Segundo Apocalipsis

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FABIÁN MÁRQUEZ VALVERDE

SEGUNDO APOCALIPSIS
En tributo a las grandes ideas jamás descubiertas.

En honor a mi familia y a mis seres allegados,


quienes jamás dejaron de brindarme una
mano en medio de una complicada situación.

Arjé, va a comenzar.
ÍNDICE

Capítulo 1: El repartidor de cartas 8

Capítulo 2: La misión 24

Capítulo 3: El último despegue 41

Capítulo 4: La exploración tripulada 52

Capítulo 5: Nuevo hogar 58

Capítulo 6: La gran metrópolis 69

Capítulo 7: La belleza de la naturaleza 90

Capítulo 8: Sueño eterno 101

Capítulo 9: Los Balcones 107

Capítulo 10: La caverna del misterio 118

Capítulo 11: El comienzo del fin 130

Capítulo 12: La familia 142


CAPÍTULO 1: El repartidor de cartas

Érase una estación muy complicada para su condición


laboral, el infernal sol de las mañanas, lo tan
descuidado que se encuentran actualmente la
estratósfera y su capa de ozono; transforman su día
a día en un inacabable sufrir.

Llevan casi cinco años que cargo encima de mí


este trabajo de entregar cartas a lo inmenso y vasto de
nuestra región, dividido en cinco provincias muy
particulares cada una, y con deslumbrantes historias
por contar. Yo pertenezco a la más humilde de todas, a
la provincia de Kurt. Una de las provincias más lejanas
y olvidadas por el gobierno regional de mi región,
Vieja Carolina. Durante sus 167 de fundación, ha
afrontado un sinnúmero de crisis que generó un factor
evolutivo destacable en su población, convirtiéndola en
una nueva especie a prueba de balas, recesiones, y
vedettes.

Mi trabajo consta de un proceso repetitivo


sencillo de comprender. Primer paso, dirigirme al
despacho de mi padre en su oficina de entrega de cartas
a las 5 de la mañana. Segundo paso, coordinar mediante
él con mis corresponsales homólogos la entrega de
cartas a lo largo de las cinco provincias de Vieja
Carolina. Tercer paso, entregar todas mis cartas a sus

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respectivos destinatarios. Cuarto y último paso,
regresar a despacho de mi papá con las propinas y
papeles correspondientes del día. ¿Quinto paso?
Repetir hasta que fallezca o me retiren de mi cargo.

Es claro y evidente, que los primeros años no han


sido los mejores de mi carrera estrella, ya que no
conocía con exactitud los caminos para llegar a todos
los rincones de mi región y sus cinco provincias.
Muchas veces tenía que ir acompañado de mis
compañeros de trabajo para que me guíen en mis
primeros viajes, de los cuales entrego honores a mi
saliente express Fernanda, quien ha sido mi leal
compañera de aventuras, conocedora geográfica
explícita de las tierras vírgenes de toda mi ‘viejis’
Carolina. Aquella chica rebelde de tintes rosas y la jeta
media pelada, amorosa como ninguna y cruel como
muchas, hubiera significado en mi corta vida amorosa,
una mujer de élite, inolvidable como pocas existen en
estas tierras. En fin, largos han sido los primeros años
que tuve que pasarme la vida pidiendo favores de mis
homólogos y residentes de los pueblos y las ciudades
que visitaba, sin embargo, DESPUÉS DE LA TORMENTA
VIENE LA CALMA, y ya en mis últimos años me
transformé, de ser un pijo inexperto, a ser el guapetón
más popular de la clase. Como tiene que ser.

Hoy me toca ir a la provincia de Aguas Mansas,


a uno de los hogares más vanidosos del distrito de
Agüinaita, la mansión de Don Corleone. Era un

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mafioso de aquellos, actor estrella de muchas de las
pocas películas que se grababan y producían aquí en la
región. Sus más allegados sabían que ese era su apodo,
le gustaba que le llamasen así, ni idea de por qué. Luego
tengo que entregar más cartas en otros distritos de la
provincia, y, finalmente regresar a la mía, en la cual
vivo junto a mi único familiar en vida, mi padre
querido.

Nuestro joven aventurero pedaleaba con todas sus fuerzas


en dirección hacia la provincia de Aguas Mansas, para
cruzar el río que delimita las líneas limítrofes
entre Kurt y Aguas Mansas. Sin embargo, para impresión
suya, antes de cruzar el caudaloso río le esperaba
una camioneta nunca vista antes por él, mas su conductor
le resultó muy familiar.

–Padre mío, ¿de dónde has conseguido esa


camioneta negra? –pregunté confundido mientras
pasaba mi mano por ella.
–No es tiempo de preguntas, hijo –se escuchó el quite
del seguro de la puerta–. Sube al auto.
–Y, ¿por qué?
–Qué dije de las preguntas.
–Tengo cartas por entregar, padre –se las mostré.
–Okey… –mi padre dio un profundo respiro y
continuó– Sé que el trabajo es muy importante para ti,
quieres darme día tras día razones por las cuales esté

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orgulloso de ti, y en serio, siempre lo he estado, aun así,
te mates o no en esta chamba. Pero tienes que subir.
–¿Qué tienes para ofrecerme? Entonces… Porque si no
es algo que realmente me interese –retrocedí unos
pasos–, sabes muy bien que retomaré con mi pedaleo,
ojo al piojo…
–Es algo… Colosal, inmenso, una oportunidad jamás
vista antes, es oro puro, no podemos desaprovechar
esta segunda llegada de Jesucristo. Sin embargo, no te
puedo contar los detalles en esta condición, este tiene
que ser nuestro secreto –susurró.
–No te creo.
–¿En serio no me crees? –me quede mirándole
fijamente.
–Bueno, en realidad sí –desatamos unas ligeras risas–.
Empero, si tu propuesto llega a defraudarme, sí que me
voy a molestar contigo –enfaticé mientras subía a
bordo de la camioneta de mi padre.
–Vas a ver que no será así, para nada. Jamás.
–Confío en tu palabra –dije mientras aseguraba la
puerta por la cual entré.

Nuestros dos compañeros aventureros partieron hacia la


mágica promesa del padre. Llegaron ambos impacientes
hasta un portón que daba a los interiores de un
monte, en el cual le esperaban al padre dos tipos
muy robustos con bigotes muy particulares.

Conocidos del padre, amicísimos, de esos de la vieja.

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Cuchichearon a lo oscuro, diciendo secretos
de categoría bajo llave presidencial. Regresó
emocionado y muy entusiasmado, más
que ello, se abrió el portal a lo desconocido,
y juntos los dos, despegaron por un sendero
desconocido, hacia un destino aún más incierto.

Y así comienza nuestro recorrido, a lo largo de


un sendero el cual no tenía la mínima idea de su
existencia en primer lugar, pero claro, la confianza en
mi padre dice dentro mío que voy a estar seguro y
protegido. No tengo idea con lo que me vaya a
enfrentar esta vez, que mi propio jefe me induzca a
dejar mi trabajo por un viaje indefinido e inopinado
por tierras desconocidas, es algo que no se ve todos los
días. Tengo mucha expectativa por la ‘magnífica
oportunidad’ que me va a mostrar mi padre, nunca deja
de salir con ideas y cambios de rutina muy ocurrentes,
creativos y novedosos; siempre buscando una excusa
cualquiera para pasar tiempo paternal conmigo. No me
quejo, me entretiene mucho salir a pasear con él por
cualquier lugar que me mande.

Una vez me llevó a un valle por las lejanías de


Vieja Carolina, donde se musitaba entre la población
que se hallaban una cantidad diversa de bichos y
mariposas. Tuvimos que ejecutar una caminata de por
lo menos 2 horas, cruzando varios montes con y sin
nombre por la provincia de Galves, entre el límite
geográfico de Galves y Alto Hurán, una zona conocida

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principalmente por sus periódicas bajas temperaturas,
manifiestan que las más frías de toda la región. Y como
han de imaginarse, aquellas más de dos horas de trajín
fueron terribles. Abrigados hasta los huesos, equipados
de muchas pastillas para la fiebre y el soroche, y con
esos palos que los adultos siempre compran para las
caminatas. Luego de los inacabables 120 minutos,
llegamos al valle más colorido de todos, lleno de flores
y mariposas elevando y descendiendo sus aves
rápidamente, mostrándonos a fotogramas
distorsionados la belleza de sus alas. Me quedé
siguiendo su rastro con mis ojos por varios segundos,
atónito de su deslumbrante espectáculo.

Perdón, me emociono mucho cuando se trata de


admirar a la naturaleza; el sol brillaba como nunca lo
podía haber hecho en un clima tan frío como los
montes Esquima, era una escena de película irrepetible,
digna de 19171. Mi padre me llamó, intentó captar mi
atención varias veces, y lo intentó a duras penas.
Seguimos el tour atrapando y observando la vida
salvaje de las tantísimas especies de bichos que había
por todo el valle. Llevamos varios frascos, como 4 para
ser específico, y volvimos a casa con ellos teniendo
bichos en su interior. En fin, todos murieron porque
1
Película ambientada en el conflicto bélico de la Gran Guerra, más
conocida como la Primera Guerra Mundial, de nombre 1917. Dirigida
por Sam Mendes y protagonizada por George MacKay, ha conseguido
múltiples galardones en diversas academias cinematográficas,
resaltando sus tres galardones en los Óscar.

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no sabíamos cuidarlos, y quedó en nuestra memoria
aquel día inolvidable.

–Ya se está oscureciendo el cielo…


–Sí.
–¿Aún falta mucho para llegar? –pregunté.
–No sabría decírtelo, hijo. Créeme, no he estado ahí
antes, pero me han contado lo que hay en él y cómo
identificar que ya estoy en él.
–Dios, padre… –me eché en el asiento– Se está haciendo
de noche, me empieza a dar hambre, y por el olor…
Mmm… Va a llover.
–¿En serio?
–Pues lo siento así. ¿No hueles la humedad? ¿La tierra
mojada…? –me levanté y me recosté en su asiento–, eres
muy fanático de esos olores, por si lo has olvidado.
–Claro que no.
–¿Entonces?
–¿Entonces qué?
–Papá…
–Ja, ja, ja. Era broma, hijo; sí siento el olor a tierra
húmeda, y por la apariencia de las nubes que flotan
encima de nosotros, se viene una lluvia bien brava…
–Te tienes que apurar –me volteé y hurgué en las
maletas –¿dónde está la man-? Un momento… ¿por qué
estas maletas tienen una clave electrónica?
–Hijo, ¿qué haces buscando en las maletas? Déjalas.
–¿Por qué?

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–Solo déjalas, ya verás que contienen cuando lleguemos
–la lluvia apreció frenéticamente.
–Genial, ya empezó a llover… –regañé.
–Ten paciencia, mira –rebuscó debajo de su asiento–.
Tengo una manta para ti, si es que deseas echarte una
siesta –me la lanzó.
–Una manta… Pues gracias, no creo que vaya a dormir,
pero si quiero recostarme…
–Digo, ya empieza a correr aire frío por acá.
–Tienes razón.

La lluvia cada segundo se hace más fuerte,


más potente que el anterior. A eso se le suma el gran
silencio que hay por parte de la naturaleza, cero. Lo
único que mis oídos escuchan era el confortable sonido
de las gotas de lluvia disparando al asfalto y la
camioneta negra de mi padre –que quiero creer que es
suya y no se la ha robado– que recorre este sendero ya
por mucho tiempo. Para colmo, mi padre trae atrás de
la camioneta unas maletas bloqueadas, las cuales no
podía abrir hasta que sepa la contraseña de cada una de
ellas. Justo hoy, por ese detalle, y del que no haya
pisado antes el lugar al cual estamos dirigiéndonos,
todo un misterio que no creo poder resolver en este
momento.

Esto me recuerda también a mi


cumpleaños número 18, justamente el más especial para
un varón. El día comenzó de lo más normal, estaba yo

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en mi casa antigua junto a toda mi familia –mi madre,
mi padre y mi hermana menor–, pero que, justamente
el día de mi cumpleaños, la casa estaba completamente
vacía. Por ello, decidí ir al único lugar en el cual podían
estar escondidos, si es que no estaban fuera de mi casa.
Llego a la puerta que dirige al sótano, y me entero que
estaba cerrada con llave, voy a la cocina a buscar la llave
entre los cajones de la misma, y no estaba. La llave
estaba fuera de su lugar, resultaba que me encontraba
en un día de puzle, y el único responsable podía ser mi
padre.

Recorrí la casa de pies a cabeza con el fin


de encontrar alguna pista, un indicio que me permita
llegar a la siguiente fase de este rompecabezas. En la
cama de mi hermana menor, que dormía al frente mío
en la misma habitación en la que yo lo hacía también,
debajo de su mesita de noche rosa se encontraba un
sobre manila, no de tamaño de una hoja bond, más
pequeño –por lo mal cortado que se encontraba no era
ninguna medida oficial–, y dentro suyo se encontraba
un pendrive y un sobre que tenía lo siguiente escrito en
él: «gDh4LO», y a un lado la frase «The first three of
the first…». Habiendo encontrado muy poco sentido a
lo que significaban estos números y letras del papel,
decidí conectar el pendrive en mi computadora. Abría
dentro suyo tres carpetas, una llamada Popcorn, otra
con el nombre Oil, y una tercera con el nombre
Girlfriend. Entré en la primera, que era Girlfriend, y

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me pedía una contraseña para desbloquear su
contenido, antes de probar posibles llaves, me urgía la
necesidad de ver las otras dos. La segunda y la tercera,
las cuales tenían nombres relacionados a la cocina,
estaban cifradas, las carpetas no me accedían el permiso
para poder ver sus contenidos. En fin, tuve que
concentrarme únicamente en la carpeta Girlfriend y la
carta en la cual encontré este USB. Me fijé en los dos
detalles que estaban escritos en el papel, primero, el
cifrado «gDh4LO», y la frase «The first three of the
first…»; probé poniendo el primer cifrado de una vez
en la carpeta, pero no me funcionó. Eso me conlleva a
una reflexión, hay tres cifras que me faltaban en la
contraseña final, ya sea al inicio o al final. Sin embargo,
remitiéndome antes a la dichosa frase, menciona las
primeras tres de, ¿lo primero? ¿la primera? No tengo la
menor idea de lo que quiere decir con eso. Pero si dice
las primeras tres, significa que estas tres cifras que me
faltan en la contraseña última, son al inicio. Luego de
probar muchas alternativas en la carpeta que lleva de
nombre Girlfriend, me entero que la clave estaba en el
mismo, Girlfriend, que significa enamorada en inglés…
Y si relacionamos a palabra novia con el último first de
la anterior frase, conseguimos a mi primera
enamorada. Y justamente, la única persona que sabe de
la existencia de mi verdadera primera enamorada, es mi
hermana pequeña, que se lo contaba cuando tenía 6 o 7
años, no lo recuerdo muy bien. Y que coincidencia, la
nota estaba, justamente debajo de uno de los muebles

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de mi hermana menor. En fin, me reservaré la mención
su nombre, pero sí las tres primeras letras –que sí
necesito– para al fin completar la contraseña de la
carpeta Girlfriend. La contraseña final sería
«LuCgDh4LO» –probé varias veces entre mayúsculas
y minúsculas las primeras tres letras–, y así, ingresada
en el cuadro, desbloquearía la carpeta Girlfriend.

Un documento de texto con un nombre


intransliterable, contenía en su interior la información
que me llevaría a la siguiente fase de este puzle. Entré
en él, y con fuente de Comic Sans, muy grande, decía:
«The key is missing…». Resultaba, que tenía que buscar
la llave que me conduciría al sótano en un lugar, en el
lugar en donde esté perdida… ¿Popcorn y Oil? De
seguro les suena mucho a la kitchen, pues a mí también.
Fui a la cocina, relacioné ambas palabras y las definí en
un término, olla para cocinar. Busqué entre las ollas
apiladas, debajo de cada una, y en la última se
encontraba debajo de ella escondida la llave de la
puerta del sótano –que antes la busqué en su lugar de
siempre, sin embargo, no la encontré–. La abrí con
mucho cuidado y delicadeza, evitando hacer señales y
sonidos que advirtieran a mi familia allá abajo, bajé
cada escalón con mucha cautela, dándome mi tiempo
de respiro, acabando a baja escala las esperanzas de
triunfo de mis congénitos, mientras que se dan cuenta
que resolví su puzle en un santiamén. Llego hasta la
zona más profunda de nuestro sótano, y los encuentro

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a ellos tres, mi padre, mi madre y mi hermanita; junto
a decorativos de cumpleaños y una mesa redonda con
un pastel encima que tenía mi nombre en velas.
Gritaron: «¡Feliz cumpleaños!», hasta el día de hoy, el
mejor cumpleaños que he celebrado en mi vida.

Nuestro pequeño aventurero pensaba mucho,


soñaba mucho. Siempre ha sido así de conocedor y letrado
de los cielos, creativo e imaginador de los que hay
pocos. Le encantaba resolver puzles, desenmarañar
enigmas dignos de Tom Jericho.
Lo vemos encontrado en un viaje astral por el
espíritu de la madre naturaleza, fuera
de su yo material, retroalimentándose de memorias
y recuerdos del ayer que lo complacían
como rey de Francia en 1789.

–Hijo… ¿En qué estás pensando? –me despertó de mi


reflexión ‘astral’.
–Padre, ¡ya estaba a punto de dormirme! –le reclamé.
–Pe-perdón hijo, pensé que…
–Sí, estuve reflexionando un poco acerca de mi vida, de
las cosas que hago, de cómo he llevado mi trabajo y la
relación que tuve con mis compañeros y compañeras
laborales… ¿No crees que he caído en un inmenso vacío
de insignificancia espiritual por entregar mi cuerpo y
alma por completo a la entrega de cartas? Yo pienso
que sí… Ya son varios años que me entrego entero a
este trabajo agotador, y no aprovecho pasar tiempo de

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padre e hijo contigo como en este día. Relajarme,
olvidar todas mis responsabilidades, acostado en el
asiento de esta camioneta negra que por primera vez he
visto en mi vida, realmente me consuela. Extraño
mucho a mi madre, a mi hermanita, el de arriba nos ha
juzgado muy mal, ¿lo crees así padre?
–Lo creo así, hijo.
–Siempre que las añoro, rodea mi cabeza un dicho muy
popular… Las cosas pasan por algo. ¿Nos devolverán a
nuestras queridas mujeres? A mi madre y a mi
hermanita, fue todo tan rápido e inesperado…
–Sí seguimos vivos, es para seguir enorgulleciéndolas.
Que jamás dejen de ser felices –mencionó entrecortado
mi padre–. Hicimos un juramento desde el primer día
que empezamos este nuevo trabajo, jamás rendirnos y
seguir pa’lante, ¿recuerdas?
–Sí lo recuerdo. Pero…
–Y lo seguimos cumpliendo hasta el día de hoy, hasta
ahora y por siempre, será así –soltó un suspiro al
terminar.
–En eso tienes razón. Estos cinco años que llevo
entregando prácticamente, la misma carta a los mismos
lugares, me han hecho cuestionarme de muchas cosas.
A pesar de haberle encontrado un nuevo rumbo a mi
vida, siempre me sentía incompleto, en falta con
alguien. Ojalá que esta ocurrencia tuya sea la definitiva,
y puedas ayudarme un poco a salir de este inmenso
precipicio en el cual caí desde el primer día.

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–Siempre he intentado hacerlo, hijo –manifestó–. Hago
mi mejor esfuerzo
–Lo sé muy bien…
–Me halaga que se así –sonrió complacido.
–Encima, el colmo de todo esto, es que me encuentro
acostado en una camioneta que no conozco nada de su
origen y de que, en un primer lugar, ¡era tuya! Además,
que no tenga ni idea de a dónde estamos yendo, y tú sí.
¡Y aún sí es una de las mejores aventuras en los cuales
me has involucrado! No entiendo nada, no comprendo
el sentido de todo esto, pero me hace sentir muy bien…
–Solo espera unos minutos más, ya llegaremos al lugar
del cual tanto te hablo –aceleró la velocidad de la
camioneta.
–¡Ay! Casi me caigo, más cuidado padre…
–Perdón.

Como les contaba, el día de hoy ya se ha


convertido en uno de los más especiales de mi juventud,
o inclusive, mi vida entera. Hace mucho tiempo que no
reflexionaba de esta manera sobre la situación de mi
madre y mi hermana menor, el segundo saco sin hoyo
que he estado cargando a lo largo de estos 5 años de
trabajo.

Juliana, ella era mi madre. Una mujer


tímida, pero muy comprometida con su trabajo y con
todo lo que realizaba, jamás esquivaba
responsabilidades y nuevas oportunidades para

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triunfar, era la mujer que sostenía nuestra familia con
su gran ímpetu de superación. Una cantante como de
las que hay pocas, con esa dulce y fina voz que le valdría
muchos asientos llenos en un cabaret. Todos le
hacíamos ver la magnífica voz que tenía y lo mucho de
dinero que podía adquirir gracias a ella, pero como les
mencionaba, era muy tímida y le causaba susto pensar
en trabajar en un cabaré, con tanta gente
malintencionada y mañosa que hay rondando por ahí.
Otro gran talento latente, el cual tenía mi madre
querida era su aptitud con la repostería. Ella jamás –en
lo que sabemos– había cursado un taller de repostería
o pastelería, sin embargo, gracias a su mejor arma, el
celular; se ha convertido poco a poco en una as de los
queques y pasteles. ¿Recuerdan el pastel que ellos tenían
en el sótano de la casa? Era de tres pisos,
completamente preparado por mi madre en no sé qué
momento. Era una tradición, desde que se adentró en
el mundo de la repostería, siempre preparaba los
pasteles de los cumpleaños, y les salían, no deliciosos,
lo siguiente.

Otro paréntesis más, para una de las chicas


que más quiero en todo el mundo, mi hermana menor.
Justo cuando cumplía siete años, en plena fiesta mía, mi
madre nos daría la sorpresa al anunciar que estaba
embarazada, y traería dentro de meses a un nuevo
hermanito –o hermanita, no lo supe hasta dos meses
después que hicimos la prueba y salió mujer– que

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pondría la casa de patas arriba. Y nació ocho meses
después de aquel anuncio, trayendo nada más que
felicidad a nuestras vidas. Su nombre era Angela, y ha
sido mi más fiel compañera en mis aventuras de la
secundaria. Hasta le conté en secreto mi primera
enamorada, la cual hasta el día de mi cumpleaños
número 18, era la única que lo sabía. ¡Tanta confianza y
me veo defraudado de esta manera! Igual la quiero
mucho con mi corazón, siempre la tendré en él.

Seguía y seguía nuestro amigo, no tenía un cronómetro


encima de él que le indicara que parase, él seguía pensando
y soñando. Así como nunca lo había hecho. Sin
embargo, de un momento a otro, un estruendo
infernal acuñó la cabeza de su padre, chofer
de la camioneta, causando un inminente caos dentro
de la escena, giro tras giro, gritos tras gritos. Nuestro
compañero caía desvanecido en el misterio del disparo.

23
CAPÍTULO 2: La misión

Acabo de despertar; madre mía, como me


duele todo, siento como si tuviera varios huesos rotos
en todo el cuerpo, o quizá estoy alucinando. Estoy
amarrado de brazos en lo que parece ser… ¿una gran
columna de metal? ¿o una de acero? No comprendo
muy bien el material del cual está compuesto, este
dolor de cabeza y estrés, son tan insoportables… Lo
más críptico2 de la situación, es que me encuentro solo
dentro de una grande habitación llena de muebles de
color negro, varios envases con sustancias químicas que
desconozco dentro de ellos –con un olor hediondo que
evidenciaba su deplorable estado–, paquetes y paquetes
de cartón muy sospechosos, y una limpieza en la sala
muy descuidada.

