Marco Teórico

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1.

MARCO TEÓRICO

“Se nos enseña que la dignidad no tiene precio, que resistir no es aguantar. Se nos enseña a
amar y valorar el territorio como espacio de vida, a luchar por este, incluso poniendo en riesgo
la propia vida” Francia Márquez.
El concepto del territorio en el texto escolar de Ciencias Sociales es el tema central de
la presente investigación la cual se aborda desde tres partes, el territorio, el texto
escolar y el territorio en el texto escolar de Ciencias Sociales. A continuación, se
presenta el marco teórico de la investigación teniendo en cuenta referentes teóricos
para los tres componentes antes mencionados. En este marco teórico se da a conocer
en primer lugar el concepto de territorio desde diversos autores que han trabajado esta
categoría en distintos contextos y tiempos; en segundo lugar, se toman en cuenta
trabajos que abordan el texto escolar como unidad central de estudio y se evidencian
investigaciones de las Ciencias Sociales en las cuales aparece el territorio como parte
de sus análisis. Por último, se analiza la importancia de la enseñanza de la geografía
escolar en relación con el territorio y los textos escolares.

1.1 TERRITORIO
El territorio es la categoría sobre la cual se fundamenta la presente investigación, su
conceptualización en diferentes temporalidades y autores permite evidenciar las
permanencias y los cambios que se integran alrededor de su análisis desde disciplinas
geográficas, antropológicas y sociológicas con autores relevantes para el tema como
Claude Raffestin (1980 y 1986), Gilberto Giménez (1996 y 1999), Gustavo Montañez y
Ovidio Delgado (1998 y 2001), Jorge Luis González (1999), Mario Sosa (2012), Marcos
Saquet (2015) y Lucas Labigalini Fuini (2017).
Todos ellos desde sus enfoques dan al territorio un concepto y sentido en distintos
espacios y en temporalidades que abarcan los finales del siglo XX y los inicios del XXI,
en sus planteamientos es posible hallar puntos de encuentro y desencuentro desde los
cuales se alimenta el concepto de territorio de diversas formas.
En relación con la investigación sobre el Concepto del territorio en los textos escolares
de Ciencias Sociales es importante señalar el camino conceptual que ha tenido el
territorio desde sus inicios en el siglo XX cuando se hizo una distinción entre espacio y
territorio hasta estudios actuales en los que se relaciona con diferentes dimensiones y
en distintas escalas de profundización. Dada la importancia que tiene el concepto de
territorio para la investigación se aborda desde los siguientes elementos:
● Conceptualización del territorio
● Dimensiones del territorio
● Territorialidad, Desterritorialización y Reterritorialización (T-D-R)

1.1.1 Conceptualización del territorio


El concepto de territorio ha estado presente a lo largo de la historia en diferentes
trabajos y enfoques, pero especialmente entre 1950 y 1980 se produce un auge de su
importancia en estudios hechos desde la antropología, la economía, la sociología y la
geografía, sobre esta última Raffestin afirma, en el prefacio hecho a la obra de Saquet
(2015), que la conceptualización del territorio en la geografía surgió en 1970 bajo la
hipótesis de que “fue en esa época que se comenzó a tomar conciencia de los peligros
que las transformaciones territoriales podían tener sobre las condiciones de la
existencia humana.” (p.9) Es decir que los estudios del territorio desde la geografía
conceptualizan esta categoría a partir de las relaciones entre el espacio y el ser
humano teniendo en cuenta la incidencia que ejercen mutuamente, destacando que
estos primeros análisis se enmarcan en las últimas décadas del siglo XX y se
profundizan en las primeras del siglo XXI.
Para Raffestin (1980), el territorio es una categoría que merece especial atención pues
se le ha confundido o equiparado con el espacio y no son lo mismo, en su obra Por una
geografía del poder hace alusión a la conceptualización del territorio señalando en
primer lugar que espacio y territorio no son equivalentes y su confusión radica en el uso
indiscriminado que se ha hecho de sus significados, así pues “es esencial comprender
que el espacio es anterior al territorio, que éste se generó a partir de aquél y que es el
resultado de la acción de un actor sintagmático en algún nivel.”(p.102)
Desde los planteamientos de Raffestin (1980), el espacio es la base sobre la cual se
crea el territorio y para hablar de territorio es necesario un actor que ejerza una acción
enmarcada en el campo del poder, la apropiación, el dominio y el control en diferentes
ámbitos. En esta distinción entre espacio y territorio, el espacio es “la “prisión original”;
el territorio es la prisión que los hombres se dan a sí mismos.” (p.102). El espacio está
dado de manera natural, el territorio lo construye cada persona. Raffestin marca un
camino hacia el análisis del territorio y su conceptualización, dando al territorio una
importancia particular y separándolo de su sinonimia con el espacio, territorio y espacio
no son lo mismo, pues este último es la base sobre la cual se produce el territorio
gracias a las relaciones de poder que ejercen los actores sintagmáticos.
En 1986 Raffestin pública Ecogénesis del territorio allí continúa sus aportes hacia la
conceptualización e importancia del territorio desde la metáfora del cuerpo: El cuerpo
del hombre y el cuerpo de la tierra,
El cuerpo humano comprende un conjunto de órganos que se pueden
describir como "endosomáticos": estos son los instrumentos fenotípicos.
Pero, comprometido con la historicidad, el hombre ha agregado una gran
cantidad de instrumentos de los cuales, teóricamente, la serie es infinita:
son los instrumentos exosomáticos que ha producido y que sigue
produciendo a partir de ellos. Instrumentos endosomáticos e instrumentos
exosomáticos que ya están en su poder. El cuerpo de la tierra también
está constituido por "instrumentos" endosomáticos tierra y mar, montañas
y ríos, bosques y desiertos, etc. En resumen, todas las morfologías que
no deben nada originalmente a la acción antrópica, contrariamente al
"territorio [que] es en el sentido pleno del término una extensión del
organismo marcado por signos visuales, vocales, olfativos" El territorio es
un macroinstrumento exosomático que resulta de "la capacidad de los
hombres de transformar tanto su naturaleza circundante como sus
propias relaciones sociales a través de su trabajo". El territorio es el
producto de la transformación del endosomático terrestre por el
exosomático humano. (Raffestin, 1986, p. 176-177)
La conceptualización de territorio que expone Raffestin (1986) está relacionada con
una concepción de relación antrópica en la cual el espacio está representado por los
elementos endosomáticos (componentes naturales, relieve, hidrografía, entre otros.) y
el territorio está formado por los elementos exosomáticos, (componentes externos y
antrópicos). Es decir que el territorio podría entenderse como una fórmula entre
componentes endosomáticos y exosomáticos, en la que los primeros son modificados
por los segundos dando origen al territorio. Esta relación entre lo endosomático y lo
exosomático abre espacio a la ecogénesis territorial entendida como los inicios de la
comprensión del territorio, enmarcada en la unión del cuerpo de la naturaleza y el
cuerpo de la cultura, en otras palabras, desde la ecogénesis territorial, el territorio es el
trabajo de lo humano sobre una parte del espacio, dando un nuevo orden y una carga
de información cultural.
Es importante señalar que los planteamientos de Raffestin frente la conceptualización
del territorio han marcado una pauta sobre los estudios del territorio y las relaciones
que de él se desprenden, no solo para el campo de la geografía sino también desde
sus relaciones con la historia, pues como él mismo señala “en el corazón de la historia
aparece la necesidad geográfica. La historia es precisamente aquello por lo que existe
una necesidad geográfica.”(p.184) entonces es posible comprender que no hay historia
sin espacio y a su vez ningún hecho histórico puede suceder sin la geografía, la historia
es una intención o una serie de intenciones que se da en las geografías. Además,
estas disciplinas estudian el movimiento de las sociedades en el tiempo y en el
espacio. Los estudios y análisis que se hacen sobre el territorio deben darse a la luz de
la historia y la geografía para así comprender los cambios a lo largo del tiempo, sus
incidencias espaciales y el impacto que puede generar no solo desde lo individual sino
en especial en lo colectivo. Raffestin es uno de los principales geógrafos que plantea la
importancia del análisis territorial y de sus investigaciones han surgido otras tantas
interesadas por este tema, como se podrá evidenciar más adelante.
A medida que se desarrollan otras investigaciones sobre el territorio aparecen dudas e
inquietudes sobre su existencia y la posibilidad de su desaparición, es así como
Gilberto Giménez (1996) argumenta porque no es posible hablar de un fin del territorio
a pesar del auge de las tecnologías y su incidencia en el campo territorial, para ello
destaca la importancia de la relación entre cultura y territorio. Para Giménez,
Figura 1. Elementos del territorio según Gilberto Giménez.

