Deontología Del Profesional - Deontologia

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24/5/2020 Deontología del Profesional - Deontologia

Deontologia

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Deontología del Profesional

Deontología del Profesional – Ética profesional

El término deontología profesional hace referencia al conjunto de principios y reglas éticas


que regulan y guían una actividad profesional. Estas normas determinan los deberes
mínimamente exigibles a los profesionales en el desempeño de su actividad. Por este motivo,
suele ser el propio colectivo profesional quién determina dichas normas y, a su vez, se encarga
de recogerlas por escrito en los códigos deontológicos. A día de hoy, prácticamente todas las
profesiones han desarrollado sus propios códigos y, en este sentido, puede hablarse de una
deontología profesional periodística, de una deontología profesional médica, deontología
profesional de los abogados, etc.

Es importante no confundir deontología profesional con ética profesional. Cabe distinguir que
la ética profesional es la disciplina que estudia los contenidos normativos de un colectivo
profesional, es decir, su objeto de estudio es la deontología profesional, mientras que, tal como
se apuntaba al comienzo del artículo, la deontología profesional es el conjunto de normas
vinculantes para un colectivo profesional.

El término deontología procede del griego: to deon (lo conveniente, lo debido) y logía
(conocimiento, estudio…); lo que signi ca, en términos generales, el estudio o la ciencia de lo
debido. El objeto de estudio de la Deontología son los fundamentos del deber y las normas
morales. El concepto de deontología fue acuñado por Jeremías Bentham en su obra
Deontología o ciencia de la moral, donde ofrece una visión novedosa de esta disciplina. Para
Bentham, la deontología se aplica fundamentalmente al ámbito de la moral; es decir, a aquellas
conductas del hombre que no forman parte de las hipótesis normativas del derecho vigente,
aquellas acciones que no están sometidas al control de la legislación pública. Esto sugiere una
de las intenciones de la redacción de los códigos deontológicos: explicitar la dimensión
estrictamente moral de una profesión, aquellos comportamientos exigibles a unos
profesionales, aunque no estén delimitados jurídicamente, o quizá, por ello mismo.

La primera alusión al término deontología la hizo Bentham en su obra Science de la Morale


(París, 1832). Con ella quería dotar de un enfoque algo más liberal al concepto ética y convertir
en un concepto laico el término, hasta entonces religioso, moral. En otras palabras, pretendía
lograr la fórmula kantiana, esquivando la carga de subjetividad de la moral y la ética. En
“Deontología o ciencia de la moral” busca elracionalismo, con un mecanicismo casi matemático
con el que valorar los comportamientos por su utilidad. Sin embargo, el intento de Bentham
por cambiar el contenido de la moralidad por un concepto más “aséptico” y menos valorativo,
no logró esa transformación por el mero hecho de acuñar un nuevo término. Es decir, aun hoy,
cuando nos referimos al término deontología, seguimos relacionando está con la ética y/o la
moral.

Bentham considera que la base de la deontología es el utilitarismo, lo que signi ca que los
actos de las personas se consideran buenos o malos en función de la felicidad global que
puedan generar. Según este marco teórico, el n de una acción debe ser conseguir la máxima
felicidad para el mayor número de personas. De este modo, toda acción que conduzca a ese
n, será aceptada como moralmente correcta.

¿Qué es aquello a lo que podemos denominar bien en sí o bien incondicional? En nuestro


contexto sociocultural actual, es la dignidad de cada persona, que debe ser admitida y
garantizada jurídicamente y defendida políticamente. La dignidad es aquello que debe

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constituir el núcleo principal de toda ética losó ca y de toda deontología profesional que se
precie.

Emmanuel Derieux sostuvo que, gracias a la deontología, la ética profesional adquiere un


reconocimiento público; y es que la moral individual se hace trascendente en el campo de la
profesión. La deontología surge como una disciplina que se ocupa de concretar normas en el
ámbito profesional para alcanzar unos nes.

