La Real Cofradia Del Santisimo Cristo Del Buen Fin Y La Ermita Del Espiritu Santo
La Real Cofradia Del Santisimo Cristo Del Buen Fin Y La Ermita Del Espiritu Santo
La Real Cofradia Del Santisimo Cristo Del Buen Fin Y La Ermita Del Espiritu Santo
LA REAL COFRADIA
DEL SANTISIMO CRISTO
DEL BUEN FIN Y
LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO
FUNDADOR Y PATRONO
EL SEGUNDO PATRONO
tejas alcanzarían para techar una iglesia de unos ciento ochenta me-
tros cuadrados. La actual ermita mide ciento ochenta y cinco metros
cuadrados, casi la misma superficie que debió tener la desaparecida 6.
La última noticia que se tiene, hasta ahora, de la antigua ermita se
refiere a celebraciones litúrgicas en su recinto. Es en 26 de septiembre
de 1564 cuando el Cabildo Catedral admite la dotación que hace Juan de
Espinosa, vecino de la ciudad, con el objeto de establecer una proce-
sión y misa mayor el día tercero de Pentecostés, señalando para su sos-
tenimiento diez doblas sobre la casa de su propiedad, situada en la calle
de la Herrería.
Si entornamos los ojos y echamos a volar la imaginación podremos
ver cómo numerosos vecinos, vistiendo trajes de día festivo, atravie-
san la Puerta de Triana para dirigirse al pequeño y solitario templo.
En él se va a conmemorar hoy la venida del Espíritu Santo sobre el
Sagrado Colegio Apostólico, en forma de lenguas de fuego; y la ermita,
con sus tejas portuguesas, se estremecerá de júbilo cual nuevo Ce-
náculo ante la llegada del Paráclito. Y allí está Juan de Espinosa, sos-
teniendo un cirio encendido y participando en la procesión por él esta-
blecida.
6 Agradezco al arquitecto Luis Alemany Orella los cálculos realizados sobre el nú-
mero de tejas que se precisan para cubrir un metro cuadrado de techo.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 17
El fuego prendido por los soldados de Van der Does afectó a varios
templos, casas religiosas y particulares. Las llamas consumieron el con-
vento dominicano, el de las monjas bernardas y parte del de San Fran-
cisco; el palacio espiscopal y la ermita de San Telmo. Fuera de la mu-
ralla de Triana no quedó ni un solo templo en pie. La soldadesca, en
su retirada, aplicó la tea incendiaria al Hospital de San Lázaro y a las
ermitas del Espíritu Santo, San Sebastián, Santa Catalina y Nuestra
Señora de La Luz: la desolación se adueñó de aquellos parajes.
La errnikt del Es&ilu .!Gnto no volvería jamás a I-esurgir de sus
cenizas en aquel primer emplazamiento. Tuvo una vida no larga y un
final harto doloroso. La generosidad del cura Del Brolio, los desvelos
de Antonio de Paredes y los afanes de Baltasar de Armas fueron consu-
midos en pocos momentos por el fuego físico y, también, por el fuego
ideológico que anidaba en el corazón de aquella tropa de energúmenos
protestantes.
CAPÍTULO II
Pasaban los anos y la Ermita del Espíritu Santo seguía sin recons-
truirse. Capitulares y vecinos, después de la experiencia vivida, no veían
con buenos ojos aquellos parajes desprotegidos para volver- a îabr-icar-
en ellos. Aunque la muralla de Triana era endeble y necesitaba de fre-
cuentes reparaciones, al menos alguna protección dispensaba, por lo
que la población se sentía más confiada si sus propiedades se hallaban
detrás de aquel parapeto, que proporcionaba más seguridad psicológi-
ca que real.
Por fin, en la sepmda decena del siglo XVII, una piadosa y despren-
dida familia decide fabricar una nueva ermita dedicada a la tercera per-
sona de la Santísima Trinidad. El solar elegido está enclavado en el ba-
rrio de Vegueta, a dos pasos del palacio del Cabildo secular, arropado
por nobles casas y, sobre todo, lejos de la zona tan vulnerable de Fuera
de la Portada.
