Resumen Odisea
Resumen Odisea
Resumen Odisea
Prólogo
Fue un relato de tradición oral, que fue primariamente difundido por los aedos, músicos de
profesión que recorrían aldeas narrando y cantando hazañas divinas y heroicas.
La Odisea está compuesta por 24 cantos, y contiene 3 núcleos narrativos:
● El regreso del héroe
● Telemaquia
● Matanza de los Pretendientes
Está escrita en verso hexámetro dactilar, es decir se repite 6 veces dáctilo (ver dibujo en carpeta)
Luego se encuentra el epíteto, una manera de organizar mejor el texto. Se da como elemento +
epíteto. Por ejemplo, “La arenosa+ Pilos”
En la obra se juega constantemente con los escenarios. Pero lo que es la realidad, todos los hechos
suceden cronológicamente. El narrador decide por dónde comenzar. En el caso de Odisea, se toma
como punto de inicio a Odiseo ya casi partiendo de Ogigia, y todas las aventuras y la guerra de
Troya sucedieron en un tiempo pasado. He aquí el orden cronológico de Odisea:
Guerra de Troya- Aventuras (en diversos lugares) – Ogigia – Esqueria – Ítaca.
Luego está el orden narrativo (cómo el poeta decide narrarnos los hechos)
Ogigia- Esqueria (Odiseo narra sus aventuras) –Ítaca
Estos recursos tan frecuentes de jugar con los escenarios y el tiempo en el que ocurren tienen 3
distintos tipos:
● Analepsis, se relata algún hecho sucedido en un tiempo anterior al presente. Por ejemplo,
Zeus (en el canto I) habla sobre Egisto, Orestes y Agamenón. La muerte de Agamenón y la
venganza de Orestes suceden en un tiempo pasado a la realidad (Odiseo en Ogigia).
● Cronológico, el narrador “decide contarnos” lo sucedido como pasó en la realidad (orden
cronológico). A partir del canto XII, la mayoría del relato se encuentra en orden
cronológico.
● Prolepsis, se relata algo que sucederá. En Odisea se da en las predicciones de Tiresias y
Circe (seguramente pasarán).
CANTO XII
Tan pronto como llegaron a la isla Eea, buscaron el cadáver de Elpénor y le hicieron el servicio
funerario correspondiente. Al finalizar Circe les trajo comida en abundancia. Luego habló en
privado con Odiseo y le advirtió lo que sucedería: primero se toparía con las sirenas, por lo tanto,
sus remeros debían cubrirse los oídos con cera, pero si él quería escuchar debía atarse al mástil, y
cuando pasara el peligro desatarse. Pasado ese obstáculo, tenía dos caminos:
1. Atravesar las islas llamadas Erráticas, las cuales se mueven constantemente y sólo los
argonautas con la ayuda de Hera pudieron atravesar.
2. Cruzar al lado de Escila y Caribdis, monstruos ubicados en peñascos. Escila con sus 6
cabezas va pescando animales, mientras que Caribdis sorbe 3 veces al día (es decir que es
un peñasco con una gruta a la que entra agua, y una vez que la sorbe no se pude volver a
salir). Circe le recomienda que navegue al lado de Escila y que sacrifique a 6 de sus
hombres (6 cabezas las de Escila), porque no se puede escapar de Caribdis.
Pasados, llegaría a la isla donde pastaban los animales de Helio. Si no tocaban ninguno de los
animales, podrían llegar todos vivos a Ítaca, pero si tocaban alguno de los animales, sería probable
que todos murieran, y si Odiseo lograra sobrevivir, llegaría con grandes retrasos a su patria.
Zarparon así, Odiseo explicó a su tripulación lo que había que hacer al acercarse a las sirenas,
Cuando llegaron, el Laertíada (Odiseo), escuchó los hermosos cantos de las sirenas, gritó para que
sus compañeros lo desataran, pero estos lo ataron más fuerte. Pasada la isla de las sirenas, se
escuchó un gran estruendo, era Caribdis. Pese a las recomendaciones de Circe, Odiseo se vistió
con armadura y portaba una lanza. Mientras pasaba por los peñascos Odiseo buscó a Escila para
tratar de evitar la muerte de 6 de sus compañeros, pero cuando se quiso dar cuenta sus
compañeros ya estaban en las garras de Escila.
Luego de haber escapado de los grandes monstruos llegaron a Trinacria, isla de Helios. Odiseo no
quería pasar la noche allí, sino en el barco, porque Circe la había deparado a todos un horrible
destino si paraban ahí. Pero Euríloco habló en nombre de toda la tripulación cuando se quejó
sobre no ir a tierra, así que Odiseo accedió a desembarcar ahí, con la única condición de que no se
podía tocar ninguno de los animales del dios.
Todos estaban de acuerdo con su condición, pero había pasado un mes desde que había llegado a
la isla, y los vientos propicios para llegar a Ítaca no venían, y los víveres se iban consumiendo
paulatinamente. Un día, Odiseo se adentró en la isla y encontró un río, donde se lavó y luego oró a
los dioses. Mientras tanto, Euríloco convencía a sus compañeros de que debían cazar algún animal.
Así fueron y cazaron vacas, las cuales después comieron tras haber hecho primero un sacrificio a
los dioses. Lampetia, hija de Helios, que cuidaba su propiedad le avisó el delito a su padre. Helios
se quejó con Zeus, y amenazó con no alumbrar más, pero Zeus aseguró que mientras estuvieran
navegando, partiría la nave con un rayo (esto se lo dijo Calipso a Odiseo que lo escuchó de
Hermes).
