para experimentar mis impulsos homosexuales
después de 32 años de matrimonio (…). También leo a Kavafis, tengo su poesía
completa. Me encanta. Lo conocí a través de mi compañero de mi Licenciatura
de Historia. Tiene poesías históricas, eróticas y otras poesías que son como
formativas. Por ejemplo, «La ciudad» o «Ítaca» en el sentido que te dan una
norma de vida. ¿Recordás Ítaca, Ulises? Ulises luego de la guerra vuelve a
Ítaca luego de un viaje muy accidentado que duró como diez años y a eso se
lo llama la odisea. Entonces Kavafis escribió una poesía que decía: «Cuando
emprendas tu viaje de regreso a Ítaca», que vendría a ser el viaje de la vida.
Dice «trata de que dure mucho tiempo, no te apresures a llegar a destino».
«Detente en los puertos, trata de comprar la mayor cantidad de objetos, de
83 cuéntaMe tu vida
perfumes sensuales». «Y cuando ya de viejo regreses a Ítaca, Ítaca será pobre,
pero no te decepciones, Ítaca no te engañó. Ítaca te permitió hacer un viaje
maravilloso». Claro, si no hubiera sido por Ítaca no hubieras emprendido ese
viaje. Yo siempre estoy de viaje, queriendo llegar a un destino, tratar de llegar
a algo, tratar de terminar algo… desde un paquete de yerba hasta el final de mi
vida. Yo siento que estoy en cambio. Por ejemplo estoy más expresivo, hasta
mi caligrafía ha cambiado (el subrayado es nuestro).
ernesto Meccia 84
suya inmutable a lo largo del tiempo. Nótese que es el mismo narrador que
adjudicaba el origen de su homosexualidad a una predisposición genética
familiar y que hasta defendió esa postura con un libro a mano alzada.
Naturalmente, no estamos señalando «contradicciones», mucho menos
«verdades» o «mentiras». Sí, en cambio, modos provisorios y plurales de
inscripción del ser dentro de su devenir biográfico.
Testimonio de Lisandro (72 años):
El SIDA reveló las limitaciones de nuestra convivencia social y eso… eso no nos
gustó. Y ahí tenemos que ser muy atentos, muy astutos. Los demonios sociales
son muy inteligentes y están siempre despiertos y saben cómo sacarle a los
temas importantes su carga revolucionaria, cuestionadora. Creo que parte de
nuestra misión es mantener esta fuerza porque aún no todas las tareas están
terminadas. Las cosas de la vida hicieron que finalmente el Día Mundial de
Lucha contra el SIDA casi coincida con mi cumpleaños. Hoy lo puedo ver. Hoy
puedo observar esa coincidencia que pongo entre comillas ¿Te das cuenta?
Hoy lo puedo ver. Le dediqué años y años de mi vida a trabajar ese tema. (…)
El sufrimiento es una oportunidad de aprendizaje. No el sufrimiento por el
sufrimiento mismo, sino por lo que revela. Es decir, esa madre que se entera en
su último momento, que sabe algo tan importante en la identidad de su hijo
en el momento más difícil de su hijo, en el momento de su enfermedad. O sea,
cuántos silencios, cuántas complicidades, cuántas inacciones revela a esa madre
el sufrimiento. Y también al hijo. Y entonces lo que se les revela a ambos hay
que enfrentarlo, es doloroso y hay que enfrentarlo. Por eso sirve. Pero ¡cuidado!:
ahí se abre otro tema, que es el de la lástima… hay que correrse de ese lugar
y nunca dejar de pensar que es un tema de justicia (el subrayado es nuestro).
85 cuéntaMe tu vida
original que la vida fue desplegando. La diferencia está dada en que el relato
de Lisandro es colectivo. La odisea, la novela de formación es, en realidad,
la novela de la sociedad que tiene que aprender del sufrimiento.
Testimonio de Juan (59 años):
Yo no formé pareja nunca porque creo que hay culpas que no me voy a sacar
nunca de encima. También te quiero decir que pienso que nunca me hice
dueño de mi cuerpo del todo, hablando del lado del placer. Creo que tengo
una mitad de la vida arruinada por la sociedad y otra mitad arruinada por mí
mismo pero por lo que la sociedad me dejó. Por eso pienso que el momento
actual es espectacular, importante, muy para ver con sonrisas el futuro. Siempre
digo «¡quiero cambiar!», ser un poco más abierto pero siempre me apoco. Soy
así. Pero así como te digo esto para mí, si pienso en los jóvenes, por suerte les
espera una sociedad totalmente cambiada (el subrayado es nuestro).
ernesto Meccia 86
insumos para armar los relatos o, mejor dicho, la trama. Hemos demostrado
que son hábiles en la utilización —claro que limitada— de las posibilidades
interpretativas que brinda. De varias maneras los hemos visto «solos».
En esta última parte del capítulo queremos ver a los narradores en inte-
racción. En efecto, el análisis de las narrativas personales no consiste solo
en la observación de prácticas lingüísticas. También es necesario observar
el conjunto de interacciones que las narrativas necesitan para acreditarse
como constructos verosímiles en distintos escenarios sociales y para distin-
tas audiencias.
Cuando los relatos de vida son obtenidos a través de entrevistas en pro-
fundidad, las interacciones a las que aludimos son de dos tipos.
Primero tenemos las interacciones «internas». El narrador, puesto a reme-
morar, se referencia en ideas modélicas de lo que debiera ser la vida, referen-
cias que muchas veces tienen actantes humanos (individuos o grupos) que
las representan. En cierto modo, el narrador «toma» las palabras ajenas que
hacen a esas ideas. Al mismo tiempo, (inconfesada o no) tiene la expectativa
de que «sus» palabras lleguen a determinadas audiencias. Seguro que él
mismo pertenece a alguna. Es decir que, interiormente, el narrador habla
con unos y quiere hablar con otros. No está solo ni quiere estarlo.
87 cuéntaMe tu vida
Llegamos al segundo conjunto de interacciones, las «externas». Ese mismo
narrador (con todos sus diálogos internos) se pone a dialogar a su vez con el
entrevistador. Se trata de una acción de enorme complejidad analítica, que
hace pensar de inmediato en la validez de los relatos que se obtienen en
situación de entrevista. No porque creamos en los datos narrativos «puros»
sino porque se impone el interrogante de cuál será la imagen del entrevis-
tador que tiene el entrevistado, imagen que —como sabemos— será la base
de la interacción. Por ejemplo, desde el punto de vista del entrevistado: ¿el
entrevistador forma parte de alguna de sus audiencias? ¿O representa una
correa de transmisión, solo un canal «objetivo» de traspaso de su informa-
ción? Por otra parte ¿qué podría pasar si el entrevistado piensa que el entre-
vistador no será objetivo porque no pertenece a ninguna de sus audiencias?
Todas preguntas inquietantes, de difícil resolución en las investigaciones.
Lo cierto es que —ahora— la estrategia metodológica cambia. Las uni-
dades de análisis siguen siendo las prácticas discursivas pero se introduce
una nueva unidad de recolección: la «actuación» o la «performance» que
los actores despliegan «para» decir lo que tienen que decir. Por lo tanto, el
investigador biográfico se convierte en un observador etnográfico de todo
el espectáculo que le ofrece el narrador.
Por «actuación» o «performance» nos alineamos en las clásicas formula-
ciones de Erving Goffman (1970, 1974, 1981). Las entenderemos como rutinas
dramáticas, o sea, como modos públicos de comunicación cuya particularidad
reside en el hecho de que los actores, compareciendo en vivo y en directo ante
otros actores, asumen la responsabilidad de transmitir la información por todos
los medios que tengan a su alcance y sean «lícitos» en el escenario en que
comparezcan. En este plano, analíticamente, importa destacar la «forma» en
que se realiza la comunicación, la forma como soporte o auxilio del contenido
referencial. Importa el ritual de la comunicación, la forma del habla. Goffman
decía que los actores, en la vida cotidiana, seguimos «líneas dramáticas» ya
que existen formas de comunicación estandarizadas de alto valor simbólico.
De esta manera, la historia de una vida no puede contarse «corporal-
mente» de cualquier manera. Si los actores quieren ensayar su identidad
social ante los demás, actuarán con «responsabilidad sinecdóquica» decía
el sociólogo (1974), haciendo que cada gesto, cada postura corporal, cada
entonación de la voz, cada silencio, cada sonrisa, etcétera, se alineen en
la imagen (o la «máscara») que está construyendo. Por eso, las entrevistas
biográficas al permitir una combinación de palabras y corporalidad sirven
al narrador para formular evaluaciones de sí mismo y de los otros. El cuerpo
y la apariencia lograda también sirven como medios de acreditación y de
refrendación de ese yo que el relato biográfico construye paralelamente
con palabras. Demás está decir, nuevamente con Goffman, que las máscaras
y las apariencias, no son necesariamente elementos distorsionantes de un
supuesto yo «auténtico»; al contrario, a menudo ofician de representantes del
ernesto Meccia 88
concepto que nos formamos sobre nosotros, en varios sentidos, de nuestro
sí mismo más verdadero, ya que expresa nuestro ideal del yo.
Presentamos algunos ejemplos. En El tiempo no para. Los últimos homo-
sexuales cuentan la historia, Miguel Ángel (55 años) manifestó: «mirá: a
mí nunca me hizo falta ir a un boliche o a un sauna para ser puto». ¿Qué
interacciones podríamos encontrar aquí? ¿Qué mensajes querría dar? ¿A
quiénes? ¿Con quiénes estaría conversando? ¿De qué manera?
Cuando el testimoniante comenzó a involucrarse en el mundo homosexual
de Buenos Aires (hace más de 35 años) casi no existían saunas ni boliches ni
lugares para los gays. La sociabilidad homosexual era subterránea, oculta. Y
se sabe que lo oculto, aun cuando sea una imposición, hace posible transac-
ciones sociales alternativas invisibles al orden dominante. Históricamente
es «verdad» lo que dice Miguel: no había nada y, sin embargo, se era. Pero
en el fondo tal vez no sea ese el mensaje que quiere transmitir.
Quizás, de una manera indirecta, nos está diciendo que hoy los gays
tienen esos lugares pero que funcionan como espacios genéricamente res-
trictivos, que los «condicionan» de varias formas (piensa en el precio de la
entrada, en que hay distintos boliches con públicos específicos, en la ropa
que habría que ponerse, en el juego de las apariencias físicas al que habría
que prestarse, etcétera). ¿Es esto históricamente verdadero: son restrictivos
los nuevos espacios gays? Es difícil dar una respuesta directa pero, de todos
modos, no es eso lo que más concierne a nuestro argumento.
Miguel se estaría marcando como un homosexual «puro» en el sentido
de que «antes» no era necesario ajustarse a los santos y señas a los que
supuestamente se ajustan hoy las nuevas generaciones de gays para ser gays.
Habituado a un tipo de vinculación social probablemente extinto, siente que,
en realidad, es todo un mundo lo que se está yendo y, de alguna manera,
procura rescatarlo y rescatarse. La vía es un relato biográfico que, de alguna
manera, lo embellece.
Miguel habla con el entrevistador, es cierto. El entrevistador es una per-
sona que también habitó ese mundo y que, en esa medida, Miguel convirtió
rápidamente en un interlocutor primario a quien todo su relato le pregunta
implícitamente «Ernesto: ¿vos ves lo mismo que yo?». Pero, más profunda-
mente, tanto Ernesto (un «último homosexual»3) como la entrevista biográfica
que le hizo funcionaron como instrumentos que le sirvieron a Miguel para dia-
logar —distanciándose amablemente— con las generaciones de jóvenes gays.
Notemos las funciones comparativas y, en consecuencia, evaluativas que se
pueden desplegar en la entrevista, considerada como situación comunicativa.
3 El autor de este capítulo asume que sus entrevistados, casi sin excepción, vieron en él
a un homosexual que experimentó muchas de las situaciones que contaban. Y que esa
imagen fue la base de la interacción durante y después las entrevistas.
89 cuéntaMe tu vida
Da la posibilidad de ensayar respuestas respecto del yo, hablando de los
demás y con los demás.
En las entrevistas aparecieron mucho las comparaciones contrastivas a
través de este sistema de «mensajería intergeneracional». Sin duda que eran
«sobreactuaciones» discursivas. Al respecto, no pasarán desapercibidos los
contrapuntos morales que traen los testimonios. Aunque costaba creer que
fueran reales se los tomó en serio, como si hubiera sucedido exactamente
todo lo que contaban.
En términos de investigación socionarrativa existe una diferencia abis-
mal entre «engañar» y exagerar, extremar, recargar, dramatizar. Estas cua-
tro acciones deben ser consideradas como performances al servicio de las
necesidades expresivas de los narradores, en nuestra investigación, varones
homosexuales que ven cambiar (rápido y profundamente) el mundo que —a
su modo— los contuvo. Entonces, el show de la nostalgia, el esquematismo
romántico, la comunidad solidaria perdida, y las diferencias tajantes entre
ayer y hoy aparecen, antes que nada, como modos de distinguirse ante otros
en un mundo nuevo. De eso, ni más ni menos, tratan estos relatos biográficos.
Testimonio de Alejandro (45 años):
Después hay otros que te dicen que son bisexuales, que son queer o qué se
yo. Esos tipos te dicen qué (son), qué sé yo, que no son nada. Pero esos tipos
no. (…). Esa generación de gays en la década del noventa viajaron y tomaron
contacto con un mundo globalizado representado, no sé, por la música, la
forma de las discotecas, Madonna. El puto que mira la serie de Sony y se
avergüenzan de las novelas. Nosotros mirábamos las novelas de Migré (el
subrayado es nuestro).
ernesto Meccia 90
demanda y toda tenía que tramitarse en ese lugar chico, entonces no era difícil
conocer a alguien (…). Pero después empieza la época de la involución dentro
de la época de la evolución: cuando empezamos a desparramarnos más, no
nos unimos tanto como antes, y entonces es más difícil encontrar a alguien.
La demanda es más grande, pero como estamos separados es más difícil
conseguir conexión, estar con alguien. Suponete que antes éramos 30 en una
habitación chica, hoy tenemos una habitación cuatro veces más grande… es
más confortable, pero la conexión no es la misma (el subrayado es nuestro).
Nuestros amigos que se fueron eran como hermanos. Aunque no están, están,
siempre van a estar. Yo siempre digo que lo que se muere es lo que se olvida.
Hoy la gente es más fría, no tiene código. La gente no es respetuosa. Es difícil.
(…). En el chat la gente pica y sale, pica y sale. Lo que busca la gente en el chat
no es la amistad, es el momento. Y en la época en que nosotros nos conocimos
y en la otra generación que viene detrás nuestra… nosotros conocemos gente
de 83 años que tienen 50 años de estar en pareja. (…).O sea: la gente cambió,
la gente es otro tipo de gente (el subrayado es nuestro).
91 cuéntaMe tu vida
Métodos foCos AnAlítiCos PrinCiPAles PreguntAs
ernesto Meccia 92
Cierre
93 cuéntaMe tu vida
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ernesto Meccia 96
2 No va más
Un estudio sociobiográfico
de carreras morales de jugadores
problemáticos de juegos de azar
astor Borotto
Y, de hecho, basta con suspender la adhesión del juego que el sentido del juego
implica, para arrojar al absurdo el mundo y las acciones que se llevan a cabo en
él y para hacer surgir preguntas sobre el sentido del mundo y de la existencia
que jamás se plantean cuando uno está atrapado en el juego, atrapado por el
juego, preguntas de esteta encerrado en el instante o de espectador desocupado.
BoURDIeU, 2007
Introducción
97 no va Más
crecimiento de la intervención del Estado en las variables económicas y en
sus funciones sociales (Figueiro, 2014) (Negro, 2014).
En la provincia de Santa Fe, donde se centra nuestro estudio, la sanción
de la Ley 11998 en el año 2001 autorizó la instalación de tres casinos en las
localidades de Santa Fe, Rosario y Melincué. Los mismos fueron inaugurados
en 2008, 2010 y 2007 respectivamente. La aparición de estos nuevos espa-
cios de juego fueron hitos que no dejaron indiferentes a las localidades que
los albergan. El casino pasó a formar parte del imaginario recreativo de las
ciudades y de las regiones cercanas a estos.
Por otro lado, este proceso no fue aproblemático ya que a la par de este
desarrollo del juego tuvieron origen diferentes iniciativas legislativas des-
tinadas a paliar los efectos negativos del juego remarcados por los medios
de comunicación en reiteradas ocasiones. Asimismo, en este período, surgen
grupos terapéuticos destinados a tratar a jugadores problemáticos lo cual
evidencia una inquietud creciente en las consecuencias negativas de este
proceso de expansión comercial del juego (Borotto, 2017).
1 Este trabajo forma parte de la tesina de grado «No va más. Un estudio socionarrativo
sobre carreras morales de jugadores problemáticos de juegos de azar recuperados»,
presentada en el marco de la Licenciatura en Sociología de la Facultad de Humanidades
y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral, dirigida por Ernesto Meccia.
astor Borotto 98
una persona a lo largo del tiempo en determinada actividad, conjugando la
posición en la estructura y la forma en que la persona se percibe a sí misma
y a los demás, y de esta manera orienta sus acciones, en distintos momentos
(Hughes, 1993a). Esta perspectiva es antiesencialista, ya que relativiza los
atributos individuales en la explicación de un patrón de comportamiento
y hace foco en la forma en que los recorridos en diversas esferas sociales
transforman los esquemas de apreciación con que las personas ordenan,
jerarquizan, separan y valoran el mundo social y, por ende, actúan en él.
Esto nos permite pensar las identidades como entidades dinámicas y
cambiantes en el tiempo. Pero también pone en acción una mirada antie-
sencialista ya que hace foco en la forma en que los recorridos en diversas
esferas sociales transforman las moralidades con las que las personas orde-
nan, jerarquizan, separan y valoran el mundo social. En este proceso, Hughes
otorgará importancia a los otros significativos que intervienen en el recorrido,
esto implica responder: ¿a qué voces hacen caso las personas para ajustar
su conducta a lo largo del tiempo?
A partir de este desarrollo conceptual, el concepto de carrera se fue sofis-
ticando de la mano de nuevas aplicaciones empíricas, fundamentalmente
en el estudio de grupos marginales y ya no solo de carreras ocupacionales,
donde mostraron amplia pertinencia.
Erving Goffman (2006), reelaboró esta noción analizando lo que deno-
minaría como la carrera moral de los estigmatizados. En el mismo tenor
antiesencialista, sostiene que no existe nada per se en los estigmatizados en
nuestras sociedades para ser consideradas personas de menor valor moral.
En esta dirección argumenta que las personas incorporan la visión de los
«normales» atravesando una carrera en la que aprenden que poseen una
condición que los constituye como seres de menor valor moral. Este autor
nos muestra la dimensión del aprendizaje social que implica la carrera, esto
es, los permanentes reajustes en la imagen de sí que hace una persona en el
interjuego con las visiones más o menos legítimas que los otros tienen sobre él.
Por su parte Howard Becker, da un paso más en la refinación de este
instrumento conceptual. Con la inquietud de explicar los comportamientos
considerados como desviados de las normas hegemónicas, aplica un «modelo
secuencial» de la carrera. Al respecto podemos citar:
99 no va Más
un momento y dejar de serlo en otros, que concluirán en la consolidación
de una conducta. Basado en su estudio sobre los fumadores de marihuana,
comprobará que para que una persona consolide una práctica sistemática
como fumador, debe atravesar una trayectoria compuesta de diversas etapas,
cada una necesaria pero no suficiente para explicar el resultado final. Así la
disponibilidad de esta sustancia puede ser un elemento importante en una
etapa inicial de la carrera, pero la decisión de consumirla, y posteriormente
de consolidar el consumo regular requerirán de explicaciones diferentes como
el aprendizaje junto a otros fumadores más experimentados de las técnicas
para fumar, la interpretación de los efectos del consumo como placenteros o
la adhesión a una subcultura que reivindique esta práctica para contrarrestar
las inconveniencias morales de consumirla.
