ILUSIONES. Mabel Collins
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MABEL COLLINS
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Mabel Collins – Ilusiones
Mabel Collins
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Mabel Collins – Ilusiones
CONTENIDO
Prefacio, página 4.
Ilusión 1
Que el Hombre está Encerrado en su Cuerpo, página 7.
Ilusión 2
Que los Recién Nacidos nos son Desconocidos, página 16.
Ilusión 3
Que la Memoria o la Mente del Hombre puede tener Secretos,
página 22.
Ilusión 4
Que la Tierra Existe aparte del Hombre, página 30.
Ilusión 5
Que la Naturaleza es Indiferente al Hombre, página 34.
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PREFACIO
Este ensayo es un esfuerzo para libertar nuestra conciencia de la
limitación en que generalmente mora, y que solo existe gracias a ciertas
ilusiones que son comunes a todos los hombres. Descubrir ilusiones que son
universales y que por lo general son unánimemente aceptadas, es una tarea de
gran dificultad. Tiene por lo tanto que ser excusable y necesario relatar como
ilustraciones varias experiencias. Estas experiencias las tuvo un psíquico a
veces durante la conciencia del sueño y a veces durante la conciencia de
trance: han sido dadas bajo la dirección de un instructor o Maestro,
evidentemente con objeto de aclarar las ilusiones bajo las cuales trabaja el
hombre. Cuando se tiene semejante dirección es fácil volver las páginas de las
memorias del pasado y volver a experimentar acontecimientos que ocurrieron
hace largo tiempo, obteniendo por este medio la dilucidación. El hombre esta
tan absorbido en lo que esta ocurriendo, que no puede comprender los
métodos mediante los cuales se producen los acontecimientos, y las relaciones
que existen entre lo visible y lo invisible. Si pudiera hacerlo, sería
perfectamente posible en cualquier momento de experiencia aguda, alcanzar el
conocimiento y la liberación de las ilusiones; pero no es posible porque todo
su ser esta absorbido bien sea en el dolor o en el placer, y en el deseo. En las
escuelas del mundo psíquico, la historia de cada encarnación se usa como
referencia, y conforme cada espíritu comienza a adquirir conocimiento, se le
van mostrando páginas de su propio pasado que ilustran y confirman ese
conocimiento. La lectura de esas páginas es para el espíritu lo mismo que
revivir esos acontecimientos, y su olvido del presente es semejante al que
experimenta un lector de novelas que estuviera leyendo un episodio
absorbente de la vida, con el agregado interés de que uno mismo es uno de los
actores del drama. Cuando se termina la página y se cierra el libro de
memorias, se tiene la sensación de volver del pasado al presente, y entonces el
discípulo se da cuenta de que ha estado leyendo y no viviendo. Este interés
absorbente en las revelaciones del lejano pasado, es una de las experiencias
que nos esperan en el umbral, y aquellos que desean el olvido mas allá de la
muerte física, quedaran sorprendidos al encontrar no solamente intensa
actividad y conciencia en el momento inmediato, sino en todo el volumen del
pasado que será revivido en el momento oportuno con toda su frescura de
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M. C.