Como dice P.Barroso en el Diccionario de ciencias y técnicas de comunicación, “Ética es la


ciencia losó co-normativo y teórico-práctica que estudia los aspectos individuales y sociales
de la persona a tenor de la moralidad de los actos humanos, bajo el prisma de la razón
humana, teniendo siempre como n el bien honesto, la honestidad”. A partir de esta de nición
se deduce su:

Objeto material: realidad que constituye el objeto de estudio. En ética es la persona, el ser y la
con gutración virtuosa o viciosa que se dé a sí o cada uno a través de las acciones. Son
susceptibles de cali carse como éticas pues, las acciones humanas que son libres (dependen de
la voluntad de la persona).Formal. Punto de vista según el cual las acciones son cali cadas
como buenas o malas. Se denominamoralidad y se basa en valores y normas.

Conocimiento (Ciencia): Aquello que se sabe de manera cierta y sus causas. Doctrina ordenada
que constituye una rama particular del saber humano. Disciplina losó ca. La ética como
disciplina losó ca intenta a través de métodos de análisis y experiencia propios de la losofía,
elaborar los conceptos y argumentos para comprender la dimensión moral de la persona.

La moral se puede justi car desde tres perspectivas: la Metaética (viendo qué son los juicios
morales como juicios de valor), la Ética normativa y mediante la propuesta de unas reglas
práctias para la discusión, escapando del “todo vale”.

Metaética: Con este término se designa al estudio sobre la signi cación, el sentido y la
evolución histórica de los conceptos éticos. En un principio se distinguen dos grandes grupos
de teorías: Las Cognoscitivistas o Descriptivistas (dicen que podemos conocer la ética o moral
en términos de conocimiento verdadero) y las No cognoscitivistas o no descriptivas (en las que
no cabe conocimiento propiamente dicho). Dentro de lasDescriptivistas, distinguimos las
naturalistas (sostienen que los términos éticos describen propiedades observables de las
cosas); con el utilitarismo como ejemplo. Y, por otro lado, las teorías no naturalistas (creen que
los juicios de valor son verdaderos o falsos, pero las características de las cosas no son
observables por la experiencia); con el intuicionismo como ejemplo. Dentro de las teorías No
Descriptivistas, podemos encontrar el Emotivismo (que sostiene que con a rmaciones
morales no expresamos conocimiento, sino emociones con las que intentamos in uir o incidir
en las emociones y comportamientos de los demás); y el Prescriptivismo (que enuncia que al
hacer juicios morales no describimos las cosas “que son”, sino “las que deberían ser”; es decir,
expresamos imperativos, enunciamos normas).

Ética normativa: Distinguimos las teorías Deontológicas y Teleológicas; incluyendo un tercer


grupo: la Ética de la virtud. A grandes rasgos, exponemos las principales diferencias. Las Teorías
Deontológicas que tienen como concepto principal el “deber previamente establecido”, están
inspiradas en Kant. Las Teorías Teleológicas se basan en las consecuencias, y su corriente
principal es el utilitarismo. Y, la Ética de la virtud se basa en las actitudes de las personas, con la
corriente de Aristóteles como base teórica.

Podemos señalar una serie de características que conforman la Ética de la Virtud según
Aristóteles.

Para Aristóteles, el orden social en los modos de vida está directamente ligado con el orden
natural de los mismos. Aristóteles considera que, lo bueno es hacia lo que tienden las cosas de
forma natural. Dicho de otra forma, todo aquello que es natural es, según este autor, bueno.

Sin embargo, esta teoría no está libre de crítica. Es, precisamente, la absolutización de su
postura la que genera más desacuerdo, ya que no podemos probar, a ciencia cierta, que lo
natural puro exista. Por otra parte, muchas cosas de las que consideramos “naturales”, nos
vienen dadas por la cultura. Además, no podemos olvidar el hecho de que la naturaleza
evoluciona, no es estática, por lo que si ésta es susceptible de cambio, lo bueno también se
vería afectado.

Propuesta intermedia: La vía intermedia se basaría en una idea prescriptivista y también en


una perspectiva deontologista. Pero esto no signi ca que sea incompatible con otros puntos de
vista. Es una propuesta teórica, a la par que práctica. Sus principales características serían: un
punto de vista moral, el diálogo, la racionalidad práctica y la coherencia y universalidad
(relacionadas con la idea de imparcialidad).

Podemos señalar una serie de características que conforman la deontología kantiana.