Posteriormente, diferentes indagaciones empíricas fueron distinguiendo
limitaciones y oportunidades de esta herramienta teórica. Uno de los escollos
al pensar la investigación sociológica desde la perspectiva de carrera moral se
plantea a la hora de producir los datos empíricos. La pregunta central que se
debe considerar es si estamos relevando la carrera de manera «ecológica», es
decir, a la par del recorrido que realizan los sujetos estudiados, o si estamos
analizando relatos retrospectivos de una carrera que atravesaron estas perso-
nas, una carrera que podríamos definir «narrativa». Ambos abordajes nos abren
diferentes oportunidades y limitaciones de análisis. Así, relevar una carrera
«ecológica» nos permitiría ver in situ las interacciones y prácticas que dan lugar
a transiciones en la moralidad de los entrevistados. Por otra parte, las carreras
relevadas de forma retrospectiva nos limitan en la indagación de los eventos
fácticos, pero nos pueden decir mucho sobre quiénes son estas personas hoy
y qué posición ocupan en la sociedad a partir del análisis de los hechos que
consideran válidos de ser contados, cómo son ordenados, evaluados y valora-
dos. Para Ernesto Meccia (2016), esta forma de contar la carrera moral es, bien
vista, deudora de la moralidad actual de los sujetos, moralidad con la que juzgan
su pasado. Así, la narración es una notoria fuente de reflexión sociológica: el
pasado se narra con un conjunto finito de información que es seleccionada de
un conjunto más amplio, asumiendo que este privilegio es sintomático de la
forma en la que los sujetos experimentan actualmente su identidad:
Las narrativas expresan la forma con que las personas dan sentido a lo vivido
y ponen en orden su experiencia. Esas personas además, cuentan lo vivido
desde el presente que, en rigor, es la única fuente del tiempo, lo que quiere
decir que es siempre desde quienes hoy son que pueden ver (y entonces
narrar) el pasado. Ya lo decía Jean Genet en su «Diario de un ladrón», que
este recipiente biográfico debía informar «sobre quién quien soy, ahora que
lo escribo». (Meccia, 2016:45)
En esta línea, Muriel Darmon (2003) en su estudio sobre las carreras de muje-
res anoréxicas, da cuenta del modelaje institucional de los relatos que hacen
Metodología
101 no va Más
Respecto de esta distinción, Ernesto Meccia (2013) expresa que mientras que
las historias de vida tienen un «doble foco de atención empírica» en tanto
que los testimonios de los individuos se cotejan a su vez con datos que den
cuenta de la «dimensión socioestructural», en los relatos de vida se trata de
focalizar casi exclusivamente en las voces de los actores con el fin de explorar
la «trama socio–simbólica» a través de la que dan sentido desde el presente
a su trayectoria vital o a determinados aspectos de esta.
Nuestro diseño muestral responde a criterios teóricos. En este sentido es
una muestra según propósitos (Maxwell, 1996) o teórica. Así, al momento de
pensar quiénes podrían proveernos de la información necesaria para responder
a nuestras preguntas de investigación determinamos que las personas que se
asumieran como recuperadas de una experiencia problemática con los juegos
de azar podían darnos un panorama completo de la carrera que buscabamos
relevar y asumir una «postura autobiográfica» (Bertaux, 1999:14). Producto de
largas búsquedas y no fáciles negociaciones, finalmente se realizaron 11 entre-
vistas, entre los meses de enero de 2016 y enero de 2017, a personas que se
autoperciben como recuperados de una experiencia problemática con el juego.
La estrategia de análisis reúne dos perspectivas. Una longitudinal que pone
el foco en el eje temporal de la reconstrucción de la carrera moral del jugador.
A partir de este eje se busca determinar las distintas etapas y procesos que
atraviesa el jugador en el universo del juego desde sus inicios en la actividad
de los juegos de azar hasta su retiro. Este es el eje transversal que caracteriza
las distintas etapas que hipotetizamos encontrar en los relatos de los jugadores
a partir de las diferentes dimensiones de análisis expuestas anteriormente.
De esta manera nuestra grilla de análisis previa basada en los conceptos
teóricos vertidos con anterioridad se plasma en la figura 1.
carrera moral
inicio retiro
DIMENSIONES
TEMPORALIDAD
Las mismas son en todos los casos no problemáticas, es decir, prácticas que
no desbordan una concepción socialmente aceptada de lo que es —y debe
ser— un juego y por lo tanto no generan conflictos subjetivos.
mirá yo llegué así…, empecé a salir con un chico de Santa Fe y cuando inauguran
el casino que creo que fue en el 2008, 2009, justo cuando inauguran, él me
103 no va Más
lleva al día de la inauguración, ese día fuimos (…) y el chico me dijo, «vamos
a jugar a la ruleta», bueno le digo, «tomá 10 pesos» (…) no sacamos nada y yo
le había dado eso y no sacamos nada, y él jugó otro número y nada, vi todo,
pero nada más, en ese momento sí, me llamó la atención, pero no como para
decir «¡ooh! gran cosa». (Camila, 44 años)
a) El factor ecológico
Este factor refiere a la irrupción del juego como una presencia física cercana.
En el relato de los entrevistados, este evento desencadena un mayor involu-
cramiento en la actividad y transforma la forma de percibir las apuestas en
juegos de azar, pasando de ser una actividad neutral a una relevante para el
individuo. Así, para Martina, la inauguración del casino en su ciudad implicó
un quiebre en su carrera, mientras antes solo jugaba en centros turísticos,
ahora tenía la posibilidad de hacerlo diariamente:
Martina: no, porque es como que vas una vez y después te olvidas y eso no
existe más y en Mar del Plata también fui y encima me pagué el viaje me sobró
plata, qué sé yo, es como que parece que tuviera un imán.
Astor: como que fue esa vez y se olvidó.
M: me olvidé, se terminó, se terminó y después cuando lo pusieron acá [al
casino] bueno, teníamos un lugar... te digo, hoy en día también voy pero porque
nosotros las mujeres grandes no tenemos dónde ir, es muy peligroso, ¿dónde
podés andar? No podés caminar por la calle con una cartera, no podés andar...
(Martina, 69 años)
Porque para los vagos de mi edad no hay un lugar, hay lugares pero son lugares
de levante, nosotros no andamos en eso, nosotros vamos a joder a divertir-
nos nada más, entonces qué hacés vos, comemos, vamos a comer a un bar,
hablamos hacemos una buena sobremesa, nos quedamos a tomar unos lisos
y cerca de las 12, 12.30 recién vamos al casino. (Darío, 50 años)
2 Las mujeres señalan más frecuentemente como un factor de exclusión de la vida social no
haber cumplido con mandatos culturales tales como la maternidad o la consolidación de
una pareja lo cual las excluye de la dinámica de recreación de sus pares. Así por ejemplo
105 no va Más
nen a la asistencia al casino, y por lo tanto los vuelven sujetos vulnerables en
tanto que no existe en su mapa del ocio otro espacio donde puedan encajar.
en enero de 2009 me pasó algo horrible ¿por qué? Porque voy al casino sola
una noche me acuerdo, viste esas noches donde todos los amigos, amigas,
familia está ocupado [sic] menos vos y que te sentís mal y depresivo, era en
enero me acuerdo y cuando tocó la maquinita qué sé yo, ¡pin! Salta un premio
especial y me acuerdo bien como si fuera el día de hoy que eran 9000 pesos
en ese momento, bueno y esa fue la perdición, es decir, ese día gané y pensé
que después iba a ir y ganar y ganar y ganar... (Camila, 44 años)
Mi problema yo creo que empezó una vez que fui a Paraná a visitarlo a mi
hermano que vivía allá, no estaba y me fui al casino solo (…) bueno y ahí tuve
la mala suerte de ganar que calculo que eso fue lo que me llevó de una cosa a
la otra y bueno, y ahí empezó el tema que iba, por ahí llegaba tarde al trabajo
o mentía y faltaba y me quedaba todo el día en el casino. (Darío, 50 años)
se sienten avergonzadas de asistir solas a reuniones con amigas que tienen parejas, o
quedan excluidas de actividades sociales propias de la maternidad.
Celia: ahí fue donde empecé a ir cada vez más y más. Eso fue lo peor...lo peor.
Vos te encerrás ahí, pasas más horas ahí y decís estoy mejor acá que allá, sin
miramientos del signo peso, te hace sentir bien sin miramientos del signo
peso, decís, estoy acá y estoy mejor. (Celia, 58 años)
3 Nuevamente, es difícil saber cuál era la perspectiva que sostenían en ese momento con
respecto a las apuestas en juegos de azar, pero el relato nos da información sobre los
esquemas de valoración actuales de estas personas.
107 no va Más
con los discursos de adicción con los que se interpreta popularmente las
conductas compulsivas asociadas al consumo de drogas ilegales.
Retomando las dimensiones de análisis propuestas podemos remarcar que,
en la dimensión cognoscitiva, los entrevistados postulan disparadores que
agrupamos en los factores ecológico, económico y anímico que actúan causal-
mente en su mayor involucramiento en el juego. De esta manera una carrera que
se desarrollaba en el plano de la normalidad se acelera y toma una dirección
moral negativa, donde la mención de una «caída» puede graficar espacialmente
esta valoración que hacen los entrevistados. Otro elemento en este esquema
interpretativo del pasado biográfico es la formulación de un yo vulnerable que
es propenso a ser afectado por el «arrastre» del juego. Esta vulnerabilidad se
caracteriza por el enfrentamiento de circunstancias vitales problemáticas para
el individuo como la soledad, los conflictos familiares, laborales, etcétera.
En la dimensión afectiva, el mayor involucramiento conlleva la adhesión
de nuevas formas de sentir el juego. Queda atrás la apreciación del juego
como una actividad neutral emocionalmente fuera del contexto específico
del juego para pasar a ser una experiencia que gravita en la subjetividad de
las personas de manera significativa.
En la dimensión comportamental, la frecuencia de asistencia a lugares de
juego se incrementa, como así también el involucramiento de recursos económi-
cos, lo cual implica la puesta en acción de estrategias para mantener en secreto
el mayor involucramiento en la actividad de los grupos de pertenencia como la
familia, la pareja, los amigos, los colegas con los que previamente se introdujo
al juego pero que sostienen una moral contraria a este mayor involucramiento,
tal como lo manifiesta nuestro entrevistado en el siguiente fragmento:
si iba solo [al casino], al principio iba solo porque se daban las circunstancias
de ir solo, y después iba solo por vergüenza, porque sabía que estaba mal,
yo en el fondo sabía que estaba mal, mis amigos no sabían que yo iba solo.
(Darío, 50 años)
La etapa anterior describió los procesos mediante los que los entrevistados
argumentan su mayor involucramiento en la actividad. Pero esto no conlleva
directamente una percepción problemática de su accionar, sino que deter-
minados acontecimientos vitales operan un cambio en la forma de percibir
Carlos: creo que fue de todas las cosas malas que he hecho, creo que fue la
peor, yo creo que yo he sido un jugador compulsivo, un jugador adicto porque
a mí hacé de cuenta que me agarraban con una soga y me llevaban a sentarme
ahí, las ganas de jugar. (Carlos, 45 años)
109 no va Más
Una vez que te atrapó, es como decirte… como la muerte, me entendés una
vez que te atrapó es como que no tiene salida, como que te querés pegotear
todo el tiempo a eso. (Camila, 44 años)
Tocando fondo
…sólo cuando los eventos «redireccionan el camino», puede que sean consi-
derados como turning points importantes en la vida. Es más, aunque algunos
de estos eventos (por ej. matrimonio, nacimiento de un hijo) pueden ser perci-
bidos o autopercibidos como redireccionadores del curso de vida, es sólo con
el paso de un período de tiempo que la estabilidad del camino redireccionado
puede ser confirmado. Así es sólo a posteriori que el turning point emerge.
(Teruya & Hser, 2010:3, la traducción es nuestra)
111 no va Más
Cuarta etapa. La recuperación y reconstrucción del yo
Convencionalización
social
4 1
r
Publitización
individual colectivo
Apropiación
3 2
Transformación
privado
113 no va Más
a) Las terapias grupales
Darío: fui al grupo este, y ahí me ayudó mucho escuchar a otros con el mismo
problema porque vos le podés contar a alguien a cualquiera a mis hijos, ellos
me quieren, todo, pero ellos no entienden el problema. Entonces a mí me servía
más escuchar a los otros, que lo que yo decía (…) para ver cosas que yo no
veía porque no me las veía yo, las veía en el otro entonces yo me identificaba
con lo que la otra persona hacía. Es como que a vos te dicen, «vos estuviste
haciendo esto», ¡no! y agarran y te muestran una foto, bueno era como que
mostraban una foto de lo que yo había hecho. (Darío, 50 años)
Este fragmento denota un ejercicio de collage entre una teoría médica del
juego problemático y una moral diferente que sostiene el grupo de jugadores
de la Asociación Civil dedicada a tratar este problema. La concepción de la
práctica de la apuesta como una actividad que puede ser recolonizada por los
individuos tiene consecuencias sobre su experiencia posterior. Las personas
que aprenden este concepto vuelven a jugar de manera no problemática, sin
experimentarlo como una experiencia negativa (una recaída en la jerga de
las adicciones). El problema, en esta concepción, no es el juego en sí, ya que
es parte de naturaleza de la persona, sino la práctica desmedida.
Este mismo entrevistado, no aísla a la posesión de una patología la expli-
cación de su juego problemático. Probablemente por la concepción psicoana-
lítica de la terapia, introduce también la acumulación de eventos biográficos
115 no va Más
negativos como una fuente de explicación para su conducta respecto del
juego.
Darío: y por ahí, cosas que pasaron con mis hermanos con mis viejos, con mi
exmujer, cosas que uno trae aparejado de chico también, para mí fue la suma
de un montón de cosas que explotó… yo tuve convulsiones cuando era chico
por una cuestión psicológica y neurológica, yo no era una persona de expre-
sarme ni de llorar y fue una época que mi papá se quedó sin laburo, tenía 10
años, 9 años mi viejo se quedó sin trabajo, estábamos pasándolo mal y yo
nada, o sea nada, cero expresividad y se ve que explotó por una convulsión
que casi... me salvó mi mamá, estuve hasta los 18 medicado, yo iba al psicólogo
y al neurólogo, bueno y la suma de eso, más otras cosas que siempre pasan
en una familia. (Darío, 50 años)
porque lo mío fue tema de salud más que de otra cosa, lo que él vio [el médico]
en mí, haciéndome exámenes y demás es que yo tenía trastorno compulsivo...
no, es trastorno obsesivo compulsivo, es una patología, ¿si? y esa patología
al principio P. [su terapeuta] no la podía modificar de palabra, o sea, había
visto la enfermedad pero no la podía modificar de palabra, entonces claro,
yo iba todos los meses dos veces al mes a verlo y seguía en lo mismo, hasta
que él me empezó a medicar con Atenix,4 ¿entendés?, hará tres años que lo
estoy tomando. Yo no me daba cuenta que yo estaba enferma... P. empieza a
estudiarme se da cuenta de este trastorno, recién cuando me lo medica, te
puedo decir que seguía yendo al casino, seguía perdiendo, seguía mal, seguía
depresiva, no fue fácil, es un tratamiento con tiempo, hace tres años que tomo
la medicación y recién ahora te puedo decir, estoy un poco más centrada, o
sea, estoy volviendo a ser yo, antes no. (Camila, 44 años)
117 no va Más
D: puede tener que ver con la personalidad, debe tener que ver (...) con muchas
cosas yo porque soy un tipo, nunca me han gustado los límites, nunca entonces
a lo mejor en busca de darme la libertad de hacer mi parte individual con el
juego, a lo mejor ha influido mi forma de ser, soy un tipo muy jugado, ahí no me
importaba absolutamente nadie, mi único límite era mi casa. Es muy loco, por
eso pienso que es una enfermedad, lo quiero tomar como una enfermedad no
para justificarme, no, no para decir «lo que pasa es que yo estoy enfermo» no, no
para justificarme sino para tomar conciencia y decir bueno lo tengo que tomar
como una enfermedad y hacer las cosas que tengo que hacer para no morirme
de eso, ¿no? Yo lo comparo totalmente con el alcoholismo porque el alcohol, el
que sigue tomando aparte de arruinar la salud, [sic] tiene comportamientos en la
sociedad o en su vida que no coinciden con su personalidad. (Damián, 67 años)
Carlos: yo hablé con un amigo de Santa Fe que me dijo, «vos tenés un problema,
vos tenés como una conducta adictiva, lo que tenés, al alcohol, al juego, lo tuyo
es muy parecido —me dice— al consumo de drogas, lo tuyo es medio como una
adicción», «¿te pasa esto?», «sí», «¿esto?», «sí», todo lo que te conté a vos se
lo conté a un amigo que consumía drogas viste, el vago me dijo, «mirá lo mío
es esto, yo hace 9 años que no consumo más pero yo hice esto, y esto, y esto».
Astor: entonces, ¿fue este amigo el que te ayudó?
C: sí, este sí me dio unos parámetros así de lo que podía hacer, pero yo, a
ver, yo quería parar de jugar y no podía, yo realmente, lo que yo quería en
mi vida era no jugar más, se ve que yo paré de jugar porque yo quería parar.
(Carlos, 45 años)
Astor: y vos me decías que antes tenías como una conducta adictiva…
Carlos: claro, a mí por ejemplo me gustaba salir con mujeres y yo me daba
cuenta que yo me desesperaba por salir con mujeres, me acuerdo cuando
yo era pibe me encantaba el dulce de leche y no paraba de comer dulce de
leche viste, yo empecé a fumar y no dejé nunca de fumar, yo tomaba alcohol
y tomaba hasta que me mataba.
A: ¿vos decís que tiene que ver con algo tuyo?
C: Sí, sin duda, genéticamente o algo pasó, algo me generó eso, porque, cuánta
gente como yo que no tiene la vida que yo llevaba viste, lo bueno es que yo
lo pude evaluar a esto, hoy lo puedo evaluar, lo puedo ver. (Carlos, 45 años)
119 no va Más
determinado por los ejes público–colectivo, hacia el cuadrante 2 privado–
colectivo, representadas por los procesos de recuperación: terapias grupales,
terapias individuales y recuperados sin tratamiento. Pero, por otra parte,
debemos distinguir el «cómo» se apropian los recursos de «qué» recursos
son apropiados por las personas. Estos se corresponden en mayor medida
con los paradigmas y las moralidades de las instituciones que nuclean estos
ámbitos de recuperación.
En un telón de fondo social donde las conductas problemáticas son leídas
en base a un paradigma biomédico hegemónico convencionalizado —cuestión
que tal vez puede ser testimoniada por las concepciones de enfermedad sobre
su conducta que manifiestan los entrevistados sin tratamiento— las teorías
sostenidas por los diferentes ámbitos de recuperación que están represen-
tados en este estudio oscilan entre un polo que pone en primer plano a la
fisiología individual, representado por la psiquiatría principalmente, hacia
otro que reinterpreta eventos del pasado biográfico como condicionantes
para la conducta problemática. En el medio encontramos un amplio aba-
nico de yuxtaposiciones, combinaciones, collages y elaboraciones por parte
de los individuos, que se relacionan con sus trayectorias múltiples en el
ámbito de la recuperación y con lo propio del proceso de transformación.
Así, en el tránsito de los recursos obtenidos del cuadrante público–colectivo,
apropiados al privado–colectivo y ahora transformados para adaptarse a
sus particularidades biográficas individuales, las personas implementan
procedimientos creativos como la biografización, le heterobiografía o el
desdoblamiento del yo, de manera de construir una narración de la historia
individual que incorpore de forma exitosa en una narración personal los
eventos traumáticos asociados al juego.
Sin embargo, esta afirmación pública del estigma no puede ser conside-
rada como invariable:
y bueno ya te digo hace poquito empecé a volver a ir, ya todos saben, las per-
sonas que a mí me interesan que sepan que yo tengo un problema, inclusive
cuando conozco a alguien me pongo a hablar, lo cuento y me dicen «eh, ¿por
qué contás, no te...?», le digo, «no, a mí no me da vergüenza», aparte a mí me
sirve, porque hago catarsis. (Darío, 50 años)
121 no va Más
un sentido de identidad. Pero frente a familiares, parejas, amigos y otros
significativos en que la relación se ha deteriorado y que ha implicado daños
y heridas emocionales opera en mayor medida como un pedido de disculpas
antes que una afirmación orgullosa —si es que siquiera puede ser confesado —.
Debemos entonces matizar la idea de publitización de la identidad recons-
tituida en torno a la recuperación del juego en un contexto que no ofrece
repertorios del todo honorables a nivel público para expresar esta identidad.
A continuación exponemos el ciclo de reelaboración identitaria en el caso
de los jugadores problemáticos.
