La Nueva Representación Simbólica

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Revista Dos Puntas Año VIII - Nº 14 /2016

La Nueva Representacion Simbolica Y Visual


Tras La Independencia Americana

Enrique Robira

INTRODUCCIÓN
Los símbolos, alegorías e imágenes constituyeron un
importante componente en la resignificación cultural en los
procesos revolucionarios que gestaron los nuevos Estados en
América.
El proceso de la independencia fue forjando muy
pronto una pedagogía política de la festividad en la que la
iconografía y el ceremonial sirvieron como instrumento en la
consolidación estatal. La proclamación de la independencia
revestía de un acto de solemnidad semejante a la lealtad que se
brindaba al monarca español y al régimen que fue suplantado.
Esta tenía lugar en la plaza mayor.

Esta exposición tiene como objetivo aproximarse a


analizar esta temática que contribuyó a generar la idea de ruptura
en la adopción de una nueva estética visual y textual que implicó
el pasaje del orden virreinal a la nueva legitimidad republicana.
Este proceso complejo aconteció en un territorio y sociedad
heterogénea. La simbología que se fue adoptando resultó de la
simbiosis de dos tradiciones de diversa procedencia: la
cosmovisión ancestral indígena y la cosmovisión de origen greco
romana que difundió la iconografía del iluminismo francés. En
efecto, desde la revolución de 1789, el concepto de nación,
designa la conjunción de pueblo y Estado, o sea la conformación
de una ciudadanía política y social.

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SIMBOLOGIA E ICONOGRAFIA
Ernesto Cassirer concibe al hombre como animal
simbólico, sin este sentido, nos advierte, se vería empobrecido y
reducido a satisfacer, solo, necesidades biológicas y básicas.1 Para
los griegos la palabra symbolon significaba "juntar lo que está
separado o disperso." Es decir el símbolo media entre dos
realidades; una que es conocida tangible y otra desconocida,
abstracta o menos perceptible.
Desde esta perspectiva, podemos afirmar que los
símbolos también construyeron el Estado nacional y
referenciaron, tanto a los orígenes en cuanto a determinados
acontecimientos temporales como a lugares donde estos
acontecieron.
La iconografía, la escritura y la simbología que el
Estado adoptó, fue de carácter republicano. Tal es el caso del Río
de la Plata, que desde la Asamblea de 1813, fue preparando y
ambientando el camino a la declaración de la independencia en
1816 y tuvo continuidades luego en la década del veinte cuando
concluye el dominio hispánico en Sudamérica con la batalla de
Ayacucho (1824). El cambio estético mas notorio fue la
finalización de la ornamentación de la corte barroca y la adopción
del neoclásico institucional de carácter sobrio afín con la república
romana. Ya el Inca Garcilazo estableció semejanzas entre la capital
del incario y la antigua Roma, entre otras cosas por su "doctrina
urbana". El Cosco como umbilicus urbis desde donde parten los
cuatro caminos del incario, la comparó con la capital imperial
denominándola “Otra Roma” en la primera parte de sus
Comentarios Reales.
También podemos citar el juramento de Simón Bolivar
en la misma ciudad de Roma sobre el Monte Sacro en 1805,
donde el libertador le asignó al Nuevo Mundo una misión
histórica: la resolución de la incógnita misteriosa del problema de
la libertad. Todo esto fue un campo posible para construir la
identidad de la nueva república emergente y del ciudadano.
El primer paso de este proceso de la independencia fue
sustituir del virreinato del Río de la Plata los símbolos que lo
identificaban y aún estaban presentes a través de pendones,
estandartes, papel sellado con el escudo de armas de la corona,

