La Real Cofradia Del Santisimo Cristo Del Buen Fin Y La Ermita Del Espiritu Santo

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JOSE MIGUEL ALZOLA

LA REAL COFRADIA
DEL SANTISIMO CRISTO
DEL BUEN FIN Y
LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO

REAL SOCIEDAD ECONOMICA DE AMIGOS DEL PAIS


LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
1992
0 REAL SOCIEDAD ECONOMICA DE AMIGOS DEL PAIS DE
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

0 REAL COFRADIA DEL SANTISIMO CRISTO DEL BUEN FIN

0 José Miguel Alzola

Depósito legal: M. 7.888-1992


I.S.B.N.: 84-604-2127-9

Gráficas LOUREIRO, S. L. - San Pedro, 23 bis - 28917 Leganés (Madrid)


Teléfono: 611 59 94 - Fax: 611 59 88
NOTA PRELIMINAR

Cuando fue propuesto a la Real Sociedad Económica de Amigos del


País de Las Palmas publicar, para su colección bibliográfica, =La Real
Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin y la Ermita del Espíritu
Santo», la Junta Directiva aprobó unánimemente afrontar la empresa
por considerarla de gran interés para el conocimiento de la historia
de una de las instituciones religiosas fundada en Gran Canaria. Pero,
además, siendo el autor el ilustre investigador don José Miguel Alzola
se tuvo la certeza que cuenta con el interés necesario para que se pu-
blicación fuera ineludible.
José Miguel Alzola realiza sus investigaciones tan minuciosamente
que sus libros contienen multitud de datos complementarios al tema
principal y los hacen enormemente útiles a la pléyade de jóvenes in-
vestigadores que sigue su pauta y que en ellos encuentran base de par-
tida para iniciar otros trabajos que prosigan la labor reveladora del
fecundo y glorioso pasado de esta isla.
Por otra parte, el estudio pormenorizado de cada una de las ermi-
tas erigidas en Gran Canaria es tarea que sólo se ha iniciado, pero que
ha cle sw corr~pletada wn fuluras investigaciones como ésta que hoy
ve la luz.
La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Las Palmas, se
congratula cn editar esta obra, cuyo autor es miembro de la Institu-
ción, segura de que será recibida con honda satisfacción por los lecto-
res interesados en temas históricos.

Nicolás Díaz Saavedra de Morales


Director
INTRODUCCIÓN
1942-1992

El 1 de marzo de 1942 fueron aprobadas por la Autoridad diocesa-


na las CONSTITUCIONES de la Real Cofradía del Santísimo Cristo del
Buen Fin, motivo por el que se conmemora en este año de 1992 el cin-
cuenta aniversario de aquel piadoso suceso, que tanto iba a significar
en la vida religiosa de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y, de
forma muy especial, en la vivificación de los cultos de la Semana Santa.
Para la permanente recordación de tal efemérides, la Junta de Go-
bierno de la Cofradía adoptó el acuerdo de recoger en un libro todas
aquellas noticias que pudieran allegarse referidas tanto a la venerable
Congregación como a la historia de la ermita del Espíritu Santo, en la
que se estableció y que constituye, desde entonces, su sede canónica.
La tarea no se ha presentado fácil por el menguado caudal de noti-
cias de que se dispone, pero las páginas de este libro van a quedar abier-
tas para que puedan ser incorporados a ellas los nuevos datos que vayan
apareciendo, como fruto de futuras investigaciones.
Un suceso lamentable ha venido a anadir dificultades al modesto
quehacer del cronista: con motivo de las obras de restauración lleva-
das a cabo en la ermita en 1972, se extravió el primer libro de actas
de la Cwfradía, y este grave c;ulltr-atiempu ha dtzjadu l~u~lla e11 las G-
guientes páginas. Como fuente subsidiaria se ha recurrido a la buena
memoria de los hermanos fundadores, pero no siempre han podido ser
llenados los vacíos que el lector advertir&
Me ha sido muy valiosa, y se lo agradezco, la colaboración del Ma-
yordomo de la Cofradía, don Miguel Rodríguez y Díaz de Quintana, que
me ha proporcionado generosamente documentación de SII archivo par-
ticular, facilitando con ello la labor que me fue encomendada por la
Junta de Gobierno.
8 JOSE MIGUEL ALZOLA

En la primera parte de este breve memorial se han reunido las noti-


cias que tratan de las dos ermitas del Espíritu Santo, cuyas historias
se inician en los albores del siglo XVI; en la segunda, se seguirá el acon-
tecer de la Cofradía a lo largo de los cincuenta años transcurridos
desde el momento en que el obispo don Antonio Pildain y Zapiain es-
tampó el ivizprimatur en la página inicial de sus Constituciones.

José Miguel Alzola


PRIMERAPARTE
LAS ERMITAS
CAPÍTULO 1

LA PRIMITIVA ERMITA DEL ESPÍRITU SANTO

A la orilla del mar y junto a un arroyuelo que los aborígenes deno-


minaban Guinigtiadu, se fundó el Real de Las Palmas, el 24 de junio
de 1478. Fue la primera ciudad que España erigió más allá de las Co-
lumnas de Hércules, en el Atlántico, y maqueta de lo que posteriormente
se haría en América; ella le proporcionó descanso y vituallas a Colón
en su primer viaje y fue lugar de recalada de otras muchas expedicio-
nes al Nuevo Mundo.
Su condición marinera, que tanto le favorecería en el futuro, le pro-
porcionó grandes quebrantos en el pasado al hacerla objeto de sus ape-
tencias piratas ingleses, franceses y holandeses. El castro inicial se con-
virtió pronto en modesta urbe con Catedral, Consistorio, Tribunal de
la Inquisición y Real Audiencia. Unas murallas y nueve castillos o to-
rres se alzaron para su defensa. La reina doña Juana le concedió el tí-
tulo de ciudad en 1515.
Tuvo inicialmente dos barrios: Vegueta, al Sur, y Triana, al Norte;
entre uno y otro discurría el modesto caudal del Guiniguada, que apagó,
en la primera hora, la sed del vecindario y dio verdor a espaciosas huer-
tas. Hidalgos, curia y clerecía habitaban en Vegueta, a la sombra de
la Catedral; mercaderes, artesanos y gente de mar se asentaron en Tria-
na, junto a las tapias del convento de San Francisco.
Promediado el siglo XVI, la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria
contaba con unos 2.500 habitantes que disponían, para su atención es-
piritual, del templo catedralicio; de las iglesias conventuales de San
Francisco de Asís y San Pedro Mártir; de los oratorios de los hospita-
les de San Martín y de San Lázaro; y de doce ermitas esparcidas por
su parvo territorio.
En el barrio de Vegueta se alzaban las ermitas de San Antonio Abad,
de Nuestra Señora de los Remedios, de la Vera Cruz, de San Marcos
12 JOSE MIGUEL ALZOLA

y San Roque. En Triana, la de los santos Justo y Pastor, Nuestra Seño-


ra de la Concepción y San Telmo.
Extramuros de la ciudad, hacia el Norte y rodeadas de soledad, se
hallaban las del Espíritu Santo, San Sebastián, Santa Catalina y, más
alejada, la de Nuestra Señora de La Luz. Los planos trazados con mo-
ditlica minuciosidad por Leonardo Tor-r-iani y Próspero Casola señalan
la ubicación de las citadas ermitas.
Todos estos pequeños templos fueron erigidos para dar cumplimien-
to a promesas hechas en horas dc amargura, cuando las epidemias azo-
taban sin piedad al vecindario, o por la devoción de clérigos, y tam-
bién de familias principales, hacia determinadas advocaciones. En este
último motivo se fundamenta el origen de la Ermita del Espíritu Santo.
Del plano de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria levantado
por el ingeniero cremonés Leonardo Torriani, en la última década del
siglo XVT, se deduce que aquella primera Ermita del Espíritu Santo se
hallaba emplazada no lejos de la puerta de Triana, a orillas del barran-
quillo de Mata, aproximadamente en el lugar en que hoy confluyen las
calles de León y Castillo y Cebrián l, También se confirma la ubicación
del eremitorio en una solicitud formulada al Cabildo de la isla, el 29
de octubre de 1540, por el boticario de la ciudad, que aspiraba a po-
seer un solar en aquella zona:

Se presentó una petición de Juan Álvarez, boticario, para que se


le hiciese merced de un solar que está al cabo de Triana, en el camino
de las Isletas, desde la casa del Espíritu Santo hasta el barranquillo
que baja de Tamaraceite, y tiene por delante el camino real, y por la
espalda el mar, y no habiéndose contradicho se mandó expedir el tí-
tulo del solar2.

FUNDADOR Y PATRONO

La ermita trianera al Paráclito fue un piadoso proyecto concebido


por el clérigo Pedro del Brolio, oriundo de la localidad gallega de Can-
gas (Pontevedra), y cura del Sagrario de la catedral de Santa Ana en
los años de 1519 a 1534.
Por su testamento, autorizado por el escribano Cristóbal de San Cle-
mente el 2 de octubre de 15333, han llegado hasta nosotros algunos
pormenores de su vida. Rico hacendado y diligente administrador deja
1 Autouiu Ruulru dc Almas. Firnter-íu..., t. II, 2.a parte, tít. XI.
2 Archivo del Museo Canario: Libro de Repartimientos, fol. 53 v.
3 Archivo parroquial de San Agustín: Legajo de testamentos.
LA COFRADíA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 13

sus bienes en manos de eclesiásticos para garantizarse perpetuos su-


fragios por su alma.
En la primera de las cláusulas testamentarias se hace mención ex-
presa de la Ermita del Espíritu Santo al legar al clérigo Juan Dotero,
su criado, las posesiones situadas en Tangar (Galicia), con la obliga-
ción de celebrar todos los jueves una misa, con colecta de finados, por
su alma, en la capilla del Espíritu Santo que él había ayudado a cons-
truir y en la que tiene sepultura propia. Añade que había prometido
cien doblas para edificar la capilla y altar del Espiritu Santo; que en-
tregó sesenta doblas en dinero y el resto en unas casas de su propie-
dad, inmuebles que jamás podrán ser vendidos, destinándose los alqui-
leres que produzcan a la obra de la ermita.
Al Deán y Cabildo de Canaria les deja unas casas situadas calle abajo
del monasterio de San Francisco (hoy de los Malteses), con el grava-
men de una misa anual en la octava de la festividad de San Pedro.
Otras casas, que constituyen su morada, las destina a los curas del
Sagrario, para que vivan en ellas, pidiendo a cambio una misa cada año
con sus octavas.
Como Patrono y titular de la capellanía instituida por él en la igle-
sia de San Antón Abad, designa a Antonio de Paredes, presbítero, con
la facultad de nombrar sucesor. La carga consiste en tres misas sema-
nales. El patrimonio de esta fundación piadosa lo constituían ciento
veinte fanegadas de tierras de sembradura, con casa y cuevas, en el tér-
mino de Teror.
Queda establecido en el testamento que a la muerte de Antonio de
Paredes y del sucesor que designara, pasaba el Patronato de la capella-
nía al Deán y Cabildo de Santa Ana, quienes, a partir de ese momento,
nombrarian de entre la curia catedralicia a la persona que debería asu-
mir los derechos y obligaciones dimanantes de la capellanía.
Pero además de los inmuebles mencionados, el cura Pedro del Bro-
lio debió disponer de una faltriqutrra con abundantes doblas, porque
aparece haciendo préstamos, que son respaldados en alguna ocasión
con el empeño de prendas de vestir. Consta que le facilitó dieciocho
doblas a Hernán Rodríguez Gallego; tres doblas al clérigo palmero Bosa;
una dobla al capellán Trujillo; cinco doblas a la mujer del regidor Cris-
tóbal Vivas, que dejó en prenda unas sayas de terciopelo.
Isabel era el nombre de SU joven esclava, a la que había ahorrada
en unión de su madre, y lo declara para que no sea vendida. Pide a su
heredero y albacea, Antonio de Paredes, que le enseñe la Doctrina, le dé
de comer y beber, vestir y calzar y si le sale casamiento que se le entre-
gue una cama de ropa y seis doblas, y no queriendo casarse no se le dé
nada.
14 JOSE MIGUEL ALZOLA

El acaudalado Patrono de la Ermita del Espíritu Santo, por el he-


cho de ser cura del Sagrario, disfrutaba de la general pleitesía del ve-
cindario. Se le reclamaba para que testificara en los testamentos de
personajes distinguidos y la Justicia designó su morada para que que-
dara encarcelado en ella Juan de Zurita, a consecuencia del asesinato
de Diego de Bethencourt y su hijo Luis, en el que aparecían implicadas
familias importantes de Gáldar y Telde.
Pedro del Brolio debió fallecer en 1534, al siguiente año de haber
testado. Se le dio sepultura en la Ermita de San Antonio Abad, en la
que, como ya se ha señalado, tenía instituida una capellanía servida
por su fiel amigo y «criado» Antonio de Paredes.

EL SEGUNDO PATRONO

Como heredero universal del Bachiller Pedro del Brolio correspon-


dió al presbítero Antonio de Paredes sucederle en el patronazgo de la
Ermita del Espíritu Santn y en el disfrute de la capellanía de San Anto-
nio Abad.
Al cura Paredes le llama reiteradamente el testador mi cuiado; de-
bía ser su protegido, su comensal cotidiano, morador en la misma ca-
sa. Había nacido en Galicia, como su benefactor, y desempeñaba en el
Sagrario Catedral el ministerio sacerdotal. No hemos podido averiguar
cuántos años sobrevivió al fundador de la Ermita del Espíritu Santo,
pero parece muy probable que ya hubiera fallecido en 1563, como se
verá más adelante.

BALTASAR DE ARMAS, EL MAYORDOMO

No se ha encontradu hasla aher-a r-astr-o ducumental que pruebe que


Antonio de Paredes designara sucesor para el cargo de Patrono, hacien-
do uso de la facultad contenida en el testamento del fundador de la Er-
mita del Espíritu Santo y de la capcllnnía dc San Antonio Abad. Si su-
cedió así y no hubo nombramiento, como suponemos, a la muerte de
Antonio de Paredes el deán y Cabildo catedralicio se apresurarían a
tomar posesión del patronazgo para velar por el cumplimiento de las
mandas pías hechas por el cura Del Brolio. Entonces aparece en esce-
na la figura del mayordomo, que encarna Baltasar de Armas.
<Quién era este Baltasar de Armas? Fue persona estrechamente vin-
culada a la Catedral, en la que desempeñaba el cargo de organista y,
por tanto, sobradamente conocida de los ilustrísimos capitulares. No
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 15

puede sorprender que a la hora de nombrar un mayordomo para la Er-


mita del Espíritu Santo, el Cabildo eligiera a alguien próximo a él y
de su máxima confianza, circunstancias que concurrían en el músico
Baltasar de Armas.
Era hijo del portugués Pedro Díaz Coutiño y de Leonor de Armas,
nacida en Lanzarote y descendiente de familias aborígenes. El patri-
monio del músico catedralicio no debió ser menguado porque pudo dar
a sus hijos una esmerada educación en la Península: José, Bernardino
y Gaspar estudiaron en Salamanca; el primero llegó a fiscal del Santo
Oficio de la Inquisición; el segundo, Bernardino, formó parte del Cuer-
po de abogados de los Reales Consejos de la Audiencia; y Gaspar, que
eligió el sacerdocio, obtuvo una canonjía en la Catedral y, más tarde,
el priorato. Otro de los hijos, llamado Baltasar, lo mismo que su padre,
heredó de éste la afición a la música y fue organista y organero4.
Pero volvamos a ocuparnos del mayordomo de la Ermita del Espí-
ritu Santo. No conocemos el año en que Baltasar de Armas se hizo cargo
de tal cometido y en qué estado se hallaba el pequeño templo. Sólo sa-
bemos que en 1563 resuelve encargar a Diego Rodríguez, maestro teje-
ro de Avero (Portugal), ocho mil tejas de btlen barro para la cubierta
de la ermita 5.
iEs que después de treinta años transcurridos desde el fallecimiento
de Pedro del Brolio no estaba aún techada y concluida la ermita? Así
parece a primera lectura, pero si reflexionamos sobre el particular no
es tampoco un despropósito el aceptar que el templo pudo tener otro
tipo de cubierta, por ejemplo de torta de cal y arena, como se usa en
la arquitectura popular de Lanzarote y Fuerteventura, y más tarde se
perfeccionaría incorporándole las tejas. Que éstas no abundaban en las
islas lo prueba el hecho de tercer-las qut: encargar a Portugal. Para su-
plir su falta se idearon otros procedimientos, compatibles con nuestro
clima, en el que no se producen lluvias frecuentes.
¿QuC: proporciones tuvo el templo de Fuera de la Portada? ApoyAn-
donos en el encargo de los ocho millares de tejas hecho a Portugal por
Baltasar de Armas no resulta difícil averiguar su tamaño. Según cálcu-
los hechos por un arquitecto amigo, para cubrir un metro cuadradn
se precisan cuarenta tejas de las de tipo tradicional; ahora bien, tenien-
do en cuenta la inclinación de los planos, los aleros, etc., las ocho mil

4 Archivo Histórico Provincial: Escritura ante Rodrigo de Mesa, de 25 de febrero de


1577, protocolo 886.
5 Manuel Lobo Cabrera, en su libro Asprto.~ ortisticn.~ de Gvon Canaria en el siglo
XVZ, transcribe el texto de la obligación contraída por Diego Rodríguez, junio de 1564,
ante Lorenzo de Palenzuela, protocolo 824, fol. 200 v.
16 JOSE MIGUEL ALZOLA

tejas alcanzarían para techar una iglesia de unos ciento ochenta me-
tros cuadrados. La actual ermita mide ciento ochenta y cinco metros
cuadrados, casi la misma superficie que debió tener la desaparecida 6.
La última noticia que se tiene, hasta ahora, de la antigua ermita se
refiere a celebraciones litúrgicas en su recinto. Es en 26 de septiembre
de 1564 cuando el Cabildo Catedral admite la dotación que hace Juan de
Espinosa, vecino de la ciudad, con el objeto de establecer una proce-
sión y misa mayor el día tercero de Pentecostés, señalando para su sos-
tenimiento diez doblas sobre la casa de su propiedad, situada en la calle
de la Herrería.
Si entornamos los ojos y echamos a volar la imaginación podremos
ver cómo numerosos vecinos, vistiendo trajes de día festivo, atravie-
san la Puerta de Triana para dirigirse al pequeño y solitario templo.
En él se va a conmemorar hoy la venida del Espíritu Santo sobre el
Sagrado Colegio Apostólico, en forma de lenguas de fuego; y la ermita,
con sus tejas portuguesas, se estremecerá de júbilo cual nuevo Ce-
náculo ante la llegada del Paráclito. Y allí está Juan de Espinosa, sos-
teniendo un cirio encendido y participando en la procesión por él esta-
blecida.

INCENDIO Y RUINA IlE LA EKMl’I‘A

El 26 de junio de 1599, a medida que iba aclarando el día, las cam-


ptmas cle todas las iglesias comenzaron a repicar sin tregua para des-
pertar al vecindario. Frente a la ciudad se podía contemplar una impre-
sionante flota compuesta de setenta y cuatro naves de alto bordo y nu-
mcrosas cmbarcacioncs mcnorcs. A las pocas horas se supo que aquella
fuerza naval estaba al mando del almirante Pieter van der Does y que
su dotación era de diez mil hombres, entre infantes y tripulantes,
No parece necesario el volver a contar en estas páginas los tan co-
nocidos sucesos ocurridos entonces. Quien desee pormenores los en-
contrará en los capítulos que el profesor Antonio Rumeu de Armas de-
dica al tema en sus Pir~tedas... En cambio, sí conviene recordar que
después de una desigual lucha la ciudad fue tomada por Van der Does
el 28 de junio; que permaneció en ella siete días y que tras un grave
descalabro experimentado por los invasores en el Monte Lentiscal de-
cidió el almirante evacuarla, llevándose el. botín capturado e incendian-
do sus edificios más importantes.

6 Agradezco al arquitecto Luis Alemany Orella los cálculos realizados sobre el nú-
mero de tejas que se precisan para cubrir un metro cuadrado de techo.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 17

El fuego prendido por los soldados de Van der Does afectó a varios
templos, casas religiosas y particulares. Las llamas consumieron el con-
vento dominicano, el de las monjas bernardas y parte del de San Fran-
cisco; el palacio espiscopal y la ermita de San Telmo. Fuera de la mu-
ralla de Triana no quedó ni un solo templo en pie. La soldadesca, en
su retirada, aplicó la tea incendiaria al Hospital de San Lázaro y a las
ermitas del Espíritu Santo, San Sebastián, Santa Catalina y Nuestra
Señora de La Luz: la desolación se adueñó de aquellos parajes.
La errnikt del Es&ilu .!Gnto no volvería jamás a I-esurgir de sus
cenizas en aquel primer emplazamiento. Tuvo una vida no larga y un
final harto doloroso. La generosidad del cura Del Brolio, los desvelos
de Antonio de Paredes y los afanes de Baltasar de Armas fueron consu-
midos en pocos momentos por el fuego físico y, también, por el fuego
ideológico que anidaba en el corazón de aquella tropa de energúmenos
protestantes.
CAPÍTULO II

SE ALZA EN VEGUETA UNA NUEVA ERMITA


PATROCINADA POR LA FAMILIA DE LA CRUZ

Pasaban los anos y la Ermita del Espíritu Santo seguía sin recons-
truirse. Capitulares y vecinos, después de la experiencia vivida, no veían
con buenos ojos aquellos parajes desprotegidos para volver- a îabr-icar-
en ellos. Aunque la muralla de Triana era endeble y necesitaba de fre-
cuentes reparaciones, al menos alguna protección dispensaba, por lo
que la población se sentía más confiada si sus propiedades se hallaban
detrás de aquel parapeto, que proporcionaba más seguridad psicológi-
ca que real.
Por fin, en la sepmda decena del siglo XVII, una piadosa y despren-
dida familia decide fabricar una nueva ermita dedicada a la tercera per-
sona de la Santísima Trinidad. El solar elegido está enclavado en el ba-
rrio de Vegueta, a dos pasos del palacio del Cabildo secular, arropado
por nobles casas y, sobre todo, lejos de la zona tan vulnerable de Fuera
de la Portada.
La familia patrocinadora de tan religosa empresa se apellidaba De
Za Cruz (aunque originariamente usara el gentilicio López). Diego López
era oriundo de Jerez de la Frontera y su esposa, Elvira Ortiz, de Las
Palmas de Gran Canaria. En los libros de genealogías de la Inquisición
aparecen pormenores de su vecindad en apuntes fechados el 20 de sep-
tiembre de 1525. El matrimonio procreó seis hijos, siendo el cuarto de
ellos Francisco de la Cruz. Éste, que ocupó cargos de cierta relevancia,
contrajo nupcias con Ana Rodríguez de Figueroa. A él correspondió la
iniciativa de adquirir el solar para la ermita, sobre el año 1606, y de
iniciar su construcción. La obra iba a resultar lenta y costosa y sería
su hijo Diego de Za Cruz, Figueroa quien la pudiera concluir, constitu-
yéndose en primer Patrono del nuevo templo.
20 JOSE MIGUEL ALZOLA

No hay constancia de cuándo finalizaron las obras del templo. Sí


se sabe, en cambio, que el 27 de agosto de 1627 el Cabildo Catedral adop-
to el acuerdo de conceder cincuenta ducados para ayudar a su cons-
trucción. La Corporación eclesiástica no podía olvidar que en sus arcas
seguían entrando las rentas de los bienes legados por el clérigo Pedro
del Brolio, lejano fundador de la ermita incendiada.

DIEGO DE LA CRUZ FIGUEROA, PATRONO


Don Diego, el caballero munífico cuyo nombre ha de recordar cons-
tantemente la Real Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin, nace en
el harrin de Vegueta de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y re-
cibe el bautismo en la pila del Sagrario el 17 de mayo de 1606 l. Le apa-
drinó el no ejemplar canónigo palmero doctor Pedro Espino de Brito,
racionero de la Catedral, y famoso en los anales de la época por sus amo-
ríos con dona Mariana Henríquez de la Vega, marquesa de Lanzarote.
Al joven se le proporciona una esmerada educación, que le capacita-
ría para ser, a los 26 anos, regidor perpetuo del Cabildo de la Isla y es-
cribano de Cámara de la Real Audiencia. También demostró precocidad
para el matrimonio y, sobre todo, reiteración. A los 28 anos ya se había
casado tres veces, la última con una dama de la buena sociedad isleña
que se llamaba Gregoria de Quintana Bethencourt Lemes de Cabrera,
hija de Gonzalo de Quintana Bethencourt. La boda se celebró el 12 de
diciembre de 1634 en la parroquia de Santa María de Guía, por ser el
padre de la novia capitán del Tercio de Milicias de la citada villa.
El matrimonio estableció su domicilio en la calle veguetera de Santa
Bárbara. Esta vía comenzaría a ser mencionada en documentos de la
tpoca Por calle de Diego de la Cruz, al ser este caballero el personaje
de más relieve social que habitaba en ella.
Diego de la Cruz y Gregoria de Quintana procrearon once hijos. El
primogénito llevó el nombre de Francisco, como su abuelo; de los res-
tantes citaremos a Angel, que alcanzó la dignidad de Arcediano de Fuer-
teventura; Lucas, racionero de la Catedral; y sor Catalina de San Leo-
nardo, monja profesa en el monasterio de la Concepción bernarda; otros
murieron en la infancia.
El día 2 de octubre de 1657 se produjo el óbito del ejemplar don
Diego. Se le dio sepultura en la capilla de San Francisco de Paula de
la Catedral, que es la que comunica el templo con el Patio de los Na-
ranjos. Su tumba aparece cubierta con una laude que, lamentablemen-
te, ha sido muy maltratada por los años.

