El documento describe la evolución de la clase trabajadora y el sindicalismo en la Argentina entre 1943 y 1955 bajo el gobierno de Perón. Antes de Perón, la economía se industrializó rápidamente pero los trabajadores no se beneficiaron y los sindicatos eran débiles. Perón mejoró las condiciones laborales y apoyó la organización sindical, lo que llevó a una rápida expansión de la sindicalización y el poder de los trabajadores. El Estado peronista integró a los sindicatos y la clase trabajadora en una coalición
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El documento describe la evolución de la clase trabajadora y el sindicalismo en la Argentina entre 1943 y 1955 bajo el gobierno de Perón. Antes de Perón, la economía se industrializó rápidamente pero los trabajadores no se beneficiaron y los sindicatos eran débiles. Perón mejoró las condiciones laborales y apoyó la organización sindical, lo que llevó a una rápida expansión de la sindicalización y el poder de los trabajadores. El Estado peronista integró a los sindicatos y la clase trabajadora en una coalición
El documento describe la evolución de la clase trabajadora y el sindicalismo en la Argentina entre 1943 y 1955 bajo el gobierno de Perón. Antes de Perón, la economía se industrializó rápidamente pero los trabajadores no se beneficiaron y los sindicatos eran débiles. Perón mejoró las condiciones laborales y apoyó la organización sindical, lo que llevó a una rápida expansión de la sindicalización y el poder de los trabajadores. El Estado peronista integró a los sindicatos y la clase trabajadora en una coalición
El documento describe la evolución de la clase trabajadora y el sindicalismo en la Argentina entre 1943 y 1955 bajo el gobierno de Perón. Antes de Perón, la economía se industrializó rápidamente pero los trabajadores no se beneficiaron y los sindicatos eran débiles. Perón mejoró las condiciones laborales y apoyó la organización sindical, lo que llevó a una rápida expansión de la sindicalización y el poder de los trabajadores. El Estado peronista integró a los sindicatos y la clase trabajadora en una coalición
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El peronismo y la clase trabajadora,
1943-55
EL TRABAJO ORGANIZADO Y EL ESTADO PERONISTA
Bajo la guía de sucesivos gobiernos conservadores, la economía argentina respondió a la recesión mundial de la década 1930-40 mediante la producción local de un creciente número de bienes rmanufacturados que antes se importaban.' A la vez que en general mantuvo adecuados niveles de renta para el sector rural y garantizo los privilegiados nexos económicos de la elite tradicional con Gran Bretaña, el Estado argentino estimuló esa sustitución de importaciones mediante una juiciosa política de protección arancelaria, controles cambiarios y provísión de crédito industrial? Entre 1930-35 y 1945-49 la producción industrial creció hasta más que duplicarse; las imporiaciones, a las que en 1925-30 correspondía casí una cuaria par: te del Producto bruto argentino, se redujeron aproximadamente al 6 por ciento en el quinguento 1940-44. De imporlar alrededor del 35 por ciento de su maquinaria y equipo industrial en el primer periodo, la Argentina pasé a importar sólo el 9,9 por ciento en el segundo? Además, durante la Segunda Cuerra Mundial se asistió a un considerable aumento del crecimiento industrial argentino, encabezado por las exportaciones, a medida que bienes manufacturados en la Argentina penetraron en mercados extranjeros.* Al promediar la década 1940-90 la Árgentína tenía una economía cada vez más industrializada: mientras el tradicional sector agrarío seguia constituyendo la principal fuente de divisas, el centro dinárnico de acumulación de capital se hallaba ahora en la manulfaciura, En la estructura social se operaron cambios que rellejaban esa evolución económica. El número de estabiecimientos industriales aumentó de 38.456 en 1935 a 86.440 en 1946, a la vez que el número de los trabajadores de ese sector pasaba de 435.816 a 1.056.673 en 19467 También se modificó la composición interna de esa fuerza laboral, Sus nuevos integrantes provenían ahora de las provincias del interior antes que de la inmnigración extranjera, sumamente reducida desde 1930. Se desplazaban atraídos por los centros urbanos, en expansión, úe la zona litoral, y en espectal por el Gran Buenos Álres, área perilérica de la Capital Federal. Hacia 1947. alrededor de 1.368.000 rnigrantes del interior habian llegado a Buenos Alres atraídos por el rápido crecimiento industrial.* En Avellaneda, centro suburbano esencialmente industrial separado de la Capitai por el Riachuelo, sobre 518.312 habitantes que habia en 1947 más de 173.000 habian nacido fiera de la Capital o de la provincia de Buenos Aires,” Si bien la economia industrial se expandió rápidamente, la clase trabajadora no fue beneficiada por ese proceso. Los salarlos reales en general declinaron al rezagarse detrás de la inflación. Frente a la represión concertada por los empleadores y el Estado, los obreros poco podian hacer para mejorar los salarios y las condiciones de trabajo. La legislación laboral y s0cial era escasa y su cumplimiento obligatorio se imponia sólo esporadicamente. Fuera de los lugares de trabaja la situación no era mucho mejor, pues las familias obreras debian enfrentar, sín ayuda del Estado, los problemas sociales de la rápida urbanización. Una encuesta efectuada en 1937 reveló, por ejemnplo, que el 60 por ciento de las famillas de clase obrera de la Capital vivian en un cuarto cada una? El movimiento laboral existente en el tiempo del golpe xmilitar de 1943 estaba dividido y era debi. Había en la Argentina cuatro centrales gremiales: la Federación Obrera Kegional Árgentina (FORA), anarquista, hoy apenas un puñado de militantes del anarquismo; la Unión Sindical Argentinas (USA), sindicalista, también de escasa influencia, y además estaba la Confederación General del Trabajo (CG, dividida en la COP N* 1 y la COT N* 2,2 El influjo de este fragrentado movimiento laboral sobre la clase trabajadora era limitado. En 1944 se encontraba organizado tal vez alrededor del 20 por ciento de la fuerza laboral urbaria, con mayoría, en ese porcentaje, del sector terciario, La gran mayoría del proletariado industrial estaba al margen de toda organización sindical efectiva. El grupo más dinámico que ictentó organizarse en campos no tradicionales fueron los comunistas, que alcanzaron cierto éxito entre los obreros de la construcción y la alimentación y los madereros. Pero áreas vítales de la expansión industrial en las décadas 1930-40 y siguiente —los textiles y los metalúrgicos aun eran virtualmente, en 1943, ierra incognila para la organización sindical. De los 447,212 afiliados sindicales que habia en 1941, el sector del lransporie y los servicios representaba bastante maás que el 50 por ciento, y la industria sólo aportaba 144.922 afillados.'* Perón, desde su posición como secretario de Trabajo y después vicepresidente del gobierno militar instaurado en 1943, se consagró a atender algunas de las preocupaciones fundamentales de la emergente fuerza laboral industrial?! Al mismo tiempo, se dedico a socavar la influencia de las fuerzas de 1£quierda que competian con €l en la esfera simlical. Su política social y laboral creó simpatías por él tanto entre los trabajadores agremiados como entre los ajenos a toda organización. Además, sectores decisivos de la jefatura siridical llegaron a ver sus propios futuros en la organización ligados a la supervivencia política de Perón en momentos en que las fuerzas políticas tradicionales, tanto de lequierda como de derecha, atacaban su figura y sus políticas en el curso de 1945, El creciente apoyo obrero a Perón provocado por esas circunstancias cristalizó por primera vez el 17 de octubre de 1945, fecha en que una manifestación popular logró sacar a Perón del confinamiento y lo puso en el camino a la vicioría que conquistó en las eleeciones presidenciales de febrero de 1946.'? Aunque en el periodo 1943-46 hubo muchas mejoras especificas de las condiciones laborales y la legislación social, la década de gobierno peronista 1946/25 tuvo un efecto mucho más profundo aún sobre la posición de la clase trabajadora en la sociedad argentina. Ánte todo, durante ese lapso se asistió a un considerable aumento de la capacidad de organización y el peso social de la clase trabajadora. Combinándose, la simpatia del Estado por el fortalecimiento de la organización sindical y el anhelo de la clase trabajadora de trasladar su victoria pohítica a ventajas concretas determinaron una rápida extensión del sindicalismo. En 1948 la tasa de sindicalización había ascendido al 30,5 por ciento de la población asalariada. y en 1954 era del 42,5 por ciento. En la mayoria de las industrias manufactureras la tasa oscilaba entre el 50 y el 70 por ciento.* Entre 1946 y 1951 el número total de afiliados sindicales aumento de 520,000 a 2,334,000. Actividades manufactureras como la textil y la melalúrgica, donde antes de 1946 el sindicalismo era debil o nulo, para fines de la década tenian sindicatos cuyo número de afiliados se contaba por cientos de millares, Además, por primera vez se agremiaron grandes numeros de empleados públicos, Esta extensión de la agremiación en amplia escala fue acompañada por la implantación de un sistema global de negociaciones colectivas, Los convenios firmados en toda la industria argentina en el periodo 1946- 48 regulaban las escalas de salarios y las especificaciones laborales e incluían además un conjunto de disposiciones sociales que contermmplaban la licencia por enfermedad. la licencia por malemmidad y las vacaciones pagas.!* La estructura de organización impuesta a la expansión sindical fue importante en el sentido de que moideú el futuro desarrollo del movimiento gremial La sindicalización debía basarse en la unidad de actividad económica, antes que en el oficio o la empresa particular, Además, en cada sector de la actividad económica sólo se otorgó a un sindicato el reconocimiento oflcial que lo facultaba para negociar con los empleadores de esa actividad. Los empleadores estaban obligados por ley a negociar con el sindicato reconocido, y los salarios y condiciones establecidos por esa negociación se aplicaban a todos los obreros de esa industria, con prescindencia de que estuvieran agremiados o no. Además, se creó una estructura sindical específica centralízada, que abarcaba las ramas locales y ascendía, por intermedio de federaciones nacionales, hasta una única central, la Confederación Nacional del Trabajo (CGT, Finalmente, quedaba bien establecido el papel del Estado en la supervisión y artlculación de esa estructura. El Ministerio de Trabajo era la autoridad estalal que olorgaba a un sindicato el reconocimiento que lo facultaba para negociar con los empleadores. El decreta 23.852, de octubre de 1945, conocido como Ley de Asociaciones Profesionales, que estableció ese sistema, estípulaba también el derecho del Estado a supervisar vastas áreas de la actividad sindical, En esta forma la estructura legal aseguraba a los sindicatos muchas ventajas: derechos de negociación, protección de los funcionarios sindicales contra la adopción de medidas punitivas que los afectarán, estructura sindical centralizada y uniicada, deducción aulomálica de los sueldos y salarios de las cuotas sindicales y aplicación de éstas a vastos planes de bienestar social. Pero al mismo tempo otorgó al Estado las funciones de garante y supervisor final de este proceso y de los beneficios derivados de él, Mientras la expansión en gran escala de la organización sindical aseguraba el reconocimiento de la clase trabajadora como fuerza social en la esfera de la producción, durante el periodo peronista también se asistió a la integración de esa fuer: 24 social a una coalición política emergente, supervisada por el Estado. Desde el punto de vista de los trabajadores, la indole exacta de %u incorporación política al régimen no se evi denció enseguida, Los contornos generales de esa integración política sólo se marifestaron durante la primera presidencia de Perón y fueron confirmados y desarrollados en el curso de la segunda. En el primer perñodo, de 19468 a 1951, se operaron la gradual subordinación del movimiento sindical al Estado y la eliminación de los lideres de la vieja guardia, de acción decisiva en la movilización de los sindicatos en apoyo de Perón en 1945 y quienes habian formado el Partido Laborista para que actuara corno rama política de los trabajadores. Sus ideas de autonormia politica y organizativa, asi coro el carácter condicional de su apoyo a Perón, no se armonizaban con las ambiciones politicas de éste. Y es preciso reconocer que tampoco su insistencia en el principio de autonomía sindical se correspondía con los conceptos que prevalecian entre afiliados sindicales cuyo núrmiero aumentaba rápidamente. * Por añadidura, el peso de la intervención estatal y el apoyo político popular que recibía Perón de los trabajadores agremiados límitó inevitablemente las opciones abiertas a los lideres de la vieja guardia sindical, Cada vez más, los sindicatos se incorporaron a un monolítico movimiento peronista y fueron llamados a actuar como agentes del Estado ante la clase trabajadora, que organteaban el apoyo politico a Perón y servían como conductos que llevaban las políticas del gobierno a los trabajadores. Á medida que, en la segunda presidencia, se perfló más claramente el Estado justicialista, con sus pretensiones corporativistas de organizar y dirigir grandes esferas de la vida social, politica y económica, se tornó evidente el papel oficialmente asignado al movimiento sindical: incorporar a la clase trabajadora a ese Estado. Los atractivos que ofrecía esa relación fueron grandes tanto para los dirigentes como para las bases. Se creó una vasta red de bienestar social, operada por el Ministerto de Trabajo y Previsión, la Fundación Eva Perón y los propios sindicatos. Los dirigentes gremiales ocupaban ahora bancas en el Congreso, eran habitualmente consullados por el gobierno acerca de una variedad de problemas naciondles e ingresaban en el cuerpo diplomático en carácter de agregados laborales.'