Fuent
e: Giménez (1996)
Como se evidencia en la figura 1, el territorio, desde los planteamientos de Giménez
(1996), está fundamentado en una construcción social, pues se relaciona con las
acciones y los simbolismos que impregnan en él los seres humanos en distintas
escalas y con diferentes niveles de arraigo y control. Una de estas escalas es la
nacional desde la cual se establecen relaciones con el Estado-Nación, que resulta
inviolable y casi sagrado pues se le identifica con la nacionalidad y se enlaza con la
territorialidad definiendo comunidades y sociedades políticas.
Otros autores que trabajan el territorio, a finales del siglo XX, son Gustavo Montañez y
Ovidio Delgado quienes en 1998 publican su trabajo Espacio, territorio y región, allí
abordan el territorio como una categoría básica en la construcción de un proyecto
nacional democrático que permite el control social del espacio, en este control el
territorio se fundamenta en la espacialización del poder y en las relaciones de
cooperación y conflicto que de ella se derivan. (Montañez y Delgado, 1998, p. 120).
El análisis del territorio para estos dos autores comprende las siguientes
características:
Figura 2. Características del territorio según Montañez y Delgado

Fuente: Montañez y Delgado (1998)


Como se puede apreciar en la figura 2, las características del territorio planteadas por
Montañez y Delgado (1998) muestran que la conceptualización de esta categoría
mantiene una base en lo social, pues las relaciones con el espacio se dan desde el
ejercicio del poder, la pertenencia y la identidad, expresados en la territorialidad, lo
cual, retomando a Raffestin (1980), transforma al espacio en territorio a través de la
apropiación y plantea nuevas dinámicas entre los seres humanos y los lugares que
habitan.
En 1999 Gilberto Giménez retoma el análisis del territorio para afirmar que:
● No todo es territorio pues este no constituye la única expresión de las
sociedades.
● El territorio se compone de la apropiación de un espacio, el uso del poder y el
establecimiento de una frontera.
● El territorio responde a necesidades económicas, políticas y sociales, siendo
objeto de operaciones simbólicas y visiones del mundo.
Para este autor, el territorio se fundamenta en lo social y lo cultural, agregando
elementos políticos y económicos, en los cuales muestra otras visiones y posibilidades
del territorio, es entonces el territorio un entramado entre cultura, política y economía,
en el que los seres humanos determinan dinámicas y transformaciones sociales.
Simultáneamente, González (1999) trabaja el concepto de territorio desde la cultura y la
identidad, conceptualizando esta categoría como espacio socializado, culturizado y en
constante transformación que delimita unidades territoriales y se configura con las
intervenciones humanas y las formas en las que cada cultura genera sus modelos de
asentamiento. Para este autor, el territorio posee mayor significación cultural que el
concepto de espacio dando mayor sentido al territorio puesto que se integra a las
dinámicas y determinaciones humanas. Adicionalmente, González (1999), plantea que
el territorio como artificio cultural indaga las huellas de memoria que una sociedad deja
en un lugar y una temporalidad determinada, es decir que la memoria y sus huellas son
elementos constitutivos del territorio y la cultura, pues reflejan formas de habitar,
construir y morar la tierra. El territorio es entonces un híbrido de culturas expresadas en
la memoria.
A finales del siglo XX e inicios del XXI los cambios de orden mundial y nacional
generaron la necesidad de hacer nuevos estudios y análisis sobre el territorio desde su
conceptualización e importancia en las diferentes dimensiones del ser humano, es así
como Montañez y Delgado (2001) retoman el análisis territorial teniendo en cuenta los
aportes de distintos autores y enfoques (antropología, sociología, geografía, economía,
política, entre otros). Desde esta diversidad, plantean tres elementos importantes para
la conceptualización del territorio, a saber:
1. Espacio geográfico y territorio no son lo mismo, pues el espacio geográfico es
una categoría social e histórica que tiene en cuenta procesos de producción y
apropiación social mientras que el territorio es un concepto relacional unido a
vínculos de dominio, poder, pertenencia o apropiación entre una parte o la
totalidad espacio geográfico y un determinado individuo o colectivo. “El territorio
es, pues, el espacio geográfico revestido de las dimensiones política, identitaria
y afectiva, o de todas ellas.” (p. 20-21)
2. Los humanos son seres geográficos que modifican la tierra para convertirla en
su hogar, es decir que las personas transforman el espacio geográfico y lo
convierten en territorio, generando cambios en el planeta que inciden en sus
formas de vida y sus organizaciones sociales.
3. Existe una relación entre Estado-Nación y territorio, es decir la conceptualización
territorial vinculada a lo nacional en sus diferentes ámbitos, lo cual lleva a
mantener vigente un proyecto territorial de la nación fundamentado desde 1998.
Desde este proyecto se plantea la necesidad de un ordenamiento territorial que
reconstruya la nación teniendo como ejes centrales la articulación del territorio y
la relevancia de las regiones y las localidades.
Este tercer elemento, presenta varios obstáculos de orden político, económico y social,
entre ellos el poco valor que conceptual y culturalmente se le da al territorio. Es