1 Libro 6.O de Bautismos del Sagrario Catedral, fol. 333 v.


LA COFRADíA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 21

EL SUCESOR DON FRANCISCO DE LA CRUZ DE BETHENCOURT


Y QUINTANA

Nace este hijo, que habría de tomar de su padre la antorcha del pa-
tronazgo, en la residencia solariega de la calle de Santa Bárbara en 1635.
Al fallecer don Diego se adjudicó el oficio de Regidor perpetuo del Ca-
bildo de Gran Canaria por la cantidad de 7.000 reales, y prestó espe-
cial cuidado a la explotación de sus extensas heredades en las que co-
sechaba excelentes caldos que eran demandados por los mesoneros dc
la ciudad. A la hora de testar puntualiza los dineros que le adeudan
los clientes, que adquirían sus vinos y luego no pagaban.
Contrajo matrimonio con su prima Antonia Flores de Figueroa el
8 de septiembre de 16702 y traslada el domicilio conyugal a la plaza
de Santa Ana, a una casa aportada por su esposa. La residencia de Santa
Bárbara le fue adjudicada a su hermano Ángel, arcediano de Fuerte-
ventura.
La vida de don Francisco fue un prolongado vía crucis, una suma
de sinsabores: la esposa fallecería de parto al nacer su hija y sus otros
dos vástagos, Diego y Joaquina, murieron solteros a los 25 y 20 años
respectivamente.
Catalina-Josefa, la hija que sobrevivió a tantas muertes prematu-
ras, era la que alegraba con su presencia las estancias casi vacías del
caserón de la plaza de Santa Ana y consolaba las amarguras paternas.
Muy pronto, a los 18 años, contrajo matrimonio la doncella con don
Luis Antonio Romero Zerpa y Jaraquemada, teniente general de Arti-
llería, llevando como dote mil ducados.
En ella concentraba su padre todo el amor y todas las ilusiones que
se quebraron coll las muertes de Ditìgu y Joaquina Pero Catälina-Josefa
fallece también a la hora de dar a luz a su primer hijo, que al ser bauti-
zado se le impuso el nombre de Vicente. Se ha de añadir que el militar
viudo contrajo nuevas nupcias y las relaciones entre suegro y yerno
se enfriaron.
Se desprende del testamento del abuelo, documento del que nos ocu-
paremos seguidamente, que consideró la posibilidad de que su nieto
Vicente Romero Zerpa y de la Cruz orientara su vida hacia el sacerdo-
cio y dispuso que, de ser así, fuese el futuro capellán de la Ermita del
Espíritu Santo, además de patrono. Pero este anhelo no se vería cum-
plido, porque el muchacho prefirió el siglo a la tonsura.
La muerte, que tanta predilección había mostrado por los miembros
de esta familia, rondaba ahora por el aposento de Francisco de la Cruz.

2 Libro 4.“ de Matrimonios del Sagrario Catedral, folio 322.


22 JOSE MIGUEL ALZOLA

El piadoso caballero se ha percatado de que sus horas están contadas


y solicita la intervención del escribano Esteban Perdomo para dictarle
su última voluntad 3. Estoy -dice- enfermo en cama, de achaques que
padezco, aunque en mi entero juicio y entendimiento.
La cama solemne en la que yace es de granadillo bronceado y apa-
rece adorrrada WII cielu y w~~udur-LU de damasco verde. Hacia esos ricos
paramentos de seda, que arropan su agonía, dirige la mirada; piensa
en su cercana iglesita y manifiesta que es mi voluntad que al Crucifica-
do que está en el altar tizayov de la emita se le haga un nicho a unano
y que se le ponga por respaldo y cielo las colgaduras verdes, para que
esté con decencia, y si faltare algo se saque de mis bienes, que ésa es
mi voluntad.
¿Se halla, acaso, en la alcoba el urcu de cedro campechana que hizo
traer de Indias? Quizá los albaceas encuentren en su interior el velo
de holandilla con el que se tapa el altar mayor del Espíritu Santo; y la
pollera de damasco encarnado, que una vez desbaratada servirá para
hacer una casulla. El color, desde luego, era el adecuado para la festi-
vidad de Pentecostés.
El destino futuro de su ánima le acongoja. Para que Dios le amino-
re los sufrimientos y le salve de la condenación eterna, ordena que se
le digan cuatrocientas misas; cien por el licenciado don Cristóbal de Alar-
cón Cruz, y las trescientas por los religiosos de los tres conventos, y por
los sacerdotes que hubieren, virtuosos y pobres.
Seguimos con la lectura atenta del testamento de don Francisco de
la Cruz, en el que tantas veces es mencionado el templo del Espíritu
Santo.
Declara, para descargo de su conciencia, que ha empleado muchos
reales de su peculio en el mantenimiento del culto, porque al Patrono
le corresponde cuidar de la ermita, aderezarla, suministrar la cera y
procurar que se digan los sermones establecidos. Los tributos creados
para talcs fines cran insuficicntcs y, además, no solían ser pagados por
recaer la obligación en personas pobres. Cita como morosos a: María
Clara, viuda de Francisco Lami; Francisco Cabrera, vecino de Telde;
Andrés Martín, vecino de Arucas; el licenciado Juan González Travie-
so, cura de San Lorenzo; e Isabel Montero, vecina de Carrizal, que adeu-
da la cifra más alta: doscientos reales.
Consigna que fundó una capellanía para la celebración de misas re-
zadas, todos los días de fiesta, aplicables por su alma y la de sus pa-

3 El testamento fue otorgado ante el escribano Esteban Perdomo el 28 de abril de


1707, y cinco días después lo adiciona con un codicilo ante Luis de Castilla Valdés.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 23

dres. Con el apoyo económico de esta fundación se ordenó el licencia-


do José Tovar Sotelo, y le sucederán en el beneficio sus sobrinos Sal-
vador y Silvcstrc Pérez Verdugo.
Para las celebraciones eucarísticas había en la ermita dos casul2as,
una morada y otra de chamelote encarnado; un cáliz de plata con su
patena; alba, manípulo y lo demás necesario; un misal y dos vinajeras
de estaño: y unos manteles para el altar, con otros mantelitos, ya usa-
dos, que están en mi sala.
En la festividad del Espíritu Santo se enramaba el templo y sus pa-
redes aparecían casi ocultas por una sacra pinacoteca que el Patrono
traslada desde su morada a la ermita para adornarla. Los lienzos, con
guarnición dorada, representaban de cuerpo entero a San Francisco,
la Virgen de la Soledad, la Huida a Egipto, San José, San Jerónimo,
Santa Teresa, San Lorenzo, San Francisco de Paula, Santiago, Santa
Catalina mártir, Santa María Magdalena, la Verónica, San Salvador,
la Virgen de Belén, el sacrificio de Abraham y el carro con Elías y su
discípulo Eliseo. Pasadas las fiestas del Paráclito volvían los cuadros
a la casona de don Francisco de la Cruz.
Todos estos cuadros serán perpetuamente para la festividad del Es-
píritu Santo, teniendo el patrono y heredero gran cuidado con ellos, por-
que sólo los ha de tener en dicha sala destinados para dicha festividad,
sin poderlos vender ni dar en manera alguna porque desde luego se los
doy y dono a dicha ermita para que sean suyos propios, y de no cumplir
dicho patrono y heredero con esta cláusula puede cualquiera [...] ecle-
siústicu v2lligurle u elio y u1 aderezo y reparación de dichos cuadros. A
pesar de las precauciones tomadas por el testador para que tan varia-
da colección de pinturas no se perdiera, la triste realidad es que de ellos
no ha quedado la menor huella en la ermita.
De otro lienzo habla el testador: de un Jesús Nazareno que el Jue-
ves Santo se colocaba en el altar mayor para la celebración de los san-
tos oficios, que se desarrollaban con mucha solemnidad. Tampoco se
conserva, y de la misma forma desaparecieron una lámpara de plata,
que pesaba 500 reales, y un platillo del mismo metal con un peso de
100 reales dnnados por el generoso patrono, que no pudo sospechar
nunca el triste final que le esperaba a tan significativo patrimonio.
También hace mención el testamento de la venerada efigie del Cru-
cificado, pero de esto nos ocuparemos en otro de los capítulos.
Amortajado con el hábito del Poverello de Asís fue enterrado en la
catedral, en el sepulcro familiar excavado en la capilla de San Francis-
co de Paula. Su cortejo fúnebre lo dispuso con todo detalle: Quiero que
el día de mi entierro acompañen a mi cuerpo difunto hasta la dicha Igle-
sia todo el clero de ella, que se entiende capellanes del Rey, capellanes
24 JOSE MIGUEL ALZOLA

y mozos de coro, y asimesmo lo acompañarán la música y las tres co-


munidades de Santo Domingo, San Francisco y San Agustín, y se ponga
la cera que es costumbre y lo que importare se pague de mis bierLes...

DON VICENTE ROMERO-ZERPA PADILLA Y JARAQUEMADA

Con la desaparición de don Francisco de la Cruz se inicia una etapa


dolorosa, caracterizada por un progresivo desinterés de sus descendien-
tes hacia la ermita, y que desembocaría en la renuncia tácita al patro-
nato en las primeras décadas del siglo XIX.
El heredero de don Francisco de la Cruz fue, como ya se dijo antes,
su nieto don Vicente Romero-Zerpa Padilla y Jaraquemada. Contaba
sólo dieciséis años cuando tuvo que asumir la responsabilidad del pa-
tronato; edad más propicia para las diversiones y los amoríos que para
cumplir con las solemnes obligaciones derivadas de tan honroso cargo.
Por otra parte, el distanciamiento habido entre su padre y su abuelo
tampoco contribuía a fomentar en el joven un clima de interés y cari-
ño por las tradiciones de la familia de La Cruz y Bethencourt: él era
un Romero-Zerpa, miembro de una nueva estirpe, y el recuerdo del
abuelo se iba desdibujando poco a poco.
No han quedado huellas de su quehacer como patrono de la ermita,
lo que quizá constituya la prueba de que el culto sagrado, en esos años,
no debió desarrollarse con especial solemnidad.
El caballero Romero-Zerpa desempeñó empleos acordes con su rango
social: fue regidor perpetuo en el Cabildo de la isla, capitán de la Mili-
cia y alcaide del castillo de La Luz. En La Laguna contrajo matrimonio
con su deuda cercana doña Francisca Manrique de Lara y Argüello, pro-
creando cuatro hijos. Dejó de existir el 8 de noviembre de 17S4.

DON ANTONIO ROMERO-ZERPA PADILLA MANRIQUE DE LARA

Este nuevo patrono de la ermita nació en Las Palmas de Gran Cana-


ria el 5 de noviembre de 1727 5. Su nombre es recordado por los estu-
dios históricos y genealógicos que realizó, reunidos en seis tomos en

4 Testrj ante el escrihann Pahln de la Cn Machado el 2 de noviembre de 1756. Su


defunción aparece inscrita en el libro 4.‘, fol. 82 V. del Sagrario Catedral. .
5 Francisco Fernández de Bethencourt: Nobiliario de Canarias, t. 1, p. 495.
- Agustín Millares Torres, en sus Biografías de canarios célebres, dice de don Anto-
nio que se hallaba dotado de una comprensión rápida y segura, de un juicio sano y recto
y de una grande aplicación a los estudios históricos y literarios.
- Agustín Millares Carlo: Biobibliografía..., p. 464.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 25

folio, de los que se conserva uno en el archivo del Marqués de Acialcá-


zar, descendiente del ilustre e infatigable investigador.
Cclebrú malrirrlorliu con su parienta dofla Hipólita Manrique de Lara
y Bethencourt. De esta coyunda nacieron cinco hijos, siendo el primo-
génito don García Hipólito, que le sucedería en el patronato.
En 1749 fue nombrado capitán de una de las compañías del Tercio
de Milicias de la Isla y en el mismo año tomó posesión del cargo de
regidor perpetuo del Municipio de Las Palmas de Gran Canaria.
Por fin, en 1775, pudo ver realizado su deseo de entrar al servicio
de la Inquisición canaria, no sin haber tropezado antes con ciertas di-
ficultades. Veamos la causa: al examinar el Santo Tribunal la solicitud
del aspirante, se puso a hurgar en sus remotos antecedentes familia-
res y salió a relucir que un antepasado suyo, Cristóbal Padilla, había
sido reconciliado en Sevilla por ser de nación de judíos; y que también
su bisabuelo don Francisco de la Cruz Bethencourt y Quintana era des-
cendiente de conversos. Esta desfavorable circunstancia vetaba por
completo su ingreso en tan selectiva institución, pero los señores in-
quisidores proponen al Consejo que por ser estas notas y óbices muy
ocultas y antiguas e ignoradas de estos naturales, esperamos de V.A. se
sirva dispensarías... y, en efecto, fueron pasadas por alto y don Antonio
vio cumplido su anhelo6.
Es importante señalar que los hijos varones del genealogista
Romero-Zerpa trasladaron su residencia a Méjico, con lo que se acre-
centó aún más el desinterés de la familia por la Ermita del Espíritu
Sardio, yut: yuedaria en manos de mayordomos, no siempre diligentes.
Hay constancia de que uno de estos hijos, don Luis Bartolomé, ocupó
en la catedral de Valladolid (Michoacán), la dignidad de arcediano y
fuc, además, inquisidor de aquel Santo Tribunal; y su hermano, dun
Francisco de Paula, desempeñó una canonjía en la catedral de Guada-
lajara (Jalisco). Más adelante veremos cómo el primogénito y futuro
patrono de la ermita, don García Hipólito, marchará también a Méjico.
Después de haber consumido muchas horas de su sedentaria exis-
tencia en la tarea de revolver archivos y reconstruir genealogías, falle-
ció don Antonio Romero-Zerpa en 1.~9 Palmas de Gran Canaria el 29
de octubre de 1798, sin tiempo para otorgar testamento. Su cuerpo des-
cansa en la capilla catedralicia de san Francisco de Paula’.

6 Archivo del Museo Canario: Inquisición, Correspondencia, lib. VIII, fol. 29 v.


7 Francisco Fernández de Bethencourt: obra citada, t. 1, p. 496.
26 JOSE MIGUEL ALZOLA

DON GARCÍA HIPÓLITO ROMERO-ZERPA MANRIQUE DE LARA

Este nuevo patrono vino al mundo el 13 de agosto de 1758. La ciu-


dad de Canaria sería el escenario en el que se desarrolló su niñez. La
vida de este joven iba a tomar rumbos no acordes con la tradición fa-
miliar: no quiso para sí ni la marcial milicia, ni las regidurías perpe-
tuas, ni las rentables escribanías, ni las tonsuras solemnes. La ciudad
y la isla toda se le antojaban territorio menguado para sus sueños, y
eligió la profesión dc marino para romper el cerco provinciano que le
ahogaba. Como capitán de fragata cruzó los océanos, llegó a Méjico y
en este país de dilatados horizontes quedaron anclados, para siempre,
sus días.
En Guadalajara (Jalisco) matrimonió con una distinguida dama que
se llamaba doña María Guadalupe de Villaseñor y Valencia. Procrea-
ron dos hijas: María Ignacia, fallecida en plena juventud, y Juana, a
la que correspondería sucederle en el patronato de la Ermita del Espí-
ritu Santo.
Las brumas de la lejanía iban desdibujando en la memoria de estos
canarios trasplantados a Indias el recuerdo de la pequeña iglesia del
barrio de Vegueta.

DOÑA JUANA ROMERO-ZERPA PADILLA Y VILLASEÑOR

En suelo mejicano nacio esta ultima patrona de la ermita el 29 de


diciembre de 1812. Patrona de jure, que no de facto, porque apenas han
quedado huellas de que se interesara por el pequeño y lejano templo
vegueter-0.
Tanto el padre como ella misma vivieron años de gran intranquili-
dad. Las tierras virreinales estaban experimentando fortísimas convul-
siones originadas por las acciones de los caudillos independentistas,
y las relaciones con la metrópoli, donde también se estaba luchando
encarnizadamente contra las tropas napoleónicas, se hacían difíciles.
Como ejemplo de la inestabilidad dominante recordemos que en 18 10
el cura Hidalgo, párroco de Dolores, se puso al frente de unos 100.000
hombres y al grito de rrzuerun los gachupines ocuparon temporalmen-
te algunas poblaciones importantes. En 18 12 otro cura, José María Mo-
relos, inicia una persistente guerra de guerrillas, que pudo ser sofoca-
da. Ambos clérigos fueron ejecutados, pero la paz no retornaría a Mé-
jico en muchos años.
Doña Juana Romero no vendría jamás a la ciudad de Las Palmas
de Gran Canaria. Su nacimiento y el desarrollo de su personalidad tu-
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 27

vieron lugar muy lejos de la isla paterna, por lo que no es aventurado


suponer que poseyó mente y corazón criollos. Todo aquello que había
oído contar a su padre y a los tíos can6nigos sobre la casona de la plaza
de Santa Ana, la fundación de la Ermita del Espíritu Santo, las cape-
llanías, los extensos parrales, la parentela aristocrática, todo, iría poco
a poco perdiendo vigor y brillo en su mente para dejar espacio a otras
realidades más inmediatas. No podemos ser excesivamente severos por
el desinterés y los olvidos de doña Juana Romero hacia la ermita: las
circunstancias condicionan la conducta del ser humano.
En aquellos años los intereses de la familia estaban representados
en Las Palmas de Gran Canaria por don Carlos Navarro Padrón, pro-
curador de los trihunsles, y dnn Raimundo Ragusín. A pesar de ello,
la ermita se deterioraba alarmantemente sin que nadie atendiera a su
reparación, y el culto era cada vez menos frecuente. El señor Navarro
Padrón, ante la insistencia del obispado, contribuye con cortas canti-
dades y promete, en nombre de doña Juana, ayudas que nunca llega-
ron a recibirse. La lejanía, el desinterés, la desidia concluyeron con el
antiguo patronato *.
Para completar la breve biografía de la última patrona de la ermita
diremos que contrajo matrimonio con don Ignacio Chaffino, de cuya
coyunda nacieron tres hijos. El fallecimiento de doña Juana ocurrió
en Guadalajara (Jalisco) en 1866 g.

8 Archivo Diocesano: Documentación referente a la Ermita del Espíritu Santo.


9 Francisco Fernández de Bethencourt: Obra citada, t. 1, pág. 496.
CAPÍTULO 111

POR DEJACIÓN DE LOS PATRONOS PASA LA ERMITA


A LA DIÓCESIS

En anteriores páginas hemos transitado por la historia de la ermi-


ta, contemplando los piadosos afanes de sus primeros patronos y tam-
bién las inhibiciones de los últimos miembros de la familia Romero-
Zerpa.
En las primeras décadas del siglo XIX el estado de conservación del
pequeño templo era deplorable. Sus puertas apenas se abrían de tarde
en tarde para alguna celebración litúrgica y se incumplían las mandas
pías establecidas por los generosos patronos: aquélla no era la Casa
de Dios soñada por sus fundadores.

DON JOSÉ FRANCISCO DE QUINTANA Y GONZÁLEZ

Cuando parecía que todo estaba a punto de perderse entra en esce-


na un hnmhre dispuesto a argamasar las venerables piedras y vigori-
zar el culto. No tiene el menor parentesco con la familia Romero-Zerpa.
Es un extraño, pero un extraño lleno de buena voluntad, entusiasta y
muy devoto: se llamaba don José Francisco de Ouintana González.
Las Palmas de Gran Canaria fue el lugar de su nacimiento en 1792,
y en el barrio de Vegueta, rebosante de señorío, tuvo casa, trabajo, afi-
ciones y devociones; todo muy al alcance de la mano, para atender los
diversos quehaceres que ocuparon sus días. Contrajo matrimonio con
doña Margarita González, viuda de don Bernardo Caubín, y en la do-
minicana calle del Carnero establecieron su morada.
Fue portero mayor de la Real Audiencia, mayordomo de la Ermita
del Espíritu Santo, sacristán y sochantre de la recién creada parroquia
30 JOSE MIGUEL ALZOLA

de Santo Domingo de Guzmán y diligente administrador de su patri-


monio personal. Lo imaginamos vestido siempre de negro, el negro de
los curiales y clérigos; de vivo temperamento, de ingenioso decir, reco-
rriendo con caminar ligero las tranquilas calles de Vegueta para estar
a la hora precisa en el lugar preciso.
La Real Audiencia Luvu su sede en el ala derecha del palacio consis-
torial hasta 1842, ano en que un pavoroso incendio destruyó aquel her-
moso edificio del siglo XVI. José Francisco, el portero mayor, trabaja-
ba al lado mismo de la ermita, y por delante de ella tenía que cruzar
para dirigirse a su casa de la calle del Carnero; y, sin duda, la contem-
plaría apenado al ver desconchadas las paredes y casi siempre atran-
cada la puerta.
Todos los indicios apuntan a hacer coincidir en el tiempo la con-
ducta abandonista de la familia Romero con los desvelos de don José
Francisco por salvar la iglesia del Espíritu Santo. De hecho hizo de ma-
yordomo bastantes años antes de que recibiera el nombramiento ofi-
cial. Cuando cayó sobre la Iglesia española el azote de la desamortiza-
ción y quedó maltrecho su patrimonio artístico, don José Francisco hizo
gestiones para que algunas imágenes y ornamentos pasaran a la ermi-
ta, donde faltaba de todo. Tengamos en cuenta que el desmantelamien-
to de templos y conventos se produjo con bastante anterioridad al nom-
bramiento del mayordomo.
En 1847 estaba la diócesis sin obispo. Don Judas José Romo fue tras-
ladado a Sevilla y su sustituto, don Buenaventura Codina, aún no había
tomado posesión de la mitra. Un gobernador eclesiastico, don Pedro
de la Fuente, regía los destinos del obispado, y a él dirigió escrito don
José Francisco informándole de la situación precaria en que se halla-
ba la ermita’.
El memorial aparece fechado el 16 de mayo de 1847 y en él relata
que desde hace muchos años tiene el honor de haberse ejercitado en el
culto que se da CLlus kûgenes que se vc~zc~~a~z cn la Ermita del Espivitu
Santo, ya sacrificando su propio dinero y algunas limosnas que para ello
solían dar los fieles. Más que público y notorio son estos hechos que a
V.S. mismo le constn.
Reconocemás adelante que don Carlos Navarro Padrón, adminis-
trador judicial de los bienes que pertenecían a los hijos de don García
Zerpa Manrique, ausentes en Guadalajara, aportó algunas cantidades
para reparar la iglesia porque sus techos amenazaban peligro y tam-
bién para los cultos del tercero día de Pascua de Pentecostés... pero ha-
biendo venido a esta isla don Mariano Chaffino, cuñado y apoderado

1 Archivo Diocesano: Legajo de documentos referentes a la Ermita del Espíritu Santo.


LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 3 1

de doña Juana Zerpa, quien debiendo continuar y pagar los costos que
se necesitaban, por eZ contrario no sólo privó al exponente de contribuir
con un peso fuerte mensual que se le daba por su trabajo en las misas
que allí se celebran, sino que levantó mano de hacer costos, con espe-
cialidad el tercero día de Pascua del Espíritu Santo, contentándose sólo
un año con pagav el sermón y en el pasado nada.
Don José Francisco, para no aventurar su dicho, acompaña a la ex-
posición un testimonio del testamento de don Francisco de la Cruz Be-
thencourt y Ouintana que contiene el repertorio de las cargas piado-
sas que obligan a sus herederos y que éstos incumplen.
Diez días después la Autoridad eclesiástica nombraba a don José
Francisco, de forma oficial, mayordomo de la ermita y se le encarece
que sin pérdida de tiempo practique las diligencias convenientes a fin
de que tengan su debido cumplimiento todas las disposiciones y últi-
mas voluntades que resulten a favor del culto que en dicha ermita se
ha dispensado a los fieles en épocas anteriores. También se le comisio-
na para que valiéndose de medios judiciales o extra-judiciales haga efec-
tivas las cantidades que la patrona adeuda.
De la lectura de la documentación que estamos mencionando, que
obra en el Archivo Diocesano, se deduce que la Autoridad eclesiástica
y el mayordomo se pusieron de acuerdo para cruzarse escritos y pro-
vocar resoluciones beneficiosas pua el templo, como ~IIIII r-evitalizar-
el culto y cancelar los derechos de patronato de la familia Romero-
Zerpa, y ambas cosas se lograron.

EL PRIMER INVENTARIO
¿Qué se conservaba en la ermita de su antiguo patrimonio? ~Cuel-
gan aún de los muros la nutrida colección de cuadros legada por don
Francisco de la Cruz? Los vasos sagrados y ornamentos de nobles da-
mascos ¿se hallan en la sacristía? ¿Pende de las dovelan del arco toral
la rica lámpara de plata? El Gobernador eclesiástico desea conocer
todos estos extremos y comisiona al secretario de Cámara, don Pedro
Regalado Hernández, para que levante un inventario. El mayordomo
se apresta a colaborar con el fedatario de la curia y le manifiesta que
cuando tomó posesión del cargo no había inventario y que los pocos
enseres que en la ermita se hallaban eran del todo inútiles.
El 17 de enero de 1848 se realiza el inventario, que aparece firmado
por el mayordomo Quintana y el secretario Pedro Regalado. Dice así:

En la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria a diez y siete de enero


de mil ochocientos cuarenta y ocho. Yo el infraescrito Secretario en
32 JOSE MIGUEL ALZOLA

obedecimiento del anterior decreto paso a la Ermita del Espíritu Santo,


hice saber el mismo al Mayordomo don José Francisco Quintana y en
su consecuencia pasamos a formar el siguiente:

TNVENTARJO

ALHAJAS DE PLATA
1. Un cáliz con patena y curherilla, pmpin de la ermita.
2. Otro cáliz con patena y cucharilla, propio de la ermita de Nues-
tra Señora de los Remedios, que en la actualidad se halla en la ermita
de San Cristóbal, extramuros de esta ciudad, por no haber otro en ella.
3. Las potencias sobredoradas que tiene el Santo Cristo del Buen
Fin, que está en el altar del lado derecho.
4. En el altar antedicho se halla también la efigie de Nuestra Se-
ñora de los Dolores, propia del convento de San Bernardo, con diade-
ma y espada de plata que costeó doria Marcela Pestana.