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Todo lo que yo llevaba eran como unas vestiduras blancas, flotantes, suaves y
silenciosas. El mayordomo se iba!... todos estos cambios en seguida!.. ¡No
quedaría nadie para guiar a mi hijo en su vida o proteger sus intereses! Volví
para atrás, por los largos corredores, pasando por todas las puertas, no
importándoseme que oyeran el roce de mi vestido, o de que se asustaran y
quedaran silenciosos por su sonido. Llegue a la gran escalera de roble y subí
hasta la habitación de mi hijo. Ya debería estar dormido, porque se estaba
haciendo muy tarde. Estaba sentado en una silla al lado de la ventana, aturdido
por el dolor, paralizado por la pena. Se encontraba completamente solo, sin
saber a quien volverse, sin nadie que lo consolara o lo ayudara. No sabia que
yo estaba allí: ni me veía ni me sentía. ¿Que podía yo hacer?. No podía
abandonarlo así. Debía ir hacia él. Debía encontrar alguna forma de volver a la
vida terrestre que acababa de abandonar, de estar con él, de ayudarlo en las
dificultades que yo veía ante él y de resguardarlo contra las malas influencias
que lo rodeaban. ¡Oh, hijo mío!. Este muchacho de catorce años era la única
pasión que mi corazón había conocido jamás. Yo tenía que volver a él. La
sensación de poder se iba acrecentando en mí; me sentía capaz de realizar
milagros con objeto de satisfacer mi deseo. Pero estar con él ahora, intangible,
invisible, sin poder hacerme sentir, era mas de lo que yo podía soportar. Me
volví y salí de la habitación. Esta se abría sobre un corredor largo y ancho,
alfombrado y adornado con los retratos de la familia. No había más luz que la
luz de la luna, que entraba por un alto ventanal al final. Y entonces vi que
alguien estaba parado allí, mirándome, y que trataba evidentemente de
hablarme. Esa figura era la de un hombre alto, vestido de blanco, con una
barba intensamente negra recortada a la usanza egipcia, con ojos brillantes y
sumamente penetrantes. Llevaba en la cabeza algo como un turbante de
muselina arrollada que se elevaba en punta, donde brillaba una joya
resplandeciente.
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como entonces vino a ti como tu hijo y murió cuando todavía no era mas que
un nene, y tu no quisiste aceptar el decreto del destino y trataste de seguirlo,
matándote?... ¿Te acuerdas cuando te debatías en las tinieblas, como un
espíritu a la tierra encadenado?. ¿Te acuerdas de cuando yo vine a ti, al dejar
la vida terrestre, y teniendo lastima de ti te ayude a encarnarte nuevamente en
un cuerpo humano?”. “Me acuerdo, ciertamente, me acuerdo”, dije yo y las
lágrimas vinieron en mi auxilio. “¡Cuanto me has compadecido y ayudado en
el pasado!. ¿No me compadecerás y ayudaras ahora?”. “Cuantas veces has
nacido y renacido desde entonces...!” dijo él, “y yo ni siquiera una vez!”.
“Pero tu eres un maestro en la vida, libre de toda pasión”, conteste, “mientras
que yo no soy mas que una pobre alma humana”. “Mi amor es mayor que el
tuyo”, replicó, “así como mis conocimientos y mis poderes son mas grandes.
El que yo amo esta a los pies del Gran Trono Blanco, en profunda paz; yo sé
que así es, y que yo debo encontrar mi camino, trepando y ayudando a otros a
trepar. Por lo tanto, heme aquí. Pero se me ha dicho que te ayude a seguir
adelante, no hacia atrás, a sacarte de las tinieblas, no a hundirte en ellas”.
“Tengo que volver”, dije yo abrumada de poder y de pasión, tales como jamás
las había sentido cuando estaba en mi cuerpo. “No lo abandonaré”. “Podrías
ayudarlo mucho mejor si entraras en el estado espiritual, que quedándote en la
tierra”. “No puedo hacerlo. No puedo y no quiero separarme de él”, dije con
fiereza. “Entonces, el camino mas corto para ti es reencarnarte. Debes renacer
como una criatura en seguida, y entonces nuevamente te encontraras con él
durante la vida que tendrá en la tierra. Debes comprender, que sólo mediante
mi ayuda te será posible hacer esto y volver a la tierra de inmediato. Hay
ahora una oportunidad a mano, y la aprovecharas si así lo eliges”. “Sí”,
conteste, “Sí, y te lo agradeceré eternamente.” Sonrió al oír esto - una sonrisa
extraña y sutil, sin ningún sarcasmo, pero con bastante desdén. - Pero estaba
suavizado por una dulzura tan grande que sobrepasaba a todo lo demás que
había en él, y por lo tanto pude soportarlo. “Esta no es mas que una pequeña
deuda de gratitud”, dijo, “comparado con todo lo que me debes del lejano
pasado. No pienses en esto. Si así lo quieres, así tendrás que tenerlo, aunque
bien me agradaría que fuera de otra manera. Ven, te guiare. Lo primero que
tienes que elegir es si deseas nacer como hombre o como mujer esta vez”.