* Además, las ventajas económicas concretas para la clase trabajadora resultaban claras e inmediatas. Á medida que la industria argentina se expandia, impulsada por incentivos estatales y una situación económica luternacional favorable, los trabajadores se sintieron beneficiados. Entre 1946 y 1949 los salarios reales de los trabajadores industriales aumentaron un 53 por ciento. Áurique esos salarios reales declinaron durante ta crisis económica de los últimos años del régimen, la proporción de la renta nacional correspondiente a los obreros no se altero, Entre 1946 y 1949 la parte de los salarios en la renta nacional subió del 40,1 por ciento al 49 por clento.” Si bien surgieron expresiones de oposición de la clase trabajadora a ciertos aspectos de la política económica peronista, los términos de la integración politica del sindicalismo al Estado peronista fueron muy poco cuestionados en sentido general, Ciertamente, un legado crucial que los sindicalistas recibieron de la era peronista consistió en la integración de la clase trabajadora a una comunidad política nacional y un correspondiente reconocimiento de su status cívico y político dentro de esa cormmanidad, Aparte de esto, la experiencia de esa década legó a la presencia de la clase trabajadora dentro de la comunidad ún notable grado de eochesión política. La era peronista borró en gran medida las anteriores lealtades politicas que existían en las filas obreras e implantó otras nuevas, Los socialisias, comunistas y radicales, que antes de Perón habían competido por lograr el apoyo de la clase trabajadora, en 1955 se encontraban en gran medida marginados en lo que concierne a influencia. Para los socialistas y radicales, el peronismo había de seguir siendo un ultraje moral y cívico, una prueba del atraso y la carencia de virtudes civicas de los trabajadores argentinos. Esa actitud habia determinado su oposición al régimen militar de 1943-46, su apoyo a la Unión Democrática y su continua hostilidad a Perón durante la siguiente década. El Partido Comunista intentó asumir una posición más flexible que la de sus allados de otra hora. Poco después de la victoria electoral peronista, el PC dejó de caracterizar al peronismo como una forma de fascismo, disolvió su aparato sindical y ordenó a sus militantes incorporarse a la CGT y sus sindicatos a lin de trabajar con las descarriadas masas peronistas y conquistarias,!% Pero tampoco el comunismo fue capaz de reponerse del error politico que había sido apoyar a la Unión Democrática, coalición antiperonista, en las elecciones de 1948: xi fue capaz tampoco de ofrecer una alternativa creible a las notorias ventajas que se derivaban de integrarse al Estado peronista. Si bien en el plano local algunos militantes comunistas fueron capaces de conservar su credibilidad y de dirigir algunas huelgas importantes, el PC nunca pudo desafiar la hegemonía política del peronismo en las filas sindicales, La importancia de ese legado de cohesión política se aprecia mejor si también tomamos en cuenta la relativa homogeneidad racial y éínica de la clase trabajadora argentina y su concentración en unos pocos centros urbanos, principalmente el Gran Buenos Aires. Sumados, estos factores contribuyeron a otorgar a la clase trabajadora argentina y su movimiento sindical un peso, sin paralelo en América Latina dentro de la comunidad nacional
LOS TRABAJADORES Y LA ATRACCIÓN POLÍTICA DEL PERONISMO
La relación entre los trabajadores y sus organizaciones y el movimiento y el Estado peronistas resulta por lo tanto índudablemente vital para la comprensión del periodo 1943-55, La intimidad de esa relación ha sido tomada en general, por cierto, como definitoria del carácter excepcional del peronismo en el espectro de las experiencias populistas latinoamericanas. ¿Cómo debernos interpretar la base de esa relación y, además, el signilicado de la experiencia peronista para los trabajadores peronistas? Las respuestas a estas preguntas han rechazado cada vez más las anteriores explicaciones, que entendian el apoyo de los obreros a Perón en función de una división entre la vieja y la nueva clase trabajadora, Sociólogos como Gino German, iequierdistas que competían por las simpatias de la clase trabajadora. e incluso algunos peronistas, explicaron la adhesión popular al peronismo en términos de obreros migranies sin experiencia que. incapaces de afirmar en su nuevo ámbito urbano una propia identidad social y política e insensibles a las instituciones y la ideología de la clase trabajadora tradicional, se encontraron “disponibles” para ser utilizados por sectores disidentes de la elite, Esos proletarios inmaduros fueron quienes, según esá explicación, se congregaron bajo la bandera peronista en el periodo 1943.46.1? En los estudios revisionistas, el apoyo de la clase trabajadora a Perón ha sido vista como el lógico compromiso de los obreros con un proyecto reformista dirigido por el Estado que les prometía ventajas materiales concretas.“ Más recientes, eS05 estudios no han presentado la imagen de una masa pasiva manipulada sino la de actores, dotados de conciencia de clase, que procuraban encontrar un camino realista para la satisfacción de sus necesidades materiales. En consecuencia, dentro de este enfogue la adhesión política ha sido vista, al menos taplicitamente, como reductíble a un racionalismo social y econórnico básico. Ese instrumentalismo tenia al parecer el respaldo del sentido común. Casi todos los que interrogaban a un peronista sobre las causas de su apoyo a Perón recibian por respuesta el significativo gesto de palparse el bolsillo donde se leva el dinero, que simbolizaba un pragmatismo de clase básico, atento a las necesidades de dinero y a su satisfacción. No hay duda de que el peronismo, desde el punto de vista de los trabajadores, fue en un sentido fundarnental una respuesta a las dificultades económicas y la explotación de clase. Sin embargo. era también algo más. Era también un movimiento representativo de un cambio decisivo en la conducta y las lealtades polílicas de la clase trabajadora, que adquirió una visión poltica de la realidad diferente. Para comprender el significado de esa nueva fillación política necesitamos examinar cuidadosamente sus rasgos específicos y el discurso en el cual se expresó, en vez de considerar al peronismo como una inevitable expresión de insatisfacción social y económica. Gareth Stedman Jones, al comentar la renuencia de los historiadores de fenómenos sociales a tomar suficientemente en cuenta lo político, observó hace corto tienpo que "un movimiento político no es simplemente una manifestación de miseria y dolor; su existencia se caracteriza por una convicción, común a muchos, que articula una solución política de la misería y un diagnóstico político de sus causas”,2 Por lo tanto, si bien el peronismo representó una solución concreta de necesidades materiales experimentadas, todavía nos falta comprender por qué la solución adoptó la forma especifica de peronismo y no una diferente. Otros movimientos políticos se habian preocupado por esas miísmes necesidades y habían ofrecido sohiciones. incluso desde el punto de vista programático habia amichas similitudes formales entre el peronismo y otras fuerzas políticas. Lo que necesttamos entender es el éxito del peronismo. sus cualidades distintivas, la razón por la cual su Hlamamiento político inspiró más confianza a los trabajadores: en suma, qué facetas tocó que olros no tocaron, Para ello necesitamos considerar sertamente el atractivo político e ideológico de Perón, así como examinar la indole de la retórica peronista y corapararia con la de quienes le disputaban la adhesión de la clase trabajadora. Los trabajadores como ciudadanos en la retórica polílica peronista El atractivo politico fundamental del peronismo reside en su capacidad para redefínir la noción de ciudadania dentro de un contexto más amplio, esencialmente social. La cuestión de la ciudadania en si misma, y la del acceso a la plenttud de los derechos políticos, fue un aspecto poderoso del discurso peronísta, donde formó parte de un lenguaje de profesta, de gran resonancia popular, frente a la exclusión política. Algo del poder de esos componentes del lenguaje político peronista se onginó en que ya formaban parte del lenguaje tradicional de la política dernocrática, que demandaba Igualdad de acceso a los derechos políticos. Esa tradición ya se había encarnado principalmente en la Unión Cívica Radical y su lider Hipólito Yrígoyen, Antes de 1930, el Partido Radical habia movilizado a las clases medias urbanas y rurales, asi como a una porción no pequeña de las clases tuumides urbanas, con una relórica donde prevalecian los simbolos de una lucha contra la oligarquía y con ua lenguaje tradicional acerca de la ciudadania y los derechos y obligaciones de carácter político. El peronismo era lo bastante ecléctico corno para postular su derecho a elementos de ese legado yrigoyenisia y apoderarse de ellos.“ En pane, además, la fuerza de ese interés por los derechos políticos de la ctudadania se originaba en la foja de escándalos de la "década infame” que siguió al derrocamiento de Yrigoyen por los militares en 1930. En la “decada infame”, que en rigor se extendió desde 1930 hasta el golpe militar de 1943, se asistió a la reimposición y el mantenimiento del poder politica de la elite conservadora mediante un sistema de fraude y corrupción institucionalizados. Era la época del “ya votaste, rajá pronto para tu casa”, impuesto por los ratones a sueldo de los comiles conservadores.* En Avellaneda, Alberio Barcelo controlaba la incipiente zona industrial con ayuda de la policia, de su maquínaria politica, del hampa y los votos de los muertos, tal como lo venía haciendo, en gran medida, desde la Primera CGuerá Mundial?* En el resto de la provincia de Buenos Álres, el gobernador Manuel Fresco coordinaba un aparato similar de favoritismos y corrupción. La única isla de relaliva rectitud po: lilica era la Capital Federal, donde rara vez se hacia fraude. La corrupción política dío un tinte de degeneración social a la eli te tradicional, protagonista de una serle de escármdalos, aparentemente interminable en los que interverúan figuras públicas y grupos económicos extranjeros, episodios que los nacientes grupos nacionalistas condenaron en muchas oportunidades.” Asimismo, esa corrupción institucional alimentó un vasto cinismo público. En las palabras de un autor, "era una corrupción que hacia escuela”. El malestar político y moral acarreado por esta situación engendró una notoria crisis de la conlianza gue inspiraban las instituciones politicas establecidas y de la creencia en su legitimidad. €l peronismo pudo, en consecuencia, reunár capital político denunciando la hipocresia de un sistema democrático formal que tenía escaso contenido democrático real. Por añadidura, el peso de las acusaciones peronistas contra ese sistema fue acrecentado por el hecho de que incluso aquellos partidos formalmente opuestos al fraude en la década 1830-40 fueron vistos como comprometidos con el régimen conservador, Tal fue particularmente el caso del Partido Radical, que al cabo de un periodo de abstención principista, entre 1931 y 1936, se reincorporó a la contienda politica, bajo la de rección de Marcelo T. de Alvear, con el fo de actuar como oposición leal a un sistema político del que el radicalismo sabia que jamás podria desplazarlo. La crisis de legitimidad se extendió entonces mucho más allá de la elite conservadora misma y fue un tema constantemente relterado por la propaganda peronista en 1945 y 1946, En la campaña previa a las elecciones de 1346, el órgano oficial del Partido Laborista expresó asi ese concepto: “Los viejos y tradicionales partidos desde hace varios años dejaron de ser intérpretes del pueblo para serlo en circulos y cenáculos de evidente matiz impopular, sordos y clegos a las inquietudes de esa masa que lsunan en su auxillo cuando se trata de elecciones.