ORNAMENTOS BLANCOS
5. Una casulla de damasco, usada, con estola, manípulo, paño y
bolsa para los corporales, con galón de seda amarillo, propio de la
ermita.

ORNAMENTOSENCARNADOS
6. Una casulla de damasco, completa, propia de la ermita.

ORNAMENTOS VIOLADOS
7. Una casulla de tafetjn muy usada, con galones de seda blanca,
le falta la bolsa de corporales, propia de la ermita.

ROPA BLANCA
8. Un alba con encaje, muy usada; dos amitos, dos pares de cor-
porales, dos pañitos de manos para el lavatorio y cuatro purificado-
res, todo de la ermita.
9. Tres manteles viejos.

UTENSILIOS
10. Un par de vinajeras de vidrio, con platillo de latón, y una cam-
panilla de metal, seis candeleros de madera plateados, seis id. pinta-
dos.
Il. Dos bancos con brazos y espaldar; tres sillas viejas en el pres-
biterio: otra silla que hace de confesonario.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 33

EFIGIES

12. Tres, en el altar mayor, representando la Santísima Trinidad:


San Benedicto, todo de la ermita; hay además en el mismo altar una
imagen de Nuestra Señora de Candelaria, de vestir, con su corona de
plata y lo mismo la del Niño, y la vela de madera, propia de las seño-
ras doña Eugenia Navarro y su hermana, quienes cuidan de su culto.
Otra imagen de San Pedro de Arbués, de la Inquisición.

ALTAR DEL LADO DERECHO


13. Un crucifijo grande con el título del Buen Fin, de quien va
hecho mérito en la partida tercera, propio de la ermita. Una efigie de
Nuestra Señora de los Dolores, de vestir, de quien se hizo relación en
la partida cuarta, propia de San Bernardo. Una imagen del apóstol
San Andrés, que se dice pertenecer a los herederos de don Manuel
Román Falcón.

ALTAR DEL LADO IZQUIERDO

14. La imagen de Santa Clara, que es la que estaba en el coro alto


dc las religiosas del mismo nombre dc esta ciudad, en cuyo altar esta
ba antes la imagen de San Benedicto.

EN LA SACRISTÍA
15. Una lámina grande con la pintura del Ángel de la Guarda. Una
mesa de pinsapo con su gaveta, y sirve para guardar los ornamentos
y revestirse los sacerdotes. Un cajón con hechura de banco, para guar-
dar el cáliz, vinajeras y ceras. Dos atriles plateados para el altar y otro
de pie. Un misal de medio uso. Una silla vieja. Todo propiedad de la
ermita.
16. La campana grande con que se comunica al pueblo cs propic-
dad del gremio de Mareantes, que hicieron el favor de prestarla por-
que no había ninguna.

NOTA
Para el servicio de esta ermita se habían dado las piezas siguien-
tes: una casulla de tela encarnada, completa, con galón de oro falso;
otra violada también de tela, completa, con galón de plata; dos albas
con encaje; un amito, que con otro que el Mayordomo dice había com-
prado sirvieron para amortajar a los presbíteros don Juan de León
y don José Montesdeoca, a quienes también dice puso casullas de las
viejas de los conventos; y las tres casullas arriba mencionadas eran
de la Inquisición y ahora se hallan en la parroquia de Santo Domingo;
tambien esta un misal romano de la misma pertenencia. Hay aderuás
en la misma parroquia algunas otras piezas que, aunque fueron do-
34 JOSE MIGUEL ALZOLA

nadas para la ermita, dice las pasó a la dicha parroquia para suplir
la falta que en ella se experimentaba. Palmas de Canaria, enero diez
y siete de mil ochocientos cuarenta y ocho.
José Francisco de Quintana*.

Pedro Regalado Hernández

Después de leído el anterior inventario es forzoso exclamar: iqué


patrimonio tan pobre y envejecido tenía la ermita! Don José Francisco
lo examinaba casi a diario y se le encogía el corazón de pena al ver ta-
mana penuria. Por eso, cuando se consumó el tremendo latrocinio de
la desamortización, el devoto capiller procuró acarrear con cuanto pudo
para el templo del Espíritu Santo. Aquí vinieron a parar imágenes y
vestiduras sagradas de los monasterios de Santa Clara de Montefalco;
de la Concepción, de monjas bernardas; y hasta del oratorio del Santo
Tribunal de la Inquisición. Unas se quedaron para siempre en la ermi-
ta y otras tuvieron definitivo acomodo en otras iglesias.
Desde el primer momento, los ojos vivarachos de don José Francis-
co se clavaron en una pequeña imagen del Nino Jesus, muy venerada
en la ciudad por tener fama de milagrosa. Procedía del monasterio ber-
nardo de la Concepción y era conocido por el Niño de2 Coro o de la Madre
Petroniía de San Esteban. Esta religiosa, nacida en 1676, asombró a clé-
rigos y laicos por los portentos que realizaba invocando al Santo Niño
del Coro. La monja de los prodigios dejó de existir el 7 de septiembre
dc 1753.
El monacato bernardo fue rico: en él profesaban las hijas de las me-
jores familias de la ciudad. Para proteger la efigie sagrada de Jesús
infante pudo hacerle la comunidad un hermoso fanal de madera sobre-
dorada ornamentado con abundantes tallas. La imagen del Niño poseía
en propiedad tres casas y se le pagaban a lo largo del año numerosos
tributos, por lo que su novenario y demás cultos eran siempre solem-
nes y acompañados de gran concurrencia de fieles.
El Niño Dios contaba con un guardarropía nutrido. Éstas eran las
prendas, según relación que se conserva en el Archivo Diocesano: ves-
tido de raso blanco, bordado con lentejuelas y guarnecido con franja
y fleco de oro; vestido de tisú, con franja y fleco de oro; vestido de tisú
con franja de oro y fleco de plata: vestido bordado en colores y guarne-
cido de franja de oro; vestido de tela bordada en hilo de oro; túnica vio-
lada con galón de plata; cíngulo de hilo de plata; tres pares de calzones
de tela: dos chupas de tisú; tres camisas de Irlanda y tres pares de me-

* Ibídem.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 35

dias de seda. Las piezas de oro y plata tampoco faltaban: una peana de
plata sobre la que descansa el Niño; zapatitos de plata: corona gran-
de de plata; un topacio dc valor; dos anillos de oro, uno con un diaman-
te pequeño y otro con esmeraldas; y un corazoncito de madreperlas
guarnecido de oro.
El Niño de sor Petronila vino a la ermita en 1837 con su fanal roco-
có, su generoso guardarropa y las alhajas de oro y plata. Don José Fran-
cisco, nombrado su mayordomo, le dice con cierto orgullo a la Autori-
dad eclesiástica: que la imagen tiene n .su favor varios tributos pava SIL
culto, sin que tenga necesidad de mendigar sus funciones. Pero la es-
tancia del Niño en la ermita no fue larga: en 1842 pasó a la parroquia
de Santo Domingo de Guzmán y. más tarde, al crearse la de San Ber-
nardo allí fue a parar y en ella se halla en la actualidad3.
Si don José Francisco abriera los ojos quedaría entristecido al com-
probar cómo han sido totalmente suprimidos los cultos a este Santo
Niño. De las imágenes de Jesús, de procedencia monjil, la única que
sigue contando con fervorosos devotos y solemnes funciones es la del
Niño Enfermero, de las religiosas clarisas, hoy en la parroquia de San
Francisco de Asís4.
El mayordomo Quintana, por sus muchos años, ya no podía abar-
car tantas ocupaciones, y con infinita pena tuvo que ir renunciando a
quehaceres muy queridos. La sochantría de la parroquia dominicana
la dejó en manos de un joven portugués llamado Mateo Bautista Flo-
res, que no hablaba bien el castellano pero se defendía con los latines
de la liturgia. De la ermita, de su querida ermita, se llal-ía cal-ëu uu cl&
rigo respetable, don Francisco del Castillo Olivares; y su hijo Pedro va
a heredar el empleo en la Curia y como portero mayor dará escolta al
señor regente cuando transite, con paso solemne, por cl claustro dc la
Real Audiencia.
El 20 de septiembre de 1865, a los 72 años y ya viudo, falleció don
José Francisco de Quintana. Este infatigable y desprendido mayordo-
mo tuvo el acierto de conducir los destinos de la ermita desde la etapa
abandonista de los últimos patronos a nuevas y esperanzadoras jorna-
das, en las que la dependencia de la Autoridad eclesiástica iba a ser
total y definitiva.

3 Ibídem.
4 José Miguel Alzola: Historia de un cuadro: el Niño Jesús Enfermero (Las Pal-
mas, 197 1).
36 JOSE MIGUEL ALZOLA

EL REVERENDO DON FRANCISCO DEL CASTILLO OLIVARES,


NUEVO MAYORDOMO

El nuevo mayordomo de la ermita, designado para reemplazar al


polifacético Quintana, fue el presbítero don Francisco del Castillo Oli-
vares y Falcón, hijo del mayorazgo don Fernando y de su esposa doña
María del Pino Falcón. Tuvo su morada en la calle del Castillo, en la
casa que linda por el Naciente con el edificio que ocupó la Escuela de
Comercio; de forma que lo primero que veía al traspasar el zaguAn era
la fachada humilde del templo del Espíritu Santo.
Por su linaje estaba emparentado con todo el señorío de Vegueta
que habitaba en los alrededores de la ermita. La concurrencia de devo-
tos a los actos litúrgicos se incrementó entonces por las relaciones pa-
rentelares y sociales del nuevo mayordomo.
Precisamente, para llamar a misa a la piadosa feligresía el presbí-
tero Castillo encargó a Londres una hermosa campana, de tan genero-
sas proporciones, que no cabía en la pequeña espadaña que coronaba
la iglesia. Se hacía necesario modificar el campanil y para ello fue pre-
ciso que el mayordomo recabara las obligadas licencias municipales,
y lo hizo en los siguientes términos:

.. . que habiendo adquirido en la fundición de Londres una magní-


fica campana, de que carecía dicha ermita, la que es de mayores di-
mensiones que el campanario de la misma, se le hace preciso ensan-
char dicho campanario para colocarla pronto, a fin de devolver al Gre-
mio de Mareantes de este puerto la que hoy se halla colocada, por haber
expirado desde Mayo último el término del préstamo, y urgirle aquel
Cuerpo por su pronta devolución. Por tanto, y correspondiendo el en-
sanche y reforma del campanario de dicha ermita al ornato público,
a V.I. hace presentación del adjunto plano, esperando se sirva pres-
tarle su aprobación y la oportuna licencia para dar principio desde
luego a la proyectada reforma... Las Palmas, cinco de Septiembre de
1867 5.

Otra iniciativa del aristocrático sacerdote fue la de implantar en la


ermita el culto a la Divina Pastora, advocación muy poco conocida hasta
entonces en Las Palmas de Gran Canaria.
1-a intrndujo en la Tglesia española, en el siglo XVIII, el capuchino
andaluz fray Isidoro de Sevilla, a quien se le hizo presente la Santí-
sima Virgen ataviada de pastora, encareciéndole que propagara tal de-

5 Archivo Histórico Provincial: Documentación del Ayuntamiento de Las Palmas de


Gran Canaria. Negociado de Fomento.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 37

voción. A su muerte, ocurrida en 1749, continuaría difundiendo su culto


el Beato Diego José de Cádiz, fraile de la misma Orden capuchina.
La iconografía de esta advocación es muy singular: representa a la
Virgen María sentada en un rústico escabel; vestida con saya y corpi-
ño de vivos colores; tocada con sombrero adornado de multitud de flo-
res; un cayado en la mano izquierda, mientras que con la derecha aca-
ricia un corderillo.
Al haber nacido esa devota expresión mariana en Sevilla y arraiga-
do profundamente en toda Andalucía, es muy posible que de la men- ’
cionada capital andaluza trajera el mayordomo Castillo la efigie de la
Señora para la Ermita del Espíritu Santo. Hoy se desconoce cuál ha
sido su paradero.
No fue larga la vida del Padre Castillo. A los 52 años le sorprendió
la muerte, un 21 de julio de 1869, hallándose de veraneo en Telde. En
su testamento, autorizado por Vicente Martínez de Escobar, dispuso
que se aplicaran setenta y cinco misas por su intención; otras cincuen-
ta, para compensar las que se le hayan encargado y hubiese dejado de
decir por olvido; y por último, otras veinticinco en sufragio de su alma,
todas ellas a razón de 500 milésimas de escudo. Quiere que estas misas
sean celebradas por sacerdotes jóvenes.
Declara en otro párrafo de su postrera voluntad que en la Ermita
del Espíritu Santo tiene un ropero de su propiedad con ornamentos sa-
grados; y que instituyó en la mencionada iglesia la devoción de la Divi-
na Pastora, cuya fiesta se celebra en la segunda domínica de Pascua
de Resurrección. Encarga a sus hermanas Dolores y Rafaela que conti-
núen en este culto, para él tan entrañable, y nombra albacea a su so-
brino Juan de León y Castillo.
De la documentacion hasta ahora consultada se desprende que el
presbítero Castillo Olivares fue el último mayordomo de la ermita nom-
brado por el obispado. Tres cuartos de siglo más tarde volverá a apa-
recer- esle car-go, per-u ser-á cubierto pur elección entre los caballeros
de la Real Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin, por tener bajo
su custodia la iglesia.

LOS CAPELLANES DE LA ERMITA

A partir de ese momento, en lugar de mayordomos nos vamos a en-


contrar con capellanes. Fueron todos ellos sacerdotes virtuosos que,
de forma voluntaria y desinteresada, hicieron compatibles sus distin-
tas actividades pastorales en la diócesis con el sostenimiento del culto
en la iglesia del Espíritu Santo. Era una sobrecarga que se echaban en-
38 JOSE MIGUEL ALZOLA

cima con agrado y que les brindaba la ocasión de fomentar la vida de


piedad entre la feligresía de aquel sector de la ciudad. Gracias a sus
desvelos la ermita no se cerró nunca.

DON JOSE ROCA Y PONSA

El primer capellán de esta nueva etapa fue don José Roca y Ponsa,
nacido en Vich en 1852. En el seminario de su ciudad natal cursó una
buena parte de la carrera eclesiástica, pero sus ideas profundamente
antiliberales y su adhesión al tradicionalismo catalán le crearon gran-
des dificultades con la Autoridad civil, viéndose obligado a abandonar
aquella diócesis y a acogerse a la hospitalidad brindada por la de Ca-
narias. Aquí remató los estudios y recibió la ordenación sacerdotal de
manos dc don José María de Urquinaona y Bidot. Al poco tiempo obtu-
vo en brillantes ejercicios de oposición la canonjía de Lectoral. Esta-
blecido en la ciudad, vino su hermana doña Margarita para regir la casa;
aquí contraería matrimonio con clon Manuel González Martín y fueron
tronco de una distinguida familia canaria: la de González Roca6.
En el ambiente calmoso de la sociedad insular, que acostumbraba
a dejar para otro día la resolución de los asuntos incómodos, el dina-
mismo del nuevo canónigo catalán causó verdadero estupor.
Además de cumplir con puntualidad rigurosa sus horarios capitu-
lares, predicaba, derrochando elocuencia, en las principales festivida-
des religiosas de la isla; daba conferencias; publicaba artículos en la
Prensa; dirigía periódicos; divulgaba en círculos de estudios el ideario
tradicionalista, que tan intensamente sentía; y, además, encauzaba a la
juventud por la senda de una auténtica vida cristiana valiéndose de la
Congregación de los Luises, de la que era director.
Esta Congregación había sido fundada por los jesuitas en 1862, ri-
giendo la diócesis fray Joaquín Lluch y Garriga. Inicialmente tuvo su
sede en el propio colegio de la Compañía; más tarde, al ser expulsados
los jesuitas en 1868, pasó a la parroquia de Santo Domingo, siendo su
director don Pedro Díaz, al que sustituyó el lectoral Roca.
El 25 de marzo de 1884, otro obispo, don José Pozuelo y Herrero,
le hizo entrega a la Congregación de la Ermita del Espíritu Santo, para
que en ella pudiera celebrar sus actos.
En el breve libro de actas de esta piadosa asociación se consigna
6 Manuel Ferrer Muñoz: Apuntes biográficos sobre don José Roca y Poma, Magistral
de la catedral de Sevilla.
- Boletín Oficial Eclesiástico de la Diócesis de Canarias: «El doctor Roca y Ponsa»,
año 1938, pp. 33-34.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 39

que con las baldosas levantadas en la ermita de San Justo se renovó el


piso de la capilla del Espíritu Santo... se encaló de nuevo el cuerpo de
la iglesia... para evitar irreverencias se construyó un cancel, cuyo techo
sirve de piso a un coro de bastante capacidad... Una suscripción públi-
ca sufragó estos gastos, y el último domingo de junio de 1884 se pudo
celebrar en ella la festividad de San Luis Gonzaga. Unos doce años per-
maneció la Congregación en la Ermita del Espíritu Santo’.
El visceral antiliberalismo que guiaba la pluma de Roca y Ponsa y
su fogoso temperamento le causaron gravés contratiempos. En la Re-
vista de Las Palmas, de la que era director, apareció publicado un ar-
tículo suyo titulado El despotismo ZiberaZ en el que censuraba con du-
reza la actuación de la Junta revolucionaria que en 1868 había expul-
sado a los jesuitas del seminario, y a las religiosas bernardas de su con-
vento de San Ildefonso, situado frente al costado Sur de la Ermita del
Espíritu Santo, y que se apresuraron a derruir’-.
Los miembros de aquella Junta, muchos de los cuales aún vivían,
se sintieron gravemente injuriados por las frases del canónigo Roca
y formularon contra 61 una querella 8. T.a sentencia fue condenatoria:
tres años y medio de destierro a veinticinco kilómetros de la ciudad;
el pago de la mitad de las costas procesales y multa de doscientas cin-
cuenta pesetas. Interpuesto recurso de casación por el abogado de Roca
y Ponsa, don Eduardo Benítez, se logró que la causa fuera finalmente
sobreseída.
El Lectoral Roca, que se crecía ante los ataques, contó en todo mo-
mento con el apoyo de su obispo, del clero y de una buena parte de la
opinión pública. Sus actividades pastorales en la tierra canaria no se
interrumpieron hasta 1893, año en que obtuvo la canonjía de Peniten-
ciario de la catedral hispalense. Volvió a opositar a la de Magistral, que
también ganó y pudo disfrutar durante varios lustros, siendo enorme
su popularidad en Sevilla. Una vez jubilado ingresó en la Congregación
de Sacerdotes de San Felipe Neri, descrnpefiando w ~lla el ~ar-go dt:
vicesuperior.
Las visitas a Las Palmas de Gran Canaria eran habituales en los
meses de verano y aquí falleció cn 1338. La figura cxccpcional del ca-
nónigo Roca y Ponsa merece un extenso estudio biográfico que no es
posible hacer en estas páginas.

7 José Miguel Alzola: 1862-1934: «‘Los setenta y dos años de una Congregación». Pu-
blicado en El Defensor de Canarias, el 23 de junio de 1934.
* Las colaboraciones periwlís~kas dt: Roca y Puusa IW aúlu stí r;unaetarun a la Ra-
vista de Las Palmas, que él dirigía, sino que también aparecen en El Triunfo, La Tregua,
El Gólgota, y El Favo Católico de Canarias.
42 JOSE MIGUEL ALZOLA

DON MIGUEL ALÓS Y ESTERLICH

El Padre Miguel Alós nació en Mallorca y en su isla natal desempe-


ñaba el cometido de párroco de Lloreta cuando decidió opositar a un
beneficio en la catedral de Santa Ana, de la ciudad de Las Palmas de
Gran Canaria. Hombre acostumbrado a sentirse ceñido por el cíngulo
azul del mar, cambió la isla mediterránea por esta otra en el Atlántico,
y en ella discurrieron sus días llenos de santa paz.
Hacía poco tiempo que Roca y Ponsa había trasladado SLI residen-
cia a Sevilla, y al quedar huérfana de director la Congregación de Lui-
ses buscó refugio espiritual en la parroquia Matriz de San Agustín,
donde iba a permanecer hasta el año 1917.
Es muy posible que entonces padeciera la Ermita del Espíritu Santo
una nueva etapa de desasistencia que vendría a remediar el celo apos-
tólico del clérigo Alós.
El Apostolado de la Oración, asociación que tiene como meta el culto
al Sagrado Corazón de Jesús, estaba desarrollando sus actividades en
la iglesia del Hospital de San Martín. Entonces se estimó conveniente
el traslado de la sede del Apostolado desde San Martín a la Ermita del
Espíritu Santo, para imprimirle una mayor independencia horaria. Los
resultados fueron óptimos, porque los cultos, guiados certeramente por
el Padres Alós, experimentaron un auge no conocido con anterioridad.
Este virtuoso sacerdote falleció en nuestra ciudad, de forma repen-
tina, el 27 de mayo de 1918. El Boletín de la Diócesis, al dar cuenta de
su muerte, le califica de benemérito, ejemplar y celoso9.

DON JOSÉ FEO Y RAMOS

Con la muerte súbita del eclesiástico mallorquín volvió a quedarse


sin capellán el Espíritu Santo y acéfalo el Apostolado de la Oración,
pero no iba a ser por mucho tiempo. Un canónigo canario, don José
Feo y Ramos, cuya vida se había desarrollado siempre en los alrededo-
res de la ermita, estaba decidido a sacrific.arse para que nn sufriera
menoscabo el culto.
El sacerdote Feo y Ramos, nacido en la veguetera calle de Santa Bár-
bara, recibió las aguas bautismales en la pila de Santo Domingo el 30
de octubre de 1870. Su padre, Cosme Feo, era un modesto artesano que
por razón de su oficio de carpintero frecuentaba la casa de doña Rosa
de Quintana, marquesa de Guisla Ghiselín y en ella debió conocer a la

9 Boletín Oficial Eclesiástico de la Diócesis de Canaria de 19 de junio de 1918.


LA COFRADfA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 43

que sería su esposa, María de los Reyes Ramos, joven doncella de la


marquesa.
Era tanto el afecto de la dama por María de los Reyes que al con-
traer matrimonio ésta le regaló la casa de la calle de Santa Bárbara
para que en ella estableciera su hogar la joven pareja. Pero hizo aún
más, sostuvo en la pila bautismal, como madrina, al primer hijo naci-
do, al que se le impusieron los nombres de José Florencio Lino y Ma-
nuel, y más tarde, cuando el muchacho tuvo edad de ingresar en el se-
minario sufragó totalmente los estudios eclesiásticos del ahijado. Don
José correspondió a tantas muestras de cariño y generoso desprendi-
miento convirtiéndose en algo así como capeíkín de la noble familia,
a la que visitaba cada atardecer en su casa, situada en el costado Sur
de la plazoleta del Espíritu Santo.
Coronó su formación académica con el doctorado en Sagrada Teo-
logía, pasando muy pronto, mediante oposición, a formar parte del Ca-
bildo Catedral en 1900. Años después opositaría de nuevo, en esta oca-
sión a la canonjía de Lectoral, que obtuvo y de la que se posesionó en
1906.
Con el fin de que los futuros sacerdotes pudieran velar por la con-
servación del patrimonio artístico de la Iglesia, fue creada en el semi-
nario, por iniciativa suya, la cátedra de Arqueología Sagrada, materia
que explicaría sin remuneración alguna hasta su muerte.
Durante muchos años formó parte de la Junta de Gobierno del
Museo Canario, desempeñando accidentalmente en varias ocasiones la
Presidencia de la Sociedad, desde la que desarrolló fecundos proycc-
tos entre los que destaca la organización y apertura al público de la
biblioteca y archivo de la institución. En premio a sus desvelos la Junta
General le designaría por aclamación Presidente honorario lo.
La labor realizada en el campo de la investigación histórica fue muy
importante, revistiendo especial relevancia los trabajos publicados
sobre el patrimonio de la Catedral de Santa Ana. Por la Real Academia
de la Historia se le nombró Académico correspondiente en la ciudad de
Las Palmas de Gran Canaria ll.
El paso de Feo y Ramos por la Ermita del Espíritu Santo (1918-l 939)
ha dejado una huella indeleble. Él, con su apasionado amor por las Be-
llas Artes, se convertiría en el gran restaurador del templo y enrique-
cedor de su patrimonio. Se le dotó de nuevo pavimento; se pintaron las

10 El Museo Canario: año 1944, núm. 9, p. 102.


11 En el periódico El Defensor de Canarias (1926) aparecieron varios artículos que
llevaban por título «Apuntes para la historia de la Catedral de Canarias» en los que don
José Feo aporta un rico caudal de información.
44 JOSE MIGUEL ALZOLA

paredes y abrillantaron los artesonados; se colocaron vidrieras artísti-


cas; se recompuso el retablo del Santísimo Cristo y las hornacinas co-
laterales; se encargaron barandillas para el presbiterio; fueron reno-
vados en su totalidad los ornamentos, vasos sagrados, custodia, can-
delería, jarrones; y de la Real Fábrica de Tapices se trajo una rica al-
fombra hecha a la medida.
El culto era constante. La misa, entonces matinal, se celebraba a
diario y por las tardes era rezado el rosario, seguido de lectura espiri-
tual o del ejercicio de la novena de turno, finalizando el acto con la ben-
dición menor o solemne, según los casos. Las celebraciones que reves-
tían mayor brillantez eran las que se ofrecían en honor de San José,
del Espíritu Santo, del Santísimo Cristo del Buen Fin, de Nuestra Se-
ñora de los Dolores, de la Inmaculada y de la natividad de Nuestro
Señor.
El 17 de abril de 1939 dejó de existir don José Feo y Ramos, una
de las figuras señeras del clero canario y modélico capellán de la ermita.

