La Segunda Venida de Cristo Ii
La Segunda Venida de Cristo Ii
La Segunda Venida de Cristo Ii
Lucas 17:26, 27: 26 Y como fué en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del
hombre. 27 Comían, bebían, los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos, hasta el
día que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y destruyó á todos.
Introducción. – Bien, en la lección anterior vimos en la Biblia que la segunda venida de Cristo
obedece a un plan divino, pues, fue Dios quien prometió en un comienzo que vendría la simiente
de la mujer a reestablecer aquello que el hombre había echado a perder en el huerto de Edén al
desobedecer el mandato divino de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, lo cual se
dio cumplimiento con el nacimiento de Jesús, quien luego de cumplir Su propósito, ascendió a los
cielos PROMETIENDO que regresaría por segunda vez.
Si la primera vez Cristo vino para morir por nuestros pecados y establecer así un nuevo pacto entre
Dios y los hombres, ahora viene por segunda vez para llevarse con Él a los cielos a quienes vivieron
conforme Su palabra, obedeciendo y cumpliendo con Su voluntad.
Jesús les dijo a Sus discípulos cómo sería el panorama previo a Su segunda venida: Su venida será
cuando el mundo entero esté viviendo como en los tiempos de Noé. ¿Cuál era el contexto en el
cual vivió Noé? Buena pregunta, para responder a esta pregunta vayamos rápidamente a Génesis
6:1-8 y Gen. 9:1-7.
En los tiempos de Noé, mientras él pregonaba a grandes voces que se acercaba un diluvio que
acabaría con todo ser vivo, las personas no le creían, no le hacían caso, ellos vivían su vida de lo
más normal, abocados a lo que estaban acostumbrados, como si nada malo fuera a ocurrir, justo
antes del Diluvio. Ignoraban que el desastre se acercaba, aun cuando Noé les estaba advirtiendo
del peligro. Pero, ¿qué sucedía en aquellos días?
A. Violencia generalizada
Ya que Jesús dijo que los últimos días, previos a su segunda venida, serían similar a la sociedad de
la época de Noé, veamos en la Palabra de Dios qué sucedía en aquellos días para entender qué
quiso decir Jesús, a qué se refería. Bueno, el libro de Génesis explica en qué consistían las
condiciones de vida de esa época. La biblia enseña que después que el hombre pecó contra Dios y
fuera echado del huerto de Edén, rápidamente la humanidad se encaminó a su autodestrucción.
Siguiendo así el mal ejemplo de Adán y Eva rechazando las instrucciones de Dios. Poco a poco la
humanidad se volvió hostil y corrupta. En Gen. 6:5 la biblia dice que fue en la época de Noé que:
“Vio Dios que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los
pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” ¿Qué es lo que vió Dios en la
tierra? Mucha maldad.
Por ello, Dios dijo en el versículo 6 que “se arrepintió de haber hecho hombre en la tierra y le dolió
en su corazón” y le dijo a Noé en el vers. 13: “He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está
llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra”
Dios no se estaba lamentando de haber cometido un error, porque Dios no comete errores, Él es
perfecto, todas sus decisiones y acciones son perfectas. Lo que sucede es que Dios le dio a su
creación humana la libertad para escoger entre el bien y el mal, Proverbios 1:29-31, y se sentía
entristecido en su corazón, al ver cuán lejos había caído la humanidad de lo que se pretendía
originalmente.
Vimos en Gen. 6:13 que una de las principales razones para que Dios trajera el gran Diluvio era que
la Tierra estaba llena de violencia.
Analicemos la época en que vivimos. En los últimos 100 años ha habido un incremento alarmante
en la violencia en todo el mundo. Las guerras en los últimos 90 años han matado más personas
que durante los 500 años anteriores. Se estima que sólo en el siglo XX, 203 millones de personas
murieron por la guerra (Matthew White, Historical Atlas of the Twentieth Century [Atlas histórico
del siglo 20], 2010, “Muertes por la guerra”).
Entre 170 y 360 millones de personas fueron muertas por los gobiernos en el siglo XX, aparte de la
guerra. Recientemente, en los conflictos armados ha habido más víctimas entre los civiles que
entre los mismos combatientes, sumando el 90 por ciento de víctimas desde 1945. Sólo en la
última década, la guerra ha cobrado la vida de un estimado de dos millones de niños y ha dejado
discapacitados entre cuatro y cinco millones de niños más.
Una forma silente de violencia se lleva a cabo en el mundo por el aborto deliberado de inocentes.
Cada año se realizan alrededor de 44 millones de abortos en el mundo.
A nivel mundial, el Consorcio Nacional para el Estudio del Terrorismo y las Respuestas al
Terrorismo, ha documentado más de 125.000 ataques terroristas violentos desde 1970. Martha
Crenshaw, un miembro de dicho consorcio, informó: “desafortunadamente, parece ser cada vez
más aceptable en ciertos sistemas de creencias, matar tantos miembros de otras comunidades
religiosas como sea posible. Pareciera que se están borrando las restricciones morales (CNN.com).
De hecho, las cosas están cambiando en el mundo. Jesucristo dijo en Mateo 15:19: “Porque del
corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos,
los falsos testimonios, las blasfemias”.
En verdad, las cosas están cambiando en el mundo. Jesucristo dijo: “Porque del corazón salen los
malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos
testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). Estamos viviendo actualmente en una época en la que
estos vicios se están volviendo más comunes. La violencia se está volviendo algo común, algo
normal.
Vemos que en Gen. 9:5,6, Dios les dice a Noé y a sus hijos: “Porque ciertamente demandaré la
sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano
del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por el
hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre” (Génesis 9:5-6).
Después de este decreto, vemos en Gen. 9:15,16 que Dios designó el arcoíris como una señal del
pacto de que Él nunca volvería a destruir a todos los habitantes de la tierra con un diluvio.
Si los seres humanos hubiesen seguido las instrucciones de respetar la vida a lo largo de la historia,
instrucciones dadas por Dios en Gen. 9:5,6, esto hubiera hecho que la vida humana fuera
respetada. Pero, ahora, como en los días de Noé, estamos viendo una cultura creciente de
flagrante irrespeto por la vida humana.
A través de toda la historia humana se han cometido muchos males. ¿Por qué entonces Dios no
castigó a cada generación de la humanidad por su comportamiento pecaminoso? Una razón es
que Dios es paciente y misericordioso con su creación (Éxodo 34:6-7), no se deleita en la
destrucción del impío (Ez. 33:11). En su sabiduría, Dios algunas veces decide mostrar compasión
(Ro. 9:15).
Aunque todas las personas han pecado y pecan (Romanos 3:23), solamente Dios puede
determinar cuándo toda la sociedad o nación ha violado su ley hasta el punto crítico en que Él ya
no lo va a tolerar más. Fue en el perfecto juicio de Dios que él destruyó al mundo durante los días
de Noé, permitiendo que esto fuera un ejemplo del que la humanidad pudiera aprender. Para
aprender más acerca de las condiciones similares de la sociedad que llevaron a la destrucción
súbita de Sodoma y Gomorra en los días de Lot, por favor lea el artículo acerca de “ Sodoma y
Gomorra”.
F. La historia se repite con frecuencia
G. En los días de Noé, el tiempo del castigo vino cuando Dios “vio que la maldad de
los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del
corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5).
H. Un riesgo que toman las personas que rechazan el misericordioso llamado de Dios
al arrepentimiento, es que sus corazones se endurezcan. Dios dice: “Pero por tu
dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la
ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a
sus obras” (Romanos 2:5-6).
I. La primera vez que Dios llevó a cabo su juicio en la tierra, lo hizo con un gran
diluvio de agua. La próxima vez que Dios castigue a toda la Tierra, será al regreso
de Cristo, cuando “… he aquí que el Eterno vendrá con fuego, y sus carros como
torbellino, para descargar su ira con furor, y su reprensión con llama de fuego.
Porque el Eterno juzgará con fuego y con su espada a todo hombre; y los muertos
del Eterno serán multiplicados” (Isaías 66:15-16).
J. El vendrá inesperadamente
K. La advertencia de Jesucristo en Lucas 17 fue que cuando Él regrese con gran poder
y majestad para salvar a un mundo que no lo espera, la gran mayoría de personas
estará comiendo y bebiendo, enfocada en su rutina diaria, sin conciencia de los
tiempos peligrosos en que estamos viviendo. Así como las personas en los días de
Noé, ellos estarán ignorando los mensajes de advertencia y rechazando los caminos
justos de Dios (Mateo 24:37-39, 44).
M. Jesús añadió: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se
carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga sobre
vosotros aquel día [del regreso de Cristo y “La ira de Dios”]. Porque como un lazo
vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en
todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que
vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:34-36).
(Es interesante notar el contexto donde nació Jesús porque es muy similar al tiempo de
Noé y muy similar hoy a nuestro tiempo.
1° En el ámbito Social, las ciudades habían progresado y el comercio era muy productivo
con las carreteras internacionales construidas por los romanos que permitía el flujo del
transporte terrestre y los puertos pesqueros como el de Capernaum, ciudad marítima.
2° En el ámbito político, los excesos de los emperadores y Césares quienes practicaban
cultos a sus dioses con orgías incluidas, habían logrado invadir y someter al pueblo judío,
quienes tenían que pagar impuestos a los extranjeros estando en sus propias tierras.