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Kant, al de nir la deontología, hace referencia al deber y a las obligaciones, no nos habla de una
ética relacionada con el porvenir del hombre, de sus objetivos o de sus aspiraciones en la vida,
más bien, enfoca la ética a una ética del deber, la cual establece pautas de comportamiento que
se deben seguir o leyes que regulan a los ciudadanos.

Se podría considerar como una ética independiente y formal si tenemos en cuenta que no
ofrece contenidos, no establece pautas para llevar una vida que se pueda considerar “buena” o
“mala”.

Mencionar por último, su implicación con el criterio de capacidad de universalización, que


posibilita diferenciar entre máximas de tipo moral y las que no lo son.

Al igual que sucede con la teoría de Aristóteles, la teoría de Kant también es objeto de crítica:

En primer lugar, a Kant se le puede criticar que, al relacionar la ética con cómo deben hacerse
las cosas, está universalizando el concepto, porque presupone que todos debemos entenderla
del mismo modo. No obstante, la ética está ligada a la moral, y ésta también es particular a
cada persona. Por lo tanto, probablemente el deber, no es visto igual por todos.

En segundo lugar, Kant establece cómo hay que actuar, pero no nos dice si eso es bueno o no.
La ética no se re ere sólo a la forma, sino también al fondo de las cosas.

Por último, Kant olvida por completo el sentimiento humano: según él tenemos que actuar en
base al deber y no en base a lo que de verdad queremos hacer. En este sentido, actuar
conforme al deber nos aleja de la felicidad.

Objetivos

Todo profesional está y debe estar sometido a controles sociales más o menos rigurosos que
permitan exigirle responsabilidades de muy diversa índole en relación con sus actos, de ahí la
necesidad de establecer unos principios éticos. Independientemente de la propia conciencia,
que debiera ser quién más rigiera el cumplimiento de los códigos morales, existe la gura de
los colegios profesionales para mantener, promover y defender la deontología. Éstos vigilan el
cumplimiento de determinados niveles de exigencia, de competencia y de calidad en el
desempeño del trabajo de sus colegiados.

El Estado, al convertir a los colegios profesionales en corporaciones a través de mecanismos


legales, propicia el modo de mantener la deontología profesional. Les encarga funciones
públicas y les dota de la potestad de imponer una determinada disciplina a todos los
profesionales pertenecientes a este colectivo.

Para que se pueda pedir responsabilidad por actuaciones profesionales se precisan dos
requisitos: la independencia y la libertad. El profesional debe ser independiente en el momento
de tomar decisiones y debe ser enteramente libre de ejecutarlas.

La deontología es de sumo interés para el mundo profesional, y en concreto, para profesiones


que comportan una elevada responsabilidad social (médicos, abogados, docentes, psicólogos,
periodistas…). Esa deontología busca un equilibrio entre un determinado estilo de vida moral
(lo que antes denominábamos êthos o carácter moral) y un alto nivel de profesionalidad
técnico-cientí ca. Esta doble dimensión ha de tratarse con armonía y equilibrio para una mayor
digni cación de cualquier actividad laboral.

Ética y moral

Estos dos términos proceden uno del griego,<êthos> (=carácter), y otro del latín, <mos-moris>
(=costumbre). Ambos tienen la misma raíz semántica y por tanto la misma signi cación original.
Por ello Ética y Moral, etimológicamente, se identi can y se de nen como la “ciencia de las
costumbres”. Sin embargo, con el tiempo ambos vocablos han evolucionado hacia
signi caciones distintas.

El concepto de moral están sujetos a diferentes usos dependiendo de cada autor, época o
corriente losó ca. Por este motivo es necesario identi car las características de ambos
términos para poder establecer las distinciones y semejanzas pertinentes.

La moral hace referencia a todas aquellas normas de conducta que son impuestas por la
sociedad, se transmiten de generación en generación, evolucionan a lo largo del tiempo y
poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época
histórica. El n último que persiguen estas reglas morales es orientar la conducta de los
integrantes de esa sociedad.

Por su parte, la ética es el hecho real que se da en la mentalidad de algunas personas, es un


conjunto de normas, principio y razones que un sujeto ha realizado y establecido como una

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línea directriz de su propia conducta.