Estaba sorprendida, vacilaba. Quizás como amigo y compañero, podría estar
más cerca de su corazón que como mujer. Mis recientes experiencias me
habían hecho sentir que las mujeres tienen bien poco poder en el mundo y
pocas probabilidades de obtener verdadero respeto y consideración de los
hombres que aman. “Es difícil para ti decidirlo”, dijo. “Ya veo que lo es.
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Mejor es que hagas primero la prueba. Es fácil para ti, si te enseño como
hacerlo, entrar en los cuerpos de las personas que están despiertas en esta casa,
y entonces podrás decirme si prefieres un cuerpo de hombre o de mujer”. Me
quede inmóvil, pensando en el asunto que tan súbitamente había sido traído
ante mí. Me parecía la idea muy extraña. “No sabia que podía elegir”, dijo.
“Seguramente no me ha sido dado elegir antes”. “Si, siempre has sido tu la
que has elegido, como lo hacen todos; aunque sin pensarlo. Elegiste lo que
deseabas en ese momento, y eso no necesita reflexión. Has tenido ahora mas
experiencia y sabes que tu elección será de importancia, tanto para ti como
para el otro a quien amas mas que a ti misma”. “Entonces seré hombre”, dije,
“así podré ser su amigo. Una mujer no es nunca amiga de un hombre”.
“Hablas de acuerdo con la experiencia de tu última encarnación”, observó.
Espera hasta que hayas recuperado más recuerdos del pasado, y quizás seria
mejor aun esperar más experiencias. Entre tanto, no te decidas
apresuradamente. Ven y pon el asunto a prueba, como te he sugerido. Ven
conmigo a la biblioteca, donde tu marido y sus amigos están reunidos. Están
ya preparándose para despedirse; pero todavía tenemos tiempo. Ven”. Abrió él
la marcha y yo lo seguí escaleras abajo, por el largo corredor hasta la
habitación iluminada en que tantas veces había estado. Seguimos derecho y
nos paramos en medio del grupo. Todos los hombres se habían levantado y se
estaban diciendo sus últimas palabras. Uno de ellos era el abogado de la
familia. El, como yo bien lo sabia, iría a buscar su caballo al establo y se iría
en el a su casa, que estaba en la vecina ciudad. Era su costumbre hacerlo cada
vez que venia, lo que hacia con frecuencia. Era muy íntimo de mi marido, y yo
le temía y le desconfiaba. Estaba mas cerca de nosotros cuando entramos en la
habitación, y el Egipcio se paró a su lado. “Ahora, dijo, “observa el espíritu de
este hombre atentamente. Ya veras que constantemente, en mementos de
absorción, se sale fuera del cuerpo, que permanece, sin embargo, bajo su
dominio, como una autómata. En cuanto vuelvas a ver esto, entra en su cuerpo
durante los segundos que lo deja vacío”. Obedecí. El hombre estaba ya en la
puerta, pronto para irse. Ya había dicho “buenas noches”. Su alma estaba
absorbida en un esfuerzo para sondear los pensamientos e intenciones secretas
de mi marido, y mientras meditaba profundamente se salió del cuerpo,
quedando al lado de él, y yo, veía las dos figuras nítidamente, con la misma
claridad. Entre en su cuerpo, como si entrara en un coche - pero solo me pude
quedar allí un segundo - la pena y el dolor eran intolerables - y luego el
espíritu volvió y me arrojo afuera. El abogado dijo “buenas noches” otra vez,
y salió rápidamente de la habitación. “Que horrible jaula para encerrar a un
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Cuando salí al aire libre en esa cálida noche de verano, guiada por el
espíritu Egipcio, súbitamente me hundí y lo deje. Volví a mi conciencia
normal en mi vida presente, y al principio, la sensación que tenia era una de
gran fatiga y exhaustación. La vividez del recuerdo abrumaba totalmente mi
conciencia del presente, y por un memento llegue a creer que esta era una
nueva experiencia, y de que yo iba ahora a renacer. Pero por grados fui
comprendiendo que se me había vuelto nuevamente a mi cuerpo actual para
que pudiera comprender. El objeto de la memoria de esta experiencia pasada
entre encarnaciones, tan vivida y real, era que pudiera arrancar de mi mente
material las ilusiones de que el hombre esta aprisionado en su cuerpo físico y
