Mediación y Arbitraje (Monográfico) PDF
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DE CASTILLA Y LEÓN
N.º 29
MONOGRÁFICO
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
PROBLEMAS ACTUALES, RETOS Y OPORTUNIDADES
COORDINADO POR
ALBERTO DORREGO DE CARLOS
ENERO DE 2013
ISSN 2254-3805
DIRECTOR: D. IGNACIO SÁEZ HIDALGO
DIRECTOR DE LOS SERVICIOS JURÍDICOS DE LA JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN
SECRETARIA: D.ª JULIA GONZÁLEZ MACÍAS
LETRADA MAYOR. SERVICIOS JURÍDICOS DE LA JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN
I.S.S.N.: 2254-3805
Consejo de Dirección:
Consejo Asesor:
La Revista Jurídica de Castilla y León y la Administración editora no comparten necesariamente las opiniones vertidas en
este foro, y son los autores que en ella se expresan quienes asumen íntegramente la responsabilidad de sus manifestacio-
nes.
ÍNDICE GENERAL
PASCUAL ORTUÑO
La mediación en el ámbito familiar.
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PRESENTACIÓN
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Presentación
Por último, last, but not least como gustan concluir en el mundo anglosajón,
debo realizar una mención muy singular y destacada de los dos socios res-
ponsables del área de Derecho procesal y arbitraje del bufete internacional
Eversheds, uno de los mas grandes despachos de abogados del Reino Unido
con presencia global en una treintena de países (Eversheds Nicea en Espa-
ña), con quienes comparto no solo una antigua amistad sino la condición de
socio desde hace unos meses. Se trata de Francisco J. CARRIÓN GARCÍA
DE PARADA, uno de los más ilustres abogados procesalistas de España,
especialmente reconocido internacionalmente por su especialidad en materia
de derecho de patentes y derecho farmacéutico, que realiza su contribución a
esta obra sobre la sensible cuestión de la protección cautelar de los derechos
en los procedimientos arbitrales, en la que le asiste una larga experiencia.
Asimismo se encuentra mi también colega y amigo Luis BERMEJO REALES,
eminente y experimentado procesalista, con una acreditada y exitosa práctica
en procedimientos arbitrales.
Con buena parte de los autores, como ya he indicado, me une una relación
personal de amistad trabada hace ya muchos años. Con otros muchos tam-
bién he tenido la fortuna de compartir afanes profesionales a lo largo de los
últimos años, tanto en el ejercicio de la abogacía en el desempeño de respon-
sabilidades públicas al servicio del sistema judicial español o en las Cortes
Generales. Sobre todos los autores me consta su excepcional calidad técnica
como juristas, cada cual según sus respectivas especialidades, su indiscutible
prestigio profesional y, sobre todo, su sólida experiencia profesional. A todos
ellos debo un agradecimiento muy especial por su amabilidad al atender el
encargo de escribir los artículos que integran esta obra robando —una vez
más— horas a sus múltiples quehaceres profesionales y a sus familias.
En mi condición de abulense, profundamente enamorado y orgulloso de mi
tierra, y, por tanto, profundo y convencido castellano-leonés, solo me resta
destacar el gran honor que ha sido para mí coordinar este gran grupo de juris-
tas. Me anima la convicción de que entre todos hemos realizado una obra que
trasciende el ámbito de nuestra Comunidad y que con toda seguridad resultará
de gran utilidad e interés durante mucho tiempo para juristas de toda España.
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ISSN: 2254-3805
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
RESUMEN
El nivel de litigiosidad de nuestro país es muy elevado debido, en gran
medida, a que las desavenencias y los conflictos que habitualmente surgen
en las relaciones interpersonales, se resuelven exclusivamente por la vía
judicial mediante un proceso; pero esto, además de contribuir a que nues-
tros Tribunales cada vez tengan que enfrentarse a un mayor número de
asuntos de difícil asunción con los medios existentes, también se muestra,
en muchas ocasiones, como una vía que no responde adecuadamente a las
expectativas reclamadas.
De aquí que sea preciso fomentar modalidades alternativas de resolución
de conflictos como la mediación, cuyas ventajas se producen tanto de cara
a los ciudadanos como al propio sistema judicial.
Desde esta reflexión, el Consejo General del Poder Judicial consciente de
la importancia del fomento de la mediación, introdujo este extremo dentro
del Plan de Modernización de la Justicia aprobado en el mes de noviembre
de 2008, y que ha sido el que ha guiado la actuación del equipo actual.
El Plan constituye un ambicioso programa de trabajo, en el que se ha in-
cluido un compromiso claro de estimular el impulso de la mediación, con-
tribuyendo a crear una «cultura de la mediación» entre los Jueces y Ma-
gistrados, así como impulsando experiencias piloto de mediación intraju-
dicial.
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ABSTRACT
The level of litigiousness in Spain is very high, due in large part to the fact
that disagreements and conflicts that usually arise in interpersonal rela-
tionships are settled exclusively by judicial procedures. This situation con-
tributes to our courts having to deal with an increasing number of issues
difficult to handle with the existing resources, and in many cases this is a
way that does not adequately meet expectations.
Hence it is necessary to encourage means of alternative dispute resolution
such as mediation, which has advantages to be gained by both citizens and
the judicial system itself.
From this reflection, the General Council of the Judiciary, recognizing the
importance of promoting mediation, introduced it under the Plan for Mod-
ernization of Justice approved in November 2008, the one that has guided
the current team.
The Plan is an ambitious work programme which includes a clear com-
mitment to stimulate the momentum of mediation, helping to create a «cul-
ture of mediation» between judges, as well as promoting pilot projects in
intra-judicial mediation.
Experiences in intra-judicial mediation started in family and criminal law
and, given its success, it was considered desirable to extend it to other
areas as civil, commercial and social matters, and even to extend it soon to
the administrative division
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La mediación es positiva para las partes, pues supone una solución más ágil y
rápida del conflicto, lo que ocasiona frecuentemente un ahorro de tiempo y
dinero, y al ser las partes los protagonistas de la resolución del conflicto, como
asumen libremente el acuerdo, esto facilita su futuro cumplimiento.
Pero la mediación también es positiva para el sistema judicial, porque reduce
la carga de trabajo de los Juzgados y Tribunales, con el consiguiente ahorro
de los enormes costes que siempre genera un proceso judicial. Al reducirse la
carga de trabajo los Tribunales funcionan mejor y pueden así dar mayor y
mejor respuesta. La modernización de nuestro sistema judicial implica que
éste sea capaz de responder adecuadamente a las exigencias de la sociedad,
dando una respuesta adecuada que solo puede conseguirse si se reducen los
niveles de litigiosidad existentes.
La mediación como instrumento de diálogo al servicio de la pacificación y re-
solución de todo tipo de conflictos (familiares, sociales, en el mundo de los
negocios, políticos e incluso internacionales, penales) está cobrando un impor-
tante protagonismo en nuestra sociedad.
No obstante, a pesar de las ventajas y los esfuerzos que se han realizado en
la materia, la aplicación de la mediación en España todavía resulta insuficien-
te, por lo que resulta necesario que los poderes públicos impulsen la utiliza-
ción de este instrumento, elaborando un marco normativo adecuado, como ha
ocurrido con la mediación en asuntos civiles y mercantiles, en virtud del cual
se posibilite su desarrollo, ya sea como sistema alternativo a la vía judicial
(mediación extrajudicial) o como complementario (mediación intrajudicial).
Desde esta reflexión el Consejo General del Poder Judicial, consciente de la
importancia del fomento de la mediación, introdujo este extremo dentro del
Plan de Modernización de la Justicia que aprobó en el mes de noviembre de
2008, y que ha sido el que ha guiado la actuación del equipo actual.
El Plan, que ha constituido un ambicioso programa de trabajo, en el que el
CGPJ ha trabajado y sigue trabajando muy intensamente, se estructuraba en
ocho ejes: 1.º) Implantación de la oficina Judicial. 2.º) Reestructuración de la
Planta y Demarcación Judicial. 3.º) Aplicación de nuevas tecnologías. 4.º)
Efectividad de las medidas de la carta de derechos y del Plan de transparencia
Judicial. 5.º) Seguimiento y mejora de la actividad de los órganos judiciales.
6.º) Impulso de las reformas orgánicas y procesales. 7.º) Estatuto del Juez.
8.º) Organización territorial del Estado.
Pues bien, dentro del eje correspondiente al impulso de las reformas orgáni-
cas y procesales se encontraba como punto destacado el fomento de la me-
diación.
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ISSN: 2254-3805
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
EL ARBITRAJE INSTITUCIONAL
Javier Íscar de Hoyos
Secretario General de la Asociación Europea de Arbitraje, Aeade
RESUMEN
El autor defiende el arbitraje institucional frente a la alternativa del arbi-
traje ad hoc, alegando que el primero otorga una mayor fiabilidad a todo
este sistema extrajudicial de solución de conflictos. Apoya su postura des-
de la popular afirmación que considera la figura del árbitro como mejor
prescriptor del arbitraje, y añade que esta aseveración se mejora si la
unimos al hecho de que el procedimiento se administre en una institución
de prestigio, que cuente con la solvencia y los medios de apoyo necesarios.
Incide en la importancia de la designación de árbitros expertos y en la
esencial redacción de una correcta cláusula arbitral. Por otro lado, expo-
ne debilidades del arbitraje español como la proliferación de cortes espa-
ñolas, desgranando en una parte final las características más significati-
vas de todo arbitraje.
Palabras clave: Arbitraje institucional, arbitraje ad hoc, árbitros expertos,
cláusula arbitral, convenio arbitral, corte de arbitraje, conflicto, solución
extrajudicial.
ABSTRACT
The author defends institutional arbitration against the alternative of ad
hoc arbitration, arguing that the former gives greater reliability to the
whole out-of-court system for the settlement of disputes. The author sup-
ports this point of view with the popular opinion which considers the arbi-
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trator as the best arbitration prescriber, adding that this assertion is im-
proved if the procedure is tried in a prestigious institution with the needed
reliability and means of support.
The author highlights the importance of the appointment of expert arbitra-
tors and the correct drafting of the arbitration clause. On the other hand,
he describes some of the weaknesses of Spanish arbitration as the prolifer-
ation of Spanish courts and he breaks down the most significant features of
any arbitration in the final part.
Keywords: Institutional arbitration, ad hoc arbitration, expert arbitrators,
arbitration clause, arbitration agreement, arbitration court, dispute, out-
of-court settlement.
SUMARIO
INTRODUCCIÓN.
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INTRODUCCIÓN
En los últimos años la figura del arbitraje se está consolidando como una
herramienta popularizada en las empresas, lo que por un lado constituye un
gran avance por dejar de ser un servicio casi exclusivo, y me atrevo a decir
que excluyente, de grandes asuntos y de pocos abogados y árbitros, pero, por
otro, puede llevar a una minusvaloración de lo que realmente este servicio
representa debido a una excesiva democratización que lleve aparejada una
merma de garantías, seguridad jurídica y certidumbre.
Por poner un ejemplo, la moda del arbitraje y su repercusión práctica ha lleva-
do, en España, al Pleno del Consejo General del Poder Judicial a adoptar el
acuerdo del 25 de noviembre de 2010, por el que se atribuye al Juzgado de
Primera Instancia número 101 de Madrid, de nueva creación, el conocimiento
con carácter exclusivo «de los asuntos de laudo y arbitraje». Este es un claro
ejemplo de que el arbitraje navega con viento a favor. A veces esta enorme
ventaja se desvirtúa y deviene desventaja con la inclusión de cláusulas pato-
lógicas en los contratos que echa por la borda las ventajas del arbitraje para
todos sus protagonistas; entre otros, abogados, empresas, ingenieros, arqui-
tectos, economistas, Administración de Justicia, administraciones autonómicas
y locales, peritos y árbitros.
Las empresas y los abogados no familiarizados con la herramienta de forma
habitual se confían y no prestan el debido cuidado a la hora de redactar una
cláusula o convenio arbitral en un contrato o convenio, lo que deriva irreme-
diablemente en un problema, en lugar de en una solución rápida y eficaz. Es
corriente, por ejemplo, que el contrato se limite a establecer la intención de las
partes de acudir a arbitraje en caso de conflicto, sin definir la institución arbitral
que lo administre, lo que deriva en la necesidad de acudir al Juez 1 para que
sea éste el que designe el árbitro. Gran inconveniente porque el arbitraje está
pensado para que el juez del Estado no intervenga o intervenga lo menos
posible (en caso de nombramiento judicial del árbitro vienen las dilaciones y la
designación por mera insaculación, lo que equivale a perder todas las ventajas
de las que goza el arbitraje —la rapidez, la eficacia y la especialidad del árbi-
tro—).
1
En España es competente para la designación de árbitros, en ausencia de pacto en el convenio arbitral,
la Sala Civil y Mercantil del Tribunal Superior de Justicia.
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Cláusula arbitral modelo de la Asociación Europea de Arbitraje, Aeade: «Toda controversia derivada de
este contrato o convenio o que guarde relación con él —incluida cualquier cuestión relativa a su
existencia, validez, terminación, interpretación o ejecución— será resuelta definitivamente median-
te arbitraje [de Derecho/equidad], administrado por la Asociación Europea de Arbitraje (Aeade), de
conformidad con su Reglamento de Arbitraje vigente a la fecha de presentación de la solicitud de
arbitraje. El Tribunal Arbitral que se designe a tal efecto estará compuesto por [tres/un único]
árbitro[s] y el idioma del arbitraje será el [español/otro]. La sede del arbitraje será [ciudad + pa-
ís]…».
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Por tanto, quien acude al arbitraje debe tomar de inicio una importante deci-
sión: arbitraje institucional o arbitraje ad hoc, es decir, designar a una institu-
ción arbitral para que administre el arbitraje bajo sus reglas o hacerlo fuera del
marco institucional a través de un procedimiento administrado por los propios
árbitros de acuerdo con las partes.
Son muchas las razones, algunas ya apuntadas, por las que debemos incli-
narnos por el arbitraje institucional, siendo las principales:
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International Arbitration: Corporate Attitudes and Practices 2008, PriceWaterhouseCoopers.
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Fuente: Centro Internacional de Arbitraje de Singapur, <www.siac.org.sg>.
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por las partes, o a favor de un arbitraje institucional, esto es, administrado por
una institución arbitral o corte de arbitraje conforme a su reglamento.
Veremos más adelante las diferencias más relevantes entre optar por una u
otra vía. Si bien en arbitraje internacional es muy frecuente acudir al arbitraje
ad hoc, en arbitrajes internos o domésticos es cada vez más común pactar un
arbitraje institucional. La diferencia más importante, en relación con el proce-
dimiento arbitral, reside en que en el arbitraje ad hoc, el procedimiento arbitral
se debe pactar o acordar entre el árbitro y las partes, mientras que en el arbi-
traje administrado por una institución el procedimiento ya está pactado, siendo
el reglamento u ordenanza procesal de la institución el que regirá, salvo que
las partes, de común acuerdo, decidan modificarlo.
Como tercera opción, ha sido y sigue siendo muy recurrente pactar un arbitra-
je por designación, es decir, un arbitraje ad hoc en el que la partes pactan que
el árbitro o árbitros sean elegidos por una persona (generalmente el Decano
del Colegio de Abogados del lugar de las partes) o por una institución arbitral
(árbitro que designe la institución arbitral «X»). Es una decisión más cercana
al arbitraje ad hoc, puesto que en estos casos el procedimiento arbitral tampo-
co está pactado.
El tipo de acuerdo arbitral condiciona en numerosas ocasiones el procedimien-
to, si la voluntad de las partes decide que una controversia sea resuelta en el
marco de una institución arbitral, se acepta el procedimiento arbitral recogido
en su reglamento, como parte integrante de ese acuerdo.
Como ejemplo de cláusula institucional, la que sigue:
«Toda controversia derivada de este contrato o que guarde relación
con él —incluida cualquier cuestión relativa a su existencia, validez,
terminación, interpretación o ejecución— será resuelta definitivamente
mediante arbitraje [de Derecho/equidad], administrado por la Asocia-
ción Europea de Arbitraje de Madrid (Aeade), de conformidad con su
Reglamento de Arbitraje vigente a la fecha de presentación de la soli-
citud de arbitraje.
El Tribunal Arbitral que se designe a tal efecto estará compuesto por
[tres/un único] árbitro[s] y el idioma del arbitraje será el [español/otro].
La sede del arbitraje será [ciudad + país]».
Por tanto, la voluntad de las partes se extiende a un reglamento que regulará
el procedimiento arbitral en caso de conflicto (los requisitos para presentar la
demanda y contestación a la demanda; la designación de los árbitros; los pla-
zos procesales; el plazo para la práctica de la prueba, las conclusiones y el
dictamen del laudo que pondrá fin al arbitraje. Los reglamentos también regu-
lan la posibilidad de pedir prueba anticipada, medidas cautelares y otras cues-
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partes debe dárseles idéntica y suficiente oportunidad de hacer valer sus de-
rechos.
A la hora de regular o determinar los distintos componentes del procedimiento
arbitral, tres destacan sobre los demás, amén de la autonomía de la voluntad
de las partes tan mencionada, y son precisamente aquellos que la voluntad de
las partes no puede vulnerar bajo «pena» de nulidad del procedimiento: la
igualdad, la audiencia y la contradicción.
El procedimiento es el instrumento a través del cual se cumple la función que
tienen atribuida los jueces y los árbitros, y también es el medio por el que las
partes pueden obtener la tutela de sus derechos e intereses. La tutela la otor-
ga un tercero (juez o, en caso de acudir a arbitraje, árbitro) que debe ser im-
parcial, imparcialidad que se le supone al juez estatal, pero que se le exige al
árbitro que aclare, con el deber de revelar a las partes hechos o circunstancias
que puedan ponerla en duda.
Decimos esto porque, en todo arbitraje, el tercero debe dirimir problemas entre
dos o más partes, y ello siempre conduce a exigir el cumplimiento de los prin-
cipios de contradicción y audiencia, principios indisponibles por las partes e
imprescindibles para ofrecer seguridad jurídica y garantía; y que suponen
otorgar la posibilidad a las partes de hacer valer sus derechos con igualdad de
armas y tiempos.
En cada conflicto existen, por lo menos, dos bandos. En la mayor parte de los
casos, no existe un equilibrio de conocimientos, experiencia y sofisticación en
el proceso arbitral, sea por parte de las partes o de sus abogados. Las reglas
establecidas pueden actuar de modo eficaz para garantizar un proceso correc-
to y, de ese modo, la reputación del proceso arbitral y, ciertamente, la calidad
y el carácter ejecutorio de los laudos.
Las partes tienen que tener derecho a ser oídas, de ahí que todo procedimien-
to arbitral requiere de normas sobre los actos de comunicación, en especial
las citaciones y emplazamientos adoptando las máximas garantías para que
lleguen a conocimiento de la parte.
La Ley de Arbitraje española establece una regla específica que asume lo
mencionado anteriormente al señalar que «las partes serán citadas a todas las
audiencias con suficiente antelación y podrán intervenir en ellas directamente
o por medio de sus representantes».
La infracción de los principios esenciales de igualdad, audiencia y contradic-
ción llevarían a la anulación del laudo, al amparo del artículo 41.1.b) de la Ley
de Arbitraje, que establece que el laudo podrá ser anulado cuando la parte
que solicita la anulación alegue y pruebe que «no ha sido debidamente notifi-
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
TRANSPARENCIA EN LA DESIGNACIÓN
DE ÁRBITROS Y LA PREVENCIÓN
DE CONFLICTOS DE INTERESES
José María Alonso
Socio. Baker & Mckenzie
RESUMEN
La naturaleza fundamentalmente privada del arbitraje requiere la intro-
ducción de mecanismos que garanticen la transparencia en la designación
del árbitro y la prevención de conflictos de intereses. El presente trabajo
estudia la problemática de cuándo debe entenderse existente un conflicto
de intereses y el fundamental deber de revelación del árbitro.
Palabras clave: Arbitraje, árbitros, artículo 17 Ley de Arbitraje, conflictos
de intereses, independencia, imparcialidad, deber de revelación.
ABSTRACT
The essentially private nature of arbitration requires the existence of meth-
ods that ensure transparency in the arbitrator's appointment and the
avoidance of conflicts of interest. This article analyses the issue on when
should a conflict of interest be deemed to exist and the essential duty of
disclosure by the arbitrator.
Key words: Arbitration, arbitrators, Arbitration Law article 17, conflicts of
interest, independence, impartiality, disclosure.
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«2. La persona propuesta para ser árbitro deberá revelar todas las
circunstancias que puedan dar lugar a dudas justificadas sobre su
imparcialidad e independencia. El árbitro, a partir de su nombramiento,
revelará a las partes sin demora cualquier circunstancia sobrevenida. En
cualquier momento del arbitraje cualquiera de las partes podrá pedir a
los árbitros la aclaración de sus relaciones con algunas de las otras
partes.»1
El deber de revelación por parte de los árbitros se articula como el principal
instrumento legislativo de prevención de conflictos de intereses en el seno de
un arbitraje, habida cuenta de la práctica imposibilidad para una parte de
conocer todas las posibles relaciones que puedan existir entre su contraparte
y un árbitro. Esto resulta aún más claro en el ámbito del arbitraje internacional,
donde una parte puede designar como árbitro a alguien de su misma
nacionalidad y sobre quien el conocimiento de la contraparte puede ser muy
limitado.
Además, y como veremos más adelante, existe una gran cantidad de
supuestos dudosos (pues en aquellos en que el conflicto es evidente el árbitro
debería, más que revelarlo, abstenerse de participar en el procedimiento) en
los que, para garantizar la transparencia del procedimiento, debe asegurarse
su conocimiento por todas las partes con el fin de que sean ellas quienes
decidan si lo consideran o no un obstáculo suficiente a la participación del
árbitro en el procedimiento.
1
En el mismo sentido: art. 12.1 de la Ley Modelo UNCITRAL.
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2
Art. 12.3 Ley 36/1998, de 16 de diciembre, de Arbitraje, en relación con el art. 219 de la Ley Orgánica
6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial.
3
En este sentido, la Exposición de Motivos de la Ley de Arbitraje afirma que «[s]e elimina el reenvío a los
motivos de recusación de jueces y magistrados, por considerar que no siempre son adecuados en materia
de arbitraje ni cubren todos los supuestos, y se prefiere una cláusula general».
4
Debe señalarse, en este sentido, la referencia y crítica que se hará más adelante a las Directrices de la
IBA sobre Conflictos de Intereses en Arbitraje Internacional.
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5
Corte Internacional de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional.
6
The Code for Ethics for Arbitrators in Commercial Disputes. Effective March 1, 2004.
7
Art. 17.2 in fine Ley de Arbitraje.
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8
IBA Guidelines on Conflicts of Interest in International Arbitration, 22 de mayo de 2004.
9
Principio 3.(c) de las Directrices.
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llas situaciones que puedan generar dudas en las partes, sin considerar
si él las considera o no justificadas.
En segundo lugar, y en relación con lo anterior, se afirma que el hecho
de que un árbitro revele determinadas circunstancias no puede enten-
derse como la admisión de la existencia de un conflicto de intereses 10.
En efecto, si al comunicar una situación que considere puede generar
dudas en las partes sobre su imparcialidad e independencia, el árbitro
considerase que existe un auténtico conflicto de intereses, más que no-
tificarlo a las partes debería no aceptar su designación o renunciar si el
conflicto surge con posterioridad. Cuando un árbitro revela determina-
das situaciones lo hará normalmente bajo el convencimiento de que las
mismas no afectan a su imparcialidad e independencia.
La segunda parte de las Directrices es, sin embargo, la que más comentarios
ha generado, al recoger, mediante un sistema de clasificación por colores
(rojo, naranja y verde) diversas situaciones que pueden darse en la práctica
arbitral.
En la categoría roja se distingue entre supuestos irrenunciables y supuestos
renunciables. En los supuestos irrenunciables se encuentran aquellas
situaciones en las que se entiende que un árbitro se identifica con alguna de
las partes, violándose en consecuencia el principio general de que nadie
puede ser juez y parte en un mismo procedimiento. En estos casos no hace
falta ni siquiera que el árbitro revele tal situación ya que, entienden las
Directrices, el árbitro no puede ejercer como tal en el procedimiento y debe
renunciar, sin que la aceptación por las partes pueda convalidar la existencia
del conflicto de intereses. Los supuestos rojos renunciables son aquellos que
pueden presentar dudas justificadas sobre la imparcialidad e independencia
del árbitro y que, en consecuencia, este debe revelar. Sin embargo, a
diferencia de los supuestos no renunciables, las partes pueden, de todas
formas, aceptar que el árbitro ejerza su función siempre que lo hagan de
manera expresa.
En la categoría naranja se encuentran aquellos supuestos que, dependiendo
de las circunstancias concretas del caso, pueden dar lugar, a juicio de las
partes, a dudas justificadas sobre la imparcialidad e independencia del árbitro.
Si una situación se encuentra en la categoría naranja el árbitro debe informar
de ella a las partes, aunque, en este caso, si estas no solicitan su recusación
en plazo se entiende que tácitamente han renunciado a oponerse a su
designación.
10
Principio 3.(b) de las Directrices.
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11
The IBA Guidelines on Conflicts of Interest in International Arbitration, the first five years 2004-2009.
12
The IBA Conflicts Guidelines - Who's Using Them and How? Judith Gill. Vol. 1 Dispute Resolution Inter-
national, 58 (2007).
13
JUR\2011\347818.
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14
References to the IBA Guidelines on Conflicts of Interest in International Arbitration when deciding on
Arbitrator Independence in ICC Cases. Simon Greenberg y José Ricardo Feris. ICC International Court of
Arbitration Bulletin, Vol. 20, No 2. 2009.
15
Traducción propia. Tribunal Supremo de la Federación Suiza, Caso 4A_506/2007, para 3.3.2.2: «Ces
lignes directrices n'ont certes pas valeur de loi; elles n'en constituent pas moins un instrument de travail
précieux, susceptible de contribuer à l'harmonisation et à l'unification des standards appliqués dans le
domaine de l'arbitrage international pour le règlement des conflits d'intérêts, lequel instrument ne devrait
pas manquer d'avoir une influence sur la pratique des institutions d'arbitrage et des tribunaux».
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16
Art. 21.1 Ley de Arbitraje.
17
Art. 41.1.d) Ley de Arbitraje.
18
Art. 41.1.f) Ley de Arbitraje.
19
Art. 4.b) Ley de Arbitraje.
20
Art. 11.2 Reglamento de la Corte de Arbitraje de Madrid; art. 11 Reglamento UNCITRAL; art. 11.2
Reglamento de la Corte de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional de París; art. 5.3 Reglamento
de la London Court of International Arbitration.
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21
JUR\2008\177811.
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4. CONCLUSIÓN
El futuro desarrollo del arbitraje requiere la confianza de quienes, en definitiva,
lo eligen como un medio alternativo para la resolución de sus controversias.
Solo asegurando que las partes resulten satisfechas, no solo con el resultado
del procedimiento, sino también con que su caso ha sido oído y resuelto de
manera justa, podrá el arbitraje prosperar. Esta satisfacción se obtiene
asegurando la transparencia del procedimiento de elección de los árbitros, de
manera que las partes estén seguras de que el asunto será resuelto
exclusivamente con base en las circunstancias del mismo, con independencia
de factores subjetivos relativos a las partes o al tribunal.
Las Directrices de la IBA son un buen primer paso para intentar otorgar
seguridad jurídica en un campo que genera tantas dudas. Sin embargo, en su
aplicación deben tenerse en cuenta los riesgos señalados, con el fin de
conseguir el correcto equilibrio entre la necesaria imparcialidad de los árbitros,
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ISSN: 2254-3805
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
RESUMEN
Los procedimientos arbitrales como mecanismos de solución de divergen-
cias entre personas y entidades responden, como los instados ante la Ad-
ministración de justicia, al derecho constitucional reconocido a la tutela
judicial efectiva. La salvaguarda de los intereses en juego propició que los
árbitros pudiesen tomar medidas cautelares y, desde la entrada en vigor de
la LEC, jueces y magistrados pueden dictar asimismo medidas cautelares
en procedimientos arbitrales. Esta dualidad se estudia en este trabajo,
donde se exponen el papel de cada actor y las posibilidades de actuación.
Palabras clave: Arbitraje, procedimiento arbitral, tutela judicial, medidas
cautelares.
ABSTRACT
Arbitral proceedings as dispute resolution mechanisms between people and
institutions, such as the proceedings brought before the administration of
justice, respond to the constitutional right to effective judicial protection.
The safeguarding of the interests involved enabled arbiters to take precau-
tionary measures and, after the entry into force of the LEC, judges may
also issue interim measures in arbitration proceedings. This duality is
studied in this paper, which sets out the role of each stakeholder and the
possibilities for action.
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NÚMERO MONOGRÁFICO
SUMARIO
1. INTRODUCCIÓN.
2. EVOLUCIÓN HISTÓRICA.
3. LEGISLACIÓN ESPAÑOLA.
4. VENTAJAS Y DESVENTAJAS DE LA TUTELA CAUTELAR ARBITRAL.
5. REQUISITOS GENERALES DE LAS MEDIDAS CAUTELARES.
6. CUESTIONES ESPECÍFICAS DE LAS MEDIDAS CAUTELARES EN EL
ARBITRAJE.
6.1. Medidas cautelares prearbitrales.
6.2. Importancia de la sede del arbitraje.
6.3. Clases de medidas cautelares.
6.4. Tutela cautelar judicial.
7. CONCLUSIONES.
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1. INTRODUCCIÓN
Una de las vertientes más importantes del derecho constitucional a la tutela
judicial efectiva es el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas, con el
que se pretende garantizar que las personas y entidades que se ven abocadas
a recurrir a la administración de justicia para defender sus derechos, o que son
convocados ante ella por terceros, puedan obtener, en principio de los juzga-
dos y tribunales que integran el poder judicial, una respuesta motivada a sus
pretensiones en un periodo de tiempo razonable. Ese derecho a la tutela judi-
cial efectiva comprende tanto la emisión de decisiones que resuelvan el fondo
de la controversia en toda su extensión, como el dictado de decisiones que
respondan a solicitudes de amparo, o pretensiones, de protección cautelar,
cuando la salvaguarda de los derechos e intereses legítimos de cualquiera de
los contendientes deba anticiparse a un momento anterior a la decisión adop-
tada tras el pertinente proceso contradictorio. Esa protección cautelar es
igualmente esencial en los procedimientos arbitrales, entendidos como meca-
nismos de solución de divergencias basados en la autonomía de la voluntad
de las partes y caracterizados por su rapidez y eficiencia.
La necesidad de la tutela cautelar en sede arbitral es cierta, tal y como ha
puesto de manifiesto FERNÁNDEZ ROZAS:
«(…) aunque el proceso arbitral suele ser, en principio, mucho más bre-
ve que el judicial es frecuente que se necesite, sobre todo en determi-
nados contenciosos que traen causa contratos de larga duración, un
necesario lapso de tiempo que puede poner en peligro las expectativas
de las partes; y a ello hay que añadir las inevitables y cada más fre-
cuentes tácticas dilatorias que suele emplear una de las partes para re-
trasar el fallo arbitral, siendo en ocasiones muy difícil acreditar esta in-
tención fraudulenta…»1.
Aun cuando pudiera pensarse lo contrario, la experiencia propia nos enseña
que el riesgo de inejecución, o ejecución frustrada, de las decisiones arbitra-
les, los laudos, es pareja al riesgo de inejecución, o de ejecución frustrada, de
cualquier sentencia o resolución judicial. Con razón se ha dicho2 que el actor,
en un procedimiento arbitral, queda sujeto a los mismos riesgos de infructuo-
sidad que el demandante en un procedimiento judicial ordinario.
1
José Carlos FERNÁNDEZ ROZAS, «Arbitraje y justicia cautelar», Revista de la Corte española de Arbi-
traje, vol. XXII, pàg. 34.
2
GARCIMARTÍN ALFÉREZ, El régimen de las medidas cautelares en el comercio internacional, Ed.
McGraw-Hill, Madrid 1996, pág. 186.
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NÚMERO MONOGRÁFICO
2. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
En el pasado se planteó el debate de si los árbitros, investidos por acuerdo de
las partes de la autoridad para examinar y resolver sus controversias, debían
tener adicionalmente potestad para dictar decisiones de protección cautelar,
dado que existían unos tribunales de justicia hábiles para adoptarlas.
Los convenios internacionales relativos al reconocimiento y ejecución de lau-
dos arbitrales reconocieron desde hace muchos años la posibilidad de adoptar
medidas cautelares.
En la misma línea positiva, la Ley Modelo UNCITRAL sobre Arbitraje Comer-
cial Internacional (LMU de 1985) reconocía a los árbitros esa facultad.
Por su parte, los reglamentos de las principales instituciones arbitrales facultan
a los árbitros para dictar medidas cautelares. Podemos citar, a modo de ejem-
plo, el artículo 25 del Reglamento de la Corte Internacional de Arbitraje de
Londres, el artículo 23 del Reglamento de la Corte de Arbitraje de la Cámara
de Comercio Internacional, el artículo 21 del Reglamento de Arbitraje de la
Asociación Americana de Arbitraje, el artículo 46 del Reglamento de Arbitraje
de la OMPI o el 26.1 Reglamento UNCITRAL.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
3
Salvo en el caso contemplado en el artículo 35 del Decreto Legislativo n.º 5/2003, relativo al arbitraje en
las disputas entre los accionistas y/o los accionistas y los directivos de compañías, que permite a los
árbitros adoptar la medida de suspensión de la eficacia de los acuerdos adoptados por la Junta de Accio-
nistas, si previamente se ha contemplado por medio de cláusula expresa incluida en los estatutos de la
compañía que las disputas relativas a los acuerdos de la Junta de Socios se pueden resolver por medio de
Arbitraje.
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3. LEGISLACIÓN ESPAÑOLA
Ni en la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881, ni en la Ley de Arbitraje de 1988
se contemplaba la adopción de medidas cautelares por los árbitros durante la
tramitación del proceso arbitral. Tampoco se preveía su adopción por los jue-
ces antes o durante el procedimiento arbitral, pero sí en la fase de ejecución
del laudo final. Ante el silencio legal, se plantea un debate sobre si los jueces
podían acordar medidas cautelares para asegurar la ejecución de los laudos
arbitrales y proteger los derechos e intereses legítimos de las partes durante la
sustanciación del procedimiento arbitral.
Antes de que entrara en vigor la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento
Civil (en adelante, LEC), las resoluciones judiciales discreparon sobre la posi-
bilidad de que jueces y magistrados dictaran medidas cautelares en el arbitra-
je: entre las resoluciones contrarias podemos citar el Auto de la Sección 5.ª de
la Audiencia Provincial de Cádiz, de 12 de junio de 1992, el de 2 de septiem-
bre de 1992 de la Sección 12. ª de la Audiencia Provincial de Barcelona y el de
25 de mayo de 1994 de la Sección 15.ª de esa misma Audiencia Provincial.
A favor de esas medidas cautelares se pronunciaron el Auto de la Sección 5.ª
de la Audiencia Provincial de Oviedo, de 19 de febrero de 1993, de 25 de ene-
ro de 1994 de la Sección 16.ª de la Audiencia Provincial de Barcelona, 10 de
diciembre de 1991 de la Sección 10.ª de la Audiencia Provincial de Madrid y
de 19 de abril de 1994 de la Audiencia Provincial de Sevilla.
La LEC resolvió la cuestión en el art.722, que dispone, a propósito de las Me-
didas cautelares en procedimiento arbitral y litigios extranjeros:
«Podrá pedir al Tribunal medidas cautelares quien acredite ser parte de
convenio arbitral con anterioridad a las actuaciones arbitrales. También
podrá pedirlas quien acredite ser parte de un proceso arbitral pendiente
en España; o, en su caso, haber pedido la formalización judicial a que
se refiere el artículo 15 de la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de Arbi-
traje; o en el supuesto de un arbitraje institucional, haber presentado la
debida solicitud o encargo a la institución correspondiente según su
Reglamento.