En ambos casos se tratan de normas, de percepciones, y de “deber ser”. Sin embargo, moral y
ética presentan ciertas diferencias:

MORAL ÉTICA

Nace en el seno de una sociedad Surge en la interioridad de una persona, como resultado

y por tanto, ejerce una in uencia de su propia re exión y su propia elección. Pueden
muy poderosa en la conducta de coincidir o no con la moral recibida.

cada uno de sus integrantes

Actúa en la conducta desde el In uye en la conducta de una persona de forma


exterior o desde el inconsciente consciente y voluntaria.

Ejerce presión externa y destaca Destaca la presión del valor captado y apreciado

su aspecto coercitivo, impositivo internamente como tal. El fundamento de la norma ética


y punitivo es el valor, no el valor impuesto desde el exterior, sino el

descubierto internamente en la re exión de un sujeto

Por tanto, podemos a rmar que existen tres niveles de diferenciación:

1. El primer nivel reside en la Moral, es decir, en las normas de origen externo que condicionan
la mentalidad del individuo.

2. El segundo nivel en la ética conceptual, entendida como el conjunto de normas de origen


interno, personal y autónomo.

3. El tercer nivel es la Ética axiológica como conjunto de normas originadas en una persona
dada una re exión previa sobre ciertos valores.

Mientras que la Ética se apoya en la razón y depende de la losofía; la Moral se apoya en las
costumbres y la conforman un conjunto de elementos normativos, que la sociedad acepta
como válidos.

Deontología y Ética profesional

Estos dos términos suelen usarse como sinónimos, pero no lo son. Es importante destacar las
principales diferencias entre ellos:

DEONTOLOGÍA PROFESIONAL ÉTICA PROFESIONAL

Orientada al deber Orientada al bien, a lo bueno

Recogida en normas y códigos No se encuentra recogida en normas ni en

“deontológicos” códigos deontológicos, está relacionada con lo


que piensa el propio individuo (conciencia

individual/profesional)

Esas normas y códigos son mínimos y No es exigible a los profesionales de un


aprobados por los profesionales de un determinado colectivo (periodistas, médicos,

determinado colectivo profesional abogados,…)


(periodistas, médicos, abogados,…)

Se ubica entre la moral y el derecho Parte de la ética aplicada

Una de las diferencias cuando hablamos de “ética” y “deontología” es que la primera hace
directamente referencia a la conciencia personal, mientras que la segunda adopta una función
de modelo de actuación en el área de una colectividad. Por ello, con la concreción y diseño de
códigos deontológicos, además de autorregular esta profesión, se invita al seguimiento de un
camino muy concreto y a la formación ética de los comunicadores.

De forma teórica, podríamos diferenciar dos grandes grupos: la ética social y la ética individual.
Dentro de la ética individual se diferencia, también, una ética interpersonal que es la que rige el
comportamiento que tenemos en relación a otros individuos. Aquí se puede situar la ética
profesional ya que rige el comportamiento del profesional en su actividad laboral. Los
principios que rigen la profesión se obtienen a través de métodos similares a los de la ética

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general: dialógico, inductivo y deductivo. Para conocer el fundamento ético y moral de un
código ético, se requiere el estudio de la actividad profesional en sí misma y no es su ciente la
labor de un lósofo que desconozca la profesión.

La ética de las profesiones se mueve en el nivel intermedio de las éticas especí cas o
“aplicadas”. El profesional se juega en el ejercicio de su profesión no sólo ser un buen o mal
profesional sino también su ser ético. No acaba de ser considerada una persona éticamente
aceptable quien en todos los ámbitos actuase bien y cumpliese con sus deberes menos en el
ejercicio de sus responsabilidades profesionales. La ética general de las profesiones se plantea
en términos de principios: el principio de bene cencia, el principio de autonomía, el principio
de justicia y el principio de no male cencia El deontologismo plantea los temas éticos en
términos de normas y deberes.