Mis primeras impresiones me dicen que


esta es una habitación de inventario de, ¿un edificio?
Quizá sí, pero de qué organización, empresa o persona.
La intriga realmente me carcome por dentro, tengo
muchísimas ganas de salir de este encierro y poder
investigar dónde me encuentro, qué han hecho con mi

2
2. adj. Oscuro, enigmático.

24
padre, con su camioneta, y si estoy en el lugar al cual
me llevaba mi padre –saber siquiera qué lugar es–.

Lo que más me asusta ahora mismo, es que


mi padre, por tratar de sorprenderme o entregarme un
día de ‘diversión’ se haya metido en graves problemas
con un culto secreto o grupo terrorista. Suena mucho a
conspiración, soy consciente de ello, pero en
momentos como estos, que le hayan disparado en la
cabeza a mi padre mientras conducíamos a un lugar que
él ocultaba en el misterio; varias maletas resguardadas
con una cifrado electrónico que mi padre también
escondía su contenido… No pueden ser todas
coincidencias independientes y no correlacionadas,
tiene que haber algo más, y a causa de ello, estoy
maniatado a una columna de no se qué en medio de no
sé dónde, tampoco.

Intento moverme bruscamente para


desatar la soga que me apresa, sin embargo, mis
intentos son inútiles. Grito, ¿Dónde estoy? ¿Qué han
hecho con mi padre? ¿Dónde lo tienen? ¡Malditos! A los
segundos, me quebré, no pude aguantar más la
impotencia, la cólera y la incertidumbre que reinaban
en tan pocos minutos por mi cabeza. Me puse muy
triste.

En medio de mi estado de desvanecimiento


por la mezcla de profundas emociones, unos pasos
llegué a escuchar a lo lejos de mí, ahora se escuchan

25
muy a la ligera, apenas los he notado y no lo hubiera
hecho si fuese tan efusivo al llorar; poco a poco los
pasos de esa persona se incrementaban y retumbaban
en mis oídos más, escalofríos recorrían mi cuerpo con
mucha más intensidad y velocidad. Empero3, el sonido
de los pasos se detuvo de golpe; en silencio absoluto
esperé que sonara de nuevo, pero no lo hizo. En medio
del no saber que había ocurrido con aquella persona
que estaba caminando por las afueras de mi habitación,
la cabeza de un sujeto se asomó a la única ventana, la
que se hallaba en la parte superior de la puerta. Lo miré
fijamente, al parecer, traía un traje que le cubría todo
el cuerpo, y una máscara encima de plástico que no me
permitía distinguir su rostro. No veía sus ojos, pero en
mi interior sentía que los estaba viendo y él los míos.
Sin mostrar alguna señal de vida, el sujeto se retiró, y
me permitió dar un respiro de alivio –falso– muy
profundo.

Se fue la luz. El único foco que alumbraba


la habitación se apagó, y yo me quedé completamente
a oscuras, sabiendo que tengo a mi alrededor, pero sin
poder verlo.

Negro.
No había más que oscuridad, y negro
a su alrededor, causando un declive emocional muy
acentuado en nuestro protagonista, él

3
1. adv. cult. sin embargo.

26
ahí, aprisionado, solo, y consumido por la
incertidumbre. Oremos por él.

Pasaron muchos minutos, y nada nuevo


pasaba, el foco seguía apagado, el silencio seguía
reinando autoritariamente en el ambiente, y la
somnolencia me ganaba, cada segundo que pasa me
cuesta más mantenerme en vigilia, y si suceden los
necesarios, terminaré cayendo dormido por completo.

Volví en razón frenéticamente, al escuchar


que alguien manipulaba la manija de la puerta,
claramente, con intenciones no muy buenas conmigo.
Lograron abrirla –prendiendo el foco a la vez–, y al
entrar, no solo cambiaron la máscara de plástico por
una máscara de gas, sino que, ahora eran más de cinco;
pasaban en fila cargando un saco que parecía contener
un cadáver dentro suyo, les grité: «¡Hey! ¡Quiénes son
ustedes, necesito una explicación ahora mismo!». Y no
me hicieron caso, siguieron con o suyo, muy ocupados
se les veía. Sacando cajas, empaques, regresando unas
cuantas, y como no, dejaron el saco en una esquina; a
partir de ese momento todos se apresuraron en salir de
la habitación, cerrar la puerta, y curiosamente, no
dejándome de nuevo a oscuras. Un detalle de cual no
me fijé mientras estos sujetos hacían su lío sacando y
regresando mil cosas distintas, era que dejaron un par
de armas blancas al lado del saco, se veían muy afiladas
y capaces de cortar muy fácilmente sogas como las que

27
tengo amarradas en los brazos. Evidentemente, no
había manera alguna de poder acercarme a ellas y
usarlas, moverme toscamente no serviría de nada, así
que tenía que eliminar toda opción de esperanza.

Para colmo, ahora tenía cerca de mí lo que


parecía ser un cadáver, que dentro de unas horas se
pudrirá y emanará un hedor insoportable, e inclusive
tóxico; lamentablemente no podré hacer nada para
evitar inhalarlo. Está todo consumado, si no deciden
sacarme de este lugar, y torturarme de las peores
maneras, moriré intoxicado por el despido de gases de
este cuerpo sin vida.

Jamás me hubiera imaginado morir de esa


manera, no cabía la mínima posibilidad en mi cabeza
de pensar que tendría una muerte tan triste, penosa y
confusa. Consumido en una triste soledad, sin la
compañía del ser querido que más estima le tengo, mi
padre. Fácil, podría ponerme a pensar y culparlo
debido a mi muerte, justiciarlo eternamente por haber
ocasionado que me ocurra esto, ya que él fue el único
responsable que yo me involucrara en su mal sendero.
Ni siquiera sé qué le ha pasado a mi padre, si ahora lo
están torturando, mutilando y haciéndole sufrir por sus
errores, si es que ya está muerto y están escondiendo su
cadáver o incinerándolo, ¡y si es mi padre este pobre
hombre que yace sin vida al costado mío! No lo sé.
Quizá aún siga vivo y muy sano, sentado en su trono
de egoísmo y soberbia, usándome como botín para sus

28
malvadas intenciones, importándole tan poco que
sacrificaría la vida de su único hijo en vida. Esta
situación me hace alucinar más que un MDA del amor
de los años ochenta, pensar situaciones tan feas acerca
de mi padre, alguien que tanto quiero y a la vez tanto
me quiere… No sería capaz de hacer acciones tan
crueles y viles, jamás lo haría pensando que su hijo está
en medio de la escena.

El dichoso saco empezó a moverse, como


pude sospechar, era un cuerpo humano el que se
encontraba dentro de él, sin embargo, no muerto com0
pensé. De un momento a otro, salió una cabeza, salió el
cuerpo, y veo que es un joven muy lastimado y con toda
la ropa rasgada, desangrando mucho y con un evidente
cuadro crítico de salud. Tomó con delicadeza y
desgano uno de los cuchillos manchados de sangre que
los sujetos enmascarados dejaron tirados, se acercó a
mí, le gritó muy fuerte: «¡Aléjate de mí!; ¡no me hagas
daño, por favor!», me doy cuenta que el hombre
lastimado no iba por mí, sino iba a por la soga que me
tenía maniatado a esta columna de acero, con los
últimos suspiros de su vida, la cortó y me liberó de ella.
Me dijo casi susurrando: «Toma esta nota, me llamo
Rudy, ve a la central e ingresa la contraseña, por favor,
eso es todo…». Cayó desvanecido en mis piernas,
usando sus últimas palabras para designarme una
misión sin consentimiento mío. Me levanté echándolo
a un lado, me sacudo las prendas que llevaba encima y

29
me estiré unos segundos, luego de eso, cojo la nota que
me había entregado el tal Rudy, leo su interior y,
evidentemente, tenía escrito en su interior una
contraseña, muy larga y complicada de recordar, la
verdad; no era lo único que estaba escrito en el pedazo
de papel, unas tres flechas que apuntaban a la derecha
estaban mal dibujadas sobre la esquina superior
izquierda de la nota, la giro, y estaba graficado un mapa
en su parte reversa, después de unos segundos
comprendí que era un mapa de ventilación. Eso
significa que tengo que llegar a esa dichosa central por
medio de conductos de ventilación, habrá una por
aquí… Pues sí, arriba del todo parece haber una rejilla
que conduce al sistema de ventilación. Durante mi
camino, debería llevarme uno de estos cuchillos que
dejaron los tipos misteriosos, aunque, podría dañarme
llevando uno, ya que voy a reptar por todo el sistema
de ventilación. Mejor voy limpio, vacío y sin nada –
aunque sepa muy bien en mi interior que lo necesitaré
para después–.

Nuestro aventurero no se daría cuenta que empezaría


una misión sin retorno, una decisión crucial
que definiría el tránsito de su vida,
y le entregaría un nuevo rumbo, peligroso y
despiadado. Estará listo, no lo sabemos.
Logrará salir ileso, tampoco. Le deseamos mucha
suerte, la necesitará en grandes medidas.

30
En este momento soy consciente que fácil,
podría no hacerle el mínimo caso a este sujeto llamado
Rudy que no conozco, he intentar escapar del lugar por
mi cuenta de este sitio –buscar a mi padre o no–. Sin
embargo, mi corazón me dice que este chico que me
desató sabe muy bien lo que hace, por algo ha confiado
en mí sus últimos suspiros para designarme esta misión
que, posiblemente, al finalizarla rescate mi vida y
pueda salir ileso de este misterioso lugar. Ante la duda
y el desconocimiento, prefiero recibir órdenes de
alguien que parece ya haber estado aquí varias horas, y
que conoce muy bien el lugar. Además, ¿un mapa del
conducto de ventilación? Este Rudy sí sabe de lo que
habla, así que será mejor que me apure y llegue a la
dichosa central que él me ha hablado.

Ahora estoy en medio de un conducto de


ventilación, y lo peor es que lo han hecho muy
angostos, me aprietan el cuerpo y no me permite
moverme con la facilidad que quisiese –y si a eso le
agregábamos el cuchillo que necesitaba llevar,
terminaría acabado–, mas no es tiempo de lloriqueos,
en marcha. Me movilizo por los conductos, creo que ya
he avanzado lo suficiente en línea recta para requerir la
guía del mapa que hay en la nota. Con delicadeza
muevo mi brazo derecho, sin golpearme, y saco la nota,
la llevo hacia mi delante para ver en donde me ubicaba,
nervioso y sudoroso, tengo que retroceder y girar a la
derecha, en m intento de llegar hasta la X del mapa.

31
Seguiría mi camino hasta la central, sin
embargo, ahora empiezo a escuchar la conversación de
dos personas que se encuentran debajo de mí, por
precaución, decido quedarme quieto y no seguir mi
camino hasta que se hayan ido, para que no sospechen
o descubran que estoy encima de ellos. Y de qué
hablaban, pues rajando 4 de quién podía ser el
mandamás de este edificio, comentando lo muy
mandón que era dentro del clan, brindando sin
fundamento y sin justificación alguna, privilegios a su
hijo más querido, por ser el único que tenía en realidad.
Se les notaba en su forma de hablar que ambos le tenían
mucha envidia, por no haber hecho prácticamente nada
para merecerse tanta gloria. Luego suscitaron palabras
que no llegué a entender muy bien por más que me
quedaba estático sin hacer ruido alguno, llegué a
escuchar palabras –sí– como rebelión, emboscada, otra
vez el nombre del tipo que me salvó, venganza, justicia,
etc. A partir de ahora hablaron con menos cuidado, de
sus vidas, sus salientes y noches de bohemia,
información nada útil para lo que respecta mi misión,
por lo que no tendría sentido alguno quedarme pegado
a esta rejilla que me permite escucharlos, tengo que
apresurar el repto y llegar la central.

Con muchísimo cuidado me alejé lo más


posible de aquella habitación, para poder sacar de mi

4
9. intr. Bol., Col., Ec., Méx., Perú y Ven. Hablar mal de alguien,
desacreditarlo

32
bolsillo –y no peligrar mi vida– la nota que contenía el
mapa, recordarlo una vez más y acercarme más a mi
destino. Ya visto, me di cuenta que estaba aún muy
lejos de la central, por lo que me esperaban varios
minutos de sufrimiento y entumecimiento de todos mis
músculos. Jamás había hecho algo de este estilo, ni
siquiera el circuito extremo Inka que realicé hace varios
años, se compara a este eterno sufrir que es conseguido
de la mezcla del peligro latente de ser descubierto y
acto seguido ser torturado y asesinado de la peor
manera posible, el evidente costo físico que demanda
arrastrarse de esta manera por un conducto de
ventilación, que, ante cualquier momento brusco,
puede irse abajo, y lo tan confundido que estoy ahora
mismo. Si mi padre, si Rudy, si la camioneta, si la mejor
aventura de todas… Siento que merezco entender mejor
la situación, no consumirme en lo enigmático de culpa
ajena.

Luego de tanto esfuerzo y dedicación,


conseguí llegar hasta la tan dichosa central. Realmente,
no sé si será a centra o una habitación cualquiera más,
pero el mapa indicaba que era aquí, y yo me dedico
entero y completo al mapa de la nota. Fijé mi ojo
izquierdo a través de la rejilla hacia la habitación, y
efectivamente, tenía toda la pinta de ser una sala central
de clase Grandmaster. En ella había un tipo muy bien
vestido, talante, con un terno entero de pies a cabeza de
los carísimos, unos lentes de sol muy geniales y miles

33
de accesorios colgando de todas sus extremidades. A
simple vista, era de esos sujetos con un alto ego y muy
soberbios, de aquellos que conseguirían todo lo que
desean sin importarle a quiénes dañan o entierran en su
camino, nada lo detendría. Da muchas vueltas en
círculo, realizando gestos sin razón alguna –alzando sus
manos, agachándose–. Si no fuera porque parece ser la
máxima orden aquí, diría que es un loco de remate.

Y así, luego de deslumbrar al mayor


hombre con mis propios ojos, recupero la conciencia
de que debo bajar, y hacer notable mi presencia, ya que
era lo único que puedo deducir de que el tal Rudy me
dijera que me dirija a la central. ¿Será esta la central?
¿Me estará mintiendo acaso? No tengo nada mejor que
hacer, más que pretender creer a Rudy que –según el
mapa de la nota– tengo la central debajo de mí, y
probablemente, el tipo que encuentro interpretando un
monólogo actoral, es muy esencial en mi misión. Me
pongo a pensar, ¿y si no le hubiera caso? En primer
lugar, jamás hubiera podido escapar de esa habitación
en la cual ahora yace muerto Rudy, ya que la puerta esa
estaba bloqueada, y no hubiera encontrado la manera
de abrirla y no hacer ruido. Esas dos proposiciones no
se servían en el mismo plato. Y si lo lograba, que me
hubiera esperado al cruzar esa puerta. Un lugar jamás
visto antes por mis ojos y mi mente, obstáculos sin
precedentes, una cantidad ínfima de soldados y sujetos
enmascarados que irían tras mi rastro, tras el rastro de

34
este intruso. Sumémosle el hecho de no conocer mi
arena de batalla, lo que me haría perderme y
encerrarme muchas veces, lo que aumentaría sin fin las
posibilidades de caer derrotado. Le daría un 0,0005%
de salir vivo de este lugar, reencontrarme con mi padre
lo reduciría a un 0,000012%... En fin, una absoluta
ridiculez.

Un estruendo inesperado surcó en los oídos de


los dos distinguidos sujetos. La rejilla
temblaba de temor, agotada de soportar
el peso del cuestionamiento, y cayó
con fuerza y braveza frente a la mirada atenta
del orgulloso mandamás.

–Maldita sea, ¿qué diablos haces acá? –exclamó el


mandamás, mientras que me retorcía en el suelo–
¡Contesta de una vez, cómo demonios te has logrado
meter hasta aquí!
–Espe… –no pude terminar la palabra.
–¿Espe qué? –dijo en tono burlón– Tienes diez
segundos para identificarte o, si no, te dispararé –sacó
una pistola de su cinturón.
–Un momento… –me levanté poco a poco– No me…
–Estoy esperando a que te informes.
–Pero…
–5…, 4…
–Por favor, un mo…

35
–3…, 2… –me interrumpió otra vez.
–No deberías usar…
–¡Uno…! –contó casi gritándome.
–Escúchame… –me levanté por completo–, me han
desi…
–Y cero –le quitó el seguro al arma asustándome en el
proceso–. ¿Últimas palabras mocoso?
–¡Vengo de parte de Rudy! –grité nervioso.
–Rudy… Has dicho Rudy… ¿Tú que mierda tienes que
ver con él? ¿Cómo lo conoces? –vociferó muy enojado.
–¡Él se acercó a mí, me dijo que viniera aquí! Salió de
un saco, pensé que estaba muerto.
–¿Está vivo? Qué dices loco, no te creo –se acercó y me
apuntó directamente a la cabeza.
–Lo dejaron abandonado en la misma habitación que
me maniataron. Me mencionó su nombre y me dijo que
viniera aquí.
–Entonces…
–Está vivo –hubo un silencio por unos cuantos
segundos–. ¿Usted lo conoce?
–Sí lo conozco. Es mi hijo… –bajó lentamente el arma
de mi cabeza.
–Lo tiraron en la misma habitación que estaba como
una cosa cualquiera. Estaba en un saco, cuando lo vi, se
encontraba muy herido y ensangrentado.
–Malditos… ¡Me engañaron! –gritó con mucha furia,
agitando sus brazos.

36
–Lo siento mucho, pero ya no creo que siga vivo.
–¡Se supone que no debería estar vivo! Esos
desgraciados me dijeron que había perdido la vida en
una expedición… ¡Ya lo entiendo todo! ¡Estos imbéciles
han querido hacerme daño por medio de mi hijo! No
se los permitiré… ¡No se los permitiré, ahora acabaré
con todos ellos, de una vez por todas!
–Señor…
–¿Qué te ha dicho que hagas? –me interrumpió por
enésima vez.
–¿Qui-quién?
–¡Mi hijo, maldita sea! Que niño, Dios…
–Ah, que ingresara una contraseña extraña, es esta,
mírela –le entregué la nota y la observó un buen rato.
–Ya veo… Toma –sacó de su bolsillo un pase
electrónico–, hay una puerta atrás tuyo, está detrás de
ese estante, te va a dirigir hacia dónde quieres ir, solo
ve e ingresa la contraseña. Hazlo rápido, y sigue todas
las instrucciones, que tu curiosidad te mate, no la
reprimas, ¿me en-ten-dis-te?
–Sí.
–Bien, ve niño, cumple la misión de mi hijo, yo
necesito hacer unas cosas allá afuera –se volteó, caminó
un poco y giró su cabeza hacia mí–. Pero apúrate –se
alejó, abrió la puerta y la cerró con seguro.
–Pues… –miré el estante– Tendré que ir, ¿no?

37
No me moví, me quedé quieto por un buen
rato, respirando, preparándome mentalmente para lo
que se me venía, no sería nada fácil, tendré que
sacrificar muchas cosas, dejar atrás, romper la promesa
que le hice el día de la ida de mi madre y mi hermanita,
quebrantaría el lazo más fuerte, que jamás habría hecho
con otra persona en mi vida. Luego de armarme de
valor, y escuchar la señal –gritos enfurecidos y pasos
rápidos que evidenciaban un caos–, caminé a paso
firme en dirección a la puerta que el padre de Rudy me
dijo que me abriría la puerta a la fase final de mi
misión. Afuera de la habitación se notaba el desorden
y desconcierto de muchas personas, parece ser que el
tipo galante sí está muy ocupado, atravesar esa puerta
sería un grave error –mejor me concentro en o mío–.

Saco el estante de mi camino, no con


mucha facilidad, ya que este tiene un peso muy elevado.
Me ha costado cerca de tres minutos, y al fin pude
retirarla de mi camino, y tener al frente de mí la
susodicha puerta. Utilizo el pase que me había
entregado el padre de lo que en vida fue Rudy, y se
abrió por sí sola. Al otro lado, la habitación tiene en su
interior algo increíblemente sorpresivo e
impresionante. Es un depósito gigantesco de más de 10
metros de pura sustancia viscosa, un panel de puros
botones y pantallas digitales codificando y
decodificando fórmulas indescifrables, mi habilidad en
informática está siendo enormemente superada por

38
estas máquinas super avanzadas a nuestra época, eran
las típicas computadoras tecnológicas de las películas,
donde no se entiende nada de nada. Comprendo que
debo dejar de distraerme por la impresión causada, e
ingresar esta contraseña por donde sea que se pueda;
busco por gran parte de todos los paneles de la
habitación y encontré un solo teclado. Tiene una
apariencia muy futurista, y con muchas teclas que yo
no conozco ni tengo idea de que existan en primer
lugar; sin embargo, me tengo que concentrar
únicamente en las 26 –27– letras del alfabeto y la tecla
Shift, lo único que necesito de este teclado para ingresar
la contraseña apuntada en esta sagrada nota.

Hecho el acto, la pantalla me notifica error,


verifico varias veces más por si había cometido un error
en la tipificación, y me arroja el mismo resultado. Una
y otra vez. Desesperado me frustro al no entender por
qué la contraseña que ingreso y está en la nota me daba
un resultado negativo, grito y regaño mucho en mi
emoción de cólera; reviso una vez más la nota para
posiblemente fallar de nuevo en mi intento de ingresar
la contraseña correcta, que me ayude con finalizar mi
misión. Y justo, en esta nueva revisión, me doy cuenta
de dónde estaba fallando, que error cometí una y otra
vez por no fijarme bien en los detalles. Resulta que esas
tres flechas que estaban trazadas en la esquina de la
nota, no son simplemente dibujos decorativos, sino son

39
la clave que resolverán este engorroso 5 misterio. Tres
flechas, ¿a dónde apuntaban? Hacia la derecha
efectivamente. Entonces, si hay tantas letras en
desorden alfabético, tendría que ordenarlas por mi
cuenta, avanzando cada una tres lugares hacia adelante
en el abecedario, ingenioso, ¿no?

Ingreso la nueva contraseña, con las


esperanzas de que esta vez, sí sea la correcta, y al fin,
pueda librarme de esta cárcel, cumplir la misión que
me ha designado Rudy, y si es de ser así, morir
habiendo hecho lo mejor de mí, desde aquí, hablo al
infinito, dejo un mensaje a los del más allá. Te quiero
madre, te quiero hermanita, ojalá todo hubiera sido
mucho mejor…

Un rayo de antaño atravesó el espíritu de nuestro joven


aventurero, y una luz de complacencia nutrió
todo el organismo del célibe protagonista. Puro
de amor y retribución, llegó al clímax de su vida, las
luces se apagaron, el telón se cerró intempestivamente.
La calma interina de su alma se vio destronada
por el caos de millones de agonizantes, más de
siete millones de ánimas escucharon el disparo que
anunció el comienzo de la maratón interminable
hacia el vacío del apocalipsis. Sálvese quien pueda,
dirían los veteranos de guerra.

5
1. adj. Dificultoso, molesto.

40
CAPÍTULO 3: El último despegue

No entiendo lo que está ocurriendo, de la


nada, luego de ingresar la contraseña correcta, la
electricidad se apagó y toda la habitación quedó a
oscuras, a excepción de toda la sustancia viscosa que
brillaba un poco por sí misma. Luego los gritos de la
gente de afuera se escuchaban más frenéticos y
aterrorizados, el bullicio que hacían se volvió
enormemente altisonante, llegando a ser muy
fastidioso para mí, aun cuando estaba dos habitaciones
adentro. Pero algo de lo que sí estoy seguro, es que he
generado un caos catastrófico, el vocinglero que
escucho ahora mismo es a causa de algo, y no creo que
sea a causa de algo tan lindo. La curiosidad me mata,
desearía regresar a la sala central para tener mayor
noción de lo que realmente está ocurriendo, sin
embargo, soy consciente de que correría mucho
peligro, y dentro de esta habitación, con una puerta
bloqueada que no permitiría pasar a través de ella locos
y maniáticos que podrían hacerme daño. Diablos, ya
me está generando mucho pánico esta situación, esos
chillidos me desesperan más, y me ponen muy
estresado… ¡Pum, pum! Empezó a sonar golpes muy
fuertes al otro lado de la puerta. De seguro son uno de
esos susodichos en un pánico colosal intentando
escapar de la catástrofe –y eso que pensé en curiosear–

41
que causé minutos atrás. Espero que todo su esfuerzo
sea en vano y pueda zafarme de estos depravados, un
obstáculo más en mi camino.