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4
Silvia BARONA VILAR, Medidas cautelares en el arbitraje, Ed. Thomson Civitas; ed. 2006; pág. 69.
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5
Eduardo SILVA ROMERO, «Adopción de medidas cautelares por el juez y por el árbitro»; II Congreso
Internacional del Club español del Arbitraje. El Arbitraje y la jurisdicción. 17-19 de junio de 2007.
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Sin embargo, como quiera que con el laudo definitivo termina el arbitraje (art.
38.1.º LA), a partir de ese momento la parte beneficiaria del laudo solo puede
pedir medidas cautelares a los juzgados y tribunales.
2. Requisitos de las medidas cautelares. Los requisitos de las medidas caute-
lares son los analizados anteriormente: i) peligro de demora procesal, ii) apa-
riencia de buen derecho, iii) caución, y iv) ausencia de tolerancia injustificada
durante largo tiempo (art. 728.1.º LEC).
3. Las decisiones del juez favorables o desfavorables a las medidas cautela-
res, o adoptadas tras la oposición, son apelables sin efecto suspensivo (arts.
735, 736 y 741.3.º LEC), pero no son susceptibles de recurso extraordinario de
casación o infracción procesal. Así lo confirma el Auto del Tribunal Supremo
(Sala de lo Civil, Sección 1.ª) de 29 de noviembre de 2011 (JUR
2011\421213):
«Es criterio reiterado de esta Sala que únicamente son susceptibles de
recurso de casación las sentencias dictadas en segunda instancia por
las Audiencias Provinciales (art. 477.2 LEC 2000), lo que excluye el re-
curso cuando la resolución dictada sea un auto o cuando debió adop-
tarse esa forma, en función de la recaída en la primera instancia (art.
456.1 LEC 2000). Resulta claro, por tanto, que en el régimen de recur-
sos de la Ley 1/2000, el de casación y, mientras dure el régimen provi-
sional de la Disposición Final Decimosexta, también el extraordinario
por infracción procesal, están limitados a las sentencias dictadas en se-
gunda instancia, lo que exceptúa siempre los autos. El art. 483.2 LEC
2000, en su apartado 1.º dispone que procederá la inadmisión del re-
curso de casación si, pese a haberse tenido por preparado el recurso,
este fuere improcedente, por no ser recurrible la sentencia o por cual-
quier defecto de forma no subsanable en que se hubiere incurrido en su
preparación, añadiendo en el apartado 4 que si la Sala entendiere que
concurre alguna de las causas de inadmisión, dictará auto declarando la
inadmisión del recurso de casación y la firmeza de la resolución recurri-
da.(…)
En materia de medidas cautelares, únicamente cabe el recurso de ape-
lación (vid. arts. 735.2, 736.1 y 741.3 LEC 2000 ), lo que patentiza que
en el régimen de la LEC 1/2000, de 7 de enero, estas resoluciones es-
tán excluidas de acceso a los recursos extraordinarios, dado que la re-
solución recaída en el proceso cautelar no es equiparable al dictado en
el proceso declarativo poniendo fin a la primera instancia, por lo que
tampoco es “Sentencia de segunda instancia” la dictada por la Audien-
cia Provincial, que en estos casos debe calificarse como recaída en
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7. CONCLUSIONES
1. La tutela cautelar forma parte del derecho a la tutela judicial efectiva con-
sagrado en el artículo 24 de la Constitución Española.
2. La LEC autoriza a los juzgados y tribunales de justicia en controversias
sometidas a arbitraje, o cuando existen procedimientos arbitrales pen-
dientes de formalización o en curso, para adoptar y ejecutar medidas
cautelares.
3. Salvo pacto en contrario de las partes, los árbitros designados en un pro-
cedimiento arbitral pueden adoptar medidas cautelares.
4. Al carecer los árbitros de imperium, las medidas cautelares adoptadas
por los árbitros habrán necesariamente de ser ejecutadas por los juzga-
dos y tribunales de justicia, a quienes corresponde también la revisión li-
mitada de la validez de las medidas cautelares adoptadas por los árbi-
tros.
6
Art. 25 del Reglamento de la Corte Internacional de Arbitraje de Londres; art. 23 del Reglamento de la
corte Internacional de Arbitraje de la Cámara Internacional de Comercio y art. 21 del Reglamento de
Arbitraje de la Asociación Americana de Arbitraje.
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ISSN: 2254-3805
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
RESUMEN
El actual trabajo, dirigido fundamentalmente al lector no especializado en
materia arbitral, pretende exponer una panorámica general de la anula-
ción y de la ejecución de laudos arbitrales nacionales dictados al amparo
de la vigente Ley de Arbitraje tras su modificación por la reciente Ley
11/2011, de 20 de mayo, así como una breve referencia a la homologación
y ejecución de laudos extranjeros.
Palabras clave: Laudo, acción, anulación, cosa juzgada, ejecución, Ley
española de Arbitraje.
ABSTRACT
The current work, mainly for non-specialized on arbitration matters read-
ers, tries to present a general overview on the setting aside and enforce-
ment of national Awards rendered according with the currently in force
Arbitration Law after being amended by Law 11/2011, May 20th, and a
brief reference to the recognition and enforcement of foreign Awards.
Key words: Award, action, set aside, res judicata, enforcement, Spanish
Arbitration Law.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
SUMARIO
1. INTRODUCCIÓN.
2. ANULACIÓN DEL LAUDO.
3. EJECUCIÓN FORZOSA DEL LAUDO.
4. RECONOCIMIENTO Y EJECUCIÓN DE LAUDOS EXTRANJEROS.
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1. INTRODUCCIÓN
1. Como punto de partida es necesario hacer una precisión terminológica en
relación con el título del presente artículo, ya que el laudo arbitral no es sus-
ceptible de impugnación —frente al mismo no cabe recurso alguno, ni ordina-
rio ni extraordinario—, sino de acciones o medios rescisorios —procesos nue-
vos o autónomos del propio proceso arbitral cuya única y exclusiva finalidad es
la rescisión de la cosa juzgada material derivada de la firmeza de la resolución
arbitral. Así resulta del Título VII de la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de
Arbitraje (en lo sucesivo, LA) que lleva por rúbrica De la Anulación y Revisión
del Laudo.
2. Firmeza la del laudo que, tras la reforma operada en el artículo 43 LA por
la Ley 11/2011, de 20 de mayo, de Reforma de la Ley 60/2003, de 23 de di-
ciembre de 2003, de Arbitraje y de Regulación del Arbitraje Institucional de la
Administración General del Estado, se produce desde su emisión —rectius, su
notificación a las partes— y no desde la resolución de la acción de nulidad o el
transcurso del plazo legal para la interposición de la acción —2 meses desde
la notificación a las partes o, en su caso, desde que se notificara, o transcu-
rriera el plazo para resolver, la resolución de la corrección, aclaración o com-
plemento que del laudo hubieren solicitado, ex artículo 41.4 LA.
La nueva redacción del precepto pone así fin a una arraigada controversia
derivada fundamentalmente de su literal dicción en su redacción anterior (que
hablaba de laudo firme) y su ubicación sistemática en el citado Título VII y a
continuación del artículo 42, que regula el procedimiento por el que ha de
sustanciarse la acción de anulación y la sentencia que la resuelve.1
Modificación que tiene una importante trascendencia, no solo teórica, sino
práctica desde el punto de vista procesal —además de sustantivo— porque
afecta al momento a partir del cual el laudo desplegará eficacia de cosa juzga-
da material así como el inicio del cómputo del plazo de 5 años para el ejercicio
de la acción de ejecución.
3. Como medios rescisorios del laudo el artículo 43 LA se refiere a la acción
de anulación —regulada en los artículos 40 a 42— y a la revisión, respecto de
1
El apartado II de la Exposición de Motivos de la Ley 11/2011 es claro al respecto: «…/… tras la reforma
se elimina la distinción entre laudo definitivo y firme, estableciendo que el laudo produce los efectos de
cosa juzgada, aunque se ejerciten contra él las acciones de anulación o revisión, lo que supone que puede
ser ejecutado forzosamente si no concurre cumplimiento voluntario».
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
2
Artículo 23.3: «Los árbitros podrán decidir las excepciones de que trata este artículo con carácter previo o
junto con las demás cuestiones sometidas a su decisión relativas al fondo del asunto. La decisión de los
árbitros sólo podrá impugnarse mediante el ejercicio de la acción de anulación del laudo en el que se haya
adoptado. Si la decisión fuese desestimatoria de las excepciones y se adoptase con carácter previo, el
ejercicio de la acción de anulación no suspenderá el procedimiento arbitral».
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
3
Artículo 39.1: «Dentro de los diez días siguientes a la notificación del laudo, salvo que las partes hayan
acordado otro plazo, cualquiera de ellas podrá, con notificación a la otra, solicitar a los árbitros:… d) La
rectificación de la extralimitación parcial del laudo, cuando se haya resuelto sobre cuestiones no sometidas
a su decisión o sobre cuestiones no susceptibles de arbitraje.
2. Previa audiencia de las demás partes, los árbitros resolverán sobre… la rectificación de la extralimita-
ción, en el plazo de veinte días».
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4
Obsérvese que el artículo 41.1 establece que «el laudo sólo podrá ser anulado cuando la parte que
solicita la anulación alegue y pruebe…».
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5
Artículo 41.2: «Los motivos contenidos en los párrafos b), e) y f) del apartado anterior podrán ser apre-
ciados por el tribunal que conozca de la acción de anulación de oficio o a instancia del Ministerio Fiscal en
relación con los intereses cuya defensa le está legalmente atribuida».
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tivos de anulación— cabe que los recogidos en los apartados b), e) y f) del
precepto sean apreciados de oficio por el tribunal.
15. En todo caso, la sentencia dictada en el proceso de anulación no es sus-
ceptible de recurso alguno (artículo 42.2 LA).
6
En puridad, tan solo la sentencia –y a estos y otros muchos efectos el laudo se equipara a una sentencia
judicial– de condena es susceptible de ejecución forzosa, pues los pronunciamientos mero declarativos se
agotan en sí mismos, como así también los constitutivos, sin perjuicio de que en algunos casos sea nece-
sario llevar a cabo alguna actuación complementaria que no implica la incoación de un proceso ejecutivo
(por, ejemplo, la inscripción en un Registro público), en cuyo caso no estaríamos ante una ejecución
propiamente dicha.
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cuyo caso también este —en cuanto integrador del título de ejecución— debe-
rá acompañarse.
A igual conclusión —no por obligación legal, sino por conveniencia práctica—
ha de llegarse en relación con la sentencia dictada en el proceso de anulación
cuando la demanda de ejecución se presentase con posterioridad a esta. 7
19. Como consecuencia de la previsión contenida en el artículo 45.1 a limine
(«El laudo es ejecutable aun cuando contra él se haya ejercitado acción de
anulación») y a diferencia de lo establecido en LA 1988, se despachará la
ejecución mediante auto en el que se contengan los extremos a los que se
refiere el artículo 551.2 LEC y sin oír previamente al ejecutado siempre que
«se cumplan los presupuestos y requisitos procesales para ello, el título no
adolezca ninguna regularidad formal y los actos de ejecución que se solicitan
sean conformes con la naturaleza y contenido del título».
Auto que no es susceptible de recurso alguno (artículo 551.4 LEC), sin perjui-
cio de que el ejecutado pueda: (i) formular oposición a la ejecución; (ii) recurrir
el decreto del Secretario Judicial en que se acuerdan las medidas concretas
de ejecución o (iii) solicitar la suspensión si hubiere formulado demanda de
anulación.
20. En relación con la comprobación por parte del juez de la regularidad
formal del título de ejecución previa al despacho de la ejecución conviene
preguntarse hasta dónde alcanzan sus facultades y, más concretamente y por
lo que ahora interesa, si puede controlar antes de incoar el proceso (a) la exis-
tencia de convenio arbitral; (b) si el laudo es contrario al orden público, o (c) si
alcanza a cuestiones no susceptibles de arbitraje y (d) si está o no motivado. 8
a) En relación con la existencia o no de convenio arbitral, entiendo que las
facultades del juez ejecutor se extienden a este extremo, habida cuenta
de que el artículo 550.1 LEC exige que junto con la demanda de ejecu-
ción se acompañe el convenio, lo cual no puede tener otra finalidad más
que precisamente la de permitir al juez comprobar que el laudo se ha
dictado con base en la existencia de un convenio entre las partes para
7
A diferencia de la LA de 1988, la vigente no lo exige para que pueda despacharse la ejecución.
8
Con evidente insuficiencia, el artículo 37 LA exige para la validez del laudo que reúna una serie de
requisitos: Ser dictado dentro de plazo, constar por escrito, contener la firma del árbitro o árbitros así como
la fecha y lugar, el correspondiente pronunciamiento sobre las costas y estar motivado. Nada dice el
precepto sobre la necesidad de que conste la identidad del árbitro o árbitros y de las partes, el objeto del
procedimiento o la decisión, aunque parece obvio que necesariamente también habrán de estar incluidos,
como señala RIVERO HERNÁNDEZ, F. («Comentarios al artículo 33», en Comentarios a la Ley de Arbitra-
je, BERCOVITZ RODRÍGUEZ-CANO, R. (Coord.), Tecnos, Madrid, 1991).
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9
Artículo 37.4: «El laudo deberá ser siempre motivado, a menos que se trate de un laudo pronunciado en
los términos convenidos por las partes conforme al artículo anterior».
Artículo 36 que en su apartado 1 prevé la posibilidad —como no podía ser de otra manera— de que se
ponga fin a la controversia, total o parcialmente, por acuerdo de las partes.
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4. RECONOCIMIENTO Y EJECUCIÓN
DE LAUDOS EXTRANJEROS
23. Queda, por último, hacer referencia a los laudos extranjeros —los dictados
fuera de España, ex artículo 46.2 LA—, pues para tener eficacia y, en espe-
cial, poder ser ejecutados ante nuestros tribunales, han de ser previamente
reconocidos conforme a lo dispuesto por el Convenio de Nueva York de 10 de
junio de 1958, Sobre Reconocimiento y Ejecución de las Sentencias Arbitrales
Extranjeras10. Convenio que, al no haber sido objeto de reserva alguna por
España, es de aplicación a todo laudo extranjero, con independencia de la
naturaleza contractual o no de la controversia resuelta y con independencia
también de si se ha dictado en un Estado parte del Convenio o no.
24. Como quiera que el Convenio de Nueva York no establece procedimiento
alguno para el reconocimiento de laudos extranjeros, el legislador español se
ha visto en la obligación de colmar dicha laguna, lo que hace en el artículo
46.2 in fine LA remitiéndose al «procedimiento establecido en el ordenamiento
procesal civil para el de sentencias dictadas por tribunales extranjeros», es
decir, al procedimiento de exequatur previsto en los artículos 955 y siguientes
de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881, aunque sujeto a las concretas con-
diciones de reconocimiento previstas en el propio Convenio.
25. Órgano competente objetivamente para el reconocimiento lo son, por
mandato del artículo 8.6 LA [reiterando lo dispuesto en los vigentes artículos
955. III LEC 1881 y 73.1 c) LOPJ], las Salas de lo Civil y Penal de los Tribuna-
les Superiores de Justicia, correspondiendo la competencia territorial a la del
domicilio o lugar de residencia de la parte frente a la que se solicita el recono-
cimiento o del domicilio o lugar de residencia de la persona a quien se refieren
los efectos del laudo y, subsidiariamente, al del lugar de ejecución del laudo, o
donde este deba producir sus efectos.
26. El procedimiento de homologación se inicia a instancia de parte, me-
diante demanda, a la que habrá de acompañarse, entre otros documentos, el
original del laudo arbitral debidamente autenticado así como el del acuerdo o
convenio arbitral —o en defecto de originales, copias debidamente autentica-
10
También se refiere a continuación la norma a otros convenios internacionales más favorables a su
concesión, a los que no nos vamos a referir por cuanto rebasaría ampliamente el objeto y finalidad de este
artículo.
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ISSN: 2254-3805
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
RESUMEN
En el presente trabajo el autor se propone examinar la evolución que ha
seguido el reconocimiento del convenio arbitral intrasocietario en el De-
recho corporativo español, hasta llegar a la Ley 11/2011, de 20 de mayo,
por la que se modifica la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de Arbitraje, en
la que se reconoce el pacto arbitral intraestatutario; y, a la vista de este
reconocimiento, expone los avances incorporados por el legislador y tam-
bién sus silencios. Por extraño que parezca, el reconocimiento del arbitra-
je en el ámbito interno de las relaciones societarias ha estado muy cues-
tionado no solo en nuestro país sino también en países de nuestro entorno
como Italia y Alemania, no en cambio en los países anglosajones donde el
arbitraje corporativo apenas tiene restricción alguna. En nuestro ordena-
miento, después de una larga vicisitud tanto doctrinal como jurispruden-
cial, la citada Ley 11/2011 ha dedicado los arts. 11 bis y 11 ter al impro-
piamente denominado arbitraje estatutario, dejando algunas dudas como
son: si cabe el arbitraje ad hoc, sobre la falta de publicidad de la demanda
arbitral, si resulta necesaria o no la protocolización del laudo que declare
nulo un acuerdo inscribible, sobre el derecho de separación o no de los
socios que voten en contra de la inclusión de la sumisión a arbitraje. Fi-
nalmente, se señala en el trabajo la conveniencia que la UNCITRAL dicte
reglas con pretensión de universalidad para uniformar las divergencias
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ABSTRACT
In this paper the author will examine the evolution followed the recogni-
tion intrasocietario arbitration agreement in the Spanish corporate law up
to the Law 11/2011 of 20 May, amending Law 60/2003 of 23 December on
Arbitration, which recognizes the intraestatutario arbitration agreement.
In the light of this recognition, exposes the advances incorporated by the
legislator and also their silences. Recognition of arbitration in the domes-
tic corporate relations has been very questioned not only in our country
but also in neighboring countries such as Italy and Germany, nonetheless
in Anglo-Saxon countries where arbitration have no corporate restriction.
In our system, after a long vicissitude both doctrinal and jurisprudential,
the Law 11/2011 has dedicated the arts. 11 bis and 11 ter to incorrectly
called statutory arbitration, leaving some doubt as are: if ad hoc arbitra-
tion is possible, about the lack of publicity of the arbitration claim, if is
necessary to award the notarization of the agreement declared null regis-
trable, about the right of partners to vote against the inclusion of the sub-
mission to arbitration. Finally, the work stand out the convenience to make
rules by the UNCITRAL to standardize divergences that still exist between
national laws in order to intrasocietario arbitration.
Key words: Corporate arbitration, 11/2011 Law, Arbitration Law, Corpo-
ration, Statutory arbitration, intrasocietario agreement, Corporate bylaws,
registrable agreements, registrable award.
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SUMARIO
1. UN PROBLEMA DE DENOMINACIÓN.
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1. UN PROBLEMA DE DENOMINACIÓN
El art. 11 bis de la Ley 11/2011, de reforma de la Ley 60/2003, de Arbitraje, se
rotula arbitraje estatutario. Todos sabemos a qué tipo de arbitraje está hacien-
do referencia ese precepto: a las controversias que se den entre las socieda-
des de capital y los socios. Sin embargo, en este trabajo se ha optado por las
expresiones arbitraje intrasocietario y convenio arbitral intrasocietario, por
parecer que se ajusta más a la problemática que se plantea cuando los socios
incorporan en los estatutos sociales fundacionales o posteriormente en vida de
la sociedad, y mediante la correspondiente modificación estatutaria, el conve-
nio arbitral como medio de solucionar los conflictos entre la sociedad y los
socios.
Entendemos que las expresiones más corrientes tales como arbitraje estatuta-
rio o arbitraje societario, si bien no pueden calificarse de inapropiadas, sin
embargo, ni formal ni materialmente, se corresponden estrictamente con los
conflictos internos que se suscitan entre la sociedad y sus socios. Se puede
prever en los estatutos sociales que los conflictos entre la sociedad y terceros
se resuelvan por medio de arbitraje, y de hecho esta es un práctica corriente
que no plantea problemas. ¿Es este un arbitraje societario? Consideramos
que sí, porque está previsto el arbitraje en los estatutos, pero no es un arbitra-
je que sirva para solucionar los conflictos entre la sociedad y los socios. Por
esta razón y para delimitar correctamente el objeto de este trabajo relacionado
con los arts. 11 bis y 11 ter de la Ley 60/2003, es por lo que se ha optado por
las denominaciones de arbitraje intrasocietario y, en su caso, por convenio o
pacto arbitral intrasocietario o intraestatutario.
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1
DE CASTRO, El Arbitraje en la Lex Mercatoria, Anuario de Derecho Civil, T. XXXII, octubre-diciembre,
1979.
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2
Traducción castellana de Constitutions et altres drets de Catalunya. Libro II, Tít. XIII, por VIVES y
CEBRÍA, Barcelona, 1832, p. 155.
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3
OLIVENCIA, Una contradicción de los Revolucionarios de 1868: la regulación del arbitraje. Comunicación
presentada al Pleno de Académicos de Números RAJL, 19 de enero de 2009.
4
Vid. MERINO MERCHÁN, «El arbitraje en la Constitución de 1812». Spain Arbitration Review, número
14/2012, p. 33 y ss.
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ino Unido y las Uniform Arbitration Act y United States Federal Arbitration Act
de 2002, siempre como normas supletorias a la voluntad de las partes5.
En esas legislaciones no existe restricción alguna para el convenio arbitral
intrasocietario que pueda aplicarse a todo tipo de entidad, sean sociedades
abiertas o personalistas, estén cotizadas en bolsa o no; ni tampoco existe
prohibición alguna para la existencia del convenio intrasocietario atendiendo al
tipo de conflicto: en principio toda la materia societaria es disponible y someti-
ble al convenio arbitral; así como tampoco se distingue a efectos de una posi-
ble exclusión de arbitraje en materia de impugnación de acuerdos sociales
entre acuerdos nulos o anulables adoptados en junta general. Y, por supuesto,
de cara a los efectos vinculantes del convenio arbitral no se matiza entre so-
cios originarios y nuevos.
Frente a esa situación ideal del convenio intrasocietario, se encuentran los
países de nuestro entorno europeo, como son Francia, Alemania e Italia.
El ordenamiento francés es hoy en día el más próximo al anglosajón, ya que
su legislación, sin contar con una norma expresa al respecto, es francamente
favorable al arbitraje comercial y al intrasocietario en particular. Posiblemente
en ello haya influido la gran tradición que el arbitraje –forzoso– tuvo en Francia
para resolver las controversias entre comerciantes a partir de la Ordenanza de
1560 y sobre todo la de 1680, obligatoriedad que se mantendrá hasta finales
del siglo XIX en el que se establecieron los tribunales de comercio 6. Actual-
mente las fuentes del arbitraje intrasocietario en el país galo hay que buscar-
las en el Código Civil y el Libro IV del nuevo Código de Procedimiento Civil,
además de los artículos concordantes del Código de Comercio, siendo la últi-
ma reforma la Ordenanza de 8 de junio de 2006 y la Ley de 12 de mayo de
2001.
Un repaso a esas fuentes nos permite apreciar que no se encuentran objecio-
nes para el arbitraje intrasocietario, cualquiera que sea el tipo de sociedad en
la que se incluya el convenio; y tampoco pueden encontrarse limitaciones al
reconocimiento del arbitraje en materia de responsabilidad de los administra-
dores, disolución y liquidación de sociedades; en lo atinente a la impugnación
de acuerdos sociales el ordenamiento francés es francamente favorable al
convenio arbitral intrasocietario tanto para el conocimiento de las acciones de
5
ROBINSON. Arbitration and alternative dispute resolution, London, 2001. LANDRAU. L’arbitrage dans le
droit anglais et français compares. Université de París, Toulouse, p. 22 y ss. 1946. RODRÍGUEZ
ROBLERO. Impugnación de acuerdos sociales y arbitraje. P. 205 y ss. Ed. Bosch. 2010
6
CAPRASSE. Les Sociétés et L´arbitrage, p.148; MUÑOZ PLANAS. «Algunos problemas del arbitraje en
materia de sociedades mercantiles». En Estudios de Derecho Mercantil en homenaje a Rodrigo Uría,
Madrid, 1978.
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7
SANGIOVANNI. Le Clausole compromissorie Statutarie nel nuovo diritto societario italiano. Foro padano
(Foro pad.), 2005, II, cc. 1-28. RODRÍGUEZ ROBLERO, Op. cit. p. 134 y ss.
8
DANOVI. «L’arbitrato nella riforma del diritto processuale societario». Diritto e giurisprudenza Anno: 2004
- Volume: 119 - Fascicolo: 4.
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Resuelve así la nueva Ley una cuestión también muy debatida en torno al
régimen de mayorías exigibles, decantándose por una mayoría legal reforza-
da.
En definitiva, el ámbito objetivo de aplicación del convenio intrasocietario pue-
de concretarse en lo siguiente: 1) La existencia de una voluntad manifestada
en los estatutos sociales de someter cualquier litigio intrasocietario a arbitraje
(arts. 9.1, 11 bis 1 y 2 LA, 1261 CC y 28 LSC). 2) Que el carácter o contenido
patrimonial o no de la controversia ha dejado de ser criterio o parámetro defini-
tivo de referencia para su disponibilidad, siempre que el conflicto pueda redi-
mirse en términos económicamente evaluables. 3) Que el convenio arbitral
intrasocietario ha de hacerse figurar en los estatutos sociales, con el quórum
requerido en el art. 11 bis 2 LA. Si esto no es así, y el convenio arbitral no se
hace figurar de la forma requerida en los estatutos sociales, solo producirá
efectos, como acuerdo extra o para-estatutario, entre quienes lo pacten, pero
no obligará al resto de socios. 4) Que la validez y eficacia del convenio arbitral
intrasocietario es independiente de los estatutos sociales, y por tanto, separa-
ble de ellos. Es precisamente esta autonomía, como ya se sabe, la que otorga
poder al árbitro para decidir sobre su propia competencia cuando se planteen
por las partes excepciones relativas a la existencia o validez del convenio
arbitral intraestatutario (art. 22 LA). 5) Finalmente, la inscripción del convenio
arbitral intraestatutario, en el Registro Mercantil, asegura su publicidad convir-
tiéndolo en norma interna de la sociedad otorgándole eficacia erga homnes
frente a todos los socios.
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abril de 1998, tantas veces citadas. Por tanto, los socios futuros desde
el momento en que adquieran la acción o participación social quedan
adheridos a los estatutos sociales dado precisamente el carácter de pu-
blicidad registral que alcanza el convenio arbitral intrasocietario, y como
los nuevos socios manifiestan su voluntad de aceptar estos estatutos,
quedan sometidos al convenio.
3) Accionistas que no tengan la condición de socios, por no llevar a cabo la
correspondiente inscripción en el Libro de Registro de acciones nomina-
tivas, no quedarían afectados por el convenio arbitral inserto en los es-
tatutos de la mercantil hasta tanto no se produzca su inscripción en di-
cho Libro. El convenio arbitral intraestatutario no puede oponerse a
quien aún no tiene la condición de socio por el principio de la relatividad
de los negocios jurídicos (art. 1257 CC).
4) Socios que disienten de la introducción del convenio arbitral intrasocieta-
rio. A pesar de que se trata de una cuestión polémica, es claro que con
la redacción dada al art. 11 bis 2 de Ley de Arbitraje, si el convenio de
sumisión a arbitraje ha sido aprobado con el voto favorable de al menos
dos tercios de las acciones o de las participaciones, estos quedan obli-
gados al convenio arbitral intraestatutario; más adelante veremos si les
asiste o no el derecho de separación.
5) Socios que fueron excluidos de su voto. También quedarían excluidos,
en principio, del convenio arbitral, si, posteriormente impugnan los esta-
tutos que recogen el convenio por considerarlos ilegales (vid. SAP Va-
lencia, de 19 de abril de 2000).
6) Socios que niegan su condición de socios. Se está en el supuesto en el
que el conflicto recae sobre la propia condición de socio; y, así como el
Derecho francés excluye arbitrar tales controversias, el Derecho italia-
no, creemos que acertadamente, admite la arbitrabilidad de estos con-
flictos sobre la cualidad o no de socios, dejando la cuestión al árbitro
para que decida sobre el conflicto.
7) En cuanto a los administradores de la sociedad, es discutible si quedan
o no vinculados por el convenio arbitral. Puede, sin embargo, estable-
cerse la pauta estatutaria de que el arbitraje es de aplicación para re-
solver los conflictos entre el administrador y la sociedad, si se explicita
en los estatutos esta previsión y los administradores al aceptar su nom-
bramiento la aceptan. Este criterio es el mantenido por la RDGRN de 19
de febrero de 1998.
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dad, primero, por el de la mayoría ordinaria y, finalmente, por la del voto favo-
rable de, al menos, dos tercios de los votos correspondientes a las acciones o
a las participaciones en que se divida el capital social que es como aparece
definitivamente en el art. 11 bis.2 de la Ley 11/2011.
Al optar el legislador por esa mayoría cualificada ha impuesto el mismo requi-
sito para las sociedades anónimas y para las limitadas, sin distinguir entre
unas y otras. Esto resulta algo sorprendente, porque lo cierto es que la vigente
LSC establece mayorías reforzadas diferentes para uno y otro tipo de socie-
dades. Esta mayoría reforzada es derecho necesario, puede ser agravada
pero nunca disminuida. Parece claro que obtener el voto favorable de dos
tercios de los votos correspondientes a las participaciones de una sociedad de
responsabilidad limitada será mucho más fácil que para las sociedades anó-
nimas.
No se dice nada, en cambio, sobre el hipotético derecho de separación del
socio o accionista que vote en contra de la incorporación del convenio arbitral
intrasocietario que, como veremos más adelante, puede plantear cuestiones
de difícil solución, máxime si en los estatutos sociales no se prevé, de acuerdo
con el art. 347.1 LSC, como causa específica de separación distinta a las pre-
vistas legalmente (346 LSC). Mejor hubiera sido, desde luego, que la propia
Ley de Arbitraje hubiera previsto el derecho de separación, aunque siempre
queda abierto el reconocimiento de tal circunstancia por vía estatutaria (art.
347.1 LSC).
Interesa llamar la atención sobre el relevante papel que van a jugar notarios y
registradores en el arbitraje intrasocietario. Los fedatarios públicos, por su
inestimable función de asesoramiento de la legalidad que les obliga a controlar
la identidad y capacidad de los otorgantes y la validez del convenio arbitral
intrasocietario, advirtiendo sobre los necesarios requisitos que el mismo ha de
tener, poniendo de manifiesto, si procediese, la patología que pueda hacer
ineficaz el arbitraje previsto como medio alternativo de la jurisdicción del Esta-
do. Los registradores, su esencial papel desde el momento en que el Registro
Mercantil se constituye en destinatario de la inscripción de convenio arbitral
intrasocietario, otorgando a este la publicidad exigida por el CCo y el Regla-
mento del Registro Mercantil. La inscripción registral del convenio arbitral in-
trasocietario autoriza al registrador para calificar la legalidad de las formas
extrínsecas del documento a inscribir así como la capacidad y legitimación de
los otorgantes e incluso de la validez de su contenido (arts. 18.2 CCo y 6
RRM). No podrá, sin embargo, entrar a examinar si el convenio recae sobre
materias arbitrables o no, pues esta es una cuestión para la que únicamente
es competente el árbitro ex artículo 22 LA. En cuanto a la inscripción del laudo
en el Registro Mercantil, el registrador tiene también un importante papel que
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cumplir como señalan los arts. 155 a 157 RRM, no exento de problemas, co-
mo más adelante se indicará.
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para la fusión o absorción, así como sobre si se han cumplido o no los requisi-
tos y formalidades previstos en la Ley.
También la disolución, por las causas establecidas en los estatutos sociales,
puede ser objeto del pacto de arbitraje entre socios para dilucidar los conflictos
entre ellos, sobre si las condiciones estipuladas estatutariamente se han pro-
ducido o no.
Por tanto, con carácter general puede mantenerse siguiéndose la argumenta-
ción de la STS de 30 de noviembre de 2001, que la disolución de las socieda-
des mercantiles es materia perfectamente disponible por las partes y existien-
do convenio arbitral intrasocietario, no hay impedimento para que estas cues-
tiones no puedan resolverse por medio de arbitraje.
3) Arbitrabilidad e impugnación de acuerdos sociales. Esta cuestión que
fue tan polémica hasta 1998 (no obstante, se admitió la arbitrabilidad en las
tempranas sentencias del Tribunal Supremo de 26 de abril de 1905 y 9 de julio
de 1907; sin embargo, las de 15 de octubre de 1956, 27 de enero de 1968 y
21 de mayo de 1970, cambiaron el criterio, negando la posibilidad del arbitraje
societario en materia de impugnación de acuerdos sociales), dejó de serlo con
la tan citada RDGRN de 19 de febrero de 1998 y con la STS de 18 de abril del
mismo año; y, sobre todo, tras la publicación de la Ley 11/2011, de Reforma
de la Ley de Arbitraje, al incorporar en un nuevo apartado 3 del artículo 11 bis
de la Ley 60/2003, que: «Los estatutos sociales podrán establecer que la im-
pugnación de los acuerdos sociales por los socios o administradores, quede
sometida a la decisión de uno o varios árbitros, encomendándose la adminis-
tración del arbitraje y la designación de los árbitros a una institución arbitral».
Se despeja así cualquier duda sobre la arbitrabilidad de la impugnación de los
acuerdos sociales, pero en el bien entendido de que la prescripción contenida
en el apartado tercero del art. 11 bis, en el sentido de que podrá encomendar-
se este tipo de conflictos al arbitraje administrado, no constituye una condición
sine qua non o de obligado cumplimiento, sino que también podrán someterse
estos conflictos al arbitraje ad hoc, como se expondrá más adelante. Se com-
prenderá que tanto ese precepto como la Exposición de Motivos de la Ley
11/2011, pretenden recomendar el arbitraje administrado atendiendo a la ma-
yor garantía que ofrece el arbitraje institucional sobre el arbitraje ad hoc; pero
no deja de ser una recomendación útil para dar mayor estabilidad a la socie-
dad y a los socios.
No dice nada la nueva Ley 11/2011 sobre si cabe o no someter a arbitraje de
equidad, la impugnación de acuerdos sociales. Esta cuestión tampoco ha sido
pacífica dentro de la doctrina, dado el carácter imperativo de algunas normas
societarias aplicables a dicha materia. Pero lo cierto es que no se ha estable-
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lectura más atenta del precepto nos permite apreciar que no se excluye el
arbitraje ad hoc, ya que como señala VICENTE-ALMAZÁN9, el vocablo podrán
(«los estatutos sociales podrán establecer…»), se aplica, como un conjunto, a
la posibilidad de someterse en los estatutos al arbitraje, lo que es el arbitraje
estatutario, para el tipo particular de conflictos… pero no se obliga a hacerlo
de esta manera ni se excluye otra forma de establecer el arbitraje u otro tipo
de arbitraje. En definitiva, para ese comentarista, la finalidad pretendida por el
art. 11 bis.3 es favorecer el arbitraje institucional, por las ventajas que este
tiene con respecto al arbitraje ad hoc en la impugnación de acuerdos sociales.
Pero ello no limita que puedan arbitrarse estas controversias encomendándo-
se la solución a un árbitro ad hoc.
En consecuencia, por nuestra parte participamos del criterio de que el art. 11
bis.3 no es obstativo para que pueda aplicarse el arbitraje ad hoc a los conflic-
tos derivados de la impugnación de los acuerdos sociales. La crítica a este
precepto estriba en que debió expresarse sobre este aspecto en términos más
claros y nítidos sobre esta cuestión.
La segunda cuestión a la que nos queremos referir y sobre la que guarda si-
lencio el legislador es la falta de publicidad de la demanda arbitral presentada
en un conflicto intrasocietario. ¿Debe darse publicidad a la demanda arbitral
por la propia sociedad, una vez presentada ésta? Parece evidente que, inter-
puesta la demanda arbitral, asiste el derecho al resto de los socios a conocer-
la, tanto por sus hipotéticos efectos materiales como procesales, ya que puede
favorecer la acumulación con otras e incluso para que tenga lugar la interven-
ción de sujetos originariamente no demandantes ni demandados (art. 13 LEC),
o incluso para la intervención provocada (art. 14 LEC). Este silencio no se
encuentra en la legislación italiana, que exige que en los conflictos intrasocie-
tarios, se deposite la demanda arbitral en el Registro de la Empresa, con el fin
de asegurar la debida publicidad de la misma con respecto al resto de los
socios e incluso de terceros. A nuestro juicio este es el criterio que debió se-
guirse en la Ley 11/2011, por razones de seguridad jurídica.