La familia patrocinadora de tan religosa empresa se apellidaba De
Za Cruz (aunque originariamente usara el gentilicio López). Diego López
era oriundo de Jerez de la Frontera y su esposa, Elvira Ortiz, de Las
Palmas de Gran Canaria. En los libros de genealogías de la Inquisición
aparecen pormenores de su vecindad en apuntes fechados el 20 de sep-
tiembre de 1525. El matrimonio procreó seis hijos, siendo el cuarto de
ellos Francisco de la Cruz. Éste, que ocupó cargos de cierta relevancia,
contrajo nupcias con Ana Rodríguez de Figueroa. A él correspondió la
iniciativa de adquirir el solar para la ermita, sobre el año 1606, y de
iniciar su construcción. La obra iba a resultar lenta y costosa y sería
su hijo Diego de Za Cruz, Figueroa quien la pudiera concluir, constitu-
yéndose en primer Patrono del nuevo templo.
20 JOSE MIGUEL ALZOLA
Nace este hijo, que habría de tomar de su padre la antorcha del pa-
tronazgo, en la residencia solariega de la calle de Santa Bárbara en 1635.
Al fallecer don Diego se adjudicó el oficio de Regidor perpetuo del Ca-
bildo de Gran Canaria por la cantidad de 7.000 reales, y prestó espe-
cial cuidado a la explotación de sus extensas heredades en las que co-
sechaba excelentes caldos que eran demandados por los mesoneros dc
la ciudad. A la hora de testar puntualiza los dineros que le adeudan
los clientes, que adquirían sus vinos y luego no pagaban.
Contrajo matrimonio con su prima Antonia Flores de Figueroa el
8 de septiembre de 16702 y traslada el domicilio conyugal a la plaza
de Santa Ana, a una casa aportada por su esposa. La residencia de Santa
Bárbara le fue adjudicada a su hermano Ángel, arcediano de Fuerte-
ventura.
La vida de don Francisco fue un prolongado vía crucis, una suma
de sinsabores: la esposa fallecería de parto al nacer su hija y sus otros
dos vástagos, Diego y Joaquina, murieron solteros a los 25 y 20 años
respectivamente.
Catalina-Josefa, la hija que sobrevivió a tantas muertes prematu-
ras, era la que alegraba con su presencia las estancias casi vacías del
caserón de la plaza de Santa Ana y consolaba las amarguras paternas.
Muy pronto, a los 18 años, contrajo matrimonio la doncella con don
Luis Antonio Romero Zerpa y Jaraquemada, teniente general de Arti-
llería, llevando como dote mil ducados.
En ella concentraba su padre todo el amor y todas las ilusiones que
se quebraron coll las muertes de Ditìgu y Joaquina Pero Catälina-Josefa
fallece también a la hora de dar a luz a su primer hijo, que al ser bauti-
zado se le impuso el nombre de Vicente. Se ha de añadir que el militar
viudo contrajo nuevas nupcias y las relaciones entre suegro y yerno
se enfriaron.
Se desprende del testamento del abuelo, documento del que nos ocu-
paremos seguidamente, que consideró la posibilidad de que su nieto
Vicente Romero Zerpa y de la Cruz orientara su vida hacia el sacerdo-
cio y dispuso que, de ser así, fuese el futuro capellán de la Ermita del
Espíritu Santo, además de patrono. Pero este anhelo no se vería cum-
plido, porque el muchacho prefirió el siglo a la tonsura.
La muerte, que tanta predilección había mostrado por los miembros
de esta familia, rondaba ahora por el aposento de Francisco de la Cruz.
de doña Juana Zerpa, quien debiendo continuar y pagar los costos que
se necesitaban, por eZ contrario no sólo privó al exponente de contribuir
con un peso fuerte mensual que se le daba por su trabajo en las misas
que allí se celebran, sino que levantó mano de hacer costos, con espe-
cialidad el tercero día de Pascua del Espíritu Santo, contentándose sólo
un año con pagav el sermón y en el pasado nada.
Don José Francisco, para no aventurar su dicho, acompaña a la ex-
posición un testimonio del testamento de don Francisco de la Cruz Be-
thencourt y Ouintana que contiene el repertorio de las cargas piado-
sas que obligan a sus herederos y que éstos incumplen.
Diez días después la Autoridad eclesiástica nombraba a don José
Francisco, de forma oficial, mayordomo de la ermita y se le encarece
que sin pérdida de tiempo practique las diligencias convenientes a fin
de que tengan su debido cumplimiento todas las disposiciones y últi-
mas voluntades que resulten a favor del culto que en dicha ermita se
ha dispensado a los fieles en épocas anteriores. También se le comisio-
na para que valiéndose de medios judiciales o extra-judiciales haga efec-
tivas las cantidades que la patrona adeuda.