Durante 6 días los compañeros de Odiseo continuaron comiendo de las vacas de Helios, pero los
cueros serpenteaban, y las carnes mugían en el asador. Cuando partieron de la isla una gran nube
cubrió toda la embarcación y Zeus con uno de sus rayos golpeó a la embarcación provocando que
todos los hombres de Odiseo se cayeran. Odiseo siguió andando con el barco, hasta que el oleaje
separó al barco en dos. Con una soga hecha de piel de buey, unió al mástil y a la quilla con la cual
anduvo a merced de los vientos toda la noche hasta que el viento lo llevó hacia Caribdis y Escila, y
al salir el Sol Caribdis se encontraba sorbiendo agua, así que Odiseo se lanzó hacia el Caribdis, y se
aferró al peñasco donde estaba ubicada Caribdis, y esperó a que la criatura vomitara la quilla y el
mástil. Cuando esto sucedió, se lanzó al agua y se sentó encima del mástil y comenzó a remar con
los brazos, hasta que llegó a la isla de Ogigia, donde lo acogió la ninfa Calipso.
CANTO XIII
Cuando Odiseo finalizó su relato Alcínoo lo compadeció, luego todos fueron a dormir. Cuando se
asomó Eos, la de rosáceos dedos, todos se dirigieron a la costa donde se encontraba la
embarcación con la cual Odiseo partiría hacia su casa, incluso Alcínoo fue para guardar los tesoros
que éste le había regalado, y luego partieron hacia el palacio para encargarse del banquete.
Demódoco entonaba melodías y canciones, era alabado por todos los presentes, y Alcínoo, había
sacrificado animales a las divinidades. Sin embargo, Odiseo esperaba pacientemente al atardecer,
pues esa era la señal de su partida hacia su patria. Cuando el sol comenzó a esconderse, Odiseo le
rogó a Alcínoo que le permitiera irse en su embarcación, pues extrañaba a su patria, a su consorte
y a su hijo. Todos los presente aplaudieron tan sabias palabras y conducido por un heraldo hacia la
playa por pedido de Alcínoo, Odiseo embarcó en la nave. Los remeros comenzaron a batir las olas
rápidamente, mientras el Laertíada se encontraba bajo un profundo sueño.
Al llegar la mañana, la nave había llegado a Ítaca. Se encontraban en el puerto de Forcis (anciano
del mar, de la generación preolímpica, se dice que es padre de Escila), y remaban tan fuerte que
encallaron y subieron a la playa. Lo primero que hicieron los remeros fue bajar a Odiseo del barco
que seguía sumido en un profundo sueño, y luego bajarle los tesoros que traía consigo y ponerlos
al pie del olivo consagrado a las ninfas (por si alguien le quería robar).
Mientras tanto Zeus y Poseidón discutían sobre el castigo que infligirían y a quienes. Poseidón
quería saber la opinión sobre Zeus. Él había jurado vengar a su hijo, pero los feacios, personas de
su propia sangre, habían devuelto a Odiseo a su patria, y también le habían ofrecido distintos
regalos de bronce, plata y oro. Zeus aprueba la venganza, pero le indica que debería dirigir su ira
hacia los feacios, y que cuando éstos ya estén cerca de la costa y todos los están observando,
Poseidón los tendría que convertir en una montaña (así se cumpliría lo que había profesado el
padre de Alcínoo). Y así como le aconsejó su hermano, lo hizo Poseidón. Al ver esto Alcínoo,
ordenó que ya no se condujeran más mortales hacia su patria, y que inmolaran 12 toros en honor
a Poseidón.
Mientras tanto, Odiseo despertaba en su patria, pero no la reconocía porque Palas lo había
cercado con una nube (para que nadie lo viera), no fuera a ser que alguien lo reconocía antes de
que los Pretendiente pagaran por su avaricia. Odiseo comenzó a lamentarse, y cuestionó la
honorabilidad de los feacios (estos lo habían llevado a “otra tierra”) y también se preguntó si no le
habían robado algo de sus tesoros, y empezó a contarlos. Entonces Palas Atenea, salió en forma de
muchacho campesino. Al verlo, Odiseo le preguntó cuál era esta tierra. Palas obviamente le
contestó que era Ítaca, y luego inventó un engaño en el cual explicaba su procedencia, pero
Odiseo no le creyó, y Palas se transfiguró en una hermosa mujer y le explicó que ella sería su
cómplice, y que siempre ella estuvo acompañándolo. Pero Odiseo, no pensaba lo mismo porque
por algo había sufrido tantas desgracias. Y Palas decidió tratar de convencerlo haciendo disipar la
neblina que cubría a Odiseo. El Laertíada estalló de la alegría (besó el suelo, captan?). Bajo el
prudente consejo de Atenea escondieron las riquezas que le habían sido regaladas, y luego
comenzaron a tramar el plan para tomar venganza de los pretendientes (sin el consejo de Atenea
Odiseo hubiera perecido como Agamenón).
Entonces, Palas le contó lo que haría: ella lo convertiría en un mendigo de ojos sarnosos, harapos
inmundos y anciano, así nadie lo reconocería, luego iría al encuentro de Eumeo, el porquerizo del
palacio de Odiseo que le tenía aprecio a toda la familia, y mientras tanto, Atenea iría a Esparta
donde estaba Telémaco.
Odiseo claramente se preguntó porqué Atenea no le había dicho a Telémaco dónde se encontraba
su padre, y lo había dejado partir hacia Esparta, pero ella le respondió que había sido para incitarle
a dar los primeros pasos hacia su hombría. Atenea con una vara le convirtió en el mendigo sarnoso
y harapiento. Y una vez deliberado todo Odiseo siguió su camino, y Atenea se dirigió a Esparta.
CANTO XIV
Pronto Odiseo se encontró envuelto en un bosque muy espeso, y gracias a sabiduría divina Odiseo
logró llegar donde el porquerizo. Había 12 pocilgas, con 360 cerdos y canes que los resguardaban.