Ya terminada la misión de Rudy, no tengo


un guion preestablecido que me dirija hacia el mejor
destino, en medio del caos auditivo y la constante
tortura de las ánimas en pena; las opciones favorables
no aparecen y mis esperanzas mueren repentinamente.
Y ¡fium!, vi una puerta de emergencia oculta a la lejanía,
a tres metros de donde me ubico, que de seguro por la
excesiva desesperación se desvaneció ante mi sugestiva
ceguera. Tengo que cruzarla, tengo que atravesarla y
escapar de esta zona tan peligrosa, no permitir que
estos maniáticos puedan hacerme algo. Corro muy
rápido, abro la puerta sin temor alguno ante lo que me
depararía hacerlo, y encuentro algo aún más
impresionante. ¡Ay, ay! Me detuve lo más rápido
posible para no caer ante este inmenso vacío, aunque si
quieren que les sea específico, estoy en medio de una
angosta superficie que me separa entre la habitación
con la gran planta de sustancia viscosa, y un botadero
de muchos, pero muchos metros de profundidad.
Puedo decirlo así, ya que este no se encuentra vacío,
sino repleto de puro desecho hasta un cierto nivel. Lo
que me confunde aún más, es que, en los bordes de este
inmenso botadero, hay una escalera muy angosta que
te permite llegar hasta lo más bajo de este botadero, en
donde hay una misteriosa puerta –sí, otra más–. Al

42
mismo nivel de esa puerta, se encuentran dibujados
muchos trazos que indican el límite de la altura de los
desechos, tratando de manifestar que ese es el último
nivel seguro, aunque sí hay que tener mucha
precaución. Un detalle, constantemente está cayendo
desechos al botadero encima de mí, miro arriba y no
encuentro una viable entrada de todos estos residuos de
nivel industrial. Solo caen del cielo, como si un ser
mayor los depositara periódicamente en este inmenso
botadero. Ahora tengo la visión más clara y el objetivo
preciso. Necesito bajar estas escaleras hasta el último
nivel ‘seguro’, ir a la siguiente habitación que tenga
atrás suya esa puerta, y continuar mi camino. Por lo
menos, seré consciente que si todo sale como tiene que,
estaré sano y salvo, en un lugar que jamás me haya
imaginado en mi vida, pero sano y salvo.

Aunque en mi interior siento que debo


apresurarme, no lo hago ya que la escalera en la cual
estoy parado es muy angosta y correr podría ocasionar
mi muerte segura en medio de toda esta basura –
imaginar la cantidad de cadáveres que pueden haber ahí
o han sido desaparecidos por lo que sea que consuma
todos los desechos al fondo del botadero, me
remuerde–. Camino lentamente por la escalera, sé que
me faltan muchos niveles más y minutos de tensión
extrema. El sonido atormentador de los desechos
cayendo, una y otra vez encima de esta gigantesca pila

43
de basura, hace que fortalezca a niveles impensables mis
nervios de acero.

Bajo un nivel, y me faltan como más de


cuatro, por el amor de Neptuno, esto es horrible…
Estar entre la espada y la pared, estar a un milisegundo
de vivir o morir, que complicado, todo es muy difícil
de afrontar.

Ya voy tres niveles, cada vez me acerco


más, pero cada vez mi miedo incrementa más, el riesgo
por sufrir daños aumenta a niveles inexplicables. No
por el hecho de que cada vez me acerco, a paso firme,
más a la inconmensurable6 amontonamiento de basura,
sino, por estar más cerca al momento de impacto de los
enormes montones de residuos que, quién sabe qué
cosas puedan contener dentro de ellos. Esta emoción es
inexpresable.

Llego al penúltimo nivel, los impactos de


los montones de basura cada vez suenan más
estruendosos, sin embargo, la distancia que me separa
de la puerta misteriosa y mi posición, es mínima, según
mis cálculos en medio de esta catástrofe, la puerta
debería estar exactamente debajo de mí. Dios, que
locura.

Y llegó la hora, me encuentro a solo pasos


de poder tocar la manija de esa puerta, abrirla y avanzar

6
2. adj. Enorme, que por su gran magnitud no puede medirse.

44
a la última fase –otra vez– de esta, mi autoproclamada
última misión, espero sí esta vez, terminar de una vez
con este martirio. Veo que puedo abrir la puerta con
solo girar la manija, lo hago, a la vez que cierro la
misma puerta para no generar sospechas. Al voltear,
mis ojos se dan la impresión de encontrarme con, no
una habitación, sino un largo pasillo rodeado de una
lana fina roja, y muchos retratos familiares. Camino
lentamente observando a detalle cada uno de lo
retratos, y concluyo en que, en todos aparecen la misma
persona, ya sea solo, con su mascota o con sus
familiares. A la primera no puedo sacar de quién se
trata, pero supongo que la identidad de ese sujeto es
justamente, el tipo talante que me encontré hace varios
minutos, el padre de Rudy. Al ver estos cuadros, me
causa una nostalgia enorme, me siento de una manera
identificado en él. A pesar de lo muy soberbio y
altanero que se le veía, en su pasado fue un hombre muy
apegado a su familia, era el más amable de todos. Una
pequeña lágrima corrió por los montes de mis mejillas,
mientras recordaba cómo yo era así en su tiempo con
mi madre y hermanita queridas.

Juzgar es una palabra muy peligrosa. Y no


podría hacerlo con este sujeto, podría ser hoy en día un
sujeto muy egoísta, creído e insatisfecho de poder; pero
en sus años mozos resultó ser el hijo más cariñoso y
comprensivo de una madre de igual condiciones. No
conozco que le pudo pasar para que terminara así, en

45
un sitio tan turbio y lúgubre donde todo es tan extraño
y tétrico, definitivamente este es un sitio en el cual la
felicidad no tiene lugar. Asimismo, otro punto muy
importante a considerar es la relación de él con su hijo,
con Rudy, y el mucho amor que le tenía a pesar de estar
rodeado de personas vacías por dentro. Tal cual he
llegado a escuchar de esos dos tipos enmascarados en
mi tramo por el conducto de ventilación, trataba a su
hijo de la mejor manera, entregándole todo tipo de
beneficios y felicidad, sirviéndole como un rey con
todos los privilegios frente a los demás. Y justo hoy, ha
sido partícipe de un engaño, de una trampa, de una
farsa. Sus mismos subordinados asesinaron a su hijo
mintiéndole a su padre de que no había sido así, sino
por causas que desconozco. Y como les decía, me siento
más que identificado, solo que esta vez el que pagó las
cuentas fue mi padre, queriendo entregarme todo lo
que esté en sus manos, engriéndome y consintiéndome,
aun así la vida nos haya cobrado muy caro.

Una puerta más está frente a mí, con una


ventana a la altura de mi cabeza y desbloqueable,
únicamente, con un paso como el que me dio el padre
de Rudy. Quizá esta sea la última, quizá aún falten más
de 5 puertas por atravesar, mi futuro es tan incierto; sin
embargo, puedo aprovechar esa pequeña ventana que
me separa de este pasillo y la nueva habitación. Veo
algo aún más increíble, como si no fuera suficiente,
dentro de esta nueva sala hay una nave espacial de gran

46
tamaño, tal cual fuera una película de ciencia ficción.
Desbloqueo la puerta con el pase especial, y ni bien doy
un paso hacia adentro de la habitación nueva, la tierra
empieza a temblar, como si se tratara de un terremoto,
un movimiento sísmico muy frenético y atemorizante.
Sin embargo, todo estaba intacto, lo único que sufría
era yo, por el temor de un terremoto tan estruendoso.
A los segundos, escucho explosiones a lo lejos. Esto se
está saliendo mucho de control, explosiones y un
terremoto infernal, juntos solo pueden significar una
cosa.

Y se cumplieron las profecías, las trompetas sonaron,


el día del juicio final ha llegado, y la
paz en la tierra ha sido consumida en un
inmenso y denso agujero gravitacional de caos,
discordia y catástrofe, maremotos y huracanes;
jinetes sin cabeza y treinta arrepentimientos;
anuncios del más allá y enigmas totales;
era un cándido destinado a desatar la furia de un
incomprendido celestial, su misión arrebatada
y una promesa de entrañas incumplida.

«La emoción más antigua y más intensa de la humanidad


es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los
miedos es el miedo a lo desconocido»
–H. P. Lovecraft

47
Corro rápidamente hacia la nave para mantenerme en
un lugar seguro ante tanto caos, pero no puedo, me
interrumpe unos brazos mecánicos muy extraños que
me dejan estático, no puedo moverme, qué me van
hacer ahora estas horribles máquinas… Resulta que me
llevan raudamente hacia a entrada de la nave,
automáticamente se abre, y las mismas máquinas me
equipan con un traje –¿espacial?– muy gordo y grande
para mi altura, aun así, me lleva automáticamente hasta
el asiento que da para la ventana frontal de la nave, y a
la fuerza me sienta en él, abrocha mi cinturón, y
empieza la cuenta regresiva de algo que no tengo
noción.
Son sesenta segundos, si he visto suficientes
películas hollywoodenses de ciencia ficción, esta nave
despegaría a no sé dónde diablos en medio minuto.
Perfecto, ahora por hacerle caso a un chico cualquiera,
me encuentro en una nave que me va a mandar al
espacio, soy tremendo… Además, ¿por qué empezó a
temblar el suelo así de la nada? ¿por qué sonaban tantas
explosiones de repente sin explicación alguna? Es que
no lo comprendo… O todo habrá sido obra del padre
de Rudy, puede ser que al, ingresar esa contraseña, haya
por mis propios medios activado un plan malévolo de
aquel sujeto para acabar con este planeta. Es que no me
lo puedo creer, nada de esto tiene sentido, no es posible
que la realidad se haya podido asemejar tanto a la
ficción. Mas no me queda duda que esta nota

48
responderá alguna de las dudas que me estoy
planteando.

«Sí estoy aquí leyendo estas notas, significa


que al fin he logrado mi objetivo, conseguí cumplir la
importantísima meta por la cual he luchado todo este
tiempo, y sí que me ha costado un inmenso esfuerzo y
días completos de pura realización de investigación
científica. Ha sido un arduo trabajo por varios años, he
tomado muchos riesgos y he cometido igual cantidad
de errores, este sacrificio ha de valer mucho la pena por
lo que estoy a punto de lograr. Reiné en la cúspide de
este planeta, sin que nadie supiera que lo hacía,
realmente. Y hoy, puedo tirar atrás este inútil mundo,
que solo me trajo tristeza desde el primer día que viví,
desde la muerte de mi padre. Déjenme aclarar, no los
culpo a ustedes, humanos; no son os responsables de lo
cruel e infame que el destino ha sido conmigo. Toda la
culpa a tiene este planeta, sé dentro de mí que un alma
o una desgraciada esencia así, y que está creada y aún
viva únicamente para complicarme la existencia. Ergo,
tengo que destruirla a toda costa. Y hoy hice realidad
mi más íntimo deseo, la destruí, hice que temblara, que
sufra y que se regocijara de puro dolor. Lamento
llevarme ustedes también con mis malévolos planes, sin
embargo, no pude salvarlos a todos…»

Todo cobra sentido ahora, al fin puedo


comprender con exactitud lo que le está ocurriendo
ahora mismo a todo el planeta Tierra. Tanto odio y

49
rencor guardado por tantos años en el corazón del
sujeto, causados por la pérdida muy temprana de su
padre, hizo que planeara liberarlos abruptamente
destruyendo este planeta por completo y a todo ser
vivo existente en él. Y para eso me han usado a mí,
Rudy, su hijo, como sabía muy bien que ni su padre ni
él se atreverían a subir a esta nave –ya que no irían
juntos, por lo que Rudy estaría en sus últimos minutos
de vida–, me usó a mí como un títere para comunicarle
la lamentable noticia a su padre, y que el mismo me
guíe los enormes recipientes, ingresara la contraseña
sagrada que liberaría el apocalipsis en a Tierra, y
despegara en esta nave especial, creo aún en prototipo,
hacia un lugar seguro; todo en agradecimiento por
cumplir sus más íntimos deseos. Quedan aún pocos
segundos para que la cuenta regresiva llegue a cero, y
no tengo más en que pensar que el estatus de mi padre.
Hasta el momento, luego de ser raptado por esos tipos
misteriosos, no supe nada más de su paradero, no sé si
estará aún vivo, que lo dudo ya que el fin del mundo
ha comenzado hace bastantes minutos, o y lo habrán
asesinado hace mucho tiempo, que quizá sea lo cierto
ya que recuerdo muy débilmente ese disparo que
recibió en la cabeza. Inclusive, podían solamente
haberme llevado a mí, y dejado a él desangrándose en
la camioneta destruida, probablemente en llamas,
mientras yo era llevado indiscriminadamente por estos
sujetos, hacia una misión que acabaría con la existencia
total de la vida que conocemos.

50
La imagen mental me aterroriza, verlo a él
desangrándose aún en la cabeza, abandonado a su
suerte en un precipicio, mientras la Tierra se va
destruyendo y consumiendo poco a poco. Rudy
también, pobre chico, no tuvo la culpa de tener un
padre tan amoroso y considerado, la envidia pudo
más… Y su padre, el mismo que me ayudó a finalizar
esta misión, que en pocas palabras me advirtió de lo
que se venía, me dio la oportunidad de ponerme a
merced del destino y el espacio exterior que decidieran
si viviría o no viviría… La humanidad sufriendo en
agonía, muriendo y padeciendo el plan malévolo del
padre de Rudy, justo o no, justificado de su parte o no;
ya no hay manera de regresar en el tiempo. Yo fui y soy
el verdugo de toda la humanidad, no sé si llegará a
sobrevivir algún humano, tampoco sé cómo es
exactamente el apocalipsis que ahora mismo sucede en
el exterior, solo sé que nada sé, y voy a quedar varado
en el espacio en esta nave que conocí hace unos
minutos.

51
CAPÍTULO 4: Una exploración tripulada

Y la nave va a despegar. La turbulencia


crecía cada vez más y los propulsores que me
impulsarían suenan como tormentas, anunciando mi
ida sin retorno hacia el espacio. Subo y subo, me elevo
cada vez más, viendo mediante la ventana frontal las
nubes que atravesaba mi nave, y el oscurecimiento del
cielo. El destino no me dio la oportunidad de saber lo
que ha ocurrido con mi padre, no saber qué le han
hecho, no poder despedirme de él, no haberle dicho
con certeza lo mucho que lo quiero y estimo, me duele
mucho no poder hacerlo. Pensar en eso mientras mi
nave sigue avanzando por el espacio, y pensar también
que jamás mis ojos verán de nuevo a un humano, ya
que probablemente, todos hayan muerto en el
apocalipsis que yo causé sin querer, no puedo
comprender cómo voy a reflexionar todo esto, o sea,
¡cómo supero el hecho de que he extinguido a toda la
humanidad! Y es más… ¡el planeta Tierra es inhabitable
para toda especie de vida! Madre santa, que
complicado.

La nave deja de avanzar, se queda estática,


y mi cuerpo experimenta por primera vez la gravedad
cero. A causa de esto, los cinturones que me tenían
apegado al asiento se aflojaron, y yo tuve la libertad de

52
hacer o que quisiese. Primero, me acerco más a la
ventana frontal para ver con mis ojos lo tan bello que
me contaban que era el cosmos, lo presencié en su
desnudez y beldad7, me enamoro de todos los cuerpos
celestes –algo de felicidad, en medio de tanta
melancolía–. Me han llevado a la fuerza dentro de esta
nave espacial, ni siquiera me han dejado ver lo que tenía
en su interior; ya que estoy libre y sin cinturones que
me apresen, vamos a echarle una mirada profunda.

Luego de explorar varios segundos por


toda la nave de un forma muy lenta y segura, encuentro
un depósito en el cual había una gran cantidad de
alimentos no perecibles, latas, envasados, congelados,
etc. Agarro una de las barras energéticas que estaban en
lo más alto del estante, y me la como. Tiene un buen
sabor, me gusta. Muy cerca a estos alimentos también
hay muchos libros científicos de astronomía, física y
aeronáutica; que son más que incomprensibles para mi
educación estándar, por lo que resultaría un gasto de
tiempo intentar leerlos. Además, deben ser
aburridísimos. También encuentro recursos de lo que
parece ser… ¿mantenimiento de la nave? No conozco
de artículos técnicos, y menos de una nave espacial. En
fin, objetos imprescindibles que no requieren mi

7
1. f. cult. Belleza o hermosura, especialmente de las personas y
más particularmente la de la mujer.

53
atención, por lo que seguiré explorando a ver que
encuentro…

Ya di unas cuantas vueltas, sin encontrar


nada interesante que no sean alimentos, libros o
cachivaches. Esperen…, miren lo que me encontré aquí,
un celular analógico, sorprendentemente de los más
antiguos; que tiene solo dos funciones activadas –
desbloqueadas, las demás eran inaccesibles–, el servicio
de mensajería y un único contacto de llamada de
nombre Rudy. Los demás contactos eran nombres al
azar puestos después de la misma palabra, ‘Agente’.

Muchas cosas puedo concluir de este


hallazgo. Permítanme recorrer una vez más la nave
para ver si encuentro algo más que sea de suma
importancia en entender al cien por cien lo que
tramaba el padre de Rudy.

No halle nada más –sí juguetes, revistas de


todo tipo–, así de importante como este celular
analógico, por lo que sigo con mis pensamientos.

Me sorprende mucho que su padre haya


sido tan, pero tan considerado con su hijo, que quería
comunicarse con él, aun así, toda la humanidad a
excepción de él se haya extinto. Sí solo tiene
desbloqueado todo servicio de mensajería y llamadas
para el contacto Rudy, su hijo, es evidente que él se iba
a salvar, pero, ¿de qué manera? ¿acaso había una

54
segunda nave aún en construcción? ¿aún no estaba listo
el segundo traje espacial? O sí lo estaba, pero no tuve la
oportunidad de probarlo. En toda la nave hay un único
asiento, por lo que se me hace difícil creer que viajaran
juntos. ¿A dónde planeaban ir? ¿Su hijo también habrá
tenido otro celular? Probablemente sí, no creo que su
nombre en este celular sea una manera del padre de
Rudy para torturare a sí mismo todo el tiempo.

Todas estas incongruencias tienen muy


dolida mi cabeza, creo que han sido muchas nociones
que mi cerebro ha tenido que procesar, no he dormido
en todo el día, creo, que aún sigue siendo el mismo día,
o capaz han pasado dos, ya nada tiene sentido. Creo que
me merezco un descanso, en medio de tanta agonía,
intentar dormir y descansar mi cuerpo, que ha sufrido
mucho estrés por la sucesión de hechos tan veloz que
he padecido. Flotando por la nave, haciendo las
mímicas de nadar para impulsarme, llego hasta el único
asiento que tiene la nave, vuelvo a meterme dentro de
los cinturones, para no destrozarme la cabeza en caso
de que la nave sufra imperfecciones.

Observo el cosmos, escucho el silencio, y


mi mente descansa, reposa después de tanta acción.
Lentamente, cierro mis ojos, intentando dormir un
poco, recuperarme; lo consigo, al fin momentos de paz
han llegado a este pobre joven.

55
Flotando como una estrella en el vacío infinito del
espacio, nuestro joven aventurero cobró su merecido
descanso. Triste como aquellos tiempos de
Nietzsche, melancólico como los poemas de César
Vallejo, añora la memoria de su padre, culpable
o no, brotan flores de alegría en las entrañas
de su congénito.
¡Aaah! Santo… ¿qué fue ese sonido? Están
sonando alarmas, qué ha pasado con la nave por amor
de… No… Hay demasiados asteroides, es como, ¡un
cinturón de asteroides! Demonios, uno de estos
asteroides debió chocar con la nave, y lo peor es que
ahora está navegando con mucha velocidad, los
propulsores están a máxima potencia… No puedo salir
de estos malditos cinturones, ahora que le habrán
hecho a mi nave, ojalá no choque otra vez más y pueda
hacer algo para ponerla a resguardo. ¡Pero cómo! Ni
siquiera hay un tipo de timón en este panel, solo
muchos botones y palancas sin ningún tipo de
explicación, ¿cómo diantres se supone que pueda
manejar la nave con tantos inputs que a simple vista no
se puede saber de qué funcionan? ¿Dónde hay un
manual de instrucciones? Esto es desesperante, y que
estresante esta maldita alarma…

Y otro asteroide chocó mi nave, ha dejado


muy dañada el cristal protector frontal, un rasguño
más y se parte por completo, la alarma sigue sonando
con mucha braveza, la nave empieza a moverse de una

56
manera errática, más asteroides empiezan a golpear mi
nave, Dios, no…

Contando lentamente; uno, dos y tres, ellos caían a


derrumbar la magnífica fortaleza de Vxxxxxx. Humos y
fuegos expulsaba en medio de tanto dolor.
El destino del ‘protegido’ cambiaría de rumbo
a un mundo inexplorado y fantástico, brindándole
la oportunidad mística, hecha de pergaminos y
cuentos de hadas. Esta aventura está recién comenzando,
el caudal del río místico aún no ha llegado a
su tope, tiene más frutos que entregar.

Grato sea el ‘protegido’. Bendito sea él, que


admirable es, por exceso, su grandeza y fortaleza.
Laureado por su nobleza y persistencia,
este divino ser aclama a los siete universos gratitud
infinita. Cumple tu promesa, aventurero…

57
CAPÍTULO 5: Nuevo hogar

Me despierto, algo lastimado por el choque


de asteroides a mi nave espacial, dentro de esta misma
pero hecha pedazos, evidentemente imposible de poder
despegar de nuevo. Salí lo más rápido que pude de mis
cinturones, que estaban algo dañados y rotos por el
impacto. Caminé por hasta la puerta de la nave
espacial, y salí de ella. Me encontré en medio de un
planeta, un planeta que mayormente era celeste, tenía
muchos cráteres y montes a mi alrededor, volviéndolo
una escenografía de película de ciencia ficción. Como
es razonable, mi traje espacial no iba a durarme toda la
vida, el oxígeno cada minuto se estaría agotando, y mis
chances de seguir vivo disminuirían más y más, por lo
que me fijé en todos los lados del traje que llevaba
puesto si, en un lugar podía conocer que cantidad de
suministro de oxígeno aún tenía, y justamente, tenía
más de 20 minutos de oxígeno, 20 minutos de vida –
por si el aire de este planeta es tóxico para un humano
como yo–.