De la lectura de la documentación que estamos mencionando, que
obra en el Archivo Diocesano, se deduce que la Autoridad eclesiástica
y el mayordomo se pusieron de acuerdo para cruzarse escritos y pro-
vocar resoluciones beneficiosas pua el templo, como ~IIIII r-evitalizar-
el culto y cancelar los derechos de patronato de la familia Romero-
Zerpa, y ambas cosas se lograron.
EL PRIMER INVENTARIO
¿Qué se conservaba en la ermita de su antiguo patrimonio? ~Cuel-
gan aún de los muros la nutrida colección de cuadros legada por don
Francisco de la Cruz? Los vasos sagrados y ornamentos de nobles da-
mascos ¿se hallan en la sacristía? ¿Pende de las dovelan del arco toral
la rica lámpara de plata? El Gobernador eclesiástico desea conocer
todos estos extremos y comisiona al secretario de Cámara, don Pedro
Regalado Hernández, para que levante un inventario. El mayordomo
se apresta a colaborar con el fedatario de la curia y le manifiesta que
cuando tomó posesión del cargo no había inventario y que los pocos
enseres que en la ermita se hallaban eran del todo inútiles.
El 17 de enero de 1848 se realiza el inventario, que aparece firmado
por el mayordomo Quintana y el secretario Pedro Regalado. Dice así:
TNVENTARJO
ALHAJAS DE PLATA
1. Un cáliz con patena y curherilla, pmpin de la ermita.
2. Otro cáliz con patena y cucharilla, propio de la ermita de Nues-
tra Señora de los Remedios, que en la actualidad se halla en la ermita
de San Cristóbal, extramuros de esta ciudad, por no haber otro en ella.
3. Las potencias sobredoradas que tiene el Santo Cristo del Buen
Fin, que está en el altar del lado derecho.
4. En el altar antedicho se halla también la efigie de Nuestra Se-
ñora de los Dolores, propia del convento de San Bernardo, con diade-
ma y espada de plata que costeó doria Marcela Pestana.
ORNAMENTOS BLANCOS
5. Una casulla de damasco, usada, con estola, manípulo, paño y
bolsa para los corporales, con galón de seda amarillo, propio de la
ermita.
ORNAMENTOSENCARNADOS
6. Una casulla de damasco, completa, propia de la ermita.
ORNAMENTOS VIOLADOS
7. Una casulla de tafetjn muy usada, con galones de seda blanca,
le falta la bolsa de corporales, propia de la ermita.
ROPA BLANCA
8. Un alba con encaje, muy usada; dos amitos, dos pares de cor-
porales, dos pañitos de manos para el lavatorio y cuatro purificado-
res, todo de la ermita.
9. Tres manteles viejos.
UTENSILIOS
10. Un par de vinajeras de vidrio, con platillo de latón, y una cam-
panilla de metal, seis candeleros de madera plateados, seis id. pinta-
dos.
Il. Dos bancos con brazos y espaldar; tres sillas viejas en el pres-
biterio: otra silla que hace de confesonario.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 33
EFIGIES
EN LA SACRISTÍA
15. Una lámina grande con la pintura del Ángel de la Guarda. Una
mesa de pinsapo con su gaveta, y sirve para guardar los ornamentos
y revestirse los sacerdotes. Un cajón con hechura de banco, para guar-
dar el cáliz, vinajeras y ceras. Dos atriles plateados para el altar y otro
de pie. Un misal de medio uso. Una silla vieja. Todo propiedad de la
ermita.
16. La campana grande con que se comunica al pueblo cs propic-
dad del gremio de Mareantes, que hicieron el favor de prestarla por-
que no había ninguna.
NOTA
Para el servicio de esta ermita se habían dado las piezas siguien-
tes: una casulla de tela encarnada, completa, con galón de oro falso;
otra violada también de tela, completa, con galón de plata; dos albas
con encaje; un amito, que con otro que el Mayordomo dice había com-
prado sirvieron para amortajar a los presbíteros don Juan de León
y don José Montesdeoca, a quienes también dice puso casullas de las
viejas de los conventos; y las tres casullas arriba mencionadas eran
de la Inquisición y ahora se hallan en la parroquia de Santo Domingo;
tambien esta un misal romano de la misma pertenencia. Hay aderuás
en la misma parroquia algunas otras piezas que, aunque fueron do-
34 JOSE MIGUEL ALZOLA
nadas para la ermita, dice las pasó a la dicha parroquia para suplir
la falta que en ella se experimentaba. Palmas de Canaria, enero diez
y siete de mil ochocientos cuarenta y ocho.