importante señalar que el proyecto territorial de la nación planteado por Montañez y
Delgado (2001) conceptualiza el territorio como un entramado de relaciones de poder
que genera un impacto en ámbitos sociales, culturales, en posturas políticas y en
modelos económicos. Este impacto produce un “renacer” de la producción académica
del territorio pues desde distintas disciplinas (históricas, geográficas, antropológicas,
sociológicas, entre otras) se aborda la conceptualización y las nuevas posibilidades de
leer y vivir el territorio.
En este sentido, Mario Sosa (2012) conceptualiza el territorio como una construcción
integral, dialéctica, compleja, multidimensional y pluridimensional basada en lo social
desde múltiples relaciones, procesos y dinámicas. Esta construcción del territorio es
desarrollada a partir de una relación geo-eco-antrópica y el análisis de lo que Sosa
denomina dimensiones del territorio (social, económica, política y cultural). Para este
autor, el territorio tiene una base física en la que se dan procesos de apropiación,
sentido y arraigo, atravesando diferentes dimensiones de los seres humanos y
permitiendo que la relación humano-naturaleza esté impregnada de sentido, identidad,
pertenencia y contradicciones que se reflejan en las disputas territoriales que se han
vivido a lo largo de la historia.
Marcos Saquet, por su parte, plantea que el territorio es producto y creación que cobra
vigencia e importancia en las dinámicas actuales, para Saquet (2015) el territorio
es hoy un concepto esencial, una vez que las sociedades, en grados
distintos y con intensidades variables, modifican, hasta destruirlos, el
espacio y las propias condiciones de vida sobre la Tierra. El territorio es
el instrumento por medio del cual los hombres, las comunidades, las
sociedades toman posesión del mundo y también lo transforman y
destruyen poco a poco, si no se previenen de ello. (p.8)
En esta perspectiva, el territorio como construcción y producción social implica una
transformación relacionada con las problemáticas que sobre él se presentan, las cuales
están reflejadas en daños ambientales como la sobreexplotación de los recursos, así el
desarrollo territorial es “al mismo tiempo una manera de vivir con la tierra pero también
contra ella” (Saquet, 2015, p.9) Es decir que el territorio es el resultado de un proceso
de producción que se manifiesta a través de un sistema de relaciones denominado
territorialidad, este sistema deja marcas que representan un peligro para la tierra, no en
vano hay un auge en el calentamiento global que abre la discusión sobre los efectos de
las acciones humanas en el planeta.
Un segundo elemento que tiene en cuenta Saquet en su conceptualización del territorio
es el espacio geográfico. Muchas veces se usan estas dos categorías de manera
indiscriminada como si fueran sinónimos, pero como ya lo habían señalado Raffestin
(1980, 1984); Montañez y Delgado 2001), espacio geográfico y territorio no son
equiparables aunque son indisociables, pues se encuentran en una unidad permanente
en la que el territorio es el resultado de la apropiación y dominación del espacio
geográfico, en otras palabras el espacio geográfico es un elemento constituyente del
territorio desde lo político y lo simbólico.
Por último, Fuini (2017) analiza el territorio desde los planteamientos de diversos
autores que han trabajado el concepto de esta categoría en la transición de la
Modernidad a la Posmodernidad. En este sentido, los estudios del territorio desde la
Modernidad se enfocan en su unión con el Estado, es decir que el territorio se plantea
como un concepto geográfico fundamentado en relaciones de poder y relaciones
simbólico-culturales que generan la base del Estado, la cual debe ser protegida,
dominada y expandida para garantizar el desarrollo de un pueblo. Mientras que en la
Posmodernidad, los estudios sobre el territorio toman mayor fuerza gracias a su auge
en la academia desde enfoques históricos, sociales, políticos, económicos y filosóficos,
así entonces, desde los planteamientos de la Posmodernidad el territorio toma un
significado propio desde elementos relacionales, multidimensionales, multiescalares,
autonomistas, emancipatorios e interdisciplinares.
En este sentido es importante resaltar que Fuini (2017) no pretende poner un
paradigma por encima del otro, sino que busca mostrar postulados sobre el territorio
elaborados en la modernidad y los que se están construyendo en la posmodernidad,
analizando la transición de esta categoría desde relaciones de poder rígidas a procesos
reticulados con fronteras y límites móviles.

1.1.2 Dimensiones del territorio


El concepto de territorio se configura desde distintos elementos que en esta
investigación se denominan dimensiones, las cuales brindan aportes y permiten
evidenciar la diversidad de enfoques que se encuentran en el análisis y la
conceptualización territorial. Teniendo en cuenta los aportes que brindan Raffestin
(1980 y 1986), Giménez (1996 y 1999), Montañez y Delgado (1998 y 2001), González
(1999), Sosa (2012), Saquet (2015) y Fuini (2017), se presentan las principales
dimensiones que se desarrollan en sus planteamientos sobre el territorio, no sin antes
señalar que ninguna de ellas puede ser analizada como unidades separadas o
indisociables, por el contrario cada una de ellas tiene relación con la anterior, pues
como dice Sosa “el territorio es una red, un tejido de diferentes componentes” o mejor
de diferentes dimensiones.