Mientras exploro y camino por este


inhóspito planeta, veo una inmensa cantidad de
deformaciones en el suelo que me permiten ocultarme
en caso de que encuentre a un ser extraterrestre, y me
mate o me torture, no sé qué maltratos podría hacerme

58
un ser el cual yo no he visto jamás y él tampoco a mí.
Qué tecnología ellos habrán adquirido hasta el día de
hoy, ¿serán mucho más avanzados que nosotros? ¿hasta
qué nivel pueden haber llegado? Me da mucho miedo
de solo pensarlo, si serán tan agresivos o no, qué
incertidumbre…

Ya han pasado unos cuantos minutos, y la


situación era la misma, solo veo suelo celeste y muchos
montes y cráteres que no me daban información nueva,
solo más paisaje tétrico. Detrás de una de las grandes
piedras, ¡no!, me encontrado con un ser extraterrestre,
muy alto, por cierto, llevaba unas prendas que no le
cubrían el cuerpo por completo, el cual era de un color
lila, digamos… Un lila francés, se parece mucho a ese
color. Además de sus harapos de aventurero, tenía
placas de metal –¿será?– encima de sus hombros, sus
rodillas, y la zona de los oblicuos. ¡Wow! También
tiene a la parte derecha de su cadera un arma afilado
que, a la vista no llego a reconocer que tipo de arma es,
parece ser un sable, pero hay como dos, y son muy
gruesos. Extraño. Otro detalle, es que lleva su cara
pintada de violeta, con unos patrones identificables,
como si fueran pintas características de tribus… ¿Acaso
habrá más? Bueno, lo único que me resta es seguir
explorando para ver si encuentro a alguno más.

Se aleja a lo lejos, usando una fina lanza


para cazar bichos que caminaban por el suelo de este
planeta, de seguro para comerlos después. Aprovecho

59
esta oportunidad para seguir con mi camino, e intentar
salvar mi vida ante la cuenta regresiva del suministro
de oxígeno. Camino fresco, mirando para los lados, en
línea recta hacia lo que me depare el destino, y justo…
El extraterrestre raro se detuvo, se quedó quieto varios
segundos al igual que yo, y volteó hacia mí corriendo
despavoridamente, sacando su extraña arma al
momento. ¡Demonios! A correr y a correr, este tipo
solo se le ve con intenciones de matarme, ¡Aaaahh!

Genial, una caverna, quizá pueda perderlo


en medio de tantos túneles o separaciones, o también,
acorralarme y morir en sus manos lilas. Pues, sí es una
caverna muy bonita, aunque tenga que correr todo el
tiempo y no pueda estar fijándome en detalles, se ve
que es muy linda y preciosa, ¡uff, casi me da con su
arma! ¡Apúrate y sigue corriendo hombre!

Entré en uno de las varias entradas que


había por toda la caverna, intentando despistarlo y
hacer que se pierda; sin embargo, él era aún más audaz
y mis intentos por marearlo no funcionaron para nada.
Solo corría y corría, y malgastaba mi tiempo, los
minutos disponibles de oxígeno se me acababan. Algo
que me sorprende de esta caverna, es lo tan profunda
que es, siento como si ya hubiera bajado más de 20
metros en ella y aún no haber llegado a su límite más
bajo. Sigo y sigo bajando, hasta lo más hondo de la
caverna, parecía interminable, pero está más que claro,
que en un momento no podría bajar más, y no tendría

60
alguna oportunidad de sobrevivir en las manos de este
agresivo ser, ¡que no dejaba de seguirme! ¡quería
matarme a toda costa!

Un momento, ya ha dejado de perseguirme,


se detuvo al fin, creo que ya no tiene muchas ganas de
seguir persiguiéndome y gastar su tiempo en matar a
un debilucho ser como yo. Y pues, se fue sin más, sin
mencionar una palabra, hizo media vuelta hacia atrás,
y regresó por donde vino. Le doy una ojeada a mi traje
espacial, y este decía que me quedaban exactamente
diez minutos de oxígeno, impresionante en un
principio, pensé que en la persecución habían pasado
muchos minutos más, fue tan intenso que sentía que los
minutos pasaban volando a la velocidad de un
metrónomo a 50 ppm. En fin, los diez minutos que me
quedaban, difícilmente me alcanzarían para poder salir
de la caverna, ya habiendo esperado lo suficiente para
no encontrarme de nuevo con el ser extraño, y escapar
de este lugar; por lo que la decisión más inteligente
sería seguir investigando esta caverna, capaz me
encuentro algo más interesante, porque a simple vista,
todavía hay mucho por que bajar.

Pues, dicho y hecho, la caverna aún es


mucho más profunda de lo que yo podía pensar, ¿acaso
existe una cueva tan honda en la Tierra? O bueno, lo
que fue la Tierra en vida, que ahora ya está destruida
por completo gracias a mí. Ahora los detalles relucen
más que antes, puedo respirar y observar con

61
detenimiento la gran belleza que lleva esta caverna, tan
bien formada, estructurada con una paleta diversa de
colores relucientes y fosforescentes, paredes y suelos
cristalinos a donde vaya, un espectáculo digno de un
ser que pudo sobrevivir al juicio final. Ya me
imaginaba aquel día que estaba recostado en el asiento
trasero de la camioneta de mi padre, me llevará a un
lugar psicodélico lleno de gemas y minerales, donde
nos volveremos ricos y podremos gozar la vida que
siempre quisimos, luego de que el destino nos la
arrebatara de nuestras manos, mi sorpresa sería fingida,
pero a la vez tan real, por imaginármelo antes pero no
saber que de verdad se iba a volver realidad. Soy
consciente de que me quedan muy pocos minutos de
oxígeno, y de vida, empero, mis ojos morirán felices
luego de ver tanta majestuosidad junta.

No parece que haya algo más interesante


que la caverna misma, ya voy unos cuantos minutos
bajando y explorando, sin embargo, no encuentro nada
aún que despierte mi atención… Vamos a voltear por
aquí a ver si hay algo más, y… ¡Aaaah! Hay otro tipo de
estos seres extraterrestres raros de color lila, ¡vamos a
correeer! No, no… También están detrás de mí, y no es
solo uno, son varios de ellos, estoy acabado,
definitivamente acabado… ¡Ay! ¡Me están
amordazando con dos sogas a mis costados, no dejan
que me mueva! Que hacen con esa pistola apuntándola
a mi cabeza, ¿me están escaneando? Qué hacen conmigo

62
insensibles, ojalá no me estén lavando el cerebro. Un
momento, ¿qué hacen con esa máquina rara que tiene
cables mirando hacia mí? Me lo van a poner… ¡No, no
y no! Se los suplico… Click.

Madre mía, despierto de mi estado de


inconciencia luego de unos minutos, creo yo, ya
desamarrado, y estos seres extraterrestres raros siguen
junto a mí, observándome sin decirme nada…

–¡Por favor! No me vayan a hacer daño ni nada por el


estilo, se los suplico, ¡déjenme en paz! –dije
entrecortado y casi llorando – No me maten ni me
hagan su esclavo, libérenme, por favor…
–No tengas miedo, humano –me habló en mi idioma.
–¿Ah? Un momento, ¿han entendido lo que he dicho?,
y más aún, ¿pueden hablar el mismo idioma que yo?
¡Quééé! –exclamé atónito.
–El núcleo –lo señaló–. El núcleo en tu pecho permite
que nosotros dos podamos comunicarnos.
–Que yo pueda hablarte en tu idioma –mencionó otro
de los extraterrestres.
–Y yo también –finalizó el más flacucho de todos.
–Me-me… –me quedé sin palabras–, o sea, me han
implantado esta máquina en mi pecho para poder
comunicarnos… ¡Genial, magnífico! –grité con ironía–
¿Ahora que me van a hacer? ¿Matarme aún y escuchar
mis lamentos y remordimientos?
–No. –sentenció uno de ellos.

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–Nosotros somos pacíficos. Somos una tribu pacífica,
no hacemos daños a extraterrestres como tú, humano.
–¿Cómo pretendo creerles?
–¿Ves las pintas que tenemos en nuestras caras? Son las
características de la tribu Arx, la más pacífica, y… –dio
un respiro–, la menos poderosa de todas.
–Lamentablemente –habló algo triste otro de ellos.
–Y uno de ustedes que me perseguía para matarme,
¿por qué llevaba pintura violeta en su rostro?
–Deducción, humano.
–Es otra tribu de las 3 que existen en este planeta, si te
refieres a pintas violetas, entonces ese de nosotros
pertenecía la tribu de los Verp. Como ya lo viviste, de
los más violentos y poderosos, justamente, somos
enemigos de ellos.
–Pero ellos no lo saben.
–Porque nosotros tenemos un tratado de No Agresión
y No Invasión, pero en secreto estamos planeando una
gran emboscada para derrocarlos del trono en el que
están, y ocupar nosotros su lugar –finalizó el líder de
la banda, al parecer.
–Entiendo… Hace unos minutos él se detuvo, dejó de
perseguirme y dio vuelta atrás.
–Exacto, quizá en ese momento ya hayas estado dentro
de nuestro límite, territorio de los Arx.
–Más arriba es territorio neutro, cualquiera puede
andar y matar a su placer –añadió el flacuchento.

64
–Entonces… Dentro de este hostil planeta, con ustedes
es el único lugar en el que me pueda reconfortar y vivir,
¿cierto?
–Exacto.
–Nosotros somo así. Premiamos y cuidamos con
mucha dedicación por los foráneos como tú, en pocas
palabras, inclinación. Y es porque lo queremos, ya que
una tradición de mucho tiempo ha transformado
nuestra genética, en una solidaria y empática.
–Muy bien… –me paré–, pero tenemos un problema.
–¿Cuál es, humano? –dijo y me fijé en mi suministro de
oxígeno.
–Hmm… Como veo aquí, me quedan menos de 3
minutos de oxígeno, no sé qué han hecho conmigo al
ponerme ese tipo de pistola en la cabeza, pero yo
necesito de, ¡oxígeno! –lo grafiqué con mis manos (?)–
Y no creo, que ustedes tengan ese elemento químico
aquí en su planeta, o algo parecido, ¿o sí?
–No. Jamás hemos oído acerca de lo que llamas
oxígeno, pero tenemos equipado nosotros una jeringa
con una sustancia que te mantendrá dos semanas
habilitado para respirar en nuestro planeta –empezó a
buscarla en su maleta.
–¡Hey, hey! Un momento… ¿Ustedes creen que voy a
permitir que me inyecten su droga? Quizá no será
barata y es buena, ¡pero no me drogo! Así que se joden…
–Un momento, humano. Es por tu bien, estimo que
debes tener un minuto y medio de oxígeno, si no

65
colaboras con nosotros, puedes experimentar graves
consecuencias –y la sacó de su maleta–. No te
preocupes por su apariencia. Justamente, es así para que
no sufras daño alguno al inyectártela.
–Me cuesta confiar en lo que tienes en tu mano…
–Créame, solo sentirá escalofríos por todo su cuerpo,
al pasar lo segundos, volverá a la normalidad y podrá
hasta ir desnudo por todo el planeta. Escaneamos todo
su organismo por medio de su cerebro, y nuestra
atmósfera no dañará ninguna parte de su cuerpo.
–Vale… –revisé una vez más mi suministro–,
demonios, me quedan 50 segundos…
–Quédese quieto y le vamos a inyectar la jeringa para
que pueda vivir tranquilo en nuestro planeta. No
podremos brindarlo oxígeno a menos que vayamos a
su planeta.
–Vale –lo detuve un momento con mis manos–, me
voy a quedar quieto, voy a confiar en ustedes…
–Genial, permítame su brazo, por favor –alcé mi brazo
hacia él–, quieto… –me inyectó su droga, me sentí
desvanecido por unos segundos, pero luego me
recuperé.
–Uff…, sí que está buena su droga, debería llevármela a
la Tierra… Mentira, mentira, no hagan caso a las
cojudeces que digo. Entonces, ahora se supone que ya
puedo respirar en su planeta, ¿no?

66
–Usted mismo lo ha dicho, puede quitarse todo el traje
que lleva encima si lo desea, no sufrirá ningún daño ni
necesitará el oxígeno que nos menciona.
–Perfecto… ¡Ojo!, ¡ojo!, ¡estoy jugándome la vida por
ustedes! Como me hayan mentido y jugado conmigo,
les caerá un mal terrible.
–Sáquese el casco.
–Verá que podrá respirar normal –agregó una señal de
visto bueno con su mano.
–Muy bien… –acerco despacio mis manos hacia el
casco, trato unos segundos de poder separarlo de mi
traje espacial, lo consigo, y lentamente, me lo retiro–
Bien, ¿estoy con el casco fuera? Sigo vivo aún, ¿verdad?
–Sí, humano.
–Voy a abrir los ojos… –los abrí– ¡Hola, de nuevo!
–Sigue usted vivo, y respirando con normalidad,
¿cierto?
–Sí –una sonrisa se dibujó en mi rostro, y empecé a
tocarme todo el cuerpo en busca de confort–, genial,
genial. ¡Gracias por no haberme mentido! Bueno, por
lo menos estaré aliviado por las siguientes dos semanas.
–Está en lo cierto, prontamente a su día límite le
informaremos para que vuelva a inyectarse nuestra
droga, a menos que usted lleve la cuenta y nos avise con
mayor anterioridad.
–Prefiero hacerlo eso por mi cuenta –solté unas risitas–
, pues, ¿ahora a dónde vamos a ir? Me mata la duda,
llegué a este planeta hace menos de una hora.

67
–Vamos a llevarte a nuestra metrópolis, para
proporcionarte prendas más adecuadas y cómodas.
–También una residencia en la cual puedas vivir
confortablemente, y pases a partir de hoy tus días de
vida en él, y nuestro planeta –habló el líder de ellos–.
Bienvenido –me extendió la mano.
–Gracias por la bienvenida –le devolví el gesto
estrechando su larga mano.

Resulta, que me he encontrado con los seres


más amigable de este hostil planeta… Tuve la
grandísima suerte de llegar a este lugar, porque, si no,
podía sufrir la muerte en manos de ese… ¿Verp?, o
morir por la falta de oxígeno. Aunque me ha costado
mucho confiar en ellos, era eso o la muerte, no me
queda de otra. ¡Y qué milagro! Puedo respirar y vivir
en este planeta si estar con una máscara o suministro
de oxígeno, y parece que estos tipos también me van a
proteger como su tesoro más preciado… ¿Habrán más
de mi raza en este planeta? No, imposible, me dijeron
que jamás en su vida habían oído el término «oxígeno»,
y también que era el primer humano que había
aterrizado en sus tierras… ¿Sí? Ya ni recuerdo bien las
cosas, esta droga que me dieron para sobrevivir no me
tiene tan bien… Ya me iré acustum… ¡Digo!,
acostumbrándome. Ay.

68
CAPÍTULO 6: La gran metrópolis

Seguimos bajando aún, me han dicho que


los acompañe, para que vayamos a su metrópolis, sin
embargo, no comprendo como dentro de una caverna
–además, tan profunda– puede haber una megaciudad
tan, pero tan grande, que pueda ser considerada la
metrópolis de una civilización extraterrestre como esta.
Y justo, en un momento se pararon, al frente de una
pared común y corriente cualquiera de la caverna. No
se mueven, están murmurando entre ellos… ¿qué
estarán planeando?

–Humano –se dirigió a mí repentinamente–, vas a


tener que atravesar la pared que está frente a nosotros.
–Mira nada más, ¿atravesar una pared? ¡Qué clase de
mundo es este! –alcé las manos extrañado.
–Tenemos un lugar muy importante detrás de esta
pared. Primero pasaran mis amigos, luego tú conmigo
–uno a uno pasaba la pared, la atravesaban como si
nada.
–¿Quéééééé? –exclamé.
–Vamos. Acompáñeme, vamos a atravesar juntos la
pared.
–Siendo ahora que todo este tiempo ustedes, más de
engañarme, me han estado vacilando, eh –reí

69
reservadamente–. ¿Cómo pretendes que pueda
atravesar esa pared?
–Necesitas hacerlo, no quise decírtelo tan rápido, pero
hemos instaurado una metrópolis detrás de esta pared
de la caverna, en realidad, no es una pared, solo un
holograma que comparte todo su estado físico, a
excepción del de la materia, en sí –tragó saliva–, puedes
atravesarla y estar en medio de ella.
–Okey, okey… Vamos los dos a la vez, ¿cierto?
–Sí –me estiró su brazo.
–Hmm, creo que, mejor, sin andar de las manitos,
¿vale?
–Como digas –bajó su brazo.
–Vamos a la cuenta de 3 –el único Arx que quedaba
asintió con su cabeza–. Tres, dos, uno…

Avanzo lentamente hacia esa misteriosa


pared de esta caverna –posiblemente, la más profunda
que un humano haya podido entrar– fijándome a la
vez, si el líder de los Arx lo estaba haciendo junto a mí,
como nosotros dos quedamos en primer lugar, y sí lo
hacía. A punto de chocar con la pared, cerré mis ojos y
dejé mi destino en las manos del líder, paso por paso,
con mucha cautela, al fin llego a la dichosa pared, y
para mi sorpresa, resulta que pude hacerlo, ya que no
sentí en todo mi camino que me haya chocado la cabeza
con algo. Abrí los ojos, y ante mí, estuvo una escena de
película difícil de creer… Una estación de trenes muy

70
lujosa y llena de muchos Arx caminando y
conversando. Sí, acabo de aterrizar en un planeta
inhóspito y hostil, donde un ser extraterrestre muy
violento intentó matarme, y luego, bajando hasta lo
más hondo de la caverna más profunda, encuentro
estación de trenes llena de vida y seres amigables.
Increíble, ¿verdad? No me lo digan, ya tengo que
empezar a creérmelo, porque esta ahora es mi realidad.
A partir de hoy, me he involucrado en una nueva
cosmovisión, un nuevo mundo y universo; todos los
aprendizajes que había conseguido en la Tierra se han
esfumado por completo y ha tenido que dar lugar a un
nuevo conjunto finito de nuevas enseñanzas que
definirán los estándares de esta nueva etapa de mi vida.
Ni siquiera conozco realmente como es la vida aquí en
este planeta, solo conozco una estación de tren de todo
el territorio el clan Arx, no sé nada de nada. Y voy a
tener que aprender tanto, olvidar tanto y
acostumbrarme de nuevo… No sé a dónde me llevarán,
si los edificios serán como los típicos rascacielos
cuadrados de Nueva York, o serán esferas pequeñas en
las cuales, dentro de ellas haya todo un mundo inmenso
por explorar y conocer.

Desconozco si mi mente podrá superar este


gigantesco cambio en mi vida, si podré salir adelante y
encontrarle un nuevo sentido a mi vida, nuevas metas,
nuevos objetivos, nuevos motivos por los cuales seguir

71
luchando, y no acompañar a mi padre donde sea que
esté ahora.

Avanzamos hasta el filo del único lado de


la estación de trenes, todos los Arx que me
acompañaron se quedaron quietos, y también lo hago,
supongo que estaban esperando a que el tren –si será
tren en primer lugar– llegará a nuestra estación. Me
ubico entre todos ellos, previniendo que un Arx
despiadado me quisiera hacer daño por, ser distinto. ¿Si
se siente muy raro? ¿quién diría que algún día el único
humano sería la raza diferente de un planeta? Como si
fuera su mascota, como si yo fuera el perro o gato de
ellos, y me luzcan con mucho orgullo. ¿Me verán como
un ser inferior en inteligencia? ¿Así igual como hemos
visto todos nosotros los humanos a los animales? No lo
sé, y no lo sabré hasta preguntarlo.

Vamos a preguntarle si es que… Y ahí viene


el tren, genial. Por lo visto, no es un tren, o un medio
de transporte tan extravagante que se diferencie tanto
de un tren, mas bien, se ve tan idéntico a esos trenes
bala que había en Japón, la misma forma tienen los
vagones, no se diferencian. Ojalá no sea tan rápido y
poco digerible, que acabo de estrellar una nave espacial
en su planeta. Y las puertas se abrieron hacia los
costados, y dejaron el camino libre para que podamos
entrar en el tren bala –parece ser–. Sin embargo, mi
sorpresa fue muy grata al ver que todos los Arx que
esperaban delante de mí y detrás de mí para ingresar

72
por la puerta, formaron una larga línea en el medio
para dejar salir por los costados que dejaban libre paso,
a los que estaban dentro del tren. ¡Wow! Una elegancia
y respeto digno de admirar… Uno a uno pasaba en fila
india, y luego nos tocó a nosotros, y entramos muy
ordenadamente en el tren bala, uno de nosotros se
sentó, y los demás nos tuvimos que quedar parados,
caballero nomás como dicen… Un momento, ¿dónde
he visto esto antes? No lo recuerdo… ¿Ustedes sí?

Lo que sí me ha extrañado en demasía, fue


que la gran mayoría de los Arx que caminaban por mi
costado, notaban mi presencia o me miraban, actuaban
de la manera más normal, como si fuera uno más de
ellos. Eso sí, había uno de ellos que se sorprendía al
verme, y se quedaba mirándome. No tengo idea de
porqué, quizá porque soy tan guapo.

Ahora que estoy al interior de este ‘tren


bala’, me suena muy similar a los típicos trenes que
había en mi país, y en todo lo que fue el planeta Tierra.
Barandas y los típicos asientos a sus costados, una voz
que anuncia momentos antes de llegar a la estación,
publicidad que no comprendo, y una ilustración que
grafica las…, hmm…, 36 estaciones, escritas con una
lengua que jamás descifraré si no me la enseñan. Todo
el interior del tren estaba hecho con un material muy
liso, completamente de un rojo vivo, muy elegante en
su diseño y material, era todo un placer de ver. Y el
tren sí que era muy rápido, alcanzaba velocidades que

73
solo podía ver en los trenes bala que hubo en su
momento en Japón, de esos que veía mucho en la
televisión, o mis compañeros de trabajo me
comentaban hace años.

Algo más para comentar… hay muchos de


estos Arx que se visten de maneras muy similares, pero
a la vez muy distintas a otros… Es decir, ¿recuerdan la
descripción que les di del Verp que me persiguió? Pues
hay al fondo del tren, hacia la izquierda, un grupo de
puros Arx que tienen ropas muy parecidas al de ese
tipo. Quizá, serán unos aventureros o exploradores,
cuál puede ser su profesión, parece que únicamente
llevan esos trajes para su trabajo de vida. Otro de los
Arx que veo que tienen un patrón en su vestimenta, son
los que llevan un traje completo muy similar al militar
de nosotros. Práctico para el camuflaje y resistencia.
Son como militares, hasta tienen un casco en la cabeza,
como si fueran a enfrentarse en una guerra con uno de
las otras dos tribus que dicen haber en este planeta.
Pero, ¿guerra?, ¿acaso no dijeron que iban a preparar
una emboscada contra los Verp?, ¿mencionaron algo
acerca de la tercera tribu? Me parece que no, quizá si
tengan una guerra, pero con esa tribu que en mi mente
no está muy bien grabado su nombre. Y así hay muchos
más que andan vestidos iguales, como si hubiera
únicamente unas pocas profesiones y si eliges una, te
designan una vestimenta que debes ponerte y lucirla
para siempre. Sí es así como lo pienso, compadezco a

74
todos ellos por andar sumidos ante los estándares que
los grandes les imponen… Sin embargo, puede ser que
sea una tradición de cientos de años y se haya
convertido ya en costumbre, todos de acuerdo.

Pasamos ya la tercera estación, por una de


las ventanas veía los paisajes de puras rocas que nos
rodeaban por completo, y a los Arx entrar y salir muy
ordenadamente del tren para mantener el orden en su
sociedad… Realmente, esperaba poder salir de este
lugar subterráneo para dejar de solo ver piedras,
piedras que ya he visto iguales en mi planeta Tierra, y
admirar la gran metrópolis de este ser extraterrestre
evolucionado que me ha tratado y recibió tan bien en
estas pocas horas, durante mi estadía en este misterioso
planeta.

Casi cayendo en el sueño, uno de ellos me


hace señales, intentando llamar mi atención, fijo mi
mirada hacia él y me implora que tome su asiento,
porque me veía muy agotado y sin fuerzas para seguir
parado. Yo accedo, él se levanta y yo me siento. Muy
cómodo el asiento era, se nota fácilmente que estamos
todos disfrutando de un servicio de primera clase.