“ Sin embargo. la atracción ejercida por el peronismo sobre los trabajadores no puede explicarse simplemente en hanción de su capacidad para articular exigencias de participación política y pleno reconocimiento de los derechos de la ciudadania. Pormalmente, los derechos asociados a esas reclamaciones —suiragio universal, derecho de asociación, igualdad ante la leyexistían desde hacia largo tiempo en la Argentina. La Ley Sáenz Peña, que estableció el sufragio universal masculino en 1912, siguió en vigencia durante la “década infame". Similar mente, en la Argentina existía una sólida tradición de instituciones sociales y políticas representativas. La formulación por el peronismo de demandas democráticas era, por lo tanto, la exigencia de restablecimiento de derechos ya anteriormente reconocidos. Más aún, Perón no tenia el monopolio de este discurso contra la exclusión política. Por clerto fue el mismo lenguaje que sus adversarios de la Unión Democrática utilizaron contra él, acusándalo de representar un sístema cerrado y antidemocrático, y fue asimismo el discurso que continuaría constituyendo la base de la oposición política a Perón durante todo su réginen y después de su caida. Finalmente, en el sentido de que se refería a la cuestión general de la ciudadanía, no era un llanamiento dirigido especificamente a los trabajadores sino, por definición, a todos los votantes cuyos derechos habian sido violados. El éxito de Perón con dos trabajadores se explicó, más bien, por su capacidad para refundir el problema total de la ciudadania en un molde nuevo, de carácter social. El discurso peronista negó la validez de la separación. formulada por el liberalismo, entre el Estado y la política por un lado y la sociedad civil por otro. La ciudadania ya no debía ser definida más simplemente en función de derechos individuales y relaciones dentro de la sociedad política, sino redefinida en función de la eslera económica y social de la sociedad civil, En los términos de su retórica, hichar por derechos en el orden de la política implicaba inevitablemente cambio social, Más aún, al subrayar constantemente la dimensión social de la chidadarnúa, Perón desañiaba en forma explicita la validez de un concepto de democracia que la limitaba al goce de derechos politicos formales, y a la vez ampliaba ese concepto hasta hacerlo inchuir en la participación en la vida social y económica de la nación. En parte esto se reflejó en la reclamación de una democracia que incluyera derechos y reformas sociales, asi como en una actítud que trataba con escepticismo las demandas politicas formuladas en la retórica del liberalismo formal. Esto se tornó del todo patente en la campaña electoral de 1946, El llamamiento político de la Unión Derocrática se expresó poco menos que totalmente en el lenguaje de las consignas democráticas liberales, En los discursos y maniflestos políticos no hubo virtualmente mención alguna del tema social En cambio, se encuentra un discurso político totalmente estructurado en términos de “Ubertad”, “democracia”, “la Constitución”, “elecciones libres”, "Mbertad de palabra”, y demás.“ Perón. en cambio, constantemente recordaba a su público que tras la fraseologia del liberalismo habia una división social básica y que una verdadera democracia sólo podria ser construida sí se enfrentaba con justicia esa cuestión social. En un discurso de julio de 1945, en que contestó las crecientes exigencias de elecciones formuladas por la oposición, dijo: "Si algunos piden libertad. nosotros también la pedimos |... pero mo la Mbertad del fraude L..]. Ni tampoco la libertad de vender el país ni la de explotar al pueblo trabajador," ] Luís Gay, secretario general del Partido Laborista, se hizo eco de ese concepto en el discurso que promunció al prociamarse formaimente la fórmula presidencial peronista en febrero de 1946:"La democracia politica es una mentira por si sola. Únicamente es una realidad cuando va efectivamente acompañada por una es: iructuración económica de la sociedad, que la haga posible en el terreno de las realizaciones prácticas. Mienten quienes no hagan suyo este concepto y sólo hablan de la Constitución y de la libertad que ellos desvirivaron y negaron hasta el 3 de junio de 1943." No hay duda alguna de que esta clase de retórica tocó una fibra sensible de los trabajadores que acababan de salir de la decada infarme. En el prrner acto público organizado por la COT para respaldar a Perón contra el creciente ataque opositor, en julio de 1945, Manuel Pichel, delegado de aquel organismo gremial, afirmó: "No basta hablar de democracia. Una democracia defendida por los capitales reaccionarios no la queremos, auna democracia que sea un relomo a la oligarquía no la auspiciaremos.* Mariano Tedesco. dirigente textil, recordó algunos años después que “la gente en 1945 ya estaba cansada. Durante años y años le habian engañado su hambre atrasada con canciones sobre la Mbertad”,* Analogamente, el escepticismo con que eran recibidos los simbolos formales del liberalismo se torna palente en una anécdota que Julio Mafud recuerda del año 1945. Según Malud, un grupo de trabajadores fue interrogado acerca de si temúan por la existencia de la libertad de palabra en caso de que Perón triunfara en las elecciones venideras. Le comiestaron» "La liberíad de expresión es cosa de ustedes, Nosotros nunca la hernos tenido”,% Más fundamentalmente aún, la refundición por Perón del tema de la ciudadanía involucraba una visión distinta y nueva del papel de la clase trabajadora en la sociedad. Tradicionalmente, el sistema politico liberal en la Argentina, como en otras partes, habia reconocido la existencia política de los irabajadores como atomizados ciudadanos individuales dotados de una formal igualdad de derechos en el campo político, pero al mismo tierapo habia rechazado. u obstaculizada, su constitución como clase social en ese campo. Cierlamente fiel a la separación liberal entre Estado y sociedad civil, aquel sistema habia negado que fuera legítimo transferir al terreno político la identidad social construida en torno del conflicto en el nivel social Entendia que toda unidad, cohesión social y sentimiento de intereses distintos que se hubiera alcanzado en la sociedad civii debian disolverse y atomizarse en el mercado politico, donde los ciudadanos particulares podían, por inlermedio de los partidos polilicos, influir sobre el Estado y asi reconciliar y equilibrar dos inlereses que existen en reciproca competencia en la sociedad ctvil, El radicalismo, pese a toda su retórica sobre “el pueblo" y la “oligarquia”, nunca cuestionó los supuestos del sistema político liberal Más aún, su maquinaria politica, basada en el favoritismo personal y estructurada en torno de jeles locales, estaba en la posición ideal para actuar como “vendedor” de las exigencias de los ciudadanos individuales en el mercado poílico,3? El peronismo, en cambio, fundaba su llamamiento politico a los trabajadores en un reconocimiento de la clase trabajadora como fuerza social propiamente dicha, que solicitaba reconocimiento y representación como tal en la vida política de la nación. Esa representación ya no había de materializarse simplemente mediante el ejercicio de los derechos lormales de la ciudadanía y la mediación primaria de los partidos politicos. En vez de ello, la clase trabajadora, como fuerza social autónoma, había de tener acceso directo y por cierto privilegiado al Estado por intermedio de sus sindicatos. El carácter excepcional de esa visiónde la integración política y social de la clase trabajadora en la Argentina de la década 1940-50 se torna más patente si examinamos la manera distintiva en que Perón se dirigió a los irabajadores en los díscursos que pronunció en la campaña electoral de 1945-46 y después.A diferencia del caudillo o cacique político tradicional, el discurso de Perón no se dirigió a los obreros como individuos atomizados cuya única esperanza de lograr coherencia social y significado político en su vida radicaba en estrechar lazos con un líder capaz de interceder por ellos ante un Estado todopoderoso. En cambio Perón les habló como a una fuerza s0ctal cuya organización y vigor propios eran vitales para que él pudiera afirmar con éxito, en el plano del Estado, los derechos de ellos. Él era sólo su vocero, y sólo podia tener éxito en la medida en que ellos se unieran y organizaran, Contimiamente subrayó Perón la fragilidad de los individuos y lo arbitrario del destino humano, y por lo tanto la necesidad de los trabajadores de depender solamente de su propía voluntad para materializar sus derechos. En el marco de esta retórica, por consiguiente, el Estado no se limitaba a ser un dispensador todopoderoso de recursos apetecidos que los distribuia —por intermedio de su instrumento elegido, el lídera individuos pasivos. Más bien el Estado era un espacio donde las clases —no los individuos aisladospodian actuar politica y socialmente unos junto con los olros para establecer derechos y exigencias de orden corporativo. Según este discurso el árbitro final de ese proceso podía ser el Estado, y en definitiva la figura de Perón identificada con el Estado, pero éste no constitula a esos grupos coma fuerzas sociales, pues ellos tenían cierta independencia, asi como una presencia breductible, soctal y, por lo tanto, polílica.** Sin duáa alguna, la retórica peronista contenía fuerles elementos de caudillismo personalista. poco menos que místico, asociados a las figuras de Perón y Evita. Esto resultó en parte de las distintas necesidades políticas de Perón y el peronismo en diferentes momentos. Desde una posición segura en el poder estatal, la necesidad de subrayar la autonomía organizativa y la cohesión social de la clase trabajadora era notoriamente menor que en el periodo de lucha política previo a la conquista de ese poder, incluso durante el periodo anierior a 1946 los elementos personalistas de la atracción política peronista se encontraban presentes, como lo prueba la arrolladora consigna “¡Perón, Perón!” insistentemente voceada en la movilización del 17 de octubre de 1945, Sin embargo, aun en el punto más alto de la adulación a Evíta y del creciente culto, patrocinado por el gobierno, al poder personal de Perón durante la segunda presidencia, este elemento personalista no se hizo presente a expensas de una continua afirmación de la fuerza social y organizativa de la clase trabajadora. Esta afirmación de los trabajadores como presencia social y su incorporación directa al manejo de la cosa pública suponia obviamente un nuevo concepto de las legítimas esferas de interés y actividad de la clase obrera y sus instituciones. Esto se hizo patente sobre todo en la afirmación, por parte de Perón, de que los trabajadores tenian derecho a interesarse por el desarrollo económico de la nación y a contribuír a determinario. Las cuestiones de la industrialización y del nacionalismo eco: nómico, factores clave de la atracción ejercida por el peronismo, debían ser situadas en el marco de esa nueva visión del papel de los obreros en la sociedad. La retórica perorusta era lo bastante ablerta como para absorber las fibras de pensamiento nacionalista existentes. Algunas de ellas se remontaban, también, al legado yrigoyenásta, en particular el conflicto con las compañías petroleras extranjeras durante los últimos años de Yrigoyen en el poder, Otros elementos fueron lomados a los grupos de intelectuales nacionalistas que afloraron en la década 1930-40 y cuyas ideas inftuian sobre los militares. Por ejemplo, términos como “cipayo” y “vende-patria” se incorporaron al lenguaje poÍtico peronista para designar aquellas fuerzas que deseaban mantener a la Árgentina dentro de la órbita económica de los Estados Unidos y Gran Bretaña como proveedora de productos agropecuarios. Tal lenguaje se tornó simbólico de una puja hacia la industrialización, proceso