de que el nonato es un desconocido. Cuando pude comprender perfectamente
el hecho, nuevo para mí, de que el hombre se esta libertando continuamente de
su cuerpo, como lo había comprobado, se me llamó nuevamente y me volví a
encontrar al lado del espíritu egipcio. Me había llevado a otra gran casa de
campo, pero mucho mas linda que la en que había vivido antes. Esta era una
espléndida mansión antigua, y se veía arte y manifestaciones artísticas por
todos lados. Conocía la casa; era una casa que ya había visitado, pero nunca
había apreciado su belleza como ahora, cuando podía reconocer el poder
espiritual y el significado de sus adornos. El espíritu de amor presidía la casa
entera y la cobijaba; la discordia jamás había entrado allí, siempre había sido
una casa de amor. Y tuve la sensación de que ahora lo era mucho más aún. El
Egipcio me guió por la escalera a una gran habitación. No la conocía y jamás
había estado en ella antes. Al entrar allí vi una habitación espléndida,
inundada por la luz de la luna que entraba por un gran ventanal. Las ventanas
estaban abiertas de par en par y dos personas estaban al lado de ella mirando al
exterior. Cruzamos la habitación y nos detuvimos al lado de ellos. Una joven
muy hermosa, vestida con una bata de seda suave y blanca, estaba reclinada
sobre el antepecho de la ventana. - “Esto es mas hermoso que lo que hayamos
visto jamás en el extranjero”, dijo ella en voz baja, casi como un suspiro,
parecía absorta ante la belleza que se presentaba a sus ojos. “Y esto es nuestro
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hogar”. Contesto él hombre que estaba a su lado. “Todo cuanto ves es tuyo y
mío”. Ella suspiro extasiada, y yo vi como su espíritu se salía del cuerpo y
flotaba a un lado bajo la luz de la luna, mientras estaba absorbida en su
contemplación. - “Entra en su cuerpo en seguida”, dijo el Egipcio. Así lo hice,
y a través de sus ojos la escena era toda muy extraña y maravillosa para mí.
Contemple el gran jardín, con sus amplios prados verdes, y una rosaleda a lo
largo de ellos. Las rosas subían por unos arcos que estaban cubiertos de masas
de flores, y el perfume que brotaba de ellos en la noche tranquila y cálida era
tan rico y fuerte, que casi me hacia desmayar de dulzura y de felicidad. Y mas
allá del jardín había un gran parque - Y mas lejos aun un bosque, y había
como un cabrilleo de agua iluminada por la luna en la remota distancia. Y
todo esto era de el y mío - yo era su esposa, su novia; mi cerebro ardía con la
ilusión; mi corazón saltaba de alegría. Retrocedí al lado del Egipcio, empujada
por el espíritu de esta adorable mujer. Se volvió para mirar amorosamente a su
marido. Ella era una extraña para mí, tanto de espíritu como de cuerpo. Nunca
la había conocido antes. - “Esta es tu oportunidad”, dijo el Egipcio. “Ella será
tu madre. Debes hablar con su espíritu cuando vuelva a salirse del cuerpo.
Pero, ahora, mira a este hombre, que es tu padre. Tú lo conoces ya”.
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y estará entre sus hijos y sus amigos, aunque invisible para ellos. Entonces se
le despertara el deseo de volver a la vida terrestre y este deseo ira creciendo
hasta que sea bastante fuerte como para hacerlo buscar una oportunidad de
renacer. Su próxima encarnación será obscura y desgraciada; no tiene poder
para conseguir nada mejor. Me atrevo a esperar que la adversidad le enseñe lo
que no pudo aprender del éxito y de la prosperidad”. Esta experiencia muestra
claramente cuan imposible es para la memoria del hombre ocultar ningún
secreto de su pasado o esconder ningún hecho de su vida terrestre del
conocimiento de los demás. En el periodo transcurrido entre dos
encarnaciones, se ve al espíritu en la forma y estado que esos hechos han
producido, y al reencarnar, las condiciones y circunstancias de su vida, queda
ordenadas por ellos. Es el pasado el que hace el presente y el presente el que
hace el futuro. La experiencia que sigue dará alguna idea de los efectos que
producen las malas acciones en el espíritu del hombre, y como la marca de
estas malas obras puede verse y reconocerse fácilmente.