Cuando éstos reconocieron a su amo fueron ladrando a saludarlo, Odiseo, inteligentemente tiró su
bastón y se echó al piso haciéndolo parecer como un ataque por parte de los perros. Eumeo, el
porquerizo, esuchó los ladridos y salió a ver, y se encontró al anciano. Lo invitó a su cabaña, y le
dio los dondes de la hospitalidad. Eumeo, primero habló sobre su amo, un hombre justo y
benévolente y justo, luego sobre sus riquezas, y cómo los Pretendientes lo estaban insultando al
consumirlas descaradamente. Eumeo estaba muy seguro que su amo no volvería, pero Odiseo le
aseguraba que si. El porquerizo cambió de tema, habló sobre la emboscada que le tenderían a
Telémaco los Pretendientes, y luego le preguntó quién era (al anciano) y cual era su procedencia.
Odiseo contestó que él era hijo de Cástol Halácida, rey de Creta, pero que mientras sus hermanos
fueron hijos de la esposa legítima del rey, él tenía como madre a una concubina. De modo que
cuando su padre murió, no se repartió quitativamente la herencia, quedándole solo una casa. Pero
él no era tímido en la guerra. De modo que para combatir en la guerra de Troya, y capitanear
naves, fueron elegidos él e Ideomeneo. Y así lucharon por 9 años, hasta que partieron en el
décimo uno vez que la ciudad fue asolada. Pero sólo estuvo en Creta un mes, antes de que le fuera
necesario navegar hacia Egipto. Durante 6 días realizaron banquetes, en el séptimo se dirigieron a
Egipto. En 5 días lograron llegar al río Egipto (o el Nilo), y envió a espías para que averiguar sobre
el pueblo, sin embargo éstos no pudieron resistir y comenzaron las matanzas de hombres, y
secuestros de niños y mujeres. No tardó en venir la infantería, entonces la mayoría de los
compañeros se dio a la fuga. Así que él (anciano) abrazó las rodillas del rey, y huyó con él. Así se
quedó con el rey durante 7 años, hasta que el octavo apareció un fenicio que tenía fama de
malvado Lo llevó a Creta y vivieron allí un año, luego lo llevó a Libia con el pretexto de que
manejara sus negocios, pero en relidad lo que quería hacer era venderlo. Una vez que estuvieran
mar adentro, un rayo partió la nave tirando a todos los hombres al mar, pero él se pudo sostener
del mástil. Así anduvo errante por el mar, hasta que llegó a la tierra de los tesprotos. Su rey era
Eidón, el cual atendió hospitalariamente al anciano y le habló de Odiseo y de sus riquezas en
bronce y que éste se encontraba en Dedona, en busca del oráculo de Zeus para saber si retornar o
no a su patria. El benevolente rey le había prometido llevarlo a su patria, pero surgió que una nave
de tesprotos partía hacia una de las islas próximas a Itaca( la compu no me deja ponerle tildes a las
mayúsculas) por lo tanto lo llevarían. Pero sucedió que decidieron atarlo y usarlo como esclavo.
Pero el anciano escapó y nadó hasta llegar a tierra.
Eumeo le respondió que le inspiraba compasión, pero que había mentido con respecto a su amo y
que no debía tratar de halagarlo con engaños, y que si lo atendía no era por eso, sino por miedo al
hospitalario Zeus. El anciano le hizo una apuesta al porquerizo, le dijo que si Odiseo retornaba este
año le daría una túnica y lo llevaría a Creta, pero si resultaba que no venía, el porquerizo tendría
toda la libertad de matarlo.
Eumeo no hizo caso a esto y esperó a que vinieran todos los pastores dispersos para comenzar el
banquete. Cuando llegaron todos, sacrificaron al mejor de los cerdos. Llovía torrencialmente y
Odiseo bajo las influencias del alcohol comenzó a hablar sobre lo bondadoso que había sido
Odiseo en una ocasión.
Canto XV:
Atenea se le acercó a Telémaco, quien seguía en Lacedemonia, en la casa de Menelao, y le
aconsejó volver a Ítaca, ya que el padre y los hermanos de Penélope le pedían que se case con
Eurímaco. También le advierte que los Pretendientes se juntaron para realizarle una celada en el
estrecho que se encuentra entre Ítaca y Same. Por lo tanto le sugirió que navegue de noche.
Además, le indica que se dirija a donde estaba el porquerizo, que pernocte allí, y que al siguiente
día, le pida a Eumeo que vaya a la ciudad y le dé las noticias de la llegada de Telémaco a Penélope.
Atenea volvió al Olimpo y Telémaco despertó y le dijo a Písistrato que deberían ir retornando,
pero, éste último le dice que aguarde a que Menelao le traiga los presentes.
El Atrida se despertó y Telémaco le dijo que sentía que debía volver. Menelao le ofreció el objeto
más bello de su palacio, una cráter labrada, toda de plata con bordes de oro, hecha por Hefesto.
Además, le entregó una hermosa copa doble, y Helena le regaló una vestimenta (peplo). Luego,
organizaron un banquete. Y, de pronto, un águila que llevaba en sus uñas un ánsar doméstico,
arrebatado de algún corral, al llegar junto al carro, giró a la derecha, enfrente mismo de los
corceles en los cuales volverían Telémaco y Pisístrato. Y Helena predicó que así como esta águila
vino del monte donde nació y tiene su cría, arrebató el ánsar de algún lugar, Odiseo, luego de
padecer mucho e ir errante por distintos lugares, volverá a su “monte”, si ya no está en él, y se
vengará contra los Pretendientes. Y luego de estas palabras, partieron hacia Pilo, para luego volver
a Ítaca. Pero antes, pasaron una noche en Feras, donde está la morada de Diocles, quien les
ofreció su hospitalidad. Al día siguiente, siguieron camino hacia Pilo. Cuando llegaron, Telémaco le
pidió a Pisístrato que vaya su hogar, pero que él se quedará en la costa, preparando el barco para
volver, ya que no quería que Néstor, intentando de ser amable, lo retenga contra su voluntad. Y,
de esta manera, ambos se despidieron.