–Humano –el líder de los Arx que me acompañaban se


dirigió a mí.
–¿Sí? –respondí, y con la cabeza lista para uno de los
interrogatorios más largos de mi vida.

75
–Me da mucha curiosidad, y creo que puedo hablar por
todos, saber cómo tú, el primer humano que ha pisado
nuestro planeta, ha llegado a nosotros.
–¡Ha de ser sido una gran hazaña para su raza! –
mencionó el más flaco de todos, y el más parlanchín.
–¿Están listos para un relato de más de veinte minutos?
–Claro que sí. Si has sido lo suficientemente curioso
para ver cuántos vagones tiene esta estación de trenes,
aún nos faltan como 25. Si te señalaría cuál es, sería
inútil, ya que no recordarías cuál es por estar escrita en
nuestra lengua.
–Bueeeno… –solté una risita–, ojo, podría ser muy
joven y todo, ser el primer humano que ustedes ven en
sus vidas; ahora que me lo pienso, ¿cómo saben que mi
raza es la de los humanos?
–Hay preguntas que ningún hombre jamás pudo
responder.
–¿Puedo pretender responderla con la ayuda de
ustedes? –pregunté buscando una explicación.
–Lo siento, pero no puedo responderle a su pregunta.
–¿En serio? –mostré mi gesto de inconformidad, el
líder movió su cabeza hacia un costado – Está bien, no
preguntaré más, vale.
–¿Qué tal si empiezan contándonos como ha sido tu
gran aventura?
–Muy bien. Aquí empiezo –miré hacia el techo del
tren, respiré profundo, y seguí–. Hasta hace unos días,
yo vivía una rutina que gobernaba mi vida, trabajar

76
entregando cartas, ¿servicio postal? Quizá lo conozcan
así. Y pues, tenía a mi padre vivo, y era el único familiar
con el cual vivía, justamente, era el jefe de mi trabajo.
Los dos trabajábamos juntos, pasamos todo el rato
juntos, muy entretenido. Resultó, que un día me dijo
que dejara todo, desempacara las maletas, y sin nada en
mis bolsillos o acompañara en una camioneta, que no
era suya, no supe jamás de dónde la sacó; y me llevó
hasta un lugar muy misterioso que ni quería contarme
de él, jamás supe nada, porque minutos antes de llegar,
desde no sé dónde le dispararon en la cabeza, el carro
se descarriló, y terminé cayendo hacia un precipicio,
inconsciente por el tremendo choque. Desperté de
repente, muy lastimado y dolido, amarrado de brazos
en una columna de fierro en medio de una habitación
oscura llena de cajas y envases, en medio de la nada.
Refiriéndome a que jamás supe qué era o dónde
quedaba ese lugar. Pues, hice mis mayores intentos para
escapar y…

Nuestro protegido ilustró de gran manera a


la tan humilde y afable tribu de los
Arx, transmitiendo a sus mentes cada detalle de su
llegada al planeta fantástico de sus sueños. Los
clamores de Rudy, el viaje astral hacia lo desconocido,
y más ha armado la coraza de su travesía.

–Interesante, muy interesante; humano.

77
–Hmm… Una pregunta –los demás fijaron otra vez su
mirada en mí–, ¿ahora qué van a hacer conmigo? Mi
nave ha quedado totalmente destruida en medio de la
superficie de este planeta, y el planeta del cual vengo
no existe más.
–Pues, en realidad… –pensó un poco– pensamos
llevarte a vivir a una de nuestras residencias dedicadas
plenamente a los foráneos que aterrizaron en nuestro
planeta, y pues, intentar brindarte a mejor estadía que
un humano como tú pudo tener antes.
–Aunque somos conscientes que jamás hemos tratado
con la raza de los humanos –agregó el parlanchín.
–Pero, vamos a dar nuestro mejor esfuerzo.
–Genial, me gusta mucho la idea, ya que si pretendo
vivir… Voy a quedarme aquí para siempre. ¿Creen que
me cueste acostumbrarme a la vida en su planeta? –
pregunté algo avergonzado.
–Desde luego. Tenemos un plan, llevarte los primeros
días, o semanas, lo que nos tome en realidad hacerlo;
por todas las zonas importantes de nuestra metrópolis,
explicarte en el proceso cómo funciona la vida aquí en
nuestro planeta y pues, esperar que logres comprender
y acostumbrarte. ¿Suena bien?
–Sí suena muy bien –habló uno de ellos.
–¡Suena más que bien! –habló otro de ellos.
–Espero que sea más que suficiente para honrar al
primer y último humano que pisó nuestras tierras –
sentenció el líder.

78
–Estoy muy seguro que su esfuerzo será enorme, pero…
–con mi codo le di unos toques–, yo soy el único
responsable de lo que pasa con mi vida y, que me
acostumbre a esta nueva forma de vivir…
–Confiamos en que lograrás superar este proceso.
–Espero que sí –agaché mi cabeza y la sostuve con mis
dos manos.

Me siento tan cansado y débil ahora


mismo, haber recordado y narrado los terribles sucesos
que he vivido en estos últimos días, lo tan intenso que
han sido. No he podido respirar tranquilo por unos
minutos, sabiendo que todo ha terminado y luego no
tengo que pasar horas y horas yendo de habitación en
habitación o de planeta en planeta. Aún sigo
preguntándome qué he hecho yo para ser el ‘elegido’
de este destino tan horripilante, por qué mi padre tuvo
que hacer lo que hizo y llevarme conmigo a un futuro
tan incierto y confuso. Lo peor es que hoy me he
quedado solo, ya ni solo tengo a mi padre conmigo,
hoy por sus malos actos yace muerto en medio del
infinito vacío…, consumado a polvo astral, perdido por
siempre, flotando por el infinito…

Aún recuerdo como era todo tan lindo


años atrás, cuando no trabajaba en la empresa de
entrega de cartas de mi padre, cuando aún éramos una
familia, los cuatro. Recuerdo muy bien los ‘cooking
days’, todos los sábados de todos los años, desde que

79
tuve 14. Cocinábamos cualquier postre o bizcocho que
se nos ocurriera. Bocaditos de todo tipo, galletas,
helados, pyes, bollos, etc. Era muy simple, horas antes
de que llegara el lonche 8 , nos poníamos buscar en
distintos recetarios que mi madre compraba cuando
iba a trabajar, y elegíamos entre los cuatro, cuál receta
de todas íbamos a preparar ese día. Claro, para evitar
los empates, al azar elegíamos quién se retiraba, y
dejaba elegir al grupo impar tranquilo. A veces cuando
no encontrábamos algo muy interesante para debatir
en los recetarios, buscábamos en Internet y
encontrábamos muy buenos postres, y buenas recetas,
que terminábamos preparando. Eran momentos
preciosos de convivencia con mi madre,
congeniábamos tan bien y nos sentíamos tan felices por
como teníamos tiempo de calidad, en medio de tantos
días de puro trabajo para ella, al igual que mi padre.
Aunque, no siempre lo que cocinábamos terminaba
bien, siempre quedaba en mi mente grabada como una
grata memoria, difícil de desechar.

No queda más tiempo para lamentarse, lo


que pasó, pasó; y nadie me lo va a devolver por más
que mueva galaxias enteras a su placer, nunca la vida
como la conocí volverá a mí, nada será igual de nuevo,
ahora mi realidad son los Arx, su forma de vivir, su
cosmovisión, este nuevo planeta que no sé cómo
funciona en realidad, y toda una nueva fauna y flora
8
1. m. Ec., Guat., Méx., Nic. y Pan. Comida ligera al mediodía.

80
que no conozco lo mínimo de ella. Cada día será de
sorpresas y muchos aprendizajes, siento en mi interior
que me tomará muchos años poder vivir tranquilo en
este planeta, y no ponerme a pensar un solo día que el
sentido de esta vida no fue distinto antes, o mejor.

Algo más acerca de estos Arx que me


gustaría saber, es que relación tienen con las demás
tribus, o las otras dos tribus que ellos me han
mencionado anteriormente, capaz hay muchas más y
aún no me las han introducido… Escucharemos, pues.

–Tengo una duda más.


–¿Cuál es tu nueva duda, humano?
–En realidad, cuántas tribus son ustedes, me han
mencionado dos, los Verp y…
–Los Clyen –mencionó el parlanchín.
–Exacto, esos dos –tragué saliva–. Sin embargo, ¿esos
son todos? O sea, puede haber muchas más tribus de
ustedes, que ni siquiera conozcan, además, ¿cómo se
llama su raza? –hice un gesto de duda– Nosotros somos
los humanos; en realidad, el único humano que queda
porque, mi planeta se ha desvanecido por completo y
no queda ninguno más.
–Sí, lo entendimos bien –me dio palmadas en mi
espalda–. Parece que ahora nos toca contarte acerca de
nosotros, ¿no? –volteó a mirar a sus compañeros– Aquí
empezamos, en primer lugar, nosotros somos los
Orlux, nuestra raza se llama así, por lo que, por más

81
que veas a un Verp, un Arx, o un Clyen; todos en unión
somos una sola raza llamada Orlux. Lo volvemos a
explicar con mayor detenimiento, desde tiempos
inmemorables, han existido las únicas tres tribus que
han subsistido en las lares de nuestro planeta, primero
tenemos a los Verp.
–Los Verp, son la tribu de nuestra raza más agresiva, la
más peligrosa de todas, por así decirlo. Por más que no
tengan una evolución cultural o tecnológica de
maravilla, sus arsenales de armas y soldados
intimidaron a los demás Orlux a lo largo de las
generaciones, siempre encima de los demás, los más
poderosos por siempre –mencionó otro de ellos.
–Recuerda, humano. No importa tu inteligencia si
tienes mucha disciplina y frialdad.
–Desgraciadamente, para amigables seres como
nosotros –bajó su cabeza en son de decepción.
–Pero, por más que nosotros, los Arx, seamos a tribu
más débil de todas, en cuanto a poderío, estamos muy
orgullosos de haber realmente evolucionado en mente,
y permitir la convivencia amigable con las demás razas,
así adquiriendo lo mejor de su tecnología, mientras que
les devolvemos el favor con un trato excepcional. Ten
la idea mental de dos extremos, en un extremo están los
Verp, y en el opuesto estamos nosotros. Por supuesto,
has tenido la gran suerte de toparte con nosotros, la
tribu que no te va a matar por ser foráneo y encima, te
va a tratar y consentir como un rey.

82
–Es parte de nuestra política –guiñó uno de ellos.
–Sí, y como dije, nos sentimos muy orgullosos de que
sea parte de nosotros –miró fijamente al que lo dijo
mientras terminaba su frase–. Como decía, ya definidos
los dos extremos, nuestra historia ha preferido ubicar a
la tercera tribu en el medio de estos dos extremos, la
tribu Clyen. Es cierto que, evidentemente, no tenemos
pruebas fehacientes de que sea así, hay indicios que nos
han hecho pensar aquello. Por ejemplo, los pocos
foráneos que hemos conocido por espías que han
participado en elecciones gubernamentales, y algunos
más que hemos visto en la guerra.
–¿Una guerra? –pregunté.
–Sí, gracias a tu pregunta, puedo introducirme en la
nueva fase de mi descripción. Las relaciones políticas
que tenemos con las demás tribus…
–¿Política? ¡Acabo de sufrir la destrucción total de mi
planeta natal y me vas a hablar de política! Por favor…
–interrumpí agonizado al líder.
–Sé que pudiste haber tenido malos días, lo
comprendo, pero no vamos a entrar en muchas
especificaciones, solo te vamos a decir con cuál tribu
estamos peleados y con cuál no, fácil.
–¿Me lo prometes? Ahora no estoy con la cabeza para
soportar tanto monólogo aburrido…
–¡Hey! Tampoco soy tan aburrido al hablar, lo hago
bien –volteó su cabeza hacia al parlanchín–, lo hago
muy bien, ¿cierto?

83
–Sí, señor.
–¿Ves? De veras, no va a ser mucha información, solo
nos queremos evitar malentendidos que nos
perjudiquen en un futuro. Como digo, hay relaciones
políticas entre las tribus, para empezar, entre los Verp
y nosotros hay tratados de No Agresión y No Invasión,
el primero trata de que está totalmente prohibido
atacarnos entre tribus, y ninguno de nosotros puede
morir en manos del otro, nada de nada. Y pues, lo
segundo es lo que has vivido hace minutos, que un Verp
se haya detenido en nuestra línea limítrofe y no te
asesine, ya que no pueden invadir nuestras tierras ni
nosotros la suyas.
–¿Tanto me vas a contar? –mencioné con la voz
agotada.
–Solo escúchame, aunque nosotros tengamos esos
tratados burocráticos que no nos permitan atacarnos o
invadirnos, en secreto estamos planeando una
emboscada idónea que nos permita derrotarlos,
hacerles morder el polvo. ¿Y qué es de la última tribu?
La de los Clyen… Pues con ellos nos tenemos la vida
jurada. A lo largo de todos estos años ha surgido una
guerra inacabable entre los dos, que viene desde
nuestros antepasados, un odio inmenso que solo cesaría
con ver al otro fulminado. Aunque hoy por hoy, no
participamos en ninguna guerra, que no te extrañe que
mañana surja una nueva –susurraron entre ellos
palabras inteligibles, luego devolvió su mirada

84
hacia mí–. ¡Perfecto! Eso es todo lo que tenías que
conocer acerca de las tribus y sus relaciones políticas,
espero que lo recuerdes muy bien, porque si te topas
con uno de ellos, o causas confusiones, tu vida durará
muy poco aquí –me guiñó.
–Está bien… ¡Pregunto yo ahora!, ¿no me van a proteger
si se diese el caso? No creo que sus políticas permitan
abandonar a un foráneo a su suerte…
–Hmm, hay casos, y hay casos –me contestó el
parlanchín.
–Él te intenta decir que depende de qué tipo de actos
cometas, y cómo pueden influenciar en las demás
tribus, o encima en las nuestra. Puedes comportarte
como un patán terrible sin causa, y definitivamente, no
vamos a protegerte, porque, por más que les brindemos
la mayor atención, no vamos a criar aves de rapiña que
en un futuro se alimenten de nuestros cadáveres, somos
benevolentes, pero no idiotas.
–Sí, lo entiendo, pero… ¿Qué acaso ustedes saben lo que
son aves de rapiña? –pregunté confundido.
–El término de «aves de rapiña» al cual te estás
refiriendo, quizá tu intercomunicador, que es el núcleo
que tiene ahí en tu pecho –lo señaló, y bajé la mirada
para verlo–, traduzca la idea que te quiero expresar en
términos de tu lengua humana.
–O sea –acaricié mi barbilla–, a causa de este núcleo
que tengo en mi pecho, ni siquiera ustedes están

85
escuchando la palabra «rapiña», sino una especial que
tampoco conozco en su lenguaje…
–¡Qué insistencia en confundirnos! –se echó al
respaldar del asiento.
–¿Saben qué? –agité mi cabeza de costado a costado,
suspiré– Olvidemos el tema de las palabras que jamás
nos vamos a entender así…
–Tienes razón, humano.
–Mmm… –me incliné para ver en qué estación
estábamos– Alguien me podría –entrecerré los ojos–
ayudar para saber cuántas estacione nos faltan –miré a
cada uno.
–Déjame echarle un ojo –habló el líder de ellos–,
vamos a ver… Pues aún faltan como 17 estaciones, es
mucho sabes, entre estación y estación trascurren cerca
de minuto y medio, así que… deberíamos estar en
nuestro destino dentro de media hora, un poquito más.
–Uff… ¡Porque tiene que demorar tanto! –me deslicé
por el asiento, a punto de caerme al suelo–, si no les
importa, voy a dormir un rato, me despiertan cuando
estemos a punto de llegar, ¿vale? –Lo que tú digas,
descansa lo que desees, cuando lleguemos te vamos a
instalar en una residencia como te lo hemos dicho –
giró hacia su izquierda y empezó a hablar con sus Arx,
sin que yo pudiera entenderlos.

Y así, termina nuestra conversación, aún


cansado y abrumado por el hecho de esperar tanto para

86
llegar a nuestro destino, uso el respaldar del asiento
como una almohada, para intentar dormir en él, y
reposar. Es una misión muy complicada, el típico
sonido que hacen los trenes balas como estos, los demás
Arx conversando entre sí, todo ese bullicio, por más
que sea muy ligero y ordenado, no me deja descansar
como tanto quisiera en este momento…

Por más que no signifique algo bueno en


estos momentos, me recuerda mucho este ambiente al
mismo que yo sentía años atrás. Esas veces cuando
regresaba, muy pequeño, o ya grande, de visita al
trabajo de mi mamá. No nos trasladábamos en un tren
bala, pero sí en un tren eléctrico, rápido y eficiente sin
envidiarle nada al anterior mencionado. Volviendo al
tema de mi madre, su trabajo terminaba muy tarde, a
altas horas de la noche como a las 8:30 pm. Yo esperaba
en la sala de estar de su oficina de trabajo, o en otras
ocasiones la acompañaba unas horas en su lugar de
trabajo, y luego me regresaba a la sala de espera ya que
su jefe se molestaba por mi presencia, decía que se
distraía mucho y no trabajaba como debía ser. Un
papanatas, eso es lo que es.

Apuntaba el horario al 9; el minutero, al 12;


y el tren eléctrico que nos llevaría de regreso a casa
llegaba a la estación. Con mucha gente alrededor que
también haría lo mismo, luchábamos por entrar y
conseguir una estadía cómoda, o en los mejores casos,
asientos que nos permitan descansar luego de nuestra

87
larga jornada. Evidentemente, yo era el indicado de
hacernos nuestro espacio dentro del tren, moviéndome
escurridizamente entre las personas que se encontraban
dentro del tren, empujando a algunos que quieran
ganarme el lugar cómodo, o literalmente volando hacia
los asientos libres; cada día que subíamos al tren en
hora punta era una aventura distinta a la anterior.

Lo daría todo por tener a mi costado, en


este momento, a mi madre. Si tan solo existiera la
oportunidad de regresar en el tiempo, volver al pasado
y no cometer los errores que me llevaron a este punto
de mi existencia, que todo vuelva a hacer una maravilla,
como siempre debió ser. Sin embargo, pido mucho y
merezco tan poco; por más que este rodeado de seres
extraterrestres con una tecnología muy avanzada, veo
muy poco probable que, en su poder, tengan una
máquina del tiempo que me permita regresar a mis
dulces 17 o 16 años. Asimismo, veo muy improbable
que me atreva a usarla, o sea, añoro con mucho
sentimiento aquellos días en los que éramos una
familia, todos juntos disfrutábamos la vida… Pero, una
voz mía en lo más profundo de mi ser, recordaría la
promesa que yo hice hace mucho tiempo, junto a mi
hoy difunto padre, de jamás rendirme y quedarme en
el pasado, avanzando firme hacia el éxito. Madurar, así
en una palabra clave. Estoy muy seguro que eso es lo
que quisiera mi madre, y mi hermana menor también,
si tuviera la misma edad que yo. Y ahora, en otro

88
planeta, en otro futuro, en otro sentido de vida, seguir
para adelante con mi vida seguro significará lo
suficiente para alcanzar esa madurez, esa madurez la
cual mi madre tanto ha anhelado que consiguiera.
Claramente, he dado, doy y daré todo de mí para poder
conseguirlo, para dibujar una sonrisa en las mujeres
más importantes de mi vida.

Me preguntó si conoceré en este mundo a


alguien tan importante como han llegado a ser mis
familiares, o la rude gyal que significó mi gran
compañera de aventuras y amores… ¿Será acaso fácil
relacionarse con estos Orlux? Son una raza totalmente
distinta a la humana, supongo eso, aunque me han
tratado muy bien los primero que he conocido. ¿Me
enamoraré otra vez? ¿Sentiré en mi corazón lo tan lindo
que es el amor con una Orlux? He visto unas cuantas,
pero por su apariencia casi antropomórfica, color lila
francés, y lo seco que se llega a ver su piel, no sentí
atracción por ninguna de ellas… Es decir, pueden haber
caminado frente a mí Orlux bellísimas,
automáticamente envidiadas por todos los hombres de
este tren, pero tampoco sé cuáles son los cánones de
belleza de esta sociedad, ni sé si hay, es todo tan confuso
y extraño. Por lo menos espero hacer buenos amigos
acá, y hasta buenas amigas, para no caer en la
desgarradora soledad y en una contundente depresión.
No saben cómo me va a costar no ser besado más por
chicas simpáticas…

89
CAPÍTULO 7: La belleza de la naturaleza

Despierto, siendo sacudido por el líder, le


digo que se detenga y me menciona que ya estamos a
dos estacione de llegar a nuestro destino. Sí, conseguí
dormir. Todos seguían en su misma posición, no había
sorpresas de ningún tipo, solo ahora debía estar muy
atento al momento que ellos me dijeran para bajar del
tren… Y no dormirme.

Llegamos a la estación, uno de los Arx que


nos acompañaban se dirigían hacia los costados de la
puerta de vagón, los demás lo hicieron, como también
el líder, al cual seguí hasta salir del vagón. Por un
costado de la puerta, y dejando el espacio libre a los
demás Arx que entraran por el medio, caminamos por
la estación del tren, esta vez, con el bellísimo paisaje de
la metrópolis. Cómo describirlo… Una ciudad repleta
de rascacielos, unos más grandes que otros, otros más
anchos que otros, pero siempre de la misma tonalidad
de colores, de azules. Hay de colores rojizos y verdes,
pero en su mayoría es una ciudad llena de edificios
azules. Entre los edificios, están las calles, repletas de
Arx caminando, yendo en grupo mayormente, otros
pocos solos. Las veredas –si se llamarán así aquí–
estaban siempre adornadas por árboles muy largos y
delgados, que tienen copas muy largas, repleto de hojas

90
de colores morados. Por lo menos en lo que puedo
apreciar, con una gran cantidad de automóviles yendo
de un lado al otro de la ciudad, muy similares a los que
teníamos en nuestro planeta, con la única diferencia
que tenían una acentuada deformación en la cima de
los autos, que los volvían muy excéntricos a la vista de
un humano como yo.

Un detalle más, posiblemente el más


importante de todos, es que había sitios muy grandes
flotando encima de la ciudad. Para ilustrarlo, eran
como pociones que llevan en su interior una plantación
inmensa de fauna, muy extraña y que no llego a
reconocer, pero sí las divisiones interiores que hay
dentro de esos grandes contenedores. Y así hay varios
a lo largo del cielo de la metrópolis, con todo tipo de
plantas, todo tipo de suelo y distintas cantidades de
divisiones en su interior. Era una maravilla digna de
libros o series futurísticas, lo que cualquier mente loca
científica hubiese querido lograr en su momento, o en
un futuro próximo. Le expresé mi asombro ante tal
majestuosidad de los cielos, y el me respondió que todo
foráneo que llegaba por primera vez a su metrópolis, se
sorprendía enormemente, por esas edificaciones

91
flotantes. Me dijo también que en realidad se llama así,
matraz9 de florecimiento.

Bajamos por las escaleras, directo a la


entrada –y salida– general de la estación de trenes,
como siempre, una zona dedicada al ingreso, y otra a la
salida. Por primera vez, pisé el verdadero suelo de la
metrópolis Arx, una ciudad paradisiaca con bellas
plantas y ciudades, por segundos, una emoción
incontrolable invadió todo mi cuerpo, causando en mí
una sonrisa de oreja a oreja. Como así caminaban
muchos Arx con sus respectivas vestimentas, también
lo hacían otros seres extraterrestres de todo tamaño,
color y forma; en el ambiente reinaba una sensación de
armonía, de calma y de orden. Si fuera escritor, este
planeta sería el ideal para mis novelas de fantasía.