La tercera cuestión hace referencia a si resulta necesario o no la protocoliza-
ción del laudo que declare nulo un acuerdo inscribible. La doctrina casi de
manera unánime se ha manifestado en el sentido de que no resulta preceptiva
la protocolización del laudo. No solo apoya esta tesis la Ley 60/2003, de Arbi-
traje, que eliminó la preceptiva protocolización notarial del laudo (art. 37.8 LA),
siguiendo la Ley Modelo UNCITRAL, sino también los precedentes parlamen-
tarios obrantes en la tramitación del proyecto de ley que en vías de diversas
9
VICENTE-ALMAZÁN. «La reforma de la Ley de Arbitraje: aspectos notariales y registrales». Rev. El
Notario del Siglo XXI, n.º 38, p. 21, julio-agosto 2011.
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enmiendas eliminaron el texto recogido en el art. 11 ter.1, inciso 2.º (será ne-
cesaria la protocolización del laudo para su inscripción en el Registro Mercantil
cuando el acuerdo anulado constase en documento notarial). La eliminación
en el texto definitivo de ese inciso es suficiente como para despejar cualquier
duda sobre la no obligatoriedad de la protocolización del laudo. Sin embargo,
no han faltado posiciones minoritarias que siguen defendiendo el carácter
preceptivo de la protocolización de laudo, o al menos de exigir que este último
se formalice en alguna titulación pública para que pueda tener acceso al Re-
gistro Mercantil de acuerdo con lo establecido en el art. 18.1 del CCo y del art.
95 del Reglamento del Registro Mercantil.
Por nuestra parte entendemos que al integrarse la Reforma 11/2011 en la Ley
General de Arbitraje de 2003, habrá que estarse a lo que esta establece al
respecto, y no es otra cosa que considerar la protocolización del laudo como
optativa y voluntaria. Otro punto distinto es que, cuando el laudo tenga que
inscribirse en el Registro, el registrador mercantil exija alguna forma de auten-
ticación del mismo, lo que bien puede hacerse ante el propio registrador o
solicitándose la ejecución del laudo, aunque esto segundo es someter al inte-
resado en la inscripción a un innecesario peregrinaje procesal.
Otro tema no exento de polémica y sobre el que también guarda silencio la
reforma contenida en la Ley 11/2011, es la atinente a la eficacia del convenio
arbitral intrasocietario respecto a los socios que voten en contra de su inclu-
sión en los estatutos sociales. ¿Pueden ejercer estos socios disconformes su
derecho a separarse de la sociedad? Un análisis ponderado de la cuestión nos
lleva a advertir que no son de aplicación al caso los supuestos concretos de
defensa previstos en los artículos 291 y 292 LSC, ya que estos están configu-
rados como reglas especiales de tutela de los socios para el caso de que se
creen nuevas obligaciones en virtud de una modificación estatutaria; pero es
claro que la incorporación en los estatutos sociales de un convenio arbitral
intrasocietario no es en modo alguno una «nueva obligación» que se le impo-
ne a los socios, sino que simplemente la utilización del equivalente jurisdiccio-
nal como medio de solucionar conflictos entre la sociedad y los socios o entre
estos entre sí. Pero así y todo, creemos que el legislador de la Reforma
11/2011, debería haber aclarado este punto, siguiéndose el modelo italiano,
para evitar manifestaciones emitidas por algunos autores, en el sentido de que
el art. 11 bis.2, es contrario al derecho fundamental a la tutela judicial efectiva
del art. 24.1 de la Constitución y que se encuentra abocado tarde o temprano
a enfrentarse a una cuestión de inconstitucionalidad conforme los arts. 163 CE
y 35 LOTC.
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ISSN: 2254-3805
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RESUMEN
Se plantea la conveniencia del desarrollo y apoyo de la especialización del
arbitraje en materias bancaria y financiera como método complementario
para la resolución ordenada de conflictos sin interferir con otros sistemas
existentes, ampliando la cualificación profesional de los árbitros y la cali-
dad del arbitraje, sugiriendo materias y temas concretos susceptibles de
ser sometidos a arbitraje en sus diversas modalidades
Palabras clave: Arbitraje, especialización en materias bancaria y finan-
ciera, adrs, especialización y formación.
ABSTRACT
Se plantea la conveniencia del desarrollo y apoyo de la especialización del
arbitraje en materias bancaria y financiera como método complementario
para la resolución ordenada de conflictos sin interferir con otros sistemas
existentes, ampliando la cualificación profesional de los árbitros y la cali-
dad del arbitraje, sugiriendo materias y temas concretos susceptibles de
ser sometidos a arbitraje en sus diversas modalidades.
Key words: Arbitraje, especialización en materias bancaria y financiera,
adrs, especialización y formación.
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SUMARIO
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1
Nos referimos en el primer caso a los tratados internacionales, la legislación nacional sobre arbitraje, las
leyes especiales sobre esas materias y las leyes procesales reglamentos, procedimientos y experiencia en
los propios arbitrajes.
En cuanto a las materias son muchas las especialidades ya desarrolladas en plena vigencia como por
ejemplo el marítimo, el deportivo, el de seguros, el de transporte, propiedad industrial e intelectual y otras
con mayor proyección, tales como la construcción, societario, testamentario, contratación pública, etc.,
siendo posible plantear otras especialidades o incluso subespecialidades, como por ejemplo la materia
arrendaticia, la propiedad horizontal, la contratación electrónica, etc.
Existen pocas Cortes españolas con esta sección o especializadas en temas bancarios financieros y de
seguros, y los asuntos son muy poco dados el volumen de operaciones y el número creciente de reclama-
ciones y conflictos en estas materias.
2
La Ley 60/2003, de Arbitraje, en su artículo 2. Materias objeto de arbitraje, establece.1. Son susceptibles
de arbitraje las controversias sobre materias de libre disposición conforme a derecho.
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3
Epígrafe 38 red para resolución de conflictos en el sector de servicios financieros FIN-NET, red europea
de cooperación para la resolución de reclamaciones creada por la Comisión Europea.
4
Entre las operaciones de activo la hipoteca por su volumen e importancia es un producto especialmente
complejo y sofisticado respecto del cual cuestiones tales como las tasaciones, subrogación del adquirente
en el préstamo al promotor, determinación de los periodos y tipos de interés, comisiones, derivados,
coberturas, etc., hacen que pudiera incluso hablarse del arbitraje hipotecario como especialidad.
Los productos de inversión son más variados, sofisticados y cambiantes en el tiempo, entre otros, los
híbridos, los estructurados, las permutas financieras, las obligaciones convertibles, las participaciones
preferentes y los fondos de inversión, refiriéndonos a los mismos por sus denominaciones comerciales de
general aceptación en el mercado.
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5
Nos referimos a las reclamaciones colectivas (class actions) así como a las demandas individuales en
sus diversas instancias. Por lo que hace referencia a las Sentencias dependen del caso concreto, los
Tribunales carecen de esta especialización correspondiendo a los abogados de las partes la responsabili-
dad del proceso, la alegación o rogación, la prueba y el conocimiento de la legislación y jurisprudencia
aplicables al caso.
Lo mismo ocurre con las apelaciones y el propio riesgo de variación, durante las instancias, de la jurispru-
dencia sobre la materia del propio litigio.
En cuanto al BDE nos referimos al servicio de reclamaciones del Banco de España que las resuelve
mediante un informe motivado en el que consta si la actuación de la entidad ha sido conforme con las
normas de transparencia y protección de la clientela y si se ha ajustado o no a las buenas prácticas y usos
financieros. Las entidades no están obligadas a aceptar las conclusiones del informe pero suelen acatarlo.
En cuanto a los daños y perjuicios, en los que no entra el servicio de reclamaciones, además de los Tribu-
nales podría acudirse a un arbitraje tras la reclamación. De la CNMV nos referimos a la OAI cauce para las
reclamaciones, la resolución no tiene consideración de acto administrativo, concluye con la emisión por
parte de la CNMV de un informe no vinculante en el que se valora si la entidad se ha ajustado o no a las
buenas prácticas exigibles en los mercados de valores. También se informa al inversor sobre sus derechos
y los cauces legales para su ejercicio.
De la DGS nos referimos al servicio de reclamaciones de la Dirección General de Seguros y Fondos de
Pensiones que no tienen la consideración de acto administrativo, no entran en la determinación del daño y
se resuelven mediante un informe no vinculante para las partes.
Las reclamaciones y consultas suelen poner de manifiesto la posible iniciación de procedimientos de
revisión de índole administrativa de las actuaciones de las entidades, debiendo ser aplicada la legislación
correspondiente que será la de consumo, si interviene un consumidor y adicionalmente, la bancaria, de
seguros o del mercado de valores.
6
Serían el arbitraje y la mediación ADRS a su vez alternativos, normalmente comenzando con la media-
ción y terminando con el arbitraje.
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7
En la vigente Ley 11/2011 de reforma de la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de Arbitraje y de regulación
del arbitraje institucional en la Administración General del Estado se mantienen y establecen una serie de
principios regulatorios que permiten y recomiendan la extensión de las funciones arbitrales, entendidas en
su sentido más amplio, a otros profesionales (nos referimos aunque no con carácter exclusivo a las de los
economistas, titulados mercantiles y auditores) además de a los tradicionales de formación jurídica.
En la exposición de motivos de la Ley se establece expresamente la ampliación a profesionales no jurídi-
cos al establecerse que es posible la intervención de otro tipo de profesionales, no necesariamente perte-
necientes a dicho campo del conocimiento (jurídico) pues la experiencia internacional plenamente asenta-
da aconsejaba dicha reforma, y ello sin olvidar que de esa manera se produce un mayor acoplamiento a la
«libre competencia» que reclaman las instituciones de la Unión Europea.
El artículo 13 de la Ley 60/2003 que se mantiene, establece la capacidad para ser árbitro al disponer que
pueden ser árbitros las personas naturales que se hallen en el pleno ejercicio de sus derechos civiles,
siempre que no se lo impida la legislación a la que puedan estar sometidos en el ejercicio de su profesión.
El artículo 15 de la Ley que se reforma sobre nombramiento de los árbitros dispone que salvo acuerdo en
contrario de las partes, en los arbitrajes que no deban decidirse en equidad, cuando el arbitraje se haya de
resolver por árbitro único, se requerirá la condición de jurista al árbitro que actúe como tal. Cuando el
arbitraje se haya de resolver por tres o más árbitros, se requerirá que al menos uno de ellos tenga la
condición de jurista.
Por tanto la conclusión derivada del régimen legal aplicable es que pueden ser árbitros, las personas
físicas (y más concretamente entre otros profesionales los economistas, titulados mercantiles y auditores
actuarios de seguros, etc.) en los arbitrajes de equidad y en los arbitrajes de derecho pluripersonales
siempre que exista un árbitro jurista y ello tanto en los arbitrajes ad hoc como en los administrados por
Cortes arbitrales y en los de consumo.
No obstante la regulación legal permisiva existen otras razones, entre otras, que recomiendan la introduc-
ción, desarrollo y ampliación con carácter complementario y no exclusivo de los profesionales citados.
En primer lugar, la amplitud de sus conocimientos y experiencia concreta en estas materias económicas,
financieras y contables. En segundo lugar, su perspectiva objetiva e imparcial, en base a su formación,
conocimientos y experiencia, que les permite tomar distancia de las partes en conflicto. En tercer lugar, el
reconocimiento a estos profesionales como árbitros y mediadores en otros ámbitos como el anglosajón y
europeo. En cuarto lugar, su presencia y participación en Cortes arbitrales vinculadas a las Cámaras de
Comercio e instituciones arbitrales, bien directamente o bien a través de convenios. En quinto lugar, la
posibilidad de ser mediadores, función relacionada y complementaria aunque diversa, Ley 5/2012, de 6 de
julio, de mediación en asuntos civiles y mercantiles en cuyo art. 11 se establecen las condiciones para ser
mediador, consistentes en ser personas naturales que se hallen en el pleno ejercicio de sus derechos
civiles, siempre que no se lo impida la legislación a la que puedan estar sometidos en el ejercicio de su
profesión y estar en posesión de título oficial universitario o de formación profesional superior y contar con
formación específica para ejercer la mediación (pendiente de desarrollo reglamentario).
Para ser árbitros se requerirán los conocimientos teóricos y prácticos previos correspondientes; nos refe-
rimos al conocimiento general de las leyes y reglamentos aplicables, los cursos y experiencia exigibles
para prestar un servicio de calidad, así como el ejercicio profesional y experiencia en las materias de su
especialidad concreta.
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2. PROCEDIMIENTO
La cláusula arbitral podría incluirse ab initio en el contrato u operación banca-
ria correspondiente o en un documento separado con incorporación del con-
venio arbitral, incluyendo aquellas menciones obligatorias y las recomendables
8
En seguros cabe el arbitraje de consumo y un arbitraje convencional u ordinario de la LA. El art. 61
mecanismos de solución de conflictos de la Ley 30/1995, de Ordenación y supervisión de los seguros
privados establece: «1. Los conflictos que puedan surgir entre tomadores del seguro, asegurados, benefi-
ciarios, terceros perjudicados o derecho habientes de cualesquiera de ellos con entidades aseguradoras
se resolverán por los jueces y Tribunales competentes. 2. Asimismo, podrán someter voluntariamente sus
divergencias a decisión arbitral en los términos del artículo 31 de la Ley General para la Defensa de los
Consumidores y Usuarios, y normas de desarrollo de la misma. 3. En cualquier caso, y sin perjuicio de lo
dispuesto en el número precedente, también podrán someter a arbitraje las cuestiones litigiosas, surgidas
o que puedan surgir, en materia de su libre disposición conforme a derecho, en los términos de la Ley de
Arbitraje».
La LCS 50/1980 establece en la sección novena del seguro de defensa jurídica voluntaria, con carácter
general en su artículo 76.e): «El asegurado tendrá derecho a someter a arbitraje cualquier diferencia que
pueda surgir entre él y el asegurador sobre el contrato de seguro. La designación de árbitros no podrá
hacerse antes de que surja la cuestión disputada». El precepto, frecuente en Derecho comparado de
nuestro entorno, es contemplado en la directiva 87/344/CEE. Aunque la literalidad del precepto es muy
amplia el ámbito natural se refiere a las divergencias sobre gestión de siniestros y prestación de servicios
jurídicos.
El art. 38 del seguro de daños establece un sistema pericial para estimación de daños o gastos, si bien no
hay obstáculo para un arbitraje.
Existen Cortes arbitrales especializadas en seguros. Según los ramos serán los especialistas en los
diferentes seguros los que deberán intervenir. Cuando de trate de operaciones de carácter financiero o de
inversión, se tratará de los seguros del ramo de vida en su modalidad de inversión o ahorrro, históricamen-
te denominados en algunos casos primas únicas o unit links ligados a fondos de inversión, operaciones
que desde un punto de vista finalista son análogas a productos bancarios de inversión siendo mayoritaria-
mente comercializados por las entidades financieras.
En cuanto a las materias concretas pueden ser consultados los informes y memorias del Servicio de
Reclamaciones de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones.
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del idioma y lugar del arbitraje debiendo aplicarse, según el tipo de cliente, los
preceptos sobre el arbitraje de consumo 9.
También sería factible el pacto de arbitraje ex post —en algunos casos nece-
sario— planteado el conflicto o la reclamación, describiendo la materia o mate-
rias objeto de arbitraje con el suficiente detalle 10.
El arbitraje podría ser limitado a alguna de las cuestiones del contrato, cir-
cunscribiéndose a la cuestión planteada 11.
Además de los arbitrajes según el procedimiento ordinario, en muchos casos
cabría un procedimiento simplificado o abreviado entendiendo por tal aquel
que acortara plazos y trámites en el nombramiento de árbitros, vista y prueba,
en su caso arbitraje por medios electrónicos con el alcance y extensión esta-
blecidos. Inclusive sería planteable, si existieran asuntos suficientes, un posi-
ble arbitraje colectivo especialmente regulado en el que se podrían acumular o
adherir las solicitudes de arbitrajes individuales con unidad de razón 12.
Serían las partes, dada la flexibilidad del arbitraje, las que libremente determi-
naran el procedimiento, fases, plazos, coste con aplicación del Reglamento de
la Corte.
El árbitro o árbitros designados conforme al procedimiento establecido y
aceptado el nombramiento se pronunciarían sobre la arbitrabilidad de la cues-
tión y la validez de la cláusula, pacto o solicitud.
Por la propia naturaleza de los temas y sin descartar el arbitraje ad hoc lo
recomendable sería un arbitraje administrado o institucional 13 si bien la Corte
9
Cuando se trate de consumidores resulta de aplicación lo establecido en el texto refundido RDL 1/2007
de la LGDCU sistema arbitral de consumo art. 57.4 que establece que los convenios arbitrales con los
consumidores distintos del arbitraje de consumo previsto en este artículo, solo podrán pactarse una vez
surgido el conflicto material o controversia entre las partes del contrato, salvo que se trate de la sumisión a
órganos de arbitraje institucionales creados por normas legales o reglamentarias para un sector o un
supuesto específico. Los convenios arbitrales pactados contraviniendo lo dispuesto en el párrafo preceden-
te serán nulos.
10
La diferencia radicaría en incluir una descripción adecuada del objeto del conflicto.
11
Aunque sería planteable en hipótesis, no parece que las entidades acreedoras en sus operaciones de
activo fueran a renunciar a las ejecuciones hipotecarias y a los procesos ejecutivos, no obstante la ejecuti-
vidad del laudo, dada la necesidad de acudir al Juzgado para su ejecución.
12
La simplificación sería del plazo, de los trámites que podrían aligerarse, de las comunicaciones, etc.
En cuanto al arbitraje colectivo está contemplado un procedimiento en el RD 231/2008, de 15 de febrero,
por el que se regula el sistema arbitral de consumo (arts. 56 a 62) y podría servir como referencia con las
adaptaciones necesarias, ya que establece un llamamiento a los afectados y la suspensión de la tramita-
ción de los solicitados. No sería aplicable la excepción de arbitraje colectivo.
13
La Ley 11/2011, de 20 de mayo, de reforma de la LA, apoya decididamente el arbitraje institucional; en
su Preámbulo II se indica que se procede a reforzar el papel de las instituciones arbitrales. En su texto
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articulado, art. 11 bis 3, se encomienda el arbitraje estatutario a las instituciones arbitrales. En el art. 21, de
la reforma, se hace referencia a la necesidad de contratar un seguro de RC las instituciones arbitrales.
El Arbitraje administrado puede dotar de mayor garantía al procedimiento y funcionamiento y adoptar
sistemas efectivos de control de calidad.
14
Se han resuelto por estos organismos un gran número de asuntos y se ha podido crear una jurispruden-
cia o criterios consolidados en incidencias.
Véase el artículo «El DIRIBAN y el SERDI, dos procedimientos de resolución de conflictos», Marta GÓMEZ
DE LIAÑO FONSECA-HERRRERO. La Ley 2002-2, pp. 1661 y ss.
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15
También denominado irritual, es antiformalista y de carácter privado y convencional
16
Al indicar incidencias directas nos referimos a que el DIRIBAN puede entrar en el análisis de operacio-
nes bancarias con origen en operaciones de clientes, pero en las que la actuación de una entidad bancaria
no ha sido correcta, y otra reclama como por ejemplo el extravío de un documento, la indebida cumplimen-
tación de órdenes, etc.
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El procedimiento puede ser concluido por las partes de mutuo acuerdo antes
de dictar la resolución en aplicación del principio dispositivo.
Frente al laudo no cabe recurso y puede solicitarse su aclaración.
El SERDI es muy semejante con la especialidad de su mayor ámbito de ac-
tuación y composición más compleja.
17
Deben tenerse en cuenta los conceptos de clientes minorista (los no profesionales) y profesional (aque-
llos a quienes se presuma experiencia, conocimientos y cualificación necesarias para tomar sus decisiones
propias de inversión y valorar correctamente sus riesgos), art. 78 bis LMV, en operaciones a las que afecte
dicha normativa.
18
Aunque intervengan entidades bancarias y sus grupos y filiales no son, por razón de la materia, los
arbitrajes a los que nos estamos refiriendo, ya que se trata de los arbitrajes derivados de las actuaciones
en los negocios tales como las adquisiciones de empresas, aspectos societarios, inversiones en empresas,
etc.
Vid. Evelio VERDERA TUELLS «Resolución de conflictos: algunos aspectos del arbitraje» en Adquisición
de sociedades no cotizadas. Ediciones Deusto 1994, pp. 311 y ss.
19
No nos referimos al arbitraje en sentido económico con otro significado en las coberturas de los deriva-
dos.
La inclusión de cláusulas de arbitraje en las permutas financieras «swaps» suele ser frecuente, designán-
dose frecuentemente la Corte de la Cámara de Comercio e Industria de Madrid. En ocasiones es criticada
dicha cláusula por los clientes alegando que su contenido es incompleto o patológico.
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20
Disposición final tercera. Modificación de la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal. Uno. Se modifica el
número 4.º del artículo 8: «4.º Toda medida cautelar que afecte al patrimonio del concursado excepto las
que se adopten en los procesos que quedan excluidos de su jurisdicción en el párrafo 1.º de este precepto
y, en su caso, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 52, las adoptadas por los árbitros en las actuacio-
nes arbitrales, sin perjuicio de la competencia del juez para acordar la suspensión de las mismas, o solici-
tar su levantamiento, cuando considere que puedan suponer un perjuicio para la tramitación del concurso».
Dos. El apartado 1 del artículo 52 pasa a tener la siguiente redacción: «1. La declaración de concurso, por
sí sola, no afecta a los pactos de mediación ni a los convenios arbitrales suscritos por el concursado.
Cuando el órgano jurisdiccional entendiera que dichos pactos o convenios pudieran suponer un perjuicio
para la tramitación del concurso podrá acordar la suspensión de sus efectos, todo ello sin perjuicio de lo
dispuesto en los tratados internacionales».
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
21
En las memorias anuales del servicio de reclamaciones del BDE se contiene una completa información y
detalle de los asuntos objeto de reclamación que sirve de orientación en cuanto a las cuestiones objeto de
arbitraje. En el 2011 los escritos de reclamación resueltos han sido 11.861 siendo favorables al reclamante
aproximadamente la mitad.
22
En las memorias anuales de la atención de reclamaciones y consultas de inversores de la CNMV se
contiene una información sobre las reclamaciones que en 2009 ascendieron a 2.154, y en 2010 a 2.296.
Muchas de ellas se refirieron a la falta de información o a su carácter incompleto antes de la compra de
productos financieros con riesgo. En especial se produjeron, en estos ejercicios, las relativas a instrumen-
tos financieros del grupo Lehman Brothers y de bancos islandeses y las inversiones en estructurados
afectados por el caso Madoff. Las materias han sido, órdenes, información y asesoramiento de inversio-
nes, gestión de carteras, comisiones y gastos, reembolsos y traspasos en servicios de inversión.
En ocasiones se han realizado operaciones no convenientes, por su complejidad, al inversor, o no existir
experiencia suficiente y existir divergencias entre la información verbal y contradicción con la documenta-
ción.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
23
La denominación comercial del producto puede ser muy variada, tal como bono, bono autocanjeable,
etc.
Puede ser citada en esta materia la Sentencia de la AP de Valencia de 14/11/2005 sobre este un tipo de
productos estructurados concreto que declaró la nulidad parcial de cláusulas de contrato de alta rentabili-
dad con condena de devolución parcial de la inversión al cliente.
24
Se trata en general del denominado derecho de consumo con su regulación estatal y autonómica. V. las
diversas publicaciones de Jorge TOMILLO URBINA y, particularmente, El arbitraje de consumo en España:
Un recorrido histórico en Mediación, arbitraje y resolución extrajudicial de conflictos en el siglo XXI, Madrid
2010, y Manuel Jesús MARÍN LÓPEZ, Análisis del RD 231/2008, en Centro de estudios de consumo.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
La LA en su art. 1.3 establece que esta Ley será de aplicación supletoria a los
arbitrajes previstos en otras leyes, y en su disposición adicional única, arbitra-
jes de consumo, establece que esta ley será de aplicación supletoria al arbitra-
je a que se refiere la Ley 26/1984, de defensa de consumidores y usuarios,
que en sus normas de desarrollo podrá establecer la decisión en equidad,
salvo que las partes opten expresamente por el arbitraje en derecho.
Debe precisarse que el arbitraje de consumo se ha venido tradicionalmente
refiriendo a temas de escasa cuantía en su mayoría y en materias tales como
telefonía, informática, electricidad, transporte, automóviles, formación, electro-
domésticos, etc., pero con tendencia a ampliar su ámbito de actuación, sin que
ello sea excluyente de otros arbitrajes y adrs 25.
La novedad de mayor actualidad respecto a los productos financieros se ha
producido con la aplicación de forma general de estos arbitrajes a las partici-
paciones preferentes de Caixa Galicia y Caixa Nova (Nova Galicia Banco),
arbitraje que inicialmente no estaba pactado y que se solicita posteriormente al
planteamiento del conflicto o reclamación. En este tema, de amplia difusión y
debate mediáticos, debe citarse diversa jurisprudencia 26.
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28
En esta parte de la motivación del Laudo se razona sobre los siguientes extremos:
Considera que la cláusula de riesgo de no percepción de las remuneraciones, condicionada a la ob-
tención del beneficio distribuible —definido por referencia a una nota— y a la existencia de recursos
propios suficientes de conformidad con la normativa bancaria, vulnera la normativa de protección de
consumidores, arts. 60 y 80 del RDL 1/2007 texto refundido de la LGDCU y la Ley 7/1998 de condi-
ciones generales de contratación, art. 5. La cláusula es calificada de oscura y complicada y, tenien-
do en cuenta el perfil del inversor, de imposible comprensión directa.
Razona que son contratos de adhesión y no puede atenderse a su literalidad teniendo el cliente el
convencimiento de que suscribía un plazo fijo o producto similar.
Considera que la empresa incumple las obligaciones de comercialización, especialmente en lo rela-
tivo a información, vulnerando el art. 79 bis de la Ley 24/1998, y el art. 68 del RD 217/2008 sobre
suficiencia y comprensión de la información, debiendo responder la empresa.
Queda acreditado que la empresa tiene interés evidente en comercializar sus propias participacio-
nes preferentes.
En cuanto a la mención del tríptico de que no constituye un depósito bancario, se señala que en el
test del expediente aparecen clasificadas como de riesgo medio y en el tríptico de riesgo elevado.
En cuanto al carácter perpetuo se argumenta en base a que el consumidor no está vinculado con la
perpetuidad.
En cuanto al riesgo de liquidez no se considera objeto del laudo.
Por lo que hace referencia al error o vicio del consentimiento alegados no concurren, y en cuanto al
tipo del contrato interpretado, según los arts. 1281 y 1282 del CC y art. 65 sobre integración del
contrato del texto refundido de la LGDCU, RDL 1/2007, indica que al ir a contratar un depósito le ga-
rantizaron la disponibilidad y, por tanto, su voluntad era contratar un plazo fijo o un producto de simi-
lares características.
29
La liquidación corresponde con el nominal, por ejemplo, 100, menos los intereses percibos de 10, y
sumando el ajuste por intereses que el cliente hubiere percibido en el periodo no retribuido, un depósito a
plazo fijo 2, resultado 108.
30
El RDL 24/2012, de 31 de agosto, BOE 31/8/2012, de reestructuración y resolución de entidades de
crédito, contempla en su Capítulo VII la gestión de instrumentos híbridos de capital y de deuda subordina-
da. En el art. 38, tipos de acciones de gestión de instrumentos híbridos de capital y de deuda subordinada
se contemplan, entre otras medidas, canjes por otros títulos, recompra y modificaciones de las condiciones
de cada emisión como la reducción del nominal y la amortización anticipada a valor distinto. En el Boletín
Oficial del Congreso de los Diputados, del 26/10/2012, se han publicado las 148 enmiendas a proyecto de
Ley. Al artículo 38 se propone en la enmienda, pendiente de tramitación parlamentaria, núm. 40 del Grupo
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7. CONCLUSIÓN
Existen razones que recomiendan la especialización bancaria y financiera de
las Cortes arbitrales y la ampliación del ámbito de actuación de las existentes
(entre otras el incremento notable en periodos de inestabilidad y crisis de
asuntos planteados —pudiendo citarse el caso de las participaciones preferen-
tes— la flexibilidad y rapidez del arbitraje, la conveniencia de incorporar árbi-
tros con conocimientos económicos y bancarios) que complementarían, y
podrían reducir, sin interferir, las reclamaciones a las entidades supervisoras
BDE, CNMV y DGS y el sistema Arbitral de Consumo.
Los Tribunales verían reducido el considerable número de procedimientos en
estas materias con tendencia al ejercicio de acciones colectivas, ausencia de
jurisprudencia uniforme y retraso considerable en la resolución de los conflic-
tos.
Mixto la siguiente adición: «En todo caso, cuando los adquirentes o poseedores de instrumentos híbridos
de capital o deuda subordinada tengan la condición de ahorradores o pequeños inversores sin experiencia
financiera que no hubieran recibido información adecuada del instrumento adquirido, el FROB garantizará
en todo caso la devolución íntegra del nominal invertido, así como la indemnización por los daños y pérdi-
das que hubieran sufrido, sin que pueda adoptar acciones de gestión de los citados instrumentos que
impliquen pérdidas, quitas o aplazamiento en el pago de intereses acordados».
El art. 39, valor de mercado, establece: «1. Las acciones de gestión de instrumentos híbridos de capital y
de deuda subordinada tendrán en cuenta el valor de mercado de los valores de deuda a los que se dirigen,
aplicando las primas o descuentos que resulten conformes con la normativa de la Unión Europea de
ayudas de Estado. 2. A efectos de acreditar el valor de mercado, la entidad solicitará la elaboración de, al
menos, un informe por un experto independiente». El art. 39 no tiene enmiendas en la tramitación parla-
mentaria del Proyecto de Ley.
Dicha fórmula, sin perjuicio del desarrollo reglamentario, no parece adecuada, ya que no se indican las
características del experto independiente, quién lo designa, ni cómo se determina el valor de mercado para
estos títulos, debiendo valorarse los contratos de liquidez de las entidades proveedoras de liquidez.
31
La entidad colocadora o emisora dispone de acciones, obligaciones convertibles u otros títulos. La
fórmula implica una negociación o compromiso voluntario entre las partes, las participaciones son cedidas,
canjeadas o recompradas y el cliente adquiere otros títulos dotados de liquidez y de más fácil comprensión
y administración para el cliente inversor que continúa como cliente de la entidad. Se parte del principal y se
le aplica convencionalmente, en su caso, una reducción considerando el valor de mercado —que ofrece
una gran dificultad de acuerdo entre las partes y será el de cotización en AIAF de renta fija—, y se consi-
deran los intereses percibidos.
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NÚMERO 29. ENERO DE 2013
ISSN: 2254-3805
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
EL ARBITRAJE DEPORTIVO
Luis María Cazorla Prieto
Catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad Rey Juan Carlos
Académico de Número de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación
Abogado
RESUMEN
El arbitraje deportivo es una parte de la figura del arbitraje en general,
cuyas reglas debe respetar, a pesar de las características especiales que
son propias de aquél. El arbitraje deportivo es un medio muy apropiado
para la resolución de conflictos deportivos. Para conseguir este objetivo se
requiere de verdaderos especialistas en Derecho del deporte y cortes arbi-
trales especializadas en esta materia.
Palabras clave: Arbitraje deportivo dentro del general, características
especiales, exigencias para su desarrollo futuro..
ABSTRACT
The sports arbitration is a part of the figure of arbitration in general,
whose rules must be respected, despite the special characteristics that per-
tain to that. Sports arbitrage is a very appropriate medium for the resolu-
tion of sport disputes. True specialists in law of sport and arbitral courts
specialized in this matter is required to achieve this goal.
Key words: Sports arbitration within the general, special features, requi-
rements for its future development.
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NÚMERO MONOGRÁFICO
SUMARIO
1. INTRODUCCIÓN.
2. CARACTERÍSTICAS MÁS FUNDAMENTALES DEL ARBITRAJE DE-
PORTIVO.
3. EL ARBITRAJE DEPORTIVO COMO UNA ESPECIALIDAD DENTRO
DEL TRONCO COMÚN DEL ARBITRAJE.
4. ÁMBITO DEL ARBITRAJE DEPORTIVO.
5. LA EXISTENCIA DE ÓRGANOS ARBITRALES ESPECIALIZADOS CO-
MO CARACTERÍSTICA DEL ARBITRAJE DEPORTIVO.
6. MUY BREVES CONCLUSIONES.
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1. INTRODUCCIÓN
Es descomunal el desarrollo y la importancia que ha alcanzado el deporte en
la sociedad contemporánea. Este es un lugar común, que, aunque muy repeti-
do, no se puede relegar en las primeras líneas del tratamiento de muchas
cuestiones atinentes al deporte, incluso desde un punto de vista jurídico.
Esta pujanza de lo deportivo con la que los ciudadanos nos topamos a diario
en múltiples manifestaciones ha favorecido la materia deportiva como objeto
de conocimiento e, incluso, de especialización profesional.
Muy fortalecida la delimitación de lo deportivo por su propia fuerza social, eco-
nómica y política, y alentada en parte por intereses profesionales, suele apa-
recer como caracterizada de este fenómeno lo que llamé hace muchos años
complejo de isla1, fórmula que ha hecho fortuna.
¿Qué entraña el complejo de isla en lo atinente a lo jurídico, al tratamiento
jurídico de lo deportivo? Algo sencillo, aunque de notable trascendencia en la
elaboración y aplicación del Derecho. Lo deportivo, dadas sus particularida-
des, es merecedor de un tratamiento específico y singular, que hasta le puede
llevar a separarse de lo que impone su inserción en el ordenamiento jurídico
general.
Desde hace muchos años, verdaderamente desde los albores del llamado
Derecho deportivo, me he opuesto a este planteamiento de lo jurídico-
deportivo2, y he hecho gala de ello en todas las oportunidades que he tenido.
En efecto, las características de la materia deportiva pueden dar lugar a cier-
tas especialidades en su tratamiento jurídico, pero sin separarse del tronco
común del ordenamiento jurídico general.
Estas consideraciones generales, que pudieran parecer alejadas del objeto de
este breve trabajo, tienen mucho que ver con el arbitraje deportivo y el Dere-
cho a él aplicable, según expongo a continuación.
1 Expuesto a lo largo del libro Deporte y Estado, Labor, 1979, especialmente en las páginas 208 y siguien-
tes.
2
Así, desde un punto de vista científico, en «La pretendida autonomía del Derecho del deporte», en Revis-
ta Española de Derecho Deportivo, número 1.
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NÚMERO MONOGRÁFICO
3
En este sentido escribe R. TEROL GÓMEZ, «El arbitraje privado en el deporte institucionalizado», El
Derecho Administrativo en el umbral del siglo XXI, tomo III, Tirant lo Blanch, Valencia, 2000, página 4.266:
«Otro importante condicionante es la cada vez mayor internacionalización del deporte, al igual que la
propia economía, puesto que tanto las competiciones como las poderosas entidades que las organizan
han sobrepasado con creces los límites de los Estados. El trasiego de deportistas y entrenadores de unos
Estados a otros y los litigios que en las soluciones de los conflictos que son ciertamente incompatibles con
el recurso a las limitadas jurisdicciones nacionales. Habrá que trasladar aquí, por tanto, todas las bonda-
des que se predican del arbitraje comercial internacional, que actualmente se encuentra en un considera-
ble, y lógico, auge».