En el medio de los preparativos, se acerca un hombre llamado Teoclímeno, que le pide a Telémaco
que lo lleve junto a él, ya que viene escapando de los hermanos y amigos de un hombre al que
mató.
Mientras, en Ítaca, Odiseo le pide a Eumeo que lo lleve a mendigar al palacio que ahora habitaba
Penélope. Pero, el porquerizo le dice que se quede, ya que los Pretendientes podrían enojarse y
arrojarle diversos elementos o pegarle. Entonces, ya que se quedaba, Odiseo le pide a Laertes que
le cuente si la madre y el padre de Odiseo viven. Y Eumeo le informa que Laertes vive, aunque
prefiere morir, ya que siente un gran dolor por la pérdida de su hijo y por la de su esposa, quien
murió a causa del mismo pesar. También, Odiseo le pide que Eumeo cuente su historia: Él era hijo
del rey de la isla de Siria, Ctesio Orménida. Una vez, llegaron unos fenicios, muy buenos en la
navegación, pero astutos. Uno de ellos, se unió con una esclava fenicia del palacio de Ctesio, y le
ofreció llevarla de nuevo a la casa de su padre. La esclava le hizo jurar que la llevaría sana y salva y
luego de esto, le dijo que cuando partieran, ella llevaría las riquezas que encontrara y al niño que
vivía en su palacio. Un día, llegó un joven fenicio al palacio de Ctesio ofreciendo unas mercancías,
pero éste, fue quien le dio la señal a la esclava de escapar. La mujer se llevó tres copas y al
pequeño Eumeo. Durante el viaje, la mujer murió. Los vientos los transportaron a Ítaca, donde
Laertes lo compró.
Entre charlas, Odiseo y Eumeo cayeron dormidos.
Mientras, Telémaco llegó a Ítaca, y les dijo a sus compañeros que dirigieran el barco a la ciudad, a
Teoclímeno que provisoriamente vaya con Pireo y luego le conseguiría asilo en la casa de
Eurímaco, a Pileo que se lleve los tesoros y él se dirigió al porquerizo.
Canto XVI:
Telémaco llega finalmente a la casa de Eumeo y el fiel porquerizo ve realizados sus deseos al verlo
con vida y sin daño alguno. El hijo del héroe se entera con gran satisfacción que su madre, la
augusta Penélope, aún no ha sido forzada a elegir nuevo esposo, luego de lo cual accede a entrar
en la casa de Eumeo, donde ve a Odiseo, aunque desconoce por completo su verdadera identidad.
Luego de la cena, Telémaco pregunta acerca del huésped del porquerizo y éste le cuenta la historia
que le fue relatada a él por el visitante misterioso. La desición de Telémaco es hacerle regalos al
desconocido, pero elige no hospedarlo por temor a que los pretendientes puedan llegar a
lastimarlo o humillarlo.
Luego de esto, Telémaco ordena al porquerizo que vaya con su madre y le informe de su vuelta
sano y salvo a Ítaca, para que a su vez ella envíe un mensajero a Laertes, padre de Odiseo.
Luego de que Eumeo abandona aquel lugar, Atenea aparece para ser vista solo por Odiseo y lo
convence de revelar toda la verdad a su hijo, para poder preparar juntos la lucha contra los
pretendientes. Atenea lo toca con una vara y Odiseo recupera su forma, Telémaco lo confunde con
un dios, pero luego lo reconoce y ambos se abrazan.
Finalmente Odiseo y Telémaco están juntos.
Telémaco comienza a informar a su padre acerca de la cantidad y procedencia de los
pretendientes, los cuales son más de cien, y el rey de Ítaca comprende que, con la ayuda de
Atenea y Zeus, la tarea de acabar con ellos no representará ningún problema. Odiseo ordena a su
hijo que vuelva al palacio asegurándole que él mismo iría luego; también le dice que, a una seña
suya, deberá esconder todas las armas con alguna excusa, guardando solo dos espadas, dos lanzas
y dos escudos que serían usadas por el padre y el hijo contra los indeseados visitantes. Telémaco
comprende que no debe revelar el secreto de la vuelta de su padre a nadie.
Eumeo informa a Penélope de la vuelta a salvo de su hijo y los pretendientes ven llegar el barco
que habían enviado a matarlo, comprenden así que un dios protege a Telémaco. Como ven su plan
fracasado intentan planear nuevos males contra el joven, pero Anfínomo propone que la muerte
de Telémaco se llevaría a cabo solo si Zeus manifestaba su conformidad, lo cual fue aceptado por
todos los pretendientes.
Penélope critica duramente a los galanes por tramar la muerte de su hijo y recuerda a Antínoo que
Odiseo había salvado la vida de su padre ya que éste estaba escapando junto a los piratas tafios de
los tesprotos, a quienes habían dañado, pero Eurímaco le asegura que ninguno de ellos tiene la
intención de atacar a su hijo.
Eumeo vuelve a su casa y cuenta a sus dos huéspedes las novedades, luego de lo cual disfrutan de
un sueño reparador.
Canto XVII:
Telémaco encarga al porquerizo que lleve a Odiseo al palacio real y luego se despide de ambos.
Antes de encontrarse con su madre, ve a Euriclea, la antigua esclava. Y, después de saludarla se
dirigió a encontrarse con su madre, la augusta Penélope. Ella lo recibe con toda la alegría y el alivio
que puede esperarse de quien teme por la vida de su hijo. Pero Telémaco, rápidamente se
encaminó hacia el ágora para hablar con Pireo. El hijo de Odiseo le indica que todavía tenga los
tesoros, porque si Telémaco muriera sería mejor que Pireo se quede con las fortunas que los
Pretendientes. También, Pireo le entregó a Teoclímeno. Telémaco vuelve al palacio e
inmediatamente, Penélope comienza a hacerle preguntas acerca de su viaje y las dificultades que
tuvo que superar para poder llegar sano y salvo. Telémaco relata sus aventuras en Pilo, donde
conoció al anciano Néstor y a su hijo Pisístrato, su viaje a Esparta, en el cual conversó con
Menelao, para luego describir su viaje de regreso a la tierra de Ítaca.