1.1.2.1 Dimensión comunicativa


Para Raffestin el espacio se convierte en territorio gracias a un proceso comunicativo
basado en el lenguaje como marca de representación, es decir que a través de las
palabras se interpreta la realidad y se hace del espacio un territorio. En esta
perspectiva, el lenguaje determina unos límites sobre el conocimiento del territorio o
como plantea Wittgenstein (1923) “los límites de mi lenguaje son los límites de mi
mundo” (Citado por Raffestin 1980, p.102). Unos límites que expresan relación con
alguna porción del espacio y que lo convierten en territorio gracias a la apropiación que
determinan las palabras.
Este proceso comunicativo no sería posible sin la presencia de actores sintagmáticos,
sujetos o grupos sociales, que producen el territorio gracias al uso del poder y el
lenguaje. Todas las personas de una u otra forma son actores sintagmáticos ya que en
diferentes lugares producen territorio y en su producción elaboran estrategias de poder
que chocan con las de otras personas generando conflictos territoriales.
Un tercer elemento de la dimensión comunicativa es el control del territorio basado en
el control de las redes de circulación, comunicación y telecomunicación, pues son estas
redes las que permiten la difusión de modelos dominantes lo cual trae como
consecuencia la pérdida de la autonomía cultural, en palabras de Ernst Jünger (1895)
"a medida que las conquistas se extienden por el espacio, la libertad del individuo se
vuelve cada vez más estrecha". (Citado por Raffestin 1984, p.182).
Para concluir, lo que esta investigación denomina como dimensión comunicativa está
fundamentada en la presencia de actores sintagmáticos que a través del lenguaje y la
comunicación producen el territorio, en este proceso comunicativo el poder tiene un
papel fundamental pues el control sobre los medios de comunicación permite la
expansión territorial de determinados actores.

1.1.2.2 Dimensión social


Uno de los elementos más recurrentes en los planteamientos sobre la configuración del
territorio es la dimensión social, la mayoría de los autores coincide en afirmar que las
relaciones sociales con el espacio son las que permiten construir el territorio,
añadiendo elementos de otras dimensiones como lo comunicativo, económico, político,
cultural y geo-eco-antrópico, es decir que la dimensión social brinda los cimientos a los
demás elementos que integran el territorio. A continuación, se presentan los principales
postulados que brindan los autores señalados anteriormente, sobre la dimensión social.
Montañez y Delgado (1998), presentan un concepto del territorio ligado a ámbitos
sociales y enmarcado en el poder, desde estos dos aspectos plantean la
conceptualización de nuevos territorios que proyecten mejores condiciones de vida y
nuevas relaciones basadas en la democracia, en el conocimiento y en la apropiación de
los espacios. Así entonces, el territorio pasa de ser una parte de la identidad nacional
para convertirse en un proyecto de vida digna y justa.
Giménez (1998) y González (1999) plantean que el territorio es una producción social
ligada a la cultura, las apropiaciones sobre el espacio y su apropiación dan origen al
territorio, en el que las relaciones de poder se manifiestan a través de tradiciones,
rituales y expresiones sociales.
Sosa (2012) plantea que el territorio es una construcción social basada en procesos de
comunicación, organización, apropiación y transformación territorial, generados por
actores e instituciones sociales a lo largo del tiempo. Estos actores e instituciones
crean relaciones sociales, económicas, políticas y culturales con el territorio,
configurándolo de manera particular de acuerdo con su enclave social, es decir que la
dimensión social es productora del territorio y al mismo tiempo es un resultado de éste.
Saquet (2015) señala que
Las fuerzas sociales efectivizan el territorio en el y con el espacio
geográfico, centrado en las territorialidades y temporalidades de los
individuos y emanado de ellas, condicionando y siendo directamente
determinado por nuestra vida cotidiana. Históricamente se forman
territorios heterogéneos y superpuestos. Se cristalizan territorialidades e
intereses predominantemente económicos y/o políticos y/o culturales y/o
ambientales que dan significados pluridimensionales a los territorios.
(p.41)
El territorio es entonces la unidad formada por actores sociales con base en el espacio
geográfico, el tiempo, lo político, lo económico y lo cultural.
Para finalizar, Fuini (2017) plantea que la conceptualización del territorio está
relacionada con las intencionalidades de acuerdo al objetivo y la mirada que se da
sobre la conversión del espacio al territorio, una de estas intencionalidades es la social,
desde la cual se tejen relaciones históricas, políticas, culturales, económicas y
pedagógicas, es decir que la base del territorio es la dimensión social y a partir de esta
se configuran los demás elementos territoriales.

1.1.2.3 Dimensión económica


En la perspectiva de Sosa (2012) el territorio es un “conjunto articulado de elementos,
dinámicas y procesos que, permiten entender el grado de desarrollo productivo y su
productividad.” (p.63) Esta configuración del territorio está medida por elementos como
los modos de producción, la fuerza del trabajo, el mercado, el capital y los recursos, la
acumulación de estos últimos generan apropiación y reapropiación del territorio.
Es importante señalar que los demás autores no hacen referencia a esta dimensión en
sus planteamientos, se señalan otros elementos a la configuración del concepto de
territorio, dejando lo económico como parte de lo político, lo social o lo cultural.