4
En este mismo sentido R. TEROL GÓMEZ, «El arbitraje privado…», página 4.267, señala: «Como deci-
mos, la propia dinámica del deporte institucionalizado exige soluciones rápidas y eficaces a los conflictos
que entre los sujetos intervinientes —Ligas, clubes, deportistas, entrenadores, intermediarios, etc.—
puedan plantearse. Y más si cabe cuando se trata de deporte profesional, ya que los señalados conflictos
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La mediación deportiva
tienen una transcendencia indudable para el negocio que es hoy ese tipo de deporte. No cabe duda que
los problemas que puedan derivarse del traspaso de un jugador de un club a otro, un conflicto sobre la
retransmisión de encuentros o la publicidad que los deportistas han de lucir en sus camisetas, son cuestio-
nes de claro contenido económico que afectan al desarrollo de las competiciones.
Una excesiva judicialización de los conflictos, precisamente por la ya contrastada tardanza de los Tribuna-
les para resolver, puede ser incompatible con el funcionamiento de la actividad mercantil que hoy constitu-
ye el deporte profesional: la inmediatez de los encuentros a disputar y las cortas carreras de los deportis-
tas profesionales son condicionantes a tener muy en cuenta.
Solucionar estas disputas, además de rápidamente, con garantías suficientes para que el público, que es
quien sostiene el negocio del deporte profesional, siga confiando en que los eventos deportivos se des-
arrollan en condiciones de normalidad, se convierte en un problema de importancia capital. Internalizar el
conflicto, sin fisuras y sin dar paso —en primer término y salvo por causas tasadas— a instancias exter-
nas, contribuye decisivamente a ello».
5
Como manifiesta J.F. MERINO MERCHÁN, «El arbitraje como solución de conflictos…», páginas 4 y 5:
«La específica problemática que se presenta en las relaciones entre clubes y deportistas profesionales
lleva a considerar al arbitraje como fórmula idónea para solventar las posibles diferencias contractuales
que puedan originarse entre unos y otros con las ventajas propias de la institución (discreción y confiden-
cialidad, especialidad de los árbitros designados, reducido coste económico, rapidez en la emisión del
laudo —en el término máximo de seis meses—), con apartamiento de la jurisdicción del conocimiento de la
controversia (excepción de litispendencia arbitral)».
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NÚMERO MONOGRÁFICO
6
A. BAÑEGIL ESPINOSA, «La tutela judicial deportiva efectiva: ayuno y abstinencia. La conciliación
extrajudicial de los litigios deportivos como remedio no exclusivo», Diario La Ley, sección doctrina, 1997,
referencia D-47, tomo 1, página 12.
7
Como escribe A. BAÑEGIL ESPINOSA, «La tutela judicial deportiva…», página 12: «En realidad creo que
son exageradas las críticas de algunos autores que creen que lo que se pretende es acallar cualquier tipo
de contestación o disidencia, como si el sector deportivo fuese una suerte de organización semisecreta
ajena a las normas jurídicas; en realidad lo que se pretende es la rapidez y certeza —quizá se peque de
desconfianza hacia la tardanza y poca especialización en lo deportivo—. Imaginemos las complejas reglas
o baremos de puntuación que utilizan los jueces en gimnasia y aparatos, y que deben ser tomadas en
segundos; así sucede también en el fútbol, aunque después se cuente con medios sofisticados para
apreciar el error del árbitro… No obstante, estos principios, por muy loables que sean, no pueden impedir
el acceso a la justicia, salvo en el caso de que estemos hablando de normas técnicas, entre otras razones
porque en el deporte profesional existen muchos intereses económicos que deben tener en caso de
conflicto su respuesta jurídica».
Un estudio de carácter general sobre la relación de la cláusula obligatoria de sumisión al arbitraje deportivo
y el principio de tutela judicial efectiva puede encontrarse en el artículo precitado de A. Bañagil Espinosa.
8
E.A. GARCÍA SILVERO, «Tribunal Vasco de Arbitraje Deportivo, FAQS y Código de Arbitraje», Revista
Jurídica del Deporte, número 14, 2005.
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La mediación deportiva
9
F. ADAN DOMENECH, «Arbitration in sport», Anuario de Justicia Deportiva, Barcelona, número 9, 2008,
páginas 138 y 139.
10
A tenor del artículo 1.1 de la Ley de Arbitraje: «Esta ley se aplicará a los arbitrajes cuyo lu8gar se halle
dentro del territorio español, sean de carácter interno o internacional, sin perjuicio de lo establecido en
tratados de los que España sea parte o en leyes que contengan disposiciones especiales sobre arbitraje».
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NÚMERO MONOGRÁFICO
en sus artículos 87 y 88. Estos preceptos permiten, en suma, que «las cues-
tiones litigiosas de naturaleza jurídico-deportiva que puedan plantearse entre
deportistas, técnicos, jueces o árbitros, clubes deportivos, asociados, federa-
ciones deportivas españolas, ligas profesionales y demás partes interesadas
puedan ser resueltas mediante arbitraje en los términos y bajo las condiciones
de la legislación del Estado sobre la materia» (artículo 87).
En desarrollo de esta norma legal, el artículo 35 del Real Decreto 1835/1991,
de 20 de diciembre, sobre Federaciones Deportivas Españolas, delimita las
materias que no pueden ser objeto de arbitraje, a saber: las que se susciten
en relación con las funciones del Consejo Superior de Deportes; las que inci-
dan en el control de las sustancias y métodos prohibidos en el deporte y la
seguridad en la práctica del deportiva, las relacionadas con las subvenciones y
fondos públicos, y las propias de los arbitrajes laborales.
En cuanto al arbitraje deportivo internacional, el Tribunal Arbitral del Deporte,
según las letras A, b, 3, apartado segundo de sus estatutos, facilita «la solu-
ción arbitral de la controversia relacionadas con el deporte a través del arbitra-
je dirigido por colegios integrados por uno o tres miembros». Se diseña, pues,
un ámbito material muy amplio, que abarca prácticamente toda controversia
que tenga el deporte como punto de conexión.
B. La actividad del árbitro deportivo en sentido estricto o juez de la práctica
deportiva o del desarrollo del deporte de que se trate queda al margen del
arbitraje deportivo como medio de resolución de controversias jurídicas. Así lo
impone la naturaleza y características de los cometidos del árbitro deportivo
en sentido estricto11, entendiendo por tal «la persona que cuida de la aplica-
ción del reglamento deportivo o la que tiene por misión dirigir los encuentros
deportivos»12.
Por otro lado, en lo tocante al desarrollo del arbitraje deportivo amparado en la Ley del Deporte puede
consultarse el libro Derecho del Deporte, Tecnos, Madrid, 1992, páginas 359 y siguientes, del que soy
director y coautor.
11
En efecto, como escribe J. BERMEJO VERA, «Árbitros y jueces deportivos», Revista Española de
Derecho deportivo, número 4, Madrid, 1994, el árbitro «constituye jurídicamente una figura sui géneris en
el mundo del deporte, sin parangón alguno en el ordenamiento jurídico que tiene sus perfiles propios».
12
J. L. CARRETERO LESTÓN, «Los jueces y árbitros en el ordenamiento jurídico andaluz», Anuario
Andaluz de Derecho Deportivo, número III, ed. Signatura-Asociación Andaluza de Derecho Deportivo,
Sevilla, 2003, página 43.
Con carácter general sobre los jueces y árbitros deportivos en sentido estricto puede consultar a J. RO-
DRÍGUEZ TEN, Régimen jurídico del arbitraje deportivo, Bosch, Barcelona, 2010. Referencia a las defini-
ciones y características del árbitro deportivo en sentido estricto puede encontrarse en las páginas 37 y
siguientes de este libro.
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La mediación deportiva
13
Sobre este organismo arbitral que tanta importancia está cobrando en la resolución de controversias
jurídicas deportivas de carácter internacional puede consultarse, entre otros, a T.R. FERNÁNDEZ, «La
justicia deportiva internacional: el Tribunal Arbitral del Deporte», Revista Aranzadi de Derecho del Deporte
y Entrenamiento, número 27, 2009, páginas 17 y siguientes; K. LARUMBE BEAIN, «El procedimiento
arbitral ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS). Marco teórico. El procedimiento ordinario», Revista
jurídica del Deporte, número 18, 2006, y, por fin, J. de D. CRESPO PÉREZ, «La resolución de conflictos
mediante el arbitraje en el deporte», Revista General del Derecho, marzo, 1999, páginas 1771 y siguien-
tes.
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NÚMERO 29. ENERO DE 2013
ISSN: 2254-3805
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
EL ARBITRAJE DE CONSUMO
Lorenzo M. Bujosa Vadell
Catedrático de Derecho Procesal
Universidad de Salamanca
RESUMEN
Como una nueva vía de resolución de conflictos en materia de consumo, la
Ley 26/1984 esbozó el Sistema Arbitral de Consumo, que fue desarrollado
nueve años después por un Real Decreto. En 2008 una nueva regulación
de este procedimiento rápido, flexible y prácticamente gratuito perfeccionó
el Sistema, e introdujo destacadas novedades, como la posibilidad de arbi-
trajes por órganos unipersonales y arbitrajes electrónicos o colectivos. En
este artículo se analizan las novedades en el contexto sistemático de este
específico sistema arbitral.
Palabras clave: Derecho del consumo, arbitraje, procedimiento, Juntas
Arbitrales de Consumo, Oferta pública de sometimiento al arbitraje
ABSTRACT
As a new way to solve the consumer conflicts, the Law 26/1984 outlined the
Spanish Consumer Arbitration System, that was developed nine years later
by a governmental Decree. The regulation of a speedy, flexible and almost
free procedure was improved in 2008 by a new Decree that introduced a
possibility of arbitration by single organs, electronic and collective arbi-
trations. In this paper we analyze the latest new trends in the systematic
context of that specific arbitration system.
1 de 20
NÚMERO MONOGRÁFICO
SUMARIO
1. INTRODUCCIÓN.
2. REGULACIÓN
3. SUJETOS.
3.1. Organización del Sistema Arbitral de Consumo.
3.1.1. Juntas Arbitrales de Consumo.
3.1.2. Comisión de las Juntas Arbitrales de Consumo.
3.1.3. Consejo General del Sistema Arbitral de Consumo.
3.2. Órganos arbitrales.
3.3. Las partes.
4. OBJETO.
5. FORMALIZACIÓN DEL CONVENIO ARBITRAL.
5.1. Existencia de un convenio arbitral previo.
5.2. Formalización de un convenio arbitral específico.
5.3. Existencia de una oferta pública de adhesión al Sistema Arbitral de
Consumo.
6. PROCEDIMIENTO.
7. DECISIÓN: EL LAUDO ARBITRAL.
8. MEDIOS DE IMPUGNACIÓN.
9. MEDIDAS CAUTELARES.
10. ARBITRAJES DE CONSUMO ESPECIALES.
10.1. Arbitraje electrónico.
10.2. Arbitraje colectivo.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
1. INTRODUCCIÓN
Como ha declarado reiteradamente el Tribunal Constitucional, el arbitraje,
como medio heterónomo de arreglo de controversias, se fundamenta en la
autonomía de la voluntad y se vincula con la libertad como valor superior del
ordenamiento1. En este ámbito de libertad en el que se mueven la mayor parte
de las relaciones de consumo, bien pronto se optó en nuestro ordenamiento
por favorecer esta vía para «dotar a los consumidores y usuarios de un ins-
trumento legal de protección y defensa», sin que ello suplantara otras actua-
ciones y desarrollos normativos2.
A partir de la exigencia del artículo 51 CE de «procedimientos eficaces» a
través de los cuales los poderes públicos deben garantizar la defensa de los
consumidores y usuarios se ha llegado a la amplia regulación actual en la que
se complementan, por un lado, cauces jurisdiccionales en los que se aplican
ciertas y complejas especificidades3 y, por el otro, el Sistema Arbitral de Con-
sumo, que va a ser objeto de comentario en estas páginas4. Lejos quedan
algunos intentos de forzar la primacía de esta segunda vía por encima de la
primera, que fueron frenados rápidamente por el Tribunal Supremo5. Ahora el
prestigio del arbitraje de consumo se basa en sus virtudes propias, ensalzadas
incluso desde instancias europeas, que han buscado estimular la solución
extrajudicial de litigios de consumo de forma rápida y económica 6, dentro de
1
En términos más o menos literales vid. las SSTC 43/1988, 233/1988, 15/1989, 288/1993, 174/1995,
176/1996 y 9/2005.
2
Así se expresaba la Exposición de Motivos de la Ley 26/1984, General para la Defensa de los Consumi-
dores y Usuarios, que fue la que empezó a trazar los primeros rasgos de lo que años después sería el
Sistema Arbitral de Consumo.
3
Especialmente, las numerosas especialidades desperdigadas en la Ley de Enjuiciamiento Civil.
4
Sobre los caracteres del Sistema Arbitral de Consumo vid. ÁLVAREZ ALARCÓN, A., El Sistema Español
de Arbitraje de Consumo, Jerez de la Frontera, 1999, pp. 35-53.
5
El Real Decreto 287/1991, de 8 de marzo, condicionaba el beneficio de justicia gratuita para las asocia-
ciones de consumidores y usuarios a que estas pudieran acreditar haber intentado previamente la solución
de su reclamación por el Sistema Arbitral de Consumo. Pero la STS (Sala 3.ª) de 27 de mayo de 1993
entendió que esa exigencia recortaba en exceso la habilitación prevista en la Ley 26/1984.
6
Vid. el Libro verde de la Comisión, de 16 de noviembre de 1993, sobre el acceso de los consumidores a
la justicia y la solución de litigios en materia de consumo en el mercado único [COM (93) 576 final] y el
Plan de Acción sobre el acceso de los consumidores a la justicia y la solución de litigios en materia de
consumo en el Mercado interior de 14 de febrero de 1996 [COM (96) 13 final], en el que se examinaron los
procedimientos extrajudiciales en los Estados miembros, procurando su promoción selectiva, siempre que
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2. REGULACIÓN
El establecimiento de un sistema arbitral de consumo ha sido considerado
como materia constitucionalmente atribuida a la competencia exclusiva del
Estado8. Otra cosa es que las diversas administraciones públicas interesadas
puedan, a través de los correspondientes convenios específicos, acordar la
creación de determinadas instituciones arbitrales, como así ha ocurrido de
manera generalizada9.
En virtud de lo que indicaba la Disposición Adicional 4.ª de la Ley 26/1984, el
Gobierno, en el plazo de un año a partir de la entrada en vigor de esta Ley,
debía aprobar las normas apropiadas para la aplicación y el desarrollo de este
sistema arbitral específico. Como ocurre frecuentemente con este tipo de nor-
mas, transcurrió el plazo previsto sin que se aprobara el esperado desarrollo
reglamentario. Pero eso no fue obstáculo para que con carácter experimental
en el seno de algunas Oficinas Municipales de Información al Consumidor se
crearan algunas instituciones arbitrales, con el fin de comprobar los eventuales
problemas que pudieran surgir en la práctica. Bien es verdad que las normas
internas sobre organización y funcionamiento de estas instituciones respetaron
el esbozo del artículo 31 de la Ley 26/1984.
se respetaran ciertos criterios mínimos. Desde una perspectiva panorámica vid. también HODGES, C.;
BENÖHR, I.; CREUTZFELDT-BANDA, N., Consumer ADR in Eurooe. Civil Justice Systems, Oxford-
Portland (Oregón), 2012.
7
Se ha discutido acerca de la mejor traducción del término inglés «alternatives» y a pesar de no existir
unanimidad en la respuesta, entendemos que en realidad dependerá del procedimiento en concreto ante el
que nos encontremos y de su relación con la jurisdicción. Cabe apuntar no obstante que voces autori-
zadas, partiendo de algo tan elemental como las respectivas definiciones del Diccionario de la Real Aca-
demia, son partidarias de considerarlos sinónimos.
8
Vid. SSTC 15/1989, 62/1991 e, indirectamente, también la 31/2010 sobre el Estatuto de Cataluña, que
recuerda que el arbitraje ha sido considerado por el Alto Tribunal como un «equivalente jurisdiccional», a
diferencia de lo que ocurre con otros cauces extrajudiciales como la mediación o la conciliación.
9
Es en este sentido como puede entenderse el artículo 49.2 de la Ley Orgánica 6/2006, de 19 de julio, de
reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña: «Los poderes públicos deben garantizar la existencia de
instrumentos de mediación y arbitraje en materia de consumo, promoviendo su conocimiento y utilización,
y deben apoyar a las organizaciones de consumidores y usuarios. Los poderes públicos deben garantizar
la existencia de instrumentos de mediación y arbitraje en materia de consumo, promoviendo su conoci-
miento y utilización, y deben apoyar a las organizaciones de consumidores y usuarios».
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El arbitraje de consumo
En 1998 se promulgó una nueva Ley de Arbitraje, la Ley 36/1988, que procla-
mó su vocación de ser el «Derecho común» de todos los arbitrajes de Derecho
privado, a la vez que permitía la regulación específica de distintos arbitrajes
sectoriales, entre ellos expresamente el arbitraje de consumo. Esta Ley, dada
su relación de supletoriedad respecto a las normas de organización y funcio-
namiento aludidas, proporcionó de manera indirecta una regulación más com-
pleta al sistema arbitral de consumo.
Fue finalmente en 1993 cuando el Consejo de Ministros aprobó el Real Decre-
to núm. 636, por el que se reguló por primera vez el Sistema Arbitral de Con-
sumo, y en su artículo primero se remitió subsidiariamente a la Ley de Arbitra-
je. No obstante, debe tenerse en cuenta que la Ley de 1988 fue derogada por
la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, sobre la misma materia (en adelante, LA).
Por su parte, la Disposición Final 6.ª de la Ley 44/2006, de 29 de noviembre,
de mejora de la protección de los consumidores y usuarios, recogía el manda-
to dirigido al Gobierno de que en el plazo de un año, contando con el parecer
de las CC.AA. y con audiencia del Consejo de Consumidores y Usuarios, se
dictara una nueva regulación sobre el arbitraje de consumo, previendo tam-
bién el arbitraje virtual. A su vez, el Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de
noviembre, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley General de
Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias
(TRLGDCU), recogió en sus artículos 57 y 58 la regulación básica sobre esta
materia, en la línea de lo ya dispuesto en la Ley 24/1984.
Precisamente el apartado primero del artículo 58 del mencionado Real Decre-
to Legislativo dispuso que «La organización, gestión y administración del SAC
y el procedimiento de los conflictos, se establecerá reglamentariamente por el
Gobierno…». Y así se aprobó finalmente el vigente Real Decreto 231/2008, de
15 de febrero (en adelante, RDSAC), que define el sistema arbitral de consu-
mo como el arbitraje institucional de resolución extrajudicial, de carácter vincu-
lante y ejecutivo para ambas partes, de los conflictos surgidos entre los con-
sumidores o usuarios y las empresas o profesionales en relación a los dere-
chos legal o contractualmente reconocidos al consumidor. Se trata, por tanto,
de un arbitraje institucional especializado.
3. SUJETOS
La complejidad del Sistema Arbitral que estamos analizando es grande cuan-
do se trata de examinar los sujetos que intervienen en él, todavía más desde
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10
A día 14 de octubre de 2012, conforme a la página web del Instituto Nacional de Consumo
(<http://www.consumo-inc.gob.es/arbitraje/organo.htm>), además de la Junta Arbitral Nacional, existen die-
ciocho Juntas Arbitrales Autonómicas, diez provinciales, dos de mancomunidades de municipios y 40
municipales.
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El arbitraje de consumo
11
Su composición es la siguiente: será presidida por el Presidente de la Junta Arbitral Nacional y la inte-
gran además dos vocales designados por el Consejo General del Sistema Arbitral de Consumo entre los
presidentes de Juntas Arbitrales, y estará asistida por dos árbitros designados también por el Consejo
General.
12
Se integra por el Presidente de Instituto, que a su vez presidirá el Consejo, el Director del Intituto será su
vicepresidente y además como consejeros habrá numerosos representantes de la Administración General
del Estado, de las Juntas Arbitrales y de las organizaciones sociales (artículo 13 RDSAC).
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lución de los conflictos planteados a través de una decisión que, una vez fir-
me, produce efectos de cosa juzgada (art. 43 LA).
La designación se produce ad hoc por el presidente de la Junta Arbitral de
Consumo competente13 por turno entre el personal acreditado para participar
en el Sistema Arbitral, y que integra la lista de árbitros propuestos sectorial-
mente. Estarán asistidos por un secretario arbitral (art. 18.2 RDSAC).
Otra de las novedades de la regulación de 2008 ha sido la introducción de la
posibilidad de que los órganos arbitrales se constituyan o bien de la manera
tradicional, de manera colegiada, o bien, para facilitar las cosas, como órga-
nos arbitrales unipersonales en algunos casos.
Podrán constituirse estos órganos unipersonales cuando las partes así lo
acuerden, o cuando lo estime el presidente de la Junta Arbitral, siempre que la
cuantía de la controversia sea inferior a 300 euros y que la falta de compleji-
dad del asunto así lo aconseje. El árbitro será designado de entre los propues-
tos por la Administración, salvo que las partes acuerden por razones de espe-
cialidad designar otro árbitro acreditado. Si alguna de las partes se opusiera
no queda otra opción que constituir un órgano colegiado.
Por su parte, los órganos arbitrales colegiados tendrán la integración tripartita
que ya aparecía en la Ley 26/1984: tres árbitros acreditados de entre los pro-
puestos por la Administración, las asociaciones de consumidores y usuarios y
las organizaciones empresariales y profesionales. Actuarán de forma colegia-
da, siendo presidente el árbitro propuesto por la Administración, salvo que las
partes acuerden la designación de otro distinto por razones de especialidad o
cuando la reclamación se dirija contra una entidad pública vinculada con la
Administración a la que esté inscrita la Junta Arbitral.
Por la aplicación de esta modalidad específica de nombramiento, no serán de
aplicación al Sistema Arbitral de Consumo las normas de designación judicial
de los árbitros contenidas en la legislación ordinaria (LA). Ahora, además, ya
no hay remisión a la regulación ordinaria de la abstención y recusación de los
árbitros de la Ley de Arbitraje, sino que el artículo 22 RDSAC contiene una
regulación específica. Debe, por último, subrayarse la posibilidad de que el
presidente de la Junta Arbitral de Consumo (JAC) retire la acreditación de
algún árbitro cuando deje de reunir los requisitos exigidos (art. 17 RDSAC).
13
Para conocer de las solicitudes individuales de arbitraje de consumo será competente, en primer lugar,
la Junta Arbitral a la que las partes, de común acuerdo, se hayan sometido. En defecto de acuerdo, será
competente la Junta Arbitral territorial del lugar donde tenga su domicilio el consumidor. Pero si aplicando
este criterio hubiera varias, será competente la de inferior ámbito territorial. Si hay una limitación territorial
en la oferta pública de adhesión al Sistema, será competente la Junta a la que justamente se haya adheri-
do la empresa o profesional y, si son varias, la que elija el consumidor (art. 8 RDSAC).
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
El arbitraje de consumo
4. OBJETO
El Tribunal Constitucional, ya en un auto de 20 de julio de 1993, señaló que
«el arbitraje sólo llega hasta donde alcanza la libertad, que es su fundamento
y motor. Por ello quedan extramuros de su ámbito aquellas cuestiones sobre
las cuales los interesados carezcan de poder de disposición». El artículo 31 de
la Ley 26/1984 estableció ya una primera configuración de estos arbitrajes,
pues aludía al establecimiento de un sistema arbitral que atendiera y resolvie-
ra con carácter vinculante y ejecutivo para ambas partes las quejas o reclama-
ciones. Ahora el artículo 57.1 TRLGDCU alude a «reclamaciones de los con-
sumidores o usuarios» y, conforme al artículo 1.2 RDSAC, se refiere a conflic-
tos surgidos entre los consumidores o usuarios y las empresas o profesionales
en relación a los derechos legal o contractualmente reconocidos al consumi-
dor. Por tanto se trata de un arbitraje especializado por razón de la materia,
dirigido a atender y resolver las peticiones que los consumidores planteen en
el marco de una relación de consumo, en tanto no se encuentren excluidas.
14
FIDALGO LÓPEZ, A., «El arbitraje de consumo. Análisis del Real Decreto 231/2008», Actualidad Civil,
núm. 13, quincena del 1 al 15 de julio de 2009, p. 1496, t. 2, resalta que «Una de las novedades más
importantes y beneficiosas de la norma es que se prevé, expresamente, la posibilidad de reconvención por
el reclamado, así como la ampliación de la reclamación».
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15
La SAP de Asturias de 29 de septiembre de 1993 anuló un laudo arbitral dictado respecto a los billetes
de los autobuses urbanos de Oviedo, por considerar que su fijación no dependía de la empresa, ni de los
usuarios, sino de las autoridades públicas del municipio y de la Comunidad Autónoma.
16
La SAP de Navarra de 24 de diciembre de 1996 se refería ya justamente a una línea jurisprudencial que
predicaba una hermenéutica espiritualista conforme a la cual los árbitros no deben interpretar restrictiva-
mente el contenido de los convenios arbitrales, sino teniendo en cuenta su conjunto, el completo examen
de la relación controvertida.
17
El TC en su sentencia 174/1995 resaltó precisamente que «La autonomía de la voluntad de las partes —
de todas las partes— constituye la esencia y el fundamento de la institución arbitral, por cuanto que el
arbitraje conlleva la exclusión de la vía judicial. Por tanto, resulta contrario a la Constitución que la Ley
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El arbitraje de consumo
suprima o prescinda de la voluntad de una de las partes para someter la controversia al arbitraje de la
Junta (…). La primera nota del derecho a la tutela consiste en la libre facultad que tiene el demandante
para incoar el proceso y someter al demandado a los efectos del mismo. Quebranta, por tanto, la esencia
misma de la tutela judicial tener que contar con el consentimiento de la parte contraria para ejercer ante un
órgano judicial una pretensión frente a ella». Vid. también la STC 136/2010 sobre la voluntad de las partes
del convenio arbitral y el derecho a la tutela judicial efectiva.
18
Sobre la posibilidad de cláusulas abusivas son de gran interés las SSTJUE de 27 de junio de 2000 y de
21 de noviembre de 2002, cuando afirman que «la facultad del Juez para examinar de oficio el carácter
abusivo de una cláusula constituye un medio idóneo tanto para alcanzar el resultado señalado por el
artículo 6 de la Directiva —impedir que el consumidor individual quede vinculado por una cláusula abusi-
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va—, como para ayudar a que se logre el objetivo contemplado en su artículo 7, ya que dicho examen
puede ejercer un efecto disuasorio que contribuya a poner fin a la utilización de cláusulas abusivas en los
contratos celebrados por un profesional con los consumidores», concluyendo que la protección que la
Directiva 93/13/CEE del Consejo de 5 de abril de 1993, sobre las cláusulas abusivas en los contratos
celebrados con consumidores, otorga a éstos «implica que el Juez nacional pueda apreciar de oficio el
carácter abusivo de una cláusula del contrato que le haya sido sometido cuando examine la admisibilidad
de una demanda presentada ante los órganos jurisdiccionales nacionales. Y que al aplicar las disposicio-
nes de Derecho nacional anteriores o posteriores a la mencionada Directiva, el órgano jurisdiccional
nacional debe interpretarlas, en toda la medida de lo posible, a la luz del tenor literal y de la finalidad de
dicha Directiva. La exigencia de interpretación conforme requiere en particular que el Juez nacional dé
preferencia a aquella que le permita negarse de oficio a asumir una competencia que le haya sido atribuida
en virtud de una cláusula abusiva».
19
Sobre la mediación de consumo, vid. CAPDEVILA I NOGUÉ, M., «Mediació en matèria de consum», El
arbitraje de consumo (ed. C.E. FLORENSA I TOMÀS), Valencia, 2004, pp. 121-132.
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El arbitraje de consumo
6. PROCEDIMIENTO
La Recomendación de la Comisión Europea de 30 de marzo de 1998
(98/257/CE)22 fijó los principios aplicables a los órganos responsables de la
solución extrajudicial de los litigios en materia de consumo: independencia,
transparencia, contradicción, eficacia, legalidad, libertad y posibilidad de re-
presentación.
20
La SAP de Guadalajara de 12 de febrero de 2003 señaló que los cambios de titularidad de una empresa
no podrán oponerse frente a terceros de buena fe si se sigue ostentando un nombre comercial que figura
como adherido al sistema arbitral.
21
Como señala BONACHERA VILLEGAS, R., Los arbitrajes especiales, Cizur Menor, 2010, p. 126, esta
regulación pretende atajar la abundancia de ofertas limitadas bajo la vigencia del Real Decreto anterior.
22
DO L 115, de 17 de abril de 1998.
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23
Más de la mitad de las reclamaciones que atiende el sistema arbitral de consumo se refieren a proble-
mas en relación con las dificultades probatorias; en ese ámbito vid. ALONSO FRANCO, F., «Valoración y
carga de la prueba en el ámbito de la telefonía», El arbitraje de consumo (ed. C.E. FLORENSA I TOMÀS),
Valencia, 2004, pp. 173-180.
24
Conforme al artículo 37.2.II LA: «La expiración del plazo sin que se haya dictado laudo definitivo deter-
minará la terminación de las actuaciones arbitrales y el cese de los árbitros. No obstante, no afectará a la
eficacia del convenio arbitral, sin perjuicio de la responsabilidad en que hayan podido incurrir los árbitros».
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25
La SAP de Zaragoza de 22 de noviembre de 2002 estimó que no hay motivación si el laudo se limita a
reseñar las alegaciones formuladas por la parte reclamante y por la reclamada, así como a efectuar una
sucinta relación de las pruebas practicadas.
26
Flexibilidad que tiene sus límites, como nos muestra la SAP de Madrid de 20 de enero de 2012: «resulta
palmario que lo decidido en el citado laudo excede de lo que en el escrito inicial del procedimiento arbitral
se solicitaba por la reclamante y que, según se ha expuesto, se limitaba a reclamar la devolución del
importe cobrado indebidamente que se fijaba en 852,04 €. Ello comporta un caso de incongruencia, apre-
ciable de oficio, que merece ser rectificada mediante la presente resolución acogiendo la petición subsidia-
ria formulada por la empresa que acciona, esto es, limitando su condena a abonar a la contraparte la
cantidad de 852,04 €, en lugar de los 3.200 € que se recogen en el reiterado laudo, dejando sin efecto los
restantes pronunciamientos del mismo, al tenor de lo dispuesto en el artículo 41.3 de la Ley de Arbitraje de
23 de diciembre de 2003».
27
CALVO SÁNCHEZ, M.C., «El proceso y sus alternativas: El procedimiento arbitral», Cuadernos de
Derecho Judicial (Arbitraje, Mediación y Conciliación), Madrid, 1996, p. 231; en este sentido, afirma que es
necesario «el brazo secular del Juez para dotar de eficacia al Laudo mediante la adición o estrambote de
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
El arbitraje de consumo
8. MEDIOS DE IMPUGNACIÓN
La existencia de un convenio arbitral no supone una renuncia completa del
derecho a la tutela judicial efectiva, por ello se prevé en la legislación ordinaria
de arbitraje la posibilidad limitada de anulación del laudo28. La Ley 60/2003
resuelve problemas de naturaleza jurídica, pues antes se denominaba de ma-
nera muy discutible «recurso de anulación», mientras ahora aparece más claro
que estamos ante un proceso de impugnación de la validez de laudo29, siem-
pre por motivos tasados, enumerados en el artículo 41 LA:
1. Convenio arbitral inexistente o inválido.
2. Falta de notificación a la parte de la designación de un árbitro o de
las actuaciones arbitrales o imposibilidad de hacer valer sus dere-
chos por cualquier otra razón.
3. Resolución de cuestiones no sometidas a su decisión.
4. Designación o procedimiento no ajustado al acuerdo de las partes
o, a falta de acuerdo, no ajustado a la LA.
5. Resolución de cuestiones excluidas del arbitraje.
6. Laudo contrario al orden público30.
una decisión judicial que ordene su cumplimiento en una fase netamente procesal, en un proceso de
ejecución, porque sólo a los jueces les corresponde hacer ejecutar lo juzgado». En este sentido se han
suscitado dudas acerca del alcance del control que en fase de ejecución puede realizar el órgano jurisdic-
cional competente; sobre ese debate vid. el auto de la AP de Madrid de 3 de septiembre de 2008, y espe-
cialmente el Auto del TJUE, Sala Octava, de 16 de noviembre de 2010.
28
El TC se ha pronunciado en su sentencia 9/2005 acerca de la imposibilidad de intervenir en el control del
procedimiento arbitral: «aquello que, por voluntad expresa de las partes, se defiere al ámbito del proceso
arbitral, por esa misma voluntad expresa de las partes queda sustraído al conocimiento del Tribunal Cons-
titucional» (STC 176/1996, de 11 de noviembre, FJ 1) a través de un recurso de amparo en el que se
invoquen las garantías del art. 24 CE, cuyas exigencias se dirigen, en principio, a la actividad jurisdiccional
estatal (véanse, también, los AATC 701/1988, de 6 de junio, FJ 1; y 179/1991, de 17 de junio, FJ 2) y que,
con respecto al arbitraje, sólo proyecta sus garantías con el carácter de derechos fundamentales a aque-
llas fases del procedimiento arbitral y a aquellas actuaciones para las cuales la ley prevé la intervención
jurisdiccional de los órganos judiciales del Estado, entre las más relevantes, la formalización judicial del
arbitraje (en esta fase se situó el conflicto que dio lugar, por ejemplo, a la STC 233/1988, de diciembre, el
recurso o acción de anulación y la ejecución forzosa del laudo.
29
Como claramente afirma la SAP de Asturias de 29 de diciembre de 2008: «En relación a la anulación del
laudo debe decirse, con carácter general, que la doctrina jurisprudencial es constante al establecer el
carácter limitado y por tanto de interpretación estricta de esa vía impugnatoria, que en caso alguno puede
ser equiparado a una segunda instancia o a un recurso de apelación. De hecho la propia exposición de
motivos de la LA establece esta diferencia: “Respecto de la anulación, se evita la expresión ‘recurso’, por
resultar técnicamente incorrecta. Lo que se inicia con la acción de anulación es un proceso de impugna-
ción de la validez del laudo. Se sigue partiendo de la base de que los motivos de anulación del laudo han
de ser tasados y no han de permitir, como regla general, una revisión del fondo de la decisión de los
árbitros”».
30
En este sentido la SAP de Barcelona de 9 de febrero de 2012 recuerda qué debe entenderse por orden
público: «El concepto de orden público en nuestro derecho, como ya exponíamos en resoluciones anterio-
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9. MEDIDAS CAUTELARES
Los presupuestos que justifican en el proceso la adopción de medidas cautela-
res son plenamente aplicables también al arbitraje. Como recordaremos en el
punto siguiente los efectos del laudo firme son idénticos a los de la sentencia
firme, por ello es razonable que quien acuda a cualquier procedimiento arbitral
pueda proteger anticipadamente sus intereses a través de la aplicación de
este tipo de medidas, obviamente cuando esté suficientemente justificado.
A pesar de estas consideraciones que estimamos evidentes, no siempre ha
sido clara la necesidad de medidas cautelares en el arbitraje. La Ley 36/1988
las preveía sólo una vez interpuesta la anulación del laudo y durante su trami-
tación. Por su parte, la Ley 1/2000, de Enjuiciamiento Civil, previó la solicitud
por quien acreditara ser parte de un proceso arbitral pendiente en España,
quien hubiera pedido la formalización judicial del arbitraje o, en el caso de
arbitrajes institucionales, quien hubiera presentado la debida solicitud o encar-
res, no coincide con el que impera en derecho comparado que se sitúa en la infracción de las normas
imperativas que atañen a los principios de la vida estatal o económica, o que han sido promulgadas para
fines de política estatal, social o económica o, aún en la infracción grave de la equidad, en el fraude,
engaño, falta de imparcialidad u honestidad y en las irregularidades del procedimiento arbitral, en la pre-
servación del interés general frente al particular o en el interés esencial del Estado o de la colectividad. En
nuestro sistema legal, la vulneración de la infracción del orden público como motivo de anulación se sitúa
esencialmente en el plano de la vulneración de los derechos fundamentales reconocidos en la Constitu-
ción, siguiendo la doctrina constitucional».