En esa misma conversación, Teoclímeno le augura a la reina que su esposo se encontraba en Ítaca
en ese mismo momento y ella le promete tesoros incalculables si esa afirmación resultaba ser
cierta.
Eumeo buscó un bastón para que ayudara el paso del anciano que iba a acompañarlo y ambos se
dirigieron hacia el palacio real, como Telémaco les había indicado. En el camino, se encontraron
con el cabrero Melantio, quien llevaba las cabras a los Pretendientes. Éste, los insultó y humilló, y
Eumeo le recordó que cuando Odiseo regresara se iba a vengar de él y de los Pretendientes.
Al llegar a las puertas del palacio, Odiseo vio con enorme tristeza a su viejo perro Argo, el cual
yacía sobre un cerro de estiércol. Odiseo mismo había tomado con sus manos a este hermoso
animal cuando todavía era un cachorro. Lo había criado, y era un perro rápido y vigoroso. Luego de
partir hacia Ítaca, las mozas dejaron de cuidarlo y los ojos de Odiseo se llenaron de lágrimas al
verlo en tan lamentable situación. El noble animal fue capaz de levantar su cabeza y ver a su
querido amo y lo reconoció inmediatamente, a pesar del tiempo transcurrido y de estar vestido
como un mendigo. Con las pocas fuerzas que le quedaban, Argo pudo bajar las orejas y mover la
cola en señal de reconocimiento y cariño hacia Odiseo, para luego morir con la felicidad de haber
visto nuevamente a quien también era su rey.
Al palacio entró primero el porquerizo y se dirigió hacia Telémaco, luego lo hizo Odiseo, quien se
ubicó en el umbral, y su hijo le hizo obsequio de pan y carne, indicándole que pidiera a los
Pretendientes para ver cuál de ellos estaba dispuesto a compartir algo de comida y bebida con él.
Odiseo obedeció los mandatos de su hijo, recorriendo la gran mesa mientras todos los
pretendientes de la reina se preguntaban quién sería aquel mendigo desconocido y solamente le
entregaban algunos mendrugos.
Antínoo reprende a Eumeo por haber llevado a aquel desconocido y Eumeo le responde, diciendo
que es el más áspero de los Pretendientes, pero que no le tiene miedo, ya que tiene a Telémaco y
a Penélope en el palacio. Pero en seguida Telémaco toma la palabra y detiene el ataque a su
compañero con duras críticas. Odiseo no se asusta por cómo había sido denotado y se dirige hacia
el propio Antínoo diciendo que este galán debería darle el doble que los otros debido a su gran
parecido con los reyes, pero como respuesta sólo recibe un insulto y un escabel que le es arrojado.
Odiseo, sin inmutarse en lo más mínimo, no respondió a la agresión, sino que elevó su voz a los
dioses pidiendo que trajeran la muerte en forma veloz para aquel que lo había insultado y
agredido. Y algunos Pretendientes reprendieron a Antínoo.
Cuando la insigne Penélope se enteró de este atropello dentro de su palacio, se dirigió a Antínoo y
lo reprendió diciéndole que era el peor de los Pretendientes. Luego, pidió que aquel mendigo
fuera llevado sin demora ante su presencia. Ante la posibilidad de ver a su esposa nuevamente
luego de veinte años, Odiseo recurre a su astucia y prudencia y respondió que irá a verla
solamente cuando sea de noche, para evitar que su encuentro sea descubierto por los demás
Pretendientes y así verse libre de las sospechas que esto pudiera producir.
Canto XVIII:
Llega al palacio real de Ítaca un mendigo conocido por todos los presentes, es conocido bajo el
sobrenombre de Iro y todos los galanes estaban habituados a utilizarlo para enviar mensajes y
mandados. Vio Iro a Odiseo, metamorfoseado en un anciano por la ojizarca Atenea, y temió que le
quitara su porción de limosna, por lo cual comenzó a insultarlo y a querer echarlo fuera de allí,
pero Odiseo no prestó atención a esas palabras y recomendó prudencia a Iro, no fuera que esas
palabras enojaran su ánimo y lo hicieran pelear. Divertidos ante este espectáculo, los
Pretendientes alentaron a los mendigos y Antínoo dijo que el perdedor sería enviado al Épiro, con
el rey Équeto, quien le arrancará las orejas, la nariz y le cortará las partes viriles para dárselas a los
perros. No pudiendo negarse a trabar combate, Odiseo descubrió sus muslos y todos
comprendieron que Iro no tenía posibilidad de vencer. Odiseo eligió no matarlo, ya que esto
podría despertar sospechas. Con un solo golpe, el rey disfrazado derribó a su rival y lo arrastró de
un pie hasta fuera del palacio, donde le colocó un palo en la mano y le encargó que alejara a los
perros y a los puercos y no volviera dentro del recinto nunca más.
Los pretendientes festejan a Odiseo por su triunfo y Anfínomo le ofreció dos panes en un
canastillo y una abundante copa de vino. Y Odiseo aconseja a Anfínomo, por quien sentía cariño,
que abandonara esas compañías y así evitara luchar contra el rey cuando éste volviera, pero no
logró convencerlo.
Penélope estaba en sus habitaciones y Atenea, primeramente, le infunde el deseo de ver a los
Pretendientes, pero, al hablar Penélope con Eurínome, y esta última decirle que se bañe para no
mostrarse con el rostro afeado con las lágrimas, Atenea le infunde el sueño, y la favoreció dándole
mayor hermosura.