1.1.2.4 Dimensión política


La dimensión política “se refiere al ejercicio de poder que se traduce en constantes y
complejos procesos y dinámicas de lucha por la posesión y control del territorio” (Sosa,
2012, p.71). El territorio se conceptualiza como un escenario de relaciones de dominio
y ejercicio de poder bajo unos intereses particulares que lo apropian, lo construyen y lo
transforman, gracias al uso y a la apropiación de fuentes y recursos. Este poder de
decisión sobre el territorio se refleja en las divisiones político-administrativas de
algunos países que al ser impuestas van en oposición a lo étnico y lo social. Este
ejercicio del poder convierte el territorio en un escenario de luchas por su control,
apropiación, defensa, reapropiación ya sea desde lo individual o lo colectivo, es decir
que el territorio presenta un valor desde lo geopolítico y lo geoestratégico.
En este sentido, Fuini conceptualiza el territorio desde las relaciones de poder y las
cuestiones de identidad abordadas por Foucault. Además, tiene en cuenta los aportes
de autores como:
● Badie (1996), la construcción territorial desde el ámbito político no es natural
sino histórica.
● Bonnemaison (2002), el territorio es el lugar de mediación entre los seres
humanos y la cultura, esta última entendida desde lo geosimbólico y la identidad.
● Haesbaert (1995, 1997, 2004), la conceptualización territorial pasa por tres
dimensiones: política, económica y cultural.
Cabe resaltar que Fuini plantea que la categoría de territorio se trabaja desde
intencionalidades sociales, históricas, políticas, culturales y pedagógicas.
1.1.2.5 Dimensión cultural
El territorio es un soporte de las actividades culturales ligadas con hechos simbólicos,
prácticas de identidad y pertenencia, de allí es posible afirmar con Machuca (2005) que
los cambios en el territorio tienen “consecuencias en las maneras de conocer y
ubicarse en el mundo (Citado por Sosa, 2012, p.102) pues el territorio posee un
significado y un valor simbólico, trascendental para el sujeto y/o la colectividad quienes
culturalmente territorializan, desterritorializan y reterritorializan su territorio.
Uno de los autores que mayor trabajo tiene sobre la dimensión cultural del territorio es
Gilberto Giménez (1996 y 1999), para este autor la conceptualización territorial, se
evidencia desde tres relaciones entre la cultura y el territorio:
1. El territorio como geosímbolo, el territorio es visto como un lugar o una porción
del espacio que por razones, políticas, religiosas o culturales, genera un símbolo
identitario.
2. El territorio como marco o área de distribución de instituciones y prácticas
culturales, las cuales se relacionan con aspectos como el vestuario, los rituales,
fiestas y/o carnavales.
3. El territorio puede ser apropiado como objeto de representación, de apego
afectivo y como símbolo de pertenencia socio-territorial.
Además, Giménez (1996 y 1999) tiene en cuenta aspectos políticos como la
mundialización y la globalización para argumentar que el fin del territorio no es posible,
pues a lo largo del tiempo y bajo elementos políticos y económicos el territorio sigue
siendo un soporte y un relevo para la expansión de los modelos vigentes en la
sociedad, de allí que se afirme que los territorios
● se transforman y evolucionan en razón de la geopolítica y la geoeconomía.
● siguen siendo actores económicos y políticos que funcionan como soporte
simbólico y cultural.
● se caracterizan por su valor de cambio y pueden ser representados como "la
prisión que nos hemos fabricado para nosotros mismos". (Giménez, 1999, p.27)

1.1.2.6 Dimensión geo-eco-antrópica


Desde la dimensión geo-eco-antrópica el territorio es visto como una “relación entre el
ser humano, la naturaleza, el espacio y el tiempo” (Sosa, 2012, p. 14), en esta relación
los seres humanos han encontrado las condiciones óptimas para sobrevivir y
apropiarse de los recursos que le permiten afrontar y controlar las diferentes dinámicas
que se presentan tanto en la naturaleza como en las relaciones sociales de las que
forma parte.
Desde esta perspectiva, Sosa (2012) plantea que la relación geo-eco-antrópica
configura, representa y construye la dinámica territorial teniendo en cuenta que el
territorio
● es un tejido de componentes físicos, sociales e históricos.
● está representado por sujetos o actores sociales de manera unidimensional,
multidimensional, parcial o totalmente.
● es un resultado de procesos de territorialización y apropiación que pueden darse
desde luchas por su soberanía o su autonomía.
● se construye gracias a procesos políticos, económicos, históricos, sociales y
culturales que pueden darse desde contenidos contradictorios o co-producidos.
● se entiende a partir de sus relaciones entre lo local y lo global teniendo en
cuenta el significado y el sentido que le impregnan los componentes sociales e
históricos.
Como resultado de los aportes que brindan las dimensiones a la conceptualización del
territorio es posible afirmar que cada una de ellas incorpora a esta categoría un sentido
distinto aunque no separado de las demás, ya que el territorio es visto como una
integración de dimensiones, sin dar mayor relevancia a una por encima de las otras.
Lo que se pretende mostrar es que el territorio no debe ser entendido desde una
dimensión absoluta sino que en él existen interpretaciones:
● Comunicativas, el territorio como construcción del lenguaje y de los procesos de
comunicación que de él se desprenden.
● Sociales, el territorio se construye desde una organización y unos actores
sociales.
● Económicas, “el análisis de la economía del territorio permite establecer las
posibilidades para su desarrollo y la reducción de condiciones de pobreza y
desigualdad”(Sosa, 2012, p.66)
● Políticas, el territorio es fuente de poder, dominio, lucha, posesión y defensa.
● Culturales, el territorio es la base de lo étnico, lo ancestral y especialmente de lo
simbólico.
Analizar y conceptualizar el territorio pasa entonces por la multidimensionalidad y por
comprender como plantea Martha Olivares (2010) que “la defensa del territorio no tiene
sólo un carácter productivo económico, no es sólo un pedazo de tierra, bosque o
montaña, es un espacio cargado de historia y de relaciones construidas con la
naturaleza y con lazos de parentesco.” (Citado por Sosa, 2012, p.97) Parafraseando a
Sosa (2012), lo que se busca es generar un proyecto de sujetos capaces de crear
territorios bajo políticas de igualdad, desarrollo, tecnología, pertenencia, identidad,
nacionalidad y respetuosos de los conocimientos y saberes ancestrales.