DON JOSÉ NARANJO DÉNIZ

El cometido desempeñado por don José Naranjo Déniz en relación


con la ermita, a pesar de su brevedad, fue muy importante porque con-
dujo su transición hacia la Cofradía del Buen Fin con notable tacto,
apoyando ante el obispado la creación de la Congregación que se haría
cargo de cuidar y mantcncr activa la pequeña iglesia.
El presbítero Naranjo Déniz nació en Las Goteras (Santa Brígida)
el 17 de abril de 1910. A temprana edad, como era entonces lo habi-
tual, ingresó en el seminario de nuestra ciudad para cursar la carrera
eclesiástica, que continuaría en la Universidad Gregoriana de Roma.
El 24 de mayo de 1936 fue ordenado sacerdote por el obispo don Mi-
guel Serra Sucarrat en la capilla del palacio episcopal, a causa de los
temores del prelado ante el clima de inseguridad y sectarismo en que
vivía la población en las vísperas de la Guerra Civil l*.
Además de explicar diversas materias en el seminario, desempeñó
la secretaría del centro, acometiendo la ordenación de su valioso ar-
chivo. Fue párroco de San Francisco de Asís (1949-1955) y tuvo el cora-
je de iniciar las obras de restauración del templo sin contar con dinero
para ello. Hoy esta hermosa iglesia es monumento histórico artístico.

12 No pensaba entonces el obispo Serra Sucarrat, que ya tenía pedido el traslado a


la diócesis de Segorbe, que pocos meses después sería asesinado por la horda comunis-
ta, en unión de diez obispos más y dieciséis mil sacerdotes.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 45

Otros cargos por él desempeñados fueron los de profesor de Reli-


gión, delegado del Movimiento para la Educación en la Fe y director-
conciliario de los Cursillos de Cristiandad. Precisamente, estaba en su
despacho de la Casa de los Cursillos, situada en la calle Bravo Murillo,
cuando falA,eció repentinamente desplomándose sobre la mesa de tra-
bajo; era el 13 de diciembre dc 1979.
Don José Naranjo fue el valedor de la Real Cofradía en la primera
etapa de su vida corporativa. Por su buena amistad con los sobrinos
del lectoral Feo y Ramos siguieron aquéllos custodiando en su casa los
ornamentos y demás enseres que, por falta de espacio, no podían ser
guardados en la ermita.
CAPITULO IV

CARACTERÍSTICAS ARQUITECTÓNICAS DE LA ERMITA,


REFORMAS Y RESTAURACIONES

En el capítulo II se ha contemplado el hecho de la fundación de la


ermita, en los comienzos del siglo XVII, bajo la piadosa tutela de la fa-
milia De la Cruz; el protagonismo de los sucesivos patronos y el inte-
rés decreciente de éstos a medida que se iban alejando, en el tiempo,
de los fundadores. Ahora se hace necesario que nos detengamos en la
materialidad de la obra, en su fisonomía, en las huellas que han dejado
en sus piedras el paso de los siglos.

TEMPLO DE LÍNEAS AUSTERAS

La traza de la Ermita del Espíritu Santo responde a un patrón que,


con ligeras variantes, fue repetido con mucha reiteración en todo el ar-
chipiélago. Aquí, en Las Palmas de Gran Canaria, se conservan varias
de líneas y proporciones muy parecidas a ésta de Vegueta, como son:
San Roque, San Juan, San Nicolás, San Antonio Abad y San Telmo.
El desarrollo estructural de la ermita es muy simple; lo configura
una sola nave que se ensancha ligeramente al llegar al presbiterio o
capilla mayor. Entre ambos espacios se alza un arco de medio punto
que, a la vez que proporciona al recinto singular belleza, resuelve con
fortuna el tránsito entre el cuerpo de la iglesia y la cabecera, con medi-
das transversales diferentes.
La techumbre, de madera noble, en la que se siguieron soluciones
mudéjares, está formada por dos cuerpos muy diferenciados, incluso
al exterior, por sus distintas alturas; el de la nave es más bajo y tiene
forma-de artesa; el del presbiterio, construido a mayor altura, posee
48 JOSE MIGUEL ALZOLA

configuración octogonal. En ambos se aprecian delicados trabajos de


lacería y primorosos tallados en las piñas que penden de las pechinas
de la capilla mayor. También se hallan ornamentados con labores de
lacería los tirantes que contienen el empuje de los techos.
La edificación ocupa la totalidad del solar, que tiene una superficie
de 185 metros c;uadr-aclos. El templo posee tres fachadas: la del sur, que
linda con la calle del Doctor Chil; la del Norte, que mira hacia la del
Espíritu Santo; y la del Poniente, que se alza frente a la plazoleta
del mismo nombre y por la que se entra a la iglesia. En cambio, por
el Naciente se halla adosada la ermita a una casa que, en épocas pasa-
das, perteneció a los Patronos y que en la actualidad es de propiedad
particular. A la espalda de la capilla mayor se desarrolla una pequeña
sacristía, con salida directa a la calle del Espíritu Santo.
La ermita fue dotada inicialmente de tres puertas; dos en los costa-
dos de la nave y la principal en la fachada del Poniente. Las colaterales
aparecían tapiadas desde tiempo inmemorial e incluso el encalado ocul-
taba sus jambas y dinteles, de sillares esmeradamente labrados. No sa-
bemos si estuvieron alguna vez en uso.
Su imafronte se desarrolla con una gran austeridad compositiva.
La puerta adintelada, de piedra gris y anchos sillares, aparece cercada
por unalfiz, cuyos extremos descansan en sendas ménsulas. Sobre la
puerta se abre un óculo formado de dovelas de la misma piedra, y en
el vértice de la cubierta se alza la espadaña de un solo hueco. Sillares
con las dos caras finamente labradas enmarcan las esquinas, que al lle-
gar a la altura del tejado lucen pináculos pétreos. La sabia combina-
ción de la cal y la piedra contribuye a subrayar la sencillez de la
fachada.
No se ha encontrado, hasta ahora, pruebas documentales que reve-
len el nombre del arquitecto que pudo intervenir en la construcción
de la ermita. Por los años en que la edificación iba tomando cuerpo,
dirigían obras importantes cn cata isla Juan Lucero; su yerno, Antonio
Pérez Melián; y el yerno de este último, Luis Báez Marichal l.
Lucero trabajaba en el primer tercio del siglo XVII en la Puerta del
Aire de la catedral de Las Palmas de Gran Canaria y en la capilla de
la Orden Tercera del convento de San Francisco de la misma ciudad.
Antonio Pérez estuvo dirigiendo la construcción de la iglesia de Santa
María de Guía; y Luis Báez Marichal fue estrecho colaborador de su
suegro. Seguramente, sobre alguno de estos hábiles alarifes recayó la
responsabilidad de la obra del Espíritu Santo.

1 Pedro Tarquis Rodríguez: «Diccionario de arquitectos, alarifes y canteros que han


trabajado en las Islas Canarias». Anuario de Estudios Atlánticos, año 1965, p. 233.
LA COFRADfA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 49

REFORMAS EN EL TEMPLO

Muchas, sin duda, se han hecho en el centenario edificio, pero de


las que no hay constancia. En cambio, sí hemos mencionado ya en el
capítulo III la construcción de una nueva espadaña que mandó hacer
en 1867 el capellán don Francisco del Castillo Olivares para alojar en
ella la campana que había traído de Londres. El diseño aprobado por
el Ayuntamiento se reproduce a continuación.

Campanil de la ermita. Año 1867

Diecisiete años después, en 1884, emprendió don José Roca y Ponsa


obras de más envergadura, como fueron colocar un piso de baldosas,
recuperadas de la ermita de San Justo y Pastor, y construir el cancel
y coro alto, mejoras que se sufragaron mediante suscripción pública.
En 1918 se inicia la capellanía de don José Feo y Ramos y con ella
50 JOSE MIGUEL ALZOLA

una etapa fecunda, de total remozamiento de la ermita. Siguiendo los


dictados de la moda, se colocó, con desacierto, un pavimento de granito
industrial sobre el piso de piedra; se pintaron las paredes y barnizaron
las techumbres; y contando con la colaboración de sus hermanos, hábi-
les ebanistas, se restauró totalmente el retablo del Santísimo Cristo; se
hicieron las barandillas del presbiterio, un nuevo sagrario, las sobre-
puertas, los moldurajes y ménsulas de las hornacinas laterales, eI fron-
tal del altar y fueron colocadas las tres hermosas vidrieras artísticas.

LA RESTAURACION DE 1972
Ésta iba a ser la primera obra que se emprendía en la ermita, sufra-
gada con dinero público. La Dirección General de Bellas Artes la asumi-
ría en su totalidad, ascendiendo lo invertido a dos millones de pesetas.
El proyecto fue redactado por el arquitecto colaborador del Orga-
nismo, don Luis Alemany Orella, quien también se hizo cargo de la di-
rección de las obras. Le agradezco a este buen amigo, especializado en
la restauración de monumentos, la gentileza de facilitarme una copia
del proyecto, del que se reproducen algunos de los planos en estas pá-
ginas *.
Como la cantidad presupuesta era corta, se hizo necesario seleccio-
nar los siguientes objetivos: desmonte de la cubierta de teja árabe, para
impermeabilizar la tablazón, y volver a retejar; sustitución de enfosca-
dos en paramentos verticales; restauración y limpieza de la cantería
exterior y de toda la carpintería; instalación eléctrica y pintura.
A medida que se iban realizando las obras comenzaron a aparecer
elementos de los que no se tenían noticias, sorpresas que obligaron a
ampliar- ~1 proyech. El aquilectu hizo en la memoria final las siguien-
tes consideraciones:

.. . La fachada principal clisporlía cle urla ru~ble puer-ta en la que se


acusaban perfectamente los sillares de cantería, a pesar de estar toda
ella pintada de marrón oscuro. Esta portada disponía de un cordón

2 Durante el decenio en que Luis Alemany Orella fue arquitecto colaborador de la


Dirección General de Bellas Artes, redactó los proyectos de restauración de los siguien-
tes monumentos: Parroquia de San Agustín de 1.x Palmas: templn parroquial de Santa
María de Guía; casa-palacio del Colegio de Abogados de Las Palmas; Patio de los Naran-
jos de la catedral de Las Palmas; templo parroquial de San José y casa del capellán; cas-
tillo de Guanapay (Lanzarote); torre del templo parroquial de Teguise (Lanzarote); acce-
sos al yacimiento arqueológico <Cenobio de Valerón» (Grsm Canaria); cerramiento del
yacimiento arqueológico aCueva Pintada de Gáldar»; edificio del antiguo seminario de
la calle Doctor Chil de Las Palmas. etc.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 51

labrado, de gran belleza, que a modo de alfiz recorría el final de los


laterales y todo el testero superior. Es el elemento más característico
y original de la puerta... Al proceder a su limpieza se pudo apreciar
que el cordón superior que creíamos en buen estado, era prácticamente
inexistente. Había estado dispuesto en cantería, con la misma forma
que el actual, pero la piedra había desaparecido en su casi totalidad:
el que se veía era una reproducción en cemento. Se presentaban, pues,
tres alternativas: o bien reponerlo en hormigón y volver a pintar la
fachada; o prescindir de dicho elemento; o rehacerlo totalmente en
cantería. Se optó por esta tercera solución, ya que teníamos datos para
reproducirlo con toda fidelidad. La labra de este elemento fue muy
compleja y difícil.
... Al empezar a picar los enfoscados laterales aparecieron dos puer-
tas, una a cada lado, en el centro de la nave, de las cuales no se tenía
noticia, de gran austeridad y anteriores a la fachada principal. Asi-
mismo aparecieron en las esquinas del presbiterio una cantería con-
certada de gran nobleza. Tanto las puertas como las esquinas presen-
taban un estado muy deficiente. Consideré que era fundamental re-
cuperar esos elementos y por tanto ordené que se restauraran total-
mente, reponiendo las partes deterioradas, tratando todo con esco-
da, para su perfecta restauración...

Con las obras reseñadas volvió a recuperar la ermita su faz primiti-


va, oculta hasta ese momento por el maquillaje de reiteradas capas de
pintura que querían disimular el envejecimiento de la piedra. Fue una
restauración acertadísima.

LA RESTAURACIÓN DE 1991

El desprendimiento de unos elementos del artesonado aconsejaron


que los técnicos de la Consejería de Cultura del Gobierno Autónomo
examinaran la techumbre, dictaminaran sohre la importancia de lo SII-
cedido y decidieran qué obras deberían acometerse.
La ermita tuvo que cerrarse otra vez para iniciar una nueva restau-
ración. Los trabajos, llevados a cabo bajo la dirección del arquitecto
don Rafael Miranda Flores, abarcaron las siguientes áreas:
Cubierta: se hizo necesario levantar las tejas para consolidar la es-
tructura, impermeabilizarla y volver a retejar.
Pavimento: se practicaron unas catas y se pudo comprobar que el
antiguo piso, de baldosas de cantería, permanecía debajo de las piezas
de granito artificial colocadas en los años veinte. Se procedió a quitar
la impropia solería y a pulir la piedra, que se hallaba en bastante buen
estado.
52 JOSE MIGUEL ALZOLA

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Fachada principal de la Ermita del Espíritu Santo.


Proyecto de restauracih. Arquitecto; Luis Alemany Orclla. Año 1972
LA COFRADfA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 57

Arco del presbiterio: su piedra estaba encalada y, además, cubierta


con varias capas de pintura blanca. Fue cuidadosamente repicada, que-
dando vista la cantería.
Instalación eléctrica: nueva.
Pintura: afectó a la totalidad del templo.
Así como en la restauración de 1972 la atención se centró en el exte-
rior de la ermita, y se recuperaron elementos valiosos que estaban ocul-
tos, en ésta de 1991 tuvo trato preferencial el interior y las obras hicie-
ron aflorar el viejo pavimento y la auténtica fisonomía del arco de medio
punto que enmarca el presbiterio.
A la vez que se estaba restaurando la ermita, el Ayuntamiento de
Las Palmas de Gran Canaria acometió la remodelación de la plazoleta
del Espíritu Santo, según proyecto del arquitecto don Enrique Arda-
naz Miranda, La reforma ha comprendido la colocación de un nuevo
pavimento de cantería en todo el recinto, la peatnnixacihn de la calle
del Espíritu Santo y parte delantera del templo, jardinería, alumbra-
do eléctrico y restauración de la fuente monumental que se alza en el
centro de la placita y que corona la paloma del Espíritu Santo.
Con ambas obras, realizadas simultáneamente, se acredita la preocu-
pación que existe por conservar uno de los sectores más representati-
vos del viejo barrio de Vegueta.
CAPÍTULO V

LA CASA DEL VÍNCULO

El 27 de febrero de 1767 firmó el rey Carlos III la pragmática de


expulsión de los jesuitas de España y de todos SUS dominios. El encar-
gado de ejecutar la orden real fue el presidente del Consejo de Castilla
don Pedro Pablo Abarca de Bolea, conde de Aranda.
Los religiosos de la Compañía de Jesús, desconocedores de lo que
se tramaba, fueron obligados a abandonar sus residencias y colegios
a altas horas de la noche, no pudiendo llevar consigo nada más que la
ropa personal y el breviario.
En Las Palmas de Gran Canaria tuvo lugar la expulsión el 23 de abril,
actuando como ejecutor el coronel de los reales ejércitos don Fernando
del Castillo, que sería más tarde honrado con el LíLulu dt: cor~dt: de la
Vega Grande l.
Entre los bienes que los jesuitas poseían en esta ciudad se hallaba
una casa terrera situada en la calle de la Inquisición (hoy Doctor Chil),
y que lindaba por el Poniente con la Ermita del Espíritu Santo.
Esta propiedad, que en los documentos de la época se la denomina
«casilla», lo que da idea de su poca entidad arquitectónica, fue sacada
a subasta como otros muchos bienes de la Compañía de Jesús. El in-
mueble fue valorado en 2.058 reales y 24 maravedíes, apreciada por
los peritos José de Santa Ana, en lo tocante a carpintería, y José Ray-
mond de Medina en cuanto a mampostería y cantería.
Se publicaron los edictos por término de cuarenta días, que se con-
taron desde el 21 de julio hasta el 30 de agosto de 1770. Se hicieron
varias posturas y entre ellas una del capitán y regidor perpetuo don

1 José de Viera y Clavijo: Noticias de In Historia General de las Islas Canarias (Santa
Cruz de Tenerife, 1951), t. II, p. 739.
- Julián Escribano Garrido: Los jesuitas y Cmarias: 1566-1767(Granada, 1987), p. 608.
60 JOSE MIGUEL ALZOLA

Antonio Romero Zerpa, patrono de la ermita y bisnieto del fundador,


que era igual al precio de la tasación *. El 23 de julio del citado año se
tomó en consideración la postura hecha por Romero Zerpa, y como no
hubo nadie que la mejorara, le fue adjudicada la finca el 24 de enero
de 1771.
{Qué motivos tuvo el patrono de la ermita para adquirir esta mo-
desta casa? No lo sabemos, pero lo sospechamos. Desde luego no iba
a convertirla en su residencia, porque persona de tantas campanillas
no podfa morar en casa de tan poca entidad. Es mas probable que pen-
sara destinarla a vivienda del capellán, santero o sacristán, como acon-
tecía con las ermitas de San Telmo y San Antonio Abad, entre otras,
que tienen a su costado una pequeña casa usada por los cuidadores del
templo. La casa permaneció más de un siglo en manos de los patronos
quienes, incluso, llegaron a abrir una puerta de comunicación con la
sacristía.
Pero debemos recordar que los últimos patronos de la ermita tras-
ladaron su residencia a la ciudad de Guadalajara (Méjico) y que por
la forma en que actuaron se desprende que lo que deseahan era liqui-
dar sus propiedades en Canarias, a donde no pensaban volver. En 1838
hizo viaje a las islas don Mariano Chaffino, cuñado de doña Juana
Romero Villaseñor, y una de las decisiones que tomo fue la de hipote-
car la casa a don Esteban Cambreleng 3. Años más tarde acuerdan los
propietarios venderla y confieren poder a don José Pérez Ruiloba, mar-
qués viudo de la Fuente de Las Palmas; éste, ante la imposibilidad de
trasladarse desde Tenerife a Gran Canaria, sustituye las facultades a
favor de don Antonio López Botas, y fue don Antonio quien la transmi-
tió a don Francisco Javier de León y Joven por el precio de mil qui-
nientas pesetas. Dos meses más tarde vuelve a ser vendida a don Tomás
de la Nuez Ortiz, por siete mil ciento veinticinco pesetas. El nuevo pro-
pietario la derriba y alza un edificio de dos plantas. Se producen des-
pués sucesivas transmisiones hasta que se llega al día de hoy, en que
disfruta la finca doña Rafaela Álvarez Jiménez, dama cofrade del San-
tísimo Cristo del Buen Fin4.

2 Archivo Histórico Provinical: legajo 1790, años 1771-1775.


El Padre Julián Escribano Garrido relaciona en su libro las propiedades de los jesui-
tas en Gran Canaria y cun++zz quince Iincas rústicas; dos horas de agua por el Hereda-
miento del Palmita1 (Guía) y tres casas: la de la calle de la Inquisición y dos más en la
calle de los Balcones.
3 Archivo Histórico Provincial: Protocolo de Francisco de Quesada, 23 de junio
de 1838.
4 La historia registra1 del inmueble puede examinarse en el Registro de la Propie-
dad número Uno de Las Palmas, libro 314, fol. 179, finca núm. 25.051, inscripción segunda.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 61

Los descendientes de los fundadores y patronos, al deshacerse de la


pequeña casa terrera, dieron una prueba más de su desinterés por
la ermita y de lo que ésta significaba en los anales familiares. Con la
enajenación de sus propiedades terminó, de manera definitiva, el pro-
tagonismo de estos indianos en Gran Canaria.
CAPÍTULOVI
IMÁGENES,CUADROSYOTROSORNAMENTOS

La Ermita del Espíritu Santo no atesora importantes obras de arte.


Los Patronos, salvo don Francisco de la Cruz Bethencourt y Quintana,
no hicieron aportaciones de valía a su patrimonio; más bien se concre-
taron a soportar los gastos del culto y reparar los daños que los años
iban causando en el templo, y no siempre de buena gana. Después ven-
dría el abandono total al trasladarse don García Hipólito y doña Juana
Romero-Zerpa a Mkjico. Al tomar- la diúcesis a >LI car-g:o la pequería igle-
sia quedó inventariado lo que en ella había, que era poco y harto mo-
desto. En las páginas que siguen examinaremos lo que se conserva en
la actualidad.

EL SANTO CRISTO DEL BUEN FIN

Presidiendo el presbiterio, desde la severa hornacina de un retablo


de líneas neoclásicas, se halla la venerada efigie del Crucificado, reali-
zada con una pasta de composición no determinada que se sustenta sobre
un esqueleto o armazón de madera. Su altura es de tamaño natural.
Se ignora qué mano pudo modelar la imagen y cuándo. Su factura
nos lleva al quehacer de un modesto santero que albergaba en su cora-
zón una honda religiosidad. Este sentimiento ha quedado plasmado en
la efigie. Ésta, a pesar de algunas incorrecciones anatómicas, inspira
gran devoción.
Lo poco que se sabe sobre ella es gracias al testamento del Patrono
don Francisco de la Cruz Bethencourt y Quintana, otorgado ante Luis
de Castilla Valdes el 28 de abril de 1707. En una de sus clausulas se
dice textualmente:
64 JOSE MIGUEL ALZOLA

Declaro que cuando Francisco y Salvador de Santa Ana, herma-


nos, colocaron en el altar mayor de la Ermita del Espíritu Santo una
hechura de un crucificado de cuerpo entero sin premio alguno, y no
obstante yo les ofrecí por vía de limosna a unas hijas de Pedro de Santa
Ana cien reales por el derecho que pudieran tener, de las cuales les
tengo dadas algunas partidas, quiero se ajuste la cuenta y el resto se
les pague.

De la imprecisa redacción de este párrafo se pueden aventurar dos


hipótesis: que los hermanos Santa Ana, que eran dueños de la imagen,
decidieron colocarla en la ermita para que se le diera culto; o que estos
dos hermanos fueron los autores de la obra y que por razones que des-
conocemos, no la pudieron vender y entonces optaron por coZocar2a en
la ermita de manera temporal, sin premio alguno.
No se menciona para nada la palabra donación. La entrega parece
ser que se hizo en calidad dc depósito y por ello habla el testador del
derecho que pudieran tener sobre la escultura unas sobrinas, hijas de
Pedro de Santa Ana, y a las que ofreció cien reales por vkz de limosna.
Tampoco hay claridad en estas últimas líneas del párrafo; si existía un
derecho, lo que se les daba a las sobrinas no podía ser por vía de Zimos-
na sino una justa compensación económica.
También se saca la conclusión de que Francisco y Salvador eran sol-
teros o viudos sin hijos, porque de lo contrario no se mencionarían a
unas sobrinas como beneficiarias del hipotético derecho, sino que fi-
gurarían los nombres de las esposas o de los descendientes.
En cuanto a los años en que los hermanos Santa Ana trasladaron
el Crucificado a la ermita, creemos que pudo ser en el último tercio
del siglo XVII, porque cuando el testador hace mención de la efigie
(1707) ya habían fallecido ambos hermanos.
A la imagen se le practicó hace bastante tiempo una restauración
somera encomendada al escultor y hermano cofrade don José de Ar-
mas Medina. En 1986 fue necesario volver a restañar las heridas cau-
sadas por los años. Entonces realizó el trabajo el restaurador don Es-
teban González Aguiar, quien nos informó de la técnica empleada por
el autor del Santo Cristo del Buen Fin, y de que el pafio de pureza está
modelado con telas encoladas. La Real Sociedad Económica de Ami-
gos del País afrontó el costo de esta restauración.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 67

Esta talla no fue encargada al Maestro de Guía para la Ermita del


Espíritu Santo; llegó a ella como consecuencia de la desamortización
de los bienes de la Iglesia y procedía del convento de la Concepción de
religiosas bernardas, expulsadas de su cenobio en 1836.
No creo que esta efigie de la Dolorosa, por sus dimensiones, estu-
viera expuesta en el templo conventual bernardo; parece más adecua-
da para una capilla doméstica, la portería o el coro.
Se trata de una imagen de las denominadas de vestir, o de candele-
ro, en la que sólo está esculpida la cabeza y manos, siendo lo demás
una rueca. Posee una corona y espada de plata que, según el inventario
de 17 de enero de 1848, costeó doña Marcela Pestana.
Desde el punto de vista artístico esta Dolorosa y el cuadro de Juan
de Miranda, de que hablaremos más adelante, son las dos piezas más
valiosas que se conservan en la ermita.

LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Este interesante grupo escultórico, formado por las tres personas


de la Santísima Trinidad, es una de las pocas piezas documentadas que
se conservan en la Ermita del Espíritu Santo.
Su composición se desarrolla de la siguiente manera: el Padre Eter-
no, cubierta la cabeza con tiara, y revestido de capa pluvial aparece
sentado, sosteniendo con sus manos a Jesús crucificado; completa el
conjunto la paloma, representativa del Espíritu Santo, que, desde lo
alto, preside la escena entre ráfagas áureas. El símbolo de la tercera
persona se ha separado en la actualidad del conjunto.
La figura central, la del Padre Eterno, es en realidad un alto relie-
ve, y fue concebido para que estuviera adherido al plano o fondo de
la hornacina en la que se veneraba en épocas pasadas; por tanto, no
se trata de unas esculturas de bulto completo: la parte tallada se con-
creta a la cabeza y manos, siendo lo demás de telas encoladas.
En el paramento que sirve de fondo a las imágenes existe una ins-
cripción, que reproducimos, en la que consta interesante información.
Por ella sabemos que en el mes de mayo de 1765, siendo Patrono de
la ermita el capitán don Antonio Zerpa Padilla, fueron hechos el nicho
y el grupo escultórico. La carpintería corrió a cargo del maestro José
Gil; las efigies las esculpió Felipe Genovés; y la decoración pictórica
se le encomendó al maestro José Yanes.
68 JOSE MIGUEL ALZOLA
72 JOSE MIGUEL ALZOLA

píritu Santo para celebrar la fiesta del Paráclito, por lo que era popu-
larmente conocida como La Pascua de los Negritos.
No se ha podido averiguar el origen de esta costumbre en nuestra
ciudad, ni se ha hallado explicación al fenómeno de que a un templo
de Patronato, fundado por familia aristocrática, defensora de sus pri-
vilegios de clase, concurriera la colonia negra, formada entonces de ma-
nera mayoritaria por esclavos que servían en las principales casa de
Vegueta. Quizá fuera la de aquellos señores una postura paternalista
hacia sus criados; o mejor, un hondo sentimiento de fraternidad cris-
tiana, albergado en el corazón de los amos. Este sentimiento impulsa-
ba con mucha frecuencia a los señores a manumitir a sus esclavos, des-
pués de pasar décadas conviviendo con ellos.

SAN JOSÉ

Escultura de factura moderna, encargada por don José Feo y Ramos


a un taller peninsular, no tiene la pátina que los siglos proporcionan
a las imágenes. En cambio, sí posee este San José el encanto de recor-
darnos al donante, el celoso capellán que tanto se desvivió por la ermita.

SAN ESTEBAN

La última de las imágenes incorporada al culto de la ermita ha sido


la de San Esteban, diácono. Talla parcial, recubierta de telas encola-
das, siglo XVIII, representa al santo vistiendo sotana roja, sobrepelliz
blanca con encajes, y sosteniendo en la mano un crucifijo.
Al ser decorado de nuevo el interior de la iglesia, en 1986, se hacía
necesario colocar una imagen en el lateral izquierdo del retablo, para
que hiciera pendant con la del Padre Eterno, situada en el lado opues-
to. Entonces, el Mayordomo, don Miguel Rodríguez y Díaz de Quinta-
na, recabó del parroco de San Agustín que le cediera la efigie de San
Esteban, retirada del culto, y que por sus proporciones y es tilo encaja
ba perfectamente en el lugar indicado.
LACOFRADÍADELCRISTO...Y LA ERMITADEL ESPIRITU SANTO 73

CUADROS

LA ASUNCION

En el presbiterio de la ermita y sobre la puerta de acceso a la sa-


cristía, cuelga un lienzo pintado por Juan de Miranda y que representa
la glorificación de María fundamentada en su asunción a los cielos. El
cuadro, de 129 x 104 centímetros, perteneció a la familia de León y Cas-
tillo, concretamente a don Fernando, ministro que fue de Ultramar y
embajador de España en Francia, pasando más tarde a la ermita en cum-
plimiento de la voluntad del patricio grancanario.
Juan de Miranda dejjí> constancia a través de su obra de una singu-
lar preferencia por los temas marianos, por lo que se le sitúa bajo la
influencia de la Escuela sevillana y particularmente de Murillo. El cua-
dro de la ermita veguetera responde a esas predilecciones del pintor
nacido en la calle Cano esquina a la del Diablito (hoy Villavicencio) de
la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria (1723-1805).

LA VIRGENDEL PINO

Esta pintura no se halla aún en la ermita porque precisa de una res-


tauración previa. Fue donada el pasado año por doña María Paz Sáenz
Tejera y es obra del artista sevillano José María Rodríguez de Losada
(1826-1896).
El lienzo está inspirado en el grabado de Angel Fatjó, que recoge
con puntual fidelidad la Lr-adicih popular- subr-e el hallazgo de la ima-
gen en Teror. Como todos los cuadros del Maestro Losada es de gene-
rosas proporciones (180x 110 cent.); no olvidemos el vía crucis de la
catedral y sus cuadros sobre temas históricos distribuidos por diferen-
tes lugares de la Península, todos ellos inmensos.

LA ORAcIóN ENEL HUERTO

Cuadro de iguales proporciones que el de la Asunción de Juan de


Miranda, recoge los proemios de la Pasión de Jesús, cuando oraba en
el Huerto de los olivos. La pintura fue hecha por doña Catalina Azo-
pardo Cabrera en 19 10, y donada a la ermita por sus herederos, en 1986;
está ejecutada al óleo sobre lienzo.
74 JOSE MIGUEL ALZOLA

OTROS CUADROS

Hay en la ermita otros cuadros que no se resenan, por tratarse de


reproducciones litográficas, que si bien son muy decorativos carecen
de valor artístico.

EL PÚLPITO

Esta hermosa pieza perteneció al templo conventual de San Fran-


cisco, donde estuvo en servicio hasta finales del siglo XVIII en que fue
estrenado el actual. En el presente siglo se lo cedió a la ermita’el pá-
rroco don Antonio Artiles.
La madera con que está construido aparece en su color, abrillanta-
da con cera. Tiene planta hexagonal y cada una de las caras está for-
mada, alternativamente, por casetones profusamente tallados y espa-
cios abiertos en los que hileras de balaustres sostienen una breve ar-
quería. En uno de los cuarterones figura el escudo de la Orden francis-
cana, coronado por la tiara y las llaves, símbolos del pontificado3.

EL RETABLO

Es obra de concepción muy sobria: una grande y única hornacina,


terminada en arco de medio punto, alberga la efigie del Santo Cristo.
A cada lado del vano se alzan unas columnas de fustes lisos, remata-
das por capiteles compuestos; el entablamento es de líneas limpias; el
frontón curvo tiene en su titipano un emblema pasiorlar-iu; 1~s LI-es cla-
vos circundados por la corona de espinas. En las enjutas aparecen unos
escuetos decorados florales.
El costo de este retablo fue sufragado por el presbítero don José
Oramas en 1863, y la traza y ejecución de la obra corrió a cargo del
maestro ebanista Tomás Gutiérrez 4. En 1986 se consolidó y restauró
bajo la dirección del Mayordomo don Miguel Rodríguez y Díaz de Quin-
tana.

3 José Miguel Alzola: La iglesia de Sun Francisco de Asis (Las Palmas, 1986),p. 135
4 Periódico EZ Psis (Las Palmas), núm. 23, de 22 de mayo de 1863.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 7.5

LA ALFOMBRA

A pesar de ser las alfombras dc las iglesias elementos decorativos


que, por lo general, carecen de valor artístico, la de la Ermita del Espí-
ritu Santo constituye una excepción.
El capellán don José Feo y Ramos, sobre el año 1926, hizo el encar-
go a la Real Fábrica de Tapices de Madrid de una alfombra hecha a
la medida para el presbiterio. El dibujo de esta singular pieza se adap-
ta a la configuración del pavimento y de los peldaños que descienden
hasta la nave.
Su estilo está inspirado en los tapices que la Real Fábrica tejía en
la época de Carlos IV. El actual director de estos prestigiosos talleres,
don Livinio Styck, en carta al Mayordomo don Miguel Rodríguez y Díaz
de Quintana le informa que a la vista de las fotografías enviadas le pa-
rece que la alfombra está realizada en nudo turco, con una calidad de
veinte cruces, con trece pasadas de lana y yute por decímetro. Tam-
bién le indica que hace sesenta y cinco años el costo de la alfombra debió
ser de noventa pesetas el metro cuadrado y que, en el día de hoy, su
saneamiento y el repaso de orillas y cabeceras ascendería a cuarenta
y siete mil pesetas.

LAS VIDRIERAS

TambiCn fuc iniciativa de don José Feo y Ramos, que no en vano


era profesor de Historia del Arte en el Seminario, el colocar en la er-
mita tres vidrieras artísticas; una a cada lado del presbiterio y la ter-
cera en el óculo de la fachada.
No hay constancia de a quién se las encargó; pero las dos principa-
les, que reproducen sendos ángeles de Zurbarán, pregonan la alta cali-
dad del delicado trabajo. En la vidriera del óculo aparece la paloma
del Espíritu Santo.

LA CUSTODIA

Un esmerado trabajo de orfebrería dio como feliz resultado la cus-


todia que adquirió para la ermita el infatigable capellán Feo y Ramos,
con las aportaciones de las familias que habitaban en los alrededores del
templo. Fue encargada a la Península, pero no sabemos el nombre del
orfebre que diseñó y ejecutó la obra. De plata sobredorada, alcanza la
altura de 62 centímetros.
76 JOSE MIGUEL ALZOLA

En la decoración de esta hermosa pieza figuran espigas de trigo y


racimos de uvas, símbolos eucarísticos; y seis medallones con las efi-
gies del kce IIomo, la Dolorosa y los cuatro evangelistas. Tanto el viril
como el fuste y la base aparecen enriquecidos con piedras preciosas.

PILA PARA EL AGUA BENDITA

Hasta piezas secundarias en el mobiliario litúrgico, como son las


pilas para el agua bendita, merecieron la cuidadosa elección de don José p
Feo. Para SU ermita no quería cualquier cosa y encargó una paloma, vi
símbolo del Paráclito, de metal fundido con baño de plata, que al acer-
car un dedo a su pico deja caer una gota de agua, para hacer con ella
la señal de la cruz.
CAPITULO VII

ENTERRAMIENTOS EN LA ERMITA
DEL ESPÍRITU SANTO

Hasta la primera década del siglo XIX los vecinos que fallecían en
Las Palmas de Gran Canaria eran enterrados en las iglesias, porque la
ciudad carecía de ccrnerlkr-io. El 21 de abril de 18 ll dispuso el corregi-
dor don Álvaro Pareja, en vista de los inconvenientes que se derivaban
de tan piadosa como insalubre costumbre, que se valoraran unos terre-
nos situados en las afueras de la población, saliendo por la entonces lla-
mada Puerta de 20s Reyes, que según los médicos reunían óptimas con-
diciones. Se trataba de media fanegada de plataneras, pertenecientes al
conde de la Vega Grande, que fue apreciada en doce mil reales.
Pocos meses después de poner en marcha esta iniciativa, la pobla-
ción fue asolada por una epidemia de fiebre amarilla a causa de la cual
fallecieron más de dos mil personas, que recibieron sepultura en el in-
acabado cementerio. Como el enterrar a los muertos había sido siem-
pre cometido de la Iglesia, el cementerio de Las Palmas de Gran Cana-
ria no tuvo inicialmente carácter municipal, sino eclesiástico.
Pero retornemos a la etapa anterior, a la época en que se excavan
fosas en los pavimentos de los templos para acoger los despojos mor-
tales de los fieles cristianos, que es la que ahora atrae nuestra aten-
ción. La Iglesia de Canarias, igual que otras de la Península, poseía una
minuciosa legislación relativa a los entierros, sepulturas y exequias que
forman parte de las Constituciones Sinodales compuestas por el obis-
po don Cristóbal de la Cámara y Murga ‘. Leyendo las prescripcmnes
sinodales se perfilan cuáles eran las costumbres de nuestros ante-
pasados.

1 Cristóbal de la Cámara y Murga: Constituciones sinodales (Madrid, 1633), fol. 188.


78 JOSE MIGUEL ALZOLA

Desde el momento en que los acuerdos sinodales entraron en vigor,


año 1629, nadie podía adquirir en propiedad una sepultura en las igle-
sias de la diócesis sin licencia expresa del obispo.
El precio de las sepulturas variaba según la categoría de la iglesia,
dimensiones del lecho y parte donde se fuera a excavar. Quedaban pro-
hibidos los enterramientos debajo de las gradas del altar mayor, salvo
si se trataba de fundadores o patronos.
Las sepulturas no podían tener lápidas con nombres y escudos de
armas. Tampoco se permitía grabar en ellas la señal de la cruz, para
evitar que la pisotearan los fieles.
Antes de conceder en propiedad una sepultura se hacía pública la
petición en la iglesia, durante el ofertorio, precisando el lugar y la li-
mosna que se daba, por si alguna otra persona mejoraba la oferta.
Todas las iglesias tenían sepulturas reservadas para los pobres, los
cuales serían enterrados sin llevarles blanca.
Las Constituciones recomiendan que no se IZore extraordinariamente
en los entierros, y que por esta misma razón las viudas no acompañen
los cuerpos de sus maridos cuando los llevan a enterrar, porque con el
gran dolor de su pérdida dan voces y lloran, de manera que con dificul-
tad se puede decir la misa.
Las viudas tenían la costumbre, durante el primer año de viudez,
de exteriorizar su pena con prácticas censurables, como: no tomar agua
bendita al entrar en el templo; no adorar la CYUZ; ni levantarse cuando
se dice el evangelio; ni se hincan de rodillas para adorar el Santísimo
Sacramento cuando lo alzan, tapándose con el manto; haciendo seme-
jantes demostraciones que tanto ofenden a la Magestad de Dios...
Las cárcavas del común de los fieles se hallaban, de forma prefe-
r-enle, ell la ii+iiä del Sagrario, única parroquia que existía en la po-
blación. Los conventos de San Francisco, Santo Domingo y San Agus-
tín contaban con una abundante y piadosa clientela que prefería como
último destino sus iglesias. Las capillas de la catedral daban acogida
a sacerdotes y familias de abolengo. En los monasterios de religiosas
no se solían hacer inhumaciones, salvo patronos y bienhechores.
Por eso, cuando visitemos las antiguas iglesias de la ciudad, cubier-
tas con la pátina de los siglos, no estaría de más que recordáramos que
bajo el suelo que estamos pisando descansan los despojos mortales de
aquellos que, día a día, construyeron nuestro pasado común desempe-
ñando papeles sobresalientes en la sociedad canaria; o se ganaron el
sustento con un humilde quehacer artesanal, o vivieron de la caridad
pública: todos han quedado igualados en los sagrados pudrideros de
los templos. No disfruta de privilegios la descarnada osamenta de doña
Clara Eugenia de Austria, nieta natural de don Juan de Austria, que
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 79

espera la resurrección en la iglesia de San Francisco de Asís, frente


al breve esqueleto de la recién nacida Francisca Agustina, sin apelli-
dos, hija de padres descwnocidus, crl~er.ra& txl la Ermita del Esplritu
Santo *.
Gracias al detenido examen de los libros de defunción de la Parro-
quia Matriz, trabajo realizado por Miguel Rodríguez y Díaz de Quinta-
na, se conocen los nombres de las personas que entre 1799 y 1809 reci-
bieron sepultura en la Ermita del Espíritu Santo.
Cuando finalizaba el siglo XVIII se produjo una grave epidemia en
la ciudad, que ocasionó bastantes defunciones, lo que obligó a distri-
buir los cadáveres, durante unos años, entre varias iglesias. Entonces
fue cuando comenzaron las inhumaciones en el Espíritu Santo.
En el corto período de tiempo antes mencionado -diez años- reci-
bieron sepultura en la ermita treinta y ocho personas: veinticuatro adul-
tos y catorce niños. Los varones aventajaron a las hembras en dos pun-
tos, y todos los fallecidos procedían de familias modestas: labradores,
barqueros, artesanos, etc.
La última persona llevada a aquel suelo sagrado se llamaba Anto-
nia de Quintana, fallecida el 26 de febrero de 1809, a los 64 años de
edad; era hija de Cristóbal de Quintana, oficial de carpintero, y de Jo-
sefa de Alvarado. Consta en el asiento que era beata dominica, lo que
hace suponer que pertenecía a la Orden Tercera dominicana y que, se-
guramente, vestía el hábito de tan venerable congregación. También
se desprende de la anotación que hizo ofrenda perpetua al Señor de
su dwcellez.
Para concluir el presente capítulo se reproduce seguidamente la re-
lación de todas las personas que descansan en la ermita.

1. MARGARITA MELIÁN, viuda de Diego Ruiz, enterrada el 29-3-1799.


2. NICOLASA DE ARMAS, mujer de Francisco María, enterrada el
7-6-1799.
3. JOSÉ FEO, marido de Manuela Rodríguez, enterrado el 7-2-1800.
4. JUAN ANGULO, marido de Josefa Melián, enterrado el 6-4-1800.
5. JUANA DELPINO, mujer de Antnnin Guerra, vecinos del Fondillo,
enterrada el 2-7-l 800.
6. MARÍA DE TORRES, mujer de Francisco Rodríguez, sepultada el
4-7-1800.
7. MANUEL MELIÁN ROMERO, niño, sepultado el 17-7-1800.

2 La información sobre la inhumación de doña Clara Eugenia de Austria en el tem-


plo de San Francisco de Asís me la ha facilitado don José Lavandera López, director del
Archivo Diocesano de Las Palmas de Gran Canaria.
80 JOSE MIGUEL ALZOLA

8. JOSÉ MARTÍNEZ, marido de María José, sepultado el 22-7-1800.


9. JOSEFAMARRERO, viuda de Juan Díaz, sepultada el 18-l l-1800.
10. TERESAVAZQUEZ, soltera, hija de Francisco Vázquez y de María
Rivero, sepultada el 1O-4-1801.
11. MATÍAS DE SANTA ANA, marido de María del Pino Díaz, sepulta-
do el 30-6-1801.
12. AGUSTINA ROMERO MÁRQUEZ, niña, sepultada el 1 l-8-1801. Hija
de Salvador Romero y de Catalina Márquez.
13. TOMAS DE T.A CORA CÁRI-ZNES, niño, hijo de Tomás de la Coba y
Juana de Cárdenes, sepultado el 14-8-1801.
14. FRANCISCA MOÑIZ, mujer de Juan Estévez, sepultada el
28-g-1801.
15. FELIPE SUÁREZ, marido de Antonia Díaz, sepultado el 8-l l-1801.
16. PETRONILA DE PADILLA, mujer de Nicolás de Herrera, sepulta-
da el 13-12-1801.
17. FRANCISCALORENZO DE TROYA, niña, hija de Agustín y Josefa, se-
pultada el 1S-2- 1802.
18. CATALINA DE TORRES, mujer de Cayetano Estupiñán, sepultada
el 5-3-1802.
19. AGUSTÍN AGUIAR DE LEON, niño, hijo de Domingo y Micaela, se-
pultado el 1O-4- 1802.
20. CAYETANONEGRÍN, soltero, mozo, hijo de Toribio y Catalina Ra-
mírez, sepultado el 18-4-1802.
21. ANTONIO LAMENO TAISMA, niño, hijo de Antonio y María, sepul-
tado el 21-4-1802.
22. ÁNGELA GARCÍA PÉREZ, soltera, hija de Salvador y Josefa, sepul-
tada el 24-S-1802.
23. GERTRUDISDE LAS NIEVES, de 7 meses, hija de Pedro Nieves, bar-
quero, y de María Martín, sepultada el 15-6-1802.
24. MICAELA SUÁREZ, mujer de José Hernández, labrador, murió de
parto a los 45 años, el 4 de noviembre de 1802.
2.5. PEDRO MARRERO, labrador, viudo de María Luisa de la Fe, de
60 años, a consecuencia de una pulmonía, sepultado el 13-11-1802.
26. BERNARDO DE SANTA ANA, labrador, de 40 años, casado con Ma-
nuela Guerra, sepultado el 27-12-1802.
27. DOMINGO DE SANTA ANA, barquero, soltero, de 40 años, se ente-
rro el 17-2-1803.
28. FRANCISCAAGUSTINA, niñadepadres desconocidaos,de4años,
sepultada el 28-7-1803.
29. JOSÉ GONZÁLEZ, labrador, de 41 años, casado con Josefa Bau-
tista, sepultado el l-12-1803.
30. MARfADELASOLEDADHERNÁNDEZBARRETO, moza soltera,hija
de Agustín y María, sepultada el 15-12-1803.
LA GOFRADíA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 81

31. MANUEL DE LAS NIEVES, niño, hijo de Bernardo Nieves Acosta,


barquero, y Antonia Ramírez, de 10 meses, sepultado el 18-8-1804.
32. JOSÉMORALES, soltero, hijo de Luis de Morales, labrador, y de
Inés de Umpiérrez, naturales de Fuerteventura, de 27 años, se enterró
el 16-1 l-1804.
33. MIGUEL PLACERES, de 20 meses, hijo de Francisco Bernardo Pla-
ceres, barquero, y de Jerónima Placeres, sepultado el 10-2-1805.
34. PEDRO JOSÉNIEVES, niño de ll meses, hijo de Cayetano Nieves,
barquero, y dc In& Alfaro, sepultado cl 2-12-1805.
35. JUAN ANTONIO AZEBUCHE, niño de 2 anos, hijo de José Azebuche,
barquero, y de Manuela Benítez, sepultado el 19-12-1805.
36. MARÍA DE LOS REMEDIOS, niña de 2 años, hija de padres desco-
nocidos, sepultada el 30-l l-1808.
' 37. FRANCISCO SÁNCHEZ, niño de 8 años, hijo de Juan Sánchez, se-
pulturero, y de María de Morales, sepultado el 16-2-1809.
38. ANTONIADEQUINTANA,BEATADOMINICA, de 64 años,hija de don
Cristóbal de Quintana, Oficial de Carpintero, y de doña Josefa de Alva-
rado, fue sepultada en la ermita el 26 de febrero de 1809.
SEGUNDAPARTE
LAREALCOFRADIA
CAPfTULO vII1

FUNDACION DE LA COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO


DEL BUEN FIN

UNA PROCESIÓN EXPERIMENTAL

Las primeras claridades de la aurora iban aminorando el resplan-


dor de la luna en la madrugada del Viernes Santo de 1941.
En las calles del barrio de Vegueta, habitualmente solitarias y si-
lenciosas en hora tan temprana, resonaban pasos, se oían murmullos
quedos, se movían siluetas borrosas que la mezquina luz de los faroles
hacía difícil reconocer. Pero a medida que se acercaban al rectángulo
nlejol- iluminado ck la plaza mayor- de Santa Ana se fueron perfilando
grupos de personas que cruzaban con andares ligeros el recinto en di-
rección al templo del Espíritu Santo.
Las campanas del reloj dc la catedral acaban de dar las cuatro. La
ermita ya se ha llenado de fieles madrugadores, y en la plazoleta fron-
tera se forman corros que esperan a que llegue el momento deseado.
Estas gentes, que se han echado a la calle en tan desapacible ama-
necer, quieren participar en el vía crucis que, presidido por la imagen
del Santísimo Cristo del Buen Fin, recorrerá las calles de Vegueta. In-
sólita procesión que por primera vez traspasa el phrtico de esta iglesia
para interpolarse en el esquema rígido, secularmente inalterable de la
Semana Santa de Las Palmas de Gran Canaria.
La procesión, según su organizadora, la Junta de Semana Santa, iba
a tener aquel año carácter experimental. Si los fieles, a pesar de la hora
intempestiva, acudían a ella con recogimiento y devoción, podría esta-
blecerse en años sucesivos de forma permanente. La Junta deseaba una
procesión austera, penitencial, participativa, en la que a lo largo de su
recorrido se meditaran los padeceres de Cristo en la subida al Calvario.
86 JOSE MIGUEL ALZOLA

El proyecto no contó con el apoyo de los párrocos, que tenían sus


iglesias sobrecargadas de cultos durante la Cuaresma y Semana Mayor.
Encoroces st: perdí cu la Ermita del Espíritu Santo, que en esa época
del año litúrgico no solía abrir sus puertas. Don José Naranjo Déniz,
el sacerdote que desde la muerte del lectoral Feo y Ramos más se ocu-
paba de la ermita, fue el gran valedor de la iniciativa ante la Autoridad
eclesiástica. A pesar de los recelos que sentía el obispo Pildain por la
concurrencia de fieles en actos que se celebraran después de la caída
del sol, el vía crucis fue autorizado. La salida se inició a las cinco en
punto de la mañana.
Unas humildes andas de madera encerada, con cuatro fanales por-
tugueses en las esquinas, conformaban aquel trono hecho a prisa, con
pocos medios y mucho entusiasmo. Todos los asistentes porfiaban por
llevar sobre sus hombros las lanzas de la parihuela en la que procesio-
naba la sagrada imagen de Cristo crucificado.
El recorrido que siguió el penitencial cortejo no fue el mismo que
se establecería en años posteriores. En aquella primera salida descen-
dió por la estrecha calle del Espíritu Santo hasta llegar a la de Felipe
Massicu; por esta vía, que bordea la fachada posterior de la catedral,
alcanzó la plaza del Pilar Nuevo, entrándose por la encrucijada del pa-
saje de Pedro de Algaba, que desemboca en la plaza medieval de San
Antonio Abad; siguió por la calle Colón y el callejón de San Marcial para
subir por el lateral Norte de la plaza de Santa Ana, junto a la casa obis-
pal; cruzó por delante del Ayuntamiento, tomó Castillo y desde la pla-
zoleta del Espíritu Santo retornó a la ermita.
Al reseñar el periódico La Provincia las solemnidades de la Semana
Santa, dijo lo siguiente del vía crucis:
Queremos destacar la procesión del Cristo del Buen Fin que salió
de la iglesia del Espíritu Santo en la madrugada de ayer, y que revis-
tió los caracteres de austera solemnidad que la Comisión iniciadora
se propuso. El público asistente fue numerosísimo.

