Semana 5

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Versión 2019-1

Semana 5: La vida eterna, regalo de Dios y fin último del hombre.

“Nos creaste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto mientras no descanse en ti”.
San Agustín.

Objetivo de aprendizaje: Comprender la vida eterna como el destino final del ser
humano y como profunda relación con Dios para ser luz en el mundo.
Conceptos clave: Bienaventuranzas, felicidad, vida eterna, sentido de la vida.

Las Bienaventuranzas: Mateo 5,1-12

Y cuando vio las multitudes, subió al monte; y después de sentarse, sus


discípulos se acercaron a Él. Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo:
Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados. Bienaventurados los
humildes, pues ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que tienen hambre y
sed de justicia, pues ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos,
pues ellos recibirán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, pues
ellos verán a Dios. Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán
llamados hijos de Dios. Bienaventurados aquellos que han sido perseguidos por
causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis
cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros
falsamente, por causa de mí. Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa
en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes
que vosotros.

1. El mensaje novedoso de las bienaventuranzas.

La semana anterior estudiamos quién conformaba la Iglesia y bien dijimos


que somos todos los bautizados que formamos un solo Cuerpo, siendo la cabeza
Cristo Jesús. Estudiamos a la tercera Persona de la Santísima Trinidad: El Espíritu
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Santo. También dijimos que la gracia de Dios es el mismo Jesús que se nos
entrega gratuitamente para compartir su vida divina.

El Evangelio que inicia esta clase también es conocido como el sermón de


la montaña o las Bienaventuranzas, es muy probable que lo hayas escuchado
alguna vez. En este sermón o enseñanza que Jesús entrega a la muchedumbre
está la clave de la verdadera felicidad invitándonos a tener una mirada nueva de la
realidad y de los problemas cotidianos tal como Él los mira. En los siguientes
puntos veremos algunas ideas claves que refieren al tema de la vida eterna y al de
felicidad1:

Una mirada novedosa y paradójica de la felicidad. Las bienaventuranzas


nos parecen paradójicas, pues nos sostienen la esperanza y la felicidad en
las tribulaciones y complejidades propias de la vida. Este es ciertamente el
pasaje del Evangelio que deja con más evidencia y con más claridad el
contraste entre los criterios que rigen este mundo, ensombrecido por el
pecado del hombre, y los criterios evangélicos2.
Las bienaventuranzas están inscritas en nuestro corazón. En efecto,
son pues son un deseo propio de la naturaleza humana: la felicidad. Un
anhelo, que, tal como lo experimentamos a diario, no se agota con obtener
metas, bienes materiales o poder, sino que apunta a una felicidad eterna.
Dios ha puesto en nuestro corazón esta semilla de vida eterna que se
traduce en un anhelo de felicidad que atraviesa toda la vida del hombre.
Felicidad que es alcanzada como un don de Dios en la vida eterna, pero
que comienza en esta vida con el sacramento del Bautismo. De alguna
manera la vida eterna nos la jugamos aquí y ahora, día a día.
Las bienaventuranzas nos muestran el camino para lograr el Reino de
los Cielos. Cuando nos referimos a poseer el Reino de los Cielos, nos da
la impresión que es algo lejano o un lugar fuera del mundo terrenal; sin

1Para profundizar esta temática de la felicidad puede referirse al curso de Antropología y de Ética
General de Duoc UC
2 Cfr. Felipe Bacarreza, La Palabra era Dios, UCSC, Concepción, 2000, p. 46
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embargo, hay que afirmar que el Reino de Cielos es el mismo Jesús,


verdadero Dios y verdadero hombre, que ha venido a salvarnos. En las
bienaventuranzas percibimos la imagen de Cristo, el hombre perfecto, pero,
al mismo tiempo, la imagen de la nueva humanidad que es la santidad
cristiana. Las bienaventuranzas son un regalo de Dios y el camino para
alcanzar el Reino de Cielos: Jesús.
El Reino de los cielos y la vida eterna. Pero también es verdad que el
Reino de los Cielos hace alusión a algo “más allá”, es por eso que las
promesas de las bienaventuranzas están en tiempo futuro, pero eso no
implica que le restemos importancia al presente3. Así también el término
Reino de los Cielos comprende una realidad de encuentro personal con
Jesús: a compartir su mirada acerca de la vida humana y el modo de
enfrentar los sufrimientos.

2. Cristo: el secreto de la felicidad para el hombre.


Todos hemos experimentado un deseo en nuestro corazón, un anhelo de
lograr un cierto grado de plenitud o perfección. Este deseo ha sido puesto por
el Creador en el corazón del ser humano para que le busque incesantemente.
Así lo ha hecho la persona a lo largo de su historia, también nosotros en esta
vida; sin embargo, las consecuencias del pecado original nos hacen tropezar y
percibir con dificultad esa llamada del Señor a buscarle en cosas materiales,
en el éxito, en el poder, etc.