Con la intención de atormentar a los pretendientes con su presencia, Penélope baja a las salas
para hablar con Telémaco y le recrimina haber permitido tal batalla en su hogar. El discreto
Telémaco responde que sus actos están limitados por aquellos invasores que la pretenden y que,
aún así, el combate no había terminado como ellos habrían querido, porque Iro había sido vencido
sin derramar sangre.
Eurímaco eleva unas palabras a la belleza de Penélope, pero ella contesta tristemente que todo
resabio de hermosura que pudo haber poseído había desaparecido el día que su esposo partió
hacia Troya. Antínoo jura que ninguno de ellos se iría de aquel lugar ni abandonaría sus
pretensiones hasta que ella no hubiera elegido nuevo marido.
Odiseo les pidió a las esclavas que vayan a la habitación de Penélope y la alegren. Pero, Melanto,
una de las esclavas de la reina y actual amante de Eurímaco, insulta a Odiseo y este le advierte que
la acusará con Telémaco; luego el propio Eurímaco dirige afiladas palabras contra él a lo que el
ingenioso Odiseo, fecundo en ardides, replica que aún cuando se mostraba tan altanero entre sus
compañeros, Eurímaco no encontraría puerta lo suficientemente grande para escapar corriendo
cuando el dueño de esos aposentos se hiciera presente. El arrogante galán se encolerizó como
nunca antes y arrojó otro escabel que dio en el copero. Rápidamente, Telémaco intervino
ordenando que no se molestara más al anciano mendigo, ante lo cual se produjeron los últimos
brindis y libaciones de la noche y cada uno de los galanes volvió a su hogar.
Canto XIX:
El prudente Odiseo indica a su hijo Telémaco, igual a los dioses, que esconda las armas para que
los galanes no tengan acceso a ellas cuando comience la batalla, le indica que como excusa diga
que las desea proteger del humo que las ensucia y les quita brillo, además de evitar que los
pretendientes, por exceso del dulce vino, se traben en combate armado.
La esclava Melanto increpa por segunda vez a Odiseo, preguntándole si también por la noche se
quedaría a espiar. Penélope le recrimina que ella sabía que el mendigo se quedaría para conversar
con ella.
La esclava Eurínome trajo una silla y Penélope comenzó a hablar. Penélope cuenta a Odiseo cómo
durante un largo tiempo mantuvo esperando a los galanes mientras tejía una mortaja para el día
en que Laertes, padre de rey, exhalara el último aliento; ella había prometido casarse al terminar
el tejido, pero destejía de noche lo hecho de día hasta el momento en que fue descubierta.
Odiseo, dice ser Eton, de Creta y haber albergado al rey de Ítaca por 12 días en su viaje a Troya.
Ante la duda de un engaño, Penélope le pide que describa las vestiduras del rey y su gente y así él
lo hace con todo detalle, dejando en la reina la convicción de su sinceridad. Para calmar la
ansiedad de la reina, Odiseo le jura que no pasaría un mes antes de que su esposo regrese a Ítaca
y ella ordena a una anciana que higienice al huésped. La anciana Euriclea, nodriza de Odiseo, se
encarga de la tarea y descubre en el viejo mendigo una antigua cicatriz que un jabalí le había
producido a Odiseo cuando fue a cazar con su abuelo Autólico. Euriclea descubre la identidad de
aquel hombre, pero jura mantener el secreto hasta que él mismo lo revele.
Canto XX:
Odiseo observa cómo las esclavas se van con los Pretendientes en la noche y si siente ofuscado
pensando cómo hará para matar a tantos hombres. Pero, Atenea se le aparece y le infunde coraje
diciéndole que si hubiera cincuenta hombres y ellos dos estarían peleando, lograrían llevarse sus
ovejas a pesar de la desventaja numérica.
Al despertar Odiseo, pidió a Zeus una señal, para ver si éste lo escuchaba, y le envió un trueno
cuando en el cielo no había ni una nube. Esto lo vio una de las esclavas que trabajaba en la
molienda, y rogó a Zeus que ésta fuera la última cena de los Pretendientes.
Telémaco se levanta y pregunta a Euriclea si trató de manera correcta al huésped. Euriclea asiente.
En eso, llega el porquero Eumeo, con tres hermosos cerdos para el festín. Luego llega Melantio,
quien insulta a Odiseo, pero éste no le responde, ya que maquinaba en su cabeza perversos
propósitos. Más tarde llegó Filetio, mayoral de pastores, quien traía una vaca y algunas cabras.
Hombre muy cordial, saludó a Odiseo, y pidió por la vuelta del héroe a Ítaca. Odiseo, le prometió
que iba a poder ver ante sus ojos cómo el peregrino Odiseo llegaba a su hogar y aniquilaba los
Pretendientes.
Mientras, los Pretendientes preparaban la muerte de Telémaco, cuando, de pronto, un ave con
una tímida paloma entre sus garras, y Anfínomo les dijo que mejor vayan a comer.
Durante el banquete, Ctesipo, uno de los Pretendientes, arroja una pata de buey a Odiseo quien la
evade. Telémaco divino reprende a Ctesipo con amenazas y pide respeto por su huésped.
Mientras, Penélope se sienta en el sillón de la sala y escucha lo que los Pretendientes dicen.
Canto XXI:
Penélope aparece con un ornamentado arco y flechas que Odiseo dejó en casa a su marcha a
Troya. Les propone un certamen a los Pretendientes: El que pudiera manejarlo con mayor
facilidad, tensarlo y haga pasar una flecha por las doce segures, será su esposo. Rápidamente,
Télemaco puso más picante el concurso. Si él lograba hacerlo, su madre se quedaría. El joven hijo
de Odiseo lo intentó tres veces, y en la cuarta, casi lo logra, sino hubiera sido por Odiseo, quien le
prohibió que siguiera adelante.