Ellos caminan delante y detrás de mí, pero,


como siempre, el líder dirige a sus demás
acompañantes, y a mí. Se le ve muy seguro, muy
decidido de hacia dónde me va a llevar, no menciona
ni una sola palabra, él camina firme hacia mi
residencia, hacia mi nuevo hogar en este planeta, ¿cuál
será? ¿cómo será? ¿realmente será cómodo para un
humano como yo? Me responderé esas dudas cuando al
fin llegue a mi dichoso nuevo hogar…

9
1. m. Vaso de vidrio o de cristal, de forma generalmente esférica
y terminado en un tubo estrecho y recto, que se empela en
laboratorios químicos.

92
No pensé que tendría más sorpresas
visuales en este recorrido hacia mi nueva casa. ¡Qué
bellísimo es el jardín por el cual estamos caminando! A
principios se ve que es un enorme jardín, de enormes
extensiones. El portón por el cuál entramos, está hecho
de un material finísimo que está ornamentado con una
larga fila de arbustos y flores muy exóticas, de colores
verde pastel, con una fina desviación a la malaquita10, y
adornada por los costados con otros arbustos muy
extraños, de color rojo vivo y de la altura de los Arx
que viven aquí. Al entrar, nos da la bienvenida,
colgantes de espinas por el gran pasaje que hay en el
centro de este jardín, con un suelo de un material muy
similar al mármol que hubo en el planeta Tierra,
además, grandes parcelas de hojas decorativas que
forman figuras de ángeles o seres mitológicos, pienso
yo, que jamás los he visto en mi vida… Más allá del
jardín había inmensos terrenos llenos de flores
elegantísimas y árboles cortos con una copa muy ancha,
que le da volumen al jardín. Y así era el resto del jardín,
un festín esplendoroso lleno de flores exóticas, arbustos
decorativos, y árboles dominantes por su característico
alto volumen, todo estaba detalladamente cuidado para
que, en la armonía de una ciudad urbana y sólida, se
vea ornamentada, gracias a la maravilla de la hermosa
naturaleza que tiene este planeta. Y yo que pensaba que

10
1. f. Mineral de carbonato de cobre, de color verde, susceptible
de pulimenta

93
este planeta era un lugar muy seco, inhóspito y hostil,
lleno de piedras y tierra seca, un hogar de muertos
vivientes. Pero no, me equivoqué totalmente, en lo más
lejano del planeta, habitaba una civilización tan
consistente y amigable como los Arx, con sitios tan
bellos como este inmenso jardín. Que grata sorpresa.

Estamos recorriendo toda la extensión de


este magnífico jardín, a lo largo de este pasaje que
recorre dos extremos de todo el jardín, y eso que es
bastante, sin embargo, el cansancio desapareció de mí
al presenciar esta majestuosidad. Ya estamos llegando
al final del jardín, estamos pasando debajo de unos
conservadores de botánica, se ven muchas hierbas en
macetas puetas encima de rejillas, una encima de otra,
acinando en lugar de muchas plantas exóticas. Al salir
de este cúmulo de flora, y con la gran iluminación del
sol que contrajo mi pupila por unos segundos, me deja
ver el gran condominio el cual, de seguro, me voy a
hospedar. Me preguntaron si me gustaba el lugar que
veía frente a mis ojos, y me dijeron luego que yo viviré
aquí, a partir de ahora, a menos que en un futuro
consiga una casa propia y decida mudarme. La
residencia tiene de nombre «Durlendhen», ellos me
dieron entender que así es, por más que en el lenguaje
que estaba escrito no lo puedo entender. También me
mencionan que esta residencia es una de las más lujosas
de sus tierras, dedicadas a foráneos como yo, así que va

94
ser normal que me encuentre con todo tipo de seres
extraterrestres raros y peculiares, que no tema.

–¿Emocionado por tu nuevo hogar? –me preguntó el


líder de ellos.
–Pues sí, estoy muy emocionado, sobre todo por tener
frente mío un jardín tan magnífico, así jamás me
cansaré de mirar por la ventana el bello paisaje que…
–Por algo esta residencia significa la más lujosa de
todas, no cualquiera puede tener un jardín botánico
inmenso al lado de su casa –me interrumpió.
–¡Claro! –di vueltas con las manos en el cielo– O sea,
esta vida es súper envidiable, quién no quisiera vivir
aquí cuando acabas de llegar a este planeta…
–¿Te mudarás? –llamó a un Arx que llevaba a su
alrededor varias bebidas, este le lanzó una botella– El
vicio de la estética puede volverte loco –la destapó y
tomó de ella–. Tengo amigos que han sufrido
alteraciones así en su estado psicológico, que se
volvieron locos. En serio
–Por ejemplo, cómo no recordar el caso del director
Jurk, un hombre estrella en las noticias, que vergüenza,
ay –mencionó uno de ellos.
–Por favor, que el humano lleva aquí solo un día,
¡déjale respirar! –le exclamó.
–Vale, vale, me da curiosidad y todo saber qué ha
pasado con ese tal Jurk, pero ahora mismo, lo que más
deseo, es descansar o dormir, ya que estamos al frente

95
de esta residencia lujosa y todas las flores que quieran
tirarle, ¿puedo ir a mi apartamento? –levanté mi brazo
en dirección al condominio.
–Sí, desde luego que sí, ven y acompáñame.

El líder de los Arx que me acompañan, me


hicieron entrar dentro de condominio, pasando un
gran portón y revisiones de varios agentes de seguridad
–ni mi presencia sintieron, más rudos–, ya adentro,
caminamos por las calles que separaban los grandes
edificios de los otros, me manifestaban que cada uno de
ellos se le ha designado una letra, que empieza desde el
primer edificio que se ve en la izquierda, y va hacia la
derecha, avanzando de fila en fila de edificios. A mí me
tocaba la letra «N», que era la letra más acorde a las
preferencias de los seres como mi raza, la humana. En
esta letra también habitaban muchos seres
extraterrestres de otros planetas y otras galaxias, sin
embargo, ellos han hecho su mejor esfuerzo para
designar un estándar en todo el edificio de comodidad,
acorde a la similitud de una gran cantidad de seres en
el Universo. Parece ser que dentro de ese grupo estoy
yo, la raza humana –el único que queda de ella–.

Entramos entonces al edificio. Ellos me


imploraron que me sentara en uno de los sofás que
había al lado de la recepción, yo accedí, puesto que
estaba muy cansado –sí, volvió–. Dos Arx se sentaron
en otros sofás cerca de mí, mientras los demás del

96
grupo conversaban con la, ¿recepcionista? Firmando o
haciendo trámites para que yo pueda hospedarme en
una de estas habitaciones.

Y, a todo esto, ¿a ustedes no les ha dado


hambre o sed? Porque a mí sí, ya empiezo a sentir
mucha hambre, sed; necesito alimentarme muy bien
con algo de una vez, sino voy a deshidratarme y
enfermarme. Fíjate, si me enfermo aquí, ¿cómo me
tratarán? ¿cómo funcionará el sistema de salud en este
planeta? ¿volveré a contagiarme de algún virus del
planeta Tierra? Quizá ahora tenga la gripe conmigo,
pero en un estado nulo, sin afección hacia mí… No lo
sabrán tratar, sin embargo, eso significa que este
planeta también tenga sus virus y bacterias los cuales
jamás un humano como yo, a lo largo de la evolución
ha ingresado en su interior, nunca un humano ha
generado anticuerpos o inmunizado ante estos virus o
bacterias… ¿Y si me contagio de uno de esos?
Sentenciaría mi día de muerte, si no, ojalá el sistema de
salud sea tan eficiente como nunca lo ha sido en toda
la extensión de lo que fue la Tierra, y que haya
privilegios para foráneos como yo, por supuesto, sería
espectacular.

Pregunto por algo para comer o para beber,


y ellos me devuelven la pregunta así: «¿Crees que
tengamos un alimento que tu cuerpo pueda soportar?».
En cierta parte tiene razón, porque nada que he visto
con anterioridad en mi vida en la Tierra, existe aquí, a

97
menos que ellos tengan suministros de agua, la cual me
vendría muy bien ahora. Luego de unos minutos, una
Arx vestida muy atrevidamente me trajo una larga
botella de agua, guiñándome antes de irse hacia no sé
dónde. Muy desconfiado, pregunté a los Arx que me
acompañaban en los sofás de los costados, y ellos me
reconfirmaron que lo que había dentro de la botella era
agua, y que podía tomarla toda sin temor a que me
pasara algo malo. Les hice caso, abrí la tapa de la
botella y me tomé un sorbo de la botella,
sorprendiéndome mucho, al enterarme de que sí era
agua, era agua natural que siempre tomaba en la Tierra,
pura, insípida y muy refrescante… Me siento tan
revitalizado en este momento, durante unos segundos
recargué completamente mi cuerpo de pies a cabeza,
mis energías llegaron hasta el tope, hasta 100.

Los Arx que estaban conversando y


pasándose papeles con la recepcionista, se acercan a mí
y me dicen que ya me han designado una habitación, y
que les siga para que me llevaran a ella. Los sigo a un
elevador, entramos en el elevador y subimos varios
pisos, si mi cuenta no salió mal, subimos como 22 pisos,
exactamente mi habitación se encontraría en el piso 23,
el piso más alto en el cuál he vivido, y no creo que lo
vaya a superar en lo que resta de mi vida… Igual,
salimos del elevador y nos dirigimos a mi habitación,
un detalle, es que cada una de las habitaciones –o sea,
puertas–, están clasificadas por símbolos muy extraños

98
que no tenían ningún patrón en especial, parecían ser
lo que yo garabateaba con mi lápiz en mi cuaderno de
dibujos cuando estaba tan aburrido que no tenía otra
cosa mejor que hacer.

Al llegar a la puerta de mi habitación, se


pararon frente a ella y el líder extendió su mano, para
entregarme las llaves de mi habitación. Las agarré, me
fijé que detalles tenían y, justamente, estaba grabado el
mismo símbolo de mi habitación en una piedrecita de
las llaves. Resulta que este símbolo va a ser el que me
acompañará por estos años que vengan, y jamás deberé
olvidarme de él, porque si lo hago, me pierdo horrible
y jamás encuentro mi habitación de nuevo.

–Humano, ya con sus llaves, le dejamos en sus manos


una de las habitaciones de uno de los condominios para
foráneos más lujosos de nuestra metrópolis. Estamos
muy orgullosos de haberlo conocido, espero que su
estadía en nuestras tierras no tenga nada que envidiarle
a la suya en su planeta natal, y se sienta como en casa.
Es claro, que este proceso de acostumbramiento no va
a durar unos días, ni unos meses, sino mucho tiempo,
y para eso estamos nosotros, el grupo de guías de yo, el
líder segundo de la brigada Balcones, Kalinski. Así me
llamo, y cuando sea de suma necesidad, aprenderá
también los nombres de todo mi grupo de guías,
nosotros seis lo estaremos apoyando y aconsejado
durante sus primeros años en nuestro planeta, y así,
confiando en usted, esperemos que algún día pueda

99
volar libremente por nuestra metrópolis, sin que tenga
que consultarle sus dudas a uno de nuestros guías. Aquí,
o donde sea, siempre dispuestos hacia usted,
bienvenido a su hogar, venga –abrió su puerta y
extendió su brazo–, acompáñeme y le daremos
indicaciones para que disfrute su habitación como
nunca.

Un punto de guardado, un checkpoint, en su vida


se ha abierto una nueva etapa, una nueva era,
esta habitación significaría un reseteo en el sistema de
nuestro protegido, el cambio eterno, un viaje sin retorno.
Guiado por los astros benevolentes del Universo,
la comodidad de nuestro protagonista
aterrizaría dentro de muy poco tiempo en
las tierras místicas del destino.

100
CAPÍTULO 8: Sueño eterno

Al terminar con las indicaciones y las


explicaciones de parte de Kalinski, todos los Arx se
despiden de mí, y dejan mi habitación libre. Los
acompaño hasta la puerta que daba al pasillo de mi
piso, y me doy cuenta que solo un Arx de ellos se quedó
al lado de mi puerta, le consulto porqué y me dice que
estará aquí unas semanas para protegerme, en caso de
que alguien decida hacerme daño por ser nuevo –y me
ha dicho que ya ha pasado antes–.

Me despido otra vez de él, y entré a mi


habitación, cerrando la puerta con llave en el proceso.
Me dirijo hacia mi dormitorio, y con el cuerpo en off,
me dejo caer en mi cama, sintiendo un placer increíble
de comodidad… ¿Acaso no lo han experimentado
antes? Esos épicos momentos en los cuales, luego de
una jornada de muchas horas intensa, agotadora y
exhaustiva; al fin ven su fiel y leal cama después de
horas, y no pueden hacer algo más que no sea tirarse tal
cual muerto en la cama, y jamás levantarse por lo
cómodo y genial que se siente descansar, ¡al fin! No
saben cuánto esperaba hacer esto… Sin embargo, lo que
llevo encima no me deja descansar tan cómodo. ¿Un

101
traje espacial? No, voy a ver si en este ropero hay unos
trajes que se adecúen a mí.

Abro el ropero y encuentro una gran


variedad de trajes, por ejemplo, a la derecha máxima
hay un tipo de armadura, que se ve muy pesada porque
lleva metales que brillan y, no se ve tan cómodo para
dormir. También hay unas bolsas, muy familiares, me
recuerdan a esas bolsas que contenían en su interior el
terno completo, desde pantalón hasta corbata. Y un
perchero –me extraña la gran similitud de los objetos
de este planeta con el mío–, por supuesto. Lo abro, y
efectivamente, dentro de ella había un traje muy
parecido a los ternos que muchas veces yo vestí para
ceremonias o eventos importantes, un clásico de
clásicos. Pero, no me lo iba a poner, uno, porque no es
cómodo, y dos, tengo que cuidarlo por si lo vaya a
necesitar en estos días.

Entre más vestimentas, que no eran acordes


para poder dormir cómodamente en esta cama –más
grande de lo normal–, encuentra una escondida en uno
de los cajones del ropero, que, ¡oh, sorpresa! Eran las
mismas prendas que llevaban el Verp que me persiguió
con intenciones de asesinarme, pero no llevaba esas
placas de metal, como si lo hacía ese tipo agresivo. ¡Aún
mejor! Totalmente ligero, y perfecto para dormir, ropa
casual, le llamaría yo.

102
Ya vestido y cambiado, ligero por dentro y
por fuera, ha llegado el momento más indicado y
correcto para poder dormir entre las gruesas sábanas
de esta gran cama. Eché para adelante las telas, me
acosté en el colchón y me abrigué hasta el cuello con
las sábanas, extendiendo mis brazos hacia los costados,
gemí complacido por la suavidad del colchón, y me
quedé quieto como roca, con los ojos cerrados al fin
pudiendo descansar como era debido.

Parece ayer el día que aún no me enteraba


que el planeta Tierra se esfumaría por completo y
tendría que iniciar una nueva vida en otro planeta,
¡prácticamente en otra galaxia! Y con una nueva raza
extraterrestre a mi alrededor… Diablos, si fue ayer que
pasó todo esto.

Parece que fuera ayer, hace menos de dos


días, que aún estaba junto a mi padre, escuchando sus
loquerías, y entregando cartas para su negocio –o
nuestro–, mientras progresábamos en la vida sin
sentido o rumbo alguno. Aun cuando sentíamos que
manteníamos en pie la promesa que le hicimos a mi
madre y mi hermana menor, cuando aún bicicleteaba
alrededor de todo Vieja Carolina… Alto y Bajo Hurán,
Galves, Aguas Mansas, y mi querida y natal Kurt, las
extraño tanto, que lastimosamente, jamás las tendré de
vuelta conmigo. Surgió un secuestro, nunca supe que
ocurrió realmente con mi padre, y el hijo de un mayor
oficial con serios sueños de escapar del planeta en busca

103
de nuevos rumbos por el Universo… Ay, Rudy, tú no
tuviste la culpa de tener un padre tan amable, que te
quiera y consienta tanto, a pesar de ser un dictador
desalmado que actuó de tal manera, que hizo que sus
súbditos fueran capaces de matarte, dejarte en un saco
de papas a punto de morir, mientras agonizabas y te
desangrabas… Tú último aliento lo usaste en salvarme
a mí, para cumplir tu último deseo, y el de tu padre.
Escapar, destruir y extinguir mi planeta Tierra, como
lo extraño.

Jamás supe cuál era el destino de estos dos


tipos tan peculiares, si este planeta, si otro planeta, o si
dejar sus vidas en las manos del destino, y que este
decida al azar a dónde llegarían –o si jamás llegarían–.
¡Y qué suerte! Luego de sufrir un grave desperfecto con
mi nave espacial, a tal punto de quedar inconsciente
por un choque de asteroides, y que estos mismos
destruyeran mi nave espacial. Y aterricé de suerte, en
un planeta que, si bien es cierto, en un principio me
imaginé el peor panorama posible para mí, gracias a ese
maniaco Verp que me persiguió por toda una caverna
para asesinarme, caí en las mejores manos, en las manos
de unos amigables y solidarios Arx, que, sin duda, han
sido la mejor elección que no elegí.

Y ahora, en tan poco tiempo, me encuentro


echado en una cama, una cama tan similar a la de mi
planeta Tierra, en medio de un planeta totalmente
nuevo, jamás visto antes, de seguro, por ningún

104
astrónomo o observador amateur. ¿Qué será de mí el
día de mañana? ¿Exploraré junto a mis guías la
metrópolis de los Arx? ¿Me darán clases de nociones
básicas Orlux? Ni idea, lo que menos puedo hacer
ahora es pensar en una rutina, todos los días, dentro de
un lapso de tiempo muy extenso, serán llenos de
sorpresas, jamás sabré que me tocará hacer mañana, lo
único que sí sé, y conozco muy bien, como que soy el
hijo que le hizo una promesa a su querida madre, es que
mi nueva casa es este apartamento, mi nuevo hogar…
Uff, ya me estoy encariñando con este sitio.

Será mejor que, aunque sea día o noche, no


tengo ni idea de cómo funciona el tiempo aquí,
duerma, cierre mis ojos e intente dormir, así esperar
hasta que uno de ellos me despierte o yo lo haga y
espere a la señal de mi nuevo día de aventuras. ¡Hasta
el próximo día!

105
9 AÑOS DESPUÉS…

106
CAPÍTULO 9: Los Balcones

Hoy es un nuevo día, pero es un día más


que tendré que seguir defendiendo a escudo y espada el
frente Arx-Clyen de los Balcones. Si se imaginaran, me
ha tocado una posición muy difícil dentro de esta
quinta cruzada, en el frente de batalla, la zona más
peligrosa de todas, con los Verp frente a nuestras
narices. No lo he pensado mucho, pero este colchón no
le tiene que envidiar nada a mi nuevo hogar, al cual me
mudé hace 3 años dejando mi antiguo condominio. Si
bien estoy durmiendo en medio de puras carpas, son
muy acogedoras, no por la misma carpa, sino por el
hecho del calor humano que hay aquí dentro, estamos
muy acinados junto a mis Arx amigos, pero eso
aclimata el lugar en medio de tanto frío.

Salgo de mi carpa, veo hacia los costados


como toda la superficie de mi planeta está repleta de
puras carpas, qué común, que rutinario, ya hasta me
cansa ver lo mismo cada día. Bueno, vamos a ver qué
traen de nuevo mis amigos de la vida.

–¡Humano! Al fin despiertas roca… –ironizó uno de


mis amigos.
–Ya sabes como soy, aún arrastro esa flojonería de mis
años más jóvenes, tú entiendes, la típica de los

107
adolescentes sin causa, que son unos mantenidos de
mier…
–Dale no te enojes, que necesito hablarte de algo
–¿Las nuevas?
–Las de aquella noche no, no te vayas a emocionar que
me refiero a otro asunto, loquillo –soltó risas mientras
meneaba el dedo de un lado a otro.
–Ah, ah, payaso te crees –dije muy serio–. Enfermo… –
nos reímos
–Ahora en serio, tengo que informarte acerca de la
última comunicación de nuestro líder.
–Qué ha dicho ahora… –agarré una de las bebidas que
había encima de la mesa y me la tomé.
–Escucha muy bien, nuestro líder de brigada nos ha
dicho que actuaríamos hoy, en el frente de batalla,
usando todas nuestras armas contra el frente de los
Verp que se encuentra en la zona sur de los Balcones.
Nos pasarían la voz por medio de un megáfono, así que
hay que estar muy atentos al aviso.
–¿Y atacamos por el Izcur o el Dreck? –pregunté.
–Atacamos por el Izcur, espías nuestros nos
informaron que el frente de Izcur está escaso de
recursos y municiones.
–Débil –enfaticé.
–Sí, nos va a convenir atacar y ganar terreno por el
Izcur, aunque perdamos la zona del Dreck, estamos
más cerca a los Verp y podemos infiltrarnos como

108
parásitos por todo su estúpido campo residencial,
sorprenderlos y ganar esta quinta cruzada… ¡Que por
mi madre que los desalmo a todos! –golpeó con furia
la mesa.
–Cálmate, loco –me miró a los ojos por unos segundos,
luego volteó su cabeza y se recostó en su asiento
–Que nos llamen ya por ese maldito megáfono, quiero
acabar con todos ya, desgraciados.
–Wow –le di un mordisco a un sándwich que traje de
mi carpa–, tú sí que eres muy intenso –le di otro
mordisco.
–Ni te imaginas, como me comportaría si tuviera un
Verp frente mío, discapacitado de pelear conmigo, y
una daga en mi mano…
–Te alocarías bien feo, ya lo sé, no me lo recuerdes… –
le interrumpí.
–Sí, que sí. Por cierto, cambiando de tema que esto me
estresa feo… ¿A ti te gusta tomar Julians? –me lanzó una
sorpresiva pregunta.
–Pues sí –agarré la lata de Julians y jugué con ella,
derramando un poco en el proceso–. Parece ser que a ti
no, ¿cierto?
–Bueno, no es que tampoco no me guste nada, pero la
mejor de todas, sin dudas, es la Orx. Ese sabor, esa
fuerza que te da cuanto pasa por tu garganta, ¡Uff! Una
locura…
–Pero la Julian es mejor, si sabes.

109
–¡Para nada hombre! Se nota que los humanos no
tienen tan buen gusto… –me reí un poco.
–¿Quieres que en plena guerra discutamos y
fundamentemos nuestros gustos de bebidas?
–Es un poco ridículo, ¿verdad? –preguntó mientras se
acariciaba la barbilla.
–Más que nunca, ¿y si ahora mismo suena el megáfono
que nos llama a la guerra? –me dejó sin respuesta por
varios segundos.
–Nada, no ha sonado el megáfono aún. No funcionó tu
táctica, ¿puedes esforzarte un poco más para que suene
de una vez? –entrelazó sus manos.
–Lo siento, no puedo hacer más –me levanté y caminé
a lo lejos de la mesa.

Mientras que me iba de la mesa en la cual estaba


sentada mi camarada de guerra, él me amenazaba con
una de las salientes que conocí meses anteriores en los
nightclubs, que muy bien él sabía que era una de mis
preferidas y jamás la dejaría ir. Ni le hice caso porque
jamás me la encontraré en un campo de batalla, y
menos los balcones, que le tiene miedo a los altos.

Caminé como de costumbre por toda la zona


residencial de guerra Arx-Clyen, relajado mientras veía
como otros Orlux que no conocía convivían entre sus
amigos o compañeros, como estaban solos durmiendo
en las mesas o leyendo libros, escribiendo cartas. Otros
realizaban juegos entre sí, como para volver amena la

110
difícil situación que nos está tocando vivir. Hay unos
muy poco que ya se encuentran preparados y armados,
equipados para en cualquier momento, correr al frente
de batalla y continuar con el ataque hacia los malditos
Verp. En fin, en cualquier momento sonaría la voz de
nuestro líder por el megáfono dándonos esos minutos
de preparación para luego ir con braveza al frente de
batalla.