que debia ser guiado y supervisado con arreglo a la meta “Argentina potencia”, en vez de la “Argentina granja” postulada, según dos peronistas, por sus adversarios. El éxito de la identificación de Perón mismo con la creacion de una Argentina industrial, asi como la atracción politica ejercida por esa simbolización, no residia primordialmente en los términos programáticos, Dados el evidente interés de una fuerza de trabajo industrial emergente por la cuestión de la imdustrialización, asi como la vigorosa autoidentificación del peronismo con este simbolo y su posterior monopolio del lenguaje del desarrollo econórpico, resultaría tentador explicar ese éxito en función de un interés, también monopólico, de Perón en ese programa. Stn embargo, en lo que se refiere a planes poñticos y comprornisos formales, la identificación del peronismo con la industrialización y de sus adversarios con una Argentina agropecuaria estaba lejos de ser exacta. Con diversos énfasis y no sin irregularidad en el comprorniso adoptado, sólo Muy pocos de los princípales partidos argentinos negaban, en la década 1940-50, la necesidad de alguna suerte de industrialización patrocinada por el Estado. Mediante el Plan Pinedo, de 1940, el sector más articulado de la elite conservadora habia afirmado su reconocimiento de la irreversibiidad de la industrialización, También el Partido Radical habia adopiado una actitud cada vez más favorable a la industrialización. y su ala yrigoyenista aprobó en abril de 1945, en la Declaración de Avellaneda, un proyecto económico tan industrialista, en cualquiera de sus expresiones, como el de Perón. También la izquierda, encarnada por los comunistas y socialistas, habia recurrido persisienemente a una relórica antiimperialista durante la década 1930492 La verdadera Cuestión en juego en la decada 1940-50 no era. en consecuencia, lanto industrialización versus desarrollo agrario como ¿intervención estalaj versus laissez-fatre. Más bien se trataba del problema de dos distintos significados poiencíales de la industrialización, es decir los parámetros sociales y políticos con arreglo a los cuales ese proceso debia operarse. Perón tuvo la habilidad de definir esos parámetros en una forma nueva que atrajo a la clase obrera, asi como la habilidad de abordar este problema en una forma que, particularmente creible para los trabajadores, le permitió apropiarse del lema y el símbolo del desarrollo industrial y convertirlo en in arma política mediante la cual pudo diferenciarse de sus adversarios. El éxito de esta apropiación fue, en alguna medida, cuestión de cómo se la percibiera. Cierlarente, el vinculo entre los rivales políticos de Perón en 1945-46 y los bastiones de la elite agropecuaria tradicional, cotno lo eran la Sociedad Rural y el Jockey Club, debilitaba la credibilidad de su compromiso con la industrialización. Análogamente, su estrecho nexo con el embajador norteamericano no forialecia la creencia en su deveción por la soberania nacional y la independencia económica, En cuanto a imagen, hacta fines de la campaña electoral de 1946 ya era un hecho establecido la identificación del peronismo con el progreso industrial y socíal y con la modernidad. Pero no se trato exclusivamente de un problema de imagen y relaclones públicas. Más fundamentalmente, la clase obrera vela en el apoyo de Perón al desarrollo indusinial un papel vital para sí misma como agente en la esfera pública, considerablemente ampliada, que el peronismo le ofrecía como campo de acttvidad. En efecto, Perón por cierto estabiecía como premisa del concepto mismo de desarrollo industrial la plena participación de la clase trabajadora en la vida pública y la justicia social En su pensamiento, la industrialicación ya no era concebible, como lo habia sido antes de 1943, al precio de la exirema explotación de la ciase trabajadora. En un discurso que pronunció durante la campaña electoral, Perón afirmó: “En definiliva: la Argentina no puede estancarse en el rilno sormnoliento a que la condenaron cuantos se lanzaron a vivir a sus costillas. La Argentina ha de recobrar el pulso irme de una juventud saña y de una sangre limpia. La Argentina necesita la aportación de esta sangre juvenil de la clase obrera.“2 En la relórica peronista, la justicia social y la soberania nacional eran temas verosimilmente interrelacionados anies que consignas abstracias meramente enunciadas. Una visión digna de crédito: carácter comoreto y creíble del discurso polilico de Perón La cuestión de la credibilidad es decisiva para comprender tanto la exitosa identificación, efectuada por Perón, de sí mismo con ciertos simbolos importantes, por ejemplo la industrialización, como, más en general, el impacto político de su discurso sobre los irabajadores. En el ensayo a que ya nos hemos referido, Gareth Stedman Jones señala que para tener éxito “un vocabulario político particular debe proponer una alternativa general capaz de inspirar una esperanza factible y proponer a la vez un medio de realizaría que, siendo creíble, permita a los posibles reclutas pensar en esos términos”.% El vocabulario del peronismo era a la vez visionario y creible. La credibilidad arraigaba en parte en la indole inmediata y concreta de esa retóorica. Esto involucraba la lirmiiación de las consignas politicas abstractas a sus aspectos materiales más concretos. Según ya vimos, esa retórica contrastó nitidamente, en los decisivos años 1945-46, con el lenguaje de alta abstracción empleado por dos adversarios de Perón. Si bien Perón fue capaz de sermonear desde la altura, sobre todo después de alcanzar la presidencia, y de acuerdo con la audiencia a que se dirigiera, Sus discursos a los obreros en el periodo inicial Luvieron un fono único en ese momento. Por ejemplo, se encuentran estructurados en un lenguaje claramente distinto del empleado por el radicalismo clásico, que abundaba en densas generalidades sobre la renovación nacional y la virtud cívica. La terminología radical de “la oli garquia” y “el pueblo” seguía presente, pero añora era habitualkmente definida con mayor precisión. Perduraba su empleo de categorias generales que denotaban el bien y el mal, o sea los que estaban por Perón y los que se oponian a él, pero añora esos términos eran coa frecuencia concretados, a veces como ricos y pobres, a menudo como capitalistas y irabajadores. Si bien se hablaba de una comunidad indivisible —simbolizada por “e pueblo” y “la nación”-, la clase trabajadora recibía un papel implicitamente superior en esa totalidad y con frecuencia se la erigia en depositaria de los valores nacionales, El “pueblo” muchas veces se transformaba en “el pueblo trabajador”, de modo que “el pueblo”, "la nación” y “los trabajadores” eran intercambiables entre si. Similar negación de lo abstracto puede encontrarse en el llamamiento peronista en favor del nacionalismo económico y político, Desde el punto de vista de la construcción formal, por el Estado, de la ideología peronista, categorías corno “la nación” y "la Argentina” recibian un significado abstracto, mistico.” Sin embargo, en los discursos que Perón dirigió especificamente a la clase obrera, particularmente en el periodo inicial, pero también después, se advierten pocos de los elementos misticos e irracionales de la ideología nacionalista. Esos discursos no se interesaban mayormente por las virtudes inirinsecas de la “argentinidad” ni por los antecedentes Rislóricos de la cultura “criolla” que hallaban expresión en una nostalgia evocadora de alguna esencia nacional desaparecida largo tiempo atrás, Esas preocupaciones estaban reservadas de hecho, principalmente, á intelectuales de clase media pertenecientes a los diversos grupos nacionalisias que procuraban, con escaso éxito, servirse del peronismo coma vehículo para realizar sus aspiraciones. El nacionalismo de la clase trabajadora era invocado principalmente en función de problemas económicos concrelos. Por añadidura. la credibilidad política gue el peronismo ofrecia a los trabajadores se debía no sólo a lo conereto de su retórica, sino también a su inmediatez. La visión peronista de una sociedad basada en la justicia social y en la integración social y política de los trabajadores a esa sociedad no estaba sujeta al previo cumplimiento de premisas -como lo estaba por ejemplo en el discurso politico fzquierdista tales como translormaciones estructurales abstractas de largo plazo, ni lo estaba a la gradual adquisición en alguna fecha futura de una conciencia apropiada por parte de la clase obrera. La doctrina peronista tomaba la conciencia, los hábitos, los estilos de vida y los valores de la clase trabajadora tales como los encontraba y afirmada su suficiencia y su validez, Clorificaba lo cotidiano y lo común como base suficiente para la rápida consecución de una sociedad justa, con tal de que se alcanzaran ciertas metas fáclles de lograr y evidentes por sí mismas, Primordiaírmente esto significaba apoyar a Perón como jele de Estado y mantener un fuerte movimiento sindical, En este sentido, la atracción política del peronismo era esencialmente plebeya: ignoraba la necesidad de una elite politica particularmente iluminada y reflejaba e inculcaba un profundo antiintelectualismo. La glorificación de estilos de vida y hábitos populares involueró un estilo y un idioma políticos bien a tono con las sensiblidades populares. Fuera asumiendo simbólicamente la actitud de “descamisado” en una reunión política, fuera con la clase de imaginería que empleaba en sus discursos, Perón terúa una especial capacidad. que a sus rivales les faltaba, para cormunicarse con Sus audiencias obreras. El poeta Luis Franco observó en Perón una "afinidad de espirítu con las letras de tango”. Su habilidad para utilizar esa afinidad con el fin de establecer un nexo con su público se manifestó con claridad en el discurso que dirigió a la multitud reunida en la Plaza de Mayo el 17 de octubre de 1945. Hacia el final de ese discurso Perán evocó a su madre, “mi vieja”:“Por eso hace poco les dije que los abrazaba como abrazaría a mí madre. Porque ustedes han tenido los imismos dolores y los mismos pensamientos que má pobre vieja habrá sentido en esos dias,”*É La referencia parece gratulía, parece la fraseología vacua de alguien que no encuentra nada mejor que decir. Stn embargo, allí identificamos el eco de un importante fema sentimental de las letras de tango: la pobre madre dolorida, cuya congoja símboliza la congoja de sus hijos, de todos los pobres. La identilicación, efectuada por Perón, de su propia madre con los pobres, establecía una identidad sentimental entre él mismo y su audiencia, nota patética que resonaba en la sensibilidad de la cultura popular argentina del momento.” Tarmbién resulló significativo que el discurso terminara con otra nota “tanguera”: Perón recordó a su público, en el momento en que se disponia a abandonar la plaza: “Recuerden que entre todos hay riumerosas mujeres obreras que han de ser protegidas aquí y en la vida por los mismos obreros, '“* El terna de la amenaza a las obreras, y de la necesidad de proteger a sus nutujeres, era un lema constante del tango y otras formas de cultura popular. que Perón estruciurara en ese lenguaje su llamamiento político hoy a menudo nos parece, y por cierta des pareció a los críticos de su fiempo, un remanente de la condescendencia paternalista propia de la tradicional figura del caudillo, Su frecuente empleo de versos de Martín Fierro y su tuso deliberado de férminos del lunfardo puede extrañar a la sensibilidad actual Sin embargo, debemos ser cuidadosos al apreciar el impacto de su capacidad para manejar unidioma que reflejaba la sensibilidad popular del momenio. En relalos efectuados por observadores y periodistas en los decisivos años iniciales del peronismo, encontramos con frecuencia los adjetivos "chabacano” y “burdo” para describir el estilo de expresarse de Perón y sus partidarios, calificativos que denotan una cualidad grosera. propia de un rústico. Sin embargo, no son epiletos que los peronistas hubieran rechazado necesariamente, No hay duda alguna de que esa capacidad para reconocer, reflejar y promover un estilo y un idioma politicos y populares basados en el realismo plebeyo contrastaba nilidamente con el llamamiento lanzado por los partidos políticos que tradicionalmente representaban a la clase obrera. El tono adoptado por éstos frente a la efervescencia de los trabajadores al pro" mediar la década 1940-50 era didáctico y parecía dirigirse a un público moral e intelectualmente inferior. Tal fue particularmente el caso del Partido Socialista, Su análisis de los episodios del 17 de octubre es ilustrativo de su actilud y su tono: “La parte del pueblo que vive su resentimiento, y acaso para su resentimiento se desborda en las calles, amenaza, atropella, asalta diarios, persigue en €u furia demoniacra a los propios adalides permanentes y responsables de su elevación y dignificación.'