3° En el ámbito religioso, Con la extensión del imperio romano, abundaban los dioses y las
prácticas paganas, añadido a éstas los dioses de los griegos quienes adoraban aún hasta a
lo desconocido. El politeísmo reinaba en aquellos días.
4° Israel por su parte, el pueblo escogido por Dios, perdió de vista su objetivo, al ceder al
odio y deseo de venganza ante sus enemigos. Aquella imagen del Mesías manso y humilde
profetizada siglos atrás, había sido cambiada por una imagen de un mesías guerrero que
venía a matar a los enemigos de Israel.
5° Las personas vivían cada quien su vida a su manera. Dentro del pueblo escogido de Dios
abundaban las religiones, todas basadas en la Tora. Cada religión con sus propias prácticas
que las distinguían entre sí, las cuales buscaban mostrar espiritualidad, pero, todos
estaban ciegos. En otras palabras, ninguna religión cumplía los requisitos, porque cuando
Cristo nace, Juan dice que “a los suyos vino, y los suyos no le recibieron”.
5° La maldad reinaba por todos lados, muertes violaciones, adulterio, prostitución, todo
tipo de orgías, etc.
1. MARGERY PEÑA, Enrique. “El mito del diluvio en la tradición oral indoamericana”. Abya-Yala,
San José de Costa Rica, 1998. p.8
2. FREUND, Philip. “Myths of Creation”. Washington Square Press, 1966. 304 pp.
3. Sin embargo, el mito diluviano rara vez se presenta en las cosmogonías de las variadas culturas
africanas. Quizás la excepción esta dada por la tradición de la tribu Moussaye, en la actual República
del Chad. ELIADE, Mircea. “Mito y Realidad”. Editorial Labor, Barcelona, 1991, p. 26
4. ELIADE, Mircea. Op. cit. p.12
5. DE WIT, Hans. “He visto la humillación de mi pueblo: Relectura del Génesis desde América
Latina”. Amerindia, Santiago de Chile, 1988. p.169
6. DE WIT, Hans. Ibid.
7. OCHOA, José. Atlas histórico de la Biblia. Tomo I: Antiguo Testamento. Acento Editorial, Madrid,
2003. p.16
8. PRITCHARD, James B. (ed.). "Ancient Near Eastern Texts relating to the Old Testament" (ANET).
Princeton University Press, Princeton – New Jersey, 1969. p.104
9. FRYMER-KENSKY, Tikva. “The Atrahasis Epic and its significance for our understanding of
Genesis 1-9”. Biblical Archaeologist (American Schools of Oriental Research) 40(4): 18, Diciembre
1977.
10. FRYMER-KENSKY, Tikva. Op. cit. p.19
11. FRYMER-KENSKY, Tikva. Ibid.
12. PRITCHARD, James B. (ed.). Op. cit. p.105
13. DE WIT, Hans. Op. cit. p.173
14. Que tiene su expresión más temprana en 1 Enoc 6-11 y en la Carta de Judas en El Nuevo
Testamento; sus ideas principales se actualizan de vez en cuando por sectas cristianas filo-esotéricas.
15. Esta última tesis es de origen cristiano; posteriormente también fue adoptada por un sector del
judaísmo.
16. Para una revisión detallada de esta materia, véase la excelente obra del teólogo argentino.
CROATTO, José Severino. “Exilio y Sobrevivencia: Tradiciones contraculturales en el
Pentateuco” Comentario de Génesis 4:1-12:9. Editorial LUMEN, Buenos Aires, 1997. p.143
17. DE WIT, Hans. Op. cit. p.177
18. BYLER, Dionisio. “Como un grano de mostaza”. Editorial CLIE, España, 1988. pp.51-56
QUIÉN no ha oído hablar del Diluvio que ocurrió en tiempo de Noé? Seguramente usted
conoce el relato desde niño. Lo cierto es que si va a la biblioteca más cercana es probable
que el tema aparezca más en el apartado infantil que en las lecturas de adultos. Por ello,
quizás opte por considerar el relato del Diluvio como un cuento más. Muchos opinan que
la narración diluviana es uno de tantos pasajes bíblicos con carácter de fábula: a lo sumo
una lección moralizante fruto del ingenio humano.
Por extraño que parezca, hasta personas que afirman fundar sus creencias en la Biblia
dudan que el Diluvio haya sucedido. Edward J. McLean, sacerdote católico, dijo que
no debía interpretarse el relato de Noé como historia, sino como “alegoría o pieza de la
literatura”.
Ahora bien, ¿será la narración bíblica del Diluvio una mera alegoría, que nunca se
escribió para que se tomara en sentido literal? ¿Permite la Biblia esta postura?
Detalles creíbles
Examinemos en primer lugar lo que consignó Moisés en el libro de Génesis. Allí se hace
mención específica del año, mes y día en que comenzó las precipitaciones, así como de
cuándo se detuvo el arca y cuándo se secó el terreno. (Génesis 7:11; 8:4, 13, 14.)
Dado que Génesis no siempre aporta las fechas de los sucesos, las que da del Diluvio
destacan que Moisés lo consideraba un hecho histórico. Solo hay que comparar el tono
verídico que emplea la Biblia con la introducción tradicional de los cuentos: “Érase una
vez...”.
Hallamos otro ejemplo en la propia arca. La Biblia describe una embarcación de unos
133 metros de eslora, con una relación de 10 a 1 entre la longitud y la altura, y de 6 a 1
entre la longitud y la anchura. (Génesis 6:15.) Noé, sin embargo, no era constructor naval.
Y recuerde que los sucesos tuvieron lugar hace más de cuatro milenios. Aun así, el arca
tenía las proporciones idóneas para su cometido: servir de contenedor flotante. En efecto,
los ingenieros navales contemporáneos han descubierto que las proporciones similares a
las del arca favorecen la integridad estructural y la estabilidad de las embarcaciones
cuando están en alta mar. Aunque la Biblia no detalla cuánto tiempo dedicó Noé a
construir el arca, la narración permite un lapso de unos 50 o 60 años. (Génesis 5:32; 7:6.)
Todo un contraste con la famosa epopeya babilónica de Gilgamés, en la que se describe
un enorme y burdo cubo de unos 60 metros de arista que se construyó en solo siete días.
A diferencia de esta leyenda babilónica, el relato diluviano de la Biblia persuade al lector a
confiar en que expone fielmente los hechos.
Además del relato de Génesis, las Escrituras contienen otras diez referencias a Noé o al
Diluvio universal. Según dichas referencias, ¿cómo consideraban los redactores
inspirados el Diluvio? ¿Como historia, o como fábula?
Confirmación de su autenticidad
En las Escrituras se incluye a Noé en dos genealogías de la nación de Israel, la segunda
de las cuales se remonta hasta Jesucristo. (1 Crónicas 1:4; Lucas 3:36.) Tanto Esdras
como Lucas, los compiladores de dichas genealogías, eran historiadores competentes
que debieron de creer que Noé era un hombre de la vida real.
En los demás pasajes bíblicos se enumera a Noé junto a otros personajes históricos y se
le cita como varón justo y lleno de fe. (Ezequiel 14:14, 20; Hebreos 11:7.) ¿Tendría
sentido que los escritores bíblicos presentaran a una figura mítica como ejemplo a imitar?
No, pues fácilmente se induciría al lector de la Biblia a pensar que la fe no está al alcance
del hombre y que solo pueden demostrarla personajes novelescos. Se mencionó a Noé y
a los demás hombres y mujeres de fe porque eran seres humanos con debilidades y
sentimientos como los nuestros. (Hebreos 12:1; compárese con Santiago 5:17.)
En las restantes referencias bíblicas se habla de Noé y del Diluvio en el contexto de la
destrucción que Dios infringió a los incrédulos contemporáneos de Noé. Observe la
referencia que hizo Jesús al Diluvio, según consta en Lucas 17:26, 27: “Así como ocurrió
en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían, los
hombres se casaban, las mujeres se daban en matrimonio, hasta aquel día en que Noé
entró en el arca, y llegó el diluvio y los destruyó a todos”.
Jesucristo fue testigo ocular de los acontecimientos que mencionó, pues existía en el cielo
antes de vivir en la Tierra. (Juan 8:58.) Si el Diluvio no fuera más que una fábula, habría
que deducir que Jesús insinuaba que su futura presencia era pura fantasía o que
sencillamente estaba contando una mentira, pero ninguna de estas conclusiones
concuerda con el resto de las Escrituras. (1 Pedro 2:22; 2 Pedro 3:3-7.) Así pues,
Jesucristo, fundándose en la observación directa, aceptaba el relato bíblico del Diluvio
universal como historia auténtica. Sin duda, para el cristiano verdadero esta es la prueba
más determinante de que el Diluvio de la época de Noé no es de carácter mítico, sino
histórico.
Al hablar de la época cercana a su regreso a la Tierra, Jesús afirmó: “Como fue en los días
de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se
daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los
destruyó a todos” (Lucas 17:26-27).
Parecía que las personas creían que estaban viviendo en tiempos normales en la época de
Noé, justo antes del Diluvio. Ignoraban que el desastre se acercaba. ¿De qué entonces
estaba hablando Jesús?
Violencia generalizada
Ya que Él dijo que los últimos días serían un paralelo de la sociedad de la época de Noé,
podemos investigar más a fondo en la Palabra de Dios para entender qué quiso decir Él. El
libro de Génesis explica en qué consistían las condiciones de ésa época.