Les comento, me estoy dirigiendo hacia el


comedor principal de esta zona residencial, para comer
un buen desayuno que me llene de energías para esta
nueva batalla que voy a tener en el frente, y aunque no
preparen tan bien aquí, me siento lleno y satisfecho al
terminar, como tiene que ser. ¡Hasta ya me hice amigo
de muchos de los cocineros! Aquí hay unos cuatro, tres
hombres y una mujer, a la cual según me han contado
uno amigos que tengo por aquí, le traigo loca. Ni idea
de que era tan atractivo para las Orlux. Dos de los
hombres son mis amigos, siempre voy con ellos a
comer de su sazón cuando necesite ponerme fuerte
como un toro, y siempre cumplen mis expectativas. Así
los tres, y desde luego, con la mujer Orlux que dicen,
está perpleja por mí linda carita; he tenido los mejores
tratos en este comedor que nadie me pudo dar aún
mejor. A veces, no siempre eso sí, prepara unos platos
bonísimos, que además de llenarme de energía, me
complace muy bien con sus exquisitos platos, si es que

111
ese día sus manos se han despertado muy bien… ¿Me
captan? Bien.

Por hoy, decidí irme con la chica la cual les


hablé tanto, para ver que desayuno tiene para mí.
Llegué a su despacho, nos saludamos con besos en las
mejillas, y me dijo que hoy me había preparado un puré
de mis corales preferidos, y una bebida exótica de las
que me nutren y me ponen como una bestia. Justo lo
que necesitaba, no sé cómo hace esta Orlux para saber
lo que necesito cada día, no lo comprendo aún, pero,
¡qué bien…!

Mientras como, converso con ella, hablamos lo


típico, cómo te sientes, te encuentras bien, ¿preparado
para la nueva batalla? Y así hasta entrar en detalles más
íntimos, que vergüenza. Termino mi desayuno, me
despido con ella como de costumbre, y vuelvo a mi
carpa, donde guardo mis armas y equipamiento. Y no
se imaginan, justo al regresar, suena en el megáfono, la
voz de nuestro líder anunciando que en unos minutos
tendremos que prepararnos todos para ir al frente de
batalla. Yo me equipé con las medidas necesarias de
seguridad, unas dagas y un fusil láser que me defienda
en caso pierda mi gran tanque, ya que yo pertenezco a
la infantería que ataca con las pesadas, las grandes que
dan más miedo que un dragón de tres cabezas. Así no
bromeamos, tampoco tanto, la de los Verp dan aún más
miedo, pero nosotros siempre con humildad
lucharemos y lucharemos hasta vencer en esta quinta

112
cruzada de los Balcones. Se hace tan interminable esta
guerra, ojalá que algún día acabe.

Las tropas de la bonanza, el futuro próspero se


enlistaban a la batalla eterna, inacabable y perenne.
Asaltos, jinetes y cometas suenan y
retumban en el campo de guerra, de sangre
inocente y culpable, no hay salvación divina alguna
ante los ojos de odio. Quien vence, subsiste
en el apocalíptico, y quien no, sufre las sentencias
de una confusa profecía.

Los Arx-Clyen nos encontramos en una


situación muy difícil, pensando que en el Izcur
encontraríamos y enfrentaríamos a un más débil frente
Verp, resulta que nos han estado esperando con sus
mejores y más nocivas armas. Simplemente, sus
cañones, tanques y etcétera; son demasiados poderosos
a comparación de los nuestros, han acabado ya con
todos nuestros hombres en pie, y solo quedamos los de
infantería pesada, defendiéndonos con todo lo que
podemos ante una inminente derrota. Escuché a uno de
mis aliados gritar retirada, retroceder y volver a base,
y no permitir que más de los nuestros murieran en las
manos de los Verp. Intenté salir de mi tanque con el
cual atacaba a los Verp, pero ellos mismos lo
destruyeron antes de que pudiera salir de él, por lo que
me quedo, ahora, atrapado entre los escombros de mi
tanque, sin poder regresar con los demás aliados míos.

113
Luego de varios minutos, puedo salir de los escombros
de mi tanque, y sin que ellos lo notaran, escapo
corriendo lo más rápido posible de ellos, para regresar
a la zona residencial y estar a salvo.

Burlándose de mí y jocosos, empiezan a disparar


cerca de mí con sus láseres y cargas de energía, sin
dejarme seguir avanzando hacia donde se encuentran
mis aliados. Siguen y siguen, yendo en otra dirección
que no es la correcta, parece ser, sí, me estoy dirigiendo
hacia los famosísimos Balcones, hacia los profundos
precipicios que caracterizan a este gran cañón. ¡Qué
suerte! Veo a lo lejos una aeroturbina que me puede
ayudar en mi camino a volver a las carpas, y una piedra
muy grande, el perfecto escenario para esconderme y
luego tomar la aeroturbina para huir.

Escondido en la gran piedra, en mis oídos


retumban los sonidos de láseres y balas disparándose,
cañones disparados al cielo, y muchos gritos de odio
que prefiero evitar prestarles tanta atención, son tan
estresantes que me ponen muy nervioso, no había
sentido estas emociones hace 9 años, para ser exactos…

Puedo subirme a la aeroturbina, y para mi


suerte, esta aún funciona bien, y arranca. Avanzo, pero
en medio de mi excesivo nerviosismo, voy en la
dirección contraria, hacia el frente de los Verp. Que
mal suertudo que soy… En fin, ¡estos tipos me
empiezan a disparar como locos! Gracias a mi

114
velocidad y a mis acrobáticos movimientos con la
aeroturbina, puedo esquivar los constantes ataques que
sufro debido a los Verp, hay como más de 10 tropas
Verp disparándome simultáneamente, sin embargo,
ninguno hasta ahora ha podido dar conmigo. Lo malo,
cada vez me obligan a acercarme mucho más al
precipicio, y ahora me encuentro justo en el filo de los
Balcones, a unos centímetros de caer al precipicio de
más de 20 metros de profundidad. ¡Noooo! Llegaron a
impactar con uno de sus cargas de energía en uno de
los motores de la aeroturbina, causar que se me vaya de
control y… Cayera al precipicio, pero antes, me pongo
este escudo que cubre todo mi cuerpo, no me daño,
muy bien… ¡Y ahora lo desactivo!

Auch, cómo han dolido estos últimos metros del


precipicio, me han dejado lastimado y con todas mis
prendas dañadas, perfecto, ahora sí podré fingir bien
mi muerte…

Ya pasaron unos cuantos minutos, ¿se habrán


ido ya? Voy a fijarme haciendo el menor movimiento
posible, y… ¡Si! ¡Bien! No parece haber nadie arriba de
mí, así que, me levantaré muy despacio, sin hacer
ningún ruido o llamar la atención y, buscaré si hay
alguna manera posible de salir de este precipicio.
Madre mía, que son como 20 metros, ¡cómo se supone
que voy a salir de este lugar! Creo que un buen primer
paso va a ser comunicarme con mi brigada por medio
de mi intercomunicador. A ver, llamando al líder.

115
Mmm… No responden, ¡diablos! Otra vez, otra vez…
¡Tampoco! Tengo que ser tan insistente o es que acaso
este dispositivo ya ha dejado de funcionar… Una
tercera vez. Sin respuesta. ¿Podrá ser a la cuarta vez?
Dime que sí, dime que sí… Nada de nada, no parece
que esto vaya a funcionar algún día, mejor sigo por las
mías y camino para encontrar una manera de salir de
este abismo.

Voy caminando un buen rato, y este lugar se ve


tan inhóspito e inerte como el primer día que descubrí
el paradero de este planeta, aterricé en él, y jamás volví
a ver la primera nave espacial que usé a mis 23 años.
Todo es tierra y roca. Y más tierra y roca, un
espectáculo brillante de la naturaleza de este planeta,
pero nada más que eso, al fin y al cabo. No tengo
ninguna esperanza de encontrar alguna manera de
poder subir, es decir, todo está súper empinado, esta es
una zona casi nunca visitada por los Orlux, y todo está
muerto acá bajo, seco y frío. Encima que estoy en un
campo de batalla de una guerra, ¡y cerca al frente Verp!
Si me viera un Orlux me mataría al enterarse que soy
parte del bando Arx-Clyen.

Sigo caminando, sigo sin encontrar nada, y ya


empiezo a tener sed. ¡Que malísimo momento para
tener sed cuerpo! A esperar, no me queda na… ¡Maldita
sea! Auch, con qué carajos me he tropezado ahora,
espera, no hay nada detrás de mí, ¿y por qué el suelo se
empieza a caer de pocos? Parece ser que este es un suelo

116
falso, que hay debajo de él, ¿una rampa? Ay, que acabo
de descubrir ahora, no comprendo…

Pisé y pisé el falso suelo y poco a poco se abrió


una rampa subterránea que lleva hasta lo más hondo
del subsuelo. Me parece una malísima idea bajar por
esta rampa, para que mi suerte corra por lo que me
encuentre aquí abajo, pero pensándolo bien, no tengo
una opción mejor, solo esperar a morir de hambre, o
que un Verp me vea y me asesine. A sufrir o morir,
prefiero probar suerte con lo que me vaya a encontrar
aquí abajo…

Ya bajé varios metros por la rampa, siempre con


mucha delicadeza para no caer rodando hasta donde
pudiese acabar esta pendiente, es que es tan profundo
que no llego aún a distinguir cuál es su final… De veras,
y me cuestiono también, ¿habrá algo? ¿realmente
encontraré algo excepcional al fondo de esta rampa? O
solo es alguien que, como yo, cayó en este precipicio,
sobrevivió y en su desenfreno decidió cavar y cavar
hasta yacer muerto en el fondo de su misma rampa.
Ojalá que no sea así, ¡por qué me sugestiono en los
momentos más difíciles! Odio esta parte de mí…

117
CAPÍTULO 10: La caverna del misterio

¡Genial! VEO UNA LUZ, quizá haya algo muy


importante al fondo de esta rampa, muy bien, despacio,
ve despacio, y… Listo, ya llegué, pisé suelo. Que ven
mis ojos, me encuentro en una caverna muy grande la
cual, tiene grabado en sus paredes símbolos muy
extraños, y también veo, ¡personas! Hay tres cosas, o
seres, ni sé que son en realidad, que están muy cerca a
algo que parece ser una estatua, no se mueve, pero ellos
tres sí… Sí, es una estatua, y por lo visto, de una Orlux
anciana, ¿qué hace algo como eso aquí oculto en una
caverna secreta? Ni idea. ¡Uy! Confirmo, hay tres seres
extraños que parecen estar venerando a esa estatua de
una anciana que desconozco.

Comprendiendo las cosas, pienso que es mejor


salir de este lugar, ya que no saben que he llegado,
escapar de aquí, pretender que jamás lo he visto y seguir
mi camino en la superficie, y no, no soy para nada
cobarde, solamente… Pienso bien las cosas, soy ídolo
del sigilo, no se alucinen cosas que no son en realidad…
¡Aaahhh! No, no, hice mucho ruido… Volteo y
encuentro a los tres tipos mirándome fijamente, sin
mover un solo dedo.

–¡Lo siento, lo siento! –exclamo mientras extiendo mi


brazo hacia ellos–, no los voy a molestar, ¿sí?, no vine

118
en son de pelea, hagamos que jamás los he visto y me
dejan ir, ¿va? –se acercaron un poco más– ¡Hey! No me
hagan nada por favor, se los juro, dejen…
–¡Humano! –me interrumpe uno de ellos, y me quedo
frío.
–Huma… ¿cómo conocen ustedes esa palabra?
¡Respóndanme! ¡Cómo saben ustedes que yo soy un
humano! –grité despavorido.
–Humano, ¡al fin has llegado! ¡Te hemos estado
esperando por mucho tiempo! Tantos años y al fin estás
aquí –mientras el del medio hablaba, los dos que
estaban a sus costados me alcanzaron una manta y un
caldo–. Hemos sido olvidados por tantos años,
viviendo en esta inmunda caverna, y al fin llegaste tú,
humano, ¡teníamos razón! –se acerca poco a poco.
–Gracias por la manta y…, la comida. ¿Pero me pueden
explicar que yo tengo que ver con ustedes? –pregunté
muy nervioso.
–Sí, sí, levántate y acompáñame –me extendió la mano,
y luego de unos segundos me ayudó a levantarme–. Hay
muchas cosas que tienes que saber, humano.
–Y va ser mejor que me as digan de una vez, ¡porque
estoy armado, ah! –grité a lo que llamaba su atención,
volteando hacia mí–. Se los advierto –dije y continué
siguiéndole.
–Ven, ven, humano –lo seguí y llegamos hasta la
estatua de la anciana.
–Ahora, ¿qué tiene que ver esta estatua?

119
–Ahora te lo contaré todo. Hace muchísimos años, una
anciana Orlux de la tribu madre, tuvo una visión, y nos
dio una de sus más intensas profecías, la cual era, a
causa de la eterna cooperación de los humanos a la raza
de los Orlux, el día que un humano, en este caso tú,
llegue a nuestro planeta y sepa la existencia de nuestra
raza, correrá una cuenta regresiva que al terminar,
significará la destrucción total de nuestros pueblos, y la
extinción definitiva de los Orlux. Ni yo, ni nadie de
ustedes jamás podrá saber la duración de esa cuenta
regresiva, cuando terminará, si durará minutos, años o
siglos, jamás lo sabremos. La profecía de una de las
videntes más conocidas de la tribu madre causó una
conmoción tremenda, una gran parte de la población
se enloqueció y complico el rumbo evolutivo de
nuestra raza, sin embargo, los altos mandos de la tribu
madre exiliaron a los Orlux que eran más fieles a las
palabras de la vidente mayor, quienes sí eran
conscientes de lo grave que se iba a poner la situación
si es que llegaba un humano a nuestras tierras, o incluso
muchos, y expandíamos su voz, por todos lados
corríamos la profecía, la verdad. Y jamás nos
escucharon. Tuvimos que todos los expulsados de la
tribu madre, y las posteriores tres tribus, ocultaron en
esta caverna secreta en el abismo de los Balcones, por
si no lo sabes, este gran cañón se llama Los Balcones.
¿Cuánto tiempo llevas en este planeta? –con esa
pregunta, sentí un terror inmenso por todo mi cuerpo,

120
y me quedé perplejo, al saber que llevaba casi una
década en este planeta.
–Ah-ah… Llevo 9 años –los tres se sorprendieron de
mis palabras, y se quedaron sin ellas.
–Nueve años, ¡eso es demasiado tiempo! Y aún no
ocurre la profecía, ¿será posible que esté a punto de
ocurrir o vaya a tardar mucho más de lo pensado? –
habló confuso y temeroso conmigo y con los que lo
acompañaban.
–Y justamente, la anciana que está en esta estatua… –
toqué la cabeza de la vidente.
–¡No la toques! –palmoteó mi mano.
–Bien, ya entendí, no hay porqué ser tan agresivos –
suspiré–. Como decía, la anciana que está
inmortalizada en esta estatua, es la vidente que profeso
su sentencia… Que cuando yo llegara, su raza se
extinguiría por completo, ¿cierto?
–Sí, la veneramos como a una diosa, porque de ella es
que aún vivimos, y jamás nos hemos dejado cegar por
los más poderosos Orlux, nos dijo la verdad, para
nunca morir en la mentira.
–No sé si creerles a ustedes… ¿Qué tan cierta puede ser
esta profecía? ¡Ya han pasado como 9 años y aún no ha
pasado nada! –caminé hacia el centro de la caverna.
–No vas a dejar que ellos te engañen, ¿cierto?
–¡Pero de qué me engañarían! No comprendo, y si es
así, ¿por qué no me contarían nada de eso a pesar de
haberme conocido por más de 9 años? Si saben que por

121
mi culpa su raza se va a extinguir… –subí mis manos a
mi cabeza, confuso.
–Ellos han hecho durante todos estos años todo lo
posible para poder acabar con esa profecía, que quede
olvidad por completo, borrada totalmente de la mente
de los Orlux, ya sean Verp, Arx, o Clyen. Sin embargo,
ellos dentro suyo saben muy bien que esta vidente ha
dicho la verdad, y sus profecías siempre han resultado
verdad, y en parte por ello los Orlux han afrontado y
superado inmensos problemas, y seguimos siendo una
poderosísima nación a día de hoy, ¿cierto?
–Sí, cada una de las tres tribus, todas son muy
prósperas y poderosas.
–¡Ya lo ves! Los más poderosos no quieren olvidarla
por completo, para así no caer derrotados ante la
llegada del juicio final, de la extinción total –se ríe
malévolamente por unos segundos–. No saben lo que
les espera… Ingenuamente, piensan que van a poder
cambiar el destino que la vidente mayor profesó para
nosotros…
–Entonces, habrá que encontrar una manera de cómo
sobrevivir ante este inminente apocalipsis –luego grité
al cielo enfurecido.
–Es imposible, ¿no lo comprendes tampoco? El destino
es uno, y la vidente mayor advirtió a todos los Orlux
acerca de esto, ¡el fin caería en nosotros pasase lo que
pasase!

122
–Pienso que no –dije mientras se pintaba una sonrisa
emocionada en mi rostro–, hay una tecnología que
halle en la tribu Arx, y entiendo muy bien que también
se encuentra en la tribu Verp, son los matraces
botánicos, si es que no los conocen, son grandes
jardines botánicos que se encuentran flotando en lo
más alto del cielo, como a más de treinta metros de la
superficie, la única manera en que un fin del mundo
pueda llegar a él es, es con meteoritos o una mega
explosión del planeta… Es muy difícil llegar hasta ahí,
además me han contado que está hecho de una materia
inquebrantable, ¡el perfecto lugar para enfrentarlo!
Maldita sea, y yo que pensaba que ya lo había vivido
todo con lo que pasó hace 9 años en mi planeta Tierra,
¡y cuándo yo pensé que no iba a perder de nuevo a mis
seres queridos! ¡O el lugar en el cuál viví se esfumaría
en cuestión de segundos sin que yo pudiera evitarlo! –
me arrodillé de un golpe de fuerza–. ¡Ya me quitaste a
mi padre! ¡Ya me quitaste a mi Tierra! ¿Ahora se te
ocurre también borrar este planeta por el cual he vivido
9 años, 9 años tan perfectos acompañado de una raza
extraterrestre que me ha tratado tan bien? ¡Por qué!
¡Qué te hecho destino! No te bastaba con desalmarme
entero una vez, ahora lo quieres hacer de nuevo, y esta
vez me quieres matar también… ¡Por qué no lo haces
ahora! Si voy a morirme ya, y vas a destruir por
segunda vez todo lo que amo en la vida… Dime, que
mierda voy a hacer luego de que este planeta quede
inhabitable, por más que sobreviva, mis únicos

123
compañeros de vida serán escombros y más escombros,
muerte y desolación…

Los tres sujetos encapuchados me miran


extrañados, por el dramático monólogo que
protagonicé, pero luego les expliqué las razones por las
cuales me había puesto tan intenso, y comprendieron
mi padecimiento. Luego, los tres se mostraron muy
emocionados en que los pueda llevar a todos hacia ese
matraz botánico, y si es que tarda en llegar el nuevo
apocalipsis, ocultarlo en él y cuidarlo sin que nadie se
entere de su existencia.

Han sido más que exigentes en el hecho de que


nadie sepa que existe, ya que ha corrido por las tribus
de la superficie la leyenda negra de una cuarta tribu
subterránea, llamada «los olvidados», y descubrir que
aún causaría que mucha gente poderosa desee
asesinarlos, y causaría su extinción total, y el olvido
completo de la vidente mayor –como le llaman ellos,
solo veo que es una anciana que vio cosas locas en sus
sueños–.

No puedo llevarlos a todos, les digo, lo más


probable es que solo consiga llevar a uno de ellos a esos
famosos matraces botánicos, ya que es realmente
complicado llegar a uno de ellos, y podrían fácilmente
distinguir comportamientos extraños en mi persona, ya
que soy muy conocido y tengo varias amistades… Por
lo que, aun siendo una persona la que lleve en cubierto

124
a uno de estos matraces, sería demasiado complicado y
arriesgado conseguirlo. Ante la aclaración, de un
momento a otro, el olvidado del medio, el que me
habló más que los demás, asesina con dos dagas a los
que tenía a sus costados, ¡Carambas! En qué momento
este tipo tenía armas… Hizo un gesto de silencio con su
mano antes de que dijera una palabra, y me dijo que lo
llevara a él, y no me haga más problemas, porque no
son solo 3, son como más de diez, y decidir a quién
llevar sería una pesadilla. Le dije que no me haga nada,
y que si pretende secuestrarme él va a terminar en más
problemas que yo, y me dice que no me va a hacer nada,
solo le suplica que le lleve consigo a esos matraces
botánicos, y que lo haga con la nave espacial que él
tiene oculto detrás de una pared de la caverna.

Silenciosamente, hicimos malabares y pudimos


quitar la piedra que nos separaba de su nave espacial, y
la vi frente a mis ojos, con toda su majestuosidad, una
nave muy pequeña, pero que se veía perfecta para que
una pareja de aeronautas la manejaran, y se conviertan
en los más bravos del espacio. A gusto con la nave
espacial que el olvidado tenía guardado en oculto
dentro de su caverna, accedí a llevarlo conmigo, y
planear dentro de la nave si había alguna manera de
poder entrar en el matraz sin que nadie es enterase, y
lo primero en hacer fue apurarme, ya que en cualquier
momento los demás se darían cuenta que nosotros
estábamos a pasos de escapar en una nave espacial que

125
jamás supieron que se encontraba ahí. Entonces, subo
con él.

Dentro, él me insiste en pilotar la nave por sí


mismo, y que yo sea su copiloto. No entiendo el porqué
de esa pregunta, pero accedo con su acuerdo.
Rápidamente, el olvidado se alista como piloto de la
nave, prendiéndola, mientras que ambos la
preparábamos para que despegara a lo más alto del
planeta. Pero todo no iba a ser tan fácil, los demás
olvidados que no había conocido, enfurecidos nos
vieron en la nave, y corrieron con sus armas intentando
destruirla. Sin embargo, el olvidado dejó abierta la
puerta de la nave, y mediante ella con su cañón de
energía, disparó a los demás olvidados que estaban a
punto de dañar la nave, matándolos en el acto. Quién
diría, tantos años de supervivencia, adquirir una
cultura e identidad propia tan desarrollada, y que, de
un día al otro, uno de los líderes asesinara sin piedad a
todos los demás integrantes, que se guiaban de él para
seguir su camino, sus ideales… Qué pena, pero al final,
que bien haber estado con el mejor de todos ellos.
Salvaré al indicado.

La nave activó sus propulsores, y despegó desde


la oscura caverna en la cual caí sin enterarme que
existía… Algunos olvidados que aún quedaron vivos,
traen herramientas y escarban en las paredes para
poder salir de ellas, escalando las mismas para intentar
alcanzarnos, debido a ello, el olvidado que me

126
acompañaba aún no cerraba la puerta, y seguía
disparando con su cañón de energía a las paredes de
este inmenso hoyo que dejó para su nave, chocándola
también en el acto. Así, la tierra y los escombros caían
de los disparos, impidiendo que los demás olvidados
puedan salir de su caverna.

Anulados, me dijo que cierre la puerta ya que


estábamos a punto de salir a la superficie, a través de
otro suelo falso en el abismo de los Balcones. Salimos
disparados atravesando la delgada capa de tierra que
nos separaba de la superficie, y a una gran velocidad,
atravesamos los Balcones y todo el cielo de este planeta,
hasta llegar a lo más alto, hasta donde era casi
imposible que algún Orlux distinga nuestro rastro, el
escondite perfecto.