José Francisco de Quintana*.
* Ibídem.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 35
dias de seda. Las piezas de oro y plata tampoco faltaban: una peana de
plata sobre la que descansa el Niño; zapatitos de plata: corona gran-
de de plata; un topacio dc valor; dos anillos de oro, uno con un diaman-
te pequeño y otro con esmeraldas; y un corazoncito de madreperlas
guarnecido de oro.
El Niño de sor Petronila vino a la ermita en 1837 con su fanal roco-
có, su generoso guardarropa y las alhajas de oro y plata. Don José Fran-
cisco, nombrado su mayordomo, le dice con cierto orgullo a la Autori-
dad eclesiástica: que la imagen tiene n .su favor varios tributos pava SIL
culto, sin que tenga necesidad de mendigar sus funciones. Pero la es-
tancia del Niño en la ermita no fue larga: en 1842 pasó a la parroquia
de Santo Domingo de Guzmán y. más tarde, al crearse la de San Ber-
nardo allí fue a parar y en ella se halla en la actualidad3.
Si don José Francisco abriera los ojos quedaría entristecido al com-
probar cómo han sido totalmente suprimidos los cultos a este Santo
Niño. De las imágenes de Jesús, de procedencia monjil, la única que
sigue contando con fervorosos devotos y solemnes funciones es la del
Niño Enfermero, de las religiosas clarisas, hoy en la parroquia de San
Francisco de Asís4.
El mayordomo Quintana, por sus muchos años, ya no podía abar-
car tantas ocupaciones, y con infinita pena tuvo que ir renunciando a
quehaceres muy queridos. La sochantría de la parroquia dominicana
la dejó en manos de un joven portugués llamado Mateo Bautista Flo-
res, que no hablaba bien el castellano pero se defendía con los latines
de la liturgia. De la ermita, de su querida ermita, se llal-ía cal-ëu uu cl&
rigo respetable, don Francisco del Castillo Olivares; y su hijo Pedro va
a heredar el empleo en la Curia y como portero mayor dará escolta al
señor regente cuando transite, con paso solemne, por cl claustro dc la
Real Audiencia.
El 20 de septiembre de 1865, a los 72 años y ya viudo, falleció don
José Francisco de Quintana. Este infatigable y desprendido mayordo-
mo tuvo el acierto de conducir los destinos de la ermita desde la etapa
abandonista de los últimos patronos a nuevas y esperanzadoras jorna-
das, en las que la dependencia de la Autoridad eclesiástica iba a ser
total y definitiva.
3 Ibídem.
4 José Miguel Alzola: Historia de un cuadro: el Niño Jesús Enfermero (Las Pal-
mas, 197 1).
36 JOSE MIGUEL ALZOLA
El primer capellán de esta nueva etapa fue don José Roca y Ponsa,
nacido en Vich en 1852. En el seminario de su ciudad natal cursó una
buena parte de la carrera eclesiástica, pero sus ideas profundamente
antiliberales y su adhesión al tradicionalismo catalán le crearon gran-
des dificultades con la Autoridad civil, viéndose obligado a abandonar
aquella diócesis y a acogerse a la hospitalidad brindada por la de Ca-
narias. Aquí remató los estudios y recibió la ordenación sacerdotal de
manos dc don José María de Urquinaona y Bidot. Al poco tiempo obtu-
vo en brillantes ejercicios de oposición la canonjía de Lectoral. Esta-
blecido en la ciudad, vino su hermana doña Margarita para regir la casa;
aquí contraería matrimonio con clon Manuel González Martín y fueron
tronco de una distinguida familia canaria: la de González Roca6.
En el ambiente calmoso de la sociedad insular, que acostumbraba
a dejar para otro día la resolución de los asuntos incómodos, el dina-
mismo del nuevo canónigo catalán causó verdadero estupor.