Recapitulando, en esta etapa, afirmamos con respecto a las dimensiones
de análisis que nos propusimos que, en la dimensión cognoscitiva los pro-
cesos de recuperación implican una reinterpretación del juego como una
actividad negativa y la formulación de teorías patológicas que ubican el origen
de la problemática en el individuo. Esto conlleva a una reinterpretación del
yo como jugador patológico, que dependiendo de las trayectorias de recupe-
ración puede construirse como impotente frente al juego o vuelto al control
sobre su conducta. Este hecho repercute en la dimensión comportamental,
luego de un período de abandono del juego, las personas que abdiquen su
capacidad de control hacia el juego (como los integrantes de) evitarán el
juego por todos los medios y se volverán jugadores «abstemios», mientras
que los que incorporen una concepción de reconquista sobre su problemática
e
público
• Modelos psicomédicos de
Convencionalización enfermedad/adicción/compulsión
social
Selectividad 4 1
de auditorios
r • Terapias grupales
Publitización • Terapias psicológicas y psiquiátricas
individual • Medios culturales colectivo
(periodismo, literatura, cine)
Apropiación
3 2
Transformación
• Actividades de biografización
privado
123 no va Más
1era etapa 2da etapa 3era etapa 1ta etapa
Incorporación Involucramiento La etapa-problema La recuperación
Dimensión • Práctica de apues- • Ocultamiento a gru- • Dificultad para sos- • Formulación del
relacional tas con grupos de no pos de pertenencia tener el ocultamiento soporte social a
jugadores. de no jugadores. a otros significativos través de la reconsti-
• Integración a gru- no jugadores. tución de relaciones
pos de jugadores. • Deterioro de las deterioradas con
relaciones con gru- otros significativos o
pos primarios. con otros jugadores
recuperados.
inicio factores
• EcolóGico
• EconóMico
• aníMico
tocar fondo
Temporalidad
125 no va Más
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Introducción
La ilusión biográfica:
una ventana para analizar las identidades
Producir una historia de vida, tratar la vida como una historia, es decir como
el relato coherente de una secuencia significante y orientada de aconteci-
mientos, es quizás sacrificarla a una ilusión retórica, a una representación
común de la existencia que toda una tradición literaria no ha dejado ni cesa
de reforzar. (2011:123)
Intentar comprender una vida como una serie única y suficiente en sí misma
de acontecimientos sucesivos sin otro nexo que la asociación a un «sujeto»
cuya constancia no es sin duda más que la de un nombre, es por lo menos tan
absurdo como intentar dar razón de trayecto en el metro sin tomar en cuenta
la estructura de la red, es decir, la matriz de las relaciones objetivas entre las
diferentes estaciones. (2011:127)
Las narrativas son un gran dato [sociológico] porque son la forma que tenemos
las personas de dar sentido a lo que vivimos, de poner en orden nuestras
experiencias. Si no nos narráramos, no sabríamos quiénes somos ni cómo son
quienes nos rodean ni cómo es el mundo. (…). Hágase la prueba de contarnos
sin narrarnos, de decir simplemente qué hicimos antes y después. Veremos
que esa crónica no resultará posible de sostener. Comenzaremos a presentar
interpretaciones sobre los hechos, a jugarnos con hipótesis y, sobre todo, a
introducir valoraciones sobre lo sucedido, si está bien o mal, si es justo o
injusto. Sin valor no hay narración. (2017a:51–52)
Los «relatos de vida» son un método de las Ciencias Sociales pero, sobre todo,
una superficie discursiva en la que tenemos que identificar otros métodos:
los métodos del actor utilizados para hacer comprensible su mundo y para
encajar lo menos traumáticamente en él. (2012:41)
Para analizar los relatos de vida a partir de las claves desarrolladas, nos
interesa en primera instancia trazar aspectos comunes que contienen las
narrativas biográficas, independientemente del contexto terapéutico. Una de
las características compartidas es la concepción de una transformación de sí
mismo, que asume diferencias significativas según el tipo de terapia en la que
participan. Estas narrativas de cambio personal se basan en la construcción
de una dualidad temporal. En los marcadores temporales «antes» —tiempo
de consumo— y «ahora» —tiempo «limpio», como lo describen en la terapia
grupal—, se evidencia el cambio en sus vidas en lo que cuentan que eran y
acontecimientoS bioGrÁFicoS
Diablo Dios
PRESENTE
TEMPORALIDAD
6 Di Leo (2017) para el análisis de narrativas del yo, en personas en tratamiento por con-
sumo de drogas en instituciones con orientación religiosa o espiritual también se apoya
en la noción de acontecimientos biográficos. Además, establece conexiones entre cada
una de las narrativas del yo (denominadas crisis, transformación y reorientación moral)
y las herramientas conceptuales de la filosofía y la teoría social.
En esa recaída me pasó que pude ver claramente el control y el poder que
la adicción tenía sobre mí. Como que mi yo real estaba en un rinconcito de
mi ser, solo de espectador de lo que la droga hacía. (Sergio, tGoe, 28 años)
Yo conozco chicos que han pasado hambre, han vivido en las peores villas y
son señores doctores y jamás tocaron la droga. Mi hermano pasó la misma vida
que yo y jamás tocó la droga y hoy en día es profesor de música, me entendés.
Yo soy consciente que el que se droga es porque le gusta, no porque tiene
un problema. Porque el problema vuelve y peor. Probaste la droga y te gustó
flaco. Es lo mismo que el alcohólico que te va a decir «no porque mi mujer me
dejó» y te ponés en pedo para escapar a esa realidad y te gusta escapar a esa
realidad. Yo me drogaba para olvidarme que estaba viviendo en la calle, para
olvidarme que había perdido todo y para no llorar porque si no me terminaba
deprimiendo. Me drogaba para pasarla bien, un momento ¿y después, al otro
día? Peor porque no me quería ver nadie. (Pablo, Ctoe, 28 años)
Como sosteníamos, los relatos se componen de una forma dual: por un lado,
remiten a una caída biográfica y, por otro, a un ascenso biográfico. Con esta
última noción aludimos a la situación presente de los narradores. Es decir,
a un periodo biográfico en el que según las perspectivas de los actores
detuvieron o se curaron de la enfermedad. Más allá de las diferencias en las
narrativas según el tipo de tratamiento, las personas que participan en ambas
terapias sostienen que mejoran sustancialmente en diversos aspectos.8
Ahora bien, en el ascenso biográfico se registran diferencias significativas
según la institución en la que se encuentren. Para expresar estas especifi-
cidades, en primer lugar, recuperamos las voces de quienes participan en
la tGoe. En el siguiente fragmento Juan Carlos nos dice que comienza a
enfrentar la vida sin consumir drogas y controlar las manifestaciones de una
enfermedad crónica:
Yo ahí en [la tGoe] aprendí a vivir sin drogas. Como te conté durante la entre-
vista desde los 14 años que yo tomo cosas que alteran mi estado de ánimo.
Yo no sabía gestionar mi vida sin drogas. Que me peguen las angustias, las
tristezas, todos los sentimientos como estímulos externos enfrentarlos de
8 James McIntosh y Neil McKeganey (2000) destacan que entre los investigadores existe un
acuerdo considerable en la importancia que adquieren los puntos de inflexión —descritos
de diversas maneras— de dejar de consumir, identificables en la carrera de usuarios de
drogas.
Yo no te puedo hablar de otra cosa que no sea de Dios. Me gustaría decir que
era un enfermo que tenía problemas de adicción y que me consumía 25 gramos
de marihuana por día y 30 gramos de cocaína, que me tomaba una tableta y
media de Rivotril, que me aspiraba un kilo de Poxiran, que me aspiraba medio
litro de nafta. Pero yo todo eso te lo cuento para que vos sepas de dónde me
sacó Dios. Dios me sacó de una comisaría. Y estoy re agradecido porque Dios
hizo un re milagro. Y este milagro es el que yo te cuento, que Dios me salvó y
que esta salvación vos estás encargado de predicársela a otras personas. Yo
te doy testimonio de que Dios salva al drogadicto. Porque yo era re drogadicto.
(Cristian, Ctoe, 25 años)
Para Ignacio Dios le salvó la vida y por esto entrega su vida a la Obra del
Señor. De manera semejante, Cristian cuenta:
9 Anja Koski–Jännes (2002) en su estudio sobre narrativas de personas que lograron aban-
donar sus comportamientos adictivos —no reducidos al consumo de drogas— distingue
entre aquellos que asistieron a terapias y quiénes no. Sostiene que los que participaron
en organizaciones de autoayuda, de forma semejante a los resultados que presentamos
aquí, recurren a esquemas narrativos compartidos que proporcionan las organizaciones.
Aquellos que se recuperan sin recibir apoyos específicos para la adicción parecen reco-
lectar sus materiales de construcción del relato de variadas fuentes. Algunas personas
usan temas de la cultura popular, elementos de la religión, la filosofía o la ciencia y otras
crean sus propias soluciones idiosincrásicas a partir del kit de herramientas culturales.
Introducción
Tener una enfermedad crónica significa más que aprender a vivir con ella.
Significa luchar para mantener el control sobre las imágenes que definen el
propio self [sí mismo] y sobre la propia vida. Esta lucha se basa en experien-
cias concretas de gestión de la vida cotidiana, lidiando con la enfermedad, y
dándole sentido. (1991:5)
Primero, está la disrupción de los supuestos y actitudes que se dan por sen-
tados; la ruptura de los límites del sentido común. (…) Segundo, está la dis-
rupción más profunda en los sistemas explicativos que normalmente usan las
personas, que supone un replanteo fundamental de la biografía de la persona
y de las concepciones sobre el self. Tercero está la respuesta a la disrupción,
que involucra la movilización de recursos para enfrentar la situación que se
ve alterada. (1982:169–179)
• A partir del diagnóstico seropositivo, ¿se modificaron en algún sentido tus relaciones con tu
familia, amistades o compañeros/as?, ¿de qué manera?, ¿a qué lo atribuís? ¿Qué relaciones
son importantes en tu vida hoy?
• Ahora me gustaría conocer tu historia en particular viviendo con el VIH. ¿Por dónde querés
empezar? ¿De qué formas cambió —si es que cambió— tu día a día?
• Contame, ¿qué tratamientos has hecho? ¿Han ido cambiando tus tratamientos a lo largo del
tiempo (por ejemplo, la medicación, los esquemas de toma)? ¿A qué se debió?
• Más allá de las indicaciones del médico, ¿fuiste haciendo algunos ajustes en la forma de
tomar la medicación para hacerlo más llevadero o fácil? (¿o para no olvidarte?)
• Algunas personas nos han contado que es complicado seguir el tratamiento, ¿a vos qué te
pasa? Por ejemplo, ¿te cansaste alguna vez? ¿Pensaste alguna vez en largar todo? ¿Dejaste
alguna vez por un largo tiempo? ¿Qué te llevó a retomar el tratamiento?
Yo llegué a tomar 12 pastillas por día antes, ahora tomo tres. No es nada. Y
al principio, vomitaba, tenía sueño y ahora no, es tomar tres y listo. Las tomo
bien. Fue mejorando a lo largo de estos 15 años. Se mejoró un montón. Eran
muchas pastillas. Muchos efectos secundarios, o tenías reflujos, repetías todo,
o vomitaba tipo embarazada, tenía una sensación viste de esa «borrachez»,
que parecés... Bueno, pero ahora se cambió todo. No es que es un sol, que
no pasa absolutamente nada. Tengo una distrofia, me cuido mucho del frío
porque me hace mal. (Gina, mujer, 46 años, GBA)
7 El principal motivo por el que las personas con VIH demandan cambios en los esquemas
terapéuticos está ligado a la manifestación de efectos secundarios de diversa intensidad
y persistencia (sueños vívidos, lipodistrofias, reacciones alérgicas, ictericia —coloración
amarillenta de la piel—, malestares estomacales, náuseas y vómitos, entre otros).
Los miedos y las dudas sobre los tratamientos, que suelen rodear sus ini-
cios, acompañan a algunas personas durante toda su trayectoria terapéutica
y en ocasiones se profundizan, por ejemplo, por malas experiencias con los
servicios de salud. En ciertos casos el tratamiento puede estar atravesado
permanentemente por sensaciones ambivalentes, como la del deber de
seguirlo y el «odio» a las pastillas, que representan a la vez una amenaza
y una tabla de salvación. En estas experiencias el «deber ser» (tomar la
medicación correctamente) parece imponerse más por temor a enfermar o
El desafío de la cronicidad
P: ¿Qué te cansa?
R: Y siempre lo mismo, de tomar todos los días una pastilla, que tenés que
hacerlo sí o sí. Bueno, un día descansas, tenés vacaciones de pastillas, esta-
ría genial. Decir «bueno, un mes no las tomo». (Isabel, mujer, 28 años, CABA)
Recapitulación y conclusiones
8 Los linfocitos–T CD4, por lo general referidos «CD4» son las células preferidas por el VIH
para reproducirse. Tras introducirse en ellas, el virus inserta su material genético en el
genoma de las células y lo manipula para que las células CD4 modifiquen su compor-
tamiento habitual y se dediquen a hacer más copias del VIH. Esto supone que los CD4
infectados ya no pueden realizar su función habitual de activar el sistema inmunitario
frente a la presencia de infecciones o cánceres, oportunidad que aprovechan estas
dolencias para propagarse: por eso se les llama enfermedades oportunistas.
Normalización /
Rutinización
ADHERENCIA NO ADHERENCIA
Adherencia
con dudas sobre
seguridad de
los tratamientos Adaptaciones
(«descansos», dosificación)
Abandonos
IMÁGENES NEGATIVAS
DE LOS TRATAMIENTOS
Fuentes
orgAnizACión MundiAl de lA sAlud (2003). Adherence to long–term
therapies. Evidence for action.
El anclaje académico
El anclaje social
3 Algunas congregaciones (en general de matiz reformista) son más abiertas a la aceptación
de la homosexualidad entre sus miembros.
4 En el año 2016 se realizó en Argentina el primer casamiento judío entre mujeres, gene-
rando polémicas en torno al tema al interior de la comunidad judía, con voces a favor y
en contra del enlace según la adscripción a las ramas más reformistas o más ortodoxas
del judaísmo local.
5 Es usual que también se mencione «El pecado de Sodoma» del Génesis como una forma
bíblica de condena a la homosexualidad. Sin embargo, las interpretaciones más recientes
explican que los sodomitas fueron condenados no por su sexualidad sino por la falta de
hospitalidad y soberbia demostrada hacia los extranjeros.
1 2 3
Contexto conceptual:
la «carrera moral» como eje teórico
Decisiones metodológicas
8 Inicialmente podrían haberse incluido también individuos judíos por religión y tradición
ortodoxa, pero empíricamente fue imposible acceder a estos últimos considerando su
mayor segregación por observancia a las normas judías y por no ser parte sustancial de
la membresía de JAG.
Marco de
(Hetero) sexualidad
primera ≠ referencia
heteronormativo
inicio
de la
+ carrera
Negación Experiencias moral
homosexuales
Omisión
?
? ?
?
?
Cuestionamiento del
Persistencia de la preferencia
Crisis marco de referencia
(homo) sexo–afectiva heteronormativo
Dilema de Conflicto
fidelidades Rechazo identitario
Reconocimiento de la
orientación homosexual
Estrategias
de reducción
del conflicto
1er giro: hacia identidad judía Estrategias de
Silenciamiento
ocultamiento
Trastocamiento
Prohibición de la identidad gay
Insostenibilidad
+
Disminución
de consecuencias
+
Segregación
devenir
de auditorios
de la
carrera
moral
Lazos
Coming out 2do giro: hacia identidad gay
comunitarios
Pares/semejantes
Reconfiguración
Ritualidad de identidad:
jaG marco de referencia
Redención grupal
La socialización inicial judía, esos años en los cuales el individuo aprende las
normas de su entorno adquiriendo el marco de referencia, tiene un arraigado
sentido de comunidad (kehilá). No es solo la pertenencia a una familia judía
el factor identitario del individuo, sino también su tránsito por instituciones y
grupos judaicos que refuerzan la normatividad judía y el sentido de pertenen-
cia a una colectividad de carácter diaspórico. Así, la socialización temprana en
espacios institucionales formales e informales, genera un marco de referencia
donde la heterosexualidad es una norma junto con el sentido de fraternidad o
comunidad. Es importante considerar esto: la socialización inicial judía incluye
tanto la heterosexualidad como norma para las relaciones sexo–afectivas
como el sostener vínculos de solidaridad y reconocimiento con otros judíos.12
En este punto debe hacerse hincapié en el amplio espectro institucional
de esta socialización y que hace a ambas características (heterosexualidad y
sentido comunitario): no se trata solo de pertenecer a una familia judía, que
además tiene inserción o concurrencia en un templo, sino también de concurrir
a una escuela y a un club de la colectividad (como ejemplos en las entrevistas
se han mencionado a Hebraica y al Club Atlético Sefaradí Argentino, CASA). Los
11 En estos gráficos se incluyen solo las biografías de las unidades de análisis que aportaron
datos completos, según lo explicitado al comienzo de este capítulo.
12 Este rasgo es, justamente, uno de los que moviliza actualmente a JAG como institución,
que busca concientizar a través de charlas, actividades, acciones con otras instituciones,
etc., a jóvenes judíos sobre la aceptación de la homosexualidad.
El shule es todo, son los cimientos de tu vida, la educación, todo, para mí fue
todo, en todos los aspectos… cómo te educan, la formación mía, todo. Te dan otro
tipo de vivencia, tenés otra educación, en todos los aspectos. Por ejemplo, en mi
caso particular, éramos once alumnos y teníamos las maestras, directoras, todo
para vos, como en un colegio privado. (…) Iba al club CASA también pero cuando
se podía, cuando iban mis compañeros, cuando nos llevaban. (Alejandro, 47 años)
Cuando tenés un grupo que se ve en los mismos colegios, los mismos clubes,
en las mismas actividades… Yo hasta los 30 años viví en un mundo. No había
forma de relacionarte con gente que no fuera esa. (Darío, 29 años)
50
45
40
35
ños
29 a
Ío
30
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35
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45
44 a 45
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Ferna
ños
Socialización: marco
de referencia heteronormativo
y comunitario
30 2015
45
40 60
40
35 55
• falGBt
20 2005
• JaG KEsHEt B.a.
35 • Unión civil caBa
30 50
15 2000
30
25 45
• Constitución caBa
10 1995 protege orientación sexual
25
20 40 • 1º Marcha del Orgullo Gay
5 1990
20
15 35
1985 1985
• cHa
15
10 30
1980
10
5 25
• Fin del Frente de
1975 Liberación Homosexual
5
1972 20
1970
1968
15 • Grupo Nuestro Mundo
1965
10
1960
1955
1952
1950
Ser ante los otros: de las estrategias de ocultamiento a la salida del clóset
Intentar formar pareja con una mujer es para tapar, para esconder, las dos
cosas. Las dos cosas. Lo que pasa que, es que para intentar otra cosa es una
fantasía. Yo lo intenté, con mi segundo matrimonio, de 14 años, con vidas para-
lelas porque no hay otra forma, no podés torcer la identidad, lo sos. Es como
un negro que intenta a toda costa ser blanco. Lo que pasa es que al hacer ese
tipo de situación es una actuación. Sos un homosexual que está actuando de
heterosexual. (Carlos, 67 años)
El resto de la adolescencia, fue algo, era muy loco, porque yo salía con mis
amigos, y cuando me dejaban en casa yo después me iba a la casa de algún
pibe o algo, y era una doble vida, que realmente por suerte duró muy poco.
Me pesaba, pero duró poco, me duró poco por propia decisión, porque cuando
volví también de un viaje ya hablé con mis amigos, y empecé a hacer esta salida
del closet, que se dice habitualmente… (Fernando, 45 años)
Me definí cuando vi que era un quilombo. Es una boludez, una ridiculez. Faltaba
la música de Benny Hill. Todos corriendo. Entrar, subir, bajar. Fue muy al principio
de no hacer nada, de mentir «bueno, me voy, doy una vuelta» y pasar a buscar
a alguien, poner excusas. Era tan complicado que era más fácil asumirme. No
valía la molestia. Me cansó. La gran pregunta era, a ver, pero ¿de quién estoy
escapándome? Era más el miedo a la desaprobación familiar, por ahí. Tenía
que ver no con que no me quieran sino con defraudarlos yo. (Darío, 29 años)
Solo dije «soy gay». Al rato caen mis papás y así blanquee, una explosión
familiar. Una desunión total, prácticamente ni me hablaban no me dirigían la
palabra, nada. Fue un quiebre. Mi papá no dirigiéndome la palabra, muchos
meses, muchos meses de vernos todo el tiempo y ni siquiera cruzarnos. Mi
mamá al principio... a la hora de hablar era una piedra. Mi hermana fue la que
mejor lo tomó, también fue la que me supo escuchar. Y mi hermano, a él se
le cayó el ídolo. (Alejandro, 47 años)
Nunca sentí la discriminación si bien hoy por hoy tengo discriminación por una
de mis hermanas por el tema de la sexualidad, como que no me invita con mi
pareja a un evento, son ortodoxos. Con mi hermana no me invitan a una fiesta
con mi pareja, y eso me jode, entonces he decidido no ir. (Fernando, 45 años)
En relación con el encuentro con la agrupación JAG se observa que los entre-
vistados llegaron a dicha organización a través de esa misma pertenencia
religiosa comunitaria. Esto no parecería casual: al comienzo de este análisis
se mencionó que el marco de referencia judío incluía la comunidad como
valor, abarcando tanto lo heteronormativo como lo fraterno. Y fueron justa-
mente estas fuertes relaciones comunitarias, estos lazos interpersonales, los
que generaron luego el temor a la propia filiación sexual y el padecimiento
de prácticas de exclusión con posterioridad al coming out. Ahora bien, estos
lazos judíos, esta valorización del contacto cotidiano con los otros a través
de instituciones, este «deber ser comunitario» que impera a reunirse con los
semejantes, ha sido probablemente lo que generó la agrupación JAG. Tal como
lo manifestó Esteban, 41 años: «Fue todo de boca en boca, de amigo en amigo»
(Silvia, 39 años) también refiere al sentido comunitario como puntapié para JAG:
De por sí el judío como toda minoría se junta, se identifica con otro judío y
viste, es como una comunidad, y cuando, tenemos otra minoría que es la gente
gay, etc., cuando vi que algo de mi religión me asociaba a algo de mi nueva
identidad sexual, y la verdad que me llamó la atención, fui porque me llamó
la atención me pareció muy interesante. (Silvia, 39 años)
jaG (Redención)
Pasado malo Presente bueno
poS Vivencias compartidas «otros peores» Proyecto, pareja, familia
representación dinástica
solitaria, sin pares que les puedan mostrar que su situación respecto
del marco de referencia heteronormativo judaico, no es una excepción.
