Almas Desercarnadas
Almas Desercarnadas
Almas Desercarnadas
MARCO HISTORICO
La creencia en aparecidos (muertos que vuelven a aparecer para encomendar alguna misión),
espectros, ánimas del Purgatorio, almas en pena, o fantasmas es muy propia de la naturaleza
humana, tanto que tiene visos de ser o constituir un ente antropológico abstracto que pervive,
como otros tipos de superstición, a través de numerosos factoides concretos.
Una vez que se ha admitido la existencia de un ente o numen disociado que habita dentro
del cuerpo humano, es fácil concebir su existencia separada y autónoma fuera de él
como genio o espíritu.
Para los pueblos primitivos los fantasmas tenían una vida infinitesimal y miserable,
insuficiente para animar y mover un cuerpo, hacer latir su corazón y darle aliento o
respiración, pero vida al fin y al cabo, ya que tenían bastante o la suficiente fuerza para
manifestarse en los sueños para atormentar o avisar a los vivos o como sombras y apenas
necesitaban alimento (en las culturas antiguas con culto a los manes y antepasados había un
día anual designado para alimentarlos con ofrendas de alimentos o sacrificios, que los
cristianos han sustituido por flores en el Día de difuntos o de Todos los Santos).
Así se calmaba a los antepasados y se aseguraba su benéfica influencia. La creencia en
fantasmas se testimonia desde los primeros textos escritos sumerios y egipcios: el fantasma
de Enkidú se apareció a Gilgamesh en la llamada Epopeya de Gilgamesh. También se
encuentra extendida por otras civilizaciones de muy distinto desarrollo cultural.
Los fantasmas buenos para los romanos eran los manes o espíritus de los antepasados; los
malvados eran las larvae, almas de hombres malvados que vagan errantes por las noches y
atormentan a los vivos.
En las civilizaciones orientales (como la china e india), muchos creen en
la reencarnación o transmigración de las almas. Agregada a esta visión y dentro
del Budismo, los fantasmas son almas que rehúsan ser recicladas en el curso
del Samsara (ciclo de la reencarnación), porque han dejado alguna tarea por terminar.
Los metafísicos y exorcistas de diversas religiones pueden ayudar al fantasma a reencarnarse
o hacerlo desaparecer orientándolos o mandándolos a otra dimensión de existencia.
En la creencia china e india, además de reencarnar, un fantasma puede también optar a la
inmortalidad transformándose en semidiós y puede a través de su elevación espiritual
trascender diversos planos o servir a los seres humanos, o bien puede bajar al infierno y sufrir
ciclos karmáticos. En Japón, la religión shintoísta reconoce la existencia de espíritus de todo
tipo y acepta la creencia en fantasmas como parte de la vida cotidiana. En la
cultura malaya son prácticamente innumerables las leyendas y clases de fantasmas.
En Occidente la creencia en fantasmas se fue difuminando desde la creencia irracional en
ellos de la Edad Media al escepticismo de la Ilustración en el siglo XVIII. En el siglo XIX la
creencia en fantasmas resurgió poderosamente merced a la tendencia irracionalista
del Romanticismo y el desarrollo del Espiritismo, la Teosofía y pseudociencias como
la Parapsicología.
Todavía en el siglo XX y XXI se sigue considerando a los fantasmas como almas en pena que
no pueden encontrar descanso tras su muerte y quedan atrapados entre este mundo y el otro,
a pesar del desarrollo de una corriente positivista, escéptica y científica, que intenta
desacreditar esta superstición .
La creencia general común supone que el alma de un fallecido no encuentra descanso por
una tarea que el difunto ha dejado pendiente o inconclusa ("promesa"): así, puede tratarse de
una víctima que reclama venganza o un criminal que, por alguna causa, (haber sido enterrado
con símbolos sagrados, por ejemplo) ve diferido su ingreso en el purgatorio o infierno.
En la mayoría de las culturas contemporáneas, las apariciones de fantasmas están asociadas
a una sensación de miedo y son fuente importante de estudio de recién
nacidas pseudociencias, como la parapsicología. Aún es también importante dentro del
estudio de ciertas religiones, como el Islam,
el Budismo, Jainismo, Hinduismo, Shintoismo, Espiritualismo y Cristianismo, aunque cada
una lo estudia de modo diferente.
En las creencias de la Nueva Era, se intenta racionalizar la creencia tradicional afirmando
que los fantasmas son cúmulos de energía negativa o que se trata de imágenes holográficas
de personas que han dejado impregnado el ambiente con su imagen y sus actividades.
MARCO CONCEPTUAL