Además de cumplir con puntualidad rigurosa sus horarios capitu-
lares, predicaba, derrochando elocuencia, en las principales festivida-
des religiosas de la isla; daba conferencias; publicaba artículos en la
Prensa; dirigía periódicos; divulgaba en círculos de estudios el ideario
tradicionalista, que tan intensamente sentía; y, además, encauzaba a la
juventud por la senda de una auténtica vida cristiana valiéndose de la
Congregación de los Luises, de la que era director.
Esta Congregación había sido fundada por los jesuitas en 1862, ri-
giendo la diócesis fray Joaquín Lluch y Garriga. Inicialmente tuvo su
sede en el propio colegio de la Compañía; más tarde, al ser expulsados
los jesuitas en 1868, pasó a la parroquia de Santo Domingo, siendo su
director don Pedro Díaz, al que sustituyó el lectoral Roca.
El 25 de marzo de 1884, otro obispo, don José Pozuelo y Herrero,
le hizo entrega a la Congregación de la Ermita del Espíritu Santo, para
que en ella pudiera celebrar sus actos.
En el breve libro de actas de esta piadosa asociación se consigna
6 Manuel Ferrer Muñoz: Apuntes biográficos sobre don José Roca y Poma, Magistral
de la catedral de Sevilla.
- Boletín Oficial Eclesiástico de la Diócesis de Canarias: «El doctor Roca y Ponsa»,
año 1938, pp. 33-34.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 39
7 José Miguel Alzola: 1862-1934: «‘Los setenta y dos años de una Congregación». Pu-
blicado en El Defensor de Canarias, el 23 de junio de 1934.
* Las colaboraciones periwlís~kas dt: Roca y Puusa IW aúlu stí r;unaetarun a la Ra-
vista de Las Palmas, que él dirigía, sino que también aparecen en El Triunfo, La Tregua,
El Gólgota, y El Favo Católico de Canarias.
42 JOSE MIGUEL ALZOLA
REFORMAS EN EL TEMPLO
LA RESTAURACION DE 1972
Ésta iba a ser la primera obra que se emprendía en la ermita, sufra-
gada con dinero público. La Dirección General de Bellas Artes la asumi-
ría en su totalidad, ascendiendo lo invertido a dos millones de pesetas.
El proyecto fue redactado por el arquitecto colaborador del Orga-
nismo, don Luis Alemany Orella, quien también se hizo cargo de la di-
rección de las obras. Le agradezco a este buen amigo, especializado en
la restauración de monumentos, la gentileza de facilitarme una copia
del proyecto, del que se reproducen algunos de los planos en estas pá-
ginas *.
Como la cantidad presupuesta era corta, se hizo necesario seleccio-
nar los siguientes objetivos: desmonte de la cubierta de teja árabe, para
impermeabilizar la tablazón, y volver a retejar; sustitución de enfosca-
dos en paramentos verticales; restauración y limpieza de la cantería
exterior y de toda la carpintería; instalación eléctrica y pintura.
A medida que se iban realizando las obras comenzaron a aparecer
elementos de los que no se tenían noticias, sorpresas que obligaron a
ampliar- ~1 proyech. El aquilectu hizo en la memoria final las siguien-
tes consideraciones:
LA RESTAURACIÓN DE 1991
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I
1
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1
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1 José de Viera y Clavijo: Noticias de In Historia General de las Islas Canarias (Santa
Cruz de Tenerife, 1951), t. II, p. 739.
- Julián Escribano Garrido: Los jesuitas y Cmarias: 1566-1767(Granada, 1987), p. 608.
60 JOSE MIGUEL ALZOLA
LA SANTÍSIMA TRINIDAD
píritu Santo para celebrar la fiesta del Paráclito, por lo que era popu-
larmente conocida como La Pascua de los Negritos.
No se ha podido averiguar el origen de esta costumbre en nuestra
ciudad, ni se ha hallado explicación al fenómeno de que a un templo
de Patronato, fundado por familia aristocrática, defensora de sus pri-
vilegios de clase, concurriera la colonia negra, formada entonces de ma-
nera mayoritaria por esclavos que servían en las principales casa de
Vegueta. Quizá fuera la de aquellos señores una postura paternalista
hacia sus criados; o mejor, un hondo sentimiento de fraternidad cris-
tiana, albergado en el corazón de los amos. Este sentimiento impulsa-
ba con mucha frecuencia a los señores a manumitir a sus esclavos, des-
pués de pasar décadas conviviendo con ellos.