Reflexiones finales
Discontinuidad
Decisión
Relatos de vida
El camino metodológico
3 Los porcentajes de abandono en las carreras mencionadas son resultado de un cálculo esti-
mado de elaboración propia basado en los datos proporcionados por el Censo Universitario
de la UBA 2011 y por la Secretaría de Políticas Universitarias. El cálculo de dichos porcentajes
se explica en el apartado metodológico y para las carreras mencionadas son Comunicación:
85,71 %; Antropología: 80,60 %; Química: 81,39 % e Ing. Informática: 95,34 %.
Años y jóvenes
Los otros criterios que tomamos para definir a quiénes contactamos para
hacer las entrevistas además de los referidos a las disciplinas elegidas y las
instituciones son:
1) que hayan discontinuado los estudios entre los años 2005 y 2015,
Resumen
Objetivos específicos:
La investigación
A partir del libro El tiempo no para de Ernesto Meccia (2016), me encontré con
una cita de Ken Plummer de su libro Telling Sexual Stories. Power, Change and
Social Worldsse, donde preguntaba: «¿de dónde vienen nuestros relatos?»
(1995:36), frente a lo cual respondió que existía una imbricación entre el relato
que proviene del interior del propio sujeto y la actividad práctica. Según
Plummer, «nosotros en la vida cotidiana vamos uniendo piezas extraídas
de la gran caja de herramientas que es la cultura» (Plummer cit. en Meccia,
2016:141) y a partir de ello los sujetos se van apropiando de elementos para
construir su propio relato de vida.
En un primer momento de la investigación nosotros consideramos a la
cultura institucional y a las representaciones previas en relación con las
distintas disciplinas como aquellos elementos centrales que los sujetos se
apropiaban para construir sus relatos de vida.
Esto nos sirvió para conocer los contextos en los que se producen las
experiencias de discontinuidad de los estudios, a partir de lo cual nos foca-
lizamos en el aporte más sustancial de la investigación: cómo las personas
entrevistadas construyeron el relato de la discontinuidad con el objetivo de
otorgarle un sentido a sus trayectorias estudiantiles.
A partir de eso, nos interesa comprender cómo las personas se relatan a sí
mismas y asumen una identidad narrativa. Esto permite comprender de qué
manera los actores establecen un sentido de la realidad, representan sucesos,
elaboran identidades individuales y colectivas, dado que una experiencia de
vida en sí misma no es sino una representación de dicha experiencia.
Comprender los distintos modos en que los sujetos hacen inteligibles, en
este caso, la decisión de la discontinuidad de los estudios universitarios, nos
permite conocer mejor el proceso que deriva en dicha decisión.
Sin embargo, sabemos que no todos los relatos explicativos son del mismo
tipo: hay diversas maneras en que los sujetos reflexionan sobre su propio
tránsito por la universidad y distintos significados atribuidos a la experiencia
de discontinuidad.
En la medida en que avanzó el análisis sobre los relatos de la disconti-
nuidad, identificamos al menos cinco tipos de relatos distintos a partir de
En este tipo de relato nos centramos en la figura del forastero, la cual recupe-
ramos a partir de la obra de Alfred Schütz, quien la define como una persona
«perteneciente a nuestra época y civilización, que trata de ser definitivamente
aceptada, o al menos tolerada, por el grupo al que se aproxima» (2003:95).
Eso mismo es un estudiante en la universidad (figura a la cual incluso Schütz
hace referencia en el artículo citado): alguien que recién llega a un lugar
desconocido y que trata, desesperadamente, de encontrar los códigos y las
pautas para moverse e interactuar en ese ámbito.
En el esquema de entrevistas, nos interesaba conocer cómo es que las
personas transitaron el paso del secundario al CBC y de ahí a la carrera de
grado: qué diferencias encontraron (si es que las hubo), en qué aspectos
tuvieron mayores dificultades o facilidades y cómo se veían en relación con
los otros. Entre las personas entrevistadas hay quienes aluden a la figura
del forastero para metaforizar una experiencia estudiantil extrañada de
ese espacio pero que a la vez observa que hay quienes manejan las pautas
culturales del lugar.
Esa sensación de ajenidad respecto del ámbito universitario aparece en
la mayor parte de las entrevistas realizadas, pero se expresan en distintas
dimensiones:
—[El CBC lo viví como una] transición entre la secundaria que éramos todos
felices y lo heavy que se venía después de andá a hallarte en la facultad, a
encontrar el aula y no equivocarte de materia cuando entrás, sí.
—Eso, después el paso a la carrera, ahí ¿cómo fue?, ¿cómo lo viviste?
—Y, ahí me empecé a dar cuenta de un montón de cosas tal vez, de «bueno,
estás sola con tu cuaderno, tu birome y llegá temprano para sacar fotocopias
porque sino fuiste», creo que fue como un conjunto: sea cosa de sentir que
estás solo con tu vida, supongo que Florencia iba totalmente desinformada, el
primer día me dieron el papelito que tenía todas las materias y con las flechas
de cuáles eran las correlativas y cuáles no y yo dije «ah, ok», pasa que nunca
me había interiorizado en «bueno, a ver qué materias tengo». Reitero, parte
de una mala información mía de nunca interesarme en el tema y ver qué voy
a hacer. (Florencia, 26 años, Ciencias de la Comunicación)
el otro tema puntual de esta carrera y que sí lo veo como un factor común con
mucha gente con la que hablé que estuve acá, es la distancia entre lo que ves
en la facultad y la aplicación que vos ves en tu trabajo diario. O sea, sistemas
es… todo el mundo dice que es algo que avanza diariamente y entiendo que
a una universidad y a una carrera que el plan de carrera no puede ir a la par
de eso, pero alguna cosa tendría que tratar de aggiornar o mejorarlo. Por
lo menos lo que yo he notado un poco en mi caso y con otros chicos que
estuvieron pasando acá por la empresa y he charlado, un poco sienten eso
mismo: que vos vas a la facultad y decís «me están enseñando la televisión
en blanco y negro, y ya estamos con las LCD» entonces te empieza a sacar las
ganas. (Christian, 32 años, Informática)
yo me aburría mucho y supongo que es por las dos partes: que era muy denso
teóricamente. No lo sentía complejo, porque no es que me costaba. Lo entendía
y me iba bien, pero era como que todo muy repetitivo y nunca llegaba a… digo,
me hacía acordar cuando te enseñan, no sé, las derivadas en matemática que
yo digo «¿para qué voy a usar esto?», bueno: eso sentía. Agregándole que yo
había elegido eso para dedicarle mi vida. Entonces yo digo ¿para qué lo voy a
usar? ¡Yo elijo esto y no sé para qué lo voy a usar! (Camila_1, 26 años, Ciencias
de la Comunicación)
Acá en un grupo de ocho me ha tocado ser muchas veces la única mujer. Incluso
en un grupo de 12. Y ser la única mujer en un grupo de 12 y dedicarle todo el
fin de semana durante, ponele, el último mes. (…) A mí me parece uno de los
mayores obstáculos. Más allá del nivel, todo lo que tenés que estudiar y todo
eso, sentí mucho de eso. (María, 29 años, Informática)
Si vos no tenés el grupo de estudios para mí es imposible para una chica (…)
tenés que pasar por una sensación de decir «tengo que ganarme el lugar».
Entonces, eso es lo que yo vi como obstáculo diferencial entre hombre y mujer.
(Carolina, 32 años, Informática)
Estaba cerca de la sede. A 10 cuadras. O sea, no tenía una excusa de decir «la
puta». Laburaba, siempre laburo desde los 15 años, pero podía estudiar tran-
quila. Mis otras actividades que siempre fueron varias no interferían. O sea,
pasó simplemente porque a mí no me cabió… la estructura. No sé, por ejemplo
en un examen, y eso me acuerdo porque lo tengo acá… eh ¿viste cuando te
están cargando? O sea, tenés lo mismo explicado y quizás a veces un poco
más resuelto que otros parciales que ves y te desaprueban, cosas así y yo era
mucho más rebelde de lo que soy ahora y mandé todo al carajo. (Camila_2, 27
años, Ciencias de la Comunicación)
El relato de la vocación
—En ningún momento se llegó a modificar (…) seguía con esa idea de insertarme
laboralmente en algún laboratorio, en alguna planta y posterior investigación.
Y si se podía empezar a trabajar ayudando en los departamentos de investi-
gación de la UBA también sería genial.
—Por lo general no hay «un momento» en que uno se levanta y deja la carrera,
¿cómo fue en tu caso?
—No, en ese caso, el último año, el último cuatrimestre puntualmente no había
cursado ninguna porque ahí fue como el punto de inflexión cuando dije «no,
pará, tengo que bajar un cambio, necesito otro estilo de vida» porque me aga-
rró un pico de estrés, bueno me tuvieron que internar porque se me paralizó
la mitad del cuerpo porque estaba colapsada ya, (…) pero ahí fue cuando fue
el punto de inflexión cuando en el primer cuatrimestre de 2011 dije «no, voy
a buscar otra cosa porque si bien me encanta no quiero poner en riesgo mi
No es que «ya está», que «ya estamos predestinados a algo», puede cambiar
un montón, pero es muy difícil entrar en los medios y que realmente te vaya
bien. Es como que no sé, cada vez estamos más lejos. Y agarré y opté por seguir
por el laburo que es algo que ya estoy metido y que conozco un montón de
empresas y gente que el día de mañana por ahí estudiando algo puedo llegar
a seguir subiendo. Creo que es algo, me parece que… esto lo charlaba el otro
día con mi novia, me parece que estoy viviendo como más el lado de poder
estar bien, ponele, económicamente y no de lo que me gustaría realmente
hacer, con lo que me sentiría 100 % feliz. Es triste, pero creo que es eso. (Nico,
28 años, Ciencias de la Comunicación)
A modo de cierre
Nuestro objetivo general a lo largo del capítulo fue comprender las significa-
ciones atribuidas que estudiantes diesen a la «experiencia de discontinui-
dad» de los estudios de distintas carreras, a su tránsito por la universidad y a
las trayectorias posteriores, revelando repertorios de motivos que configuran
lógicas decisionales de la discontinuidad.
Previo al apartado de análisis, dimos cuenta del particular camino meto-
dológico —y antes teórico— que atravesó nuestra investigación: desde el
planteamiento del problema y objetivos, pasando por los conceptos princi-
pales que utilizamos, expusimos la noción biográfica elegida (relatos de vida)
y finalmente desarrollamos el corpus teórico–metodológico que permitió
analizar el problema.
En términos generales, los «tipos de relatos» identificados que los sujetos
construyen para explicar la discontinuidad de los estudios superiores no
dan cuenta de un relato común a todos; por el contrario, lo que se puede
observar es que hay elementos de las culturas institucionales, disciplinales y
representacionales que van configurando relatos (cada vez más) divergentes.
Con ese objetivo, confeccionamos un cuadro de doble entrada que sin-
tetiza el grado de significatividad de diversos atributos identificados en los
relatos y los cinco «tipos de relatos» que caracterizamos en el análisis a partir
de la siguiente escala: SIGNIFICAtIVIDAD eN eL ReLAto: MUY ALtA (MA); ALtA
(A); BAJA (B); MB (MB); INDIFeReNte (I).
Lo primero que se puede observar como corolario de la investigación
es la diversidad de sentidos y significatividad otorgada a cada atributo por
cada tipo de relato. Entendemos que esta diversidad da cuenta de que el
conjunto social estudiantil no puede ser ya definido por su homogeneidad
organizada a partir de un centro, ni por una racionalidad con arreglo a fines,
ni por una lógica de reproducción de un programa cultural debido justamente
a la heterogeneidad de los principios culturales y sociales que organizan las
conductas en la que «los individuos son impulsados a administrar varias
lógicas de la acción» (Dubet, 2010:227).
Estos aspectos se relacionan a su vez con transformaciones sociales y
coyunturales más amplias. Entendemos que los modos por los cuales los
estudiantes discontinúan una carrera sufrieron transformaciones desde los
Encrucijada
Forastero
Vocación
Rechazo
Calle
atributo
Afinidad con la organización institucional B B MB I A
Autopercepción de imposibilidad MA B I I A
Palabras introductorias
El sufrimiento social que estamos considerando a lo largo de este texto se asocia con
posiciones sociales que invalidan, descalifican, instrumentalizan o desconsideran
de modo que es una noción relacional surgida de procesos intersubjetivos enmar-
cados en contextos institucionales y sociales concretos. (Abad Miguelez, 2009:198)
La sociología debe indagar allí donde las personas conviven con el malestar y
los sufrimientos, tiene el deber de explorar las experiencias de sufrimiento que
reflejan las vulnerabilidades modernas, y entre ellas el sufrimiento por padeceres
mentales en determinadas condiciones sociales y ante determinadas instituciones.
2 Dicho concepto se diferencia del concepto de historias de vida (life histories), donde
habría que recurrir a diversos métodos para explorar una trayectoria (historias clínicas,
expedientes, cartas, etcétera).
A medida que las narrativas del sufrir se van construyendo en los procesos
de entrevista, las mujeres van significando sus vidas, y realizando ese entramado
que hace la narración de la vida, del que nos habla Paul Ricoeur (1989, 1996).
Cuando una narrativa se entrama a partir del sufrimiento humano se advier-
ten claramente tres características: un esfuerzo por encontrar las palabras justas
o no decir palabra, una insistencia en el narrador por legitimar su relato, y en
algunas ocasiones las ansias de representar el relato o dolor de otros silenciados.
El sujeto en ese momento se muestra desnudo al narrar experiencias humillantes
o dolorosas, pero por otro lado resignifica acontecimientos y sentimientos, y
denuncia —tal vez en esa sola oportunidad— las injusticias sufridas.
un acontecimiento es más que algo que ocurre, quiero decir, algo que simple-
mente sucede; es aquello que contribuye al progreso del relato así como a su
comienzo o a su fin. Correlativamente, la historia relatada siempre es más que
la enumeración, en un orden simplemente serial o sucesivo, de los incidentes
o los acontecimientos que organiza en un todo inteligible. (2)
narrar significa pensar que la vida no puede ser expresada en una «crónica»
de hechos sino en un «relato» de los acontecimientos que expresa, a modo de
indicio, las situaciones biográficas de las personas en su relación con los grupos
de pertenencia y referencia y con lo social en su conjunto. (Meccia, 2016:42)
Aspectos metodológicos
4 Sobre el concepto de cronicidad realizo una advertencia. Ese criterio termina siendo cons-
truido con la propia entrevistada a raíz de cómo ella percibe su malestar, es al momento
de la entrevista que se reafirmaba el criterio de cronicidad como aquel malestar, trastorno
o enfermedad —recuperando palabras de las entrevistadas— que las acompañarían toda
la vida. Esa cronicidad se identifica con ciertos signos del sufrir o con el temor manifes-
tado por las mujeres del regreso de los «arranques», las «angustias», los «temblores»,
los «cables en el cuello», los «llantos», los «cortes en la piel», los «vidrios en la vagina»,
«las pastillas para morirme».
Participación comunitaria /
Ocupación remunerada
Nivel de instrucción
política partidaria
/ no remunerada
Cobertura social
Estado civil
Religión
Hijos
Ferija Soltera Primaria No 2/2 No No Católica No /no
(29, Rafaela/ para (Incluir
Rafaela) adultos en salud)
curso
cuadro 1. MuEstra
6 Por cuestiones de espacio y extensión compartimos solo cuatro gráficos de los realizados.
Prendió fuego a la casa Madre Intento de homicidio Abuela Empezar escuela Maestras,
Ferija
No poder operarse de
la rodilla (dolor físico
continuo)
Nacimiento del hermano Madre / padre Perder la distancia Binomio ella Cada cumpleaños desde Abuela /
eliZabetH
Internación en el Borda. marido Infidelidad Marido «no tengo nada bueno Su nieta es la
paZ
Infidelidad marido
Abandono de su padre Padre Discriminación por parte Amigos Trabajo en casa de Patrón y su
juanita
Nacimiento de su Pareja Pérdida del trabajo Empleador Poder llevar a sus hijos Funcionario
SuSana
Violencias hacia su Papá Relación tóxica Pareja (y hoy Tratamiento adecuado Profesionales
romina
Internación en estado de
coma / intento de suicidio
(continúa...)
(continuación) Acontecimientos fundantes de Acontecimientos agravantes Acontecimientos que
las trayectorias de sufrimiento del sufrir aliviaron/ alivian el dolor
Infancia difícil (reconoce Madre muy Problema laboral del Esposo Mudarse de ciudad Marido / Dios
norma
Participar en un Integrantes
grupo religioso que la del grupo
perjudicó
Abuso sexual
Abuelo / tío
A los 12 años presenta Madre Peleas e infidelidades de Sus padres Irse a estudiar en Ella
joana
Matan de un tiro de su
pareja
Yo lo llamo enfermedad, enfermedad psicológica, a los 13, 13, 14. Arranqué con
bulimia yo, y me encerraba y no salía estuve siete ocho meses sin salir de mi
casa… un año…no iba a la escuela, cuando empecé en el Normal que era octavo
y noveno, me empecé a sentir diferente a los otros, que tenían su papá, su
mamá, como que eran normales y yo me sentía anormal, diferente de ellos,
y empecé... y le mentía a mi mamá que iba a la escuela, salía con ella y me
volvía, le mentía, un año estuve así, iba a la escuela, hasta que le dije mami me
siento mal. Yo sentí… empecé a sentir vergüenza de mi papá porque cuando
yo tenía 12 años vino la policía, el vendía drogas, y vino la policía estuvieron
horas allanando la casa y yo sentía vergüenza de él y me la agarré conmigo,
con mi cuerpo y empecé a encerrarme y no salir, y si me daba vergüenza él… Me
hacía un mundo por cualquier cosa, por mi papá, por el barrio en que vivía…
una lucha entre creer en la realidad que estaba viviendo paralela a la realidad
normal de cualquier persona y asumir que uno está enfermo… sentía cosas
Me hace mal ese lugar, al lado hay un vecino que abusó de mí y de mi her-
mana cuando éramos chicas... Sabía mi mamá y mi papá, fue en la casa de él.
Mi papá lo que hizo fue ir a pegarle, pero nadie hizo la denuncia. Creo que si
vuelvo ahí voy a recaer.
A mí me costó mucho hacer un tratamiento… un poco por las ideas que yo traía
de Brasil, que yo era bastante naturalista yyyy eso es bastante eeeeeh… no sé
cómo explicártelo, pero lo tenía bastante interiorizado a eso… entonces me
negaba rotundamente a tomar la medicación, el doctor me decía que eso era
un síntoma más de mi enfermedad que yo no quisiera tomarla, y yo trataba
de explicarle que era por esa creencia que yo había adquirido en el viaje…
eeeh… así que era una lucha…
Cuando yo empecé así tenía 33… todo eso empezó cuando yo me casé, con
todos esos síntomas… yo cuando era jovencita trabajaba y andaba por todos
lados…
(…)
Formé una primera pareja, me fue mal porque era golpeador, ahí tuve dos
chicos… después estuve con otro, era un loco pero no de pegarme pero si de
hacerme la psicológica… con él tuve una nena…
(…)
Todavía eso me afecta, cuando hablo de él o lo veo en fotos me afecta… ese
dolor está acá y no se va…
Yo descubrí porque hacía todo lo que hacía [haciendo referencia a los intentos
de suicidio], no sabía dónde lo tenía guardado, porque yo a los nueve años me
habían violado… vivíamos en Salta… en las vacaciones de verano mi mamá se
viene a San Cristóbal y me deja en la casa de mi abuelo, y mi abuelo me violó
y me penetró, me voy a la casa de un tío, y ese tío me violó pero de forma
oral… no en el mismo día pero mismo mes, mismo año… y me amenazaban
de que si iba a decir alguno me iban a creer… Siento culpa por no decir lo
que me pasó y tengo mucha bronca con mi madre porque no me cuidó… Lo
Por último, se advierte en la línea que marca las ondulaciones del sufri-
miento de Jenifer que muestra un notable alivio cuando comienza otra rela-
ción de pareja con un hombre diferente a los anteriores, «por más que tenga
una copa de más nunca fue violento», si bien no la acompaña plenamente
o no le presta la atención que ella quisiera, no la molesta, es lo que ella
reconoce como etapa de «cero depresión», donde sus crisis disminuyeron.