31
La SAP de Valencia de 5 de abril de 2003 decía en este sentido que «la función del recurso de nulidad
no es corregir las deficiencias en la decisión de los árbitros, ni interferir en el proceso de su elaboración,
creando dificultades al móvil de paz y equidad que preside el arbitraje privado, desnaturalizando de sus
características esenciales de sencillez y confianza pues lo contrario significaría un total examen del fondo
del asunto, que la especial naturaleza de este recurso extraordinario no consiente». Como hemos señala-
do en el texto, no estamos de acuerdo con entender que la anulación del laudo es, ni antes ni ahora, un
recurso extraordinario, a pesar del nomen iuris utilizado por la norma.
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El arbitraje de consumo
32
Resolución del Consejo de 25 de mayo del 2000, relativa a una red a comunitaria de órganos nacionales
encargados de la solución extrajudicial de litigios de consumo [DO C 155, de 6 de junio de 2000].
33
Sobre el arbitraje de consumo electrónico vid. más ampliamente ANDREU SÁNCHEZ, E., CANDELA
QUINTANILLA, R.M. y MENÉNDEZ, A., «El arbitraje electrónico», Práctica de Tribunales, núm. 62, julio-
agosto, 2009, y ODEÑANA GEZURAGA, I., «El arbitraje de consumo electrónico... eficaz gracias a la
jurisdicción», Diario La Ley, núm. 7243, 17 de septiembre de 2009.
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34
Vid. más ampliamente MARCOS FRANCISCO, D., El arbitraje de consumo y sus nuevos retos, Valen-
cia, 2010, pp. 255-290.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
RESUMEN
La materia objeto de examen en el presente trabajo es novedosa y se en-
cuentra en fase embrionaria. Estamos ante una institución que carece de
implantación en el orden jurisdiccional contencioso-administrativo. Care-
cemos de cultura de mediación, no estamos concienciados sobre los bene-
ficios de la misma, ni sobre la bondad de tal medida, y la observamos, en
no pocas ocasiones, con recelos y desconfianza por la dificultad de encajar
la misma en este ámbito jurisdiccional, por lo que las anotaciones que
aquí se contienen, pueden servir para reflexionar si en el momento actual,
ante el fenómeno del aumento de litigiosidad, la masificación de recursos
que soportan nuestros Juzgados y Tribunales y la demora en el dictado de
decisiones judiciales, la mediación— como método alternativo de resolu-
ción o gestión de conflictos —puede presentarse como una solución eficaz
y ágil, que pueda aliviar la situación de sobrecarga de nuestros órganos
jurisdiccionales y contribuir a disminuir la litigiosidad. Ciertamente, la
mediación no es una panacea, ni una solución a los problemas que ac-
tualmente plantea nuestra Administración de Justicia, pero puede coadyu-
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NÚMERO MONOGRÁFICO
ABSTRACT
The subject matter of this article is innovative and is in an embryonary
phase. Mediation has yet to find its place and use within the administrative
process. Indeed, we lack the concept of mediation, we do not aware of its
benefits and we are not convinced of its generosity as a usuful resource in
our legal system, observing this institution, more often than not, with cer-
tain misgivings, perhaps, with distrust for the difficulties to find a suitable
place in the framework of the administrative process.
Hence the annotations to be found here serving to timely reflect, face with
case overload, the general tendency to resort to judicial resolution that
courts must withstand and the necessary delays to be, therefore, in judicial
pronouncement, mediation –as alternative to dispute resolution or as a
way to manage conflicts— may appear as an effective and agile tool to
alleviate the overload of courts and to diminish the traditional litigation.
Undoubtedly mediation is not panacea and it is not a solution to the prob-
lems facing our legal system, but rather can contribute actively to it by
offering citizens additional alternatives, often better, to solve pending con-
flicts.
Key words: Mediation, intrajudicial, jurisdiction, contentious-admin-
istrative.
SUMARIO
1. INTRODUCCIÓN
2. CONCEPTO Y DIFERENCIACIÓN CON FIGURAS AFINES.
3. MARCO LEGAL.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
Abreviaturas
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NÚMERO MONOGRÁFICO
1. INTRODUCCIÓN
El fenómeno del incremento de la litigiosidad, especialmente, en el ámbito
contencioso-administrativo, no es un hecho aislado que se produce únicamente
en nuestro país, sino que lo padecen también la mayoría de los países de
nuestro entorno1.
Dentro del esfuerzo por asegurar el respeto a unos plazos razonables para la
resolución de los litigios y, al mismo tiempo, por deflacionar la carga que en los
últimos años pesa sobre los Juzgados y Tribunales, se vienen proponiendo una
serie de técnicas o remedios que agrupados bajo el acrónimo ADR (Alternative
Dispute Resolution) surgen en la experiencia jurídica de los Estados Unidos y
que en la actualidad encuentran eco tanto a nivel de la Comunidad Europea,
como del Consejo de Europa.
La idea básica de estos medios alternativos descansa en proporcionar de una
mayor flexibilidad al procedimiento contencioso-administrativo, prescindiendo
de formalidades, solemnidades y trámites predeterminados legalmente. Se trata
de fórmulas que permiten encontrar soluciones consensuadas mediante una
percepción más directa de los intereses concretos que subyacen detrás de las
posiciones jurídicas de las partes en conflicto.
En el espíritu de estos medios se reflejan de alguna manera los postulados de
la filosofía de la denominada «justicia alternativa», esto es, aquella concepción
conforme a la cual los conflictos jurídicos, sea cual sea su índole, pueden ser
compuestos y resueltos a través de una “perspectiva consensual”, mediante un
acuerdo alcanzado entre las partes, como consecuencia de un proceso de
acercamiento conducido, facilitado o auxiliado por un «tercero» que no obstan-
te, no impone solución alguna, sino que se esfuerza y trabaja con las partes
acercando posiciones, para que finalmente sean éstas quienes alcancen de
modo consensuado una solución que ponga fin al conflicto.
Esta filosofía de resolución de conflictos choca con la concepción tradicional del
proceso que descansa en una decisión impuesta por un «tercero» (el Juez) con
vencedores y vencidos, y a su vez enlaza con una tendencia que está atrave-
sando todo el Derecho Administrativo, según la cual, frente a la lógica de la
decisión de otro, puede contraponerse la lógica fundamental del diálogo.
1
VIVES DE LA CORTADA FERRER CALBTÓ, Joaquín, «Propuestas para la reforma de la jurisdicción
contencioso- administrativa», Cuadernos Digitales de Formación 18-2009 del CGPJ.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
2
MEJÍAS GÓMEZ, Juan Francisco, «Antecedentes, conceptos y fundamentos básicos», La Mediación
Penal, Cuadernos Digitales de Formación 55-2009 del CGPJ.
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NÚMERO MONOGRÁFICO
confluir en un interés común satisfactorio para ambas y que, por tanto, están
dispuestas a cumplir voluntariamente.
La mediación se configura así como un sistema de resolución de conflictos, de
los denominados autocompositivos, al igual que la transacción y la conciliación,
frente a sistemas heterocompositivos, como el arbitraje, resultando interesante
diferenciar y deslindar brevemente tales figuras.
2.1. Transacción. Es una técnica amigable de resolución de conflictos en el que
el acuerdo se alcanza tras concesiones recíprocas de las partes, como medio
para poner fin a la situación controvertida. La solución del conflicto viene dada
por las propias partes, sin la intervención de ningún tercero que favorezca o
facilite el acuerdo, a diferencia de lo que acontece con la mediación.
2.2. Conciliación. Interviene un tercero, pero la diferencia esencial radica en el
«papel» del tercero. Mientras en la conciliación adopta una posición diríamos
pasiva, al limitarse a acercar a las partes, situándolas en un plano de negocia-
ción, sin embargo, en la mediación su intervención es más activa, intensa y
facilitadora, por cuanto el mediador contribuye activamente a la resolución del
conflicto, concretando posiciones, favoreciendo el acercamiento de las partes e
incluso proponiendo acuerdos, lo que no es predicable de la conciliación.
2.3. Arbitraje. Se trata de un sistema heterocompositivo en el que las partes
someten la decisión del conflicto a una tercera persona —árbitro— o a órganos
o entidades que no forman parte del poder judicial, cuya decisión (laudo) tiene
fuerza vinculante y eficacia equivalente a la fuerza de cosa juzgada, sin perjui-
cio de que sea admisible someter su validez o nulidad, exclusivamente por
motivos tasados, al pronunciamiento de los Tribunales. Desde esta perspectiva,
el arbitraje se convierte en un «equivalente jurisdiccional».
2.4. Premediación. Constituye una fase previa a la mediación propiamente
dicha. Se trata de una actividad propia de los jueces cuando exhortan o derivan
a las partes dentro de un procedimiento judicial a hacer uso de la mediación,
como sistema alternativo y complementario de resolución del litigio, con posibi-
lidad de suspender el curso del proceso, en tanto las partes acuden a media-
ción y tratan de conseguir un acuerdo que ponga fin a la controversia. En estos
casos, el juez del proceso no es el mediador, sino el ordenante de que el litigio
sea sometido a mediación y será el mediador, como tercero ajeno a la contro-
versia, partiendo de una posición neutral, el que ayudará a las partes a aproxi-
mar posiciones e incluso a proponer acuerdos, sin perjuicio de que la solución
del conflicto no sea decidida ni impuesta a las partes por el mediador.
Entre las diversas clases de mediación de las que se hace eco la doctrina:
pura, asesorada, en equipo, extrajudicial e intrajudicial, el presente trabajo se
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
centra en esta última, esto es, la que se desarrolla dentro del ámbito judicial,
conectada a un proceso y con origen en el mismo, ya sea a iniciativa de las
partes litigantes, o bien por derivación del órgano jurisdiccional.
3. MARCO LEGAL
3.1. Como instituto inspirador hemos de partir de la Directiva 2008/52/CE del
Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de mayo de 2008 (DOUE 24-5-2008)
sobre ciertos aspectos de la mediación en asuntos civiles y mercantiles, que a
los meros efectos que ahora nos ocupan, contiene previsiones que pueden ser
extrapoladas al proceso contencioso-administrativo, como se ha efectuado ya
en el ámbito de la jurisdicción social, a través del Protocolo de mediación intra-
judicial en la jurisdicción social, cuyo objetivo es dar a conocer la experiencia
piloto a desarrollar en el Juzgado Social N.º 3 de Bilbao en orden a introducir la
mediación en el ámbito de la jurisdicción social, partiendo de la iniciativa del
Consejo General del Poder Judicial, con el apoyo del Gobierno Vasco y la cola-
boración del Consejo de Relaciones Laborales, debiendo recordarse al efecto,
que como previene la Consideración (8) aunque «las disposiciones de la pre-
sente directiva solo se refieren a los procedimientos de mediación en litigios
transfronterizos, nada debe impedir que los estados miembros apliquen dichas
disposiciones también a procedimientos de mediación de carácter nacional».
En la misma línea y a instancias del CGPJ, y más en concreto de la Vocalía
Delegada para la Mediación, se constituyó en julio de 2011 en el seno de pro-
pio Consejo, un Grupo de Trabajo para el estudio de la implantación de un
proyecto de mediación en la jurisdicción contencioso-administrativa, elaborán-
dose un Protocolo de Actuación, al que posteriormente me referiré, como paso
previo a la puesta en marcha de un proyecto piloto a desarrollar en los órganos
judiciales y tribunales del ámbito de la jurisdicción contencioso-administrativa.
Volviendo al marco legal y a efectos de la Directiva citada, en concreto en su
artículo 3 del que podemos partir como instituto inspirador se entiende por:
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hemos de olvidar que las fórmulas transaccionales para poner fin a una contro-
versia y resolver conflictos con técnicas alternativas al recurso de alzada, están
también generalmente reconocidas en el actuar en las Administraciones Públi-
cas, sin perjuicio de que a tenor de la Disposición Adicional Segunda de la Ley
4/1999, el Gobierno debía haber elaborado y remitido al Congreso de los Dipu-
tados antes del 14 de octubre del año 2000, uno o varios Anteproyectos de Ley
que regularan los procedimientos de impugnación, reclamación, conciliación,
mediación y arbitraje sustitutivos de los recursos de alzada y de reposición,
compromiso que no ha sido cumplido.
3.3. En último término, en este marco legal, no hemos de olvidar que la regula-
ción específica de nuestra Ley Jurisdiccional ha de complementarse con la
prevenida en la Ley de Enjuiciamiento Civil (que resulta aplicable a la presente
jurisdicción supletoriamente en virtud de lo preceptuado en la Disposición Final
Primera de la LRJCA) que en el reformado artículo 19 incluye, entre las faculta-
des procesales de las partes, el derecho de disposición de los litigantes sobre
el proceso, con singular referencia a la transacción judicial y la mediación en el
apartado 2, refiriéndose asimismo a la suspensión del proceso en el apartado
4, que será acordada por el Secretario judicial mediante Decreto siempre que
no perjudique el interés general o a tercero, disponiendo que el plazo de la
suspensión no supere los 60 días.
Asimismo, cabe destacar que el apartado 3 del artículo 19 de la LEC previene
que los actos a que se refieren los apartados anteriores, entre los que se inclu-
ye la transacción, podrán realizarse, en cualquier momento de la primera ins-
tancia o de los recursos o de la ejecución de sentencia, a diferencia de lo pre-
ceptuado en el artículo 77 de la LRJCA que circunscribe temporalmente la
transacción judicial enmarcada en un incidente de conciliación judicial, al trámi-
te posterior de formulación de demanda y contestación, sin perjuicio de admitir
el acuerdo que se alcance posteriormente, siempre que tenga lugar en cual-
quier momento anterior al día en que el pleito haya sido declarado concluso
para sentencia.
No obstante, es de significar que esa regulación contenida en la LEC resulta
aplicable al proceso contencioso-administrativo y, por tanto, tales actos de
disposición podrán tener lugar en cualquier momento de la instancia o recursos
y en ejecución de sentencia, debiendo destacarse al efecto el Auto del T.S. de
13 de febrero de 2008 (recurso 2523/2005) en el que aplicando el artículo 19.3
de la LEC se afirma que las partes pueden transigir sobre el objeto del recurso
en cualquier momento de la primera instancia o en los recursos, cual es el
caso, admitiendo igualmente que las partes puedan solicitar la suspensión del
proceso en cualquier momento, incluso en fase de recurso de casación, sus-
pendiendo por ello el curso del recurso por plazo de 60 días, habiéndose admi-
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3
MASUCCI, Alfonso, «El procedimiento de mediación como medio alternativo de resolución de litigios en el
Derecho Administrativo, esbozo de las experiencias francesa, alemana e inglesa», Revista de Administra-
ción Pública, número 178, enero-abril 2009, Madrid.
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4.3. ALEMANIA
Aunque parezca sorprendente en los Tribunales de lo Contencioso de Munich,
el 90% de los asuntos contenciosos referidos a cuestiones tributarias y urbanís-
ticas se resuelven por mediación, es decir, que una vez iniciado el proceso, la
Administración y el ciudadano o persona jurídica en conflicto, alcanzan un
acuerdo que pone fin al proceso en porcentajes muy elevados.
Puede acudirse a mediación cuando estén en juego el ejercicio de actividades
administrativas discrecionales y, también, en algunas ocasiones, cuando se
trate de potestades regladas.
En la experiencia alemana, coexisten dos modelos:
a) Mediación en sentido estricto, en el que el mediador es un tercero que
se caracteriza por su imparcialidad, carece de potestades decisorias y su
función principal es la de allanar las diferencias entre las partes que sur-
jan en el curso de la negociación. La labor del mediador no exige el ejer-
4
MASUCCI, Alfonso, «El procedimiento de mediación como medio alternativo de resolución de litigios en el
Derecho Administrativo, esbozo de las experiencias francesa, alemana e inglesa», Revista de Administra-
ción Pública, número 178, enero-abril 2009, Madrid.
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MOYA MEYER, Helmuth, «La conciliación en el orden jurisdiccional contencioso-administrativo. Los juicios
provisionales», Revista del Poder Judicial, número publicación: 74, año 2004.
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ROJAS POZO, Casiano, «La mediación intrajudicial en la jurisdicción contencioso-administrativa», Estu-
dios de Derecho Judicial del CGPJ, número publicación: 154, año 2009.
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Llegados a este punto, cabe preguntarse si el juez encargado del proceso judi-
cial es la persona más idónea para llevar a cabo la mediación intrajudicial. En
principio, parece que no, porque una de las claves del éxito de esta institución
está en el respeto a la confidencialidad y la tendencia natural de las partes será
la de desconfiar de un mediador a quien también se encomienda la tarea de
resolver de manera imperativa tal conflicto. Téngase en cuenta que si la media-
ción no soluciona la controversia, el mismo juez habrá de resolver, y si no ha
sido muy escrupuloso en el proceso de mediación, puede verse seriamente
afectada su apariencia de imparcialidad.
Desde esta perspectiva, no parece apropiado que sea el juez del proceso el
que lleve a cabo personalmente el proceso de mediación, sin perjuicio de que
el juez pueda invitar a las partes, por derivación voluntaria al uso de este siste-
ma de resolución de conflictos, lo que se enmarca dentro de lo que se viene
denominando actividad premediadora, esto es, en la fase previa a la mediación,
poniendo en disposición favorable a las partes en conflicto para que el litigio se
resuelva por el uso de medios pacíficos y consensuados.
Los inconvenientes de la mediación intrajudicial practicada por el propio juez
que conoce del proceso pueden ser evitados, si la mediación se encomienda a
jueces que no tengan intervención en ese proceso. Así, las formas en las que
puede encargarse a un juez ajeno la tarea de mediar entre las partes son va-
riadas:
a) La figura del magistrado de Tribunal liberado de funciones jurisdicciona-
les, dedicado exclusivamente a la mediación, permitiendo a este una es-
pecialización en técnicas de mediación. Los casos son derivados al ma-
gistrado mediador por las distintas secciones del Tribunal, cuando consi-
deren que son susceptibles de acudir a este sistema alternativo de reso-
lución del conflicto, ya sea por iniciativa propia y consultadas las partes
del proceso, o bien a instancias de estas. En Bélgica, en la Corte de
Apelaciones hay magistrados formados en mediación que son los encar-
gados de llevar a cabo la mediación intrajudicial, no siendo éstos los
que, en su caso, dictarán sentencia, ni practicarán las pruebas.
b) Igualmente, puede encargarse la mediación a magistrados de una sec-
ción distinta a la que conoce del asunto.
c) A un juez de uno de los juzgados unipersonales existentes en el partido
judicial, haciendo las previsiones oportunas en cuanto al reparto de la
carga de trabajo.
d) Acudiendo a la figura del magistrado emérito.
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Algún sector se inclina porque la mediación sea llevada a cabo por un juez
ajeno al proceso7, por la labor institucional del juez, que se entiende dará mayo-
res garantías a efectos de salvaguardar los principios de legalidad, igualdad,
tutela judicial efectiva y respeto a los intereses públicos y de terceros y por
considerarlo más adecuado para la correcta prestación de la tutela judicial, al
ser la actividad mediadora una de las facultades que la Constitución configura
dentro de la potestad jurisdiccional (artículos 117.3 y 117.4 de la Constitución
Española) por cuanto los jueces deben resolver conflictos juzgando, pero tam-
bién mediando, pues ambos aspectos configuran la potestad jurisdiccional.
Asimismo, la mediación puede llevarse a cabo por terceras personas o entida-
des ajenas, que pueden ser profesionales o gabinetes especializados y propi-
ciados por organismos de la Administración, no vinculados a la concreta Admi-
nistración que es parte en el proceso y sin ningún tipo de relación o dependen-
cia jerárquica de la misma. Este es el modelo de mediador por el que ha opta-
do la Ley 5/2012, de 6 de julio, de Mediación en asuntos civiles y mercantiles.
Igualmente, no podemos olvidar la atribución de la función de mediación a los
Secretarios Judiciales efectuada en Ley 36/2011, de 10 de octubre, reguladora
de la jurisdicción social, en concreto en su artículo 84, en cuanto se refiere
expresamente a «la labor mediadora que le es propia».
En último término, destacar el relevante papel de las Universidades, también
implicadas activamente en esta vía de resolución de litigios, realizándose en la
actualidad diversos Masters y prácticas de mediación entre universitarios y
postgrados, que avalan la formación de estos, así como la participación de los
Colegios Profesionales que pueden coadyuvar en la formación de mediadores
cualificados.
6. MATERIAS SUSCEPTIBLES DE
SOMETIMIENTO A MEDIACIÓN
Nuestra Ley Jurisdiccional no contiene norma alguna, ni ofrece ninguna enume-
ración sobre materias transaccionables, salvo la referencia genérica a la «esti-
mación de cantidad» en el artículo 77 de la LRJCA.
En Derecho común se excluye la transacción en materias de orden público y la
doctrina civilista considera no susceptibles de transacción cualquier cuestión
regulada por normas imperativas. Ahora bien, mientras en el Derecho privado
7
PECES MORATE, Jesús Ernesto, «Otros modos de terminación del proceso», Manuales de Formación
Continuada del CGPJ, número publicación: 7, año 2000.
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por mucha extensión que se dé a las normas de orden público, siempre queda
un amplio campo donde se desenvuelve la autonomía de la voluntad y, por
tanto, el ámbito de lo que es susceptible de transacción; sin embargo, en Dere-
cho Administrativo una concepción tan amplía del orden público, vaciaría las
posibilidades de acudir a técnicas de mediación, ya que aquel se caracteriza
precisamente por la abundancia de normas de derecho necesario8.
Un escrupuloso respeto a la tutela judicial efectiva, lleva a entender que solo
será posible someter a mediación asuntos sobre los que los recurrentes tengan
plena disponibilidad y cuya resolución no se proyecte directamente sobre la
esfera jurídica amparada por el derecho de terceros ajenos. Ello determina, por
un lado, la imposibilidad de someter a mediación impugnaciones directas de
reglamentos, actos administrativos dirigidos a una pluralidad indeterminada de
personas y cualquier asunto en materias legalmente abiertas a la acción públi-
ca.
Por el contrario, el campo de las resoluciones convencionales abre la posibili-
dad de acudir a técnicas de mediación para solventar problemas interpretativos.
Así, serán susceptibles de mediación los conflictos que surjan en la interpreta-
ción de convenios o contratos, los litigios que versen sobre reclamación de
cantidad (expropiación forzosa, responsabilidad patrimonial, etc.) y en general
los ámbitos de discrecionalidad administrativa, pues siendo unos ámbitos pro-
pios para decisiones consensuadas, a éstas pueden seguir mecanismos de
solución de conflictos autocompositivos, no pudiendo ser sometidos a media-
ción los litigios que tengan por objeto controversias relacionadas con actos
administrativos reglados o con el ejercicio de potestades discrecionales en sus
aspectos también reglados (órgano competente, procedimiento, etc.).
A título meramente ejemplificativo son materias susceptibles de sometimiento a
mediación: la ejecución e interpretación de los contratos de las Administracio-
nes Públicas, convenios entre Administraciones Públicas, convenios urbanísti-
cos y expropiatorios, la determinación del justiprecio en los casos de expropia-
ción forzosa y de los intereses de demora por retraso en la determinación y
pago del mismo, los acuerdos indemnizatorios como finalización de procedi-
mientos de determinación de responsabilidad patrimonial de las Administracio-
nes Públicas, la concesión de ayudas y subvenciones públicas, procedimientos
de otorgamiento, modificación y extinción de autorizaciones, determinadas
cuestiones medioambientales como excesos de ruidos, en Derecho tributario
en materia de comprobaciones de valores a efectos de determinación de la
8
FERNÁNDEZ MOLTAVO, Rafael; TESO GAMELLA, Pilar; AROZAMENA LASO, Ángel, «El arbitraje:
ensayo de alternativa limitada al recurso contencioso-administrativo», Bolsa de investigación
CGPJ/Fundación Wellington, Volumen II, año 2004.
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9
CAMPOS SÁNCHEZ-BORDONA, «Alternativas no jurisdiccionales a la resolución de litigios», Cuadernos
de Derecho Judicial del CGPJ, número 18, año 2006.
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10
MEJÍAS GÓMEZ, Juan Francisco, «Antecedentes, conceptos y fundamentos básicos», La Mediación
Penal, Cuadernos Digitales de Formación 55-2009 del CGPJ.
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11
MEJÍAS GÓMEZ, Juan Francisco, «Antecedentes, conceptos y fundamentos básicos», La Mediación
Penal, Cuadernos Digitales de Formación 55-2009 del CGPJ.
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vez alcanzada una solución será más fácil cumplir el acuerdo voluntariamente y
en sus justos términos.
La mediación intrajudicial se nos presenta en realidad no tanto como una alter-
nativa al proceso, sino como una nueva forma de actuación en los Tribunales
de Justicia, que implica el que se actúe para que, aun dentro de un proceso
contencioso, se dé la oportunidad a las partes de llegar a una solución consen-
suada por ellos, con la ayuda de un mediador, insertándose así en una nueva
concepción del acceso a la justicia, beneficiosa para lograr tanto una mayor
agilidad en la solución de los conflictos como un mejor funcionamiento de la
Administración de Justicia, contribuyendo a la protección jurídica de los dere-
chos de los ciudadanos.
Frente al ejercicio unilateral de potestades administrativas, se propugna una
actuación de la Administración que propicie el contenido convencional de sus
actos. Una Administración eficiente necesita celebrar acuerdos, pactos, con-
venios o contratos para resolver convencionalmente procedimientos, en la
línea mantenida en los artículos 88 y 107.2 de la Ley 30/1992, de 26 de no-
viembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Proce-
dimiento Administrativo Común12.
Hemos de tener presente que estamos ante un sistema de resolución de con-
flictos voluntario, flexible, que reduce los costes económicos del proceso, que
se desenvuelve en un ambiente de respeto y de absoluta confidencialidad,
permitiendo el protagonismo de las partes en la búsqueda participativa de solu-
ciones, favorece la comunicación de las partes, y permite a estas ajustar sus
pretensiones a sus intereses reales, disminuyendo las tensiones y asumiéndo-
se responsabilidades.
Ha llegado el momento de modernizar nuestra Administración de Justicia, igual
que se viene haciendo en otras ramas del Derecho, y potenciar la posible solu-
ción de los conflictos de los ciudadanos con la Administración que sean sus-
ceptibles de ser negociables, por no pertenecer a la esfera soberana de la
Administración, mediante el cauce de la mediación13.
12
FERNÁNDEZ MOLTAVO, Rafael; TESO GAMELLA, Pilar; AROZAMENA LASO, Ángel, «El arbitraje:
ensayo de alternativa limitada al recurso contencioso-administrativo», Bolsa de investigación
CGPJ/Fundación Wellington, Volumen II, año 2004.
13
FERNÁNDEZ DE BENITO, María Jesús, «La mediación intrajudicial», Estudios de Derecho Judicial del
CGPJ, número publicación: 154, año 2009.
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ISSN: 2254-3805
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
RESUMEN
Si bien el uso de medios alternativos a la vía jurisdiccional se extiende y
generaliza en la sociedad mediante instituciones arbitrales privadas, ello
no ha tenido su correlato en el sector público, y la normativa reguladora,
incluso la europea, no ha ayudado a ello. Sin embargo, su viabilidad cons-
titucional empieza a ser reconocida de forma generalizada, con todas las
particularidades que en este caso supone, y a cuyo de talle se dedica este
trabajo.
Palabras clave: Arbitraje internacional, Derecho Administrativo, contra-
tos públicos, solución extrajudicial.
ABSTRACT
While the use of alternative dispute resolutions extends and generalizes in
society through private arbitration institutions, the same does not apply to
the public sector, and regulations, including European regulation, have not
helped. However, ADR’s constitutional viability is becoming widely recog-
nized, and this paper is dedicated to detail its peculiarities in this instance.
Key words: International arbitration, administrative law, public contracts,
out-of-court settlement.
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El texto original de esta disposición establecía lo siguiente: «Los entes, organismos y entidades del
sector público que no tengan el carácter de Administraciones Públicas podrán remitir a un arbitraje, con-
forme a las disposiciones de la Ley 60/2003, de 23 de diciembre, de Arbitraje, la solución de las diferencias
que puedan surgir sobre los efectos, cumplimiento y extinción de los contratos que celebren».
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sional (y, en general, en todos aquellos contratos en los que se articulan es-
tructuras de larga duración de colaboración público-privada o PPP).
De este modo, sobre todo a partir de los años 80 y 90 del siglo pasado, se ha
ido produciendo en los sistemas jurídicos de nuestro entorno una progresiva
incorporación del arbitraje privado como fórmula de solución de controversias
en las legislaciones nacionales sobre contratación pública, concesiones y
PPP, singularmente cuando se trata de proyectos de muy largo plazo, intensi-
vos en la aportación de capital, en los que existe la necesidad de allegar re-
cursos financieros de inversores internacionales. Resultan especialmente
destacables los ejemplos en el área iberoamericana, en países como Perú,
México, Colombia, Brasil o Chile, donde, a pesar de tener una indeleble in-
fluencia española y francesa en su Derecho público, el sometimiento a arbitra-
je de las controversias sobre concesiones públicas y operaciones de Colabo-
ración Público-Privada constituye la regla general.
Este es el trasfondo que subyace bajo el artículo 117.3 de la Ley 13/1995,
antes citado, cuando reconoció un régimen especial para el sometimiento a
arbitraje de los contratos públicos celebrados en el extranjero con empresas
extranjeras, y que, finalmente, ha concluido con un criterio mucho más amplio,
en la vigente Ley de Contratos del Sector Público.
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lados desde hace muchos años con el mundo del Derecho Administrativo, que
opera en el seno de una Institución arbitral privada prestigiosa, como es la
Asociación Europea de Arbitraje, en forma de Comité especializado. El Tribu-
nal cuenta con una lista de árbitros (una lista abierta) con un número inicial de
cincuenta miembros, todos ellos juristas de reconocido prestigio y acreditada
experiencia profesional en el ámbito del Derecho Administrativo y el Derecho
de los contratos públicos.
La lista de árbitros, entre cuyos miembros recaerán obligadamente las desig-
naciones que realice el Comité de Dirección para actuar en los procedimientos
arbitrales, está integrada por socios del área de Derecho público de las más
importantes firmas legales de España, juristas con dilatada experiencia al
servicio del Estado (Letrados de las Cortes Generales, Letrados del Consejo
de Estado y Abogados del Estado) y prestigiosos Catedráticos de Derecho
Administrativo de diversas Universidades de España, todos ellos grandes
especialistas en la materia.
Esta primera institución arbitral en materia de contratos públicos, a la que es
de esperar que en el futuro se sumen otras con el mismo objeto, lleva a cabo
una importante labor de difusión de las ventajas del arbitraje en el ámbito de
las relaciones contractuales del sector público, señalando su similitud con las
que existen y resultan apreciadas en el terreno de las relaciones empresaria-
les privadas.
La previsibilidad en los plazos para la solución de la controversia, radicalmente
más reducidos que los jurisdiccionales, el carácter definitivo del arbitraje frente
a las sucesivas instancias jurisdiccionales, el control de los costes asociados a
la resolución de la controversia, la garantía de la especialidad técnica de los
árbitros en la materia controvertida, la mayor simplicidad procedimental en
todos los trámites, y, también, la mayor confidencialidad durante la tramitación
del proceso, constituyen ventajas innegables del arbitraje frente a la Jurisdic-
ción ordinaria o contencioso-administrativa. Tales ventajas, frente a lo que en
ocasiones se afirma, operan si cabe aún con mayor intensidad en el caso de la
contratación pública, donde la afección de los intereses generales o el funcio-
namiento de los servicios públicos no puede verse comprometida de forma
muy dilatada en el tiempo sin grave riesgo de quiebra en ellos. Por este moti-
vo, buena parte de las legislaciones europeas, y, de forma especialmente
decidida, las regulaciones de los países iberoamericanos, están generalizando
las fórmulas de solución preventiva (dispute boards), mediación y arbitraje en
los grandes contratos públicos relativos al desarrollo de infraestructuras y
servicios públicos, particularmente en aquellos casos en los que existe una
relación jurídica de muy largo plazo (concesiones de obra o de servicios públi-
cos, contratos de colaboración público-privada, por ejemplo) y financiación
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ISSN: 2254-3805
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RESUMEN
La jurisdicción social, competente para resolver conflictos derivados de
las relaciones laborales, siempre ha establecido mecanismos para la evita-
ción del proceso judicial.
En época de crisis, y a pesar de las diferentes figuras existentes como el
Arbitraje, Conciliación previa, Conciliación en vía judicial, aparece la
Mediación intrajudicial como alternativa a la resolución del conflicto que
subyace, fuente en todo caso de múltiples e interminables procesos.
La mediación puede llegar a resolver la confrontación entre las partes
porque son ellas quienes determinan la solución a sus problemas.
En el presente artículo vamos a analizar los mecanismos de evitación del
proceso y la teoría sobre la naturaleza de la mediación intrajudicial, inter-
vinientes y procedimiento.
Palabras clave: Mediación, partes contratantes, resolución, conflicto,
alternativa, intrajudicial, conciliación.
ABSTRACT
The social jurisdiction competent to resolve disputes related to labour rela-
tions, has always established mechanisms for the avoidance of the judicial
process.
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Crisis time and in spite of the different existing figures such as arbitration,
prior conciliation, judicial conciliation, appears intra judicial mediation as
an alternative to the resolution of the conflict that underlies, source in any
case multiple, endless process.
Mediation could resolve the confrontation between the parties because
they are those who determine the solution to their problems.
In this article we will analyze the mechanisms of avoidance of the theory
about the nature of mediation and the intra judicial process, responders,
and procedure.
Key words: Mediation, intervention, parties to the contract, legal ruling,
court decision, order, industrial dispute, alternative, intra judicial, conci-
liation.
SUMARIO
1. INTRODUCCIÓN.
2. EVITACION DEL PROCESO.
2.1. Régimen jurídico de la conciliación previa.
2.1.1. Materias.
2.1.2. Régimen jurídico.
2.1.3. Efectos de la solicitud.
2.1.4. Impugnación del acuerdo de conciliación o de mediación.
2.1.5. Procedimiento y efectos.
2.2. Secretario judicial conciliador-mediador.
3. MEDIACION SOCIAL.
4. LA MEDIACIÓN INTRAJUDICIAL EN LA J.SOCIAL.
4.1. Naturaleza.
4.2. Amparo legislativo.
4.3. Concepto.
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4.4. Ventajas.
4.5. Intervinientes.
4.6. Procedimiento.
4.7. Casos susceptibles de mediación.
5. CONCLUSIÓN.
6. BIBLIOGRAFIA.
Abreviaturas:
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1. INTRODUCCIÓN
Define el Diccionario de la RAE la Mediación como: «la acción y efecto de
mediar», recogiendo el verbo mediar como común denominador entre sus
múltiples definiciones la de «tomar un término medio entre dos extremos».
VINYAMATA CAMP la define como: «el proceso de comunicación entre partes
en conflicto con la ayuda de un mediador imparcial, que procurará que las
personas implicadas en una disputa puedan llegar, por ellas mismas, a esta-
blecer un acuerdo que permita recomponer la buena relación y dar por acaba-
do, o al menos mitigado, el conflicto, que actúe preventivamente o de cara a
mejorar las relaciones con los demás».
ZIEGLER refleja la mediación como: «un proceso en el cual las partes en
conflicto se comunican con la ayuda de un mediador neutral con el objeto de
finalizar su conflicto».
Según esto la mediación se configura como un camino, un proceso y no sólo
como un acuerdo estratégico.
La Exposición de Motivos de Ley 5/2012, de 6 de julio, de Mediación en Asun-
tos Civiles y Mercantiles, dispone:
«Una de las funciones esenciales del Estado de Derecho es la garantía de la
tutela judicial de los derechos de los ciudadanos. Esta función implica el reto
de la implantación de una justicia de calidad capaz de resolver los diversos
conflictos que surgen en una sociedad moderna y, a la vez, compleja.