Para ordenarse, Antínoo sugirió que empezaran de la izquierda a la derecha. Luego, todos hacen
el intento y uno a uno van comprendiendo que no les sería posible.
Entretanto, Odiseo les pregunta a Filetio y a Eumeo que si Odiseo llegara de súbito e iría a pelear
contra los Pretendientes, de qué lado estarían. Sin dudarlo, los hombres dicen que se unirían al
lado del divino varón, y Odiseo les dice que debajo de los harapos de mendigo, está él.
Luego de fallar Eurímaco, Odiseo pide el arco para hacer su intento y produce la burla y los
insultos de los presentes, pero Telémaco y Penélope se muestran tajantes en permitirle intentar
tensar el arco.
Eumeo y Filetio habían terminado de cerrar todas las puertas cuando Odiseo coloca una flecha en
su propio arco, lo tiende y dispara la flecha con gran precisión a través de las doce marcas clavadas
en el suelo.
Inmediatamente, Telémaco se coloca a su lado y ambos atacan sin tregua ni perdón a todos los
Pretendientes.
Canto XXII:
Odiseo dirigió su arco a donde jamás hombre alguno había dirigido sus armas, el cuerpo de
Antínoo. La flecha le atravesó el cuello y salió por su nuca, mientras el altivo pretendiente caía al
suelo ya sin vida en medio de un charco de sangre. Telémaco se colocó junto a su padre y también
él preparó su arco.
Todos los galanes se levantaron indignados creyendo que el tiro se le había escapado al anciano e,
ingenuamente, insultaron y amenazaron al asesino con las más afiladas palabras, pero Odiseo
reveló su identidad y el pánico más absoluto se adueñó de los indignos presentes.
Eurímaco, primero ante todos, juró que la culpa de todo lo ocurrido la tenía Antínoo, por lo que
Odiseo debía perdonar a todos los demás ya que la justicia estaba hecha; el rey solamente
respondió con una flecha que se clavó en su hígado, produciéndole una lenta y dolorosa muerte.
Los galanes se aterrorizaron y muchos de ellos cayeron en segundos víctimas de las flechas del rey
y la lanza de su hijo.
Anfínomo se rebeló contra el rey, pero la lanza de Telémaco divino le atravesó el pecho y la
espalda, robándole el aliento, las fuerzas y la altanería.
Odiseo lanzó sus saetas con enorme precisión, sin errar uno solo de sus disparos.
Telémaco se dirigió a la sala del tesoro para traer armas para él, su padre, Eumeo y Filetio, pero en
un descuido dejó la puerta de la sala abierta y Melantio aprovechó para tomar armas y entregarlas
a los pretendientes. Odiseo sintió temor al ver a sus enemigos tomando las armas y envió al
porquerizo y al boyero a solucionar el problema, ellos sorprendieron a Melantio en el tesoro y, por
órdenes del rey, lo sujetaron con cruel atadura y lo encerraron allí.
Seis pretendientes arrojaron sus lanzas, pero todas fueron desviadas por Atenea y en la respuesta
Odiseo acabó con Deloptólemo, Telémaco con Eurínomo, Eumeo terminó con la vida de Elato y
Filetio con la de Pisandro.
En esta imagen vemos a Odiseo acabando con la vida de varios galanes que trataban de huir.
En un nuevo ataque el rey mató a Euridamante, Telémaco arrancó las fuerzas a Pólibo y a
Anfidamante, y Eumeo y Filetio aniquilaron a Ctesipo.
Desde lo alto, Atenea observa la masacre que su querido protegido estaba realizando.
Leodes suplica piedad y perdón al rey, pero éste se la niega sin demora y lo atraviesa con una de
las lanzas que Melantio había traído a los galanes.
Luego de aquello, Femio, el cantante, se abraza a las rodillas de Odiseo y suplica piedad, ya que
jamás había él estado con los pretendientes por gusto sino por obligación, ellos eran más y más
fuertes. Telémaco detiene a su padre y confirma lo dicho por Femio y agrega un pedido de piedad
para Medonte, el heraldo, quien al escuchar esto asoma su cabeza y ruega por su vida. Ambos son
eximidos de la matanza y salen de la sala a esperar su resultado.
Esta imagen muestra el resultado de la matanza, con Atenea en el centro de la misma siendo
testigo de todo lo ocurrido.
Al culminar el exterminio de los pretendientes, Odiseo llama a la anciana Euriclea y le ordena traer
a todas las esclavas que habían deshonrado a la reina y a su hijo. La noble Euriclea vuelve con doce
siervas envueltas en llanto, quienes son puestas a retirar los cadáveres y limpiar la sala, para luego
ser conducidas fuera del palacio y ahorcadas por su traición.
A Melantio, quien llevó armas a los enemigos del rey, lo castigaron por su imperdonable conducta
cortándole sus orejas y nariz, las cuales fueron arrojadas a los perros y luego le fueron amputados
sus brazos y piernas.
Odiseo, antes de hacer llamar a la sin tacha Penélope, se dispuso a quemar azufre en las salas para
quitar el hedor.
Canto XXIII:
Euriclea se dirige a despertar a Penélope para darle la noticia del regreso de Odiseo. Mas ésta no
le cree y le pide que le cuente cómo es que mató a los Pretendientes. Y Euriclea le dice que no lo
sabe, pero que escuchó el suspirar de los muertos.
Penélope bajó a donde se encontraba Odiseo y mirándolo, se quedó un largo tiempo
reconociéndolo. Odiseo indica a su hijo que disponga todo como si se estuviera festejando una
boda, para que nadie sospeche de la masacre y no desate la venganza de amigos y parientes de los
muertos.