1.1.3 Territorialidad, Desterritorialidad y Reterritorialidad (T-D-R)


La configuración del concepto de territorio se relaciona con tres elementos que
manifiestan grados de poder, apropiación, vinculación, despojo y reasentamiento del
territorio, estos configuran procesos que autores como Raffestin (1980 y 1984),
Giménez (1996), González (1999), Montañez y Delgado (1998 y 2001); y Saquet (2015)
denominan territorialización, desterritorialización y reterritorialización, lo que Raffestin
denominaría como procesos T-D-R.
Para Raffestin (1980), la apropiación del territorio está enmarcada en el poder y se
manifiesta en la territorialidad, la cual “tiene un valor totalmente particular, ya que
refleja la multidimensionalidad de la vivencia territorial por parte de los miembros de
una colectividad y por las sociedades en general” (p.112). Estas vivencias se enmarcan
en el poder y en las relaciones que de él se desprenden considerando los aportes de
diferentes disciplinas enmarcadas en lo histórico (social) y lo geográfico (espacio-
temporal).
La territorialidad se manifiesta en las acciones de los sujetos, sin embargo, este
concepto nace de la naturaleza a partir de las conductas de los animales por defender
sus territorios, los estudios hechos sobre estas conductas se relacionarían con la
territorialidad expresada por los actores sintagmáticos en diferentes “escalas
espaciales y sociales y siendo consustancial a todas las relaciones; se podría decir que
la territorialidad es “la cara real de la “máscara” del poder.” (Raffestin, 1980, p. 114)
Raffestin (1984) plantea que la territorialidad colectiva e individual está limitada por
agentes mediadores ya sea de manera externa o alterna, como consecuencia “la
territorialidad está menos "espacializada" que "temporalizada" porque está controlada
por la modernidad” (p.183), lo cual genera alteraciones en la desterritorialización y la
reterritorialización pues se encuentran las tres (T-D-R) mediadas por agentes externos.
En este sentido, no es posible hablar de territorialidad sin hacer mención a los cambios
temporales (territorialidad temporalizada), es decir, a lo largo de la historia los procesos
de T-D-R cambian y si en los inicios de la ecogénesis territorial se hablaba de espacios
vividos, identidad y cultura, en la modernidad el territorio está relacionado con “la
información consumada, la identidad condicionada y modelos culturales dominantes.”
(p.184) Así, la territorialidad se relaciona con la información y el tiempo, haciendo que
la identidad sea condicionada con modelos culturales dominantes, definiendo
identidades y pertenencias a lo largo de la historia.
En la perspectiva de Giménez (1996), los procesos de T-D-R se encuentran
conectados entre sí a través de la identidad y la pertenencia territorial. Así pues, el
concepto de territorio desde los planteamientos de Giménez se enmarca en una
dimensión cultural y en ella se alimenta de aspectos afectivos, simbólicos, de
apropiación, afectivos e identitarios, todos ellos relacionados con la producción del
territorio desde una base social.
Por su parte, Montañez y Delgado (1998 y 2001) relacionan los procesos de T-D-R con
el ejercicio del poder, la pertenencia, la identidad y las nuevas dinámicas entre los
seres humanos y los lugares que habitan. Estos dos autores plantean que la
conceptualización del territorio presenta unos límites los cuales transmiten una idea de
cerramiento y dominio, relacionadas con un poder que puede darse desde lo público o
lo privado y que se refleja en procesos de territorialización y desterritorialización, el
primero relacionado con el grado de control sobre una parte del espacio geográfico, su
apropiación, identidad y afectividad espacial, teniendo en cuenta sus prácticas,
expresiones materiales y simbólicas las cuales garantizan apropiación y permanencia
sobre el territorio. El segundo tiene que ver con la pérdida del territorio y los conflictos
derivados del poder. Estos dos elementos generan lo que Montañez y Delgado
denominan geografía del poder. En este sentido, González (1999) coincide en hablar
de una desterritorialización generadora de desplazamientos y conflictos.
Las territorialidades son relativas y jerárquicas dependiendo de la organización social y
la distribución del poder. Asimismo en un territorio pueden existir diferentes
territorialidades que se crean, recrean y transforman en procesos de territorialización y
desterritorialización.
En la perspectiva de Saquet (2015), la territorialidad se relaciona con la temporalidad,
sus formas de dominación y las variaciones que presenta a lo largo del tiempo, es decir
que “la territorialidad cambia y/o permanece en el tiempo de acuerdo con las
características de cada grupo y clase social” (p.34). Este autor plantea que las
relaciones con el territorio deben estar desarrolladas y constituidas bajo territorialidades
sustentables a lo largo del tiempo, bajo un proyecto en el que se construya
conocimiento y se generen prácticas de cooperación y desarrollo territorial desde “un
mundo más justo, menos degradante, más seguro, menos corrupto, más tranquilo,
menos burocrático, más saludable en el proceso de apropiación y producción del
territorio en diferentes niveles escalares (Magnaghi, 1976; Raffestin, 1980/1993;
Dematteis, 1985).” (Citado por Saquet, 2015, p. 16)
Otro aspecto importante que desarrolla Saquet (2015) es la importancia de analizar los
cambios de la territorialidad a lo largo de la historia teniendo en cuenta las huellas que
ésta deja sobre la tierra y que se reflejan en los daños o peligros que ocasionan para la
existencia tanto del planeta como de los seres humanos.
El impacto de los procesos de territorialización, desterritorialización y reterritorialización
en el marco de las dimensiones humanas convierte la tierra en un escenario de
conflictos, problemáticas ambientales y daños a lo largo plazo, por ello es importante
desarrollar un proyecto que busque frenar estos impactos y genere una conciencia
sobre la importancia del territorio en el mundo actual.
Finalmente, es posible afirmar que la territorialidad es el nivel de poder, apropiación y
pertenencia que se tiene sobre un espacio determinado, mientras que la
desterritorialización se refiere al despojo del territorio en diferentes situaciones como el
conflicto o los desplazamientos forzados; y la reterritorialización hace alusión a
territorializar nuevamente un territorio, lo cual puede darse en un territorio
reincorporado o en uno nuevo como el caso de los migrantes que viajan con su
territorialidad. Territorialización, Desterritorialización y Reterritorialización (T-D-R) son
tres manifestaciones del concepto de territorio, las cuales permiten evidenciar que esta
categoría se encuentra enmarcada en distintas dimensiones y con incidencia tanto en
los seres humanos como en el planeta que se habita.

1.2 Enseñanza del territorio en los textos escolares de las Ciencias Sociales
Hasta aquí se ha hecho referencia al primer elemento del marco teórico que es el
Territorio, desarrollado desde su parte conceptual, sus dimensiones y manifestaciones
(T-D-R), ahora se presenta el segundo elemento a trabajar en esta investigación el
Texto escolar y su uso en las Ciencias Sociales para la enseñanza del territorio.
1.2.1 Texto escolar
El texto escolar es un elemento que ha tomado gran importancia en la enseñanza de
las disciplinas del sector educativo, por ello autores como Álzate, Lanza y Gómez
(2005) lo han definido como “un libro que presenta o comunica un saber: él dice qué se
debe hacer para acceder a él, presentando operaciones sucesivas organizadas según
un orden premeditado.” (pág. 23). Está concebido con la intención de servir en la
enseñanza, dirigidos no solo a los estudiantes sino también y en gran medida al
maestro ya que le da un uso del método didáctico. “El texto prescribe todo lo que debe
hacer el alumno durante el tiempo del aprendizaje y pone la exorbitante exigencia de
transformarlo.” (p. 29).