Poco tiempo después de que Dios pusiera a los seres humanos en la Tierra, rápidamente la
humanidad se encaminó a su autodestrucción. Siguiendo el ejemplo de Adán y Eva que
rechazaron las instrucciones de Dios, la humanidad se volvió progresivamente hostil y
corrupta. En la época de Noé: “Vio El eterno que la maldad de los hombres era mucha en la
tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo
solamente el mal” (Génesis 6:5).
Por ello, Dios dijo que “se arrepintió de haber hecho hombre en la tierra y le dolió en su
corazón” (v. 6) y le dijo a Noé: “He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de
violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra” (v. 13).
Dios no se estaba lamentando por haber cometido un error. Dios no comete errores. Dios
dio a su creación humana la libertad para escoger entre el bien y el mal (Proverbios 1:29-
31), y se sentía entristecido en su corazón, al ver cuán lejos había caído la humanidad de lo
que se pretendía originalmente.
Parece que Dios le dio a la humanidad 120 años para cambiar sus caminos perversos. Dios
dijo: “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es
carne; mas serán sus días ciento veinte años” (Génesis 6:3).
Los 120 años de Génesis 6:3 se refieren al tiempo en que la paciencia de Dios continuaría
con esa generación (Barnes´s Notes on the Bible [Notas de la Biblia de Barnes]). Durante
esos 120 años, Noé predicó un mensaje de advertencia, y Dios esperó pacientemente que se
reformara su corazón (1 Pedro 3:20).
Viviendo en una sociedad perversa que se rehusaba a arrepentirse, sólo Noé encontró favor
delante de Dios, como una persona “justa”. Se nos dice que él fue movido por la fe y “con
temor preparó el arca en que su casa se salvase” (Génesis 7:1; Hebreos 11:7). Debido a la
violencia tan generalizada que imperaba en ese momento en el mundo, Dios decidió volver
a repoblar el mundo por medio de este hombre fiel y sus descendientes (Génesis 6:17-18).
Violencia en la actualidad
El apóstol Pablo dijo que antes del regreso de Cristo el mundo viviría tiempos peligrosos,
con buscadores de placeres, materialismo, inmoralidad, violencia, pereza y rechazo de las
cosas de Dios (2 Timoteo 3:1-5).
Una de las principales razones para que Dios trajera el gran Diluvio era que la Tierra estaba
llena de violencia (Génesis 6:13).
Entre 170 y 360 millones de personas fueron muertas por los gobiernos en el siglo XX,
aparte de la guerra. Recientemente, en los conflictos armados ha habido más víctimas entre
los civiles que entre los mismos combatientes, sumando el 90 por ciento de víctimas desde
1945. Sólo en la última década, la guerra ha cobrado la vida de un estimado de dos millones
de niños y ha dejado discapacitados entre cuatro y cinco millones de niños más.
Una forma silente de violencia se lleva a cabo en el mundo por el aborto deliberado de
inocentes. Cada año se realizan alrededor de 44 millones de abortos en el mundo.
De hecho, las cosas están cambiando en el mundo. Jesucristo dijo: “Porque del corazón
salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos,
los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). Estamos viviendo actualmente en una
época en que estos vicios se vuelven más comunes. Gary LaFree, director del Consorcio
Nacional para el Estudio del Terrorismo y las Respuestas al Terrorismo, afirmó: “Estamos
viendo una trayectoria definitivamente ascendente en el total de ataques terroristas y
muertes a nivel mundial. Estamos convencidos de que buena parte de esto es un cambio
real en el mundo”.
En verdad, las cosas están cambiando en el mundo. Jesucristo dijo: “Porque del corazón
salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos,
los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). Estamos viviendo actualmente en una
época en la que estos vicios se están volviendo más comunes.
A medida que aumenta la violencia en esta época, el mensaje de Dios encaja mejor:
“Porque no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar,
mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden. Por lo
cual se enlutará la tierra y se extenuará todo morador de ella, con las bestias del campo y
las aves del cielo; y aun los peces del mar morirán” (Oseas 4:1-3).
Después del diluvio, la historia humana comenzó con la familia de Noé. Dios entonces hizo
énfasis en el significado especial y la santidad de la vida humana.
Al hablarles a Noé y a sus hijos, Dios les dijo: “Porque ciertamente demandaré la sangre de
vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del
varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por
el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre”
(Génesis 9:5-6).
Después de este decreto, Dios designó el arcoíris como una señal del pacto de que Él nunca
volvería a destruir a todos los habitantes de la Tierra con un diluvio (vv. 15-16).
A través de toda la historia humana se han cometido muchos males. ¿Por qué entonces Dios
no castigó a cada generación de la humanidad por su comportamiento pecaminoso? Una
razón es que Dios es paciente y misericordioso con su creación (Éxodo 34:6-7), no se
deleita en la destrucción del impío (Ezequiel 33:11). En su sabiduría, Dios algunas veces
decide mostrar compasión (Romanos 9:15).
Aunque todas las personas han pecado y pecan (Romanos 3:23), solamente Dios puede
determinar cuándo toda la sociedad o nación ha violado su ley hasta el punto crítico en que
Él ya no lo va a tolerar más. Fue en el perfecto juicio de Dios que él destruyó al mundo
durante los días de Noé, permitiendo que esto fuera un ejemplo del que la humanidad
pudiera aprender. Para aprender más acerca de las condiciones similares de la sociedad que
llevaron a la destrucción súbita de Sodoma y Gomorra en los días de Lot, por favor lea el
artículo acerca de “Sodoma y Gomorra”.
En los días de Noé, el tiempo del castigo vino cuando Dios “vio que la maldad de los
hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de
ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5).
Un riesgo que toman las personas que rechazan el misericordioso llamado de Dios al
arrepentimiento, es que sus corazones se endurezcan. Dios dice: “Pero por tu dureza y por
tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación
del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras” (Romanos 2:5-6).
La primera vez que Dios llevó a cabo su juicio en la tierra, lo hizo con un gran diluvio de
agua. La próxima vez que Dios castigue a toda la Tierra, será al regreso de Cristo, cuando
“… he aquí que el Eterno vendrá con fuego, y sus carros como torbellino, para descargar su
ira con furor, y su reprensión con llama de fuego. Porque el Eterno juzgará con fuego y con
su espada a todo hombre; y los muertos del Eterno serán multiplicados” (Isaías 66:15-16).
El vendrá inesperadamente
La advertencia de Jesucristo en Lucas 17 fue que cuando Él regrese con gran poder y
majestad para salvar a un mundo que no lo espera, la gran mayoría de personas estará
comiendo y bebiendo, enfocada en su rutina diaria, sin conciencia de los tiempos peligrosos
en que estamos viviendo. Así como las personas en los días de Noé, ellos estarán ignorando
los mensajes de advertencia y rechazando los caminos justos de Dios (Mateo 24:37-39, 44).
Jesús añadió: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen
de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga sobre vosotros aquel día
[del regreso de Cristo y “La ira de Dios”]. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que
habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos
por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo
del Hombre” (Lucas 21:34-36).
¿Captará Dios su atención antes de ese momento? ¿Nos arrepentiremos de nuestros pecados
y nos volveremos a Dios? Y cuando Cristo regrese: ¿hallará fe en la tierra? (Lucas 18:8). Si
desea más información acerca de cómo Dios primero advierte a las personas antes de
enviarles su castigo, y cómo las personas pueden sobrevivir a la futura ira de Dios por la
desobediencia, vea los artículos “Propósito de la profecía” y “La ira de Dios: cómo
sobrevivir a ella”.
Muchos cristianos creen que cuando Jesucristo regrese esta tierra, Él se acercará
secretamente para arrebatar a todos los creyentes y todos los hijos en un rapto. Según esta
teoría, ellos serán llevados al cielo donde serán protegidos durante la Gran Tribulación.
Aunque la Biblia sí enseña claramente que habrá una Gran Tribulación y que Jesús
regresará, la Biblia no enseña que habrá un rapto secreto.
A menudo se hace referencia a esta enseñanza como la “teoría del rapto”. Es una teoría
porque no tiene una prueba definitiva. Ni Jesús ni los apóstoles enseñaron que tal evento
ocurrirá y, de hecho, éste no tiene apoyo bíblico. Aunque hay desacuerdo en cuanto a su
origen exacto, no se había escuchado de esta doctrina hasta principios del siglo 19, y la
misma se popularizó cuando fue incorporada en las notas al pie de página de la Biblia
Anotada de Scofield.
Los comentarios de Scofield son con referencia a 1 Tesalonicenses 4:17: “Luego nosotros
los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.
Los adherentes a la doctrina del rapto creen que éste es descrito por la frase “seremos
arrebatados”. Un significado de la palabra hispana arrebatados es “ser llevado en cuerpo o
en espíritu”. No obstante, la palabra rapto no es usada aquí ni en cualquier otro lugar en las
Escrituras. La frase “seremos arrebatados” es traducida de una palabra griega que significa
“agarrar, tirar de, o tomar por la fuerza” (Louw y Nida Greek-English Lexicon of the New
Testament (“Diccionario Oxford griego-inglés LSJ”)). Ésta es una palabra fuerte en el
griego, y enfatiza que la acción será repentina y forzosa. Transmite el poder de Dios por el
cual Él resucitará a los que habían muerto. En la Biblia Vulgata (latín) la frase “seremos
arrebatados” es traducida rapere, de la cual se deriva la palabra rapto.