SAN JOSÉ
SAN ESTEBAN
CUADROS
LA ASUNCION
LA VIRGENDEL PINO
OTROS CUADROS
EL PÚLPITO
EL RETABLO
3 José Miguel Alzola: La iglesia de Sun Francisco de Asis (Las Palmas, 1986),p. 135
4 Periódico EZ Psis (Las Palmas), núm. 23, de 22 de mayo de 1863.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 7.5
LA ALFOMBRA
LAS VIDRIERAS
LA CUSTODIA
ENTERRAMIENTOS EN LA ERMITA
DEL ESPÍRITU SANTO
Hasta la primera década del siglo XIX los vecinos que fallecían en
Las Palmas de Gran Canaria eran enterrados en las iglesias, porque la
ciudad carecía de ccrnerlkr-io. El 21 de abril de 18 ll dispuso el corregi-
dor don Álvaro Pareja, en vista de los inconvenientes que se derivaban
de tan piadosa como insalubre costumbre, que se valoraran unos terre-
nos situados en las afueras de la población, saliendo por la entonces lla-
mada Puerta de 20s Reyes, que según los médicos reunían óptimas con-
diciones. Se trataba de media fanegada de plataneras, pertenecientes al
conde de la Vega Grande, que fue apreciada en doce mil reales.
Pocos meses después de poner en marcha esta iniciativa, la pobla-
ción fue asolada por una epidemia de fiebre amarilla a causa de la cual
fallecieron más de dos mil personas, que recibieron sepultura en el in-
acabado cementerio. Como el enterrar a los muertos había sido siem-
pre cometido de la Iglesia, el cementerio de Las Palmas de Gran Cana-
ria no tuvo inicialmente carácter municipal, sino eclesiástico.
Pero retornemos a la etapa anterior, a la época en que se excavan
fosas en los pavimentos de los templos para acoger los despojos mor-
tales de los fieles cristianos, que es la que ahora atrae nuestra aten-
ción. La Iglesia de Canarias, igual que otras de la Península, poseía una
minuciosa legislación relativa a los entierros, sepulturas y exequias que
forman parte de las Constituciones Sinodales compuestas por el obis-
po don Cristóbal de la Cámara y Murga ‘. Leyendo las prescripcmnes
sinodales se perfilan cuáles eran las costumbres de nuestros ante-
pasados.
Escudo de la Cofradía
LAS CONSTITUCIONES
CONSTITUCIONES DE LA
COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO DEL BUEN FIN
APROBACIONES
Nihil obstat
Juan Alonso
Imprimatur
EL OBISPO
i
E
ARTÍCULO 1 2
NOMBRE-ESCUDO-FINES
t
5
I--Con el nombre de Cofradía del Santísimo Cristo del Ruen Fin, I
queda constituida en la Ermita del Espíritu Santo, de la Ciudad de E
Las Palmas de Gran Canaria, una asociación religiosa destinada a dar 6
culto público a la Sagrada Imagen del Crucificado, venerada en esta i
ermita, y a la perseverancia en la Santa Fe Católica y buen fin de los
Cofrades.
II.-El escudo de la Cofradía estará compuesto de la Cruz, la lanza
y la esponja, la corona de espinas, los clavos, la omega y la paloma:
símbolos de la Pasión, de nuestro buen fin en Cristo y del Titular de 5
la ermita. 0
III.-Esta Cofradía propagará con todo entusiasmo la Obra de los
Retiros mensuales para caballeros, que tanto ha de redundar en nues-
tro buen fin.
ARTÍCULO II
ACTOS RELIGIOSOS QUE CELEBRARÁ LA COFRADÍA
I-La Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin celebrará cada
año dos funciones principales, a las cuales la asistencia de los seño-
res Cofrades es obligatoria:
u) la Procesión del Santísimo Cristo en la madrugada del Viernes
Santo. ”
b) la función solemne, con Comunión, el 14 de septiembre, Exalta-
ción de la Santa Cruz.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 91
ARTÍCULO III
DE LA JUNTA DE GOBIERNO
ARTÍCULO IV
DEL CAPELLÁN
ARTÍCULO V
DE LA ELECCIÓN DE CARGOS
ARTÍCULO VI
DE LOS CAPÍTULOS
ARTÍCULO VII
DE LOS COFRADES
ARTÍCULO VIII
DEL BUEN FIN DE LOS COFRADES
ARTÍCULO IX
Habían pasado veinte años desde aquel lY4 1 en que, con pocos me-
dios, se construyó el trono para el Crucificado. El tiempo y la baja cali-
dad de la madera empleada ponían en peligro la estabilidad de la ima-
gen sobre tan decrépita sustentación.