En este sentido, el texto escolar es un medio para la enseñanza de diversas disciplinas


enmarcadas en el ámbito educativo, especialmente para las aulas de la educación de
primera infancia, básica primaria, básica secundaria y media, pues se convierte en guía
de aprendizaje para los estudiantes y docentes, quienes abordan sus contenidos y
actividades como medio de aprendizaje a lo largo de los años, pues como lo señala
Mejía (2013) el texto escolar es un “vehículo de apropiación y transmisión para la
enseñanza y el aprendizaje (...), el texto se ha convertido en una fuente histórica que
permite el análisis de los contenidos educativos que se han desarrollado a lo largo del
tiempo.” (pág. 25)

Para este autor, el texto escolar como instrumento ha pasado por tres momentos:
primero para direccionar las lecciones del maestro; segundo, para enseñar y transmitir
una doctrina específica; y tercero para hacer referencia a lo local. De estas tres etapas
nace el texto escolar, el cual incluye actividades, discursos, disciplinas y acciones que
se relacionan con los currículos de cada país.

Castro (2008), retoma los planteamientos de Mc Ginn y Borden (1995) para exponer la
importancia del texto escolar no solo como transmisor de un currículo oficial sino que
resalta que

un buen texto tiene la capacidad de generar cambios independientemente


de la capacitación del profesorado y de compensar posibles deficiencias
de su formación. La mayor parte de los textos modernos sugieren al
profesor metodologías alternas que pueden aprovecharse eficazmente
como medios para entrenar a los maestros con relativa rapidez en nuevas
técnicas de enseñanza que su preparación anterior no les había
entregado. Pero aún, si su formación es satisfactoria, lo libros pueden ser
una ayuda para introducir innovaciones metodológicas en el aula de
clase... O brindarle abundante información para ayudarle a realizar mejor
su trabajo. (Citado por Castro, 2008, pág. 21)

No se desconoce entonces que los textos escolares han sido fuente de investigación,
consulta y apropiación tanto de estudiantes como de docentes, estos últimos los han
usado ya sea de manera abierta y enmarcada en los requerimientos del aula o de
forma privada y casi oculta. El uso de los textos escolares es un tema que sigue
vigente en el ámbito escolar y en ellos se legitiman, de una u otra forma, discursos,
conceptos, miradas del mundo, entre otros aspectos. Es importante entonces analizar
aquello que se presenta, teniendo en cuenta los aportes y análisis que ya se han hecho
sobre las páginas que llegan a las manos de cientos de docentes y estudiantes.

Los análisis de los textos escolares en diferentes espacios y tiempos han permitido
establecer sus aportes y limitaciones en los procesos de enseñanza-aprendizaje que se
dan en las aulas escolares. Es así como las autores nombrados hasta este momento,
Álzate, Lanza y Gómez (2005), Castro (2008) y Mejía (2013) hablan de los beneficios
que tienen los libros escolares en el ámbito educativo; mientras que autores como Sáiz
(2011 y 2013), Palacios (2012) y Gómez (2014) hacen un análisis del texto escolar
teniendo en cuenta no solo sus aspectos positivos sino sus limitaciones en aspectos
como los contenidos, las actividades y el uso de los recursos que se encuentran en
ellos, entendiendo recursos como aquellos elementos que hacen referencia a las
imágenes, esquemas, mapas, gráficos, secciones, entre otros. Estas críticas serán
profundizadas a la luz del análisis de resultados de la presente investigación.

1.2.2 El concepto de territorio en los textos escolares de Ciencias Sociales


La enseñanza del concepto de territorio en el marco de las Ciencias Sociales se
relaciona con lo geográfico y de allí se desprenden otros elementos referidos a lo
histórico, lo político, lo económico, lo antropológico, entre otros. Al hacer una revisión
de las investigaciones que retoman el territorio como parte de la enseñanza de las
Ciencias Sociales no se evidencia un trabajo que aborde el concepto de territorio como
parte central de la investigación, sino que éste se aborda en relación con otros
conceptos como la identidad nacional, la nación o las divisiones político-administrativas
de un Estado.
Tabla 1. Investigaciones que abordan el territorio en los textos escolares de Ciencias
Sociales
TERRITORIO EN EL TEXTO ESCOLAR DE CIENCIAS SOCIALES
Autor y Título de la
Relación con el concepto de territorio
año investigación
Méndez Estos autores plantean que los libros escolares de
Gómez y Identidad nacional en Ciencias sociales en la primera mitad del siglo XX
López los textos escolares establecen como elementos constitutivos de la
Ordóñez de Ciencias Sociales identidad nacional: territorio, ley, religión católica e
iconografía patriótica. En este sentido, el concepto
de grado noveno:
territorial se entiende como el espacio en el que se
¿transformación o
(2015) desarrolla una nación. Otro componente con el que
extinción?
relacionan el territorio es el poder en términos de
equidad e igualdad.
Colombia en la
Mejía (2013) aborda el territorio como un elemento de la
escuela:
nación y de la geografía física, para este autor el
la idea de nación en
Mejía, territorio es un espacio socialmente construido con
los libros de texto
(2013) identidad y pertenencia, que se relaciona con la nación
escolar de Ciencias
desde aspectos históricos, geográficos, sociales,
Sociales
culturales, de ordenamiento y espacialidad.
contemporáneos
Identidades
Para estos autores, la descripción general y
nacionales y
Ciscar, enciclopédica del territorio se impone sobre los
territorialidad en los
Santiago, problemas ambientales o los contrastes sociales.
libros de texto, los
y Souto, Además, plantean que el territorio forma parte de la
estereotipos
(2012) identidad de nación y es visto como un elemento
enciclopédicos en la
estático sobre el que se ejerce poder.
geografía escolar
Cáceres (2011) plantea el territorio como una categoría
de estudio dentro de la geografía contemporánea, la
cual se fundamenta en autores como Delgado y
La geografía en los Montañez (1998) para afirmar que toda relación social
textos escolares de se desarrolla en el territorio, expresándose como
Lucía
Ciencias Sociales territorialidad en unos marcos de poder, creación,
Cáceres,
(1995- 2008), recreación y apropiación territorial. De igual forma, se
(2011)
tendencias y relaciona el territorio con elementos de la nación, el
posibilidades Estado y la población. Es importante señalar que esta
autora plantea la importancia del análisis geográfico en
los textos escolares teniendo en cuenta elementos
como el espacio geográfico, la región y el territorio.

Con base en la tabla 1., es posible afirmar que las investigaciones abordadas sobre los
textos escolares de Ciencias Sociales no evidencian un análisis sobre el concepto de
territorio, pues esta categoría queda relacionada a otras que representan mayor interés
para los investigadores, como es el caso de la identidad, la nación o el Estado, entre
otros. Solo en la investigación hecha por Cáceres (2011) se dan aproximaciones al
concepto de territorio con referentes teóricos y se establecen algunas relaciones
sociales, culturales y ambientales, que existen entre este concepto y otras áreas de la
geografía. Sin embargo, no se evidencia un análisis sobre la incidencia de este
concepto en la geografía escolar, ni se halla un trabajo que aborde el territorio desde
los diferentes elementos que lo componen.