En este contexto, desde la década de los años setenta del pasado siglo, se ha
venido recurriendo a nuevos sistemas alternativos de resolución de conflictos,
entre los que destaca la mediación, que ha ido cobrando una importancia cre-
ciente como instrumento complementario de la Administración de Justicia.
Entre las ventajas de la mediación es de destacar su capacidad para dar solu-
ciones prácticas, efectivas y rentables a determinados conflictos entre partes y
ello la configura como una alternativa al proceso judicial o a la vía arbitral, de
los que se ha de deslindar con claridad. La mediación está construida en torno
a la intervención de un profesional neutral que facilita la resolución del conflic-
to por las propias partes, de una forma equitativa, permitiendo el mantenimien-
to de las relaciones subyacentes y conservando el control sobre el final del
conflicto».
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1
Artículo web: <www.revistaiuris.laley.es>, 2.º octubre 2012 - 178 «La crisis económica favorece la media-
ción». Fecha de consulta: 27 de octubre del 2012.
2
Michele TARUFO, «Racionalidad y Crisis de la Ley Procesal». Cuadernos de Filosofía del Derecho, núm.
22, 1999.
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3
VIQUERIA, Carmen, «Mecanismos de evitación del Proceso en la LRJS». Boletín Quantor Social, 1-2-
2012.
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2.1.1. Materias
Se exceptúan del requisito del intento de conciliación o, en su caso, de media-
ción los procesos que exijan la reclamación previa en vía administrativa u otra
forma de agotamiento de la misma, en su caso, los que versen sobre Seguri-
dad Social, los relativos al disfrute de vacaciones y a materia electoral, movili-
dad geográfica, modificación sustancial de las condiciones de trabajo, dere-
chos de conciliación de la vida personal, familiar y laboral a los que se refiere
el artículo 139, los iniciados de oficio, los de impugnación de convenios colec-
tivos, los de impugnación de los estatutos de los sindicatos o de su modifica-
ción, los de tutela de los derechos fundamentales y libertades públicas, los
procesos de anulación de laudos arbitrales, los de impugnación de acuerdos
de conciliaciones, de mediaciones y de transacciones, así como aquellos en
que se ejerciten acciones laborales de protección contra la violencia de gé-
nero.
4
GIL Y GIL, Jose Luis. Capital Humano, nº 156.
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3. MEDIACIÓN SOCIAL
Son múltiples los autores que ha escrito sobre los métodos alternativos para la
resolución de conflictos en la Jurisdicción Social. Así, entre otros:
ALFONSO MELLADO, Carlos Luis: «Solución extrajudicial de conflictos labo-
rales: experiencias y situación actual». Número monográfico sobre Derecho
colectivo.
AUVERGNON, Philippe: «La intervención mediadora de la Administración
laboral en los conflictos colectivos». Temas laborales: revista andaluza de
trabajo y bienestar social.
DUEÑAS HERRERO, Laurentino: «La autonomía colectiva y la solución extra-
judicial de los conflictos laborales: su expresión en la negociación sectorial de
Castilla y León».
GONZÁLEZ-POSADAS MARTÍNEZ, Elías: «La caracterización del conflicto
colectivo de trabajo y los instrumentos para su solución». Relaciones Labora-
les núm. 17, 2000.
LÓPEZ PARADA, Rafael Antonio: «El desarrollo de funciones de mediación,
conciliación y arbitraje laboral por las administraciones públicas». Curso La
conciliación: un medio alternativo para la solución de controversias.
RUIZ COLOMÉ, Eva; GONZÁLEZ DE LENA ÁLVAREZ, Francisco; VALDÉS
VERELST, Reyes: «Experiencias españolas sobre arbitraje laboral y proyectos
de mediación a escala UE». Crónica de las jornadas de la Fundación SIMA
2002.
Expuestos los antecedentes que han precedido a este título, como mecanis-
mos para evitar el proceso, examinemos la mediación social.
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MARTÍN DIZ, Fernando. Premio Martínez Emperador 2009.
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mantener una relación posterior viable y permanente, como ocurre en las rela-
ciones laborales.
Si la mediación se conforma en un futuro en un sistema jurídico reglado e
institucionalizado, permitirá el control del ejercicio profesional y de los proce-
dimientos para verificar que se efectúan respetando los niveles mínimos de
calidad como cualquier otro servicio público prestado por la Administración.
Otros refieren que podría integrarse dentro del ámbito de la Administración de
justicia, como así se llevó a cabo en Portugal con la creación de diferentes
sistemas nacionales públicos de mediación no sólo en familia, sino en el orden
laboral. En este sentido la experiencia previa del SAMA en Aragón o el TAMIB
en la Comunidad Autónoma balear. Esta institución está tutelada por el Minis-
terio de Trabajo creada como consecuencia del acuerdo sobre la solución
extrajudicial de conflictos.
En la CA de CYL la Comisión de Mediación y Arbitraje Deportivo de CYL,
creada por Decreto 13/2008, establece un sistema de solución de conflictos
por la Administración Autonómica dentro del ámbito de sus competencias.
Así mismo, será diferente la Mediación según sea el sujeto a quien se atribu-
ya.
Existen países que entienden que puede ser un Juez el que lleve a cabo la
mediación. En nuestro país no existe regulación que lo ampare, reconociéndo-
se esa atribución al Secretario o incluso a la Autoridad Laboral en el reciente
RD 1483/2012 —en el art. 10.3— respecto de la tramitación de los despidos
colectivos.
Pero la mayoría se decanta por un Profesional especializado y titulado con
conocimientos y herramientas específicos, que puede ser desde Psicólogo
Clínico a Graduado en Ciencias Sociales, pero que ha de ser experto en Me-
diación.
4. LA MEDIACIÓN INTRAJUDICIAL
EN LA JURISDICCIÓN SOCIAL
4.1. NATURALEZA
El análisis de la reglamentación existente nos indica que podemos contemplar
la mediación no como una alternativa al proceso, sino como modelo de solu-
ción de conflictos dentro del proceso judicial en que las partes involucradas
buscan generar soluciones auxiliadas por un tercero imparcial, quien actúa
como moderador para facilitar la comunicación.
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4.3. CONCEPTO
Según la Directiva Comunitaria se entenderá por:
a) «Mediación»: un procedimiento estructurado, en el que dos o más partes en
un litigio intentan voluntariamente alcanzar por sí mismas un acuerdo sobre la
resolución de su litigio con la ayuda de un mediador.
Este procedimiento puede ser iniciado por las partes, sugerido u ordenado por
un órgano jurisdiccional o prescrito por el Derecho de un Estado miembro.
b) «Mediador»: todo tercero a quien se pida que lleve a cabo una mediación
de forma eficaz, imparcial y competente, independientemente de su denomi-
nación o profesión en el Estado miembro en cuestión y del modo en que haya
sido designado o se le haya solicitado que lleve a cabo la mediación.
En el ámbito del trabajo, las relaciones laborales se mantienen en un tracto de
tiempo continuado, y en muchos casos extenso, siendo necesario mantener
un clima de trabajo adecuado para ambas partes.
La sentencia resuelve el procedimiento concreto, pero no el conflicto que lo
genera, y puede limitarse a una solución de un problema puntual cuando la
problemática en realidad es de índole más profunda; incluso establecer una
solución ajustada a derecho y a las peticiones de las partes, pero lejana al
problema de fondo que subyace en la relación laboral.
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4.4. VENTAJAS
Las Ventajas de la Mediación:
1. Es voluntaria. Se funda en la libertad que tienen las partes de solicitar y de
mantenerse o no en el proceso de mediación.
2. Es flexible. Permite a las partes y al mediador establecer las reglas del pro-
ceso, salvo ciertos preceptos básicos. Y ajustar el acuerdo a sus propias ne-
cesidades, no sujetándose a reglas más estrictas, como son las que regulan el
proceso judicial.
3. El coste económico del servicio es asumido por entes públicos.
4. Disminuye el coste social.
5. Se desarrolla en un ambiente de respeto y es absolutamente confidencial;
las partes no podrán utilizar las manifestaciones o conversaciones que hayan
tenido lugar durante las sesiones de mediación en un proceso judicial poste-
rior.
6. Promueve la participación de las partes en la búsqueda de soluciones La
autocomposición permite el protagonismo de los actores laborales en la bús-
queda participativa de las soluciones.
Estudiaremos a continuación los efectos de resolverse un conflicto por senten-
cia o a través de la Mediación según el Protocolo para la Implantación de la
Mediación elaborado por el CGPJ.
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4.5. INTERVINIENTES
El Juez:
El Juez decide qué demandas son susceptibles de ser incluidas en mediación,
filtrando los casos que puedan ser objeto de negociación o conciliación. Su
función jurisdiccional a fecha de hoy le impide realizar la misión de Mediación,
entendiendo como tal al Mediador que describe la Directiva Comunitaria, sien-
do diferentes sus atribuciones y ámbito de actuación. El Juez ha de resolver el
conflicto de forma inexcusable, frente al Mediador que tiene una función asis-
tencial a las partes.
En el Auto de admisión a trámite fundamentará la naturaleza «mediable» de
la demanda presentada y citará a las partes ante el servicio de mediación
como vía alternativa, explicando las incidencias que esta derivación puede
conllevar en el proceso judicial en marcha, entrevista inicial a la que es acon-
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4.6. PROCEDIMIENTO
Derivación a mediación:
Interpuesta la demanda, el Juez al examinarla decidirá si el caso es suscep-
tible de ser sometido a la mediación intrajudicial. Dictará Auto de admisión a
trámite de la demanda, lo comunicará a las partes y les citará a una primera
entrevista en el Servicio de mediación para ser informados de la mediación
como medio alternativo de resolución de conflictos. Se fijará provisionalmen-
te la fecha del juicio para el caso de que las partes decidan no acudir a la
mediación tras la entrevista inicial, para el caso de inasistencia de éstos o para
el supuesto de no alcanzarse un acuerdo
6
FÁBREGA RUIZ, Cristóbal Fco. Fiscal de Jaén. Secretario General GEMME España. Mediación «Intraju-
dicial. Una forma de participación del Ciudadano en la Justicia», Bajo Estrados, Revista del Colegio de
Abogados de Jaén.
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Entrevista inicial.
El mediador y las partes con sus representantes se reunirán ante el servicio de
mediación el día que se les cite para que se les informe sobre la mediación
como forma alternativa de resolución de conflictos, de las ventajas que conlle-
va para las partes, y se evaluará la voluntariedad de estas en orden a su parti-
cipación.
Si las partes aceptan firmarán un documento de aceptación y derivación del
asunto a los profesionales de la mediación, y se podrá suspender el juicio
conforme a lo previsto en el artículo 83 de la LPL. Si no se aceptase la me-
diación por las partes, se continuará de forma normal el proceso, quedando
las partes citadas para el día del juicio.
Dado el carácter confidencial de la mediación, una vez convocadas las par-
tes a juicio no podrá proponerse al Mediador como testigo, salvo las excepcio-
nes establecidas en el artículo 7 de la Directiva 52/2008, y tampoco podrán ser
utilizadas las conversaciones o manifestaciones que se hayan realizado en las
sesiones de mediación, dado que esas alegaciones no serán admitidas por el
Juez; estas han de quedar al margen del proceso, teniendo por no realizadas
las manifestaciones que al efecto pudieran hacer las partes.
Sesiones de mediación.
Aceptada la mediación las partes serán convocadas por el mediador para que
acudan a las instalaciones del Servicio de Mediación, a las sesiones de me-
diación que correspondan y que el mediador entienda necesarias en orden a
poder alcanzar un acuerdo. Ha de tenerse presente que el «éxito» de la me-
diación no debe medirse por el número de acuerdos totales o parciales
alcanzados. Está demostrado que la simple participación de las partes en la
primera sesión informativa presencial o en algunas sesiones de mediación,
aunque posteriormente no se decida continuar, suponen una importante mejo-
ra en el clima de diálogo entre las partes.
Acuerdo:
Se redactará por el Mediador, con el auxilio de los representantes de las par-
tes, quienes concurrirán en el Juzgado aportando el acuerdo o desistiendo del
proceso si lo consideran oportuno. El Acuerdo puede ser:
Total: debiendo el Juez dictar Auto en el que recogerá el acuerdo alcanzado,
que tendrá fuerza ejecutiva.
Parcial: las partes serán convocadas a juicio para resolver sobre las cuestio-
nes; respecto a las que no se haya alcanzado un acuerdo y celebrado éste en
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5. CONCLUSIÓN
Así, La Jurisdicción social es la jurisdicción competente para conocer de los
asuntos derivados de la rama social del derecho; de materias tan sensibles
para el ciudadano como son sus relaciones laborales, y por ello ha de esta-
blecer mecanismos capaces de solventar no solamente la cuestión objeto del
litigio puntual, sino el problema que subyace y que en una relación de tracto
sucesivo, puede ser el desencadenante de nuevos conflictos
La Mediación puede llegar a resolver la confrontación entre las partes porque
son ellas quienes determinan la solución a sus problemas
Un servicio de mediación intrajudicial constituido por la Administración pública
dentro de los Juzgados y al servicio del Juez y de la Oficina Judicial puede ser
un instrumento de agilización y modernización de la jurisdicción social, máxi-
me en momentos críticos como el de la crisis socioeconómica que se padece
en la actualidad en España.
El incremento de litigiosidad en el orden jurisdiccional social, unido a cuestio-
nes intercurrentes de naturaleza concursal, exige una pronta respuesta de la
Administración de Justicia al Ciudadano.
La mediación propugna soluciones auxiliadas por un tercero imparcial, quien
actúa como moderador para facilitar la comunicación a las partes. Realizada
dentro del proceso, es decir intrajudicial, reglada e institucionalizada, bajo un
principio de legalidad y garantizada la tutela judicial efectiva al ser el Juez
quien deriva el procedimiento a Mediación y quien ratifica el Acuerdo y le da
efectividad legal, y llevada a cabo por Mediadores especializados indepen-
dientes, imparciales al servicio del Ministerio de Justicia, puede ser una de las
soluciones por las que hayamos de apostar en el siglo xxi.
En todo caso se ha acreditado que, pese a no llegar a un Acuerdo, las partes
que han sido derivadas a Mediación presentan otra disposición en el juicio, así
como en la ejecución de la sentencia..
Así lo entendemos los Miembros de GEMME 7, e instamos a las Administracio-
nes Públicas a constituir Grupos de Trabajo en los que participen todos los
7
El Grupo Europeo de Magistrados por la Mediación (GEMME) es una asociación que tiene por finalidad
promover y difundir, desde el ámbito de los propios tribunales de Justicia, y mediante la participación
democrática de los ciudadanos, los sistemas alternativos de resolución de conflictos (ADR) y, especial-
mente, la mediación. Se creó en Francia en el año 2004. Hoy está presente en 18 países, existen seccio-
nes en Alemania, Bélgica, Holanda, Italia, Noruega, Portugal, Eslovenia y Suiza y existen miembros aso-
ciados en Gran Bretaña, Grecia, Hungría, Polonia y Lituania. La sección española se constituyó en el año
2007 y en la actualidad tiene más de 180 miembros, jueces, magistrados, fiscales, secretarios y mediado-
res, siendo la sección más importante por número de afiliados. Su principal actividad se centra en la
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6. BIBLIOGRAFÍA
ARTÍCULO WEB; <WWW.REVISTAIURIS.LALEY.ES> 2.º octubre 2012 - 178
«La Crisis Económica favorece la Mediación». Fecha de consulta: 27 de octu-
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ISSN: 2254-3805
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
EL ARBITRAJE INTERNACIONAL
David Arias Lozano
Socio de Pérez-Llorca
Secretario General del Club Español del Arbitraje
Ábogado y árbitro internacional
RESUMEN
El arbitraje internacional se ha convertido en la única opción razonable
para la resolución de discrepancias interempresariales que trascienden las
fronteras. El presente artículo trata de las normas que lo regulan, del ger-
men del que proceden y de su progresivo desarrollo, fundamentado en la
sumisión a determinados convenios internacionales, y delimita muy some-
ramente las reglas básicas a que las partes se someten cuando acuden en
su auxilio.
Palabras clave: Arbitraje internacional, Cámara de Comercio Internacio-
nal, Ley Modelo sobre Arbitraje Comercial Internacional, Convenio de
Nueva York.
ABSTRACT
International arbitration has become the only reasonable option for resolv-
ing intercompany discrepancies that transcend borders. This article deals
with the rules governing it, its origin and its progressive development,
based on the submission to certain international conventions, and it very
briefly outlines the basic rules to which the parties submit when they re-
quest mediation.
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SUMARIO
1. INTRODUCCIÓN.
2. EL CONVENIO DE NUEVA YORK.
3. LA LEY MODELO COMO FUENTE INSPIRADORA DE LA REGULACIÓN
ESPAÑOLA DEL ARBITRAJE. EL ARBITRAJE INTERNACIONAL EN LA
LEY ESPAÑOLA.
3.1. Criterios para considerar que un arbitraje es internacional.
3.1.1. Criterio espacial.
3.1.2. Criterio territorial.
3.1.3. Criterio económico.
3.2. Particularidades previstas para el arbitraje internacional.
3.2.1. Imposibilidad de invocar prerrogativas de derecho interno pa-
ra eludir obligaciones del convenio arbitral.
3.2.2. Concepto de materias arbitrales más amplio.
3.2.3. Concepto más amplio de ley aplicable.
3.2.4. Ampliación de plazos para solicitar la aclaración, corrección,
complemento o rectificación de la extralimitación parcial del
laudo.
4. LOS TRIBUNALES ESPAÑOLES Y EL ARBITRAJE INTERNACIONAL.
5. LAS INSTITUCIONES ARBITRALES
6. A MODO DE EPÍLOGO: ¿ARBITRAJE INTERNACIONAL O ARBITRAJE
TRANSNACIONAL?
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
1. INTRODUCCIÓN
Cuando dos empresas españolas firman un contrato, la sumisión a arbitraje de
las discrepancias que en relación con él puedan surgir supone una alternativa
a la jurisdicción que presenta no pocas ventajas. Sin embargo, cuando ese
mismo contrato es firmado por empresas de diferentes países, el arbitraje no
es ya tanto una alternativa a la jurisdicción cuanto la única opción razonable.
En primer lugar, porque en este supuesto no hay una alternativa jurisdiccional
que resulte aceptable para ambas partes: ninguna empresa suele estar dis-
puesta a litigar en el país de su contraria y no resulta lógico acudir a los tribu-
nales de un tercer Estado. Y en segundo lugar, porque, paradójicamente, el
laudo arbitral tiene más eficacia internacionalmente que una sentencia juris-
diccional.
Pongamos un sencillo ejemplo. Si una empresa española obtiene una senten-
cia de condena en España frente a una empresa norteamericana tendrá mu-
chas más dificultades para ejecutar esa sentencia en los Estados Unidos que
si obtiene a su favor un laudo arbitral. Y ello, plazos al margen, por mucho que
la sentencia esté dictada por el Tribunal Supremo en nombre del Rey y conste
en una ejecutoria, mientras que el modesto laudo está dictado por un árbitro
único y consta en unos cuantos folios impresos en papel sencillo. La razón es
muy simple: no existe convenio multilateral o bilateral alguno de reconocimien-
to y ejecución de sentencias entre el Reino de España y los Estados Unidos
de Norteamérica mientras que ambos países —al igual que otros 145— son
parte del Convenio de Nueva York de 1958 para el reconocimiento y ejecución
de laudos extranjeros (el «Convenio de Nueva York»), al que más adelante
nos referiremos, que prevé un sencillo y eficaz sistema de exequátur de lau-
dos.
Por tanto, podría afirmarse que el árbitro internacional, más que una alternati-
va a una jurisdicción de facto inexistente, sería el auténtico juez natural de la
contratación internacional. Así pues, a la hora de contratar internacionalmente,
más que si someter o no las posibles controversias a arbitraje, las empresas
deben plantearse qué tipo de arbitraje internacional prefieren, esto es, qué
institución lo administrará, en qué idioma se sustanciará, qué concreto dere-
cho será aplicable y, sobre todo, en qué país se desarrollará.
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Elegir la sede del arbitraje es, como veremos más adelante, una decisión rele-
vante1, por cuanto tendrá impacto en bastantes áreas, tales como: la ley que
regula el procedimiento en todo aquello no pactado por las partes, el país
donde en su caso se interpondría la acción de anulación del laudo y la deter-
minación de la autoridad judicial que deberá intervenir en el proceso arbitral
con el objeto de llevar a cabo determinadas actuaciones procesales que inte-
resen2.
Si bien es cierto que en los arbitrajes internos las partes se encuentran limita-
das en cuanto a la elección de foros disponibles, en el arbitraje internacional el
abanico de posibilidades se amplía enormemente. Y la elección de un foro u
otro debe ser una decisión meditada por las consecuencias que ello conlleva.
Es pacíficamente aceptado que, a la hora de elegir la sede del arbitraje, las
partes deben verificar que el país candidato cumpla tres requisitos fundamen-
tales: (i) debe haber suscrito el Convenio de Nueva York; (ii) debe tener una
ley de arbitraje moderna basada en la Ley Modelo sobre Arbitraje Comercial
Internacional que en 1985 elaboró la Comisión de las Naciones Unidas para el
Derecho Mercantil (CNUDMI/UNCITRAL) (la «Ley Modelo»); y (iii) tiene que
tener una jurisdicción que apoye decididamente el arbitraje como método de
resolución de controversias.
Pues bien, a día de hoy España cumple perfectamente con estos tres requisi-
tos y se configura por tanto como una sede idónea de arbitrajes internaciona-
les.
1
DERAINS, Y. y SCHWARTZ, E., Guide to the ICC Rules of Arbitration, 2.ª ed., Kluwer Law International,
Londres, 2005, p. 49.
2
PALAO MORENO, G., «Lugar del arbitraje», en Comentarios a la Ley de Arbitraje (Coord. Silvia Barona
Vilar), 1.ª ed., Thomson Civitas, Madrid, 2004, p. 941, y VERDERA Y TUELLS, E., «La elección del lugar y
del idioma en el procedimiento arbitral», RCEA, 1995, p. 100.
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3
FOUCHARD, GAILLARD, GOLDMAN, International Commercial Arbitration, Kluwer Law International,
1999, p. 124.
4
Se entiende que un laudo es «no nacional» cuando, a pesar de haberse dictado en el Estado donde se
prevé su ejecución, el procedimiento arbitral ha presentado algún elemento de extranjería, como puede ser
la aplicación de normas procesales de otro Estado. Así lo establecen FOUCHARD, GAILLARD,
GOLDMAN, cit., p. 126.
5
LEW, J.L., MISTELIS, L.A. et al., Comparative International Commercial Arbitration, Kluwer Law Interna-
tional, 2003, pp. 19 y 20.
6
BORN, G., International Commercial Arbitration, Kluwer Law International, 2009, pp. 91 y 92.
7
Actualmente 147 países se han adherido al Convenio de Nueva York, tal y como figura en la página web
de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional <http://www.uncitral.org/
uncitral/es/uncitral/texts/arbitration/NYConvention/status.html>].
8
Artículo II del Convenio de Nueva York.
9
Artículo III del Convenio de Nueva York.
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inversión internacional, permitiendo que los laudos arbitrales puedan ser eje-
cutados en cualquier estado contratante siempre que cumpla con las condicio-
nes establecidas al efecto. En consecuencia, la eficacia y virtualidad practica
de un arbitraje internacional dependerá de si el estado elegido como sede ha
suscrito o no el Convenio de Nueva York.
10
Resolución de la Asamblea General (40/72), 1985. <http://www.uncitral.org/uncitral/es/uncitral_texts
/arbitration/1985Model_arbitration.html>.
11
Ver <http://www.uncitral.org/uncitral/es/uncitral_texts/arbitration/1985Model_arbitration.html>.
12
FOUCHARD, cit., p. 108.
13
REDFERN, A., HUNTER, M., Redfern and Hunter on International Arbitration, 5.ª ed., Oxford University
Press, 2009, p. 75.
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14
BARONA VILAR, S., Comentarios a la Ley de Arbitraje (Coord. Silvia Barona Vilar), 1.ª ed., Thomson
Civitas, Madrid, 2004, p. 66.
15
Exposición de Motivos de la Ley de Arbitraje (II).
16
Exposición de Motivos de la Ley de Arbitraje (I).
17
ESPLUGUES MOTA, C., «Arbitraje internacional», en Comentarios a la Ley de Arbitraje (Coord. Silvia
Barona Vilar), 1.ª ed., Thomson Civitas, Madrid, 2004, p. 148.
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18
GÓMEZ JENE, M., cit., pp. 51-55.
19
ESPLUGUES MOTA, C., «Arbitraje internacional», en Comentarios a la Ley de Arbitraje (Coord. Silvia
Barona Vilar), 1.ª ed., Thomson Civitas, Madrid, 2004, p. 158.
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El arbitraje internacional
20
El artículo 1.3 de la Ley Modelo, que recoge estas mismas opciones, ha sido objeto de críticas por ser
considerado de carácter muy amplio, ya que permite que las partes internacionalicen una disputa sin razón
aparente o conexión internacional. Por ello algunos países, como por ejemplo Hungría y Canadá, cuando
adoptaron la Ley Modelo omitieron algunos incisos de internacionalización. Sin embargo, otros territorios,
como Hong Kong, fueron incluso más allá del ámbito de la Ley Modelo e incluyeron la posibilidad de que
sean las partes las que decidan someter las disputas a arbitraje nacional o internacional. Ver en este
sentido LEW, J.L., MISTELIS, L.A. et al., cit., p. 60.
21
Ver en este sentido ESPLUGUES MOTA, C., cit., p. 161, y GÓMEZ JENE, M., cit., p. 56. Ambos autores
coinciden en que se trata de criterios que incorporan un alto grado de subjetividad, dado que su interpreta-
ción y significado dependerá de la valoración que en cada caso hagan los árbitros.
22
GÓMEZ JENE, M., cit., p. 53.
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23
GÓMEZ JENE, M., cit., p. 65.
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24
Artículo 2.1 de la Ley de Arbitraje.
25
VERDERA SERVER, R. y ESPLUGUES MOTA, C., «Forma y contenido del convenio internacional», en
Comentarios a la Ley de Arbitraje (Coord. Silvia Barona Vilar), 1.ª ed., Thomson Civitas, Madrid, 2004, p.
410, y MANTILLA-SERRANO, F., Ley de Arbitraje. Una perspectiva internacional, 1.ª ed., Iustel, Madrid,
2005, pp. 84-85.
26
Ver Auto de la Audiencia Provincial de Madrid de 10 de diciembre de 2010 (AC 2011,152) en el que se
remite, de conformidad con el artículo 9.6 de la Ley de Arbitraje, a una norma que rige el convenio arbitral
para determinar si la disputa es objeto de arbitraje.
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droit27 o en la Lex Mercatoria, sin que ello implique que el arbitraje sea en
equidad28.
3.2.4. Ampliación de plazos para solicitar la aclaración, corrección, comple-
mento o rectificación de la extralimitación parcial del laudo
Por último, el artículo 39.5 de la Ley de Arbitraje prevé una particularidad res-
pecto de los plazos para solicitar aclaración, corrección, complemento o recti-
ficación del laudo. Así, el referido artículo dice:
«Cuando el arbitraje sea internacional, los plazos de 10 y 20 días establecidos
en los apartados anteriores serán plazos de uno y dos meses, respectivamen-
te».
Esta particularidad tiene todo el sentido si tenemos en cuenta que, a diferencia
del arbitraje interno, en arbitraje internacional las partes, asesores y árbitros se
encuentran generalmente en diferentes países, por lo que todos los plazos
previstos deberían extenderse, en atención a la flexibilidad de la que se pre-
tende dotar al arbitraje internacional.
En definitiva, como se ha podido apreciar, la Ley de Arbitraje, flexible y mo-
derna, recoge las particularidades necesarias para que el arbitraje internacio-
nal tenga cabida en España. Veremos si los Tribunales españoles están fami-
liarizados o no con el arbitraje y si son o no, en definitiva, «pro arbitraje».
27
Principios Unidroit sobre los contratos comerciales internacionales 2010. Ver <http://www.unidroit.org/
english/principles/contracts/main.htm>.
28
ESPLUGUES MOTA, C., «Normas aplicables al fondo de la controversia», en Comentarios a la Ley de
Arbitraje (Coord. Silvia Barona Vilar), 1.ª ed., Thomson Civitas, Madrid, 2004, pp. 1126-1127.
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29
Sentencia del Tribunal Supremo de 23 de julio de 2001 (RJ 2001, 7526).
30
FÉRNANDEZ-ARMESTO, J., «Un vuelco en la jurisprudencia sobre el arbitraje comercial internacional»,
Diario la Ley, núm. 5523, 15 de abril de 2002, p. 1816.
31
Ver, por ejemplo, sentencia del Tribunal Supremo de 9 de mayo de 2003 (RJ 2003, 3893).
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32
La IBA, fundada en 1947, es la organización de profesionales del derecho internacional más importante,
que participa en el desarrollo de la reforma del derecho internacional y mide el futuro de la profesión
jurídica en todo el mundo.
33
IBA Guidelines for Drafting International Arbitration Clauses, Londres, 2010, p. 7.
34
FOUCHARD, cit., p. 1.
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35
Así, BORN, G., cit., p. 67.
36
REDFERN, A., HUNTER, M., cit., pp. 42 y 43.
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37
<http://www.ibanet.org/Publications/publications_IBA_guides_and_free_materials.aspx#drafting>.
38
<http://www.ibanet.org/Publications/publications_IBA_guides_and_free_materials.aspx#takingevidence>.
39
<http://www.ibanet.org/Publications/publications_IBA_guides_and_free_materials.aspx#conflictsofintest>.
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NÚMERO 29. ENERO DE 2013
ISSN: 2254-3805
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
RESUMEN
La mediación, antes conciliación, fue obligatoria, como presupuesto pro-
cesal hasta 1986. Como ya se había dicho en la Constitución de Cádiz, no
se podía iniciar un proceso sin acreditar haberla intentado. Había queda-
do convertida en un rito carente de contenido, y sin eficacia pacificadora
de contiendas ni en la vida social ni en el mundo empresarial. Ahora el
legislador, sin darle carácter obligatorio, pone las bases para crear siste-
mas institucionales de mediación. La nueva regulación ha cuidado de dar
carácter ejecutivo a lo acordado en mediación y ha fijado parámetros
subjetivos de organización y procedimientos para dar fiabilidad al sistema
y hacerlo atractivo. Queda para los sectores empresariales y profesionales
la tarea de canalizar hacia la mediación las situaciones de controversia,
relevando a cuantos contratan o comercian de la inquietud que produce
llevar la solución de los conflictos ante la jurisdicción.
Palabras clave: Mediación mercantil, mediación civil, antecedentes de la
mediación, cláusula de mediación, jurisdicción.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
ABSTRACT
Mediation, formerly known as conciliation, was mandatory as a prerequi-
site for a court case until 1986. As already stated in the Spanish Constitu-
tion of 1812, a judicial procedure could not be initiated without proof of
mediation having been tried first. Mediation had been turned into a ritual
devoid of content and lacking effective conciliating effectiveness in strives
either in social life or in business. Nowadays the legislator, without making
it binding, lays the foundation for creating institutional mediation systems.
The new regulation has taken care to declare enforceable any settlement
arising out of mediation, while setting subjective organization parameters
and procedures in order to achieve a reliable and attractive system. Busi-
ness and professional sectors are left with the task of addressing disputes
through mediation, thus relieving those who hire or trade of the concern
that bringing conflicts to justice entails.
Key words: Commercial mediation, civil mediation, history of mediation,
mediation clause, jurisdiction.
SUMARIO
1. ÁMBITO MATERIAL.
2. LA MEDIACIÓN EN LA DOGMÁTICA JURÍDICO-PROCESAL.
3. DE LA MEDIACIÓN OBLIGATORIA A LA MEDIACIÓN VOLUNTARIA.
4. LA MEDIACIÓN EN EL MARCO DE LOS PROCESOS JURISDICCIONA-
LES.
5. LOS PRINCIPIOS DEL PROCEDIMIENTO DE MEDIACIÓN.
6. EL ACUERDO DE MEDIACIÓN, TÍTULO EJECUTIVO.
7. LA CULTURA DE LA MEDIACIÓN Y LA SOCIEDAD CIVIL.
8. EL APOYO A LAS INSTITUCIONES DE MEDIACIÓN.
9. EL ESTATUTO DEL MEDIADOR.
10. CONCLUSIÓN.
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1. ÁMBITO MATERIAL
● El propio rótulo de la Ley 5/2012, de 6 de julio, acota como materia propia y
exclusiva de su regulación la mediación en asuntos civiles y mercantiles. Y en
su texto se consagra expresamente que sus normas no son aplicables a la
mediación penal, la de aquellos conflictos que puedan existir con las Adminis-
traciones públicas, la laboral y la que se refiera a la materia de consumo. Así
lo dice expresamente el párrafo 2 del artículo 2 de la Ley.
● La materia civil y mercantil acotada por la Ley propone un amplísimo abani-
co de cuestiones que, bajo tan genérico rótulo, pueden ser objeto de media-
ción en los términos disciplinados por esta Ley.
El acotamiento de los asuntos civiles y mercantiles sujeto a las pautas de la
Ley de Mediación implica una necesaria referencia no sólo a las materias de
derecho civil y mercantil que puedan ser objeto de las disciplinas universitarias
agrupadas bajo estos títulos, sino que ha de incluir, sin duda, de aquellas
cuestiones que puedan ser objeto de los procesos de carácter civil y mercantil
que constituyen la materia de ese orden ante la jurisdicción ordinaria.
● El ámbito de lo civil y mercantil es ciertamente amplísimo en el panorama de
la convivencia, de la economía y de la ciudadanía de nuestro tiempo. Y ade-
más, esa amplitud objetiva de lo jurisdiccionalmente civil se ensancha a través
de la Ley de Mediación, incluyendo en el campo de su vigencia los conflictos
transfronterizos. Ello se explica porque, a pesar de tratarse de una vieja aspi-
ración propiamente sentida en nuestro mundo jurídico, la promulgación de la
Ley de Mediación ha tenido que llegar por la presión de los plazos de incorpo-
ración al derecho español de la Directiva 2008/52/CE del Parlamento Europeo
y del Consejo de 21 de mayo de 2008.
De todas formas, ha de entenderse que la mediación ha alcanzado rango
normativo no sólo como una exigencia del derecho común europeo, sino como
respuesta a la necesidad de construir un nuevo drenaje al insoportable embal-
se de asuntos que nuestra jurisdicción ordinaria soporta. La mayor parte de
quienes se han asomado al análisis de la Ley de Mediación convienen en que
estamos ante un intento más de búsqueda de soluciones a la conflictividad y a
la litigiosidad por vías diferentes, que no excluyentes, del ejercicio jurisdiccio-
nal.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
2. LA MEDIACIÓN EN LA DOGMÁTICA
JURÍDICO-PROCESAL
● Por razones meramente cronológicas, el autor de estas líneas convivió en
los primeros años de su formación y de su ejercicio profesional con la concilia-
ción obligatoria como requisito previo habilitante del acceso al proceso ordina-
rio.
Los tratadistas1 se acercaban a la institución de la conciliación como una ma-
teria propia de estudio en el derecho procesal, y su contenido aparecía en
nuestras leyes procesales como un requisito previo a la iniciación de los pro-
cesos civiles o mercantiles de carácter ordinario.
Se nos hacía entonces interminable el debate sobre la naturaleza jurídica de la
conciliación, que tomaba rango procesal por venir establecida en la Ley de
Enjuiciamiento Civil; aun cuando al propio tiempo había que hacer toda clase
de equilibrios doctrinales para excluirla de los actos jurisdiccionales. La doctri-
na llegó a estudiar la conciliación como un acto de jurisdicción voluntaria que,
si bien tenía lugar en sede jurisdiccional, no comportaba actividad jurisdiccio-
nal propiamente dicha.
El propio y mítico maestro CARNELUTTI dio con una definición que a estas
alturas tiene pleno encaje y desde luego es válida para la institución de la
mediación tal como ha quedado articulada en la Ley 5/2012. Escribía Carnelut-
ti en el Sistema del Derecho Civil, por la traducción argentina de 1944 que
manejo, que la conciliación es «la intervención de un tercero entre los portado-
res de dos intereses en conflicto, con objeto de inducirlos a una composición
justa».