** Tras este tono de temor, frustración y moralización había un discurso dirigido a una clase irabajadora abstracta, poco menos que mítica, El peronismo, en cambio, estaba dispuesto, en particular durante su periodo inicial, a reconocer e incluso glorificar a trabajadores, Ai comparar el enfoque político de Perón con el de sus adversários no es posible menos que recordar el comentario de Ernst Bloch acerca de la apropiación, por los nazis, de las simnpatas que los socialistas y comunistas lenian entre los obreros: “Los nazis hablaban falsamente, pero a la gente: los comunistas decían la verdad, pero hablaban de cosas” % La capacidad de Perón para apreciar el tono de la sensibilidad de la clase trabajadora y los supuestos con que ésta se manejaba se reflejó también en otros terrenos. La retórica peronista, por ejemplo, incluía un reconocimiento táctia de la ivmobutabilidad de la desigualdad social, una resígnada aceptación, dictada por el sentido común, de la realidad de las desigualdades sociales y económicas, un reconocimiento de lo que Pierre Bourdieu denominó “un sentido de los límites”,5 Los remedios propuestos para miligar esas desigualdades eran plaustibles e inmediatos, En un discurso que promunció en Rosario en agosto de 1944, Perón puso de relieve el carácter razonable, evidenle por sí mismo, de su llamamiento, es decir, la realidad mundana que había tras la retórica abstracta de la igualdad social: "Queremos que desaparezca de muestro país la explotación del hombre por el hombre y que cuando ese problema desaparezca igualemos un poco fas clases sociales para que no haya como he dicho ya «en este pais hombres demasiado pobres ni demasiado ricos 05% Este realismo suponia una visión política limitada, pero no descaríaba resorancias utópicas: simplemente lograba que esas resonancias «un anñelo de igualdad social, de que se pusiera fin a la explolaciónresultaran más creibles para una ciase irabajadora ímbuida, por su experiencia de la década infame, de cierto cinismo frente a las promesas politicas y las consignas abstractas. Más aún, la credíbilidad de la visión política de Perón, la practicabilidad de la esperanza que ofrecía, eran alirmadas a diario por las acciones que él ejecutaba desde el plano del Estado. La confirmación de las soluciones que ofrecía no dependia de algún futuro apocalipsis, sino que se la podía verificar bastante directamente a la lus de la actividad y experiencia políticas de cada dia. En 1945 ya había empezado a circular entre los trabajadores la consigna que habia de simbolizar esa credibilidad: “¡Perón cumple!” EL HERETICO IMPACTO SOCIAL DEL PERONISMO El peronismo significó una presencia social y política mucho mayor de la clase trabajadora en la sociedad argentina. El impacto de este hecho puede ser medido, en términos institucionales, por referencia a factores tales como la relación intima entre gobierno y sindicalismo durante la era de Perón. la masiva armpliación del grermialismo y el número de parlamentarios de extracción gremial, Estos son factores de fácil demostración ernpirica y en mas de un caso estadisticamente mensurabiles. Sin embargo, existieran otros factores que es preciso fener en cuenta al evaluar el significado social del peronismo para la clase trabajadora, factores mucho menos tangibles y nuicho más dificiles de cuantificar. Nos referimos a factores como el orgullo, el respeto propio y la dignidad. e? Significado de la década infame: respuestas de la clase obrera Para evaluar la importancia de esos factores debemos vol: ver a la década infame, pues fue sin duda alguna el punto de referencia en relación con el cual los trabajadores midieron su experiencia del peronismo. La cultura popular de la era peronista fue dominada por una dicotomía temporal que contrastaba el presente peronista con el pasado reciente, Según lo observa Ernesto Goldar en su analisis de la ficción literaria popular peronista, esa dicotomía fue acompañada por un correspondiente contraste de valores asociado al “hoy” de 1950-80 y al “ayer” de 1930-40. Algunos de esos contrastes evaluativos se referían a los carmbíos sociales concretos conectados con el mayor blenestar social, el aumento de los salarios y la eficaz organización greroial, Sin embargo, otros se relacionaban con un campo social más amplio y más personal, al margen de los mejoramientos alcanzados en la nea de producción, el paquete salarial o el sindicato. Esto sugiere claramente que la década infame fue experimentada por muchos trabajadores como un tiempo de frustración y humillación profundas, sentidas colectiva e indlvidualmente. St bien carecemos de un informe detallado y amplio de los elementos que configuraban el urdverso social de la clase trabajadora del período preperonista, pruebas consistentes en anécdotas, ftestímonios personales, formas culturales populares y extractos biográficos sobre obreros puedea aportarmos fragmentos llustrativos de la imagen total. La dureza de las condiciones de trabajo y la discíplina testimoniada por la mayoría de los observadores de aquel periodo tuvo impacto sin duda alguna sobre la clase trabajadora en general, Por ejemplo, en las memorías donde relata sus experiencias como organizador de los obreros de los frigoríficos de Berisso, en las décadas 1930-40 y siguiente, Cipriano Reyes señala que “la empresa era dueña de las vidas y las haciendas de sus obreros. Unos cuentenikxs, de digo esto como ejemplo. andaban por las casas vendiendo ropa en cuotas. Cuando un obrero no pagaba iban a ver al jefe del personal del frigorifico y entonces el moroso era suspendido. La vigílancia era increíble, estaba lodo controlado",%* Probablemente, un control de estas características fuese más duro en comunidades obreras dominadas por una sola empresa grande, como unfrigorifico. Sin embargo, las condiciones sociales que reflejaba esa situación de dominio por el empleador no estaban confinadas al caso extremo de la ciudad-empresa. Angel Perelman recuerda haber dejado la escuela primaria a los 10 años para entrar en un taller metalúrgico de la Capital Federal, donde trabajaba “jornadas sin horario [..] la hora de salida la fijaba el patrón. Toda la felicidad para una familia obrera consistía... en conservar el irabajo”, Los años treinta, recuerda Perelman, “eran los tiempos de los desesperados, de los ingeniosos y de las pequeñas ralerias”,*“ Ótro autar, al comentar las condiciones generales de la situación laboral en la misma época, dice: “El miedo a la desocupación en esa época lleva a da humillación. Al callarse y no hablar, la falta de acciones de defensa elementales lleva a la declinación moral, al escepticismo. Dentro de una fábrica, de un establecimiento, el obrero estaba solo, desintegrado de toda conciencia social.“ £unque generalizaciones fan tajantes sobre la declinación moral y el cinismo que habrian caracterizado la actitud de la clase obrera en la década 1930-40 deben ser tomadas con cautela, existe una prueba que liende a apuntar en la misma dirección, Algunos de los indicios más reveladores al respecto pueden obtenerse en formas culturales populares, en partícular el tango. El universo social pintado en los tangos de la decada 1930-40 era undversalmente sombrío. Los temas tradicionales del tango siguieron presentes -la traición amorosa, la nostalgia de un pasado imás simple centrada en tomo de la recreación idillca del barrio o del arrabal, la afirmación de virtudes como el coraje—. pero a esto se sumo, en algunos de los tangos, un contexto social amplio. En particular, en dos tangos de Enrique Santos Discépolo la imposibilidad de una relación significativa entre un hombre y tuna mujer llega a simbolizar la imposibilidad de cualquier relación social que no se base en la codicia, el egoismo y una falta total de escrúpulos morales en un mundo basado en la injusticia y el engaño. En muchos tangos de Discépolo la figura crucial es el “gilito embanderado”, el luso que trata de vivir honestamente o, más aún, es lo bastante ingenuo como para imaginarse que podrá cambiar un mundo iajusto,” El propósito del tango es, entonces, desengañarlo de sus lusiones enfrentándolo con una realidad donde "(si aquí ni Dios rescata lo perdido”. El tono es de amargura y resignación. La idea popular de la vida social, tal como la reflejan esas letras, aconseja adoptar los valores dominantes, es decir el egoísmo y la inmoralidad, Llevada hasta sus últimas consecuencias, esa idea involucra la comprensión si no la aprobaciónde la atracción que ejerce sobre los pobres la lógica de la "mala vida”, la prostitución, el proxenctísmo, el delito. La alternativa, en el caso de los que no aceptaran el ethos social dominante, era una aceptación resignada o un “obstinado silencio”,* Evidentemente, hay que cuidarse de extraer, del tango y oiras formas culturales populares del momento, conclusiones sobre las actítudes de la clase trabajadora, El tango, por ejemplo, era cada vez más una forma de arte comercializado cuya conexión con el “barrio” de trabajadores era lenue. Lo que llegaba al público general era determinado en gran medida por las firmas producioras de discos, y el éxito y el fracaso comercial dependian de la recepción que se tribulara a la grabación en el mercado de consumo y los teatros y salones de baile de la zona céntrica de Buenos Aires. También parece probable que el elemento bohemio, que siempre había constituido parte importante del tango, recibiera mayor realce a medida que las letras provinieron cada vez más de la baja clase media urbana, Ciertamente, el desesperado lamento que proliere Discépolo en su gran tango Cambalache, escrito en 1935, donde dice que “todo es igual, nada es mejor, lo mísmo un buro que un gran profesor”, suena a desencanto de un educado miembro de la clase medía cuyo mérito la soctedad no reconoce. Las ietras de la década infame también carecen de algo del optimismo y el compromiso social que hay en algunos tangos de la era anterior. De una u otra manera, la inmensa popularidad de esos tangos en la clase trabajadora de Buenos Álres parece demostrar que cualesquiera que fuesen las manipulaciones de la industria cultural, y cualesquiera que sean las precauciones con que leamos la conciencía de la clase trabajadora directamente en las leíras de tango, éstas por cierto respondian a algunas actitudes y experiencias que, recreadas en esas letras, los trabajadores reconocian como auténticamente propias. Empero, aun sí reconocemos que tales hechos son sigrificativos, también debemos admitir que las únicas respuestas con gue contaron los trabajadores no consistieron en el cirúsmo, la apatía O la resignación. Luís Danussi, que después de 1955 Megaria a encabezar el sindicato de los gráficos, tras llegar a Buenos Aires en 1938 vío una ciudad “tunulluosa, y con febril actividad sindical. ofrecía un amplio campo de acción; congresos nacionales, zonales, comarcales, asambleas de personales y de gremios”.