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uniformes, numismática con las efigies reales y sus sellos, himnos,


canciones y poemas patrióticos, epígrafes, nomenclatura de calles,
colores, el santoral y el martirologio de la fe cristiana. Esto último
fue sustituido por otra nomenclatura consistente en batallas o
figuras que mutaron en héroes dispuestos a entregar su vida por la
"sagrada causa de la libertad". El cuerpo de los caídos por la
independencia se transformó en una reliquia sagrada y en la
iconografía se representaba la alegoría de la libertad otorgando el
premio de la corona eterna de laureles. A modo de ejemplo
podemos citar la figura de los restos del "soldado desconocido".
Como señala Benedit Anderson son "los emblemas mas
imponentes de la cultura moderna" ya que conlleva el eterno
misterio de su identidad de generación en generación."2
Durante la gestión ministerial de Bernardino Rivadavia
en 1822, se decretó la secularización y expropiación del campo
santo, contiguo al templo del Pilar de los padres recoletos (actual
cementerio de la Recoleta). En un sector del mismo se reservó un
lugar destinado para el reconocimiento público denominado
"Panteón". El Ministro le encomendó al arquitecto francés
Próspero Catelín, quien además intervino en otras obras, como la
Sala de Representantes, un plan de reordenamiento del terreno de
acuerdo con el decreto-ley que sancionó la Legislatura Provincial,
ordenando la creación de “[...] un registro cívico donde se
inscriban los nombres de los ciudadanos beneméritos cuya vida
haya sido o fuere en lo sucesivo sacrificada por amor a la libertad
de la patria”.3 Esto, sostiene Anderson, sugiere una fuerte
afinidad con imaginarios religiosos que son aplicados para
cohesionar lealtades nacionales. De ahí que los nuevos Estados
latinoamericanos ostentan con notable orgullo mausoleos o
panteones de los padres fundadores que se guardan como
preciadas reliquias y terminaron por convertirse en santuarios de
peregrinación.
La historiadora peruana Carmen Mc. Evoy dice al
respecto sobre El funeral de Estado y la invención de la tradición
que estos ritos y operaciones de repatriación que se realizaron en
la segunda mitad del siglo XIX en distintos puntos de
Latinoamérica se relacionaron con la fragilidad, la fragmentación
territorial y la anarquía que caracterizó a las nuevas repúblicas.

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Frente a este cuadro de situación se generó la necesidad de crear
un sentimiento homogéneo de patria, a partir de figuras fundantes.
Dentro de la iconografía se distinguen períodos
importantes en los cuales los símbolos y los héroes jugaron una
función decisiva. El primero se inicia en 1811 con la decisión de la
Junta de Gobierno para los festejos cívicos en Buenos Aires que
adoptan el nombre de «Fiestas Mayas» y el primer símbolo
conmemorativo es un obelisco provisional que se levantó en el
centro de la plaza de la Victoria. Desde entonces esa imagen
simbólica pasó a denominarse como "la pirámide" o "altar de la
patria"
En 1813, los nuevos símbolos (escudo, moneda,
himno, escarapela) que representan a las Provincias Unidas del Río
de la Plata fueron adoptadas por la Asamblea Constituyente.
Ya en el periodo rivadaviano (1821 a 1827) se decretó
en la conmemoración del décimo aniversario de la declaración de
la independencia (1826) que el 9 de julio, fuese "día feriado". Las
demostraciones públicas que en él se hagan, según dice el decreto,
se reducirán á las tres salvas de costumbre de la fortaleza, baterías
y escuadra nacional, con iluminación en la víspera y en el día. En
este contexto histórico hay un intento de afianzamiento
institucional republicano. De ahí que el símbolo, en este caso es el
nuevo recinto para la nueva Legislatura de la Provincia de Buenos
Aires o Sala de Representantes, concebido para la representación
ciudadana. Adquirió importancia el otorgamiento de un espacio
para su construcción en contraposición, al edificio de la
representación vecinal, del extinguido cabildo (1821), de planta
rectangular, caracterizada por el arco de medio punto y bóveda.
La nueva sala, en cambio, visibiliza el cambio
institucional, se diseñó en hemiciclos bajo el principio de síntesis
formal y el ascetismo geométrico, con predominio del ángulo
recto en sus palcos.
Otro período en las representaciones simbólicas fue
durante el gobierno de Rosas (1828-1852) cuando se difundió una
iconografía destinada a fin de lograr cohesión e identidad en la
Confederación.
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, decretó
el día de la fundación de Buenos Aires, 11 de junio de 1835, la