Se reconoce en un momento de estabilidad actual, de encontrarse a gusto
con ella, y eso se debe a dos cuestiones: por estar viviendo un reencuentro
con un hombre que había conocido en su juventud, quien la hace sentir bien,
y por haber encontrado una compañía en la psicóloga a la que concurre, que
es diferente a otros profesionales a los que consultó.
Es decir, el alivio o incremento de su dolor se relaciona con el tipo de
parejas con las que estuvo, las experiencias con hombres marcaron la vida
de Jenifer y ello se advierte en su historia dibujada; así también la mater-
nidad, la relación con sus hijos, los reclamos de «¿hasta cuándo, mami, con
esto de terminar internada?», la necesidad de ella de estar bien para ellos
y sus frustraciones.
Tal como se advierte, el inicio de la trayectoria de sufrimiento encuentra
a las mujeres entrevistadas en escenas que escapan a una descripción mera-
mente psiquiátrica. El delirio, las autolesiones, los intentos por terminar con
sus vidas, el consumo agresivo de sustancias, se presentan junto o como con-
secuencia de vivir episodios de abandono, vulneración de derechos, abusos o
engaños, maltrato o violencia, perdidas. Es así como los calendarios del dolor y
la identificación de sentimientos que lo acompañan se construyen siempre en
paralelo a los calendarios de la vida familiar, laboral, o de relaciones amorosas.
Todas las mujeres entrevistadas han relatado experiencias desagradables
con sus parejas, de violencia psicológica, económica, de engaños, incluso
abusos sexuales.
Por otro lado, advierten que no han obtenido las respuestas necesarias
por parte del Estado, y puntualmente de la Justicia, en diversos temas que
las preocupan o vulneran.
Por último, las trayectorias laborales se ven truncadas con el inicio del
sufrimiento y sus signos. Las mujeres entrevistadas, salvo dos, llevaban una
vida activa, ya sea trabajando en el sistema informal o estando debida-
mente registradas, tenían su dinero, aportaban a la familia, se sentían útiles
e importantes en sus trabajos. Desde que ellas reconocen la aparición de
ciertos síntomas y signos de un sufrimiento la posibilidad de trabajar des-
aparece, o por cuestiones subjetivas (emocionales, psíquicas, físicas etc.)
o por cuestiones sociales (la pareja no las deja trabajar, nadie las tiene en
cuenta, las rechazan, etcétera).
8 Este doble significado es explicado por Goffman cuando trabaja la idea conceptual de
«carrera moral», en su obra Estigma. La Identidad deteriorada (2008).
eliZabetH «Sentía que con música de Evanescence podía libe- Su problema de salud la llevó a pensar
rarme, cantarla…» que la sociedad discrimina a los enfer-
mos mentales
«recuerdo que me había lastimado… con la uña me abrí
la herida y me chupé la sangre… pretendía aliviar algo Desde que comenzó con su problema y la
con eso» diagnosticaron se siente mejor persona.
paZ Ataques, desmayos, «lloro, lloro, lloro», gritos, querer Sufrimiento continuo, pelea con la
sacarse todo de ahí adentro», «era una zombi» madre, migración a Bs. As., cansancio
de la vida que llevan a querer quitarse
«No pude velar ni conocer a mi hija muerta», «dopada» la vida…
«El momento de mi violación fue terrible». «Sentir las Infidelidad de su marido que la lleva a
manos de mi padrastro arriba mío» intentar tirarse de un balcón
Cansancio
juanita «Sufrí la pobreza, lloraba de chica y esperaba la hora No sentirse comprendida la llevó a
para ir a trabajar»… «de chica veía cosas, una sombra, tomar pastillas anticonceptivas para
una mano negra, el diablo, una mujer con cuernitos»… quitarse la vida
«mi mamá me pegaba y yo me angustiaba mucho»
Sufrir el maltrato de su madre enferma
«Se me retiró la menstruación y escupía sangre».. .«mal, y la pobreza la llevó a buscar trabajos
mal, no se que agarré, estaba descalza»… «temblaba, cama adentro
temblaba toda, lavaba, tendía la ropa sin saber si era
invierno o verano, lavaba siempre la misma ropa» Querer conformar a su pareja y que
permanezca con ella la llevó a resignar
«Sueño mucho con mi familia, sueño que limpio» la maternidad
SuSana «Me angustiaba, lloraba, repetí la papera, estuve tres Haber sido despedida de su trabajo
meses con hemorragias, tuve urticarias…» en medio de acusaciones hizo que se
mude, se vaya sin sus hijos al principio
«Lloraba lloraba, no tenía ganas de nada…»
Sentirse depresiva por estar mal con
sus hijos hizo que intente quitarse la
vida con pastillas, abriendo las llaves
del gas, mezclando pastillas con alcohol
norma «Sentí miedo, miedo, miedo por todo y no quería que La depresión la hace pensar en cor-
nadie me lo lleve a mi hijo» tarse las venas, en meter los cables en
un enchufe, tomar alcohol en exceso,
«Me agarra una angustia, me ataca acá en el pecho, se cie- porque no daba más, refiere una noche
rra... no podía controlar los nervios, lloraba, lloraba, lloraba» en particular en que su hijo tenía 11
años y que sintió que no podía seguir
«llegué a pesar 36 kilos»
joana «Sentir palpitaciones… siento que me descompongo Que sus padres le hayan depositado
en cualquier lugar desde que me dijeron que tengo responsabilidades la angustió
esquizofrenia…»
Cuando le dieron el diagnóstico de
«Empecé a hacer pichin, pichin, pichin, estaba toda esquizofrenia se estigmatizó
hinchada…»
La muerte de su pareja hace que
«El padre me hizo la bendición y bajó mi período…» cambie su forma de ver la maternidad
y piense que nunca podrá ser madre
«La gente es mala, te discrimina, la falta de integración
te excluye…» Sentirse mal y las descomposturas rei-
teradas la llevan a recurrir a la religión
«Llega un momento en que no das más… querés patear
el tablero…»
Introducción
2 Comunidad Cenácolo es una institución católica de origen italiano cuya primera sede en
Argentina fue inaugurada en 2005. Por su parte, Reto a la Vida es una fundación española
de orientación cristiana evangélica pentecostal. Su primer centro en Argentina se instaló
en la provincia de Misiones en 1989.
Estrategia metodológica
5 Para Ernesto Meccia (2015:15), hablar de «narrativas» supone «colocar el argumento por
fuera de un cotejo referencial fáctico». Kathya Araujo y Martuccelli (2012) señalan que los
testimonios deben analizarse menos desde su rigurosidad fáctica que desde la fuerza
efectiva y emocional que revelan. Así, los testimonios expresan una auténtica veracidad
subjetiva más que una veracidad fáctica.
Resultados
Sandra: [En la entrevista de admisión] (…) me preguntaron qué quería hacer. [La
persona que me entrevistó] (…) fue media dura conmigo. Porque yo les decía
que me quería internar, porque Mario era chiquitito. No había casa de niños [en
esa época]. Y ella me dijo: «¿Ahora te interesa tu hijo? Antes cuando te estabas
drogando [no te interesaba]». Fue re dura. Yo me puse a llorar. Pero no me puse
a llorar de arrepentida, me puse a llorar de la bronca que me dio lo que me dijo.
Me acuerdo que me enojaba un montón los primeros días porque dentro de la
casa había dos dormitorios que eran de chicas internadas y un dormitorio que
era de mamás con niños. Y a mí no me dejaron internar con mi hijo. Entonces
yo no entendía por qué estaban ellas con sus hijos y yo no (…) lo que pasa es
Sandra: (…) había tanta gente (…) que no me conocía y que me quería. Que
me quería ayudar y de hecho me ayudaba. Yo decía…a cambio de nada, ¿no?
A cambio de nada, que no es a lo que yo estaba acostumbrada.
Guillermo (G): Afuera es la prueba de fuego [chasquea los dedos]. Donde tenés
millones de oportunidades a elegir y tenés que escoger. O sea, las malas apar-
tarlas y elegir la buena. No sabés…nunca vas a saber hasta que lo pruebes.
Porque en la comunidad vos estás protegido.
Martín (entrevistador) (M): Porque no tenés…
G: Claro, porque no tenés…o sea, tenés libertad pero no tanta. Tenés reglas,
no tenés dinero, tenés un horario que cumplir, normas que cumplir. Estás
protegido de alguna manera, tenés una rutina que te protege.
M: ¿De qué te protege?
G: Y… te protege de las adicciones. Te aleja de la calle, te mantiene todo el
tiempo ocupado, haciendo cosas, trabajando, rezando, compartiendo, todo el
tiempo (…) Aparte estás en un campo abierto, sabés que estás con toda gente
que no consume, o sea, que consumió, pero que en ese momento no está con-
sumiendo. Y en la calle vos encontrás de todo, personas que consumen, que
no, personas que hacen una cosa, que se manejan de una forma. Y ahí sabés
que todos se manejan de una forma, que todos hacen lo que la comunidad
hace. Estás protegido de esa manera. (…) Es un ambiente positivo. Y aparte
todos tienen ganas de cambiar. De poder hacer las cosas bien y recuperar su
vida. Entonces se trata de vivir lo mejor posible.
Sandra: Los pibes salen de una burbuja, los pibes viven en Disney [el parque
de diversiones Walt Disney World] en algún punto. Claro, está todo bien, no
te drogás porque no hay, no tomás alcohol. Pero vos vas a salir a un mundo
donde vas a tener que elegirlo o no. Entonces vos tenés que estar recontra
Reflexiones finales
Introducción
1 Este capítulo forma parte de un trabajo de investigación mayor: «Una mirada a la tra-
yectoria biográfica de tres cohortes de oficiales del Ejército Argentino. Origen de clase,
vínculos sociales y matrimoniales y motivaciones para seguir la carrera militar» (tesis
de doctorado, Doctorado en Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales, UBA). En
este estudio se indagó en las particularidades sociales de este grupo profesional, en su
consolidación y socialización. Este capítulo recupera algunos de sus objetivos específicos.
2 George Mead (1934:185) destaca que la conversación que todo individuo mantiene consigo
mismo en términos de palabras o gestos significantes (la actividad del pensamiento) se
realiza desde el punto de vista del «otro generalizado» o «significante». Es este «otro
significante» el que proporciona los valores que orientan al «mí».
3 Cada entrevista está anonimizada y los diferentes nombres de personas y lugares cambiados.
4 Las FF. AA. aparecen debilitadas por el fracaso militar, desprestigiadas y cuestionadas
por su actuación en la llamada «guerra contra la subversión». El consenso social sobre
su capacidad y legitimidad para el manejo de las armas comenzó a desdibujarse.
5 La investigación de Gayol y Kessler (2017) incorpora el caso del crimen del soldado
Carrasco al analizar hechos de muertes violentas ocasionadas por agentes del Estado.
6 Para más detalle consultar Navarro (2013).
Hay puntos de inflexión (…) el Operativo Independencia son cosas que te van
marcando (…) Punto de inflexión, Malvinas, yo estuve dos años sin poder hablar
de Malvinas (entrevista N° 23, I Cohorte)
7 A lo largo de los diversos relatos de vida encontramos el peso de la historia de las expe-
riencias vitales. La historia argentina dejó marcas en varias de estas familias de militares.
Los eventos conocidos como Azules y Colorados fueron causa del retiro obligado de
algunos padres de los entrevistados. En otras entrevistas encontramos relatos parecidos.
Varios nietos de oficiales, quienes desempeñaron sus carreras en ese período, refieren
a lo dificultoso que fue para sus abuelos aquel momento particular, y cómo eso truncó
sus carreras. Las circunstancias de la vida interfieren en las acciones de los sujetos.
Era una época muy difícil, era la época de la subversión (…) Me pareció que
iba a ser más útil como militar que como sacerdote. Después, lo que pasó con
la vida fue otra cosa… (entrevista N° 18, II Cohorte)
Mi hija había nacido, fuimos a una reunión de fin de año y la llevaba en brazos
y también llevaba una pistola envuelta en su mantita, era terrible, cuando uno
lo cuenta no lo creen (…) Muchas cosas vividas en poco tiempo, una experiencia
muy fuerte, qué sé yo. Como te decía, no me la contaron lo viví, lo vivió mi
familia. (entrevista N° 23, I Cohorte)
8 Diversos trabajos analizan este período histórico y este suceso en particular. Entre otros
encontramos: Calveiro (1998); (2005); Garaño (2012).
9 El trabajo de Garaño (2012) indaga en las prácticas sentidos y valores que el Ejército
Argentino alentó en relación con los conscriptos enviados a combatir en la «zona de
operaciones» del Operativo Independencia.
10 Hareven (2000) señala que una transición puede devenir en un punto de inflexión cuando
le siguen consecuencias negativas.
11 El trabajo de Kinzer Steward (1988) profundiza en el significado que tuvo para los soldados
y oficiales argentinos y británicos el haber participado de este conflicto. La autora resalta
las actuaciones honorables de ciertos grupos, pero también la sensación de abandono
sentido por soldados y jóvenes oficiales durante y con posterioridad a la guerra.
Me imaginaba quizás diferente a lo que la vivo hoy en día, o sea, por ahí no
es una desilusión pero yo pensé que iba por ahí a ejercer la carrera militar
preparándome con medios. (entrevista N° 23, III Cohorte)
Este joven oficial da cuenta de una mirada más crítica respecto de las
posibilidades que les da la profesión militar. La admiran y están contentos con
la elección pero se ven en capacidad de elegir otra cosa. En otros contextos
regionales también es posible ver que a consecuencia de la declinación del
estatus de la profesión se genera un impacto en relación con las actitudes
de los jóvenes oficiales respecto de su ocupación (Heinecken, 1997:55).
La historia de Mateo nos ayuda a profundizar en las valoraciones y signi-
ficados de la profesión militar en un nuevo contexto institucional. Este joven
oficial, hijo de un general creció en cuarteles y cambiando de destino. Egresó
en el año 2001 del arma de caballería, «igual que mi padre», por lo tanto
todos sus estudios los realizó durante la democracia. Mateo nos cuenta que
la opción por la carrera se vio facilitada por la familiaridad que tenía para él
la vida militar. Pero en esa decisión subraya también el carácter vocacional
e irracional de la elección,
uno está acá porque sabe que pone su vida al servicio de la Patria, sabiendo
que el día de mañana dicen que tenemos que defenderla, sea cual sea la
amenaza y uno incondicionalmente sabe que su vida está al servicio de la
patria, es cien por ciento entrega. (entrevista N° 3, III Cohorte)
Me imaginaba quizás diferente a lo que la vivo hoy en día, o sea, por ahí no
es una desilusión pero yo pensé que iba por ahí a ejercer la carrera militar
preparándome con medios, o sea lamentablemente vos de tus sueños, de tus
aspiraciones podés cumplir ni siquiera una pequeña parte de la mitad por
una cuestión de que no hay munición, no hay plata, no hay combustible, sí es
apasionante y lo que disfruto día a día el hecho de haber conducido, haber
educado gente, de haber mandado, de ser líder del grupo no solo por el grado
que me otorga la jerarquía sino por el lograr por ahí el convencimiento, de
arrastrar a la gente a cumplir los objetivos, pero como te digo, no es que esté
quizás desilusionado, pero sí no he podido ejercer la carrera como yo me la
imaginaba. (entrevista N° 3; III Cohorte)
Reflexiones finales
Comenzamos este viaje preguntándonos ¿qué implica para las tres cohortes
de oficiales entrevistados ser militares?, ¿hay diferencias entre los que se
formaron en distintos momentos de la historia argentina?; ¿cuáles son sus
valoraciones de la carrera? Responder estos interrogantes nos condujo a
Introducción
La integración macro–meso–micro
y estructura–agencia, en el método biográfico
Bueno, hubiera sido otra la historia ¿no?, porque si bien en ese momento
hubiera empezado de alguna forma normal lo que siempre esperé, ¿no?, y no
tener que hacer este buscavidas que es ir rebuscándosela ¿no?, hubiera sido
de otra manera digamos, de empezar, de, de a poco... Y bueno qué sé yo se
fueron dando esas cosas. Son cosas de la vida me parece.
Héctor es un jubilado de 75 años que hace tan solo cuatro que dejó de
trabajar, aunque de vez en cuando se presta para hacer algún arreglo en el
edificio donde transitó sus últimos años laborales como encargado. Terminó
la primaria y se fue, con 14 años, a trabajar con su padre, quien se dedicaba
La gente estaba muy contenta, porque les alcanzaba para todo. Calcule que yo
cuando me fui de la empresa que estaba anterior me pagaban por quincena,
por mes, más o menos 8000 pesos, de aquella época. Y yo, la primera quin-
cena que cobré en SEGBA, fueron 18.000 pesos. Hay una diferencia enorme.
Para Héctor SeGBA fue, entre todos sus trabajos, el que le cambió la vida,
es por ello que es posible hablar de un punto de inflexión. El entrevistado
señala que fue «lo mejor de todo». Cuando entró en la empresa ya era padre
de tres hijas y con sus anteriores trabajos a veces no alcanzaba para cubrir
con las necesidades familiares o darse algún gusto:
Introducción
hemos llegado a saber que todo individuo vive, de una generación a otra,
en una sociedad, que vive una biografía, y que la vive dentro de una suce-
sión histórica. Pero el hecho de vivir contribuye, aunque sea en pequeñísima
medida, a dar forma a esa sociedad y al curso de su historia, aun cuando él
está formado por la sociedad y por su impulso histórico. (1961:25)
generaciones
en el aMBa
migratorio
migratorio
migratorio
limítrofes
en países
europeo
interno
Origen
Origen
Origen
Tres
Movilidad de largo alcance a la clase
media (vía propiedad de capital, 13,8 21,7 11,0 14,7 14,2
autoridad o expertise)
Inmovilidad o descenso a la
fracción no calificada/precarizada 27,6 14,7 37,9 37,3 31,7
de las clases populares
1900 3 hijxs
tía
Celsa
1908–1993 aprox.
1910 Sabía leer y escribir. padrE
Labradora. tía José Benito González
Ama de casa. Fransisca (Paca) 1912–1998, Costanza, Galicia–España.
1914–1967. Sabía leer y escribir. Labrador.
Sabía leer y escribir. Labradora. En 1930, migra a Bs. As.
En 1940 migra a Bs. As. Peón de almacén.
1920 Servicio doméstico. Internada Ayudante de lechero.
en neuropsiquiátrico. Lechero.
Dueño de bar/fonda con socios
paisanos.
Dueño de un hotel de pasajeros con
socios paisanos.
1930
priMa
Maruja priMo
1933. Monja Manuel
Terciario 1937. Cantero. 2 hijxs
completo. Primario
1940 Directora incompleto.
de un Jardín priMa priMo
de Infantes. Nélida Javier
priMo 1941 1943–2012. Cantero
Antonio Primario Primario incompleto HErMana
priMa 1940. Cantero. completo Migra a Bs. As. cuñado Aída Gonzalez
Mercedes Primario Migra a Suiza en 1963. Roberto Dalle 1947, caBa, Argentina.
1950
1939. Monja completo en 1965. Empleado en 1948, caBa, Universitario
Terciario Migra a Bs. As. Operaria en gastronomía. Argentina. incompleto
completo. en 1955. fábrica de Universitario Carrera de Química
Maestra Empleado en relojes. completo (uBa)
de adultos. restaurantes priMa Lic. en Química Empleada en
1960 (gastronomía). Herondina (uBa) Aerolíneas
Dueño de un 1947. Primario Empleado Argentinas.
restaurante con completo empresa química. Jefa de Facturación
socios en Bs. As. Migra a Suiza Sedería / Aerolíneas
1975 migra a en 1965. Comerciante. Argentinas.
Neuquen. Servicio doméstico.
