La Iniciación Cristiana en La Historia
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"40.Pedro siguió insistiendo con muchos otros discursos. Los exhortaba diciendo:
«Aléjense de esta generación perversa y sálvense.» 41.Los que acogieron la
palabra de Pedro se bautizaron, y aquel día se unieron a ellos unas tres mil
personas. 42.Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la
convivencia, a la fracción del pan y a las oraciones"
"12.Pero cuando Felipe les habló del Reino de Dios y del poder salvador de Jesús,
el Mesías, tanto los hombres como las mujeres creyeron y empezaron a bautizarse.
13.Incluso Simón creyó y se hizo bautizar. No se separaba de Felipe, y no salía de
su asombro al ver las señales milagrosas y los prodigios que se realizaban .
14.Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén tuvieron noticia de que los
samaritanos habían aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan.
15.Bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, 16.ya que
todavía no había descendido sobre ninguno de ellos y sólo habían sido bautizados
en el nombre del Señor Jesús. 17.Pero entonces les impusieron las manos y
recibieron el Espíritu Santo. 18.Al ver Simón que mediante la imposición de las
manos de los apóstoles se transmitía el Espíritu, les ofreció dinero"
"34.El etíope preguntó a Felipe: «Dime, por favor, ¿a quién se refiere el profeta?
¿A sí mismo u a otro?» 35.Felipe empezó entonces a hablar y a anunciarle a Jesús,
partiendo de este texto de la Escritura. 36.Siguiendo el camino llegaron a un lugar
donde había agua. El etíope dijo: «Aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea
bautizado?» ( 37.Felipe respondió: «Puedes ser bautizado si crees con todo tu
corazón.» El etíope replicó: «Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.»)
38.Entonces hizo parar su carro. Bajaron ambos al agua y Felipe bautizó al eunuco
39.Apenas salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y el etíope no
volvió a verlo. Prosiguió, pues, su camino con el corazón lleno de gozo."
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Las comunidades cristianas más primitivas bautizaron desde el principio. No ha
habido una Iglesia sin bautismo. Pablo fue bautizado pocos años después de la
muerte de Jesús (Hch 9,19) y el mismo apóstol habla del bautismo en sus cartas
(Rm 6,3; 1 Co 1,13 ss; 6,11; 12,13). Expresiones paulinas en contextos muy
diferentes traslucen la importancia transcendental del bautismo en la primitiva
Iglesia. Precisamente la ausencia de enunciados "programáticos" sobre el
bautismo en el NT, muestra que era un uso muy antiguo y libre de toda duda o
problemática (los mandamientos expresos del Resucitado en Mt 28.19 y Mc 16,18
son formulaciones tardías).
Podemos concluir, después de este breve recorrido, que un hombre llega a ser
cristiano por la escucha de la Palabra que lo mueve a la conversión y ésta lo lleva
a recibir de la comunidad el bautismo y el don del Espíritu Santo para llevar una
vida según el Evangelio de Jesús. La finalidad de la “iniciación cristiana” es
conducir a una persona a vivir según el Espíritu de Cristo. En palabras de Pablo:
“Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, es que todavía no es cristiano.” (Rm 8,
9).
2.2. El mandato bautismal: Mc 16, 15-16; Mt 28, 19-20 ; conexión entre kerigma,
enseñanza y bautismo (Oñatibia 41-44)
Todo el Nuevo Testamento puede ser caracterizado como el anuncio de Jesucristo, Hijo
de Dios, Salvador de todos los seres humanos. Se puede hablar, sin embargo, de un
anuncio inicial o kerigma, centrado en la historia de la salvación interpretada a la luz de
los acontecimientos centrales de Cristo.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles encontramos varios discursos en los cuales se
encuentran elementos fundamentales de ese anuncio: Hch 2,14-36; 4, 8-12; 5, 29-32; 8,
35; 10, 34-43; 16, 32. El Reino de Dios se hace realidad, es promesa cumplida en la
persona de Jesús, muerto y resucitado. Es el reino de la gracia, del perdón, del don del
Espíritu. A acogerlo en el corazón están llamados todos, primero los judíos y también
-entendido esto con claridad creciente en los primeros años de la vida de la Iglesia-
todos los paganos.
El anuncio del misterio de Jesucristo adquiere en Pablo una especial fuerza. Pablo es
por excelencia el hombre del Evangelio, la buena nueva de Jesús, el Hijo de Dios (Rm
1, 3ss), constituido Señor por su resurrección de entre los muertos (Flp 2, 6-11), que
vendrá glorioso al final de los tiempos a llevar a plenitud su obra de salvación (1Cor 15,
22-28). El Evangelio es la “fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: el judío
primeramente y después del griego. En él se revela la justicia de Dios.” (Rm 1, 16).
Pedro les contestó: Conviértanse y que cada uno de ustedes se haga bautizar en el
nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados.” (Hch 2, 17s).