La Junta de Gobierno, presidida por don Salvador Manrique de Lara,
consciente del peligro, solicitó presupuesto para encargar uno nuevo.
Las gestiones se hicieron con el taller malagueño de José Rodríguez
Sanz, quien trazó un proyecto que fue del agrado de todos y con un coste
moderado.
El 1 de febrero de 1962 fue enviada una carta circular a todos los
cofrades en la que se les informaba de la iniciativa y se les pedía cola-
boración económica mediante aportaciones voluntarias. En la comu-
nicación se les decía que
El precio dado por cl fabricante nos parece hoy hasta ridículo; pero
1.800 pesetas del año 1962 era una cantidad de cierta consideración,
a la que no todos podían hacer frente. El proyecto lamentablemente,
quedó en eso, en proyecto; y aún se siguen usando los viejos faroles
de hojalata.
102 JOSE MIGUEL ALZOLA
ITINERARIOS PROCESIONALES
Aquel recorrido inaugural, en el que figuraba el tránsito por el pa-
saje de Pedro de Algaba, no volvió a repetirse: tenía una fuerte carga
romántica, pero estaba plagado de dificultades.
LA COFRADfA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 105
Entre los papeles que hemos examinado para redactar estas pági-
nas, se conservan en el archivo de la Cofradía tres folletos editados por
ella que prueban los desvelos de su Junta de Gobierno por conseguir
que los hermanos se sientan mas identificados con la congregación y
participen con mayor fervor en las celebraciones litúrgicas.
El primero contiene las Constituciones, ya reproducidas en páginas
antcriorcs, y SC lc entregaba a los hermanos cuando ingresaban en la
Cofradía. Se quería que recordaran siempre cuál es la meta espiritual
de esta piadosa hermandad, y las obligaciones que asumimos con nues-
tra incorporación.
El segundo de los folletos, titulado Triduo al Santz’simo Cristo del
Buen Fin, fue pensado para que los cofrades, en cualquier época del
año y especialmente en el mes de septiembre, pieclan invocar a Jestis
crucificado practicando el ejercicio del triduo.
El tercer librito, que lleva el título de Himnos para los Capítulos en
que se celebran e¿ecciones de cargos, contiene, en latín y castellano, el
Veni Creator Spiritus, para rezar al comienzo del acto, y el Te Deum
Laudamus, que se recita, como acción de gracias, una vez finalizada
la elección.
Los tres se hallan agotados desde hace años y sería muy convenien-
te reeditarlos.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 107
DISTINCIÓN A LA COFRADÍA
S.M. EL REY
OTROSSACERDOTESCOFRADES
5 Don Luis Alonso Moreno dejó escrito un breve apunte autobiográfico, que me fa-
cilitó su hijo Juan, hermano cofrade.
CAPITULO XII
SM. el Rey don Juan Carlos de Bor- D. José Jorge Cabrera González
bón y Borbón D. Jorge Cabrera Hernández
S.A.R. el Príncipe don Felipe de Bor- D. Guillermo Camacho Pérez-Galdós
bón y Grecia D. Manuel Campos Doreste
D. Juan Alonso Castellano D. Manuel Campos Gómez
D. Juan Alonso Ferrarons D. Cristóbal Cardenal Guerrero
D. Luis Alonso Ferrarons D. Francisco Norberto Castellano Ro-
D. Manuel Alzola Ayala dríguez
D. Josí: Miguel Alzola Conzálcz D. Bernardino Correa Bcningficld
D. Rafael Alzola González D. Bernardino Correa Guimerá
D. Fidel Aranda López D. Javier Correa Guimerá
D. José de Armas Díaz D. Francisco Javier Cortezo de la Peña
D. José de Armas Medina D. Antonio Cruz Domínguez