Para ver esta declaración en su contexto, nos es útil leer 1 Tesalonicenses 4:13-17:
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os
entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y
resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.
“Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos
quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor
mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del
cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que
hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al
Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.
Aparentemente estos cristianos del primer siglo esperaban que Jesús regresara durante su
vida . Cuando algunos murieron antes de que Él regresara a la tierra, ellos se preocuparon y
confundieron. Para alentarlos, Pablo apela a su fe en la resurrección de Jesús y la promesa
de una resurrección de los fieles cuando Él regrese.
Notemos que este pasaje no incluye ninguna advertencia acerca de o aun una referencia a la
Gran Tribulación al final del siglo. Pablo no estaba advirtiéndoles acerca de tener presente
sus responsabilidades cristianas para que ellos pudieran estar entre los que serían
“arrebatados juntos” para “recibir al Señor en el aire” para escapar de tiempos difíciles. De
hecho, si los fieles están muertos y en sus tumbas, ¿por qué necesitarían ser arrebatados
para escapar de la Tribulación? Al leer el contexto completo vemos que Pablo les recordó
de la promesa de la resurrección de los fieles cuando Jesús regrese.
No un evento secreto
Otro elemento clave de la teoría del rapto es que se supone que éste será secreto. Sin
ninguna advertencia, los creyentes fieles desaparecerán repentinamente.
Pero notemos de nuevo en 1 Tesalonicenses 4:16-17: “Porque el Señor mismo con voz de
mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en
Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado,
seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así
estaremos siempre con el Señor”.
Con trompetas y ángeles declarando el regreso de Cristo, esto difícilmente puede ser la
descripción de algo hecho en secreto.
En Mateo 24:30 Jesús dice que a su regreso la gente de toda la tierra verá al Hijo del
Hombre viniendo en las nubes del cielo. En Apocalipsis 11:15 leemos que la séptima
trompeta sonará y grandes voces en el cielo proclamarán que Jesús reinará sobre las
naciones del mundo por los siglos de los siglos.
¿Significa la frase en 1 Tesalonicenses 4:17 que iremos al cielo y estaremos siempre con el
Señor? Notemos que ellos lo recibirán en “las nubes”—es decir, en la atmosfera de la tierra,
no en el cielo donde Dios reside.
La palabra traducida “recibir” es una palabra griega que significa saludar y escoltar a un
visitante de la realeza o un representante gubernamental (Vine’s Complete Expository
Dictionary of Old and New Testament Words [Vine: Diccionario expositorio completo de
palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento]). En otras palabras, cuando Jesús regrese,
los creyentes fieles que habían muerto serán resucitados y los que todavía esté con vida
serán cambiados a espíritu. Ellos se levantarán juntos en las nubes para saludar a Jesús
cuando Él regrese y lo escoltarán a la tierra donde Él empezará a reinar.
El pasaje en Mateo 24:40-41 es citado algunas veces como una descripción del rapto:
“Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres
estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada”.
Una vez más, nosotros entendemos mejor cuando consideramos estos versículos en su
contexto. Empezando en el versículo 36, Jesús advierte que ya que no sabremos cuándo
regresará Él, debemos estar listos en todo momento. Él nos insta a no hacer caso omiso,
como la gente antes del diluvio. En lugar de eso, nosotros podemos estar preparados
espiritualmente para el regreso de Jesús. Aunque, nos advierte, habrá algunos que estarán
preparados y otros no lo estarán.
En el versículo 42 Jesús dice: “Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro
Señor”. Y en el versículo 44 Él concluye el pensamiento: “Por tanto, también vosotros
estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”. Los
versículos 40-41 muestran el contraste entre los que prestarán atención a la advertencia de
Jesús y los que no prestarán atención. Aquí no se dice nada acerca de ser arrebatado en un
rapto.
Notemos también que el “ser tomado” no necesariamente es una cosa buena. Hablando de
aquellos que no estuvieron preparados en el tiempo de Noé, el versículo 39 dice que el
diluvio “se los llevo a todos”. Y hablando del tiempo del fin en los versículos 40 y 41, Jesús
dijo que uno será “tomado” y el otro dejado. ¿Podría indicar esto que los que serán
“tomados” son los que serán llevados por los acontecimientos de la Tribulación al final del
siglo y los que serán “dejados” son una referencia a quienes estarán preparados
espiritualmente?
Hay muchas advertencias proféticas acerca del fin de este siglo. El apóstol Pedro dijo que el
conocer los tiempos que están por delante debe motivarnos a andar “en santa y piadosa
manera de vivir” (2 Pedro 3:11). Jesús describió tiempos venideros de estrés y dificultad sin
paralelo (Mateo 24:21-22). Él advirtió que ya que no conocemos el momento de su regreso,
debemos prestar atención, vigilar y orar.
Jesús también advirtió que debemos estar en guardia para que no seamos sorprendidos
inesperadamente conforme esos eventos se acercan y que los que estén vigilantes y
centrados podrán escapar los tiempos venideros (Lucas 21:34-36). Y Apocalipsis 12:13-14
describe en lenguaje simbólico que la Iglesia será protegida de Satanás durante el tiempo de
la Gran Tribulación. Pero ellos no son tomados en un rapto, y no van al cielo para ser
protegidos.
En todas las profecías del fin del siglo y del regreso de Jesucristo, no hay ninguna
indicación o aun una pista de que Él se acercará a la tierra para llevarse secretamente a los
creyentes, dejando al resto para que sufran la angustia de la Gran Tribulación. Su regreso
será visible, y sus seguidores estarán con Él cuando Él descienda al Monte de los Olivos
para empezar su reino de mil años sobre la tierra (Zacarías 14:4-5; Lucas 21:27;
Apocalipsis 5:10; 20:4).
Señales de los tiempos
Los líderes religiosos de la época de Jesús le pidieron una señal
milagrosa, pero Él los reprendió por no discernir las “señales de los
tiempos”. ¿Qué quería decir con esto? ¿Podemos discernirlas?
Cuando los líderes religiosos le pidieron un milagro, Jesús les contestó que eran
una generación impía y perversa que insistía en ver a Dios en los sucesos anormales
en lugar de discernir las señales de los tiempos.
¿Qué quiso decir Jesús cuando les dijo que no podían discernir las señales de los
tiempos (Mateo 16:3)? Para responder esta pregunta es necesario analizar lo que
estos líderes le estaban pidiendo a Jesús. Mateo 16:1 nos dice: “Vinieron los fariseos
y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo”.
Ya que Jesús había realizado tantos milagros en toda Galilea y Judea, es muy
probable que estos maestros religiosos hubieran escuchado muchos testimonios
convincentes acerca de los milagros sobrenaturales que Jesús ya había realizado
(Mateo 4:24; 9:27-31; Lucas 7:11-17). Sin embargo, estos hombres aparentemente
todavía querían ver un milagro impresionante para satisfacer su curiosidad. Y su
deseo de “probar” a Jesús implicaba que todavía había alguna duda acerca de la
fuente de su poder para realizar milagros (Lucas 11:15-16; Juan 12:37).
¿Qué era una señal importante de Dios? En varios casos en el Antiguo Testamento
Dios envió una señal milagrosa que servía como testigo de que Él estaba
directamente involucrado en algún suceso que iba a ocurrir (Jueces 6:17-21; 1
Samuel 2:34; 1 Reyes 13:1-3; Isaías 7:14).
Una de estas señales ocurrió cuando Moisés le dijo al pueblo que Dios iba a hacer
llover pan del cielo para ellos (Éxodo 16:4; Juan 6:31-31). Y otro fue cuando Isaías
le dijo al rey Ezequías que Dios iba a hacer retroceder 10 grados la sombra en el
reloj de Acaz (Isaías 38:7-8).
En otra ocasión, Elías “…oró fervientemente para que no lloviese, y no llovía sobre
la tierra por tres años y seis meses. Y otra vez oró, y le cielo dio lluvia y la tierra
produjo su fruto” (Santiago 5:17-18 y también en 1 Reyes 17:1).
Estas son sólo algunas de las señales que Dios realizó por medio de los profetas.
Jesús les dijo a ellos: “¡Hipócritas! Que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡más
las señales de los tiempos no podéis! La generación mala y adúltera demanda
señal; pero señal no le será dada sino la señal del profeta Jonás” (Mateo 16:1-4,
énfasis añadido).
Jesús estaba afirmando que los líderes religiosos de su época, que eran
representativos de toda su generación, tenían un espíritu de incredulidad en cuanto
a si Él era el Mesías que los profetas habían señalado. El relato del Evangelio de
Marcos agrega que debido a la incredulidad de las personas, Jesús se lamentaba
profundamente en su corazón (Marcos 8:12).
Después de dar una detallada explicación del Reino de Dios a los judíos que lo
habían visitado en la prisión en Roma, Pablo citó una descripción que Isaías hizo
de las personas que eran ignorantes porque querían serlo y se rehusaban a ser
enseñadas (Hechos 28:26-27). Nuevamente, había un amplio testimonio dado por
los profetas (Lucas 24:27; Hechos 3:24-25), y gran evidencia milagrosa de
que Jesús venía de Dios (Juan 10:25, 38; 14:10).
Jesús les dijo a los líderes religiosos que querían una señal: “Porque como estuvo
Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del
Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:40).