1970 Dueño de un Operaria en fábrica.
restaurante. Ama de llaves. 2 hijos
1980 soBrino
Pablo Dalle soBrino
1980, caBa, Argentina. Leandro Dalle
Posgrado Completo 1983, caBa, Argentina.
Lic. en Sociología, Magister y Posgrado completo
Doctor en Cs. Sociales (uBa) Lic. en Diseño Gráfico y Lic. en
1990 Maestro de escuela primaria. Arquitectura (uBa)
Profesor secundario. Magister en Diseño Gráfico (uBa)
Investigador de conicEt/ Empleado en un estudio de diseño.
iiGG–uBa / Profesor universi- Profesor universitario e investiga-
tario uBa e idaEs–unsaM. dor de la uBa.
aBuElo MatErno
José aBuEla MatErna
1885–1936, Quintas, Galicia, España. María Benita Barreiro
No se sabe si sabía leer y escribir. 1890–1953, Quintas, Galicia, España.
Labrador. No se sabe si sabía leer y escribir.
Migra a Cuba en 1932. Labradora.
Trabajador en zafra de caña de azúcar/ Migra a Buenos Aires en 1938 con Dolores.
ingenio.
4 hijxs
Trabajadores rurales
tío
Camilo
1908–1965 aprox.,
tío tía Quintas, Galicia,
Cesario Cármen España.
MadrE 1914–1987, Quintas, Galicia, 1912–1995, Quintas, Sabía leer y escribir.
Dolores González España. Galicia, España. Labrador.
1916–2005, Quintás, Galicia–España. Sabía leer y escribir. Sabía leer y escribir. Migra a Cuba con su
no calificada
Clase obrera
Sabía leer y escribir. Labradora. Labrador. Enfermero Labradora. padre en 1932.
En 1933 migra a Madrid. durante la Guerra Civil Servicio doméstico/ Trabajador en zafra
Servicio doméstico. Española en el bando niñera. de caña de azúcar/
En 1937 migra a Bs. As. con su madre. Nacionalista/Galicia en Operaria en fábrica textil. ingenio.
Sevicio doméstico. Cosía y lavaba poder de Franco. Dueña de una pensión Empleado en bar.
ropa para otros hogares. Migra a Bs. As. en 1948. con socios paisanos. Dueño de un bar.
Limpieza en bares y hoteles de Empleado en bares.
la familia. Dueño de bar/fonda
comerciantes
con paisanos. Dueño de
Pequeños
pensión con paisanos.
cónYuGE
EGo-EntrEVistado Elsa Roel
José Benito González 1938, Bragado,
1943, caBa, Argentina. Argentina.
Universitario completo Migra a Buenos
Lic. en Abogacía (uBa) Aires en 1956.
Empleado en un estudio Jurídico Primario completo.
Comerciante (Sedería) Servicio doméstico.
Clase media
profesional
Abogado. Secretaria en una
empresa.
priMa
Alejandra
1967.
Universitario completo (Lic. en Historia)
1 hijo
Profesora de Historia de nivel medio,
terciario y universitario.
Profesora.
HiJo
Diego González
1977, caBa, Argentina.
Universitario completo
Lic. en Ingeniería Mecánica
(uBa)
Ingeniero en Palmero,
empresa de máquinas para
minería.
Trabajadores
Trabajador rural. Sabía leer y escribir.
Su abuelo se fue de Trabajadora rural.
rurales
la casa. Servicio doméstico.
3 hijxs
1950
no calificada
Clase obrera
tío
Pastór
1955, Potosí, Bolivia.
Secundario incompleto
1960 1971 Migra a Santa Cruz de la Sierra.
Mecánico. Soldador.
Cochabamba.
1975 Migra a Buenos Aires: abre la cadena padrE
migratoria de la flia a Bs. As. MadrE Daniel
Lomas de Zamora. Blanca 1965, Cochabamba,
Dueño de un taller de confección. Potosí, Bolivia. 1966, vive Bolivia, vive.
Primario incompleto. Primario completo.
1970 En 1991, migra a Bs. As. Lomas de Zamora. Soldador.
Clase obrera
Villa 1–11–14 (Flores). En 2008 migra
calificada
Empleada doméstica. Niñera. a Bs. As.
Feriante en La Salada. Soldador.
Operaria en fábrica de toallas/Alquila piezas Se fue, hace unos
de su casa. Vendedora ambulante. años no lo ve.
4 hijxs
1980 cónYuGE
Marcelo
EGo-EntrEVistada 1980, caBa,
Roxana Argentina, vive.
HErMano 1984, Potosí, Bolvia, (padres migrantes
Daniel vive. de Bolivia)
HErMana 1992 migra a Bs As.
Clase de empleados y
1990 HErMano En 1992 migra 1988, Potosí, Bolivia, Terciario completo Lic. en Seguridad
Israel a Bs As. vive. Tecnicatura Superior e Higiene (utn)
1990, Potosí, Secundaria técnica Terminando el en Enfermería Jefe de Seguridad
Bolivia, vive. incompleta. secundario. Auxiliar de e Higiene en
Secundario Operario / bordador. Auxiliar de Enfermería. EdEnor.
incompleto. Operario / bordador enfermería. Hijos / Ama de casa.
Operario / bordador. en empresa textil. Cuida los hijxs Enfermera.
Trayectoria laboral de Roxana.
2000 muy inestable.
Problemas de 3 hijxs
drogas.
HiJa
Luján
2010
2007, caBa, Arg.,
vive. HiJo
Escuela privada Máximo
confesional Luján 2012, caBa, Arg., HiJo
Porteña. vive. Benjamín
Escuela privada 2014, caBa, Arg.,
confesional Luján vive.
Porteña. Jardín.
En esta sección presentamos los primeros avances del análisis temático com-
parativo de las biografías familiares de familias de distinto origen migratorio.
Dicho análisis que aún se encuentra en una fase exploratoria nos permitió
hallar algunos factores comunes y divergentes que condicionaron sus tra-
yectorias de clase.
Para concluir quisiera reflexionar sobre qué dimensiones y aspectos del fenó-
meno de la movilidad social pudimos abordar a partir de la reconstrucción
de relatos biográficos de trayectorias familiares.
Un primer «hecho social» a destacar es que las personas narran su vida
vinculando sus propios cursos de acción en relación con legados simbólicos
(valores, disposiciones y horizontes de expectativas) y comportamientos
transmitidos por sus padres y en no pocos casos, como vimos, de sus abuelos.
En la reconstrucción de su biografía familiar Coco nos cuenta que quería
estudiar para dejar de ser los gallegos brutos de la esquina (en el barrio
de Parque Patricios), que su madre apenas sabía leer y escribir pero que su
madre generaba un clima propicio para que su hijo pueda estudiar en un
hogar ampliado que funcionaba como posta de una cadena migratoria y que
la trayectoria de movilidad social ascendente de su familia (mi familia) no
se puede comprender sin considerar aquella tarde en José decidió junto a
Antonio (su hermano de la vida) en la fuente de la aldea de Costanza migrar
a Buenos Aires, «donde no llovía porque todo era comercio». En su relato
nos plantea un hilo conductor entre el esfuerzo de las generaciones pasadas
y la posición relativamente más privilegiada de los nietos de José y Lola. La
generación migrante experimentó una movilidad social ascendente: comen-
zaron trabajando en empleos manuales no calificados, desarrollaron un oficio
por cuenta propia, compraron sus casas, luego se convirtieron en dueños de
comercios juntos a otros paisanos. Como dice Moya (2004)
Fueron pocos lo que se convirtieron en Anchorena o bailaron el tango
en el Plaza. Pero muchos ahorraron algunos pesos, giraron millones a su
tierra natal, criaron familias y se convirtieron en padres y madres de maes-
tras y contadores. Para la gran mayoría de los habitantes de aquella época
eso significaba un ascenso social; para los inmigrantes eso era: «hacer la
América» (289).
Además, adquirieron un prestigio social, sobre todo a través de la inserción
profesional de sus hijos que en su aldea natal no tenían. Una meta central de
las familias gallegas compartido con otras familias del aluvión inmigratorio de
Introducción
1 La nueva sociología urbana francesa de fines de la década de 1960 e inicios de 1970, marca sin
dudas el derrotero de los estudios urbanos en la región en tanto que este paradigma habilita
rápidamente diálogos con los teóricos de la dependencia y con aquellos que sostenían una
visión histórico–estructural del proceso de urbanización. «Una lectura latinoamericana de esta
corriente, enfatizando las variadas formas de producción del espacio construido en nuestros
países, lo constituye el texto pionero de Pradilla de 1974 sobre la producción de vivienda (…),
que aunque marcado por su interés de entender este problema en los países latinoameri-
canos, se trata de un esfuerzo de elaboración teórica que trasciende la especificidad de los
países periféricos, que marcó un punto de inflexión de la reflexión sobre estos asuntos; más
allá de las críticas que concitó, fue un estímulo para investigaciones posteriores para hacer
avanzar una nueva óptica para abordar este problema» (Lovera, 2012:14).
2 «Los distintos actores sociales recorren a lo largo de sus vidas un continuo de experiencias
que van trazando itinerarios —a veces más previsibles, a veces más aleatorios (Bourdieu,
1988)— que se construyen simultánea y pluralmente en múltiples dimensiones: familiar,
social, laboral, política, religiosa, cultural. Esto nos lleva a poner la mirada en los procesos
vitales que constituyen el marco para interpretar los distintos momentos significativos
en la historia de nuestros entrevistados» (Grafigna, 2005:2).
5 El uso de la biografía como fuente datos está siempre condicionado por la perspectiva
que el paso del tiempo, el peso de la historia y los efectos de la memoria imprimen a
las circunstancias vividas por los sujetos. Sin embargo, como señalan Schriewer y Díaz
Agea (2015:117), es mediante el relato que «se conectan memoria y palabra, configurán-
dose la conciencia personal del devenir de los acontecimientos vitales (...) Los hitos que
van marcando la existencia de las personas y la posibilidad de ofrecer una perspectiva
diacrónica del “antes” y del “después” afloran en los relatos biográficos como puntos de
partida para la interpretación del sentido de una vida».
Tipo de
Condicionantes:
vivienda
edad, género, trayectoriaS
nivel educativo o reSidencialeS
socioeconómico Modo de • Tipo de tenencia
ocupación • Relación con Jefe/a de hogar
Motivos de
mudanza
el diseño de los datos no puede ser pensado como un proceso lineal, sino
que este fue flexible y requirió un análisis continuo de los datos obtenidos.
Localización
1 CABA
5 Otras provincias
6 País limítrofe
7 Otros países
Entorno-hábitat
Formal
Vivienda social
Informal
Situación de calle
Rural
O: Después nos vinimos a vivir al barrio Sarmiento, que está del autódromo
para adentro, para el lado de la provincia.
E: ¿Cómo llegaron ahí?
O: Ahí vivía mi suegra.
E: ¿La vivienda cómo era?
O: Esas casas del banco, bah, que las hizo Perón. (Osvaldo, entrevistado en
2002, barrio Mataderos)
a) Tipología de vivienda
Casa
Rancho o Casilla
Departamento
Pieza en conventillo,
inquilinato, hotel
o pensión
Inmueble no residencial
Volvimos a Barracas pero a Magaldi. Ahí viví con mis papás, no sé cómo definirlo,
era una fábrica, sí. Adentro parecía una casa. Cuando llegamos nos encontramos
con dos piezas amplias, un comedor y un vestuario. (Margarita, entrevistada
en 2016 en barrio Padre Mugica, relocalizada de Agustín Magaldi)
Y me fui a Tierra del Fuego porque me casé y mi esposo era militar, y me fui
a vivir allá, pero no me fui a un barrio militar, me fui a una casa que era más
que precaria, porque allá es muy caro el alquiler, y una casa, pero te hablo
de paredes de madera, techo de chapa, cuando nevaba mucho se te metía
la nieve adentro... en el ’95 te salía 350 pesos por mes. Una casa de material
tenías que hablar de 600 pesos la más barata, y de ahí para arriba, el alquiler.
Entonces fuimos a una casa así. Y bueno, no alcancé a estar un año porque
a mi esposo lo mandaron a cubrir un puesto cerca de Malvinas, y bueno, yo
estaba con el nene sola y me volví. (María Sara, entrevistada en 2005 en Tigre)
Esta dimensión describe los diferentes modos en que los hogares logran
acceder a la tierra y a la vivienda en términos jurídicos. La variable se integra
de dos componentes, por un lado, la tenencia de la vivienda y por otro lado,
del suelo. Mediante esta articulación se busca reflejar las formas de tenencia
informales y el mercado de tierra y vivienda informal que caracteriza algunas
tipologías de hábitat por sobre otras.
Propia
Propiedad informal
Propiedad
de otro familiar
Alquiler
Alquiler informal
Prestada
Ocupada de hecho
Ejemplo de codificación:
Yo sé que ese lugar se tomó, ahí en la 21–24, pero la casa la construyeron mis
papás. (Margarita, entrevistada en 2016 en barrio Padre Mugica, relocalizada
de Agustín Magaldi)
[Codificación de tipo de tenencia: Propiedad informal]
c) Condición de hacinamiento
J Jefe/a de hogar
C Cónyuge
H Hijo/a
HN Hermano/a
P Progenitores–madre o padre
N Nieto/a
O Otro familiar
E Empleado/a
F Familiar de empleado/a
ON Otro no familiar
VC Vivienda colectiva
Sin información
o no corresponde
e) Motivos de mudanza
Finalmente, los factores que han sido destacados por los entrevistados como
motivaciones para los cambios de residencia arrojan luz sobre los modos en
que los hogares han interpretado sus estructuras de oportunidades y lograron
desplegar diferentes cursos de acción. Este componente habilita una lectura
interpretativa de las trayectorias residenciales —en el marco de las trayec-
torias de vida de los entrevistados— a partir de sus propias subjetividades.
Nos permite establecer vínculos entre los componentes subjetivos de los
movimientos y las otras dimensiones de las trayectorias, identificando, por
ejemplo, el peso que los hogares han adjudicado a lo largo del tiempo al tipo
de vivienda deseada, a los tipos de tenencia o a la localización (entre otros)
en el marco de sus motivaciones para los cambios residenciales.
Los motivos de mudanza son múltiples y diversos, narrados en primera
persona y enmarcados en las historias personales se presentan como únicos,
al estar ligados a una serie de percepciones de los sujetos y a la lectura que
realizan sobre las condiciones macro y mesosociales en las que desarro-
llan sus estrategias. Con el propósito de indagar los motivos de movilidad
como un componente de las trayectorias residenciales, se ha elaborado una
tipología que resume estos motivos. Desde ya, la pérdida de riqueza de la
información que puede significar la transformación de un relato extenso en
Me puse en pareja y nos mudamos a otro barrio dentro de la 21–24. Primero nos
juntamos primero en la casa donde ya vivíamos y después de un tiempo nos
fuimos a la casa donde él construyó en las vías y vendimos la otra casa que
teníamos. Porque mi pareja se puso a trabajar con el carro y a mí me habían
matado a mi hijo de 19 años en la villa para robarle la zapatilla y la camiseta,
Me recomendaron y había visto otra que era... yo, sabés qué pasa, que desde
que vine en el ’58 siempre viví en la Capital, lo que me gustaba era poder seguir
en la Capital. (Juan Carlos, entrevistado en 2002, barrio Mataderos)
[Codificación de motivos de mudanza: posición relativa en la ciudad
– externalidades (características de la localización)]
Mi papá compró unos terrenos para edificar una casa más grande; porque
somos cuatro hermanos, en aquel momento éramos tres, entonces para... tengo
dos hermanas mujeres y después nací yo, entonces, para tener una pieza para
varones y una para mujeres, nos mudamos. La hizo con un crédito (Leopoldo,
entrevistado en 2002, barrio Quilmes)
Porque mis viejos llegaron a conseguir un terreno que era más grande y pudie-
ron edificar un lugar que era solo para nosotros y también porque se decía que
iban a tirar la villa, eso se comentaba, y se anotó mi viejo a un plan de viviendas
Localización 7 1 2 1
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
jefe de hogar N H J
Cohabitación
Hacinamiento
juan carloS
nº mudanza
Localización 4 1
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
jefe de hogar H J
Cohabitación
Hacinamiento
oSvaldo
nº mudanza
Localización 5 2 1 2 1
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
jefe de hogar H O J
Cohabitación
Hacinamiento
1926
1928
1930
1932
1934
1936
1938
1940
1942
1944
1946
1948
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
3 1 5 2 1 Localización
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
H C jefe de hogar
Cohabitación
Hacinamiento
criStiÁn
nº mudanza
2 1 Localización
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
H N H J jefe de hogar
Cohabitación
Hacinamiento
oScar
nº mudanza
2 1 3 1 Localización
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
N J jefe de hogar
Cohabitación
Hacinamiento
1926
1928
1930
1932
1934
1936
1938
1940
1942
1944
1946
1948
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
Localización 7 3 7 3
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
jefe de hogar H J H J
Cohabitación
Hacinamiento
noemÍ
nº mudanza
Localización 2 3
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
jefe de hogar H C J
Cohabitación
Hacinamiento
leopoldo
nº mudanza
Localización 3
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
jefe de hogar H J
Cohabitación
Hacinamiento
1926
1928
1930
1932
1934
1936
1938
1940
1942
1944
1946
1948
1950
1952
1954
1956
1958
1960
1962
1964
1966
1968
1970
1972
1974
1976
1978
1980
1982
1984
1986
1988
1990
1992
1994
1996
1998
2000
2002
1966 1966
1968 1968
1970 1970
1972 1972
H
1974 1974
2
1976 1976
1978 1978
1980 1980
1982 1982
3
1984 1984
1986 1986
espacio de vida y tieMpo de vida
1988 1988
1990 1990
1992 1992
1994 1994
J
1996 1996
1998 1998
3
2000 2000
2002 2002
nÉStor
pedro
Hacinamiento
Cohabitación
jefe de hogar
Relación con
Tenencia
Hábitat
Tipo vivienda
Localización
nº mudanza
Hacinamiento
Cohabitación
jefe de hogar
Relación con
Tenencia
Hábitat
Tipo vivienda
Localización
nº mudanza
1935
1937
1939
1941
1943
1945
1947
1949
1951
1953
1955
1957
1959
1961
1963
1965
1967
1969
1971
1973
1975
1977
1979
1981
1983
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
claudia
nº mudanza
Localización 3
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
jefe de hogar H C
Cohabitación
Hacinamiento
ana marÍa
nº mudanza
Localización 2 3
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
jefe de hogar H CH C
Cohabitación
Hacinamiento
1935
1937
1939
1941
1943
1945
1947
1949
1951
1953
1955
1957
1959
1961
1963
1965
1967
1969
1971
1973
1975
1977
1979
1981
1983
1985
1987
1989
1991
1993
1995
1997
1999
2001
2003
2005
H
1946 1946
1948 1948
1950 1950
1952 1952
5
1954 1954
1956 1956
1958 1958
1960 1960
1962 1962
1964 1964
1966 1966
1968 1968
409
1970 1970
1972 1972
1974 1974
1976 1976
1978 1978
C
1980 1980
3
1982 1982
1984 1984
1986 1986
1988 1988
3
1990 1990
espacio de vida y tieMpo de vida
1992 1992
1994 1994
1996 1996
5
1998 1998
3
2000 2000
2002 2002
4
2004 C 2004
J
2006 2006
marÍa Sara
julia
Hacinamiento
Cohabitación
jefe de hogar
Relación con
Tenencia
Hábitat
Tipo vivienda
Localización
nº mudanza
Hacinamiento
Cohabitación
jefe de hogar
Relación con
Tenencia
Hábitat
Tipo vivienda
Localización
nº mudanza
1960
1961
1962
1963
1964
1965
1966
1967
1968
1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
amanda
nº mudanza
Localización 5 1 3 1
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
jefe de hogar H E H C H VC C J C J
Cohabitación
Hacinamiento
roberta
nº mudanza
Localización 5 2 6 1 5 1
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
jefe de hogar H E C ON C J C J
Cohabitación
Hacinamiento
emilia
nº mudanza
Localización 1 6 1
Tipo vivienda
Hábitat
Tenencia
Relación con
H CH C J C J
jefe de hogar
Cohabitación
Hacinamiento
1960
1961
1962
1963
1964
1965
1966
1967
1968
1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
H
1978 1978
H
1979 1979
1980 1980
7
6
1981 1981
1982 1982
1983 1983
1984 1984
H
1985 1985
EH
1986 1986
1987 1987
5
1988 1988
411
E
1989 1989
1990 1990
1991 1991
O
ON
1992 1992
5
J 1993
1993
J ON
1994 1994
1995 1995
H
1996 1996
1997 1997
ON
1998 1998
1999 1999
2000 2000
6
C
2001 2001
2002 1 2002
2003 2003
2004 2004
2005 2005
1
espacio de vida y tieMpo de vida
2006 2006
J
O
5
2007 2007
2008 2008
J
2009 2009
3
2010 2010
2011 2011
2012 2012
1
C
2013 2013
2014 2014
1
2015 2015
2016 2016
2017 2017
joSÉ
Silvia
jacinto
Hacinamiento
Cohabitación
jefe de hogar
Relación con
Tenencia
Hábitat
Tipo vivienda
Localización
nº mudanza
Hacinamiento
Cohabitación
jefe de hogar
Relación con
Tenencia
Hábitat
Tipo vivienda
Localización
nº mudanza
Hacinamiento
Cohabitación
jefe de hogar
Relación con
Tenencia
Hábitat
Tipo vivienda
Localización
nº mudanza
rEfErEncias
Propiedad H Hijo/a
de otro familiar
HN Hermano/a
Sin información
o no corresponde
Noemí (sectores medios, Quilmes), relata que su primera vivienda fue una
habitación en una pensión de la que se muda a los dos años porque su familia
había logrado comprar una casa gracias a la ayuda de familiares. Esta primera
mudanza mejora sustancialmente las condiciones residenciales en términos
de tenencia y hacinamiento. A los 28 años se produce su segundo movimiento
residencial: se casa y se muda con su pareja a un departamento que le prestan
sus padres, construido encima de su casa, mientras terminan de construir su
propia vivienda en un lote propio ubicado en una peor localización. Este tercer
movimiento se produce dos años después e implicó un cambio desfavorable
sobre la localización de la vivienda, aunque implicó autonomía del hogar y
la propiedad de la vivienda en la que viven hace más de 30 años.