Los principios se distinguen de las normas por ser más genéricos que éstas. Los principios
ponen ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del actuar. Las normas aplican los
principios a situaciones más o menos concretas, más o menos genéricas. Las normas suelen
hacer referencia a algún tipo de circunstancia, aunque sea en términos genéricos. Pero también
los principios se hacen inteligibles cuando adquieren concreción normativa y hacen referencia a
las situaciones en las que se invocan y se aplican. En términos generales un principio enuncia
un valor o meta valiosa. Las normas, en cambio, intentando realizar el principio bajo el que se
subsumen, dicen cómo debe aplicarse un principio en determinadas situaciones.

Tanto las normas como los principios son universales aun cuando el ámbito de aplicación de los
principios sea más amplio y general que las normas especí cas que caen bajo dicho principio.

Desde la perspectiva de la ética profesional, el primer criterio para juzgar las actuaciones
profesionales será si se logra y cómo se logra realizar esos bienes y proporcionar esos servicios
(principio de bene cencia). Como toda actuación profesional tiene como destinatario a otras
personas, tratar a las personas como tales personas, respetando su dignidad, autonomía y
derechos sería el segundo criterio (principio de autonomía). Las actuaciones profesionales se
llevan a cabo en un ámbito social con demandas múltiples que hay que jerarquizar y recursos
más o menos limitados que hay que administrar con criterios de justicia (principio de justicia).
Y, en todo caso, habrá que evitar causar daño, no perjudicar a nadie que pueda quedar
implicado o afectado por una actuación profesional (principio de no male cencia).

Relevancia de la ética en el periodismo

La espina dorsal de la que subyacen todas las críticas del periodismo es que este ha dejado de
cumplir con su función principal y propia, es decir, acercar a los ciudadanos la información
necesaria para que puedan tomar mejores decisiones, orientarse en la vida pública, conocer
aquello que no pueden vivir de forma directa y controlar a quienes ejercen el poder. A lo que
hay que sumar, que lejos de garantizar la salud del sistema democrático, la práctica periodística
estaría incluso poniéndolo en la cuerda oja. No es de extrañar, por tanto, que denunciar la
crisis del periodismo, e incluso, pronosticar su desaparición como lo conocemos, sea algo
habitual. Se llega a rmar que la profesión periodística se transformaría en una rama del
espectáculo y hasta su disolución en los bene cios de una tecnología que permitiría la
“autoinformación”.

El periodismo presenta hoy en día una apariencia irreconocible, se ha convertido en una


actividad “ensanchada”, que abarca con su nombre a varias funciones vinculadas con la
información, pero que suponen per les y productos periodísticos muy diferentes
(entretenimiento, política). Por este motivo, las formas de relatar los acontecimientos y el
lenguaje periodístico resultan insu cientes, o peor aún, esconden o distorsiona la realidad. El
catedrático de Periodismo de la Universidad de Valencia Gómez Mompart asegura que “las
maneras que hasta ahora habían servido a los periodistas más competentes y a los medios de
información más serios para explicar el mundo están parcialmente oxidadas”. En este contexto
Gómez Mompart asegura que “precisamos un periodismo que se ponga al día, un periodismo
capaz de explicar un mundo más complejo, una realidad menos aparente, unos problemas
complicados pero resolubles, unas aspiraciones sociales legítimas e inexcusables. Y todo eso no
puede hacerse con una enseñanza periodística envejecida, con unos géneros y formatos
anquilosados, con un léxico y un lenguaje tópicos, con unos mimetismos rancios ni tampoco
con un inmovilismo empresarial y profesional”.

La materia prima del periodismo es, altamente sensible y frágil, y motivo de disputa de los
poderes públicos, se trata pues de una mercancía valiosa. Es, principalmente, un bien público,
es decir, aquel que corresponde a todos los ciudadanos por el solo hecho de serlo, por lo que
se encuentra al mismo nivel que la educación, la salud o la justicia. Pero esto es así, según
Bettetini y Fumagalli, siempre y cuando la información sea “verdadera y en algún modo
esencial, mientras que toque temas relevantes, aquellos sobre los cuales es necesario decidir,
tomar partido, tanto en el ámbito público como en el privado”.