● En ese texto ya lejano están los principales elementos de la conciliación que
bajo el nombre de mediación ha llegado a la Ley recientemente promulgada.
Cuando avizorábamos la tramitación y promulgación de la Ley de Mediación
en asuntos civiles y mercantiles teníamos la impresión de que la eliminación
1
GUASP, Jaime, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento civil, Madrid, M. Aguilar, 1945, t. II, vol. I, 1.ª
parte.
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1945, t. II.
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II.
CARNELUTTI, Francisco, Sistema de Derecho procesal civil, Buenos Aires, Uteha, Argentina, 1944, t. I.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
3. DE LA MEDIACIÓN OBLIGATORIA
A LA MEDIACIÓN VOLUNTARIA
● El debate sobre la obligatoriedad de la mediación como presupuesto de
admisibilidad de cualquier proceso posterior ha quedado resuelto por el pro-
nunciamiento expreso de la recién promulgada Ley que, como se dice en su
exposición de motivos, «asume un modelo de mediación basado en la volunta-
riedad».
Como ya se ha dicho, hasta 1984 fue obligatoria la conciliación previa. Fue
entonces suprimida como presupuesto procesal. Nadie la echó de menos
porque era tal el deterioro institucional al que se había llegado que parecía
más un artificio de leguleyos que no un medio de autocomposición3.
2
Artículo 282: «El alcalde de cada pueblo ejercerá en él el oficio de conciliador, y el que tenga que de-
mandar por negocios civiles o por injurias, deberá presentarse a él con este objeto».
Artículo 283: «El alcalde con dos hombres buenos, nombrados uno por cada parte, oirá al demandante y
al demandado, se enterará de las razones en que respectivamente apoyen su intención, y tomará, oído el
dictamen de los dos asociados, la providencia que le parezca propia para el fin de terminar el litigio sin
más progreso, como se terminará en efecto, si las partes se aquietan con esta decisión extrajudicial».
Artículo 284: «Sin hacer constar que se ha intentado el medio de conciliación, no se establecerá pleito
ninguno».
3
Todavía en 1990 se producía jurisprudencia al respecto. Así la STS de 7-VII-1990:
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
4. LA MEDIACIÓN EN EL MARCO
DE LOS PROCESOS JURISDICCIONALES
● El legislador al regular la mediación en asuntos civiles y mercantiles ha
puesto de su parte los mimbres necesarios para que pueda recorrerse el ca-
mino de la autocomposición basada en la mediación.
Aunque no ocupe el primer lugar en el articulado, la primera clave que debía
ser resuelta es la del encaje de la mediación en el marco de los procedimien-
tos judiciales. Porque si los ciudadanos y los operadores jurídicos asumen la
responsabilidad de intentar una mediación y consiguen un resultado exitoso, lo
natural es que su acuerdo tenga fuerza ejecutiva. Sin este vigoroso trazo de la
ejecutividad habría sido difícil que nadie se arriesgara a intentar seriamente
una mediación cuyo resultado, generalmente fruto de renuncias y sacrificios
recíprocos, no tuviera fuerza de obligar y dejara pendiente, acaso para otro
pleito, la eficacia de lo transaccionalmente pactado.
«Su falta no puede servir de base al recurso de casación, ni aun con arreglo a la normativa procesal
anterior (STS 18.XII-1989). El carácter de presupuesto procesal que ostentaba el art. 460 de la LEC antes
de la reforma de 1984 ha desaparecido con ella, atribuyéndole la Exposición de Motivos de la ley de
reforma “un carácter meramente facultativo”, por lo que su celebración previa a la interposición de la
demanda se deja al arbitrio del demandante y, ello, en toda clase de procesos».
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4
La Disposición final tercera contiene las modificaciones de los siguientes artículos de la Ley de Enjui-
ciamiento Civil: «Se modifican los artículos 19, 39, 63, 65, 66, 206, 335, 347, 395, 414, 438, 440, 443, 517,
518, 539, 545, 548, 550, 556, 559, 576 y 580».
5
Dice así el inciso final del párrafo 1 del art. 6: «… Dicha cláusula surtirá estos efectos incluso cuando la
controversia…».
6
A raíz de la aprobación de la Ley 15/2005, se estableció la posibilidad de que las partes solicitaran la
suspensión del proceso para someterse a mediación.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
7
«Artículo 22. Terminación del procedimiento.
1. El procedimiento de mediación puede concluir en acuerdo o finalizar sin alcanzar dicho acuerdo, bien
sea porque todas o alguna de las partes ejerzan su derecho a dar por terminadas las actuaciones, comuni-
cándoselo al mediador, bien porque haya transcurrido el plazo máximo acordado por las partes para la
duración del procedimiento, así como cuando el mediador aprecie de manera justificada que las posiciones
de las partes son irreconciliables o concurra otra causa que determine su conclusión.
Con la terminación del procedimiento se devolverán a cada parte los documentos que hubiere aportado.
Con los documentos que no hubieren de devolverse a las partes, se formará un expediente que deberá
conservar y custodiar el mediador o, en su caso, la institución de mediación, una vez terminado el proce-
dimiento, por plazo de cuatro meses.
2. La renuncia del mediador a continuar el procedimiento o el rechazo de las partes a su mediador sólo
producirá la terminación del procedimiento cuando no se llegue a nombrar un nuevo mediador.
3. El acta final determinará la conclusión del procedimiento y, en su caso, reflejará los acuerdos alcanza-
dos de forma clara y comprensible, o su finalización por cualquier otra causa.
El acta deberá ir firmada por todas las partes y por el mediador o mediadores y se entregará un ejemplar
original a cada una de ellas. En caso de que alguna de las partes no quisiera firmar el acta, el mediador
hará constar en la misma esta circunstancia, entregando un ejemplar a las partes que lo deseen».
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Como se ve, todo este entramado de oportunidades existía ya, aunque formu-
lado de manera más tenue. Y ahora se refuerza en cierto modo la iniciativa
judicial y se arbitra una tentadora oportunidad de suspender el procedimiento,
recurriendo al procedimiento de mediación.
● Si, utilizando alguna de las oportunidades que hemos mencionado, el proce-
so iniciado llegara a suspenderse el legislador ha previsto dos salidas: que
cualquiera de las partes promueva el alzamiento de la suspensión (art. 179
LEC), o que se llegue al término del tiempo de suspensión pactado sin que
ninguna de las partes haya solicitado la continuación del proceso. Si ninguna
de las partes promueve la continuación entrarán en juego los plazos legales
de caducidad de la instancia (art. 237 de la LEC).
Si la mediación termina con un acuerdo que resuelva la controversia, en el
seno del proceso en el que nació el trámite de mediación se puede pedir la
homologación, tal como establece el artículo 19.2 de la LEC. Lo que conlleva
la creación del correspondiente título ejecutivo.
Si sólo se aprobara un contenido parcial en la mediación, se estaría en un
supuesto similar al del artículo 21.2 de la LEC8, continuando el proceso sobre
aquello que no se hubiere acordado en el proceso mediatorio.
8
«Artículo 21. Allanamiento.
[…]
2. Cuando se trate de un allanamiento parcial el tribunal, a instancia del demandante, podrá dictar de
inmediato auto acogiendo las pretensiones que hayan sido objeto de dicho allanamiento. Para ello será
necesario que, por la naturaleza de dichas pretensiones, sea posible un pronunciamiento separado que no
prejuzgue las restantes cuestiones no allanadas, respecto de las cuales continuará el proceso. Este auto
será ejecutable conforme a lo establecido en los artículos 517 y siguientes de esta Ley».
9
«Artículo 9. Confidencialidad.
1. El procedimiento de mediación y la documentación utilizada en el mismo es confidencial. La obligación
de confidencialidad se extiende al mediador, que quedará protegido por el secreto profesional, a las insti-
tuciones de mediación y a las partes intervinientes de modo que no podrán revelar la información que
hubieran podido obtener derivada del procedimiento.
2. La confidencialidad de la mediación y su contenido impide que los mediadores o las personas que
participen en el procedimiento de mediación estén obligados a declarar o aportar documentación en un
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
las partes y que permite que los mediadores y las personas que hayan partici-
pado en el procedimiento estén relevados del deber de declarar o aportar
documentos en juicio o en arbitraje.
Con esta previsión se hace posible cumplir los principios de buena fe y respeto
mutuo, y se impone un deber de lealtad10 para evitar que quienes acudan a
una mediación sientan la amenaza de una torcida utilización posterior de su
voluntad transaccional, si es que la mediación hubiere fracasado.
La protección del proceso mediador la refuerza el artículo 10.2 de la Ley
prohibiendo, en tanto dure, el ejercicio de acciones relacionadas con su objeto;
y haciendo oponible la correspondiente declinatoria si alguien iniciara actua-
ciones sobre la materia comprendida en la mediación en curso.
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Esta fuerza ejecutiva se adquiere tanto en los acuerdos que hayan surgido de
mediación en el seno de un proceso jurisdiccional ya iniciado como si el
acuerdo nace de una mediación autónoma e independiente de un proceso.
En el primer caso, acuerdo de mediación intraprocesal, lo ejecutivo será el
auto que apruebe u homologue lo convenido en mediación. En el segundo
caso, el acuerdo habrá de alcanzar la formalización en escritura pública, y sólo
así tendrá fuerza ejecutiva al amparo del art. 517.22 de la LEC, según la re-
dacción que ha dado la Ley 5/2012.
11
Estatuto General de la Abogacía Española. «Artículo 9. 1. Son Abogados quienes, incorporados a un
Colegio español de Abogados en calidad de ejercientes y cumplidos los requisitos necesarios para ello, se
dedican de forma profesional al asesoramiento, concordia y defensa de los intereses jurídicos ajenos,
públicos o privados.
[…]».
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12
Se habla ya de 10.000.000 de causas judiciales en trámite.
13
D.R.A.E. «Señuelo: […] 4. en sentido figurado cualquier cosa que sirve para atraer, persuadir o inducir
con alguna falacia».
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14
«Disposición adicional segunda. Impulso a la mediación.
1. Las Administraciones públicas competentes para la provisión de medios materiales al servicio de la
Administración de Justicia proveerán la puesta a disposición de los órganos jurisdiccionales y del público
de información sobre la mediación como alternativa al proceso judicial.
2. Las Administraciones públicas competentes procurarán incluir la mediación dentro del asesoramiento y
orientación gratuitos previos al proceso, previstos en el artículo 6 de la Ley 1/1996, de 10 de enero, de
Asistencia Jurídica Gratuita, en la medida que permita reducir tanto la litigiosidad con sus costes».
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15
La conflictividad no es sino la colisión entre titulares de derechos implicados en la amplísima «familia de
derechos» de la que habló el gran jurista norteamericano HART.
16
«Disposición adicional primera. Reconocimiento de instituciones o servicios de mediación.
Las instituciones o servicios de mediación establecidos o reconocidos por las Administraciones públicas de
acuerdo con lo dispuesto en las leyes podrán asumir las funciones de mediación previstas en esta Ley
siempre que cumplan las condiciones establecidas en la misma para actuar como instituciones de media-
ción».
17
«Disposición final primera. Modificación de la Ley 2/1974, de 13 de febrero, de Colegios
Profesionales.
La leña ñ) del artículo 5 de la Ley 2/1974, de 13 de febrero, de Colegios Profesionales, pasa a tener la
siguiente redacción:
“ñ) Impulsar y desarrollar la mediación, así como desempeñar funciones de arbitraje, nacional e internacio-
nal, de conformidad con lo establecido en la legislación vigente”».
18
«Disposición final segunda. Modificación de la Ley 3/1993, de 22 de marzo, Básica de las Cámaras
Oficiales de Comercio, Industria y Navegación.
La letra i del apartado 1 del artículo 2 de la Ley 3/1993, de 22 de marzo. Básica de las Cámaras Oficiales
de Comercio, Industria y Navegación, pasa a tener la siguiente redacción:
“i) Impulsar y desarrollar la mediación, así como desempeñar funciones de arbitraje mercantil, nacional e
internacional, de conformidad con lo establecido en la legislación vigente”».
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10. CONCLUSIÓN
● Las líneas que anteceden reflejan la convicción de que el camino para libe-
rar a la jurisdicción de parte de la avalancha de conflictividad que ahora sopor-
ta puede ser parcialmente allanado a través de la mediación. Pero los disposi-
tivos de mediación, ajustados a los parámetros legalmente exigibles, sólo
serán eficientes si son capaces de generar la confianza de los ciudadanos, de
los actores y operadores de los flujos económicos y sociales, a quienes sólo
les merecerá la pena eludir la gravosa tarea de pedir justicia, si el sistema
alternativo de la mediación es capaz de dar soluciones rápidas, eficientes y
equilibradas. Sin olvidar que los propios poderes públicos tienen un amplio
abanico de materias que podrían desahogar su conflictividad jurisdiccional por
la vía del arbitraje o la mediación. No estaría mal que la voluntad conciliadora
se muestre también por las Administraciones cuando la materia lo permita,
renunciando así a proteger bajo el muro jurisdiccional, siempre dilatorio, inter-
eses y conductas que serían, por su propia materia, arbitrales o conciliables.
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NÚMERO 29. ENERO DE 2013
ISSN: 2254-3805
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
RESUMEN
El sistema legal en España está experimentando un proceso de convergen-
cia con los países de nuestro entorno. Destaca entre las medidas que se
recomiendan desde el Consejo de Europa la introducción de la mediación,
una metodología que ha sido experimentada con notable éxito en el mundo
anglosajón. Una de las principales novedades en España ha sido la Ley
5/2012 de trasposición de la Directiva CE/52/2008 de Mediación en con-
flictos civiles y mercantiles. Para la implantación de esta metodología
como elemento auxiliar de la justicia se dispone ya en España de una am-
plia experiencia en la mediación en los conflictos familiares. Este artículo
recoge las enseñanzas que ha aportado el proceso de introducir este me-
canismo en los juzgados de familia de España desde la Ley 15/2005.
Palabras clave: Sistema de justicia, conflicto, familia, hijos, pacificación,
conservación de relaciones.
ABSTRACT
The legal system in Spain is undergoing a process of convergence with our
neighboring countries. It stands out among the recommended measures
from the Council of Europe about the introduction of mediation, a method-
ology that has been experimented with notable success in the English-
speaking world. One of the main novelties in Spain has been the publica-
tion of the law 5/2012 of transposition of Directive 2008/52/EC of media-
tion in civil and commercial disputes. For the implementation of this meth-
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4. LA DERIVACIÓN A LA MEDIACIÓN
POR LOS TRIBUNALES
Aun cuando la reforma de la Ley 15/2005 no incluyó la previsión de que los
jueces podrían remitir a las partes a la mediación en litigios en trámite, la deri-
vación a esta metodología, con o sin suspensión de los plazos procesales, y
tanto en la fase declarativa como en la de la ejecución (en la que se ha mos-
trado su mayor eficacia), tiene su anclaje legal en el artículo 158.4 del Código
Civil, en el sentido de la reforma de la Ley Orgánica 1/1996, de Protección del
Menor, como norma que faculta al juez para adoptar cualquier clase de medi-
das para apartar al menor de riesgos o peligros.
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5. EL MODELO DE MEDIACIÓN
EN EL ÁMBITO DEL DERECHO DE FAMILIA
El modelo de mediación familiar por el que ha optado el legislador español,
tanto en la Ley 15/2005, como en la Ley 5/2012, tiene su base en la Reco-
mendación (1) 1998 del Consejo de Europa sobre mediación familiar, que se
define por los principios de voluntariedad, imparcialidad, neutralidad y confi-
dencialidad. El segundo eje del modelo es el reconocimiento de la presencia y
la importante labor de los servicios de mediación creados en las Comunidades
Autónomas, tanto las que han legislado en esta materia, como las que, sin
haberlo hecho, tienen consolidados programas de mediación familiar subven-
cionados por los presupuestos públicos, y puestos a disposición de los juzga-
dos.
En cuanto a la precaución por las demoras que pueden derivarse de la inser-
ción de este sistema, que tanta preocupación ha suscitado en sectores doctri-
nales, la reforma operada por la Ley de julio de 2012 le da una solución pru-
dente al decir que la duración será lo más breve posible. La Ley 15/2005 remi-
tía al artículo 19.4 de la LEC, por lo que queda fijado en sesenta días el térmi-
no máximo de suspensión del proceso contencioso en curso para que se lleve
a cabo la mediación, que coincide con la similar previsión en las leyes auto-
nómicas. En cualquier caso se ha de entender que este plazo es orientativo y
no fatal, puesto que la interpretación del término por la administración y los
tribunales debe ser flexible, siempre que tanto las partes como el mediador
soliciten la prórroga del plazo por el tiempo estrictamente necesario.
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hogar, con una nueva pareja, a su nueva familia. Otra fuente de conflictos
frecuente son las disputas cuando la propiedad del piso, ocupado en precario,
es de los padres o de otro familiar del cónyuge que ha de salir de la casa. Los
problemas son tanto de parejas jóvenes, que accedieron a la propiedad de la
vivienda recientemente, y uno de ellos se siente desposeído de sus derechos
para siempre, como de parejas adultas, tanto por la incidencia de las nuevas
parejas reconstituidas de estas, como cuando se trata de relaciones de corta
duración. También son frecuentes las pérdidas, por este concepto, de dere-
chos de inquilinato sobre viviendas, que pasan por esta vía al cónyuge que no
era titular del mismo, en virtud de las previsiones del artículo 15 de la Ley
29/1994, de 24 de noviembre, de Arrendamientos Urbanos.
Ante la eventualidad de perder la vivienda propia o los derechos sobre la mis-
ma, se suele plantear una batalla para despojar al otro de sus posibles dere-
chos, luchando por la custodia de los hijos en exclusiva o estableciendo estra-
tegias muy singulares de ocultación de la realidad o de concertación de cargas
que hagan inviable el derecho, por ejemplo. Tampoco se limitan los problemas
a la fase declarativa del pleito contencioso, sino que estas pugnas suelen
aparecer a lo largo del tiempo, en ejecución de sentencia o cuando se modifi-
can algunas de las circunstancias, impidiendo una relación normalizada entre
los ex cónyuges.
Desde luego la mediación no es el antídoto para toda esta problemática, pero
sí es cierto que existen muchas formas de abordar estos problemas y de arbi-
trar soluciones imaginativas que las dos partes las perciban como justas y
equitativas. Desde la transmisión de los derechos de propiedad al cónyuge
beneficiario mediante un acuerdo de pago a largo plazo, hasta la concertación
del uso temporal de la vivienda, o la previsión de situaciones de futuro que
puedan producirse. La adquisición de los derechos de propiedad por la familia
extensa de uno de los cónyuges, o por los hijos, o la transformación de la
pensión compensatoria en una prestación de pago único en especie con la
entrega de los derechos sobre la vivienda, son algunas de las múltiples formas
de buscar acuerdos. En muchos casos será imposible alcanzar un acuerdo,
pero en el marco de una negociación global de todas las consecuencias patri-
moniales y personales de la ruptura, es posible llegar a pactos, puesto que la
flexibilidad de las personas y su sentido práctico de la justicia, a veces, es
asombrosa.
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que deben pagar o percibir, cuando manifiestan que no quieren un euro más
de lo que les pertenece, pero que quieren exactamente lo que dice la ley. El
operador jurídico se enfrenta aquí con fórmulas legales abstractas, fundamen-
talmente con el artículo 142 del Código Civil, que los define como lo indispen-
sable para el sustento, habitación, vestido y asistencia médica, y se completa
con el segundo párrafo, que comprende los gastos de educación e instrucción,
hasta más allá de la mayoría de edad. Una vez que se haya cuantificado «lo
indispensable», se han de sopesar otros principios legales, como los criterios
de proporcionalidad entre las necesidades de quien ha de percibirla y las posi-
bilidades de quien ha de prestarla, artículo 146 CC y, si son más de uno los
obligados, la regla de distribución proporcional al caudal respectivo, del artícu-
lo 145 CC.
Las prestaciones alimenticias, además, se han de conjugar con otras presta-
ciones en especie, como es el caso de la disposición de vivienda familiar, y
con las obligaciones de similar naturaleza que el obligado al pago mantenga
con otros hijos, del mismo matrimonio, o de distinta unión.
La cuantía de los alimentos es siempre provisional, es decir, susceptible de
modificación tan pronto se altere sustancialmente alguna de las circunstancias
que se tuvieron en cuenta para establecerla. Por estas razones el sistema de
«baremo», a pesar de los trabajos excelentes realizados por los magistrados
UTRERA RODRÍGUEZ, PÉREZ MARTÍN y PASCUAL FRANQUESA están
encontrando tantas dificultades para su generalización, puesto que a la ines-
tabilidad propia de las relaciones, ha de unirse la inestabilidad de los empleos
y de la economía española, tanto en lo que se refiere a mutaciones laborales,
como a la opacidad de diversos ingresos, especialmente en el sector empre-
sarial y en los trabajadores autónomos.
La técnica de poner las cartas sobre la mesa, en base al principio de coopera-
ción que rige la mediación, es un medio más idóneo, indudablemente, para
que las propias partes hagan sus cuentas respecto a esta importante y tras-
cendente partida de las prestaciones alimenticias, máxime cuando muchos de
los gastos a tener en cuenta, tales como los de educación, sanidad, activida-
des de formación complementarias, viajes, elección de colegios o clases parti-
culares, deben ser establecidas y concertadas por la decisión conjunta de
ambos progenitores. De igual forma, la instauración de un sistema razonable,
ágil y efectivo de previsión de los gastos extraordinarios y de la modificación
de circunstancias, evita las reticencias a los pagos impuestos, o a las partidas
que se disputan respecto a su necesidad y realidad.
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cía no perciba que existen dos modelos metodológicos para intentar solucio-
nar el litigio, uno el contencioso clásico, y el otro la mediación, y que sea él
quien en cada caso aconseje al cliente, según las circunstancias del caso, las
ventajas de uno y otro sistema, la mediación no se implantará. Como es obvio,
el papel y la función del abogado en el proceso de mediación debe estar defi-
nida con precisión en uno y otro caso, su intervención como asesor y, espe-
cialmente, como redactor de los acuerdos o convenios, debe quedar salva-
guardada en la mediación, y garantizada, así mismo, la remuneración de su
trabajo.
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RESUMEN
Este trabajo va dirigido a dar a conocer la mediación administrativa como
forma de resolución de conflictos entre la Administración y los ciudada-
nos. Las experiencias que actualmente se están desarrollando en España,
acrecientan el interés por esta técnica de resolución de conflictos que
cuenta con el apoyo y el impulso decidido del Ministerio de Justicia, el
Consejo General del Poder Judicial y de otras administraciones autonómi-
cas.
Las objeciones que «a priori» podrían plantearse contra el reconocimiento
y efectividad de la puesta en práctica de la mediación, teniendo en cuenta
los límites derivados de la potestad administrativa y la caracterización de
la prerrogativa o el acto unilateral, han ido cediendo a favor de este me-
canismo de resolución de conflictos que permite crear lazos de comunica-
ción y de diálogo, ofreciendo soluciones imaginativas en el marco de una
nueva cultura de paz, que debe operar con normalidad en las relaciones
jurídico-administrativas
Palabras clave: Derecho administrativo y procesal. Mediación administra-
tiva. Mediación intrajudicial. Resolución de conflictos entre la Administra-
ción y los sujetos privados. Medios alternativos de solución de litigios.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
ABSTRACT
The target of this work is to present the administrative mediation as a way
to resolve conflicts between Government and citizens. Nowadays the ex-
periences that are developing in Spain, stimulate the interest and the need
to know the resolution conflicts technique. It possesses the support and the
impulse from the Department of Justice, the Council General Judiciary and
from other autonomous administrations.
The objections that «a priori» might appear against the recognition and
efficiency of putting in practice the administrative mediation, taking into
account the limits derived from the administrative legal authority and the
characterization of the prerogative or the unilateral act, have been yield-
ing in favour for the conflict resolution mechanism that allows to create
communication links and dialog, offering imaginative solutions under a
new culture of peace, which must operate normally in the administrative
legal relations.
Key words: Administrative law and procedure. Administrative mediation.
Mediation intrajudicial. Resolution of conflicts between public administra-
tion and private actors. Alternative Dispute Resolution (ADR).
SUMARIO
1. INTRODUCCIÓN.
2. APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE MEDIACIÓN ADMINISTRATIVA.
3. APODERAMIENTO NORMATIVO.
4. MODULACIÓN DE LA MEDIACIÓN ADMINISTRATIVA EN ATENCIÓN AL
EJERCICIO DE LAS POTESTADES ADMINISTRATIVAS
5. LA MEDIACIÓN ADMINISTRATIVA INTRAJUDICIAL
6. AMBITO DE ACTUACIÓN DE LA MEDIACIÓN ADMINISTRATIVA E
INTRAJUDICIAL
7. CARACTERISTICAS, FASES Y REQUISITOS ESENCIALES PARA EL
BUEN FUNCIONAMIENTO DE LA MEDIACIÓN ADMINISTRATIVA.
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1. INTRODUCCIÓN
¿Se imaginan al Alcalde de un ayuntamiento participando en una sesión de
mediación con un particular que cuestiona que no le concedan una licencia de
obras o que se queja sobre los ruidos provocados por una discoteca? ¿Han
visto alguna vez a un Consejero de Sanidad en un proceso de mediación por
un problema derivado de una asistencia hospitalaria? ¿Podría pensarse que el
Ministro de Justicia es asistido de un mediador para resolver un procedimiento
de responsabilidad patrimonial por el funcionamiento anormal de la Adminis-
tración de Justicia? o, en un exceso de imaginación, ¿sería factible que el
Ministro de Fomento pudiera convertirse en sujeto de una mediación por la
oposición de unos ciudadanos a la construcción de un centro penitenciario
cerca de su domicilio?
Lo anterior, que tan solo es una pequeña casuística de cientos de situaciones
conflictivas en las que puede encontrarse el ciudadano, refleja que la adminis-
tración tiene una presencia exorbitante en la vida pública y en las personas,
tanto en cuanto a su cometido de asegurar el bienestar a través de la calidad y
eficiencia en la gestión de los servicios públicos, como respecto a una inter-
vención heterogénea que combina actos de prerrogativa de distinta naturale-
za, generando efectos de carácter substantivo en las situaciones jurídicas de
los ciudadanos.
La tensión entre servicio público y deberes públicos ciudadanos, junto con la
difícil tarea de ponderar derechos e intereses, conduce con frecuencia a un
acusado nivel de conflictividad en nuestro sistema de garantías, convirtiéndo-
se la jurisdicción contencioso-administrativa en el enclave ordinario en el que
los ciudadanos dirimen sus discrepancias.
En este contexto y aun siendo conscientes del retraso estructural que acom-
paña a la administración de justicia, lo cierto es que mas allá del puro acto de
legalidad, existen mecanismos de decisión administrativa que, por lo general,
no son residenciables en el proceso contencioso.
En efecto, si bien la Jurisdicción Contencioso-Administrativa es insustituible en
su doble función garantizadora y creadora de jurisprudencia, aún resulta difícil
combatir en sede judicial el fenómeno del silencio administrativo negativo, el
de la propia inactividad de la administración, las llamadas situaciones de
hecho, la huída del derecho administrativo, las resoluciones estereotipadas de
los recursos, la falta de motivación y de transparencia o, en definitiva, las dis-
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1
Como señala la exposición de motivos de la ley jurisdiccional, «El recurso contencioso-administrativo, por
su naturaleza, no puede poner remedio a todos los casos de indolencia, lentitud e ineficacia administrati-
vas, sino tan sólo garantizar el exacto cumplimiento de la legalidad».
2
Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea (2007/C 303/01). «Artículo 41. Derecho a
una buena administración 1. Toda persona tiene derecho a que las instituciones, órganos y organismos de
la Unión traten sus asuntos imparcial y equitativamente y dentro de un plazo razonable».
3
Pese a la oposición velada por parte de algunos sectores a estos equivalentes jurisdiccionales, el legisla-
dor ya había sembrado en España la semilla de la mediación convencional e impugnatoria en leyes tan
importantes como la Ley de Procedimiento Administrativo Común y la Ley de la Jurisdicción Contencioso-
Administrativa. Arts. 88 y 107 LRJAPyPAC y 77 LJCA.
4
MASUCCI expresa que con la mediación se trata de superar la antigua herencia de la cultura de la
litigiosidad judicial que se concilia mal con una nueva cultura que entiende el recurso al juez como la última
de las «chances» disponibles cuando todas las demás se han revelado inadecuadas o impracticables. Su
objetivo es superar una exasperada lógica panprocesalista que no ve medios fiables de resolución de los
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litigios fuera de las garantías del proceso. MASUCCI, ALFONSO. «El procedimiento de mediación como
medio alternativo de resolución de litigios en el derecho administrativo». Revista de Administración Pública.
Número 78. Enero/Abril 2009. P. 14.
5
En este contexto, recordando el comienzo de todos los procedimientos disciplinarios o sancionadores
que incoan las administraciones públicas, se aprecia que, junto con la posible adopción de medidas pre-
ventivas de compulsión o cautelares, la administración inicia dichos procedimientos para evaluar situacio-
nes que pueden terminar en una suspensión de empleo y sueldo, en la retirada del carnet de conducir, en
la cancelación de una subvención, en una expulsión de la universidad, en la demolición de una vivienda,
en el corte de suministro eléctrico, en la derivación de responsabilidad a la vía penal, expulsión o repatria-
ción, etc.
6
BOUMAKANI afirma que la mediación tiende a reequilibrar la relación administrativa e introducir la idea
de participación ciudadana. BOUMAKANI BENJAMIN. «La Mèdiaton dans la vie administrative». Revue du
droit Public . RDP 2003. Núm. 3. P. 884.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
2. APROXIMACIÓN AL CONCEPTO
DE MEDIACIÓN ADMINISTRATIVA
Cuando entre dos o más personas existe un conflicto, uno de los modos de
abordarlo, resolverlo o transformarlo es el diálogo entre las partes. En los ca-
sos en que para facilitar dicho diálogo y tratar de llegar a un acuerdo, intervie-
ne un tercero ajeno al conflicto, podemos hablar de mediación.
7
MASUCCI afirma que la mediación y otros alternativos reflejan una nueva cultura de resolución de las
disputas. Op. cit. P. 15.
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8
LE GARS, JEAN MARC. «Conciliation et médiation en matière administrative» AJDA. L’actualité juridique.
Droit Administratif. Dossier. Relations Administration-administrés. Núm. 6/2000.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
9
BOUMAKANI afirma que la imparcialidad y la independencia son los elementos esenciales de la media-
ción. BOUMAKANI BENJAMIN. «La Mèdiaton Dans la vie administrative». Revue du droit Public. RDP
2003. Núm. 3. P. 866.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
3. APODERAMIENTO NORMATIVO
Una vez que la mediación administrativa se ha incorporado a diversos orde-
namientos jurídicos europeos, al igual que en nuestras leyes administrativas y
jurisdiccionales, las trabas y obstáculos que podrían impedir el establecimiento
de esta figura en el régimen jurídico público deben analizarse en el ámbito
material en el que pretende desplegarse la misma11.
Si bien, pueden encontrarse algunos límites o cautelas a una actuación me-
diadora en algún sector concreto de actividad administrativa, no sería tanto por
el temor a infringir nuestro ordenamiento jurídico, como por cuestiones de
oportunidad o de estrategia que, en el marco de un procedimiento administra-
tivo, conducen a seleccionar el modelo de respuesta más adecuado, aten-
diendo a las circunstancias del caso concreto planteado.
En este contexto, la mediación administrativa cuenta actualmente con un apo-
deramiento especial a través de la apuesta decidida del Consejo de Europa y
de la Unión Europea, para introducir esta figura como un medio eficaz de pre-
vención y resolución de conflictos en distintas áreas jurídicas de actividad.
10
BENJAMIN BOUMAKANI distingue entre «(…)les vraies médiations et les médiations en trompe-l’œil,
dans lesquelles le médiateur n’est que l’émanation d’une des parties au litige et soumis à elle». P. 867. Op.
cit.
11
En Francia y en Alemania se concede gran importancia a los tradicionales instrumentos administrativos
postprocedimentales. Los recours administratifs préalables, en Francia y el Winderspruchsverfahren, en
Alemania, son instrumentos que, conforme a las respectivas legislaciones, pueden o deben ser interpues-
tos antes del recurso jurisdiccional. MASUCCI op. cit. pág. 11.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
12
«Costituisce conseguenza quasi naturale di tale evoluzione il fatto che l’amministrazione debba rinuncia-
re ad una azione constantemente e necessariamente unilaterale per ricercare il consenso, ora dei privati,
ora di altre amministrazioni implicate nello svolgimento della medesima attività» «il modello più immediata-
mente percepibile è quello dell´accordo in funzione sostitutiva del provvedimento, anche perché in questi
termini è espressamente definito dalla legge 7 agosto 1990 n. 241».Vid. FABRIZIO FRACCHIA: L’Acordo
sostitutivo. Studio sul consenso displinato dal diritto amministrativo in funzione sostitutiva rispetto agli
strumenti unilaterali di esercizio del potere. CEDAM. Padova, 1998; pp. 2 y ss. También vid. GIUSEPPA
CRIOLA . «Accordi tra anmministrazione e privati. Tendenze Evolutive del Diritto Amministrativo Corso di
Alta Formazione». En Amministrazione in cammino. Rivista elettronica di diritto publico. Direttore: Prof.
GIUSEPPE DI GASPARE.
13
Vid. en Documentos y Dictámenes. «La Ley Italiana de 7 de agosto de 1990, de nuevas normas en
materia de procedimiento administrativo y de derecho de acceso a los documentos administrativos»; en la
RAP. Núm. 124. Enero-Abril 1991; pp. 461-478.
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ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
lo 88.1 LPC a lo que «(...) en cada caso prevea la disposición que lo regule» ,
sugiere una modulación o una exclusión del ejercicio de su capacidad, y así en
unos casos se han dictado normas que no han precisado efectuar una regula-
ción más acabada como se podría esperar de una interpretación restrictiva14, y
en otros supuestos, la modulación se ha dirigido a ratificar el apoderamiento
general de la terminación convencional del procedimiento, y al tiempo, introdu-
ciendo de forma clara la posibilidad de utilizar la mediación dentro de un con-
junto de formas compositivas15.
Con el mismo criterio, la práctica judicial permite deducir esta eficacia directa,
del art. 88.1 de la LPC, y así pueden apreciarse algunas resoluciones judicia-
les que en sus fundamentos jurídicos invocan acertadamente el debatido artí-
culo, sin otras consideraciones relativas a una específica legislación o regla-
mentación sectorial de necesaria habilitación16.
Esta mediación convencional, a diferencia de las que vamos a encontrar inclu-
so en el ámbito preprocesal o procesal jurisdiccional17, tiene un carácter pre-
dominantemente contractual, cuya finalidad es llegar a un acuerdo resolutorio
14
Así, LUCIANO PAREJO enumera una serie de disposiciones legislativas y reglamentarias que avalan
esta posición: Ley 5/1995, de 23 de marzo, de Régimen Jurídico de la Enajenación de Participaciones
Públicas en Determinadas Empresas (art. 5.2 autorizando la terminación convencional). Tb. vid. RD
429/1993 que aprueba el Reglamento de los procedimientos en materia de responsabilidad patrimonial;
RD 677/1993 que aprueba el Reglamento de procedimiento para la concesión de apoyo oficial al crédito a
la exportación; RD 2225/1993 aprobando el Reglamento de procedimiento para la concesión de subven-
ciones públicas; y RD 1778/1994, por el que se adecua a la Ley 30/1992, las normas reguladoras de los
procedimientos de otorgamiento, modificación y extinción de autorizaciones. PAREJO ALFONDO,
LUCIANO. Eficacia y Administración. MAP, Madrid, 1995; pp. 164-167; p. 189.
15
Ver la Ley 3/1998, de 27 de febrero, del País Vasco sobre protección del medio ambiente. BO País
Vasco núm. 59, donde se establece la negociación directa o indirecta a través de mediadores o conciliado-
res.