* Aún se encontraba presente la caracteristica nulitante que la cultura de la clase trabajadora había tenido en una época anlertor. Esa cultura se centraba en torno de la existencia de "LL. sindicatos, ateneos, bibliotecas mediante la distribución de volantes, periódicos, diarios, revistas, folletos y libros; manifestaciones, comités pro-presos, grupos tealrales, cooperativas. comunidades 2 ensavos de vida solidaria. También se realizaban campañas contra el aicoholismo, el tabaco, se organizaban piendos, lecturas comer tadas y $e procuraba dar amplitud al espiritu de apoyo mutuo”,* También se organizaban campañas contra el alcohol y el tabaco, se realizaban pienics, se dictaban conferencias seguidas de debate y se inculcaba el espiritu de ayuda mutua,* Todavía florecian, en 1938, elementos de esta suerte de eultura militante tradicional, compartida por igual por soclalistas, comunistas, anarquistas y sindicalistas. Esos elementos encontraron expresión en los muchos comités formados en la década 1930-40 para ayudar a la España republicana y eran todavia una presencia viva en sindicatos como el de los gráficos, al que se incorporó Luis Danussi. Ei propio Danussi tenia alguna formación anarquista al llegar a Buenos AÁíres, pero los trabajadores ajenos a esa cukura podian ser atraidos por ella y utilizarla como canal para expresar su resenteniento con la explotación y como parle de su btsqueda de soluciones políticas. Ángel Perelman señala, por ejemplo, que: “La explotación capitalisia y la lucha de clases las aprendi primero en esa fábrica del año 30 que leyéndola en los lbros L.LA los 14 años de edad y ya con cuatro de obrero, no pudo menos que interesarme la politica, ¡Como para no interesarmel Había muchas manifestaciones realizadas por los desocupados. Algunos partidos de izquierda protestaban por la miseria reinante. Las asambleas sindicales [...] reunian a los trabajadores más militantes y decididos. "* Otros datos aun sugieren un aumento de la actividad gremial y la asisiencia a las reuniones sindicales a fines de 1930-40 y principios de la siguiente década, a medida que el desempleo decrecia, la industria se expandía y el movimiento obrero se recobraba en alguna medida de la declinación experimentada en los años que siguieron al golpe militar de 1930. La afíllación gremial respondió a un clima naclonal e internacional mejor y aumentó alrededor de un 10 por ciento entre 1941 y 1945, “L..] abrir camino a las orgentzaciones sindicales era una empresa con enormes dificultades, en muchos aspectos por efecto de la represión patronal y policial, pero las que ofrecía escollos casi imposibles de superar consistía, muchas veces, en la indiferencia y el descrelmiento de los mismos trabajadores, reacios a organizarse en defensa de sus propios intereses”$ Algo del sentimiento de impotencia y resignación que, según lo sugerimos, caracterizó la respuesta de muchos trabajadores a la experiencia del periodo previo a 1943 puede hallárselo en el testimonio personal de los no militantes. A continuación se reproducen, con el fin de transmitir en lo posible la esencia de ese sentimiento, dos fragmentos testimontales. El primero proviene de un obrero que trabajaba en puertos sftiuados a lo largo del río Paramá, particularmente en el de Rosario: Pregusda: ¿Cómo fueron los años 30 para usted? Don Ramiro: Bueno, la vida era muy dura en aquel entonces |...) la gente trabajadora no valía nada y no fuimos respetados por los que controlaban todo L..l. Uno tenía que saber mantenerse en su higar. Yo votaba por los radicales en los años 20 pero después del +0 todo fue mal, Los caudillos conservadores controlaban todo. Los dias de los comicios yo ¿ba al municipio para votar pero no consegula erirar [...1. Resultaba que yo era conocido como alguien en quien no se podia confiar, de modo que no me permitian votar. Según la ley no podian hacerlo pero se burlaban de ella, En aquellos años, ¿qué importancia tenía la ley? Había un grupo de ellos, matones, pagados por el comité conservador [...] todo el mundo los conocia |...] y ellos cerraban el paso cuando uno quería entrar. Se podía ver a sus pistolas por debajo del saco, Pregunta: ¿Quiere decir que le obligaba a desistir a votar con amenazas? Respuesta; No. Nunca lo hacian ablerlamente [...) por lo menos conmigo; no había por qué hacerlo [..] sabias que tendrías que pagar de alguna forma si te opusieras a ellos. Era un tipo de juego para edos.Pregunta: Pues, ¿qué hacía usted? Respuesta: Y, bueno, ¿qué podias hacer? Nada. Volver a casa. Tal vez quejarme a los amigos de esos hijos de puta. Si uno armaba un escándalo te harían pagar de algún modo y no serviría para nada. Vos no tenias ninguna importancia para ellos. Pero, después con Perón todo cambio. Voté por él Pregunta: ¿Cómo cambió? Respuesta: Bueno, con Perón todos éramos machos.% Él segundo fragmento fue aportado por un trabajador joven, de Buenos Alres, que entró en la fuerza laboral a fines de la década del “30: Leutaro: Una cosa que recuerdo de los años 30 fue la manera en que la trataban a da gente, Sentias que no tenías ningún derecho a nada. Todo parecía ser un favor que te hacían a través de la iglesta o alguna caridad o sí ibas a pedir un favor al caudillo de comité él te ayudaba a conseguir remedios o entrar al hospital. Otra cosa que recuerdo de los años 30 es que siempre me sentia extraño cuando iba al centro de Buenos Altres [..] como sí uno no estuviera en su ambiente, que era absurdo pero te sentias que ellos te miraban despectivamente, que no estabas bien vestido. La policía te trataba como animales también. Pregunta: ¿Los sindicatos y partidos políticos luvieron Ímportancia para usted en aquel entonces? Respuesta: Bueno, normalmente yo volaba por los socialistas. Mi hermano se inleresaba más que yo por ellos, aunque yo siempre pensaba que eran honestos. Perón munca creía que serviria para algo. Lo mismo con los sindicatos. No teniamos un sindicato en dos talleres donde trabajaba yo. Debía haber sido en los primeros años del 40, antes de Ferón. Teniamos mucho de que quejarnos, pero atm asi no creo que lomábamos en serio al sindicalisrmo. La vida era simplemente así, uno tenía que aguantar todo, su maldita arrogencia, como te trataban. Algunos de dos activistas compañeros de mi hermano quisieron cambiar todo esta, pero eran excepciones. No había muchos obreros que quisieran ser héroes," Experiencia privada y discurso público El más profundo impacto social del peronismo debe ser considerado a la kiz de esa experiencia de la clase trabajadora en el periodo anterior a 1943. Enla crisis del orden tradicional inaugurada por el golpe militar de 1943 fue puesto en cuestión mucho más que la autoridad política e institucional de la elite conservadora. Hacia 1945, la crisis política habia provocado, y además contenia en su proplo seno, un cuestionamiento de todo un conjunto de supuestos concernientes a las relaciones sociales, las formas de deferencta y los acuerdos, en gran medida tácitos, acerca de cuál era “el orden natural de las cosas” y el “sentido de los limites” acerca de lo que se podía o no se podia discutir y expresar legítimamente, En este sentido, el poder del peronismo radicó, en definitiva, en su capacidad para dar expresión pública a lo que hasta entonces sólo habia sido internalizado, vivido como experiencia privada. Asi lo señala Plerre Bourdieu: Las experiencias privadas pasan nada menos que por un cambio de estado cuando se reconocen a si raismas en la objetividad pública de un discurso ya constituido, signo objetivo de su derecho á que se hable de ellas y a que se hable públicamente. “Las palabras”, dice Sartre, "hacen estragos cuando encuentran un nombre pera lo que hasta entonces ha vivido innominado”,* No hay duda alguna de que éste es el contexto donde los Iragrmmentos que se presentan en el apartado anterior adquieren su significado. En particular, podemos apreciar la imagen de silencio que pasa de uno a otro: “Tenés que quedarte callado, no hablar; “un obstinado silencio”, o la respuesta de don Ramiro cuando se le preguntó qué hacía frente al poder de los caciques políticos: “Nada. Volver a casa. Tal vez quejarme a los amigos”. La capacidad del discurso peronista para articular esas experiencias no formuladas constituyó la base de su poder, auténticamente herético, En efecto, existian otros discursos heréticos -en el sentido de que ofrecían allernalivas distintas de la ortodoxia instituida, bajo forma de retórica soctalista, o comunista, o radical. Sin embargo, según hemos visto, estas líneas no fueron capaces de adquirir una autoridad Indiscutible como expresiones válidas de la experiencia de la clase trabajadora, Sobre esas otras fuerzas politicas el peronismo tuvo la enorme ventaja de ser un “discurso ya constituido”, articulado desde una posición de poder estatal, lo que acrecentaba considerablemente da Jegítiímidad que conferia a las experiencias que expresaba. El poder social herético que el peronismo expresaba se reflejó en su empleo del lenguaje. Términos que traducian las nociones de justicia social, equidad, decencia cuya expresión había sido silenciada lo ridiculizada como en el tango)—, habían de ocupar ahora posiciones centrales en el nuevo lenguaje del poder. Sin embargo. más ftmportante que esto fue la clrcunstancia de que términos que antes simbolizaban la humillación de la clase obrera y su explicita falla de status en una sociedad profundamente consciente del sitatus adquirieron ahora connotaciones y valores diametralmente opuestos. El ejemplo más famoso sin duda reside en las implicaciones asignadas a la palabra “descamisado”. Este vocablo había sido utilizado intctalmente por los antiperonistas, antes del triunio electoral de Perón en 1946, como calificativo de los trabajadores que lo apoyaban.* La explicita connotación de trferioridad social, y por tanto política y moral, se basaba en un erlterio de valor social que tomaba uno de los signos más evidentes del status de la clase trabajadora -las ropas de trabajoy lo presentaba como insignia evidenie por sí misma de inderioridad, El peronismo adoptó el termino e invirtió su significado simbólico, transformándolo en afirmación del valor de la clase trabajadora. Esa inversión fue magnificada fnediante la adhesión del térraino “descamisados”, en la retórica ofícial, a la figura de Eva Perón, protectora titular de aquélos?Más significativo aún tal vez sea el hecho de encontrar lérminos que eran de uso corriente, antes de 1943, para mencionar en forma todavía más despectiva a la clase trabajadora, transformados e invertidos ahora en forma similar. En su uso general, “negro” designaba a los habitantes del interior del pais y a menudo tenia evidentes connotaciones étnicas peyorativas. Despectivamente, la elte tradicional designaba “los negros radicales” a quienes respaldaban a Yrigoyen.” Con la afluencia masiva de migrantes del interior a la industria de Buenos Álres en 1930- 40, el término fue utilizado como sinóntso de trabajador manual, y "negrada” fue un equivalente genérico de proletariado. Las connotaciones sou inconfundíbles: una “negra” significa en lenguaje coloquial porteño una mujer de condición humilde, y “negrear” significa buscar a esas mujeres para fines sexuales, Según lo observa José Gobello en su Diccionario lunfardo, todas las variaciones de negro excepto una están cargadas de desprecio y falta de respeto por algo inferior. El uso de “negrada” como sinónimo del proletariado en los años 1930-40 poseña, pues, un fuerte simbolismo social donde se originó su posterior empleo por las fuerzas antiperonistas, Al promediar la década 1940-50, los adversarios de Perón empleaban con frecuencia expresiones burlonas y despectivas como la negrada de Perón” y “los cabecitas negras”. Su incorporación al lenguaje del peronismo, en cambio, les olorgó un nuevo status, El hecho de que en este discurso público “la negrada” encontrara expresión y afirmación significó que toda una gama de experiencias normalmente asoctadas a ese término y que por haber sido designadas asi habian sido decretadas legítimas, indignas de preocupación, y en consecuencia condenadas a ser sufridas en silencio, internalizadas 0 expresadas oblicuamente en ciertas expresiones anpustliadas de la cultura popularpodían ahora ser dichas en voz alta y entrar en el campo del debate público, la preocupación social y por lo tanto la acción polílica. Algo de ese significado social herético se tornó patente en la vasta movilización de la clase trabajadora que se extendió desde el 17 de octubre de 1945 hasta el triunfo electoral peronista de febrero de 1946. Esa movilización demostro la capacidad de los trabajadores para actuar en defensa de lo que consideraban sus intereses, Pero además representó, de manera más difusa, un rechazo de las formas aceptadas de jerarquia social y los simbolos de autoridad. Esto fue particularmente notable durante la manifestación del 17 de octubre, Si bien la atención se centró en el objetivo esencial del acto la figura de Perón y su liberación del confinandento-, la movilización misma, y las formas que asumió, sugieren por si solas un significado social más amplio. Los observadores más sagaces de ese episodio han concordado en el tono donunante de irreverencia e irónico sentido del humor que caracterizó a los manifestantes, Felix Luna resumió esa atmósfera diciendo que parecia “de fiesta grande, de murga, de candombé".?” La prensa comunista habló despectivamente de los grupos con “aspecto de murga” que intervinieron en la mantfestación.