Anteriormente, Jesús también había anunciado que su resurrección ocurriría tres
días después de su muerte (Juan 2:19).
Además de probar que Cristo era el Hijo de Dios, esta señal de Jonás también
muestra cómo la cronología de la muerte y resurrección de Cristo está
correlacionada con las fiestas santas de Dios. Si desea un estudio adicional, vea “La
señal de Jonás”.
Al escribirles a los hermanos en Corinto, Pablo afirmó que el deseo que tenían los
judíos de ver una señal milagrosa no había cambiado después de la muerte
y resurrección de Cristo. “Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan
sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos
ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura” (1 Corintios 1:22-23, también
vea Lucas 2:34).
El apóstol Pedro les hizo una advertencia a los creyentes de la generación del
tiempo del fin, diciéndoles que debían estudiar cuidadosamente las palabras que
Dios les dio por medio de sus profetas y apóstoles (2 Pedro 3:2). Al hacerlo así, esto
les ayudaría a estar en guardia contra las falsas “señales y prodigios” que Jesús dijo
que se aumentarían (Mateo 24:24).
Pedro también dijo que “en los postreros días vendrán burladores, andando según
sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿dónde está la promesa de su
advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas
permanecen así como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4).
Los discípulos de Jesús le preguntaron: “¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal
habrá de tu venida, y del fin del siglo? Respondiendo Jesús, les dijo: “Mirad que
nadie os engañe”. Jesús prosiguió dando un bosquejo de sucesos que serían una
evidencia clara de cuándo el fin del siglo estaría cerca (vv. 5-31).
Estar listos
Al animar a los hermanos de Éfeso y a nosotros hoy, Pablo escribió: “Mirad, pues,
con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien
el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:15-16). Para ayudarlo a entender
mejor la importancia del significado profético de los sucesos mundiales y la
necesidad de estar listos para el regreso de Cristo, asegúrese de suscribirse a la
revista Discernir. Esta revista le ayudará a discernir las épocas y conocer la
diferencia entre el bien y el mal en un mundo que está cada vez más confundido.
La Biblia indica que en el tiempo del fin surgirá un “hombre de pecado” que será
capaz de realizar “señales y prodigios mentirosos” (2 Tesalonicenses 2:3, 9). Al
mismo tiempo Dios tendrá dos testigos que también harán “señales milagrosas”
(Apocalipsis 11:3-6). ¿Podrá usted discernir la diferencia?
Por lo tanto, esta profecía describe un tiempo de aflicción sin precedentes que
afectará a dichos países justo antes de la segunda venida de Cristo. ¿Por qué? La
respuesta está en las instrucciones que Dios dio a sus antepasados hace miles de
años.
Castigos múltiples
Si bien el “tiempo de angustia para Jacob” afectará a todos los descendientes del
antiguo Israel, la Biblia revela que Jacob puso su nombre explícitamente sobre
Efraín y Manasés. Por lo tanto, serán sus descendientes (principalmente los
Estados Unidos y Gran Bretaña, pero también Canadá, Australia, Nueva Zelanda,
etc.) quienes se lleven la peor parte del castigo.
Como escribiera Daniel: “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que
está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue
desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu
pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en
el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para
vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12:1-2).
Luego, la Gran Tribulación dará paso al Día del Señor. (Para conocer más acerca de
los terribles eventos que ocurrirán antes del regreso de Cristo, consulte el artículo
“¿Qué es el Día del Señor?”.)
La buena noticia
“Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice el Eterno, ni te atemorices, Israel;
porque he aquí que yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la
tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá
quien le espante. Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a
todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te
castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo” (vv. 8-11).
Por terribles que sean los tornados, este artículo se refiere a cosas aun peores que se
ciernen en el horizonte.
Entonces Mark, su esposa y su pequeño hijo de tres años se juntaron con otras 10 personas
y siete perros en el refugio subterráneo que estaba atestado. Cuando salieron, sus casas
habían desaparecido. No quedaban sino los cimientos.
Éste es sólo un ejemplo de cómo el reconocer y obedecer las advertencias nos puede
proteger de los peligrosos poderes del aire. Desde tiempos bíblicos, los humanos han
sentido asombro ante las fuerzas atmosféricas que han desatado tormentas mortales. La
sabiduría de los antiguos incluía cierto entendimiento de las señales que precedían a una
gran alteración en el clima.
Para establecer un sistema efectivo de alerta temprana que salve vidas de los desastres
naturales, usted debe conocer las señales claves de un peligro inminente y tener vigilancia
continua.
¿Cuáles son las señales claves que deberíamos estar vigilando continuamente para poder
estar alerta ante los tiempos en que estamos viviendo —y estar preparados para lo que
viene?
Indicadores bíblicos
Jesús reprendió a los líderes religiosos de su época por no reconocer las señales bíblicas de
los tiempos increíbles que estaban viviendo.
Los fariseos y los saduceos estaban probando a Jesús, pidiéndole que les diera una señal o
milagro del cielo. Al responderles, Jesús hizo un contraste entre su conocimiento del clima
con su entendimiento de la profecía:
“Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana:
Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! Que sabéis
distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!” (Mateo 16:2-3).
Usted puede leer más acerca del contexto de la declaración que Jesús hizo acerca de las
señales de los tiempos, en el artículo de Vidaesperanzayverdad.org, “Señales de los
tiempos”.
Pero, ¿qué podemos decir ahora? ¿Podemos discernir las señales bíblicas
de nuestro tiempo?
Causa y efecto
Por ejemplo, Deuteronomio 28 nos da una lista de bendiciones con su causa: “Acontecerá
que si oyeres atentamente la voz del Eterno tu Dios, para guardar y poner por obra todos tus
mandamientos… vendrán sobre ti todas estas bendiciones…” (vv. 1-2).
Pero el versículo 15 comienza una lista de los efectos negativos de la desobediencia: “Pero
acontecerá, si no oyeres la voz del Eterno tu Dios, para procurar cumplir todos sus
mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas
maldiciones, y te alcanzarán”.
Leer la lista de maldiciones es un curso de choque que nos permite entender las señales de
los tiempos. La creciente desobediencia a los mandamientos de Dios es una señal del
problema que vendrá.
Esta desobediencia a las leyes benéficas de Dios causó un dolor y sufrimiento automáticos
hasta el punto de que al Eterno “le dolió en su corazón”, y decidió comenzar de nuevo todo
por medio de Noé y su familia (vv. 6, 18).
Aunque entonces, desde la perspectiva de Dios, las nubes de tormentas de un diluvio
inminente eran obvias, las personas de la época de Noé ignoraron las advertencias de Noé y
vivieron como si no estuvieran haciendo nada malo.
Jesucristo señaló este punto al advertir a las personas acerca de las señales de los tiempos
del fin.
“Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y
dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que
vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre”
(Mateo 24:38-39).
Como la proverbial ranita en el caldero que no se dio cuenta del aumento de la temperatura
del agua, podemos fácilmente acostumbrarnos al pecado que está aumentando y
comenzando a hervir a nuestro alrededor.
Año tras año, las opiniones humanas acerca del pecado han cambiado. Hechos que antes
eran reconocidos como algo malo, ahora son cada vez más aceptados, como el sexo antes
del matrimonio, el robo, la mentira, jurar, deseo o sexo homosexual. Jesús nos advirtió que
no debíamos caer en la apatía de la época de Noé.
Jesús definió los tiempos del fin como el período en el que la supervivencia del hombre
estaría nuevamente en entredicho (Mateo 24:21-22). (Lea más acerca de lo que la Biblia
dice acerca de los tiempos del fin en nuestro artículo: “Profecía de los tiempos del fin”.)
En la misma profecía, Jesús también hizo un listado de muchas otras señales que debemos
observar:
Al final de la profecía del Monte de los Olivos, Jesús dijo: “Mirad también por vosotros
mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes
de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquél día…Velad, pues, en todo tiempo
orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar
en pie delante del Hijo del Hombre” (Lucas 21:34, 36).
Debemos entonces observar no sólo las señales de los tiempos en los eventos mundiales,
sino también las señales de nuestro propio estado espiritual. No debemos cegarnos por
nuestras preocupaciones diarias. Necesitamos la visión para vernos a nosotros mismos
como Dios nos ve —ver la urgente necesidad de arrepentirnos, cambiar y prepararnos para
el regreso de Jesucristo.
Los primeros pasos importantes que Dios quiere que tomemos, están explicados en el
folleto gratuito: ¡Cambie su vida! Si usted está dándose cuenta de la urgencia de nuestros
tiempos, asegúrese de descargar y estudiar este folleto hoy.
Señales en el cielo
Dios anunciará el comienzo de su intervención para castigar a la
humanidad por sus pecados y rescatarnos de la autodestrucción, con
impresionantes señales en el cielo.
A través del profeta Joel, Dios reveló que antes del “día grande y espantoso del Eterno”
habría impresionantes señales en el cielo que lo anunciarían. Dios dio este mensaje a Joel
para aquellos que vivan en los tiempos del fin diciendo: “daré prodigios en el cielo y en la
tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en
sangre, antes que venga el día grande y espantoso del Eterno” (Joel 2: 30-31).
El profeta Isaías también describió estos mismos acontecimientos: “Por lo cual las estrellas
de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará
su resplandor” (Isaías 13:10).