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y calor son la forma mas material que toman los pares de opuestos, y hacen
necesaria una morada material para cada hombre, en la que pueda mantener
esos enemigos bajo su dominio. El bien y el mal, el amor y el odio, atacan al
espíritu del hombre lo mismo que el frió y el calor atacan su cuerpo; y cuando
el espíritu de la raza se sometió a la terrible ordalía de encontrarse con los
pares de opuestos, se hizo necesaria una morada en la que se pudiera luchar
bajo cierta protección y con auxilio en todo respecto. La ilusión no es la de
que exista la tierra, sino la de que existe aparte del hombre y de su necesidad
de ella. Si toda la raza fuera capaz de elevarse súbitamente en un instante,
sobre la esfera del deseo, la tierra se desharía y desaparecería. Las fuerzas y
los seres que están ocupados en servir los deseos del hombre, manteniéndola
como es, quedarían libertados de su tarea e inmediatamente todo cuanto es
visible a nuestra vista física, cambiaria de carácter permanentemente. La
solidez y la dureza de la materia, que cree el hombre es uno de los factores
mas absolutamente ciertos que se presentan a su conciencia, son completas
ilusiones producidas por la influencia de seres invisibles en el cerebro del
hombre mismo. Las cualidades de solidez, dureza, y derechura, son apreciadas
con mas dificultad por el psíquico que esta acostumbrado a abandonar su
cuerpo conscientemente, que por el hombre que se cree aprisionado. Una vez,
al volver después de una larga ausencia del cuerpo, me encontré bastante
perpleja a su lado, porque el lecho en que debía estar no aparecía estar por allí.
Y entonces oí una voz que decía: Espera - yo haré que el hierro y la madera se
vuelvan duros para ti. “Y en seguida sentí la solidez y la firmeza, aún antes de
entrar en mi cuerpo; y supe que el cambio efectuado no era ni en la madera ni
en el hierro, sino en mí. Me había alejado tanto de la esfera material que las
ilusiones que a ella pertenecen y que tienen que aceptarse mientras el espíritu
esta actuando en el cuerpo físico, se habían desvanecido de mí. Era, pues,
necesario, que yo las recuperara antes de entrar en el cuerpo físico, o de lo
contrario no hubiera podido actuar como un ser humano normal. Todas las
sanas acciones de un espíritu en el cuerpo están basadas en estas ilusiones y en
la aceptación consistente de las mismas. La practica en obtener una libertad
temporal de estas ilusiones, mientras el cuerpo esta en estado de profunda
quietud o trance, es un modo rápido de desarrollo, conocido de todos los
ocultistas. La conexión con el cuerpo y el dominio del mismo deben ser
preservados intactos durante todo el trance, pues de otra manera el valor del
experimento se pierde. Es común a todas las personas, sean psíquicas o no,
pasar mas allá de la esfera de las ilusiones durante el sueño del cuerpo. Pero
muy raramente se aporta al cerebro físico algún conocimiento de esto,
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cayendo el velo del olvido entre las dos conciencias, conforme el espíritu pasa
de la una a la otra. La caída de este velo puede sentirla y verla el espíritu que
esta adquiriendo el conocimiento; se parece a un portazo. La sensación de
pasar de un estado de vida plena a otro no menos pleno, y de ser
completamente separado de la otra en un instante, es una de las más
maravillosas experiencias de los primeros estadios de desarrollo. Pero la gran
maravilla es cuando la caída del velo puede impedirse o detenerse aunque sea
por un momento, y el espíritu puede mirar a través del umbral y traer a la
conciencia ordinaria aunque sea una pequeña y vaga memoria de aquello que
está abandonando en ese momento. Las ilusiones comienzan entonces a ir
perdiendo su poder sobre el espíritu, mientras este permanece en el cuerpo, y
se convierten entonces en sus instrumentos. Desde el momento que el hombre
ha mirado a través del umbral y retiene la memoria de haberlo hecho, pierde
todo temor a los pares de opuestos, ese temor que cabalga sobre la raza. Las
palabras vida y muerte, tal como las usan los hombres en la vida ordinaria, no
tienen ningún significado para él, porque él ha visto ya lo que esta mas allá del
umbral de la conciencia física. Y conforme va adquiriendo poder, las demás
ilusiones lo van abandonando y reconoce que son tan parte del estado
puramente físico de la vida, como la vida y la muerte y el frió y el calor.