* El empleo del termino “murga” resulta interesante, pues popularmente designa a los grupos que en carnaval se disfrazaban e iban de un lado a otro por la calle, cantando, bailando y tocando instrumeritos. Ási como esa conducta era tolerable dentro de los estrictos limites del carnaval y se manifestaba sobre todo en los barrios obreros, su ruptura de esos confines durante una manifestación de indiscutible contenido político Yepresentó una subversión simbólica de los códigos de conducta aceptados y asimismo un acto de deferencia con la clase trabajadora. Un aspecto importante de esa subversión se relacionó con el sitio donde se expresaba tal conducta, es decir, con criterios tácitos de jerarquía espactal, Al desplazarse las multitudes irreverentes desde los suburbios obreros que bordeaban la Capital Federal. o al cruzar los puentes del Riachuelo desde Avellaneda y otros puntos situados al Sur, para concentrarse ex la zona céntrica y la Plaza de Mayo frente a la Casa de Gobierno, se violaron esos criterios, El comportamiento de los trabajadores al atravesar los suburbios más, ricos agravó la blasfernía implicita en tal violación. Sus canciones fueron cada vez más insultantes para los adinerados, la "gente decente” de la sociedad porteña, a la cual ridiculizaban, Uno de los muchos estribillos dirigidos a los estupefacios espectadores que, desde sus balcones del Barrio Norte, observaban la aparición de la “Argentina invisible”?S, decia asi: “Sallte de la esquina oligarca loco, tu madre no te quiere y Perón tampoco",** El hecho de que la marifestación culminara en la Plaza de Mayo fue por si solo significativo. Hasta 1945 esa plaza, situada frente a la Casa de Gobierno. habia sido en gran medida un territorio reservado a la “gente decente”, y los trabajadores que se aventuraban allí sin saco mi corbata fueron más de una vez alejados o incluso detenidos. Una fotografia ampliamente difundida que se tomo el 17 de octubre muestra a los obreros arremangados y sentados en los bordes de las fuentes de la plaza, con los ples sumergidos en el agua. El simbolismo implícito en esta imagen es fáci de apreciar si se Uíene en cuenta el sentimiento de incomodidad que ent bargaba al obrero Lautaro Ferlini cuando visitaba el sector céntrico en dos años anteriores al peronismo, Gran parte de ese espiritu de irreverencia y blasfemia, y de esa redistabución del espacio público, caracteristicos del 17 de octubre y la campaña electoral siguiente, parecerian constituir una suerte de “antiteatro”, basado en el ridiculo y el insulto, contra la autoridad simbólica y las pretensiones de la elite argentina.” El resultado fue, por cierto, desinflar un tanto la seguridad que la eltle tenía de sí misma. También representó una recuperación del orgullo y la autoestima de la clase trabajadora, sintetizados en la expresiva frase de don Ramiro: “Bueno, con Perón todos éramos machos”. Tal vez ante todo haya significado una afirmación de la existencia de la clase trabajadora y un punto final, puesto en forma desafiante, al silencio y el ocultamiento del agravio experimentado. Esta combinación de significados simbólicos es sagazmente captada en los recuerdos que Félix Luna escribe del 17 de octubre, del día en que él y sus compañeros de estudio, todos radicales antiperonistas, vieron desfílar por la cludad a las columnas de trabajadores: “Bueno, ahí estaban. Como si hubleran querido mostrar todo su poder para que nadie dudara de que realmente existian, Ahi estaban por toda la cludad, pululando en grupos que parecian el mismo grupo multiplicado por centenares. Los mirábamos desde la vereda con un sentimiento parecida a la compasión. ¿De dónde salian? ¿Entonces existian? ¿Tantos? ¿Tan diferentes a nosotros? ¿Realmente venian a pie desde estos suburbios cuyos nombres componian una vaga geografía desconocida, una terra incognita por la que nunca habiamos andado? [...] Hablamos recorrido todos esos días los lugares donde se debatian preocupaciones como las nuestras. Nos habiamos movido en un mapa conocido, familiar: la facultad, la Recoleta en el entierro de Salmún Feljóo, la Plaza San Martin, la Casa Radical. Todo, hasta entonces, era coherente y lógico: todo apoyaba nuestras propias creencias. Pero ese día cuando empezaron a estallar las voces y a desfilar las cokunsas de rostros anónimos color tierra sentíamos vacilar algo que hasta entonces habia sido inconmovitble,”?* Los límites de la herefía: ambivalencia del legado social peronista Resultaria engañoso, empero, dejar en este nivel la caracterización del impacto social del peronismo. Una vez en el poder, el peronismo no contermpló la ebullición y la espontaneidad mostrada por la clase trabajadora desde octubre de 1943 hasta febrero de 1948 con mirada tan favorable como la que tuvo en este lapso de lucha. Más aún, gran parte de los esfuerzos del Estado peronista desde 1946 hasta su deposición en 1955 pueden ser vistos como un intento por institucionalizar y comirolar el desafio herético que había desencadenado en el periodo inicial y por absorber esa actitud desafiante en el seño de una nueva ortodoxia patrocinada por ci Estado, Considerado bajo esta huz el peronismo fue en cierto sentido, para los trabajadores, un experimento social de desmovilización pasiva. En su retórica oficial puso cada vez más de relieve la movilización controlada y limitada de los trabajadores bajo la tutela del Estado. El propio Perón se refirió con frecuencia 3 su preocupación por los peligros de las “masas desorganizadas”, y en la situación peronista ideal los sindicatos debian actuar en gran medida como Instrumentos del Estado para movilizar y controlar a los trabajadores, Este aspecto cooptativo del experimento peronista se reflejó en la consigna fundamental dirigida por el Estado a los trabajadores en la época de Perón para exhortarlos a conducirse pacificamente; “De casa al trabajo y del trabajo a casa”, La ideología peronista formal reflejaba esa preocupación, Predicaba la necesidad de armonizar los intereses del capital y el trabajo dentro de la estructura de un Estado benévolo, en nombre de la nación y de su desarrollo económico, En sun discurso del Primero de Mayo de 1944, Perón había dicho: “Buscamos suprimir la hucha de clases suplantándola por un acuerdo justo entre obreros y patrones al amparo de la justicia que emana del Estado.” La ideología peronista distinguía entre el capital explotador e inhumano y el capital progresista, socialmente responsable, comprometido con e€l desarrollo de la economia nacional. De este los trabajadores no tenian nada que temer; “El capital internacional es instrumento de explotación, y el capital palrimonial lo es de bienestar, el primero representa por lo tanto la miseria mientras que el segundo la prosperidad," Como conclusión lógica de esa premisa. la ideologia peronista también subrayaba que los intereses de la nación y su desarrollo económico debian identificarse con los de los trabajadores y sus sindicatos, Se entendía que los trabajadores compartian con el capital nacional, no explotador, un interés común en la defensa del desarrollo nacional contra las depredaciones del capital internacional y su allado interno, la ollgarquia, que querian impedir el desarrollo independiente de la Argentina. En el contexto de estas corstderaciones sobre el significado social del peronismo para los trabajadores y el éxito que alcanzó al canalizar y absorber lo que hemos llamado el potencial social herético de esa clase, es necesario tomar en cuenta varios factores. El Estado peronista tuvo sin duda alguna considerable éxito en el control de la clase trabajadora, tanto social como politicamente, y si bien el conflicto de clases no fue en modo alguno abolido, asi como no se cumplió el idillo de armonía soctal retratado por la propaganda oficial, las relaciones entre capital y trabajo por cierto mejoraron, La ternida venganza del sanscudofte porteño, aparentemente presaglada por los tumultos sociales y políticos de 1945-46, no se materializó. Varias razones pueden proponerse para explicar ese éxito. Una fue la capacidad de la clase trabajadora para satisfacer sus aspiraciones mateniales dentro de dos parámetros ofrecidos por el Estado; otra, el prestigio personal de Perón, También es preciso tomar en consideración la habilidad del Estado y st aparato cultural, político e ideológico para promover e inculcar nociones de armonia e intereses comunes de las clases. Sin embargo, debemos cuidamos de analizar esto exclusivamente en función de la manipulación y el control social, La eficacta de la ideología oficial dependió en forma decisiva de su capacidad para asociarse con las percepciones y la experiencia de la clase trabajadora. La retórica peronista, como cualquier otra, derivó su influjo, en definitiva, de su aptitud para decirle a su público lo que éste deseaba escuchar, Como ejemplo de lo que deseamos significar puede tomarse la forma en que la retórica peronista trató el terna del Primero de Mayo, el Día de los Trabajadores. Un organismo oficial publicó en 1952 un documento, titulado Emancipafion of the workers, típico de los esfuerzos del goblerno en aquella dirección. Su parte fundamental consiste en una colección de fotografñas, a cada una de las cuales corresponde un lexto escrito. Las primeras fotos muestran a trabajadores reunidos para celebrar el Primera de Mavo, que enarbolan banderas . rojas y las banderas rojas y negras de los anarquistas. En las fotos se ven jinetes de la policia montada. El comentario dice: “El Día del Trabajo, tal como era celebrado antiguamente en este pais”, "para tomar parle en las celebraciones era necesario tener mucho coraje. La polícia, poderosamente armada y lista para cualquier eventualidad, ímpidio que los trabajadores proclamaran sus justas asptraciones”. La tercera foto refleja “un triste testimonio de los trágicos sucesos del Día del Trabajo de treinta años atrás”, y muestra a trabajadores muertos O heridos por la policía. Las tres fotos siguientes están en abierto contraste y exponen la moraleja del caso, Muestran una gran manifestación reunida en Plaza de Mayo con motivo del Día del Trabajo: se ven muchas insignias sindicales pero no banderas rojas. Los textos dicen: “En la nueva Argentina creada por el general Perón, el 1? de Mayo es alegremente celebrado por un pueblo unido”, y: “el Día del Trabajo es siempre un acontecimiento popular de gran dm: portancia en la Argentina”. La loto presenta muchedumbres obreras en marcha hacia la Plaza de Mayo para escuchar un discurso de Perón," Este documento es sin duda alguna Hustrativo de la capacidad del peronismo para apropiarse de los simbolos de las tradiciones de la clase obrera anteriores y rivales, que los peronistas absorbieron y Meutralizaron. Más importante para estas consideraciones es la imanera en que esa apropiación involucró alteración de significados. Es imposible no advertir el contraste simbolico propuesto por el documento. Lejos de ser la afirmación de una identidad forjada en el conflicto de clases, un simbolo de lucha y firmeza de posición en nonibre de un principio, el Primero de Mayo antes de Perón representaba la tristeza, el dolor y la impotencia revelados por los rostros vendados que miranal lector desde el documento, Por otro lado, el Día dei Trabajo en la era de Perón signilicaba rostros sonrientes de obreros ex marcha acia la Casa de Gobierno, una atmósfera de tranquilidad y armonia, ausencia de pánico, de policias y de lesiones. Por supuesto, se trataba de propagarxla gubernamental, pero lo significativo reside en que su eficacia dependia, por lo menos en parte, de su capacidad para dirigirse a la receptividad de ese mensaje por parte de los trabajadores. Entre éstos existía esa receptividad. Una vez más, s50stenemos que arraigaba en la experiencia de los trabajadores en la era previa a 18943, Las lecciones dejadas por esa experiencia constiiuyeron un tema importante de la cultura popular en los años peronistas, Goldar resume del siguiente modo la manera en que la narrativa popular abordo ese tema: “El día de los trabajadores durante la década inlame será de lucha, represión, consignas internmecionales, rebelión impotente, “tu hambre, el odío de esta gente, la miseria de ustedes, la espera, la ropa sucia y rota, el pellejo fatigado, las voces roncas. Luchando para que la vida no fuera olra cosa que cansancio y sueño viejo" En contraste con esa imagen de conflicto y dolor asociado al Primero de Mayo antes de Perón, la imagen que se asoció despues de 1946 fue la de una tranquilidad en cuyo marco aquel día era la flesta del trabajo y las manifestaciones que terrainaban con efusión de sangre se desvanecian en el recuerdo del pasado. Testimonios personales dejan constancia de actitudes similares frente a los simbolos de las luchas de clase de otro tiempo. Un obrero, activista de largo tiempo atrás y de papel prominente en la fundación del Partido Laborista, al explicar por qué se interesó en la polílica en 1945, dijo: “Decidi también colaborar en la acción política, para que la clase trabajadora, mi clase, obluviera el derecho de vivir mejor sin el peligro de tener que afrontar tragedias como la semana de enero de 1819, la masacre de Patagonia año 1921, Gualeguaychú, Berisso, Avellaneda, Mendoza y muchos otros casos que sería largo enumerareDebemos cuidarnos de