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equiparación festiva de la celebración del 9 de julio con la del 25


de mayo. En las consideraciones previas, Juan Manuel de Rosas
expresó que:
“el 9 de julio de 1816 debe ser no menos célebre que el
25 de mayo de 1810; porque si en éste el pueblo argentino hizo
valer el grito de la Libertad, en aquél se cimentó de un modo
solemne nuestra Independencia, constituyéndose la República
Argentina en nación libre e independiente del dominio de los
reyes de España y de toda otra dominación extranjera”. 44
Así mismo los documentos públicos estaban encabezados
en referencia a los años pasados a partir de ambas fechas,
distinguiendo el concepto de "libertad" e "independencia".
Nos abocaremos a continuación a tratar sobre tres
símbolos de tradición ancestral y cultural que vehiculizaron los
nuevos valores republicanos.
LA ALEGORIA DE LA LIBERTAD
En el arte de la imagen, la alegoría es una representación
figurativa o antropomórfica, que representan conceptos,
pensamientos o ideas como la libertad, soberanía política, justicia,
república, nuevos términos que integran el léxico mas
pronunciado a partir de 1810.
La libertad, vocablo tan invocado y sacralizado en la
independencia, se personificó en una alegoría femenina y robusta
que porta en una de sus manos, una pica con el gorro frigio sobre
su cabeza y ofrece sus pechos fértiles al descubierto. Esta imagen
tan típica de la Francia revolucionaria, representada en la célebre
pintura de Eugenio Delacroix: “La libertad guiando al pueblo”
(1830) se importó e incorporó a América. Sin embargo, es
interesante observarlo, no se adoptó una imagen similar: la "india
de la libertad". Esta antigua alegoría, que representaba a América
se había acuñado en el imaginario europeo desde el siglo XVI y
bien podría haber sido una representación autóctona en el Río de
la plata o en el área andina. No fue este el caso del primitivo
escudo de Cuba donde aparece una figura indígena con su tocado
de plumas y sentada sobre la cornucopia de la abundancia.
En su obra Iconología (1593), el italiano Cesare Ripa
describió a cada una de las cuatro partes del mundo conocido en
el siglo XVI. Cada continente estaba representado por una

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alegoría que seleccionaba y sintetizaba en la imagen sus
características esenciales. Conviene detenernos en la
caracterización que el autor dedica al continente americano como
una:
"[...] Mujer desnuda y de color oscuro, mezclado
de amarillo. Será fiera de rostro, y ha de llevar un velo
jaspeado de diversos colores que le cae de los hombros
cruzándole todo el cuerpo, hasta cubrirle enteramente las
vergüenzas. Sus cabellos han de aparecer revueltos y
esparcidos, poniéndosele alrededor de todo su cuerpo un
bello y artificioso ornamento, todo él hecho de plumas de
muy diversos colores. Con la izquierda ha de sostener un
arco, y una flecha con la diestra, poniéndosele al costado
una bolsa o carcaj bien provista de flechas, así como bajo
sus pies una cabeza humana traspasada por alguna de las
saetas que digo. En tierra y al otro lado se pintará algún
lagarto o un caimán de desmesurado tamaño[...]. El
cráneo humano que aplasta con los pies muestra bien a las
claras cómo aquellas gentes, dadas a la barbarie,
acostumbran generalmente a alimentarse de carne
humana, comiéndose a aquellos hombres que han vencido
en la guerra, así como a los esclavos que compran y otras
diversas víctimas, según las ocasiones. En cuanto al
Lagarto o Caimán es un animal muy notable y abundante
en esta parte del Mundo, siendo tan grandes y fieros que
devoran a los restantes animales y aún a los hombres en
ciertas ocasiones [...]" 5
Desde entonces cimentó esta representación que
generalmente coincidía en cuanto a la desnudez como
representación de lo primitivo e incivilizado y la voluptuosidad
femenina con su diadema de plumas sobre la cabeza rodeada de
animales exóticos para los europeos. Era la imagen de la
naturaleza pródiga y providente en riquezas, el paisaje virginal que
se ajustaba al Nuevo Mundo que asombró a los europeos
expresadas por los cronistas del siglo XVI.
A principios del siglo XIX, la doctora María Luisa
Soux, observa un cambio en las representaciones iconográficas de
América, la apelación a la hermandad y solidaridad de los reinos