Julia (Sectores medios, Tigre), nace en 1934 en una zona rural de Entre Ríos, a
los 19 años se casa y con su marido se compran un lote donde construyen su
casa. Este primer movimiento implica una mejora en la localización, ya que pasa
de un entorno de hábitat rural a uno urbano. Cinco años después, por el creci-
miento del tamaño de la familia deciden mudarse a una vivienda más grande,
sin modificar los otros componentes de su trayectoria. Su tercer movimiento
tiene lugar en 1971, a los 37 años y fue motivada por la necesidad de encontrar
un empleo tras el cierre de la fábrica en donde trabajan Julia y su marido.
Deciden mudarse a Buenos Aires, como estrategia familiar residencial y de vida,
significaba un acercamiento a nuevas oportunidades laborales y una mejora en
términos de localización residencial. Como contracara, abandonaron su situación
de propietarios para ser inquilinos, sin embargo esta situación fue provisoria y
algunos años después lograron acceder a la propiedad de su vivienda.
Ana María (sectores medios, Tigre), nace en 1960 en Ramos Mejía, Provincia de
Buenos Aires. Vive con sus padres y sus abuelos en la misma casa hasta los 24
años, cuando se casa y se muda a Lomas de Zamora. Este primer movimiento
residencial, movilizado por la independencia del hogar paterno, empeora
su situación de tenencia pasando de ser un hogar propietario a inquilino.
Allí vive solo por un año hasta que se mudan a la casa de su suegro quien
precisa de cuidados. Si bien dejan de ser inquilinos, viven en allegamiento
cohabitando con otros familiares. Al año siguiente su suegro muere y se Ana
María se muda a otra casa en Munro, prestada por un familiar, recuperando
la independencia del hogar nuclear. Al año siguiente, se mudan nuevamente
hacia una casa que alquilan en Florida solo por dos años. El hogar al no poder
afrontar el costo del alquiler y frente a la necesidad de encontrar un hogar fijo
en el que puedan establecerse por un período de tiempo más largo debido
al inicio de la escolarización de sus hijos, deciden comprar una vivienda. Sin
embargo, para acceder a la propiedad debieron renunciar a la localización
deseada. En 1989, a los 29 años, Ana María se muda a la casa en la que vive
al momento de la entrevista, ubicada en Tigre, en un barrio formal.
Jacinto (sectores populares, Conjunto Urbano barrio Padre Mugica). Jacinto nace
en 1967 en Perú y sus tres primeras mudanzas suceden dentro de su país de
nacimiento. A los 9 años se muda de un entorno de hábitat informal a un barrio
formal, pasando de una tenencia de la vivienda informal a la tenencia formal
jurídica de su nueva casa. Además, este primer movimiento implicó una mejora
El dato que señala la primera de las columnas de los gráficos (trayecto resi-
dencial) analizado en comparación con los años de vida de las biografías,
nos permite observar ciertas diferencias en las trayectorias residenciales de
6 Esta estigmatización no puede ser deslindada del hecho de que las institucio-
nes jurídicas no solo otorgan legalidad a determinados actos o situaciones, sino
7 Familia nuclear neolocal es aquella constituida por un núcleo conyugal que, al momento
de formarse, fija una residencia separada e independiente de otros parientes (Torrado,
2000). Este es el tipo prevaleciente en la Argentina como pauta cultural, sin embargo, está
permeada por la condición socioeconómica. El acceso al mercado laboral y al mercado
de tierra y vivienda está en la base de las posibilidades de concretar o no este modelo
(Cfr. Liernur, 1999 y Cosse, 2010).
Introducción
I
B
F E
Datos y métodos
¿Cómo analizar una biografía? ¿Se analiza del mismo modo que una entre-
vista? ¿Qué límites requiere respetar el material biográfico a la hora del
análisis?
En este capítulo abordaremos las biografías como una totalidad. Un abor-
daje cualitativo del análisis biográfico debe entender a las biografías como
una narración cargada de sentido y de emociones. Es una concatenación de
acontecimientos que el entrevistado ordena para darle una coherencia al
momento de su enunciación, sin embargo esa construcción tiene incorpo-
rada una mirada reflexiva y retrospectiva que luego es complementada con
materiales como la línea de vida, árboles genealógicos, fotos, documentos
u otro material que aporte a nuestra historia.
La biografía como un relato que tiene unicidad en sí mismo adquiere
sentido cuando es trabajada a partir de conocer la totalidad del relato, sin
desmembrarlo en el análisis.
En ese ejercicio reflexivo el entrevistado expone su vida apelando a senti-
dos, metáforas, explicando los acontecimientos en forma detallada. Por eso
es relevante comenzar las entrevistas biográficas con una pregunta inicial
clara, amplia, de fácil comprensión y que el entrevistado pueda responder, de
¿Qué aportan los acontecimientos? ¿Cuál es su rol? ¿De qué forma se ana-
lizan? En este apartado intentaremos bucear en los puntos de inflexión de
dos formas, una a través de la entrevista biográfica a partir de una pregunta
muy amplia como disparador para que el entrevistado pueda comenzar a
bucear en su pasado y en su presente. El objetivo es acceder a recuerdos y
a situaciones que nos permitan conocer el modo en que ellos le dan forma
a su biografía.
Los acontecimientos significativos son aquellos que constituyen los puntos
nodales de la experiencia biográfica. Estos acontecimientos son puntos de
inflexión en la vida de las personas. Por este motivo es necesario que sean
los entrevistados los que marquen los acontecimientos. «Es el momento
en el que las representaciones incorporadas de uno mismo, de la sociedad
y del mundo, son alteradas; situaciones en las que el sujeto se interroga,
interpreta, intenta encontrar un sentido, producir nuevas representaciones»
(Leclerc–Olive, 2009:19).
Estos acontecimientos abren complejidades al análisis de las biografías
ya que pueden ser abordados de distintas aristas, por un lado, afectivas
desde los sentimientos que producen, morales, desde los cuestionamientos
que plantean, físicas desde los malestares que acarrean, reflexivas desde el
pensar y repensar las biografías de un modo diferentes al que se ha estado
Emocional
Mi nacimiento 1985
Mi graduación 2009
4 hijos
HErMana HErMano
Ama de casa, Empleado fábrica de
marido trabajador sandwiches
de la construcción, Casado. Casado, 2 hijos.
casada 3 hijos HErMana Muere a los 30 años de
vivos, una nena Ama de casa, una enfermedad.
que no vivió. casada, 6 hijos.
Marido changas,
lleva por dinero
los niños al
ana Marido
colegio.
Trabaja en Casado, separado,
casa de familia, juntado.
casada, Problemas de droga.
separada. Preso.
1 hija
10 años
aBuEla patErna
Ayuda a la familia y
paga colegio privado
de Laura.
MadrE padrE
Ama de casa, Trabaja en un aserra-
tiene a Laura dero, luego vigilancia
joven. barrio privado.
4 hijos
padrE dE
HErMano HErMano HErMano laura la HiJa dE laura
17 años. 18 años. 21 años. 25 años, 25 años, soltero,
primera hija, compañero de
madre soltera. colegio.
1 hija
10 años
Me crié en una familia, bastante humilde. (...) Mis primeros pasos por el jardín,
fueron por un jardín estatal, público. La primaria, los primeros años, si mal no
recuerdo, hasta 5° año, lo hice en un colegio privado, me lo pagaba mi abuela.
Después en 5° grado me cambiaron de escuela pública, un poco por las cuotas
y los materiales que pedían en la escuela privada, y otro tanto por la mala
conducta. (...) Octavo y noveno [grado] lo hice en una escuela privada, primero
de polimodal también. Luego dejé y volví al bachillerato popular. (Laura)
Octavo y noveno, lo hice en una escuela privada, más que nada por el nivel
bajo de la escuela pública, que siempre faltaban los maestros, por reclamar
sus derechos (se ríe, lo dice en tono irónico). Entonces mientras estaba la
posibilidad de mi abuela, ella me pagaba la escuela privada. (Laura)
Justo yo había pasado una preadolescencia y a los 13 años era bastante inde-
pendiente en mis decisiones, no le daba mucha bola a mis viejos o gente
que me daba consejos, como maestros, profes. Comencé a tener problemas
de adicción en las drogas…porque…porque no sé…o por ahí son muchos los
porqué, pero más que nada vivía en este ambiente, por el barrio que tiene
mucho de esos problemas de chicos en las adicciones. Así que primero de
polimodal, lo empecé mal, porque tuve un accidente en marzo, cuando esta-
ban por empezar las clases. Había roto un vidrio de una ventana, y me había
cortado el brazo, venas, arterias…estuve en terapia intensiva, estuve en coma
mucho tiempo. (Laura)
Durante mucho tiempo estuvo fuera del colegio y eso la retrasó, lo que más
tarde ocasionó que repitiera el año. Su entrada a las drogas fue a partir de un
compañero de colegio con el que entabló amistad. Generalmente las personas
llegan a fumar marihuana a partir de formar parte de un grupo que le enseña
cómo utilizar la técnica y cómo aprender a fumarla por placer (Becker, 1971).
Con el paso del tiempo, Laura fue pasando a drogas con dependencia
física que le provocó un problema serio de adicciones. Los recursos en los
barrios para salir de las drogas son escasos. La falta de redes de contención,
de recursos hace que el enfrentamiento a ese problema desencadene otros
inconvenientes como el alejamiento del colegio, la pérdida de los empleos,
etcétera.
Las experiencias de fracaso escolar entre los vecinos del barrio son rei-
teradas. En varias ocasiones aparece la falta de comprensión de los trámites
que deben hacerse para la inscripción en las escuelas, o el retiro de las
tarjetas para el cobro de trabajos o planes sociales. A los vecinos del barrio
les cuesta mucho más lidiar con trámites, porque no manejan la información
necesaria para llevarlos adelante. La incorporación de la burocracia y con
ella del papeleo y de su importancia, así como de guardar los originales y
sacar fotocopias, les trae aparejado una serie de problemas que en reiteradas
ocasiones terminan excluyéndolos del sistema educativo, y perjudicándolos
en el plano laboral.
Ana vivió toda su vida en la zona norte del Conurbano bonaerense. Nació en
San Fernando, vivió unos años en Pilar durante su infancia, para luego asen-
tarse en el barrio Baires de Don Torcuato, una zona donde ya vivía parte de
A los 17 años Ana se pone de novia con un muchacho del barrio. Luego de
cinco años en pareja, deciden buscar un embarazo. Luego de un año de
búsqueda, Ana queda embarazada de su primera y única hija. En su relato,
Ana remarca varias veces lo buscado que fue el embarazo y la decisión de
formar una familia tradicional. Habiendo sido encargada del cuidado familiar
por varios años, el cuidado de su hija aparece como una extensión de las
tareas al interior del hogar de origen que venía desarrollando. Relata estos
primeros años como los momentos más lindos de su historia, con el desa-
rrollo de una familia propia y sus hermanos de las de ellos con el nacimiento
de sus sobrinos. «Recuerdo un tiempo lindo cuando estaba en familia con
mi esposo, va exesposo y Mica» (Ana). Estos buenos momentos se dan en el
marco de un hogar y una estabilidad económica. Al tiempo, cuando su marido
pierde el trabajo y se rompe esa tranquilidad, se trastoca toda la vida familiar.
Teniendo que saltar de un trabajo al otro y sin permitir que Ana ingresara al
mercado laboral, la situación familiar empieza a trastabillar. Luego de varios
trabajos, su marido termina como remisero en el barrio y le asignan el turno
de la noche. Los barrios obreros de noche no son lo tranquilo que son de
día. Esto aparece en la narración de Ana cuando le atribuye a este último
Yo no quería esta vida para mi hija y para mí, pero es lo que le toca a cada
uno. Él estaba de noche, los amigos no andaban en nada bueno. [Le decían:]
«Vení que hacemos esto y tenés más plata para darle a tu hija», le gustó la
plata fácil, es muy influenciable. Trabajaba de cualquier cosa y ahora cambió.
Para superar la noche tenía que drogarse. La plata fácil y la droga (eran más
importantes) que yo y mi hija y nos perdió. (Ana)
Las estructuras espaciales de los barrios obreros están atravesadas por una
cuota alta de violencia. Esta estructura le aporta otra desventaja a la que las
familias que allí habitan están sometidas. Episodios de violencia atravesaron
la vida de Ana. Un primer episodio se vincula con la detención del exmarido.
Ana cuenta que como el padre es policía no creían que allanarían la casa.
Una madrugada, a las 6 de la mañana, los policías irrumpen por la puerta,
dejándola rota, y piden que todos salgan de la cama y se tiren al piso. Todos
recibieron golpes y patadas por parte de la fuerza. A pesar de que Ana estaba
separada, ella, su mamá, su hermano, su hermana, su hija y sobrinos vivieron
un día terrible. Ana le dice a las personas que entran en estos allanamientos
cabezas de tortugas, se las considera algo aparte para las fuerzas de segu-
ridad. Ella menciona que donde pasan los «cabeza de tortuga» queda todo
roto y además se roban cosas. Y ha pasado tiempo de ese episodio y cuando
Ana lo cuenta se ríe y hace chistes. Se pone más seria cuando relata que el
exmarido está preso por 15 años por robo seguido de muerte y se lamenta
por las decisiones de su exmarido de engañarla y de robar.
Otro episodio que vivió la familia de Ana es que su madrastra apuñaló a
su papá, ella menciona «la señora con la que andaba mi papá lo apuñaló».
Si bien ella no lo presenció, todos en el barrio se enteraron.
A estas estructuras espaciales violentas se suman las muertes en la vida de
Ana. Una muerte que tiene gran impacto en su vida es la muerte del hermano,
quien es cercano en edad y en amistad. No obstante, al poco tiempo, la
muerte del hermano de tan solo 30 años la golpea y tras ese hecho terrible la
muerte de su sobrina recién nacida por una malformación. En la actualidad,
tras la muerte del hermano, su cuñada viuda comienza una relación con un
hombre que se droga, esa convivencia sucede arriba de la casa de Ana. Su
cuñada y sus sobrinos aparecen golpeados a menudo, a pesar de que Ana
hace la denuncia, parece no haber forma de protegerlos. Su sobrino comenzó
a robar, luego de la muerte de su hermano.
La droga, el robo y la muerte son acontecimientos que están presentes
en la estructura espacial en la que Ana vive cotidianamente, son aconteci-
mientos biográficos que dan giros a las biografías y que tienen consecuencias
en la vida de Ana y de su hija. Estos acontecimientos atravesaron la vida
adulta de ella y de sus hermanos. Estar sometidos a desventajas espaciales
donde prima la violencia, la droga y la muerte deja huellas en las biografías
personales y atraviesa la biografía familiar, generando desventajas para las
próximas generaciones.
A lo largo de este capítulo hemos tenido dos grandes metas, la primera fue
analizar la biografía de dos mujeres que habitan barrios populares para
conocer cómo son los caminos que llevan a las personas a descender social-
mente. Cuáles fueron los acontecimientos cruciales que estas mujeres de
clase popular enfrentaron y de qué modo marcaron sus vidas, habilitando
giros en sus trayectorias biográficas que empeoraron sus condiciones de vida.
Por otro lado, el capítulo tuvo expresamente un objetivo metodológico que
fue mostrar, a partir del análisis biográfico y la línea de vida elaborada por
las entrevistadas, las potencialidades y limitaciones que tiene esta técnica.
Del análisis de la biografía encontramos que en ambos casos aparecen
trayectorias de descenso social intergeneracional, de padres a hijos, y un
descenso escolar intergeneracional en el caso de Ana. Sin embargo, lo más
relevante de los hallazgos fue conocer cómo en esa trayectoria confluyeron
diversos procesos sociales y personales. Asimismo, el capítulo mostró cómo
esta estructura espacial de acumulación de desventajas puede interactuar
con la biografía y cómo esas desventajas refuerzan procesos de reproducción
de una clase social y desclasamiento de cierta fracción de la clase popular.
Los acontecimientos más relevantes giraron en torno a cuestiones fami-
liares: separaciones, conformación de familias paralelas, embarazo adoles-
cente y pérdida de seres queridos. Por otro lado, aparecieron problemáticas
vinculadas a la violencia, la droga y la cárcel. Este último acontecimiento, la
cárcel, limita las posibilidades a futuro.
Si bien estos acontecimientos pueden dentro de una trama biográfica y en
un contexto espacial de desventaja mostrarse como puntos de inflexión que
habilitan caminos de descenso social, los mismos no pueden ser tomados
y reificados de una vez y para siempre como causantes de descenso social.
En todo caso advertimos que estos acontecimientos pueden contribuir o
propiciar caminos de descenso social y hay que investigar profundamente si
esto es así, tomando en cuenta distintas estructuras espaciales y más casos.
En las biografías encontramos que la posición social alcanzada por las
entrevistadas y sus bajos niveles escolares repercutieron en forma desven-
tajosa para sus hijas, con ello aparece nuevamente el debate educativo,
la escuela parece no poder romper la reproducción del origen familiar. La
Introducción
1 Esta investigación forma parte del proyecto «Articulación entre el nivel secundario y la
Universidad Nacional del Litoral: instituciones, sujetos y trayectorias» en el marco del
Programa de Promoción y Apoyo a la Investigación en Temas de Interés Institucional
(PAItI, convocatoria 2014). En dicho proyecto se abordaron tres transiciones educativas
(finalización de la educación secundaria, ingreso a instituciones de educación superior
y permanencia en el primer año). Este capítulo se nutre de la misma estructura de datos
fusionada para el proyecto, pero se circunscribe el análisis a los inscriptos a UNL, avan-
zando en el análisis de secuencia (y sus medidas asociadas) que no fue posible incluir
en dicho proyecto. Agradezco a Ernesto Meccia la revisión detallada, los comentarios
generosos y la original propuesta del título de este texto.
Aspectos conceptuales
Para describir, caracterizar y comparar las tIU, se propone una mirada proce-
sual que permite seguir en el tiempo a cada uno de los aspirantes a carreras
ofertadas por la UNL para el año académico 2014, usando análisis de secuen-
cia. Esta perspectiva no supone solo el uso de una herramienta metodológica,
sino que consiste en un cuerpo de preguntas sobre los procesos sociales y un
conjunto de técnicas para resolverlas (Abbott, 1995:93). Por esta razón, en este
apartado se desarrollan los supuestos y conceptos utilizados para abordar
las tIU. Yendo de lo general a lo particular, primero se aborda el concepto de
trayectoria y su definición encuadrada en el análisis de secuencia; segundo
se focaliza en las tIU y su modelado.
3 También reconoce como antecedente la perspectiva del curso de vida y, en general, los
aportes teóricos que asumen una mirada secuencial de los hechos sociales. Su propuesta
procura resolver un problema común de las perspectivas que asumen la secuencialidad
en sus teorías, pero operan con métodos no secuenciales (Abbott, 1995).