La ética

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está de este modo vinculada a la práctica del periodismo ya que como se ha dicho antes, si se
concibe a la información como un bien público, cuya circulación libre y contenido veraz e
independiente garantizan la vida democrática de una comunidad, el manejo responsable de
esta sensible materia prima es condición de la actividad periodística. Los ciudadanos son los
encargados de juzgar tanto a periodistas como a medios, ya que ante ellos deben dar cuenta de
la responsabilidad que contrajeron con la sociedad al hacerse cargo de la tarea de buscar y
difundir información. Se trata de un deber constitucional. Sin embargo, los principales dilemas
éticos de los periodistas no están ya en los valores que se enumeran en los códigos
deontológicos. Por ejemplo, la libertad de expresión puede considerarse un valor reconocido, al
menos legislativamente, en la mayoría de los países democráticos del continente. Por el
contrario, los problemas éticos fundamentales son de origen interno y derivan de la inédita
crisis de identidad que atraviesa la profesión.

Tantos condicionantes, favorecen que los periodistas eviten la re exión, y se limiten a cumplir
la tarea con el único n de retener el puesto de trabajo; en consecuencia, renunciar a su
responsabilidad social y seguir erosionando el único capital capaz de protegernos en épocas
turbulentas: la credibilidad de los ciudadanos.

Más que un código deontológico del periodista general, más que una declaración de principios,
los periodistas necesitan en la actualidad incorporar una conciencia ética y un convencimiento
sobre las implicancias que tiene la tarea de informar, que oriente el trabajo cotidiano y hacer
frente a las presiones a las que la profesión está sometida. Este sentido ético para la práctica
cotidiana solo sería posible si se desarrolla y se comparte y discute con los colegas.

Intercambiar experiencias y debatir los dilemas éticos sería poner en marcha una práctica
saludable, que los periodistas suelen dejar de lado, como re exionar sobre la profesión.

La ética debería ser considerada el valor inamovible en un tiempo de inestabilidades que


parecen haberse vuelto la regla, pues no hay que olvidar, que por de nición, la ética profesional
está constituida por el conjunto orgánico de derechos y obligaciones morales, deriva sus
nalidades y normas especí cas, de la condición básica de persona en armonía con los anexos
que implican exigencias del bien común. El objetivo de la ética en el terreno de la práctica
profesional, es principalmente, la aplicación de las normas morales, fundadas en la honradez, la
cortesía y el honor. La Ética tiene entre otros objetos, contribuir al fortalecimiento de las
estructuras de la conducta moral del individuo.

La deontología como ética profesional

Según José María Barrio, profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid:

en un sentido vulgar se habla de deontología en referencia al


buen hacer que produce resultados deseables, sobre todo en el
ámbito de las profesiones. Un buen profesional es alguien que,
en primer lugar, posee una destreza técnica que le permite, en
condiciones normales, realizar su tarea con un aceptable nivel
de competencia y calidad. Las reglas del buen hacer –
perfectum o cium, acción llevada a cabo conforme a los
imperativos de la razón instrumental– constituyen, sin duda,
deberes profesionales. Y esto no es en modo alguno ajeno al
orden general del deber ético. Aún más: las obligaciones éticas
comunes para cualquier persona son, además, obligaciones
profesionales para muchos

En de nitiva, cuando nos re ramos a una profesión determinada, podemos hablar de la


existencia de una ética y de una deontología determinada.

La primera se podría centrar en determinar y per lar el bien de una determinada profesión
(aportación al bien social) y la deontología, por su parte, se centraría en de nir cuáles son las
obligaciones concretas de cada actividad.

La conciencia profesional

La conciencia humana es individual, pero tiene varias dimensiones: la conciencia re exiva


(porque es consciente de sí misma) y la conciencia ética, que añade a la conciencia individual la
condición de ser, además, una conciencia responsable. Es decir, que con la primera cada
persona se relaciona con las demás, pero la conciencia ética nos responsabiliza en la forma de
trato hacia esas otras personas. Además de estas dos hay una clase de conciencia más,

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constituida como un concepto muy importante relacionado con la deontología profesional: la
conciencia profesional.

La conciencia profesional (Véase Teoría de Parsons) es una dimensión esencial de la


conciencia ética, a la que añade la responsabilidad que cada persona tiene. Se mani esta en un
comportamiento socialmente responsable acerca de los deberes especí cos de una profesión
después de haber interiorizado, asumido y personalizado un código de valores referentes a
dicha profesión, para después analizar, aplicar y resolver problemas especí cos de la profesión
con la mejor competencia y rectitud posibles y socialmente exigibles.