Era hora de decidir cuál iba a ser nuestro


siguiente paso, sí dirigirnos a la tribu Arx- Clyen, o
dejar la nave en un lugar oculto con el olvidado hasta
que pueda entrar con seguridad en el matraz, una buena
opción también puede ser crearle una falsa identidad
que no revele que es parte de la cuarta tribu de los
olvidados… Muchas opciones, pocos buenos
escenarios.

–Bien, compañero –nos mantenemos flotando en


medio del cielo–, ¿ahora qué es lo siguiente?
–Tú lo has dicho, me has contado de que existen
plataformas inquebrantables flotantes por los

127
territorios de las tribus, ¿por qué no me llevas de una
vez hacia allá? –dijo algo impaciente.
–Más paciencia, amigo… ¿Y sí aún no pasa nada? Si está
todo a la normalidad, los radares del territorio Arx-
Clyen nos…
–¿Arx-Clyen? ¿Acaso no son dos? –me interrumpió
confundido.
–Cierto, ustedes han estado allá abajo muchos años…
Pues, resulta que un día, las peleadísimas Arx y Clyen
se unirían, formarían un frente gracias a una única
misión, acabar con la tribu Verp –le dije e hizo un gesto
de entendimiento– ¿Entiendes? Bien, ahora no es tan
fácil llegar a esos lugares…
–¿Cuál es tu plan entonces? ¡La realidad ya no es cómo
antes! Estoy unos años bajo tierra y resulta que solo hay
dos tribus –agitó su cabeza de lado a lado–, ¡que lisura!
–Bueno, ahora son dos. Si tú lo dices… –susurré.
–¿Qué has dicho?
–Dije qué tu dices, ¿alguna idea de lo que podamos
hacer? He estado pensando en que, primero, te quites
esa prenda que te cubre todo el cuerpo, darte una de las
prendas características de los Arx-Clyen y entregarte
una falsa identificación para que puedas caminar
tranquilamente por la metrópolis, y así llevarte al
matraz botánico… ¿Qué piensas?
–¡Es una magnífica idea! –exclamó muy contento.
–Genial –un trueno interrumpió lo que iba a decir,
dejando un silencio tenebroso en el ambiente–, ¿un

128
trueno? No escuchaba ese sonido hace más de 9 años,
¿qué carajo?
–Qué es eso… ¡Qué es eso, humano! –gritó muy
aterrorizado–, ya está empezando, ¡ya va a comenzar el
fin del mundo, nooooooo!
–¡Calma! –grité.
–Era verdad, verdad, ¡se los dije a todos, malditos…!
–¡Cállate de una vez! Ten calma, deja de gritar, lo que
acabas de escuchar no es nada de otro Universo, en mi
planeta natal eran rayos que no tienen nada de malo y
terrorífico, jamás hacen daño a alguien.
–No te creo…
–En serio, créeme, quizá lo escuches por primera vez, y
yo también en este mundo pensándolo bien, pero no es
nada apocalíptico, es parte de la naturaleza –no obtuve
repuesta a mis palabras, me fijo en él y estaba revisando
un panel–. ¿Qué haces? –no me responde y sus ojos se
agrandan– Háblame, ¡qué ocurre!
–No sé si puedas ver e-esto…
–No puedo verlo, cuéntame, que ocurre. ¡Y no me
dejen con las palabras en la boca!, ¿me entiendes?
–Debajo de tu asiento hay una ventanilla, tiene una
tapa encima, córrela hacia un lado y fíjate qué hay
debajo de nosotros –dijo aun mirando fijamente a su
pequeño panel.
–¿Qué? No te… Agh, qué puede haber en el suelo que
me ponga tan feo como tú…

129
CAPÍTULO 11: El comienzo del fin

Agarro la tapa de la ventanilla, la corro hacia un


lado, y encuentro un temor inexpresable. ¡Tenía razón!
Aunque no había sido por el trueno, la superficie del
planeta se estaba agrietando, rompiendo, y de ella salía
una sustancia muy parecida a la lava volcánica, muy
extraña, que cambia de color cuando más me alejo de
ella. Y así estaba por toda la superficie, a la lenta
velocidad que avanzábamos el suelo estaba agrietado y
con ‘lava’ saliendo disparada de todos lados. Los
truenos también aumentaban, se tornaba el ambiente
en uno más tenebroso y apocalíptico, una fuerte lluvia
comenzaba, y empapaba la ventana por la cual veíamos
lo que teníamos al frente de nuestra nave. También, a
lo lejos, vemos los dos aterrorizados como algunos
meteoritos caen a la superficie, dejando grandes
cráteres en su impacto al suelo. Sin pensarlo dos veces,
grité que vamos a ir a las tierras Arx-Clyen, y a la
velocidad de la luz, cambié la potencia de todos los
propulsores a la máxima, para llegar lo más rápido
posible a la metrópolis, antes de que se destruyera por
completo.

Tan inocente soy, pensando de que, ante el


eminente desastre total del planeta, la ‘lava’ que
reinaba de un segundo a otro toda la superficie

130
eliminando todo tipo de vida existente… Pensar que
una gran edificación como la metrópolis de los Arx-
Clyen podría sobrevivir a esto… No creo que vaya a ser
así, el suelo se está haciendo pedazos, los rayos siguen
cayendo, meteoritos impactan en el suelo a montones,
y una lluvia torrencial que a duras penas nos permitían
ver lo que hay frente a nosotros.

¡Ya estamos cerca! Estamos tan cerca de la


ciudad, a esa ciudad que me vio madurar y convertirme
en un adulto durante 9 años, durante 9 difíciles años de
mi vida, en la cual estuve más solo que nunca, con
amigos con los cuales no me sentía completo en lo
absoluto, jamás como sí sucedió en el planeta Tierra,
mi planeta natal, cuando era totalmente feliz con mi
familia, mi padre, mi madre y mi hermana; o lo que
quedó de ella luego de unos sucesos… Y cuando llegué,
cuando pude al fin divisar la metrópolis de los Arx-
Clyen, que años atrás fue la metrópolis Arx que me dio
hospedaje, y me cuidó como si fuera uno más de ellos.
Estaba destruido, totalmente hecho pedazos, todos los
edificios hechos escombros, la tierra partida, y ‘lava’
hecha marea en la ciudad. Lloré, y lloré mucho. Ver mi
segundo hogar en esta vida, nuevamente destruido, es
simplemente, inefable.

Desbordado en llanto, sin cabeza y


pensamiento, inmerso en mi sufrimiento, oigo una voz
que me habla, que me llama, era mi compañero el
olvidado, me decía que si conocía otro lugar más en

131
donde haya esos estúpidos matraces que nos podrían
salvar de este apocalipsis, y de la destrucción del
planeta… ¿Sí? ¿Dijo eso? No recuerdo bien, solo
recuerdo a la gente que quise y amé muerta, hecha
polvo… Sí. Sí conozco donde hay más.

–¡Humano! Por favor, te lo pido, dime dónde hay otra


de las cosas que me has dicho que podemos sobrevivir,
¡por favor! ¡no tenemos mucho tiempo! –no obtuvo mi
respuesta, solo más llanto de mi parte–. Comprendo
que te puede costar ver toda tu vida destruida, en serio,
también fue difícil para mí nacer en esa caverna, y
haber visto tan poco de la vida de los Orlux terrenales,
cómo hubiera querido crecer como tú en una de esas
tribus, odiaba ese lugar, ¡solo quería irme! ¡necesito de
tu ayuda! –y seguía gritando.
–¡Ya! Basta… Si recuerdo dónde hay uno más, está por
las tierras de los Verp, he escuchado de mis oficiales
que al igual que en la metrópolis que está destruida, y
no hay ninguno en el cielo, si tienen unos.
–¡Genial! Esa es una buena… Pero, cómo llego ahora,
no creo que quieras manipular esta nave, no te veo muy
bien –dijo, luego me levanté y enojado me senté.
–A la mierda, vamos a llegar a ese matraz botánico y
nos vamos a salvar, vamos, rápido, te voy a indicar las
coordenadas.
–Como tú digas, humano.

132
Me abroché muy bien en mi asiento de copiloto,
y empezamos el rumbo hacia la metrópolis de los Verp,
justamente, hacia el sentido contrario al cual íbamos.
Volteamos la nave, y a toda velocidad fuimos hacia la
ciudad Verp.

La superficie estaba hecho un desastre total, un


infierno, amorfo e inconsistente; ya no parecía más un
planeta, parecían las ruinas de una civilización enorme,
todo hecho polvo. La lluvia seguía aún más fuerte, y
casi no veíamos nada por la ventana, con suerte
pudimos ubicar bien el sentido contrario a cuál estaba
la metrópolis de los Arx-Clyen, y llegar en algún
momento a la metrópolis Verp. Los truenos siguen
retumbando en nuestros oídos, él parecía hablarme,
pero por los estruendos no llegaba a escuchar nada de
lo que me decía, solo me ponía cada vez más nervioso,
y más nervioso. Por momentos, nuestra ventana
empapada se iluminaba bastante, debido a los
meteoritos que caen y caen tan cerca de nosotros,
prácticamente, la atmósfera de este planeta estaba
consumida por una lluvia de meteoritos.

El olvidado volvió a hablarme, le vi mover los


labios, no sé qué diablos habrá dicho, pero apretó unos
botones y cubrió por completo la ventana, bajando del
techo de la nave una extensa pantalla, que en ella se veía
proyectada lo que estaba frente a nosotros. Quizá de
una pequeñísima cámara que está en la ventana que
acaba de cubrir, y debido a su tamaño, nos puede dar

133
un mejor panorama de lo que estaba sucediendo. Lo
que dije, meteoritos en gran cantidad cayendo del
espacio y destruyendo la superficie en grandes
impactos, la ‘lava’ habría cubierto por completo la
superficie, el cielo estaba completamente rojo y los
rayos caían. Todo lo que podíamos apreciar era un
infierno desolador, un planeta que estaba en sus
últimos minutos de vida, pasados esos minutos, todo
colapsaría en cuestión de segundos, una explosión
estelar se vería a cientos de años luz, y mi historia se
acabaría, cerrando el último capítulo de mi libro.

Estuvimos varios minutos en medio de la nada,


sin saber que teníamos al frente nuestro o debajo de
nosotros. Aunque me fijara en la ventanilla, solo veía
‘lava’ y más ‘lava’. Nada más. Con suerte en unos
minutos podremos encontrar algunos de estos matraces
flotando en lo inmenso del cielo rojo, que ahora reina
junto al caos que he causado con mi llegada… Jamás
imaginé que pudiera extinguir a dos razas distintas, es
más de lo que cualquier asesino o dictador pudiera
haber hecho, es más que todas las víctimas de todos los
asesinos que alguna vez existieron… Que turbio es todo
esto, y qué mal me siento, haber matado a tanta gente,
que terrorífico.

¡Avistamiento! ¡Avistamiento! Al fin, hemos


hallado dos matraces botánicos en perfecto estado, ¡qué
bueno es el destino que no ha destruido estos dos
matraces! ¡Geniaaal! Ahora solo necesitamos aterrizar

134
en una de ellas, entrar, y con suerte podremos estar a
salvo. Digo yo, si aguantaron hasta este momento, no
veo cómo un meteorito pueda destruirlas justo cuando
nosotros entramos en ellas, sería el infortunio más
enorme en la historia de la existencia universal, así
mismo, no tiene otro nombre.

Sin poder escucharnos aún por los sonidos


estruendosos que provenían de exterior de nuestra
nave, intenté hacerle señales al olvidado para que no
dirijamos al matraz que está a la derecha, luego de
varios segundos intensos de sordera, él logró
entenderme y direccionó la nave al matraz que el
encontraba en la derecha. Al fin estaré… ¡Noo!
¡Demoniooos!, cómo se le ocurre a la maldita
naturaleza enviarle un meteorito al matraz cuando más
lo necesitamos, ¡mierda!

A mi compañero le hice de nuevo una seña de


que se dirigiera al último matraz que quedaba, y se
dirigió a él a toda velocidad. En medio del estruendo
total, me acerqué todo lo que pude a su oreja y le grité
que se hiciera a un lado, que yo manejaría la nave ya
que él no sabía cómo aterrizar la nave dentro de estos
jardines botánicos flotantes. Me cedió el asiento como
quedamos, me abrocho bien los cinturones y me
preparo para entrar en ese desgraciado matraz, y tener
un tiempo de calma.

135
Qué difícil es hacer esto, si mucho me costaba
antes, más aún cuando escucho truenos a cada segundo
y hay meteoritos en llamas cayendo del cielo por todos
lados. Como me cuesta… ¡Uff! ¡Que cerca pasó ese
meteorito, maldita sea! Vamos nave, vamos yo, maneja
bien por favor y, ¡aterriza esta estúpida nave! Bien, me
estoy acercando… Estoy entrando bien al matraz…
¿Está? ¡Bien, lo conseguí! Uff…

Aquí dentro del matraz, nada es como afuera, si


bien es cierto aún los sonidos estremecedores de los
truenos y meteoritos me dejaban prácticamente sordo,
ya no son tan fuertes, puedo respirar, escuchar mi
latido cardiaco, sentir que estoy vivo aún.

–¡Humano! ¡Humano! ¡Humano! –gritaba el olvidado


repetidamente, lo escuchaba muy bajo.
–Compañero… ¡Al fin te escucho! –exclamé muy
contento.
–Sí, sí. ¡Ya estamos dentro del matraz! ¡Estamos a salvo!
–Y que intenso este viaje, madre mía… Hay que salir.
–¿Que hay que qué? –preguntó al no haberme
escuchado bien
–¡Dije! ¡Que hay que salir de aquí! ¡Es posible que la
nave esté muy recalentada y pueda ocurrir algo malo
con ella! –le hice saber.
–¡Sé más claro! ¡Puede explotar la nave!
–¡Exacto! ¡Vayámonos de una vez!

136
Me retiro de la nave, a la misma vez que mi
compañero también lo hace. Los dos nos miramos,
muy contentos nos abrazamos con mucha fuerza.
Ambos sabíamos que no sufriríamos más, que nuestras
vidas quedarían en las manos del destino, y que no
tenemos que realizar esfuerzo alguno más, nada,
porque no serviría, sería totalmente en vano, sin
embargo, descansar, encontrar la calma en este lugar
tan bello, lleno aún de flora, de plantas y arbustos, que
nos brindan calma interior.

Es evidente, alrededor de nosotros dos, a todos


nuestros lados, solo hay caos y muerte. Seguía el
apocalipsis, no paraba, y no se veía que vaya a parar
dentro de unos minutos. Ya que me lo merezco, me voy
a recostar en todo este campo de césped que se
encuentra en el medio de este matraz botánico. Es, tan
cómodo, aunque afuera de aquí el planeta se esté
haciendo pedazos, yo disfruto en demasía este césped
tan confortable. Volteo mi cabeza para buscar al
olvidado, y me doy cuenta que el está caminando, sin
su capa que le cubría todo el cuerpo y semidesnudo,
con las manos al aire, al parecer, disfrutando de estar
en un lugar tan bello y colorido como lo es este jardín
botánico, así como yo hace 9 años, recuerdo aún, me
maravillé con el inmenso jardín botánico que estaba al
frente de la residencia en la cual viví. Una maravilla.

137
–No… ¡Compañero! ¡No, no, no! ¿Qué te hicieron?
Maldita sea, te han dañado mucho, no… Por favor, no
te mueras, ¿me escuchas?
–Te es-cuch-cho…, hu-humano…
–Sé fuerte, por favor aguanta, voy a sacar… –rebusqué
en mi maleta–, listo, aquí tengo un criogenizador,
venga, venga, resiste compañero.
–No-no… –se levantó y puso su mano a la altura de mi
corazón–, ya no tiene-ne sentido, agh, me han dañado
un órgano, eso no… ¡cof, cof! No…, se arregla, déjame,
ya estoy mue-erto…
–No digas esas cosas, por favor, resiste, haz tu esfuer…
–No, para huma…, para humano –me interrumpió
echándose al césped–, tú, sobrevive, por favor, honra
mi-mi existencia… ¡cof, cof!
–Aguanta, te juro, te voy a sacar de aquí y te voy a
curar, solo aguanta, voy a ver quién te ha dispara… –
con su mano agarró mi cabeza y la volteó hacia la suya.
–Lo siento, huma-mano –cerró sus ojos, y luego de
unos segundos, su mano cayó sin fuerza en su ombligo,
y no se movió más.
–No, no, ¡No te puedes morir así de la nada!
¡Estábamos tan bien, ya lo habíamos logrado! –me
levanté frenéticamente y volteé a ver quién fue su
victimario–. Un momento, ¿tú eres…? ¡Un humano!
¡Reconozco esa piel, ambos tenemos la misma piel!
¡Voltea de una vez maldito asesino! –no me hizo caso–

138
, ¡hazlo de una vez te lo digo! –movió su muñeca
izquierda, y volteó–. ¿Qué mierda haces tú aquí?
–¿Sorprendido de verme? –rió maliciosamente entre
dientes.
–¿Por qué demonios has asesinado a mi amigo? ¡Qué te
ha hecho él! ¡Qué te he hecho yo! Apenas nos
conocimos, me has desatado ese día, me has dicho que
haga lo que haga, ¡y ya! ¿Qué daño te he hecho? ¡Pensé
que estabas muerto!
–Parece que no lo estoy y, sí me has hecho mucho daño,
mucho daño. ¿Encima lo preguntas, desalmado? –
mencionó muy enojado.
–¿Qué daño? ¡Yo solo les hice caso a ti y a tu padre!
–Claro, dañarlo hasta el punto que muera, y encima
obligarme a ver su muerte, como caía en mis brazos
desangrado y hecho pedazos… ¡Claro! ¡Qué daño! ¿No?
–desenfundó de nuevo su arma y me apuntó–, te crees
tan gracioso, ¿verdad?
–Un momento, un momento, no utilicemos las armas
–acerqué mi mano hacia mi pistola láser–, no
queremos que nadie salga herido…
–Insolente.
–¿Insolente yo? No he hecho nada, solo abordé la nave,
hice lo que tú papá me dijo, y llegué a este planeta, hace
nueve años.
–Y yo también, ¿qué crees? ¿qué el plan era que tú te
salves solito? ¡No! ¡El plan era que mi padre escape lo
más rápido posible por la nave, y yo lo alcanzase por la

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otra nave que había disponible! Y tú te robaste la
nave… ¡Eres un desgraciado!
–¿Desde cuándo ese era el plan? Y, ¿había dos naves?
¿seguías vivo?
–¡Desde siempre fue el plan! No comprendo cómo
lograste llegar aquí, y mi padre no… –se limpió una
lágrima–, ¡él debería estar aquí!
–Lo siento, Rudy; pero ahora las cosas son distintas, los
dos perdimos a nuestros padres…
–¡Tú lo mataste! –gritó enfurecido.
–¡Yo no lo maté!
–¡Mientes! –vociferó y me disparó en el tobillo
izquierdo.
–¡Auch! Desgra… ¡Aagh! –agonicé de dolor.
–Lo siento mucho, traidor. Pero, no se suponía que
llegases aquí, no debíamos estar los dos en el mismo
lugar, solo uno debe sobrevivir –dijo mientras se
dirigía a mi nave–, ¡solo uno puede sobrevivir entre los
dos! –desenfundó dos grandes sables y los incrusto en
el suelo del piso más bajo del matraz, quemando el
mismo en una pequeña área–, y un inútil y traicionero
como tú no puede estar después de mí –empezó a
quebrantarse el primer piso del matraz.
–¡Toma desgraciado! –saqué mi pistola láser y le
disparé, fallé–. Maldita sea, fallé.
–¡Ni sabes apuntar, idiota! –empezó a correr hacia mi
nave.

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–¡Toma! ¡No te vas a escapar! –le disparé varias veces,
pero no acerté ninguna– ¡No!, cómo duele, ¡argh! –el
piso empezó a caerse–, ¡no, no! ¡por qué has hecho esto!
¡jamás te hice na-! No te caigas, no te caigas… –exclamé
desesperado, y Rudy volteó a verme, nos miramos
fijamente mientras la superficie en la que yacía se caía.
–Una lástima, ¡gracias por la nave! Hasta nunca… –
susurró Rudy.

La suerte acabó. La profecía llegó a su final, ante


un inmejorable apocalipsis, las flores
volvieron a florecer, los árboles volvieron a crecer, y
la vida volvió a vivir. Allá en lo más incierto
del universo, un primogénito vengativo se enrumbaba
en la senda de lo incierto, de lo desconocido.

JAMÁS VOLVEREMOS A JUGAR CON EL DESTINO.

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PRONTO…

142
CAPÍTULO 12: La familia

–¿Dónde estoy? –me levanté y volteé mi mirada hacia


los costados–, está todo de blanco, ¿no será? –me puse
muy feliz, corrí rápidamente hacia cualquier dirección,
buscándola– ¡Hay alguien aquí! ¡Aló! –seguí corriendo
con mucha fuerza–. ¡Dónde estás! –aceleré aún más mis
pasos con lágrimas brotando de mis ojos– ¡Al fin nos…!
–se me quebró la voz– ¡Al fin nos vamos a encontrar!

Seguí corriendo como un loco,


despavorido, mis piernas no se cansaban, no podía
hacer otra cosa, mi mente estaba completamente
concentrada en único objetivo, encontrarlas. Nada me
paraba, ni la total incertidumbre en el lugar que me
encontraba, yo seguía corriendo a galope sin saber a
dónde me dirigía, pero con las esperanzas de llegar a
donde quería. Unas dos mujeres pude admirar por su
inmensa belleza, no pude haber estado más contento.

Al fin las tuve frente a mí, a pesar de todo


lo que ha ocurrido, nunca me sentí como aquel hijo que
olvida las promesas a su pasado, sino como aquel león
enjaulado que no tuvo más opción alguna que
resignarse…

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–¡Mamá! –corrí llorando a abrazarla, y lo hice–, te
extrañé mucho –la abracé muy fuerte con llorando muy
feliz.
–Yo también te extrañe, hijo.
–Perdóname, madre… No pude cumplir tu promesa,
¡no pude! –me quebré en llanto.
–Escúchame, hijo –agarró mi cabeza con sus dos suaves
manos, y la puso frente a la suya–. Te he visto, te he
observado, he visto cómo has crecido, cómo te has
convertido en un adulto maduro hecho y derecho, y
estoy muy orgullosa de ti.
–Pero, pero –me limpié las lágrimas con mi mano
derecha–. No pude cumplir la promesa que te hice, que
les hice a ustedes dos…
–No tienes que preocuparte por eso, te vimos, las dos,
y sabemos que no fue culpa tuya, mira –se hizo para
atrás y con su mano señaló a mi hermana que corría
hacia mí–, saluda a tu hermana menor.
–¡Hermanita! –corrí hacia ella, cuando nos juntamos
ella saltó hacia mí y yo la cargué mientras la abrazaba,
como lo hacíamos de costumbre–. Mi negrita… A ti
también te extrañé mucho
–Lo sé hermanito –se soltó de mí y se echó para atrás–
, ¡y ya estás muy grande! Ahora si tienes una barba no
tan fea –se carcajeó, y me reí también.
–Hijo –me dijo mi madre.
–¿Sí, madre?

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–Comenzaremos de nuevo, esta vez con toda la familia.
Hay que olvidar todo lo que pasó, ahora estamos
juntos, hay que ser felices juntos, hijo. –se acercó y me
abrazó.
–Te lo prometo madre, por ustedes dos lo haré todo…
–¡Bieeen! –exclamó risueña mi hermana menor.
–Pero, ¿mi padre? ¿aún sigue vivo? –no obtuve
respuesta alguna.
–¡Hijo! –escuché su voz, mi piel se puso de gallina.
–¡Papá! –dejé a mi hermanita en el suelo, volteé y corrí
muy emocionado hacia donde se encontraba mi padre,
con los brazos extendidos, corrí, y todo volvió a ser
como ANTES.

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