¿Qué o quién es la felicidad? La plena felicidad ya no se encuentra en


una idea, en una propuesta política o económica, tal como hoy la sociedad
o la cultura nos la presenta, sino que es una Persona: Jesucristo. La
felicidad es el mismo Dios hecho hombre. Pues el ser humano nunca puede

3 Ciertamente la vida eterna comienza con el sacramento del Bautismo (este sacramento lo estudiaremos
en la segunda unidad), pues desde ahí somos hijos de Dios participando de la vida Divina. Una mirada
restrictiva de la vida terrenal es creer que no está relacionada con la vida eterna prometida por Jesús.
Más bien tendríamos que afirmar que vivir en Jesús y el logro de la vida eterna es la consecución
también de nuestros actos, pero que ante todo es un regalo de Dios
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ser redimido solamente desde el exterior4. La Palabra de Cristo propone


que la felicidad verdadera en este mundo y en la eternidad se alcanza
viviendo el espíritu de las bienaventuranzas5, es decir, viviendo en Cristo. El
Espíritu Santo nos dará la fuerza y la gracia para vivir en Cristo; así también
los sacramentos nos permitirán vivir en Dios y gozar desde ya la vida
eterna.

3. El regalo de Cristo: la virtud de la esperanza.


Todos los hombres, en algún momento, experimentan dolores, sufrimientos,
se enfrentan a la muerte, etc., pues bien, es solo gracias a la esperanza que estas
realidades cobran un profundo sentido, convirtiéndose en medios de salvación, en
un verdadero camino para llegar a Dios.

¿Qué es la esperanza? Es la segunda virtud teologal. Esta virtud nos da la


certeza que algún día viviremos eternamente. La virtud de la esperanza es
en definitiva confiar y esperar en las promesas de Jesús, verdadero Dios y
verdadero hombre. Por la virtud de la esperanza aspiramos al Reino de los
cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo la confianza no en
nuestras fuerzas, ni en los poderes de este mundo, sino en las promesas
de Cristo, en el poder del amor.

Sin embargo, la virtud de la esperanza no elimina un sano temor a Dios.


Bien sabemos, que Dios es fiel y siempre cumple sus promesas, pero también
sabemos que nosotros no siempre somos tan fieles con Él y, algunas veces, no
acogemos la gracia de Dios. Así, porque el ser humano es libre y Dios respeta esa
libertad, puede rechazar la misericordia de Dios no acogiendo la promesa de
Jesús de la vida eterna, esto es el efecto del pecado que la persona hace
voluntariamente.

4 Cfr. Benedicto XVI, encíclica Spe Salvi, n. 24


5 Cfr. Felipe Bacarreza, La Palabra era Dios, UCSC, Concepción, 2000, p. 47.
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Pero, ¿qué es el pecado? El pecado es toda acción u omisión voluntaria


contra la ley de Dios, que consiste en decir, hacer, pensar o desear algo
contra Dios y su amor. El pecado ante todo es una ofensa a Dios, es
rechazarlo y querer hacer una vida sin Él. Así el ser humano puede llegar al
infierno ¿y qué es el Infierno?, esto es, después de muertos, no gozar de la
presencia de Dios. Sin embargo, hay una etapa intermedia denominada
Purgatorio ¿y qué es el Purgatorio? Representa una purificación final
necesaria para gozar de la presencia y santidad de Dios. Entenderlo es tan
fácil como pensar que rompimos un vidrio de la casa del vecino. Corremos
a su casa y le pedimos perdón. Nuestro vecino nos perdona de todo
corazón y seguimos siendo tan amigos como antes. Pero... ¡el vidrio sigue
igual de roto! Por lo mismo, el purgatorio es necesario, pues es un estado
intermedio entre el cielo y el infierno. Renunciar a la vida eterna es negar de
algún modo este profundo anhelo natural a trascender y a encontrarse con
el Creador.

En suma, la esperanza cristiana, anidada en el corazón humano, se


consuma en el cielo. Es la plenitud de la redención de Cristo: toda nuestra
humanidad, compuesta de cuerpo y alma, participará de la gloria y de la dicha de
Jesús para siempre. Cuando la esperanza falta en la vida, es decir, lo esperado:
Jesucristo, se pierde el sentido de la misma. «El hombre está vivo mientras
espera, mientras en su corazón está viva la esperanza»6.

Resumamos lo visto en clases. En todo ser humano hay un deseo de


trascendencia que experimentamos a diario, pero de manera más clara cuando
nos enfrentamos a la muerte. Dios siendo el creador del género humano, Él mismo
ha puesto esta semilla en nuestro corazón que solo podrá florecer eternamente
viviendo en Dios. Las bienaventuranzas son el camino para lograr esa anhelada
felicidad y que se mantiene viva gracias a la virtud teologal de la esperanza. Una
virtud que nos ayuda a mantenernos atentos con un corazón siempre dispuesto

6 Benedicto XVI, Ángelus, 28 de noviembre de 2010.


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para acoger el Reino de los Cielos, en la medida que profundizamos nuestra


relación personal con Jesús.

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