El libro de Apocalipsis también relata una visión del apóstol Juan que coincide con las
profecías de Joel e Isaías: “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran
terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;
y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando
es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se
enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar” (Apocalipsis 6:12-14).
El tema principal de este artículo son las impresionantes señales del “sexto sello”, el cual es
el preludio de la ira de Dios sobre la tierra. Si desea saber más acerca de los siete sellos de
Apocalipsis, no dude en leer el artículo “Los siete sellos”.
El propósito del sexto sello es anunciar que Dios va a intervenir de una forma evidente en
los asuntos humanos. Jesús mencionó que antes de que estas señales ocurran, habrá otro
evento que también conmocionará a la humanidad: “inmediatamente después de la
tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las
estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas” (Mateo 24:29).
Ésta es la misma tribulación que Jeremías y Daniel describen como “tiempo de angustia
para Jacob” y “tiempo de angustia” (Jeremías 30:7; Daniel 12:1). Si desea más detalles
acerca de cómo la Gran Tribulación afectará a los descendientes de Abraham, Isaac y
Jacob, le invitamos a leer el artículo “¿Qué es el tiempo de angustia para Jacob?”.
Una imagen vívida
Si combinamos las profecías de Joel, Isaías, Jesús y el apóstol Juan, acerca de los eventos
cósmicos, la escena resultante sería algo así:
Inmediatamente después de estas señales, vendrá una serie de grandes plagas, cada una
acompañada del sonido de una trompeta (Apocalipsis 8 y 9). Estas plagas precederán
al regreso de Jesucristo con toda su gloria y majestad para establecer su reino de paz y
justicia en la Tierra.
Cuando las señales en el cielo ocurran, los científicos y meteorólogos probablemente traten
de explicarlas como fenómenos naturales extremos y cíclicos en lugar de señales de Dios.
Que quede claro que Dios será el que las origine. De hecho, estas señales serán el preludio
de lo que el profeta Joel llamó “el día grande y espantoso del Eterno” (Joel 2:31).
Aunque parezca increíble, muchos verán estas señales como simples eventos fortuitos; sólo
quienes estén atentos y orando podrán discernir de dónde provienen en realidad (1
Tesalonicenses 5:2-4).
La Biblia revela que Dios tiene autoridad absoluta sobre la naturaleza y puede usar los
elementos de su creación física para bendecir o maldecir a la humanidad. Veamos lo que
nos dice el libro de Job:
“El agita el mar con su poder, y con su entendimiento hiere la arrogancia suya” (Job 26:12).
“Con las nubes encubre la luz, y le manda no brillar, interponiendo aquéllas” (Job 36:32).
“Con su luz esparce la niebla. Asimismo por sus designios se revuelven las nubes en
derredor, para hacer sobre la faz del mundo, en la tierra, lo que él les mande. Unas veces
por azote, otras por causa de su tierra, otras por misericordia las hará venir” (Job 37:11-13).
Dios controla todo lo que hay en el cielo y la tierra, desde el clima hasta terremotos,
volcanes, las órbitas de los planetas y las posiciones de las constelaciones en el espacio.
Descripciones bíblicas
Los modernos términos científicos que hoy usamos para explicar condiciones atmosféricas
actuales no existían en los tiempos bíblicos. Tengamos en cuenta lo siguiente: cuando Dios
dice que el sol, luna y estrellas se oscurecerán, en realidad se está refiriendo a algo que ya
ha ocurrido varias veces en menor escala. Una nube oscura y densa de humo puede lograr
bloquear la luz sobre cierta zona de la tierra.
En junio de 1991, por ejemplo, la segunda erupción volcánica más grande (en cantidad de
material expulsado) del siglo XX tuvo lugar en la isla de Luzón, Filipinas. La cantidad de
ceniza expulsada en el clímax de la explosión del 15 de junio fue tal que alcanzó los cinco
kilómetros cúbicos y formó una nube de 400 km de diámetro y 34 km de altura. A media
tarde, los alrededores del volcán estaban en completa oscuridad (“Volcán/monte Pinatubo”,
Enciclopedia Británica en línea).
Pero el volcán Pinatubo es sólo uno de los 450 volcanes del anillo de fuego que rodea el
Océano Pacífico. Existe la posibilidad de que ocurran varias explosiones volcánicas
simultáneas y esto oscurecería una gran parte de la tierra por al menos un tiempo.
Siguiendo con los ejemplos, Mateo 24:29 menciona que —“las estrellas caerán del cielo”—
esto bien podría referirse a una lluvia de cuerpos celestes de cualquier tipo y no
necesariamente a estrellas que colisionan con la tierra; podrían ser meteoritos, cometas o
asteroides que entran a la atmósfera terrestre y dan la impresión de que las estrellas caen del
cielo.
Si las señales en el cielo que van a ocurrir van a ser causadas por eventos naturales, Dios
las ordenará una tras otra de forma impresionante; si estas señales van a ser sobrenaturales,
Dios sin duda puede alterar el curso de cualquier cuerpo celeste y elemento natural como lo
desee.
Dios no desea que ninguno perezca, y por ello ha tenido la costumbre de enviar a sus
profetas para advertirle a las personas que se arrepientan de sus pecados antes de castigarlos
por su desobediencia (Amós 3:7). “Porque no quiero la muerte del que muere, dice el
Eterno el Señor; convertíos, pues, y viviréis” (Ezequiel 18:32). Para comprender más
acerca de la ira de Dios, consulte los artículos “¿Qué es el Día del Señor?” y “La ira de
Dios”.
Jesucristo hizo una pregunta crucial a sus discípulos y a nosotros hoy: “cuando venga el
Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8).
El predijo que en los últimos días habría demasiada maldad y muchos simplemente
ignorarían las señales, tal como sucedió en los tiempos de Noé cuando ignoraron el mensaje
de advertencia antes de que viniera el diluvio (Mateo 24:37-39).
Pero cuando todos hayan visto las señales en el cielo, entonces “aparecerá la señal del Hijo
del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo
del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mateo 24:30).
La venida de Jesucristo aterrorizará a quienes nunca hicieron caso de las señales; pero a
quienes hayan sido fieles, Cristo les prometió: “Cuando estas cosas comiencen a suceder,
erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca” (Lucas 21:28).
Aquellos que sí hagan caso de la advertencia de Dios serán protegidos de su ira. Si desea
saber más acerca de cómo escapar de la ira de Dios, no dude en leer el artículo “La ira de
Dios: cómo sobrevivir”.
Cuando los discípulos de Jesús le preguntaron qué sucedería al final de la era del
gobierno del hombre, una parte crucial de su respuesta fue: “Porque habrá
entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta
ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por
causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:21-22).
¿Quién y dónde?
Estos terribles eventos de los tiempos del fin afectarán a todos en todas partes de la
tierra. Afortunadamente, cuando Jesús regrese para ponerle fin al mal gobierno de
la humanidad, Él establecerá el Reino de Dios. El gobierno perfecto de Jesucristo
también se extenderá alrededor de la tierra y traerá utopía a todos en todas partes.
¿Cuándo?
¡Nos gustaría tanto saber la respuesta! Desde que Jesús se fue, sus seguidores han
querido saber cuándo regresaría Él. Una razón de esto es porque nosotros
deseamos con vehemencia que su Reino venga y termine con el dolor y sufrimiento.
Esa es la razón por la que los cristianos oran con fervor, “¡Venga tu Reino!”
Pero tal vez parte de nuestro deseo se puede atribuir también a la curiosidad.
Nosotros también queremos ser capaces de tomar decisiones sabias en nuestras
vidas, y al no saber cuándo va a regresar nos sentimos inseguros.
Y nosotros debemos considerar otra razón subyacente de por qué muchos quieren
saber: ¿Con cuanto tiempo contamos?
Esa es la razón por la que Jesús dijo: “Pero del día y la hora nadie sabe” (Mateo
24:36). Nosotros debemos esforzarnos y estar siempre preparados: “Porque el Hijo
del Hombre vendrá a la hora que no pensáis” (Mateo 24:44). Debemos mantener
un gran celo espiritual en todo momento.
¿Por qué?
Tal vez la pregunta que más se pasa por alto es, ¿por qué vendrán estos terribles
eventos pronosticados en la profecía de los tiempos del fin? Debido al pecado.
Pecado es el quebrantamiento de la perfecta ley de Dios. Esto significa que el
pecado es hacer lo opuesto del camino del amor de Dios. Pecado es el camino de
obtener en lugar del camino de dar desinteresadamente.
Aun antes del Diluvio, Enoc, siervo de Dios, pudo ver la destrucción que conlleva el
pecado y la necesidad del regreso de Cristo: “De éstos también profetizó Enoc,
séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de
millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de
todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que
los pecadores impíos han hablado contra Él” (Judas 14-15).
La profecía de los tiempos del fin muestra que la humanidad estará al borde de la
autodestrucción debido al pecado. ¿Pero por qué nos da Dios la profecía? Porque Él
quiere que nos arrepintamos—¡que cambiemos! ¿Por qué? Porque Él nos ama y
quiere que nosotros nos regocijemos con las bendiciones de Su camino por toda la
eternidad—en lugar de las terribles consecuencias del pecado.
¿Qué debemos hacer?
Jesús también nos dice que vigilemos y oremos (Lucas 21:36). Nosotros debemos
vigilar nuestras propias vidas y hacer las cosas que Dios quiere que hagamos. Y,
aunque no podamos saber el día y la hora, debemos vigilar los acontecimientos
mundiales que nos ayudan a ver las señales de los tiempos del fin.