Para que la procesión madrugadora representara un mayor sacrifi-


cio se transformó el destemplado airecillo que azotaba los rostros en
intensa lluvia, arreciando en el momento en que el cortejo cruzaba por
el dificultoso pasaje de Pedro de Algaba. El volumen de las andas y la
aglomeración de penitentes obligaron a aguantar el chaparrón estoi-
camente. El pintor Carlos Luis Monzón Grondona, cofrade insigne, atra-
pado en aquel laberinto, comentaba que la escena de bultos negros apre-
tujados alrededor del trono, la retorcida calleja y la mezquina luz Ze
recordaba ulz aguafuerte de Goya. Otro asistente, menos ilustrado, le
comentó que aquella agua fuerte era de las que solían caer en la Lechu-
cilla, tirando hacia la Cumbre.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 87

A pesar de la intensa mojada, muchos de los asistentes pedían que


el vía crucis se repitiera en el futuro; otros, que sin tardanza se creara
una cofradía para darle culto permanente al CrucifIcado y acompañarle,
con espíritu penitencial, por la litúrgica Vegueta el Viernes Santo.
Dos conclusiones sacaron los promotores de este primer vía crucis
experimental: la primera, que era necesario modificar el recorrido, eli-
giendo calles más anchas (aunque tuvieran menos encanto) que permi-
tieran organizar mejor la procesión a la vista del numerosísimo públi-
co que había participado cn clla; y la segunda, que convendría adelan-
tar la hora de salida para regresar a la iglesia entre dos luces. La pro-
cesión duró dos horas y eran las siete cuando finalizó.
Que en la Semana Santa de la ciudad faltaba, inexplicablemente,
un vía crucis solemne, devoto, penitencial en el que los fieles congre-
gados en procesión meditaran sobre la pasión y muerte de Jesús, quedó
patente al ser organizados en años sucesivos otros similares con la
misma piadosa finalidad. Así, por ejemplo, la parroquia del Buen Pas-
tor y Corazón de María hizo el suyo en 1943, a las seis de la mañana:
y años después se organizó otro interparroquial en el Puerto de La Luz
a las cuatro de la madrugada. Ambos fueron suprimidos. Por último,
desde 1986, la feligresía del barrio de Triana acompaña al Crucificado
en el austero vía crucis que sale de la parroquia de San Bernardo el
Viernes de Pasión a las ocho de la tarde.

LOS PRIMEROS PASOS

No deben quedar silenciadas en estos recuerdos aquellas personas


que por entonces formaban la Junta de Semana Santa y que concibie-
ron el proyecto de crear la Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin.
Sus nombres son: don Manuel Campos Padrón, don Francisco Manri-
que de Lara y Massieu, don Martín Saavedra Medina, don José Rodrí-
guez Iglesias, don Manuel Alzola González, don Sebastián Jiménez Sán-
chez, don Antonio Limiñana López y don José Miguel Alzola González.
Hay que consignar, con profundo dolor, que dc esta nómina dc pro-
motores sólo vive en la actualidad el autor de estas páginas. Para todos
los hermanos fallecidos, un piadoso recuerdo y que pidan al Santísimo
Cristo del Buen Fin por la permanencia y florecimiento de nuestra Co-
fradía.
Los hermanos promotores, estimulados por la acogida fervorosa que
había tenido la celebración del via crucis, no cayeron en la tentación
de tomarse un breve descanso antes de acometer los trámites funda-
cionales; por el contrario, concluida la Semana Santa y mientras reca-
88 JOSE MIGUEL ALZOLA

baban de algunas cofradías centenarias sus Reglas, para aprovechar


la experiencia recogida en ellas, decidieron celebrar aquel año con so-
lemnidad la fiesta del Espíritu Santo, para exteriorizar así el propósi-
to de patronazgo que aspiraba ostentar la futura cofradía. Para estos
actos se trajo de la casa del lectoral Feo y Ramos el terno rojo y una
hermosa custodia. Se contó entonces con la colaboración entusiasta de
don José Naranjo Déniz.
No iba a resultar tarea fácil el redactar las nuevas Constituciones,
a pesar- de que SC conLaba co11 las de o~räs her-~~~a~~dades y dr-adías
de las que sólo teníamos que copiar aquellos artículos que mejor se
acomodaran a nuestro proyecto. La dificultad radicaba en la idiosin-
crasia del señor obispo, don Antonio Pildain, que no cra partidario
de las procesiones, y menos aún de las de corte andaluz. Sencillamen-
te, no le gustaban y, en consecuencia, no las fomentó; por el contrario,
las miraba con lupa,por si advertí? algo negativo en ellas para supri-
mirlas, para acortarlas, para adelantar su horario de forma que se
desarrollaran a pleno sol. Opinaba que eran ocasión próxima de peca-
do por las aglomeraciones que habitualmente se producían.
Los promotores deseaban implantar el uso de la hopa, negra o roja,
de tanta tradición en las antiguas cofradías canarias, pero no lo per-
mitió. Quizá pensaba que después de la túnica vendría el capuchón o
capirote... Ante la negativa del obispo hubo que recurrir al traje negro,
luciendo sobre él un cordón morado con la cruz.
En cuanto al horario de salida se estableció un pintoresco forcejeo
de medias horas hasta que se logró convencerlo gracias a la interven-
ción de Antonio Limiñana, que fue abogado de la diócesis y muy amigo
del prelado. Limiñana le argumentaba, según nos contó después, que
ningún cofrade abandonaba el calorcito de la cama a las tres de la ma-
drugada, y habiendo ayunado la noche anterior, para ir a pecar con de-
seos impuros en un vía crucis... Por último, se optó por emplear la pa-
labra madrugada, sin precisar hora.
El escudo de la Cofradía lo dibujó el hermano Carlos Luis Monzón
Grondona, valioso artista al que tanto le debe la Semana Santa de Las
Palmas de Gran Canaria. Está formado por una corona de espinas, l-t-
matada por el Espíritu Santo; en su centro figura la cruz, sobrepuesta
a la lanza y la pértiga con la esponja; al lado derecho, los tres clavos;
y al izquierdo, la letra omega, símbolos de la Pasión, de nuestro buen
fin en Cristo y del Titular de la ermita.
Una vez redactado el borrador de las Constituciones se tuvo un cam-
bio de pareceres con don Juan Alonso Vega, sacerdote con mucho pre-
dicamento en la diócesis por su excepcional valía, y fue él quien acon-
sejó que se incorporara como objetivo o fin de la Cofradía la propaga-
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 89

ción de los retiros mensuales para caballeros. Durante varios años se


celebraron en la ermita, bajo su dirección, con nutrida concurrencia
de hermanos. Este precepto de las Constituciones fue muy del agrado
del señor obispo.

Escudo de la Cofradía

Con la aprobación episcopal, fechada en 1 de marzo de 1942, quedó


legalizada canónicamente la Cofradía, cuyo cincuentenario estamos con-
memorando.

LAS CONSTITUCIONES

Las Reglas por las que ha regido su vida la hermandad a lo largo


de todo este tiempo, y que tuvieron tan meditada elaboración, han per-
dido vigencia en algunos aspectos accesorios, pero siguen incólumes
en lo fundamental. Por ello se está elaborando en estos momentos un
Reglamento de régimen interior que ponga al día puntos como la im-
plantación del nuevo hábito; ritual de la jura de los hermanos: des-
arrollo de la procesión, etc., pero respetando el texto fundacional.
Seguidamente transcribimos el articulado de nuestras Constituciones:
90 JOSE MIGUEL ALZOLA

CONSTITUCIONES DE LA
COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO DEL BUEN FIN

ERMITA DEL ESPÍRITU SANTO

APROBACIONES

Nihil obstat
Juan Alonso

Imprimatur
EL OBISPO

i
E
ARTÍCULO 1 2
NOMBRE-ESCUDO-FINES
t
5
I--Con el nombre de Cofradía del Santísimo Cristo del Ruen Fin, I
queda constituida en la Ermita del Espíritu Santo, de la Ciudad de E
Las Palmas de Gran Canaria, una asociación religiosa destinada a dar 6
culto público a la Sagrada Imagen del Crucificado, venerada en esta i
ermita, y a la perseverancia en la Santa Fe Católica y buen fin de los
Cofrades.
II.-El escudo de la Cofradía estará compuesto de la Cruz, la lanza
y la esponja, la corona de espinas, los clavos, la omega y la paloma:
símbolos de la Pasión, de nuestro buen fin en Cristo y del Titular de 5
la ermita. 0
III.-Esta Cofradía propagará con todo entusiasmo la Obra de los
Retiros mensuales para caballeros, que tanto ha de redundar en nues-
tro buen fin.

ARTÍCULO II
ACTOS RELIGIOSOS QUE CELEBRARÁ LA COFRADÍA

I-La Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin celebrará cada
año dos funciones principales, a las cuales la asistencia de los seño-
res Cofrades es obligatoria:
u) la Procesión del Santísimo Cristo en la madrugada del Viernes
Santo. ”
b) la función solemne, con Comunión, el 14 de septiembre, Exalta-
ción de la Santa Cruz.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 91

II.-Cada mes organizará la Cofradía, en su Primer Viernes, Misa


de Comunión y Retiro Espiritual y todas las semanas, los viernes, Misa
y Viacrucis. La asistencia a estos actos no es reglamentaria pero sí muy
recomendada.

ARTÍCULO III
DE LA JUNTA DE GOBIERNO

I.-Para el buen régimen de la Cofradía habrá una Junta de Gobier-


no constituida:
n) por un Hermano Mayor
b) por un Secretario
c) por un Mayordomo
d) por un Maestro de Rúbricas
e) seis Consejeros
II.-El mandato durará dos años y su cometido se determinará en
un reglamento de régimen interior.

ARTÍCULO IV
DEL CAPELLÁN

La Cofradía tendrá un Capellán designado por el señor Obispo a pro-


puesta del Capítulo. Al Capellán corresponde la dirección espiritual de
la Cofradía.

ARTÍCULO V
DE LA ELECCIÓN DE CARGOS

I.-Reunidos en Capítulo los señores Cofrades en la Ermita del Espí-


ritu Santo y puestos de rodillas rezarán el himno Veni Creator, con el
verso y oración; luego el Cnpelkn los exhortará a que voten, según con-
ciencia, a los individuos que juzguen más aptos para el cumplimiento
de sus respectivos cargos. Concluida la exhortación, inmediatamente
después de leída y aprobada el acta de la sesión anterior, cada Cofra-
de, por medio de cédula, emitirá su voto. La elección quedará termina-
da una vez que se obtenga mayoría absoluta de votos; pero si al segun-
do escrutinio nadie la hubiese obtenido, se elegirá al que tenga mayo-
ría relativa en una tercera votación. En caso de empate se resolverá
por antigüedad en la Cofradía y en caso de igualdad en ella, por edad.
92 JOSE MIGUEL ALZOLA

II.-El Capítulo sólo elegirá los cargos de Hermano Mayor, Secre-


tario, Mayordomo, Maestro de Rúbricas y al Capellán cuando proce-
da; los seis Consejeros serán designados por el Hermano Mayor en el
mismo acto y propuestos sus nombres para la aprobación al Capítulo
reunido.
III.-Terminada la votación y los asuntos que haya que tratar, se
cantará el Tedeum en acción de gracias.

ARTÍCULO VI
DE LOS CAPÍTULOS

L-La Cofradía se reunirá en Capítulo, por lo menos, dos veces al


año: la primera, el día de la Cruz, 3 de mayo; y la segunda el viernes
de la primera semana de Cuaresma. En el Capítulo de mayo se celebra-
rá, el año que corresponda, la elección de Junta de Gobierno.
II.-El lugar reglamentario del Capítulo ha de ser la Ermita del Es-
píritu Santo.
III.-La asistencia a los Capítulos es un derecho y una obligación
ineludible de los Cofrades.

ARTÍCULO VII
DE LOS COFRADES

I.-La Cofradía estará integrada por cien Cofrades.


II-Para ser Cofrade se requiere:
a) Ser mayor de edad.
b) El ser propuesto al Hermano Mayor por cinco Cofrades y el ser
admitido por mayoría de bolas blancas en el Capítulo.
c) Ser Cristiano práctico, que acreditará con letras de su Párroco.
III.-Los Cofrades tienen para con la Cofradía las siguientes obli-
gaciones:
a) Asistir a los actos reglamentarios que se determinan en los ar-
tículos 2.” y 6.“.
b) Aportar, a su ingreso en la Cofradía, el farol procesional.
c) Abonar- la cuota que el Capítulo determine.
IV.-Se perderá la cualidad de Cofrade:
a) Por renuncia.
b) Por no asistir, sin causa justificada, a los actos reglamentarios.
c) Por no acomodar su vida privada a las normas de la moral cris-
tiana.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 93

d) Por incumplimiento en el pago de la cuota, siempre que de ella


no le haya eximido el Capítulo.
V.-Con las Señoras que deseen pertenecer a la Cofradía se organi-
zará una rama especial facultándoselas para que lucren las indulgen-
cias que se digne conceder el excelentísimo y reverendísimo Señor Obis-
po y para que asistan a la:
a) Procesión de la madrugada del Viernes Santo.
b) Función solemne del 14 de septiembre.
c) Misa y Viacrucis de lus vkr-rxs.
VI.-Los Cofrades de uno y otro sexo han de asistir a la Procesión
de la madrugada del Viernes Santo vistiendo traje negro, luciendo sobre
él el cordón morado y la Cruz, distintivo del Cofrade; a los demás actos
se podrá asistir con cualquier traje y el mencionado distintivo.

ARTÍCULO VIII
DEL BUEN FIN DE LOS COFRADES

I.-Cuando alguno de los Cofrades enfermara de gravedad y se le


fuera a administrar el Santo Viático, estará acompañado en este su-
premo momento por el Capellán y tres Cofrades.
II.-Al entierro de un Cofrade deberá asistir la Cofradía en pleno.
III.-Por el eterno descanso del fallecido se ha de celebrar una Misa
de Requiem en la ermita, siendo obligatoria la asistencia de los Cofra-
des.
IV.-Todos los años, en el mes de Noviembre, se celebrará una so-
lemne Misa de Requiem por los Cofrades fallecidos.

ARTÍCULO IX

De disolverse la Cofradía, pasará a la Diócesis cuanto posea para


que con ello se continúe el culto a la sagrada Imagen.

Las Palmas de Gran Canaria,


1.O de marzo de 1942
94 JOSE MIGUEL ALZOLA

LOS COFRADES FUNDADORES

El 19 de marzo de 1942 es una fecha memorable que ha de ser escri-


ta con trazos áureos en los anales de la Cofradía. En aquel ya lejano
día del patriarca San José, la congregación abrió sus puertas a los pri-
meros cincuenta y dos hermanos que aspiraban a perfeccionar sus vidas
bajo el patrocinio del Santísimo Cristo del Buen Fin.
El Capítulo Fundacional lo presidía el Hermano Mayor don Martín
Saavedr-a Medirla, ekgidu pur aclamación. El entusiasmo que en aque-
llos momentos exteriorizaban los hermanos reunidos en la ermita no
se ha desvanecido con el paso de los años; por el contrario, el fervor
dc la primera hora ha permanecido y se ha incrementado de forma no-
tabilísima.
En el archivo de la Cofradía se conserva un pequeño libro en el que
aparecen inscritos los cincuenta y dos hermanos fundadores. En esta
nómina figuran sacerdotes, comerciantes, médicos, propietarios, mili-
tares, ingenieros, artesanos, funcionarios, empleados, abogados, pro-
fesores, periodistas, etc. Se reproduce seguidamente la relación, res-
petando el orden allí establecido.

1 Don Martín Saavedra Medina.


2 Don José Miguel Alzola González.
3 Don Manuel Campos Padrón.
4 Don Antonio Limiñana López.
5 Don Francisco Manrique de Lara y Massieu.
6 Don Lino Feo Ramos.
7 Don José Rodríguez Iglesias.
8 Don Carlos Luis Monzon Grondona.
9 Don Sebastián Jiménez Sánchez.
10 Don Manuel Alzola González.
ll Don David Ramírez Acosta.
12 Don Carlos Paetow Ramírez.
13 Don Augusto Paetow Ramírez.
14 Don Jos& Sánchez Pcrcra.
15 Don Francisco Delgado de León.
16 Don Miguel Báez Medina.
17 Don Vicente Báez Medina.
18 Don Agustín Manrique de Lara y Bravo de Laguna.
19 Don Jorge Cabrera Hernández.
20 Don Manuel Campos Doreste.
21 Don Francisco Caballero Rodríguez.
22 Don Fernando Clavijo del Castillo Olivares.
LA COFRADIA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 95

23 Don Ángel Clavijo del Castillo Olivares.


24 Don Francisco Guedes Alemán.
25 Don Salvador Manrique dc Lara Massieu.
26 Don Ignacio Quintana Marrero.
27 Don Silvestre Bello Rodríguez.
28 Don Guillermo Camacho Pérez Galdós.
29 Don Francisco M. Santana Monzón.
30 Don Rafael de Bethencourt Massieu.
31 Don Salvador Fierro González de Torres.
32 Don Francisco de Armas Merino.
33 Don José de Armas Medina.
34 Don Gabriel de Armas Medina.
35 Don Santiago de Armas Medina.
36 Don Joaquín Belón Díaz.
37 Don Agustín Massieu de la Rocha.
38 Don Rafael Massieu de la Rocha.
39 Don Juan Melián Cabrera.
40 Don Gonzalo de Quintana Nelson.
41 Don José Limiñana López.
42 Don Alejandro del Castillo y del Castillo.
43 Don Rafael Alzola González.
44 Don Juan Melián Pérez.
4.5 Don Juan del Río Amor.
46 Don Agustín Manrique de Lara del Castillo-Olivares.
47 Don Antonio Hernández l?alcón.
48 Don Manuel del Toro Suárez.
49 Don Agustín Rodríguez Iglesias.
50 Don Rafael Domínguez y Domínguez.
51 Don José Naranjo Déniz.
52 Don Pedro López Cabeza.

De los cincuenta y dos hermanos fundadores sólo viven en la actua-


lidad nueve, cuyos nombres son: don Vicente Báez Medina, don Agus-
tín Manrique de Lara y Bravo de Laguna, don Jorge Cabrera Hernán-
dez, don Manuel Campos Doreste, don Guillermo Camacho Pérez Gal-
dós, don Rafael de Bethencourt Massieu, don José de Armas Medina,
don Rafael Alzola González y don José Miguel Alzola González.
CAPÍTULO IX

EL CULTO SAGRADO Y OTRAS ACTIVIDADES


COFRADIERAS

Objetivo muy primordial de la Cofradía fue que la ermita contara


con un programa de cultos frecuentes, no sólo para los hermanos sino
abiertos a toda la feligresía, tan adicta a aquel templo. En consecuen-
cia, quedó establecida la misa fija de los viernes, seguida del ejercicio
del vía crucis; se implantaron los retiros mensuales; los ejercicios es-
pirituales en Cuaresma; el triduo preparatorio de la festividad del Es-
píritu Santo y el triduo al Santísimo Cristo del Buen Fin. Además, la
iglesia la utilizaban los colegios Viera y Clavijo y San Antonio, entre
otros, parn sus celebraciones.
Por lo que respecta al culto externo, se esforzó en perfeccionar, en
todos los aspectos, el vía crucis del Viernes Santo, dotándolo de los ele-
mentos más necesarios. Por ejemplo, los faroles procesionales se le en-
cargaron a un artesano latonero que tenía su taller en la calle de Men-
dizábal, en la casa más vieja del sector, que aún se conserva y que tiene
dos arcos conopiales en su fachada. Este maestro cobró veinticinco pe-
setas por cada unidad, copia fiel de los faroles tradicionales usados por
los campesinos.
La cruz de guía, de madera noble, fue hecha en el taller de José Ma-
rrero Cerpa; y las cantoneras, según dibujo de Carlos Luis Monzón Gron-
dona, las realizó el platero Juan Santana Brito.
Aunque luego se suprimió, en los dos o tres primeros años partici-
paba en la procesión un trío compuesto de voz, clarinete y flauta que
interpretaba un canto monótono y lastimero, heredado de los desapa-
recidos conventos, y que era conocido por EZ Nombre. La parte vocal
estaba a cargo de Silvestrito, sochantre de la parroquia de Santo Do-
mingo. El trío intervenía entre una y otra estación, rompiendo con su
98 JOSE MIGUEL ALZOLA

lamento el silencio de la noche. Resultaba sobrecogedor, pero se su-


primió por enfermedad o muerte de alguno de los músicos.
Las meditaciones del primer vía crucis cofradiero las hizo el Padre
Guardián del convento de San Antonio, de la calle de Perdomo. Era un
fraile delgado, alto, y lo parecía más porque predicaba subido a un ta-
burete; llevaba la cogulla permanentemente echada sobre la cabeza y
daba la impresión de que quien nos hablaba era el propio San Francis-
co de Asís en versión de Alonso Cano.
1.a dkima estación del vía crucis, en la que se medita el momento
en que Cristo es despojado de sus vestiduras, se hacía delante del pala- p
cio episcopal. El doctor Pildain se asomaba al balcón para oírla y ben- vi
decir luego a los asistentes. El predicador de turno relacionaba siem-
pre la desnudez de Jesús, impuesta de forma violenta por los sayones,
y la inmodestia voluntaria practicada en las playas y en el vestir habi-
tual por las mujeres. Este tema obsesionaba al obispo, que había pro-
hibido la entrada a las iglesias a las que no llevaran medias o usaran
escotes y mangas cortas. El predicador que más cargara las tintas en
sus admoniciones contra la inmoralidad pública ascendía muchos es-
calones en la estima del prelado.
La hora de iniciarse el vía crucis ha ido experimentando cambios
en el medio siglo transcurrido. Los recelos iniciales del obispo Pildain
desaparecieron al comprobar el fervor y recogimiento de las personas
que participaban en la procesión; y por ello, sin mayores dificultades
se pasó de las cinco de la mañana del primer año a las cuatro y media;
luego, a las cuatro; y, por último, a las doce de la noche.
Los hermanos, reunidos en capítulo, han prestado siempre mucha
atención a la manera en que se desarrollaba el vía crucis; querían su
constante perfeccionamiento y para ello han establecido unn serie de
reglas, de normas de buen gobierno de las que recogemos seguidamen-
te algunas:
- Los hermanos cofrades se han de hallar en la ermita a las once
y media de la noche. A esa hora se formarán en la sacristía los turnos
que llevarán el trono del Santísimo Cristo.
- La asistencia a la procesión es obligación ineludible de los co-
frades, que deberán concurrir a ella vistiendo el hábito capitular, las
insignias y portando el farol.
- A las doce de la noche se cantará el Miserere dentro de la igle-
sia, participando la Cofradía en corporación.
- Una vez concluido el Miserere se iniciará la procesión, con el si-
guiente orden: cz)Cruz parroquial de San Agustín; 1?, Cruz de guía de
la Cofradía; c) las hermanas y hermanos cofrades, por este orden, irán
en fila de uno en fondo a ambos lados, junto a las aceras, guardando
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 99

un metro de distancia de uno a otro; d) el trono del Santísimo Cristo;


y, por último, el preste.
~ Los cofrades, al tomar cl trono, entregarán los faroles a los her-
manos relevados.
- Las detenciones y marchas las indicará el Maestro de Rúbricas
con toque de campanilla. Se guardará absoluto silencio.
- En cada estación del vía crucis sólo se hará una genuflexión, per-
maneciéndose en pie durante la meditación.
- Después de predicada la última estación pasarán a la ermita los
cofrades, quedándose en fila junto a los bancos, con los faroles encen-
didos, para acompañar al Santísimo Cristo en su entrada al templo.
- El preste cantará una oración, con la que se dará por terminado
el vía crucis.

NUEVO TRONO PARA EL SANTO CRISTO

Habían pasado veinte años desde aquel lY4 1 en que, con pocos me-
dios, se construyó el trono para el Crucificado. El tiempo y la baja cali-
dad de la madera empleada ponían en peligro la estabilidad de la ima-
gen sobre tan decrépita sustentación.
La Junta de Gobierno, presidida por don Salvador Manrique de Lara,
consciente del peligro, solicitó presupuesto para encargar uno nuevo.
Las gestiones se hicieron con el taller malagueño de José Rodríguez
Sanz, quien trazó un proyecto que fue del agrado de todos y con un coste
moderado.
El 1 de febrero de 1962 fue enviada una carta circular a todos los
cofrades en la que se les informaba de la iniciativa y se les pedía cola-
boración económica mediante aportaciones voluntarias. En la comu-
nicación se les decía que

La obra será tallada en madera, dorada con oro fino, descansando


en una mesa de ruedas, recubierta de faldones. El trabajo se le ha en-
cargado a la Casa Rodríguez Sanz, de Málaga, y tiene un presupuesto
de veintiséis mil setecientas cincuenta pesetas, al que hay que añadir
gastos de transporte, instalación eléctrica, construcción de la mesa
de ruedas, faldones, etc. por lo que calculamos que nos serán necesa-
rias cuarenta y cinco mil pesetas. Si desea usted contribuir con algún
donativo, le rogamos suscriba el volante adjunto, expresando la can-
tidad, para que nuestro cobrador pase por su domicilio en el momen-
to que usted indique.
100 JOSE MIGUEL ALZOLA

Se fueron recibiendo donativos a un ritmo esperanzador, pero a los


pocos días, el secretario don Jorge Cabrera recibió recado de la cofra-
dt: cloíía Cal-mcm Fenlández del Campo y Madan, Marquesa dc Arucas,
pidiendo que se paralizara la colecta porque ella sufragaría la totali-
dad del importe del trono. Entonces la Junta de Gobierno, además de
agradecer muy vivamente el desprendimiento de la donante, acordó des-
tinar las cantidades recibidas y las que siguieran llegando al albeo y
pintura del interior y exterior del templo. El trono fue bendecido y es-
trenedn el Viernes Santo de 1962.