16
Sentencia de 4/3/1998, Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional; Sentencia
7/9/1998. Sala de lo Contencioso-Administrativo TSJ Las Palmas de Gran Canaria; Sentencia 6/11/1998.
Sala de lo Contencioso-Administrativo TSJ Comunidad Valenciana. 1. Sentencia STSJ ICAN 2929/1998, 7
de septiembre. Terminación convencional artículo 88 Ley 30/1992. Alcalde del Ayuntamiento de Aguimes y
particular para resolver las diferencias entre ambas partes en relación con los invernaderos propiedad de
este último en la Playa de Vargas. STS 5193/2011, de 29 de junio. Sala de lo Contencioso-Administrativo
tribunal Supremo. SAN 4758/2010, de 8 de octubre, FJ noveno. SAN 2394/2009, de 6 de mayo. Mediación
administrativa respecto a un procedimiento de naturaleza fuertemente singular encaminado a la solución
de los conflictos de interconexión entre distintos operadores en el ámbito de las telecomunicaciones. STS
6097/2003, de 7 de octubre: «La terminación convencional no configuraría un acto administrativo, de
carácter esencialmente unilateral, sino que nos hallaríamos ante un contrato o convenio por ser fruto de
varias voluntades, como entiende la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas». STS 5272/2003,
de 22 de julio: «El artículo 88 de la Ley 30/1992 solamente permite la terminación convencional del proce-
dimiento administrativo cuando el respectivo pacto o acuerdo no sea contrario al ordenamiento jurídico ni
recaiga sobre materias no susceptibles de transacción y tengan por objeto satisfacer el interés público
encomendado a la Administración actuante, con el alcance, efectos y régimen jurídico específico que en
cada caso prevea la disposición que lo regule».
17
Recordemos que el art. 77 de la LJCA, es posible que admita un modelo de mediación procesal.
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18
La propia LPC, Ley 30/1992, modificada por Ley 4/1999, de 26 de noviembre, reconoce más explícita-
mente a la mediación como «procedimiento de impugnación» a través del artículo 109: «Fin de la vía
administrativa. Ponen fin a la vía administrativa: Las resoluciones de los procedimientos de impugnación a
que se refiere el artículo 107.2»
19
«(...) Las leyes podrán sustituir el recurso ordinario, en supuestos o ámbitos sectoriales determinados, y
cuando la especificidad de la materia así lo justifique, por otros procedimientos de impugnación o reclama-
ción, incluidos los de conciliación, mediación y arbitraje, ante órganos colegiados o comisiones específicas
no sometidas a instrucciones jerárquicas, con respeto a los principios, garantías y plazos que la presente
ley reconoce a los ciudadanos y a los interesados en todo el procedimiento administrativo.»
20
El libro blanco de mediación en Cataluña se refiere a la mediación en los procedimientos de gestión (art.
88 LPC) y mediación como medio sustitutivo de los recursos. «Libro Blanco de la Mediación en Cataluña.
Capítulo 13 «Mediación en Derecho Administrativo», p. 817. GAMERO CASADO se refiere a mediación en
procedimiento administrativo de gestión y mediación en procedimiento de recurso dirigido a eliminar el acto
preexistente. GAMERO CASADO, Eduardo, «Apunte sobre la mediación como técnica de resolución de
conflictos en el empleo público». Revista de Administración Pública 170. Madrid, mayo/agosto 2006.
Centro de estudios políticos y constitucionales. P. 345.
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21
En contra de la opinión que se sostiene en otros escenarios, en los que se llega a afirmar que es muy
reducido el campo que se ofrece a la conciliación y la mediación. Vid. SAINZ ALONSO, César, «El recurso
de reposición en la esfera local y la nueva LRJAP y PAC», en El Consultor de los Ayuntamientos y de los
Juzgados, núm. 17, septiembre, 1993; p. 2140.
22
Art. 9.3 CE: «La Constitución garantiza (...)la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos».
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dispuesto en los artículos 53 y 63.1 de la LPC23, así como del art. 70.2 LJ24,
donde se hace una especial mención a lo que constituye la desviación de
poder.
Por otra parte, con relación a los límites derivados del ejercicio de las potesta-
des regladas y discrecionales de la Administración, siguiendo una línea doctri-
nal que proviene del profesor García de Enterría, las primeras no podrían ser
objeto de negociación porque reducen a la Administración «(...) a la constata-
ción del supuesto de hecho legalmente definido de manera completa y a apli-
car en presencia del mismo lo que la propia ley ha determinado también ago-
tadoramente»25 y respecto a las potestades discrecionales, como dependen de
un margen de libre apreciación permitido por el ordenamiento jurídico, sí pue-
den basarse en criterios racionales o en argumentos valorativos sobre los que
las partes podrían llegar a consensuar o pactar una solución a través de la
mediación.
En todo caso, como la mediación se trata de un negocio jurídico entre dos o
más sujetos, presidido por el principio de la autonomía negocial, la manifesta-
ción de la discrecionalidad o de los elementos reglados que acompañan a toda
decisión administrativa, no van a operar en el mismo plano en que lo hacen
cuando los poderes públicos actúan en el marco de la prerrogativa o desde
una actividad unilateral. 26
Por lo que respecta al supuesto de que la mediación se realice sobre la base
de elementos reglados previamente fijados por la norma, tampoco resulta
objetable un acuerdo mediante esta técnica de resolución de conflictos, habida
cuenta de que la interpretación de la norma permite atenuar su rigor a través
de propuestas que permitan conciliar el interés particular con el interés gene-
23
Arts. 53.1 y 2, Ley 30/1992, del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento
Administrativo Común, modificada por Ley 4/1999, de 26 de noviembre: «Requisitos de los actos adminis-
trativos. Producción y contenido: 1. Los actos administrativos que dicten las Administraciones Públicas,
bien de oficio o a instancia del interesado, se producirán por el órgano competente ajustándose al proce-
dimiento establecido. 2. El contenido de los actos se ajustará a lo dispuesto por el ordenamiento jurídico y
será determinado y adecuado a los fines de aquéllos.» Art. 63.1 LPC: «Son anulables los actos de la
Administración que incurran en cualquier infracción del ordenamiento jurídico, incluso la desviación de
poder».
24
Art. 70.2 , Ley 29/1998, de 13 de julio, reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa: «La
sentencia estimará el recurso contencioso-administrativo cuando la disposición, la actuación o el acto
incurrieran en cualquier infracción del ordenamiento jurídico, incluso la desviación de poder. Se entiende
por desviación de poder el ejercicio de potestades administrativas para fines distintos de los fijados por el
ordenamiento jurídico».
25
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, Curso de Derecho Administrativo I. Novena edición; p. 447.
26
Sobre el marco contractual en el que se desenvuelve la mediación administrativa, vid. CARBALLO
MARTÍNEZ, Gerardo, «La Mediación Administrativa y el Defensor del Pueblo». Thomson Aranzadi. Cizur
Menor. 2008. Capítulo IV. Pp. 105 y ss.
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ral, teniendo en cuenta que, por otra parte, dicho interés, según ha expresado
Jaime RODRÍGUEZ-ARANA, ya no es un concepto que monopoliza o interpre-
ta unilateralmente un funcionario, sino que, «(...) como ha señalado el Tribunal
Constitucional en el año 1984, es un concepto que define armónicamente a
través de la intercomunicación, a través del diálogo entre los poderes públicos
y los agentes sociales.» 27
En este sentido, para lograr una mayor adecuación de la actuación administra-
tiva a las previsiones contenidas en el artículo 3.1 del Código Civil,28 se hace
necesario evitar una aplicación de la norma que sea estricta o rigurosamente
reglada, dado que ello frustraría la necesaria labor interpretativa de toda nor-
ma, que debería incluir juicios de valor de carácter objetivo, 29 teniendo en
cuenta además que, como señala SÁNCHEZ MORÓN, en ese ámbito de las
potestades administrativas reguladas por ley, resulta normal que se contem-
plen algunos elementos de discrecionalidad, «ya sea en el -an-, en el -quid-,
en el -quommodo- o al menos en el -quando- 30.
Así, para el ejecutor de la ley, no siempre se produce una determinación exac-
ta entre la norma y el acto sobre el que recae, de manera que si la norma
aplicable sobre ese acto reglado permite una decisión de entre otras alternati-
vas válidas o bien establece un marco que debe llenarse mediante ese acto
reglado, nos encontraremos con un margen mayor o menor de discrecionali-
dad, con una forma de adaptación del derecho a las necesidades presentes y
futuras de la vida social31, y en general con una manifestación del principio de
interpretación de las normas, articulado en nuestro derecho positivo a través
del artículo 3.1 del Código Civil32.
27
RODRÍGUEZ-ARANA, Jaime, «Nuevas Orientaciones doctrinales sobre la responsabilidad patrimonial
de la Administración Pública». Cuadernos de Derecho Judicial. II-2002. Consejo General del Poder Judi-
cial. P. 15.
28
Art. 3.1 Cc.: «Las normas se interpretarán según el sentido propio de sus palabras, en relación con el
contexto, los antecedentes históricos y legislativos, y la realidad social del tiempo en que han de ser
aplicadas, atendiendo fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas».
29
ENTERRÍA considera necesaria la labor interpretativa en la aplicación de la ley, y lo ejemplifica con el
proceso aplicativo de las normas fiscales, no obstante ser la potestad liquidatoria típicamente reglada.
Curso..., op. cit., novena edición. P. 447.
30
SÁNCHEZ MORÓN, Miguel, Discrecionalidad administrativa y control judicial, Tecnos, Madrid, 1994, p.
113.
31
WRÓBLEWSKI, Jerzy, «Constitución y teoría general de la interpretación jurídica»; Cuadernos Civitas.
Primera edición; Madrid, 1985, p. 75: «(...) la vida social —afirma el autor— abarca las ideas concernientes
a la sociedad con todas sus características estructurales y funcionales consideradas relevantes para el
derecho y su interpretación. La vida social corresponde, en general, al contexto funcional de las reglas
legales y tiene en cuenta el actual contexto sistémico y lingüístico».
32
CARBALLO MARTÍNEZ, Gerardo, La Mediación Administrativa y el Defensor del Pueblo, Thomson
Aranzadi. Cizur Menor 2008. Pps. 167 y ss.
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33
PAREJO ALFONSO, Luciano, Eficacia y administración: tres estudios —1.ª ed.— Madrid: Instituto
Nacional de Administración Pública [etc.], 1995, 213 pp. (Estudios. Administración general). Pp. 181-182.
El citado profesor fundamenta lo anterior en la discrecionalidad de ejecución, entendida por la doctrina
alemana como el margen de actuación concedido a la Administración a la hora de ejecutar o no la ley,
cuando esta concede la capacidad de decisión entre alternativas igualmente válidas al respecto.
34
«Discrecionalidad...», op. cit., p. 114.
35
Conviene mencionar que no nos encontramos ante una actividad reglada o discrecional en sentido
estricto, sino como señala DELGADO PIQUERAS «... ante un negocio contractual resultado de la conjun-
ción de una voluntad común de dos o más sujetos». DELGADO PIQUERAS, Francisco, La terminación
convencional del procedimiento administrativo, Aranzadi, 1995, p. 213.
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36
Artículo 77.1 de la Ley 29/1998, de 13 de julio, reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa:
«En los procedimientos en primera o única instancia, el Juez o Tribunal, de oficio o a solicitud de parte,
una vez formuladas la demanda y la contestación, podrá someter a la consideración de las partes el
reconocimiento de hechos o documentos, así como la posibilidad de alcanzar un acuerdo que ponga fin a
la controversia, cuando el juicio se promueva sobre materias susceptibles de transacción y, en particular,
cuando verse sobre estimación de cantidad».
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37
Sobre ética en la mediación vid. LASCOUX, Jean Louis, Pratique de la médiation. Une méthode alterna-
tive à la résolution des conflits. P. 156.
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NÚMERO 29. ENERO DE 2013
ISSN: 2254-3805
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RESUMEN
La idea de una «Justicia reparadora» en el ámbito penal, obtenida a tra-
vés de la mediación, se ha abierto camino en las legislaciones penales más
modernas, impulsada por las recomendaciones de los organismos interna-
cionales.
En España, aun cuando la actual legislación presta cada vez más atención
a la reparación de la víctima, tan solo está regulada una verdadera me-
diación penal en el enjuiciamiento de menores.
Por dicho motivo la próxima reforma procesal en España debería ampliar
el ámbito de la mediación penal a mayores de edad en determinados deli-
tos de escasa gravedad, siguiéndose en todo caso las recomendaciones de
los organismos internacionales.
Palabras clave: Justicia reparadora o restaurativa, Justicia retributiva,
sancionadora o punitiva, mediación penal.
ABSTRACT
The idea of «restorative justice» in the criminal field obtained through
mediation has made its way into modern penal legislations, driven by the
recommendations of international organizations. In Spain, even though the
current legislation pays increasing attention to providing redress to vic-
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SUMARIO
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1
Anteriormente las Recomendaciones (85) 11, sobre la posición de la víctima en el marco del Derecho y
del proceso penal, y (87) 21, sobre asistencia a las víctimas y prevención de la victimización, venían
también propugnando el estudio y la experimentación de mecanismos de mediación en materia penal.
Asimismo el Consejo de Europa (a través de una de sus subcomisiones y grupos de trabajo, la denominada
Comisión Europea para la Eficiencia en la Justicia —CEPEJ—) elaboró en diciembre de 2007 una «Guía
para una mejor implementación de las recomendaciones concernientes a la mediación en materia penal»,
establece interesantes sugerencias a partir de la experiencia recogida de los sistemas de mediación penal
actualmente existentes en Europa.
2
«…any process whereby the victim and the offender are enabled, if they freely consent, to participate
actively in the resolution of matters arising from the crime through the help of an impartial third party (medi-
ator)».
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3
El apartado 13 de la Exposición de Motivos señala de forma muy gráfica a este respecto lo siguiente a
propósito de la conciliación entre la víctima y el delincuente:
«Un interés particular revisten en el contexto de la Ley los temas de la reparación del daño causado y la
conciliación del delincuente con la víctima como situaciones que, en aras del principio de intervención
mínima, y con el concurso mediador del equipo técnico, pueden dar lugar a la no incoación o sobresei-
miento del expediente, o a la finalización del cumplimiento de la medida impuesta, en un claro predomi-
nio, una vez más, de los criterios educativos y resocializadores sobre los de una defensa social esen-
cialmente basada en la prevención general y que pudiera resultar contraproducente para el futuro.
La reparación del daño causado y la conciliación con la víctima presentan el común denominador de que
el ofensor y el perjudicado por la infracción llegan a un acuerdo, cuyo cumplimiento por parte del menor
termina con el conflicto jurídico iniciado por su causa. La conciliación tiene por objeto que la víctima re-
ciba una satisfacción psicológica a cargo del menor infractor, quien ha de arrepentirse del daño causado
y estar dispuesto a disculparse. La medida se aplicará cuando el menor efectivamente se arrepienta y se
disculpe, y la persona ofendida lo acepte y otorgue su perdón. En la reparación el acuerdo no se alcanza
únicamente mediante la vía de la satisfacción psicológica, sino que requiere algo más: el menor ejecuta
el compromiso contraído con la víctima o perjudicado de reparar el daño causado».
4
Tanto el artículo 18 como el artículo 19 de la Ley del Menor fueron modificados por Ley Orgánica 8/2006,
de 4 de diciembre, que ningún avance introdujo en la ley en relación con la mediación penal.
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5
Es decir aquel al que el Código Penal asocia una pena de multa o prisión o privación de derechos hasta
cinco años, artículo 33.3 CP.
6
Establece el artículo 18 de la Ley de Responsabilidad de los Menores lo siguiente:
«1. También podrá el Ministerio Fiscal desistir de la continuación del expediente, atendiendo a la grave-
dad y circunstancias de los hechos y del menor, de modo particular a la falta de violencia o intimidación
graves en la comisión de los hechos, y a la circunstancia de que además el menor se haya conciliado
con la víctima o haya asumido el compromiso de reparar el daño causado a la víctima o al perjudicado
por el delito, o se haya comprometido a cumplir la actividad educativa propuesta por el equipo técnico en
su informe.
El desistimiento en la continuación del expediente solo será posible cuando el hecho imputado al menor
constituya delito menos grave o falta.
2. A efectos de lo dispuesto en el apartado anterior, se entenderá producida la conciliación cuando el
menor reconozca el daño causado y se disculpe ante la víctima, y esta acepte sus disculpas, y se en-
tenderá por reparación el compromiso asumido por el menor con la víctima o perjudicado de realizar
determinadas acciones en beneficio de aquellos o de la comunidad, seguido de su realización efectiva.
Todo ello sin perjuicio del acuerdo al que hayan llegado las partes en relación con la responsabilidad
civil.
3. El correspondiente equipo técnico realizará las funciones de mediación entre el menor y la víctima o
perjudicado, a los efectos indicados en los apartados anteriores, e informará al Ministerio Fiscal de los
compromisos adquiridos y de su grado de cumplimiento.
4. Una vez producida la conciliación o cumplidos los compromisos de reparación asumidos con la vícti-
ma o perjudicado por el delito o falta cometido, o cuando una u otros no pudieran llevarse a efecto por
causas ajenas a la voluntad del menor, el Ministerio Fiscal dará por concluida la instrucción y solicitará
del Juez el sobreseimiento y archivo de las actuaciones, con remisión de lo actuado.
5. En el caso de que el menor no cumpliera la reparación o la actividad educativa acordada, el Ministerio
Fiscal continuará la tramitación del expediente.
6. En los casos en los que la víctima del delito o falta fuere menor de edad o incapaz, el compromiso al
que se refiere el presente artículo habrá de ser asumido por el representante legal de la misma, con la
aprobación del Juez de Menores».
7
Según el apartado 3 del artículo 52 de la Ley de Responsabilidad de los Menores, «la conciliación del
menor con la víctima, en cualquier momento en que se produzca el acuerdo entre ambos a que se refiere
el art. 19 de la presente Ley, podrá dejar sin efecto la medida impuesta cuando el Juez, a propuesta del
Ministerio Fiscal o del letrado del menor y oídos el equipo técnico y la representación de la entidad pública
de protección o reforma de menores, juzgue que dicho acto y el tiempo de duración de la medida ya
cumplido expresan suficientemente el reproche que merecen los hechos cometidos por el menor».
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Por excepción son delitos perseguibles de oficio, y por tanto no se requiere la presentación de querella o
denuncia, la injuria y calumnia contra funcionario público, autoridad o agente de la misma sobre hechos
concernientes al ejercicio de sus cargos, artículo 215 CP.
9
Señala este artículo 804 LECrim que «no se admitirá querella por injuria o calumnia inferidas a particula-
res si no se presenta certificación de haber celebrado el querellante acto de conciliación con el querellado,
o de haberlo intentado sin efecto». En idéntico sentido, el artículo 278 LECrim indica que «si la querella
tuviere por objeto algún delito de los que solamente pueden perseguirse a instancia de parte, excepto el de
violación o rapto, acompañará también la certificación que acredite haberse celebrado o intentado el acto
de conciliación entre querellante y querellado».
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10
Señala el artículo 305 del Código Penal —conforme a la redacción vigente en el momento de la redac-
ción de estas líneas— lo siguiente:
«Quedará exento de responsabilidad penal el que regularice su situación tributaria, en relación con las
deudas a que se refiere el apartado primero de este artículo, antes de que se le haya notificado por la
Administración tributaria la iniciación de actuaciones de comprobación tendentes a la determinación de
las deudas tributarias objeto de regularización, o en el caso de que tales actuaciones no se hubieran
producido, antes de que el Ministerio Fiscal, el Abogado del Estado o el representante procesal de la
Administración Autonómica, foral o local de que se trate interponga querella o denuncia contra aquel
dirigida, o cuando el Ministerio Fiscal o el Juez de Instrucción realicen actuaciones que le permitan tener
conocimiento formal de la iniciación de diligencias.
La exención de responsabilidad penal contemplada en el párrafo anterior alcanzará igualmente a dicho
sujeto por las posibles irregularidades contables u otras falsedades instrumentales que, exclusivamente
en relación a la deuda tributaria objeto de regularización, el mismo pudiera haber cometido con carácter
previo a la regularización de su situación tributaria».
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11
Señala al efecto el artículo 130.5.º CP que «el perdón habrá de ser otorgado de forma expresa antes de
que se haya dictado sentencia, a cuyo efecto el Juez o Tribunal sentenciador deberá oír al ofendido por el
delito antes de dictarla». Como supuestos a los que se otorga eficacia al perdón podemos mencionar los
delitos de descubrimiento y revelación de secretos —artículo 201 CP—, los de injuria y calumnia —artículo
215 CP— los delitos de daños — artículo 267 CP— o las faltas perseguibles a instancias de la persona
agraviada —artículo 639 CP— .
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Decisión Marco de 2001 antes mencionada, por lo que debemos concluir este
apartado señalando que, aun cuando existen en nuestro ordenamiento actual
diversas previsiones legales que favorecen la reparación a la víctima y el re-
conocimiento de los perjuicios causados por la acción del autor, no se han
arbitrado en nuestra legislación, al margen de las previsiones de la Ley del
Menor, instrumentos que faciliten el arreglo negociado entre las partes como
medio de resolución de los conflictos surgidos con ocasión de la comisión de
un delito, y que la experiencia adquirida en otros países demuestran su efica-
cia y su efecto dinamizador sobre el conjunto del sistema penal.
12
En el momento de la redacción de estas líneas se ha anunciado por el Ministro de Justicia en una
respuesta a una pregunta oral en el Senado (Diario de Sesiones de las Cortes Generales, Senado, n.º 36
de 23 de octubre) que la futura reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal introducirá una regulación
sobre «la mediación en el orden penal siempre que cuente con el consentimiento de la víctima», como uno
de los «procedimientos alternativos que agilicen el funcionamiento de la Administración de Justicia». En
concreto, la referencia — excesivamente inconcreta— a la mediación penal fue la siguiente:
«(…) Cabe citar también algunas modificaciones importantes que ya he enunciado, como la desapari-
ción de las faltas. Le recuerdo a usted que de los 9 millones de asuntos judiciales que tenemos en Es-
paña 6,5, es decir el 72%, corresponden al orden penal. Vamos a hacer procedimientos alternativos.
Vamos a introducir, señoría —y esto es una novedad importante—, la mediación en el orden penal, lo
cual exigirá una responsabilidad siempre con participación de la víctima, pues será necesario su consen-
timiento. Vamos a introducir también formas alternativas al cumplimiento de la pena. Vamos a dotar a los
fiscales de la posibilidad de acordar la conformidad de cara a un régimen más ágil; permitir acuerdos
entre la acusación y la defensa, de forma que se reconduzca parte de la delincuencia hacia sistemas de
conformidad o, en su defecto, hacia el enjuiciamiento inmediato (…)».
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curso apropiado para su resolución, de tal manera que los demás casos se
investiguen desde un inicio y sentencien conforme a los procedimientos judi-
ciales ordinarios.
A este respecto consideramos que la mediación no es un medio adecuado de
resolución de conflictos respecto de delitos graves, delitos que tutelan bienes
jurídicos colectivos (como los delitos contra el medio ambiente, debido a la
inexistencia de una concreta víctima que consienta la mediación) y los delitos
violentos, incluyendo en ellos los delitos contra la libertad sexual y exceptuan-
do los delitos de lesiones. Respecto de estos últimos la experiencia demostra-
da en otros países (así, en Alemania, Austria o Australia, verbi gratia) pone de
manifiesto el éxito de la mediación en la resolución de conflictos y en la recon-
ciliación del delincuente con la víctima y la sociedad. El motivo para excluir los
delitos violentos, incluyendo los delitos contra la libertad sexual, y los delitos
graves del ámbito de la mediación es la peligrosidad de estas conductas, que
determinan la inconveniencia de la mediación para el tratamiento del delin-
cuente.
De igual modo estimamos inconveniente la resolución de conflictos por media-
ción cuando el infractor es delincuente habitual, debido a la escasa probabili-
dad de reinserción que puede brindar la reconciliación con una concreta vícti-
ma en estos supuestos.
Teniendo en cuenta esas ideas, estimamos que los ámbitos de relaciones
interpersonales más idóneos para que los hechos delictivos cometidos en los
mismos puedan ser resueltos por mediación entre la víctima y el infractor son
los de relaciones vecinales y laborales, así como el ámbito de las relaciones
familiares, siempre que en éste se excluyan los delitos de violencia contra la
mujer, en atención al específico tratamiento y protección de que ya son objeto.
Los tipos penales que consecuentemente pueden considerarse en abstracto
más susceptibles de su resolución por mediación podrán ser los siguientes:
a) Delitos contra el honor (injurias y calumnias entre particulares).
b) Delitos menos graves de lesiones.
c) Delitos patrimoniales de hurto, robo con fuerza, daños, estafa, apropia-
ción indebida y defraudación, siempre que sean menos graves y el in-
fractor no tenga la consideración penal de delincuente habitual.
d) Delitos de imprudencia con resultado de lesiones, daños o incluso
muerte, en determinadas circunstancias que justifiquen la idoneidad de
la mediación.
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BIBLIOGRAFÍA
«Mediación y cambio cultural. Hacia una nueva Filosofía penal». Conferencia
de D. Lorenzo DEL RÍO, en las primeras jornadas técnicas de la Fundación
Mediana, Puerto de Santa María (Cádiz), 20 de octubre de 2011.
(<http://es.scribd.com/doc/73355036>)
«La mediación entre la víctima y el agresor como forma alternativa de resolu-
ción del conflicto en el sistema judicial penal de adultos: ¿una posibilidad tam-
bién viable en España?». Patricia ESQUINAS VALVERDE.
<http://www.uhu.es/revistapenal/index.php/penal/article/viewFile/285/275>
«Referentes Internacionales sobre Mediación»
<http://www.cumbrejudicial.org/html-cumbres/>.
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NÚMERO 29. ENERO DE 2013
ISSN: 2254-3805
ARBITRAJE Y MEDIACIÓN
LA MEDIACIÓN ELECTRÓNICA
Rafael García del Poyo
Abogado
Socio responsable del departamento de Digital Business en Madrid de Osborne Clarke
RESUMEN
La mediación es un procedimiento no vinculante en el que un tercero neu-
tral, el mediador, ayuda a las partes a solucionar la controversia.
La flexibilidad es el eje vertebrador y nota característica del funciona-
miento de la mediación, la cual no podría entenderse sin la participación
de las nuevas tecnologías cuyo fin es facilitar el contacto entre las partes y
con el mediador, así como la realización de un procedimiento ágil y rápido
en el que no sea necesaria la presencia física de las partes.
Las prácticas de E-commerce han ido en aumento gracias al uso de las
nuevas tecnologías, y en especial de Internet, a lo largo de los últimos
años. Ello ha provocado un mayor número de transacciones, con el conse-
cuente incremento de conflictos que surgen con motivo de estas nuevas
relaciones.
Todo ello ha provocado la incipiente necesidad de establecer medios efi-
caces de resolución de conflictos que funcionen de manera consecuente
con la celeridad buscada por las partes cuando utilizan tecnologías de la
información.
Mediante la Ley de Mediación, el legislador ha venido a dotar de mayor
relevancia y de un marco jurídico a la mediación electrónica. No obstante,
es necesaria una profunda revisión de toda la normativa conexa.
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NÚMERO MONOGRÁFICO
ABSTRACT
Mediation is a non-binding process in which a neutral third party, the me-
diator, helps the parties to resolve the dispute.
Flexibility is the backbone of this process and the characteristic note of
mediation, which cannot be understood without the participation of new
technologies designed to facilitate contact between the parties and the
mediator, and the performance of flexible procedures faster than the nec-
essary physical presence of the parties.
E-commerce practices have increased through the use of new technologies,
particularly the Internet, over recent years. This has led to a greater num-
ber of transactions with the consequent increase of conflicts that arise as a
result of these new interactions.
This has led to the emerging need of establishing effective means of conflict
resolution to work consistently with the speed sought by the parties at the
time of using the information technologies.
With the Spanish Act of Mediation, the legislator has come to give more
relevance and a legal framework for electronic mediation. However, we
need a thorough review of all related legislation.
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La mediación electrónica
When delving into the referred issue the real problem that is encountered
lies in the lack of international legislation on the matter sufficiently devel-
oped to serve as a real help in resolving disputes arising in the field of ICT
and, in particular, in electronic commerce in a harmonized way.
In order to assess greater success of electronic mediation we should expect
an evolution of electronic mediation mechanisms as well as in the effec-
tiveness and confidence that both technology companies and traders place
in this alternative method of dispute resolution.
Key words: Mediation process, alternative methods, dispute resolution,
information technologies, internet, electronic commerce.
SUMARIO
1. INTRODUCCIÓN.
2. LA MEDIACIÓN EN EL SECTOR DE LAS TIC.
3. LA MEDIACIÓN REALIZADA A TRAVÉS DE MEDIOS ELECTRÓNICOS.
4. OTRAS CUESTIONES RELEVANTES DE LA MEDIACIÓN ELEC-
TRÓNICA.
5. OTROS MEDIOS ALTERNATIVOS DE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS.
EL ARBITRAJE ELECTRÓNICO.
6. CONCLUSIONES.
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NÚMERO MONOGRÁFICO
1. INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual considera que la media-
ción es «un procedimiento no vinculante en el que un tercero neutral, el me-
diador, ayuda a las partes a solucionar la controversia»1. De la citada defini-
ción de mediación puede desprenderse que el mediador deberá disponer de
los medios pertinentes, incluidos los tecnológicos, para ayudar a las partes a
dirimir sus controversias. Este parece ser el espíritu que desea trasladar la
propia Directiva 2008/52/CE, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 21 de
mayo de 2008, sobre ciertos aspectos de la mediación en asuntos civiles y
mercantiles2 (norma que viene a transponerse al ordenamiento interno me-
diante la Ley 5/2012, de 6 de julio, de mediación en asuntos civiles y mercanti-
les —«Ley de Mediación»—), al indicar en uno de sus considerandos que «la
presente Directiva no debe impedir en modo alguno la utilización de las nue-
vas tecnologías de comunicaciones en los procedimientos de mediación»3.
La flexibilidad4 es el eje vertebrador y nota característica del funcionamiento
de la mediación, dado que dota, entre otros, de los siguientes beneficios a las
partes: (i) el respeto a la autonomía de la voluntad permitiendo que el acuerdo
alcanzado tenga la consideración de título ejecutivo mediante la elevación del
mismo a escritura pública; y (ii) la deslegalización o pérdida del papel central
de la ley en beneficio de un principio dispositivo, esto es, que prevalezca lo
que hayan dispuesto las partes en el contrato al régimen general y coercitivo
que pueda prever la ley en el ámbito de la regulación de las relaciones mer-
cantiles. La precitada flexibilidad no podría entenderse sin la participación de
las nuevas tecnologías, cuyo fin es facilitar el contacto entre las partes y con el
mediador, así como la realización de un procedimiento ágil y rápido en el que
no sea necesaria la presencia física de las partes, cuestión ésta que será el
objeto principal de análisis del presente capítulo.
En la actualidad resulta claro que modelos como la mediación establecen los
medios necesarios para la resolución extrajudicial de conflictos entre empre-
sas tecnológicas y sus clientes, así como entre proveedores de servicios y
contenidos en Internet y los consumidores.
1
Vid. Guía de la Mediación de la OMPI.
2
Esta Directiva es el resultado del «Libro Verde sobre las modalidades alternativas de solución de conflic-
tos en el ámbito del derecho civil y mercantil» presentado en el año 2002 por la Comisión Europea y del
«Código de Conducta Europeo para Mediadores» redactado en octubre de 2004.
3
Vid. Considerando Noveno de la Directiva 2008/52/CE.
4
Vid. Exposición de Motivos de la Ley de Mediación.
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5
Acrónimo inglés de «Business to Business».
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6
Vid. artículo 23 de la Ley de Mediación.
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7
El artículo 6.1 de la Ley de Firma Electrónica establece que «un certificado electrónico es un documento
firmado electrónicamente por un prestador de servicios de certificación que vincula unos datos de verifica-
ción de firma a un firmante y confirma su identidad».
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Vid. artículo 3.8 de la Ley de Firma Electrónica.
9
Vid. artículo 6 de la Ley de Mediación.
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10
Siglas de la Asociación Española de Normalización y Certificación.
11
Téngase asimismo en cuenta el artículo 10 de la LOPD, que establece que «el responsable del fichero y
quienes intervengan en cualquier fase del tratamiento de los datos de carácter personal están obligados al
secreto profesional respecto de los mismos y al deber de guardarlos, obligaciones que subsistirán aun
después de finalizar sus relaciones con el titular del fichero o, en su caso, con el responsable del mismo».
12
Para la determinación de la aplicación de los niveles de seguridad, dependiendo de la tipología de datos,
debe acudirse a lo dispuesto en el artículo 81 del RLOPD.
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13
Vid. artículo 44.3.d) y 44.3.h) de la LOPD.
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14
Vid. artículo publicado en <www.diariojuridico.com>, el 21 de agosto de 2012, titulado «La mediación
electrónica, una oportunidad ahora al alcance de todos, sus claves para que funcione», por Franco CON-
FORTI, del que parece desprenderse la imposibilidad de poder llevar a cabo mediaciones electrónicas por
cuantías inferiores a 600 euros.
15
Vid. artículos 326.3 y 382 a 384 de la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil.
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16
El Real Decreto 366/2007, de 16 de marzo, por el que se establecen las condiciones de accesibilidad y
no discriminación de las personas con discapacidad en sus relaciones con la Administración General del
Estado, al que también hace referencia la Disposición Adicional Cuarta, se centra principalmente en las
medidas de accesibilidad a nivel físico o presencial, no sirviendo por tanto para delimitar dichos requisitos.
17
Vid. artículo 23 de la Ley de Mediación.
18
Vid. artículo 25 de la Ley de Mediación.
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6. CONCLUSIONES
Mediante la Ley de Mediación, el legislador ha venido a dotar de mayor rele-
vancia y de un marco jurídico a la mediación electrónica, antes inexistente en
nuestro ordenamiento. No obstante, es necesaria una profunda revisión de
toda la normativa conexa y sectorial que pueda verse afectada por esta regu-
lación, dado que pueden producirse contradicciones como las existentes con
el régimen del artículo 32 de la LSSI. La precitada norma regula la opción de
que el prestador y el destinatario de servicios de la sociedad de la información
puedan someter sus conflictos a los arbitrajes previstos no sólo en la legisla-
ción de arbitraje, sino incluso en la normativa aplicable en materia de defensa
de los consumidores y usuarios, así como a los procedimientos de resolución
extrajudicial de conflictos que se instauren por medio de códigos de conducta
u otros instrumentos de autorregulación. Es esta última mención incluida en la
norma la que lleva a una contradicción clara, como es que aquellos actores del
tráfico mercantil (en relaciones B2B) sometidos a la aplicación de la LSSI no
podrían acudir a las soluciones dispuestas por la Ley de Mediación, cuestión
ésta que parece «descabellada», al no establecerse este procedimiento me-
diante códigos de conducta u otros medios de autorregulación.
El verdadero problema que nos encontramos a la hora de profundizar en el
tema radica en la inexistencia de una legislación internacional sobre la materia
lo suficientemente desarrollada como para servir de verdadera ayuda a la hora
de resolver las controversias surgidas en el ámbito de las TIC y, en especial,
del comercio electrónico de una manera armonizada.
La mediación electrónica posee una serie de limitaciones que no debemos
descuidar, como son, entre otras, la validez jurídica y las consecuencias de las
notificaciones realizadas entre las partes y los mediadores, la admisión de
diferentes medios probatorios, la determinación de la sede de celebración, las
lenguas utilizadas en el proceso o el propio reconocimiento y la posterior eje-
cución de los acuerdos alcanzados en caso de un potencial —y poco proba-
ble— incumplimiento, debido a que todas las mencionadas «limitaciones»
deben ser contempladas y tamizadas a través del filtro que aporta un meca-
nismo de resolución de conflictos —la mediación— cuya esencia radica en la
aceptación voluntaria y/o contractual por las partes intervinientes.
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