“También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque
habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos,
desobedientes a los padres, ingratos...” (2 Timoteo 3:1-2, énfasis añadido).
Su lista de las actitudes destructivas de los tiempos del fin es bastante larga, pero
enfoquémonos en “ingratos”.
¿Por qué la ingratitud es un síntoma de una sociedad enferma y autodestructiva? ¿Por qué
está creciendo y cómo nos perjudica, mientras la gratitud nos beneficia?
Predeciblemente ingratos
¿Por qué la ingratitud se está incrementando en esta sociedad secular y humanista? Pablo
escribió un análisis revelador acerca de las personas que ignoran la evidencia de nuestro
Creador:
“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles
desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo
que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le
dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido” (Romanos 1:20-21).
Las personas que no reconocen a Dios, obviamente no van a ser agradecidas con Él. Los
pensamientos que no tienen en cuenta la obvia realidad de la existencia y el plan de Dios
son pensamientos vanos.
Si usted piensa que es tan solo un animal y paradójicamente también cree que es señor de
su propio destino, sus pensamientos no van a trascender más allá de su tiempo de vida
(Salmo 146:4). Ellos serán fugaces y fútiles, y estará cegado a las realidades espirituales
que duran eternamente.
Dios le advirtió acerca de los resultados de su camino de orgullo. “Que te echarán de entre
los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te
apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos
pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los
hombres, y que lo da a quien él quiere” (Daniel 4:25).
Pero Nabucodonosor no atendió a la advertencia y 12 meses después estaba nuevamente
idolatrando su propio poder y riqueza. Él dijo: “¿No es esta la gran Babilonia que yo
edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad”? (v. 30).
“Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas
sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y Él puede humillar a los que andan con
soberbia” (v. 37).
Si ignoramos las bendiciones de Dios y las contribuciones de otros, creamos puntos ciegos
que nos impiden ver todo el cuadro. Estos puntos ciegos pueden impedirnos percibir los
errores de nuestro camino. Es una ley del universo que el orgullo antecede a la caída
(Proverbios 16:18).
El centrarse en uno mismo y la ingratitud imperan en los que nos rodean, lo que conlleva a
una falta de intimidad y aislamiento. La ingratitud puede destruir las relaciones e impedir
que se formen otras nuevas.
Beneficios de la gratitud
Por otra parte, la gratitud tiene muchos beneficios que ahora están siendo confirmados por
la ciencia.
John Tierney resumió algo de su investigación más reciente en The New York Times:
“Cultivar una actitud de gratitud se ha relacionado con una mejor salud, un sueño más
profundo, menos ansiedad y depresión, una mayor satisfacción a largo plazo con la vida y
un comportamiento más amable con los demás… Un nuevo estudio muestra que sentir
gratitud hace que las personas sean menos agresivas cuando son provocadas…
¿Por qué hace tanto bien la gratitud? ‘Más que cualquier otra emoción, la gratitud es una
emoción de amistad’, dice el Dr. [Michael] McCullough. ‘Es parte de un sistema sicológico
que hace que las personas eleven su estimación de cuánto son valorados por otros. La
gratitud es lo que ocurre cuando alguien hace algo y entonces usted se da cuenta de que le
importa más a la persona de lo que usted creía’”.
Es la Regla de Oro en acción (Mateo 7:12). A todos nos gusta sentirnos apreciados, y la
gratitud actúa como un lubricante en las relaciones humanas. Nos ayuda a hacer amigos y a
fortalecer las amistades y los vínculos familiares. Ser agradecido con otros nos ayuda a que
nuestra vida sea más placentera y feliz.
Además, la felicidad también puede ayudarnos a desarrollar nuestra relación con Dios. Él
es un padre amoroso y quiere lo mejor para nosotros. Esto incluye que tengamos los
beneficios de una perspectiva positiva de la vida (Filipenses 4:8), y una perspectiva correcta
de nuestras bendiciones y desafíos.
Libres de los puntos ciegos y las trampas del orgullo y la ingratitud, podemos ver nuestro
futuro claramente, según la realidad definitiva. Dios nos ha hecho y nos ha dado todo lo que
tenemos. Más allá de esto, Él tiene un propósito para nosotros que trasciende los problemas
de esta era. Quiere que pensemos como Él —que apreciemos lo que es bueno y que demos.
Dios es el dueño de todo y nos ha dado todo lo que tenemos. Él aun dio la vida de su Hijo
para que pudiéramos ser perdonados de nuestros pecados. ¿Qué le podemos dar realmente a
Él? ¡Las gracias!
Virus del Nilo Occidental, Zika, Ébola, gripe aviar H1N1, gripe porcina, síndrome
respiratorio de Oriente Medio (SROM), síndrome respiratorio severo agudo, fiebre
amarilla, hantavirus, Nipah, Hendra, fiebre de Marburgo, chikungunya, dengue…
Un nuevo virus con su peculiar nombre parece siempre estar a la vuelta de la esquina, listo
para convertirse en la siguiente emergencia sanitaria mundial.
En unos pocos años, hemos visto la epidemia de Ébola en África (2014), brotes de SROM
en la Península Arábica (2014) y Corea (2015), y la propagación del virus Zika en la mayor
parte de América (2016).
Señales de alarma
En todo el mundo, los funcionarios de salud pública nos han estado advirtiendo: los brotes
de enfermedades infecciosas están aumentando en frecuencia y gravedad, y el número de
nuevos agentes patógenos se está incrementando.
Hoy en día existen cepas resistentes a los antibióticos de tuberculosis, malaria, cólera,
difteria, estafilococo, estreptococo y salmonella, por nombrar sólo algunas de las “súper
bacterias” que han reaparecido hace poco.
¡Vaya contraste con el optimismo de hace 50 años! Fue en ese entonces cuando el Cirujano
General norteamericano, William Stewart, hizo su famosa predicción: “Estamos en un
punto donde las enfermedades infecciosas son cosa del pasado. Básicamente, hemos
erradicado por completo las infecciones en los Estados Unidos”.
La respuesta más sencilla se encuentra en la Biblia. En una de sus profecías más famosas,
Jesucristo habló de las señales que precederían su regreso, y una de ellas era la aparición de
pestes y enfermedades a escala global (Mateo 24:3-8; Lucas 21:11).
Una profecía similar se encuentra en Apocalipsis 6, donde se describe a “los cuatro jinetes
del Apocalipsis” y el cuarto jinete (vv. 7-8) representa los brotes de enfermedades (además
de la espada y el hambre) que devastarían a una cuarta parte de la humanidad. La última
parte del versículo 8, habla de muertes causadas por “las fieras de la tierra” que bien
podrían ser los animales transmisores de enfermedades infecciosas.
Además de las profecías bíblicas, existen factores específicos que contribuyen al problema.
Muchos expertos de la salud, como el médico y especialista en biotecnología Thomas
Monath, piensan que la humanidad misma está creando sus problemas sanitarios, aunque
sin intención. “Los cambios que estamos haciendo en nuestro ambiente y estilo de vida
están fomentando la aparición y el contagio de enfermedades”, dice Monath.
La población del planeta se ha elevado de 2,5 miles de millones en 1950 a 7,5 miles de
millones en 2016. Esto ha hecho que la gente comience a habitar lugares en los que antes
sólo vivían animales.
“Muchos sectores de los países en desarrollo solían ser muy remotos, pero esto ha ido
cambiando debido a actividades humanas como la deforestación, la construcción de
represas y caminos, la irrigación y la agricultura extensiva”, explica James Hughes, médico
y profesor de medicina y salud pública en la Universidad Emory. Cuando la gente entra en
este tipo de ecosistemas, frecuentemente se encuentra con nuevos agentes patógenos que no
existen en otro lado; y, una vez infectados, llevan la enfermedad a dondequiera que van.
- Urbanización y hacinamiento
Por otro lado, cada día son más las personas que emigran de áreas rurales a las grandes
urbes en busca de trabajo, especialmente en los países en desarrollo. El resultado es que
muchos terminan viviendo en sobre pobladas “megaciudades”, junto a otros 10 millones o
más de habitantes. Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para los
Asentamientos Humanos publicado en 2016, actualmente hay 29 megaciudades en el
mundo (un incremento de las 14 que había en 1995), y 79 por ciento de ellas están en países
en desarrollo.
Dada su alta densidad poblacional, las megaciudades son zonas ideales para el contagio de
enfermedades, y la mayoría de ellas además carece de la infraestructura adecuada para
sostener a su creciente población.
Algunas culturas tienen una larga tradición de consumo de animales exóticos. En África,
por ejemplo, se comercializa con la carne de animales salvajes como simios, cerdos
hormigueros, ratas y otros que son cazados y vendidos para consumo humano. Los chinos
tienen sus “mercados húmedos”, donde criaturas exóticas como las civetas, serpientes,
musarañas, murciélagos, tejones y pangolines se venden vivos para que sus mismos
compradores los maten y los consuman.
“Cualquier virus que estos animales porten puede transmitirse a la gente vía consumo,
contacto o a veces incluso por el aire”, explica el Dr. Hughes.