D. Juan Artiles Cabrera D. Francisco Cruz Santana
D. Vicente Báez Medina D. Alfredo Chamorro Chapina1
D. Fernando Bello del Toro D. Ignacio Díaz de Aguilar Elízaga
D. Luis Benítez de Lugo Ascanio D. Juan Escudero del Castillo
D. Juan José Benítez de L. Massieu D. Miguel Escudero del Castillo
D. Luis F. Benítez de Lugo Massieu D. Juan Esteva Arocena
D. Francisco de Bethencourt Manri- D. Octavio Esteva Navarro
que de Lara D. Juan Ramón García del Campo-
D. Juan Luis de Bethencourt Manrique Ucedo Rodríguez
de Lara D. Luis Garcla-Correa Gómez
D. Rafael de Bethencourt Massieu D. Marcos A. García Miraba1
D. José Carlos de Blasio García D. Domingo Gómez-Pamo Guerra del
D. Alfredo Briganty Correa Río
D. Roque Caballero Taisma D, Fernando Gómez-Pamo Guerra del
D. Antonio Miguel Cabrera González Río
128 JOSE MIGUEL ALZOLA
D.a María del Rosario Massieu Fer- D.a María de la Concepción Ramírez
nández del Campo Cabrera
D.a María del Carmen Massieu Gómez D.a Carlota Ramírez Pery
D.a María del Carmen Massieu Van de D. a Hortensia Robaina Quevedo
Walle D.a Eduarda Rodríguez Aguiar
D.a Lourdes Mazorra Manrique de D.’ María Delia Rodríguez Rodríguez
Lara D.a María Teresa Ruiz Lafita
D.a Isabel Melián García D.a María Dolores Santa Ana Cárdenes
D.a Luisa María Merino Díaz
D.a Carmen Merino Sainz D.a Josefa Sintes Marrero
D.a Etelvina Mesa Manrique de Lara D.a Elena Socorro García
D.a Gloria Ortega Pérez D.a María del Carmen Suárez Cal-
D.a Celestina Ortiz Duque derín
D. a María del Carmen Peña Velázquez D.’ María Tabraue Curi
D.a Carlota Pery Biscar D.a Emilia Velázquez García
D.a Noelia Pulido Robaina D. a María del Carmen Velázquez García
D.a Isabel Ramírez Cabrera D.= Francisca Viera Carreño
ÍNDICE
PRIMERA PARTE: LAS ERMITAS
CAk’íTULO 1
LA PRIMITIVA ERMITA DEL ESPÍRITU SANTO
FUNDADORYPATRONO . . .. . .. . . .. .. . . .. . .. . .. . .. . . .. . .. . . .. .. . . .. .. . . .. . .. . .. . .. . . .. . .. . .. 12
EL SEGUNDO PATRONO . . . .. .. . . .. . .. . .. . .. . .. . . .. . .. . .. . . .. .. . . .. . .. . .. . .. . .. . . .. . .. . .. . . . 14
BALTASARDE ARMASELMAYORDOMO .. . .. . .. . . .. .. . . .. . .. . .. . . .. .. . . .. . .. . . .. . . 14
INCENDIO Y RUINA DE LA ERMITA . . .. . .. . .. . . .. .. . . .. . .. . .. . . .. .. . . .. .. . . . .. . .. . .. . . 16
CAPÍTULO II
SE ALZA EN VEGUETA UNA NUEVA ERMITA PATROCINADA
POR LA FAMILIA DE LA CRUZ
CAPí'l'ULO III
POR DEJACION DE LOS PATRONOS PASA LA ERMITA
A LA DIÓCESIS
CAPÍTULO IV
CARACTERÍSTICAS ARQUITECTONICAS DE LA ERMITA,
REFORMASYRESTAURACIONES
CAPÍTULO V
LACASADELVÍNCULO
LACASA DELVÍNCULO . .. . .. . .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . . .. . .. . .. . 59
CAPíTULO VI
IMÁGENES, CUADROS Y OTROS ORNAMENTOS
CAPÍTULO VII
ENTERRAMIENTOS EN LA ERMITA DEL ESPÍRITU SANTO
CAPÍTULO VIII
FUNDACIÓN DE LA COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO
DEL BUEN FIN
CAPÍTULO IX
ELCUL'WSAGKAUUYOTRASACTIVIDADESCOFRADIERAS
CAPÍTULO X
REAL COFRADÍA Y HERMANOS BENEMÉRITOS
CAPÍTULO XI
LOS HERMANOS MAYORES
CAPÍTULO XII
LAS HERMANAS COFRADES
APÉNDICE
INDICE .. . .. . .. . .. . . .. .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . .. . .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. . .. . .. 131
REAL SOCIEDAD ECONOMICA DE AMIGOS DEL PAIS
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
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