Odiseo se asea para limpiarse del polvo y la sangre y luego habla con su esposa, quien todavía no
termina de convencerse, por lo que indica a Euriclea que mueva la cama que Odiseo había
construido al umbral. El héroe se enfada y dice que no es posible mover esa cama sin la ayuda de
algún dios. Y comienza a describirla con tal detalle que Penélope lo reconoce. Y ambos amantes
esposos comparten el delicioso placer. Luego de lo cual esperan el sueño reparador contando sus
penas; Penélope le cuenta de la invasión de los galanes y sus llantos sin fin y Odiseo cuenta sus
aventuras con los cícones, los cíclopes, los lestrigones, Circe, el viaje al Hades, las sirenas, Escila y
Caribdis, las vacas del Sol, Calipso y los feacios.
Al llegar el día, Odiseo le avisó a Penélope que iría a ver a su padre.
Canto XXIV:
Hermes trae definitivamente a las almas de los pretendientes a Hades, y se encuentra con
Agamenón que se dirige a Anfimedón, que le cuenta todo lo que pasó de cómo murió desde la tela
de Penélope hasta la flecha.
Mientras Odiseo entró a la casa de Laertes , y le dijo a sus compañeros que mataran al mejor
cerdo para después comerlo, y él fue a ver a su padre, y lo vio triste y empobrecido.
Hablaron, y Odiseo le dijo que era un forastero de nombre Epérito y que había tenido de huésped
a Odiseo, y cuando su padre llora, no resiste y le dice que es él mismo y le muestra la herida de
jabalí y le enumera los árboles que le regaló cuando era niño. Luego de llorar, fueron a almorzar
junto a Telémaco y Dolio y sus hijos.
Mientras, la noticia de la muerte de los Pretendientes se había esparcido, y las personas pasaban
por el palacio de Odiseo para retirar los cuerpos y hacerles los cortejos fúnebres. Pero Eupites, el
padre de Antínoo, lleno de furia y rabia, arengó a las personas a dirigirse hacia donde se
encontraba el divino varón y asesinarlo. Sin embargo, el adivino Haliterses Mastorida, dijo que no
les convenía, por lo tanto, mitad se quedó.
En el Olimpo, la ojizarca Atenea rapaz pregunta al Crónida Zeus acerca de sus planes para dicho
enfrentamiento, y éste primero, quiso salirse del asunto, diciendo que ella lo había producido,
pero, luego, le aconsejó que lo justo sería que hubiera paz entre ellos, la masacre fuera olvidada y
Odiseo viviera largos y pacíficos años.
La batalla comenzó y Atenea infundió valor a Laertes quien clavó su lanza en la cabeza de Eupites.
En ese momento, Zeus envía un rayo para decirle a Atenea que debía frenar la batalla, y la diosa
de ojos de lechuza, con la forma de Méntor, pidió una tregua.
Personajes difíciles
Caribdis: es un remolino que engulle y que no se ve, ataca a Odiseo con su tripulación cuando está
yendo a la isla del Sol. Es inmortal
Escila: es un monstruo de 7 cabezas que ataca a Odiseo con su tripulación cuando está yendo a la
isla del Sol. Es inmortal.
Iro: mendigo que vive en Ítaca, decide pelearse con Odiseo, ya que el ocupaba su lugar en la
ciudad.
Ino: ninfa de las aguas, es inmortal, le da un manto a Odiseo para que se cubra de las tormentas
del mar, y sobreviva.
Euriclea: Sirvienta del palacio de Odiseo, era querida por él, ya que fue una de las pocas que no
estuvo con los pretendientes.
Elpénor: tripulante más joven de los barcos de Odiseo en su vuelta a Ítaca, muere en la mansión
de Circe.
Antínoo: Jefe de los pretendientes, es el que los dirige y toma mayor protagonismo
Ancínoo: rey del país de Esqueria, rey de los feacios, esposo de Arete y padre de Nausícaa
Calipso: Reina de la ciudad de Ogigia, alberga a Odiseo durante 10 años, luego lo ayuda a partir
hacia Esqueria. Es inmortal, al ser hija de los dioses.
Eolo: dios del viento, en su isla de Eolia, alberga a Odiseo y le regala una bolsa llena de vientos que
luego es desperdiciada por los tripulantes de las naves de Odiseo.
Telémaco: Hijo de Odiseo, emprende un viaje a las ciudades de Pilos y Esparta para buscar mayor
información sobre su padre, lo ayuda a matar a los pretendientes
Pisístrato: hijo de Néstor, ayuda a Telémaco a ir desde Pilos hacia Esparta por tierra.
Menelao: rey de Esparta, vive en el palacio de Lacedemonia, alberga a Telémaco y Pisístrato, les
da regalos e información sobre su padre aunque no es mucha.
Helena: Esposa de Menelao, por ella inicia la guerra de Troya, tras el rapto de Paris.
Néstor: Rey de Pilos, padre de Pisístrato, alberga a Telémaco y a Palas Atenea (disfrazada de
Mentor).
Laertes: padre de Odiseo, vive en las afueras de Ítaca y está muy apenado por la salida de su hijo.
Teoclímeno: sabio que rescata Telémaco en Pilos, en su vuelta de Esparta, ya que este huía de su
pueblo debido a que estaba siendo perseguido por matar a una persona.
Nausícaa: hija de Ancínoo y de Arete, encuentra a Odiseo en las orillas de la playa, le da comida y
Vestimenta. Le dice que tiene que ir a pedirle hospitalidad a su madre, Arete, quien era la reina.
Eumeo: porquerizo de Odiseo, lo alberga en su porqueriza cuando este llega del pueblo de los
feacios, ayuda a matar a los pretendientes.
Mentor: Fue el fiel amigo de Ulises, que quedó encomendado de los intereses del héroe en Ítaca y
de la educación de su hijo Telémaco, cuando el héroe partió para la Guerra de Troya.
Antíclea: madre de Odiseo, muere por la angustia que siente de no tener a su hijo a su lado,
durante mucho tiempo. Se le aparece a Odiseo en las tierras de Hades, con el tebano Tiresias.