Se puede hablar de cuatro niveles de la conciencia profesional:

1) La conciencia profesional es intransferible e individual, nadie es responsable por ninguna


otra persona.

2) Nivel de los deberes especí cos, aprendidos, asumidos y personalizados por socialización
ética. Cada persona tiene que haberse socializado en el código deontológico de su profesión.

3) Nivel de madurez y equilibrio psíquico. Para que la conciencia profesional pueda funcionar
hay que gozar de un grado de madurez mínimo.

4) Aptitud profesional para el ejercicio digno de una profesión.

La costumbre y la responsabilidad profesional

La costumbre son normas que crean una sociedad y que le dan un hecho jurídico palpable.
Tienen al igual que ocurre con las leyes, consecuencias cuando son violadas. El profesional
debe regirse por su código de ética propio, pero también tiene que tener en cuenta un marco
de costumbre.

La gran mayoría de los autores coninciden al señalar que el fundamento de la responsabilidad


es la libertad de la voluntad.

El sentimiento de responsabilidad también se puede ir desarrollando a lo largo de la trayectoria


vital y profesional de una persona.

Una profesión cualquiera debe tener un periodo de aprendizaje, una preparación previa
especializada y casi siempre formal, que se debe completar con una formación permanente
que se completa con el paso del tiempo y la vivencia de distintas situacíones en la vida
profesional a las que enfrentarse.

El periodista, en virtud de los imperativos éticos que emanan de su profesión, es el responsable


de facilitar al lector la comprensión y el conocimiento de la realidad compleja en la que se
desenvuelve. La veracidad y la evaluación de los posibles efectos que sobre el lector pudiera
tener publicación o la omisión de determinadas informaciones, es fundamental para la
consolidación de los valores democráticos y la creación de una opinión pública responsable.

Colegios profesionales

Artículo principal:Colegio profesional.


Los Colegios Profesionales, tal como los de ne la ley, “son corporaciones de derecho público,
amparadas por la ley y reconocidas por el Estado, con personalidad jurídica propia y plena
capacidad para el cumplimiento de sus nes, entre los que se encuentra la ordenación del
ejercicio de las profesiones”. Además, son las corporaciones que elaboran los códigos
deontológicos.

Los códigos deontológicos cumplen una triple función:

a) Fijar una serie de criterios de carácter cientí co-funcional para el ejercicio de la profesión,
con el objetivo de dar operatividad y e cacia a las actividades ejercidas en el ámbito cubierto
por las normas establecidas.

b) Refundir orientaciones éticas para el ejercicio de la profesión y plasmarlas en códigos de


deontología profesional.

c) La posibilidad de imponer sanciones disciplinarias a los colegiados que incumplan los


dictados de los códigos deontológicos. Esta función tiene la singularidad de conferir a éstos
relevancia jurídica estatal, lo que otorga a la deontología ciertas coincidencias con el Derecho
en lo que se re ere a la utilización de un procedimiento judicial.

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Una diferencia importante entre la deontología profesional y el derecho reside en el origen de
estos dos órdenes normativos reguladores del ejercicio de una profesión. La fuente del derecho
es el poder legislativo del Estado -que emana del ejercicio de la Soberanía Popular-, mientras
que el origen de la deontología profesional no es “estatal”, sino que emana del propio colectivo
profesional, y desde una labor de autorregulación. En casos excepcionales, la iniciativa de un
código deontológico puede partir del Estado o de una entidad supraestatal, como el es caso
paradigmático del Código deontológico de los periodistas del Consejo de Europa, aunque es
una condición necesaria que el colectivo profesional lo incorpore a su actividad y ejerza una
labor de autorregulación. Sin estas dos condiciones, este código normativo se convertiría en
derecho y no en deontología profesional. Por lo tanto, no es necesariamente excluyente de la
deontología profesional un código de origen externo a la propia profesión, si pasa por el ltro
de la autorregulación.