El nuevo trono estrenado en 1962

FAROLES QUE NUNCA ALUMBRARON

La Junta de Gobierno de la Cofradía también quiso renovar los fa-


roles procesionales, porque consideraba que los existentes ya no esta-
ban en consonancia con el auge y la solemnidad que había ido adqui-
riendo la procesión.
LA COFRADIA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 101

La Junta comisionó al hermano don Antonio Lamiñana para que ges-


tionara y aportara presupuestos y diseños. Limiñana, en 1962, se puso
en contacto con la misma casa que había construido el trono, la cual
hizo la siguiente oferta:

Farol en las dimensiones de 0,35 mts. de alto, desde la base al final


del remate superior y un ancho de 18 ó 20 cms. Este farol iría unido
a su vara correspondiente, en forma cilíndrica, con unas estrías salo-
mónicas. todo ello plateadn, de un perfertn acnhado, y en la seguri-
dad de que el trabajo gustaría mucho. Entre el farol y la vara (termi-
nada ésta en regatón de goma) sale una medida total de 1,90 mts., salvo
que usted desease unos centímetros más o menos. El precio global
sería de ptas: 1.800, precio éste que por tratarse de usted hemos aqui-
latado hasta al máximo...

El precio dado por cl fabricante nos parece hoy hasta ridículo; pero
1.800 pesetas del año 1962 era una cantidad de cierta consideración,
a la que no todos podían hacer frente. El proyecto lamentablemente,
quedó en eso, en proyecto; y aún se siguen usando los viejos faroles
de hojalata.
102 JOSE MIGUEL ALZOLA

INSTAURACIGN DEL HÁBITO CAPITULAR

Desde que se estableció la Cofradía quisieron sus fundadores im-


plantar el uso de una hopa o hábito para los actos corporativos, pero
el señor obispo don Antonio Pildain no lo consintió. Durante su largo
pontificado -1937 a 1966- no se volvió a pensar en el proyecto, por
motivos obvios.
Al tomar posesión de la Mitra un obispo andaluz, don José Antonio
Infantes Florido, el Panorama cambió. Este Pastor, que había sido pá-
rroco del templo sevillano de El Salvador, comprendía y compartía el
espíritu cofradiero y el obstáculo quedó removido.
Pero entonces le tocó vivir a la Cofradía una etapa de indecisión, y
siempre que era llevado el tema a Capítulo se producían vacilaciones
y disparidades de criterios.
Finalizaba el año 1986. En una de las reuniones celebradas por la
Junta de Gobierno, bajo la presidencia del Hermano Mayor don Agus-
tín Manrique de Lara, el Mayordomo, don Miguel Rodríguez y Díaz de
Quintana, abrió una bolsa y de ella extrajo una generosa capa verde
que se puso sobre los hombros y nos dijo: Za propongo como hdbiio CQ-
pitular, pero cambiando su color. Hacía poco que había estado en la
Península y de allí trajo el modelo que nos estaba presentando, perte-
neciente a la Real Cofradía de Caballeros Cubicularios de San Ildefon-
so de Zamora.
A la sorpresa siguió la general aceptación, e inmediatamente fue
adoptado el acuerdo de convocar Capítulo extraordinario para some-
ter a examen y aprobación el modelo de hábito que la Junta hacía suyo.
El Capítulo dio por unanimidad su aprobación al proyecto.
El hábito lo forma una amplia capa de color rojo, con vueltas de
terciopelo del mismo color. Se sujeta mediante un fiador dorado, que
termina en dos grandes borlas. Sobre el brazo izquierdo va bordado
en oro el escudo de la Cofradía.
El 13 de abril de 1987, Lunes Santo, se celebró en la ermita la toma
solmne del nuevo hábito por los primeros veintiséis hermanos que se
habían apresurado a encargarlos. El emotivo acto estuvo presidido por
el Hermano Mayal-, don Aguhlírl Manrique de Lara, y por- el Capellán
don Jorge Cabrera Hernández. En años sucesivos, y siempre en idénti-
co día, se ha repetido la ceremonia.

ITINERARIOS PROCESIONALES
Aquel recorrido inaugural, en el que figuraba el tránsito por el pa-
saje de Pedro de Algaba, no volvió a repetirse: tenía una fuerte carga
romántica, pero estaba plagado de dificultades.
LA COFRADfA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 105

Esta procesión nunca ha cruzado el Guiniguada, se ha desarrollado


siempre dentro de las fronteras del barrio levítico de Vegueta.
En su segunda salida (1942) fue descartado el tramo alto de la calle
Espíritu Santo; descendió por la del Doctor Chil, continuando por Fe-
lipe Massieu, Pilar Nuevo, Herrería, Mesa de León, Obispo Codina, plaza
de Santa Ana, Castillo, plazoleta del Espíritu Santo a la ermita.
El año en que fue estrenado el trono (1962) las meditaciones se le
encomendaron a don Juan Ayala Benítez, párroco de San Agustín, y por
entonces el itinerario del vía crucis era bastante m& largo: Doctor Chil,
Felipe Massieu, Pilar Nuevo, Balcones, Mendizábal, Pelota, Mesa de
León, Obispo Codina, plaza de Santa Ana, Castillo, plazoleta del Espí-
ritu Santo a la ermita.
Si comparamos el recorrido que se sigue en la actualidad con el an-
teriormente descrito vemos que se ha recortado un poco, ciñéndolo más
a las vías próximas a la ermita. Su desarrollo es el siguiente: Doctor
Chil, San Agustín, Espíritu Santo, Reloj, plaza de Santa Ana, Castillo,
plazoleta del Espíritu Santo a la ermita.

TRES PUBLICACIONES DE LA COFRADÍA

Entre los papeles que hemos examinado para redactar estas pági-
nas, se conservan en el archivo de la Cofradía tres folletos editados por
ella que prueban los desvelos de su Junta de Gobierno por conseguir
que los hermanos se sientan mas identificados con la congregación y
participen con mayor fervor en las celebraciones litúrgicas.
El primero contiene las Constituciones, ya reproducidas en páginas
antcriorcs, y SC lc entregaba a los hermanos cuando ingresaban en la
Cofradía. Se quería que recordaran siempre cuál es la meta espiritual
de esta piadosa hermandad, y las obligaciones que asumimos con nues-
tra incorporación.
El segundo de los folletos, titulado Triduo al Santz’simo Cristo del
Buen Fin, fue pensado para que los cofrades, en cualquier época del
año y especialmente en el mes de septiembre, pieclan invocar a Jestis
crucificado practicando el ejercicio del triduo.
El tercer librito, que lleva el título de Himnos para los Capítulos en
que se celebran e¿ecciones de cargos, contiene, en latín y castellano, el
Veni Creator Spiritus, para rezar al comienzo del acto, y el Te Deum
Laudamus, que se recita, como acción de gracias, una vez finalizada
la elección.
Los tres se hallan agotados desde hace años y sería muy convenien-
te reeditarlos.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 107

LAS CONSECUENCIAS DE UN LAMENTABLE SUCESO

En la madrugada del 16 de junio de 1986 se lanzó un coche contra


la Ermita del Espíritu Santo. El automóvil, del que se habían apropia-
do con violencia unos malhechores, destrozó la puerta, causando, ade-
más, otros desperfectos importantes.
Lo inmediato fue retirar las maltrechas hojas de puerta, tapiar con
bloques la entrada y suprimir temporalmente el culto hasta tanto se
remediara el desaguisado.
Hacía sOlo un mes que el Capítulo habla elegido Mayordomo a don
Miguel Rodríguez y Díaz de Quintana y apenas tomada posesión del
cargo recayó sobre él la responsabilidad de poner remedio a los daños
causados. En el libro de caja aparecía un saldo de dieciséis mil pese-
tas: era con lo que se contaba para comenzar la obra. El Mayordomo
no se desanimó; por el contrario, tomó la resolución de aprovechar el
lamentable suceso para introducir mejoras en el interior de la ermita.
Comenzó a hacer visitas, a realizar gestiones, a motivar a los herma-
nos cofrades y los trabajos se iniciaron con toda rapidez.
El Alcalde de la ciudad, don Juan Rodríguez Doreste, ofreció los ser-
vicios de Talleres Municipales; el Hermano Mayor, don Agustín Manri-
que de Lara, proporcionaría la madera necesaria para rehacer las hojas
de puerta; don Julio Moisés, restaurador de la Casa-museo de Colón,
tuvo a su cargo la fumigación del retablo, atacado por la carcoma, y
de algunas esculturas; la Real Sociedad Económica de Amigos del País
asumió la restauración de la imagen del Santísimo Cristo del Buen Fin,
aportando para ello la cantidad de cien mil pesetas; dolia Isabel Man-
rique de Lara sufragó la reparación de los bancos; la familia Vidal-Ribas
Manrique de Lara tomó a su cargo el costo de una nueva mesa de altar,
más acorde con el estilo del retablo; corrieron por cuenta de don Juan
Andrés Melián las cuatro lápidas conmemorativas colocadas a ambos
lados de la nave; doña Otilia Manrique de Lara proporcionó nuevas ves-
tiduras para la Inmaculada; doña Eduarda Aguiar Rodríguez contri-
buyó al costo de la pintura de la nave; el propio Mayordomo regaló la
lámpara votiva que cuelga del arco; los hermanos cofrades hicieron ge-
nerosos donativos que posibilitaron que el presbiterio se pintara de
color rojo inglés; que se decorara el retablo y se restauraran el sagra-
rio y la efigie de la Santísima Trinidad.
El costo de las obras ascendió a la suma de seiscientas cincuenta
mil pesetas, cantidad ínfima si se pondera el volumen de trabajos rea-
lizados, que fue apreciado por expertos en cuatro millones de pesetas.
Las prestaciones personales de los cofrades, que hicieron de pintores,
doradores, carpinteros o de lo que fuese necesario, abarató notable-
mente la factura de la reforma.
108 JOSE MIGUEL ALZOLA

El Capítulo tomó el acuerdo de agradecer a todos sus desvelos y,


de una manera especial, al Mayordomo don Miguel Rodríguez y Díaz
de Quintana por la feliz culminación de la obra. La ermita se volvió
a abrir el 16 de septiembre de 1986.

DISTINCIÓN A LA COFRADÍA

El 20 de septiembre de 1989 se trasladó a la isla de Fuerteventura


una diputación de la Real Cofradía formada por el Hermano Mayor,
don Agustín Manrique de Lara y Bravo de Laguna: el Mayordomo, don
Miguel Rodríguez y Díaz de Quintana; y el Vocal, don Juan Gómez-Pamo
y Guerra del Río, que llevaba el honroso cometido de representar a nues-
tra venerable congregación en un acto castrense muy singular, cual era
el de imponer a la enseña cofradiera el Corbatín de honor de La Le-
gión.
La ceremonia se desarrolló, con la austera solemnidad establecida
en las Ordenanzas, en el patio de armas del acuartelamiento de Puerto
del Kosario. Se quería conmemorar el LXIX aniversario de la funda-
ción de tan sufrido Cuerpo exaltando al Santísimo Cristo de la Buena
Muerte o del Buen Fin, Patrono de La Legión.
Los representantes de la Cofradía depositaron en manos del jefe mi-
litar un cuadro con la efigie del Santo Cristo.
CAPÍTULO X

REAL COFRADÍA Y HERMANOS BENEMÉRITOS

S.M. EL REY

Existe la inmemorial costumbre de que aquellas cofradías que cuen-


tan con mayor solera en una ciudad supliquen a S.M. el Rey el que se
digne encabezar la nómina de cofrades con su augusto nombre.
Como ejemplo, recordaremos que en el siglo pasado (1857) cuando la
Cofradía del Santísimo Sacramento y Santo Entierro de Cristo, de
la parroquia de San Francisco de Asís de Las Palmas de Gran Canaria,
le pidió a la Reina doña Isabel II que aceptara el cargo de Hermana
Mayor, dispuso S.M. que, en adelante, los que desempeñaran ese co-
metido deberían llamarse vicehermanos, toda vez que el cargo princi-
pal recaía en su Real Persona.
La Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin también anhelaba
poner bajo la protección de su Titular a S.M. don Juan Carlos 1, cristia-
no ejemplar y monarca que desempeña su alto cometido con tanto acier-
to y la general complacencia de los españoles. Para hacer realidad ese
deseo fue convocado el Capítulo, y el 20 de mayo de 1983, a propuesta
de la Junta de Gobierno, se adoptó por unanimidad el acuerdo de rogar
a S.M. el Rey que aceptara el nombramiento de Cofrade de Honor de
nuestra venerable corporación.
El Monarca mostró su complacencia por la designación, encargan-
do al Jefe de su Casa, excelentísimo Señor Marqués de Mondéjar, que
así lo hiciera saber a la Cofradía.
A partir de ese momento, nuestra venerable congregación ha pasa-
do a titularse Real Cofradía.
112 JOSE MIGUEL ALZOLA

ciedad y que recuerdan con gratitud las enseñanzas de este sacrifica-


do pedagogo.
El Centro y la morada de don Jorge se hallan en las inmediaciones
de la ermita, razón por la cual ha sido velador ejemplar y constante
del pequeño templo a lo largo de cincuenta años.
Contrajo matrimonio con doña Matilde González Socorro, su eficaz
colaboradora en las tareas docentes. Dios llenó su hogar con la alegría
de siete hijos y de numerosos nietos, que han seguido la senda señala-
da con tanto amor por don Jorge y su esposa.
El Señor dispuso que doña Matilde abandonara este mundo prema-
turamente, dejando abatida por el dolor a su cristiana familia. Don
Jorge, en hora de tanta amargura, din ejemplo a los demás: compren-
diendo que ésa era la voluntad de Dios, y sin que la pena se aminorara
en su corazón, comenzó a programar cuál iba a ser su futuro.
Viudo, con sus hijos ya mayores e independientes, adoptó la resolu-
ción de iniciar los estudios eclesiásticos para consagrar la última etapa
de su vida al servicio del Señor y de la comunidad. Le expuso el pro-
yecto al obispo don José Antonio Infantes Florido y con su bendición
inició la laboriosa andadura hacia el sacerdocio.
El 3 de julio de 1978, con 73 años de edad, recibiría la ordenación
sacerdotal en la parroquia de San Agustín de esta ciudad. Estuvieron
con él en tan emocionante ceremonia los hijos, nietos, y la familia toda;
la Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin en corporación; exalum-
nos e incontables amigos. El desfile para besar sus manos recién con-
sagradas se hizo interminable.
Don Jorge, el cofrade modélico que durante cuarenta años ha ocu-
pado la secretaría de esta venerable congregación, ha pasado a ser, sin
abandonar el cargo anterior, que ostenta a perpetuidad, nuestro cape-
llán. Los hermanos le queremos entrañablemente y su vida es una cons-
tante lección para los que estamos reunidos bajo la protección del San-
tísimo Cristo del Buen Fin.

OTROSSACERDOTESCOFRADES

Desde los primeros momentos, recién nacida la Cofradía, dos sacer-


dotes ejemplares se hicieron merecedores de la gratitud de la congre-
gación, fueron: don José Naranjo Déniz, del que ya se ha hecho un breve
apunte biográfico en el capítulo tercero, y don Juan Alonso Vega.
Don Juan, nacido en Juncalillo en 1912, realizó con gran brillantez
los estudios eclesiásticos, obteniendo en la Universidad Gregoriana de
Roma los doctorados en Sagrada Teología y Derecho Canónico. A los
LA COFRADfA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 113

27 años ganó por oposición la canonjía de Magistral de nuestra Santa


Iglesia Catedral. Pocos años después le fue encomendada la dirección
del Movimiento por un Mando Mejor; al frcntc del cual dcsplcgó una
extraordinaria actividad que le llevó a muy distintos países y a hablar
ante multitudinarios auditorios; sólo a América realizó sesenta viajes.
El obispo don Antonio Pildain le nombró su asesor, permaneciendo a
su lado, en Roma, durante las sesiones del Concilio Vaticano II.
Por su iniciativa se incorporó al texto de nuestras Constituciones
la práctica de los retiros mensuaks, que él mismo dirigió a lo largo de
varios años. Mientras estuvo en Las Palmas de Gran Canaria fue un
puntual participante en la procesión penitencial del vía crucis. El fa-
llecimiento de don Juan tuvo lugar el 29 de marzo de 1986.
Dos canónigos ilustres, ambos capellanes honorarios, presidieron
durante varios años el santo via crucis. Primero le correspondió a don
Pedro López Cabeza, antiguo párroco de San Agustín, Arcediano de la
catedral y director, durante dos lustros, del periódico EZ Defensor de
Canarias. Más tarde ocuparía ese lugar y cometido don Deogracias Ro-
dríguez Pérez, doctorado en la Universidad Gregoriana y catedrático
de griego en el Seminario e Instituto Pérez Galdós.
Cuando fallecieron estos prebendados comenzó a llevar la capa plu-
vial don Juan Ayala Benítez, ejemplar sacerdote y recordado párroco
de San Agustín, en cuya jurisdicción se halla la Ermita del Espíritu
Santo.
Además de a los sacerdotes antes citados, la Cofradía, mediante
acuerdos tomados por el Capítulo, ha reconocido los mkritos de otros
varios que han estado vinculados a ‘sus actividades y les ha nombrado
Cofrades honorarios. Así lo ha hecho con don José Azofra del Campo,
don José Déniz Montesdeoca, don Juan Sarmiento Sarmiento, don Agus-
tín Álamo y don Andrés Rodríguez Ojeda.

RECOMPENSAS HONORÍFICAS A OTROS HERMANOS

La Cofradía también ha querido reconocer la perseverante dedica-


ción de algunos hermanos en el desempeño de cargos en la Junta de
Gobierno y que, por razón de edad, han pedido ser relevados de sus
puestos. Nos estamos refiriendo a don José Tomás Santana Hernán-
dez, don Rafael Alzola González y don Manuel Campos Doreste. A estos
tres cofrades el Capítulo les ha concedido los siguientes nombramien-
tos: al señor Santana Hernández, el de Mayordomo honorario; al señor
Alzola González, el de Maestro de Rúbricas honorario; y al señor Cam-
pos Doreste, el de Vocal honorario.
114 JOSE MIGUEL ALZOLA

Don Alfredo Chamorro Chapinal, Teniente General, que durante va-


rios años ha estado al frente de la Jefatura del Mando Aéreo de Cana-
rias, ha sido un entusiasta colaborador de la Semana Santa, partici-
pando personalmente en los desfiles procesionales, a los que también
han asistido las Fuerzas que se hallaban bajo sus órdenes; por ello, nues-
tra venerable hermandad lo incorporó a su seno nombrándole Cofrade
honorario, dejando así constancia de su ejemplar actuación y de sus
virtudes cristianas y castrenses.
CAPÍTULO XI

LOS HERMANOS MAYORES

A lo largo de los cincuenta años transcurridos desde aquel día de


1942 en que fue fundada la Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin,
se han sucedido en el gobierno de la misma seis Hermanos Mayores,
que con su prudente actuación y ejemplares vidas han dejado una este-
la de virtudes cristianas y cívicas.
Como homenaje a su quehacer recogeremos en las siguientes pági-
nas una breve biografía de cada uno de ellos.

DON MARTÍN SAAVEDRA MEDINA

El primer Hermano Mayor de la Cofradía del Santísimo Cristo del


Buen Fin fue don Martín Saavedra Medina. Sobre él pesó la responsa-
bilidad de regir los destinos de la venerable congregación en aquella
etapa fundacional. Después de unos años de descanso volvería a ocu-
par el cargo en un segundo mandato.
Nació en la villa de Agaete el 25 de julio de 1895. Los Hermanos de
la Salle, de Arucas, se encargarían de la formación del joven. Finaliza-
da ésta se puso a trabajar en el comercio que poseía su madre en la
villa natal.
Con el anhelo de poderles proporcionar a sus hijos un porvenir más
halagüeño, doña Luisa, la madre, se trasladó a Las Palmas de Gran Ca-
naria y abrió un importante almacén de tejidos en la calle de los Reme-
dios; la tienda se denominaba El Saguado Corazón.
Don Martín siguió colaborando con su madre desde la gerencia del
negocio textil y, simultáneamente, orientó su quehacer hacia la activi-
dad pesquera, como armador, siendo el primer industrial que tuvo la
LA COFRADíA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 117

DON SALVADOR MANRIQUE DE LARA Y MASSIEU

En una casona de noble arquitectura que se alza CI, el cosk~Io nor-LC


de la plazoleta del Espíritu Santo, nació don Salvador Manrique de Lara
y Massieu el 12 de marzo de 1877. Muchos años más tarde sería el se-
gundo Hermano Mayor de nuestra venerable congregación penitencial.
Realizó los estudios secundarios en el renombrado Colegio de San
Agustín y obtuvo la licenciatura en Derecho en la Universidad de Ma-
drid. En la capital de España contrajo nupcias con doña Pilar Silvela
Corral y la familia se completó con el nacimiento de ocho hijos.
Desde muy joven participó en las luchas políticas, no por ambición
personal sino en defensa de los intereses y derechos de Gran Canaria.
De las primeras batallas ganadas para liberar a las islas de la tutela
de Tenerife se ha de destacar la desaparición de la Diputación Provin-
cial, con sede en Santa Cruz, y la creación, en 19 12, de los Cabildos In-
sulares. l?l sería el primer vicepresidente de la Corporación granca-
naria.
En 1925 se le elige Alcalde de Las Palmas de Gran Canaria. Enton-
ces presidía el Gobierno de la Nación el general don Miguel Primo de
Rivera, amigo personal de don Salvador, como también lo era el conde
de Guadalhorce. En Madrid, además, residían dos parientes de don Sal-
vador, paisanos ilustres: don Leopoldo Matos Massieu y don Pedro del
Castillo Olivares. Estos canarios, con el apoyo moral de toda la isla,
bregan sin descanso hasta conseguir la división del Archipiélago en dos
provincias, aconrecimiento memorable en la historia insular-.
La gestión municipal del alcalde Manrique de Lara fue fecunda;
baste recordar el pavimentado y alumbrado de la calle de León y Casti-
llo; la construcción del nuevo puente sobre el Guiniguada; la rccupcra-
ción del teatro Pérez Galdós; el cementerio del Puerto de La Luz y am-
pliación del antiguo de Vegueta; grupos escolares; servicio de bombe-
ros; apertura de nuevas calles; saneamiento del barrio de la Isleta, etc.
Como su casa lindaba con el Consistorio, mandó abrir una comuni-
cación entre ambos edificios, de forma que su presencia en el Ayunta-
miento, casi permanente y siempre inesperada, motivaba el rendimiento
de los funcionarios que veían en el Alcalde al primer trabajador de aque-
lla Corporación *.
Los últimos años de su vida, ya apartado de las contiendas políti-
cas y conservando una clarividencia excepcional, los ofrendó a la CO-
fradía del Buen Fin desde el puesto de Hermano Mayor. Durante su

* María Emma Hernández Martín es autora de una semblanza biográfica, no impre-


sa, de don Salvador, de la que he tomado las notas de mayor interés.
120 JOSE MIGUEL ALZOLA

sonales y de la preparación científica de don Silvestre llevándole a pues-


tos de responsabilidad, como: las presidencias del Gabinete Literario,
del Real Club Náutico y del Colegio Oficial de Médicos; al decanato de la
Beneficencia Insular; a la dirección del Hospital de San Martín y de
la Clínica de San Roque, etc.
Cuatro años estuvo este benemérito hermano dirigiendo con ejem-
plar acierto la nave de la Cofradía, que abandonó sólo cuando Dios le
llamó a mejor vida, el 9 de noviembre de 19703.

DON CARLOS RAMÍREZ SUÁREZ

El cuarto hermano que por acuerdo del Capítulo ocuparía el cargo


de Hermano Mayor fue don Carlos Ramírez Suárez.
Hijo del batallador don Rafael Ramírez Doreste, abogado y perio-
dista, seguiría los pasos de su padre tanto en el Foro como por las co-
lumnas de la prensa diaria. Los primeros estudios fueron cursados en
el colegio de don Pedro Quevedo, pasando más tarde al de San Agus-
tín, que dirigía don Diego Mesa de León. La carrera de Derecho la hizo
en la Universidad Central de Madrid.
En la capital de la Nación no sólo obtuvo una óptima formación ju-
rídica sino que orientó sus inquietudes intelectuales hacia otras par-
celas, como la Historia y la Literatura. A los veinte años, por indica-
ción del paisano don Agustín Millares Carlo, pronunció una conferen-
cia en el Ateneo sobre Don Benito Pérez GaldQs y Canarias; y aún sin
concluir la carrera, el Ayuntamiento en Las Palmas de Gran Canaria
le designó su representante en el Congreso Municipalista celebrado en
Madrid en 1923.
Cuando don Carlos se incorporó al Colegio de Abogados de su ciu-
dad natal, en 1926, no dudó en elegir el campo penal como especiali-
dad de su bufete, que no en vano había obtenido premio extraordina-
rio en esta materia, concedido por su maestro, el eminente criminalis-
ta don Luis Jiménez de Asúa.
De SII matrimonio con doña Carlota Pery nacieron dos hijos. Por la
nacionalidad originaria de su esposa estuvo muy vinculado con la Alian-
za Francesa, de la que fue presidente durante muchos años.
En 1963 el Colegio de Abogados le eligió Decano y desde ese puentn
tuvo la satisfacción y la responsabilidad de organizar la conmemora-
ción del segundo centenario de la creación, por Carlos III, de la Corpo-

3 A la muerte de don Silvestre Bello publicó el hermano cofrade Sebastián Jiménez


Sánchez una necrología en El Eco de Canavias que he tenido en cuenta.
LA COFRADÍA DEL CRISTO... Y LA ERMITA DEL ESPIRITU SANTO 123

tellano Rodrigo-Vallabriga. Fue destinado a Melilla, participó en diver-


sas acciones bélicas y terminada la guerra causaría baja voluntaria en
el Ejército para hacer la especialidad de Ginecología en la Maternidad
de Santa Cristina de Madrid y en la Universitätkinik de Frankfurt, que
dirigía el profesor Holfelder.
Pero su meta era regresar a Las Palmas de Gran Canaria y ejercer
la profesión en ella, lo que se haría realidad en 1927. Aquí, en nuestra
ciudad, el doctor Alonso Moreno ha ayudado a nacer a los niños de dos ge-
neraciones, algunos de los cuales son hoy hermanos cofrades del Buen Fin.
La Guerra Civil española le llevó de nuevo a los campos de batalla
durante dos años, desviviéndose por hacer más llevaderos los sufrimien-
tos de los combatientes. Con la paz vino también la normalización de
su abandonada consulta. Se le nombró delegado de Auxilio Social, con-
cejal del Ayuntamiento capitalino y consejero del Cabildo Insular; con
un grupo de médicos fundó la Clínica Cajal.
Al fallecer don Carlos Ramírez Suárez fue elegido Hermano Mayor
de nuestra venerable Cofradía, cargo que desempeñó con una dedica-
ción ejemplar durante un decenio. A los 91 años, a pesar de que su es-
tado físico era envidiable, pidió con insistencia que se le relevara del
puesto y así lo hizo el Capítulo con pesar 5.
Su muerte tuvo lugar el 2 de noviembre de 1989.