Este proceso ha provocado algunas de las epidemias más mortales de la historia. El VIH,
por ejemplo, es una fusión del virus de la inmunodeficiencia del simio (SIV) —que infecta
a los primates— y un virus similar que infecta a los humanos. Los científicos piensan que
el VIH se originó por la caza de simios para comercializar su carne.
Hasta mediados del siglo XX, tener múltiples parejas sexuales era mal visto por la mayoría.
Sin embargo, en la sociedad occidental de hoy, tener múltiples compañeros sexuales antes
del matrimonio no sólo es aceptable, sino la norma. Además, el uso intravenoso de drogas
se ha vuelto desenfrenado y es sabido que sus usuarios a menudo comparten jeringas.
Ambas tendencias han alimentado la expansión del VIH, la hepatitis C, los herpes genitales
y otras enfermedades de transmisión sexual, las cuales se contagian a través de los fluidos
corporales.
Además, Deuteronomio 23:13 dice que los desperdicios humanos deben enterrarse lejos de
donde vive la gente, para impedir que las reservas de agua y alimento se contaminen. No es
de sorprenderse que enfermedades como la diarrea, disentería, anquilostoma, ascárides,
cólera y fiebre tifoidea —que se contagian por contacto con heces humanas— sean tan
comunes en poblaciones marginales donde no hay sistemas adecuados de saneamiento.
Sobre todo, los brotes de enfermedades y epidemias son el resultado de que la humanidad
se haya alejado tanto de Dios. Cuando Dios sacó a Israel de Egipto, les dijo que podían
evitar la maldición de las enfermedades si guardaban su ley y estatutos (Éxodo 15:26). Por
otro lado, la desobediencia tendría consecuencias, incluyendo brotes de enfermedades
(Deuteronomio 28:15, 21-22, 27-28). Los israelitas, como todos los seres humanos antes y
después de ellos, desobedecieron a Dios y actualmente la humanidad sigue cosechando las
consecuencias del pecado.
Toda la humanidad está lejos de Dios y es vulnerable a los estragos de las enfermedades.
Afortunadamente, no será así para siempre. Cuando Cristo regrese y el Reino de Dios se
establezca en la Tierra, los humanos finalmente se reconciliarán con su Creador y recibirán
las bendiciones de vivir en su camino, incluyendo la buena salud y un mundo libre de
enfermedades.
Descubra más acerca del Reino venidero en nuestro folleto gratuito El misterio del Reino.
Según el Centro de Investigaciones de Pew, 41 por ciento de los norteamericanos cree que
Jesucristo va a regresar en los próximos 40 años, pero 46 por ciento no cree que Él lo haga.
Las cifras en otras naciones menos religiosas deberían ser menores.
Al hablar acerca de su regreso a esta Tierra, Jesucristo dijo: “Mas como en los día de Noé,
así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37).
Génesis 6 describe el mundo en la época de Noé: “Y vio el Eterno que la maldad de los
hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de
ellos era de continuo solamente el mal” (v. 5).
Más adelante en el mismo capítulo, leemos: “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y
estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida;
porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra” (vv. 11-12).
Según este informe: “se estima que las muertes por homicidio en 2012 fueron 475.000.
Sesenta por ciento de éstas fueron hombres entre 15 y 44 años, convirtiendo el homicidio
en la tercera causa de muerte en los hombres de este grupo de edad”.
El homicidio es un hecho violento perpetrado por un ser humano contra otro ser humano,
pero estas estadísticas no toman en cuenta a los cientos de miles que mueren cada año en la
guerra. Además el informe destaca que 60 por ciento de las naciones del mundo no tienen
datos útiles acerca de la violencia. Por lo tanto, estas cifras corresponden sólo al 40 por
ciento de las naciones, lo que significa que el problema debe ser muchísimo más grande de
lo que se informa.
¿Qué sucede con aquellos que no mueren pero sufren daño permanente por un acto de
violencia? El informe afirma: “las mujeres, los niños y los ancianos llevan la carga de un
abuso no fatal, físico, sexual y sicológico:
“Una cuarta parte de los adultos informa que fueron abusados cuando eran niños”.
“Una de cada cinco mujeres informa haber sido abusada sexualmente cuando era niña”.
“Una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia física o sexual por una pareja íntima
en algún momento de su vida”.
Además, en estas cifras no se tiene en cuenta a los millones de niños no nacidos que han
sido muertos por el flagelo del aborto.
Después del diluvio, Dios dio el arcoíris como una señal de que Él nunca volvería a destruir
al mundo con agua. Pero la Biblia predice una época en la que Dios va a intervenir por una
razón similar (maldad, corrupción y violencia), aunque en una forma diferente. En esta
ocasión, Él enviará a su hijo para impedir que el mundo se autodestruya (si desea
profundizar en este tema, lea en VidaEsperanzayVerdad.org, nuestro artículo: “Como en los
días de Noé: advertencias para nuestros días”).
La Escritura es clara en cuanto a que el regreso de Jesucristo será visto por todo el mundo:
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá” (Apocalipsis 1:7, énfasis añadido).
Ángeles les dijeron a los apóstoles que su regreso sería visible y no sería en secreto:
“Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado
de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11). Esta partida
fue algo visible, y los ángeles prometieron un regreso visible también. La idea tan
comúnmente enseñada de un rapto secreto sencillamente no es verdad.
“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor” (Mateo 24:42).
“Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el
Hijo, sino el Padre” (Marcos 13:32).
“No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola
potestad” (Hechos 1:7).
El regreso de Jesucristo a esta Tierra cambiará el mundo para siempre. Ningún evento
parecido ha ocurrido jamás en la historia de la humanidad. Sabemos que antes del regreso
de Cristo, el mundo estará lleno de maldad, violencia y corrupción, pero, ¿cómo será el
mundo después de su regreso?
El regreso de Jesucristo traerá estos cambios:
2. Una religión única, verdadera (Isaías 2:3). Las religiones humanas han traído engaño
y esclavitud mental al mundo. Veamos por ejemplo la India, una nación de 1.200 millones
de personas. La mayoría es hinduista, una religión complicada que adora más de 330
millones de dioses. Muchos hindúes son vegetarianos y permiten que las vacas y otros
animales circulen por las calles de sus ciudades. No se atreven a molestar o a dañar estos
animales, ya que son considerados sagrados y pueden representar a un pariente que ha
reencarnado en ellos. La esclavitud de esta forma de pensar hace un gran daño a toda la
sociedad.
Pero, ¿es el cristianismo, tal como lo practican en la actualidad, mejor que esto? El
cristianismo tradicional da una imagen de Cristo que sencillamente no es correcta. Si bien
podemos acusar a las religiones orientales de estar engañadas y ver como algo ridículo su
adoración de múltiples dioses, ¿qué dios es adorado en realidad por el cristianismo actual?
Las personas se sentirían estupefactas al descubrir que el Jesucristo que va a regresar a esta
Tierra no es el Jesús del que se habla en la mayoría de las iglesias actuales.
5. Un nuevo enfoque de la agricultura hará que el mundo florezca como una rosa
(Isaías 35:1; 51:3; Amós 9:13). La Biblia predice una época en la que el desierto florecerá
y las planicies serán nuevamente fértiles. Algo de esto será el resultado directo de los
milagros, pero también habrá un nuevo enfoque en la agricultura, lo cual va a producir
cosechas abundantísimas: “El que ara alcanzará al segador”.
6. Desaparecerán las terribles condiciones de vida que hoy existen en las grandes
ciudades (Salmo 69:35; Isaías 61:4). En virtualmente cada ciudad grande en el mundo hay
una parte de la población que vive en la miseria y la suciedad, sin un hogar verdadero. La
falta de servicios básicos sanitarios ha llevado a la Tierra al borde del surgimiento de brotes
epidémicos que podrían matar fácilmente a millones de personas. Las ciudades serán
reconstruidas, y cada ser humano podrá tener la vivienda y los servicios sanitarios
apropiados.
7. La población del mundo vendrá a adorar durante las fiestas bíblicas, tales como la
Fiesta de Tabernáculos (Zacarías 14:16). En la actualidad, los que celebran la Fiesta de
Tabernáculos son acusados de ser judíos. Pero, después del regreso de Jesucristo, cualquier
nación que no obedezca el mandamiento de Dios de subir a Jerusalén para adorar y
aprender acerca de su plan maravilloso durante la Fiesta de Tabernáculos, será castigada (v.
17). Pronto todos vendrán para experimentar el gozo y el entusiasmo de las verdades de las
fiestas de Dios.
Noche y día
¡Qué contraste entre el mundo antes del regreso de Jesucristo y el mundo después de él —
como el día y la noche! Todos estos cambios ocurrirán en unos pocos años, después del
regreso de Cristo. Cuando todo el mundo esté adorando al mismo Dios y siguiendo el
liderazgo de Jesucristo —el Salvador e Hijo de Dios, quien caminó en la Tierra como Dios
en la carne— los problemas que actualmente dividen a las naciones y a los pueblos del
mundo serán eliminados.
Estamos viviendo en un tiempo similar al que Noé presenció justo antes de que Dios
destruyera al mundo con el diluvio. Esta vez, con todo el mal, la corrupción y la violencia
propagada a todas las naciones, Dios no va a destruir a la humanidad. En vez de ello, Él
convertirá a la humanidad de las religiones paganas e idólatras, controladas por Satanás, a
un camino de vida amoroso y armónico, enseñado por Jesucristo y sus santos. ¡Que Dios
acelere la llegada de ese día!