6 La hipótesis es que las fases del curso de vida corresponden a específicos perfiles de
estados mientras que las transiciones implican el pasaje de un perfil a otro. Un corolario
de esta perspectiva es la hipótesis que una larga serie de fenómenos, incluyendo aspectos
del funcionamiento psíquico, están más directamente relacionados con cambios en perfil
de estados que a su edad cronológica (Levy & Widmer, 2013:22–23).
7 Dado que la ventana de observación propuesta para analizar las trayectorias educativas
en este estudio es cronológicamente corta y el corte del seguimiento es arbitrario, la
propiedad de convergencia de las secuencias no pudo ser indagado.
8 Si bien en esta investigación las trayectorias son modeladas solo con dos estados que
refieren a la participación en el mundo educativo (la universidad), también pueden com-
binarse estados que refieran a distintos roles individuales en distintas esferas de vida
(laboral, familiar, residencial).
dic 13 fEB 14 Mar 14 Jul 14 oct 14 dic 14 fEB 15 Jul 15 oct 15 dic 15
ArtiCulACión
insCriPCión
PriMer Año
Cursos de
iniCio
unl
dic 13 fEB 14 Mar 14 Jul 14 oct 14 dic 14 fEB 15 Jul 15 oct 15 dic 15
Se inscribe
Completa proceso inscripción
Se inscribe
No completa proceso inscripción
Trayectoria de No está presente en al menos 1 acta de examen
desafiliación No aprueba al menos 1 curso de articulación disciplinar
No está presente en al menos 1 acta de examen en 1° año
No aprueba al menos 1 materia correlativa a curso de articulación disciplinar
Estrategia metodológica
14 Se siguió al aspirante 2014 en todas las mesas de examen de 2014 y 2015. Como este estu-
dio busca seguir al estudiante en los itinerarios normativos propuestos por la institución
y que los cursos de ingreso disciplinares son correlativas a las materias de primeras, se
procuró cumplir con el máximo de turnos posibles.
mide la aprobación de las dos materias de primer año que son correlativas
a los cursos de articulación disciplinares.15 Entre tres y cuatro de cada diez
aspirantes 2014, aprueban al menos una materia de primer año correlativa
a los cursos de ingreso disciplinares y solo dos de cada diez aprueban las
dos materias de primer año correlativas.16
Las secuencias construidas para cada uno de los aspirantes universita-
rios que componen la cohorte, en base a la delimitación de una ventana de
15 Para construir los eventos de aprobación de las materias de primer año correlativas a
los cursos de articulación disciplinares se toma en cuenta la carrera elegida, siguiendo
los lineamientos normativos de la institución.
16 Las secuencias construidas en base a estos 11 eventos pueden leerse de dos modos: a)
tomando todos los eventos realmente existentes; b) simplificando la lectura a los eventos
que suponen una habilitación para el evento posterior (excluyendo los más exigentes). Tal
secuencia simplificada se compone de los siguientes eventos ASP=>ING=>CA3=>eSt=>PA_1.
No aprobar al menos un curso disciplinar o no aprobar al menos una materia de primer
año correlativa, supone que el aspirante posterga su avance en la trayectoria educativa.
Dicho de otro modo, necesitará invertir más tiempo del pautado para experimentar
dichos eventos: tendrá que volver a rendir el curso disciplinar en otra instancia, tendrá
que rendir su correlativa de primer año en el segundo año o en años posteriores.
Análisis
Clima educativo hogar (1) Sin secundaria 1.219 18,3 1.020 17,4 581 14,7
Clima educativo hogar (2) Sin universitarios 3.595 54,1 3.074 52,4 1.904 48,2
SI NO NO NO NO NO NO NO NO NO NO 676 10,2
SI SI SI SI NO NO NO NO NO NO NO 494 7,4
SI SI SI SI SI SI SI SI SI SI NO 477 7,2
SI SI SI SI SI SI SI SI SI NO NO 415 6,2
SI SI NO NO NO NO NO NO NO NO NO 390 5,9
SI SI SI SI SI NO NO NO NO NO NO 367 5,5
SI SI SI SI SI NO NO SI SI SI NO 323 4,9
SI SI SI SI SI NO NO NO NO NO NO 239 3,6
SI SI SI SI SI NO NO SI SI NO NO 208 3,1
asp inG ca1 ca2 ca3 ca4 ca5 Est pa1 pa2 pa3
72,2 %
Cum. % freq.
(n=6651)
0%
más), son la mayoría (4762 casos, 71,6 %). Sus trayectorias varían en el evento
que desencadena la desafiliación (cuando la ausencia es acumulativa) o el
enlentecimiento (por reprobación o por ausencia de turno de examen).
En la siguiente gráfica se compara la gráfica de trayectorias individuales
(arriba) con el histograma de trayectorias (abajo). La gráfica de arriba, per-
mite observar con detalle el cambio de estados conforme avanza el tiempo.
El histograma de abajo muestra la proporción de cada trayectoria en una
escala del 0 al 1 (donde 1 es como el 100 %, es decir, el total de casos). Los
«peldaños» más pronunciados, indican mayores pérdidas en las trayectorias
y los menos pronunciados, menores pérdidas.
6354
5611
4868
6651 seq. (n=6651), sorted
4125
3382
2639
1896
1153
477
1
asp inG ca1 ca2 ca3 ca4 ca5 Est pa1 pa2 pa3
1.0
0.9
0.8
0.7
Freq. (n=6651)
0.6
0.5
0.4
0.3
0.2
0.1
0.0
25 Se pueden obtener valores del índice altos si muchos aspirantes están presentes en
un evento, pero también si muchos aspirantes están ausentes en un evento. Por eso
es importante interpretar esta medida a la luz de la información descriptiva sobre las
trayectorias educativas.
Si concordancia SI SI SI SI SI NO NO SI SI NO NO 7 0,84
Retención por evento 0,88 0,85 0,90 0,82 0,70 0,88 0,86 0,84 0,71 0,64
0.8 0.8
0.6 0.6
0.4 0.4
0.2 0.2
0.0 0.0
asp
inG
ca1
ca2
ca3
ca4
ca5
Est
pa1
pa2
pa3
asp
inG
ca1
ca2
ca3
ca4
ca5
Est
pa1
pa2
pa3
asp
inG
ca1
ca2
ca3
ca4
ca5
Est
pa1
pa2
pa3
Aglomerado residencia Transición Edad normativa
Resto Santa Fe No normativa Normativa No normativa Normativa
1.0 1.0
0.8 0.8
0.6 0.6
0.4 0.4
0.2 0.2
0.0 0.0
asp
inG
ca1
ca2
ca3
ca4
ca5
Est
pa1
pa2
pa3
asp
inG
ca1
ca2
ca3
ca4
ca5
Est
pa1
pa2
pa3
asp
inG
ca1
ca2
ca3
ca4
ca5
Est
pa1
pa2
pa3
Concordancia Clima normativo hogar (1) Clima normativo hogar (2)
No Sí Sin educación obligatoria Con Sin universitarios Con
1.0 1.0
0.8 0.8
0.6 0.6
0.4 0.4
0.2 0.2
0.0 0.0
asp
inG
ca1
ca2
ca3
ca4
ca5
Est
pa1
pa2
pa3
asp
inG
ca1
ca2
ca3
ca4
ca5
Est
pa1
pa2
pa3
asp
inG
ca1
ca2
ca3
ca4
ca5
Est
pa1
pa2
pa3
Sector CSE
Otro Público Privado Bueno Regular Suficiente
1.0
0.8
0.6
0.4
0.2
0.0
asp
inG
ca1
ca2
ca3
ca4
ca5
Est
pa1
pa2
pa3
asp
inG
ca1
ca2
ca3
ca4
ca5
Est
pa1
pa2
pa3
Tipología de tiu
Conclusiones
1 234 533 832 1165 1531 1897 1 169 385 601 817 1056 1319
0.0
0.2
0.4
0.6
0.8
1.0
0.0
0.2
0.4
0.6
0.8
1.0
Fuente: cohorte de aspirantes a carreras de unl para el año académico 2014. N=6.651.
gráfica 4. tipos dE tiu (indiVidualEs, arriBa; HistoGraMa, aBaJo) asp asp asp asp
1
ca5 ca5 ca5 ca5
2
ca5 ca5 ca5 ca5
0.2
0.4
0.6
0.8
1.0
0.0
0.2
0.4
0.6
0.8
1.0
1 156 355 554 753 952 1173 1 182 414 646 878 1136 1420
tiPos de trAyeCtoriAs
Fuente
PAiti–unl (2014). Articulación entre el nivel secundario y la universi-
dad: instituciones, sujetos y trayectorias. Santa Fe: Programa de
Promoción y Apoyo a la Investigación en Temas de Interés Institu-
cional, Universidad Nacional del Litoral.
Introducción
1 Este capítulo reseña el trabajo realizado en la tesis de doctorado de Krause (2015) y publi-
caciones parciales producidas en el marco de dicha investigación (Krause, 2017a; 2017b;
2016a; 2016b; 2016c; Hornes y Krause, 2015). El proyecto fue financiado por el Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CoNICet), y dirigido por la dra. Ruth Sautu
y la dra. Betina Freidin en el área de Estratificación Social del Instituto de Investigaciones
Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.
2 Sobre las definiciones de generaciones y cohortes, ver Giele y Elder (1998) y Domingues
(2002).
3 Dado que en América latina el apellido de Alfred Schütz ha sido traducido y conocido
como Schutz, mantenemos la forma Schutz.
6 Las relaciones nosotros son situaciones cara a cara que trascienden la existencia de
cualquiera de los asociados y que, por lo tanto, solo pueden ser apresentadas por medio
de la simbolización (Schutz, 2003a).
Estrategia metodológica
(continúa...)
20 familias 11 familias
de clase media de clase trabajadora
Tipo de cobertura de salud 8 con prepaga, 11 con obra 1 con obra social y 10 sin
social y 1 sin cobertura cobertura
2 HErManos
Ingenieros uBa,
1950 más grandes. padrE EntrEVistado
Ayudaban Julio
al padre 62 años. Nació en 1951 en Victoria,
en el taller. San Fernando, Buenos Aires. MadrE
Primaria pública. Secundaria privada 56 años. Nació en 1957 en caBa.
laica. Ingeniero uBa (1970-1982). Terciario completo. Secundaria
Ha trabajado en el sector privado e pública: perito mercantil.
1960 investigación. Actualmente trabaja como Docente part-time de nivel
docente de secundario y universidad medio. Empleada de planta
(titular de cátedra). Empleado de planta regular, con cobertura de salud.
regular, con cobertura de salud.
1970
1980
1ra. HiJa
24 años. Nació en 1989.
Primarias públicas en Flores y San Isidro.
1990 Secundaria completa en escuela técnica. 2do. HiJo
Universidad en curso: Cs. De la Informática 17 años. Nació en 1995.
+ Profesorado uBa. Primaria pública en San Isidro.
Docente de escuelas secundarias públicas Secundaria en curso en escuela técnica.
y privadas. Pasantía profesional en fábrica.
2000 Vive con los padres en Victoria Docente de apoyo particular.
Cursa cBc-uBa: Diseño Industrial.
Vive con los padres en Victoria
1920
BisaBuEla MatErna
Nació en 1924 en zona
rural de Córdoba.
Empleada doméstica.
1930
1980
1ra. HiJa
28 años. Nació en 2do. HiJo
1987. Secundaria 27 años. Nació en
completa. Vive en 1988. Trabaja en 3Er. HiJo
Berazategui con su un comercio en la 25 años. Nació en
pareja y una hija de caBa. Vive en Tigre 1990. Trabaja en
1990
2 meses. con su pareja y 2 carga y descarga
hijos. de camiones 4to. HiJo
(empleado formal). 21 años. Nació en
5ta. HiJa Vive con los padres 1994. Trabaja en
20 años. Nació en en Villa España. carga y descarga
1995. No estudia de camiones. Vive
ni trabaja. Está 6to. HiJo en Hudson con su
embarazada. Vive 17 años. Nació en 7Mo. HiJo pareja y un hijo de
2000 con los padres en 1998. Cursa primer 16 años. Nació en 3 años.
Villa España. año de la secun- 1999. Secundaria
daria en escuela pública incompleta.
pública nocturna No consiguió 8Va. HiJa
en Villa España. No vacante en la 9 años. Nació en
trabaja. Vive con escuela nocturna. 2006. Cursa la
los padres. Vive con los padres primaria en escuela
en Villa España. pública de doble
2010 escolaridad. Vive
con los padres en
Villa España.
Temporalidad vivida
El horizonte temporal es otro de los rasgos culturales que hacen que las
experiencias de las familias de clase media y clase trabajadora sean dife-
rentes. Hemos observado respecto del dinero que, para las familias de clase
trabajadora, es difícil organizar sus gastos como mensuales o a largo plazo;
en cambio, se preocupan por las compras y gastos día a día. Esta forma de
organizar la economía doméstica, aún en los casos en que perciben ingresos
mensuales y regulares, no solo se relaciona con la falta de dinero sino con
una forma de vivir y sentir la temporalidad.
Las proyecciones estabilizan el mundo como inteligible y guían las acciones
en el presente de acuerdo a expectativas y aspiraciones. Las familias de clase
trabajadora viven el día a día. Describen detalladamente los usos del dinero
en tanto moneda doméstica, volátil y de corto alcance. Asimismo, al describir
la escolaridad de sus hijos, algunas familias ni siquiera dan por sentada la
culminación del año lectivo en curso. Solo expresan expectativas de que sus
hijos e hijas alcancen un nivel universitario cuando estos son mayores y ya
se encuentran cursando una carrera o bien se han inscripto para comenzar a
cursar próximamente, y al mismo tiempo lo ponen en duda. Las familias de
clase media, en cambio, describen sus inversiones monetarias a largo plazo
y, teniendo en cuenta su patrimonio cultural heredado, las expectativas de
logros educativos de nivel superior por parte de sus hijos e hijas se encuentran
presentes desde su nacimiento. Estas familias despliegan una estrategia de
control sobre las trayectorias educativas de sus hijos e hijas, eligen la escuela
secundaria previéndola como «un paso hacia» determinadas trayectorias
educativas y laborales y así van previendo y resolviendo anticipadamente,
poniendo en práctica su acervo de conocimiento familiar y de clase.
En clase media, los procesos de reflexividad y proyección de sí (y sus fami-
lias) a futuro se presentan como deductivos y de mayor alcance, atravesando
sus expectativas educativas y ocupacionales, sus inversiones de dinero, sus
prácticas de cuidado y hábitos de vida. Los relatos de la clase trabajadora,
en cambio, parecen más intuitivos. Ello no tiene que ver con una falta de
conocimientos, interés o creatividad por parte de los padres y madres de
8 Ver Llovet (1984), Santillán (2009), Domínguez Mon y Garriga Zucal (2012), entre otros.
Conclusiones
Introducción
La dimensión vincular
Muchas veces los agentes que ocupan posiciones de liderazgo —sea en la polí-
tica, en la vida económica, religiosa o en el terreno cultural— se presentan a sí
mismos y a su actividad como autónomas de otras lógicas sociales. Es decir,
construyen un universo que se expresa y se interpreta con reglas propias. Sin
embargo, un trabajo exhaustivo nos puede mostrar que coexisten diversas
modalidades de relación social que llevan a que determinadas personas
ocupen determinados lugares a expensas de otras. Es decir, lo que está atrás
de cada actividad son redes, formas de sociabilidad, círculos etcétera. A este
tipo de relaciones familia lo podemos llamar dimensión vincular. El estudio
de esta nos permite establecer —por ejemplo— cómo la religión, las prefe-
rencias sexuales, la educación, la etnia, o los negocios conforman vínculos
que determinan las experiencias. E, incluso, la conformación de identidades.
En el terreno de las investigaciones sobre los dirigentes empresariales esto
se manifiesta, por ejemplo, en lo que podemos denominar como el mito del
self–made man (la persona que se hace a sí misma). Es decir, en una forma
de narrar la propia vida en función de la cual el éxito económico es explicado
por la propia sagacidad para hacer negocios. Veamos un ejemplo:
1 Víctor nació en los años treinta del siglo XX. Fue dirigente de la Federación Universitaria
de Buenos Aires y de la Acción Católica Argentina y actualmente de la Asociación Cristiana
de Dirigentes de Empresa. Gerencia diferentes emprendimientos en el sector gastronó-
mico, en el mercado inmobiliario y en la Industria de la Alimentación. También preside
una Organización No Gubernamental. Al igual que todos los entrevistados cuyo relato
biográfico tomaré, estoy utilizando nombres de fantasía y ficcionalizando algunos datos
a los objetos de preservar la intimidad de mis fuentes y de sus firmas. Cuando mencione
a personas por su nombre y apellido reales, citaré las fuentes de dónde obtuve sus datos.
+ tiempo - tiempo
Sociabilidad Red social Círculo social
Actividad específica Espacio específico
(Territorio y persona)
Posición en la
estructura social
Red categorial/Identidad
Biografías y trayectorias
• Que este sea una adecuación entre medios y fines donde el sujeto
decide algo con respecto a su fin. Es lo que podríamos denominar
explicación teleológica. En el terreno de los estudios sobre élites,
es muy común este tipo de error. Fundamentalmente, porque cono-
ciendo cómo terminan las cosas, se les imputa a los agentes una
racionalidad con respecto a su comportamiento. Esto ha sido muy
bien trabajado por Paula Canelo (2011), cuando discute ciertas inter-
pretaciones estructuralistas sobre el comportamiento empresarial
durante la última dictadura militar argentina.
2 Por motivos análogos, es que también rechazo conceptos como actor o actriz social.
No creo que sea científico afirmar que esta persona se equivoca en tér-
minos de autopercepción. En todo caso, sus ingresos presuntos y su posi-
ción relacional nos hablan de alguien que se encuentra en una posición
privilegiada. Y que, al mismo tiempo, está prevenido en su interacción con
un sociólogo.
Entonces, si el entrevistado en cuestión no es burgués, pequeño burgués
o de clase media, ¿qué es, sociológicamente hablando?
Una primera posibilidad, es la palabra élite económica. Término proveniente
de la ciencia política, fue muy utilizado en la sociología de los años sesenta
(Wright Mills, 1956). Y en la actualidad reaparece de la mano de diferentes
3 Colegio privado, de educación confesional y bilingüe al cual asistió Máxima, actual reina
de Holanda.
Algo análogo, sucede si vamos a los entramados que están por detrás de las
categorías dirigentes, es decir, a su grado de enraizamiento.
Mi investigación sobre las trayectorias de los miembros de las instancias
de gobierno de la UIA, se organizó como una consecuencia de la anterior. Es
decir, para ver si lo que sucedía con los líderes empresariales provenientes del
mundo católico era singular o no, tenía que compararlo con otros espacios.
Dado el carácter a–confesional de organizaciones como la Unión Industrial
Argentina, me aboqué a trabajar con las biografías de sus miembros. Al mismo
tiempo, dada la cantidad de personas involucradas, realicé un recorte que se
circunscribía a la Junta Directiva y el Comité Ejecutivo. Y, teniendo en cuenta
las transformaciones productivas de Argentina, me concentré en el período
2002–2015. A diferencia de ACDe, por cuestiones personales —la carencia de
vínculos sociales con ese mundo— comencé reconstruyendo las biografías
a partir de fuentes secundarias: autobiografías, o notas en la prensa. Y, al
7 Ver https://www.telam.com.ar/notas/201803/256962-quien-es-juan-carlos-lascurain.html;
https://www.lanacion.com.ar/2114587-quien-es-lascurain-el-expresidente-de-la-uia-
que-apoyo-al-kirchnerismo-detenido-por-un-fraude-millonario
Finalmente, y sin agotar las posibilidades, hay otro tipo de trayectoria que
me gustaría destacar: la de aquellas personas que circulan entre el mundo
empresarial y la alta función pública. Ejemplos históricos sobran en la medida
en que vayamos a la historia vernácula, fundamentalmente en ámbitos como
el Ministerio de Economía.
Sin embargo, la profesionalización de la Administración Pública Nacional
y de la propia actividad política parecían conspirar contra dicha tendencia.
Ahora bien, hoy en día siguen existiendo casos de empresarios o altos geren-
tes que circulan entre ambos mundos. Un caso sumamente ilustrativo, es el de
Luis María Ureta Saénz Peña. Es descendiente de un presidente de la Nación,
fue Ceo de Peugeot Citroën Argentina durante la crisis de 2001. Inclusive,
siendo trasladado a España, pidió volver a la Argentina convenciendo a
8 Ver https://www.clarin.com/ediciones-anteriores/embajador-argentino-francia-
empresario-automotor_0_B1iE5RCCaYl.html; https://www.lanacion.com.ar/985639-
formalizan-la-designacion-de-ureta-saenz-pena-en-francia; http://www.cosasdeautos.
com.ar/2016/10/luis-ureta-saenz-pena-asumio-como-nuevo-presidente-de-adefa/