interpretar ese testimonio sólo en términos de incorporación de la clase trabajadora. Fragmentos tales reflejan por cierto claramente un anhelo de progreso social sin el dolor de la lucha de clases, deseo de estabilidad y rulina en comparación con la arbitrariedad y la impotencia caracteristicas del periodo anterior. Stn embargo ese anhelo podia coexistir, según veremos, con un reconocimiento de que en realidad no había armonia. Más aún, la roca sobre la cual esas actitudes se sustentaban -lo que les confería credibilidad tanto a ellas corno a la retórica oficial que las rellejaba—era la sensación de haber recobrado la dignidad y el respeto propio, Una y otra vez ese factor parecia ponerse en primer plano como significado social irreductible y minimo de la experiencia peronista a juicio de los trabajadores. Enrique Dickmana, cumplidos los 80 años de edad y con más de 50 años como militante y dirigente del Partido Socialista, intentó por fin, no sin renuencia, reconocer lo que había significado el peronismo para la clase trabajadora: “Yo he conversado con muchos obreros en la Capital y en el interior y cada tino dice: "Ahora soy algo, soy alguten”. Y ya pregunté a un obrero su opinión y en su ingenua simplicidad me dijo esto: Para que usted comprenda el cambio producido le dtré que cuando con el antiguo Departamento de Trabajo leniammos alguna cuestión que dirimir el patrón estaba sentado y yo, obrero, parado; ahora, dice, yo abrero estoy sentada y el patrón está parado,“ Al resunydr nuestro análisis de la naturaleza de la experiencia peronista para los trabajadores argentinos en el periodo 1943-55 debemos empezar por señalar lo obvio: el perorúsmo marcó una coyuntura decisiva en la aparición y formación de la moderna clase trabajadora argentina. Su existencia y su sentido de identidad como fuerza nacional coherente, tanto en lo social como en lo político, se remonta a la era de Perón. El legado que dejó ese periodo no podía ser fácil de hacer a un lado una vez derrocado Perón. Sin embargo, el legado no era ineguivoco. Su impacto sobre los trabajadores fue tanto social como politicamente complejo, Hemos sugerido, por ejemplo, que la atracción que ejerció sobre los trabajadores no puede ser reducida simplemente a un instrumentalismo básico de una clase, Hemos sugerido que prestar atención adecuada a la atracción especificamente polílica del peronismo permite descubrir un discurso que, no sia poner énfasis en la corrección de las desigualdades sociales y económicas, la asociaba a cierta visión de la ctudadania y el papel de la clase trabajadora en la sociedad. Esa visión fue expresada en una retórica diferente y un estilo político particularmente atractivo para los trabajadores argentinos. De este análisis se pueden extraer varias consecuencias. En primer tenmino, el apoyo que los trabajadores dieron a Perón no se fundó exclusivamente en su experiencia de clase en las fábricas, Fue también una adhesión de indole polílica generada por una forma particular de movilización y discurso políticos. Resulta claro que las dos bases de la movilización no deben ser contrapuestas; ciertamente no deben serlo bajo la forma de la clásica dicotomía entre clases trabajadoras “vieja” y “nueva”, “tradicional” y “modera”. Una retórica política exige dirigirse a necesidades de clase sentidas para tener éxito en la movilización política de los obreros, pero eso no agota la gama de sus atractivos. Según lo han observado Silvia Sigal y Juan Carlos Torre, en América Latina ha sido con frecuencia la plaza pública, anies que la fábrica, el principal punto de constitución de la clase trabajadora como fuerza política.85 Esto plantea una cuestión relacionada con lo anterior. La clase trabajadora no legó al peronismo ya plenamente formada y se limiló a adoptar esa causa y su retórica como el más conveniente de los vehículos disponibles para satisfacer sus necesidades materiales. En un sentido boportante, la clase trabajadora misma fue constituida por Perón; su propia identificación como fuerza social y política dentro de la sociedad nacional fue, al menos en parte, construida por el discurso político peronista, que ofreció a los trabajadores soluciones viables para sus problemas y una visión creible de la sociedad argentina y el papel que les correspondia en ella. Este fue evidentemente un proceso complejo, que involucró para algunos trabajadores una reconstitución de su identidad y su lealtad política cuando abandonaban identidades y lealfades establecidas. La construcción de la clase trabajadora no implicó necesariamente la manipulación y la pasividad asociadas a la poderosa fmagen de las “masas disponibles” formulada por Gino Germani, contra la cual se ha dirigido gran parte de lo escrito sobre el peronismo. Habia en juego indiscutiblemente un proceso de interacción en dos direcciones, y si bien la clase trabajadora fue constituida en parte por el peronismo, éste fue a su vez en parte creación de la clase trabajadora. También desde el punto de vista social el legado que la experiencia peronista dejó a la clase trabajadora fue profundamente ambivalente. Es cierlamente verdad, por ejemplo, que la retórica peronista predicó y la política oficial procuró cada vez más la identificación de la clase trabajadora con el Estado y su incorporación a él, lo cual suponía, según lo sugerimos, la pasividad de dicha clase. La visión peronista oficial del papel de la clase trabajadora tendía a ser la de un idílio profundamente soporifero donde los obreros se trasladaban satísfechos de un armonioso ámbito de trabajo al hotel de veraneo provisto por el sindicato y de allí a los organismos estatales que resolverían sus problemas personales y sociales. Más allá del Estado, el propio Perón sería la garantía última de esa visión, Analogemente, el movimiento sindical emergió de este periodo imbuido de un profundo espiritu reformista. Éste se fundaba en la convicción de que era preciso alcanzar una conciliación con los empleadores y satislacer las necesidades de los afiliados mediante el establecimiento de una relación intima con el Estado. Esa relación suponia un compromiso, por parie de los dirigentes sindicales, con el concepto de controlar y Bmitar la actividad de la clase trabajadora dentro de los límites establecidos por el Estada y servir como conducto politico hacía esa misma clase. En este sentido, puede considerarse que el peronismo desempeñó un papel prollláctíco al adelantarse al surgimiento de un gremialismo activo y autónomo. Sin embargo, la era peronista también legó a la clase trabajadora un sentimiento muy profundo de solidez e imporiancia potencial nacional Por añadidura, la legislación laboral y de bienestar social representó en su conjuato una realización en gran escala en do que corcemía a derechos y reconocimiento de la clase trabajadora: una realización que reflejaba movilización de los trabajadores y conciencia de clase y no simplemente aceptación pasiva de la largueza estatal, Ki desarrollo de un movimiento sindical centralizado y masivo —<ualkquiera que fuese la medida en que contara con el apoyo y la supervisión del Estadoconfirmó inevitamMemente la existencia de los trabajadores como fuerza social dentro del capitalismo. Esto significaba que en el nivel del movimiento gremial, y por más que una cúpula cada vez más burocratizada actuara como vocero del Estado, los intereses de clase conflictivos se manifestaban realmente y los intereses de la clase obrera eran en verdad articulados. El punto hasta el cual podía confiarse en que la integración de los sindicatos al Estado peronista seria capaz de asegurar la aceptación de políticas inconvenientes para los trabajadores siempre tema un límite, En general, el sindicato cumplia con notable fidelídad su fimción para el Estado, pero en cambio éste, lo cual significaba furdamemalmente el propio Perón, debía ceder al menos la base minima para un trueque. La felación no era de decreto, sino más bien de trato que se debe negociar. Análogamente, el peso de una flosofía lormai de concilación y armonia de las clases, una flosofía que ponia de relieve valores decisivos para la reproducción de las relaciones sociales capitalistas, era considerable, Por otro lado, la eficacia de tal ideciogía estaba limitada, en la práctica diaria, por el desarrollo de una cultura que afirmaba los derechos del trabajador dentro de la sociedad en general y el sitio de trabajo en particular. El peronismo aspiraba a lograr una alternativa hegemónica viable para el capitalismo argentino, queña promover un desarrollo económico basado en la integración social y política de la clase trabajadora. En este sentido, son acertadas tas comparaciones del peronismo con el New Deal de Roosevelt y con el desarrollo del capitalismo bajo un Estado benefactor en Europa occidental después de 1945; en distintos grados, todos esos sistemas proclamaron los “derechos civiles económicos” de la clase trabajadora, a la vez que confirmaban, y ciertamente fortalecían, la continua existencia de las relaciones de producción capitalistas. Sin embargo, a la vez el peronismo se definió a si mismo en un sentido importante, y también fue definido asi por su electorado obrero, como un movimiento de oposición politica y social, como una negación del poder, los simbolos y los valores de la elite dominante. En un sentido fundamental, siguió siendo una voz potencialmente herética, que daba expresión a las esperanzas de los oprimidos tanto dentro como fuera de la fábrica, como reclamación de dignidad soctal y de igualdad. Las tensiones resultantes de ese legado ambiguo fueron considerables, En último término podría decirse que la principal de ellas se centró en el conflicto entre el significado del peronismo como movimiento social y sus necesidades funcionales como forma especifica del poder estatal. En relación con este punto, hablar del peronismo como movimiento morolítico más bien oscurece que esclarece. Para aquellos que aspiraban a posiciones de poder en la burocracia adrmnintstrativa y la maguinaria politica, el peronismo estaba encarnado en un conjunto de políticas e instituciones formales. Para los empleadores que habían apoyado a Perón, se trataba de una jugada nesgosa: un mercado interno expandido, incentivos económicos brindados por el Estado y una garantía contra la toma de los gremios por la izquierda, en cambio de lo cual debían aceptar una clase obrera de poder institucional mucho más grande y consciente de su propio peso. Para algunos sectores de la clase medía, el peronismo tal vez representara mayores oportunidades de empleo en el sector estatal, ampliado. Para la masa obrera que respaldaba a Perón, las políticas sociales formales y los beneficios económicos eran imporiantes, pero no agotaban el significado del peronisino. En un sentido más duradero, acaso éste significara para ellas la visión de una sociedad más dígna en que se des reconocía un papel vital, visión expresada en un lenguaje que eran capaces de comprender, También suponia una cultura polilica de oposición, de rechazo de todo cuanto había existido antes en lo politico, lo social y lo económica, y un sentimiento de blasfemia contra las normas de la elite tradicional y la estima en que ésta se tenia a sí misma. A todo eso, para quienes controlaban el aparato politico y social del peronismo esa cultura de oposición era un peso muerto, pues indicaba la incapacidad del peronismo para ofrecerse como opción hegemónica viable para el capitalismo argentino. Reconocian el potencial de movilización inherente á la adhestón de la clase obrera al peronismo y lo utilizaban en la mesa de regateo donde se median con otros pretendientes al poder palitico, lo cual equivalla a una suerte de táctica aprés mot le déluge. Finalmente, empero. debieron reconocer que era como cabalgar un tigre. Sín duda alguna, las fuerzas económicas y sociales que prevalecian en la sociedad argentina, que inicialmente habían debido tolerar el peronisrao, reconocieron a principios de la década 1950-60 el peligro inherente a aquella ambivalencia, Pero desde el punto de vista del peronismo en cuanto movimiento social, ese elemento de oposición representó una enorme ventaja, puesto que le confirió una base dinámica que sobreviviria largo tiempo después de que condiciones económicas y sociales particularmente favorables se hubleran desvanecido y que ni siquiera la creciente esclerosis de diez años de servilismo y corrupción pudieron socavar. En ese substrato se nutrió la actitud de los militantes de hase que ofrecieron resislencia a los regimenes posteriores a 1955 y tuvo fundamento la reafirmación del peronismo como fuerza dominante en el movimiento obrero argentino,