1.3 Enseñanza del territorio en la geografía escolar

Para cerrar el presente marco teórico es importante plantear un tercer elemento


enmarcado en los procesos de enseñanza-aprendizaje que desde la geografía escolar
se dan para el concepto de territorio, teniendo en cuenta los siguientes aspectos:

● La geografía escolar
● Los conceptos geográficos
● El territorio
● La enseñanza de la geografía escolar
● El texto escolar

La geografía es una de las disciplinas de las Ciencias Sociales que desde la


espacialidad y la realidad cobra importancia a nivel social, en cuanto a su presencia a
nivel escolar Souza Cavalcanti (2017) plantea que la geografía desarrolla el
pensamiento espacial de los estudiantes y que su enseñanza debe estar enmarcada en
lo cotidiano, los sentidos y significados a través del docente que es mediador de los
aprendizajes, “por lo tanto, buscar formas de aprendizaje espacial que sean
instrumento para mejorar las condiciones de participación en la vida social, es una
manera de hacer, por la Geografía, justicia educativa en la escuela.” (p.100).

En este sentido los procesos de enseñanza-aprendizaje deben ir encaminados a


contenidos que busquen potenciar actividades como el análisis de contexto, el uso de
las experiencias, la imaginación, la observación, el pensamiento escalar, la vida social
y la orientación de los aprendizajes desde la formación de conceptos.
Los conceptos geográficos hacen relación a “las herramientas culturales, que
representan mentalmente un objeto, y están formulados por sucesivos procesos de
generalizaciones en el pensamiento; al mismo tiempo que, una vez formados en la
mente del sujeto, se convierten en conocimientos que generalizan sus experiencias.”
(Souza Cavalcanti, 2017, p.102) Es decir que una vez apropiados los conceptos se
ponen en relación con las vivencias y con nuevas miradas de mundo, generando
nuevos análisis y reflexiones sobre contextos cercanos y lejanos. Es importante señalar
que desde la geografía escolar existen conceptos que orientan los procesos de
enseñanza aprendizaje, estos son: el paisaje, el lugar, el territorio y la naturaleza,
siendo relevante para la presente investigación el territorio.

Souza Cavalcanti (2017) considera que el territorio es un concepto que estructura los
contenidos geográficos, se relaciona con el poder, la apropiación, los límites, las
fronteras y en gran medida con lo social, pues a partir de la conceptualización territorial
se analizan las extensiones de hechos, acontecimientos y fenómenos. Pensar la
dinámica espacial, desde los territorios “ayuda a los alumnos a entender que no solo
están involucrados en las lógicas de poder los territorios más instituidos y legalizados,
sino que los territorios de su vida cotidiana también lo están.” (p.105) Desde esta
perspectiva la conceptualización territorial, acerca a los estudiantes a sus realidades
pues las dinámicas que viven encuentran otros sentidos y miradas desde un
pensamiento geográfico y social.

El desarrollo de conceptos geográficos, como el territorio, en las dinámicas escolares


pasa por una serie de alcances y desafíos en la enseñanza de la geografía escolar,
pues se hace necesaria una renovación de la escuela tradicional, que como plantea
Souza Cavalcanti (2017) se fundamenta en la memorización, la improvisación, los
programas estáticos, las relaciones distantes (alumno-profesor) y la fundamentación en
textos escolares que guían los procesos de enseñanza-aprendizaje. Es necesario dar
pasos hacia una educación que tenga en cuenta la cotidianidad de los estudiantes, el
análisis de fenómenos naturales y sociales, la formación de conceptos y la integración
de diversos saberes.
Este conjunto de cambios en las prácticas docentes de la geografía escolar debe estar
apoyado en la cualificación del quehacer pedagógico, es decir en la formación de
docentes que se apropian de los conocimientos geográficos y hacen de ellos una
posibilidad de leer, analizar y reflexionar sobre las realidades de quienes habitan la
tierra. Además de generar cambios en las dinámicas escolares, en las relaciones con
los estudiantes y en la producción de nuevos materiales didácticos.

Los materiales didácticos son herramientas que los docentes usan para orientar su
labor, como medio de apoyo para sus clases o para el desarrollo de diferentes
actividades, entre estos materiales se encuentra el texto escolar, libros que han sido
usados tanto por padres como por estudiantes y maestros, para orientar el trabajo en
las diferentes disciplinas, su uso ha sido la base de discusiones entre quienes se
oponen a llevarlo al aula y quienes lo defienden como herramienta de trabajo. Las
críticas hechas a estos materiales giran en torno a las creencias sobre su
establecimiento como currículo oficial y su uso acrítico en las aulas escolares. Es
necesario entonces comprender que

el análisis de los libros didácticos, como orientación curricular, como


recurso didáctico, como fuente de conocimiento, como orientador del
trabajo escolar, no puede ser ingenuo, academicista y pensar que ellos
son representantes incontestados de los contenidos escolares, pues ellos
no son neutros, son arbitrarios culturalmente, es decir, sus contenidos
dependen de una (...) red de articulación entre las referencias científicas,
los autores y sus conocimientos, las orientaciones curriculares oficiales,
las políticas de evaluación y distribución para las escuelas, los editoriales,
los distribuidores, las escuelas y profesores. (Souza, 2017, p.114).

Desde esta perspectiva, el análisis de los textos escolares debe tener en cuenta los
diferentes factores que lo integran, sus alcances, limitaciones y sus posibilidades de
uso en las aulas escolares y para este caso en la geografía escolar y en particular en la
enseñanza del concepto de territorio desde sus diferentes componentes, dimensiones y
manifestaciones. La integración de los docentes en la elaboración de estos materiales y
de expertos tanto en las disciplinas como en el quehacer pedagógico pueden dar la
posibilidad a nuevos textos escolares que atiendan las necesidades de los procesos
pedagógico, su uso crítico y la potencialización de sus contenidos abren el campo
hacia una herramienta que no tiene verdades absolutas, pero que puede ser un apoyo
al trabajo docente desde la autonomía pedagógica y su mediación en el aprendizaje de
los estudiantes.

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