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americanos con España. El contexto epocal, signado por la


invasión napoleónica en la península había cambiado. Según la
misma autora, ahora era necesario hacer causa común y solidaria
de las Indias y España para enfrentar la ocupación.6 En la
declaración de la independencia del Perú (1821) el General José de
San Martín suplantó el término "indios" o "nativos" por el de
"peruanos", nacionalizando así a todas las etnías del territorio. De
este modo las anteriores representaciones alegóricas de la india se
fueron evitando.
Por otro lado América también significaba novedad, el
"nuevo mundo" , para los criollos es "la nueva capacidad de
imaginarse a si mismos como comunidades paralelas y
comparables a las de Europa."7 En el plano de Buenos Aires
trazado por el ingeniero francés Felipe Bertrés en la parte superior
aparece la alegoría de la libertad con la pica y el gorro frigio.
EL SIMBOLISMO DEL SOL
1- PERU
El sol, fue el símbolo común en las nuevas
representaciones identitarias del Perú y Argentina. Este símbolo
procedente del incario era la deidad suprema de la cultura del
Tawantinsuyo, cuyo gobernante, el Inka, era considerado su hijo.
El sol como divinidad conserva el equilibrio del orden cósmico y
asegura la descendencia y continuidad real. Además con su
irradiación ilumina y unifica el espacio territorial del incario.
Durante el transcurso del año se realizaban dos
festividades dedicadas al astro rey, una en el mes de diciembre y
otra en junio. De acuerdo al calendario gregoriano el 21 junio
correspondía al solsticio de invierno que recibía el nombre de Inti
raymi. En el Kuricancha, la plaza central del Cuzco, se encontraba
el templo donde se colocó el gran disco solar flamígero, frente al
cual se realizaban las ceremonias y rituales centrales.
Con la colonización, la festividad inca se fusionó con la
fiesta cristiana del Corpus, que generalmente coincidía en el
mismo mes de junio. Corpus Christi era una de las mayores
manifestaciones públicas realizadas en la plaza mayor. La custodia
que transportaba en procesión la hostia consagrada tenía en el
centro la forma circular con sus rayos extendidos que relucían y se
potenciaban con el reflejo solar.

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Retomando la tradición ancestral andina del culto solar
el General José de San Martín mandó acuñar la primera moneda
republicana acuñada en Lima (1821) donde aparece el sol radiante
al igual que el collar de la Orden del Sol como máxima
condecoración otorgada por el país.

2- RIO DE LA PLATA
En el ámbito rioplatense, el sol tuvo su primera
representación en forma radiante y flamígera en la numismática.
En la primera moneda acuñada por la Asamblea General
Constituyente la figura solar aparece en forma completa y en
forma naciente en el escudo de las Provincias Unidas del Río de la
Plata. El sello aprobado en 1813 fue diseñado por el grabador de
origen peruano Juan de Dios Rivera Tupac Amaru 8, conocedor
de los ritos y símbolos ancestrales peruanos.
En forma naciente fue ornamentado con los rayos
extendidos el cielo raso de la nueva Sala de Representantes de la
provincia de Buenos Aires, construida en 1821. También en el
ámbito rioplatense el sol fue incorporado en la bandera de la
confederación Argentina y en la bandera del Uruguay.
De esta manera se asociaban dos ideas, el sol como
símbolo máximo de las culturas ancestrales precolombinas y la
tradición occidental fotocentrista proveniente del iluminismo
simbolizado en la luz de la razón que disipa las tinieblas.
EL GORRO FRIGIO
En la antigüedad, en Grecia y Roma, se usaba un gorro
sobre la cabeza llamado "gorro de liberto", procedente de Frigia
para manifestar y visualizar la nueva condición libre del esclavo en
la sociedad. Tenía forma cónica y lo usaban los esclavos en el
momento de ser libertados o manumitidos. También lo hacían los
cautivos y liberados para participar en el desfile triunfal del general
vencedor.
El Gorro frigio es semejante al gorro de liberto, del que
se diferenciaba por su punta caída hacia la frente. La distinción
entre el gorro del liberto y el frigio se basa en las orejeras. El gorro
de la libertad es un producto esencialmente de la Revolución
francesa.