En el caso de las profesiones que requieren colegiación profesional, como la psicología,


abogacía y la medicina, existe una institucionalización de la sanción. Sin embargo, hay
profesiones como el periodismo, que se ejercen sin colegiación obligatoria. En estos casos, el
incumplimiento de las normas deontológicas lleva aparejada una sanción similar a la que
corresponde a la vulneración de las normas morales: mala imagen pública, reproche, expulsión
del grupo, etc. Esto las diferencia de las profesiones de colegiación obligatoria, caracterizadas
por la institucionalización de la sanción. Pero no implica falta de gravedad. Un profesional
puede considerar que una sanción por infracción del código de deontología profesional tiene
más importancia que una sanción administrativa.

Retomando la idea de que la deontología profesional es uno de los órdenes reguladores del
ejercicio de una profesión, en una situación intermedia entre el derecho y la moral, es
necesario hacer una serie de precisiones. Las normas de la deontología profesional, aun
sentidas como vinculantes entre los miembros del colectivo, se alejan del carácter coercitivo del
derecho. El derecho es siempre coactivo, y la deontología profesional puede o no imponer
sanciones y, en el caso de aplicarse, son menos graves que las impuestas por el derecho. La
sanción más grave que puede imponer la deontología profesional es la exclusión de la
profesión.

Por otro lado, las sanciones de la deontología profesional en aquellas profesiones que no
exigen para su ejercicio la colegiación obligatoria son sanciones sociales difusas; es decir, que
aparte de no llegar al grado de gravedad de la sanción jurídica, no tienen por qué estar
necesariamente institucionalizadas. Un ejemplo de sanciones sociales difusas -en este sentido
de informalidad, cercanas a la moral- emitidas por la deontología puede ser la consideración de
exclusión del colectivo profesional de un miembro, sin llegar ésta a ser una sanción no
formalizada.

No obstante, la deontología profesional tiene un mayor grado de institucionalización que la


moral general, de tal modo que, para hablar de deontología profesional, es necesario un grado
de institucionalización normativa -inferior a la del derecho pero superior a la de la moral. La
moral, aunque es de carácter social, tiene un componente último que es individual, mientras
que la instancia última de la deontología profesional es colectiva, común a todo el grupo
profesional. Igual que se da el con icto entre moral y derecho, cabe la confrontación del
individuo con la deontología profesional a la que está sometido.

Autorregulación

Artículo principal: Autorregulación periodística.


La deontología es uno de los tres órdenes normativos que regulan el ejercicio de las
profesiones, junto al Derecho y la moral. Cabe señalar que las normas deontológicas se
encuentran a medio camino entre los otros dos órdenes normativos.

Una característica fundamental de la deontología profesional es que tiene un fuerte


componente de autorregulación, entendida en un sentido colectivo. Se trata de una
interiorización de las normas propias de la profesión. Se diferenciaría del Derecho en que éste
es creado por el Estado, y de la moral en que la deontología tiene un carácter colectivo, no se
basa en los principios individuales. Otra diferencia clave frente al Derecho, es que éste tiene un
marcado carácter coactivo, impone sanciones al incumplimiento de sus normas. La
deontología, por su parte, puede o no incluir sanciones, y siempre serán menos graves que las
relacionadas con el Derecho (surgidas de instituciones jurídicas).

No obstante, la deontología puede institucionalizarse a través de los Códigos Deontológicos, la


colegiación… (instrumentos o mecanismos que dotan de más efectividad a la deontología), pero
siempre presenta una institucionalización mucho menor a la del Derecho. Las normas del
Derecho son “ajenas” al mismo, junto al frentes extremas, mientras que lo característico de la
deontología profesional es la autorregulación. Los profesionales son creadores, sujetos y
objetos de las normas deontológicas de su profesión correspondiente. Participan (a través de
sus asociaciones, por ejemplo) en la creación de los códigos deontológicos que, a su vez,
deberán aplicar.

www.deontologia.org/deontologia-del-profesional/ 8/9
24/5/2020 Deontología del Profesional - Deontologia
La autorregulación es necesaria porque delimita campos de actuación, alerta sobre conductas
alejadas del bien común y puede invitar al profesional a dirigir sus acciones por el fomento de
valores que promuevan una vida más humana.

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