DON AGUSTÍN MANRIQUE DE LARA Y BRAVO DE LAGUNA

Cierra el repertorio de breves semblanzas de los Hermanos Mayo-


res de la Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin la de don Agustín
Manrique de Lara y Bravo de Laguna, que prcsidc cn la actualidad esta
venerable congregación.
Hijo único del matrimonio formado por don Francisco Manrique
de Lara y Massieu y doña Luisa Bravo de Laguna y de León, nació en
Vegueta, el 18 de junio de 1909. Fue alumno de los jesuitas de Las Pal-
mas de Gran Canaria pasando más tarde a Inglaterra donde se espe-
cializaría en Agrnnnmía.
De arraigados sentimientos cristianos, ha continuado don Agustín
Manrique con la labor iniciada por su progenitor de colaborar al sos-
tenimiento del culto en el templo catedralicio, y de conceder becas para
que realizaran estudios en el Seminario varios jóvenes, que pudieron
acceder al sacerdocio gracias a su mecenazgo. En esta faceta reli-

5 Don Luis Alonso Moreno dejó escrito un breve apunte autobiográfico, que me fa-
cilitó su hijo Juan, hermano cofrade.
CAPITULO XII

LAS HERMANAS COFRADES

Inicialmente la Cofradía estuvo formada exclusivamente por cien


hermanos, pero nuestras Constituciones, en su artículo 7.O, ya contem-
plaban la posibilidad de que se incorporaran damas a la congregación
para que lucren las indulgencias que se digne conceder el Excmo. y
Rvdmo. Señor Obispo.
También establece el texto fundacional que con las señoras que de-
seen pertenecer a la Cofradía se organizará una rama especial, facul-
tándoselas para... que asistan a la procesión de la madrugada del Vier-
nes Santo; a la función solemne del 14 de septiembre y a la misa y vía
crucis de los viernes.
En la actualidad, el brazo de damas está formado por 79 hermanas,
poseedoras todas ellas de un alto espíritu cofradiero. Además de asis-
tir a los Capítulos, con los mismos derechos y obligaciones que los her-
manos, tienen formada una comisión de régimen interior en la que se
trata de aquellas cuestiones que se han señalado como objetivo.
Las hermanas cofrades han asumido la carga de supervisar el man-
tenimiento de la ermita, de sus ornamentos e imágenes, de la ropa de
altar, de la cera, de adquirir las formas, etc., de manera que siempre
se halla el templo a punto para las celebraciones litúrgicas. Con esta
ejemplar dedicación han conseguido que la iglesia del Espíritu Santo
sea una de las más atendidas y cuidadas de la diócesis.
Por añadidura, determinadas hermanas non camareras de algunas
imágenes en particular, velando por la conservación y reposición de
túnicas y mantos y arreglo de los lugares en que reciben culto; así, doña
Otilia Manrique de Lara Silvela lo es de la Virgen Inmaculada; y doña
Eduarda Aguiar Rodríguez tiene a su cargo la imagen de Nuestra Se-
ñora de los Dolores.
126 JOSE MIGUEL ALZOLA

Recordemos que fue una hermana cofrade, doña Carmen Fernán-


dez del Campo y Madan, Marquesa de Arucas, quien sufragó en su to-
talidad el importe del trono para el Santísimo Cristo; y otra, dona Isa-
bel Manrique de Lara, la que regaló las sillas de caoba, tapizadas en
damasco, que se hallan en el presbiterio, con sus correspondientes re-
clinatorios; y muchas las que con sus donativos, no reflejados en las
cuentas de la Cofradía, han contribuido al mejoramiento ornamental
del templo.
Es necesario añadir que con el patrocinio de las beneméritas her-
manas cofrades del Buen Fin se organizan en la ermita, dos veces al
mes, retiros espirituales en los que participan todas las señoras que
lo deseen, pertenezcan o no a la Cofradía. Estos actos tienen lugar el
tercero y cuarto miércoles de cada mes y en ellos, además de la medi-
tación sobre el tema elegido para cada día, se celebra la santa misa y
se distribuye la Eucaristía.
En el recorrido penitencial del vía crucis, en la madrugada del Vier-
nes Santo, tienen señalado las hermanas cofrades un lugar preferente
en la comitiva. Ellas son las que, vestidas de negro, con la cabeza cu-
bierta y portando un farol, abren el desfile procesional precediendo a
la rama de caballeros. Son ya varias las señoras que han comenzado
a usar el hábito capitular (la capa roja) que es el mismo para todos los
cofrades.
Aquellas Santas Mujeres que siguieron a Jesús, paso a paso, por la
calle de Amargura; que permanecieron con firmeza al pie de la cruz;
que lloraron su muerte y ungieron y enterraron su cuerpo, son para
las hermanas del Buen Fin de esta cofradía de Vegueta el ejemplo de
perfección que aspiran seguir, acomodando sus vidas a las enseñanzas
de ellas recibidas.
APÉNDICE

RELACIÓN UE LOS HERMANOS QUE PERTENECEN


A LA REAL COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO
DEL BUEN FIN

SM. el Rey don Juan Carlos de Bor- D. José Jorge Cabrera González
bón y Borbón D. Jorge Cabrera Hernández
S.A.R. el Príncipe don Felipe de Bor- D. Guillermo Camacho Pérez-Galdós
bón y Grecia D. Manuel Campos Doreste
D. Juan Alonso Castellano D. Manuel Campos Gómez
D. Juan Alonso Ferrarons D. Cristóbal Cardenal Guerrero
D. Luis Alonso Ferrarons D. Francisco Norberto Castellano Ro-
D. Manuel Alzola Ayala dríguez
D. Josí: Miguel Alzola Conzálcz D. Bernardino Correa Bcningficld
D. Rafael Alzola González D. Bernardino Correa Guimerá
D. Fidel Aranda López D. Javier Correa Guimerá
D. José de Armas Díaz D. Francisco Javier Cortezo de la Peña
D. José de Armas Medina D. Antonio Cruz Domínguez
D. Juan Artiles Cabrera D. Francisco Cruz Santana
D. Vicente Báez Medina D. Alfredo Chamorro Chapina1
D. Fernando Bello del Toro D. Ignacio Díaz de Aguilar Elízaga
D. Luis Benítez de Lugo Ascanio D. Juan Escudero del Castillo
D. Juan José Benítez de L. Massieu D. Miguel Escudero del Castillo
D. Luis F. Benítez de Lugo Massieu D. Juan Esteva Arocena
D. Francisco de Bethencourt Manri- D. Octavio Esteva Navarro
que de Lara D. Juan Ramón García del Campo-
D. Juan Luis de Bethencourt Manrique Ucedo Rodríguez
de Lara D. Luis Garcla-Correa Gómez
D. Rafael de Bethencourt Massieu D. Marcos A. García Miraba1
D. José Carlos de Blasio García D. Domingo Gómez-Pamo Guerra del
D. Alfredo Briganty Correa Río
D. Roque Caballero Taisma D, Fernando Gómez-Pamo Guerra del
D. Antonio Miguel Cabrera González Río
128 JOSE MIGUEL ALZOLA

D. Juan-Ramón Gómez-Pamo Guerra D. Juan Esteban Padrón Viera


del Río D. Juan Nicolás de Paiz Mora
D. Fernando Gómez-Pamo López D. Luis Francisco Pulido Pkr-ez
D. Josef Marie Hezemans D. José Quevedo Suárez
D. Rafael Juan Alzola D. Carlos Ramírez Correa
D. Rafael Juan Miñón D. Daniel Ramírez García
D. Antonio Lobato Acosta D. Carlos Ramírez Pery
D. Félix López Casanova D. Antonio Ramírez Troya
D. Luis Machín López D. Marcial Robayna González
D. Agustín Manrique de Lara Bravo de D. Rafael Rodríguez de Castro
Laguna D. Miguel Rodríguez Díaz de Quintana
D. Francisco José Martín Hernández D. Juan Luis Rodríguez Rodríguez de
D. Sebastián Martín Viera Matos
D. Claudio Mederos Pérez D. Rafael Rodríguez Rodríguez de
D. Sebastián Medina Ruiz Matos
D. Gonzalo Melián García D. Eduardo Ruano de Campos
D. José Melián García D. Antonio Ruiz Morales del Casti-
D. Juan Andrés Melián García llo
D. Jesús Merino Díaz D. Martín Saavedra Acevedo
D. Martín Merino Sainz D. Eufemiano Suárez Fuentes
D. Máximo Merino Sainz D. Antonio Suárez Marte1
D. Santiago Morales García D. Pedro Agustín Torres de Armas
D. José Montesdeoca Déniz D. Agustín Valido Quintana
D. Francisco Naranjo Méndez D. Antonio Joaquín Vega Pérez
RELACIÓN DE LAS HERMANAS QUE PERTENECEN
A LA REAL COFRADíA DEL SANTÍSIMO CKlS’l’O
DEL BUEN FIN

D. a Josefina Alonso Ferrarons D.a María de las Nieves Dumpiérrez


D. a María del Pilar Alonso Ferrarons Rodríguez
D. a María Victoria Alonso Ferrarons D.a María Victoria Ferrarons CahrC
D.a María Rafaela Álvarez Jiménez D.a Carmen Ferrer Benjumea
D.a Rosa Artiles Jiménez D.a María del Pilar Figueroa Verdugo
D.a Juana Pilar Barber Cabrera D.= Araceli Fuentes Díaz
D.a María Dolores Bastarán Manrique D.a Rafaela García Correa
de Lara D.a Esperanza García Díaz
D.a María del Rosario Bello Castillo D.a Isabel García Díaz
D.a María del Rosario Bello del Toro D. a Sofía García de Villatoro Jiménez
Daa Isabel Bethencourt Manrique de D.a Gloria Gómez-Pamo Guerra del
Lara Río
D.a Francisca Sofía Bonny Miranda D.a Otilia González Vega
D. a María Teresa Bravo de Laguna del D.a Cándida Guerra del Río Bosch
Castillo D.= Elena Hernández Guerra
D. a Margarita Caballero Massieu D. a Francisca Herrera Sánchez
D.= Luisa María Cabrera García D.a Rosa María Jorge Fierro
D.a María Teresa Cabrera González D.a María de la Luz Juan Vega
D. a María Dolores Cabrera Gutiérrez D.a María Fernanda Lodos Suárez
D.a María Victoria Cabrera Hidalgo D.a María del Rosario López Morales
D.a Gloria Calderín Ortega D.a Etelvina Manrique de Lara Astu-
D.a Otilia Cárdena Caballero dillo
D.a Ana Castillo Bravo de Laguna D.” Isabel Manrique de Lara Silvela
D.” Carmen María Correa Guimerá D.” Luisa Manrique dc Lara Silvela
D.a Ana Teresa Correa Pérez D. a María Eugenia Manrique de Lara
D.” Ana Cortezo Massieu Silvela
D. a Herminia Domínguez Medina D.* Otilia Manrique de Lara Silvela
D.a Hortensia Dorta Pérez D.a Sonsoles Manrique de Lara Silvela
D.a Josefina Dorta Pérez D.a María Luisa Massa Luque
130 JOSE MIGUEL ALZOLA

D.a María del Rosario Massieu Fer- D.a María de la Concepción Ramírez
nández del Campo Cabrera
D.a María del Carmen Massieu Gómez D.a Carlota Ramírez Pery
D.a María del Carmen Massieu Van de D. a Hortensia Robaina Quevedo
Walle D.a Eduarda Rodríguez Aguiar
D.a Lourdes Mazorra Manrique de D.’ María Delia Rodríguez Rodríguez
Lara D.a María Teresa Ruiz Lafita
D.a Isabel Melián García D.a María Dolores Santa Ana Cárdenes
D.a Luisa María Merino Díaz
D.a Carmen Merino Sainz D.a Josefa Sintes Marrero
D.a Etelvina Mesa Manrique de Lara D.a Elena Socorro García
D.a Gloria Ortega Pérez D.a María del Carmen Suárez Cal-
D.a Celestina Ortiz Duque derín
D. a María del Carmen Peña Velázquez D.’ María Tabraue Curi
D.a Carlota Pery Biscar D.a Emilia Velázquez García
D.a Noelia Pulido Robaina D. a María del Carmen Velázquez García
D.a Isabel Ramírez Cabrera D.= Francisca Viera Carreño
ÍNDICE
PRIMERA PARTE: LAS ERMITAS

CAk’íTULO 1
LA PRIMITIVA ERMITA DEL ESPÍRITU SANTO

FUNDADORYPATRONO . . .. . .. . . .. .. . . .. . .. . .. . .. . . .. . .. . . .. .. . . .. .. . . .. . .. . .. . .. . . .. . .. . .. 12
EL SEGUNDO PATRONO . . . .. .. . . .. . .. . .. . .. . .. . . .. . .. . .. . . .. .. . . .. . .. . .. . .. . .. . . .. . .. . .. . . . 14
BALTASARDE ARMASELMAYORDOMO .. . .. . .. . . .. .. . . .. . .. . .. . . .. .. . . .. . .. . . .. . . 14
INCENDIO Y RUINA DE LA ERMITA . . .. . .. . .. . . .. .. . . .. . .. . .. . . .. .. . . .. .. . . . .. . .. . .. . . 16

CAPÍTULO II
SE ALZA EN VEGUETA UNA NUEVA ERMITA PATROCINADA
POR LA FAMILIA DE LA CRUZ

DIEGO DELA CRUZ FIGUEROA,PATRONO ........................................ 20


ELSUCESOR,DONFRANCISCODELACRUZDEBETHENCOURTYQUIN-
TANA ............................................................................................ 21
DON VICENTE ROMERO-ZERPA PADILLA Y JARAQUEMADA ............ 24
DON ANTONIO ROMERO-ZERPA PADILLAY MANRIQUEDE LARA.. 24
DON GARCÍA HIPÓLITO ROMERO-ZERPA MANRIQUE DE LARA ...... 26
DOÑA JUANA ROMERO ZERPA PADILLA Y VILLASEÑOR ................. 26

CAPí'l'ULO III
POR DEJACION DE LOS PATRONOS PASA LA ERMITA
A LA DIÓCESIS

DON JOSÉ FRANCISCO DE QUINTANA Y GONZÁLEZ . . .. .. . . .. .. . . .. . . .. .. . 29


ELPRIMER INVENTARIO .. .. . . .. . .. . .. . .. . . .. . .. . .. . .. . . .. . .. . .. . .. . . .. .. . . .. . .. . .. . . .. . .. 31
ELRVDO.DON FRANCISCODELCASTILLOOLIVARESNUEVOMAYOR-
DOMO . . . .. .. . . .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . . .. . .. . .. . .. . . .. .. . . .. .. . . .. . . .. .. . . .. . .. . .. . .. . . .. . .. . . .. .. 36
132 JOSE MIGUELALZOLA

LOS CAPELLANES DE LA ERMITA ...................................................... 37


DON JOSÉ ROCA Y PONSA .............................................................. 38
DON MIGUEL ALOS Y ESTERLICH .................................................. 42
DON Jose FEO Y RAMOS ................................................................ 42
DON Jo.9 NARANJO DENIZ ............................................................ 44

CAPÍTULO IV
CARACTERÍSTICAS ARQUITECTONICAS DE LA ERMITA,
REFORMASYRESTAURACIONES

TEMPLO DE LÍNEAS AUSTERAS ........................................................ 47


REFORMAS EN EL TEMPLO .............................................................. 49
LA RESTAURACIÓN DE 1972 ............................................................ 50
LA RESTAURACI6N DE 1991 ............................................................ 51

CAPÍTULO V
LACASADELVÍNCULO

LACASA DELVÍNCULO . .. . .. . .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . . .. . .. . .. . 59

CAPíTULO VI
IMÁGENES, CUADROS Y OTROS ORNAMENTOS

EL SANTO CRISTO DEL BUEN FIN ................................................. 63


LA DOLOROSA .................................................................................. 66
LA SANTÍSIMA TRINIDAD ................................................................ 67
LA INMACULADA CoiwmcIóN ... . .. . ............ . .................................... 70
SAN BENITODE PALERMO .............................................................. 71
SAN Jnsf: ...... .............................................................................. 72
SAN ESTEBAN ................................................................................. 72
LA ASUNCION .............. . .. . ....................... . . ... ..L...................... ........... 73
LA VIRGEN DEL PINO ..................................................................... 73
LA ORACION EN EL HUERTO ........................................................... 73
OTROS CUADROS .............................................................................. 74
EL PÚLPITO ..................................................................................... 74
EL RETABLO .................................................. . ................................. 74
LA ALFOMBRA ............................................... . ................................. 75
LAS VIDRIERAS ............................................................................... 75
LA CUSTODIA ................................................................................... 75
PILA PARA EL AGUA BENDITA ............................................................ 76
LACOFRADíADELCRISTO...YLAERMITADELESPIRITUSANTO 133

CAPÍTULO VII
ENTERRAMIENTOS EN LA ERMITA DEL ESPÍRITU SANTO

ENTERRAMIENTOS ENLA ERMITADELESPÍRITUSANTO ........ 77

SEGUNDA PARTE: LA REAL COFRADÍA

CAPÍTULO VIII
FUNDACIÓN DE LA COFRADÍA DEL SANTÍSIMO CRISTO
DEL BUEN FIN

UNA PROCESIÓN EXPERIMENTAL __________________........________..........._______ 8s


LOS PRIMEROS PASOS . .. .. . . .. .. . . .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . . .. . .. . .. . .. . . .. .. . . .. .. . . .. . . .. .. . 87
LAS CONSTITUCIONES .. . . .. .. . . .. .. . . .. . .. . .. . .. . .. . .. . . . .. .. . . .. .. . . .. . .. . .. . . .. .. . . .. .. . 89
LOS COFRADES FUNDADORES . . .. . .. . .. . . .. . .. . .. . .. . . .. .. . . .. .. . . .. . .. . .. . . .. .. . . .. . .. 94

CAPÍTULO IX
ELCUL'WSAGKAUUYOTRASACTIVIDADESCOFRADIERAS

NUEVOTRONOPARAEL SANTO CRISTO .......................................... 99


FAROLESQUENUNCAALUMBRARON ................................................ 100
INSTAURACION DEL HÁBITO CAPITULAR .......................................... 102
ITINERARIOS PROCESIONALES ..................... . .. . ................................ 102
TRES PUBLICACIONES DE LA COFFWDÍA ........................................... lOS
LAS CONSECUENCIAS DE UN LAMENTABLE SUCESO ........................ 107
DISTINCIÓN A LA COFRADÍA ............................................................. 108

CAPÍTULO X
REAL COFRADÍA Y HERMANOS BENEMÉRITOS

S. M. EL REY .................................................................................. 109


DON JORGE, COFRADE INSÓLITO ..................................................... 111
OTROS SACERDOTESCOFRADES ....................................................... 112
RECOMPENSAS HONORÍFICAS A OTROS HERMANOS ............ . ............ 113

CAPÍTULO XI
LOS HERMANOS MAYORES

DON MARTÍN SAAVEDRA MEDINA .................................................. 115


DON SALVADOR MANRIQUE DE LARA Y MASSIEU .......................... 117
134 JOSEMIGUELALZOLA

DON SILVESTRE BELLO RODRÍGUEZ .............................................. 118


DON CARLOS RAMÍREZ SUÁREZ ..................................................... 120
DON LUIS ALONSO MORENO .......................................................... 122
DON AGUSTIN MANRIQUE DE LARA Y BRAVO DE LAGUNA ............ 123

CAPÍTULO XII
LAS HERMANAS COFRADES

LAS HERMANAS COFRADES . . .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. .. . .. . .. . . .. . .. . .. .. . . .. .. . . .. . .. . .. . .. . 125

APÉNDICE

RELACIÓN DEHERMANOS COFRADES .............................................. 127


RELACION DE HERMANAS COFRADES .............................................. 129

INDICE .. . .. . .. . .. . . .. .. . .. . .. . .. . .. . .. . .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . .. . .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. .. . . .. . .. . .. 131
REAL SOCIEDAD ECONOMICA DE AMIGOS DEL PAIS
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

Composición de la Junta Directiva en 1992

Director: Excmo. Sr. D. NICOLÁS DÍAZ-SAAVEDRA DE MORALES.


Vice-Director: D. ANTONIO MARRERO BOSCH.
Censor: Iltmo. y Hon. Sr. D. JUAN ANDRÉS MELIÁN GARCÍA.
Secretario: Hon. Sr. D. JUAN ESTEVA AROCENA.
Vice-Secretario: Sr. D. GABRIEL CARDONA WOOD.
Tesorero: Iltmo. Sr. D. FRANCISCO MARÍN LLORÍS
(Marqués de la Frontera).
Vocal: D. DIEGO CASTELLANO GUTII~RREZ.
Vocal: D. JUAN MANUEL DELGADO DE BETHENCOURT.
Vocal: D. ANTONIO M.a GONZÁLEZ PADRÓN.
Vocal: D. PEDRO MASSIEU CAMBRELENG.
Vocal: D. GONZALO MELIÁN GARCÍA.
Vocal: D. MANUEL MORALES TORRES.
REAL SOCIEDAD ECONOMICA DE AMIGOS DEL PAIS
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

Publicaciones

1. JOSÉ DE VIERA Y CLAVIJO: Extractode las Actas de la Real Socie-


dad Económica de Amigos del País de Las Palmas (1777-l 790).
2. JOSÉ RAFAEL: Y yo escogí la palabra (poesía).
3. JOSE JUAN UJEDA QUINTANA: La Hacienda en Canarias desde 1800
a 1927.
4. ANDRÉS HERNÁNDEZ NAVARRO: Proceso a las ideas (ensayos).
5. SANTIAGO CAZORLA LEON: Agüimes, Real Señorío de los Obispos de
Canarias (í486-1837).
6. NICOLÁS DÍAZ-SAAVEDRA DE MORALES: Saint Saëns en Gran Canaria.
7. TOMÁS ARIAS MAFZÍN DE CUBAS: Historia de las siete islas de Canaria.
8. ARMANDO CURBELO FUENTES: Fundación de San Arztonio de Texas
(Canarias, la gran deuda americana).
9. JOSOEMIGUEL ALZOLA: La iglesia de San Francisco de Asís de Las
Palmas.
10. PEDRO ALMEIDA CABRERA: Néstor (1887-1938). Un canario cosmopo-
lita.
ll. ANTONIO M.a GONZÁLEZ PADRÓN: Antoíogía poética de Ignacia de
Lara.
12. ANTONIO M.a GONZALEZ PADRÓN: Carlos III y las Islas Canarias
(1759-l 788).
13. JOSÉ MARÍA MILLARES SALL: En las manos del aire (Vegueta y otros
sueños).
14. JOSÉ MIGUEL PÉREZ GARCÍA: La situación política y social en Las
Canarias Orientales
durante la etapa Isabelina.
1.5. SANTIAGO CAZORLA LEÓN: Historia de la Catedral de Canarias.
16. JOSÉ MIGUEL ALZOLA: La Real Cofradía del Santísimo Cristo del
Buen Fin y la Ermita del Espíritu Santo.
PUBLICACIONES DEL AUTOR

Iconografía de la Virgen del Pino (1960).


Domingo Déniz Grek: 1808-1877 (1961).
Historia del Ilustre Colegio de Abogados de Las Palmas (1966). (Segun-
da edición, 1986).
La rueda en Gran Canaria (1968).
El manuscrito de fray Juan de Medinilla (1970).
Historia de un cuadro: «El Niño Jesús Enfermero» (197 1).
Don Chano Corvo: Crónica de un jardinero y su jardín (1973).
La cueva pintada de Gáldar (en colaboración con el doctor Antonio Bel-
trán Martínez) (1974).
Breve historia de las Islas Canarias. (4.= edición, 1991). Traducida al
inglés.
Víctor Grau-Bassas, primer conservador de El Museo Canario (1980).
El imaginero José Luján Pérez: 1756-1815 (1981).
La Navidad en Gran Canaria (1982).
EI Maestro don Santiago Tejera Ossavarry (1983).
El millo en Gran Canaria (1984).
La iglesia de San Francisco de Asís de Las Palmas (1986).
La Semana Santa de las Palmas (1989).
La advocación del Pino en la Península y Canarias (1991).
La Real Cofradía del Santísimo Cristo del Buen Fin y la Ermita del ES-
píritu Santo (1992).

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