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Cuando se lo reutilizó con otra denominación "gorro


rojo", se convirtió en el icono de la lucha por la libertad y el
símbolo del nuevo régimen político.
A partir de ese tiempo su difusión se extendió a toda
América durante los movimientos independientes. Algunos
escudos de los Estados norteamericanos lo adoptaron desde los
días de la Revolución de 1776, como el escudo del Senado de los
Estados Unidos de América que aún sigue vigente.
Progresivamente en algunos escudos o grabados la cabeza
de la alegoría de la india ya no porta el tocado de plumas sino el
gorro frigio presente en el diseño del escudo aprobado en la
Asamblea de 1813.
Durante el período de la Confederación Argentina, el
gorro perdura y con mas intensidad asociado al rojo punzó que
identificaba al partido federal.
La bandera presentaba en sus cuatro ángulos gorros
punzó y en el centro el sol. Dice el gobernador Rosas en una carta
enviada al Coronel Vicente González a cargo de la guardia del
Monte el 23 de marzo de1846.
"Sus colores son blanco y azul oscuro con un sol
colorado en el centro y en los extremos el gorro punzó de la
libertad"
El gorro frigio también fue incorporado en la alegoría
femenina de Marianne, que en Francia personificaba a la madre
tierra. Como ejemplo ilustrativo de esta alegoría podemos citar a
las tres que custodian los restos del General San Martín en la
catedral de Buenos Aires representando a la Argentina, Chile y
Perú. Su representación se universalizó en el transcurso del siglo
XIX frente a la cual se realizan las ceremonias cívicas
republicanas.
CONCLUSIONES
Como hemos expuesto a través de estas páginas. La
alegoría y la diversidad de símbolos constituyó conjuntamente un
importante canal de expresión en la formación de las repúblicas.
Como afirma Rodrigo Gutiérrez, la construcción de las
nacionalidades americanas tuvo su mayor basamento en la etapa
de la independencia. La producción iconográfica del periodo

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posterior a la misma no hizo mas que consolidar ese concepto e
incluso profundizarlo.
Los símbolos constituyeron la primigenia identidad y
afirmación del naciente Estado-nacional. El sol y el gorro frigio y
la alegoría de la libertad fueron los mas significativos. Estas
imágenes-símbolo se ven unificadas en el escudo nacional y
reiteradas en la bandera de la confederación
La pluralidad de las culturas del área andina (Bolivia,
Perú) fueron integrando gradualmente la simbología tradicional
con la europea de tradición griega y romana en la conformación
de sus Estados.
El principio republicano de soberanía del pueblo marca
el inicio de un tempestuoso camino hasta la consolidación de los
estados nacionales. Las elites ilustradas asumieron la "misión"
propia de la modernidad, es decir la educación del soberano a
través de la elaboración de una memoria histórica nacional. Este
objetivo se instrumentó a través de rituales, símbolos y una
insistente iconografía que reforzaron la identidad nacional en un
mismo espacio territorial. Para lograrlo se emplearon las diversas
disciplinas tradicionales: pintura, escultura, numismática,
sigilografía, banderas y con posterioridad la filatelia como medio
de circulación interna y externa.

Bibliografía consultada:
AMDERSON, Benedit, Comunidades imaginadas,
Buenos Aires, Fondo de cultura Económica, 1993
CASSIRER, Ernesto, Antropología Filosófica, México,
Fondo de Cultura Económica, 1975.
Recopilación de las Leyes y Decretos promulgados en
Buenos Aires, desde el 25 de Mayo de 1810, hasta fin de
diciembre de 1835. Imprenta del Estado. Buenos Aires, 1836
Revista Argos
Revista Estudios Bolivianos, Nº.19, La Paz, 2013.
Revista de Indias, vol. LXIV, Nº. 232, 2004.
GUTIERREZ VIÑUALES, Rodrigo, Construcciones
iconográficas de las naciones americanas y España, Madrid,
Fundación MAPFRE, 2006.

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