Cuando esta preparado para pasar a estados espirituales y volver a ser capaz de
detener la caída del velo bastante tiempo como para conservar una clara
memoria de lo que haya visto y experimentado, entonces podrá forzar al
cerebro físico a reconocer el hecho de que el mal en el hombre destruye sus
poderes psíquicos y limita su capacidad para el crecimiento, de manera que lo
arroja de nuevo a la vida material, donde el bien que haya en él encuentre
nuevamente la oportunidad de hacerse fuerte. En la misma forma se convence
de que el odio no tiene lugar alguno en las esferas espirituales, y que el
hombre que ha odiado se encuentra sin el poder de la emoción en toda esfera
espiritual en que pudiere entrar, y por lo tanto tiene que volver nuevamente el
ambiente físico, para que allí pueda aprender a sentir una vez mas. Cuando
obliga a su cerebro físico a aceptar esto de su ser espiritual, el psíquico
adelantado puede contemplar el mundo material con ecuanimidad. Porque
entonces se da cuenta que el odio es solo una emoción temporaria, resultado
natural de la condición igualmente temporaria del mal. El renacimiento da
perpetuamente a todos los hombres la oportunidad de crecer y desarrollarse, si
se han sumergido tan profundamente en las condiciones materiales que la
simiente espiritual no puede brotar durante la vida en que el mal y el odio la
han aplastado. Estas condiciones no pueden crear la vida ni tienen nada que
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ver con ella. Tan pronto como el espíritu comienza a vivir, a crecer y
expandirse, el hombre las arroja de sí naturalmente. Que el mal y el odio
tengan algún poder permanente, es una completa ilusión. Hay que encontrarse
con ellos incesantemente y luchar contra ellos en la vida física, porque rodean
al espíritu en tal forma que acaban por convencerlo de que esta literalmente
aprisionado, y se queda en la materia como un ser metido en una roca podría
quedarse en el mismo lugar, sin hacer la menor tentativa para libertarse. Y esta
ilusión debe ser desvanecida, por que esta obstaculizando el progreso de la
raza e impide que el espíritu de la humanidad alcance su debido crecimiento y
se aproxime a la completa liberación. Cada uno que comience el trabajo de
libertarse a si mismo, esta ayudando a toda la raza a hacerlo. Y es inevitable y
de necesidad que él ayude a otros a liberarse; dar ayuda es una acción natural
del espíritu que esta creciendo y desarrollándose. La magia negra nacida del
egoísmo, que empuja al hombre a buscar el poder para si mismo y a ocultarlo
de los demás, es solo posible dentro de la esfera de la tierra. Y la hierba
gigante de la ambición espiritual solo puede desarrollarse dentro de los límites
regidos por el deseo. Todo lo que sea malo será abandonado, en la misma
forma que el hombre abandona los juguetes de niño. Los peligros terribles que
rodean el sendero, producen demora y sufrimiento; pero la libertad es la
herencia del espíritu del hombre y eventualmente debe entrar en él. Una vez
que su cerebro físico ha reconocido que la tierra, sus poderes y los placeres
existen puramente como una ilusión de ese cerebro, dejara sin pausa ni
vacilación de caminar por ella arriba y abajo, dentro de semejante limitación
imaginaria, y entrará en el abierto camino del progreso. Esto lo guiara a través
del umbral de la conciencia física y a través de sucesivos umbrales hasta que
pueda pasar mas allá de la esfera dominada por el deseo. Y entonces se
convertirá en un auxiliador de la raza, desapasionado y amándolo todo.
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Fuente de Alimento Espiritual